Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada

por **JB&1D2** Dom 06 Mayo 2012, 4:59 pm

Sube mas....creo que no aguantare mas quiero mas cap
oye que mal ...me quieren muerta...y no lo entiendo si soy linda y adorable :flower:
S I G U E L A

por ***Stephanie*** Mar 08 Mayo 2012, 8:40 am

OMJ!!!!
COMO LA DEJAS ASI MUJER??????
SIGUELA PORFAAA
NO ME DEJES ASI!!!!

por **berenice_89** Mar 08 Mayo 2012, 4:40 pm

SIGUELA¡¡

por **Vanee LovatoD'Jonas** Miér 09 Mayo 2012, 7:07 pm

AHHHH :0 me querian matar!!! aww Kev me salvo jejeje SigueeelA!!!!
Vamos!!! PRONTO PRONTO

por **berenice_89** Vie 11 Mayo 2012, 10:13 pm

KEVIN ERES MI HEROE¡¡¡

por **aranzhitha** Dom 13 Mayo 2012, 2:08 pm

hola chicas como las he tenido abandonas les voy a subir dos capítulos enteros
Capítulo 11
—Espero que los tres tengáis unas malditas buenas explicaciones, porque ahora mismo no estoy contento con vosotros.
El sheriff Ezekiel Mayes, Zeke para los amigos, no se molestó en echar un vistazo a ______ o Kelly Salyers, quién había llegado a la cafetería con su novio media hora después de la explosión inicial. En cambio enfocó sus ojos marrón claro en los tres primos, un duro ceño fruncido tiró de su frente.
—A mí no me mires, Zeke. —Dijo Joe negando con la cabeza, el corto pelo negro relucía bajo las brillantes luces por encima de su cabeza—. Sólo vine para asegurarme de que todavía estaban vivos. —Asintió con la cabeza hacia sus primos, con una sonrisa amistosa en los labios, sin embargo su mirada era fría y alerta. Los tres primos se sentaron en la gran mesa redonda en la parte de atrás del comedor. Kelly se colocó entre Joe y Nick, y _____ entre Kevin y Nick. La escena no podría haber sido más incriminatoria, considerando las reputaciones de los primos Jonas.
—Zeke, sigues olvidando que ellos han crecido. —Kelly se inclinó hacia adelante, descansando la barbilla en su mano mientras apoyaba el codo en la mesa y sonrió al sheriff con una sonrisa encantadora
—Y tú solías ser una cosita tan dulce y honesta. —El sheriff se jactó en desaprobación—. Mintiendo por estos chicos sólo se consiguen problemas, Kelly. ¿Recuerdas?
Kelly hizo una mueca.
—Ellos lo atraparon.
Obviamente estaba hablando del acosador que casi la mata a ella y a los tres primos el verano pasado.
—Yo podría haberlo atrapado más rápido si estos tres palurdos me hubieran dicho qué demonios estaban haciendo —gruñó él, mirando a los palurdos en cuestión—. ¿Voy a conseguir mejores respuestas esta vez? —Su mirada finalmente se trasladó hacia ____—. Alex me pidió que te vigilara antes de que se marchara, ____. ¿Vas a ayudarme?
Ella intentó sonreír, pero su cara parecía congelada.
—Zeke, si supiera algo, prometo que te lo diría. No sé qué pasó.
Zeke gruñó.
—¿Tienes unos dispositivos de detonación caseros en el coche que crearon el suficiente calor para quemar la carne de tus huesos, y no sabes por qué?
El estómago de _____ se volteó amenazadoramente
—Infiernos, Zeke, hazlo un poco más fácil —soltó Kevin —. Ella no sabe qué demonios está pasando, y nosotros tampoco. Oí el clic de encendido y la saqué de un tirón del coche a tiempo. Fue así de simple. Tengo un poco de experiencia con estas cosas, sabes.
La mirada de Zeke se demoró demasiado tiempo en Kevin antes de volver a _____.
—Voy a tener que empezar a advertir a las mujeres de por aquí que no se mezclen con estos muchachos. Los problemas parecen seguirlos hoy día. —Cogió la silla que sobraba, sentándose a horcajadas con un fácil movimiento e inclinó sus antebrazos oscuramente bronceados en la mesa mientras volvía la mirada hacia _____—. ¿Por qué alguien quiere matarte, ____ Ann?
El color le abandonó la cara cuando de repente el brazo de Kevin le rodeó los hombros, la silla de él se acercó a la suya.
—Por amor de Dios, Zeke —gruñó él—. Ten un poco de compasión. Zeke no le quitó los ojos de encima.
—_____, eres una chica lista —dijo en voz baja—. Alex te crió para que pensaras por ti misma. Déjame ayudarte.
Ella sacudió su cabeza. Ya había ignorado a Kevin una vez al abandonar la tienda y salir sola. Casi había muerto por ello. Ahora estaba demasiado atontada, demasiado asustada, para considerar ignorarle otra vez.
—No sé por qué. —Sintió los labios entumecidos, el cuerpo frío.
—¿Algún extraño te siguió? —La mirada de Zeke se agudizó cuando la mano de Kevin le apretó el hombro para advertirla. Ella podía sentir su calidez rodeándola, pero no tocaba el corazón de hielo que pareció solidificarse dentro de su pecho.
Negó con la cabeza. Mintiendo. Estaba mintiendo descaradamente por sus amigos ahora, encubriendo algo que Zeke debería saber.
—¿Si no pasa nada, entonces por qué me llamó Alex la semana pasada y me pidió que te vigilara? —le preguntó entonces—. Dijo que habías mencionado algunas cosas extrañas, _____. —Su voz era amable, pero firme. Él sabía que ella mentía.
—No estoy acostumbrada a vivir sola —susurró—. Estaba un poco de los nervios cuando hablé con él. La casa a veces hace ruidos raros. -Y lo hacía. A veces, podría haber jurado que alguien se movía por la casa de noche, sin embargo nunca fue capaz de encontrar alguna prueba de ello. No era una mentira, pero lo parecía, porque no estaba diciéndole a Zeke toda la verdad. Entonces él suspiró.
—¿Alguien de Virginia que pienses que podría querer hacerte daño? ¿Qué hay de aquel chico con el que dijo Alex que vivías? ¿Mark?
—Mark Lessing. —De repente la tensión alrededor de la mesa era lo bastante espesa como para cortarla con un cuchillo. Kevin se tensó de manera sutil, su cuerpo pareció cambiar con peligrosa fuerza. Ella lo miró confundida, viendo el brillo de una llama interior en sus ojos que de repente le hizo correr la sangre por el cuerpo con una fuerza vertiginosa. Tragó fuertemente antes de forzar su mirada de vuelta a Zeke.
—Mark no me haría daño. No tiene ninguna razón para querer hacerme daño.
—¿Así que tu relación con él terminó amigablemente? —preguntó Zeke con curiosidad—. Esto es un poco extraño. Las relaciones no se terminan sin enfado por alguna de las partes.
—Nada terminó. —Ella se encogió de hombros—. Vine a casa. Mark estuvo de acuerdo en que era el momento. Fin de la historia.
Zeke echó un vistazo a Kevin.
—¿Lo crees?
—¿A qué estás jugando, Zeke? —le preguntó Kevin entonces. Zeke parpadeó con una mirada estudiada de macho burlón.
—Sólo trato de entender las reglas del juego, Kevin. Déjame en la oscuridad, y esto es lo que tiendo a hacer.
—Él no está jugando a nada. —______ apretó los puños en su regazo mientras luchaba por controlar el temblor de sus miembros—. No ha pasado nada. Mark no me haría daño, y que yo sepa, tampoco nadie. No sé lo que pasó allí o por qué alguien quiere hacerme daño.
Y era una pésima mentirosa. Zeke suspiró cansadamente mientras se echaba hacia atrás en su silla y los contempló a todos con cinismo.
—Cuando creas que puedas contarme la verdad, _____, ya sabes cómo contactarme —dijo finalmente, luego se volvió a mirar a Kevin —. ¿Sabes lo que Alex hará si le hacen daño a ella, verdad? Aterrizará sobre los tres como una apisonadora. No será bonito.
—Venga, Zeke, las amenazas no funcionan. — Kevin se levantó de su asiento antes de agarrar el brazo de _____ y llevársela con él—. Si tienes alguna pregunta más, ella estará en el barco conmigo o trabajando en mi oficina.
La mirada fija de Zeke se movió rápidamente hacia el agarre que Kevin tenía sobre ella antes de que sus ojos se volvieran a levantar hacia ______.
—¿Si no tiene problemas, entonces por qué no se queda en su casa? —Porque ayer se trasladó conmigo —contestó Kevin con frialdad—. Nos dirigíamos a su casa para embalar sus cosas cuando esto pasó. De repente _____ fue consciente de los otros comensales que llenaban el restaurante, sus curiosas miradas los seguían, aunque la mesa hubiera sido movida lo bastante lejos para dar al sheriff la intimidad que necesitaba para interrogarlos. Y aquellos curiosos comensales no pudieron evitar si no oír el pequeño anuncio de Kevin. —Bien, sé dónde encontrarla entonces, es todo lo que importa. —Zeke se levantó suavemente, su delgado y musculoso cuerpo se dobló frustrado cuando echó un vistazo alrededor de la mesa otra vez—. Nick, Joe, la próxima vez que tenga pruebas de que tenéis operaciones a mis espaldas, voy a deteneros a todos. Os estoy solo advirtiendo ahora.
Operaciones. Crista sabía que era la palabra que había oído a Alex usar bastante a menudo.
—Ahórratelo, Zeke. —Nick siguió a Joe y a Kelly cuando se levantaron de sus asientos—. No estamos actuando a tus espaldas. Y si así fuera sabríamos como cubrir nuestros culos. -Zeke sopló exasperado.
—Lamentablemente es muy cierto. —Se puso de pie también, su mirada se volvió hacia _____—. ¿Has hablado ya con Alex?
Ella negó con la cabeza.
—Está fuera del país. -Zeke asintió.
—Llamé a su comandante, y me dijo lo mismo. ¿Alguna idea de cuándo vuelve?
—Cuando regrese.

por **aranzhitha** Dom 13 Mayo 2012, 2:09 pm

Las preguntas de Zeke comenzaban a irritar sus nervios, sobre todo cuando era más que obvio que él sabía las respuestas antes de hacer las preguntas. Zeke asintió otra vez, su mirada inspeccionando a los cinco antes de que aterrizara en Kelly una vez más.
—¿Dejas que te metan en problemas otra vez, Kel? No es buena idea. En esto, la risa de Kelly susurró alrededor de la mesa.
—Zeke, ellos son el problema, ¿recuerdas? Pero en este caso, te lo prometo, soy inocente como un bebé.
Sus labios se arquearon, y un punto de diversión llenó su mirada.
—Por supuesto que lo eres, Kel. —Él se rió entre dientes—. Y es más que obvio que tu prometido es una maldita mala influencia. No es que yo esperara algo menos. Tú, mi niña, eres una pequeña demasiado fácil de engatusar por su pícara sonrisa.
—Con cuidado, Zeke. —Aunque su voz fuera divertida, había un filo de acero en la voz de Joe—. Tenemos que llevar a _____ al puerto deportivo y dejar a Kevin que consiga asentarla. Sus nervios están de punta y los nuestros también. Como dijiste, sabes dónde encontrarla si tienes más preguntas.
______ dejó a Kevin conducirla de la cafetería entonces, consciente de que el sheriff los miró marcharse, con una sombra de sospecha en su mirada. No es que no tuviera una maldita buena razón para sospechar. Conocía a Zeke, y sabía, por las conversaciones que ella tuvo con su hermano en el pasado, lo seriamente que se tomaba su trabajo y la protección del condado. Y la sospecha significaba un desafío para Zeke. Él no iba dejarlo ir.
—Sólo espera. —La voz de Kevin era un susurro de sonido cuando la sacó de la cafetería—. Estamos bastante alejados. —Se giró hacia Joe—. ¿Has traído la camioneta?
—Papá trajo la tuya —contestó Joe en voz baja mientras iban hacia el estacionamiento—. Nos espera para devolver tu Harley al puerto deportivo. Seguro como el infierno que no queremos dejarla aquí.
_____ envolvió sus brazos alrededor de sí misma mientras Kevin la llevaba a la gran camioneta negra en la que había montado el día anterior. Su vida se había esfumado definitivamente más allá de Mercurio retrógrado. Los coches-bomba eran catástrofes mayores, no el destino jodiéndote.
—Nos encontraremos en tu casa —dijo Joe mientras se acercaban a la camioneta y Paul Jonas abría la puerta y salía de ella. La furgoneta canela de Joe estaba a un lado, y las motos de Kevin y Nick al otro. Paul levantó el rifle que llevaba en el asiento, lo descargó, y tranquilamente alcanzó a colgarlo en el estante de arma que se extendía a través de la ventanilla trasera.
—Algunos curiosos y el pequeño imbécil rabioso de Johnny —gruñó mientras se acercaban a él—. Pequeño bastardo. Su padre se revolvería en la tumba si supiera en lo que se convirtió el chico.
_____ contempló a Paul con sorpresa.
—¿Johnny Grace?
—Grace mi culo —refunfuñó él—. Aquella puta que lo engendró tuvo que haber conseguido a otro como donante de esperma en lugar de Ralph. Ralph era un buen hombre. No hay nada de él en ese chico.
—Cálmate, papá. —La voz de Joe era claramente de advertencia—. Johnny probablemente sólo quiso saber de _____. Son vecinos. Más o menos.
Los ojos de Paul la atravesaron entonces.
—¿No me digas que eres amiga de esa pequeña inmundicia?
—Johnny es siempre muy amable conmigo, señor Jonas —dijo ella, deseando no sonar tan débil, tan cansada—. Él no habría significado ningún daño.
Era consciente de las miradas incrédulas ahora centradas en ella. Alzó la barbilla. No basaba sus opiniones o sus amistades en opiniones de otros, y no iba a comenzar ahora.
—Bien. Por la razón que sea no le gusta Johnny, y por lo que él dijo antes, no se aprecian demasiado. No es asunto mío, y no tiene nada que ver conmigo. —Y estaba demasiado cansada ahora mismo para entender algo de esto. Respetaba a Paul Jonas, confiaba en él. El hecho de que le disgustara intensamente su propio sobrino significaba algo. Pero hasta que ______ entendiera por qué, a ella no le iba a disgustar automáticamente. Sería definitivamente cautelosa, pero se reservaría el juicio.
Paul giró su mirada de ella hacia Kevin cuando él se frotó la cara con la mano en desasosiego antes de que pareciera que él y Kevin compartían un poco de comunicación privada. ______ odiaba las comunicaciones privadas entre hombres. Ella no era una lectora de pensamientos masculinos, así que no lo consideraba jugar limpio en su presencia.
—Cuidaré de ella, Paul —murmuró Kevin finalmente. —Sabes, podéis ponerme de los nervios con bastante rapidez —les dijo con no poco fastidio.
—Si tanto quieres cuidar de mí, dame mis ropas, y luego déjame sola para tomar una ducha y dormir.
—Nos pararemos de camino al puerto deportivo y compraremos algunas cosas —le dijo Kevin con firmeza, provocándole que se quedara helada y volviera la mirada hacia él incrédula.
—Dijiste que podíamos coger cosas de mi casa. Maldita sea, Kevin, no puedo salir y comprar más ropas.
—Y eso fue antes de que alguien decidiera convertirte en un pedazo de carbón —le soltó en respuesta—. Ni siquiera voy a intentar ir a esa casa contigo. Voy a inspeccionarla yo solo por la mañana y traeré tus cosas. Hasta entonces, vamos a detenernos de camino a casa y comprarte algunas cosas extras.
Era consciente de las interesadas miradas sobre ellos. Los hombres estaban observando con expresiones que variaban desde la diversión y la cautela, y Kelly, al lado de Kevin, negaba con la cabeza en respuesta, advirtiendo a _____. Podía ignorar a los hombres, pero había algo en los ojos de Kelly que advirtió a ______ que no era el momento de presionar a Kevin. Y eso apestaba. Porque quería sus ropas; no quería gastar los pocos ahorros que tenía en ropas que no necesitaba.
—Utilizaré la maldita lavadora esta noche —replicó al fin. No iba a terminar debiéndole más que lo que ya parecía que iba a deberle.
—Solo entra en la camioneta. —No esperó a que ella siguiera la orden severamente formulada. Kevin la agarró por la cintura y la levantó antes de entrar atropelladamente a su lado y obligarla a subirse sobre la consola hacia el asiento del pasajero. Cuando miró hacia delante y contempló a través del parabrisas, se enfrentó con su pobrecito y quemado Rodeo. Le gustaba ese pequeño utilitario. El motor se encendió a la vida. Cuando lo hizo, _______ echó un vistazo para ver las manos de Kevin puestas alrededor del volante con los nudillos blancos por el furioso agarre.
—¿Te marchaste de aquí con Lessing? —Su voz era fría, furiosa.
—Sí. —Mantuvo la voz baja, mantuvo la calma. Mark y Ty habían venido de Virginia esa semana ocho años atrás para informar a Alex, su antiguo comandante de las Fuerzas Especiales, el por qué fueron licenciados del Ejército. Ella se fue con ellos cuando volvieron a casa. Se suponía que era una cosa temporal. En cambio, se habían hecho amigos, de alguna manera familia, y no se mudó hasta que volvió a casa el año pasado.
—¿Me abandonaste por otro hombre?
Ella permaneció en silencio, a pesar del temblor en la boca de su estómago. Podía mentir al sheriff pero no a Kevin, no sobre esto. Las palabras se le atragantarían hasta la muerte.
—______, que Dios me ayude, si no me contestas ahora. —Su voz era un sonido seco y ronco que la hizo estremecer imperceptiblemente.
—No te dejé por otro hombre —dijo al fin respondiendo sin alterar la voz. Lo había dejado por otros dos hombres, los hombres con los que él estaba decidido a compartirla. Luego abandonó el pueblo porque no podía soportar el dolor vacío que ardía en ella meses más tarde.
—¿Pero te fuiste con otro hombre? —Su voz era más dura, si era posible. —Abandoné Somerset con Mark. Me trasladé con Mark. Viví con él durante siete años. ¿Es eso lo que quieres saber?
Giró la cabeza hacia ella, con los ojos destellando con ardiente lujuria masculina y enfado.
—No. Lo que quiero saber es, ¿te acostaste con el hijo de puta?
Tomó un lento y profundo aliento.
—Dormí con él a menudo.
Tres horas después, Kevin arrastró a ______ dentro de la tenuemente iluminada casa flotante dónde Nick los esperaba en silencio, cerró la puerta de golpe, y pasó la llave, antes de tirar la bolsa de plástico de las compras, llena de ropa, al sofá.
Los dedos firmemente sujetando la muñeca de ella, dónde había aprendido rápidamente a mantenerlos mientras la forzaba a través de la tienda y escogía las ropas él mismo. Había algunas bragas allí que tenían a su polla pulsando ante el pensamiento de sacárselas del cuerpo. Pequeños sujetadores de encaje, brevísimos pijamas, algunos tejanos de cintura baja y camisetas cortas que garantizaban hacerle hervir la sangre si pillaba a otro hombre contemplándola. Cuando la soltó, Nick estiró el cuerpo desde las profundas sombras en la esquina de la habitación, levantándose del sillón reclinable y observándolos con expectación.
—¿Qué está haciendo él aquí? —Le echó a Nick una mirada enfadada. Estaba enfadada, y él todavía estaba tan condenadamente furioso que estaba hasta el moño.
—Él —dijo Nick arrastrando las palabras— está siendo un Buen Samaritano. Te traje el resto de tus sedientas plantas. —Señaló los recientemente regados vegetales colocados en la mesa del comedor—. Y tus cosas personales. —Sonrió orgulloso de sí mismo—. Sé que Kevin te compró ropas nuevas, así que no me molesté con eso.
Kevin observó a ______ cuidadosamente. Pudo ver el enfado calando en su expresión, el leve sonrojo que tiñó sus mejillas, y el destello de sus ojos.
—Por supuesto que no te molestaste —masculló entre dientes. Al menos Kevin no era el único en apretar las muelas—. ¿No aspirarías a echar a perder la diversión de Kevin?
—Caramba sí. —Nick respiró aliviado como si ella entendiera un complicado dilema—. Somos muy cuidadosos en no echar a perder la diversión de Kevin. Puede ser sangriento.
Mientras _____ se contoneaba por allí, Kevin agachó la cabeza, escondiendo una sonrisa que le tironeó involuntariamente los labios. Nick podía hacerse el tonto mejor que nadie que Kevin conociera. Podía ser pícaro, burlón, casi inocente. Mientras uno no cometiera el error de mirar dentro de las frías profundidades de sus helados ojos verdes. Cuando Kevin miró hacia abajo, tuvo una generosa vista de los bien redondeados pechos subiendo y bajando bajo la camiseta y los puños apretados a ambos lados.
—Tienes ropa. —Sacudió la cabeza hacia las bolsas—. Ahora puedes tomarte una ducha y cambiarte. Pediré algo para comer.
—Métetela donde te quepa —le soltó.
—No me tientes, dulzura. —La tensión casi lo parte en dos, estaba condenadamente al borde, tan cachondo y cabreado que no sabía si podía confiar en sí mismo para mantener las manos alejadas de ella o no—. Porque meterla es algo que podría hacer tranquilamente ahora mismo.
Observó como los ojos de ella se abrieron de par en par, conmocionados y sorprendidos antes de que el brillo de furia aumentase.
—No me intimidas, Kevin —le replicó. Y parecía decirlo en serio. Kevin sonrió. Una lenta y calmada curvatura de sus labios mientras dejó que las manos se movieran al cinturón, aflojando la presilla y tirando de la hebilla. Los ojos de ella se abrieron por completo. Abrió los labios. Kevin observó como ella le echó un vistazo a Nick antes de agarrar las bolsas y huir como un conejo que acabara de ver al lobo feroz. Nick se reía entre dientes mientras ella corría escaleras arriba, sin pararse a mirar atrás.
—Tío, ella debería haber tenido una pista con la sonrisa —le soltó Nick cuando se giró, con la mirada de suficiencia mientras Kevin se ceñía el cinturón. La diversión permanecía en la expresión de Nick, pero había pesar merodeando en sus ojos. Kevin sabía de dónde provenía el pesar. No compartiría esta relación entre _____y Kevin. Tan apasionada, tan problemática e irritante como se desarrollaría, él permanecería fuera mirando. Y eso era una posición difícil. Kevin sacudió la cabeza.
—¿Qué viste después de que nos fuéramos?
Nick se pasó los dedos a través del lacio y negro cabello largo hasta los hombros mientras una mueca crispaba sus rasgos toscamente tallados.
—Vi a Johnny. Os observaba a ti y a ____ como una malvada y pequeña serpiente desde la esquina mientras salías. Podías ver su cerebro calculando las maneras de utilizar esto. El pequeño imbécil. Aparte de eso, todo lo que vi fueron los clientes del café. No había desconocidos. Ni desconocidos. Ni extraños.
—¿Dónde pueden estar escondidos? —Se preguntó Kevin con curiosidad, mentalmente trazando el área en la cabeza.
—Demasiados lugares. —Nick se encogió de hombros, reflejando sus propios pensamientos—. Sin embargo, el sheriff Mayes está llevando el Rodeo al depósito municipal. Investiga el crimen.
Kevin hizo una mueca.
—Ajá —su primo soltó el aliento bruscamente—. También opino lo mismo.
Kevin apretó los labios mientras se dirigía a zancadas a la nevera y sacó dos botellas de cerveza. Después de tenderle una a Nick, desenroscó el tapón de la suya y tomó un largo y fortalecedor trago.
—Esto se está volviendo un jodido enredo —espetó—. ¿Cómo demonios se las ingenió para mezclarse en esto?
Nick desenroscó el tapón de la cerveza mientras negaba con la cabeza y caminaba hacia las puertas correderas de cristal.
—Eso no es todo lo que descubrí. —Nick se giró hacia él lentamente, la mirada pensativa, entrecerrada—. Cuando ______ se fue de aquí hace ocho años, no sólo se fue con Mark Lessing. Siguiéndolos estaba Tyrell Grayson. Ambos hombres una vez formaron parte del equipo de operaciones especiales de Alex, sin embargo fueron licenciados más o menos un mes antes por razones médicas. Todos se trasladaron al apartamento de Lessing a su llegada, y ella vivió con ellos todo el tiempo que estuvo allí. El rumor era que ambos hombres eran sus amantes.

por **aranzhitha** Dom 13 Mayo 2012, 2:10 pm

Capítulo 12
Kevin se quedó tieso ante esa información. Recordaba a Tyrell Grayson, aunque nunca había conocido a Mark Lessing. Tyrell era el médico en el reducido equipo de Fuerzas Especiales en el que Alex combatió una vez. Muy musculoso, rubio y encantador como el demonio, también.
—Ella tuvo dos amantes —dijo en voz baja.
—Ese es el rumor. —Nick se encogió de hombros—. Llamé a un amigo mío que vive en Virginia Beach, no demasiado lejos de donde vivía con los dos hombres. Ayer fisgoneó un poco. Lessing tiene dinero, y su puesto en la firma de abogados de su padre obviamente está bien pagado. Se dice que el ático que todavía posee es muy agradable. Con muchas ventanas, espacioso y con vistas a la playa. Lessing y Grayson todavía comparten el apartamento, pero algunos vecinos dicen que ella les rompió el corazón cuando se fue. Mi contacto no lo cree. Habló con Lessing, haciéndose pasar por un potencial empleador que había escuchado referencias de ____ y su falta de trabajo. Ambos hombres cantaron alabanzas y parecían bastante animados con el traslado.
Ella tuvo dos amantes. Dos hombres. Ex Fuerzas Especiales. Hombres duros. ¿Y aún así huía de él y del temor de que deseara compartirla con sus primos? No tenía sentido.
—¿Algún rumor sobre drogas o actividades ilegales? —pregunto Kevin.
—Limpia como una patena —dijo Nick negando con la cabeza.
—Pero podría haber hecho buenos contactos para saber sobre los misiles y los posibles movimientos, así como de la necesidad de venderlos. — Kevin no quería creer eso. Podía sentir todo su interior rechazando la idea de que ______ pudiera tener la más mínima posibilidad de estar envuelta en eso.
—Los informes iniciales dicen que no. —Nick se encogió de hombros—. Lessing y Grayson no están asociados con militares o antiguos amigos. Pero mi contacto está investigando.
Kevin apretó la mandíbula con ira.
—Mira que más puedes averiguar —le ordenó con severidad—. Y mientras lo haces, averigua para empezar por qué abandonó el pueblo. Por alguna razón, dudo que tenga nada que ver con evitar tener una relación conmigo. ¿Por qué debería? No le había preocupado el mudarse con dos hombres. ¿Por qué entonces huir de él?
—¿Y qué hay del artefacto explosivo en su Rodeo, Kevin? —dijo entonces Nick—. Tenemos a los compradores y a los vendedores, y ninguno ha mencionado su nombre. ¿Quién la ataca y por qué?
Kevin negó con la cabeza. Esa pregunta todavía le estaba carcomiendo el cerebro.
—Quien se hizo con el dinero le tendió a ella una trampa al igual que a los compradores y a los vendedores de los misiles. Quienquiera que fuera la mujer, sabía que nosotros estaríamos allí. Sabía cómo atraer a _____. ¿Por qué querría matarla ahora? Obviamente le está tendiendo una trampa a _____. ¿Por qué esperar hasta ahora para deshacerse de ella?
—¿Y estamos seguros de tener a todos los implicados? —preguntó Nick—. Los compradores pueden tener a un hombre fuera. Es lo que yo habría hecho.
—¿Por qué tratar de matarla sin intentar encontrar primero el dinero? —preguntó Kevin —. Mejor aún, ¿por qué matarla hasta no obtener el dinero?
Nick miró fijamente a Kevin en silencio, su expresión tranquila, calmada.
—Observaré los hechos desde el Wet Dreams(1) —dijo al fin en voz baja, refiriéndose a su propia casa flotante, el Nauti Wet Dreams—. El Rodeo, creo, no era más que una advertencia. Sino, hubiera explotado al primer giro de llave. Alguien quiere el dinero, y le están advirtiendo que no lo dejaran escapar. Necesitamos ir con Cranston, ponerlo al corriente. Le mostramos su foto a los implicados y vemos cómo reaccionan.
—No confío tanto en Cranston —masculló Kevin. —Tú no confías tanto en nadie, pero Cranston tiene una buena visión de cómo funcionan las cosas. No le diremos que _____ estaba en el almacén. Le explicaremos lo del Rodeo, nuestras sospechas de que _____ se parece a la chica del _____, y avanzaremos desde allí.
—¿Y si identifican a ______? —preguntó Kevin peligrosamente—. Cranston podría decidir ir a por lo que puede arrestar y olvidar el resto.
(1) Traviesos sueños húmedos. (N. de la T.)
Nick negó con la cabeza.
—Es demasiado bueno para eso, Kevin. Querrá utilizarlo y nosotros podemos utilizar el equipo de esta manera. Ver cómo funciona. ¿Qué podemos perder? Somos su coartada. ¿Quién puede refutarla?
Arriba la ducha se apagó. Kevin giró la cabeza y echó una larga y dura mirada hacia las escaleras.
—Habla con Cranston —dijo—. Veremos adónde nos lleva.
Estaba caminando por una maldita cuerda floja, y lo sabía. Si los arrestados en el almacén la otra noche identificaban a _____ como la intermediaria, entonces todas las sospechas caerían sobre _____.
—Cranston es más listo para creer que esto es así de fácil —le aseguró Nick mientras se dirigía hacia la puerta—. La primera cosa que haré por la mañana será hablar con él. Les mostraré las fotos a nuestros chicos de las celdas y veré qué consigo. Podríamos tener suerte, y no la reconozcan.
Kevin gruñó ante eso.
—No apuestes por ello.
Dejó que Nick saliera de la casa flotante y cerró la puerta detrás de él antes de poner las alarmas y dirigirse hacia las escaleras. _____ estaba arriba. Duchada, suave y cálida. Y esperaba que preparada para ofrecerle las respuestas que necesitaba. Porque el pensamiento de ella viviendo con un hombre le corroía el alma. Con sorpresa, el pensamiento de ella viviendo con dos hombres, compartiendo una relación que sus mujeres siempre habían compartido con él y sus primos, era como ácido para su alma. Porque Kevin no podía imaginarse compartiéndola, ni hace ocho años ni, definitivamente, ahora. Se dirigió a las escaleras, subiéndolas con lenta anticipación mientras su cuerpo se tensaba con el pensamiento de ella llevando las ropas que le había comprado, las bragas de encaje que había escogido o los escuetos pijamas que se había imaginado viendo que llevaba. La imagen lo tensó con la misma fuerza que el enterarse de sus amantes. Sus amantes. Que Dios lo ayudara si eso era lo que ella necesitaba ahora. Una vez pensó que compartirla con sus primos habría tenido a su polla latiendo de regocijo. Ahora, tenía que reprimir los celos, combatir por contener la indignación de que lo abandonó no sólo por un hombre si no por dos.
¿Si había sido tomada por otros por qué rechazaba considerar ser tomada por él? Siempre había pensado que huyó por culpa de su reputación, por su temor a los tríos. Para averiguar que había huido directamente a otro, lo que tenía a su temperamento caminando por una delgada y finísima cuerda. Cuando entró en la habitación del nivel superior, se detuvo abruptamente. Estaba sentada en la cama, llevando una de sus grandes camisetas en vez de los nuevos pijamas, lentamente extendiendo alguna clase de loción sobre las piernas, que se veían sedosas, redondeadas y malditamente tentadoras. Por un momento, el recuerdo destelló en su cabeza. Esas sedosas piernas extendidas, su boca enterrada entre ellas. Sus sentidos estallaron con el recuerdo del sabor de su sedosa y dulce crema femenina y la caliente, rica y satinada carne. Pudo recordar estar tan borracho por ella como lo estaba por el whisky, mientras los dedos de ella le tiraban del pelo y susurraba. Apretó los dientes. Era una amante ruidosa. Rogando, mendigando y alentándolo. Dejó a un lado la loción, las manos aferradas a la camiseta que le cubría el abdomen y con la mirada gacha mientras se levantaba nerviosa. Oh, nena, vale la pena que estés nerviosa, pensó con una mezcla de lujuria y cólera. Porque había tantas cosas salvajes y pecaminosas que tenía la intención de hacer con ese caliente cuerpecito.
—Tienes un gusto pésimo en pijamas. —Finalmente lo miró—. No hay suficiente material en ellos ni para cubrir un sello, déjame sola.
Él echó un vistazo sobre la silla dónde yacían algunos de los artículos. Los ceñidos pantalones cortos y las camisolas cubrirían más carne de la que a él le gustaría ahora mismo. Sin embargo, no era de pijamas de lo que quería discutir ahora.
—Dime algo, _____. —Él comenzó a desabotonarse la camisa—. ¿Cuándo tenías la intención de decirme que no sólo habías tenido un amante, sino dos? ¿Lessing y su amigo Ty Grayson.
_____ parpadeó, sus ojos se estrecharon hacia él mientras los botones se soltaban de su camisa y su carne se estremecía con la necesidad de tocarla. Entonces, una ceja se arqueó con mofa.
—¿Por qué debería contarte nada, Kevin? No era de tu incumbencia. Y está el hecho de que ellos no eran mis amantes. Sencillamente viví con ellos.
—Dormiste con ellos —gruñó él—. Te confesaste culpable de dormir con Lessing.
Ella se encogió de hombros.
—Dormí con ellos de vez en cuando.
—¿Con ambos?
Ella cruzó los brazos sobre su pecho.
—Ambos —confirmó ella.
—¿Al mismo jodido tiempo?
Sus labios se volvieron una fina línea y la irritación centelleaba en sus ojos.
—Al mismo tiempo.
______ nunca se había considerado el tipo de mujer que le gustara caminar al filo del peligro, pero se confesó culpable de eso en ese instante, ya que era exactamente lo que estaba haciendo. Había creído que si él sospechaba que había tenido dos amantes lo complacería. Había esperado que él la conminara a dormir con Nick también. En cambio, parecía enojado.
—¿Huiste de mí, según tus propias palabras, porque dije que quería compartirte con Joe y Nick, así que dejas mi cama y te vas a la de otros dos hombres? —La incredulidad llenaba su voz, haciéndolo gritar mientras ella se volvía a observarlo con sorpresa.
—Lo que hice después de dejarte no te incumbe. —Retrocedió cuando él lanzó su camisa a un lado de la habitación. Se veía enfurecido. Las cejas oscuras se estrechaban pesadamente sobre esos fulgurantes ojos verde claro que parecían brillar en su moreno rostro. Los labios eran una fina y dura línea, los hombros abultados en tensión. No era atemorizante; era sexy. Debería ser amedrentador. En cambio, ella podía sentir una sensación de aplastante erotismo y anticipación. Debería estar enfurecida, al menos tan enojada como él. Pero veía tanta emoción en su rostro, algo tan diferente a la burlona diversión o a la cínica expresión que él normalmente mostraba. Estaba... celoso. ¿Kevin, celoso? Ella sintió que sus pechos se hacían más sensibles, sus pezones se volvían imposiblemente más duros contra la tela de la camiseta que llevaba, y eso no tenía sentido. Él no tenía ninguna razón para estar celoso; ella no deseaba que estuviera celoso. Pero lo estaba.
Kevin nunca había sentido celos por otra mujer. Nunca posesivo. Aquella posesividad afectaba a cada célula de su hipersensible cuerpo y la hacía gritar por su toque. Su clítoris se hinchó, los pliegues que lo rodeaban se calentaron y humedecieron. Lo contempló, hipnotizada, mirando como la mano de él iba hacia el amplio cinturón de cuero que le rodeaba la cintura, viendo el lento movimiento de aflojar el cuero, el modo en que él lo dejó colgando para luego de un tirón liberarlo de sus vaqueros.
—¿Qué haces? —Las palabras salieron sin invitación. Estaba furioso con ella; podía verlo. Furioso, excitado y tan posesivo que podía ver las emociones ardiendo en sus ojos.
—Estuviste de acuerdo —Sus labios se curvaron, perdiendo la dura y fina línea, sólo para verse más llenos, casi inflamados, hambrientos. La metamorfosis era hipnotizadora. Ver como la rabia cedía bajo el hambre, la sospecha bajo la posesividad, y la necesidad sobrepasar a todo en su expresión. —Estuviste de acuerdo —repitió cuando con la punta del pie apartó a un lado sus botas—. Dormir conmigo. Follar conmigo.
Ella se estremeció ante el sonido de su voz, no por sus palabras. Era áspera, gutural, llena de lujuria. Y eso tocó una cuerda dentro de su propia sensualidad que hizo que su matriz se apretara violentamente. —Esa es mi camiseta —gruñó él cuando ella continuó mirándolo—. ¡Quítatela!
_____ negó lentamente con la cabeza, observando como él se acercaba a ella, como los músculos se contraían sobre su pecho y hombros y a lo largo de su plano abdomen. Abajo, presionando dura y tensamente contra sus vaqueros, su desenfrenada erección exigía libertad. Sabía cómo era Kevin cuando el hambre lo golpeaba. Lo había visto ebrio y excitado, pero nunca sobrio y hambriento. Nunca así. Poderoso, absorto, concentrado sólo en la lujuria que ardía dentro de él. Que ardía dentro de ella. Incluso antes, en la única noche que había pasado en su cama, no había sido consciente de lo poderosamente atractivo que podría llegar a ser. Bronceado y duro, fuerte y dominante. La determinación que brillaba en sus ojos era como cadenas, manteniéndola quieta, silenciosa, mientras él avanzaba hacia ella. Echó la cabeza hacia atrás cuando él estuvo a centímetros de ella, su mirada se clavó en él cuando su mano se alzó, y el pulgar e índice pellizcaron la tela entre sus pechos.
—Esto me ha atormentado ocho años —murmuró él, su voz un ronco y oscuro terciopelo sobre sus sentidos—. Soñaba con esto. Dolorido por esto hasta el punto en que, algunas noches, no podía tocar a otra mujer porque sufría por ti hasta el punto del dolor.
Él no podía haber sufrido más que ella. No podía haber conocido la brutalidad de recordar un toque que la arruinó para cualquier otro.
—Pero aún así las tomabas —susurró con voz ronca, intentando atravesar el grueso erotismo formándose entre ellos—. Solo. Y con tus primos.
—Y tú fuiste con otro hombre. —Sus labios dejaron ver sus dientes en un duro gruñido—. Dos hombres.
Él se acercó, presionándola contra el tocador detrás de ella mientras retenía la respiración por la salvaje lujuria que se elevaba ahora entre ellos.
—¿Te abrazaron? ¿Gritaste mi nombre en tu cabeza cada vez que ellos te tocaban, como el tuyo resonaba en mi mente?
—No. —No mostraría ninguna debilidad. Había aprendido eso hacía tantos años. No mostrar ninguna debilidad, nunca permitir que viera el hambre o la necesidad que la atravesaba. Y aún así estaba mostrando justamente eso. Las manos de ______ se aferraron sobre el borde del tocador detrás de ella mientras se apartaba, siendo consciente de que no podría luchar contra el hambre si él no dejaba de tocarla. Y él no se detendría. Las manos de él le agarraron la cintura, la levantaron sobre el tocador, luego lentamente le separó las rodillas.
— Kevin. Kevin, no quieres hacer esto. —Jadeaba, segura de no poder respirar por esto. Él robaba el oxígeno entre ellos, haciéndolo denso y pesado por la lujuria.
—¿Que no quiero hacerlo? —Él le subió la camiseta por la cintura, tirándola sobre sus pechos, luego la obligó a alzar los brazos para liberarla de su cuerpo. El aire fresco del aire acondicionado cayó sobre sus pezones, enviando una miríada de sensaciones por su columna. Cuando arrojó la camiseta a un lado no la soltó de las muñecas. Estaban apresadas por una gran mano, que tiraron de estas sobre su cabeza, haciendo que sus pechos se alzaran mientras él la contemplaba.
—Debí atarte a mi cama esa noche —susurró él con voz ronca—. Te habría mantenido conmigo, en vez de dejar que te escaparas.
Su otro brazo le rodeó la cintura cuando se ubicó entre sus muslos, obligándolos a separarse mientras la atraía a él. Un movimiento duro, rápido, que sepultó sus pezones contra el pecho de Kevin. La sensación perforó cada extremo nervioso. ____ sintió que su espalda se arqueaba, un estremecedor aliento desgarró sus pulmones como si fuego y hielo quemaran sus pezones, luego atravesó un desigual y extasiado camino a su matriz y a las hambrientas profundidades de su coño. Antes de que pudiera reunir el aliento para protestar, antes de que pudiera formar una queja, la cabeza de Kevin descendió, sus labios le robaron un beso, y por primera vez en ocho años, ____ revivió ese primer y ardiente beso, ese primer y estremecedor conocimiento de que cada parte de ella, corazón y alma, pertenecían a Kevin.

si veo muchos comentarios el martes la sigo :)

por **berenice_89** Dom 13 Mayo 2012, 9:25 pm

AAAA LA AMEE

COMO EL PRIMER BESO¡¡¡¡

MARTES QYA UQIERO QUE SEA MARTES¡¡ COMENTEN MUCHO¡¡

por **aranzhitha** Lun 14 Mayo 2012, 2:58 pm

chicas las invito a pasar a mi nueva nove Dinastia Griega con Nick

por **JB&1D2** Lun 14 Mayo 2012, 4:05 pm

siguelaaaaaaaaaaaaaaaa no la dejes así

por **berenice_89** Lun 14 Mayo 2012, 11:29 pm

OK ME PASO

EL LINK???

por **aranzhitha** Mar 15 Mayo 2012, 3:47 pm

Dinastía Griega aqui esta el link de mi nueva nove

por **aranzhitha** Mar 15 Mayo 2012, 4:29 pm

Capítulo 13
________ no fue consciente de cuándo le soltó las muñecas; solo fue consciente de que al instante en que los labios abrieron los suyos, la aterciopelada textura y el intenso calor desaparecieron. Aferró las manos en el pelo de él, alzándose más cerca, un profundo grito abandonó su garganta cuando los pezones rozaron sobre su pecho, y el calor de su erección cubierta por los tejanos presionó contra la saturada carne de su coño.
—Te gusta esto, ¿no, ______? —Se movió contra ella, pasando el pecho sobre las sensibles puntas, observando su cara mientras luchaba por contener otro grito.
—Me gusta —admitió, estremeciéndose violentamente cuando las callosas manos bajaron frotando por su desnuda espalda—. Siempre me gustaron tus manos, Kevin. Siempre me gustó tu toque.
Se arqueó, la cabeza cayéndole hacia atrás contra el espejo detrás de ella mientras sus manos la alzaban más cerca, los labios moviéndose en su cuello, la lengua lamiendo la carne antes de que los dientes arañaran sobre las sensibles terminaciones nerviosas.
—Soñé con esto. —Se le entrecortó la respiración mientras se le cerraban lentamente los ojos—. Tanto tiempo. Soñé con esto.
Y así fue. Durante esos primeros meses llenos de dolor lejos de Somerset, a través de la soledad de los años que había pasado lejos de casa, había soñado con él y su toque.
—¿Soñaste con esto, cariño? —Áspera, hosca, su voz fue sólo un soplo antes del sedoso roce de una barba incipiente en las mejillas y mandíbula.
—Soñé con esto. —Sus muslos se levantaron a lo largo de las caderas de él, agarrándolo mientras alejaba los brazos de sus hombros, moviéndose entre ellos, buscando la cremallera de los tejanos, buscando la fiera y gruesa carne de debajo. Su risa fue un débil aliento de excitación y negación. Le atrapó las muñecas con las manos, apartándolas de su cuerpo.
—Esta vez, voy a lograr saborearte.
— Kevin. No. —Negó con la cabeza, gimiendo ante el pensamiento de lo que sabía él tenía previsto. De lo que había hecho esa primera vez antes de tomarla.
—_______. Sí. —él gruñó. Luego retrocedió, levantándola antes de girarse y caminar hacia la cama, lanzándola en ella antes de seguir. No le dio tiempo a protestar por lo que ella sabía él deseaba, por lo que ella deseaba. Sus manos inmediatamente le separaron los muslos, empujando las rodillas hacia arriba mientras inclinaba la cabeza hacia la húmeda carne desesperada por su toque.
—Oh Dios. Kevin. —Ella se arqueó, gimió, mientras la lengua lamía lentamente entre los saturados pliegues—. Sí. Oh sí, necesito esto.
Lo necesitaba. Lo ansiaba. Él gruñó contra las colmadas curvas, lamió, la lengua moviéndose con rudeza aterciopelada alrededor del henchido clítoris mientras ella se estiraba debajo de él, arqueándose hacia la boca y sin hacer nada por contener los gritos.
—Sabes como el jodido verano. —Su voz sonó enfadada. Ronca. Pero ella conocía esa voz, no era la ira la que lo conducía, era un exceso de lujuria que manaba de cada célula de su cuerpo. Kevin no podía creer lo dulce y caliente que sabía. Más suave que el whisky, incluso más potente. Más dulce que el caramelo y más adictiva que las drogas. Enterró la lengua en la dulzura, lamiéndola y succionándola, tratando de extraer el suficiente cremoso almíbar para saciarse de su sabor. Si pudiera alguna vez saciarse. Con cada lametazo, cada degustación, solo ardía por más.
— Kevin. —Se retorció debajo de él mientras arrastraba el frágil brote de su clítoris en su boca en un largo y firme beso. Una mini-succión, un rápido movimiento de lengua antes de liberarlo.
—Más —susurró ella sin aliento—. Me gusta. ¡Oh! me gusta mucho.
—¿Cuánto te gusta, cariño? —Se estaba muriendo por tener más de ella. Pasó los dedos a lo largo de los saturados rizos, sintiendo el almíbar pegado a ellos, probando la dulzura de ella contra la lengua mientras lamía alrededor del henchido y pequeño brote de su clítoris una vez más.
—Me encanta —gimoteó—. Oh Dios, Kevin. Me encanta.
El clítoris latió contra su lengua, casi con tanta ferocidad como su polla estaba latiendo en los tejanos. Estaba desesperado por ella, llevado por un hambre que no tenía sentido para él, que tenía sus sentidos consumidos por ella, los músculos tensos con la necesidad de probarla, tocarla, follarla. Ella le pertenecía. Y de dónde provenía ese pensamiento no tenía ni idea. Pero estaba allí, de repente formando tanta parte de él que provocó un fuerte estremecimiento en todo su cuerpo.
—No puedo respirar —jadeó ella, arqueándose, retorciéndose debajo de él mientras sus manos la mantenían quieta. Su voz era suave, débil, un eco de su propia hambre. Kevin la lamió; su lengua se deslizó a través de los suaves pliegues, sufriendo por desnudar la cremosa carne alrededor. Ella visitaría pronto el spa, se prometió a sí mismo. Necesitaba el suave coño desnudo en los labios, tan sensible que su respiración sobre ella la enviara al borde del clímax. Cuando se movió más abajo, la ceñida y pequeña abertura que lo atrajo se apretó y palpitó contra su lengua. Deslizando las manos bajo sus caderas, la levantó, más alto, más cerca, luego llevó a la lengua a profundizar en la más dulce carne que nunca había conocido. _____ sabía que estaba perdiendo la cabeza bajo su toque. Estrellas estallaban en los confines de sus ojos cerrados y la llevaban a arquearse más cerca, desesperada por más. Luchaba contra las manos que la sujetaban, los amplios hombros que mantenían sus piernas abiertas, y rogaba por más.
—Maldición eres tan dulce —murmuró mientras levantaba la cabeza lo suficiente para permitirle a la lengua lamer de nuevo su clítoris. No es que eso le trajera nada parecido al control, porque sus dedos se desplazaron para remplazar a la lengua, deslizándose dentro de ella, primero uno, luego dos, estirándola con exquisita calidez mientras se ondulaba debajo de él. —Podría comerte durante horas. —Su voz era una sorda vibración contra su clítoris—. Tan cremosa y dulce.
La voz golpeó sus sentidos, arrastrándola más aún en las tormentosas sensaciones que hacían pedazos su cuerpo. Estaba indefensa contra eso, indefensa contra él. Los dedos se movieron en su interior, follándola con largas y suaves caricias mientras ella se tensaba su alrededor y rogaba por la liberación.
—Tu coño está tan apretado, _____. —Metió los dedos en su interior. Sólo las yemas, frotándolas dentro de ella, despertando terminaciones nerviosas que posiblemente no podía haber sabido que existían.
—Para de provocarme —jadeó, agitándose en su sujeción, las caderas se alzaron hacia la caliente boca mientras él lamía alrededor del clítoris con tiernas caricias—. Por favor Kevin. Déjame correrme. Necesito correrme.
—Sólo un poco más. —Su respiración era entrecortada, las caricias de los dedos dentro de su coño ahora eran más profundas, más fuertes. ______ sintió como se apretaba el coño, sintió el fluir de los jugos y su lengua lamiendo, acariciándola.
—Quiero tu coño depilado —gruñó—. Todo dulce, suave y sensible. Quiero lamer tus jugos en cada dulce centímetro de este caliente coño.
Ella se agarró el pelo mientras un rayo de candente calor le abrasaba la matriz. La transpiración se acumulaba en su carne, corriendo en riachuelos atravesando su pecho y senos. El aire se calentó a pesar del aire acondicionado, y _______ pudo sentir su propio cuerpo desenmarañándose mientras los labios de Kevin rodeaban su clítoris, succionándolo, lamiéndolo y otorgándole la liberación. Se preguntaba si eso la mataría. Era apenas consciente de sus propios gritos, roncos y rotos, mientras él la follaba con los duros embates de sus dedos y succionaba el clítoris con intensos y hambrientos tirones de su boca. Se retorció debajo de él, combatiendo las explosiones de éxtasis, y al fin se sintió superada bajo la fuerza del placer. Bajo la fuerza del toque hambriento de Kevin. No tuvo oportunidad de recobrarse para el siguiente ataque contra su alma. No estaba segura de cómo se las había arreglado para despojarse de los pantalones tan rápido, pero antes de que la última marea de éxtasis se disolviera, él estaba de rodillas, encajando su polla entre los henchidos pliegues de su coño y empujando dentro de ella. ______ se quedó inmóvil, congelada. Sus ojos se abrieron de golpe mirando fijamente su penetrante mirada mientras descansaba en sus rodillas, los ojos de él descendieron hacia dónde estaba lentamente, oh Dios, tan lentamente, penetrándola. Centímetro a angustiosamente placentero centímetro. Abrasador porque el acoplamiento era tan estrecho, porque la amplitud de su polla la estiraba hasta el punto del dolor placentero mientras la acariciaba internamente.

por **berenice_89** Jue 17 Mayo 2012, 9:39 pm

AMO A KEVO¡¡¿ES TAN CALIENTE¡¡

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