The One Who Came To Save Me {L.P}

Miró el reloj que se encontraba colgado en la pared de su habitación por décima vez y acomodó un poco su ropa. Llevaba una camisa holgada blanca, junto a un short de negro y unas converse. Recogió su largo cabello rubio en un moño y tomó su bolso. No se veía más hermosa que las demás chicas de su Universidad, pero tampoco estaba mal. 
 
El timbre de su departamento sonó y pudo imaginarse quién era. Sonrió algo nerviosa y se apresuró en abrir. Sabía que estaba cometiendo un error en acercarse demasiado a alguien, pero a la vez lo necesitaba.
 
Al abrirla, se encontraba Liam quien vestía con una camisa roja a cuadros y unos jeans azules ajustados. Juntos con unas zapatillas negras y blancas.
 
—Hola... —Dijo con una sonrisa al verla — Gracias por aceptar, en verdad no conozco a nadie y pensé que ir acompañado haría que no me sintiera tan solo.
 
—Am, no te preocupes. —Respondió a la vez que bajaba su vista hacia el suelo.
 
—¿Vamos? —Le preguntó y ella asintió, pero antes de que Hanna pudiera avanzar, Liam la tomó del brazo y le quitó su bolso para llevarlo él. La rubia quedó algo sorprendida ante esa acción. Casi nunca hacían algo por ella y esto era nuevo, y extraño.
 
—Es lo mínimo que puedo hacer para agradecerte —le explicó.
 
Al llegar al ascensor, solo tardó unos pocos minutos para que las puertas se abrieran y poder dirigirse al estacionamiento, donde Liam abrió la puerta delantera del copiloto. Ella le agradeció con una tierna sonrisa y Liam se la devolvió. 
 
Después de que rodeara el auto y al fin poder subirse, se pusieron en marcha. Como no vivían muy lejos, el camino fue corto, aunque, ninguno de los dos haya hablado durante el recorrido.
 
Cuando quiso estacionar, un auto descapotable negro les quitó el lugar. Liam protestó, pero Hanna evitó una pelea.
 
—No continúes. Es inútil hablar con ellas... —El la miró confundido —Créeme lo sé, y si no quieres comenzar mal este año, simplemente no busques pelea —realizó una mueca.
 
—¿Bromeas, verdad? ¿Resulta que no puedo defenderme? —Preguntó al instante en el que ella dejó de hablar —. Hanna, ¿Qué te hicieron?  —Dijo su nombre serio mientras estacionaba en otro lugar, lejos de aquella multitud.
 
—Nada... —Susurró mientras negaba con su cabeza —Amm ¿Tienes que ir a buscar tus horarios cierto? —El asintió algo molesto- ¿Quieres que te acompañe?
 
—Claro —Antes de bajar, Liam la detuvo haciendo que la mirara —Esta conversación aún no ha terminado... Hanna me caes bien, sé que apenas te conozco, pero lo haces, y si alguien te molesta, tienes que contarlo —Por su voz, notó que hablaba enserio, pero la poca confianza que alguna vez tuvo, la perdió hace tiempo. No es que creyera que Liam era un mal chico, no. Pero, no iba a arriesgarse  Además, lo descubriría en pocos segundos.
 
Le abrió nuevamente la puerta, y mientras que ella tomaba su bolso, Liam no dejaba de observarla. Era increíble como en pocos minutos, una persona puede llegarte a agradar demasiado. Pero, la notaba tan vulnerable, que sentía que debía protegerla de alguna manera.
 
Liam soltó un silbido cuando entró a la Universidad, por fuera se veía algo antigua, pero por dentro es realmente sorprendente. "Universidad de ricos" se dijo a si mismo. Aunque, nadie sabe por ahora que tiene una beca, no desea que  se enteren. Ni siquiera Hanna.
 
—¿A dónde irás? —Le preguntó la rubia y el frunció el ceño —. Me refiero si a deportes o Artes... — Dijo mientras abría la puerta de vidrio y se dirigían a la secretaría. Allí Amanda, la secretaria, una mujer de unos cuarenta años los atendió.
 
—Ambos —respondió en voz baja mientras le pedía los horarios a la mujer. Hanna quedó sorprendida, ¿Ambos? Eso era una locura, en verdad requería de muchísimo esfuerzo mantener todas las notas simplemente con Artes, y Liam hará ambas cosas... "Una verdadera locura" Se corrigió a sí misma. En verdad la había sorprendido.
 
Mientras que salían del lugar, se encontró a una persona familiar. Hanna trató de recordar su nombre, porque en verdad, ella es mala para hacerlo. “¡Karol!”  Recordó y se aproximó a hablarle.
 
—Hanna —la saludó con un corto abrazo, el cual ella correspondió algo incómoda — Te presento a Ana Villar – señaló a una joven de estatura media, cabello castaño liso, por debajo de lo hombros y unos grandes ojos azules.
 
—Hola —dijo con una sonrisa y le extendió su mano. Hanna la tomó, imitando el gesto. Llevaba el buzo del equipo de fútbol, por lo que le fue fácil saber a dónde pertenecía.
 
—Amm el es Liam —respondió ya que ambas se lo quedaron observando con una gran curiosidad. Hasta pensó que fue algo divertido.
 
—¿Cómo están? —Les preguntó. Pero el sonido del timbre los interrumpió —Bueno, luego nos vemos... —Antes de que Hanna le respondiera, un chico con hermosos ojos color claro, cabello corto y castaño claro, de tez blanca y alta estatura se acercó.
 
—Hola —se dirigió a todos, para luego tomar la mano de Karol y entrelazarlas. En ese momento, la rubia sintió una inmensa tristeza por no tener lo que ella si tenía. Amor.
 
—Casi se me olvida, el es Finn Harries  —Lo observó —, mi novio... —Hanna notó que se regalaban sonrisas que solo ellos comprendían. Trató de sonreír, ya que en verdad estaba feliz por ellos, pero una herida dentro de ella comenzó a abrirse nuevamente. Nadie estaría con ella, no después de saber su horrible pasado. Sólo se alejarían. Incluyendo a un chico tan amable como Liam.
 
 
 
Las clases del señor Morrinson eran bastante aburridas, le gustaba la música, pero prefería tocar algún instrumento o cantar, en vez de aprender sobre ésta.
 
—Señorita Evans si no le agrada esta clase la invito a que se retire —Dijo él para luego escuchar la disculpa de la joven a la que se había dirigido. A ella si la reconocía, era Helen Evans. Es de alta estatura, figura esbelta, largas pierna y tonificada, de una pequeña cintura y un vientre plano. Su rostro era más bien angelical con unos hermosos y envidiables ojos azules como el cielo y unos labios rosados. Su cabello tiene péquelas ondas de un color castaño casi rubio.
 
Aunque casi nunca se habla con ella, una vez lo hizo. Cuando tuvo que entregar un trabajo grupal en esta clase el año pasado. El simple hecho de que Helen se ofreciera para trabajar con Hanna hizo que  le agradara enseguida. Pero, como siempre, su conversación con ella terminó allí.
 
Luego de que las horas pasaran, por fin el amado timbre sonó. Pero, lamentablemente, era la hora del almuerzo. La última vez, su ropa nueva terminó sucia y su cabello lleno de un líquido desconocido. 
 
Tomó todo el valor que pudo y pensó en Liam y sus dos nuevas amigas. Por unos minutos, mientras que se dirigía a la cafetería, pensó que su vida podría estar mejorando. Tal vez, estar con ellos la ayudaría en lograr un cambio de actitud. Pero, sus pensamientos fueron interrumpidos, cuando Jake se le acercó, volcando su almuerzo sobre ella, logrando la risa de todos los que se encontraban allí observando y presenciando esa escena, todos menos Liam, Karen, Finn y Ana. Sin saber qué  hacer cuando los observó, salió corriendo encerrándose en uno de los compartimientos de los baños y rompiendo en llanto.