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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
Martita escribió:Martita escribió:
como la dejas ahí?¿?
sigula pliiiss :D :D :D
Lo Secundo! :D Muahaha!
Invitado
Invitado
Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
¡¡SANTO CIELO!!
¡¡¡¡¡SIGUELA O ME MUERO!!!!!
¡¡¡¡¡SIGUELA O ME MUERO!!!!!
{@idrunkniall.}
Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
omj
como la dejas
asi
no lo puedo
creer
lo invite a mi casa
plis opino lo mismo
siguela y pronto
bye kisses nicky
como la dejas
asi
no lo puedo
creer
lo invite a mi casa
plis opino lo mismo
siguela y pronto
bye kisses nicky
NickyL.A Baby
Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
HEY!!!
TIENES UNA NUEVA LECTORA!!!
QUIERES QUE TE LA PRESENTE?
HOLA!!!!
SOY YO!!!
WOW!!!
DEFINITIVAMENTE,
ADAPTASTE MUY BIEN LA HISTORIA...
HICISTES UN EXCELENTE TRABAJO!
FELICITACIONES!!!
AH!
POR CIERTO, ME HAS DEJADO CON LA INTRIGA DE LO QUE SUCEDERÁ,
TANTO, QUE YA NO TENGO UÑAS!!!
JAJAJAJAJAJA
ESPERO MUXISIMOS CAPS!!!
UPS,
POR CASI LO OLVIDO,
MI NOMBRE ES PRISILLA,
PERO DIME PRISI, PRIS, COMO QUIERAS...
MUXISIMOS ABRAZOTES,
ATT.: PRISIWOLF
TIENES UNA NUEVA LECTORA!!!
QUIERES QUE TE LA PRESENTE?
HOLA!!!!
SOY YO!!!
WOW!!!
DEFINITIVAMENTE,
ADAPTASTE MUY BIEN LA HISTORIA...
HICISTES UN EXCELENTE TRABAJO!
FELICITACIONES!!!
AH!
POR CIERTO, ME HAS DEJADO CON LA INTRIGA DE LO QUE SUCEDERÁ,
TANTO, QUE YA NO TENGO UÑAS!!!
JAJAJAJAJAJA
ESPERO MUXISIMOS CAPS!!!
UPS,
POR CASI LO OLVIDO,
MI NOMBRE ES PRISILLA,
PERO DIME PRISI, PRIS, COMO QUIERAS...
MUXISIMOS ABRAZOTES,
ATT.: PRISIWOLF
PRISIWOLF72
Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
gracias a todas las lectoras
por la espera
aqui esta un nuevo cap
Capítulo 8
MIENTRAS esperaba a que se abriera la puerta, Nick no podía creerse lo nervioso que estaba. Parecía un escolar en su primera cita.
Cuando le había dicho que subiera, ni siquiera ha¬bía tenido la paciencia de esperar el ascensor, así que había subido los escalones de dos en dos hasta el tercer piso, donde llegó colorado y con el corazón al galope.
Cuando finalmente se abrió la puerta, casi se le paró el acelerado corazón.
Durante sus años de soltero, antes de conocer a Miley y casarse con ella, a Nick le habían abierto las puertas de sus apartamentos mujeres provocati¬vamente vestidas, incluso, una vez, una le había abierto la puerta completamente desnuda.
Pero nunca ninguna le había afectado tanto como ______ Johannsen, cubierta sólo con un albornoz de estilo japonés. Era totalmente evidente que no lle¬vaba sujetador debajo del kimono de seda roja. Así que, por lo que se adivinaba a través de la seda, o ella estaba tan excitada como él... o tenía frío, pensó. Dado que era verano, descartó la segunda opción, lo que no fue una idea muy tranquilizadora. Nick, de repente, no sabía dónde mirar. Desde luego no a los pezones duros como piedras ni a los seductores ojos verdes, ni a la deliciosa boca de cuyo lápiz de labios aún conservaba el sabor en los suyos Así que miró por encima de ______ hacia el interior del apartamento, apreciando lo grande que era y el buen gusto en la decoración. Nada hacía pensar en un apartamento compartido, así que Nick supo, sin que nadie se lo dijera, que ______ vivía sola. Lo único que desconocía era cómo podía permitírselo.
Una sospecha llenó su mente; podría ser que no siempre viviera sola. Alguien podía pagar el alquiler y, de paso, le pagaba a ella las visitas ocasionales. Ése podría ser precisamente el problema que había, que tuviera un amante rico y por eso no era libre para irse con otro.
—Pasa —dijo casi sin voz, dando un paso atrás para dejarle entrar.
Al pasar, Nick miró hacia abajo y vio sus hermo¬sos pies descalzos con las uñas pintadas de rojo. Y pensó que esos pies podría encontrase alrededor de él antes de que acabara esa noche.
—Tienes un apartamento precioso, muy agradable —se escuchó decir a sí mismo mientras atravesaba la alfombra de color arena en dirección al sofá del cen¬tro del salón—. ¿Cómo diablos puedes permitírtelo con tu sueldo?
______ se volvió y lo miró con un gesto que hizo que se sintiera inmediatamente arrepentido de sus sospechas.
—No puedo. —respondió con frialdad—. Es mío, lo compré con algo de dinero que heredé hace un par de años.
Nick alzó las cejas. Tenía que haber sido una he¬rencia considerable.
—Entiendo… —se limitó a decir. ______ fue a buscar el vaso de vino que se encon¬traba en una de las dos mesas que flanqueaban el sofá de color crema.
—Perdóname por no haberte ofrecido algo de be¬ber todavía —dijo, y dio un sorbo de vino—. Necesito un poco de coraje de más para lo que voy a hacer —añadió mientras volvía a dejar el vaso en la mesa.
Antes de que Nick pudiera abrir la boca para pre¬guntarle qué pasaba, ______ agarró el cinturón que ro¬deaba su kimono. La impresión le dejó sin respira¬ción. Por mucho que deseara a esa mujer, no quería que se desnudara delante de él así, como... como una pelandusca barata. Quería tomarla en sus brazos y besarla como había hecho antes. Quería escuchar sus gemidos, sentir cómo se derretía alrededor de él. Que¬ría hacerle el amor, ¡maldita fuera!
Pero ella no se soltó el nudo, en lugar de eso lo sujetó fuerte con una mano mientras la otra se des¬plazaba hacia abajo y, de repente, le enseñó la pierna derecha, apartando el albornoz hasta medio muslo solamente. Lo único que Nick pudo ver fue la pierna. Una pierna muy bien formada con una bo¬nita pantorrilla y un fino tobillo Pero sólo la pierna.
______ observo sus ojos como un halcón observaba a su presa. Los observo y espero.
Pero la única emoción que pudo descubrir en la mirada de Nick fue la de sorpresa, seguida de una especie de incredulidad.
¿Estaba ciego? Seguro que había visto las cicatri¬ces, ¡seguro!
Pero parecía que no las había notado.
Cuando ______ miró hacia abajo, se dio cuenta de que lo peor de las marcas estaba todavía cubierto por el albornoz. En su esfuerzo por mantener la dig¬nidad, lo había abierto demasiado poco.
—¿Puedes verlo ahora? —dijo, sacando la pierna un poco más y señalando con el dedo al tiempo que estiraba la rodilla.
Nick parpadeó. Nada más. Sólo un parpadeo se¬guido de un pequeño gesto de desconcierto.
—Sí… —respondió—. Puedo verlo.
—¿Y? —casi gritó, totalmente descolocada por su reacción.
Tenía que estar fingiendo. Nadie podía mirar esas horribles estrías blancas y no sentir repulsión. A ella misma le provocaban repulsión y llevaba viviendo con ellas dos años.
—¿Éste es el problema? —preguntó, tranquilo, mirándola ya a los ojos y no a la pierna—. ¿Esas peque¬ñas marcas en el muslo?
—¿Pequeñas marcas? —le gritó mientras echaba la pierna hacia atrás y la cubría con el albornoz en acti¬tud defensiva—. No son pequeñas marcas, son cica¬trices. Horribles, espantosas, enormes cicatrices. Deja de hacer como si no estuvieran. Nick pareció desconcertado.
—Enséñamelas otra vez. —dijo—. Puede que no las haya visto bien.
Nick pudo ver el horror en su cara al oír su sugerencia, y la ternura le llenó el corazón al recordar cómo se había sentido Miley con las cicatrices de la mastectomía. Le había costado mucho convencer a su esposa de que seguía encontrándola deseable sin sus pechos.
Su ánimo se vino abajo al comprobar cuál era la situación. Esa chica era demasiado vulnerable como para hacer con ella lo que él quería hacer. Sus inten¬ciones no eran precisamente honestas. Tenía que ser capaz de controlarse. Su plan no era más que sedu¬cirla y después tener una aventura exclusivamente sexual. Algunas mujeres podían hacer frente a esa clase de relaciones, pero ______ no era una de ellas.
—No son tan horribles, ______. —dijo Nick con sua¬vidad—. Al principio, ni las he visto.
—Sí, claro. —dijo mientras seguía con los brazos cruzados.
Nick no estaba seguro de lo que debía decir o hacer y, al final, preguntó: —¿Qué sucedió?
—¿De verdad quieres saberlo? —dijo ______.
—Sí. —respondió con firmeza.
—Un accidente de coche, hace dos años.
—¿Y?
—Y no quiero hablar sobre ello. Mira, no tienes que quedarte y hacerte el simpático. Puedo ver por tus gestos que lo que realmente quieres es acabar con esto y marcharte. Lo entiendo. De verdad, me ha pasado lo mismo con otros hombres como tu.
Bueno, quiero decir... Tu lo único que buscas es un físico perfecto ¿no? No mercancías dañadas.
Nick la miró fijamente. Estaba en lo cierto y es¬taba equivocada al mismo tiempo. No le importaban en absoluto las cicatrices, y seguía encontrándola hermosa y deseable. Pero sí quería terminar y marcharse antes de olvi¬dar totalmente sus principios y empezar a explotar los puntos débiles de ella para lograr su objetivo.
—¿Quién fue, ______? —quiso saber.
—¿Quién fue qué? —clavó en él sus ojos verdes.
—El hombre que te hizo tan consciente de tus ci¬catrices.
—Mi marido, si quieres saberlo.
—¡Un marido! —así que eso era lo que había es¬tado haciendo todos esos años, había estado casada.
—Sí, estuve casada. —confirmó, cortante—. Una vez, pero nunca más, te lo aseguro.
Esa amarga seguridad era tentadora en sí misma. Después de todo, él tampoco quería volver a casarse. Nick pensó que lo que ______ necesitaba era ser amada de la forma en que él había amado a Miley. Sabía que a él ya no le quedaba de esa clase de amor, pero en algún sitio habría un hombre que sí tuviera de ese amor, un tipo decente de verdad que enseñaría a ______ que su vida no había acabado por culpa de un hombre cruel y superficial. Si la dejaba ir podría encontrar a ese hombre; si no, lo único que haría sería perder el tiempo con él.
Se aproximó a ella y el rostro de ______ se llenó de temor.
—¿Qué... qué haces? —dijo ______ mientras se re¬costaba en el sofá huyendo de las manos que buscaban su cara.
—Voy a darte un beso de despedida —dijo, y le dio un beso en la frente—. No por las cicatrices, ______. No quiero que creas eso porque no es cierto, sigo pensando que eres la chica más hermosa, más desea¬ble que he conocido, sino porque te mereces a al¬guien mucho mejor que yo.
Sus ojos se inundaron de lágrimas mientras lo miraba.
—Tú... tú ya no me deseas.
—Te deseo más que nunca. —dijo.
—Entonces, demuéstramelo.—le rogó.
—Dios, me lo estás poniendo muy difícil.
—No quiero que te vayas. —gimió y, de repente, lo rodeó con los brazos y lo atrajo con fuerza hacia ella—. Por favor, quédate conmigo esta noche. —aña¬dió, rogando con los ojos.
—No sabes lo que dices.
—Sí lo sé, lo sé.
La desesperación de su voz era incluso más per¬suasiva que sentir su cuerpo rozando el suyo. ¿Cómo podía dejarla así? Su confianza en sí misma quedaría tocada para siempre si lo hacía.
Nick se juró a sí mismo que sería esa noche y nada más. Una noche sería lo único que le daría y que se daría. Por la mañana se habría ido, marchado de su cama y de su vida, de otro modo no sería ca¬paz de vivir consigo mismo
por la espera
aqui esta un nuevo cap
Capítulo 8
MIENTRAS esperaba a que se abriera la puerta, Nick no podía creerse lo nervioso que estaba. Parecía un escolar en su primera cita.
Cuando le había dicho que subiera, ni siquiera ha¬bía tenido la paciencia de esperar el ascensor, así que había subido los escalones de dos en dos hasta el tercer piso, donde llegó colorado y con el corazón al galope.
Cuando finalmente se abrió la puerta, casi se le paró el acelerado corazón.
Durante sus años de soltero, antes de conocer a Miley y casarse con ella, a Nick le habían abierto las puertas de sus apartamentos mujeres provocati¬vamente vestidas, incluso, una vez, una le había abierto la puerta completamente desnuda.
Pero nunca ninguna le había afectado tanto como ______ Johannsen, cubierta sólo con un albornoz de estilo japonés. Era totalmente evidente que no lle¬vaba sujetador debajo del kimono de seda roja. Así que, por lo que se adivinaba a través de la seda, o ella estaba tan excitada como él... o tenía frío, pensó. Dado que era verano, descartó la segunda opción, lo que no fue una idea muy tranquilizadora. Nick, de repente, no sabía dónde mirar. Desde luego no a los pezones duros como piedras ni a los seductores ojos verdes, ni a la deliciosa boca de cuyo lápiz de labios aún conservaba el sabor en los suyos Así que miró por encima de ______ hacia el interior del apartamento, apreciando lo grande que era y el buen gusto en la decoración. Nada hacía pensar en un apartamento compartido, así que Nick supo, sin que nadie se lo dijera, que ______ vivía sola. Lo único que desconocía era cómo podía permitírselo.
Una sospecha llenó su mente; podría ser que no siempre viviera sola. Alguien podía pagar el alquiler y, de paso, le pagaba a ella las visitas ocasionales. Ése podría ser precisamente el problema que había, que tuviera un amante rico y por eso no era libre para irse con otro.
—Pasa —dijo casi sin voz, dando un paso atrás para dejarle entrar.
Al pasar, Nick miró hacia abajo y vio sus hermo¬sos pies descalzos con las uñas pintadas de rojo. Y pensó que esos pies podría encontrase alrededor de él antes de que acabara esa noche.
—Tienes un apartamento precioso, muy agradable —se escuchó decir a sí mismo mientras atravesaba la alfombra de color arena en dirección al sofá del cen¬tro del salón—. ¿Cómo diablos puedes permitírtelo con tu sueldo?
______ se volvió y lo miró con un gesto que hizo que se sintiera inmediatamente arrepentido de sus sospechas.
—No puedo. —respondió con frialdad—. Es mío, lo compré con algo de dinero que heredé hace un par de años.
Nick alzó las cejas. Tenía que haber sido una he¬rencia considerable.
—Entiendo… —se limitó a decir. ______ fue a buscar el vaso de vino que se encon¬traba en una de las dos mesas que flanqueaban el sofá de color crema.
—Perdóname por no haberte ofrecido algo de be¬ber todavía —dijo, y dio un sorbo de vino—. Necesito un poco de coraje de más para lo que voy a hacer —añadió mientras volvía a dejar el vaso en la mesa.
Antes de que Nick pudiera abrir la boca para pre¬guntarle qué pasaba, ______ agarró el cinturón que ro¬deaba su kimono. La impresión le dejó sin respira¬ción. Por mucho que deseara a esa mujer, no quería que se desnudara delante de él así, como... como una pelandusca barata. Quería tomarla en sus brazos y besarla como había hecho antes. Quería escuchar sus gemidos, sentir cómo se derretía alrededor de él. Que¬ría hacerle el amor, ¡maldita fuera!
Pero ella no se soltó el nudo, en lugar de eso lo sujetó fuerte con una mano mientras la otra se des¬plazaba hacia abajo y, de repente, le enseñó la pierna derecha, apartando el albornoz hasta medio muslo solamente. Lo único que Nick pudo ver fue la pierna. Una pierna muy bien formada con una bo¬nita pantorrilla y un fino tobillo Pero sólo la pierna.
______ observo sus ojos como un halcón observaba a su presa. Los observo y espero.
Pero la única emoción que pudo descubrir en la mirada de Nick fue la de sorpresa, seguida de una especie de incredulidad.
¿Estaba ciego? Seguro que había visto las cicatri¬ces, ¡seguro!
Pero parecía que no las había notado.
Cuando ______ miró hacia abajo, se dio cuenta de que lo peor de las marcas estaba todavía cubierto por el albornoz. En su esfuerzo por mantener la dig¬nidad, lo había abierto demasiado poco.
—¿Puedes verlo ahora? —dijo, sacando la pierna un poco más y señalando con el dedo al tiempo que estiraba la rodilla.
Nick parpadeó. Nada más. Sólo un parpadeo se¬guido de un pequeño gesto de desconcierto.
—Sí… —respondió—. Puedo verlo.
—¿Y? —casi gritó, totalmente descolocada por su reacción.
Tenía que estar fingiendo. Nadie podía mirar esas horribles estrías blancas y no sentir repulsión. A ella misma le provocaban repulsión y llevaba viviendo con ellas dos años.
—¿Éste es el problema? —preguntó, tranquilo, mirándola ya a los ojos y no a la pierna—. ¿Esas peque¬ñas marcas en el muslo?
—¿Pequeñas marcas? —le gritó mientras echaba la pierna hacia atrás y la cubría con el albornoz en acti¬tud defensiva—. No son pequeñas marcas, son cica¬trices. Horribles, espantosas, enormes cicatrices. Deja de hacer como si no estuvieran. Nick pareció desconcertado.
—Enséñamelas otra vez. —dijo—. Puede que no las haya visto bien.
Nick pudo ver el horror en su cara al oír su sugerencia, y la ternura le llenó el corazón al recordar cómo se había sentido Miley con las cicatrices de la mastectomía. Le había costado mucho convencer a su esposa de que seguía encontrándola deseable sin sus pechos.
Su ánimo se vino abajo al comprobar cuál era la situación. Esa chica era demasiado vulnerable como para hacer con ella lo que él quería hacer. Sus inten¬ciones no eran precisamente honestas. Tenía que ser capaz de controlarse. Su plan no era más que sedu¬cirla y después tener una aventura exclusivamente sexual. Algunas mujeres podían hacer frente a esa clase de relaciones, pero ______ no era una de ellas.
—No son tan horribles, ______. —dijo Nick con sua¬vidad—. Al principio, ni las he visto.
—Sí, claro. —dijo mientras seguía con los brazos cruzados.
Nick no estaba seguro de lo que debía decir o hacer y, al final, preguntó: —¿Qué sucedió?
—¿De verdad quieres saberlo? —dijo ______.
—Sí. —respondió con firmeza.
—Un accidente de coche, hace dos años.
—¿Y?
—Y no quiero hablar sobre ello. Mira, no tienes que quedarte y hacerte el simpático. Puedo ver por tus gestos que lo que realmente quieres es acabar con esto y marcharte. Lo entiendo. De verdad, me ha pasado lo mismo con otros hombres como tu.
Bueno, quiero decir... Tu lo único que buscas es un físico perfecto ¿no? No mercancías dañadas.
Nick la miró fijamente. Estaba en lo cierto y es¬taba equivocada al mismo tiempo. No le importaban en absoluto las cicatrices, y seguía encontrándola hermosa y deseable. Pero sí quería terminar y marcharse antes de olvi¬dar totalmente sus principios y empezar a explotar los puntos débiles de ella para lograr su objetivo.
—¿Quién fue, ______? —quiso saber.
—¿Quién fue qué? —clavó en él sus ojos verdes.
—El hombre que te hizo tan consciente de tus ci¬catrices.
—Mi marido, si quieres saberlo.
—¡Un marido! —así que eso era lo que había es¬tado haciendo todos esos años, había estado casada.
—Sí, estuve casada. —confirmó, cortante—. Una vez, pero nunca más, te lo aseguro.
Esa amarga seguridad era tentadora en sí misma. Después de todo, él tampoco quería volver a casarse. Nick pensó que lo que ______ necesitaba era ser amada de la forma en que él había amado a Miley. Sabía que a él ya no le quedaba de esa clase de amor, pero en algún sitio habría un hombre que sí tuviera de ese amor, un tipo decente de verdad que enseñaría a ______ que su vida no había acabado por culpa de un hombre cruel y superficial. Si la dejaba ir podría encontrar a ese hombre; si no, lo único que haría sería perder el tiempo con él.
Se aproximó a ella y el rostro de ______ se llenó de temor.
—¿Qué... qué haces? —dijo ______ mientras se re¬costaba en el sofá huyendo de las manos que buscaban su cara.
—Voy a darte un beso de despedida —dijo, y le dio un beso en la frente—. No por las cicatrices, ______. No quiero que creas eso porque no es cierto, sigo pensando que eres la chica más hermosa, más desea¬ble que he conocido, sino porque te mereces a al¬guien mucho mejor que yo.
Sus ojos se inundaron de lágrimas mientras lo miraba.
—Tú... tú ya no me deseas.
—Te deseo más que nunca. —dijo.
—Entonces, demuéstramelo.—le rogó.
—Dios, me lo estás poniendo muy difícil.
—No quiero que te vayas. —gimió y, de repente, lo rodeó con los brazos y lo atrajo con fuerza hacia ella—. Por favor, quédate conmigo esta noche. —aña¬dió, rogando con los ojos.
—No sabes lo que dices.
—Sí lo sé, lo sé.
La desesperación de su voz era incluso más per¬suasiva que sentir su cuerpo rozando el suyo. ¿Cómo podía dejarla así? Su confianza en sí misma quedaría tocada para siempre si lo hacía.
Nick se juró a sí mismo que sería esa noche y nada más. Una noche sería lo único que le daría y que se daría. Por la mañana se habría ido, marchado de su cama y de su vida, de otro modo no sería ca¬paz de vivir consigo mismo
Invitado
Invitado
Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
que lindo, las cicatrices no le dieron asco!
seguila!
seguila!
macasolci
Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
macasolci escribió:que lindo, las cicatrices no le dieron asco!
seguila!
oh si, estoy totalmente deacuerdo que fantastico eres Nick! :L: xdd!!
Invitado
Invitado
Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
HOLA
NO LO PUEDO CREER
SERA QUE NICK SE
VA IR LEJOS DE
MI DESPUES DE UNA NOCHE
OJALA QUE NO
BUENO SIGUELA
PLIS QUE ESTA
REBUENA
BYE KISSES NICKY
NO LO PUEDO CREER
SERA QUE NICK SE
VA IR LEJOS DE
MI DESPUES DE UNA NOCHE
OJALA QUE NO
BUENO SIGUELA
PLIS QUE ESTA
REBUENA
BYE KISSES NICKY
NickyL.A Baby
Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
WOOOW TiiENEESS QUEE
SEGUIIRR YAAAAAAAH!
OKK ME TRANKILIZOO
:face: :face: :face:
JAJAJA xD MEE BOYY
POOON CAAAAAAP! :study:
BY:MAY
SEGUIIRR YAAAAAAAH!
OKK ME TRANKILIZOO
:face: :face: :face:
JAJAJA xD MEE BOYY
POOON CAAAAAAP! :study:
BY:MAY
Invitado
Invitado
Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
¡¡SIGUELA!!
¡¡SIGUELA!!
MEEEE ENCANTAAAAAA!!!!
¡¡SIGUELA!!
MEEEE ENCANTAAAAAA!!!!
{@idrunkniall.}
Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
Capítulo 9
«TODAVÍA me desea», se gritó ______ mientras la boca de Nick buscaba desesperadamente la suya. Nada de besitos en la frente esta vez. Un beso de verdad, profundo, con hambre, que la inundó con una ola de deseo tan poderosa que pensó que iba a desmayarse. No tenía bastante con la boca, quería su lengua.
—No, no pares —rogó en voz baja cuando Nick le¬vantó la cabeza.
Su sonrisa irónica fue reconfortante.
—No creo que debas preocuparte porque pare, preciosa —dijo mientras la tomaba en sus brazos—. Me parece que éste es el camino a tu habitación —añadió mientras la llevaba por el único pasillo del apartamento.
______ no replicó. Estaba demasiado ocupada con¬templándolo con mirada de adoración. Cuando le acarició los labios con la mano, sus pasos vacilaron y sus ojos brillaron al encontrarse con los de ella.
—Si sigues haciendo eso —gruñó— y mirándome de esa manera, no creo que vaya a poder controlarme.
—No quiero que te controles —confesó.
—Dime que es imposible que te quedes embarazada esta noche. —requirió bruscamente.
—Es imposible que me quede embarazada esta noche —respondió, obediente, mientras pensaba que era improbable. Acababa de terminar el período ha¬cía un par de días.
Pero, en honor a la verdad, no le importaba, no le importaba nada excepto que él le hiciera el amor apasionadamente, como un loco.
—Gracias a Dios. —murmuró Nick mientras la lle¬vaba a la habitación.
La habitación era exactamente como Nick se la había esperado. Bonita y femenina, con paredes crema pálido y una alfombra a juego. La cama de bronce se apoyaba en la pared más alejada de la puerta y parecía una antigüedad auténtica. Alta y no muy grande, con volantes color crema, un edredón de satén del mismo color y montones de almohado¬nes con volantes apilados en la cabecera. Las lámparas de la mesilla, con pies de bronce y pantallas en tono crema de las que colgaban cuentas de cristal, eran de una elegancia exquisita. Al encenderlas pro¬yectaban dos círculos de suave luz encima de la cama.
Ser plenamente consciente de que pronto estaría con ______ en esa cama no ayudo mucho a Nick a recuperar el control. Nunca había estado así con Selena, ni siquiera con Miley, a quien había amado. «Con la erección que ya tengo, ¿como diablos voy a hacer para que ______ disfrute?», se preguntaba preocupado mientras la llevaba a la cama. Deseaba echarla encima de aquel edredón virginal y hacérselo, sin contemplaciones, sin mas. Directamente dentro de ella.
—¿Llevas algo debajo de ese albornoz? —le pregunto mientras la dejaba de pie al lado de la cama.
______ sacudió la cabeza y se acerco balanceándose hasta rozarle con la seda que cubría las puntas de los pechos.
Nick respiro hondo. —¡Diablos! ______, espero que estés segura de que lo que quieres es que pierda el control, porque lo estoy perdiendo ya.
—Bien —dijo ella, mirándole a los ojos con descaro.
Deslizo el albornoz por detrás de los hombros sin preocuparse de desatarlo, de tal modo que, cuando ella bajo los brazos, el cinturón hizo que el albornoz cayera solo hasta la cintura, inmovilizando los brazos y dejándole hipnotizado al ver los pechos mas perfectos y provocativos que había visto nunca. Deliciosamente redondos, con grandes areolas y pezones rosas y puntiagudos.
Tenia que tocarlos, envolverlos, probarlos.
—Oh, ______, ______... —gimió mientras la recostaba en el centro del edredón y se quedaba al lado de la cama, mirándola con ojos de deseo—. No, no te muevas —ordeno cuando las manos de ella desaparecieron entre los pliegues del albornoz tratando de liberarse—. Quédate exactamente como estas.
Le encantaba la visión de ______ extendida encima del sensual edredón de satén con la mitad inferior de su cuerpo cubierta y el pecho y los brazos totalmente desnudos. El contraste de la palidez de su piel con el rojo de la seda era increíblemente erótico. Sólo una cosa estaba mal en el cuadro, el pelo. De¬bía estar suelto.
______ cerró los ojos cuando Nick se inclinó sobre ella para quitarle el pasador que mantenía sujeto su cabello y así poderlo extender por encima de los hombros, colocándolo de modo que le cubriera los pe¬chos pero no los pezones.
Cuando rozó uno de ellos con el pasador del pelo, ______ arqueó la espalda y de sus labios se es¬capó un gemido.
La visión de los pezones, tan increíblemente erec¬tos, le recordó su propia excitación, pero estaba de¬masiado embriagado por las reacciones de ella como para preocuparse de sí mismo. Rozó con el pasador el otro pezón.
—¿Te gusta? —preguntó Nick, ahogado. Y volvió a hacerlo varias veces.
La reacción de ella fue una sucesión de gemidos. Nick tiró el pasador y ocupó las manos en des¬nudarse.
Nick contaba con un buen físico masculino. Más gracias a la madre naturaleza que a su esfuerzo, aun¬que nadaba todos los días y hacía un centenar de ab¬dominales, lo que mantenía la grasa lejos de su estó¬mago y los músculos bien marcados. Confiaba tanto en su cuerpo como en su capacidad como amante.
«TODAVÍA me desea», se gritó ______ mientras la boca de Nick buscaba desesperadamente la suya. Nada de besitos en la frente esta vez. Un beso de verdad, profundo, con hambre, que la inundó con una ola de deseo tan poderosa que pensó que iba a desmayarse. No tenía bastante con la boca, quería su lengua.
—No, no pares —rogó en voz baja cuando Nick le¬vantó la cabeza.
Su sonrisa irónica fue reconfortante.
—No creo que debas preocuparte porque pare, preciosa —dijo mientras la tomaba en sus brazos—. Me parece que éste es el camino a tu habitación —añadió mientras la llevaba por el único pasillo del apartamento.
______ no replicó. Estaba demasiado ocupada con¬templándolo con mirada de adoración. Cuando le acarició los labios con la mano, sus pasos vacilaron y sus ojos brillaron al encontrarse con los de ella.
—Si sigues haciendo eso —gruñó— y mirándome de esa manera, no creo que vaya a poder controlarme.
—No quiero que te controles —confesó.
—Dime que es imposible que te quedes embarazada esta noche. —requirió bruscamente.
—Es imposible que me quede embarazada esta noche —respondió, obediente, mientras pensaba que era improbable. Acababa de terminar el período ha¬cía un par de días.
Pero, en honor a la verdad, no le importaba, no le importaba nada excepto que él le hiciera el amor apasionadamente, como un loco.
—Gracias a Dios. —murmuró Nick mientras la lle¬vaba a la habitación.
La habitación era exactamente como Nick se la había esperado. Bonita y femenina, con paredes crema pálido y una alfombra a juego. La cama de bronce se apoyaba en la pared más alejada de la puerta y parecía una antigüedad auténtica. Alta y no muy grande, con volantes color crema, un edredón de satén del mismo color y montones de almohado¬nes con volantes apilados en la cabecera. Las lámparas de la mesilla, con pies de bronce y pantallas en tono crema de las que colgaban cuentas de cristal, eran de una elegancia exquisita. Al encenderlas pro¬yectaban dos círculos de suave luz encima de la cama.
Ser plenamente consciente de que pronto estaría con ______ en esa cama no ayudo mucho a Nick a recuperar el control. Nunca había estado así con Selena, ni siquiera con Miley, a quien había amado. «Con la erección que ya tengo, ¿como diablos voy a hacer para que ______ disfrute?», se preguntaba preocupado mientras la llevaba a la cama. Deseaba echarla encima de aquel edredón virginal y hacérselo, sin contemplaciones, sin mas. Directamente dentro de ella.
—¿Llevas algo debajo de ese albornoz? —le pregunto mientras la dejaba de pie al lado de la cama.
______ sacudió la cabeza y se acerco balanceándose hasta rozarle con la seda que cubría las puntas de los pechos.
Nick respiro hondo. —¡Diablos! ______, espero que estés segura de que lo que quieres es que pierda el control, porque lo estoy perdiendo ya.
—Bien —dijo ella, mirándole a los ojos con descaro.
Deslizo el albornoz por detrás de los hombros sin preocuparse de desatarlo, de tal modo que, cuando ella bajo los brazos, el cinturón hizo que el albornoz cayera solo hasta la cintura, inmovilizando los brazos y dejándole hipnotizado al ver los pechos mas perfectos y provocativos que había visto nunca. Deliciosamente redondos, con grandes areolas y pezones rosas y puntiagudos.
Tenia que tocarlos, envolverlos, probarlos.
—Oh, ______, ______... —gimió mientras la recostaba en el centro del edredón y se quedaba al lado de la cama, mirándola con ojos de deseo—. No, no te muevas —ordeno cuando las manos de ella desaparecieron entre los pliegues del albornoz tratando de liberarse—. Quédate exactamente como estas.
Le encantaba la visión de ______ extendida encima del sensual edredón de satén con la mitad inferior de su cuerpo cubierta y el pecho y los brazos totalmente desnudos. El contraste de la palidez de su piel con el rojo de la seda era increíblemente erótico. Sólo una cosa estaba mal en el cuadro, el pelo. De¬bía estar suelto.
______ cerró los ojos cuando Nick se inclinó sobre ella para quitarle el pasador que mantenía sujeto su cabello y así poderlo extender por encima de los hombros, colocándolo de modo que le cubriera los pe¬chos pero no los pezones.
Cuando rozó uno de ellos con el pasador del pelo, ______ arqueó la espalda y de sus labios se es¬capó un gemido.
La visión de los pezones, tan increíblemente erec¬tos, le recordó su propia excitación, pero estaba de¬masiado embriagado por las reacciones de ella como para preocuparse de sí mismo. Rozó con el pasador el otro pezón.
—¿Te gusta? —preguntó Nick, ahogado. Y volvió a hacerlo varias veces.
La reacción de ella fue una sucesión de gemidos. Nick tiró el pasador y ocupó las manos en des¬nudarse.
Nick contaba con un buen físico masculino. Más gracias a la madre naturaleza que a su esfuerzo, aun¬que nadaba todos los días y hacía un centenar de ab¬dominales, lo que mantenía la grasa lejos de su estó¬mago y los músculos bien marcados. Confiaba tanto en su cuerpo como en su capacidad como amante.
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Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
La mirada de necesidad de ______ lo llevó de nuevo al punto en el que estaba cuando había empezado a desnudarla: desesperado por estar dentro de ella, do¬minado por una fuerza tan primitiva como urgente. En cuanto estuvo desnudo, se colocó a su lado en la cama y sus manos comenzaron a acariciar con pasión los hermosos pechos mientras su boca buscaba la de ______ para besarla tan salvajemente como antes. Sus labios chocaron con los de ella y, después de hacer que se abrieran, su lengua se deslizo hasta lo mas profundo.
Bajo las manos para abrir el albornoz y separar las piernas de ella y, antes de que su mente fuera capaz de controlar a su cuerpo, se encontró entre sus muslos entrando dentro de ella, gimiendo al notar cómo la carne de ella abrazaba la suya, y envolvía con suavidad su ansiosa dureza.
Los brazos de ______ siguieron aprisionados, pero sus piernas fueron libres para rodear la cintura de Nick. El final de su espalda se levantaba con la de él y el ángulo que formaban sus cuerpos hacía que en¬trara cada vez más dentro.
Nick bajó el ritmo, tratando desesperadamente de tardar, de esperarla, pero ella empezó a expri¬mirlo con unos deliciosos pequeños movimientos de sus músculos más íntimos, entonces su cuerpo aban¬donó la lucha y llegó con un grito. Todo el cuerpo se estremeció con la fuerza de su descarga.
Por un segundo, su orgullo masculino casi consi¬guió estropear el éxtasis, pero luego escuchó gritar Su nombre y sintió la carne de ______ apretar la suya con desenfreno.
Su sensación de triunfo fue total, tanto física como emocionalmente. Porque no quería haber sido totalmente egoísta, no esa noche. Había querido que ella se reconciliara consigo misma después de todo lo que el canalla de su marido le había hecho. Había querido demostrarle que unas pocas cicatrices no mermaban en absoluto su capacidad para ser desea¬da. Y lo había logrado.
La paz llegó primero al cuerpo de Nick, lo que le permitió mirar el rostro ruborizado de ella y ver lo que su capacidad como amante había logrado. ______ tenía los ojos cerrados pero los labios abiertos, jadea¬ba suavemente, sentía aún los últimos efectos del clímax.
Nick sonrió y ella le devolvió la sonrisa.
—Lo siento, he sido demasiado rápido. —dijo mien¬tras le retiraba algunos mechones de cabello de la cara.
—No lo fuiste.
—Hacía mucho que no estabas con un hombre, ¿verdad?
—Dos años.
—Ah, entiendo.
A Nick le vino a la cabeza que sólo hacía dos se¬manas que había estado con Selena. «Desde luego los hombres somos seres distintos de las mujeres, no hay duda», meditó.
Estuvo tentado de contarle que no había pensado en otra cosa nada más que en ella durante toda la se¬mana, que para él era algo especial. Pero eso podía suponer verse envuelto en una relación sentimental y siempre había querido mantenerla en un plano es¬trictamente físico.
—Me tomare mas tiempo la próxima vez —dijo, esbozando deliberadamente una sonrisa malévola— Al décimo empezaras a pedirme que pare.
—¿Al décimo? —parpadeó ella.
—¿No te había dicho que soy un fanfarrón?
______ se rió. —No.
—Un fanfarrón y un canalla.
—No te creo.
—Me creerás, preciosa, me creerás.
—______...
______ se despertó despacio. Soñadora, feliz. —¿Mmmmm?
—Es de día. —oyó a Nick a través de una niebla de felicidad—. Tengo que irme.
______ abrió los ojos y se encontró a Nick sentado en la cama a su lado, completamente vestido.
—¿Te vas? —dijo, todavía un poco dormida—. ¿Tie¬nes tanta prisa? Te podías quedar a desayunar por lo menos. Es sábado, ¿sabes?
—Sí, lo sé. —dijo con un tono lúgubre.
Entonces ella se dio cuenta de lo que le estaba queriendo decir. Se iba.
—Te dije anoche que no era el hombre adecuado para ti. —continuó—. Me rogaste que me quedara, así que me quedé.
______ parpadeó, sorprendida. Qué duro había so¬nado eso, como si lo hubiera forzado a acostarse, en contra de su voluntad, con una rica desesperada.
—Es cierto que lo hiciste. —reconoció con tono agrio.
—No hice nada que tú no quisieras que hiciera, ______. —le recordó.
Lo miró fijamente, recordando cómo le había dado mucho más de lo que jamás le había dado a Joe. También era verdad que él le había dado mu¬cho más que Joe. La segunda vez había sido increí¬blemente tierno y amoroso. Y, desde luego, sus cica¬trices no le habían importado en absoluto, incluso había llegado a besarlas y lavarlas en la bañera.
El recuerdo de la ducha juntos le produjo escalo¬fríos. Ella también le había lavado y no había sen¬tido ninguna vergüenza. Esa vez había sido tan sal¬vaje como la primera.
Después, habían vuelto a la cama para hacer el amor de una forma lenta y lánguida que había termi¬nado cuando se quedaron dormidos.
Bajo las manos para abrir el albornoz y separar las piernas de ella y, antes de que su mente fuera capaz de controlar a su cuerpo, se encontró entre sus muslos entrando dentro de ella, gimiendo al notar cómo la carne de ella abrazaba la suya, y envolvía con suavidad su ansiosa dureza.
Los brazos de ______ siguieron aprisionados, pero sus piernas fueron libres para rodear la cintura de Nick. El final de su espalda se levantaba con la de él y el ángulo que formaban sus cuerpos hacía que en¬trara cada vez más dentro.
Nick bajó el ritmo, tratando desesperadamente de tardar, de esperarla, pero ella empezó a expri¬mirlo con unos deliciosos pequeños movimientos de sus músculos más íntimos, entonces su cuerpo aban¬donó la lucha y llegó con un grito. Todo el cuerpo se estremeció con la fuerza de su descarga.
Por un segundo, su orgullo masculino casi consi¬guió estropear el éxtasis, pero luego escuchó gritar Su nombre y sintió la carne de ______ apretar la suya con desenfreno.
Su sensación de triunfo fue total, tanto física como emocionalmente. Porque no quería haber sido totalmente egoísta, no esa noche. Había querido que ella se reconciliara consigo misma después de todo lo que el canalla de su marido le había hecho. Había querido demostrarle que unas pocas cicatrices no mermaban en absoluto su capacidad para ser desea¬da. Y lo había logrado.
La paz llegó primero al cuerpo de Nick, lo que le permitió mirar el rostro ruborizado de ella y ver lo que su capacidad como amante había logrado. ______ tenía los ojos cerrados pero los labios abiertos, jadea¬ba suavemente, sentía aún los últimos efectos del clímax.
Nick sonrió y ella le devolvió la sonrisa.
—Lo siento, he sido demasiado rápido. —dijo mien¬tras le retiraba algunos mechones de cabello de la cara.
—No lo fuiste.
—Hacía mucho que no estabas con un hombre, ¿verdad?
—Dos años.
—Ah, entiendo.
A Nick le vino a la cabeza que sólo hacía dos se¬manas que había estado con Selena. «Desde luego los hombres somos seres distintos de las mujeres, no hay duda», meditó.
Estuvo tentado de contarle que no había pensado en otra cosa nada más que en ella durante toda la se¬mana, que para él era algo especial. Pero eso podía suponer verse envuelto en una relación sentimental y siempre había querido mantenerla en un plano es¬trictamente físico.
—Me tomare mas tiempo la próxima vez —dijo, esbozando deliberadamente una sonrisa malévola— Al décimo empezaras a pedirme que pare.
—¿Al décimo? —parpadeó ella.
—¿No te había dicho que soy un fanfarrón?
______ se rió. —No.
—Un fanfarrón y un canalla.
—No te creo.
—Me creerás, preciosa, me creerás.
—______...
______ se despertó despacio. Soñadora, feliz. —¿Mmmmm?
—Es de día. —oyó a Nick a través de una niebla de felicidad—. Tengo que irme.
______ abrió los ojos y se encontró a Nick sentado en la cama a su lado, completamente vestido.
—¿Te vas? —dijo, todavía un poco dormida—. ¿Tie¬nes tanta prisa? Te podías quedar a desayunar por lo menos. Es sábado, ¿sabes?
—Sí, lo sé. —dijo con un tono lúgubre.
Entonces ella se dio cuenta de lo que le estaba queriendo decir. Se iba.
—Te dije anoche que no era el hombre adecuado para ti. —continuó—. Me rogaste que me quedara, así que me quedé.
______ parpadeó, sorprendida. Qué duro había so¬nado eso, como si lo hubiera forzado a acostarse, en contra de su voluntad, con una rica desesperada.
—Es cierto que lo hiciste. —reconoció con tono agrio.
—No hice nada que tú no quisieras que hiciera, ______. —le recordó.
Lo miró fijamente, recordando cómo le había dado mucho más de lo que jamás le había dado a Joe. También era verdad que él le había dado mu¬cho más que Joe. La segunda vez había sido increí¬blemente tierno y amoroso. Y, desde luego, sus cica¬trices no le habían importado en absoluto, incluso había llegado a besarlas y lavarlas en la bañera.
El recuerdo de la ducha juntos le produjo escalo¬fríos. Ella también le había lavado y no había sen¬tido ninguna vergüenza. Esa vez había sido tan sal¬vaje como la primera.
Después, habían vuelto a la cama para hacer el amor de una forma lenta y lánguida que había termi¬nado cuando se quedaron dormidos.
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Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
—Dijiste que tenías una novia hasta hace poco. —arguyó, tratando de parecer tranquila cuando por dentro la desesperación le anudaba el estómago—. ¿Por qué no puedo ser yo tu nueva novia?
—Tú necesitas un hombre que te ame, y yo no soy ese hombre.
Oh, cómo dolía escuchar que nunca podría amarla. —¿No es por las cicatrices, verdad? —dijo con voz lastimera.
—¡No seas ridícula! ______. ¿cuántas veces tengo que decirte que tus cicatrices no me importan lo más mínimo? Mira, si lo quieres saber de verdad, es por mi esposa, de la que todo el mundo dice que me casé con ella por dinero. —gruñó—. No fue así. Amaba a Miley más de lo que nunca pensé que fuera posi¬ble. Verla morir fue terrible. No, insoportable. Pensé que sentiría alivio cuando muriera, y lo que pasó fue que quería morirme yo también.
—Lo... lo siento —dijo ______, tropezando con las palabras mientras trataba de dominar la emoción que le había provocado la confesión
Los celos le golpeaban el corazón al mismo tiempo que se sintió culpable por haberle juzgado tan mal. ______ fue consciente de qué fácilmente po¬dría enamorarse de ese hombre, pero para qué, si él nunca podría correspondería.
—Yo también lo siento. —dijo él, y le acarició sua¬vemente la mejilla—. Por favor, ______, no llores. Lo de anoche ha sido algo muy especial, pero mejor lo dejamos como está.
—Sí… —estuvo de acuerdo, y parpadeó para contener las lágrimas.
Durante un largo minuto, se mantuvieron en un silencio incómodo, cada uno con sus propios pensa¬mientos.
—¿Sigues decidida a despedirte el lunes? —pre¬guntó Nick por fin.
—Sí. —respondió, asintiendo—. Creo que será lo mejor.
—Por supuesto, tienes razón.
______ suspiró. Iba a ser muy dura la vida durante las dos semanas que tenía que seguir trabajando des¬pués del aviso.
—Te daré muy buenas referencias. —dijo Nick.
Por un momento lo miró con odio, pero inmedia¬tamente después se rió. —Será mejor para ti.
Nick la miro un buen rato y ella podría haber jurado que creyó ver auténtico arrepentimiento en sus ojos. —Debo irme. —dijo, y se levantó de repente.
______ no podía soportar verlo. De pronto lo único que quiso fue que se fuera, rápido, antes de que hiciera una tontería.
—¡Vete de una vez! —dijo, enfadada y con amar¬gura.
______ recordó que la noche antes le había dicho que era un fanfarrón y un canalla. ¡Cómo le gustaría que lo fuera! Pero no era ninguna de las dos cosas.
No quiso ver cómo se marchaba, pero no pudo dejar de escuchar el sonido de la puerta al cerrarse, un sonido horrible. Se hizo un ovillo entre los almohadones y se puso a llorar.
—Tú necesitas un hombre que te ame, y yo no soy ese hombre.
Oh, cómo dolía escuchar que nunca podría amarla. —¿No es por las cicatrices, verdad? —dijo con voz lastimera.
—¡No seas ridícula! ______. ¿cuántas veces tengo que decirte que tus cicatrices no me importan lo más mínimo? Mira, si lo quieres saber de verdad, es por mi esposa, de la que todo el mundo dice que me casé con ella por dinero. —gruñó—. No fue así. Amaba a Miley más de lo que nunca pensé que fuera posi¬ble. Verla morir fue terrible. No, insoportable. Pensé que sentiría alivio cuando muriera, y lo que pasó fue que quería morirme yo también.
—Lo... lo siento —dijo ______, tropezando con las palabras mientras trataba de dominar la emoción que le había provocado la confesión
Los celos le golpeaban el corazón al mismo tiempo que se sintió culpable por haberle juzgado tan mal. ______ fue consciente de qué fácilmente po¬dría enamorarse de ese hombre, pero para qué, si él nunca podría correspondería.
—Yo también lo siento. —dijo él, y le acarició sua¬vemente la mejilla—. Por favor, ______, no llores. Lo de anoche ha sido algo muy especial, pero mejor lo dejamos como está.
—Sí… —estuvo de acuerdo, y parpadeó para contener las lágrimas.
Durante un largo minuto, se mantuvieron en un silencio incómodo, cada uno con sus propios pensa¬mientos.
—¿Sigues decidida a despedirte el lunes? —pre¬guntó Nick por fin.
—Sí. —respondió, asintiendo—. Creo que será lo mejor.
—Por supuesto, tienes razón.
______ suspiró. Iba a ser muy dura la vida durante las dos semanas que tenía que seguir trabajando des¬pués del aviso.
—Te daré muy buenas referencias. —dijo Nick.
Por un momento lo miró con odio, pero inmedia¬tamente después se rió. —Será mejor para ti.
Nick la miro un buen rato y ella podría haber jurado que creyó ver auténtico arrepentimiento en sus ojos. —Debo irme. —dijo, y se levantó de repente.
______ no podía soportar verlo. De pronto lo único que quiso fue que se fuera, rápido, antes de que hiciera una tontería.
—¡Vete de una vez! —dijo, enfadada y con amar¬gura.
______ recordó que la noche antes le había dicho que era un fanfarrón y un canalla. ¡Cómo le gustaría que lo fuera! Pero no era ninguna de las dos cosas.
No quiso ver cómo se marchaba, pero no pudo dejar de escuchar el sonido de la puerta al cerrarse, un sonido horrible. Se hizo un ovillo entre los almohadones y se puso a llorar.
Invitado
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Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
NUEVA LECTORA! :D!
Me fascino la noveee!
Es simplemente HERMOSA :arre:
please tienes que seguirlaaa!
Me fascino la noveee!
Es simplemente HERMOSA :arre:
please tienes que seguirlaaa!
Dayi_JonasLove!*
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