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Mensaje por pantone. Dom 04 Abr 2021, 9:51 pm


status: about to
break down
Masquerade (mæs.kərˈeɪd)
singular noun or verb

1. a party or dance in which people wear masks / coverings for the face.

2. a costume or disguise worn at such a gathering.

3. an attempt to deceive people about the true nature or identity of something.

4. a false show or pretense.

5. a living or acting under false pretenses.

6. pretend to be someone one is not.

Lo que no decimos se nos acumula en el cuerpo. Se convierte en insomnio, en nudos en la garganta; en nostalgia; en error; en duda; en tristeza.

Lo que no decimos, no se muere.

Lo que no decimos, nos mata.
título + masquerades
autor + novela colectiva
adaptación + no, idea original
género + drama, varios
otras páginas + no, solo own
tema general
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muro interactivo
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expedientes
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pantone.
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masquerades. Empty prólogo.

Mensaje por pantone. Dom 04 Abr 2021, 9:52 pm

00
capítulo cero: prólogo; escrito por pantone.
Nunca sé cuando detenerme. La botella a mi lado respalda lo que digo y, a pesar de que resta menos de un cuarto de whisky, mis manos ni siquiera han comenzado a temblar y puedo pensar claramente.

Justo ahora, escribo en un papel —que ni siquiera vas a leer— como último recurso para reprimirme. Como necesidad propia. Como si fuese a evitar que estalle.

De momento, es lo único que puede liberarme de mí mismo y de la prisión que yo solo he construido; lo único que puede revelarme lo que yo mismo no me he podido revelar.

Cosas que no digo, de las que no me atrevo...

Supongo que los traumas del pasado me han llevado hasta aquí, o el hecho de estar rodeado de caretas destellantes pero vacías casi todo el tiempo. Así empezó el desfile de máscaras, con mi vida colocándose al frente, con conversaciones en las que digo todo acerca de nada, y nada acerca de lo que es todo para mí. Con la idea de que no necesito a nadie. Con fachadas siempre cambiando, siempre ocultando.

Luego, estás , un error en la fórmula que había inventado para tener todo controlado, y la máscara que creí segura empezó a tener agujeros, a caerse en pedazos frente a ti. Y cuando sentí que mis demonios amenazaban con delatarme, quise retroceder... o empujarte.

Pude haberme detenido antes.

Seguramente, cuando dejaste de parecerme increíblemente irritante, o cuando dejó de incomodarme tu compañía. O cuando no me pareció molesto reconocer —internamente, muy en el fondo— que tienes la razón seis de cada diez veces. Debí detenerme la vez en que suplicaste hasta el llanto que te dejara en paz, en medio de un capricho estúpido...

Pensé en parar cuando noté que sonríes con los ojos, o que los días nublados te ponen de buen humor. O cuando empecé a desear ver tu rostro entre todos los demás, y mis piernas se debilitaban si te encontraba ahí, y el aire se volvía pesado. O cuando comencé a sentir que mi corazón se aceleraba al escuchar tu voz, aunque no fuera a mí a quién le hablaras.

Quizá no era demasiado tarde la vez que empapaste la camisa de mi pijama, mientras llorabas por cosas que no quisiste decir, y por las que no me atreví a preguntar. O cuando descubrí que todo parece estar bien mientras duermes, o que puedes detener el tiempo con un abrazo, o cuando el aroma del jabón que usas se volvió espantosamente hipnotizante. Tal vez, cuando comenzó a preocuparme no saber dónde estás, o la idea de no llegar a tiempo cuando necesites mi ayuda.

No era necesario enredarte en mi baile de máscaras, y pude haberme detenido.

Aún podía hacerlo cuando me di cuenta que me da naúseas ver cómo ríes sin esfuerzo cuando estás con él, o la manera en que sus ojos brillan cuando te ven. Y sonríes genuinamente, y vuelvo a pensar que todo está bien... y eso me molesta. Porque parece mejor que yo. Porque pareces más feliz cuando no estás a mi lado. Porque no soy suficiente. Porque voy a arruinarlo todo. Porque nada está bien. Porque quizá te quiero. Porque quizá no quiero admitirlo...

Y me lo guardo. Me lo trago cada vez que te veo. Porque temo asustarte, porque quizá no te guste. Porque temo que te vayas de mi lado. Porque temo revivir el pasado. Porque no quiero que duela de nuevo. Porque quiero que deje de doler. Porque soy egoísta.

Ahora, releo la página. O, o, o cuando. Demasiadas “o”, demasiados “porque”, demasiadas excusas.

Pude haberme detenido antes, y todo habría acabado sin siquiera empezar. Cuando lo pienso, me parece casi graciosa la manera en que las cosas se voltean en mi contra, y río en lugar de llorar. Y escribo en lugar de enfrentarte.

Al final, terminaste ganando en mi propio juego, y ni siquiera lo sabes.

Nunca sé cuando detenerme. Y ese es el problema.





pantone.
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Mensaje por pantone. Dom 04 Abr 2021, 9:52 pm

COMENTARIOS + prólogo por pantone.

lovesick:

pixie.:

pandie.:

trunks:





pantone.
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masquerades. Empty capítulo uno.

Mensaje por pantone. Dom 04 Abr 2021, 9:53 pm

01
capítulo uno; escrito por pantone.
ALEXANDER
Nochebuena, un año atrás.


Arrojo los documentos contra la pared sin pensarlo dos veces. Luego, agarro un tintero y lo lanzo en la misma dirección. El desastre en mi cabeza se ilustra en la mancha negra y chorreante que queda estampada.

Mi queridísimo padre realmente se había esforzado para arruinarme la noche.

—Señor —jadea Alfred, mi mayordomo—. ¡Por favor!

Hago oídos sordos. Camino hacia el escritorio, buscando entre una pila de carpetas una en particular. Los papeles se precipitan como una cascada por todas partes y, cuando la encuentro, y una vez que he leído lo que tiene en su interior, la rompo, descargando mi enojo contra ella. La despedazo hasta que mis manos comienzan a arder y me he asegurado de que es irreparable.

—Señor, todavía quedan otros veintitrés...

—Destrúyelos.

—¿Señor?

—Ya me has oído. Quémalos, cómetelos, pero haz que desaparezcan.

—¿Está consciente de que hay respaldos digitales, verdad? —pregunta, haciendo que mis mejillas ardan. En medio de mi arranque, lo había olvidado por completo. Airado, me dirijo hacia la puerta dando zancadas, listo para largarme de aquí—. Hay papeles que requieren su firma, joven Doyle. Las actas del acuerdo con AstraZeneca, la solicitud del Hospital Saint Thomas....

—¿Cuántas veces tengo que repetirlo? —con una furia casi salvaje, me vuelvo hacia la delgada figura que rebusca entre los papeles—. ¡Voy a renunciar como heredero y no habrá presentación!

El anciano queda boquiabierto. Giro sobre mis talones y abro las puertas de par en par, azotándolas detrás de mí. Entonces, echo a correr por el pasillo tan rápido como el esmoquin me lo permite y presiono el botón del ascensor mil veces, como si así fuese a llegar más rápido.

—¡Señor! —escucho que grita Alfred a mis espaldas; está en la entrada la oficina, sin aliento. El timbre del elevador suena y las puertas se abren—. ¡Vuelva aquí! —exclama, y su voz deja de ser audible una vez que me interno en la cabina.

Siento que mi cabeza va a explotar en cualquier momento.

Tras años de éxito en los que logré evitar el asunto una infinita cantidad de veces y darle a entender que tenía planeado hacer otras cosas con mi vida, Albert Doyle al fin había encontrado la mejor ocasión para presentarme públicamente como el único heredero de su compañía farmacéutica en la cena de caridad de este año, a sabiendas de que todos los socios de la empresa estarían presentes y no tendría escapatoria, al menos que quisiese quedar como un patético irresponsable, socialmente hablando, y aceptara servirme como la comidilla de la noche.

Vaya mierda…

El ascensor se detiene tres pisos abajo y tengo que disimular mi sorpresa cuando veo de quién se trata.

—Doyle —dice en forma de saludo, adentrándose, y el botón que presiona resulta ser el mismo del piso al que me dirijo.

—Hurley —respondo de la misma manera, con voz átona. ¿Conocen el silencio incómodo que se produce cuando te quedas solo con alguien que solías conocer y con quien no tienes nada de qué hablar? Pues esa clase de silencio inunda el pequeño espacio entre ambos, y me siento obligado a romperlo—. ¿Qué haces aquí?

—Mi padre me pidió que viniera a recoger unos papeles para terminar de arreglar el contrato que tu padre hizo para adquirir un edificio en Kensington, antes de la fiesta —manifiesta.

Esta vez, no me molesto en volver a romper la tensión y, en cambio, me pregunto por qué el trayecto se siente tan largo.

—Me enteré de que tienes una habitación en el Quantum Court —comenta al azar. Mi padre había hecho negocios con su padre para que pudiera obtener un apartamento en el lujoso alojamiento que pertenecía al negocio familiar de Charles con tal de estrechar sus relaciones diplomáticas.

—Es cómoda —me limito a declarar. Para mi suerte, las puertas del ascensor se abren y respiro con alivio.

—¿Estás en Goldsmiths? —pregunta, a lo que yo asiento con la cabeza—. ¿Primer año?

—Segundo.

—Es una buena universidad.

Mi celular comienza a sonar una vez que pasamos por la recepción y miro fugazmente la pantalla: es Cameron. Me apresuro a colgar, presintiendo lo que va a decirme; saco la llave del valet parking del bolsillo interno de mi chaqueta y aprieto el botón más fuerte de lo que esperaba. Los nervios van a fallarme.

Cuando llegamos a la entrada del edificio, un automóvil negro está esperando a Charles.

—Nos vemos más tarde, Doyle —se despide, y mis ojos se tuercen una vez que se da la vuelta. No iba a aparecer en esa cena ni de broma.

Mi teléfono vuelve a sonar en el momento que el aparcacoches aparece con mi Audi, así que ignoro la llamada, por segunda vez, y entro en mi carro. Mi celular vibra un par minutos después, pero por un motivo distinto.

“¿Ya estás cerca?”

Aretha, una rubia flamante, a quien conocí hace tres semanas en Elektra y había prometido llevar a la celebración de Nochebuena, había enviado el mensaje. Estoy a punto de cancelar la invitación, cuando otro mensaje cae y alcanzo a leerlo desde la barra de notificaciones.

“Tú padre está buscándote. Deberías venir pronto”.

Mascullo un juramento. La conexión entre Cam y yo me asusta en momentos como estos, y pienso que quizá nuestras mentes están conectadas y puede leer lo que pienso, aunque estemos a cien kilómetros de distancia.

No hay escapatoria… voy a necesitar más de una cerveza esta noche.

El semáforo de un cruce se pone en rojo, y aprovecho la oportunidad para responderle a Aretha.

“Paso por ti en seguida. Iremos por café”.


+

COLEEN
Un año atrás.


Tengo el celular en la mano y el corazón en la garganta. Hace frío, pero mis piernas no se mueven exactamente por eso: llevo casi media hora tratando de procesar mi situación actual... y creo que mi trasero ha comenzado a pegarse en la banca. Le doy una mordida a mi sándwich, a quien había puesto como excusa para salir a cenar, y contengo las lágrimas.

Es Nochebuena y estoy en medio de mi turno de trabajo porque no pude ir a casa. Había gastado lo último que me quedaba en el pago del alquiler y, prácticamente, no me quedaban más de cinco libras; ni siquiera tengo idea de cómo voy a sobrevivir lo que resta del año, solo espero que lo que sea que tenga mi refrigerador sea suficiente.

Mi inconsciente se encarga de no dejarme en paz. No iba a funcionar, Cole, volaste demasiado alto.

¿Cuándo deberíamos dejar ir los sueños tontos?

¿Cuándo deberíamos dejar de insistir en que podemos hacerlo todo?

Llevo medio año viviendo sola y no podría estar peor. Había venido a New Cross siguiendo un sueño irreal y, pese a que había obtenido una beca, tengo que trabajar para solventar el gasto del apartamento y la comida —porque morir de hambre no es una opción para mí—, y el dinero apenas me alcanza para cubrir la mensualidad y los materiales…

Materiales.

¿Enserio, Coleen? De todas las cosas que pudiste estudiar y considerando tus posibilidades, ¿artes? ¿Quieres estudiar artes?

Pasan otros dos minutos cuando reparo en el papel que tengo en la mano izquierda; lo he apretado tan fuerte que se humedeció y la tinta me manchó la mano. Le echo un vistazo... mis ojos caen automáticamente en el número de tres cifras al final del recibo y no puedo evitar suspirar.

Trabajas demasiado, Coleen. La voz de mi abuelo resuena una y otra vez en mi cabeza. Entre una cosa y otra, logré decirle que no podría llegar a cenar con ellos, con la explicación de que me asignaron el turno a último momento y la cafetería estaba abarrotada. Al menos, mis tío-abuelos habían llegado este año para pasar la Navidad con nosotros, por lo que no estarían solos. Cuando me preguntó si había otro problema, respondí que no; que quería que mi jefa confiara en que podía hacer esto y no podía dejar a mi compañera sola. ¿Qué iba a responder? ¿Que no tenía dinero para regresar? ¿Que si no pagaba el alquiler perdería el apartamento más barato que pude encontrar? Seguro insistiría en ayudarme, pero no quiero ser una carga. No más.

Al final, dijo entender la situación y que se encargaría de decirle a mi abuela más tarde. Mis ojos se empañan, de nuevo. No quiero ni imaginar cómo va reaccionar ella…

—¿Coleen? —una voz femenina de acento fuerte me llama y volteo: una chica castaña espera tras de mí con una bandeja vacía—. ¿Te molesto?

—Descuida, Monna, terminé de cenar —le digo, tragándome lo que resta del sándwich y frotando mis manos para limpiarme las migas—. ¿Qué sucede?

—Necesito que entres. El lugar está lleno y creo que estoy apunto de explotar —exhala, dejándose caer sobre el apoyabrazos de la banca—. La señora Aldrich acaba de irse y me dijo que nos encargáramos de cerrar.

—¿Habrá surgido una emergencia? —pregunto, poniéndome de pie. Nuestra jefa no suele dejarnos por cualquier motivo.

—Creo que mencionó que su hijo quemó el pavo —dice, caminando a mi lado. La escena me parece ridículamente graciosa y mis cejas se levantan.

—Sí, creo que eso suena como una emergencia —declaro, confundida. Una ligera ola de calor me golpea cuando entramos a la cafetería y puedo sentir como mis mejillas se derriten; todas las mesas están llenas.

—Voy limpiar la barra para avanzar —se adelanta Monna, tomando un paño.

—Me quedaré en la caja.

Las dos horas siguientes pasan volando. Gente yendo y viniendo, gastando absurdas cantidades de dinero. Regalos ostentosos, vestidos y trajes nuevos. Una competencia para ver quién luce mejor; quién tiene más, quién se ve más feliz.

Cuando el reloj marca las nueve, el lugar ya está solo. Monna está en el baño, cambiándose, yo estoy limpiando las mesas y mi celular vibra por milésima vez en la noche. Ya no necesito ver la pantalla para saber de quién se trata: mi abuela. Ignoro la llamada, como he hecho con las anteriores, y sigo ordenando todo. Cuando termino, me dirijo a la caja para hacer el cierre de ventas, y no pasan más de cinco minutos cuando la campanilla de la entrada suena y la puerta se abre de golpe.

Un chico de cabellera oscura vestido con traje de etiqueta se dirige hacia mí con paso firme, seguido por una chica. Miro por sobre el hombro del pelinegro y quiero golpearme: había olvidado cambiar el letrero a cerrado y no había puesto llave.

—Disculpe, señor, pero hemos cerrado —me apresuro a decir. A pesar de que él parece solo un poco mayor que yo, mantengo las formalidades.

—¿Ah, sí? Y yo puedo comprar todo, si quisiera —replica con arrogancia, clavando la vista en el menú.

Inhalo con fuerza. De cualquier manera, ha sido responsabilidad mía no cerrar a tiempo.

—¿Puedo tomar su orden?

—Un Insomnia Negro y… ¿qué quieres tú? —pregunta a su acompañante. Alguien no quería dormir esta noche.

La despampanante rubia a su lado parece no decidirse y me detengo a observarla por un segundo; piernas esbeltas, figura perfecta, maquillaje impecable, tacones de muerte, un vestido que nadie en su sano juicio se pondría con el frío que hace afuera…

—Un mousse de café light —dice al fin. Su voz era más aguda de lo que esperaba.

—Lo que pida la princesa. Ya oíste —el chico se dirige a mí con una autoridad despreciable.

—¿Algo más? —respiro hondo, rogando que el último hilo de paciencia que me queda sea lo suficientemente fuerte. Pero la tentación es más fuerte—. ¿Lo quieres con verduras, fibra extra especial sin carbohidratos?

—¿Disculpa? —es el moreno quién responde, pero la chica no podría estar más ofendida.

Suspiro con irritación y mi vista se dirige hacia la esquina derecha de la cafetería. La cámara todavía está encendida.

Maldita política de servicio al cliente.

—Son dieciséis cincuenta —digo, con el tono más amable que puedo. El muchacho rueda los ojos y no tarda en darme un billete de veinte libras—. ¿De casualidad no llevas monedas?

—¿Sabes qué? Quédate con el cambio… cómprate algo de comer, yo invito —sus palabras irradian una soberbia insufrible y, por primera vez, me mira directamente a los ojos. Siento que mis puños están apunto de estrellarse en su rostro—. Parece que lo necesitas más que yo.

Lo que necesitaba. Justo cuando pensaba que las cosas no podrían ponerse peor, aparece un tipo con problemas de autocontrol para cerrar la noche con broche de oro.

Solo le había pedido monedas.

—Vaya, muchas gracias, lo aceptaré con gusto —el esfuerzo que hago para mantener la compostura y fingir una sonrisa es sobrehumano, y me felicito por lograrlo—. Tomen asiento, enseguida preparo su orden —y justo cuando me doy media vuelta, y a sabiendas de que la cámara no me enfoca bien, me aseguro de decir en un tono apenas perceptible lo que, espero, sea la gota que rebalse el vaso—, imbécil.

—¡Suficiente! Nos vamos —el chico explota sin más y siento una clase de satisfacción calentándome el pecho; una sensación similar a cuando has ganado algo—. No voy a soportar esto.

—Pero, Alexander…

—¡Nos vamos! —interrumpe a la rubia, quien apenas se las arregla por correr detrás de él.

El silencio que inunda el lugar después de que salen es placentero y sonrío para mis adentros, esperando que entre de nuevo. En medio del arranque, olvidó su billete y, ahora, no planeo hacer otra cosa con él que no sea guardarlo como un recuerdo de victoria. Si tan solo hubiese ocurrido unas horas antes, probablemente habría reconsiderado la idea de ir a casa.

—¿Soy yo o habían personas aquí? —pregunta Monna, acomodándose el abrigo. Asiento con la cabeza; ya comenzaba a preguntarme en dónde rayos se había metido—. ¿Qué sucedió?

Ni yo tenía idea.

—Algo parecido a un milagro de Navidad.


+


Ha comenzado a nevar. Las luces navideñas centellean por todas partes y el sentimiento efímero de la celebración que está en el aire casi me resulta nauseabundo. Continúo caminando a mi apartamento tan rápido como puedo, pero, de repente, el aliento me falta y tengo que detenerme. Me dejo caer en la primera banca que encuentro, me doblo sobre mis rodillas, llevo mi cabeza al agujero que formo con mis brazos... y me deshago en llanto. Me descompongo sin más.

El sonido de los villancicos y las risas de las personas me aturden. Había juntado el valor suficiente para responderle a mi abuela y, aunque traté de sonar tan tranquila como pude, escuchar la tristeza en su voz no hizo más que quebrarme. Una vez que colgué, la idea de tirar la toalla de una vez por todas inundó mi cabeza, y el plan me pareció tan brillante, tan fácil, tan reconfortante... que me odié a mí misma.

Al darme cuenta de lo que estaba considerando, comencé a correr. Corrí, como si pudiera escapar de mis pensamientos; como si fuera la solución a mis problemas. Como si así pudiese llegar a casa.

Otras personas la pasan peor, ¿y estoy quejándome por esto?

¿Acaso soy tan débil?

La autocompasión es una de las cosas más repugnantes que puede experimentar el ser humano y me desprecio justo ahora por sentirla. De pronto, el olor a comida a mí alrededor no hace más que ahondar el vacío formado en mi estómago, y vuelvo a poner los pies en la tierra.

—Maldita sea —reniego entre dientes. Justamente, mi abuela había terminado la llamada aconsejándome que comiera bien, como si temiera que no lo hiciera.

Comer bien. No puedo recordar la última comida real que tomé y me río al pensar en la precisión de sus palabras. Sí, tengo hambre.

—Maldita sea...

—¿Vienes o prefieres seguir quejándote? —pregunta con serenidad una voz masculina.

—Me quedo —ni siquiera volteo a verlo. Tal vez, ya estaba alucinando.

—Por favor, ven. Me sentiré completamente responsable si te quedas aquí y te congelas.

—Ni siquiera me conoces.

—Ya crucé palabra contigo, no hay vuelta atrás.

—Por favor, vete.

—No voy a dejarte sola…

—Vete —tan pronto como siento el calor de un cuerpo sentándose a mi lado, volteo a verle: un chico asiático de cabello castaño y semblante amigable me observa, y tengo que apartar mi rostro de inmediato al darme cuenta de su cercanía.

La expresión de su rostro cambia y sus ojos se abren ligeramente.

—Eres tú —apenas alcanzo a entender lo que dice porque lo ha susurrado—. ¿Estabas…?

Ni siquiera termina la pregunta, pero entiendo a qué se refiere. Siento los ojos hinchados, las mejillas entumecidas y la nariz congestionada.

—Es por el frío —alego, limpiando bruscamente mi rostro con la manga de mi abrigo. Ojalá mi nariz no esté tan roja—. ¿Me conoces de algún lado?

—Ya veo. Y… ah, sí, de la universidad. Casi siempre estás con un tipo moreno de ojos claros y una chica castaña —explica.

—¿Me espías? —estoy casi segura de que se refiere a Txomin y Milanka.

—No, exactamente. Soy bueno recordando rostros y lo de hoy a sido mera casualidad —continúa, despreocupado, para luego sonreír ampliamente—. Me llamo Jianming. Han Jianming.

—Anna. Anna Schmidt.

—No, no eres Anna. Tu nombre suena como nombre de chico —dice, recostándose en la banca con gesto pensativo—. Algo como Caín, Cailin... Coil... ¡Colin!

—Coleen —lo corrijo; no es la primera persona que me lo dice. Entrecierro los ojos, escudriñándolo. Comienzo a creer que sí me espía—. ¿Estamos en el mismo departamento?

—No, pero mi mejor amigo sí.

—¿Bellas artes?

—Sí, en teatro —aclara—. Es por eso que te veo a veces.

Quizá, debería poner más atención a las personas a mi alrededor.

—Me conoces —murmuro, pateando débilmente un pequeño montículo de nieve.

—Solamente de vista, tampoco te emociones.

—Yo... a ti no. Solo sé que te llamas Jiaming y que estudias en Goldsmiths, por lo que acabas de decirme —una nube de vaho sale de mi boca mientras hablo; nieva suavemente—. ¿Y qué haces caminando por aquí a esta hora?

—Vivo en un apartamento a un par de cuadras —explica Jianming, su tono es suave y relajado—. Mis padres son chinos tradicionalistas y no celebran Navidad ni el Año Nuevo occidental, así que no me dejan regresar a Londres en vacaciones porque tengo que trabajar.

Ante la declaración, gesticulo un “ah” y él se limita a encogerse de hombros.

—¿De qué parte de Londres eres? —inquiero.

—Soho. ¿Y tú eres de por acá?

—No, también soy de Londres. De Enfield... —una vez que menciono el nombre, el intento de sonrisa que había logrado formar se desvanece por completo y siento que voy a volver a llorar. Saco mi celular para poner mi atención en otra cosa y contemplo la pantalla brevemente; son pasadas las diez y media—. Tengo que irme.

—¿Vives sola? —cuestiona. Asiento con la cabeza—. ¿Tienes planes?

— Planeaba ir a dormir, ha sido un día largo —admito, pero no he terminado de ponerme de pie cuando mis tripas rugen, literalmente hablando. Si mi abuela hubiese escuchado eso...

Busco mirarle a los ojos, pero Jianming me evade rápidamente. Sus boca se frunce y crea una clase de punta con el labio superior, formando una sonrisilla similar a la de una tortuga.

—Tienes hambre.

—Fue un gusto, Jianming —digo de manera brusca, dándome media vuelta. Casi puedo imaginar mis mejillas ruborizándose.

Apenas me he alejado un par de metros de la banca cuando vuelve a hablarme de nuevo.

—Treinta minutos.

La curiosidad me gana, y me obligo a detenerme.

—¿Qué?

—Treinta minutos —dice, como si aquello tuviera sentido—. Dame treinta minutos y ya no te separarás más de mí.

Una risa débil se me escapa y volteo a verlo. ¿Qué trataba de hacer?

—¿Y ahora qué me ofreces?

—Vamos a cenar —propone, caminando hacia mí—. Voy a hablar mucho, pero vale la pena.

—¿Qué vale la pena? —pregunto, sin entender completamente. Las comisuras de mis labios amenazan con hacerme sonreír.

—Pues, conocerme —declara, con tono divertido, encogiéndose de hombros.

—Es tarde... y es Nochebuena —hago notar; es probable que no haya nada abierto a esta hora en un día como este.

—Hay un La Poule au Pot cerca de aquí que cierra a media noche... y abren en días feriados —contraataca.

—No tengo dinero —confieso, llevándome las manos a los bolsillos por el frío. Sé de antemano que los precios del lugar que sugiere están fuera de mi alcance.

—Yo invito —dice, y casi sonríe con los ojos—. Tu amistad puede servir como préstamo.

Por primera vez en la noche, me permito reír sinceramente. En otro momento, seguramente hubiera rechazado la propuesta de alguien a quien había conocido hace menos de media hora, pero la situación está a mi favor, mi estómago está apunto de hablarme y el sujeto me parece extrañamente agradable.

Qué imprudente, Coleen.

—Voy a pagarte —aseguro, comenzando a caminar.

—¿Eso es un sí? —pregunta con cierta incredulidad, y su sonrisa no hace más que agrandarse cuando afirmo—. ¿Qué tal si mejor tú invitas a la próxima?

—Lo que digas, Jianming —suelto, dándome por vencida. El tipo no tenía caso.

—Puedes llamarme Jin —sugiere de forma graciosa, caminando a mi lado. Lo miro de reojo; podría jurar que la sonrisa está a punto de romperle el rostro—. ¿Sabes, Cole? Es la primera vez en la vida que celebro Navidad.

—Es mi primera vez celebrándola lejos de casa.

De repente, la nevada se vuelve más escasa y me percato de que el ambiente me parece más tolerable que antes; las luces no me provocan palpitaciones y siento una especie de tranquilidad creciendo en mi interior. Levanto la mirada al cielo.

Quizá se trataba de otro milagro de Navidad.

—Entonces, Jin —comienzo, tratando de entablar una conversación—, ¿acaso vas por la calle salvando la vida de las personas?

El asiático medita por un momento antes de responder.

—Supongo que algo así.


+

Actualidad.

—¿De qué me perdí? —cuestiono en voz baja, tratando de recomponerme. Apenas pude dormir dos horas y me quedé dormida… el primer día de clases. Aún así, logré llegar al salón a una velocidad extraordinaria.

Milanka había decidido mudarse, a última hora, a un apartamento con su novia, y pasé toda la noche ayudándole a guardar sus cosas en cajas porque compartía el cuarto con ella. En la madrugada, mientras mis párpados se volvían pesados y llenaba el formulario de alojamiento universitario solicitando un nuevo compañero, intenté armar un pequeño drama, diciéndole que me abandonaba porque se había dejado vencer por el amor. El asunto terminó rápido porque la castaña alegó que estaba exagerando, pues solo se cambiaría a una habitación en el mismo piso en el que vivíamos.

Mi respiración es agitada y creo que estoy a punto de sufrir un paro cardíaco.

—No te preocupes, el profesor Phillips acaba de llegar —responde Apollo, quien logró apartarme un asiento delante de él y se encarga de apaciguarme en situaciones como estas.

—Bien, muchachos, creo que ya estamos todos —empieza nuestro joven catedrático, dándome una mirada elocuente. Acto seguido, recoge una pila de impresiones de su escritorio y los divide entre los primeros de la fila—. Las cosas en el departamento son un desastre, por lo que voy a ser breve. Bienvenidos a Diseño Editorial uno. Pueden pasarlos —indica a mis compañeros.

Cuando el folleto llega a las manos de todos y el profesor Caleb llega a la parte en la que da lectura al programa y las actividades, los lamentos no se hacen esperar.

—Esto es demasiado, señor Phillip —se queja una chica al otro lado del salón.

—Y si ésta es su primera clase, no tienen ni idea —declara, casi riendo—. La universidad ha establecido ciertas actividades educativas con el propósito de intercambiar conocimientos con estudiantes de distintas carreras y años a fin de explotar sus capacidades creativas en todas, todas las materias, así que... nadie se salva —recalca, ante la vista de los rostros infelices de la clase—. No digo que sea fácil, pero vamos a tratar de enfocarnos en las dos actividades principales y que tienen mayor ponderación...

—¿Cuál es exactamente el propósito de la exposición en el Centro de Arte Contemporáneo? —lo interrumpe alguien, y busco la página en que se menciona la actividad.

—No puedo decir mucho al respecto por ahora porque aún nos estamos poniendo de acuerdo, pero es posible que tenga que ver con Diseño Editorial dos. Una vez que tenga los detalles, voy a comentárselos.

—¿No puede darnos una idea? —las murmuraciones se alzan en apoyo, y el catedrático cede ante la curiosidad.

—Puede ser que tenga que ver con el aniversario de una revista, en la que por cierto trabajo, que comienza en “V” y termina en “ogue”. Y, si todo sale bien, es bastante probable que puedan realizar prácticas en la sede londinense el siguiente semestre… considérenlo como una oportunidad para que conozcan uno de sus posibles ambientes laborales —revela, con aires de misterio—. Dejando eso de lado, tengo que comentar algo sobre la otra actividad antes de que nos vayamos, porque también será evaluada.

Después de tomar agua, tiene que golpear un par de veces el escritorio con la mano para atraer la atención

—La siguiente información es confidencial, hasta cierto punto, así que espero su discreción. Bien, como saben, cada año, un departamento de la universidad se encarga de organizar la Fiesta de Verano. Pero, como mencioné anteriormente, las cosas van a ser distintas y ésta es una de esas actividades integradoras. Este año, los departamentos de arte, diseño, historia, música y teatro van a ser los encargados de inaugurar esta dinámica y hacer posible la que, se espera, sea la mejor hasta el momento. A continuación, voy a mencionar a quiénes serán los líderes de comités en el departamento y a quiénes los profesores de artes hemos elegido, respecto a nuestra experiencia personal trabajando con ellos. Estudiantes que han demostrado un sentido de responsabilidad que nos hace confiar en que esto será realidad —dice, dándole una ojeada al folleto que tiene en las manos—. Por favor, levanten la mano si escuchan su nombre, necesito saber quiénes de ustedes están en esta clase para entenderme con ellos más adelante. Samantha Brown, Txomin Singh, Apollo Caine, Sophie Williams y Coleen Pearce.

Cuando escucho mi nombre, no puedo evitar hacer un mohín al imaginar la cantidad de problemas extras que tendré este semestre. De repente, Apollo está sacudiéndome de los hombros y lo miro de reojo; la felicidad no cabe en el cuerpo del rubio, quién no para de repetir “estamos juntos en esto”. Justamente, somos los únicos de la lista en esta clase.

Mi celular vibra en el bolsillo de mi pantalón, notificando que tengo un mensaje, y me apresuro a revisarlo.

“Te toca invitar la cena de iniciación. Nos vemos en La Taberna a las diecisiete”.

Se trata de Jin recordándome la clase de ritual que habíamos creado para ponernos al corriente de nuestro primer día de clases... y que, en realidad, realizamos cada semana bajo el motivo de que el lunes cuenta como el primer día de clases, relativamente hablando.

“Copiado”.

“A las diecisiete. ¡No lo olvides!”

Estoy a punto de responderle cuando otra ola de comentarios se levanta y el profesor menciona algo que no alcancé a escuchar. Las voces vienen de todas partes; todas haciendo preguntas al mismo tiempo.

—Silencio. ¡Silencio, por favor! Es lo único que diré por ahora. Tengo que ir a una reunión.

—¿Cuál será la temática? —la voz de quien interroga se eleva por sobre las otras y se roba el protagonismo, materializando, quizá, la pregunta que teníamos todos.

El hombre de ojos hazel hace una pausa dramática y recorre con la mirada todo el salón de clases, tensando el ambiente. Casi todos están inclinados hacia adelante sobre sus asientos, listos para hacer explotar la reacción de entusiasmo que desencadenaría la siguiente revelación.

—Pero no lo escucharon de mí, ¿de acuerdo? —advierte, y tengo el leve presentimiento de que este pequeño secreto de estado habrá llegado a los oídos de media universidad al final del día—. Baile de máscaras.





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Mensaje por pantone. Dom 04 Abr 2021, 9:54 pm

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masquerades. Empty capítulo dos.

Mensaje por pantone. Dom 04 Abr 2021, 9:54 pm

02
capítulo dos; escrito por lovesick
CHARLES

Habíamos vivido algo como esto antes.

“Tienes el maldito don de hacer que la gente te quiera seguir a donde sea, sunshine” me había dicho esa niña de 16 años con convicción.

Bueno pues no lo parece.

Desde que la había conocido quién se esforzaba por alcanzarla era yo, siempre creí estar a un paso más cerca de ella pero nunca fue así.

Pateó una roca a mi paso mientras me siento como un perdedor, ni siquiera sabía si tenía las agallas para decirle la verdad ahora que estaba frente a mí varios años después; me hacía querer cuidarla y quería enseñarle que no todo era tan malo.

Pero antes no pude.

Y cuando eso pasó simplemente me rendí, tomé mis maletas y me fuí.

Sin más.

Unas horas antes…

Era consciente de que este era mi quinto trago: cuatro cubos de hielo y un tercio del vaso con el whisky más fuerte que podían servirme.

Sé que su madre la espera pacientemente con una sonrisa que pretende ocultarlo todo, baila con la cabeza en el hombro de papá, quién la mueve por la pista de manera lenta al ritmo de la música jazz, tranquilo con una mano en la cintura.

La escena me produce un leve malestar pues se estaba acercando el final de la noche. —Mmm. — Sabía que no debía decirle nada a Agatha, pero no pude evitarlo, me gustaba verla feliz porque ella hacía feliz a mi papá. — Maldición, Mack.

Ella no me engañaría.

Si algo sabía de ella es que no mentía.

Saco el celular esperando respuesta alguna mientras actualizo los mensajes una y otra vez pero los únicos que tengo son los de esta tarde, debato internamente sobre ir a buscarla pero aunque me decidiera no sabría por dónde comenzar.

Además no podría ir tan lejos, el alcohol haría efecto pronto.

Ya te dije que estaré ahí.

Para de escribirme.

Es raro.

Siempre era puntual.

Tan puntual que insistía en dejar a mi papá cuando se retrasaba apenas unos cuantos segundos en subir al auto.

Tan puntual que escribió su nuevo número de teléfono antes de que yo apagará el móvil en el vuelo que me llevaría lejos de Inglaterra la última vez que la ví.

No puedo dejar que esto termine mal, sabiendo que estaba llegando tarde a propósito, pulso el botón bajo su nombre e intento escuchar el beep de la llamada. — Mack... ¿En dónde rayos te metiste?

—Estoy aquí. — Escuchó tras de mí, su voz era un sonido suave pero firme.

Por unos segundos me quedo estupefacto; su piel luce tan radiante bajo las luces tenues en ese mini vestido color naranja que apenas se sostiene por una pequeña cinta que pasa tras de su cuello, la tela cubre su cuerpo en los lugares exactos.
Trago saliva.

Reaccionó lentamente, la pantalla se apaga y guardo el celular mientras ella me mira directo a los ojos, me pregunto al momento si le cruza por la mente algún pensamiento sobre mí. — Hola, Charles. — Pero no tiene ninguna pizca de emoción, su indiferencia casi me duele.

— Eleonor. —En estos ocho años jamás olvidé su rostro monótono, no porque no fuera inolvidable sino porque no me lo permitía, por las noches me solía preguntar qué era lo que pensaba, en dónde estaba, si había comido, si había aprobado ese examen por el que seguramente se mataría estudiando. Su mirada inexpresiva me saca de mis recuerdos, ella se enfoca en el whisky en mis manos que al instante me tiene ofreciéndoselo de manera sútil. — Llegaste.

— Me iré en cuanto pueda. — Advierte terminando con mi asombro e ingenuidad. —Así que más vale que haya valido la pena hacerme cruzar el océano por lo que sea que tienes que decirme, sabes que no me gusta interrumpir una buena noche.

Se termina el whisky rápidamente y me devuelve el vaso para pasar de mí, observó cómo su pequeña figura se acerca a interrumpir el baile lento de nuestros padres, Agatha no puede evitar gritar de la emoción y acercarla a ella en un abrazo.

De pronto siento que el que necesita otro trago soy yo, porque comienzo a recordar el sentimiento que necesito reemplazar.


ELEONOR

A pesar de que había una cantidad de personas demasiado pretenciosa para ser una cálida celebración de aniversario, ya había encontrado a mamá y a Stephen.

Bailaban.

Ella no podía evitar reírse a carcajadas a la par de él, quién la mantenía pegada a su cuerpo.

No importaba quién estuviera en la pista, sólo eran ellos dos.

Reprimo el gran impulso de irme antes de causar alteración como era mi especialidad, aún estaba a tiempo de dar media vuelta para regresar a América sin que nadie lo notará. No había venido aquí por otra cosa que no fuera ese “no te lo puedo decir por teléfono”.

Yo... me había ido por eso en primer lugar.

Aunque no había sido la primera; Charles se me había adelantado robándose el protagonismo dramático, al menos estábamos de acuerdo en algo.

— ¿Por qué no te quedas? — Me había dicho con tono suplicante, no me podía ver siquiera a los ojos pero sabía que estaban llenos de lágrimas. En ese momento supe que ella no necesitaba mi lástima, merecía que le dijera la verdad.

Ya sabía lo que le diría pero quería escucharlo de mi boca.

La verdad es absoluta, ¿no?— Mamá.— No puedo interferir en tu felicidad y por eso debes quedarte aquí porque esté ahora es tu hogar. —Sabes que me ha sido difícil. — Duela a quien le duela. — No puedo acostumbrarme a esta nueva vida… lo he intentado pero no funciona para mí y en realidad no quiero hacerlo. No quiero quedarme.

No podía estar bajo el mismo techo que los Hurley.

No puedo estar bajo el mismo techo que Charles.

Una parte de mi se siente aliviada al verla feliz como cada vez que vengo de visita, de saber que ya no me necesita tanto como ella creía, pero otra me quiere hacer sentir avergonzada de nunca haberla necesitado demasiado.

Entierro las uñas sobre mis palmas con fuerza para dejar las dudas atrás, ya estaba aquí al fin y al cabo. Comienzo a bajar por las escaleras de piedra con un poco de vuelo que terminó resbalando al filo de una de ellas.

Unas manos me sujetan por enfrente evitando que ruede escaleras abajo, cierro los ojos por inercia ante la maniobra. Esto debe estar pasándome por ser una egoísta y mala hija, pienso.

—No lo dudo, a eso se le llama karma. — Y al parecer en voz alta. El aroma a lavanda y fresco inundan mi nariz al instante. — ¿Estás esperando a que te bese o por qué no abres los ojos?

— Sí, voy por la vida haciendo que los hombres me salven para poder llevarlos a la cama. — Digo sin morderme la lengua.

¿Quién se cree? Escucho una leve risa a pesar de mi sarcasmo, pone una mano en mi mejilla animándome a abrirlos de una vez.

Un inglés mimado de cabellos negros llena mi campo visual, parece estar burlándose de mí con esa media sonrisa, aunque no me puedo quejar, ha evitado que hiciera el ridículo con mi cara estrellada en el suelo. Finalmente se endereza y me suelta después de nuestra pequeña escena.

Levanta ambas cejas junto con una mirada traviesa.— En este momento me encuentro ocupado escapando de mi padre, pero puedes llevarme a la cama en otra ocasión.— Me extiende la mano antes de guiñarme un ojo. — Alexander Doyle.

Intento ignorar el hecho de que ya posó su mano sobre mi espalda desnuda y posiblemente aprovechó la oportunidad para darle un vistazo al escote que apenas cubre mis pechos.

— Eleonor Mackenzie.

— Lo recordaré. — Dicho eso continúa con su camino escaleras arriba con prisa.


CHARLES— Dime algo… ¿Cuánto tiempo te quedarás? — Le pregunta mi padre una vez que estamos todos sentados en una de las mesas.

Mackenzie se muerde el dedo índice mientras piensa un poco su respuesta, me cuesta concentrarme con ella sentada a mi lado sabiendo que podría decir cualquier cosa con esa lengua afilada.— Hasta que la fiesta termine, escuché que la verdadera magia sucede siempre al último momento.

Dijo lanzando la primera pedrada, mi padre le había organizado un número especial a Agatha de fuegos artificiales para cerrar la noche, era obvio que yo le había comentado sobre ello, debí saber que jugar todas mis cartas para convencerla tenía sus consecuencias.

—Eleonor. — Interviene mamá antes de que pase a mayores, porque papá no hablaba de eso.

Esquiva mi mirada recriminatoria con facilidad a pesar de que lo hice de reojo e inclina su cuerpo hacia adelante subiendo los codos a la mesa esforzándose por sonreír y por no decir algo más, es consciente de todo lo anterior.

—Me refería a que no estaría mal poder pasar tiempo todos juntos. — Papá no se deja intimidar por la actitud fría de su hijastra, él siempre intentaría ser de su agrado aunque a ella le diera igual. — A tú madre le encantaría y siendo sinceros a mí también. No es algo que pase a menudo, nuestros hijos visitandonos al mismo tiempo.

—Me quedaré un par de días.— Escucho decir a Mack. — Podremos almorzar juntos por la mañana.

El whisky de pronto arde en mi garganta por su pequeña muestra de consideración que me hace toser un par de veces, papá le da un beso a mamá en su frente complacido. — Está bien, Charles. — Me toma desprevenido porque no he dicho nada, me sujeta de la manga del esmoquin obligándome a levantar sin saber muy bien porqué. — Vamos a bailar.

No pasa ni un minuto cuando siento la punta de su zapatilla pisarme el pie todo porque no deja que yo la guié como se supone que debería. — Tu actitud bulliciosa no está presente el día de hoy. Me hace creer que has cambiado, no eres el mismo que recuerdo. — Oculta su torpeza con plática; el alcohol y el que me observe con detenimiento hacen que comience a sentirme ruborizado y con un poco de calor, estiro mi brazo y la obligó a girar para que pare de hacerlo.

—Eso es una mentira, lo sabes.

—Hablo enserio.

Sonrió por su cumplido aunque también le doy una cucharada de su propia medicina.— Tú podrás ser una adulta ahora, pero sigues siendo el mismo desastre de siempre.

— ¿Así que ya te diste cuenta? — Dice como si nada y me saca una risa ligera.

¿Por qué no podía ser así?— Llevas tiempo aquí, lo puedo escuchar en tu voz. Supongo que extrañabas tu hogar.

— ¿Eso es una disculpa?

— Ya quisieras. — Sé que quiere sonreír y eso me hace relajarme un poco. — ¿Qué hago aquí, Charlie? Teníamos un trato y llamaste al número que te dije que sólo era para emergencias.

— Te lo diré… cuando cumplas lo que dijiste a tu mamá en la mesa. — Chasquea la lengua y se precipita a empujarme en el pecho como respuesta— Eleonor. — No podía dejar que se fuera.

—No juegues conmigo, Charles.

—Escucha, no puedo decírtelo ahora porque no me creerías y a decir verdad, yo tampoco sé si estoy en lo correcto. — Eso la hace detenerse. —Así que después de almorzar un par de días te lo diré y te ayudaré, si así lo quieres.

Está vez su enojo pasa a ser confusión, lo sé en cuanto se comienza a tronar los nudillos como si se estuviera preparándose para golpearme.

Cuando estoy a punto de continuar escucho a Agatha llamarme por mi nombre a mis espaldas, de un vistazo rápido sé que se acerca a nosotros con compañía. — Vamos, deja esto para mañana, en privado.

—Como quieras, imbécil.— Se cruza de brazos y hace evidente su molestia.

El hombre que acompaña a mamá me resulta extrañamente familiar aunque no sé el porqué, no lo recordaba de algún contrato reciente con los Hurley o como un conocido. A pesar de haber tenido una pequeña discusión con Mack decido sonreír como si nada.

— Chicos, quiero presentarles... ¡Eleonor! — Grita mamá por impulso desconcertándonos, se lleva una mano a la boca intentando disimular lo que está pasando porque vemos a Mack retrocediendo su paso con dirección a la casa negando con la cabeza.

— Espera.

— Dice de manera suplicante el hombre rubio, apenas con la suficiente fuerza para que nadie nos ponga más atención de la necesaria pero Mack ni siquiera le hace caso. —Mierda. — Antes de que me pueda interponer entre él y ella, comienza a correr cuesta arriba siguiendo a Mack.

Cuando quiero perseguirlo, mamá me detiene. — ¿Por qué? ¿Quién es?

— Porque está asustada. Ver el parecido de Román con su padre la debió tomar desprevenida. Creí que así sería mejor.

Un nudo se forma en mi pecho al escuchar eso.

Oh, mierda. No ahora.

— ¿Qué?

—Roman era medio hermano de su padre, Charles. — Papá llega con paso apresurado. —Es una larga historia que hablaremos después.

Mamá ya está buscando en las pequeñas bolsas del saco de papá quién señala la inexistencia de bolsillos en sus pantalones de tela, mamá parece dispuesta a irse pero papá la toma de su mano. — Escucha cariño, no creo que sea buena idea que vayas, esta es tu noche. Y si desapareces esto terminará en los periódicos, estoy seguro.

Tal vez llamarla no había sido buena idea después de todo. — Tiene razón. Yo iré. — Digo antes de que me de cuenta aunque no es la mejor idea de todas, me siento ligeramente mareado, pero ya comenzaba a a sentirme culpable por lo ocurrido. — Tranquila, sí. Estará bien. — Me muevo de manera mecánica, en un segundo ya estoy siguiendo al tal Román y a Mack.

Cuando alcanzó la parte delantera de la casa mi corazón late con prisa por haber corrido, Román se encuentra de pie aún lado de la fuente encendiendo un cigarrillo. — ¿En dónde está? — Preguntó intentando grabar cada detalle de su rostro en mi memoria.

Extiende su mano en dirección hacia las afueras de la propiedad de los Hurley mientras me ve de pies a cabeza. — ¿Eres el hermanastro no? ¿Charles?

—Sí. — El humo sale de sus fosas nasales tal como Mackenzie solía hacerlo cuando fumaba a escondidas en el invernadero. — Será mejor que la sigas, parece ser que heredó el carácter de mierda de la familia. — Al escuchar eso no podía estar más de acuerdo con él.

Eleonor no me ve en ningún momento a la cara cuando llego a su lado. — ¿Podrías pedir un taxi? Quiero irme de aquí.

— No sabía que esto pasaría.

— No es tu culpa, tu mismo lo acabas de decir. — Hago lo que me pide porque sé que no entiende razones. Ninguno de los dos dice algo más sobre lo que acaba de pasar, y no sé queja cuando subo al taxi con ella.

A pesar de haber pasado unos pocos meses aquí cuando era una adolescente, pide que la bajen en una calle en específico, se quita las zapatillas y comienza a caminar sin siquiera esperarme, menos mal que traigo la billetera conmigo.

Debimos bajarnos mucho antes porque llevamos caminando más de dos manzanas y el hotel más cercano debía estar todavía a diez minutos a pie.

—Mack... ¡Mackenzie!

—¡Ya deja de seguirme, Charles! — Grita demasiado molesta pero reconozco que está haciendo todo lo posible por no echarse a llorar. — Te dije que nada de esto es tu culpa y no tiene nada que ver contigo.

— Lo sé. —No podía dejar que anduviera por ahí sola con ese vestido, no podría dormir tranquilamente. —Mackenzie. — Pasó una mano por mi cabello y avanzó hacia ella lentamente porque sé que podría salir corriendo o hacer cualquier cosa característico de ella. — Déjame acompañarte a tu hotel.

No me responde.

—¿Tienes donde quedarte no es así?

—Sí.

— Entonces vamos. — Me quito el saco y apresuro mi paso para poder cubrir sus hombros sin pensarlo demasiado, ella decide ponérselo, así que me da las zapatillas mientras se dobla un poco las mangas para poder ver sus manos. Le ofrezco tomarme del brazo porque luce un poco más pérdida de lo usual, pero en cambio entrelaza sus dedos con los míos, en plena madrugada, a mitad de una calle vacía en Londres.





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Mensaje por pantone. Dom 04 Abr 2021, 9:54 pm

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Mensaje por pantone. Dom 04 Abr 2021, 9:55 pm

03
capítulo tres; escrito por spellman
BLUE

Recuerdo el nacimiento de mi hermano con bastante claridad. Lo cierto es que tampoco entendía gran cosa, mi madre parecía tener un globo enorme en el estómago y decían que iba a tener un hermano. Yo por aquél entonces esperaba que viniera una cigüeña o algo por el estilo. Ay, la ingenuidad de los niños. Y de repente mi madre se meó en el parqué de casa, mi padre iba de un lado para otro cogiendo una bolsa de deporte, las llaves del coche... Yo como no entendía que pasaba pensé que mi madre se daría un baño y cambiaría de ropa, como me pasaba a mi las noches en las que olvidaba que tenía que ir al baño y me meaba en la cama. Así que me quedé un buen rato mirando el suelo, cogí el papel de cocina y sequé el charco. Algo ahí me olió raro, literal y inconscientemente, es decir, parecía agua y no era amarillo, ¿pero qué otra cosa podía salir de ahí?

Pasé alrededor de una semana en casa de mi tía, ella a la mañana siguiente me dijo que había tenido un hermano y me sentí bastante desilusionada por no haber visto a la cigüeña. Lo cierto es que tenía muchas cosas que preguntarle, y me quedaba en duda si hablaría como nosotros o no me entendería, pero tenía toda la intención de hacerlo. Sin quererlo ni beberlo acabamos mudándonos a una zona residencial de Reading, con una de esas casas de dos pisos de cualquier familia de economía media llega a tener en su vida para completar el circulo de una vida plena compuesto por tener una casa y una familia, ¿qué más puedes desear?

Por donde iba...

Era la última semana de vacaciones, la rutina y la universidad volvía, como él...


La ensalada está rancia, de hecho está tan rancia que más bien parece que esté comiendo gomaespuma en vez de lechuga. El pepino parece corcho, y del tomate... bueno mejor no hablar del tomate. Esta es la mierda de comida que sirvo donde trabajo, perfecto.

Aquí me encuentro, en un espacio de apenas metro y medio cuadrado, sentada en un banco de hierro, sobre él la percha donde los empleados dejamos nuestras chaquetas. A la izquierda la puerta de detrás del establecimiento, dicho de otra forma: la puerta donde se saca la basura. A la derecha la micrococina de sistema rápido, donde hasta un niño de diez años sabe hacer el trabajo de lo simplificado que está hecho el trabajo. Como puedes ver o huelo a basura, o huelo a patatas fritas, apuesto a que nadie ha sacado este perfume que me impregna toda la ropa.

En pocas palabras, aquí me encuentro en mi maravilloso descanso de quince a veinte minutos antes de seguir con la segunda ronda. El caso es que ahí estoy, más bien asqueada, aburrida y tratando de evitar pensar en lo sudada que estaba debido a que sea verano y un restaurante de comida rápida es posiblemente la peor combinación. But a girl have to work her ass u know *inserte un acento escocés*

Algo empieza a vibrar en mi cadera, Erin.

" Hey chica azul, desde el departamento de artes han realizado una pequeña reunión en un pub de la zona a las nueve, te apuntas? no se muy bien quien va a venir, creo que tal vez coleen, apollo, beno... No sé alguna gente que seguro que conoces de alguna clase, y si no yo te los presento.
¿Te apuntas? Va que seguro que es guay vernos antes de empezar las clases. "

Esto consigue que posponga mi único objetivo: acabar mi ensalada áspera. La intercambio por un apetitoso segundo de uñas, así es, de manera compulsiva empiezo a morderme las uñas. Una duda se planta en mi interior, es decir, es la oportunidad perfecta para empezar el curso bien enfocada y en parte, saliendo de mi zona de confort y de la soledad que he ido construyendo a mi alrededor este verano… Pero la verdadera pregunta es ¿seré capaz de hacerlo?

Antes de poder responder al mensaje me dice: —Me tomaré tu silencio como un no.
A lo que acabo por responder: Perdona Erin, trabajo!
Y añado un: Si salgo pronto del curro, me apunto.

Enseguida recibo varios mensajes de Erin que detallan el lugar donde nos encontraremos e incluso su invitación a quedar un poco antes para ponernos al día.

— Blue, ¿puedes adelantar tu descanso un poco?
— ¿Qué quieres decir con adelantarlo? —le pregunto con una mueca en mi cara de pocos amigos.
— Si puedes venir ya, ha entrado un grupo de crios de dieciseis años que se creen los dueños del local y me vendría bien algo de ayuda…

Here we go. Claro, por supuesto que miss blue estará más que encantada de poder serviros. Por qué miss Blue no tiene los santos cojones de decir que no, demandar sus cinco minutos y crear cualquier tipo de tensión. En fin… Lo bueno es que trabajar en un lugar de comida rápida es bastante sencillo, hasta muchas veces te dan el diálogo que tienes que decir. Buenas tardes, bienvenidos a Five Guys, le atiende Blue ¿qué desean tomar?

-

La mayoría de la gente presupone que las chicas llegamos tarde o tardamos horas en arreglarnos porque nos queremos ver guapas, elegir el atuendo perfecto y vernos deslumbrantes. En mi caso es bastante diferente. Si, como cualquier persona me cambio cincuenta veces de ropa, pero no porque quiera verme increíble con un vestido tan apretado que se marque hasta la celulitis. Si no por que alguien que se odia mínimamente a si mismo, trata de encontrar algo que de algún modo acabe por no ser el límite de la pirámide del horror. En otras palabras, verme aceptable.

A parte de eso me he tomado mi tiempo para ver cuál será mi camino de ida y de vuelta, cuál será el último medio de transporte y que lineas son las más convenientes. Además mientras me he arreglado no he parado de practicar mentalmente posibles temas de conversación, sin éxito de que alguno me convenza, y posibles preguntas que puedan hacerme.

Estoy nerviosa, joder estoy mazo de nerviosa. Creo que vuelvo a hacerme sangre en el labio ¿quien necesita labial cuando tienes tu propia sangre?

Salgo de casa, compruebo por tercera vez que lo tengo todo en la cartera y me dirijo a pie a el pub. Muy sencillo, tan solo está a unas manzanas más allá, en Camden. Tan solo me faltan algunos bloques…

Oh, no.
Ahí está, otra vez.
Ahí viene.

Mi visión empieza a diluirse, las luces de alrededor son estelas que corren. Me paro en seco, trato de calmar mi ritmo cardíaco pero siento que mi cabeza está yendo a mi por hora. No puedo creer que me esté pasando esto, en medio de la calle, en medio de todos. Alzo un poco la cabeza para tratar de enfocarme a un punto fijo de la carretera y focalizarme, pero la acera se inclina, siento que empiezo a tambalearme, no puedo mantenerme recta. Siento como si estuviera elevando, como si mis pies se despegaran de la acera por que ya no siento el suelo bajo mis pies…

¿Me verá alguien? ¿Se preocuparán de llamar a una ambulancia si pasa?
Para, por favor, para.


Me dejo caer a un lado de la acera.
Blue, has pasado por esto antes. Lo conoces. Todo está bien. Inspiro aire, lo mantengo y lo suelto. Lo repito un par de veces y trato de concienciarme que tengo las cosas bajo control. Y recuerda, en el último recurso, siempre está el alcohol.

Okey lo he logrado. He llegado a Draft House, nadie sabe lo ocurrido así que estoy a salvo, todo va bien. Miro mi reflejo en el cristal del pub, una americana ochentera y unos chinos con un bolsillo y una cartera para tener mis cosas, además de unas zapatillas por que ni en broma acudiría con tacones a cualquier sitio después de haber trabajado doce horas antes de entrar en el turno de fines de semana. Logro visualizar a Erin sentada en la barra, doy un suspiro y escondo mi mueca de inseguridad para entrar de una vez.

— ¡Blue! —exclama la pelirroja al verme increíblemente feliz y eufórica, como siempre. Que envidia me da que pueda ser así— Casi creía que me habías dejado plantada.
— Acabé pronto así que cumplí mi palabra —le respondo con una sonrisa tímida.
— ¿Empezamos por una pinta? —me sugiere, a lo que yo simplemente asiento— ¿Cómo te ha ido el verano? ¿Has estado con tu familia?
— No en realidad he estado trabajando para ahorrar algo de dinero para el resto del año, ha sido un verano de lo más caluroso en el restaurante y independiente, ya que tenía el piso para mi sola prácticamente —le respondí dando un buen trago a mi cerveza. Lo que ella añadió un: ¡Ala que guay!. Si, ha sido estupendo navegar entre la soledad.— ¿Y a ti como te ha ido? ¿Has vuelto a Escocia?

Los siguientes quince minutos estuve escuchando las aventuras de Erin por Europa, con sus amigos había estado viajando en tren por varias ciudades de la unión europea y tenía un millón de historias y romances que contar. Y es que la vida de Erin parece la típica película de verano de adolescentes, tipo buscando a alaska o algo por el estilo.

Pero en parte también sabía que no era perfecta, por ejemplo el tema con su familia, pero aun así Erin era capaz de dejar ese asunto de lado y vivir su vida. La admiraba por eso, y en parte aunque me avergüence, la envidiaba también.

Me perdí en su conversación, y hubo cierto punto que llegué a perderme de verdad porque hablando de Grecia de un momento a otro ya estábamos en Holanda. En eso que viene una chica de estatura baja a saludar a Erin, se saludan animadamente y invita a la pelirroja a que salude a las otras chicas ya que al parecer se conocen. Ella me hace una seña indicando que se va para allá a saludarlas pero prefiero quedarme en mi sitio acurrucada con mi cerveza. Lo cierto es que las conocía, más o menos, conocía a alguna de ellas y no había tenido una experiencia verdaderamente agradable…

— Hola, oye ¿tu eres amiga de la pelirroja verdad? —por el tono de: oh tu eres la amiga fea de esa chica tan despampanante, deducía que hablaba de Erin y por lo tanto sabía lo que me iba a decir a continuación; Asiento con la cabeza.— ¿Podrías presentarnos? Me llamo Norman.

Fucking Norman, ¿de verdad tienes que hacerme esto?

—Mira Norman, no pareces un mal tío y se lo que intentas, pero voy a serte sincera —paro de hablar de manera dramática para darle un trago a la cerveza para fingir que tengo la boca seca, cuando lo cierto es que trato de encontrar la energía sarcasmo debajo de la vaso.— Si quieres algo con ella vas a tener que presentarte tú solo, no estoy de humor.

— Amargada...
— Habló el nobel en física cuántica —le respondo volviendo a mi bebida. Pero recuerdo algo chistoso que se me había olvidado mencionar— Buena suerte, porque aquí mi amiga estaría más interesada en tirarse a la camarera que a ti.

Ya que Erin, la chica excéntrica, escocesa y preciosa, es lesbiana (y con mucho orgullo). Ups.

Estaba disfrutando de la escena de el chico orgulloso al acercarse a lo que creo que puedo considerar como mi amiga, Erin, cuando alguien me saca de mi visión omnisciente: —¿Tu actividad nocturna favorita es ir a los bares a representar este teatro ante los tíos?

— Te refieres al mismo que utilizais vosotros cogiendo a la amiga de turno para hablarle durante un rato para que su amiga se fije en que estáis hablando con ella y decida ir a presentarse, y luego pasar de la otra chica por que ya habéis conseguido lo que queríais? Por que claro eso es increíblemente sincero y para nada ruin usar a las personas.

—Pues lo quieras o no ahora mismo parece que hayas bebido el agua envinagrada de los pepinillos en conserva, estás muy agria.

—¿Se supone que debo ser agradable simplemente por estar tratando con un tío?¿Y más sabiendo que es un imbécil?

—No, para nada. De hecho creía que ibas a echar la cerveza, ya te tenía otra pinta preparada —dice el moreno y me pasa el vaso.

—¿Ahora tratas de sobornarme con cerveza?

—Me has pillado. ¿La vas a rechazar? —pregunta y le miro con una mirada que solo podía decir: ¿estás de coña? y bebí.— ¿Y por qué estás tú aquí y tu amiga allí?

—Si dejamos aparte el hecho de que no te incumbe. Ella está saludando a un par de personas que no me apetece demasiado fingir que conozco y me llevo bien con ellas, estoy esperando a que venga más gente de mi departamento que al menos no me miren como si hubiera matado a algún animal por no vestir como ellas.

—No sabía que esta cerveza tenía doble taza de sinceridad, tal vez debería patentarlo como suero de la verdad.

— La verdad es que no es muy amarga, y está fresca. Por eso es fácil de consumir, ya estoy perdiendo la cuenta.—le digo no sin antes hacer una seña para que me prepare otra— ¿No es lo que hace el alcohol? Volvernos sinceros

— Creo que puede hacer muchas más cosas, por suerte y por desgracia. Una noche está bien, bebes te vuelves inconsciente y dejas las ataduras. Pero si se convierte en un hábito...no creo que un alcohólico lo vea como un beneficio. Al fin y al cabo es una droga.

— Para trabajar de barman y ganarte el dinero vendiendo consumiciones, eres un aguafiestas.

— Miedo me da que quieras ponerte de pié.


THEO

Me gustaría decir que no existe tal cosa como la rutina y creerme muy bohemio o por el extremo contrario muy punkie diciendo que le jodan a la rutina, pero en el mundo real no te puedes presentar como un antisistema, es decir que no funciona como un modelo de vida. Lo sé, lo he vivido cuando era más jóven y con esperanzas de lo más ridículas creyendo que la música y el ser radical podía promover el cambio. Al final me cansé.

Así que si, aunque no quiera creerlo aquí estoy un jueves por la tarde corriendo al pub donde trabajo algunas noches para ganar dinero extra. Suerte la mia que conozca todos los bares de la zona y me tengan el aprecio suficiente para poder trabajar aunque sea de extra. Beneficios de haberte pasado desde los diecisiete bebiendo y en este tipo de ambiente, aunque lo cierto es que ya estoy cansado de todo esto. De no tener un plan, de solo sobrevivir.

Lo sé, sé lo que estaréis pensando. Theo, ¿no tienes aspiraciones ni planes de futuro a los veintitrés años?

Sí, los solía tener. Hasta que vi el mundo real y entendí que o te prostituyes artísticamente ante el mundo comercial y el capitalismo, o adiós a cualquier aspiración relacionada con las bellas artes. Así es como los sueños se esfuman y se convierten en humo apenas alcanzable para unos pocos, y sobretodo para los adinerados.

Necesitaba una distracción. Bueno realmente necesitaba un propósito pero un pasatiempo podría valer…

Estaba repasando algunos vasos con mi trapo después de sacarlos del lavavajillas para tenerlos listos para servir cerveza del tirador, cuando presencio una de las mejores respuestas directas que había oído por parte de una tia. No había rechazado al tío para ella misma, si no para su amiga, quien al parecer no acababa de competir en la misma liga que el chaval que preguntaba por ella. Por su actitud no era la primera vez que acababa en este tipo se situación.

Sonreí de lado y me lancé a ver si era así con todos los tíos, tal vez la chica estaba harta porque jugaba en la misma liga que su amiga o tal vez incluso eran pareja. Lo cierto es que sus evasivas y respuestas mezcladas de ironía, sinceridad y extrañas me tentaban a seguir hablando con ella.

Mi teoría de su orientación sexual se esfumó en parte cuando un grupito de chavales de su misma edad aparecieron por la puerta. La pelirroja que estaba en la otra punta con hablando con otras chicas y había dejado a su amiga en la barra corrió a abrazarlos, se saludaron y se sentaron todos en una de las mesas con sofás. La morena se sentó enfrente de un chaval rubio, y que me maten pero juraría que su mirada se dirigía a él la mitad del tiempo, la otra mitad se lo dedicaba al resto de la sala. Y para haber estado tan valiente con el imbécil que acababa de enviar a la mierda, ahora prácticamente no hablaba.

¿Qué raro, no?

+

Daba las gracias a que tan solo fuera martes y cerramos pronto el Pub, a las doce ya estábamos recogiendo cosas esperando a que un par de clientes se acabaran sus cervezas.

Cogí un par de bolsas de basura y me dirigí a la parte trasera para salir a tirarla al contenedor, que estaba al cruzar la calle. No soy aquí la personas más forzuda del mundo, así que cuando llegué a el contenedor tuve que dejar las bolsas para abrir el contenedor y poder tirarlas. Y ahí está, el maravilloso hedor de la basura que me da una bofetada en la cara al cerrarlo. Genial, ahora hueles como si te hubieras revolcado dentro Theo.

Me dirijo a cruzar la calle, no sin antes mirar a ambos lados por si de casualidad algún coche se ofrece voluntario para atropellarme. Bueno solo a ver si pasan coches. Entonces veo a una morena sentada en un banco medio roto, alucino de inmediato. Es la misma pava de la barra del bar. ¿Qué demonios hacía sentada ahí?

Sin pensarlo demasiado acudo a donde está. —Ey, ¿qué haces ahí?

—Esperando el bus, que voy a hacer si no —dice señalando el poste de su lado. A lo que reacciono poniendo las manos en la cabeza y me cuestiono seriamente si esta chica está bien de la cabeza.

— Cariño, esta parada lleva sin circulación desde hace veinte años. ¿No ves que en el poste dice 1999?

La chica se pone de pié extrañada y se acerca al poste para tratar de averiguar si lo que digo es cierto, al encontrar la fecha se queda paralizada y empieza a balbucear cosas que no acabo de pillar.

—No puede ser, mi teléfono decía que tenía que ir por aquí.

— Pues el maps te ha tangado por que ya te digo que por aquí no pasa ningún bus, me conozco la zona como la palma de mi mano.

— Bueno, ¿y dónde puedo conseguir un bus para que me lleve a casa, señor todo conocedor del Candem?

—Cariño a estas horas o coges un taxi o lo tienes difícil.

— No tengo dinero para un taxi —dice la morena y se queda pensando, no sin antes añadir:— Y no me llames cariño, ¿no tienes modales?

— Si supiera tu nombre te llamaría por él, como no es el caso recurro a cariño.

— Es incómodo, no me conoces ni eres mi abuelo como para llamarme así. —dice de tal forma que hasta parece asqueada.— Soy Blue.

Sonrió, creo que de oreja a oreja, qué truco más viejo y más efectivo para conseguir el nombre de una persona. Aunque dejado de lado este tema, que en una situación normal sería un pequeño triunfo para un día tan penoso, lo cierto es que Blue estaba en una situación delicada. Y lo cierto es que no me hacía demasiada gracia dejar a alguien a quien no he parado de servir cerveza y en este estado irse sola a casa.

—Espera aquí —le dije sentándola de nuevo en la parada y corriendo hacia el pub. Recogí rápidamente mis cosas, pedí permiso explicando la situación a mis compañeros y me largué.

— Vamos, esta noche seré tu taxista en moto ¿Hacia dónde nos dirigimos?
— ¿Puede ser donde yo quiera? —me pregunta de manera inocente, a lo que yo respondo que sí con la cabeza— ¿Podemos ir a Oz?
— Sería un placer, pero si pudiera ser un lugar que exista sería incluso mejor —la morena hace una mueca de tristeza y se queda pensando— ¿No tienes la dirección en el móvil?

La chica me enseña la dirección desde el maps y veo más o menos donde tenemos que ir, me aseguro que esté con el casco y bien segura y me pongo en marcha.

Vaya Blue, pareces mi lucky charm de hoy.


BLUE

Si no tenía el dolor más monumental de cabeza no era persona. Qué demonios llevaba la cerveza de anoche, ¿tequila?

Me levanto corriendo para ir al baño antes de mearme en mi propia cama y me quedo en la taza del váter pensando, no se por que pero siempre acabo pasando horas aunque no esté haciendo nada. Paso por al lado del espejo y veo de reojo mis pintas: no me he desmaquillado, sigo con la ropa de anoche y apesto en todos los sentidos posibles. Pese a eso acudo a la cocina, cojo una lasaña precocinada de la nevera la caliento y me la llevo a mi cuarto junto con un refresco de uva.

Y como cualquier persona que trata de olvidar su vida, acudo a netflix para seguir viendo The Office. Tardo dos capítulos en acabarme la lasaña y el refresco, me había puesto tumbada boca arriba y con el portátil en la panza. Estaba viendo el capítulo en el que Steve invita a sus empleados a una especie de fiesta, y Pam parece haber bebido de más.
No se si fue la temática o el ver al Pam así lo que me hace reaccionar de manera que casi tiro el portátil al suelo, pero me levanté en un segundo horrorizada.

¡Que cojones hiciste anoche Blue!

Trato de seguir todos los pasos de la noche anterior: quedé con Erin primero, lancé una conquista de ella a tomar por culo por tratarme como una Duff, hablé con el bartender, luego vino el grupo (entre ellos estaba apollo ♡) y luego… En blanco. No recordaba nada.

Solo recuerdo las cervezas venir y yo no rechazarlas, y beber y beber. Pero eso no es lo que más me preocupaba, además del ridículo que habría hecho delante de la gente que conozco, si no otra cosa. ¿¡Cómo demonios había llegado a casa?!

La única solución que había era preguntarle a Erin si recordaba cómo había llegado a casa, no se tal vez me acompañó ella o alguien.

¿Me habría expuesto demasiado?¿Y si dije alguna tontería?
Dios ¿y si hice el gilipollas delante de todos?
Tierra trágame.

+

Actualidad.

¿Cuales son las posibilidades de llegar tarde el primer día de clase?

No escuchar el despertador, perder el metro y superar un atropello. Mi día había empezado redondo, parecía que estuviera en un sketch o que me hubiera maldecido una bruja. Aunque para ser honestos, a sí era la mitad de la vida, así que probablemente sean esos espejos que rompí sin querer de pequeña.

Cuando llegué casi derrapando al salón, el Señor Phillip estaba por empezar, me sentí peor que cuanto a los nueve años me llamaron al despacho del director. Por suerte en la parte de arriba al final estaba Erin que con una mano me indicaba que me había guardado un sitio, y me sentí gratamente agradecida. Me escabullí como pude hasta su lado y me hundí en mi asiento.

No me enteré prácticamente de nada de la charla de presentación, de hecho poco me importaba por que como estudiante sin futuro no veía demasiado interés en prácticamente nada. Por otra parte unas filas más abajo estaba Apollo, y si no estaba medio durmiendo estaba soñando despierta con el cabello del rubio mientras miraba las musarañas.

— ¡Tia apúntate! —me dice Erin entusiasmada.
— ¿A qué?
— A lo de la organización de la fiesta, seguro que es genial y dan créditos extras para quienes lo hacen, seguro que te va bien.
— No se… —le respondo dudosa ante su petición. No me había enterado muy bien de nada de esto como para apuntarme, y estaría Apollo, que es genial pero me derrito solo con verle— Por cierto, ¿de casualidad sabes como llegué a casa a noche?
— Si, dijiste que tenías que coger el bus por que era el último y te marchaste antes que nosotros. Pero tranquila, poco después nos fuimos porque iban a cerrar.

No recordaba nada, y su respuesta no me aclara las cosas precisamente pero al menos sabía como se suponía que había llegado a casa. Podía estar tranquila en ese sentido.

Mi móvil empieza a vibrar en la mesa y lo cojo antes de que alguien me riña por ello, había recibido un mensaje de un número desconocido:

— ¿Quedamos Dorothy?

¿Quien coño era este tío y por que me llamaba Dorothy?





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Mensaje por pantone. Dom 04 Abr 2021, 9:56 pm

COMENTARIOS + capítulo 03 por pixie.

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Mensaje por pantone. Dom 04 Abr 2021, 9:57 pm


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Mensaje por pera Lun 05 Abr 2021, 5:09 am

04
capítulo cuatro; escrito por pandie.

JUANA
un semestre atrás...

— ¡Maldita sea! —  siseo fuerte retirando mi mano del sartén — ¿Por qué eres tan estúpida Juana?

Tomo la sal vertiendo un poco en la nueva quemadura que no tarda en aparecer en mi mano derecha, al ardor comienza de inmediato y pongo la mano esta vez debajo del agua, viendo como mi intento de arreglar mi nuevo problema con sal no prospera.

— ¡Traigan el extintor! — gritan a mis espaldas — ¡JUANA! Maldita sea la hora en la que te contrate. 

Me doy la vuelta justo a tiempo para ver a Max corriendo con el extintor a apagar el fuego que claramente una vez más he iniciado; mis labios tiemblan un poco hasta formar la sonrisa más inocente que puedo encontrar en mi repertorio.

— Lo lamento mucho Gregory, enserio que de verdad lo lamento muchísimo. 

— No veo que maldita sea lo lamentes, es el maldito quinto incendio de la maldita semana — sus orejas obtienen un nuevo significado del color rojo mientras se pasea de un lugar a otro de la cocina — Nunca había maldecido tanto como en los últimos dos meses que has trabajado aquí, solo te quería hacer un favor, de hecho ni siquiera te lo quería hacer, pero Margaret me rogó de rodillas que te aceptara, yo sabía que ibas a ser un gran problema desde el inicio.

— Pero aún así me contrataste — murmuro sacando mi mano del agua y cerrando la llave. 

— ¡Exacto! — exclama sobresaltandome — Aún así te contrate, pero ya no aguanto ni un maldito minuto más.

— Greg… — alargo a más no poder su nombre — Lo siento muchísimo. 

— Con un lo siento no vas a arreglar lo que has dañano, ni los clientes que he perdido por tu culpa — por fin toma asiento y me hace señas para que me siente en la silla que él pone frente a la suya, camino a paso lento hasta que me desplomo en la misma — Quiero mucho a Maggy, de hecho la amo, pero no te amo a ti, por lo tanto este es el último día en que maldigo por tu culpa — veo como saca de su bolsillo un sobre que me tiende enseguida — Esta es tu paga del último mes, espero verte pero del otro lado del mesón, danos la paz de saber que nunca más pisaras la cocina.

— De verdad lo lamento Greg — tomo el sobre m¿que me tiende y hago el camino de la vergüenza por la puerta trasera.

— Te perdono Juana, pero no vuelvas — grita Gregory a mis espaldas. 

¿Por qué no duras en tus trabajos Juana?

Camino a paso lento por las calles, observo cada establecimiento esperando que por obras del destino o alguna deidad este el letrero que me lleve a mi siguiente trabajo; lastimosamente nada nunca me ha salido como quiero, así que llego a Surrey con los ánimos por el piso.

— Eres tan estúpida, simplemente era freir papas y nada más, solo tenías que concentrarte en tu maldito trabajo y no ver para los lados, solo la freidora y tu — murmuro en mi camino a las escaleras — Odio tanto cuando estas de ese humor de ayudar a los demás, ya haz aprendido que no puedes confiar en las personas con caras bonitas, un rostro no demuestra lo que las personas sienten o piensan — las llaves tintinean en mis manos, pongo la rosa en la cerradura, dando paso a mi habitación, camino a paso de zombie hacia mi cama y caigo como un peso muerto sobre esta — Cara de poker, la miserable cara de poker. 

>> ¿Por qué no simplemente te resignas a la vida de la pobreza universitaria y dejas de hacer grandes problemas? O simplemente podrías volver a Holanda y dejar de ser una total y absoluta estúpida en cuanto a tu vida… Pero entonces no podría seguir estudiando, no vería más a mis amigos, o incluso no podría ver al montón de chicos lindos de la universidad.

Me levanto con rapidez de la cama, caminando con resolución hacia la ventana exterior, viendo cómo las personas caminan a paso apresurado por la acera, la abro y asomo la mitad de mi cuerpo por ella.

— ¡No me importa nada más! ¡Los buenos rostros deben ser apreciados! — grito con las manos ahuecadas en mi boca, haciendo un mayor eco a mis palabras — ¿Quién mejor para apreciarlos que yo? — murmuro esta vez más bajo, para mi misma.

Cierro la ventana sin darles segundas miradas a las personas que se han detenido de su marcha para robar una ojeada hacia la ventana, sonrió de oreja a oreja mientras me alejo de esta, decidiendo mi nuevo destino. 

— Solo tengo que ser paciente, todo se logra con perseverancia y pesimismo. 

Me doy palmadas en la espalda, tomo mi mochila llenándola de cualquier cuaderno que encuentro, la alarma de mi celular recordando llevarlo conmigo a mi próxima clase, camino a paso decidido esta vez hacia la puerta, recordando el edificio donde se supone tengo la siguiente clase.

— ¡Maldita sea! — exclamo llevando todo el golpe de la puerta y cayendo de trasero al piso. 

— ¡Mierda! — se oye desde la puerta — Lo siento mucho, no sabía que ya estabas aquí, me dijeron en la sala que trabajabas y llegabas hasta en la noche.

Volteo la mirada cuando ya estoy de pie con mi mano en el trasero sobando la zona adolorida, e encuentro con una chica de cabello rosado y corto, piercings en la ceja, labio, nariz y en las orejas, levanto mis propias cejas cuando le he dado un vistazo de pies a cabeza, teniendo muy presente que eso es de muy mal gusto.

— Soy Ivette, me estoy mudando hoy contigo — dice de manera tajante, ocasionando que vuelva mis ojos hacia su rostro.

— Así que eres una chica — digo lo primero que se me cruza por la mente — Bueno es muy obvio — señalo su cuerpo con mis manos, haciendo un movimiento exagerado — Me gustas, pensé que Ivette era un nombre para alguien delicado amante del rosa y con flores flotantes a su alrededor, no quiero decir que no te debe gustar el rosa, ya sabemos que ahora los gustos no tiene que ser definidos por nadie, aunque si te gusta el unico problema es que pintes la habitación, no se si es algo prohibido, sería algo estresante abrir los ojos y ver ese color, no lo odio o algo, pero prefiero mucho más el morado, si estamos hablando de colores predeterminados para las chicas.

>> En cuanto a las flores, creo que es mi deber como compañera de cuarto decirte que soy alérgica a las rosas, me parece una maravillosa alergia de hecho, ya sabes por lo de las flores determinadas para regalar, es una excelente excusa para el regalo de los hombres cuando me invitan a salir y quieren ser educados, aunque últimamente no he salido con nadie, no lo tomo personal, solo que no he tenido tiempo para eso, estoy ocupada, pero ahora no lo estoy, ya que me botaron del trabajo, ¿puedes creerlo? 

>> Solo quería ayudar a un compañero, pero tal vez acepte muy rápido, solo tuvo que sonreír y prometerme una hamburguesa mega grande, obviamente no perderé esa hamburguesa, hasta se donde vive el chico, naturalmente eso no tiene comparación con el perder un trabajo que me sustentaba mientras lucho por sobrevivir siendo una universitaria.

— ¿Quieres algo de agua? — pregunta terminando de entrar a la habitación, haciéndome a un lado — ¿Siempre hablas mucho?

— Cuando tengo cosas por decir, sí — respondo mientras la sigo por el lugar — Además que no tenía un compañero de cuarto desde hace tres semestres, más o menos. 

— Ya me hago una idea de porque — murmura por lo bajo — He decidido que me caes bien. 

— También me caes bien — le regalo la mejor sonrisa de mi repertorio — Por lo general en este punto me han mandado a callar o simplemente vuelven a recoger sus maletas y salen por la puerta sin siquiera decir adiós, no lo tomo a pecho la verdad, algunas personas no aceptan un poco de emoción en sus vidas, lo comprendo de hecho, de por sí es algo estresante sobrevivir por aquí, aún así sé que llego a ser un poco insoportable, así que debes decírmelo de una vez, no quiero perder otra compañera de cuarto y mucho menos tener que defender mi persona ante otros por las cosas que dicen a mis espaldas.

— No me molestas si esa es la pregunta — me dice sonrojándose un poco — Y no soy de las que habla a las espaldas de los demás.

— Entonces nos llevaremos muy bien, tampoco hablaré de ti a tus espaldas, por lo general no tengo ningún problema en expresar mi opinión de las cosas.

— Eso me he dado cuenta.

Sonrió esta vez de verdad, encaminandome de nuevo hacia la puerta, el reloj en la pared encima de esta avisando que llevo algunos minutos de retraso y tendré que correr para llegar a tiempo a mi clase.

— Tengo que irme, voy tarde a clase — le digo mientras tomo mi abrigo — Por cierto, soy Juana, es un gusto conocerte.



**



El lugar es totalmente diferente a lo que se supone me imaginaba, enredaderas en las ventanas y puertas de madera es lo que me recibe, “euphemism” en letra desorganizada, pero al mismo tiempo limpia se nota en madera arriba cerca de las ventanas con colgaderas de plantas y flores, todo limpio, lindo y en su lugar, ni tan recargado, pero tampoco tan escondido, notable.

— Normalmente tienes mucho por decir — me dice Ivette desde la puerta del local — Vamos entra, Elm te esta esperando.

— Es totalmente diferente a lo que me imagine cuando me dijiste de un salón de tatuajes — murmuro pasando por su lado cuando ella me hace espacio.

Dentro es aún mejor que la fachada, muebles de madera con cojines beiges a lado y lado de la puerta, un lindo escritorio grande justo en frente, pasillos por cada lado del escritorio, pero lo que más llama la atención es el arte en las paredes, opacan por completo el resto de la decoración del lugar.


— ¿Alguno es tuyo? — murmuro cerca de Ivette, ella me sonríe cómplice, señalando algunos dibujos — ¡Wo!


— Me gustan sus reacciones — dice un hombre parado al lado del escritorio.


¡Mal-di-ta sea!


— Lo dijiste en voz alta — susurra Ivette a mi lado.


— Ahora me gustas mucho más — extiende su mano derecha en mi dirección, acorto el espacio más rápido de lo que debería, aferrándome a su mano — La verdad es que confío en Ivi, por lo que simplemente te enseñare como se hace todo y ya esta.


— Nunca había conseguido un trabajo tan rápido — lo sigo por una pequeña abertura hasta que estoy del otro lado del escritorio. 


Me siento en la silla de frente al escritorio y él se para a mi lado, explicando el funcionamiento en el lugar y la función que tengo al ser la recepcionista, como agendar las citas y llevar todo el orden del lugar, claramente me recalca una y otra vez que tengo que tomar muy en cuenta la opinión de los tatuadores, ya que ellos tienen la última palabra.


— Solo tienes que ser tú y ya está — finaliza Elm caminando de nuevo al lado contrario del escritorio.


— Yo tendría cuidado con lo que digo — dice Ivette a su lado — No sabes en que te estas metiendo al decir esa frase Elm. 


— Confío completamente en tu recomendación, así que se en donde me estoy metiendo.


Mientras ellos discuten sin parar, me familiarizo con mi nueva zona de trabajo, observo detenidamente cada cosa y cuando aparece una hoja en mi rostro la tomo sin pensar, sabiendo que es el contrato, leo cada línea con atención, mi uña color rojo con flores amarillas siguiendo mi lectura. 


— Bueno pues… — la alargada pausa que hace me obliga de inmediato a verlo — He invitado a los chicos para la fiesta de bienvenida.


— ¿La lanzaras a los tiburones para probarla?


La discusión vuelve a tomar fuerza por varios minutos, Elm defendiendo su postura e Ivette comentando la muy mala idea que era asustarme cuando ni siquiera había firmado el contrato, ignorando por supuesto, el hecho de que el papel ya tenía mi firma en él y estaba en manos de Elm.


— No me parece en absoluto una mala idea conocer a mis compañeros de trabajo — digo interrumpiendo su acalorada pelea — De hecho es una excelente idea, así me deslumbró ahora y no cuando haya clientes.


Definitivamente no medí mis palabras en el momento, ya que me las trago minutos después, cuando veo el desfile de los demás trabajadores como si fuera una pasarela, el deslumbre no pasa en minutos y temo que vaya a hacer el ridículo apenas abra mi boca.


— ¿Es esto crepúsculo? — comprendo que lo he dicho lo suficientemente alto ya que Ivette voltea a verme con una mirada de reproche y Elm se suelta a reír a carcajada suelta. 


**



— Ahora trabajo en un lugar donde todos son como modelos — es lo primero que sale de mi boca al sentarme en mi asiento del auditorio, tres filas por encima de los nerds de la clase — No es que me sienta fea en comparación con ellos, pero de verdad me siento un poco fea. 


— ¿Ahora trabajas en una agencia de modelos? — giro mi cabeza, que está reposada en mis brazos sobre la mesa, hacia mi guapo compañero — ¿Que pasó con el lugar de comidas rápidas?


— Pensé que ya estabas enterado Jin — murmuro tomando nuevas fuerzas.


Me enderezo por completo en mi silla, doy un giro de 90 grados y quedo de frente ante sus bellos rasgos chinos, tomo sin ningún cuidado sus manos, regalando mi mejor sonrisa de inocencia. 


— Me halagas mucho al no escuchar los chismes que circulan y esperar a que yo te cuente absolutamente todo —el me regala una sonrisa cálida, dándome a entender que estará atento a cada una de mis palabras — Veras Jin de mi corazón, estaba yo absolutamente normal en este trabajo, no podría pedir más luego de que Maggie le rogara al asqueroso de Greg para que me aceptara, así que me concentre por completo en hacer mi trabajo, pero, ¿que pasa luego? Entra a trabajar también este chico bellísimo, no se como describirlo… ¡Como Victor de Yuri On Ice! ¿Has visto este anime? Es de unos patinadores artísticos, se toma como yaoi, ¿si sabes que es yaoi? Significa boys love, amor de chicos, chico por chico, dos chicos enamorados. 


— Sé lo que es Jan.


— ¡Genial! ¿En donde estaba? ¡Ah sí! Entra este chico y naturalmente no me pude resistir a él, es tan hermoso, estudia teatro, pues resulta que la payasa de la obra era yo, nos hicimos amigos y él me pidió un favor por irse a fumar un cigarrillo, era ver un momento su puesto, en lo que se acababa dos, así que yo muy amablemente le dije que sí, no puedo negarle a nadie su nicotina, es muy importante para algunas personas; entonces puse mis dos ojos en hacer la tarea, ¿pero que pasa? me distraigo dos minutos con las malditas hamburguesas y ya todo se estaba prendiendo en llamas.


Los chicos frente a nosotros se carcajean lo suficientemente ruidosos como para darnos a entender que están poniendo toda su atención en mi relato, levanto mis hombros hacia Jianming, me recuesto en mi silla viendo fijamente hacia el reloj de enfrente y calculando cuanto tiempo me queda hasta que llegue el profesor.


— Así que Greg me despidio, diciendome que no quiere verme ni como cliente, la verdad es que no me interesa en lo más mínimo que me prohiban la entrada al lugar, prefiero miles veces más la pizza, además que me hicieron un enorme favor al sacarme de la perdición que es el colesterol.


— Entonces, ¿cómo terminaste en una agencia de modelos? — pregunta el rubio frente a nosotros, volteandose por completo, apoyando sus brazos en el respaldar de la silla, dándome toda su atención.


— Cuando llegue a casa luego de revolcarme en la miseria de ser desempleada — continúo viendo a mi amigo, sin ponerle atención a los chicos de enfrente — Llego esta chica super linda, bajita, cabello corto y rosado, se llama Ivette es de diseño, resulta que es mi nueva compañera de cuarto, no me puedo creer la suerte que me dio el ser despedida, luego de varios meses vuelvo a tener a alguien en el cuarto. 


>> Bueno, pues resulta que ella trabaja en este sitio de tatuajes, en new cross a diez minutos de aquí, se llama Euphemism, es bellísimo, Ivette me recomendó con Elm, el dueño, así que me aventure a ir y tener una entrevista de trabajo; pero resulta que era solo una fachada, a Elm quedó fascinado con mi encanto natural y me contrató enseguida.


>> Al punto que quería llegar desde el inicio es este, no trabajo en una agencia, trabajo ahora en una tienda de tatuajes y todos son sacados de una película, no puedo decir quién es más bello que quien, tienes que verlos Jinnie en serio que son de otro planeta.


El auditorio cae en un silencio absoluto, miro hacia el frente, el profesor camina de forma calmada hacia su estrado, los chicos de la fila adelante voltean de nuevo hacia el frente y yo me acomodo de nuevo en mi asiento.


— Tengo descuento por ser empleada — susurro en dirección a Jin — Ellos hacen un trabajo excelente, así que cuando quieras marcar tu piel, ven a tu fiel amiga. 


TXOMIN 
Actualidad


Entro por la puerta corrediza de madera y fijo mi mirada en Juana, detrás del escritorio, con una sonrisa de oreja a oreja mientras mueve la cabeza a un ritmo totalmente diferente al que suena por los altavoces.


—  ¿No te parece maravillosa la combinación de instrumentos en una pieza tan perfecta? — pregunta cuando se da cuenta de mi presencia — Es tan relajante, totalmente acertado para el día de hoy, ¿sabías que la mayoría de hombres vienen por un piercing solo porque Ivette es la que los pone? Todo está sobrevalorado hoy en día.


— Buenos días Juana — digo pasando por su lado, hacia mi espacio.


— ¡El dios griego llegó señoritas! — escucho que dice con demasiado entusiasmo a la sala totalmente vacía — Es mejor que preparen su mejor sostén, porque es seguro que se desmayaran. 


La sonrisa se queda en mi rostro todo el camino hasta que llego a mi silla, me siento respirando acompasadamente, descansando antes que empiece el caótico turno de tatuar algunos pechos. 


— Me encanta que se anime tanto — dice Julen recostandose en mi puerta — La mejor adquisición que hizo Elm.


— No es un objeto Jul.


— Y eso lo hace aún mejor — se adentra hasta sentarse en la silla de tatuajes — ¿Estás dentro de la organización de la fiesta?


— Sabía que tu visita significaba algo — murmuro hacia él, giro mi silla hacia el estante caoba a la derecha, arreglo de manera minuciosa cada material, dejándolos todos a la mano — No soy tu chico si es para un favor que me cause problemas. 


— Te falta diversión en la vida amigo — se levanta del asiento y empieza a desorganizar cada cosa que he arreglado, ganándose la mirada más venenosa que soy capaz de mostrar — No quiero problemas.


— Ya te has delatado Jul.


Lanzo un manotazo hacia él dándole justo en el antebrazo derecho, de inmediato deja de molestar mis pertenencias y camina rendido hacia la puerta, viéndose por completo desdichado, cuando dirige su camino hacia la recepción sé que se formará todo un drama allí. 


Suspiro pesadamente recostando la silla, la giro suavemente, costumbre adquirida luego de tantos años, cierro los ojos disfrutando de la orquesta que suena lejana desde mi lugar, hago una lista mental de las cosas que tengo que hacer después de terminar las 3 citas que tengo.


Salgo de mi ensoñación cuando Juana grita desde su puesto - porque al parecer no puede venir hasta la puerta de cualquiera, ni ha aprendido a usar el comunicador del teléfono - que ha llegado mi primer cliente del día; la rubia estilizada se desplaza por la sala hasta sentarse frente a mi.


— ¿Vas a esconder algo? — pregunto.


— Quiero borrar un inodoro de mi cuerpo y de mi mente si es posible — dice ella descubriendo su muslo izquierdo, donde un inodoro sonriente aparece a la vista.


— No es la clase de tatuajes que suelen pedir por voluntad propia.


— Fue una apuesta muy estúpida.


— ¿Con qué quieres esconderlo?


— Quiero flores.


Me concentro por completo en hacer un boceto siguiendo todas las indicaciones que ella va haciendo, cuando lo tenemos procedo a marcar el lugar y coger la pistola.


— Va a doler un poco — anuncio antes de poner la nueva tinta en su piel.


— Estoy lista. 
pera
pera


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Mensaje por jackson. Jue 06 Mayo 2021, 5:15 pm

¡Hola, hola! Soy tan despistada que no me acordaba que no había comentado los capítulos xd so… me siento horrible por no haber comentado a tiempo así que les dejo mis comentarios en spoilers, las amo masquerades. 3917340093

0. PRÓLOGO:

1. pantone:

2. lovesick:

3. spellman:

4. pandie:

Bueno, ahí están todos mis comentarios masquerades. 2871837316 ya estoy en marcha con mi capítulo, para ser sincera pense que había otra persona antes de que yo subiera cap pero ya me di cuenta que no [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Perdooooón masquerades. 3229597093 soy bastante despistada pero juro ya estar más atenta a los temas masquerades. 1800122815
jackson.
jackson.


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