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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
The Red Pawn
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Página 7 de 8. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
Re: The Red Pawn
:O :O no!!!!! Justin hace sufrir mucho a Leah :( !!! Pero igual, SIGUELA ME ENCAAAAAAAAAAAAAAAAAANTAA!!!!
te amodoroooo!!!! :D
besos xxx
te amodoroooo!!!! :D
besos xxx
MeriiAybar
Re: The Red Pawn
A todas mis lectoras les deseo la mejor de las navidades y que todos sus sueños se cumplan (:
CaarFabrii
Re: The Red Pawn
Amore!!!!1 no enkontraba la nove pense ke la abian kitado :( ke susto lleve seguila!!!!!!!!!!! a ese just :(
alis1313
Re: The Red Pawn
Capitulo 26 - Un Perro sin Dueño ni hueso
________________________________________
La miré y me miró. Todo a mi alrededor pareció desvanecerse; las voces se escuchaban lejanas, como el eco de una montaña a kilómetros bajo el vació.
Ignoré olímpicamente a Tracy, pasando por su lado y bajando de nueva cuenta las escaleras.
- ¡Leah!¡Leah! - grito histérica mi mejor amiga, acompañado después de un resoplo. Giré levemente la vista, y noté como enojada, continuó caminado hacia el segundo piso.
Josephine seguía petrificada en el suelo, sin haber efectuado ni un solo movimiento, pero justo cuando estaba a 3 escalones del piso, Giró bruscamente caminando por el corredor. Yo apresuré el paso. El timbre casi nasal de la escuela se escucho, y por primera vez hice caso omiso de este.
Josephine iba 2 pasillos mas adelante. Si era rápida. Intenté trotar a paso lento, y alcanzarla, pero cuando me di cuenta, ya no sabía donde se había metido. Sentí una inexplicable ráfaga de viento desde mi espalda, y después, me encontraba totalmente sola frente al salón de Ingles.
...
Otros cuantos días pasaron, y el miércoles estaba presente, así como mis obvias ganas de no ir a la escuela. Había tenido aquella vaga esperanza esas 3 semanas -por cumplirse 4- de que Justin regresara, pero quizás solo debía olvidar-lo. Si, quizás era cuestión de sus padres, algo que el no pudo controlar, algo que no estaba entre sus manos.
Caminaba junto con Bree hacia el salón de Arte, la peor clase para mi gusto. Yo no era una chica a la que los dibujos les salieran "Reconocibles".
Entramos al salón, y tómanos asiento frente a uno de las bases para pintar. El profesor aun no estaba en clase, por lo que dejé mi cuaderno por debajo de la silla.
- Leah...
- Calla, Bree. - la interrumpí, cerrando así mis ojos con una fuerza que parecía, iba a sacarme de aquella pesadilla. - no quiero hablar de ese tema ahora.
- Hablo enserio. No puedes seguir así, quizás es momento de que...
- Basta, ¿Okey?. Tu no viviste lo que yo en New York, no sabes sobre lo que hablamos, no conoces al Justin que yo conozco.
El profesor dio señales de vida apareciéndose en el salón; giré mi silla, y puse atención a la clase.
No fue algo muy pesado, ni tampoco era que dibujáramos mucho. Había sido clase hablada, donde el profesor estaba comentando sobre los retratos humanos en los cuadros de diferentes culturas antiguas, como Romana, Egipcia, Maya...
La clase paso considerablemente rápido, mientras que yo me encontraba como siempre, en mi propio mundo, con el corazón roto. Bree caminaba a mi lado, cabizbaja por el pasillo, mientras que ambas íbamos calladas, sin hablar ni decir ni una sola palabra. Odiaba a la nueva yo que no era lo suficientemente valiente como para sobrepasar ese inexplicable vació que tenía en mi pecho. Pero no lo era, y la verdad, no me interesaba serlo, tenía el corazón roto, y estaba destrozada, pero aun así me consideraba a mi misma valiente, ya que no había derramado lagrima alguna, ni una sola. Quizás por la confusión que mi cabeza tenía, o todas aquellas noches en las que solo pensaba en eso, no me daba tiempo ni espacio para llorar largo y tendido como siempre lo había deseado.
Iba mirando al suelo, como últimamente siempre lo hacía, pero en ese instante, bree tomó bruscamente mi muñeca, haciendo que levantara la vista.
- ¡Leah! - miraba hacia el frente, petrificada en el suelo. Yo miré hacia donde sus ojos estaban posados.... Y volví a ver esos ojos color miel y aquel cabello rubio que tanto me había encantado.
Justin. Era Justin, sin margen de error. Ese chico que tanto amaba, ese que me ilusionaba con una sola sonrisa, era El, mi novio. Unas ganas enormes de correr a sus brazos, y besarlo como nunca antes fueron las que dominaron en aquel momento, pero era tanta mi sorpresa así como grado de shock, que me quede inmóvil. Entonces, el poso sus ojos en mi. Una enorme sonrisa entonces poso su rostro, mientras que el tragaba gordo, y al mismo tiempo, giraba sobre si mismo alejándose por el pasillo. Yo... No se que sucedió, solo me preguntaba: ¿Por que Justin no habría ido a hablar conmigo? Bree no supo que hacer en aquel momento, me miraba consternada, y como si se estuviera diciendo a ella misma "Para qué abría la boca..."
...
- Okey... ¿Que crees que suceda?
- Tengo que hablar con el, eso es todo. Quizás tiene asuntos con su familia y no estaba de humor, yo que sé. - excusé para ayudarme a mi misma a no llorar en aquel instante.
Mil y un pensamientos cruzaron por mi cabeza, pero todos nublosos y nada entendibles, como si fueran una diminuta voz a lo mas profundo de mi cabeza, que se escuchan sin poder distinguir ni palabra ni orden.
Bree entró a su salón de clases, mientras que yo iba con paso vacilante a Literatura, esperando que ahí me encontrara con Justin. Mis piernas temblaban, y mi pecho se contraía con mi respiración. Solté mi cabello, "A el le gusta suelto", pensé para luego bajar las escaleras de nuevo, encontrándome con un montón de estudiantes que solo veía de lejos todos los días, que jamas había hablado con ellos, y quizás Jamás lo haría. En fin, así es la escuela.
Eché un pequeño vistazo a la puerta, de un color café claro con un pequeño pedazo de vidrio a un costado posterior para poder ver al interior, o viceversa. El profesor estaba dejando su maleta de cuero sobre el escritorio. Sus toscos zapatos, y su saco negro de gamuza. Abrió su portafolios, sacando así dos plumones, uno rojo y uno negro, para después darle la espalda a la clase y comenzar a escribir en su pizzarón, el cual tenía un marco de retratos de grandes escritores y poetas de la lengua inglesa.
Empuje la puerta lentamente. El corazón palpitaba tan detonada-mente que sentía como en cualquier momento se me saldría del pecho. "Gracias a Dios soy invisible ante la sociedad". Pero apenas entré, sentí como si hubiera sido aplastada por un ancla a la deriva, sacando todo el aire en un gran y profundo suspiro lleno de decepción y de palabras que sabía, no le podría decir a ese chico que se había mantenido en mi cabeza por tanto tiempo.
- Mierda... - mascullando entre dientes, pasé por el frente de las hileras, y en la ultima caminé hacia mi mesa-banco, con la esperanza hasta el suelo y mi corazón pendiendo de un hilo. Justin no había asistido a esa clase.
A partir de allí, todo el día se fue entre incógnitas y tragedias, con preguntas como "¿Me estará evitando?" pero al mismo tiempo, intentaba no pensar en eso, ya que sabía que si lo hacía, terminaría encontrando la respuesta a mis dudas, y no sería muy positiva, definitivamente no.
Al día siguiente, no me lo volví a topar en la escuela, pero sabía de antemano que había asistido, gracias a todas las habladurías en la cafetería sobre el modo en que le contestó a la maestra de Matemáticas, corrigiendo una operación de álgebra, y como la Sra. Lopez se quedo tan apenada que decidió comenzar con otro tema. Ídolo de muchos, Temerario para todos. Esas eran las palabras exactas que lo describían.
Antes de toparme-lo en el pasillo al terminar la clase de arte, yo decía que, solo necesitaba verlo, aunque no hablara con el, verlo, saber que estaba bien, eso era lo único necesario para crear un oxigeno respirable en mi atmósfera personal otra vez, pero estaba equivocada. Solo lo había visto, no habíamos hablado, y ese ardor en mi pecho que crecía como una enredadera, no había disminuido para nada, al contrario, la duda y el temor hacían que se hiciera mas presente conforme los segundos sin estar con el, pasaban. Me encontraba mas sola que un perro sin dueño ni hueso.
C O N T I N U A R A ~
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La miré y me miró. Todo a mi alrededor pareció desvanecerse; las voces se escuchaban lejanas, como el eco de una montaña a kilómetros bajo el vació.
Ignoré olímpicamente a Tracy, pasando por su lado y bajando de nueva cuenta las escaleras.
- ¡Leah!¡Leah! - grito histérica mi mejor amiga, acompañado después de un resoplo. Giré levemente la vista, y noté como enojada, continuó caminado hacia el segundo piso.
Josephine seguía petrificada en el suelo, sin haber efectuado ni un solo movimiento, pero justo cuando estaba a 3 escalones del piso, Giró bruscamente caminando por el corredor. Yo apresuré el paso. El timbre casi nasal de la escuela se escucho, y por primera vez hice caso omiso de este.
Josephine iba 2 pasillos mas adelante. Si era rápida. Intenté trotar a paso lento, y alcanzarla, pero cuando me di cuenta, ya no sabía donde se había metido. Sentí una inexplicable ráfaga de viento desde mi espalda, y después, me encontraba totalmente sola frente al salón de Ingles.
...
Otros cuantos días pasaron, y el miércoles estaba presente, así como mis obvias ganas de no ir a la escuela. Había tenido aquella vaga esperanza esas 3 semanas -por cumplirse 4- de que Justin regresara, pero quizás solo debía olvidar-lo. Si, quizás era cuestión de sus padres, algo que el no pudo controlar, algo que no estaba entre sus manos.
Caminaba junto con Bree hacia el salón de Arte, la peor clase para mi gusto. Yo no era una chica a la que los dibujos les salieran "Reconocibles".
Entramos al salón, y tómanos asiento frente a uno de las bases para pintar. El profesor aun no estaba en clase, por lo que dejé mi cuaderno por debajo de la silla.
- Leah...
- Calla, Bree. - la interrumpí, cerrando así mis ojos con una fuerza que parecía, iba a sacarme de aquella pesadilla. - no quiero hablar de ese tema ahora.
- Hablo enserio. No puedes seguir así, quizás es momento de que...
- Basta, ¿Okey?. Tu no viviste lo que yo en New York, no sabes sobre lo que hablamos, no conoces al Justin que yo conozco.
El profesor dio señales de vida apareciéndose en el salón; giré mi silla, y puse atención a la clase.
No fue algo muy pesado, ni tampoco era que dibujáramos mucho. Había sido clase hablada, donde el profesor estaba comentando sobre los retratos humanos en los cuadros de diferentes culturas antiguas, como Romana, Egipcia, Maya...
La clase paso considerablemente rápido, mientras que yo me encontraba como siempre, en mi propio mundo, con el corazón roto. Bree caminaba a mi lado, cabizbaja por el pasillo, mientras que ambas íbamos calladas, sin hablar ni decir ni una sola palabra. Odiaba a la nueva yo que no era lo suficientemente valiente como para sobrepasar ese inexplicable vació que tenía en mi pecho. Pero no lo era, y la verdad, no me interesaba serlo, tenía el corazón roto, y estaba destrozada, pero aun así me consideraba a mi misma valiente, ya que no había derramado lagrima alguna, ni una sola. Quizás por la confusión que mi cabeza tenía, o todas aquellas noches en las que solo pensaba en eso, no me daba tiempo ni espacio para llorar largo y tendido como siempre lo había deseado.
Iba mirando al suelo, como últimamente siempre lo hacía, pero en ese instante, bree tomó bruscamente mi muñeca, haciendo que levantara la vista.
- ¡Leah! - miraba hacia el frente, petrificada en el suelo. Yo miré hacia donde sus ojos estaban posados.... Y volví a ver esos ojos color miel y aquel cabello rubio que tanto me había encantado.
Justin. Era Justin, sin margen de error. Ese chico que tanto amaba, ese que me ilusionaba con una sola sonrisa, era El, mi novio. Unas ganas enormes de correr a sus brazos, y besarlo como nunca antes fueron las que dominaron en aquel momento, pero era tanta mi sorpresa así como grado de shock, que me quede inmóvil. Entonces, el poso sus ojos en mi. Una enorme sonrisa entonces poso su rostro, mientras que el tragaba gordo, y al mismo tiempo, giraba sobre si mismo alejándose por el pasillo. Yo... No se que sucedió, solo me preguntaba: ¿Por que Justin no habría ido a hablar conmigo? Bree no supo que hacer en aquel momento, me miraba consternada, y como si se estuviera diciendo a ella misma "Para qué abría la boca..."
...
- Okey... ¿Que crees que suceda?
- Tengo que hablar con el, eso es todo. Quizás tiene asuntos con su familia y no estaba de humor, yo que sé. - excusé para ayudarme a mi misma a no llorar en aquel instante.
Mil y un pensamientos cruzaron por mi cabeza, pero todos nublosos y nada entendibles, como si fueran una diminuta voz a lo mas profundo de mi cabeza, que se escuchan sin poder distinguir ni palabra ni orden.
Bree entró a su salón de clases, mientras que yo iba con paso vacilante a Literatura, esperando que ahí me encontrara con Justin. Mis piernas temblaban, y mi pecho se contraía con mi respiración. Solté mi cabello, "A el le gusta suelto", pensé para luego bajar las escaleras de nuevo, encontrándome con un montón de estudiantes que solo veía de lejos todos los días, que jamas había hablado con ellos, y quizás Jamás lo haría. En fin, así es la escuela.
Eché un pequeño vistazo a la puerta, de un color café claro con un pequeño pedazo de vidrio a un costado posterior para poder ver al interior, o viceversa. El profesor estaba dejando su maleta de cuero sobre el escritorio. Sus toscos zapatos, y su saco negro de gamuza. Abrió su portafolios, sacando así dos plumones, uno rojo y uno negro, para después darle la espalda a la clase y comenzar a escribir en su pizzarón, el cual tenía un marco de retratos de grandes escritores y poetas de la lengua inglesa.
Empuje la puerta lentamente. El corazón palpitaba tan detonada-mente que sentía como en cualquier momento se me saldría del pecho. "Gracias a Dios soy invisible ante la sociedad". Pero apenas entré, sentí como si hubiera sido aplastada por un ancla a la deriva, sacando todo el aire en un gran y profundo suspiro lleno de decepción y de palabras que sabía, no le podría decir a ese chico que se había mantenido en mi cabeza por tanto tiempo.
- Mierda... - mascullando entre dientes, pasé por el frente de las hileras, y en la ultima caminé hacia mi mesa-banco, con la esperanza hasta el suelo y mi corazón pendiendo de un hilo. Justin no había asistido a esa clase.
A partir de allí, todo el día se fue entre incógnitas y tragedias, con preguntas como "¿Me estará evitando?" pero al mismo tiempo, intentaba no pensar en eso, ya que sabía que si lo hacía, terminaría encontrando la respuesta a mis dudas, y no sería muy positiva, definitivamente no.
Al día siguiente, no me lo volví a topar en la escuela, pero sabía de antemano que había asistido, gracias a todas las habladurías en la cafetería sobre el modo en que le contestó a la maestra de Matemáticas, corrigiendo una operación de álgebra, y como la Sra. Lopez se quedo tan apenada que decidió comenzar con otro tema. Ídolo de muchos, Temerario para todos. Esas eran las palabras exactas que lo describían.
Antes de toparme-lo en el pasillo al terminar la clase de arte, yo decía que, solo necesitaba verlo, aunque no hablara con el, verlo, saber que estaba bien, eso era lo único necesario para crear un oxigeno respirable en mi atmósfera personal otra vez, pero estaba equivocada. Solo lo había visto, no habíamos hablado, y ese ardor en mi pecho que crecía como una enredadera, no había disminuido para nada, al contrario, la duda y el temor hacían que se hiciera mas presente conforme los segundos sin estar con el, pasaban. Me encontraba mas sola que un perro sin dueño ni hueso.
C O N T I N U A R A ~
CaarFabrii
Re: The Red Pawn
Capitulo 27 - Blockbuster
________________________________________
- No quiero ir papá. - dije ocultándome bajo las colchas.
No tenía nada de ánimos de asistir a la escuela, ¿Para que? ¿Para encontrarme con amigos molestos, novios ignoradores, & clases aburridas? Sorprendente-mente, prefería quedarme en cama.
- Leah...
- Mira, papá. Nunca en la vida falto a la escuela, no me siento bien. - me recosté de lado, mientras que el se sentaba al borde de mi cama, sobre esa colcha morada con detalles azules.
- Yo te veo de maravilla, no tienes excusa. - resoplé: Si no había razón para faltar a un día mas de aprendizaje, no se falta. Así de simples y sin complicación eran los argumentos de mi padre.
- Papá... - pensé en una excusa. - me llegó el periodo, y no aguanto los cólicos ¿esta bien? Como eres hombre jamás has tenido que lidiar con esta clase de dolores así que...
- Shsh, calla. - dijo el, cerrando los ojos y moviendo las manos en negación, levantándose de mi cama. Contra problemas femeninos, el no tenía barrera, y como no sabe nada sobre pastillas para el dolor menstrual o como eran en verdad los cólicos, o ni siquiera de cuando tenía mi periodo, era fácil verle el pelo - No quiero escuchar mas, quédate en cama. - giró sobre su propio eje, para salir de mi habitación cerrando la puerta. Yo reí victoriosa, agradeciéndole a Dios que los hombres no supieran nada de esas clases de asuntos. De hecho aquel día no tenía "nada", ni mi periodo, ni cólicos, pero claro, el no tenía forma alguna de comprobarlo.
Aun seguía obscuro. En un pequeño espacio al desnudo entre mi ventana y la cortina, se veía el exterior, aun impredecible ante mis ojos. Me levanté perezosa de la cama, para apagar la luz que - Erróneamente - mi papá había dejado encendida. Una vez que cambié el interruptor de abajo hacia arriba, la obscuridad volvió a mi habitación, haciendo que el ubico modo de ver claramente fuera la luz que emitía el poste de afuera, amarillenta y con gran potencia, suficiente como para iluminar media cuadra, o al menos un cuarto.
Me relaje sobre el colchón, intentando no pensar en absolutamente nada, respirando profundamente constantes y repetidas veces, e imaginándome como sería si nada de lo que estuviera viviendo fuera mi realidad. ¿Que pasaría si Justin jamás hubiera llegado a la Perklin? ¿Habría sido diferente? Sin lugar a dudas, todo sería un mundo distinto. Nunca hubiera adquirido aquella actitud nueva ante la perdida de mi amado, por lo que mis amigos y yo seguiríamos como hacía meses. Tampoco hubiera sufrido un punzante dolor en el pecho al escuchar alguna palabra derivada del Just. Pero tampoco hubiera vivido los que habían sido los mejores meses de mi vida. Al final todo había valido la pena; Las incógnitas, las miradas, los suspiros, la corriente eléctricas chocar como violentas olas entre nosotros, las largas esperas, amenazas, coincidencias, caricias... Todo eso había sido un factor X para que pudiéramos estar donde en aquel momento nos encontrábamos, o al menos en donde nos habíamos encontrado cuando estábamos en New York, en ese punto del elixir del amor donde no puedes hacer mas que mirar a esa persona especial, al final del día, ella es lo único que necesitas, se convierte en tu oxigeno personal, en tu manera vivir. Como una infección viral, se cuela entre los poros de tu cuerpo impregnándote con su macabro amor. Eso es el enamoramiento, un arma letal de dos puntas que mientras te rosa de un extremo provocando placer y satisfacción, del otro lado, te corta lenta y profundamente hasta llegar a cortar una capa de piel irrevocable. El amor es un arma de dos puntas, o controlas una, o controlas otra.
Esperé unos cuantos minutos, hasta que dieran las 6:45. A las 7:00 en punto, me levanté de la cama, yendo directamente hacia la sala, asomándome por la ventana de cristal: El nissan plateado ya no estaba, sinónimo de que mi padre y Sabrina ya estaban en camino al babycare. Después, la tensión de mi cuerpo se fue, seguida por un bostezo. Fui a mi habitación, dejándome caer sobre la cama otra vez, retomando el sueño en blanco.
- ¡Esta! - dijo casi en un grito Sabrina, estirándose sobre sus puntas para alcanzar la película de "Barbie y la escuela de Princesas"
- Sabrina, ¿Segura que no quieres otra? Esa ya la has visto muchas veces.
- Yo quiero esta. - renegó otra vez, y en esa ocasión, yo no intervine.
A eso de las 2 de la tarde, mi padre llegó a casa con Sabrina en las manos. Yo seguía con mi pijama aun puesta, por lo que me metí a la ducha y me cambie, solo con un Jeans, unas botas uggs (a Finales de Enero, el frió sigue como en pleno Diciembre) una blusa tipo polo, y una chaqueta aeropostales.
Al salir, mi papá me sorprende con que Sabrina quería ir a Blockbuster a Rentar películas, y henos aquí...
- ¡Oh! ¡Esta! - grito mi pequeña hermana otra vez. - "Mi Villano Favorito" ¡Si!
- Sabrina, es o Mi villano favorito, O Barbie.
- ¡Ah! - lo alargó - ándale ¡Lee! ¡ Ándale! - sus grandes ojos son todo lo que enseñaba, tan puros y hermosos, de ese color verde pino extraño en un tipo de mirar. Al final, terminé accediendo.
Me coloqué de cuclillas frente a ella.
- Ve y encuentra a papá, dile que tu ya tienes tus películas y que ahorita voy, ¿Esta bien?
- ¡Si! - dijo animada la pequeña de 4 años.
Sabrina salió corriendo por el pasillo. Me paré de puntas, para verla a lo lejos llegar con mi papá, pero algo mas atractivo atrajo mi atención: "Una cabellera Dorara sobresalía a 3 pasillos de distancia de donde yo me encontraba". Esta vez, mi corazón no latió descabellada mente, como siempre sucedía cuando pensaba en el, al contrario, sentí paz interior.
En ese instante, no me di cuenta ni el porqué ni el como, pero yo estaba caminando hacia aquel pasillo para encarar a Justin. A un pasillo de Distancia, me detuve. "¿Que le iba a decir?" pensaba "No seas idiota Leah, el único que tiene que hablar es el." y con ese ultimo pensamiento, doblé en la esquina del pasillo.
Jeans flojos negros, unos supras rojos, y una chaqueta de cuero negro ocultaban sus fornidos brazos. Entonces, mi corazón no solo latió descabellada-mente, se quería salir del pecho, no me sorprendería si alguien mas escuchaba el fuerte latido de mi corazón, bombeando sangre a kilómetros por hora. El no se percató de mi presencia, hasta que me encontré a 5 pasos de distancia de el. Levantó la mirada, y ambos nos congelamos en el tiempo. Ninguno habló, ninguno suspiro, solo nos veíamos el uno al otro.
- Hola. - dijo finalmente aclarando su garganta. Me quedé muda otro medio minuto.
- Hola. - contesté finalmente, Encorvando los hombros y mirando a la alfombra azul de todo el lugar.
- ¿Qu-que te tr-rae por aquí? - tartamudeo. El sonrió calidamente, no pude hacer lo mismo.
- ¿Por que me has estado ignorando? - pregunté con cierta seguridad e ira en mi voz, que realmente me agradó. El bajó su mirada, al sentir el ardor de la mía sobre el.
- Leah, yo... - iba a hablar, pero dejé que se excusara. - necesito hablar contigo, pero en otro lugar, algo quizás un poco mas privado. - tragué gordo.
- ¿Que?¿Tan larga es tu salida de tangente? - pregunté con una risita de sarcasmo al final.
- Si. - contestó seco, y sin vida, hecho que provocaba que se me erizara la piel. - Mocaffetos, la sucursal de Elizabeth, a las 8. - miró sobre su hombro, mirando sigiloso. - por favor, necesito hablar contigo. - dijo para darse media vuelta, y desaparecer al doblar la esquina.
C o n t i n u a r a ~
Subi igual porque hoy se cumple un año desde que comenzaron a escribir esta bella historia y merecía un capi aunque nadie comente!!! Yo se que hay lectoras fantasmas leyendo, es muy linda para no leerla!
________________________________________
- No quiero ir papá. - dije ocultándome bajo las colchas.
No tenía nada de ánimos de asistir a la escuela, ¿Para que? ¿Para encontrarme con amigos molestos, novios ignoradores, & clases aburridas? Sorprendente-mente, prefería quedarme en cama.
- Leah...
- Mira, papá. Nunca en la vida falto a la escuela, no me siento bien. - me recosté de lado, mientras que el se sentaba al borde de mi cama, sobre esa colcha morada con detalles azules.
- Yo te veo de maravilla, no tienes excusa. - resoplé: Si no había razón para faltar a un día mas de aprendizaje, no se falta. Así de simples y sin complicación eran los argumentos de mi padre.
- Papá... - pensé en una excusa. - me llegó el periodo, y no aguanto los cólicos ¿esta bien? Como eres hombre jamás has tenido que lidiar con esta clase de dolores así que...
- Shsh, calla. - dijo el, cerrando los ojos y moviendo las manos en negación, levantándose de mi cama. Contra problemas femeninos, el no tenía barrera, y como no sabe nada sobre pastillas para el dolor menstrual o como eran en verdad los cólicos, o ni siquiera de cuando tenía mi periodo, era fácil verle el pelo - No quiero escuchar mas, quédate en cama. - giró sobre su propio eje, para salir de mi habitación cerrando la puerta. Yo reí victoriosa, agradeciéndole a Dios que los hombres no supieran nada de esas clases de asuntos. De hecho aquel día no tenía "nada", ni mi periodo, ni cólicos, pero claro, el no tenía forma alguna de comprobarlo.
Aun seguía obscuro. En un pequeño espacio al desnudo entre mi ventana y la cortina, se veía el exterior, aun impredecible ante mis ojos. Me levanté perezosa de la cama, para apagar la luz que - Erróneamente - mi papá había dejado encendida. Una vez que cambié el interruptor de abajo hacia arriba, la obscuridad volvió a mi habitación, haciendo que el ubico modo de ver claramente fuera la luz que emitía el poste de afuera, amarillenta y con gran potencia, suficiente como para iluminar media cuadra, o al menos un cuarto.
Me relaje sobre el colchón, intentando no pensar en absolutamente nada, respirando profundamente constantes y repetidas veces, e imaginándome como sería si nada de lo que estuviera viviendo fuera mi realidad. ¿Que pasaría si Justin jamás hubiera llegado a la Perklin? ¿Habría sido diferente? Sin lugar a dudas, todo sería un mundo distinto. Nunca hubiera adquirido aquella actitud nueva ante la perdida de mi amado, por lo que mis amigos y yo seguiríamos como hacía meses. Tampoco hubiera sufrido un punzante dolor en el pecho al escuchar alguna palabra derivada del Just. Pero tampoco hubiera vivido los que habían sido los mejores meses de mi vida. Al final todo había valido la pena; Las incógnitas, las miradas, los suspiros, la corriente eléctricas chocar como violentas olas entre nosotros, las largas esperas, amenazas, coincidencias, caricias... Todo eso había sido un factor X para que pudiéramos estar donde en aquel momento nos encontrábamos, o al menos en donde nos habíamos encontrado cuando estábamos en New York, en ese punto del elixir del amor donde no puedes hacer mas que mirar a esa persona especial, al final del día, ella es lo único que necesitas, se convierte en tu oxigeno personal, en tu manera vivir. Como una infección viral, se cuela entre los poros de tu cuerpo impregnándote con su macabro amor. Eso es el enamoramiento, un arma letal de dos puntas que mientras te rosa de un extremo provocando placer y satisfacción, del otro lado, te corta lenta y profundamente hasta llegar a cortar una capa de piel irrevocable. El amor es un arma de dos puntas, o controlas una, o controlas otra.
Esperé unos cuantos minutos, hasta que dieran las 6:45. A las 7:00 en punto, me levanté de la cama, yendo directamente hacia la sala, asomándome por la ventana de cristal: El nissan plateado ya no estaba, sinónimo de que mi padre y Sabrina ya estaban en camino al babycare. Después, la tensión de mi cuerpo se fue, seguida por un bostezo. Fui a mi habitación, dejándome caer sobre la cama otra vez, retomando el sueño en blanco.
- ¡Esta! - dijo casi en un grito Sabrina, estirándose sobre sus puntas para alcanzar la película de "Barbie y la escuela de Princesas"
- Sabrina, ¿Segura que no quieres otra? Esa ya la has visto muchas veces.
- Yo quiero esta. - renegó otra vez, y en esa ocasión, yo no intervine.
A eso de las 2 de la tarde, mi padre llegó a casa con Sabrina en las manos. Yo seguía con mi pijama aun puesta, por lo que me metí a la ducha y me cambie, solo con un Jeans, unas botas uggs (a Finales de Enero, el frió sigue como en pleno Diciembre) una blusa tipo polo, y una chaqueta aeropostales.
Al salir, mi papá me sorprende con que Sabrina quería ir a Blockbuster a Rentar películas, y henos aquí...
- ¡Oh! ¡Esta! - grito mi pequeña hermana otra vez. - "Mi Villano Favorito" ¡Si!
- Sabrina, es o Mi villano favorito, O Barbie.
- ¡Ah! - lo alargó - ándale ¡Lee! ¡ Ándale! - sus grandes ojos son todo lo que enseñaba, tan puros y hermosos, de ese color verde pino extraño en un tipo de mirar. Al final, terminé accediendo.
Me coloqué de cuclillas frente a ella.
- Ve y encuentra a papá, dile que tu ya tienes tus películas y que ahorita voy, ¿Esta bien?
- ¡Si! - dijo animada la pequeña de 4 años.
Sabrina salió corriendo por el pasillo. Me paré de puntas, para verla a lo lejos llegar con mi papá, pero algo mas atractivo atrajo mi atención: "Una cabellera Dorara sobresalía a 3 pasillos de distancia de donde yo me encontraba". Esta vez, mi corazón no latió descabellada mente, como siempre sucedía cuando pensaba en el, al contrario, sentí paz interior.
En ese instante, no me di cuenta ni el porqué ni el como, pero yo estaba caminando hacia aquel pasillo para encarar a Justin. A un pasillo de Distancia, me detuve. "¿Que le iba a decir?" pensaba "No seas idiota Leah, el único que tiene que hablar es el." y con ese ultimo pensamiento, doblé en la esquina del pasillo.
Jeans flojos negros, unos supras rojos, y una chaqueta de cuero negro ocultaban sus fornidos brazos. Entonces, mi corazón no solo latió descabellada-mente, se quería salir del pecho, no me sorprendería si alguien mas escuchaba el fuerte latido de mi corazón, bombeando sangre a kilómetros por hora. El no se percató de mi presencia, hasta que me encontré a 5 pasos de distancia de el. Levantó la mirada, y ambos nos congelamos en el tiempo. Ninguno habló, ninguno suspiro, solo nos veíamos el uno al otro.
- Hola. - dijo finalmente aclarando su garganta. Me quedé muda otro medio minuto.
- Hola. - contesté finalmente, Encorvando los hombros y mirando a la alfombra azul de todo el lugar.
- ¿Qu-que te tr-rae por aquí? - tartamudeo. El sonrió calidamente, no pude hacer lo mismo.
- ¿Por que me has estado ignorando? - pregunté con cierta seguridad e ira en mi voz, que realmente me agradó. El bajó su mirada, al sentir el ardor de la mía sobre el.
- Leah, yo... - iba a hablar, pero dejé que se excusara. - necesito hablar contigo, pero en otro lugar, algo quizás un poco mas privado. - tragué gordo.
- ¿Que?¿Tan larga es tu salida de tangente? - pregunté con una risita de sarcasmo al final.
- Si. - contestó seco, y sin vida, hecho que provocaba que se me erizara la piel. - Mocaffetos, la sucursal de Elizabeth, a las 8. - miró sobre su hombro, mirando sigiloso. - por favor, necesito hablar contigo. - dijo para darse media vuelta, y desaparecer al doblar la esquina.
C o n t i n u a r a ~
Subi igual porque hoy se cumple un año desde que comenzaron a escribir esta bella historia y merecía un capi aunque nadie comente!!! Yo se que hay lectoras fantasmas leyendo, es muy linda para no leerla!
CaarFabrii
Re: The Red Pawn
CaarFabrii escribió:A todas mis lectoras les deseo la mejor de las navidades y que todos sus sueños se cumplan (:
Gracias gordi, igualmente ! Tarde pero seguro y feliz año nuevo! jajajaa
MeriiAybar
Re: The Red Pawn
:omg: WUOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO, está buenisimaaaa! SIGUELAAA :corre:
TE AMO!!!
aah y no quiero que Jutin siga así con Leah (ojala le de celos con alguien!!! re inmadura asi jajajaja, que sufra el tmb che! xD)
besos
TE AMO!!!
aah y no quiero que Jutin siga así con Leah (ojala le de celos con alguien!!! re inmadura asi jajajaja, que sufra el tmb che! xD)
besos
MeriiAybar
Re: The Red Pawn
Capitulo 28 - El que se enamora, pierde.
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Había tenido que mentirle a mi papá, sobre lo de aquella tarde. Mi orgullo me decía "Déjalo Plantado, que sufra un poco", mientras que mi corazón, idiota, masoquista e ilusionado, me guiaba como un imán hacia el. Lo único que me reconfortaba, era saber que aclararíamos dudas, y que saldríamos de aquel lugar como antes, besándonos los labios y con las manos entrelazadas.
Le inventé que iría con Bree para estudiar, y que me pasara los apuntes de aquel día; esa era la única forma, en que el accedía sin chistar ni a regañadientes.
El autobús me dejó en la esquina de Adams entre Elizabeth, el centro de la ciudad, a unas cuantas cuadras del puente internacional Estados Unidos - México. Y allí estaba el café, concurrido como siempre. Era un negocio que empezó en México, y lo pasaron a Brownsville para atraer a la clientela Estadounidense, justo al igual que paso con tacos Gordolele, o Auto partes Amazon.
Caminé el corto tramo desde la esquina hasta la entrada del café, y por el cristal de la ventana a un costado de la puerta, pude verlo. Tan sereno, pero tan nervioso. Tan precavido, pero aun así, irrompible. Simplemente perfección en un par de ojos y labios.
Crucé la puerta, llena de valor y fuerza en mis pasos. Varias de las personas voltearon, y y los ignoré olímpicamente. Quería ir con Justin, estamparle un beso, e irme, pero eso solo sería parte de mi imaginación, y de allí, jamás saldría.
Justin me vio entrar, y se levantó de su silla. Me recibió serio, tan solo besando mi mejilla. Yo hice lo mismo, y después con un ademán de manos, me invitó a sentarme. No lo miré, tan solo vi a la mesa directamente.
- Buenas tardes señorita. - el mesero se acercó a nuestra mesa, dejando la carta frente a mi. Justin ya tenía una frente a su silla. - ¿Viene con algo en mente de que pedir o le dejo que lea la carta?
- Un frappe Moca, si no es molestia. - levanté la mirada, y sonreí. Justin sonrió con la curvatura del labio, como si encontrara algo un tanto "Gracioso". Yo lo miré inmediatamente, frunciendo el ceño.
- Pa-para Na-da. - tartamudeó el chico. Acto seguido, giró a Justin.
- ¿Y usted joven?
- Una botella de agua. - contestó el, sin siquiera mirarlo; sus ojos estaban ocupados viendo... Viéndome a mi.
- Ya mismo vienen. - dijo el retirando Los menús de la mesa.
Justin me seguía mirando fija y descaradamente. Si fuera idiota, llegaría a pensar que no había notado que yo estaba al tanto de sus miradas, pero si yo también lo estaba viendo fijamente... No se cohibía, ni arrepentía de verme. Después de unos segundos, sonrió.
- Jaja. - rió bajo. - ¿No te has dado cuenta, cierto? - preguntó el, mientras que yo lo miraba confundida, provocando arrugas en mi frente.
- ¿Disculpa?
- El chico, el mesero. Lo dejaste atónito. - giré la cabeza hacia donde se encontraba el chico detrás de la barra.
- Claro que no. - dije serena, y el volvió a reír. "Como amo su armoniosa risa...."
- Si. Siempre lo haces y no te das cuenta.
- ¿Que exactamente?
- Coquetear.
- ¡¿Eh?! - pregunté sorprendida.
¿Yo?¿Leah Fletcher?¿Coqueteando? Eso no podía ser posible... Según Tracy, hasta un chihuahua mojado coqueteaba mas que yo, y yo lo llegaba a creer.
- Si, haces algo con tus ojos, tus labios, un no-se-que, pero dejas bajo tu hechizo a cualquiera que te mire.
- ¿Tienes fiebre, cierto? - pregunté tan seria como una tabla. El rió, y yo escupí una risita entre dientes al escucharlo.
- Hablo enserio Leah, ¿No puedes creerme?
- Siendo sincera, No. - contesté con toda certeza. Me miró confundido, y proseguí. - Yo soy... Lo contrario a una persona Coqueta, o atractiva si quiera. Yo...
- Vamos, ¿Te has dado cuenta del poco valor que te tienes a ti misma? - Yo hice una mueca, y miré a la mesa, un tanto apenada. - ¿Por que no te la crees? Eres hermosa, tanto que dejaste plasmado al mesero provocando que tartamudeara como retrasado mental. - yo reí hacia mi hombro derecho, y sonreí.
El mesero llegó con nuestros pedidos, un café Moca y una botella de agua, cosa de nada. Ni Justin ni yo lo miramos, el solo se quería aguantar las risas al escuchar al mesero decir algo como "Con permiso", lo cual fue casi imposible por lo tanto que tartamudeaba. Al final enrojeció, y se fue por donde vino. Justin soltó la carcajada una vez que estaba lo suficientemente lejos como para no escucharla, y yo rodeé los ojos con cierto humor.
Al final, Justin terminó pidiendo también un café, pero el suyo era Oreo. Yo suspiré. Poco a poco, ambos nos fuimos callando mas y mas, hasta llegar al punto incomodo, donde sientes la necesidad de hablar por lo vació que se siente. Volví a suspirar, recordando mi enojo con el "Me había ignorado olímpicamente varias veces..." aun así, no quise sacar aquel recuerdo a la Luz, no en ese momento.
Pasaron los minutos, en un silencio penetra-cabezas. Quería entrar al pensamiento de Justin y saber que es lo que tanto pensaba, que pensaba de mi, por qué me había invitado al café... Tantas cosas que necesitaba decirle, y con urgencia.
- Leah... - comentó el.
- ¿Por que me has ignorado? - pregunté, olvidando así las pequeñas risas de hacía minutos atrás. El bajó la mirada a sus piernas, apenado.
- Leah, mira. Es complicado de explicar.
- Tengo todo el tiempo del mundo. - "De hecho, hasta las 10..." pensé.
El suspiró. Respiró, y suspiró repetidas veces, provocando que mis nervios se transformaran en bombas atómicas listas para explotar en cualquier momento. Volvió a respirar profundamente. Se le notaba confundido, perdido, con miedo y hasta recelo. Me inmuté, y esperé a que el terminara de hablar.
- Lo que sucedió en New York... Fue muy lindo Leah, pero no quiero que lo malinterpretes. - y desde ese momento, supe lo que vendría: Derramaría mi primera lagrima por el, sin lugar a dudas.
- ¿Malinterpretarlo? - pregunté, aparentando que no había entendido la indirecta. No sabía si eso haría la herida dolorosa, o muy dolorosa. De ambos modos salía perdiendo.
- Si... Mira, creo que debemos olvidarlo, dejarlo en el pasado. Lo que pasa en New York, se queda en New York. - levantó la mirada, esta vez mas convencido, y con una fresca sonrisa en su rostro. Yo, no podía decir lo mismo del mio.
- Habla claro, ¿Quieres? ¿Que quieres decir?
- Quiero decir, que... - tragó gordo. - Nosotros no somos nada, ¿De acuerdo?
- ¡¿Que?! - una punzada en el pecho fue lo único que recordaba sentir, un extraño vació, como si me hubieran arrancado algo con las manos, algo que era indispensable para poder respirar. De repente ya no tenía nada para respirar. - ¿Me estas diciendo que estas rompiendo conmigo? - si, eso era, exactamente eso. Mi novio de 2 semanas rompía conmigo sin razón aparente, nada seguro, nada real. El respiró profundamente, otra vez.
- Nunca empezó, lo nuestro...
- ¿Fue solo un juego para ti? - el tragó gordo, con una gran aclaración en el aire: si, solo un juego de ganar y perder, y la perdedora es la estúpida enamorada.
- Un... Pasatiempo. Necesitaba dejar a mi familia y pues, los momentos contigo fueron muy buenos, tu me agradas, eres una gran amiga, y yo... - yo no pude decir palabra alguna. Ni tampoco escuchar mas. Me quedé estancada en la palabra 'pasatiempo' Y simplemente lo supe: La estúpida enamorada en un juego de mala veres con los sentimientos, la única perdedora, era yo. Y nadie mas que yo. El que se enamora, pierde.
Los bordes de mis ojos se comenzaron a llenar lentamente de agua conforme Justin hablaba, pero las contuve. "No mostraré debilidad" me repetía una y otra vez. "Seré fuerte, fingiré ser fuerte, quizás con suerte hasta yo lo termine creyendo". Justin seguía hablando, excusando sus actos. Sin dejarlo terminar ni siquiera, me levanté de la silla, y caminé lejos de la mesa directo hacia la puerta de salida. Todo se escuchaba tan distante, tan irreal, como si fuera un televisor con el volumen al mínimo del mínimo. Y yo una espectadora detrás de la pantalla.
A unos cuantos pasos de la entrada, sentí como alguien me tomaba del brazo, provocando que girara. Reboté con el pecho de Justin, y acto seguido, le di una cachetada, una fuerte y notoria cachetada. Mis lagrimas, dejando el orgullo a un lado en el olvido, salieron recorriendo mis mejillas. Fue entonces cuando me di cuenta de que todos los presentes nos miraban, tanto los meseros, el cajero, la de intendencia, hasta los demás clientes.
Justin subió su mano hasta su rostro, el lugar exacto donde mi mano había atentado contra su cara. Me miró perplejo, pero al mismo tiempo, arrepentimiento y vergüenza; si, sabía que yo tenía todo el derecho.
- Eres la persona mas engreída, estúpida, insensible y egolatra que alguna vez eh conocido. - dije entre dientes, casi escupiendo las palabras del coraje. - Suerte con tu próxima distracción, espero que te pudras en el infierno. - dije dándole un golpe en su pecho con el puño cerrado, para después salir corriendo del lugar, a algún sitio donde pudiera llorar en paz y tranquilidad. El que se enamora pierde... Y yo soy la idiota enamorada.
C O N T I N U A R A ~
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Había tenido que mentirle a mi papá, sobre lo de aquella tarde. Mi orgullo me decía "Déjalo Plantado, que sufra un poco", mientras que mi corazón, idiota, masoquista e ilusionado, me guiaba como un imán hacia el. Lo único que me reconfortaba, era saber que aclararíamos dudas, y que saldríamos de aquel lugar como antes, besándonos los labios y con las manos entrelazadas.
Le inventé que iría con Bree para estudiar, y que me pasara los apuntes de aquel día; esa era la única forma, en que el accedía sin chistar ni a regañadientes.
El autobús me dejó en la esquina de Adams entre Elizabeth, el centro de la ciudad, a unas cuantas cuadras del puente internacional Estados Unidos - México. Y allí estaba el café, concurrido como siempre. Era un negocio que empezó en México, y lo pasaron a Brownsville para atraer a la clientela Estadounidense, justo al igual que paso con tacos Gordolele, o Auto partes Amazon.
Caminé el corto tramo desde la esquina hasta la entrada del café, y por el cristal de la ventana a un costado de la puerta, pude verlo. Tan sereno, pero tan nervioso. Tan precavido, pero aun así, irrompible. Simplemente perfección en un par de ojos y labios.
Crucé la puerta, llena de valor y fuerza en mis pasos. Varias de las personas voltearon, y y los ignoré olímpicamente. Quería ir con Justin, estamparle un beso, e irme, pero eso solo sería parte de mi imaginación, y de allí, jamás saldría.
Justin me vio entrar, y se levantó de su silla. Me recibió serio, tan solo besando mi mejilla. Yo hice lo mismo, y después con un ademán de manos, me invitó a sentarme. No lo miré, tan solo vi a la mesa directamente.
- Buenas tardes señorita. - el mesero se acercó a nuestra mesa, dejando la carta frente a mi. Justin ya tenía una frente a su silla. - ¿Viene con algo en mente de que pedir o le dejo que lea la carta?
- Un frappe Moca, si no es molestia. - levanté la mirada, y sonreí. Justin sonrió con la curvatura del labio, como si encontrara algo un tanto "Gracioso". Yo lo miré inmediatamente, frunciendo el ceño.
- Pa-para Na-da. - tartamudeó el chico. Acto seguido, giró a Justin.
- ¿Y usted joven?
- Una botella de agua. - contestó el, sin siquiera mirarlo; sus ojos estaban ocupados viendo... Viéndome a mi.
- Ya mismo vienen. - dijo el retirando Los menús de la mesa.
Justin me seguía mirando fija y descaradamente. Si fuera idiota, llegaría a pensar que no había notado que yo estaba al tanto de sus miradas, pero si yo también lo estaba viendo fijamente... No se cohibía, ni arrepentía de verme. Después de unos segundos, sonrió.
- Jaja. - rió bajo. - ¿No te has dado cuenta, cierto? - preguntó el, mientras que yo lo miraba confundida, provocando arrugas en mi frente.
- ¿Disculpa?
- El chico, el mesero. Lo dejaste atónito. - giré la cabeza hacia donde se encontraba el chico detrás de la barra.
- Claro que no. - dije serena, y el volvió a reír. "Como amo su armoniosa risa...."
- Si. Siempre lo haces y no te das cuenta.
- ¿Que exactamente?
- Coquetear.
- ¡¿Eh?! - pregunté sorprendida.
¿Yo?¿Leah Fletcher?¿Coqueteando? Eso no podía ser posible... Según Tracy, hasta un chihuahua mojado coqueteaba mas que yo, y yo lo llegaba a creer.
- Si, haces algo con tus ojos, tus labios, un no-se-que, pero dejas bajo tu hechizo a cualquiera que te mire.
- ¿Tienes fiebre, cierto? - pregunté tan seria como una tabla. El rió, y yo escupí una risita entre dientes al escucharlo.
- Hablo enserio Leah, ¿No puedes creerme?
- Siendo sincera, No. - contesté con toda certeza. Me miró confundido, y proseguí. - Yo soy... Lo contrario a una persona Coqueta, o atractiva si quiera. Yo...
- Vamos, ¿Te has dado cuenta del poco valor que te tienes a ti misma? - Yo hice una mueca, y miré a la mesa, un tanto apenada. - ¿Por que no te la crees? Eres hermosa, tanto que dejaste plasmado al mesero provocando que tartamudeara como retrasado mental. - yo reí hacia mi hombro derecho, y sonreí.
El mesero llegó con nuestros pedidos, un café Moca y una botella de agua, cosa de nada. Ni Justin ni yo lo miramos, el solo se quería aguantar las risas al escuchar al mesero decir algo como "Con permiso", lo cual fue casi imposible por lo tanto que tartamudeaba. Al final enrojeció, y se fue por donde vino. Justin soltó la carcajada una vez que estaba lo suficientemente lejos como para no escucharla, y yo rodeé los ojos con cierto humor.
Al final, Justin terminó pidiendo también un café, pero el suyo era Oreo. Yo suspiré. Poco a poco, ambos nos fuimos callando mas y mas, hasta llegar al punto incomodo, donde sientes la necesidad de hablar por lo vació que se siente. Volví a suspirar, recordando mi enojo con el "Me había ignorado olímpicamente varias veces..." aun así, no quise sacar aquel recuerdo a la Luz, no en ese momento.
Pasaron los minutos, en un silencio penetra-cabezas. Quería entrar al pensamiento de Justin y saber que es lo que tanto pensaba, que pensaba de mi, por qué me había invitado al café... Tantas cosas que necesitaba decirle, y con urgencia.
- Leah... - comentó el.
- ¿Por que me has ignorado? - pregunté, olvidando así las pequeñas risas de hacía minutos atrás. El bajó la mirada a sus piernas, apenado.
- Leah, mira. Es complicado de explicar.
- Tengo todo el tiempo del mundo. - "De hecho, hasta las 10..." pensé.
El suspiró. Respiró, y suspiró repetidas veces, provocando que mis nervios se transformaran en bombas atómicas listas para explotar en cualquier momento. Volvió a respirar profundamente. Se le notaba confundido, perdido, con miedo y hasta recelo. Me inmuté, y esperé a que el terminara de hablar.
- Lo que sucedió en New York... Fue muy lindo Leah, pero no quiero que lo malinterpretes. - y desde ese momento, supe lo que vendría: Derramaría mi primera lagrima por el, sin lugar a dudas.
- ¿Malinterpretarlo? - pregunté, aparentando que no había entendido la indirecta. No sabía si eso haría la herida dolorosa, o muy dolorosa. De ambos modos salía perdiendo.
- Si... Mira, creo que debemos olvidarlo, dejarlo en el pasado. Lo que pasa en New York, se queda en New York. - levantó la mirada, esta vez mas convencido, y con una fresca sonrisa en su rostro. Yo, no podía decir lo mismo del mio.
- Habla claro, ¿Quieres? ¿Que quieres decir?
- Quiero decir, que... - tragó gordo. - Nosotros no somos nada, ¿De acuerdo?
- ¡¿Que?! - una punzada en el pecho fue lo único que recordaba sentir, un extraño vació, como si me hubieran arrancado algo con las manos, algo que era indispensable para poder respirar. De repente ya no tenía nada para respirar. - ¿Me estas diciendo que estas rompiendo conmigo? - si, eso era, exactamente eso. Mi novio de 2 semanas rompía conmigo sin razón aparente, nada seguro, nada real. El respiró profundamente, otra vez.
- Nunca empezó, lo nuestro...
- ¿Fue solo un juego para ti? - el tragó gordo, con una gran aclaración en el aire: si, solo un juego de ganar y perder, y la perdedora es la estúpida enamorada.
- Un... Pasatiempo. Necesitaba dejar a mi familia y pues, los momentos contigo fueron muy buenos, tu me agradas, eres una gran amiga, y yo... - yo no pude decir palabra alguna. Ni tampoco escuchar mas. Me quedé estancada en la palabra 'pasatiempo' Y simplemente lo supe: La estúpida enamorada en un juego de mala veres con los sentimientos, la única perdedora, era yo. Y nadie mas que yo. El que se enamora, pierde.
Los bordes de mis ojos se comenzaron a llenar lentamente de agua conforme Justin hablaba, pero las contuve. "No mostraré debilidad" me repetía una y otra vez. "Seré fuerte, fingiré ser fuerte, quizás con suerte hasta yo lo termine creyendo". Justin seguía hablando, excusando sus actos. Sin dejarlo terminar ni siquiera, me levanté de la silla, y caminé lejos de la mesa directo hacia la puerta de salida. Todo se escuchaba tan distante, tan irreal, como si fuera un televisor con el volumen al mínimo del mínimo. Y yo una espectadora detrás de la pantalla.
A unos cuantos pasos de la entrada, sentí como alguien me tomaba del brazo, provocando que girara. Reboté con el pecho de Justin, y acto seguido, le di una cachetada, una fuerte y notoria cachetada. Mis lagrimas, dejando el orgullo a un lado en el olvido, salieron recorriendo mis mejillas. Fue entonces cuando me di cuenta de que todos los presentes nos miraban, tanto los meseros, el cajero, la de intendencia, hasta los demás clientes.
Justin subió su mano hasta su rostro, el lugar exacto donde mi mano había atentado contra su cara. Me miró perplejo, pero al mismo tiempo, arrepentimiento y vergüenza; si, sabía que yo tenía todo el derecho.
- Eres la persona mas engreída, estúpida, insensible y egolatra que alguna vez eh conocido. - dije entre dientes, casi escupiendo las palabras del coraje. - Suerte con tu próxima distracción, espero que te pudras en el infierno. - dije dándole un golpe en su pecho con el puño cerrado, para después salir corriendo del lugar, a algún sitio donde pudiera llorar en paz y tranquilidad. El que se enamora pierde... Y yo soy la idiota enamorada.
C O N T I N U A R A ~
CaarFabrii
Re: The Red Pawn
AHI LA DEJAS?????????????? EN ESE MOEMENTOOOOOOO!!! NO POR FAVOR LEAH RECUPERATE Y HAZLO SUFRIR A EL!
siguela plissssssssssssssssssss! :lloro: :lloro: :lloro: :lloro:
Te amo loqilla!
siguela plissssssssssssssssssss! :lloro: :lloro: :lloro: :lloro:
Te amo loqilla!
MeriiAybar
Re: The Red Pawn
Si, no sube mas caps! Yo quiero saber que pasa! Y además quiero que le de celos a Justin! Por malo :(alis1313 escribió:merii vamos a hacerle una huelga a caar vamos a levantar una tripulca xD
MeriiAybar
Re: The Red Pawn
Capitulo 29 - Buen Inicio de Semana
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Toqué el timbre secándome las lagrimas. Esperaba con todas mis fuerzas que fuera Bree quien me abriera, y no sus padres, ya que eran capaces de llamar al mio. No me atrevía a ir a mi casa, no aun, no así. Si mi papá me hubiera visto a las lagrimas, hubiera sospechado que no había ido a ir a ver a Bree como le inventé.
Esperé unos segundos mas, y volví a tocar el timbre por segunda vez, mientras que intentaba contener el llanto, quizás en vano, ya que ya era tarde para remediar mis ojos de sapo por haber estado llorando por quien sabe cuanto tiempo. De la nada, la figura de Tracy aparece sonriente en el umbral de la puerta, sonrisa que se desaparece al verme.
- ¿Leah? - Tracy frunció el ceño, y después sin nada que perder, me escondí en su pecho para empezar a llorar largo y tendido.
...
- ¿Por que no me habías dicho nada Leah? - la triste voz de Tracy preguntaba, aunque yo no me pondría a preocuparme por ella en aquel momento, tenía ya bastante encima.
- Tracy, Ya te lo explico, ¿Tenemos que volver a esa parte? - Bree acariciaba mi cabello, mientras que yo solo estaba recostada en la cama, abrazada al almohadón de Bree, llorando como magdalena. Jamás había sentido alguna sensación como esa, como si me faltara algo, un agudo dolor en el pecho, dificultad al respirar, como si todo el motor de mi vida hubiera desaparecido en un cerrar de ojos.
- Fue tan... Insensible. - comenté entre lloriqueo cada vez mas tranquilos. "Quizás me estoy quedando seca..." - como si quisiera que me doliera mas de la cuenta. - me levanté en la cama, sentándome frente a mis dos mejores amigas, las cuales me veían sin saber que hacer. Nunca antes me habían tenido que consolar, ni siquiera con la muerte de mi madre, en esa ocasión, yo estaba en México con mi familia, y con ella descargué todo el sentimiento, por lo que al regresar a Brownsville, solo quedaba tristeza, mas no llanto.
- Maldito infeliz....
- ¿Creen que me pasé con lo de "Púdrete en el infierno"? - pregunté mientras un montón de arrepentimiento llegaba otra vez. No quería decirlo, pero el calor de momento me obligó, no quería darle una bofetada, y lo peor es que dudaba de ser suficientemente coherente como para no ir a donde fuera que el estuviera y besarlo y pedirle perdón. ¿Que puedo decir? Soy la enamorada Masoquista, y el el Leon Inquebrantable.
- ¡Lo que le dijiste se quedó corto! - exclamó Tracy. - ¡Yo le hubiera dicho y hecho mas que el doble de lo que tu le hiciste. No te mates a ti misma con eso.- las lagrimas, sigilosas, comenzaron a salir. ¿Podía ser posible que aun con el corazón roto en miles de millones de pedazos, cada molécula siguiera latiendo con la misma fuerza al pensar en el? Lo amaba. Amaba a un chico insensible, calculador, egolatra, con aires de grande, idiota al triple de la palabra. Pero, ¿Como olvidar? ¿Como olvidar lo vivido en New York? Las miradas, las sonrisas, los besos, los te amo... Me había mentido, todo ese tiempo. Aquel te amo que dio fue solo parte de un juego en el que yo no sabía que participaba. La forma en la que me defendió ante su familia, fue solo una excusa para poderles gritar. Ahora lo sabía, y no podía dejar de reclamarme a mi misma: "Bien, Enamorada masoquista, ¿Donde esta tu enamorado? Lejos de ti, riéndose. Bien, enamorada masoquista, lograste tu cometido, te rompieron el corazón."
....
El fin de semana pasó sin nada que comentar, aparte de mi apatía hacia prácticamente cualquier cosa. No había mucho que decir tampoco, mi papá se lo pasó metido en la Iglesia, el domingo fuimos a misa como cada fin de semana, y pues, Sabrina era demasiado pequeña como para ponerse a sospechar algo.
Llegó el Lunes. Sin absolutamente nada de ánimos, me levanté a arreglarme. "Solo espero no llorar en cuanto lo vea... Mas bien, solo espero no verlo."
Aunque era primero de Febrero, y estábamos en el auge del Invierno, el calor había llegado antes a nosotros. Unos pescadores y una blusa sencilla azul, fue lo que decidí ponerme con una deliciosa temperatura de 29 grados centigrados. Dejé mi cabello suelto, "A El le gustaba olisquearlo mientras me besaba... Masoquista a la vista."
Desterré aquellos estúpidos pensamientos de mi cabeza, ya que me había prometido algo a mi misma: No dejaré que un corazón todo lo cambie todo, no como las ultimas semanas en la que la apatía me dominaba. Seré la misma de siempre, y no me importará el dolor, nada me quebrará.
Después de terminar de vestirme, salí al cuarto de Sabrina para vestirla a ella. Unos pantalones y una blusa sencilla aeropostales color rosado, junto con unos gua-raches del mismo tono. Empecé a cepillar su cabello; ella aun seguía adormilada, por lo que ni hablaba ni se expresaba cuando desenredaba algún rizo.
- ¿Listas? - la voz de mi papá en el pasillo se escucho.
- Ya vamos. - grité desde la habitación de mi hermana menor, para después cargarla en mis brazos y salir de allí. Tomé mi mochila, y la pequeña mochila de Sabrina, mientras que los 3 salíamos de la casa.
El corrido fue el normal, sin mucho que sobresaltar. Fuimos al Babycare de Sabrina, fui a dejarla, y luego regresé al coche, para después ir directamente a Perklin High School. Una vez allí, me despedí de mi papá y bajé a la acera. El aceleró en el coche, dejándome allí sola. Suspiré, no quería ir. "¿Que tal si me voy al Sunrise Mall a pasar el rato?" pensaba. "Ya faltaste un día Leah, no puedes faltar otro mas, menos por Jus... El." tragué gordo mientras avanzaba entre la puerta de entrada. Entonces, Vi dos cosas a la vez: Justin se encontraba al fondo del pasillo abrazando tierna mente a Josephine, y la maldita decoración de San Valentin, con corazones y cosas estúpidas del romance, acaparaban los pasillos. "Ja, Bonito inicio de semana".
C O N T I N U A R A ~
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Toqué el timbre secándome las lagrimas. Esperaba con todas mis fuerzas que fuera Bree quien me abriera, y no sus padres, ya que eran capaces de llamar al mio. No me atrevía a ir a mi casa, no aun, no así. Si mi papá me hubiera visto a las lagrimas, hubiera sospechado que no había ido a ir a ver a Bree como le inventé.
Esperé unos segundos mas, y volví a tocar el timbre por segunda vez, mientras que intentaba contener el llanto, quizás en vano, ya que ya era tarde para remediar mis ojos de sapo por haber estado llorando por quien sabe cuanto tiempo. De la nada, la figura de Tracy aparece sonriente en el umbral de la puerta, sonrisa que se desaparece al verme.
- ¿Leah? - Tracy frunció el ceño, y después sin nada que perder, me escondí en su pecho para empezar a llorar largo y tendido.
...
- ¿Por que no me habías dicho nada Leah? - la triste voz de Tracy preguntaba, aunque yo no me pondría a preocuparme por ella en aquel momento, tenía ya bastante encima.
- Tracy, Ya te lo explico, ¿Tenemos que volver a esa parte? - Bree acariciaba mi cabello, mientras que yo solo estaba recostada en la cama, abrazada al almohadón de Bree, llorando como magdalena. Jamás había sentido alguna sensación como esa, como si me faltara algo, un agudo dolor en el pecho, dificultad al respirar, como si todo el motor de mi vida hubiera desaparecido en un cerrar de ojos.
- Fue tan... Insensible. - comenté entre lloriqueo cada vez mas tranquilos. "Quizás me estoy quedando seca..." - como si quisiera que me doliera mas de la cuenta. - me levanté en la cama, sentándome frente a mis dos mejores amigas, las cuales me veían sin saber que hacer. Nunca antes me habían tenido que consolar, ni siquiera con la muerte de mi madre, en esa ocasión, yo estaba en México con mi familia, y con ella descargué todo el sentimiento, por lo que al regresar a Brownsville, solo quedaba tristeza, mas no llanto.
- Maldito infeliz....
- ¿Creen que me pasé con lo de "Púdrete en el infierno"? - pregunté mientras un montón de arrepentimiento llegaba otra vez. No quería decirlo, pero el calor de momento me obligó, no quería darle una bofetada, y lo peor es que dudaba de ser suficientemente coherente como para no ir a donde fuera que el estuviera y besarlo y pedirle perdón. ¿Que puedo decir? Soy la enamorada Masoquista, y el el Leon Inquebrantable.
- ¡Lo que le dijiste se quedó corto! - exclamó Tracy. - ¡Yo le hubiera dicho y hecho mas que el doble de lo que tu le hiciste. No te mates a ti misma con eso.- las lagrimas, sigilosas, comenzaron a salir. ¿Podía ser posible que aun con el corazón roto en miles de millones de pedazos, cada molécula siguiera latiendo con la misma fuerza al pensar en el? Lo amaba. Amaba a un chico insensible, calculador, egolatra, con aires de grande, idiota al triple de la palabra. Pero, ¿Como olvidar? ¿Como olvidar lo vivido en New York? Las miradas, las sonrisas, los besos, los te amo... Me había mentido, todo ese tiempo. Aquel te amo que dio fue solo parte de un juego en el que yo no sabía que participaba. La forma en la que me defendió ante su familia, fue solo una excusa para poderles gritar. Ahora lo sabía, y no podía dejar de reclamarme a mi misma: "Bien, Enamorada masoquista, ¿Donde esta tu enamorado? Lejos de ti, riéndose. Bien, enamorada masoquista, lograste tu cometido, te rompieron el corazón."
....
El fin de semana pasó sin nada que comentar, aparte de mi apatía hacia prácticamente cualquier cosa. No había mucho que decir tampoco, mi papá se lo pasó metido en la Iglesia, el domingo fuimos a misa como cada fin de semana, y pues, Sabrina era demasiado pequeña como para ponerse a sospechar algo.
Llegó el Lunes. Sin absolutamente nada de ánimos, me levanté a arreglarme. "Solo espero no llorar en cuanto lo vea... Mas bien, solo espero no verlo."
Aunque era primero de Febrero, y estábamos en el auge del Invierno, el calor había llegado antes a nosotros. Unos pescadores y una blusa sencilla azul, fue lo que decidí ponerme con una deliciosa temperatura de 29 grados centigrados. Dejé mi cabello suelto, "A El le gustaba olisquearlo mientras me besaba... Masoquista a la vista."
Desterré aquellos estúpidos pensamientos de mi cabeza, ya que me había prometido algo a mi misma: No dejaré que un corazón todo lo cambie todo, no como las ultimas semanas en la que la apatía me dominaba. Seré la misma de siempre, y no me importará el dolor, nada me quebrará.
Después de terminar de vestirme, salí al cuarto de Sabrina para vestirla a ella. Unos pantalones y una blusa sencilla aeropostales color rosado, junto con unos gua-raches del mismo tono. Empecé a cepillar su cabello; ella aun seguía adormilada, por lo que ni hablaba ni se expresaba cuando desenredaba algún rizo.
- ¿Listas? - la voz de mi papá en el pasillo se escucho.
- Ya vamos. - grité desde la habitación de mi hermana menor, para después cargarla en mis brazos y salir de allí. Tomé mi mochila, y la pequeña mochila de Sabrina, mientras que los 3 salíamos de la casa.
El corrido fue el normal, sin mucho que sobresaltar. Fuimos al Babycare de Sabrina, fui a dejarla, y luego regresé al coche, para después ir directamente a Perklin High School. Una vez allí, me despedí de mi papá y bajé a la acera. El aceleró en el coche, dejándome allí sola. Suspiré, no quería ir. "¿Que tal si me voy al Sunrise Mall a pasar el rato?" pensaba. "Ya faltaste un día Leah, no puedes faltar otro mas, menos por Jus... El." tragué gordo mientras avanzaba entre la puerta de entrada. Entonces, Vi dos cosas a la vez: Justin se encontraba al fondo del pasillo abrazando tierna mente a Josephine, y la maldita decoración de San Valentin, con corazones y cosas estúpidas del romance, acaparaban los pasillos. "Ja, Bonito inicio de semana".
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CaarFabrii
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