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[Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
bueno por mas familia que sean y por mucho que se quieran debo decirlo...
¡¡¡¡¡¡¡ no se comparten las mujeres esta mal !!!!!!
pero que cosa hombres tenian que ser jajajajajajaaja
no mentiras jajajaja
y ahora quien quiere culpar a la _____????
eh ahi la pregunta del millon...
¡¡¡¡¡¡¡ no se comparten las mujeres esta mal !!!!!!
pero que cosa hombres tenian que ser jajajajajajaaja
no mentiras jajajaja
y ahora quien quiere culpar a la _____????
eh ahi la pregunta del millon...
jennito moreno
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
haha hot hot¡¡¡esta novela es hot...compartir???no se oye tan mal
berenice_89
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
Capítulo 10
Ella encabezaba la marcha. _____ clavó los ojos en la parte superior del sorprendentemente bonito escritorio. Roble, si no se equivocaba, y bastante antiguo, con profundos cajones a cada lado. El cajón del medio había sido quitado; en su lugar había un panel deslizante donde estaba el teclado del ordenador. No podía conectar el ordenador; tenía que limpiarlo primero. Había tanto polvo acumulado alrededor de la torre que casi tenía miedo de encenderlo. No tenía sentido. La casa flotante estaba inmaculada. No había visto ni siquiera un plato o una prenda de vestir fuera de su sitio. Pero la oficina era una zona de guerra. Los archivos y papeles desparramados, recibos desordenados, recibos de Dios sabe qué; ¿cómo diantres pagaba sus impuestos? y una colección de otros papeles, archivos, y memorándum que sabía que tenían que ser importantes. Los que estaban dispersos por el escritorio ahora estaban pulcramente ordenados. Por supuesto, eso era después de que hubiera pasado horas poniendo en orden su sistema de archivo. Y no es que hubiera acabado con esa tarea. Los archivos del año pasado estaban mezclados con los archivos de este año, y el viejo archivador de metal estaba a punto de dar su último crujido y derrumbarse en el piso. Miró hacia la puerta de cristal, contemplando la superficie de la ordenada oficina. Había enviado a dos muchachos del almacén a por los bonitos archivadores de madera que había visto expuestos en la sección de material de oficina del almacén de maderas. Kevin era listo. Había tomado ideas de varias cadenas más pequeñas y las había incorporado a Maderas, Construcciones y Suministros Jonas, el negocio que su padre le había dejado. Tenía toda clase de aparatos, suministros de oficina, pinturas, y artículos para hobbies, así como una mezcla de artículos estacionales que incrementaban las ventas del almacén de madera.
Era un negocio próspero al que los clientes seguirían acudiendo pasara lo que pasara. Es más, por lo que ella había visto en esta oficina, Kevin raramente hacía el menor esfuerzo para mantenerlo en pie. Sabía que un gerente había supervisado el negocio mientras él estaba en los Marines. Un hombre que Kevin había despedido en cuanto regresó a casa al saber que lo estafaba sistemáticamente. Según el jefe de departamento, Kevin casi había quebrado el primer año después de su regreso, a pesar de las ventas que continuaban entrando a través de las grandes puertas. Ahora no había peligro de bancarrota. Una auditoría, tal vez. El pertinaz desgobierno de su oficina era indiscutible. Pero no la bancarrota, porque a pesar del “agujero del infierno”, como ella lo había llamado, había un extraño sistema que Kevin seguía. Sólo que no era un sistema que pudiera entender nadie más. Sacudiendo la cabeza, se apartó del escritorio, ahora limpio de la pila de archivos, carpetas, papeles, libros y toda clase de recibos, que la aguardaban apilados al otro lado de la habitación frente al enorme y mullido sofá. Evidentemente a Kevin también le gustaban las comodidades. El sofá era lo suficientemente largo y lo suficientemente ancho para que pudiera dormir. Había una televisión de plasma a un lado, un horno microondas, y una pequeña nevera repleta de cerveza. Sólo de cerveza. Era una lástima que no le gustase una oficina limpia acorde con sus comodidades. Sin embargo, para ser justos, la zona de los asientos estaba ridículamente limpia hasta que ______ empezó a apilar la basura dentro del área. Se limpió las manos en los vaqueros y miró su reloj de pulsera antes de soltar un suspiro de cansancio. Se suponía que hacía treinta minutos que Kevin la iba a ir a buscar para recoger su coche y su ropa. La había escondido en su oficina con una firme advertencia de permanecer quieta, luego había salido sin darle más información que la hora aproximada en que estaría de regreso. Y cuando se hubo marchado, ella había estado pensando. Lo que sucedió en el almacén no tenía ningún sentido en absoluto para ella. El hecho de que el albarán de la compañía faltara de su coche tenía aún menos sentido. Tan poco sentido como los otros artículos que habían desaparecido los últimos meses, y que volvían a aparecer días más tarde. Tenía intención de buscar el albarán. Debió de haberse resbalado al suelo o entre los asientos, pero Kevin no le había dado ocasión de buscarlo.
Apoyó los codos en las rodillas y ahuecó los dedos, con un ceño dibujado en la frente mientras se golpeaba ligeramente los labios con sus dedos. ¿Por qué la habían atraído deliberadamente al almacén? A menos que alguien quisiera estropear lo que Kevin hacía. No hacía falta un científico espacial para deducir que la había estado persiguiendo desde que se había enterado de su regreso a Somerset. Y al hacerlo, le habían dado la oportunidad perfecta para chantajearla. ¿La entregaría él de verdad a las autoridades? Demonios, se había puesto serio, había sonado serio. Y le advirtió muy claramente que no hablase con nadie de la otra noche. Se puso en pie de un salto y caminó con pasos largos y lentos hacia la amplia puerta con la ventana coloreada para mirar al atestado piso inferior. Tenía problemas, y lo sabía. Lo había sabido aun antes de que ella hablase torpemente en el almacén; sólo que no había querido admitirlo. Incluso Alex había sido lo suficientemente sensato para saber que algo iba mal. Nunca le habría dicho que llamase a Kevin si no fuese así. Porque él debía saber que Kevin era alguna clase de agente. Alex habría sabido que Kevin contaría con los medios para enterarse lo que estaba ocurriendo. Pero Alex no podía saber la retribución que Kevin requeriría: su cuerpo. Tembló ante el recuerdo. La había cogido con la guardia baja, se reconfortó a sí misma; de otra forma, nunca hubiera cedido ante él. Él había estado dentro de ella antes de que pudiera entender el cambio de cólera a pasión, incluso dentro de su propio cuerpo. Y su cuerpo la había traicionado. Había estado tan resbaladiza, tan mojada, que incluso ahora su cara ardía de mortificación. Tanto como se humedecía. A este paso iba a tener que comprarse más bragas. Miró otra vez su reloj de pulsera. Casi una hora tarde. Si no recogía su coche, lo sacaría la grúa. ¿Qué había de malo en dejarla adelantarse y recoger el resto de sus cosas y luego encontrarse con él aquí? Era pleno día. Ella no vivía precisamente en el extrarradio, y tenía vecinos. Además, aparte de Kevin, Nick, y ese loco que trató de disparar contra ella, nadie sabía que ella estaba en el almacén. Excepto quienquiera que la envió al almacén, para empezar.
Metió las manos en los bolsillos de sus vaqueros y continuó mirando perdidamente hacia el piso de ventas. Le daría unos pocos minutos más. Si él no había regresado en unos cuantos minutos, entonces daría un paseo desde aquí hasta la cafetería donde estaba aparcado su Rodeo. No había más de una media docena de bloques. A plena luz del día. Podría recuperar su coche y empacar sus escasas pertenencias y esperar frente a la tienda antes de que él regresase. No era como si hubiera mucho para empacar. Mientras la idea se deslizaba por su mente, su mirada aterrizó en la breve y compacta silueta de un hombre moviéndose por el mostrador de registro de abajo. Una sonrisa iluminó su cara. Johnny Grace tenía la pequeña panadería en la parcela junto a la casa de Alex y de ella. El perfume de los pasteles flotando por el aire casi la volvía loca en sus días flojos. Él obviamente recogía sus compras, dirigiéndole una sonrisa al chico de la caja y coqueteando con facilidad. Johnny no se cortaba cuando se trataba de su vida sexual. Le gustaban los hombres más que las mujeres, y no veía razón para esconderlo. Miró su reloj de pulsera. Podía estar de vuelta antes de que Kevin supiera siquiera que se había ido. Cogió su bolso de la mesa que tenía a su lado, abrió la puerta, y salió corriendo antes de cerrar mientras Johnny se dirigía a las puertas automáticas.
—______. —Él se detuvo y parpadeó rápidamente cuando ella recorrió los mostradores y gritó su nombre—. ¿Qué haces aquí?
Ella hizo un gesto con los dedos hacia la oficina del piso de arriba.
—Nuevo trabajo. —O algo por el estilo—. Mira, dejé mi coche en la cafetería. ¿Puedes acercarme?
Él era tal vez un cuarto de pulgada más alto que ella, aunque no apostaría por ello. Él miró hacia la puerta, luego sonrió otra vez.
—¿Estás segura de que quieres que yo te acerque? Kevin y yo no estamos en los mejores términos. Si hay algo entre vosotros dos, entonces él se volverá loco si vas a cualquier parte conmigo.
Ella echó un vistazo a las puertas. No, ningún Kevin a la vista.
— Kevin siempre está alterado por algo. —Ella se tragó su propia trepidación en el pensamiento—. Y prometo que no le diré quién se ofreció a llevarme.
Le devolvió la sonrisa con un borde de desesperación.
Johnny soltó una risita divertida, sacudiendo su cabeza, con sus rizos trigueños cayéndole por la cara. En realidad él debería haber nacido mujer, pensó ella. Tenía un aire suave, femenino, unos modales casi corteses. Y era simpático. Compartía sus pasteles con ella en sus días flojos cuando la tienda de abajo estaba cerrada y él solo estaba organizando las confituras de la semana siguiente. Y no era como si Kevin pudiera ponerse celoso.
—Entonces vamos. —Él inclinó la cabeza hacia las puertas—. Te llevaré. ¿Vuelves aquí o vas a casa?
—Voy a casa. —Evitó mencionar por qué iba a casa. Ese era un tema en el que no quería meterse ahora mismo. Siguiendo a Johnny a través de las puertas, echó un vistazo a su alrededor rápidamente, esperando de un momento a otro ver a Kevin dirigiéndose hacia ella como un ángel vengador. Sí, él le había dicho que no se moviera, pero llegaba tarde, y las precauciones tenían poco sentido. Según su propio informe, el hombre que la vio estaba muerto, y los otros sospechosos estaban arrestados o muertos. Nadie más salvo Kevin y Nick podría saber que ella estaba allí. Nadie iba a salir desde detrás de un vehículo o un edificio y empezar a disparar por doquier. ¿Verdad?
—¿Cuándo empezaste a trabajar para Kevin? —Johnny apartó su atención de su morbosa paranoia mientras él miró atrás por encima del hombro para mostrarle una sonrisa acogedora.
—Apenas hoy. —Ella lo alcanzó, mirando hacia delante—. ¿Dónde aparcaste?
Johnny se rió.
—Al final del todo. Así es como me deshago de todas esas calorías que meto en mi cuerpo los días de horneado.
El otro lado del estacionamiento no era una broma. El calor de primeros de junio pesaba sobre ellos, provocando que una fina película de sudor cubriera la cara de ______ mientras alcanzaban el Taunus último modelo que Johnny conducía. Desbloqueó la puerta para ella con un floreo.
—Baja la ventanilla —aconsejó—. El aire acondicionado se estropeó la semana pasada, y todavía no he tenido la oportunidad de arreglarlo. Ella bajó la ventanilla antes de cerrar la puerta y poner el cinturón de seguridad en su lugar.
Todavía nada de Kevin. Estaba cansada de esperar a Kevin. El peligro del que hablaba continuamente no podía ser demasiado alto, o no la habría dejado sola durante horas en la tienda de maderas. Estaba realmente volviendo a pensar en todo ese peligro y en el asunto del chantaje. Estaba empezando a preguntarse si el peligro estaba más en la mente de Kevin que en su vida, y que solo era un medio de meterla en su cama. Después de todo, habían arrestado a esos tipos en el almacén. Y quienquiera que huyó con el dinero probablemente se lo estaba gastando justo en este momento en las Bahamas o por ahí. ¿Y por qué no había pensado en eso antes? Se preguntó cuando Johnny se movió al asiento del conductor y arrancó el coche.
—¿Dónde estuviste la otra noche? —preguntó él, haciéndola perder el hilo de sus pensamientos
Ella encabezaba la marcha. _____ clavó los ojos en la parte superior del sorprendentemente bonito escritorio. Roble, si no se equivocaba, y bastante antiguo, con profundos cajones a cada lado. El cajón del medio había sido quitado; en su lugar había un panel deslizante donde estaba el teclado del ordenador. No podía conectar el ordenador; tenía que limpiarlo primero. Había tanto polvo acumulado alrededor de la torre que casi tenía miedo de encenderlo. No tenía sentido. La casa flotante estaba inmaculada. No había visto ni siquiera un plato o una prenda de vestir fuera de su sitio. Pero la oficina era una zona de guerra. Los archivos y papeles desparramados, recibos desordenados, recibos de Dios sabe qué; ¿cómo diantres pagaba sus impuestos? y una colección de otros papeles, archivos, y memorándum que sabía que tenían que ser importantes. Los que estaban dispersos por el escritorio ahora estaban pulcramente ordenados. Por supuesto, eso era después de que hubiera pasado horas poniendo en orden su sistema de archivo. Y no es que hubiera acabado con esa tarea. Los archivos del año pasado estaban mezclados con los archivos de este año, y el viejo archivador de metal estaba a punto de dar su último crujido y derrumbarse en el piso. Miró hacia la puerta de cristal, contemplando la superficie de la ordenada oficina. Había enviado a dos muchachos del almacén a por los bonitos archivadores de madera que había visto expuestos en la sección de material de oficina del almacén de maderas. Kevin era listo. Había tomado ideas de varias cadenas más pequeñas y las había incorporado a Maderas, Construcciones y Suministros Jonas, el negocio que su padre le había dejado. Tenía toda clase de aparatos, suministros de oficina, pinturas, y artículos para hobbies, así como una mezcla de artículos estacionales que incrementaban las ventas del almacén de madera.
Era un negocio próspero al que los clientes seguirían acudiendo pasara lo que pasara. Es más, por lo que ella había visto en esta oficina, Kevin raramente hacía el menor esfuerzo para mantenerlo en pie. Sabía que un gerente había supervisado el negocio mientras él estaba en los Marines. Un hombre que Kevin había despedido en cuanto regresó a casa al saber que lo estafaba sistemáticamente. Según el jefe de departamento, Kevin casi había quebrado el primer año después de su regreso, a pesar de las ventas que continuaban entrando a través de las grandes puertas. Ahora no había peligro de bancarrota. Una auditoría, tal vez. El pertinaz desgobierno de su oficina era indiscutible. Pero no la bancarrota, porque a pesar del “agujero del infierno”, como ella lo había llamado, había un extraño sistema que Kevin seguía. Sólo que no era un sistema que pudiera entender nadie más. Sacudiendo la cabeza, se apartó del escritorio, ahora limpio de la pila de archivos, carpetas, papeles, libros y toda clase de recibos, que la aguardaban apilados al otro lado de la habitación frente al enorme y mullido sofá. Evidentemente a Kevin también le gustaban las comodidades. El sofá era lo suficientemente largo y lo suficientemente ancho para que pudiera dormir. Había una televisión de plasma a un lado, un horno microondas, y una pequeña nevera repleta de cerveza. Sólo de cerveza. Era una lástima que no le gustase una oficina limpia acorde con sus comodidades. Sin embargo, para ser justos, la zona de los asientos estaba ridículamente limpia hasta que ______ empezó a apilar la basura dentro del área. Se limpió las manos en los vaqueros y miró su reloj de pulsera antes de soltar un suspiro de cansancio. Se suponía que hacía treinta minutos que Kevin la iba a ir a buscar para recoger su coche y su ropa. La había escondido en su oficina con una firme advertencia de permanecer quieta, luego había salido sin darle más información que la hora aproximada en que estaría de regreso. Y cuando se hubo marchado, ella había estado pensando. Lo que sucedió en el almacén no tenía ningún sentido en absoluto para ella. El hecho de que el albarán de la compañía faltara de su coche tenía aún menos sentido. Tan poco sentido como los otros artículos que habían desaparecido los últimos meses, y que volvían a aparecer días más tarde. Tenía intención de buscar el albarán. Debió de haberse resbalado al suelo o entre los asientos, pero Kevin no le había dado ocasión de buscarlo.
Apoyó los codos en las rodillas y ahuecó los dedos, con un ceño dibujado en la frente mientras se golpeaba ligeramente los labios con sus dedos. ¿Por qué la habían atraído deliberadamente al almacén? A menos que alguien quisiera estropear lo que Kevin hacía. No hacía falta un científico espacial para deducir que la había estado persiguiendo desde que se había enterado de su regreso a Somerset. Y al hacerlo, le habían dado la oportunidad perfecta para chantajearla. ¿La entregaría él de verdad a las autoridades? Demonios, se había puesto serio, había sonado serio. Y le advirtió muy claramente que no hablase con nadie de la otra noche. Se puso en pie de un salto y caminó con pasos largos y lentos hacia la amplia puerta con la ventana coloreada para mirar al atestado piso inferior. Tenía problemas, y lo sabía. Lo había sabido aun antes de que ella hablase torpemente en el almacén; sólo que no había querido admitirlo. Incluso Alex había sido lo suficientemente sensato para saber que algo iba mal. Nunca le habría dicho que llamase a Kevin si no fuese así. Porque él debía saber que Kevin era alguna clase de agente. Alex habría sabido que Kevin contaría con los medios para enterarse lo que estaba ocurriendo. Pero Alex no podía saber la retribución que Kevin requeriría: su cuerpo. Tembló ante el recuerdo. La había cogido con la guardia baja, se reconfortó a sí misma; de otra forma, nunca hubiera cedido ante él. Él había estado dentro de ella antes de que pudiera entender el cambio de cólera a pasión, incluso dentro de su propio cuerpo. Y su cuerpo la había traicionado. Había estado tan resbaladiza, tan mojada, que incluso ahora su cara ardía de mortificación. Tanto como se humedecía. A este paso iba a tener que comprarse más bragas. Miró otra vez su reloj de pulsera. Casi una hora tarde. Si no recogía su coche, lo sacaría la grúa. ¿Qué había de malo en dejarla adelantarse y recoger el resto de sus cosas y luego encontrarse con él aquí? Era pleno día. Ella no vivía precisamente en el extrarradio, y tenía vecinos. Además, aparte de Kevin, Nick, y ese loco que trató de disparar contra ella, nadie sabía que ella estaba en el almacén. Excepto quienquiera que la envió al almacén, para empezar.
Metió las manos en los bolsillos de sus vaqueros y continuó mirando perdidamente hacia el piso de ventas. Le daría unos pocos minutos más. Si él no había regresado en unos cuantos minutos, entonces daría un paseo desde aquí hasta la cafetería donde estaba aparcado su Rodeo. No había más de una media docena de bloques. A plena luz del día. Podría recuperar su coche y empacar sus escasas pertenencias y esperar frente a la tienda antes de que él regresase. No era como si hubiera mucho para empacar. Mientras la idea se deslizaba por su mente, su mirada aterrizó en la breve y compacta silueta de un hombre moviéndose por el mostrador de registro de abajo. Una sonrisa iluminó su cara. Johnny Grace tenía la pequeña panadería en la parcela junto a la casa de Alex y de ella. El perfume de los pasteles flotando por el aire casi la volvía loca en sus días flojos. Él obviamente recogía sus compras, dirigiéndole una sonrisa al chico de la caja y coqueteando con facilidad. Johnny no se cortaba cuando se trataba de su vida sexual. Le gustaban los hombres más que las mujeres, y no veía razón para esconderlo. Miró su reloj de pulsera. Podía estar de vuelta antes de que Kevin supiera siquiera que se había ido. Cogió su bolso de la mesa que tenía a su lado, abrió la puerta, y salió corriendo antes de cerrar mientras Johnny se dirigía a las puertas automáticas.
—______. —Él se detuvo y parpadeó rápidamente cuando ella recorrió los mostradores y gritó su nombre—. ¿Qué haces aquí?
Ella hizo un gesto con los dedos hacia la oficina del piso de arriba.
—Nuevo trabajo. —O algo por el estilo—. Mira, dejé mi coche en la cafetería. ¿Puedes acercarme?
Él era tal vez un cuarto de pulgada más alto que ella, aunque no apostaría por ello. Él miró hacia la puerta, luego sonrió otra vez.
—¿Estás segura de que quieres que yo te acerque? Kevin y yo no estamos en los mejores términos. Si hay algo entre vosotros dos, entonces él se volverá loco si vas a cualquier parte conmigo.
Ella echó un vistazo a las puertas. No, ningún Kevin a la vista.
— Kevin siempre está alterado por algo. —Ella se tragó su propia trepidación en el pensamiento—. Y prometo que no le diré quién se ofreció a llevarme.
Le devolvió la sonrisa con un borde de desesperación.
Johnny soltó una risita divertida, sacudiendo su cabeza, con sus rizos trigueños cayéndole por la cara. En realidad él debería haber nacido mujer, pensó ella. Tenía un aire suave, femenino, unos modales casi corteses. Y era simpático. Compartía sus pasteles con ella en sus días flojos cuando la tienda de abajo estaba cerrada y él solo estaba organizando las confituras de la semana siguiente. Y no era como si Kevin pudiera ponerse celoso.
—Entonces vamos. —Él inclinó la cabeza hacia las puertas—. Te llevaré. ¿Vuelves aquí o vas a casa?
—Voy a casa. —Evitó mencionar por qué iba a casa. Ese era un tema en el que no quería meterse ahora mismo. Siguiendo a Johnny a través de las puertas, echó un vistazo a su alrededor rápidamente, esperando de un momento a otro ver a Kevin dirigiéndose hacia ella como un ángel vengador. Sí, él le había dicho que no se moviera, pero llegaba tarde, y las precauciones tenían poco sentido. Según su propio informe, el hombre que la vio estaba muerto, y los otros sospechosos estaban arrestados o muertos. Nadie más salvo Kevin y Nick podría saber que ella estaba allí. Nadie iba a salir desde detrás de un vehículo o un edificio y empezar a disparar por doquier. ¿Verdad?
—¿Cuándo empezaste a trabajar para Kevin? —Johnny apartó su atención de su morbosa paranoia mientras él miró atrás por encima del hombro para mostrarle una sonrisa acogedora.
—Apenas hoy. —Ella lo alcanzó, mirando hacia delante—. ¿Dónde aparcaste?
Johnny se rió.
—Al final del todo. Así es como me deshago de todas esas calorías que meto en mi cuerpo los días de horneado.
El otro lado del estacionamiento no era una broma. El calor de primeros de junio pesaba sobre ellos, provocando que una fina película de sudor cubriera la cara de ______ mientras alcanzaban el Taunus último modelo que Johnny conducía. Desbloqueó la puerta para ella con un floreo.
—Baja la ventanilla —aconsejó—. El aire acondicionado se estropeó la semana pasada, y todavía no he tenido la oportunidad de arreglarlo. Ella bajó la ventanilla antes de cerrar la puerta y poner el cinturón de seguridad en su lugar.
Todavía nada de Kevin. Estaba cansada de esperar a Kevin. El peligro del que hablaba continuamente no podía ser demasiado alto, o no la habría dejado sola durante horas en la tienda de maderas. Estaba realmente volviendo a pensar en todo ese peligro y en el asunto del chantaje. Estaba empezando a preguntarse si el peligro estaba más en la mente de Kevin que en su vida, y que solo era un medio de meterla en su cama. Después de todo, habían arrestado a esos tipos en el almacén. Y quienquiera que huyó con el dinero probablemente se lo estaba gastando justo en este momento en las Bahamas o por ahí. ¿Y por qué no había pensado en eso antes? Se preguntó cuando Johnny se movió al asiento del conductor y arrancó el coche.
—¿Dónde estuviste la otra noche? —preguntó él, haciéndola perder el hilo de sus pensamientos
aranzhitha
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
ooo es que kevin es tan sexy que hace que todas nos mojemos hahaha
berenice_89
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
lo siento, lo siento soy malisima el fin de semana subo si puedo es que estoy en examenes buh los odio
aranzhitha
Re: [Resuelto]"Noches Traviesas" (Kevin y tu)Terminada
Continuacion.......
—. Estuve en la tienda hasta tarde, y aún no estabas en casa.
Ella le miró, sorprendida de que lo hubiera notado.
—Estuve, ahh, con Kevin.
Y Kevin la hacía paranoica, porque de repente se sentía nerviosa, insegura. ¿Por qué se preocuparía Johnny sobre donde estaba? ¿Por qué iría a comprobar que no estaba en casa? Johnny miró hacia adelante y mientras arrancaba el coche, se apartó un rizo de la mejilla. —¿Con Kevin, eh? —preguntó curiosamente. Técnicamente. Un ratito. —Sí —contestó con cuidado. Johnny curvó los labios en una sonrisa mientras la miraba y puso el coche en marcha. Saliendo del parking, giró en la interestatal que se dirigía a la calle mayor de Somerset antes de dirigirle otra mirada.
—Ten cuidado, ____. —Por último suspiró—. Sabes, le llamamos Kevin por una razón, ¿correcto?
La gentileza en su voz la hizo encolerizar. Podía sentir el juicio en su tono y no le gustó. Ya no era una niña y había aguantado suficientes sermones ocho años antes. No necesitaba más.
—¿Porque es terco? —le devolvió dulcemente—. Vamos, Johnny, ya soy una chica mayor. Puedo manejar a Kevin.
Oyó golpear al relámpago de las grandes mentiras como esta. Alzó la mirada al cielo azul. Ni una nube a la vista, gracias a Dios. Johnny sólo rió entre dientes.
—¿De verdad, trajo al resto del equipo, o fue él solo?
Casi lo miró boquiabierta.
—Esa es una pregunta grosera, Johnny. —Y la puso más nerviosa, más insegura, e incluso más consciente de la enemistad que existía entre Johnny y Kevin. Salir con Johnny no había sido una buena idea. —Y enteramente apropiada. —Johnny puso los ojos en blanco—. Querida, a pesar de la determinación de Kelly de permanecer fuera, es más que obvio que esos tres se la han estado trabajando durante años. La reservaron para Joe, y él la compartirá finalmente. Es una pequeña técnica delicada de seducción que utilizan. La delicadeza de la seducción determina cuan serios son acerca de la presa.
—Oh Señor, los haces sonar como lobos.
—Lobos muy educados, estoy seguro. —Johnny se rió—. Y no has contestado a mi pregunta.
— Kevin viajó solo esa noche —le aseguró—. De otro modo, yo no habría estado con él.
¿Era eso una nube arriba? ¿Un retumbar de trueno quizá? Bien, ningún trueno. Pero había dos Harleys detrás de ellos, el suave retumbar de sus motores le recordó a Alex.
—Interesante —murmuró Johnny mientras encendía el intermitente y giraba para dirigirse al camino más pequeño que iba al viejo centro de la ciudad.
—¿Solo interesante? —Sofocó un bostezo, deseando que se apresurara.
— Kevin nunca me pareció un tipo posesivo. —Johnny se encogió de hombros—. Pero como dije, es generalmente una técnica de seducción. Él tiene numerosos juegos interesantes en los que ha participado con el paso de los años. Provoca abundantes chismorreos familiares.
De repente, estar aquí no se sentía bien. Era obvio que a pesar de su conexión familiar con Johnny, Kevin le gustaba todavía menos de lo que Kevin declaraba que le gustaba él. Tampoco se figuraba ella que la enemistad de toda la familia fuera cosa de su incumbencia, pero ahora mismo, pagaba por ser un poco cautelosa con Kevin.
—Y definitivamente estamos en problemas —declaró de repente Johnny malhumoradamente, los labios haciendo un puchero mientras echaba un vistazo por el espejo retrovisor. _____ se retorció en el asiento, los ojos de par en par, luego se dejó caer pesadamente hacia adelante otra vez y cruzó los brazos sobre los senos. Kevin y Nick iban detrás del coche como guerreros motorizados vestidos de vaqueros. Sus expresiones eran de piedra y la sonrisa que Kevin le había dirigido era todo excepto amistosa. Le recordó a un tiburón.
—Déjame delante del restaurante, Johnny. —Suspiró—. Estaré bien allí.
—¿Estás segura? —Un delicado ceño se le formó entre las cejas—. Me siento un poco raro dejándote allí con él así. Kevin no siempre es previsible.
Ella bufó. Eso era una subestimación si había oído jamás una.
—Puedo manejar a Kevin. —Esperaba. Esperó mientras Johnny frenaba varios minutos más tarde y paraba el coche. No le dio tiempo a decir nada. Salió rápidamente del coche, cerró la puerta, y les dio la espalda a todos ellos. Se movió por el estrecho callejón que llevaba al solar trasero. Kevin estaba justo detrás de ella, y también Nick. Abriendo el bolso, sacó las llaves, negándose a mirar alrededor. Él no tenía derecho a intimidarla. Y si le permitía seguir haciéndolo, entonces nunca pararía. Cuando alcanzó su coche y lo desbloqueó, se volvió hacia ellos, levantando las cejas a los dos hombres que la miraban con expresiones igualmente violentas desde las motos que detenían detrás del pequeño Rodeo rojo. Déjà vu. Se preguntó si acabaría por salir con su coche esta vez. Los motores fueron apagados, dejando el parking extrañamente silencioso, como si incluso la misma brisa se preguntara que harían ellos ahora.
—Veo que has estado divirtiéndote. —Dirigió una mirada a las motos. —Monta. — Kevin señaló con un gesto de la cabeza el costado, indicando la parte de atrás de la moto.
—No lo creo —dijo ella radiantemente—. Regresaré a casa, empacaré el resto de mis cosas y me encontraré contigo en el barco más tarde. ¿Por qué tú y Nick no os vais a libraros del mal genio a algún lugar? No estoy de humor para tratar con ello.
Kevin balanceó la pierna sobre el asiento de la moto mientras se levantaba, vestido con vaqueros desteñidos y una camisa blanca de manga corta, parecía el último chico malo. Un saqueador, un guerrero de hoy en día. La vista del cabello negro revoloteando con la brisa y los ojos verde claro que brillaban en la morena cara hizo que una ráfaga de húmedo calor se derramara por su vagina. Como si no hubiera estado bastante mojada para empezar.
— Kevin. —Suspiró—. No empieces a tratar de intimidarme, ¿vale? Sabemos condenadamente bien que nadie excepto tú y quienquiera que dejara esa nota sabían que estuve allí anoche. Estás intentando controlarme, y un buen chantajista golpea al principal objetivo; no chantajea por el aire que una persona respira. ¿Vale?
Los ojos se estrecharon.
—¿Has estado pensando en eso, verdad, carita-linda?
—Deja de llamarme así. —Odiaba el apodo que él le había dado siendo un adolescente. Le había causado un sin fin de molestias durante años—. Ahora, puedes seguirme a casa y ayudarme a terminar de empacar, o puedes volverte por donde viniste. Es tu elección.
Se sentó en el asiento de conductor, cerró la puerta, y metió la llave en el arranque. Le dio una vuelta rápida, y nada sucedió. El estárter hizo clic huecamente, pero el motor no arrancó. Frunciendo el ceño, lo soltó, luego la giró otra vez. Antes de que pudiera completar el movimiento, la puerta se abrió de un tirón y ella apenas tuvo tiempo de jadear antes de que Kevin la sacara del coche, su expresión fiera mientras la ponía de pie y se alejaba corriendo del vehículo.
—¿Qué demonios estás haciendo? —Tironeó del brazo cerrado con fuerza alrededor de su cintura y miró fijamente a su Rodeo. Estaba allí, la puerta abierta, desierto, mientras Kevin la empujaba hacia la moto y la hacia retroceder del vehículo.
— Kevin. Estoy cansada. Estoy polvorienta. Y necesito el resto de mi ropa. Si no tienes una realmente, realmente buena razón... Una fuerte y violenta detonación la hizo mirar otra vez al Rodeo. Un Rodeo cuya pequeña capota roja fue lanzada al aire como un frisbee. La parte delantera del vehículo de repente estalló en llamas. Muchas llamas. Tan rápidamente y tan caliente que en un segundo el interior fue una llamarada roja y furiosa mientras ella se quedaba conmocionada, tratando de comprender exactamente lo que había sucedido.
La capota aterrizó al otro lado del parking, apenas registrando el choque de metal contra el asfalto mientras miraba a Kevin y Nick lanzándose hacia el vehículo, con los extintores que llevaban en las alforjas de sus motos, en las manos. Los comensales salieron corriendo por la puerta trasera. El cocinero arrastró fuera un extintor más grande, y alguien gritó que el cuerpo de bomberos estaba en camino. Y todo lo que ______ podía hacer era mirar fijamente el asiento del conductor, envuelto en llamas, y sentir el hielo moviéndose por su cuerpo. Parecía que Kevin había tenido razón después de todo.
despues les subo mas :hi:
aranzhitha
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