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La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
vamos vamos vamos xfavooor!
que me muero ssiin el caaap!!
ayy quee va apasar en la fiestaa
aaaaaaaaahhhhhhhhhhh.........
buueno ya mucho rollo addiios!!!
babaaay :hi:
BY:mayyyy
que me muero ssiin el caaap!!
ayy quee va apasar en la fiestaa
aaaaaaaaahhhhhhhhhhh.........
buueno ya mucho rollo addiios!!!
babaaay :hi:
BY:mayyyy
Invitado
Invitado
Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
NUEVA LECTORA!
me ENAMORE de esta nove
tiienes q seguirla pronto, esta genial!!!!
me ENAMORE de esta nove
tiienes q seguirla pronto, esta genial!!!!
Martita
Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
wow siiguela esta geneeal
wow
amee los caps
sigeela !!!
wow
amee los caps
sigeela !!!
Invitado
Invitado
Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
Gracias a todas ....este capitulo esta dedicado a todas vosotras
Capítulo 6
EL VIERNES, a las cuatro de la tarde, ______ es¬taba muy nerviosa. Nick todavía no la había citado para la entrevista, a pesar de que todo el personal de la empresa había pasado por la sala de juntas en los últimos tres días.
A las cuatro y veinticinco, ______ había perdido toda la esperanza de tener esa semana la oportuni¬dad de entregar en mano su renuncia.
Una parte de ella se sentía aliviada. En el fondo no deseaba tener otro encontronazo con Nick Jonas. Por otro lado le hubiera gustado que todo hu¬biera terminado ya.
______ había empezado a recoger su escritorio para irse a las cuatro y media cuando salió Trish rubori¬zada y excitada.
—No voy a ir al pub esta noche. —anunció—, lo siento.
—Vale. —respondió ______—. De todas formas, esta noche me voy directa a casa.
Temía que el nuevo jefe se hubiera pasado por el pub para demostrar lo poco que le gustaban las ceremonias. Lo ultimo que ______ quería era encontrarse con el en un espacio informal. Ya había sido bastante desagradable saludarle amablemente cada mañana y cada tarde durante toda la semana cuando pa¬saba.
—¿Adonde vas? —preguntó a Trish.
—No te lo imaginas. Bob me ha invitado a salir.
—¿Qué Bob? Ah, te refieres a Bob, a su mano de¬recha.
—Sí… —confirmó Trish, radiante.
—¡Qué bien, Trish! —dijo ______ con una cálida sonrisa—. Bob parece agradable.
—Lo es. Y mucho. Lo de Jim se acabó, le he dicho esta tarde que hemos terminado. Se ha ido a casa he¬cho una furia.
—No le he visto salir.
—Se marchó por la puerta lateral.
—¿Se ha marchado el señor Jonas por el mismo sitio? —preguntó, esperanzada.
—No, está todavía en la sala de juntas con Bob. Y harías bien en empezar a llamarle Nick, odia que le llamen señor Jonas.
______ suspiró.
—No tengo de qué preocuparme, Trish, he deci¬dido despedirme.
—Pero ¿por qué?
—Creo que es el momento de tratar de encontrar algo más interesante.
—¡Oh! Querida. Voy a echarte tanto de menos. ¿No podrías encontrar algo más interesante aquí?
Bob me ha dicho que Nick está planeando una nueva campaña de imagen de marca para aumentar las ventas. Podrías intentar ayudarle con eso.
—No creo, Trish —dijo ______ mientras conectaba el contestador y recogía el bolso.
—No habrás dimitido ya, ¿verdad?
—¿Qué he oído de una dimisión?
______ volvió la cabeza y vio a Nick que se acer¬caba a ellas. Su guapo rostro esta vez no sonreía. Bob venía unos pasos por detrás, su rostro sí sonrió al mirar a Trish.
—______ dice que necesita un trabajo más intere¬sante… —dijo Trish antes de que ______ pudiera organi¬zar sus pensamientos para poder defenderse—. ¿Po¬drías encontrarle algo en marketing, Nick?
Los ojos de Nick, llenos de frustración, buscaron los de ______.
—Ni siquiera soñaría con obligar a la señorita Johannsen a hacer algo que no quisiera. —respondió, mostrando claramente que no le agradaba la deci¬sión—. Pero si ella lo desea, sí. Estoy seguro de po¬der arreglarlo; sentiría mucho perder una empleada tan valiosa.
—¿Lo ves? —dijo alegre Trish.
—He oído que cenas con Bob esta noche. —se diri¬gió Nick a Trish—. ¿Por qué no os vais ya los dos y me dejáis que tenga unas palabras en privado con ______? Tenía previsto entrevistarme hoy con ella, pero no ha dado tiempo.
No quería hablar en privado con ese hombre. No quería nada en privado con él.
Pero seguro que Bob se iba a dar prisa en cumplir las ordenes del jefe y en un momento los dos iban a estar solos. El personal de las oficinas seguía saliendo, saludando amablemente a Nick y recordándole a ______ que en un momento se veían en el pub.
Al final, el paso de gente acabo, y ______ tuvo que afrontar la situación.
—¿Vas a algún sitio a tomar algo los viernes por la noche?. —pregunto Nick mientras permanecía al otro lado del mostrador.
—Normalmente, sí, pero hoy no. —se levantó y tomó su bolso para intentar una salida rápida.
—¿Por qué no?
—Porque Trish no estará, y normalmente voy con ella. No me gusta estar sola.
—Te acompaño… —se ofreció inmediatamente.
—Imposible.
—¿Por qué no?
—No quiero ser el blanco de los chismes de la ofi¬cina.
—Pero si vas a dimitir, al menos eso has dicho. —añadió con algo de cinismo en la voz.
—Siempre cumplo lo que digo. Dimito y no hay nada que puedas decir que me haga cambiar de opi¬nión.
La miró un poco de soslayo, y dijo: —¿Por qué me tienes miedo?
______ se quedó rígida. —No te tengo miedo.
—¡Oh! Sí, me temes, y no soy ninguna amenaza para ti, ______. Me gustas. No, eso es demasiado Poco, me atraes en extremo. Me encantaría salir contigo.
—Lo que te encantaría es llevarme a la cama. —cortó bruscamente. Las palabras salieron de su boca llenas de veneno, La sonrisa de él fue su perdición.
—Eso también… —admitió—. ¿Es un crimen? Míralo desde mi punto de vista, ______ —siguió, persuasivo— Soy un hombre soltero, eres una mujer soltera, sin novio en este momento, me han dicho. Sí, lo admito, he estado preguntando cosas sobre ti en la oficina. Es lo que hace un hombre cuando le interesa una mujer, y tú me interesas mucho.
—¿Por qué?
Nick pareció nervioso por un momento. —Y ¿por qué no?
—¿Tienes novia en este momento? —inquirió.
—No.
—Y ¿por qué tengo que creérmelo?
—He tenido novia hasta hace poco. Rompimos hace un par de semanas.
«Qué típico», pensó. «Deja a una y busca a otra». Los hombres así nunca aguantan mucho con la misma.
—Sal conmigo esta noche, ______. Conóceme, no soy lo que te imaginas.
«Si lo eres, Nick», le dijo insolente la voz de su conciencia. «No estás interesado en una relación se¬ria con esta chica, no quieres casarte con ella, o tener hijos. Ella tiene razón, solo quieres meterla en tu cama y tenerla siempre a tu disposición».
Reconocer la verdad le provoco complejo de culpabilidad, pero no tan fuerte como su deseo, un deseo que se había tornado obsesivo la ultima semana.
Le resultaba casi imposible poner la cabeza en la absorción de la empresa. Sus pensamientos se veían constantemente perturbados por su proximidad física. Buscaba todo tipo de excusas para tener que pasar por la recepción, solo para verla y confirmar que había química entre ambos. Y la había, estaba seguro de que la había.
Había retrasado su entrevista con la esperanza de despejar su desconfianza hacia el, pero no había funcionado, iba a despedirse.
—Si no me tienes miedo y vas a dimitir, entonces no hay ningún impedimento para que salgamos esta noche, ¿no? —aterrizó.
—Puede que no me gustes respondió brusca¬mente. ¿O eso nunca le pasa a su alteza?
Nick apretó los dientes. Si el maldito mostrador no se hubiera interpuesto entre los dos, la habría abrazado y besado hasta que su boca se hubiera que¬dado en silencio.
Como sí se interponía, lo único que pudo hacer fue mirarla con el ceño fruncido.
Ella le devolvió la mirada.
Si sólo hubiera podido saber por qué ella luchaba contra la química que había entre los dos. Su in¬forme laboral no le había ayudado mucho, seguía siendo un completo misterio.
La llegada del personal de limpieza le dio a Nick la oportunidad que estaba esperando.
—Tenemos que hablar… —dijo con firmeza—, en pri¬vado. Ven conmigo.
O hacía una escena o hacía lo que él quería, no tenía opción, así que le siguió.
Agarró el bolso y fue tras él hasta la sala de juntas mientras pensaba que pasarían años antes de que las limpiadoras entraran allí. Iban a estar solos mu¬cho tiempo sin que nadie les interrumpiera.
—Todo esto son tonterías. —afirmó Nick, cerrando la puerta detrás de él—. Tu renuncia no tiene sentido, esto no tiene sentido. —dijo, agitando impaciente la mano en el aire.
—No sé de qué me estás hablando. —repuso, aun¬que sospechaba que se refería a la forma en que ha¬bía colocado su bolso delante de ella como si se tra¬tase de un escudo.
Nick empezó a pasear de un lado a otro de la sala, echándose el pelo hacia atrás con la manos y murmurando para sí. Cuando llegó al otro extremo de la mesa de reuniones, se puso de puntillas y la miró fijamente.
—¿Qué demonios pasa contigo? —quiso saber—. Dices una cosa pero tus ojos transmiten justo lo con¬trario. Te sientes atraída por mí, ¿sí o no?
______ tragó saliva. Una pregunta directa era lo úl¬timo que había esperado.
—No me cuentes ninguna historia, ______. Dime la verdad.
______ se irguió todo lo que pudo, intentando man¬tener la dignidad, mientras pensaba que era increí¬blemente atractivo cuando se enfadaba. La pasión de su rostro y sus ojos era terriblemente seductora.
—Eres un hombre muy guapo —dijo, sacudida por el deseo.
—Guapo es guapo. —respondió, cortante—. Lo que yo quiero saber es si te atraigo como tú me atraes, ¡maldita sea!
—Yo... yo... —no pudo seguir. No podía pronunciar ni una palabra. Ni si, ni no. Nada.
La incapacidad de ella para contestar emocionó a Nick, lo despertó. Tenia que tocarla, tenía que besarla. Cuando rodeó la mesa para llegar a donde es¬taba ella, ______ cerró los ojos y sus labios se abrieron ligeramente.
Nick no sabía por qué le había tenido miedo o si se lo seguía teniendo, pero había abandonado la pre¬caución. Lo único que le importaba en ese momento era lo que los ojos de ______ le seguían diciendo. Es¬taba ahí de pie, esperándole, deseándolo como él la deseaba.
El bolso ya no seguía en donde había estado. La atrajo hacia sus brazos. Gimió cuando sus labios se unieron a los de ella mientras la estrechaba entre sus brazos cada vez mas fuerte. La sensación de triunfo se mezcló con la de más puro placer. El beso siguió, no como un preámbulo, sino como un objetivo en sí mismo, satisfactorio por la forma en que el cuerpo de ella se fundía con el suyo. Sus gemidos sonaron como música.
Cuando Nick recuperó el control, supo que era suya. No necesitaba nada más. Algo rápido en la ofi¬cina no era con lo que había estado soñando toda la semana, quería que fuera en su cama, esa misma no¬che, toda la noche.
Y eso debía ser sólo el principio.
—Eres tan bonita… —le susurró entre el cabello mientras seguía abrazándola con la bastante fuerza como para sentir cómo se tensaban todos sus músculos.
¿Qué había hecho mal ahora?
______ se zafó de sus brazos, ruborizada, con los ojos atormentados.
—Lo siento… —dijo, ahogada—, pero no puedo ha¬cerlo. No me vuelvas a tocar —le dijo cuando dio un paso hacia ella—. Si lo haces, gritaré.
Nick se quedó helado. ¿Qué demonios pasaba con esta chica?
—Estas loca, ¿lo sabías?
—Sí… —replicó con una carcajada—. Sí, debo de es¬tarlo. —y se agachó para recoger el bolso del suelo, donde se había caído.
Nick sintió pánico al pensar que podía irse y no la volvería a ver nunca más. Sin pensar en las conse¬cuencias, se acercó y la agarró del brazo.
—No puedes dejarme así, sin ninguna explicación.
Lo que había empezado siendo sólo disgusto en los ojos de ______ se convirtió en auténtica furia.
—No tengo que explicarte nada. —le gritó, y se soltó de un tirón—. Me voy a mi casa, y estoy segura de que no me lo vas a impedir.
Nick abrió la boca para preguntarle si estaría allí el lunes, pero ella ya estaba atravesando la puerta, huyendo como del mismo demonio.
En toda su vida no se había sentido así de desvalido. La lógica le aconsejo dejar que se fuera, pero recordó como había caído entre sus brazos y decidió no seguir su propio consejo.
Capítulo 6
EL VIERNES, a las cuatro de la tarde, ______ es¬taba muy nerviosa. Nick todavía no la había citado para la entrevista, a pesar de que todo el personal de la empresa había pasado por la sala de juntas en los últimos tres días.
A las cuatro y veinticinco, ______ había perdido toda la esperanza de tener esa semana la oportuni¬dad de entregar en mano su renuncia.
Una parte de ella se sentía aliviada. En el fondo no deseaba tener otro encontronazo con Nick Jonas. Por otro lado le hubiera gustado que todo hu¬biera terminado ya.
______ había empezado a recoger su escritorio para irse a las cuatro y media cuando salió Trish rubori¬zada y excitada.
—No voy a ir al pub esta noche. —anunció—, lo siento.
—Vale. —respondió ______—. De todas formas, esta noche me voy directa a casa.
Temía que el nuevo jefe se hubiera pasado por el pub para demostrar lo poco que le gustaban las ceremonias. Lo ultimo que ______ quería era encontrarse con el en un espacio informal. Ya había sido bastante desagradable saludarle amablemente cada mañana y cada tarde durante toda la semana cuando pa¬saba.
—¿Adonde vas? —preguntó a Trish.
—No te lo imaginas. Bob me ha invitado a salir.
—¿Qué Bob? Ah, te refieres a Bob, a su mano de¬recha.
—Sí… —confirmó Trish, radiante.
—¡Qué bien, Trish! —dijo ______ con una cálida sonrisa—. Bob parece agradable.
—Lo es. Y mucho. Lo de Jim se acabó, le he dicho esta tarde que hemos terminado. Se ha ido a casa he¬cho una furia.
—No le he visto salir.
—Se marchó por la puerta lateral.
—¿Se ha marchado el señor Jonas por el mismo sitio? —preguntó, esperanzada.
—No, está todavía en la sala de juntas con Bob. Y harías bien en empezar a llamarle Nick, odia que le llamen señor Jonas.
______ suspiró.
—No tengo de qué preocuparme, Trish, he deci¬dido despedirme.
—Pero ¿por qué?
—Creo que es el momento de tratar de encontrar algo más interesante.
—¡Oh! Querida. Voy a echarte tanto de menos. ¿No podrías encontrar algo más interesante aquí?
Bob me ha dicho que Nick está planeando una nueva campaña de imagen de marca para aumentar las ventas. Podrías intentar ayudarle con eso.
—No creo, Trish —dijo ______ mientras conectaba el contestador y recogía el bolso.
—No habrás dimitido ya, ¿verdad?
—¿Qué he oído de una dimisión?
______ volvió la cabeza y vio a Nick que se acer¬caba a ellas. Su guapo rostro esta vez no sonreía. Bob venía unos pasos por detrás, su rostro sí sonrió al mirar a Trish.
—______ dice que necesita un trabajo más intere¬sante… —dijo Trish antes de que ______ pudiera organi¬zar sus pensamientos para poder defenderse—. ¿Po¬drías encontrarle algo en marketing, Nick?
Los ojos de Nick, llenos de frustración, buscaron los de ______.
—Ni siquiera soñaría con obligar a la señorita Johannsen a hacer algo que no quisiera. —respondió, mostrando claramente que no le agradaba la deci¬sión—. Pero si ella lo desea, sí. Estoy seguro de po¬der arreglarlo; sentiría mucho perder una empleada tan valiosa.
—¿Lo ves? —dijo alegre Trish.
—He oído que cenas con Bob esta noche. —se diri¬gió Nick a Trish—. ¿Por qué no os vais ya los dos y me dejáis que tenga unas palabras en privado con ______? Tenía previsto entrevistarme hoy con ella, pero no ha dado tiempo.
No quería hablar en privado con ese hombre. No quería nada en privado con él.
Pero seguro que Bob se iba a dar prisa en cumplir las ordenes del jefe y en un momento los dos iban a estar solos. El personal de las oficinas seguía saliendo, saludando amablemente a Nick y recordándole a ______ que en un momento se veían en el pub.
Al final, el paso de gente acabo, y ______ tuvo que afrontar la situación.
—¿Vas a algún sitio a tomar algo los viernes por la noche?. —pregunto Nick mientras permanecía al otro lado del mostrador.
—Normalmente, sí, pero hoy no. —se levantó y tomó su bolso para intentar una salida rápida.
—¿Por qué no?
—Porque Trish no estará, y normalmente voy con ella. No me gusta estar sola.
—Te acompaño… —se ofreció inmediatamente.
—Imposible.
—¿Por qué no?
—No quiero ser el blanco de los chismes de la ofi¬cina.
—Pero si vas a dimitir, al menos eso has dicho. —añadió con algo de cinismo en la voz.
—Siempre cumplo lo que digo. Dimito y no hay nada que puedas decir que me haga cambiar de opi¬nión.
La miró un poco de soslayo, y dijo: —¿Por qué me tienes miedo?
______ se quedó rígida. —No te tengo miedo.
—¡Oh! Sí, me temes, y no soy ninguna amenaza para ti, ______. Me gustas. No, eso es demasiado Poco, me atraes en extremo. Me encantaría salir contigo.
—Lo que te encantaría es llevarme a la cama. —cortó bruscamente. Las palabras salieron de su boca llenas de veneno, La sonrisa de él fue su perdición.
—Eso también… —admitió—. ¿Es un crimen? Míralo desde mi punto de vista, ______ —siguió, persuasivo— Soy un hombre soltero, eres una mujer soltera, sin novio en este momento, me han dicho. Sí, lo admito, he estado preguntando cosas sobre ti en la oficina. Es lo que hace un hombre cuando le interesa una mujer, y tú me interesas mucho.
—¿Por qué?
Nick pareció nervioso por un momento. —Y ¿por qué no?
—¿Tienes novia en este momento? —inquirió.
—No.
—Y ¿por qué tengo que creérmelo?
—He tenido novia hasta hace poco. Rompimos hace un par de semanas.
«Qué típico», pensó. «Deja a una y busca a otra». Los hombres así nunca aguantan mucho con la misma.
—Sal conmigo esta noche, ______. Conóceme, no soy lo que te imaginas.
«Si lo eres, Nick», le dijo insolente la voz de su conciencia. «No estás interesado en una relación se¬ria con esta chica, no quieres casarte con ella, o tener hijos. Ella tiene razón, solo quieres meterla en tu cama y tenerla siempre a tu disposición».
Reconocer la verdad le provoco complejo de culpabilidad, pero no tan fuerte como su deseo, un deseo que se había tornado obsesivo la ultima semana.
Le resultaba casi imposible poner la cabeza en la absorción de la empresa. Sus pensamientos se veían constantemente perturbados por su proximidad física. Buscaba todo tipo de excusas para tener que pasar por la recepción, solo para verla y confirmar que había química entre ambos. Y la había, estaba seguro de que la había.
Había retrasado su entrevista con la esperanza de despejar su desconfianza hacia el, pero no había funcionado, iba a despedirse.
—Si no me tienes miedo y vas a dimitir, entonces no hay ningún impedimento para que salgamos esta noche, ¿no? —aterrizó.
—Puede que no me gustes respondió brusca¬mente. ¿O eso nunca le pasa a su alteza?
Nick apretó los dientes. Si el maldito mostrador no se hubiera interpuesto entre los dos, la habría abrazado y besado hasta que su boca se hubiera que¬dado en silencio.
Como sí se interponía, lo único que pudo hacer fue mirarla con el ceño fruncido.
Ella le devolvió la mirada.
Si sólo hubiera podido saber por qué ella luchaba contra la química que había entre los dos. Su in¬forme laboral no le había ayudado mucho, seguía siendo un completo misterio.
La llegada del personal de limpieza le dio a Nick la oportunidad que estaba esperando.
—Tenemos que hablar… —dijo con firmeza—, en pri¬vado. Ven conmigo.
O hacía una escena o hacía lo que él quería, no tenía opción, así que le siguió.
Agarró el bolso y fue tras él hasta la sala de juntas mientras pensaba que pasarían años antes de que las limpiadoras entraran allí. Iban a estar solos mu¬cho tiempo sin que nadie les interrumpiera.
—Todo esto son tonterías. —afirmó Nick, cerrando la puerta detrás de él—. Tu renuncia no tiene sentido, esto no tiene sentido. —dijo, agitando impaciente la mano en el aire.
—No sé de qué me estás hablando. —repuso, aun¬que sospechaba que se refería a la forma en que ha¬bía colocado su bolso delante de ella como si se tra¬tase de un escudo.
Nick empezó a pasear de un lado a otro de la sala, echándose el pelo hacia atrás con la manos y murmurando para sí. Cuando llegó al otro extremo de la mesa de reuniones, se puso de puntillas y la miró fijamente.
—¿Qué demonios pasa contigo? —quiso saber—. Dices una cosa pero tus ojos transmiten justo lo con¬trario. Te sientes atraída por mí, ¿sí o no?
______ tragó saliva. Una pregunta directa era lo úl¬timo que había esperado.
—No me cuentes ninguna historia, ______. Dime la verdad.
______ se irguió todo lo que pudo, intentando man¬tener la dignidad, mientras pensaba que era increí¬blemente atractivo cuando se enfadaba. La pasión de su rostro y sus ojos era terriblemente seductora.
—Eres un hombre muy guapo —dijo, sacudida por el deseo.
—Guapo es guapo. —respondió, cortante—. Lo que yo quiero saber es si te atraigo como tú me atraes, ¡maldita sea!
—Yo... yo... —no pudo seguir. No podía pronunciar ni una palabra. Ni si, ni no. Nada.
La incapacidad de ella para contestar emocionó a Nick, lo despertó. Tenia que tocarla, tenía que besarla. Cuando rodeó la mesa para llegar a donde es¬taba ella, ______ cerró los ojos y sus labios se abrieron ligeramente.
Nick no sabía por qué le había tenido miedo o si se lo seguía teniendo, pero había abandonado la pre¬caución. Lo único que le importaba en ese momento era lo que los ojos de ______ le seguían diciendo. Es¬taba ahí de pie, esperándole, deseándolo como él la deseaba.
El bolso ya no seguía en donde había estado. La atrajo hacia sus brazos. Gimió cuando sus labios se unieron a los de ella mientras la estrechaba entre sus brazos cada vez mas fuerte. La sensación de triunfo se mezcló con la de más puro placer. El beso siguió, no como un preámbulo, sino como un objetivo en sí mismo, satisfactorio por la forma en que el cuerpo de ella se fundía con el suyo. Sus gemidos sonaron como música.
Cuando Nick recuperó el control, supo que era suya. No necesitaba nada más. Algo rápido en la ofi¬cina no era con lo que había estado soñando toda la semana, quería que fuera en su cama, esa misma no¬che, toda la noche.
Y eso debía ser sólo el principio.
—Eres tan bonita… —le susurró entre el cabello mientras seguía abrazándola con la bastante fuerza como para sentir cómo se tensaban todos sus músculos.
¿Qué había hecho mal ahora?
______ se zafó de sus brazos, ruborizada, con los ojos atormentados.
—Lo siento… —dijo, ahogada—, pero no puedo ha¬cerlo. No me vuelvas a tocar —le dijo cuando dio un paso hacia ella—. Si lo haces, gritaré.
Nick se quedó helado. ¿Qué demonios pasaba con esta chica?
—Estas loca, ¿lo sabías?
—Sí… —replicó con una carcajada—. Sí, debo de es¬tarlo. —y se agachó para recoger el bolso del suelo, donde se había caído.
Nick sintió pánico al pensar que podía irse y no la volvería a ver nunca más. Sin pensar en las conse¬cuencias, se acercó y la agarró del brazo.
—No puedes dejarme así, sin ninguna explicación.
Lo que había empezado siendo sólo disgusto en los ojos de ______ se convirtió en auténtica furia.
—No tengo que explicarte nada. —le gritó, y se soltó de un tirón—. Me voy a mi casa, y estoy segura de que no me lo vas a impedir.
Nick abrió la boca para preguntarle si estaría allí el lunes, pero ella ya estaba atravesando la puerta, huyendo como del mismo demonio.
En toda su vida no se había sentido así de desvalido. La lógica le aconsejo dejar que se fuera, pero recordó como había caído entre sus brazos y decidió no seguir su propio consejo.
Invitado
Invitado
Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
exacto, no sigas a tu razon y no dejes que se vaya, SEGUILA! o seguime, da igual jajaja
me encantaron los caps, perdon por no pasar antes!
me encantaron los caps, perdon por no pasar antes!
macasolci
Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
macasolci escribió:exacto, no sigas a tu razon y no dejes que se vaya, SEGUILA! o seguime, da igual jajaja
me encantaron los caps, perdon por no pasar antes!
estoy de acuerdo contigo jeje :P
MissKeynes96
Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
seguiilaaa! como la dejas ahyy..
aaaaahhhhhh.. buenoo pon cap" :study:
bueeno babaay
BY:mayyy
aaaaahhhhhh.. buenoo pon cap" :study:
bueeno babaay
BY:mayyy
Invitado
Invitado
Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
Capítulo 7
SEGÚN SE iba aproximando a la dirección que había encontrado en el informe de ______, Nick se iba diciendo que lo que estaba haciendo no era una buena idea.
Pero dio igual, parecía que su lado oscuro había tomado el control y su único objetivo esa noche era ______ Johannsen, sin pararse a considerar que aca¬baba de rechazarlo.
No, no había sido un rechazo, había sido otra cosa. Cuando la había besado, ella también lo había besado, pero algo había ocurrido después que hizo que se volviera de hielo y escapara. Algo había ocu¬rrido en su cabeza, algún temor. A pesar de su miedo estaba claro que ella lo quería.
El reloj del salpicadero marcaba casi las ocho cuando giró una esquina y tomó la calle donde vivía ______. La batalla entre conciencia y deseo había du¬rado dos largas y angustiosas horas, pero, al final, había vencido el deseo.
Había llegado hasta Gladesville, la necesidad de tenerla en sus brazos otra vez salía por cada poro de su cuerpo. Hacía mucho tiempo que habían desapare¬cido los efectos de la ducha fría que se había dado nada más llegar a casa. Tenerla se había convertido en una necesidad más imperiosa que respirar.
Nick se sorprendió cuando aparcó el coche frente al número de la calle donde vivía ella. No era lo que esperaba.
Sabía que Gladesville había ido pasando gradual¬mente durante la anterior década de ser un barrio de clase obrera a otro bastante más de moda. Pero aún la mayor parte de los bloques de apartamentos de la zona eran edificios de ladrillo visto construidos medio siglo antes. La mayoría excepto el moderno edificio color crema que tenía delante. Además, aquel bloque, por el otro lado, daba directamente al puerto de Sydney.
En Sydney cualquier edificio que diera al mar era muy valorado y su precio aumentaba considerable¬mente. Nick pudo ver también un guarda de seguri¬dad de uniforme sentado en el elegante vestíbulo, lo que le indicó que se encontraba ante un edificio donde vivían personas de alto nivel.
Era imposible que ______ pudiera ser propietaria o alquilar un apartamento como ése con el sueldo que ganaba en Beville Holdings. Podía ser que lo com¬partiera con otras dos compañeras. Y Nick no había considerado la posibilidad de que ______ tuviera com¬pañeras de apartamento, ni tampoco guarda de segu¬ridad que le pudiera impedir el paso.
De pronto, estar allí le pareció una muy mala idea. Tampoco le pareció correcto darse la vuelta y volver a casa con el rabo entre las piernas.
Quería saber más sobre esa chica. Preguntar so¬bre ella en Beville Holdings tampoco le había aportado ninguna información que mereciera la pena.
Su historia pasada estaba sorprendentemente llena de periodos en blanco. Hubiera querido saber que había hecho en el tiempo que iba desde que acabó el colegio hasta que empezó a trabajar en Be¬ville Holdings, el año anterior, cuando ya tenia veinticinco años. Según su informe, nada más que un cursito de escritura creativa.
Podía ser que se hubiera quedado en casa inten¬tando ser novelista, estuviera su casa donde estu¬viera. Podía ser huérfana o estar huyendo. A lo mejor había sido una chica mala durante una temporada de su vida y había hecho cosas que nunca incluiría en un formulario de empleo.
Le gustaba que ella no hubiera caído rendida a sus pies. Le gustaban su carácter y su espíritu. Lo que no le gustaba era desconocer qué había hecho que ella saliera huyendo a pesar de la evidente atracción que existía entre ambos. No tenía sentido.
«¿Qué hacemos. Nick? ¿Volver a casa o darnos una oportunidad y llamarla?», pensó. Había conse¬guido su número de teléfono igual que la dirección.
Tenía en la mano el teléfono móvil. No podía volverse a casa sin, al menos, haber intentado saber la verdad.
______ se ató las cintas del albornoz de seda antes de llevar el vaso de Chablis a la cocina y tirar a la pila su contenido tibio.
¿Y ahora qué?, se preguntó.
Cuando había llegado a casa del trabajo se había metido en un baño bien caliente, se había servido un vaso de vino y permanecido en el agua una eternidad sosteniendo en la mano el Chablis que no se había bebido hasta que estuvo templado y el agua del baño fría.
Lo único en que podía pensar era en el beso de Nick. La sensación de tener su boca en la de él ha¬bía sido fabulosa. Nunca había sentido nada igual. Había sido como estar en el cielo. Al final, sus estú¬pidos temores habían podido con su placer, forzán¬dola a cortar la situación y huir.
______ suspiró. Había organizado un buen embro¬llo con Nick esa tarde. Ahora sí iba a tener que de¬jar el trabajo nada más llegar el lunes por la mañana. No tenía otra salida.
—No debí dejar que me besara —murmuró mien¬tras iba a la cocina a por un vaso de vino frío.
El sonido del teléfono desencadenó en ella un es¬tallido de ira.
—¡Maldita sea! —exclamó. No quería hablar con nadie. Y menos con su pa¬dre, y no se le ocurría otra persona que pudiera lla¬marle un viernes a esas horas.
SEGÚN SE iba aproximando a la dirección que había encontrado en el informe de ______, Nick se iba diciendo que lo que estaba haciendo no era una buena idea.
Pero dio igual, parecía que su lado oscuro había tomado el control y su único objetivo esa noche era ______ Johannsen, sin pararse a considerar que aca¬baba de rechazarlo.
No, no había sido un rechazo, había sido otra cosa. Cuando la había besado, ella también lo había besado, pero algo había ocurrido después que hizo que se volviera de hielo y escapara. Algo había ocu¬rrido en su cabeza, algún temor. A pesar de su miedo estaba claro que ella lo quería.
El reloj del salpicadero marcaba casi las ocho cuando giró una esquina y tomó la calle donde vivía ______. La batalla entre conciencia y deseo había du¬rado dos largas y angustiosas horas, pero, al final, había vencido el deseo.
Había llegado hasta Gladesville, la necesidad de tenerla en sus brazos otra vez salía por cada poro de su cuerpo. Hacía mucho tiempo que habían desapare¬cido los efectos de la ducha fría que se había dado nada más llegar a casa. Tenerla se había convertido en una necesidad más imperiosa que respirar.
Nick se sorprendió cuando aparcó el coche frente al número de la calle donde vivía ella. No era lo que esperaba.
Sabía que Gladesville había ido pasando gradual¬mente durante la anterior década de ser un barrio de clase obrera a otro bastante más de moda. Pero aún la mayor parte de los bloques de apartamentos de la zona eran edificios de ladrillo visto construidos medio siglo antes. La mayoría excepto el moderno edificio color crema que tenía delante. Además, aquel bloque, por el otro lado, daba directamente al puerto de Sydney.
En Sydney cualquier edificio que diera al mar era muy valorado y su precio aumentaba considerable¬mente. Nick pudo ver también un guarda de seguri¬dad de uniforme sentado en el elegante vestíbulo, lo que le indicó que se encontraba ante un edificio donde vivían personas de alto nivel.
Era imposible que ______ pudiera ser propietaria o alquilar un apartamento como ése con el sueldo que ganaba en Beville Holdings. Podía ser que lo com¬partiera con otras dos compañeras. Y Nick no había considerado la posibilidad de que ______ tuviera com¬pañeras de apartamento, ni tampoco guarda de segu¬ridad que le pudiera impedir el paso.
De pronto, estar allí le pareció una muy mala idea. Tampoco le pareció correcto darse la vuelta y volver a casa con el rabo entre las piernas.
Quería saber más sobre esa chica. Preguntar so¬bre ella en Beville Holdings tampoco le había aportado ninguna información que mereciera la pena.
Su historia pasada estaba sorprendentemente llena de periodos en blanco. Hubiera querido saber que había hecho en el tiempo que iba desde que acabó el colegio hasta que empezó a trabajar en Be¬ville Holdings, el año anterior, cuando ya tenia veinticinco años. Según su informe, nada más que un cursito de escritura creativa.
Podía ser que se hubiera quedado en casa inten¬tando ser novelista, estuviera su casa donde estu¬viera. Podía ser huérfana o estar huyendo. A lo mejor había sido una chica mala durante una temporada de su vida y había hecho cosas que nunca incluiría en un formulario de empleo.
Le gustaba que ella no hubiera caído rendida a sus pies. Le gustaban su carácter y su espíritu. Lo que no le gustaba era desconocer qué había hecho que ella saliera huyendo a pesar de la evidente atracción que existía entre ambos. No tenía sentido.
«¿Qué hacemos. Nick? ¿Volver a casa o darnos una oportunidad y llamarla?», pensó. Había conse¬guido su número de teléfono igual que la dirección.
Tenía en la mano el teléfono móvil. No podía volverse a casa sin, al menos, haber intentado saber la verdad.
______ se ató las cintas del albornoz de seda antes de llevar el vaso de Chablis a la cocina y tirar a la pila su contenido tibio.
¿Y ahora qué?, se preguntó.
Cuando había llegado a casa del trabajo se había metido en un baño bien caliente, se había servido un vaso de vino y permanecido en el agua una eternidad sosteniendo en la mano el Chablis que no se había bebido hasta que estuvo templado y el agua del baño fría.
Lo único en que podía pensar era en el beso de Nick. La sensación de tener su boca en la de él ha¬bía sido fabulosa. Nunca había sentido nada igual. Había sido como estar en el cielo. Al final, sus estú¬pidos temores habían podido con su placer, forzán¬dola a cortar la situación y huir.
______ suspiró. Había organizado un buen embro¬llo con Nick esa tarde. Ahora sí iba a tener que de¬jar el trabajo nada más llegar el lunes por la mañana. No tenía otra salida.
—No debí dejar que me besara —murmuró mien¬tras iba a la cocina a por un vaso de vino frío.
El sonido del teléfono desencadenó en ella un es¬tallido de ira.
—¡Maldita sea! —exclamó. No quería hablar con nadie. Y menos con su pa¬dre, y no se le ocurría otra persona que pudiera lla¬marle un viernes a esas horas.
Invitado
Invitado
Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
Afortunadamente era una empresa de limpieza de alfombras intentando hacer algún cliente por medio de llamadas aleatorias. No lo consiguieron.
Sonó su teléfono móvil y ______ corrió a la sala de estar, dejo el vaso de vino en la mesa y atendió la llamada.
—¿Si?— dijo con impaciencia.
—¿______?
El corazón de ______ se paro. Era el, el que pronto iba a dejar de ser su jefe, Nick Jonas, haciendo que se volviera un poco mas loca. Ese hombre no iba a aceptar un no por respuesta. ¡Qué sensación tan emocionante!
—¿Cómo has conseguido mi número de móvil? —protesto con voz trémula.
—Lo miré en tu formulario de empleada.
Era un inmoral, como Joe, pensó ______.
—Sé que no debería tenerlo… —y fue derecho al grano—. Y sé que puedes acusarme de acoso sexual, pero no voy a poder dormir esta noche si no me ex¬plicas qué he hecho mal antes.
______ se sintió impresionada por el tono, parecía sincero. Pudiera ser que no fuera tan inmoral como había creído.
—No hiciste nada mal. —reconoció. Excepto, quizá, besar demasiado bien, pensó.
—Entonces, ¿qué pasó? En un momento pasaste de estar bien conmigo a salir corriendo por la puerta. ¿Tuviste miedo de que fuese más lejos allí mismo?
______ se estremeció imaginando una escena en la que la echaba sobre la mesa de juntas y le levantaba la falda y descubría las cicatrices del muslo.
—En cierto sentido...
—Pero si no hubiera podido, no con las limpiado¬ras dando vueltas por ahí. Nunca hubiera hecho algo así, ______.
¿De verdad no lo habría hecho? Se preguntó ______. No podía estar segura, ni por él, ni por ella. La atracción sexual que habían generado había sido realmente poderosa. Lo había deseado, todavía lo de¬seaba.
—Dime cuál es el problema, ______. —insistió con tono cautivador, amable y comprensivo—. Tengo la sensación de que no soy yo solamente, hay algo más, ¿verdad?
______ quiso decírselo, pero temió no poder resis¬tirse a ese hombre si seguía deseándola a pesar de las cicatrices. Sería suya en el acto.
______ odió pensar en la posibilidad de convertirse en un títere sexual en manos de un hombre rico. Ha¬bía estado luchando los últimos años contra las con¬secuencias de su pasado de niña mimada y había empezado a tomar las riendas de su destino. No iba a tirar por la ventana ahora su nueva independencia y autoestima porque su cuerpo quisiera hacer el amor con ese hombre.
Si iba a tener una aventura con Nick, tendría que ser a su manera, no a la de él. Y, por su puesto, si de verdad no le importaban las cicatrices.
______ decidió en ese momento no decirle nada de las cicatrices por teléfono. No quería darle la opor¬tunidad de hacerse a la idea. Se las enseñaría sin previo aviso y observaría su reacción. Vería en sus ojos todo lo que necesitaba saber.
—Creo que tenemos que hablar —dijo ______ con brusquedad—. ¿Puedes venir a mi casa?
—¿Cuándo? —preguntó.
—¿Qué te parece ahora, esta noche?
El corazón de Nick saltó dentro del pecho.
—Estoy ahí ya mismo.
—¿Que? Quieres decir que... —______ corrió a la terraza y casi se le cayo el teléfono cuando se asomo por encima de la barandilla.
Justo debajo vio el deportivo azul con la puerta del conductor abierta. Nick salía de dentro con el teléfono pegado a la oreja. Incluso a esa distancia, verlo le provoco una sensación de vacío en el estó¬mago. Se quedó mirándolo, embobada.
—Conseguí también tu dirección del formulario. —confesó secamente mientras cerraba la puerta de un golpe.
Miró hacia la terraza en el tercer piso. Cuando sus ojos se encontraron. ______ tragó saliva.
—Eres un hombre malvado.
—Tu eres una mujer muy bonita. —replicó con dul¬zura.
______ se puso rígida. Otra vez con lo mismo, lla¬mándole bonita. Pero esta vez no iba a salir co¬rriendo. Iba a comprobar de que pasta estaba hecho Nick.
—Voy a decirle a Keith que te deje subir… —y desa¬pareció del balcón—. Vivo en el apartamento tres A.
Una información innecesaria, pensó después de decirle al portero el nombre de su visitante. Nick ya sabía su dirección, y su teléfono.
El sonido del timbre de la puerta puso a ______ casi fuera de control. No debía haberse quedado allí va¬cilante, debía haberse puesto algo de ropa, pensó. Abrir la puerta así, en albornoz, era demasiado descarado. Y ella no era para nada descarada.
Estaba determinada a ser la dueña de su destino, así que, era irrelevante si estaba vestida o no, deci¬dió. Se ciñó el cinturón alrededor de la cintura, respiró profundamente y camino hacia la puerta con un renovado sentido de la compostura.
Sonó su teléfono móvil y ______ corrió a la sala de estar, dejo el vaso de vino en la mesa y atendió la llamada.
—¿Si?— dijo con impaciencia.
—¿______?
El corazón de ______ se paro. Era el, el que pronto iba a dejar de ser su jefe, Nick Jonas, haciendo que se volviera un poco mas loca. Ese hombre no iba a aceptar un no por respuesta. ¡Qué sensación tan emocionante!
—¿Cómo has conseguido mi número de móvil? —protesto con voz trémula.
—Lo miré en tu formulario de empleada.
Era un inmoral, como Joe, pensó ______.
—Sé que no debería tenerlo… —y fue derecho al grano—. Y sé que puedes acusarme de acoso sexual, pero no voy a poder dormir esta noche si no me ex¬plicas qué he hecho mal antes.
______ se sintió impresionada por el tono, parecía sincero. Pudiera ser que no fuera tan inmoral como había creído.
—No hiciste nada mal. —reconoció. Excepto, quizá, besar demasiado bien, pensó.
—Entonces, ¿qué pasó? En un momento pasaste de estar bien conmigo a salir corriendo por la puerta. ¿Tuviste miedo de que fuese más lejos allí mismo?
______ se estremeció imaginando una escena en la que la echaba sobre la mesa de juntas y le levantaba la falda y descubría las cicatrices del muslo.
—En cierto sentido...
—Pero si no hubiera podido, no con las limpiado¬ras dando vueltas por ahí. Nunca hubiera hecho algo así, ______.
¿De verdad no lo habría hecho? Se preguntó ______. No podía estar segura, ni por él, ni por ella. La atracción sexual que habían generado había sido realmente poderosa. Lo había deseado, todavía lo de¬seaba.
—Dime cuál es el problema, ______. —insistió con tono cautivador, amable y comprensivo—. Tengo la sensación de que no soy yo solamente, hay algo más, ¿verdad?
______ quiso decírselo, pero temió no poder resis¬tirse a ese hombre si seguía deseándola a pesar de las cicatrices. Sería suya en el acto.
______ odió pensar en la posibilidad de convertirse en un títere sexual en manos de un hombre rico. Ha¬bía estado luchando los últimos años contra las con¬secuencias de su pasado de niña mimada y había empezado a tomar las riendas de su destino. No iba a tirar por la ventana ahora su nueva independencia y autoestima porque su cuerpo quisiera hacer el amor con ese hombre.
Si iba a tener una aventura con Nick, tendría que ser a su manera, no a la de él. Y, por su puesto, si de verdad no le importaban las cicatrices.
______ decidió en ese momento no decirle nada de las cicatrices por teléfono. No quería darle la opor¬tunidad de hacerse a la idea. Se las enseñaría sin previo aviso y observaría su reacción. Vería en sus ojos todo lo que necesitaba saber.
—Creo que tenemos que hablar —dijo ______ con brusquedad—. ¿Puedes venir a mi casa?
—¿Cuándo? —preguntó.
—¿Qué te parece ahora, esta noche?
El corazón de Nick saltó dentro del pecho.
—Estoy ahí ya mismo.
—¿Que? Quieres decir que... —______ corrió a la terraza y casi se le cayo el teléfono cuando se asomo por encima de la barandilla.
Justo debajo vio el deportivo azul con la puerta del conductor abierta. Nick salía de dentro con el teléfono pegado a la oreja. Incluso a esa distancia, verlo le provoco una sensación de vacío en el estó¬mago. Se quedó mirándolo, embobada.
—Conseguí también tu dirección del formulario. —confesó secamente mientras cerraba la puerta de un golpe.
Miró hacia la terraza en el tercer piso. Cuando sus ojos se encontraron. ______ tragó saliva.
—Eres un hombre malvado.
—Tu eres una mujer muy bonita. —replicó con dul¬zura.
______ se puso rígida. Otra vez con lo mismo, lla¬mándole bonita. Pero esta vez no iba a salir co¬rriendo. Iba a comprobar de que pasta estaba hecho Nick.
—Voy a decirle a Keith que te deje subir… —y desa¬pareció del balcón—. Vivo en el apartamento tres A.
Una información innecesaria, pensó después de decirle al portero el nombre de su visitante. Nick ya sabía su dirección, y su teléfono.
El sonido del timbre de la puerta puso a ______ casi fuera de control. No debía haberse quedado allí va¬cilante, debía haberse puesto algo de ropa, pensó. Abrir la puerta así, en albornoz, era demasiado descarado. Y ella no era para nada descarada.
Estaba determinada a ser la dueña de su destino, así que, era irrelevante si estaba vestida o no, deci¬dió. Se ciñó el cinturón alrededor de la cintura, respiró profundamente y camino hacia la puerta con un renovado sentido de la compostura.
Invitado
Invitado
Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
NUEVA LECTORA!! :D siguela por favor!! la has dejado en una parte interesante, no, muy interesante, mejor dicho super interesante!!! aiiis sigue pliiis!! :cheers:
Besitos!
Besitos!
Invitado
Invitado
Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
Me encanto cuando lo invita a la casa y él le dice que ya estaba ahi jajaja. Que hombre.
Y cuando le dice que es una mujer muy bonita, me mori de ternura.
Y SOS MUY CRUEL POR DEJARLA AHI!
Y cuando le dice que es una mujer muy bonita, me mori de ternura.
Y SOS MUY CRUEL POR DEJARLA AHI!
macasolci
Re: La amante prohibida del jefe (Nick y Tu)
Martita escribió:
como la dejas ahí?¿?
sigula pliiiss :D :D :D
Martita
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