Instituto Fénix | N. C.

Me sentía abrumada con los deberes de matemáticas. No porque no entendiera los temas, sinceramente no sentía que era un buen día para pensar en la escuela, ni mucho menos resolver problemas que lo más probable es que no los necesitaría en el futuro. Chloe se sentó a mi lado con los ojos brillando, como si de un niño pequeño fuera acabando de hacer una travesura. Sonreí moviendo mi cabeza, conocía demasiado bien a mi mejor amiga y sabía que iba soltar algo grande.

— ¿te acuerdas de que Bridgette no ha aparecido en una semana? — fruncí mis labios confundida ante lo que acaba de soltar Chloe. "Bueno, creo que no era tan bueno, o nuevo… "pensé hacia mis adentros viendo a mi amiga rubia sentarse a mi lado sin perder la sonrisa.

— ella siempre falta de vez en cuando al colegio, no le veo la novedad — admití aun seria cerrando los textos de matemáticas avanzadas enfrente mío.  Chloe sonto una carcajada ante mi comentario.

— lo sé — rio emocionada mordiéndose el labio inferior — pero el motivo es por que la han atrapado la policía intoxicada y desnuda a las 4 de la mañana intentando interrumpir en la casa de sus vecinos — abrí los ojos como platos al escuchar sin poderme creerme lo que acababa de escuchar. — no ha vuelto porque no había sido el primer alboroto que había provocado y la hicieron internarse en una escuela para señoritas

— y ¿tú de dónde has sacado esta preciosa información? — la cuestione levantando una ceja

— tuve que usar mis tácticas de seducción con el primo de Bridgette —  movió sus largas pestanas como si las alas de una mariposa fueran mientras las dos nos reíamos a carcajadas. Aunque para ser sincera el que Bridgette no volviera por un tiempo indefinido al colegio me hacia sentir aburrida, iba ser difícil conseguir una contrincante tanto astuta como ambiciosa para competir.




Tome mis cosas de la mesa y me acerque a Adele quien se sobaba las manos para conseguir quitar las marcas hechas por el pesado libro. Sonreí al verla en aquel estado mientras salíamos del aula a nuestra próxima clase.
— ¿me dejarías ver las hojas que entrego la maestra? — dijo con la intención de quitarme de las manos el paquete de hojas. Esquive su mano dando un paso hacia atrás

— deberías pedírselas a Liliana — Adele rodo sus ojos por mi comentario — ¡oh espera! — sonreí de lado — no creo que te las preste por ser una perra con ella cuando trato de ser amable contigo — la cara de Adele parecía un tomate de lo molesta que estaba y yo simplemente me dedique a reírme.

— hablando de perras — nos interrumpió Bridgette.  Me voltee para ver a mi compañera pelirroja detrás mío con sus dos seguidoras detrás suyo. Era típico de Bridgette siempre tenía un grupo de personas a su alrededor, como si formara una fortaleza para sentirse intocable. “Quien se iba imaginar que nos volveríamos a encontrar”

— ¡es verdad! — exclame sonriendo ampliamente — tanto tiempo sin verte ¿cómo te va en la desintoxicación? — Bridgette chasqueo la lengua, puso la mano sobre su cintura y sonrió mezquina.

— ¡de maravilla!  he aprendido mi lección y muy pronto seré de nuevo libre, pero ¿qué haces acá? ¿acaso tus queridos padres te abandonaron como la rata de alcantarilla que eres? — tense la mandíbula a tal punto que pensé que rompería mi perfecta dentadura.

— mis padres no son unos hipócritas y sínicos como los tuyos Bridgette. Deberías utilizar las pocas neuronas que no fueron destruidas por las drogas para aprender a distinguir entre interés y amor.

— si te aman tanto ¿porque te dejaron aquí? Este lugar es solo para chicas que son un estorbo para su familia. Ya me imagino a tus padres celebrando que por fin se deshicieron de ti. Una chica recogida de la calle que nunca va a lograr llevar con orgullo el apellido de sus padres, y que nunca va poder dejar su pasado como mugriento animal de calle…

Un golpe seco resonó por todo el pasillo. Un montón de ojos sorprendidos y curiosos reposaron en nosotras, nunca había visto esta faceta de Bridgette. Escupía mas veneno de lo que recordaba, pero eso no justificaba lo que había acabado de hacer. Bridgette tomo su nariz que empezó a sangrar un poco, y lo único que en mi mente se cruzo fue en correr; huir de aquellos ojos juzgándome por mi fugaz acto de violencia. Aunque no lo admitiera, muy en el fondo sentía que mis padres me había dejado aquí para siempre, pero escucharlo fuera de mis pensamientos hacia que doliera más. Termine en uno de los baños con los ojos llenos de lágrimas mirando mi reflejo en el gran espejo colgado en la pared. “Que débil eres Maite. Ni siquiera ha pasado el primer día y ya estas llorando.”

Gracias Chicas. En serio me llena mucho saber que les gusto.

Era relajante poder respirar el aire libre [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

Entre al aula con las mejillas totalmente calientes por lo acaba de pasar. Y me senté enfrente del escritorio del profesor de literatura, quien revisaba algunos documentos concentrado. Me miro de reojo, quitándose los lentes. Me gustaba más observarlos sin estos, podía contemplar mejor el color profundo de sus ojos.  

— ¿te gusta la literatura clásica? — me pregunto reposando los documentos en su escritorio de madera

— mi institutriz nos hacia leer grandes textos sobre esta, pero para ser sincera no es mi fuerte — torcí mi labio hacia abajo un poco disgustada recordando los días en que los hermosos rayos del sol entraban por mi ventana incitándome a salir mientras yo debía quedarme en casa leyendo 300 páginas de literatura griega — aunque si tuviera que escoger preferiría el latín sobre el griego — él sonrió un poco. Me parecía linda su sonrisa, creo que ahora que pensaba mas con la cabeza fría sentía que la apuesta que había hecho estaba mal. No debía haber apostado con Blaire. Además, si la directora y mi padre se enteraran de que estaba tratando de meterme en los pantalones de un profesor terminaría en una cárcel juvenil, o en un hospital mental.

— no puedo creer que quisieras venir a este instituto por cuenta propia — tomo los papeles y un bolígrafo para garrapatear sobre estos — es bueno que las chicas tengan un buen ejemplo de su misma edad para ayudarlas.

— ni yo tampoco — dije en tono suave mientras suspiraba resignada de no saber cuánto tiempo estaría metida en este lugar de mierda — me imagino que pagan muy bien aquí para que se quedara lidiando con este tipo de chicas problemáticas.

— no me quejo por el salario — dijo restándole importancia al dinero — pero…— respiro profundo antes de continuar. Cruzo sus brazos y se reclino en su silla — creo que las personas se merecen una segunda oportunidad. Las chicas del instituto solo necesitan alguien que las entienda, y las escuche. Si te fijas muchas de ellas normalmente son ignoradas por sus padres.

— la mayoría de los padres de estas chicas tienen dinero suficiente para comprar una isla

— Por el mismo motivo. Los padres piensas que con bienes materiales sus hijas e hijos se complementaran. No toman un tiempo para saber que amistades tienen, a que lugares frecuentan. No les ensenan a prepararse a enfrentar al mundo de forma positiva sin salir heridos. Y cuando ese momento llega muchos se rompen de la manera más simple y rápida — volvió a encorvarse en su escritorio.

— pensé que solo era en profesor de literatura. No tenia ni idea que también iba a ejercer como psicólogo — sonreí casi de forma coqueta. El también sonrió, pero de forma inocente.

— estudie la carrera, pero no habías muchas vacantes — la campana sonó dando a entender que las segundas clases debían de empezar. El aclaro su garganta, y se levanto para dar la bienvenida. Me toque la nuca, me sentía algo acalorada. Era raro conversar con él, se sentía como si nos conociéramos desde antes. Nunca había sentido esa clase de incomodidad con los chicos de mi edad. Tal vez era porque la mayoría a pesar de ser lindos, eran unos idiotas con pocas neuronas y muchas hormonas.

Me le quede viendo algo curiosa por lo que acaba de decir, y cuando se dio cuenta de esto me sostuvo la mirada por unos segundos con una sonrisa simpática. Instintivamente mis cachetes se sintieron calientes y por temor a que él se diera cuenta baje la mirada a mi cuaderno vacío. Suspire algo tensa, no creía poder manipular al profesor. Pensé que sería más sencillo si el fuera un idiota, pero incluso a la hora de enseñar su clase la hacía agradable con alguna que otra broma, o anécdota. Este hombre si sabía cómo encantar a sus espectadores. Ahora lo que no sabia era como me iba a retratar con la puesta con Blaire. Sin darme cuenta, ya la clase se había acabado. Tomé mis cosas, lista para desaparecer con la multitud.

— Señorita Sorrento — me gire sobre mis tobillos y me quede callada esperando que hablara —  necesito una voluntaria para ayudarme con algunos papeles y traducciones de mi materia ¿le interesaría?

— no creo que yo sea la indicada — sonreí llevando un mechón de mi cabello atrás de mi oreja — pero lo pensare, tampoco quiero empezar el año distraída en mis otras materias

— razonable — sonrió de lado volviendo la mirada a su escritorio.


Todo se volvió borroso después de la clase de Literatura. Me era imposible no pensar en la tontería que había apuesto con Blaire. Eso me pasaba por andar con la cabeza caliente. Al final de la última clase de preferí quedarme en la librería, tal vez era el hecho de que no quería verle la cara a ninguna de mis compañeras de habitación, más específicamente a Blaire. Lo que si tenia claro, era que debía concentrarme en terminar los trabajos del día de hoy. Busque la parte más escondida del lugar y me acomode empezando a organizar mis libretas por materias.

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— señorita — sentí una leve sacudida en mi hombro. Abrí los ojos de golpe asustada y confundida — son las 9 de la noche, la biblioteca cerro hace una hora — rasqué mi ojo aun aturdida. No podía creer que me había quedado dormida. Me levante y tome mis cosas — permítame la escolte a su habitación — dijo el prefecto serio. Si no fuera porque mi cuerpo se sentía totalmente pesado lo rechazaría amablemente, pero simplemente sonreí y deje que me guiara como si fuera una niña pequeña perdida siendo devuelta a casa. Al llegar, pude ver que mis compañeras ya se encontraban dentro de la habitación que no demoraron en mirarme curiosas.

— gracias — me limite a decir indiferente y me aleje sin mirarlo. Blaire paso por mi lado enojada empujándome bruscamente con su cuerpo.

— ¡¿no te basta con quererte follar con el profesor de Literatura que ahora persigues al prefecto?! ¡Eres una zorra! — su mano ya estaba en el aire al acabar su frase.

— ¡Blaire! — grito el prefecto con un tono rojizo en su rostro pálido. Blaire se detuvo al ínstate. El prefecto aclaro su garganta y aflojo la corbata incomodo por la situación — señorita Fénix, por favor no alce la voz. No quiere ganarse un castigo

— ¡vete a la puta mierda imbécil! — y con esto la puerta se cerro de golpe en la cara del prefecto. Me embutí a la cama lo más rápido posible para evitar drama, aunque estaba segura de que un par de cobijas no me iban a proteger del huracán Blaire en ese momento.

Desearía que no me hubiera tocado una compañera tan loca.

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Espié por agujero de la cobija si mis compañeras de habitación estaban despiertas. Para mi buena fortuna todas seguían en el quinto sueño. Me levante sin provocar ruido, y me aliste apropiadamente para empezar el día. Necesitaba evitar los dramas que provocaba Blaire. Dramas que no tenían ni una mierda de lógica. Terminé de amarrar los cordones de mis tenis, ajuste con fuerza mi estilizada cola de caballo y salí a correr en la cancha de deportes. Era relajante poder respirar el aire libre, me hacia sentir que todo era normal. No encierro, ni mucho menos compañeras de habitación locas. Me sentía invencible en estos momentos.

— hola — me sobresalte ante la repentina voz del profesor James a mi lado. Sentí mis pies enredarse uno con el otro haciendo que cayera al suelo junto con mi invulnerabilidad en el proceso.

— mierda — susurre con la cara en el suelo.

— ¿te encuentras bien? — me extendió la mano como todo un caballero. Me tome unos segundos antes de tomar su mano. Respiré profundamente y lo hice tratando de mantenerme en calma — ¿puedes caminar?

— sí, no se preocupe — respondí con frialdad, mientras me sacudía el polvo de la ropa. Mire la hora en mi reloj 7:45. No podía darme el lujo de llegar tarde — gracias por la ayuda profesor. — esta vez sonreí cortésmente. El alzo una ceja con una expresión dudosa en su rostro, pero al final sonrió de vuelta dejando ver unas pequeñas arrugas alrededor de sus ojos celestes. Esos ojos parecían un océano profundo, invitándome a contemplarlos sin descanso.

Sacudí mi cabeza para alejar pensamientos indebidos, al instante me di una cacheta psicológica para despertar. En estas situaciones la mejor opción era correr. Afortunadamente, al llegar a la habitación mis compañeras no se encontraban. Me bañe de nuevo para quitar el sudor, me aliste lo más rápido posible y salí como bala a la clase de rehabilitación. A la hora de llegar la mayoría ya estaba en sus puestos. Incluyendo a Blaire, Adele y Maite entre la pequeña multitud. Blaire y yo cruzamos miradas. El aire se volvió mas tenso de lo usual, y estaba segura de que todos, incluyendo el profesor lo notaba. Blaire despedía odio, y el lápiz que tenia en la mano había recibido una parte de aquello. Posteriormente de escuchar el crack, me deslice en unas de las sillas más cercanas del profesor. Aunque me gustaría entablar una conversación con ella para poder conocernos mejor, Blaire no lo permitiría. Incuestionablemente obviaría ir al comedor por un tiempo.