Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
[Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 13 de 19. • Comparte
Página 13 de 19. • 1 ... 8 ... 12, 13, 14 ... 19
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
Jajaj me dio mucha risa esta parte : lo había traicionado y amenazado a _____. Lo que significaba que uno de ellos tenía deseos de morir.
Siguelaaa
Siguelaaa
JB&1D2
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
NOOO
COMO QUE LO AQBORTO??
AL PEQUEÑO KEVIN NOOOO
COMO QUE LO AQBORTO??
AL PEQUEÑO KEVIN NOOOO
berenice_89
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
hey! calmadas el aborto no fue provocado, :( fue un aborto espontaneo no me acuerdo si después explican bien como paso, :P pero no ella nunca le haría daño a su bebe :crybaby: en realidad la destrozo perder al hijo de Kevin, bueno ya no les cuento mas porque si no se acaba la historia :¬w¬:
aranzhitha
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
UFF MENOS MA
QUE TRISTEZA PERDER AL HIJO DE KEVO
QUE TRISTEZA PERDER AL HIJO DE KEVO
berenice_89
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
Capítulo 15
Ocho años antes, _______ había vivido para los momentos en los que pudiese deleitarse con la sonrisa de Kevin. Su flirteo le había hecho entregar su corazón, llenándola de una alegría salvaje, imprudente, y haciéndola soñar con estar en sus brazos. Se había dolido por él antes incluso de saber lo que era ese dolor. Su encanto, su humor perezoso, y la sombra de dolor que asomaba en sus ojos tiraban de ella. Y en sus más profundas fantasías ella disminuía esa sombra, y veía esos raros y luminosos ojos verdes llenarse de alegría. Cuando se dio cuenta por primera vez que estaba embarazada, se sintió furiosa, resentida. Luego el conocimiento de esa vida que llevaba desinfló su ira. Su hijo no conocería la soledad, nunca le faltaría amor. Ella nunca tendría que ver esa sombra de pena en los ojos de su bebé. Lo amaría, lo protegería. Su bebé. El día que perdió a su bebé algo dentro de ella murió, sólo renació cuando volvió y se dio cuenta que esa silenciosa atracción entre ella y Kevin seguía allí. Había luchado contra ello. Había pensado que podía proteger su corazón y vivir en la periferia de su atención, caliente y protegida de esa pasión que sabía podría destruirla. Que tonta había sido. ______ miró a Kevin mientras terminaban de arreglar la oficina, repasando los archivos, buscando una razón del por qué su oficina había sido destruida. Él estaba callado, enfadado. La determinación agudizaba las líneas y los ángulos de su cara, dándole la apariencia de un guerrero, un aura salvaje que la excitaba más de lo que tenía derecho. Él hizo un trabajo rápido levantando los muebles y poniéndolos en su lugar mientras ______ limpiaba.
Ayudaba con los archivos, poniéndolos en los nuevos archivadores y cargándolos, sus ojos de color celadón agudos y penetrantes mientras iba repasando cada centímetro de la oficina para encontrar cualquier pista sobre lo que había sido cambiado o registrado. Mientras se movía, la luz del sol entraba por las amplias ventanas de la oficina en la otra parte de la habitación adorando su pelo negro y besando su piel. Se deslizaba sobre sus anchos hombros enfatizando sus musculosos brazos mientras las mangas cortas de la camiseta negra se ceñían sobre ellos. Los vaqueros moldeaban sus poderosas caderas y muslos, y esas botas que llevaba hacían sus piernas aún más sexys. Por no mencionar como se ajustaban amorosamente a su musculoso trasero. Era suficiente para robarle el aliento a una chica, y _______ admitió tener un montón de momentos de quedarse sin aliento. Y quizás había estado equivocada antes cuando pensó que él no había madurado desde la egocéntrica determinación que poseía en esos días. Kevin había cambiado en esos años después de todo. Era más duro. Seguía siendo sexy, pero era más peligroso de lo que era antes de entrar en los Marines y definitivamente más maduro. Lo había probado ese día. ______ lo había observado mientras él se movía a través de la oficina después de que los hombres del sheriff terminaran de buscar huellas, y la policía del estado terminara con sus preguntas. No pudieron encontrar nada movido, nada fuera de lugar. La única prueba de que había habido un allanamiento era la sospechosa alteración de las cámaras de seguridad y de la cerradura de la puerta de la oficina. Y _______ sentía lástima por los culpables, porque Kevin horas después se veía lo suficientemente furioso para hacer correr sangre. Había mandado a los empleados a casa tras la marcha de la policía y cerró detrás de Layla antes de guiar a ______ de vuelta a la oficina. Lo miraba fijamente desde el otro lado de la gran habitación mientras enderezaba la lámpara sobre la mesa junto al sofá y él guardaba el resto de los archivos. Tenía los ojos entrecerrados, su expresión pensativa cuando se volvió hacia ella.
—¿Te das cuenta que estás simplemente destruyendo años de deliberado caos? —le preguntó Kevin mientras los últimos archivos eran guardados y ella le daba el último pulido con cera a los muebles. Todo relucía, incluso el suelo de madera debajo de sus pies.
Ella se volvió y miró alrededor, dándose cuenta de lo grande que era la oficina. Había sitio de sobra en la habitación para los otros archivadores que quería poner así como para el escritorio extra que Kevin había ordenado a uno de los muchachos, que lo pusiera para ella en la mañana. Una preciosa versión en miniatura del hermoso escritorio de nogal que usaba él mismo. Caos deliberado lo llamaba él. Una bofetada al padre que le habría quitado incluso esto, si hubiera podido hacerlo sin parecer el monstruo que había sido.
—El caos no lleva al éxito. —Se encogió de hombros—. La organización aumenta la productividad y los beneficios. El caso es este: las cadenas de tiendas de madera y bricolaje van por delante de ti en beneficios y clientes. Nosotros queremos atraer esos clientes hacia Jonas's.
Él se apoyó contra el archivador y la contempló con curiosidad.
—Da dinero suficiente. Incluso con la batalla legal que Johnny y su madre mantuvieron contra mí en esos primeros años, me convertí en un hombre muy rico, ______.
—¿Y eso es suficiente para ti? —Conocía a Kevin mejor que eso.
—Es más de lo que la mayoría tiene. —Ese irritable ceño fruncido estaba de nuevo en su cara, el que alentaba a la persona con la que hablaba a ir derecho al infierno. _______ negó con la cabeza.
—Eso no es suficiente para ti, Kevin.
—¿Quién lo dice? —Se tiró en la gran silla de cuero de detrás de su escritorio y la miró amenazadoramente. _______ puso los ojos en blanco mientras guardaba la cera y el trapo en el último cajón de uno de los archivadores antes de volverse a mirarlo de frente. La mirada en su cara era sexy y asustaba al mismo tiempo. Decidida, amenazadora, dominante y excitada.
—Deja de ser un imbécil —lo reprendió—. Sabes que amas esta tienda. Aunque pretendas no hacerlo. Quieres que la gente piense que no lo haces. Pero te conozco mejor.
Él juntó los dedos sobre sus tensos abdominales mientras se echaba hacia atrás y dejaba a su mirada vagar sobre ella.
—¿Y cómo sabes tantas cosas sobre mí? —arrastró las palabras con una insinuación de enojo—. No es cómo si hubieses intentado acercarte a mí.
Y ahí se equivocaba. Incluso en el pasado año, _______ se había empapado de todos los cotilleos que podía sobre él. Lo había observado, dejando a otros hablar sobre él, y encontrándose así misma buscando excusas para estar en los lugares que sabía que estaría él. Sabía que el pleito que su tía había interpuesto contra él, justo después de que entrara en los Marines, había encendido una furiosa controversia a través del pueblo en aquel entonces. Todos los primos, Joe, Nick y Kevin, habían hecho el servicio militar, no dejando a nadie en Somerset para proteger sus intereses excepto al tío Paul. Sin embargo, Paul Jonas había defendido el frente como un bulldog con un hueso. Había contratado a los mejores abogados, les había pagado él mismo, y había mantenido a Kevin informado de cada paso de la batalla. Se las había arreglado para conseguir que retrasaran las fechas del juicio hasta que Kevin tuviera permiso, y se había mantenido junto a su sobrino, contra su hermana, y había derramado una lágrima en el estrado mientras relataba las veces que se había visto forzado a proteger a Kevin cuando era un niño, del padre que abusaba de él. La amargura de Kevin venía claramente de su niñez, y esto había creado un hombre, incluso a los veinticuatro, que era duro y con una sombra de desconfianza. Cuatro años en los Marines y cuatro años trabajando para vete a saber qué agencia del gobierno a la que perteneciera no habían ayudado.
—Mantenerse cerca de ti hubiese sido difícil, Kevin —le contestó finalmente—. Tus fans forman capas profundas y guardan celosamente ese duro cuerpo tuyo.
Eso no estaba lejos de la verdad.
—O tú estabas muy asustada para tomar lo que te estaba ofreciendo —Él se echó hacia delante, colocando los brazos sobre el escritorio mientras la miraba burlonamente. Y quizás él estaba en lo cierto, también. ______ se encogió de hombros.
—Era joven. Años más joven que tú en experiencia.
—Pero nunca más, ¿verdad, ______? ¿Siete años con dos amantes al mismo tiempo? Tu experiencia definitivamente iguala a la mía ahora, ¿no dirías eso?
______ sintió que su corazón se paraba, entonces comenzó a latir rápidamente en su pecho. No quería mantener esa conversación con él ahora.
—Mi vida tras haber dejado Somerset no es de tu incumbencia Kevin —dijo finalmente, consciente del tono defensivo de su propia voz—. Ya te he explicado la diferencia.
No quería explicar sobre Mark y Ty, no eran de su incumbencia. Y él no había empezado esa relación con ella porque sintiera una irresistible necesidad o un enardecedor amor. Ella era la que había huido. Era lo suficientemente inteligente para admitírselo a sí misma. —Así pues, ¿si los tres hubiéramos estado dispuestos a serte fieles, lo habrías considerado?
A ella no le gustó la mirada en su cara cuando hizo la pregunta. Era provocadora, oscura y peligrosa.
—No. No lo habría hecho. —Se pasó un mechón de pelo por detrás de la oreja antes de cruzar los brazos sobre sus pechos y le devolvió la mirada cándidamente—. Vamos Kevin, eso fue hace ocho años. No estabas enamorado de mí. Yo fui una agradable noche en la que estabas demasiado bebido para recordar, eso fue todo. Ahora, soy sólo la mujer a la que estás chantajeando. No comencemos a meter el pasado en esto.
—Sólo la mujer a la que estoy chantajeando —murmuró entonces, su voz profunda, volviéndose duro, hambriento—. Mi propio juguete sexual, ¿verdad?
______ no dejó que sus labios se apretaran o que su diversión se viera en sus ojos. Tenía la impresión de que no lo apreciaría lo más mínimo. Encogiéndose de hombros con descuido.
—¿Tienes una mejor descripción?
Él se alzó de repente del escritorio, sobresaltándola lo suficiente para hacerla saltar hacia atrás. Sonriendo con satisfacción, se movió hacia las ventanas tintadas para mirar afuera sobre el suelo de la tienda. Layla había cerrado hacía cerca de una hora y se había marchado con su marido e hijos, dejando el piso bajo ellos inquietamente silencioso. Aún así, Kevin bajó bruscamente las persianas y cerró la puerta de la oficina. _______ se lamió los labios nerviosamente, sintiendo el calor siempre persistente renaciendo bajo su piel. Como si cada célula de su cuerpo estuviese tan en sintonía con él que supiesen el momento en el que él decidía que era momento de empezar a jugar de nuevo. —De acuerdo, entonces tengo ganas de jugar. Quítate la ropa.
Inmediatamente el aire se cargó del aroma de la excitación y una fuerte dominación masculina.
______ había decidido que en lugar de luchar contra la sensualidad y Kevin, se permitiría disfrutar de ello. Para deleitarse en la carnal intensidad que era tan parte de él y permitirse ese momento de disfrutar su sabor y su toque. No había otro hombre como Kevin, y nunca lo habría. Hoy no podía resistirse a él. No ahora. Necesitaba su toque tanto como aparentemente él quería darlo. Se quitó las sandalias mientras sus dedos iban hacia el estrecho cinturón que sujetaba los vaqueros. Su corazón galopaba en su pecho mientras soltaba el botón metálico con un rápido movimiento y bajaba la cremallera. La mirada de él nunca dejó sus manos, siguiendo cada movimiento mientras ella deslizaba la tela de sus muslos y la empujaba por las piernas. Saliendo de sus vaqueros, los lanzó a la silla de cuero de las visitas que estaba frente a su escritorio. Se quedó con el estrecho y reducido top de tirantes, el sujetador de encaje y el tanga a juego que llevaba. Los ojos de Kevin se oscurecieron, se dilataron, mientras se movía despacio de vuelta al escritorio y lo rodeó para bajar las persianas de detrás. Su expresión era de pura lujuria. Oscura, incontrolable, tensa de hambre, y encendida excitación. Esto mandó un rayo de ardiente sensación hacia su útero, apretándolo violentamente antes de precipitarse a su vagina y producirle espasmos en los sensibles músculos. Un sedoso calor se derramaba de ella mientras los pliegues externos se tornaban hinchados y pesados, tan sensibles que tuvo que morderse el labio para evitar soltar el gemido que escapaba de su garganta. Kevin dispuso de su camiseta antes de agacharse y sacarse las botas de sus masculinos pies. Sacándose los calcetines blancos lo siguiente, su cabeza se levantó, sus ojos mirándola fijamente.
—No estás desnuda —le recordó de forma gutural—. Quítate la ropa, o lo haré yo por ti.
—Esta es tu oficina. —Estaba sin respiración, y aún así lo provocaba. Sus labios se tensaron en una fiera sonrisa.
—Y tú eres mi juguete sexual. Las horas de oficina han terminado, y estoy listo para jugar, _____.
Oh Señor, estaba preparado para jugar. La camiseta fue lanzada a la esquina de la habitación, los músculos de su pecho y los abdominales se tensaban con poder y determinación.
—Quítate la camisa.
Ella agarró el dobladillo de la camisa y tiró hacia arriba despacio, sus muslos cedieron ante el sonido áspero de su inspiración. La lanzó a la silla con sus vaqueros, lo encaró con nada más que unos cuantos trocitos de encaje y un hambre que sabía que era tan visible como la de él.
—Jodidamente hermosa —gruñó, sus manos soltando su cinturón despacio—. Ahora el sujetador. Quiero ver esas preciosas tetas. Tus dulces y duros pezones.
Sus manos temblaban mientras agarraba el cierre entre sus pechos y lo soltaba. Deslizándolo desde los hombros, lo dejó caer, olvidado, en el suelo a sus pies. La mandíbula de Kevin se apretó. Pasó sus dedos por el largo y negro cabello, apartando los finos y sedosos mechones de su cara. Se veía salvaje. Alto, duro, resuelto a reclamar lo que creía que era suyo, por ahora. Sus manos fueron hacia el elástico de sus bragas.
—Déjalas —dijo con voz rasposa—. Ven aquí. Justo aquí. —Él dio palmaditas encima del escritorio en frente de su silla. _____ sintió como le recorría el cuerpo un estremecimiento mientras se movía lentamente hacia él. Se apoderó de ella la cautela al acercarse. Esta no era un hambre que ardía caliente y rápido. Podía verlo. Esta hervía a fuego lento justo bajo la superficie, como brasas, como un furioso incendio que sin piedad estaba ahora bajo control.
—Absolutamente hermosa —dijo en un susurro con esa ronca y oscura voz mientras ella rodeaba el escritorio. Deslizándose en frente de la silla, ella comenzó a impulsarse sobre el escritorio de nogal cuando él la paró. —Así no. —La agarró por la cadera con una mano—. Vuélvete e inclínate sobre él.
Luchó por respirar. Volviéndose, apoyó las manos sobre el escritorio y, con la mano de él en su espalda, se dejó guiar a la posición. Sus pechos se aplastaron contra la oscura madera, sus pezones apretados contra el frío escritorio mientras lo sentía moverse detrás de ella. Recordó, con claridad, cuánto disfrutaba él jugando particularmente con esa porción de su anatomía.
—El culo más hermoso del estado. —Su mano se deslizó sobre los redondos globos que el tanga dejaba al descubierto. Su mano, callosa y cálida, acariciaba ligeramente con sutil destrucción, sus dedos levantaban la pequeña porción de material que se deslizaba entre las mejillas antes de remplazarla suavemente.
—¿Te zurré esa noche, ______? —se inclinó más cerca, sus labios tocando su hombro mientras realizaba la sugestiva pregunta.
—No. —Ella luchaba por respirar ahora. No había habido nada más que un segundo de juegos preliminares, y ella ya podía sentir sus jugos humedeciendo sus bragas.
—¿He follado este bonito culo y no lo he zurrado? —Su mano apretó una de las curvas mientras sus labios comenzaban a bajar por su espalda—. Qué negligente por mi parte. Tengo que rectificarlo, ¿no crees?
Ella soltó entonces un gimoteo. Había limpiado su oficina, sabía malditamente bien y seguro que en su escritorio tenía exactamente lo que él necesitaba para tomarla de cualquier forma que deseara. El tubo nuevo de lubricante que él había puesto ahí más temprano no había pasado desapercibido. Y ella había encontrado el paquete con los juguetes sexuales el día anterior. Juguetes que él había abierto mientras sonreía perversamente y los lavaba en el baño adyacente. Estaba completamente preparado para cualquier juego sexual que pudiera querer practicar en la oficina. Y ella no tenía más experiencia ahora que hace ocho años. A través de la mente y el cuerpo de ella corrían el temor y los femeninos nervios. Se estremeció bajo él cuando los labios trazaron cada vértebra de su espina dorsal hasta que alcanzó la estrecha banda del tanga que llevaba.
—Advertí cuán bonito era tu trasero en una época en que debería haber sido azotado por notarlo. —Bajó el elástico por los muslos, trazando un sendero con los labios por un lado de la nalga mientras se deshacía de la tela de encaje—. Tan suave y sedoso, y maravillosamente curvado.
______ intentó no gritar mientras él le arañaba la carne con los dientes. Le sintió moverse, oyó el crujido del cuero detrás de ella, y supo que se había puesto cómodo en la silla. La raspadura de las ruedas de la silla sobre el suelo de madera la hizo estremecerse mientras él ponía las rodillas a ambos lados de sus piernas.
—Perfecta posición. —Le agarró el trasero con ambas manos, luego le separó las nalgas suavemente mientras ella sentía un suave soplo de aire contra la oculta entrada.
—No hagas esto —rogó de repente, las uñas arañaron la superficie del escritorio cuando los nervios la superaron—. No puedo soportarlo, Kevin. No me excites. Solo hazlo.
No lo podría soportar. Él ya le había robado demasiado. Recuperarse de este episodio de su vida le llevaría años. Nunca se recuperaría de lo que le estaba haciendo ahora.
—Eres el juguete, ¿recuerdas? —Su voz era áspera por la lujuria—. Mi juguete. Mío para jugar, para tocar y probar. —Su voz sonaba atormentada—. Dios, _____, cómo he soñado con esto. Solo esto.
Ocho años antes, _______ había vivido para los momentos en los que pudiese deleitarse con la sonrisa de Kevin. Su flirteo le había hecho entregar su corazón, llenándola de una alegría salvaje, imprudente, y haciéndola soñar con estar en sus brazos. Se había dolido por él antes incluso de saber lo que era ese dolor. Su encanto, su humor perezoso, y la sombra de dolor que asomaba en sus ojos tiraban de ella. Y en sus más profundas fantasías ella disminuía esa sombra, y veía esos raros y luminosos ojos verdes llenarse de alegría. Cuando se dio cuenta por primera vez que estaba embarazada, se sintió furiosa, resentida. Luego el conocimiento de esa vida que llevaba desinfló su ira. Su hijo no conocería la soledad, nunca le faltaría amor. Ella nunca tendría que ver esa sombra de pena en los ojos de su bebé. Lo amaría, lo protegería. Su bebé. El día que perdió a su bebé algo dentro de ella murió, sólo renació cuando volvió y se dio cuenta que esa silenciosa atracción entre ella y Kevin seguía allí. Había luchado contra ello. Había pensado que podía proteger su corazón y vivir en la periferia de su atención, caliente y protegida de esa pasión que sabía podría destruirla. Que tonta había sido. ______ miró a Kevin mientras terminaban de arreglar la oficina, repasando los archivos, buscando una razón del por qué su oficina había sido destruida. Él estaba callado, enfadado. La determinación agudizaba las líneas y los ángulos de su cara, dándole la apariencia de un guerrero, un aura salvaje que la excitaba más de lo que tenía derecho. Él hizo un trabajo rápido levantando los muebles y poniéndolos en su lugar mientras ______ limpiaba.
Ayudaba con los archivos, poniéndolos en los nuevos archivadores y cargándolos, sus ojos de color celadón agudos y penetrantes mientras iba repasando cada centímetro de la oficina para encontrar cualquier pista sobre lo que había sido cambiado o registrado. Mientras se movía, la luz del sol entraba por las amplias ventanas de la oficina en la otra parte de la habitación adorando su pelo negro y besando su piel. Se deslizaba sobre sus anchos hombros enfatizando sus musculosos brazos mientras las mangas cortas de la camiseta negra se ceñían sobre ellos. Los vaqueros moldeaban sus poderosas caderas y muslos, y esas botas que llevaba hacían sus piernas aún más sexys. Por no mencionar como se ajustaban amorosamente a su musculoso trasero. Era suficiente para robarle el aliento a una chica, y _______ admitió tener un montón de momentos de quedarse sin aliento. Y quizás había estado equivocada antes cuando pensó que él no había madurado desde la egocéntrica determinación que poseía en esos días. Kevin había cambiado en esos años después de todo. Era más duro. Seguía siendo sexy, pero era más peligroso de lo que era antes de entrar en los Marines y definitivamente más maduro. Lo había probado ese día. ______ lo había observado mientras él se movía a través de la oficina después de que los hombres del sheriff terminaran de buscar huellas, y la policía del estado terminara con sus preguntas. No pudieron encontrar nada movido, nada fuera de lugar. La única prueba de que había habido un allanamiento era la sospechosa alteración de las cámaras de seguridad y de la cerradura de la puerta de la oficina. Y _______ sentía lástima por los culpables, porque Kevin horas después se veía lo suficientemente furioso para hacer correr sangre. Había mandado a los empleados a casa tras la marcha de la policía y cerró detrás de Layla antes de guiar a ______ de vuelta a la oficina. Lo miraba fijamente desde el otro lado de la gran habitación mientras enderezaba la lámpara sobre la mesa junto al sofá y él guardaba el resto de los archivos. Tenía los ojos entrecerrados, su expresión pensativa cuando se volvió hacia ella.
—¿Te das cuenta que estás simplemente destruyendo años de deliberado caos? —le preguntó Kevin mientras los últimos archivos eran guardados y ella le daba el último pulido con cera a los muebles. Todo relucía, incluso el suelo de madera debajo de sus pies.
Ella se volvió y miró alrededor, dándose cuenta de lo grande que era la oficina. Había sitio de sobra en la habitación para los otros archivadores que quería poner así como para el escritorio extra que Kevin había ordenado a uno de los muchachos, que lo pusiera para ella en la mañana. Una preciosa versión en miniatura del hermoso escritorio de nogal que usaba él mismo. Caos deliberado lo llamaba él. Una bofetada al padre que le habría quitado incluso esto, si hubiera podido hacerlo sin parecer el monstruo que había sido.
—El caos no lleva al éxito. —Se encogió de hombros—. La organización aumenta la productividad y los beneficios. El caso es este: las cadenas de tiendas de madera y bricolaje van por delante de ti en beneficios y clientes. Nosotros queremos atraer esos clientes hacia Jonas's.
Él se apoyó contra el archivador y la contempló con curiosidad.
—Da dinero suficiente. Incluso con la batalla legal que Johnny y su madre mantuvieron contra mí en esos primeros años, me convertí en un hombre muy rico, ______.
—¿Y eso es suficiente para ti? —Conocía a Kevin mejor que eso.
—Es más de lo que la mayoría tiene. —Ese irritable ceño fruncido estaba de nuevo en su cara, el que alentaba a la persona con la que hablaba a ir derecho al infierno. _______ negó con la cabeza.
—Eso no es suficiente para ti, Kevin.
—¿Quién lo dice? —Se tiró en la gran silla de cuero de detrás de su escritorio y la miró amenazadoramente. _______ puso los ojos en blanco mientras guardaba la cera y el trapo en el último cajón de uno de los archivadores antes de volverse a mirarlo de frente. La mirada en su cara era sexy y asustaba al mismo tiempo. Decidida, amenazadora, dominante y excitada.
—Deja de ser un imbécil —lo reprendió—. Sabes que amas esta tienda. Aunque pretendas no hacerlo. Quieres que la gente piense que no lo haces. Pero te conozco mejor.
Él juntó los dedos sobre sus tensos abdominales mientras se echaba hacia atrás y dejaba a su mirada vagar sobre ella.
—¿Y cómo sabes tantas cosas sobre mí? —arrastró las palabras con una insinuación de enojo—. No es cómo si hubieses intentado acercarte a mí.
Y ahí se equivocaba. Incluso en el pasado año, _______ se había empapado de todos los cotilleos que podía sobre él. Lo había observado, dejando a otros hablar sobre él, y encontrándose así misma buscando excusas para estar en los lugares que sabía que estaría él. Sabía que el pleito que su tía había interpuesto contra él, justo después de que entrara en los Marines, había encendido una furiosa controversia a través del pueblo en aquel entonces. Todos los primos, Joe, Nick y Kevin, habían hecho el servicio militar, no dejando a nadie en Somerset para proteger sus intereses excepto al tío Paul. Sin embargo, Paul Jonas había defendido el frente como un bulldog con un hueso. Había contratado a los mejores abogados, les había pagado él mismo, y había mantenido a Kevin informado de cada paso de la batalla. Se las había arreglado para conseguir que retrasaran las fechas del juicio hasta que Kevin tuviera permiso, y se había mantenido junto a su sobrino, contra su hermana, y había derramado una lágrima en el estrado mientras relataba las veces que se había visto forzado a proteger a Kevin cuando era un niño, del padre que abusaba de él. La amargura de Kevin venía claramente de su niñez, y esto había creado un hombre, incluso a los veinticuatro, que era duro y con una sombra de desconfianza. Cuatro años en los Marines y cuatro años trabajando para vete a saber qué agencia del gobierno a la que perteneciera no habían ayudado.
—Mantenerse cerca de ti hubiese sido difícil, Kevin —le contestó finalmente—. Tus fans forman capas profundas y guardan celosamente ese duro cuerpo tuyo.
Eso no estaba lejos de la verdad.
—O tú estabas muy asustada para tomar lo que te estaba ofreciendo —Él se echó hacia delante, colocando los brazos sobre el escritorio mientras la miraba burlonamente. Y quizás él estaba en lo cierto, también. ______ se encogió de hombros.
—Era joven. Años más joven que tú en experiencia.
—Pero nunca más, ¿verdad, ______? ¿Siete años con dos amantes al mismo tiempo? Tu experiencia definitivamente iguala a la mía ahora, ¿no dirías eso?
______ sintió que su corazón se paraba, entonces comenzó a latir rápidamente en su pecho. No quería mantener esa conversación con él ahora.
—Mi vida tras haber dejado Somerset no es de tu incumbencia Kevin —dijo finalmente, consciente del tono defensivo de su propia voz—. Ya te he explicado la diferencia.
No quería explicar sobre Mark y Ty, no eran de su incumbencia. Y él no había empezado esa relación con ella porque sintiera una irresistible necesidad o un enardecedor amor. Ella era la que había huido. Era lo suficientemente inteligente para admitírselo a sí misma. —Así pues, ¿si los tres hubiéramos estado dispuestos a serte fieles, lo habrías considerado?
A ella no le gustó la mirada en su cara cuando hizo la pregunta. Era provocadora, oscura y peligrosa.
—No. No lo habría hecho. —Se pasó un mechón de pelo por detrás de la oreja antes de cruzar los brazos sobre sus pechos y le devolvió la mirada cándidamente—. Vamos Kevin, eso fue hace ocho años. No estabas enamorado de mí. Yo fui una agradable noche en la que estabas demasiado bebido para recordar, eso fue todo. Ahora, soy sólo la mujer a la que estás chantajeando. No comencemos a meter el pasado en esto.
—Sólo la mujer a la que estoy chantajeando —murmuró entonces, su voz profunda, volviéndose duro, hambriento—. Mi propio juguete sexual, ¿verdad?
______ no dejó que sus labios se apretaran o que su diversión se viera en sus ojos. Tenía la impresión de que no lo apreciaría lo más mínimo. Encogiéndose de hombros con descuido.
—¿Tienes una mejor descripción?
Él se alzó de repente del escritorio, sobresaltándola lo suficiente para hacerla saltar hacia atrás. Sonriendo con satisfacción, se movió hacia las ventanas tintadas para mirar afuera sobre el suelo de la tienda. Layla había cerrado hacía cerca de una hora y se había marchado con su marido e hijos, dejando el piso bajo ellos inquietamente silencioso. Aún así, Kevin bajó bruscamente las persianas y cerró la puerta de la oficina. _______ se lamió los labios nerviosamente, sintiendo el calor siempre persistente renaciendo bajo su piel. Como si cada célula de su cuerpo estuviese tan en sintonía con él que supiesen el momento en el que él decidía que era momento de empezar a jugar de nuevo. —De acuerdo, entonces tengo ganas de jugar. Quítate la ropa.
Inmediatamente el aire se cargó del aroma de la excitación y una fuerte dominación masculina.
______ había decidido que en lugar de luchar contra la sensualidad y Kevin, se permitiría disfrutar de ello. Para deleitarse en la carnal intensidad que era tan parte de él y permitirse ese momento de disfrutar su sabor y su toque. No había otro hombre como Kevin, y nunca lo habría. Hoy no podía resistirse a él. No ahora. Necesitaba su toque tanto como aparentemente él quería darlo. Se quitó las sandalias mientras sus dedos iban hacia el estrecho cinturón que sujetaba los vaqueros. Su corazón galopaba en su pecho mientras soltaba el botón metálico con un rápido movimiento y bajaba la cremallera. La mirada de él nunca dejó sus manos, siguiendo cada movimiento mientras ella deslizaba la tela de sus muslos y la empujaba por las piernas. Saliendo de sus vaqueros, los lanzó a la silla de cuero de las visitas que estaba frente a su escritorio. Se quedó con el estrecho y reducido top de tirantes, el sujetador de encaje y el tanga a juego que llevaba. Los ojos de Kevin se oscurecieron, se dilataron, mientras se movía despacio de vuelta al escritorio y lo rodeó para bajar las persianas de detrás. Su expresión era de pura lujuria. Oscura, incontrolable, tensa de hambre, y encendida excitación. Esto mandó un rayo de ardiente sensación hacia su útero, apretándolo violentamente antes de precipitarse a su vagina y producirle espasmos en los sensibles músculos. Un sedoso calor se derramaba de ella mientras los pliegues externos se tornaban hinchados y pesados, tan sensibles que tuvo que morderse el labio para evitar soltar el gemido que escapaba de su garganta. Kevin dispuso de su camiseta antes de agacharse y sacarse las botas de sus masculinos pies. Sacándose los calcetines blancos lo siguiente, su cabeza se levantó, sus ojos mirándola fijamente.
—No estás desnuda —le recordó de forma gutural—. Quítate la ropa, o lo haré yo por ti.
—Esta es tu oficina. —Estaba sin respiración, y aún así lo provocaba. Sus labios se tensaron en una fiera sonrisa.
—Y tú eres mi juguete sexual. Las horas de oficina han terminado, y estoy listo para jugar, _____.
Oh Señor, estaba preparado para jugar. La camiseta fue lanzada a la esquina de la habitación, los músculos de su pecho y los abdominales se tensaban con poder y determinación.
—Quítate la camisa.
Ella agarró el dobladillo de la camisa y tiró hacia arriba despacio, sus muslos cedieron ante el sonido áspero de su inspiración. La lanzó a la silla con sus vaqueros, lo encaró con nada más que unos cuantos trocitos de encaje y un hambre que sabía que era tan visible como la de él.
—Jodidamente hermosa —gruñó, sus manos soltando su cinturón despacio—. Ahora el sujetador. Quiero ver esas preciosas tetas. Tus dulces y duros pezones.
Sus manos temblaban mientras agarraba el cierre entre sus pechos y lo soltaba. Deslizándolo desde los hombros, lo dejó caer, olvidado, en el suelo a sus pies. La mandíbula de Kevin se apretó. Pasó sus dedos por el largo y negro cabello, apartando los finos y sedosos mechones de su cara. Se veía salvaje. Alto, duro, resuelto a reclamar lo que creía que era suyo, por ahora. Sus manos fueron hacia el elástico de sus bragas.
—Déjalas —dijo con voz rasposa—. Ven aquí. Justo aquí. —Él dio palmaditas encima del escritorio en frente de su silla. _____ sintió como le recorría el cuerpo un estremecimiento mientras se movía lentamente hacia él. Se apoderó de ella la cautela al acercarse. Esta no era un hambre que ardía caliente y rápido. Podía verlo. Esta hervía a fuego lento justo bajo la superficie, como brasas, como un furioso incendio que sin piedad estaba ahora bajo control.
—Absolutamente hermosa —dijo en un susurro con esa ronca y oscura voz mientras ella rodeaba el escritorio. Deslizándose en frente de la silla, ella comenzó a impulsarse sobre el escritorio de nogal cuando él la paró. —Así no. —La agarró por la cadera con una mano—. Vuélvete e inclínate sobre él.
Luchó por respirar. Volviéndose, apoyó las manos sobre el escritorio y, con la mano de él en su espalda, se dejó guiar a la posición. Sus pechos se aplastaron contra la oscura madera, sus pezones apretados contra el frío escritorio mientras lo sentía moverse detrás de ella. Recordó, con claridad, cuánto disfrutaba él jugando particularmente con esa porción de su anatomía.
—El culo más hermoso del estado. —Su mano se deslizó sobre los redondos globos que el tanga dejaba al descubierto. Su mano, callosa y cálida, acariciaba ligeramente con sutil destrucción, sus dedos levantaban la pequeña porción de material que se deslizaba entre las mejillas antes de remplazarla suavemente.
—¿Te zurré esa noche, ______? —se inclinó más cerca, sus labios tocando su hombro mientras realizaba la sugestiva pregunta.
—No. —Ella luchaba por respirar ahora. No había habido nada más que un segundo de juegos preliminares, y ella ya podía sentir sus jugos humedeciendo sus bragas.
—¿He follado este bonito culo y no lo he zurrado? —Su mano apretó una de las curvas mientras sus labios comenzaban a bajar por su espalda—. Qué negligente por mi parte. Tengo que rectificarlo, ¿no crees?
Ella soltó entonces un gimoteo. Había limpiado su oficina, sabía malditamente bien y seguro que en su escritorio tenía exactamente lo que él necesitaba para tomarla de cualquier forma que deseara. El tubo nuevo de lubricante que él había puesto ahí más temprano no había pasado desapercibido. Y ella había encontrado el paquete con los juguetes sexuales el día anterior. Juguetes que él había abierto mientras sonreía perversamente y los lavaba en el baño adyacente. Estaba completamente preparado para cualquier juego sexual que pudiera querer practicar en la oficina. Y ella no tenía más experiencia ahora que hace ocho años. A través de la mente y el cuerpo de ella corrían el temor y los femeninos nervios. Se estremeció bajo él cuando los labios trazaron cada vértebra de su espina dorsal hasta que alcanzó la estrecha banda del tanga que llevaba.
—Advertí cuán bonito era tu trasero en una época en que debería haber sido azotado por notarlo. —Bajó el elástico por los muslos, trazando un sendero con los labios por un lado de la nalga mientras se deshacía de la tela de encaje—. Tan suave y sedoso, y maravillosamente curvado.
______ intentó no gritar mientras él le arañaba la carne con los dientes. Le sintió moverse, oyó el crujido del cuero detrás de ella, y supo que se había puesto cómodo en la silla. La raspadura de las ruedas de la silla sobre el suelo de madera la hizo estremecerse mientras él ponía las rodillas a ambos lados de sus piernas.
—Perfecta posición. —Le agarró el trasero con ambas manos, luego le separó las nalgas suavemente mientras ella sentía un suave soplo de aire contra la oculta entrada.
—No hagas esto —rogó de repente, las uñas arañaron la superficie del escritorio cuando los nervios la superaron—. No puedo soportarlo, Kevin. No me excites. Solo hazlo.
No lo podría soportar. Él ya le había robado demasiado. Recuperarse de este episodio de su vida le llevaría años. Nunca se recuperaría de lo que le estaba haciendo ahora.
—Eres el juguete, ¿recuerdas? —Su voz era áspera por la lujuria—. Mi juguete. Mío para jugar, para tocar y probar. —Su voz sonaba atormentada—. Dios, _____, cómo he soñado con esto. Solo esto.
aranzhitha
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
Lo perdio :'( Noooo Su hijo :(
pero pueden hacer mas 1313 jajajaja ok!no
Siguela!!!
pero pueden hacer mas 1313 jajajaja ok!no
Siguela!!!
Vanee LovatoD'Jonas
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
Chama que mala eres como puedes dejarla ahi
vamos quiero acción :twisted:
siguela
vamos quiero acción :twisted:
siguela
JB&1D2
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
FUCKKK
YO QUIERO SER EL JUGUETE DE KEV¡¡¡¡
YO QUIERO SER EL JUGUETE DE KEV¡¡¡¡
berenice_89
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
JB&1D2
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
Siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!
Vanee LovatoD'Jonas
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
POR FAVOR
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
POR FAVOR
JB&1D2
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
Disculpen que no he puesto capitulos, pero es uehe estado muy ocupada estoy en examenes y estoy muerta, pero pronto les pronde un mega maraton para recompesarlas!!
aranzhitha
Página 13 de 19. • 1 ... 8 ... 12, 13, 14 ... 19
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 13 de 19.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.