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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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[Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
Tienes que seguirla...s'il vous plaît!!!
JB&1D2
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
Continuación....
—Esto es con lo que yo he soñado. —Su respiración era entrecortada, su voz gutural—. Viéndote tomarme, abrazándome. Sintiendo tu coño apretado a mi alrededor como un fuerte puño.
Las caderas de ella se alzaron bruscamente, y entre un quebrado aliento y el siguiente, la erección se hundió enérgicamente en su interior, y con el aumento de sensaciones vino un aumento de primitiva ferocidad que ella no sabía que poseía. Levantó las piernas, envolviéndose posesivamente a su alrededor, subiendo las caderas hacia él, tomándolo todo, más profundamente que antes, más fuerte que antes. Pasó las uñas sobre el pecho salpicado de vello, peinando a través de los negros rizos húmedos de sudor antes pasar casi rozando a lo largo del abdomen y subir de nuevo. Sólo para tocarlo, para sentir los estremecimientos a través de su cuerpo. Entonces se movió debajo de él, luchando por el dominio mientras observaba sus ojos entrecerrados un segundo antes que él le diera lo que quería. Sorprendentemente. Cambió de posición, poniéndose de espaldas mientras la levantaba sobre él, sin separarse, empujando más profundo mientras ella se montaba a horcajadas y empezaba a moverse. Sentir su polla moviéndose dentro de ella era exquisito. La forma en que la estiraba, la hacía arder. El latido de la sangre en el eje palpitando y oscilando contra las sensibles paredes interiores la volvió loca de necesidad. Quería más sensaciones, embates más fuertes, una quemazón más intensa.
—Reduce la velocidad. —Le agarró las caderas con las manos cuando empezó a empalarse sobre él.
—No. —_____ sacudió la cabeza con furia—. Todavía no. Déjame...
—No vas a correrte todavía, ____. —Su voz fue convincente. Dominante. Tan dominante como las manos que contenían sus caderas y la reprimían de montarlo como necesitaba.
—Necesito correrme otra vez, Kevin. —Se avergonzaría del quejido de su voz más tarde—. Sólo una vez más. Ahora.
Se flexionó sobre él, haciendo presión mientras su polla la acariciaba internamente.
—Pronto, cariño. —Hizo una mueca—. Pronto... ¡Ah joder!
Descendió la parte superior de su cuerpo, los labios yendo hacia el plano y duro pezón que ella mordisqueó ligeramente, luego lo lamió, probando el salado sabor masculino de su carne y el calor de su lujuria.
Las caderas se agitaron debajo de ella, la polla se hundió vehementemente dentro de ella, sólo una vez. Sólo una vez cuando ella necesitaba mucho más.
—Tranquila, carita-linda —gimió, permitiendo que se moviera poco a poco, actuando sobre la gruesa y rígida carne que la empalaba con insignificantes caricias.
— Kevin, por favor. Necesito... —No estaba segura de lo que necesitaba. Salvaje. Duro. Dios sí, lo necesitaba tanto—. Duro. Fóllame duro.
No puedo soportarlo. Las caderas se agitaron ante el destrozado ruego. Kevin pudo sentir apretarse más sus pelotas, su polla flexionándose, sacudiéndose dentro de ella con la necesidad de correrse. Y una parte de él necesitaba saborearlo. Conteniéndola, alargando el exquisito tormento hasta el punto que cuando viniera la explosión, ella sabría, en las profundidades de su alma, exactamente a quien pertenecía. Sacó una mano de la cadera mientras la otra se quedaba, obligándola al ritmo más lento que él quería. A los largos y dulces empujes que la obligaban a sentir cada centímetro de su polla tomándola, poseyéndola. Sólo durante un momento más. La mano libre se prendió en su pelo, tirándole la cabeza hacia arriba mientras cambiaba de posición para el beso.
—Ven aquí, _____ —susurró—. Bésame, cariño. Muéstrame cuanto me necesitas.
Ella no dudó. La pasión y el hambre oscurecieron sus ojos color chocolate y ruborizaron sus mejillas. Descendió la cabeza, los labios encontrándose con su entusiasmo mientras la hacía rodar de espaldas, moviéndose entre sus muslos, sintiendo el coño apretado mientras se retiraba, luego se agarró otra vez con fuerza mientras empujaba dentro de ella una vez más. El sudor cubrió ambos cuerpos mientras ella enroscaba las piernas alrededor de sus caderas y la lengua de él buscaba las apasionadas profundidades de su boca. Estaba perdido en el interior de ella. Kevin gimió, gruñó, inclinó los labios sobre los de ella y le dio a su polla la libertad para follarla como ella necesitaba. Profundo. Duro. Empezó a mecerse en su interior, luchando por mantener el control, luchando por atormentarlos a ambos sólo un poco más. Pero el placer era demasiado intenso, demasiado fuerte. En unos segundos la estaba follando con un hambre primitiva que debería haberle hecho recelar. Como si nunca hubiera follado anteriormente, ni conocido el toque de una mujer con anterioridad.
_______ pudo sentir como gritaba en su beso. Sus manos le acariciaban los hombros, la parte superior de la espalda. Las uñas arañando y raspando, las palmas rogando por tocar la piel de él. Su beso fue como el fuego salvaje. La sensación de su polla follando fuerte y profundo dentro de ella añadió un exceso de emoción. Cada golpe que se precipitaba, cada fuerte empuje la arrojaba más alto, la arrastraba más profundo dentro del vórtice que la azotaba. Hasta que al final, sus sentidos explotaron bajo el impacto. El orgasmo la atravesó, extendiéndose por su mente y dejando el caos a su paso, detonando por su carne y convulsionando a través de su matriz hasta que sus gritos rotos se unieron con el fuerte grito masculino de liberación de Kevin. Notó los abrasadores chorros de semen llenándola, provocando otra explosión, otra inundación de éxtasis. Duraría para siempre; no duraría lo suficiente. Se desplomó debajo de él, luchando por respirar, segura de que nunca podría aspirar suficiente aire, cuando él empezó a moverse otra vez.
— Kevin. —Su voz fue tímida, no una protesta de verdad, quizás una cuestión de sensatez. Todavía estaba duro, todavía hambriento, y en unos segundos, ella pudo notar que su propio placer aumentaba otra vez. Esta vez, cuando rodó de espaldas y la puso encima, no tenía la resistencia para combatir las lentas y lánguidas embestidas que él exigía. Necesitaba dureza y rapidez, pero sus músculos estaban relajados, demasiado desgastados y drenados para sacar la energía para esto. Se alzó sobre él, las manos apoyadas en el pecho, sintiendo sus palmas acariciando sobre la espalda y caderas, y se movió sobre él con creciente placer.
—Qué bonita. —Su voz era tensa, hambrienta—. Así es, corazón. Cabalga mi polla. Cabálgala como si la desearas.
¿Cómo si la deseara? Lo había amado toda su vida, y él no lo había sabido. Él no podía saberlo. Y su cuerpo dolía por él. Las solitarias noches, enroscada como una pelota porque el dolor era tan fuerte. Los sueños y las fantasías la habían sostenido. Hasta ahora.
Arqueó la espalda cuando se levantó, las manos ahora agarraron sus poderosos brazos utilizándolos para sujetarse cuando empezó a subir y a bajar, sintiéndolo hundirse dentro de ella, frotando las delicadas terminaciones nerviosas, estirando el sensible tejido hasta que el mundo le dio vueltas, y ella no reconoció nada más que su toque, nada más que la sensación de él invadiendo su cuerpo. Su alma. La vagina latió alrededor de él, más apretada por el orgasmo que la había llenado minutos antes, hinchando los músculos que rodeaban la lanza de su carne y enviando un atormentador placer que le inundó el organismo. La liberación que la sobrecogió largos, largos minutos más tarde fue más perezosa, más lenta, pero no menos intensa. Y después de eso, ya entrada la noche, cada liberación la golpeó más fuerte en el interior de su alma. No era como la primera vez. Había estado borracho, un poco más rudo, y la había tomado con prisa más que finura. Kevin no tuvo ese problema esta noche. No hubo vacilación, ni torpeza; sólo había hambre, intensidad, y fuerza. El erotismo llenó cada toque, y su voz, gutural y áspera, explícita y dominante, llenó su cabeza. Con el tiempo se desmoronó a su lado y la arrastró contra su pecho, ella estaba empapada de sudor, sumergida en la esencia de su lujuria, y al borde del completo agotamiento. Envolvió la mano alrededor de un seno mientras su pecho, detrás de ella, subía y bajaba por la respiración.
—Mía —le recordó, la voz ronca, exhausta—. Recuerda eso, _______. Eres mía. Mía. No de ellos. No una de las compañeras de juegos de los Chicos Traviesos. Sólo de Kevin.
es corto pero mañana les subo mas :)
—Esto es con lo que yo he soñado. —Su respiración era entrecortada, su voz gutural—. Viéndote tomarme, abrazándome. Sintiendo tu coño apretado a mi alrededor como un fuerte puño.
Las caderas de ella se alzaron bruscamente, y entre un quebrado aliento y el siguiente, la erección se hundió enérgicamente en su interior, y con el aumento de sensaciones vino un aumento de primitiva ferocidad que ella no sabía que poseía. Levantó las piernas, envolviéndose posesivamente a su alrededor, subiendo las caderas hacia él, tomándolo todo, más profundamente que antes, más fuerte que antes. Pasó las uñas sobre el pecho salpicado de vello, peinando a través de los negros rizos húmedos de sudor antes pasar casi rozando a lo largo del abdomen y subir de nuevo. Sólo para tocarlo, para sentir los estremecimientos a través de su cuerpo. Entonces se movió debajo de él, luchando por el dominio mientras observaba sus ojos entrecerrados un segundo antes que él le diera lo que quería. Sorprendentemente. Cambió de posición, poniéndose de espaldas mientras la levantaba sobre él, sin separarse, empujando más profundo mientras ella se montaba a horcajadas y empezaba a moverse. Sentir su polla moviéndose dentro de ella era exquisito. La forma en que la estiraba, la hacía arder. El latido de la sangre en el eje palpitando y oscilando contra las sensibles paredes interiores la volvió loca de necesidad. Quería más sensaciones, embates más fuertes, una quemazón más intensa.
—Reduce la velocidad. —Le agarró las caderas con las manos cuando empezó a empalarse sobre él.
—No. —_____ sacudió la cabeza con furia—. Todavía no. Déjame...
—No vas a correrte todavía, ____. —Su voz fue convincente. Dominante. Tan dominante como las manos que contenían sus caderas y la reprimían de montarlo como necesitaba.
—Necesito correrme otra vez, Kevin. —Se avergonzaría del quejido de su voz más tarde—. Sólo una vez más. Ahora.
Se flexionó sobre él, haciendo presión mientras su polla la acariciaba internamente.
—Pronto, cariño. —Hizo una mueca—. Pronto... ¡Ah joder!
Descendió la parte superior de su cuerpo, los labios yendo hacia el plano y duro pezón que ella mordisqueó ligeramente, luego lo lamió, probando el salado sabor masculino de su carne y el calor de su lujuria.
Las caderas se agitaron debajo de ella, la polla se hundió vehementemente dentro de ella, sólo una vez. Sólo una vez cuando ella necesitaba mucho más.
—Tranquila, carita-linda —gimió, permitiendo que se moviera poco a poco, actuando sobre la gruesa y rígida carne que la empalaba con insignificantes caricias.
— Kevin, por favor. Necesito... —No estaba segura de lo que necesitaba. Salvaje. Duro. Dios sí, lo necesitaba tanto—. Duro. Fóllame duro.
No puedo soportarlo. Las caderas se agitaron ante el destrozado ruego. Kevin pudo sentir apretarse más sus pelotas, su polla flexionándose, sacudiéndose dentro de ella con la necesidad de correrse. Y una parte de él necesitaba saborearlo. Conteniéndola, alargando el exquisito tormento hasta el punto que cuando viniera la explosión, ella sabría, en las profundidades de su alma, exactamente a quien pertenecía. Sacó una mano de la cadera mientras la otra se quedaba, obligándola al ritmo más lento que él quería. A los largos y dulces empujes que la obligaban a sentir cada centímetro de su polla tomándola, poseyéndola. Sólo durante un momento más. La mano libre se prendió en su pelo, tirándole la cabeza hacia arriba mientras cambiaba de posición para el beso.
—Ven aquí, _____ —susurró—. Bésame, cariño. Muéstrame cuanto me necesitas.
Ella no dudó. La pasión y el hambre oscurecieron sus ojos color chocolate y ruborizaron sus mejillas. Descendió la cabeza, los labios encontrándose con su entusiasmo mientras la hacía rodar de espaldas, moviéndose entre sus muslos, sintiendo el coño apretado mientras se retiraba, luego se agarró otra vez con fuerza mientras empujaba dentro de ella una vez más. El sudor cubrió ambos cuerpos mientras ella enroscaba las piernas alrededor de sus caderas y la lengua de él buscaba las apasionadas profundidades de su boca. Estaba perdido en el interior de ella. Kevin gimió, gruñó, inclinó los labios sobre los de ella y le dio a su polla la libertad para follarla como ella necesitaba. Profundo. Duro. Empezó a mecerse en su interior, luchando por mantener el control, luchando por atormentarlos a ambos sólo un poco más. Pero el placer era demasiado intenso, demasiado fuerte. En unos segundos la estaba follando con un hambre primitiva que debería haberle hecho recelar. Como si nunca hubiera follado anteriormente, ni conocido el toque de una mujer con anterioridad.
_______ pudo sentir como gritaba en su beso. Sus manos le acariciaban los hombros, la parte superior de la espalda. Las uñas arañando y raspando, las palmas rogando por tocar la piel de él. Su beso fue como el fuego salvaje. La sensación de su polla follando fuerte y profundo dentro de ella añadió un exceso de emoción. Cada golpe que se precipitaba, cada fuerte empuje la arrojaba más alto, la arrastraba más profundo dentro del vórtice que la azotaba. Hasta que al final, sus sentidos explotaron bajo el impacto. El orgasmo la atravesó, extendiéndose por su mente y dejando el caos a su paso, detonando por su carne y convulsionando a través de su matriz hasta que sus gritos rotos se unieron con el fuerte grito masculino de liberación de Kevin. Notó los abrasadores chorros de semen llenándola, provocando otra explosión, otra inundación de éxtasis. Duraría para siempre; no duraría lo suficiente. Se desplomó debajo de él, luchando por respirar, segura de que nunca podría aspirar suficiente aire, cuando él empezó a moverse otra vez.
— Kevin. —Su voz fue tímida, no una protesta de verdad, quizás una cuestión de sensatez. Todavía estaba duro, todavía hambriento, y en unos segundos, ella pudo notar que su propio placer aumentaba otra vez. Esta vez, cuando rodó de espaldas y la puso encima, no tenía la resistencia para combatir las lentas y lánguidas embestidas que él exigía. Necesitaba dureza y rapidez, pero sus músculos estaban relajados, demasiado desgastados y drenados para sacar la energía para esto. Se alzó sobre él, las manos apoyadas en el pecho, sintiendo sus palmas acariciando sobre la espalda y caderas, y se movió sobre él con creciente placer.
—Qué bonita. —Su voz era tensa, hambrienta—. Así es, corazón. Cabalga mi polla. Cabálgala como si la desearas.
¿Cómo si la deseara? Lo había amado toda su vida, y él no lo había sabido. Él no podía saberlo. Y su cuerpo dolía por él. Las solitarias noches, enroscada como una pelota porque el dolor era tan fuerte. Los sueños y las fantasías la habían sostenido. Hasta ahora.
Arqueó la espalda cuando se levantó, las manos ahora agarraron sus poderosos brazos utilizándolos para sujetarse cuando empezó a subir y a bajar, sintiéndolo hundirse dentro de ella, frotando las delicadas terminaciones nerviosas, estirando el sensible tejido hasta que el mundo le dio vueltas, y ella no reconoció nada más que su toque, nada más que la sensación de él invadiendo su cuerpo. Su alma. La vagina latió alrededor de él, más apretada por el orgasmo que la había llenado minutos antes, hinchando los músculos que rodeaban la lanza de su carne y enviando un atormentador placer que le inundó el organismo. La liberación que la sobrecogió largos, largos minutos más tarde fue más perezosa, más lenta, pero no menos intensa. Y después de eso, ya entrada la noche, cada liberación la golpeó más fuerte en el interior de su alma. No era como la primera vez. Había estado borracho, un poco más rudo, y la había tomado con prisa más que finura. Kevin no tuvo ese problema esta noche. No hubo vacilación, ni torpeza; sólo había hambre, intensidad, y fuerza. El erotismo llenó cada toque, y su voz, gutural y áspera, explícita y dominante, llenó su cabeza. Con el tiempo se desmoronó a su lado y la arrastró contra su pecho, ella estaba empapada de sudor, sumergida en la esencia de su lujuria, y al borde del completo agotamiento. Envolvió la mano alrededor de un seno mientras su pecho, detrás de ella, subía y bajaba por la respiración.
—Mía —le recordó, la voz ronca, exhausta—. Recuerda eso, _______. Eres mía. Mía. No de ellos. No una de las compañeras de juegos de los Chicos Traviesos. Sólo de Kevin.
es corto pero mañana les subo mas :)
aranzhitha
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
Sube otro cap ahora no seas malita...
:bounce:
:bounce:
JB&1D2
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
Aww Es de Kevin!!!!! :love:
SOLO DE KEVIN!!!!!! xD
Regrese :D Siguelaaa Pleaseee!!
No me dejes asi!!! Con la Duda Quiero saber Que Sigue!!!
Siguelaaa!
SOLO DE KEVIN!!!!!! xD
Regrese :D Siguelaaa Pleaseee!!
No me dejes asi!!! Con la Duda Quiero saber Que Sigue!!!
Siguelaaa!
Vanee LovatoD'Jonas
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
Me van a querer matar :twisted: pero no me pude resistir a dejarlas con la intriga jajaja que malvada soy :risa:
Capítulo 14
—¿Cuéntame sobre tus amantes?
La mirada de ______ se levantó de los restos del completo desayuno que había preparado a la mañana siguiente, mientras Kevin estaba en la ducha, hasta la glacial mirada color verde pálido. De verdad esperaba que olvidara eso.
—Yo no dije que fueran mis amantes. Lo hiciste tú —señaló ella mientras ponía el tenedor en el plato y se acababa lo que le quedaba del café. No merecía explicaciones, y las relaciones de Mark y Ty eran privadas. Ella no lo haría sentirse mejor o calmaría su pequeña mente dándole explicaciones que nunca debería haber pedido.
—Dormías con ellos. Lo admitiste. —Le frunció el ceño.
—¿Y? —Ella se levantó de la mesa, recogió los platos y tazas, y caminó hacia el fregadero—. ¿Te pregunto yo, sobre tus amantes anteriores, Kevin? ¿Cuántas has compartido? ¿Cuántas no? ¿Te he pedido que me expliques ese surtido?
Se dio la vuelta para encararlo, apoyando la espalda contra el mostrador y observando cómo apretaba la mandíbula con enfadada tensión.
—No me alejé ti por el compartir —le dijo con severidad—. Lo hiciste tú.
—Mark y Ty nunca, en ningún momento trajeron otra mujer a su cama, u otro hombre. ¿Me habrían amado Joe y Nick lo suficiente para abandonar a las otras mujeres? No lo creo.
Mark y Ty nunca habían sido sus amantes. Ellos eran amantes. A veces sin embargo, cuando las noches eran demasiado oscuras y el dolor la perseguía demasiado de cerca, ellos la llevaban a su cama como muchos padres harían con un niño. Allí, la abrigaban entre ellos y le daban la calidez que necesitaba en ese momento. Los ojos de él se entrecerraron mientras su expresión se volvía glacial.
—No voy a discutir contigo sobre esto. —Al fin ella sacudió la cabeza cuando miró el reloj—. La tienda de maderas abrirá en media hora. Deberíamos ir. —Nunca abro. —Se encogió de hombros.
—Lo cual es una pésima manera de promocionar el propio negocio en la zona —le informó—. Y sé que sabes hacerlo mejor, Kevin. Eres más que un hombre de negocios. Además, tengo trabajo que hacer, y trabajo mejor por la mañana.
—Mi negocio. —Su sonrisa era tensa y dura—. No el tuyo.
—Mientras me paguen por organizar y llevar ese agujero del infierno de oficina, tengo un interés personal en tu negocio —le dijo dulcemente—. Y reteniéndome aquí como rehén porque no te gustan mis respuestas no vas a conseguir lo que quieres.
Él se apartó de la mesa. A pesar de su tamaño y del evidente poder de su cuerpo, se movía silenciosamente, con gracia. Como una pantera merodeando, sus verdes ojos de predador entrecerrados y brillantes detrás de las pestañas negras como el azabache, su cuerpo tenso pero preparado. Como si ella tratase de escaparse de él. En cambio ________ se mantuvo firme, los brazos cruzados sobre el pecho mientras lo contemplaba cautelosamente.
—Ese almacén puede arder hasta los cimientos y me importaría un pimiento —hizo un gesto desdeñoso, escandalizándola con la furia latente en su voz—. Lo mantengo para cabrear a los parientes farisaicos que tratan con tanto ahínco de quitármelo, punto. Su éxito no es más que suerte.
Ella no lo creyó. Lo conocía mejor. Él quería fingir que lo odiaba, pero las historias relatadas ayer por los empleados le mostraron algo totalmente diferente. Kevin se ocupaba del negocio, pero por alguna razón rehusaba admitirlo.
—Era el negocio de tu padre. —Tanteó el terreno con tacto—. Sé que tu relación con él no era próxima, pero seguramente no lo odiabas tanto como para que afectara al almacén.
—Apostaría que está retorciéndose en su tumba. —La sonrisa de Kevin era tensa y despiadada—. He contratado personas de las familias que más odiaba, he dado crédito a ciertas personas a las que él nunca se los habría dado. El hecho de que ese maldito lugar haga dinero nunca deja de sorprenderme. —Negó con la cabeza como si realmente no tuviera sentido para él. Pero cuando despidió al gerente que lo había engañado, el actual encargado de sección le había contado a _______ que Kevin prácticamente vivía en su oficina hasta que tuvo los libros y el almacén en orden.
Tenía instinto para lo que necesitaba la gente y para lo que querían, y contrataba personas que pudieran proporcionárselo. Y cada empleado había sido contratado por él personalmente.
—Bien, de todas formas necesito tu ayuda —le dijo ella con firmeza—. Tu encargada, Layla Matcher, lleva bastante bien las cosas, pero estaba revisando algunos de los nuevos catálogos que crían polvo en la oficina y me di cuenta de que no habías hecho todavía el pedido de Navidad. Tienes que hacerlo.
—Ya está. —Sus labios se curvaron de asco, asco de sí mimo. Ella pudo decir por su expresión que admitirlo no le sentó bien.
—Entonces necesito ordenar el archivo. —Se giró y enjuagó los platos—. También necesitamos conseguir un montón de archivadores más grandes de los que he utilizado. El chico del almacén que envié ayer por los archivadores no llegó antes de que me fuera.
—Están esperando en la oficina. —Si su voz se podía volver más brusca, lo hizo. _______ ocultó su sonrisa mientras apilaba los platos en el lavaplatos.
—Bien; entonces comprueba el problema que Layla me contó que estaba creciendo en el almacén de detrás de la tienda. Por alguna razón, los pedidos se han perdido con sorprendente regularidad la última semana. Algunos de tus mejores contratistas han amenazado con utilizar la cadena de almacenes en vez de Jonas a causa del desorden.
Se volvió a tiempo de captar como entrecerraba los ojos.
—¿Por qué Layla no me informó de esto cuando empezó? —Sus labios se aplastaron de irritación.
—Comprueba los mensajes de tu móvil. —Se encogió de hombros—. Dejó varios mensajes.
Entonces una mueca poco sutil intensificó su expresión.
—Tuve un problema con el teléfono la semana pasada.
—Entonces tienes que ir. —Atravesó la cocina hacia dónde yacía el bolso sobre el extremo del mostrador. Antes de que pudiera hacer la mitad del camino, Kevin le atrapó el brazo y la giró con firmeza para encararlo.
—No empieces a tratar de organizarme la vida, ______. Eres la única chantajeada aquí, no yo. Es el límite al que te dejaré llegar.
Ella contuvo la sonrisa; regodearse no era la mejor forma de manejar a Kevin.
—Sigue diciéndote eso —le dijo en cambio—. Y mientras estás en eso, pregúntate lo mismo que tuve que preguntarme anoche en algún momento cuando trataba de recuperar el aliento. No chantajearías a alguien que creyeras era un criminal, Kevin, y ambos lo sabemos. No más de lo que querrías ver a alguien inocente en prisión. Sin importar el coste. ¿Así que qué estás haciendo en esta relación?
—Consiguiendo el polvo de mi vida —le espetó. Sus labios hicieron un movimiento nervioso.
—Entonces lo conseguiste —consintió, soltando el brazo de su agarre y yendo hacia el bolso, entonces se giró y lo miró por encima del hombro—. Ahora, la pregunta es, ¿qué pretendes en realidad hacer con eso? O conmigo, para el caso. Porque ambos somos lo suficientemente inteligentes para saber que lo que no vas a hacer es entregarme a la Seguridad Nacional. Joderme hasta la muerte, quizás, pero no me entregarías.
—¿Te apuestas la vida?
—Sí. —Asintió lentamente—. Me apuesto la vida en eso.
Era una maldita buena cosa que su hermano la hubiera criado, pensó _______ más tarde mientras entraban en el aparcamiento detrás del almacén de madera señalado “Sólo para Empleados”. Porque Kevin era cascarrabias, gruñón y un grano en el culo sólo porque sí. Por su experiencia con Alex, podía decir que el factor de irritabilidad masculina estaba en su apogeo. Pero él no había llamado al agente al mando, y estaba casi segura que no había agentes en camino para detenerla. Podría tener suerte, y que lo peor con lo que tuviera que tratar fuera un Kevin cascarrabias. No es que responder a su propia pregunta en medio de la noche hubiera sido fácil. Porque _____ había sabido desde esa primera noche que Kevin no la arrestaría, y que no quería verla apresada. Él sabía que no estaba involucrada. ¿Entonces por qué se dejaba chantajear? Tuvo que abstenerse de colocar la palma contra el abdomen mientras iban desde la casa flotante hasta la tienda. Eso era por lo que ella se había dejado chantajear. Porque nada se había acabado cuando abandonó Somerset ocho años antes. Pero todo se había perdido. Sus sueños. El hombre que había amado lo que parecía la mayor parte de su vida. Y el niño que se había llevado de esa noche.
Capítulo 14
—¿Cuéntame sobre tus amantes?
La mirada de ______ se levantó de los restos del completo desayuno que había preparado a la mañana siguiente, mientras Kevin estaba en la ducha, hasta la glacial mirada color verde pálido. De verdad esperaba que olvidara eso.
—Yo no dije que fueran mis amantes. Lo hiciste tú —señaló ella mientras ponía el tenedor en el plato y se acababa lo que le quedaba del café. No merecía explicaciones, y las relaciones de Mark y Ty eran privadas. Ella no lo haría sentirse mejor o calmaría su pequeña mente dándole explicaciones que nunca debería haber pedido.
—Dormías con ellos. Lo admitiste. —Le frunció el ceño.
—¿Y? —Ella se levantó de la mesa, recogió los platos y tazas, y caminó hacia el fregadero—. ¿Te pregunto yo, sobre tus amantes anteriores, Kevin? ¿Cuántas has compartido? ¿Cuántas no? ¿Te he pedido que me expliques ese surtido?
Se dio la vuelta para encararlo, apoyando la espalda contra el mostrador y observando cómo apretaba la mandíbula con enfadada tensión.
—No me alejé ti por el compartir —le dijo con severidad—. Lo hiciste tú.
—Mark y Ty nunca, en ningún momento trajeron otra mujer a su cama, u otro hombre. ¿Me habrían amado Joe y Nick lo suficiente para abandonar a las otras mujeres? No lo creo.
Mark y Ty nunca habían sido sus amantes. Ellos eran amantes. A veces sin embargo, cuando las noches eran demasiado oscuras y el dolor la perseguía demasiado de cerca, ellos la llevaban a su cama como muchos padres harían con un niño. Allí, la abrigaban entre ellos y le daban la calidez que necesitaba en ese momento. Los ojos de él se entrecerraron mientras su expresión se volvía glacial.
—No voy a discutir contigo sobre esto. —Al fin ella sacudió la cabeza cuando miró el reloj—. La tienda de maderas abrirá en media hora. Deberíamos ir. —Nunca abro. —Se encogió de hombros.
—Lo cual es una pésima manera de promocionar el propio negocio en la zona —le informó—. Y sé que sabes hacerlo mejor, Kevin. Eres más que un hombre de negocios. Además, tengo trabajo que hacer, y trabajo mejor por la mañana.
—Mi negocio. —Su sonrisa era tensa y dura—. No el tuyo.
—Mientras me paguen por organizar y llevar ese agujero del infierno de oficina, tengo un interés personal en tu negocio —le dijo dulcemente—. Y reteniéndome aquí como rehén porque no te gustan mis respuestas no vas a conseguir lo que quieres.
Él se apartó de la mesa. A pesar de su tamaño y del evidente poder de su cuerpo, se movía silenciosamente, con gracia. Como una pantera merodeando, sus verdes ojos de predador entrecerrados y brillantes detrás de las pestañas negras como el azabache, su cuerpo tenso pero preparado. Como si ella tratase de escaparse de él. En cambio ________ se mantuvo firme, los brazos cruzados sobre el pecho mientras lo contemplaba cautelosamente.
—Ese almacén puede arder hasta los cimientos y me importaría un pimiento —hizo un gesto desdeñoso, escandalizándola con la furia latente en su voz—. Lo mantengo para cabrear a los parientes farisaicos que tratan con tanto ahínco de quitármelo, punto. Su éxito no es más que suerte.
Ella no lo creyó. Lo conocía mejor. Él quería fingir que lo odiaba, pero las historias relatadas ayer por los empleados le mostraron algo totalmente diferente. Kevin se ocupaba del negocio, pero por alguna razón rehusaba admitirlo.
—Era el negocio de tu padre. —Tanteó el terreno con tacto—. Sé que tu relación con él no era próxima, pero seguramente no lo odiabas tanto como para que afectara al almacén.
—Apostaría que está retorciéndose en su tumba. —La sonrisa de Kevin era tensa y despiadada—. He contratado personas de las familias que más odiaba, he dado crédito a ciertas personas a las que él nunca se los habría dado. El hecho de que ese maldito lugar haga dinero nunca deja de sorprenderme. —Negó con la cabeza como si realmente no tuviera sentido para él. Pero cuando despidió al gerente que lo había engañado, el actual encargado de sección le había contado a _______ que Kevin prácticamente vivía en su oficina hasta que tuvo los libros y el almacén en orden.
Tenía instinto para lo que necesitaba la gente y para lo que querían, y contrataba personas que pudieran proporcionárselo. Y cada empleado había sido contratado por él personalmente.
—Bien, de todas formas necesito tu ayuda —le dijo ella con firmeza—. Tu encargada, Layla Matcher, lleva bastante bien las cosas, pero estaba revisando algunos de los nuevos catálogos que crían polvo en la oficina y me di cuenta de que no habías hecho todavía el pedido de Navidad. Tienes que hacerlo.
—Ya está. —Sus labios se curvaron de asco, asco de sí mimo. Ella pudo decir por su expresión que admitirlo no le sentó bien.
—Entonces necesito ordenar el archivo. —Se giró y enjuagó los platos—. También necesitamos conseguir un montón de archivadores más grandes de los que he utilizado. El chico del almacén que envié ayer por los archivadores no llegó antes de que me fuera.
—Están esperando en la oficina. —Si su voz se podía volver más brusca, lo hizo. _______ ocultó su sonrisa mientras apilaba los platos en el lavaplatos.
—Bien; entonces comprueba el problema que Layla me contó que estaba creciendo en el almacén de detrás de la tienda. Por alguna razón, los pedidos se han perdido con sorprendente regularidad la última semana. Algunos de tus mejores contratistas han amenazado con utilizar la cadena de almacenes en vez de Jonas a causa del desorden.
Se volvió a tiempo de captar como entrecerraba los ojos.
—¿Por qué Layla no me informó de esto cuando empezó? —Sus labios se aplastaron de irritación.
—Comprueba los mensajes de tu móvil. —Se encogió de hombros—. Dejó varios mensajes.
Entonces una mueca poco sutil intensificó su expresión.
—Tuve un problema con el teléfono la semana pasada.
—Entonces tienes que ir. —Atravesó la cocina hacia dónde yacía el bolso sobre el extremo del mostrador. Antes de que pudiera hacer la mitad del camino, Kevin le atrapó el brazo y la giró con firmeza para encararlo.
—No empieces a tratar de organizarme la vida, ______. Eres la única chantajeada aquí, no yo. Es el límite al que te dejaré llegar.
Ella contuvo la sonrisa; regodearse no era la mejor forma de manejar a Kevin.
—Sigue diciéndote eso —le dijo en cambio—. Y mientras estás en eso, pregúntate lo mismo que tuve que preguntarme anoche en algún momento cuando trataba de recuperar el aliento. No chantajearías a alguien que creyeras era un criminal, Kevin, y ambos lo sabemos. No más de lo que querrías ver a alguien inocente en prisión. Sin importar el coste. ¿Así que qué estás haciendo en esta relación?
—Consiguiendo el polvo de mi vida —le espetó. Sus labios hicieron un movimiento nervioso.
—Entonces lo conseguiste —consintió, soltando el brazo de su agarre y yendo hacia el bolso, entonces se giró y lo miró por encima del hombro—. Ahora, la pregunta es, ¿qué pretendes en realidad hacer con eso? O conmigo, para el caso. Porque ambos somos lo suficientemente inteligentes para saber que lo que no vas a hacer es entregarme a la Seguridad Nacional. Joderme hasta la muerte, quizás, pero no me entregarías.
—¿Te apuestas la vida?
—Sí. —Asintió lentamente—. Me apuesto la vida en eso.
Era una maldita buena cosa que su hermano la hubiera criado, pensó _______ más tarde mientras entraban en el aparcamiento detrás del almacén de madera señalado “Sólo para Empleados”. Porque Kevin era cascarrabias, gruñón y un grano en el culo sólo porque sí. Por su experiencia con Alex, podía decir que el factor de irritabilidad masculina estaba en su apogeo. Pero él no había llamado al agente al mando, y estaba casi segura que no había agentes en camino para detenerla. Podría tener suerte, y que lo peor con lo que tuviera que tratar fuera un Kevin cascarrabias. No es que responder a su propia pregunta en medio de la noche hubiera sido fácil. Porque _____ había sabido desde esa primera noche que Kevin no la arrestaría, y que no quería verla apresada. Él sabía que no estaba involucrada. ¿Entonces por qué se dejaba chantajear? Tuvo que abstenerse de colocar la palma contra el abdomen mientras iban desde la casa flotante hasta la tienda. Eso era por lo que ella se había dejado chantajear. Porque nada se había acabado cuando abandonó Somerset ocho años antes. Pero todo se había perdido. Sus sueños. El hombre que había amado lo que parecía la mayor parte de su vida. Y el niño que se había llevado de esa noche.
aranzhitha
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
Si estaba embarazada???? Ohh Ohhh Pero que le paso???
Lo perdio???
Esta por ahi??
QUE PASO???
Y ella sabia que Kevin no la entregaria!!!!!
Y aun asi se quedo con EL!!!!!
Por lo que entendi SI se quedo embarazada!!!
Ojala & si!!!
PERO Y EL NIÑO
Me quede en Shock cuando lei:
"Y el niño que se había llevado de esa noche."
Lo perdio???
Esta por ahi??
QUE PASO???
Y ella sabia que Kevin no la entregaria!!!!!
Y aun asi se quedo con EL!!!!!
Por lo que entendi SI se quedo embarazada!!!
Ojala & si!!!
PERO Y EL NIÑO
Me quede en Shock cuando lei:
"Y el niño que se había llevado de esa noche."
Vanee LovatoD'Jonas
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
YO TAMBIEN ESTOY CON LA DUDA??E
ESTABA EMBARAZADA????
ESTABA EMBARAZADA????
berenice_89
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
Juro que me dan ganas de matarte!!!!!!!
Porque no la sigues????
Tienes que seguirla!!!!!!
Si tuvo un hijo verdad???
Lo perdio????
Lo dejo donde estaba??????
Que paso?????
Vamos dimeeeee!!!!!!!
Porque no la sigues????
Tienes que seguirla!!!!!!
Si tuvo un hijo verdad???
Lo perdio????
Lo dejo donde estaba??????
Que paso?????
Vamos dimeeeee!!!!!!!
Vanee LovatoD'Jonas
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
Chan chan chan ya se van a enterar no me maten :P
Continuación.....
El aborto había destruido algo en su interior, algo que no había sido capaz de recuperar después de abandonar el pueblo. Y nunca había olvidado a Kevin: su toque, su beso, o el placer que había colmado cada célula de su cuerpo.
—Me haces quedar mal —le espetó mientras metía el vehículo en el estacionamiento y giraba la cabeza para contemplarla sobre el borde de las oscuras gafas que llevaba—. Nunca abro.
—Tampoco contrataste nunca a una de tus amantes para trabajar aquí. —Se encogió de hombros.
—Para una mujer que se supone permanece encerrada en la oficina, te las arreglas para saber un montón de chismes.
—Soy buena en eso. —Asintió benevolentemente mientras abría la puerta de la camioneta y salía del vehículo, dejándolo gruñendo y maldiciendo detrás de ella mientras cerraba la puerta de golpe. Estaba rodeando la esquina del edificio cuando al fin él llegó a su lado.
—Te estás ganando una zurra —le advirtió. Desafortunadamente, la idea de eso no debería haber sido excitante.
—¿Sí? —preguntó dulcemente—. Oí que eres particularmente bueno en ese pequeño acto disciplinario. Antes de abandonar Somerset, todas las chicas hablaban de ello.
Tuvo que obligarse a decir esas palabras. Así como al mismo tiempo tuvo que reprimir los celos. Él gruñó. Un irritante sonido de desagrado masculino. _____ se encogió de hombros.
—Tú y tus primos no sois exactamente buenos escondiendo vuestros rastros bajo la alfombra, por decirlo de algún modo —le dijo, arrojándole una desaprobadora mirada—. En serio, Kevin, es un poco tarde para preocuparse de los chismes.
Debería habérselo pensado mejor antes de desafiarlo. Realmente, debería habérselo pensado. Antes de que pudiera hacer algo más que jadear, la empujó contra la alambrada y le robó los labios en un beso que le descontroló el organismo con contradictorias emociones. No estaban en la casa flotante, en su cama. Estaban a plena vista, y ella era muy consciente de lo que él estaba haciendo. Marcándola como suya. Como otra mujer en una muy larga lista de mujeres que habían compartido su cama.
—Detente, Kevin. —Separó los labios de los de él, jadeando por el esfuerzo que le costó. Tenía las manos en la espalda de ella, abrazándola contra él, la longitud de su erección presionando en la parte baja del estómago, mientras su enorme cuerpo parecía rodearla. —No me presiones, _____. —La miró, sus ojos verde pálidos prácticamente brillaban con una ira que mantenía bajo estrecho control—. Nunca me han preocupado los cotilleos o lo que opinen de mí, y no voy a preocuparme de eso ahora. Recuerda cuando meneabas ese apretado culito a mí alrededor y tratabas de convencerme de que debajo de todo esto podía en verdad haber un buen tipo. Soy un hijo de puta, cariño, y uno con el que en verdad no quieres cruzarte.
No, él era al que ella quería aliviar, porque podía ver el dolor en sus ojos, en la expresión de burla. Podía verlo en el enfado que estaba reprimiendo, a pesar de sus palabras.
—¿Vas a lastimarme, Kevin? —le preguntó entonces, extendiendo la mano para tocarle la mandíbula antes de que se apartara de ella.
—Mete tu culo en la tienda, maldita sea —maldijo, retrocediendo y agarrándole el brazo para dirigirla a las puertas principales donde Layla estaba abriendo la entrada de empleados. Ella les lanzó una curiosa mirada, sus oscuros ojos avellana preocupados mientras Kevin se aproximaba.
—Buenos días, señor Jonas. ____ —les saludó en un intento de amabilidad, a pesar del ceño fruncido de Kevin.
—Si puedes llamarme señor Jonas, entonces puedes llamarla a ella señorita Jansen —le dijo Kevin a la encargada con brusquedad mientras ______ suspiraba detrás de él.
—Llámalo Kevin, Layla. Quizás pare de gruñirnos porque ha tenido que venir tan temprano. —_____ tiró de su agarre—. Y en verdad no me está arrastrando detrás de él como una niña reacia. Me excito con la dominación.
Layla tosió mientras se giraba de espaldas rápidamente, y Kevin se detuvo y la contempló con sorpresa. Ella levantó una ceja con curiosidad.
—¿Qué? ¿Se supone que no debía decirlo?
Ambos sabían que ella odiaba ser arrastrada como un perrito, y estaba segura que exactamente por eso lo transformó en un hábito.
Una zurra. Gesticuló con la boca antes de volverse hacia Layla. ______ le devolvió la sonrisa serenamente a la otra mujer mientras terminaba de abrir la puerta.
—Layla, síguenos a la oficina, quiero saber qué demonios está pasando con el almacén de madera. Pensaba que Bedsford se encargaba de eso.
—Estaba haciéndolo bien, señor... uhh Kevin —tartamudeó mientras cerraba la puerta, luego los siguió—. Ha estado con nosotros desde que fue licenciado del ejército. No sé qué ha ocurrido.
______ echó un vistazo a la gerente detrás de ella, pestañeando mientras Kevin continuaba arrastrándola mientras subía las escaleras de la oficina.
—¿Cuándo empezó?
—La semana pasada. —Se detuvieron mientras Kevin sacaba la llave de la oficina del bolsillo de los tejanos, todavía sujetando a _____, e insertándola en la cerradura la giró y entonces se quedó inmóvil.
— ¿Kevin? —______ trató de mirar alrededor de él—. ¿Qué pasa?
—No cerraste anoche. —Su voz era cuidadosamente contenida.
—Por supuesto que cerré la oficina antes de salir. —____ frunció el ceño—. Sé que lo hice.
—Además yo lo comprobé antes de marcharme señor, umm, Kevin. —Layla se aclaró la garganta otra vez—. Siempre compruebo las puertas de la oficina antes de cerrar por la noche.
Kevin retrocedió, sus llaves todavía colgaban en la cerradura.
—______, quiero que tú y Layla vayáis fuera. Utiliza el teléfono móvil y llama a Nick. Programé su número y el de Joe anoche.
—¿Por qué? —_____ ahora pudo sentir el terror creciendo dentro de ella.
—Layla, ¿alguien sabe que compruebas las oficinas por la noche? —le preguntó Kevin entonces.
—No lo sé, Kevin. —Hubo un matiz de temor en su voz—. Jamie y los chicos siempre me acompañan por la tienda por la noche cuando vienen a recogerme, sólo para asegurarse que todo está bien. Entonces compruebo todas las puertas del despacho.
—Sal a la calle y llama a Nick, ______. — Kevin se giró hacia ella, inexpresivo, peligroso—. Ya.
—Sin ti no. —Le aferró el brazo con las manos, tirando de él—. Puedes llamarlo tú mismo. Vendrá más rápido si lo llamas tú.
La sorpresa tensó sus facciones.
—Sé lo que estoy haciendo, _____.
—No me importa. —No iba a dejarlo allí solo. Sólo Dios sabía que había detrás de esa puerta—. Puedes venir con nosotras.
—Señor Jonas, deberíamos salir todos a la calle. ¿Qué ocurre si quien estaba en la tienda, si había alguien, está esperando fuera?
Tenía esa ira asesina brillando en los ojos. La mirada de Kevin sesgó las altas y amplias ventanas frontales de la tienda mientras su expresión se volvía fría y peligrosa.
—Vamos. —Menos mal que se dio la vuelta, bajó con ellas las escaleras metálicas y se encaminó hacia la entrada mientras sacaba el teléfono móvil del bolsillo. Marcando el número de Nick, Kevin se apartó a zancadas de las mujeres.
— Kevin, es temprano —masculló Nick en la línea.
—Ven a la tienda. Alguien estuvo en la oficina anoche. Voy a llamar al sheriff para sacar huellas, pero necesito a alguien que vigile a ______ mientras me encargo de las preguntas de Mayes. Después de anoche, esto podría ponerse feo.
—¡Mierda! —Pudo oír el movimiento de Nick—. Los bastardos se mueven rápido.
—Me hace preguntarme si el incendio del coche no fue más una distracción que un atentado. Corre. Estoy llamando al sheriff Mayes ahora. Y conoces a Layla, su marido e hijos vendrán aquí como una manada de lobos hambrientos decididos a protegerla. Voy a necesitar ayuda.
Nick se rio por lo bajo. Jamie Matcher y su prole de enormes hijos habían ido a la tienda y permanecido con Layla cada día durante el primer maldito año que había trabajado para Kevin. Y Jamie, con un metro noventa y seis, se alzó sobre Kevin y lo advirtió de qué le ocurriría si su pequeña Layla era desprestigiada por los cotilleos a causa de los juegos que Kevin podía querer realizar en la privacidad de su oficina. Como si jugara en su oficina. Maldita sea, le gustaba la cama para los juegos. La oficina era trabajo. Papeleo. Algo que no se le daba bien, a pesar de la certeza de _____.
—Sólo trae tu culo aquí. — Kevin cerró los ojos y se frotó la frente, previendo el dolor de cabeza que sabía bien estaba por llegar.
Mientras cerraba la tapa del teléfono y regresaba con las dos mujeres, suspiró otra vez. Layla se veía indudablemente nerviosa. _____ estaba desafiante y suspicaz.
—Layla, llama a Jamie y a los chicos —le dijo—. Tengo que llamar al sheriff Mayes, y una vez que la llamada se transmita por la radio, a Jamie se le fundirán los plomos.
—Se preocupa, Kevin. —Pero estaba sacando el teléfono de la funda que llevaba en el estrecho cinturón de piel que le ceñía los planchados pantalones color canela.
—Él se preocupa —masculló Kevin —. Yo me preocupo. —Luego se giró hacia ______. Ella estaba apoyada contra la pared de ladrillos como si no tuviera ni un maldito problema. Afectada pero divertida. Se estaba riendo de él, y eso le pateaba el culo. La estaba chantajeando, pero maldita sea si no se sentía de pronto como si ella tuviera la sartén por el mango.
—Layla, ¿por qué tú y _______ no vais a la sala y hacéis café? Los empleados aparecerán aproximadamente al mismo tiempo que lo harán el sheriff y los oficiales. Si tienen café, quizás no la líen demasiado investigando esto.
Podía esperarlo. Pero sin apostarse la casa flotante. Para cuando terminó la conversación telefónica con el sheriff Mayes, pudo notar en sus sienes que el dolor de cabeza comenzaba El bueno del viejo Ezekiel Mayes. Hijo de puta. Kevin juraba en cada elección que iba a votar contra él, pero siempre se las ingeniaba para que lo votara. Mejor diablo conocido... Estaba parado y echó un vistazo a toda la tienda. Era tan enorme ahora como lo era cada vez que se encontraba haciendo esto. El primer año fuera de los Marines casi destruyó el lugar. Su rodilla había dolido como una hija de puta ese año, pero casi había triplicado el tamaño y ampliado la distribución. No es que le preocupara el negocio, para nada, se recordó a sí mismo. Había estado aburrido. Y una mierda. Incluso _____ lo sabía. Y él se engañaba a sí mismo. Se había estado engañando durante ocho años. La herencia que su padre le había dejado estaba plagada con tanta culpabilidad, resentimiento y amargura que algunas veces deseó venderlo todo ese primer año después de su muerte, mientras estaba en los Marines y preocupado por salvar el culo. Especialmente la casa. Donde nunca había vivido. Su padre la había terminado después de que Kevin hubiera comprado el Nauti Dawg con una herencia que le había dejado la madre de su madre. No había pasado ni una noche en esa casa después de sus muertes.
Su padre también odiaba la tienda de maderas. Pero de todos modos la había conservado. Siempre decía que era la única cosa en la que Kevin era lo suficientemente inteligente para realmente ganarse la vida. Y quizás el viejo bastardo había tenido razón. Tenía habilidad para eso, a diferencia de su talento para la guerra. Tendía a salir por patas de allí. La asignación de la ATF no era mala, pero las limitaciones lo cabreaban. Responder ante otra gente no era su punto fuerte. Desafortunadamente, el sheriff Mayes quería muchas respuestas a sus preguntas.
—¿En qué demonios andas metido, Kevin? —Zeke mantuvo la voz baja mientras se apartaban de la unidad de policía que ahora inspeccionaba la oficina. No había huellas, ni un indicio de algo fuera de lugar, aunque era imposible para Kevin decir si algo había desaparecido. Miró hacia _____ que estaba de pie en la puerta abierta del salón bajo la oficina. Ni siquiera había reconocido su maldita oficina. Y ella sonrió. Esa sonrisa encendió un fuego dentro de él que ni siquiera quería entender. Un fuego cargado de excitación eléctrica y obsesiva furia, con igual intensidad a través de su cuerpo. Porque él sabía que ella se estaba reprimiendo. Una parte de ella todavía no le pertenecía, ya fuera su honradez o algo más profundo, no quería profundizar en este momento. Pero ella se estaba reprimiendo. Y eso simplemente lo cabreaba.
—¿Entonces en qué demonios está metida? —preguntó Zeke. Kevin echo un vistazo al sheriff antes de apoyarse contra la estantería que iba del suelo hasta el techo cubriendo la longitud del pasillo frente a ellos.
—Nada* —respondió escuetamente.
—Tus nadas* me crispan los nervios —le advirtió Zeke.
—Va a crisparte aún más los nervios que haga campaña para tu contrincante las próximas elecciones —le señaló Kevin con irritación. Déjalo estar, Zeke.
—Vas a conseguir que la maten, Kevin —le dijo Zeke en voz baja—. Hagas lo que hagas, te va a salir el tiro por la culata.
—Entonces tendrás que limpiar el derramamiento de sangre, Zeke. —La sonrisa, Kevin lo sabía, era de tiburón—. Cualquiera que piense en hacerle daño, morirá. Espéralo. Cuenta con ello. Ahora sal de mi camino. Tengo un negocio que atender.
Desafortunadamente, Zeke tenía razón. Cualquier maldita cosa que hiciera, alguien estaba intentado no sólo arrastrar a _______ en ello, si no arremeter contra ella. Mientras Zeke se dirigía hacia la pequeña multitud de investigadores y oficiales, Nick fue hacia él. Los ojos verde oscuro de su primo eran como bloques de hielo en una pétrea y helada expresión. Kevin cruzó los brazos sobre el pecho y contempló al gentío atentamente, asegurándose de que nadie se acercara.
—Los investigadores quieren pensar que se dejó a propósito la puerta abierta —masculló Nick—. Las rozaduras de la cerradura han sido limpiadas porque no hay huellas. Alguien quiere que creas que como mínimo ella es incompetente, que a las malas te utiliza.
Kevin asintió lentamente.
—Atacaron después de que fueras visto discutiendo con ella. Después de que el Rodeo estallara en llamas. Nada tiene sentido o está relacionado. La amenazan, y tú solo la proteges más de cerca. ¿Así que por qué intentan registrar tu oficina?
—A menos que el hecho sea plantar algo contra ella —dijo Nick en voz baja—. Gracias a Dios que fui capaz de entrar allí con los primeros investigadores. Había un mapa del almacén, la dirección, y una lista detallada con los misiles y los chips, así como unos veinticinco mil en efectivo en un sobre metido dentro del archivador. Alguien te está tendiendo una trampa con ella.
—¿Conseguiste el sobre?
Nick asintió lentamente.
—Me ocupé. Las cintas de seguridad estaban borrosas, en mal estado. Los dos monitores, el de fuera y el de dentro, estaban dañados. Había demasiada estática en ellos y no hubo forma de decir quién era o qué estaban haciendo.
—Conocen mi sistema.
—Lo suyo era tecnología avanzada con unos cuantos dispositivos añadidos que debería haber hecho imposible al ladrón común eludirlos.
—Te conocen —señaló Nick—. Voy a ir al pueblo, a esparcir un poco de basura, a ver qué pasa.
—¿Qué tipo de basura? — Kevin miró a su primo con sospecha.
—Bueno, contrataste a una nueva encargada, y mira que ha pasado. —Nick hizo un gesto hacia los oficiales y agentes pululando por allí—. ¿Y sí, después de que se vayan, oigo por casualidad que tú y ______ discutís sobre esto? Quizás ella llame a su buen amigo Mark, y se dirija de vuelta a Virginia. Cualquiera que esté involucrado en esto tratará de dejar el dinero a sus pies para mantener alejada la sospecha de ellos. Si la arrestan, Kevin, con las fotos que tienen de la mujer que se parece a ella, entonces cualquier testimonio que hagan los ladrones de que ella no está implicada no importará. Ella pagará el pato, y alguien se escapará con el dinero.
—¿Seguro que los ladrones saben que no es ______? —preguntó entonces Kevin, recordando el interrogatorio a los hombres que habían arrestado—. ¿Si lo sabían, por qué no aceptaron el trato que Cranston les ofreció por la mujer? Por todos los informes, ella es el cerebro que está detrás de todo.
—Quizás no saben quién es ella —sugirió Nick—. Son unos cuantos tipos de confianza contratados por su conocimiento militar y su habilidad de sacar este asunto. Alguien más es el cerebro.
—Alguien que conoce mi sistema de seguridad —reflexionó Kevin.
—Cierra la tienda el resto del día. Estaré por aquí hasta que todo el mundo se haya marchado, verifica las cosas, luego vete a la cafetería con Joe y Kelly. Podemos dejar caer la información de que _____ se dirige a Virginia, donde pienso que debería ir. Cualquier cosa que esté pasando, esa cafetería parece ser el centro.
—O alguien que pasa allí mucho tiempo. —Asintió Kevin.
—Espera hasta que oscurezca para marcharte, y cuando lo hagas, toma atajos hacia el puerto. Permanece en la casa flotante hasta mañana; mantén las ventanas y las puertas cerradas y a ______ escondida. Dejémosles tiempo para picar el cebo.
Kevin asintió. Podía funcionar. En este momento era la mejor oportunidad que tenían de desenmascarar al culpable.
—Tenme al corriente —ordenó Kevin —. Y vigila a Cranston. Me está poniendo nervioso.
El agente estaba observando a ______ demasiado de cerca en ese momento. Apartándose, inclinó la cabeza a un lado y sus ojos se estrecharon sobre ella y Layla que mantenían a los oficiales abastecidos de café. Nick asintió con dureza.
—Estaré por los alrededores de la casa flotante esta noche y te haré saber lo que está pasando.
Kevin asintió de nuevo mientras observaba a la multitud. Uno de sus empleados tenía que estar implicado; de eso no había duda. ¿Pero cuál? ¿Y por qué?
Los observó pululando por allí, cotilleando, charlando, llenos de curiosidad. Uno de ellos lo había traicionado y amenazado a _____. Lo que significaba que uno de ellos tenía deseos de morir.
Continuación.....
El aborto había destruido algo en su interior, algo que no había sido capaz de recuperar después de abandonar el pueblo. Y nunca había olvidado a Kevin: su toque, su beso, o el placer que había colmado cada célula de su cuerpo.
—Me haces quedar mal —le espetó mientras metía el vehículo en el estacionamiento y giraba la cabeza para contemplarla sobre el borde de las oscuras gafas que llevaba—. Nunca abro.
—Tampoco contrataste nunca a una de tus amantes para trabajar aquí. —Se encogió de hombros.
—Para una mujer que se supone permanece encerrada en la oficina, te las arreglas para saber un montón de chismes.
—Soy buena en eso. —Asintió benevolentemente mientras abría la puerta de la camioneta y salía del vehículo, dejándolo gruñendo y maldiciendo detrás de ella mientras cerraba la puerta de golpe. Estaba rodeando la esquina del edificio cuando al fin él llegó a su lado.
—Te estás ganando una zurra —le advirtió. Desafortunadamente, la idea de eso no debería haber sido excitante.
—¿Sí? —preguntó dulcemente—. Oí que eres particularmente bueno en ese pequeño acto disciplinario. Antes de abandonar Somerset, todas las chicas hablaban de ello.
Tuvo que obligarse a decir esas palabras. Así como al mismo tiempo tuvo que reprimir los celos. Él gruñó. Un irritante sonido de desagrado masculino. _____ se encogió de hombros.
—Tú y tus primos no sois exactamente buenos escondiendo vuestros rastros bajo la alfombra, por decirlo de algún modo —le dijo, arrojándole una desaprobadora mirada—. En serio, Kevin, es un poco tarde para preocuparse de los chismes.
Debería habérselo pensado mejor antes de desafiarlo. Realmente, debería habérselo pensado. Antes de que pudiera hacer algo más que jadear, la empujó contra la alambrada y le robó los labios en un beso que le descontroló el organismo con contradictorias emociones. No estaban en la casa flotante, en su cama. Estaban a plena vista, y ella era muy consciente de lo que él estaba haciendo. Marcándola como suya. Como otra mujer en una muy larga lista de mujeres que habían compartido su cama.
—Detente, Kevin. —Separó los labios de los de él, jadeando por el esfuerzo que le costó. Tenía las manos en la espalda de ella, abrazándola contra él, la longitud de su erección presionando en la parte baja del estómago, mientras su enorme cuerpo parecía rodearla. —No me presiones, _____. —La miró, sus ojos verde pálidos prácticamente brillaban con una ira que mantenía bajo estrecho control—. Nunca me han preocupado los cotilleos o lo que opinen de mí, y no voy a preocuparme de eso ahora. Recuerda cuando meneabas ese apretado culito a mí alrededor y tratabas de convencerme de que debajo de todo esto podía en verdad haber un buen tipo. Soy un hijo de puta, cariño, y uno con el que en verdad no quieres cruzarte.
No, él era al que ella quería aliviar, porque podía ver el dolor en sus ojos, en la expresión de burla. Podía verlo en el enfado que estaba reprimiendo, a pesar de sus palabras.
—¿Vas a lastimarme, Kevin? —le preguntó entonces, extendiendo la mano para tocarle la mandíbula antes de que se apartara de ella.
—Mete tu culo en la tienda, maldita sea —maldijo, retrocediendo y agarrándole el brazo para dirigirla a las puertas principales donde Layla estaba abriendo la entrada de empleados. Ella les lanzó una curiosa mirada, sus oscuros ojos avellana preocupados mientras Kevin se aproximaba.
—Buenos días, señor Jonas. ____ —les saludó en un intento de amabilidad, a pesar del ceño fruncido de Kevin.
—Si puedes llamarme señor Jonas, entonces puedes llamarla a ella señorita Jansen —le dijo Kevin a la encargada con brusquedad mientras ______ suspiraba detrás de él.
—Llámalo Kevin, Layla. Quizás pare de gruñirnos porque ha tenido que venir tan temprano. —_____ tiró de su agarre—. Y en verdad no me está arrastrando detrás de él como una niña reacia. Me excito con la dominación.
Layla tosió mientras se giraba de espaldas rápidamente, y Kevin se detuvo y la contempló con sorpresa. Ella levantó una ceja con curiosidad.
—¿Qué? ¿Se supone que no debía decirlo?
Ambos sabían que ella odiaba ser arrastrada como un perrito, y estaba segura que exactamente por eso lo transformó en un hábito.
Una zurra. Gesticuló con la boca antes de volverse hacia Layla. ______ le devolvió la sonrisa serenamente a la otra mujer mientras terminaba de abrir la puerta.
—Layla, síguenos a la oficina, quiero saber qué demonios está pasando con el almacén de madera. Pensaba que Bedsford se encargaba de eso.
—Estaba haciéndolo bien, señor... uhh Kevin —tartamudeó mientras cerraba la puerta, luego los siguió—. Ha estado con nosotros desde que fue licenciado del ejército. No sé qué ha ocurrido.
______ echó un vistazo a la gerente detrás de ella, pestañeando mientras Kevin continuaba arrastrándola mientras subía las escaleras de la oficina.
—¿Cuándo empezó?
—La semana pasada. —Se detuvieron mientras Kevin sacaba la llave de la oficina del bolsillo de los tejanos, todavía sujetando a _____, e insertándola en la cerradura la giró y entonces se quedó inmóvil.
— ¿Kevin? —______ trató de mirar alrededor de él—. ¿Qué pasa?
—No cerraste anoche. —Su voz era cuidadosamente contenida.
—Por supuesto que cerré la oficina antes de salir. —____ frunció el ceño—. Sé que lo hice.
—Además yo lo comprobé antes de marcharme señor, umm, Kevin. —Layla se aclaró la garganta otra vez—. Siempre compruebo las puertas de la oficina antes de cerrar por la noche.
Kevin retrocedió, sus llaves todavía colgaban en la cerradura.
—______, quiero que tú y Layla vayáis fuera. Utiliza el teléfono móvil y llama a Nick. Programé su número y el de Joe anoche.
—¿Por qué? —_____ ahora pudo sentir el terror creciendo dentro de ella.
—Layla, ¿alguien sabe que compruebas las oficinas por la noche? —le preguntó Kevin entonces.
—No lo sé, Kevin. —Hubo un matiz de temor en su voz—. Jamie y los chicos siempre me acompañan por la tienda por la noche cuando vienen a recogerme, sólo para asegurarse que todo está bien. Entonces compruebo todas las puertas del despacho.
—Sal a la calle y llama a Nick, ______. — Kevin se giró hacia ella, inexpresivo, peligroso—. Ya.
—Sin ti no. —Le aferró el brazo con las manos, tirando de él—. Puedes llamarlo tú mismo. Vendrá más rápido si lo llamas tú.
La sorpresa tensó sus facciones.
—Sé lo que estoy haciendo, _____.
—No me importa. —No iba a dejarlo allí solo. Sólo Dios sabía que había detrás de esa puerta—. Puedes venir con nosotras.
—Señor Jonas, deberíamos salir todos a la calle. ¿Qué ocurre si quien estaba en la tienda, si había alguien, está esperando fuera?
Tenía esa ira asesina brillando en los ojos. La mirada de Kevin sesgó las altas y amplias ventanas frontales de la tienda mientras su expresión se volvía fría y peligrosa.
—Vamos. —Menos mal que se dio la vuelta, bajó con ellas las escaleras metálicas y se encaminó hacia la entrada mientras sacaba el teléfono móvil del bolsillo. Marcando el número de Nick, Kevin se apartó a zancadas de las mujeres.
— Kevin, es temprano —masculló Nick en la línea.
—Ven a la tienda. Alguien estuvo en la oficina anoche. Voy a llamar al sheriff para sacar huellas, pero necesito a alguien que vigile a ______ mientras me encargo de las preguntas de Mayes. Después de anoche, esto podría ponerse feo.
—¡Mierda! —Pudo oír el movimiento de Nick—. Los bastardos se mueven rápido.
—Me hace preguntarme si el incendio del coche no fue más una distracción que un atentado. Corre. Estoy llamando al sheriff Mayes ahora. Y conoces a Layla, su marido e hijos vendrán aquí como una manada de lobos hambrientos decididos a protegerla. Voy a necesitar ayuda.
Nick se rio por lo bajo. Jamie Matcher y su prole de enormes hijos habían ido a la tienda y permanecido con Layla cada día durante el primer maldito año que había trabajado para Kevin. Y Jamie, con un metro noventa y seis, se alzó sobre Kevin y lo advirtió de qué le ocurriría si su pequeña Layla era desprestigiada por los cotilleos a causa de los juegos que Kevin podía querer realizar en la privacidad de su oficina. Como si jugara en su oficina. Maldita sea, le gustaba la cama para los juegos. La oficina era trabajo. Papeleo. Algo que no se le daba bien, a pesar de la certeza de _____.
—Sólo trae tu culo aquí. — Kevin cerró los ojos y se frotó la frente, previendo el dolor de cabeza que sabía bien estaba por llegar.
Mientras cerraba la tapa del teléfono y regresaba con las dos mujeres, suspiró otra vez. Layla se veía indudablemente nerviosa. _____ estaba desafiante y suspicaz.
—Layla, llama a Jamie y a los chicos —le dijo—. Tengo que llamar al sheriff Mayes, y una vez que la llamada se transmita por la radio, a Jamie se le fundirán los plomos.
—Se preocupa, Kevin. —Pero estaba sacando el teléfono de la funda que llevaba en el estrecho cinturón de piel que le ceñía los planchados pantalones color canela.
—Él se preocupa —masculló Kevin —. Yo me preocupo. —Luego se giró hacia ______. Ella estaba apoyada contra la pared de ladrillos como si no tuviera ni un maldito problema. Afectada pero divertida. Se estaba riendo de él, y eso le pateaba el culo. La estaba chantajeando, pero maldita sea si no se sentía de pronto como si ella tuviera la sartén por el mango.
—Layla, ¿por qué tú y _______ no vais a la sala y hacéis café? Los empleados aparecerán aproximadamente al mismo tiempo que lo harán el sheriff y los oficiales. Si tienen café, quizás no la líen demasiado investigando esto.
Podía esperarlo. Pero sin apostarse la casa flotante. Para cuando terminó la conversación telefónica con el sheriff Mayes, pudo notar en sus sienes que el dolor de cabeza comenzaba El bueno del viejo Ezekiel Mayes. Hijo de puta. Kevin juraba en cada elección que iba a votar contra él, pero siempre se las ingeniaba para que lo votara. Mejor diablo conocido... Estaba parado y echó un vistazo a toda la tienda. Era tan enorme ahora como lo era cada vez que se encontraba haciendo esto. El primer año fuera de los Marines casi destruyó el lugar. Su rodilla había dolido como una hija de puta ese año, pero casi había triplicado el tamaño y ampliado la distribución. No es que le preocupara el negocio, para nada, se recordó a sí mismo. Había estado aburrido. Y una mierda. Incluso _____ lo sabía. Y él se engañaba a sí mismo. Se había estado engañando durante ocho años. La herencia que su padre le había dejado estaba plagada con tanta culpabilidad, resentimiento y amargura que algunas veces deseó venderlo todo ese primer año después de su muerte, mientras estaba en los Marines y preocupado por salvar el culo. Especialmente la casa. Donde nunca había vivido. Su padre la había terminado después de que Kevin hubiera comprado el Nauti Dawg con una herencia que le había dejado la madre de su madre. No había pasado ni una noche en esa casa después de sus muertes.
Su padre también odiaba la tienda de maderas. Pero de todos modos la había conservado. Siempre decía que era la única cosa en la que Kevin era lo suficientemente inteligente para realmente ganarse la vida. Y quizás el viejo bastardo había tenido razón. Tenía habilidad para eso, a diferencia de su talento para la guerra. Tendía a salir por patas de allí. La asignación de la ATF no era mala, pero las limitaciones lo cabreaban. Responder ante otra gente no era su punto fuerte. Desafortunadamente, el sheriff Mayes quería muchas respuestas a sus preguntas.
—¿En qué demonios andas metido, Kevin? —Zeke mantuvo la voz baja mientras se apartaban de la unidad de policía que ahora inspeccionaba la oficina. No había huellas, ni un indicio de algo fuera de lugar, aunque era imposible para Kevin decir si algo había desaparecido. Miró hacia _____ que estaba de pie en la puerta abierta del salón bajo la oficina. Ni siquiera había reconocido su maldita oficina. Y ella sonrió. Esa sonrisa encendió un fuego dentro de él que ni siquiera quería entender. Un fuego cargado de excitación eléctrica y obsesiva furia, con igual intensidad a través de su cuerpo. Porque él sabía que ella se estaba reprimiendo. Una parte de ella todavía no le pertenecía, ya fuera su honradez o algo más profundo, no quería profundizar en este momento. Pero ella se estaba reprimiendo. Y eso simplemente lo cabreaba.
—¿Entonces en qué demonios está metida? —preguntó Zeke. Kevin echo un vistazo al sheriff antes de apoyarse contra la estantería que iba del suelo hasta el techo cubriendo la longitud del pasillo frente a ellos.
—Nada* —respondió escuetamente.
—Tus nadas* me crispan los nervios —le advirtió Zeke.
—Va a crisparte aún más los nervios que haga campaña para tu contrincante las próximas elecciones —le señaló Kevin con irritación. Déjalo estar, Zeke.
—Vas a conseguir que la maten, Kevin —le dijo Zeke en voz baja—. Hagas lo que hagas, te va a salir el tiro por la culata.
—Entonces tendrás que limpiar el derramamiento de sangre, Zeke. —La sonrisa, Kevin lo sabía, era de tiburón—. Cualquiera que piense en hacerle daño, morirá. Espéralo. Cuenta con ello. Ahora sal de mi camino. Tengo un negocio que atender.
Desafortunadamente, Zeke tenía razón. Cualquier maldita cosa que hiciera, alguien estaba intentado no sólo arrastrar a _______ en ello, si no arremeter contra ella. Mientras Zeke se dirigía hacia la pequeña multitud de investigadores y oficiales, Nick fue hacia él. Los ojos verde oscuro de su primo eran como bloques de hielo en una pétrea y helada expresión. Kevin cruzó los brazos sobre el pecho y contempló al gentío atentamente, asegurándose de que nadie se acercara.
—Los investigadores quieren pensar que se dejó a propósito la puerta abierta —masculló Nick—. Las rozaduras de la cerradura han sido limpiadas porque no hay huellas. Alguien quiere que creas que como mínimo ella es incompetente, que a las malas te utiliza.
Kevin asintió lentamente.
—Atacaron después de que fueras visto discutiendo con ella. Después de que el Rodeo estallara en llamas. Nada tiene sentido o está relacionado. La amenazan, y tú solo la proteges más de cerca. ¿Así que por qué intentan registrar tu oficina?
—A menos que el hecho sea plantar algo contra ella —dijo Nick en voz baja—. Gracias a Dios que fui capaz de entrar allí con los primeros investigadores. Había un mapa del almacén, la dirección, y una lista detallada con los misiles y los chips, así como unos veinticinco mil en efectivo en un sobre metido dentro del archivador. Alguien te está tendiendo una trampa con ella.
—¿Conseguiste el sobre?
Nick asintió lentamente.
—Me ocupé. Las cintas de seguridad estaban borrosas, en mal estado. Los dos monitores, el de fuera y el de dentro, estaban dañados. Había demasiada estática en ellos y no hubo forma de decir quién era o qué estaban haciendo.
—Conocen mi sistema.
—Lo suyo era tecnología avanzada con unos cuantos dispositivos añadidos que debería haber hecho imposible al ladrón común eludirlos.
—Te conocen —señaló Nick—. Voy a ir al pueblo, a esparcir un poco de basura, a ver qué pasa.
—¿Qué tipo de basura? — Kevin miró a su primo con sospecha.
—Bueno, contrataste a una nueva encargada, y mira que ha pasado. —Nick hizo un gesto hacia los oficiales y agentes pululando por allí—. ¿Y sí, después de que se vayan, oigo por casualidad que tú y ______ discutís sobre esto? Quizás ella llame a su buen amigo Mark, y se dirija de vuelta a Virginia. Cualquiera que esté involucrado en esto tratará de dejar el dinero a sus pies para mantener alejada la sospecha de ellos. Si la arrestan, Kevin, con las fotos que tienen de la mujer que se parece a ella, entonces cualquier testimonio que hagan los ladrones de que ella no está implicada no importará. Ella pagará el pato, y alguien se escapará con el dinero.
—¿Seguro que los ladrones saben que no es ______? —preguntó entonces Kevin, recordando el interrogatorio a los hombres que habían arrestado—. ¿Si lo sabían, por qué no aceptaron el trato que Cranston les ofreció por la mujer? Por todos los informes, ella es el cerebro que está detrás de todo.
—Quizás no saben quién es ella —sugirió Nick—. Son unos cuantos tipos de confianza contratados por su conocimiento militar y su habilidad de sacar este asunto. Alguien más es el cerebro.
—Alguien que conoce mi sistema de seguridad —reflexionó Kevin.
—Cierra la tienda el resto del día. Estaré por aquí hasta que todo el mundo se haya marchado, verifica las cosas, luego vete a la cafetería con Joe y Kelly. Podemos dejar caer la información de que _____ se dirige a Virginia, donde pienso que debería ir. Cualquier cosa que esté pasando, esa cafetería parece ser el centro.
—O alguien que pasa allí mucho tiempo. —Asintió Kevin.
—Espera hasta que oscurezca para marcharte, y cuando lo hagas, toma atajos hacia el puerto. Permanece en la casa flotante hasta mañana; mantén las ventanas y las puertas cerradas y a ______ escondida. Dejémosles tiempo para picar el cebo.
Kevin asintió. Podía funcionar. En este momento era la mejor oportunidad que tenían de desenmascarar al culpable.
—Tenme al corriente —ordenó Kevin —. Y vigila a Cranston. Me está poniendo nervioso.
El agente estaba observando a ______ demasiado de cerca en ese momento. Apartándose, inclinó la cabeza a un lado y sus ojos se estrecharon sobre ella y Layla que mantenían a los oficiales abastecidos de café. Nick asintió con dureza.
—Estaré por los alrededores de la casa flotante esta noche y te haré saber lo que está pasando.
Kevin asintió de nuevo mientras observaba a la multitud. Uno de sus empleados tenía que estar implicado; de eso no había duda. ¿Pero cuál? ¿Y por qué?
Los observó pululando por allí, cotilleando, charlando, llenos de curiosidad. Uno de ellos lo había traicionado y amenazado a _____. Lo que significaba que uno de ellos tenía deseos de morir.
aranzhitha
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
Me encanto los caps!!!!!
siguela pronto porfaaa!!
siguela pronto porfaaa!!
*Stephanie*
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
ABORTO!! ABORTO Ahhh :( el hijo de Kev.....murio :'(
Que hagan otro xD
jakjksjkajksjskjskskjs
aww ya me imagino al hijo de Kevin
Ojos verdes cachetes apretables xD Lindas pompitas :arre:
Awww el hijo perfecto xD
Siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!
Que hagan otro xD
jakjksjkajksjskjskskjs
aww ya me imagino al hijo de Kevin
Ojos verdes cachetes apretables xD Lindas pompitas :arre:
Awww el hijo perfecto xD
Siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!
Vanee LovatoD'Jonas
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