¿Me pregunto cómo una mujer tan revolucionaria como Coco Chanel termina siendo la figura de una marca terriblemente elitista y discriminadora? supongo que no era una mujer tan revolucionaria como ella se pensaba y de todas formas prefería serlo mientras se movía dentro de su clase social. O quizá por más que quisiera escapar de ese mundo donde se había criado, ese mundo siempre la terminaba encontrando, tal vez es más parecida a mí de lo que podría imaginarme. Entonces ¿Quién podría culparla? Al menos yo no podría, estoy repleta de cosas que yo no elegí y no había comprado, solo es lo que una chica de mi edad y status está obligada a usar. Por eso es que tengo mis zapatos Chanel al último momento que hacen juego con mi vestido de Dolce & Gabbana, y todos mis objetos personales, que no se sienten para nada personales se encuentran en equipaje de Louis Vuitton está en la parte trasera de la limusina.
 
Todo original y muy lujoso.
 
Toda apariencia.
 
Por supuesto que en este viaje solo nos encontramos el chofer y yo en la limosina. Me dirijo a lo que va a ser mi máxima tortura y Carol solo me manda un mensaje de dice “suerte, papa solo hace lo que cree mejor”, mi hermana siempre va a defender a nuestro papá haga lo que haga, por que así es ella, defiende hasta lo indefendible. Él en cambio, ni si quiera se digna a viajar conmigo, contrato a un chofer-guardaespaldas para asegurarse de que llegue “bien” y sin problemas al instituto donde él me iba a esperar, claramente es para asegurarse de que esos problemas no me incluyan a mi huyendo, pero el mismo no puede hacer ese trabajo, viajo en un auto aparte con la excusa de que tenía que resolver unos asuntos antes.
 
En este momento me siento atrapada, se que no me puedo escapar. La última vez que vi a Emilia me hizo prometerle que nos íbamos a volver a ver, que iba a volver con ella. Realmente la extraño y lo que más quiero es estar con ella de nuevo, es la única que me hace sentir real. Pero ahora que estoy yendo a un instituto del cual no se nada o al menos lo único que se es que es un lugar muy estricto que se especializa en transformar a personas con cerero en “señoritas”, o como yo prefiero pensarlo: en robot que siguen las estructuras y leyes diseñadas por la sociedad, y como toda una Benet, yo tenia que acomodarme en esa estructura.
 
-Estamos entrando al instituto señorita. - Me habla por fin mi chofer. - Su padre ya llego.
 
Su vos se escuchaba mucho más suave de lo que imagine. De hecho, no era lo que hubiera esperado de un guardaespaldas, más bien era bastante delgado y parecía mayor de 35, aunque no podría saberlo, nunca fui buena en calcularle la edad a las personas, soy terrible en eso. Su rostro a pesar de no haber sonreído en todo el viaje transmitía bastante paz y tranquilidad más que miedo. De todas formas, era insufrible, permaneció callado todo el viaje, intente mantener una conversación o sacarle información sobre el pero ningún tema sirvió de nada, respondía vagamente a todo.
 
 
-Claro que ya está acá, solo viajo en otro auto para no verme la cara durante 3 horas, no por que haya tenido realmente un problema. – le digo bajando por mi cuenta antes de esperar que él salga y abriera mi puerta.
 
Cuando bajo y se dio cuenta de que yo ya estaba afuera se quedó desconcertado por unos segundos, luego volvió a poner la cara de nada que tuvo durante todo el viaje y se dispuso a bajar las maletas. No se como es que alguien puede mantener el mismo gesto durante tanto tiempo, es insoportable.
 
Yo por mi parte me puse a dar una rápida inspección al lugar, es bastante grande, así como bastante viejo y aburrido. Muchos otros autos lujosos se encuentran estacionados y chicas vestidas también de marcas importantes que señalan sus clases sociales. Pero de todo ese alboroto surge el tormento de mi vida, haciéndose notar siempre con su traje importado y su celular en la mano, su barba bien afeitada, el pelo perfectamente cortado, caminando con la espalda bien recta y como si se estuviera comiendo al mundo con cada paso. A veces siento que realmente lo hace, o al menos mi mundo
 
-Hola hija ¿Cómo estuvo tu viaje? – pregunto sin siquiera mirarme.
 
Me siento casi asqueada por su patética actuación de padre preocupado, odia cuando simulaba preocuparse, odiaba todo lo que tenga que ver con él.
 
- ¿Te importa? ¿Qué haces acá de todas formas? Seguro que viniste solo para asegurarte de que entre por esa puerta.
 
Aleja por primera vez la vista de su celular y me mira con una sonrisa, una sonrisa claramente falsa. – Ay Adele ¿Por qué decís una cosa así? Solo quería ver con mis propios ojos el lugar donde vas a vivir ahora, aunque no te voy a negar que si estoy muy interesado en que entres por esa puerta. – Le da una mirada a la entrada y vuelve a concentrarse en su celular.
 
- ¿Eso significa que no sabes donde me estas dejando? Podrían ser traficantes. – Intentando parecer algo indignada, aunque realmente no me sorprendería.
 
- Por favor, estoy seguro de que estuviste en lugares peores. – Esta vez me mira y siento que me estuviera clavando un cuchillo congelado. – No te equivoques, este lugar me lo recomendaron las mejores personas y lo tengo bien estudiado, de acá no vas a poder escapar.
 
- No vas a poder evitar que me valla si quiero.
 
El celular suena en su mano y, haciéndole un gento a mi momentáneo chofer-guardaespaldas de que no me quite los ojos de encima, contesta poniendo su tono amable y divertido, tono que nunca fue dirigido hacia mí. Nadie de mi familia usaba ese tono conmigo, solo Carol era sinceramente amale conmigo, o lo era antes, ahora apenas me habla. Por eso estoy acá, porque soy la vergüenza de la familiar, porque soy la única que soy yo misma, y por eso está él acá, porque quiere estar presente para advertirles a todos los responsables del instituto que me tengan vigilada, después de todo es uno de los más reconocidos como también es uno de los más costosos. Mientras cuelga se va acercando a mí, agarra mi rostro bruscamente y hace que lo mire a los ojos, esos ojos azules y cristalinos que parecen hielo. Cada vez que realmente lo miro, busco algo que me demuestre que puede llegar a tener alma, sentimientos o algo dentro, pero nunca encuentro mas que odio y rencor.
 
-Quiero que te quede claro una cosa. – Me advierte desafiante. – Te vas a quedar en este lugar y no vas a hacer ni uno de tus intentos de fuga, no es tan fácil salir de acá. No vas a volver a ver nunca ni a tu noviecita ni a tus amigos pandilleros, asique yo que vos tendría mucho cuidado. – Hace una breve pausa para mirar alrededor, supongo que para asegurarse que nadie vea a un padre amenazando a su hija. - Porque si me llego a enterar que andas haciendo de las tuyas, este internado va a parecerte el paraíso a comparación con el infierno que te espera.
 
-Supongo que entonces tengo suerte de que me traigas a este paraíso y no a ese infierno que te encanta. – Le contesto con una sonrisa.
 
Me suelta y se aleja unos centímetros de mí, pero aún me mira. Después de tanto tiempo creí haberme hecho inmune a su mirada y a su vos, pero desgraciadamente tengo que admitir que todavía siguen haciendo efecto en mí.
 
-Quédate tranquila, esta vez no te vas a librar de mi…
 
-Condena para ambos entonces. – Lo interrumpo.
 
Los dos lo sabíamos, si, él era mi condena o mi mal karma, pero yo era la condena de él.
 
Con su media sonrisa me hace señas de que pase delante. – Después de vos. – dice como todo un supuesto caballero y cuando empiezo a caminar me sigue muy de cerca con toda su elegancia.
 
Al pasar por la puerta puedo distinguir a las distintas personas que se encuentran en el gran salón: primero veo a las chicas que tienen maso menos de mi edad, algunas ya con uniformes y otras todavía sin él. Después están los profesores, muy refinados y con aire burgués, se deben sentir muy orgullosos de donde están, de lo que hacen. Estos se distinguen muy bien de los padres ya que los últimos tienen una notable cara de alivio al saber que al fin se pueden deshacer de sus preciadas hijas y van a pasar a ser problema de alguien más. Se nota que hay familias muy importantes en este lugar, y que hasta la mas distinguidas tienen sus mierdas que ocultar, porque estaba claro que el 90% de nosotras estamos escondidas acá, pero para el resto de la sociedad estamos de viaje, estudiando en un país muy lejano, o cualquier otra mentira que encubra la verdad.
 
- ¿Y? bastante grande ¿no te parece? – Pregunto mientras se ponía a mi lado.
 
- Y bastante igual todo, casi que parece una pintura. – Miramos alrededor y el saluda con la mano a una mujer reunida con muchos padres.
 
- Seguro te acostumbras rápido.
 
- No te preocupes, de todas formas, lo que quiera y piense no importa. – respondo antes de que se vaya a saludar a alguien.
 
De todas formas, tampoco no me voy a quedar mucho, así que no me voy a tener que acostumbrar demasiado al este instituto, solo lo suficiente como para averiguar como salir.
 
Por ahora solo tengo que sobrevivir.