Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada

por **aranzhitha** Miér 14 Mar 2012, 7:04 pm

ok, mañana si puedo les subo maraton porque ahora estoy en mi cel, en caso de que no pueda se los pongo el viernes, vale

por **Vanee LovatoD'Jonas** Miér 14 Mar 2012, 8:42 pm

Siii maratooooon!!!
esperare wow Kevo es tan genial jajajajaj xD
Sigueeeee!

por **aranzhitha** Jue 15 Mar 2012, 4:58 pm

lo siento mañana les subo el maraton porque ya no tengo capis adaptados :)

Continuacion.....

—Llámate puta otra vez, y me aseguraré de que la zurra que aún no has recibido no sea nada agradable —le gruñó entre los dientes apretados.

—¿Entonces como lo llamas tú?

—Lo llamo un trato que hiciste y con el que estuviste de acuerdo. —Habló con marcada pausa mientras la atravesaba con los ojos—. Y yo hago las reglas. No tú. Ahora recuéstate, abróchate el cinturón, y para de discutir el asunto conmigo antes de que haga algo que seguro muestra a todo el que pase al lado de esta camioneta lo poco que me importa el decoro o sus jodidas opiniones de cualquiera de nosotros. -Lo que equivalía a nada, y _____ lo sabía. Rechinando los dientes contra las furiosas palabras que surgían de sus labios, se abrochó de un tirón el cinturón, cruzó los brazos sobre el pecho, y clavó la mirada al frente. Admitió estar ligeramente nerviosa. No exactamente asustada de Kevin, pero más cautelosa de lo que había estado incluso dos días antes. Había un brillo de lujuria, de hambre en su mirada que hizo temblar de turbación el núcleo de su feminidad. Y eso le daba vueltas en la mente.

Kevin siempre había sido tan extremadamente controlado. Nunca había mostrado cólera, al menos ése era el rumor. Era del tipo de hombre más de venganza que de enfado. No era cólera lo que veía en él ahora, sino el oscuro y primigenio ser de un hombre que ya no escondía quién o qué era. Y el hambre salvaje que brillaba en sus ojos la excitaba más que el falso encanto que tenía hasta ahora. Este era el Kevin que siempre había sentido escondido bajo la superficie. El que se había reprimido cuando ella era más joven, el que se asustó de la inmadura sexualidad que ella poseía entonces. Fue ese hombre interior que había liberado la noche que había pasado con él. El encanto borracho se había evaporado una vez la tuvo en su cama, y aún así no había sido rudo, había sido decidido, hambriento.

—¿Qué sucedió esa noche?

Su voz la inmovilizó, le hizo latir el corazón más rápido dentro del pecho. No quería hablar de esa noche. No quería revivirlo más de lo que ya había hecho.

—Tuvimos sexo, y punto.

—Tuvimos sexo, así que huiste del pueblo con otro hombre, permaneciendo lejos siete años, y ahora te estás oponiendo a algo que amenaza con incendiar el condado una vez que volvamos a la cama. Lo siento, carita-linda, eso no me lo trago. Estás mintiendo.

Ella recordó, así fue como obtuvo su nombre. Había oído a Paul relatar la historia, como incluso cuando era un niño se le metía algo en la cabeza y no lo soltaba. Igual que un perro con un hueso. Kevin. No había cambiado mucho.

—Lo que pasó hace ocho años no importa, Kevin. —Negó con la cabeza con cansancio—. Lo que pasa ahora sí. No puedo permitirme no trabajar durante tres meses, y no aceptaré dinero por acostarme contigo. Tengo que trabajar.

—No estamos hablando de eso ahora. —Su voz retumbó con disgusto.

—Y no estamos hablando tampoco de lo que ocurrió hace ocho años —replicó ella—. En realidad, esa noche está ciertamente bastante confusa en mi cabeza. Casi lo he olvidado.

Y esa tuvo que ser la mentira más grande que alguna vez había dicho en su vida. _______ le echó una mirada, satisfecha y todavía más nerviosa que nunca, una vez que vio la oscura y meditabunda intensidad de su expresión.

por **# LoveJonas }** Vie 16 Mar 2012, 11:49 am

Waow me quede sin palabras con el cap. No me imaginaba a Kevin asi de enfadado pero me sigue gustando aun ^^
Siguela porfaaa

por **jennito moreno** Vie 16 Mar 2012, 5:27 pm

holaaaa nueva lectora jeje
no entiendo porque la _____ no acepta de una vez que quiere con kev seria mas facil y se evitaria muuuuuuchos problemas!!
sigue sigue

por **ElitzJb** Vie 16 Mar 2012, 5:39 pm

por favor siguela esta estupenda me encanta

por **aranzhitha** Vie 16 Mar 2012, 6:07 pm

jennito moreno escribió:holaaaa nueva lectora jeje
no entiendo porque la _____ no acepta de una vez que quiere con kev seria mas facil y se evitaria muuuuuuchos problemas!!
sigue sigue

Bienvenida Jenni, te puedo decir asi? :o gracias por leer la nove y yo comprendo que la rayiz le ponga las cosas dificiles a Kevin, [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada - Página 7 223874

[Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada - Página 7 223874

porque si la ama luchara por ella no crees :)

por **aranzhitha** Vie 16 Mar 2012, 6:14 pm

como les prometihoy hay Maraton aunque es mini pero mañana les subo mas :)

Continuacion......

—Me cabreas cuando me mientes, ______ Ann —le gruñó, mirándola por encima de las oscuras gafas mientras llegaba a un semáforo. El vehículo se detuvo mientras _____ contemplaba el pueblo, que se había extendido a los lados de la carretera que lo atravesaba. Había crecido en los años que había estado lejos, pero todavía tenía las mismas peculiaridades que había añorado. No había edificios altos, ni gente apresurada y desesperada caminando por las aceras, afanándose en ir de oficina a oficina e ignorando a todos los demás. Ella podría entrar en cualquier tienda y ver a alguien que conocía o había conocido en su infancia. Aquí tenía amigos, parientes lejanos e historia. Ella era consciente de que la estaba mirando de reojo mientras ponía la camioneta en marcha y aceleraba cuando la luz se puso en verde, cogiendo velocidad y dirigiéndose al puerto en las afueras de la ciudad.

—¿Cuánto tiempo vas a trabajar de incógnito aquí entre los traficantes de drogas? —le preguntó ella después—. Sé que Alex ha dicho que el problema ha aumentado, pero no sabía que era tan grave como para justificar redadas a altas horas de la noche.

—Son poco frecuentes. —Su voz era cortante, el mensaje claro. No quería hablar de ello.

—Se puede poner aún peor. El tipo que me atrapó en el almacén se parecía a uno de los monstruos que muestra la televisión. Si las pandillas latinas se han mudado a Somerset, ¿no será complicado sacarlos fuera? Sus dedos tamborilearon sobre el volante mientras la observaba.

—Lo dudo. —Estaba decidido a no discutir esto con ella, eso era más que obvio.

—¿Sabes quién era la mujer que se suponía que tenía que estar allí? Ante la pregunta se quedó inmóvil.

—Todavía no.

______ se mordió el labio inferior nerviosamente.

—Sin embargo preguntaste a los otros hombres, ¿verdad?

—Esta mañana.

—¿Has encontrado el dinero que les faltaba? -Su cabeza giró en redondo brevemente, su mirada ahora oculta tras los cristales oscuros.

—Aún no. —Cortante y oscura, su voz envió un escalofrío por su espalda—. ¿Porqué?

—Él parecía pensar que yo lo tenía. Eso era lo que me decía: “¿Dónde esta mi dinero, puta?” Según parece, no es el único que me considera una.... -Juraría que él gruñó. ________apretó la boca ante el silencioso gruñido que salió de los labios de él.

—¿Qué más dijo? —preguntó bruscamente.

—No tuvo tiempo de decir nada más. Tú salpicaste su sangre sobre mí un segundo más tarde.

—Mejor que ver tu jodida sangre manchando ese maldito almacén. —La violencia llenaba su voz antes de que ______ lo viera refrenarse con fuerza, haciendo una apretada mueca de disgusto—. ¿Oíste algo más? ¿Viste algo más?

Ella sacudió la cabeza despacio, sintiendo que el terror que había crecido en ella la noche anterior golpeaba su cabeza de nuevo. Kevin había aliviado el horror de los eventos de la noche pasada, curiosamente, con su odioso chantaje. Pero ahora estaba empezando a asentarse. El hecho es que había estado a punto de morir. Si hubiese acudido a Kevin antes, esto podría no haber ocurrido. Ella se lamió los labios nerviosamente.

—Mira, es posible que no tenga nada que ver, pero antes de eso, estaban ocurriendo cosas extrañas. Tan extrañas que cuando se las dije a Alex, él me ordenó simplemente llamarte.

—¿Qué cosas?

Le hizo un resumen, ropas perdidas, la sensación de que estaban siguiéndola, observándola.

—¿Crees que tiene algo que ver con lo de anoche? —le preguntó cuando acabó. Kevin no lo pensaba; lo sabía. Podía sentirlo ardiendo en sus entrañas y picándole en la nuca. Un primitivo sentimiento de posesión enturbiaba su mente mientras miraba a Crista y se daba cuenta que de alguna forma, por alguna razón, alguien entre la banda a la que le hicieron una redada la noche pasada había sabido utilizarla. Había sido descabellado, no debería haber sospechado que ella estaba envuelta en esto para empezar, pero su rebelde polla no lo había dejado considerarlo.

Pero, si alguien había estado intentando meterla de lleno en el lío, era porque sabía de su obsesión por ella. Y había muy, pero que muy poca gente que sabía que Kevin no había podido olvidar a ______ Ann Jansen. Se pasó las manos por la cara y consideró sus opciones. No habían atrapado a la única mujer del grupo que sabían que había estado envuelta. El mediador entre los compradores y vendedores había sido una mujer, la vaga descripción que el equipo tenía de ella coincidía con ______. Y, si ella estaba diciendo la verdad sobre el comprador, Aaron Grael, entonces la mujer había huido con la mitad de los dos millones de dólares del negocio. Soltó el aliento bruscamente mientras se volvía a mirarla. Estaba mirándolo llena de preocupación, sus ojos color chocolate llenos de indecisión y una pizca de miedo. Pero no había culpa. A lo largo de los años, demonios, incluso antes de que se uniera a los Marines, había sido capaz de cazar las mentiras a más de una milla. No podía ver en los ojos de ______ otra cosa más que su preocupación y su malestar.

—No me has contestado. —Había una brusquedad en su voz que le aseguraba que no estaba tan asustada como para haberse olvidado de su anterior enfado con él.

—Déjame comprobar unas cuantas cosas y hablar con Nick sobre esto —dijo finalmente con voz áspera. Había demasiado maldito dinero desaparecido como para descartar nada de eso—. Pero mi intuición me dice que todo está conectado. De algún modo. Sólo tengo que averiguar cómo.

—Si estás infiltrado, como creo que estás, porque no he escuchado nada de que estés trabajando con la DEA, alguien tiene que saber la verdad para saber cómo usarme —dijo vacilante. Tenía que darle crédito por ser tan perspicaz. Nadie había acusado nunca a _____ de no tener intuición. Era demasiado malo que no estuviese trabajando con la DEA: sus problemas serían más fáciles en este momento.

—Tanto Nick como yo estamos encubiertos —dijo finalmente—. El trato que estropeamos la otra noche llevaba preparándose durante seis meses. Hemos detenido a todos excepto el comprador que maté y otro participante. Ahora estamos buscando a la otra persona.

Ella no dijo nada durante mucho tiempo.

—El otro participante es una mujer —especuló finalmente, su voz temblorosa—. Y se parece a mí, ¿verdad?

Kevin giró hacia el puerto Jonas en silencio antes de volverse a mirarla.

—La descripción que tenemos se parece a ti —admitió suavemente, viendo su estremecimiento por el rabillo del ojo—. Ella es la única desaparecida, tiene el dinero. No hay ninguna razón para continuar centrándose en ti.

—¿A menos que uno de los hombres que capturaste me haya visto? ¿O reconocido en el pueblo? ¿O que alguien asociado con ellos me vea ahora?

—No vamos a pedir problemas prestados, _____. —Pero esos pensamientos estaban dando vueltas en su cabeza—. Concéntrate en el aquí y ahora, yo me concentraré en el resto.

—¿Me concentro sólo en tu pequeño plan de chantaje? —replicó ácidamente.

—Haz feliz a mi polla, y yo seré feliz como un pequeño excursionista. Dijo las palabras para escandalizarla. Odiaba ver el miedo en sus ojos, en su expresión. Y lo había hecho bastante bien.

—¿Te ha dicho alguien alguna vez lo bastardo que eres, Kevin? —La hostilidad emanaba de ella ahora. Kevin dejó que sus labios se curvasen en una sonrisa burlona. Oh sí, él sabía lo bastardo que era. Su padre se había asegurado de que lo supiese a una edad muy temprana.

—Tú me lo estás diciendo ahora. —Entró en su lugar de estacionamiento cerca de los muelles, su mirada se movió con cuidado alrededor del área antes de apagar la camioneta y volverse hacia ella—. ¿Estás lista para ser buena e ir hacia la barca ahora? ¿O nos quedamos aquí y tenemos una pelea a gritos?

—Yo no tengo peleas a gritos —su expresión encendida con ofendido enojo.

—Tú eres la primera mujer entonces —gruñó, saliendo del vehículo—. Vamos, necesito una cerveza fría.

El verano acababa de empezar, pero ya estaba haciendo un calor tan feroz que mandaba olas de calor subiendo desde el asfalto. Él cogió la maleta del asiento trasero, así como la caja, y se la metió bajo el brazo mientras ella daba la vuelta a la camioneta.

—Yo cojo las flores. —Su expresión era ansiosa, como si pensara que no podía confiarle que cuidase de un maldito par de macetas de flores. Pero demonios, ¿por qué lo haría? No había podido confiar en él para que la ayudara incluso cuando Alex le dijo que lo hiciera.

Hijo de puta. Cosas desaparecidas de su casa, la sensación de ser observada y seguida. Tenía toda la pinta de una persona acosada y no se lo había dicho a nadie. Si se lo hubiera dicho al sheriff, Zeke Mayes, él se lo hubiese contado a Kevin. Kevin le dejó coger las dos inmensas macetas en sus brazos. El rosal rojo en miniatura con su maceta era casi tan grande como ella. El cactus florecido era más pequeño pero no menos voluminoso.

—Puedo decirle a Nick que venga después a por ésos —le dijo sin convicción. La mirada que ella le lanzó hizo que sus labios se apretaran con enojo. —Vale. —Cerró de un portazo las puertas y se volvió hacia ella—. Déjame coger una antes de que las vuelques.

—Las tengo —miró a través de las ramas del rosal—. Sólo enséñame el camino.

—Si te caes al lago porque no puedes ver por esas malditas macetas, entonces voy a dejar que te ahogues —le avisó. Él tenía mejor criterio. Era malditamente estúpido cuando ella estaba involucrada, la salvaría a ella y a las jodidas plantas.

—Sé lo que estoy haciendo —ojos marrones oscuros lo miraron estrechándose—. Sólo vamos allá. Estaré justo detrás de ti.

—Tú primero —sonrió tensamente—. Y mira por dónde vas, si puedes. No camines fuera del muelle. Por favor.

Cuando ella pasó por delante de él, Kevin se colocó cerca, sólo por si acaso. Era malditamente cabezota, podría matarse antes de permitir que una sola flor sufriese daño. Frunció el ceño ante las pequeñas rosas por encima de las ramas verdes. Él le regaló un rosal una vez. Se preguntaba qué le había pasado. En su decimoséptimo cumpleaños, en un intento de apaciguarla. Había llegado a su casa, soportando la mirada de Alex, y dándole a ella el pequeño arbusto envuelto en plástico para el diminuto jardín de rosas que tenía tras la casa. Se había dado cuenta. De cuanto le gustaban las rosas. Ella probablemente lo había tirado igual que había tirado los recuerdos de ellos juntos. Recuerdos que todavía estaban nublados para él. A los veinticuatro, había bebido demasiado, demasiadas malditas fiestas, y no había tenido buen tino cuando había mujeres involucradas. Pero había sido lo suficientemente inteligente para pensar que _____ era diferente. Especial.

Demonios, ella era especial, y tan diferente a cualquier otra mujer que hubiera conocido, como la noche y el día. La principal diferencia era el hecho de que _____ no se había dejado engatusar por el famoso encanto Jonas. Al menos, no hasta que había estado tan borracho como para recordar que la había convencido para dormir con él en primer lugar. Ahora, tenía que ocuparse de una erección que hacía como mucho dudoso su sentido común y con el conocimiento de que alguien había estado involucrando a ______ dentro del juego entre los agentes que buscaban los misiles y aquellos que compraban y vendían esos misiles. Maldición. Sabía que la única pieza que faltaba en el caso era la mujer que había escapado con un millón de dólares en billetes sin marcar. Rezaba para que ella estuviese corriendo lejos y rápido y que fuese la única persona que supiese sobre _______. No es que él fuese a tener esa maldita suerte, pero podía tener esperanzas. Abrió la puerta delantera de cristal entrando en la casa flotante, Kevin comprobó el monitor de seguridad mientras entraba en el salón antes de dejar la maleta y la caja en el sofá y miraba a ______ parada vacilantemente en la habitación, mirando alrededor.

—¿Puedo poner arriba las plantas? —peguntó—. Allí tienen más luz del sol.

—Déjalas en el suelo. Las subiré más tarde —cruzó la habitación a grandes zancadas hacia el refrigerador y la cerveza fría del interior. Desenroscando la tapa de la botella, tomó un gran trago mientras miraba fijamente a ______ a través de los cristales oscuros de sus gafas. Mejor ocultar sus ojos, ocultar las emociones que él sabía que no estaba conteniendo muy bien. Incluso Nick lo había mirado con preocupación durante la reunión junto con los destacamentos de la ATF y la Seguridad Nacional que habían estado trabajando en la investigación. Algo acerca de _____ la hacía peligrosamente deseable. Sabiendo que la había tenido y no siendo capaz de recordar nada excepto oscuros detalles que lo volvían loco.

—Tienes una opción —dejó la cerveza en el mostrador con fuerza suficiente para hacerla saltar.

—¿La tengo? —lo miraba nerviosamente. Al menos no era con miedo. Se quitó las gafas de sol y las lanzó sobre el mostrador antes de volver la mirada hacia ella. Inmediata. Su respuesta llegó tan rápida como su mirada encontró la de él. Vio sus pechos subir y bajar con su rápida respiración, vio cómo las pequeñas puntas de sus pezones se marcaban a través de su camisa y cómo se suavizaba la postura desafiante que había adoptado.

Sus manos fueron al cinturón, soltándolo despacio mientras los ojos de ella se agrandaban.

— Kevin —tragó fuertemente—. No estoy preparada para esto ahora. Por lo menos no había dicho rotundamente que no. El cinturón quedó suelto. Moviéndose hacia ella, abrió el botón de metal y luego bajó la cremallera. Los ojos de ella se abrieron más grandes, oscuros, y sus pequeños y afilados dientes mordieron su labio.

—He soñado. —El áspero sonido de su propia voz lo sorprendió hasta a él—. He soñado con tu boca tomándome. Chupándome hasta un placer tan grande que estaba a punto de morir por su causa.

Los ojos de ella estaban vidriosos, su cara profundamente ruborizada mientras la empujaba hacia el sofá. Empujando sus vaqueros hacia abajo por sus caderas, se sentó, se quitó las botas, luego pateó los pantalones para quitárselos mientras ella le miraba en estado de shock. Estaba desesperado. Tan jodidamente duro que se estaba muriendo por el hambre que corría a través de su sistema.

—Di no, y pararé —ladró—. Sólo di no.

—¿E ir a la cárcel? Él cerró la boca de golpe. Tenía una ventaja sobre ella, y eso era cierto. Ella podía no estar preparada para el resto ahora mismo, pero él tenía que tener esto, o iba a morirse.

—Es tu elección.

por **aranzhitha** Vie 16 Mar 2012, 6:16 pm

Capítulo 6

Su elección. _____ bajó la mirada hacia él, sintiendo que cada célula en su cuerpo reaccionaba al ver a Kevin reclinado en el sofá, el negro cabello del demonio caía desordenado por su rostro, sus claros ojos verdes se oscurecieron, y ella sintió que su vagina se inundaba en respuesta. Estaba mojando las bragas. Volviéndose tan sensible que incluso la ventilación del aire acondicionado era una caricia contra la carne aún cubierta de ropa.

— Kevin... —Ella podía oír la súplica en su voz.

—Eres tan linda, ______ —susurró él—. Soñé con esto anoche. Tu dulce boca moviéndose sobre mi polla, llevándome a la locura. Dame eso. Sólo eso. Podemos esperar por el resto.

¿Esperar por el resto? ¿Esa era su idea de seducción? Si así era, entonces ella era más débil de lo que podría haberse imaginado alguna vez, porque estaba funcionando.

—Ven aquí, nena. —Agarró su muñeca, haciendo que ella se pusiera de rodillas mientras él se inclinaba hacia adelante. Cuando se ubicó ante él, las manos de él agarraron el dobladillo de la blusa y la desplazó hacia arriba, sacándola por la cabeza, luego por los brazos, hasta tirarla lejos. —Dulce Dios ten piedad —gimió él, sus ojos eran como puntitos de color en su oscuro rostro cuando contempló el encaje blanco que cubría sus pechos.

— Kevin, es demasiado pronto. —Ella tuvo que forzar las palabras para que salieran de sus labios—. Tienes que dejarme...

Una mano se ahuecó en su cuello, haciendo que ella echara la cabeza hacia atrás mientras que la otra le tocaba los labios.

—Tú tienes recuerdos de esto —dijo él, su voz era áspera—. Dame uno ahora. Sólo un recuerdo, _____, en vez de un sueño que desgarra mis entrañas en jirones de hambre.

Una mano le agarró la muñeca cuando él se ubicó contra el respaldo del sofá otra vez y dobló parcialmente los dedos de ella alrededor del grosor de su polla. Ellos no lo abarcarían. La dura carne palpitó bajo su mano, sedosa y surcada con gruesas venas, la hinchada cabeza oscurecida mientras una gota de líquido pre-seminal perlaba en el diminuto orificio. Ella conocía a qué sabía él. Como una tormenta viniendo de las montañas. Ella era consciente de lo que iba a pasar al minuto en que lo tomara en su boca. Iba a perderse a sí misma en la sensualidad que él tejía a su alrededor. Él la atemorizaba. El conocimiento de lo que podía hacerle la tenía conmocionada ante él. —Allí, ______. —Su mano se enredó en el pelo de ella, ahuecando el lado de su cabeza mientras la arrastraba hacia adelante—. Sólo un poco, carita-linda. Chúpame sólo un poquito. ¿Sólo un poquito?

_____ gimió cuando la gruesa cresta tocó sus labios, los separó, deslizándola dentro. No podía hacer nada. Porque realmente recordaba esa noche, y sabía exactamente lo que él le había enseñado. Ella sabía lo que le gustaba en ese entonces, pero ¿sabría lo que le gustaba ahora? Tentativamente, ella arremolinó su lengua sobre la gruesa cabeza, sintiendo que los muslos de él se tensaban, oyendo el gemido desigual que retumbó en su pecho. La mano de él se enredó en su pelo, tirando de las hebras y enviando un hormigueante calor por su cuero cabelludo. Su pecho se movía ferozmente, subiendo y bajando rápidamente mientras su propia respiración se volvía laboriosa, permitió que su boca se llenara con la cabeza de su polla y las pocas pulgadas más que podía manejar. —Dulce Dios. ______. Mi amor. Ah Dios, sí, chupa mi polla, carita-linda. Con fuerza y profundamente...

Kevin sintió que su cabeza caía contra el cojín detrás de él y luchó por respirar. La boca de ella era caliente, apretada, trazando la punta de su polla, su lengua raspaba la ultrasensible carne bajo esta. Sus pelotas saltaron dolorosamente rígidas cuando los dedos de ella se colocaron bajo ellas, ahuecándolas, masajeando el tirante saco con tales pecaminosas caricias que él tuvo que apretar los dientes para contener el placer brutal que lo atravesaba. Él se esforzó por abrir los ojos, para mirarla fijamente. Dios lo ayudara, era magnífica. El largo cabello fluía alrededor de su ruborizado rostro, sus labios se estiraban ampliamente alrededor de la polla, sus oscuros ojos eran casi negros. Los delicados dedos asieron el eje, trabajando lenta y tranquilamente mientras ella hacía uso de la cresta torturada por el placer. Lo chupó, lo lamió. Sus mejillas se ahuecaban y sus ojos brillaban, él juró ver en sus ojos las mismas necesidades que sentía perforar sus entrañas. Hambre como nada que hubiera conocido antes.

—Ah sí. —Él siseó un arduo suspiro de placer cuando ella trabajó la cabeza de su polla con fuertes chupadas y rápidos azotes de su lengua—. Eso es bueno, nena. Tan bueno.

Él le tiró del cabello, echándole la cabeza hacia atrás, sintiendo la lucha en ella por el tirón de las hebras y observando el placer que consumía su expresión. Él tiró de su pelo otra vez, sus dientes chirriaron cuando las pestañas de ella revolotearon y le tomó la polla más profundamente en su boca.

—¿Así? —Él casi estaba temblando por el placer.

—Hmm. —Ella separó los labios de su dolorida carne y levantó los ojos.

por **aranzhitha** Vie 16 Mar 2012, 6:17 pm

—¿Y qué tal esto? —le preguntó ella, un segundo antes de que su lengua tomara una prolongada degustación de la parte oculta de su polla.

—Oh demonios, sí —gimió él, lo que hizo que una oleada de placer corriera a través de ella—. Es tan condenadamente bueno que estoy a punto de quemarme vivo.

Su abdomen se flexionaba y ondulaba con tensión. Su escroto estaba tieso cuando ella lo ahuecó y acarició en la palma de su mano, el calor irradió desde él. ______ lo tomó en la boca otra vez, sosteniendo su mirada, chupándolo profundamente y con fuerza como ella recordaba, lamiendo la parte oculta, sintió que el borde de éxtasis revoloteaba dentro de ella ante el placer que estaba brindándole. Ella se conocía mejor que esto, mejor que permitirse ser afectada por su placer. Pero esto no la podía ayudar ahora más de lo que pudo hacer para detenerlo hace ocho años. Amaba darle placer a Kevin. Amaba mirar su rígida expresión cuando él luchaba por el control, como su cuerpo se tensaba y un brillo de sudor resbalaba por sus músculos.

La boca se movió por su polla, tomando tanto como le fuera posible, tomándolo profundamente y luego retirándose a saborear la cabeza con codicioso amor. Ella gimió ante el sabor del líquido pre-seminal derramándose sobre sus papilas gustativas y jugueteando más con su hambrienta boca mientras las manos de él se aferraban en el cabello de ella. Con los dedos tiró de los largos mechones, empujándola hacia adelante, atrayéndola hasta su tenso abdomen, luego un masculino gemido llenó los oídos de ella.

—Ah, _____. Es tan dulce y bueno. —Su voz era baja y apremiante por la lujuria—. Perfecta y dulce boca.

Ella jugueteó con la lengua la parte oculta de su polla, lamiendo, probando y regodeándose ante el estremecimiento que viajó por el pesado cuerpo musculoso de él. No era tan indecisa como lo había sido hacía ocho años. Sabía lo que a él le gustaba en ese entonces, lo que aún le gustaba ahora, y aplicó las lecciones que le había dado durante las largas y oscuras horas en una noche de verano inolvidable. Lecciones con las que había soñado y fantaseado utilizar en él otra vez.

—______, mi amor. — Kevin podría sentir que el sudor corría por su piel, el calor se precipitaba por su cuerpo. Su cabeza cayó sobre el respaldo del sofá, los ojos estaban cerrados, y los recuerdos cayeron de golpe sobre él. Inocentes ojos marrones lo contemplaban desde el mismo punto donde ella se arrodillaba ahora. Lo había ayudado a entrar a la casa flotante y luego a sentarse en el sofá, y allí él la había atraído hasta su regazo, la besó, la acarició y de manera juguetona la convenció a bajar por él.

—Chupa mi polla, nena —susurró él en ese momento para luego murmurar—. Dios, tu boca me mata.

Ella había sido más tímida entonces. Indecisa. Había algo de miedo en sus ojos bien abiertos, pero mezclado con ese miedo había habido una inmensurable excitación. Él se obligó a alzar la cabeza, a abrir los ojos, y la contempló en ese momento. No es que hubiera cambiado mucho. Aún era tímida, un poco temerosa, pero la indecisión se había ido. Y el placer era más intenso, más nítido. La visión de aquel placer casi destruyó su control. Esto, unido al calor de su boca mamándolo, el tentador toque de sus dedos sobre su eje y pelotas, y su gemido, y Kevin sabía que su control no duraría mucho más tiempo.

—Dulce piedad —gimió él, arqueándose, llevando a su polla más profundamente en su boca mientras ella empezaba a alargar y acelerar sus golpeteos de succión—. Me matas, _____.

Él no había esperado esto. Había esperado una pelea. Demonios, casi quería una pelea. Algo que le diera a él una disculpa por haber escapado del hambre que perforaba sus entrañas como un cuchillo embotado. Sin embargo, no había ningún escape a esto con la caliente boca de _____ envolviendo su polla. Ningún escape del placer o del dolor. Cada vez que él bajaba la vista hacia ella, el pasado y el presente se mezclaban. Lo que él había creído que eran sueños se arremolinaban junto a la realidad. Su pecho se oprimió ante la vista de ella, emociones sostenidas tan estrechamente bajo control la mayor parte de su vida se arremolinaban en su interior, confundiéndolo, multiplicando el placer hasta que él le tiró del cabello, sus caderas alzándose hacia ella, su polla doblándose y erigiéndose.

—______. Amor. —Apenas si podía respirar. La sensación lo atravesó, tirando de sus músculos y robándole el control—. Oh Dios. Me voy a correr, nena.

No podía contenerse. Sus pelotas estaban tan apretadas que eran una tortura, su semilla hervía en ellas, formando, la demolición de las paredes de su restricción tan fácilmente como un martillo contra la piedra arenisca. Los labios de _____, la boca y la lengua lo estaban matando. Dándole más placer del que él nunca hubiera conocido. ¿Cómo podía ser esto tan bueno? ¿Cómo podía una mujer, una dulce y tímida boca rasgar su control en fragmentos? —Ah, Dios. _____. —Su voz era áspera, gutural—. No puedo contenerme. Más despacio. Ella no se contuvo. Su boca era más hambrienta, sus gemidos más calientes, sus dedos... calientes, pérfidos dedos que jugaban con sus pelotas mientras con los dedos de la otra mano le acariciaban su eje. Su boca chupaba, su lengua lamía, sus dientes mordisqueaban con delicada codicia, y una ola de fuego atravesó sus pelotas, arrebatándole el control. El primer chorro explosivo de semen fue acompañado por un grito estrangulado que rasgó por su garganta. Su cuerpo alcanzaba el punto de ruptura, sus manos se aferraron al cabello de ella, manteniéndola en su lugar. Él rezó...

—Ah demonios. Lámelo. Chúpalo. Fóllalo. Sí.

Su cabeza cayó de golpe hacia atrás hasta los cojines, y una luz explotó delante de sus ojos cuando el placer se convirtió en un fiero y tortuoso éxtasis a diferencia de otras cosas que hubiera experimentado en su vida. Llenó su boca. Forzándola a tomar su liberación. Manteniendo la cabeza de ella en su lugar y casi se retorció con las sensaciones quemando y ondulando por su cuerpo. Sus caderas se alzaron del sofá, y sus gemidos hambrientos ondearon sobre su polla hasta que por fin, benditamente, calientes toques de electricidad aliviaron su columna, y cayó atrás, hacia su asiento, luchando por respirar. Kevin se obligó a soltar sus dedos del cabello de _____, y a pesar de la vergüenza que rabiaba por él, se obligó a sí mismo a bajar la mirada hacia ella. Se quedó sin aliento al ser consiente de la imagen de ella. Una tentadora sonrisa curvaba los rellenos e hinchados labios mientras ella lamía hacia abajo el eje de su polla en movimientos calmantes, aliviando las agudas y pesadas contracciones en la aún dura carne. Sus ojos eran casi negros con su propia excitación, sus mejillas teñidas con un rubor de lujuria y timidez. —Ven aquí. —Le atrapó los brazos cuando ella se movió para distanciarse, ignorando el destello de indecisión en su expresión, y la alzó hacia él antes de llevarla de vuelta a los cojines. Poniéndose encima, Kevin no le dio ocasión para discutir o protestar. Sus labios cubrieron los de ella, y por una vez, la aversión en besar a una mujer que acababa de consumir su semilla estaba ausente. Necesitaba su beso. La dulzura de su respuesta. Los brazos enroscándose en sus hombros y el cuerpo ablandándose bajo el suyo. Abrió los labios para él con un jadeo, y él mordisqueó la henchida curva inferior antes de hundirse en otro remolino de excitación diferente. Los años anteriores, el sexo había sido poco frecuente. Incluso el deseo había sido escaso. Pero ahora, como si luchara por recuperar el tiempo perdido, su cuerpo llevaba la marcha directa. La polla se engrosó de nuevo en todo su esplendor, y la necesidad empezaba a azotarle a través de su organismo otra vez. Por ______. Porque había algo en ella que lo volvía hambriento. Caramba, lo volvía famélico por probarla. Por su toque, los pequeños y velados gemidos y los besos que le incendiaban el alma. Separó los labios un segundo más tarde, volviendo a la mandíbula, mordisqueando y lamiendo, descendiendo a besos el camino del elegante arco.

— Kevin. Espera —jadeó, la voz espesa por la excitación.

por **aranzhitha** Vie 16 Mar 2012, 6:18 pm

Él pudo oír el hambre en su tono, sentirla en la acalorada seda de su piel. La mano aplastada en la parte superior del estómago, deslizándose hacia abajo, los dedos agarrando el botón de los tejanos. —¿Esperar qué? —Maldición, casi estaba temblando. Cada célula de su cuerpo tenía la necesidad frenética de aparearse. De follar. Si no se enterraba en ella, iba a volverse loco.

— Kevin, por favor. —¿Fue eso una protesta o necesidad? Las manos se aplastaron en su abdomen, bajo el suelto material de los tejanos, y sintió los músculos de allí vibrando, contrayéndose. La necesitaba. Dulce cielo, su vientre estaba apretado por liberarse; el coño ondearía y se contraería a su alrededor. Lo abrazaría como un pequeño puño caliente y le daría la bienvenida con más entusiasmo que su boca. Sus labios fueron hacia los montículos henchidos y ruborizados de los pechos sobresaliendo entonces del encaje del sujetador. Los pezones debajo, estaban duros y puntiagudos. Con la mano libre apartó el material de los ruborizados montes y miró con embelesada atención un segundo antes de que la necesidad básica de probarla le hiciera bajar la cabeza. Kevin gruñó al sentir el pezón contra la lengua, su sabor. La aceptación de que ella accedía cuando los labios se cerraron ávidamente sobre uno. Se estremeció como si la sacudieran con una fuerte descarga eléctrica. El pezón se apretó aun más, encajando perfectamente contra la lengua, y lo arrastró a una acalorada intimidad que nunca antes había conocido. Nunca había sabido, ni entendido, lo íntimo que podía ser este acto. Cómo podía avivar su excitación, intensificar ese profundo e inexplorado núcleo de sentimiento que mantenía atrapado en su alma. Ya no estaba atrapado. Se derramaba en su interior, llenándolo con placer devastador y aceptación. Ella lo aceptaba. Entregándose a él. Dejándole entrar en su alma mientras atraía el tierno brote más en el interior de su boca. Hizo uso de la dura y sedosa carne, azotándola con la lengua, y sintió su propio cuerpo tensándose de placer cuando el débil gemido sensual le llenó los oídos. Ella le tiró del pelo, le clavó las uñas en el cuero cabelludo, enviándole diminutos pinchazos de placer estallando a través de su cabeza antes de explotar directamente en su polla.

Kevin alzó la cabeza, quitándose la camiseta de los hombros, y contemplándola durante un largo e intenso momento. Cuando levantó las pestañas, observó el placer aumentando dentro de ella, el hambre y las necesidades, y controlar las suyas fue casi imposible.

—Ahora —gruñó—. Te necesito ahora.

______ miró fijamente a Kevin mientras sus dedos se enganchaban en la suelta cintura de los tejanos y empezaban a sacarlos, junto con el tanga que llevaba debajo, lentamente sobre las caderas. Desnudo, excitado, los ojos brillantes con hambre incontenible y furiosa necesidad, parecía un conquistador. Todos los guerreros y líderes sobre los que se habían escrito los mejores romances. Pero esto no era una historia. No era un libro, y no era ficción. Era el hombre que la extorsionaba en su cama y le robaba el alma con su toque.

— Kevin. —Trémulos dedos se deslizaron sobre los hombros cuando trató de obtener fuerza en los brazos para apartarlo, para apartarse de la tentación.

—Soñé contigo, _____. —El material se deslizó sobre sus muslos mientras él retrocedía—. Soñé con tu beso, tu sabor. Soñé con cada maliciosa fantasía que un hombre puede tener sobre una mujer durante ocho años. —Su voz se intensificó cuando arrojó los tejanos y las bragas al suelo, y los ojos se agudizaron con enojado deseo—. Ocho años, ¡maldita sea! Una jodida noche y no me diste la oportunidad de compensarlo. ¡No me diste la oportunidad de demostrar que eras jodidamente mía!

El gruñido que se replegó en sus labios la mantuvo fascinada. Posesivo, dominante. Sus ojos se deslizaron sobre su cuerpo desnudo, calentando sus entrañas y enviando los jugos a derramarse entre los muslos. ______ sintió la preocupación en su cabeza, sintió la negativa nacida de un repentino conocimiento de que Kevin no era lo que esperaba. Esto no iba a ser una aventura de la que podría alejarse. Kevin no era un hombre que ella podría ver alejarse de su vida una segunda vez y sobrevivir a ello.

—Sí, maldita sea —maldijo, callosas manos le apartaron las piernas mientras él se deslizaba hábilmente entre ellas. Sus labios descendieron, despojándola de la protesta y remplazándola con pasión y fuego, con un hambre azotadora contra la que no tenía defensas. Cuando la lengua pasó entre sus labios sintió la contundente presión, la cabeza caliente de su polla presionando contra los henchidos pliegues de su coño.

Empezó a sentir un hormigueo de sensaciones por toda su piel. Se congeló debajo de él. Recordaba esta parte. Claramente, tan claramente. Luchó por abrir los ojos cuando sintió moverse a Kevin, estudiando la absorta expresión antes de deducir el punto dónde su mirada estaba trabada. Allí, entre sus muslos. Sus piernas estaban envolviendo los muslos de él, ampliamente extendidas, sus caderas en ángulo con el grueso eje de carne presionando dentro de ella. _____ observó como los húmedos pliegues se dividieron, se separaron para su polla, abrazando la ancha cresta mientras presionaba más cerca, penetrando la sensible entrada, y gruñía con un ronco placer masculino.

—Tan dulce. Tan caliente. -_____ gimoteó cuando su cuerpo empezó a estirarse para acomodar el empalamiento. Agitó la cabeza contra el cojín en el que estaba tendida, aturdida por el placer que empezaba a crecer dentro de ella. No, esto iba más allá del placer. Iba más allá de las palabras con las que _____ podía compararlo. Era como ser el centro de una llama. Ardiendo de éxtasis.

— Kevin... Es tan bueno. —Observó. Miró como la amplia cresta desaparecía en su interior. Como el doloroso placer empezaba a llenarla.

—Despacio. —La sujetó cuando retorció las caderas, mientras luchaba por más. Una profunda caricia, un duro y lleno empuje—. Estás demasiado apretada, _____. Iremos despacio. Con calma.

—Antes no lo hiciste —susurró sintiendo la agonizante necesidad abriéndose camino en su organismo mientras levantaba la vista hacia él—. Como antes, Kevin. Todo tú. Todo en mí.

Las caderas de él se estremecieron, penetrando otro centímetro antes de controlar el impulso. Ella no deseaba su control. Ella deseaba su hambre. Tan atemorizante como podía ser, tan dominante y posesivo como era, ella lo quería todo. Sus manos se alzaron de los cojines dónde las uñas se habían clavado. Levantando los brazos, arqueándolos detrás de la cabeza, estirándolos, alzándolos, entonces descendieron hasta que las manos ahuecaron los senos, y los dedos pudieron jugar eróticamente con sus pezones.

—Fuiste salvaje esa noche —susurró ella. Pudo sentir su desesperación por separar el sueño de la realidad, y ahora algún diablillo malicioso insistía en que ella le ayudara a recordar.

—¿Cómo de salvaje? —Su mirada ardió con erótica hambre.

—No vacilaste. —Se llevó un dedo a los labios, humedeciéndolo, luego pintó el duró pezón con la humedad. Su mirada se deslizó hacia el movimiento antes de retroceder a los ojos de ella, más apasionados, más oscuros que antes. La respiración entraba y salía de su pecho; la humedad se pegaba a la frente, a sus hombros.

—Dolería —gruñó, relajándose. —Me destrozó —le aseguró—. Placer y dolor. —Respirando dificultosamente ante el recuerdo—. Y tú fuiste salvaje y ansioso.

Inclinó la cabeza hacia atrás cuando un entrecortado y ahogado grito abandonó sus labios con la penetración. A medias. Estaba enterrado en ella a medias, pero retrocedió rápidamente, sus músculos se abultaron mientras la agarraba por las caderas y se hundía en ella otra vez. En su totalidad. _______ se arqueó hacia él, sacudió las caderas, se retorció, ondeando por el abrasador estiramiento, el doloroso placer y las extasiadas sensaciones la azotaron ahora como un fuego salvaje.

—¿Así? —habló, pero no se detuvo. Fuertes manos la sujetaron debajo de él, las caderas empujando vigorosamente, la erección hundiéndose en su interior, extendiendo el fuego y enviándolo abrasador a través de su cuerpo. A través de las sensibles terminaciones nerviosas, a través de la mente placenteramente aturdida y de regreso a los apretados y convulsionados músculos de la vagina que luchaban por mantenerlo dentro, aferrándose a las sensaciones que aumentaban a catastróficas proporciones.

—¿Es eso lo que quieres? —le gruñó, follándola ahora violentamente, acumulando sensación sobre sensación. Sus manos se cerraron en las muñecas de él mientras le sujetaba las caderas, la mirada clavada en él mientras sentía el sudor deslizándose por su cuerpo.

—Así —jadeó, estremeciéndose bajo él, las manos deslizándose brazos arriba, tratando de alcanzar su cara—. Todo. Como antes. Igual que antes.

Antes, los labios habían estado en sus pezones, sus labios, dientes y lengua saqueando las puntas mientras su polla asaltaba su coño.

Y él lo supo. Un apagado gemido abandonó su garganta mientras iba hacia ella, sus labios cubrieron el pezón mientras Crista se perdía en el erotismo de ser poseída por Kevin. Fuertes embestidas de cadera, la gruesa longitud de su polla, los labios succionándole el pezón, las manos aferradas a su pelo y tironeándolo sensualmente. La franja de tensión en su matriz empezó a intensificarse. Las caderas se flexionaron debajo de él, arqueándose mientras la follaba con un hambre sin sentido, tomándola con fuerza dominante. Fue poseída. Tomada. Dedos de fuego ondeaban y quemaban bajo su piel, y en unos segundos la conflagración la superó. El orgasmo que la desgarró le hizo gritar ante la intensidad de placer que corría a través de su cuerpo. Estalló a través de ella; rompiendo las pocas defensas restantes alrededor de su alma como si liberaran más que la simple tensión sexual. Se agarró a él, los brazos apretados alrededor de su cuello mientras se estremecía con cada espasmo de placer, sintiendo su liberación desgarrándolo, y gimoteando ante la recordada sensación de su semen pulsando dentro de ella. El hombre era conocido por su paranoia con los condones, y por segunda vez se había olvidado mientras la tomaba. Eso era suficiente para aterrorizar a una mujer. Cuando se colapsó sobre ella, Crista dejó que un aliento cansado abandonara su garganta, sintiendo los músculos relajarse y aflojarse. El cansancio la inundó, y ella cedió. Porque era mejor ceder que pensar en qué había sucedido exactamente. Porque si tenía que pensar, entonces tendría que recordar. Y si tenía que recordar, entonces iba a invadirla el miedo. El miedo de perder su alma otra vez. —______ —entonces susurró su nombre contra su oído—. ¿Lo hice mejor esta vez?

—¿Qué quieres decir?

—Ahora dime la verdad. —Le besó el lóbulo de la oreja tiernamente—. Esa primera vez, ¿te hice daño?

El silencio llenó la habitación. Recuerdos y reproches se enfrentaron en su interior, despedazándole el alma.

—Más de lo que nunca sabrás, Kevin. Más de lo que nunca sabrás.

por **ElitzJb** Dom 18 Mar 2012, 5:48 pm

OH santos jonas cada ves me enamora mas de esta novela

siguela esta super genial me encanto el maraton

espero q la sigas pronto adoro la novela =)

por **jennito moreno** Dom 18 Mar 2012, 8:11 pm

jajaja claro puedes decirme asi es mi nombre despues de todo jaajajjajajajajja
sii bueno es agradable cuando son ellos los que tienen que rogar jajajjaaj soy malvada ohhh siiiiiiii!!!! me encanto el maraton!!!!!!!!

por **ElitzJb** Vie 23 Mar 2012, 6:45 pm

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por **aranzhitha** Dom 25 Mar 2012, 9:05 am

lo siento por no subir, pero es que he andado ocupada es que me fui a ver al Papa Benedicto que vino a Leon y pues no podia faltar, fue emocionante verlo, hoy les subo capi *-*

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