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CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)  - Página 7 Empty Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)

Mensaje por Most Sáb 22 Ago 2015, 6:42 am

Me dan miedo los látigos esos... Pero bueno al fin se la historia de la vida de Zayn! Es genial! Gracias Jenn por subir los caps de Anny! 
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CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)  - Página 7 Empty Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)

Mensaje por Anny Evans Mar 25 Ago 2015, 9:51 pm



Capítulo 21
♥♥ ♥♥ ♥♥

Zayn compró el desayuno de Helen en Orangeburg, Carolina del Sur. Detuvo la camioneta en un lugar decorado con un caldero de cobre rodeado por barras de pan brillantes.

Después de desayunar, Helen se metió en el baño y se fumó los tres cigarrillos que le
quedaban. Cuando salió se dio cuenta de dos cosas. Una atractiva camarera coqueteaba con Zayn , y él no hacía nada para desalentarla.
Helen lo observó ladear la cabeza y sonreír por algo que había dicho la chica.
Experimentó una punzada de celos al ver que parecía gustarle la compañía de la camarera más que la suya. Se disponía a ignorar lo que estaba ocurriendo cuando recordó la promesa que había hecho de honrar sus votos matrimoniales. Con resignación, enderezó los hombros
y se acercó a la mesa donde dirigió a la empleada su sonrisa más radiante.

—Muchas gracias por hacerle compañía a mi marido mientras estaba en el baño.

La camarera, en cuya placa identificativa se leía Vi , pareció algo sorprendida por
la actitud amistosa de Helen .

—Ha sido muy amable por tu parte —Helen bajó la voz a un fuerte susurro. —Nadie se ha portado bien con él desde que salió de prisión.

Zayn se atragantó con el café.
Helen se inclinó para darle una palmadita en la espalda mientras le dirigía una sonrisa
radiante a la estupefacta Vi .

—No me importan todas las pruebas que presentó el fiscal. Nunca he creído que
asesinara a aquella camarera.

Ante aquella declaración Zayn volvió a atragantarse. Vi retrocedió con rapidez.

—Lo siento. Ya ha terminado mi turno.
—Pues hala, vete —dijo Helen alegremente. —¡Y que Dios te bendiga!

Zayn controló finalmente la tos. Se levantó de la mesa con una expresión todavía más
enojada de lo que era habitual en él. Antes de que tuviese oportunidad de abrir la boca,
Helen extendió la mano y le puso un dedo en los labios.

—Por favor, no me estropees este momento, Zayn . Es la primera vez desde nuestra boda
que te gano por la mano y quiero disfrutar de cada precioso segundo.

Él la miró como si fuese a estrangularla, pero se limitó a arrojar varios billetes sobre la mesa y a empujarla fuera del restaurante.

—¿Vas a ponerte gruñón? —Las sandalias de Helen resbalaban en la grava mientras él la arrastraba hacia la camioneta y la fea caravana verde. —Ya lo decía yo. Eres el hombre más gruñón que he conocido nunca. Y no te sienta bien, nada bien, Zayn . Tanto si lo aceptas como si no, estás casado y por lo tanto no deberías...
—Entra antes de que te zurre en público.

Allí estaba otra vez, otra de sus enloquecedoras amenazas. ¿Quería decir eso que no la zurraría si lo obedecía o simplemente que no pensaba zurrarla en público? Todavía cavilaba sobre esa cuestión tan desagradable cuando él puso en marcha la camioneta. Momentos
después estaban de nuevo en la carretera.
Para alivio de Helen , el tema de zurrarla no volvió a salir a colación, aunque lo cierto era
que casi lo lamentaba. Si él la hubiera amenazado físicamente, podía haberse liberado de sus votos sagrados sin dejar de estar en paz con su conciencia.

La mañana era soleada. El aire cálido que entraba por la ventanilla entreabierta aún no
era asfixiante. Helen no encontraba ninguna razón para que él se pasara enfurruñado una
mañana tan perfecta y bonita, así que finalmente rompió el silencio.

—¿Adónde vamos?
—Tenemos una cita cerca de Greenwood.
—Supongo que es demasiado esperar que «con una cita» te refieras a ir a cenar y bailar.
—Me temo que sí.
—¿Cuánto tiempo estaremos allí?
—Sólo una noche.
—Espero que mañana no tengamos que madrugar tanto.
—Más aún. Tenemos un largo viaje por delante.
—No me digas.
—La vida en los circos es así.
—¿Y dices que tendremos que hacer esto todas las mañanas?
—En algunos lugares nos quedaremos un par de días, pero no más.
—¿Hasta cuándo?
—El circo tiene programadas funciones hasta octubre.
—¡Pero si faltan seis meses! —Helen podía ver cómo el futuro se extendía como un borrón oscuro ante ella. Seis meses. Justo lo que duraría su matrimonio.
—¿Por qué te preocupas? —preguntó él. —¿De verdad crees que vas a aguantar hasta el final?
—¿Y por qué no?
—Van a ser seis meses —dijo él sin ambages. —Recorreremos montones de kilómetros. Tenemos funciones tan al norte como Jersey y tan al oeste como Indiana.

«En una camioneta sin aire acondicionado.»

—Ésta será la última temporada del circo de los Hermanos Wide —dijo él. —Así que lo
haremos lo mejor posible.
—¿A qué te refieres con que será la última temporada?
—El dueño murió en enero.
—¿Owen Wide ? ¿El nombre que está escrito en los camiones?
—Sí. Su esposa, Emi , ha heredado el circo y lo ha puesto a la venta.

«¿Había sido su imaginación o Alex había apretado casi imperceptiblemente los labios?»

—¿Llevas mucho tiempo en el circo? —preguntó ella, decidida a saber más de él.
—Voy y vengo.
—¿Tus padres pertenecían al circo?
—¿Cuáles? ¿Mis padres cosacos o los que me abandonaron en Siberia? —Él ladeó la
cabeza y ella vio que le brillaban los ojos
—¡No te criaron los cosacos!
—¿Pero no lo oíste anoche?
—Eso es como uno de esos cuentos de P. T. Barnum para el circo —dijo refiriéndose al
popular artista circense que se inventaba fantásticas historias para hacer más emocionantes los espectáculos. —Sé que alguien tuvo que enseñarte a cabalgar y usar el látigo, pero no creo que fueran los cosacos. —Hizo una pausa. —¿O sí?

Él se rio entre dientes.

—¿Algo más, cara de ángel?

No iba a dejar que se le escapara otra vez.

—¿Cuánto llevas en el circo?
—He viajado con el circo de los Hermanos Wide desde la adolescencia hasta que cumplí los veinte. Desde entonces voy y vengo.
—¿Qué haces el resto del tiempo?
—Ya sabes la respuesta a eso. Estoy en prisión por asesinar a una camarera.

Ella entrecerró los ojos, haciéndole saber que lo tenía bien calado.

—¿No trabajas de gerente en el circo todo el tiempo?
—No.

Puede que si dejaba de presionarlo un rato, le sacase más información personal.

—¿Quiénes eran los Hermanos Wide ?
—Sólo era Owen Wide . Se llama así por seguir la tradición de los Hermanos Ringling. La gente del circo considera que es mejor que todos crean que el circo es de una familia aunque no sea así. Owen fue el propietario del circo durante veinticinco años y, un poco antes de morir, me pidió que terminara la temporada por él.
—Menudo sacrificio para ti. —Ella lo miró expectante y, en vista de que él no respondía, lo aguijoneó un poco más. —Dejar de lado tu vida normal..., tu trabajo de verdad...
—Mmm. —Ignorando el interrogatorio de Helen , Zayn hizo que se fijara en una señal de la carretera. —Avísame si ves más indicaciones como esa, ¿vale?

Ella vio tres flechas rojas de cartón. Cada una de ellas tenía impresas unas letras azules y señalaban hacia la izquierda.

—¿Para qué son?
—Nos guían hasta el recinto donde daremos la próxima función. —Desaceleró al
acercarse a un cruce y giró a la izquierda. —Dobs Murria, uno de nuestros hombres, sale una noche antes que nosotros y las va colocando. Es para indicar la ruta.

Ella bostezó.
—Tengo muchísimo sueño. En cuanto lleguemos, voy a echar una buena siesta.
—Vas a tener que conformarte con dormir de noche. El circo no mantiene a inútiles; todos
trabajamos, incluso los niños. Vas a tener que hacer cosas.
—¿Esperas que trabaje
—¿Acaso temes romperte una uña?
—No soy la niña mimada que crees.

Él le dirigió una mirada de incredulidad, pero Helen intentaba evitar otra discusión e
ignoró el cebo que él le estaba tendiendo.

—Sólo quería decir que no sé nada del mundo del circo.
—Aprenderás. Bob Thorpe, el tipo que normalmente se encarga de la taquilla, tiene que ausentarse durante un par de días. Ocuparás su lugar hasta que vuelva, suponiendo, claro está, que sepas contar lo suficiente como para devolver bien el cambio. —Con las monedas de curso legal, sí —respondió ella con un deje de desafío.
—Después tendrás que encargarte de algunas tareas domésticas. Puedes comenzar por poner algo de orden en la caravana. Y agradecería una comida caliente esta noche.
—Y yo. Tendremos que buscar un buen restaurante.
—Eso no es lo que tenía en mente. Si no sabes cocinar, puedo enseñarte lo básico.

Ella reprimió su enfado y adoptó un tono razonable.

—No creo que intentar que me encargue yo sola de todas las tareas domésticas sea la
mejor manera de empezar con buen pie este matrimonio. Deberíamos repartirnos el trabajo equitativamente.
—De acuerdo. Pero si quieres un reparto equitativo, tendrás que hacer también otras
cosas. Actuarás en la presentación.
—¿En la presentación?
—En el espectáculo. En el desfile con el que se inicia la función, y es obligatorio.
—¿Quieres que actúe en la función?
—Todos, menos los obreros y los candy butchers salen en el desfile.
—¿Qué son los candy butchers?
—El circo tiene su propio lenguaje, ya lo irás pillando. Los que atienden los puestos del
circo recibieron el nombre de butchers
1 porque, en el siglo XIX, un hombre que era carnicero abandonó su trabajo para trabajar en uno de los puestos ambulantes del circo de John Robinson Show. En los puestos de algodón de azúcar se venden perritos calientes además de golosinas, por eso se llaman candy butchers. La carpa principal es lo que se conoce como circo en sí, nunca la llames «carpa» a secas. Sólo se llama así a la de la cocina y a la de la casa de fieras. El recinto se divide en dos: la parte trasera, donde dormimos y aparcamos los remolques, y la parte delantera, o zona pública. Las representaciones tienen también un lenguaje distinto. Ya te irás acostumbrando —hizo una pausa significativa, —si te quedas lo suficiente.
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Mensaje por Anny Evans Mar 25 Ago 2015, 10:04 pm



Capítulo 22
♥♥ ♥♥ ♥♥

Ella decidió no picar el cebo.

—¿Qué es un donnicker? Recuerdo que ayer usaste esa palabra.
—Es la marca de los retretes de las caravanas, cara de ángel.
—Ah. —Continuaron viajando varios kilómetros en silencio mientras ella cavilaba sobre lo que él le había dicho. Pero era lo que no había dicho lo que más le preocupaba. —¿No crees que deberías hablarme un poco más de ti? Contarme algo sobre tu vida que sea verdad, claro.
—No veo por qué.
—Porque estamos casados. A cambio te contaré cualquier cosa que quieras saber de mí.
—No hay nada que me interese saber de ti.

Eso hirió los sentimientos de Helen , pero de nuevo no quiso darle más importancia de la
que tenía.

—Nos guste o no, ayer hicimos unos votos sagrados. Creo que lo primero que deberíamos hacer es preguntarnos qué esperamos de este matrimonio.

Él meneó la cabeza lentamente. Ella nunca había visto a un hombre que pareciera más
consternado.

—Esto no es un matrimonio, Helen .
—¿Perdón?
—No es un matrimonio de verdad, así que quítate esa idea de la cabeza.
—¿De qué estás hablando? Por supuesto que es un matrimonio de verdad.
—No, no lo es. Es un acuerdo legal.
—¿Un acuerdo legal?
—Exacto.
—Ya entiendo.
—Bien.

La obstinación de Zayn la enfureció.

—Bueno, pues ya que soy la única involucrada en este acuerdo legal por el momento, intentaré que funcione, tanto si quieres como si no.
—No quiero.
—Zayn , hicimos unos votos. Unos votos sagrados.
—Eso no tiene ningún sentido, y tú lo sabes. Te dije desde el principio cómo iban a ser las
cosas. No te respeto, ni siquiera me gustas, y te aseguro que no tengo ni la más mínima
intención de jugar a las casitas.
—Estupendo. ¡Tú tampoco me gustas!
—Veo que nos entendemos.
—¿Cómo podría gustarme alguien que se ha dejado comprar? Pero eso no quiere decir
que vaya a ignorar mis obligaciones.
—Me alegra oírlo. —Él la recorrió lentamente con la mirada. —Me aseguraré de que tus obligaciones sean agradables.

Ella sintió que se sonrojaba y que esa inmadura reacción la enfadaba lo suficiente como para desafiarlo.

—Estás refiriéndote al sexo, ¿por qué no hablas claro?
—Por supuesto que me refiero al sexo.
—¿Con o sin tu látigo? —Ella se arrepintió en cuanto las impulsivas palabras salieron de su boca.
—Tú eliges.

Helen fue incapaz de seguir soportando sus bromas. Se dio la vuelta y se puso a mirar por la ventanilla.

—¿Helen ?

Tal vez fuera porque deseaba creerlo, pero su voz le pareció más suave esta vez. Ella
suspiró.

—No quiero hablar de eso.
—¿De sexo?

Ella asintió con la cabeza.
—Tenemos que ser realistas —dijo él, —los dos somos personas saludables, y a pesar de tus diversos desórdenes de personalidad, no eres precisamente un adefesio.


Ella se volvió hacia él para dirigirle su mirada más desdeñosa, pero lo que vio fue cómo
una comisura de esa boca masculina se curvaba en lo que en otro hombre hubiera sido una sonrisa.

—Tú tampoco eres precisamente un adefesio —admitió ella a regañadientes, —pero tienes muchos más desórdenes de personalidad que yo.
—No, creo que no.
—Te aseguro que sí.
—¿Como cuáles?
—Pues bien, para empezar... ¿Estás seguro de que quieres oírlos?
—No me lo perdería por nada del mundo.
—Bueno, pues eres cabezota, terco y dominante.
—Pensaba que ibas a decir algo malo.
—No eran cumplidos. Y siempre he creído que un hombre con sentido del humor es más atractivo que uno sexy y machista.
—Bueno, pues avísame cuando llegues a la parte mala, ¿vale?

Ella lo fulminó con la mirada y optó por no mencionar los látigos que tenía debajo de la
cama.

—Es imposible hablar contigo.

Él ajustó la visera solar.


—Lo que estaba tratando de decirte antes de que me interrumpieras con la lista de mis
cualidades es que ninguno de nosotros va a poder mantenerse célibe durante los próximos seis meses.

Helen bajó la mirada. Si él supiera que ella llevaba así toda la vida...

—Vamos a vivir en un lugar pequeño —continuó él, —estamos legalmente casados y es natural que tarde o temprano echemos un polvo.

«¿Echemos un polvo?» Su rudeza le recordó que eso no significaría nada para él y que,
contra toda lógica, ella quería algo de romanticismo.

—En otras palabras, esperas que haga las tareas domésticas, trabaje en el circo y «eche polvos» contigo —dijo bastante mosqueada.


Él lo pensó detenidamente.

—Supongo que es más o menos eso.
Ella giró la cabeza y miró con aire sombrío por la ventanilla. Hacer que ese matrimonio
tuviera éxito iba a ser todavía más difícil de lo que pensaba.
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Mensaje por Most Miér 26 Ago 2015, 9:21 am

Anny, m'has deixat ben espantada. O sigui, jo estava molt feliç d'haver aparegut a la novel·la i de cop em quedo *-* Gràcies Helen per avisar-me, però... En fi. Espero que la segueixis aviat, i ja saps que m'ha fet gràcia això: —En otras palabras, esperas que haga las tareas domésticas, trabaje en el circo y «eche polvos» contigo —dijo bastante mosqueada. " 
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CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)  - Página 7 Empty Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)

Mensaje por Anny Evans Jue 27 Ago 2015, 5:28 pm

Most escribió:Anny, m'has deixat ben espantada. O sigui, jo estava molt feliç d'haver aparegut a la novel·la i de cop em quedo *-* Gràcies Helen per avisar-me, però... En fi. Espero que la segueixis aviat, i ja saps que m'ha fet gràcia això: —En otras palabras, esperas que haga las tareas domésticas, trabaje en el circo y «eche polvos» contigo —dijo bastante mosqueada. " 
Jajaja no era la meva intenció espantar però vas a aparèixer més, t'ho prometo. Per un deu infinit!
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CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)  - Página 7 Empty Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)

Mensaje por Anny Evans Jue 27 Ago 2015, 5:45 pm



Capítulo 23
♥♥ ♥♥ ♥♥

Cuando Helen salió de la caravana por la tarde, se tropezó con una joven, espigada y
rubia, que llevaba un chimpancé sobre los hombros. La reconoció como Vi , de «Vi y
Amigos», un número en el que participaban un perro y el chimpancé. Tenía la cara redonda, la piel perfecta y el pelo con las puntas abiertas, algo en lo que Helen podría ayudarla si le daba la oportunidad.

—Bienvenida al circo de los Hermanos Wide —dijo la mujer. —Soy Vi.

Helen le devolvió la cordial sonrisa.

—Yo soy Helen .
—Lo sé. Jenn me lo ha dicho. Éste es Frankie.
—Hola, Frankie. —Helen levantó la cabeza hacia el chimpancé encaramado en los
hombros de Vi, luego dio un salto atrás cuando él le enseñó los dientes y chilló. Ya estaba bastante nerviosa tras un día sin nicotina y la reacción del chimpancé sólo consiguió exacerbarla aún más.

—Cállate, Frankie. —Jill le palmeó la pierna peluda. —No sé qué le pasa. Le gustan todas las mujeres.
—Los animales no suelen ser demasiado cariñosos conmigo.
—Eso es porque te dan miedo. Ellos siempre lo notan.
—Supongo que será eso. Me mordió un pastor alemán cuando era pequeña y desde
entonces les tengo miedo a todos los animales. —El pastor alemán no había sido el único.

Recordó una excursión del colegio a un zoo de Londres cuando tenía seis años. Se había puesto histérica cuando una cabra había comenzado a mordisquearle el uniforme.

Una mujer con unos pantalones bombachos negros y una camiseta enorme se acercó y se presentó como Madeline. Helen sabía que era una de las chicas que había entrado a la pista a lomos de uno de los elefantes. Su ropa informal hizo que Helen se sintiera demasiado arreglada. Había querido tener buen aspecto en su primer día en la taquilla; para ello se había puesto una blusa de seda color marfil con unos pantalones gris perla de Donna Karan en lugar de los vaqueros y la camiseta del outlet que Zayn había insistido en comprarle antes de llegar.

—Helen es la novia de Zayn —dijo Vi.
—Ya lo he oído —contestó Madeline. —Qué suerte la tuya. Zayn está como un tren.

Helen abrió la boca para decirles a esas chicas que era la esposa de Zayn , no su novia, pero se echó hacia atrás cuando Frankie comenzó a gritarle.

—Calla, Frankie. —Vi le dio al chimpancé una manzana, luego miró a Helen con el
evidente placer de quien ama un buen cotilleo. —Zayn y tú debéis ir en serio. Jamás había visto que trajera a una chica a vivir con él.
—A Emi le va a dar un ataque cuando regrese. —Parecía que a Madeline le complacía tal posibilidad.

Frankie miró a Helen fijamente, poniéndola tan nerviosa que le costó prestar atención a las dos jóvenes. Observó alarmada que Vi bajaba al chimpancé al suelo, donde se le agarró firmemente a la pierna.

Helen dio otro paso atrás.

—No tendrás una correa por ahí, ¿verdad?

Vi y Madeline se rieron.

—Está amaestrado —dijo Jill, —no necesita correa.
—¿Seguro?
—Sí. ¿Cómo os conocisteis Zayn y tú? Jack Daily, el maestro de ceremonias, nos ha dicho que Zayn no le ha contado nada de su amiguita.
—Soy algo más que su amiguita. ¿Estás segura sobre la correa?
—No te preocupes. Frankie no le haría daño ni a una mosca.

El chimpancé pareció perder interés en ella, y Helen se relajó.

—No soy la amiguita de Zayn.
—¿No estáis viviendo juntos? —preguntó Madeline.
—Claro que sí. Soy su mujer.
—¡Su mujer! —Vi soltó un chillido de placer que estremeció a Helen hasta la punta de los
pies. —¡Zayn y tú estáis casados! Es genial.

Madeline miró a Helen con resentimiento.

—Voy a fingir que me parece bien, aunque llevo más de un mes intentando ligármelo.
—Tú y medio circo —rio Vi.
—¡He-Leeeeeen!

Vio que Jenn la llamaba a voces desde el lado del patio.

—¡Helen ! —gritó la adolescente. —Zayn dice que te estás retrasando. Está bastante
mosqueado contigo.

Helen se sintió avergonzada. No quería que aquellas chicas supieran que Zayn y ella no se habían casado por amor.

—Es un impaciente. Supongo que será mejor que me vaya. Encantada de haberos
conocido. —Se dio la vuelta con una sonrisa, pero sólo había dado unos pasos, cuando sintió un golpe en la espalda.
—¡Ay! —Se volvió con rapidez y vio una manzana mordida en el suelo al lado de ella. Más allá, Frankie gritaba con deleite mientras Vi le dirigía una mirada avergonzada.

—Lo siento —gritó. —No sé por qué actúa de esta manera. Deberías estar avergonzado, Frankie, Helen es nuestra amiga.

Las palabras de Vi mermaron el deseo de Helen de estrangular a la pequeña bestia, así que se despidió de las dos mujeres con la mano y se dirigió hacia la caravana de la taquilla. Se corrigió mentalmente al recordar que se suponía que tenía que llamarlo El vagón rojo.
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Mensaje por Anny Evans Jue 27 Ago 2015, 5:57 pm



Capítulo 24
♥♥ ♥♥ ♥♥

Poco antes, Zayn le había contado que las taquillas del circo se llamaban siempre así, fueran del color que fuesen.

Jenn se puso a su lado y ajustó su paso al de ella.

—Quería pedirte perdón por haber sido grosera contigo ayer. Estaba de mal humor.

Helen sintió que por fin veía a la persona que se ocultaba tras aquella fachada de
hostilidad.

—No pasa nada.
—Zayn está muy cabreado. —Helen se sorprendió al oír un atisbo de simpatía en la voz de Jenn . —Emi dice que es el tipo de hombre que nunca está demasiado tiempo con una mujer, así que estate preparada para... ya sabes.
—¿Qué?
—Ya sabes. Para que pase de ti. —Soltó un suspiro de pesar. —Debe de ser una pena ser su novia tan poco tiempo.

Helen sonrió.

—Yo no soy su novia. Soy su mujer.

Jenn se paró en seco y se puso pálida.

—¡No es cierto!

Helen también se detuvo y, cuando vio la reacción de la chica, le tocó el brazo con
preocupación.

—Zayn y yo nos casamos ayer por la mañana, Jenn.

Jenn se zafó de ella.

—No te creo. ¡Mientes! Sólo lo dices porque yo no te gusto.
—No estoy mintiendo.
—Zayn no se ha casado contigo. ¡No lo ha hecho! ¡Emi me dijo que él jamás se casaría!
—Pues Emi se ha equivocado.

Para asombro de Helen , a Jenn se le llenaron los ojos de lágrimas.

—¡Puta! ¡Te odio! ¿Por qué no me lo dijiste? ¡Odio que te hayas burlado de mí! —Dio
varios pasos hacia atrás antes de volverse y correr hacia las caravanas.
Helen la siguió con la mirada, intentando comprender la razón de la hostilidad de la chica hacia ella. Sólo se le ocurrió una explicación. Jenn debía de estar enamorada de Zayn . Helen experimentó una
inesperada punzada de compasión. Recordaba demasiado bien lo que se sentía al ser una adolescente sin ningún control sobre las acciones de los adultos que la rodeaban. Con un suspiro, se encaminó al vagón rojo.

A pesar del nombre que recibía, la taquilla era blanca; estaba salpicada por un puñado
de estrellas de colores y un letrero donde se leía: HERMANOS WIDE . En contraste con el alegre exterior, el interior era aburrido y desordenado. Un maltrecho escritorio de acero se asentaba frente a un pequeño sofá repleto de montones de periódicos. Había sillas que no hacían juego, un viejo archivador y un flexo verde con la pantalla abollada. Zayn estaba sentado detrás del escritorio, con un móvil en una mano y un portapapeles en la otra. Una sola mirada a su cara tempestuosa le dijo a Helen que Jenn había tenido razón en una cosa: Zayn estaba realmente enfadado. Su marido acabó la conversación bruscamente y se levantó, hablándole con esa calmada
y espeluznante voz que ella estaba empezando a temer cada vez más.

—Cuando digo que estés en un sitio a una hora, quiero que estés allí a esa hora.
—Pero sí apenas llego media hora tarde.

Su voz se hizo todavía más áspera.


—No sabes nada sobre la vida real, ¿verdad, Helen ? Esto es un trabajo, no es como tener
cita en la peluquería. De ahora en adelante, te quitaré cinco dólares del sueldo por cada
minuto de retraso.

A Helen se le iluminó la cara.

—¿Vas a pagarme?

Él suspiró.

—Por supuesto que voy a pagarte. Es decir, si realmente llegas a hacer algo. Pero no
creas que vas a poder comprarte diamantes. Los sueldos en el circo son muy bajos.

A ella no le importó. La idea de recibir un sueldo era emocionante.

—Enséñame qué tengo que hacer. Te prometo que no volveré a retrasarme.

Zayn la llevó a la ventanilla que había en el lateral de la caravana y le explicó el
procedimiento con voz suave. Era muy sencillo y Helen lo aprendió de inmediato.

—Comprobaré hasta el último penique —dijo él, —así que no cojas nada, ni siquiera para
tabaco.
—Yo no haría eso.

Él no pareció convencido.

—Y asegúrate de no perder de vista el cajón de la recaudación ni un minuto. El circo está
al borde de la ruina, no podemos permitirnos el lujo de perder dinero.
—Por supuesto que no lo haré. No soy estúpida.

Ella contuvo el aliento presintiendo que él lo negaría, pero Zayn se concentró en destrabar la bisagra de la ventanilla. La acompañó mientras despachaba a los primeros clientes para asegurarse de que lo hacía bien, y cuando vio que no tenía ningún tipo de problema le dijo que se iba.

—¿Vas a la caravana? —preguntó ella.
—Iré cuando tenga que vestirme. ¿Por qué?
—Lo he dejado algo revuelto. —Tenía que volver a la caravana antes de que él viera el
desorden que había. Al comenzar con la limpieza, debería haber dejado los armarios para el final, pero había querido fregar a fondo, Así que había vaciado los estantes para limpiarlos primero. Ahora los armarios estaban limpios, pero no le había dado tiempo de volver a colocar las cosas y no había ni una sola superficie en la caravana que no estuviera cubierta por algo: ropa, herramientas o un alarmante montón de látigos.
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Mensaje por Anny Evans Jue 27 Ago 2015, 6:17 pm



Capítulo 25
♥♥ ♥♥ ♥♥

—Te juro que lo recogeré todo en cuanto acabe aquí —le dijo atropelladamente, —así que no te preocupes si ves las cosas fuera de su sitio.

Él asintió con la cabeza y la dejó sola. Las siguientes horas pasaron sin incidentes. A Helen le gustaba conversar con las personas que iban a comprar las entradas, y en varias
ocasiones, cuando las familias le parecían pobres, se inventó un sinnúmero de asombrosas razones para decirles que habían ganado entradas gratis.
Ya se había propagado el rumor de que era la mujer de Zayn , y muchos de los empleados del circo se inventaron excusas para pasar por allí y satisfacer su curiosidad sobre ella. Tanta cordialidad extrañó a Helen . Reconoció a algunos de los hombres que se ocupaban de los tenderetes, a algunos payasos y a varios miembros de la familia Lipscomb, que realizaba un número ecuestre. Se dio cuenta de que algunas de las chicas tenían que disimular para
ocultar los celos que sentían porque ella hubiera logrado pescar a Zayn Malik ; Helen
apreció el gesto. Por primera vez, sintió un atisbo de esperanza. Tal vez las cosas resultaran bien después de todo.

Quizá la persona más interesante que se presentó ante ella fue Louis William Pepper, el padre de Jenn . Apareció con sus ropas de trabajo: un mono blanco ceñido a la cintura por un ancho cinturón de color oro con unas cintas doradas que adornaban el escote y los tobillos.

Una chica llamada Charlene ya le había dicho que Louis y Zayn eran los hombres más atractivos del circo, y tuvo que darle la razón. Louis William Pepper le recordaba a una versión más baja de Sylvester Stallone, lleno de músculos, actitud arrogante y acento neoyorquino. Tenía un atrayente aspecto de tío rudo, aunque por la manera que tuvo de examinarla de arriba abajo Helen supo que era un redomado mujeriego. Se recostó en la esquina del escritorio
con las piernas extendidas; la perfecta imagen de un hombre que se sentía a gusto con su cuerpo.

—Así que procedes del circo, ¿no?

Él le hizo la pregunta con el tono agresivo y casi acusatorio que muchos neoyorquinos
empleaban para preguntar cualquier cosa y Helen tardó un momento en darse cuenta de a qué se refería.

—¿Yo? Oh, no. Mi familia no forma parte del circo.
—Eso lo hará todo más difícil para ti. En el circo de los Hermanos Wide no eres nadie si no puedes justificar tu ascendencia circense en un mínimo de tres generaciones.Simplemente pregúntale a Emi .
—¿A Emi ?
—Es la dueña del circo. Emi Wide . Es una de las voladoras más famosas del mundo. Trapecista —dijo él cuando vio su expresión confusa. —Ahora entrena a los hermanos Tolea, que actúan con nosotros. Son rumanos. También hace la coreografía de
otros números, supervisa el vestuario y otras cosas por el estilo.
—Si el circo es suyo, ¿por qué no lo dirige ella en vez de Zayn ?
—Ése es un trabajo de hombres. El gerente tiene que tratar con borrachos, peleas con
cuchillo, discusiones. A Emi no le gustan esas cosas
—Aún no la conozco.
—Es que se ha ido unos días. Lo hace en ocasiones, cuando las cosas se ponen feas por aquí.

Debió de resultar evidente que ella no comprendía lo que él había querido decir, así que se lo explicó.

—A Emi le gustan los hombres. Sin embargo, no está demasiado tiempo con ninguno.
Es un poco esnob. No se enrolla con nadie que no proceda de una antigua familia del circo.

La imagen que se había formado de la dueña del circo, una viuda entrada en años, se desvaneció de la mente de Helen . El gesto tirante en la boca de Louis hizo que se
preguntara si Emi Wide no significaría algo para él.

—En mi caso, mi viejo era carnicero en Brooklyn. Me marché con un circo ambulante el día que me gradué en el instituto y nunca miré atrás. —La miró con algo de rabia, como si esperara que discutiera con él.—Sin embargo mis hijos sí tienen sangre circense en las venas gracias a su madre.
—No creo haberla conocido.
—Eleanor murió hace dos años, pero nos divorciamos hace doce, por lo que no estoy
exactamente de luto. Ella odiaba el circo, aunque había crecido en él, y por esa razón se mudó a Wichita y se licenció en la universidad, pero a mí me gusta este mundo y me quedé aquí.

Así que Jenn también había perdido a su madre. Helen quiso saber aún más.

—Entonces tus hijos viven contigo, ¿no?
—Jenn vivía en Wichita con su madre, pero Eleanor tenía problemas para manejar a los
chicos, así que se vinieron a vivir conmigo cuando eran muy jóvenes. Desde ese día, hice una función con ellos. Matt y Rob tienen ahora veinte y veintiún años. Son unos demonios, ¿pero qué puedes esperar siendo yo su padre?


Helen no estaba interesada en los diabólicos hijos de Louis e ignoró la inconfundible nota
de orgullo en su voz.


—Entonces, ¿Jenn acaba de venirse a vivir contigo?
—Llegó el mes pasado, pero suele pasar conmigo un par de semanas en verano. Aunque claro, no es como vivir aquí todo el año.

Cuando lo vio fruncir el ceño, se dio cuenta de que la situación no estaba resultando como él había planeado, pero Helen ya tenía suficientes dificultades con su propio padre como para sentir otra punzada de compasión hacia Jenn . No era de extrañar que fumara y se enamorara de hombres mayores que ella.Aunque Louis Pepper era innegablemente
atractivo, no parecía ser el más paciente de los padres.

—Ya he conocido a Jenn . Parece una chica muy sensible.
—Demasiado sensible diría yo. Ésta es una vida dura y Jenn es demasiado blanda. —
Louis se levantó bruscamente. —Me voy antes de que comience a llegar la gente.
Encantado de conocerte, Helen .
—Igualmente.

Cuando llegó a la puerta le dirigió otra de esas miradas de rompecorazones.

—Zayn es un hombre afortunado.

Ella sonrió educadamente y deseó que también Zayn pensase de esa manera.
Sólo después de que comenzara la segunda función pudo Helen abandonar la taquilla y
observar la actuación de Zayn . Esperaba que volver a ver el espectáculo diluyera la
impactante sensación que había experimentado la noche anterior, pero la habilidad de su marido le pareció todavía más impresionante. ¿Dónde había aprendido a hacer esas cosas?

Hasta que no terminó la función no recordó que debía acabar de ordenar la caravana.
Regresó rápidamente y estaba abriendo la puerta cuando Vi , con Frankie encaramado de nuevo a sus hombros, la llamó. Al ver a Helen , el mono comenzó a chillar inmediatamente y a taparse los ojos.

—Cállate, bicho malo. Ven, Helen , quiero enseñarte una cosa.

Helen cerró la puerta de la caravana con rapidez, antes de que Vi pudiese ver el
desorden del interior y se diera cuenta de la terrible ama de casa que era. La joven la tomó del brazo y la condujo por la hilera de caravanas. A la izquierda pudo ver a Jack Daily. El maestro de ceremonias, hablando con Zayn mientras los trabajadores comenzaban a apilar las gradas.

—¡Ay! —Helen dio un chillido cuando sintió un fuerte tirón del pelo.

Frankie chilló.

—Niño malo —canturreó Vi , mientras Helen se colocaba lejos del alcance del chimpancé. —Ignóralo. En cuanto comprenda que no le haces caso te dejará en paz.

Helen decidió no decirle lo mucho que dudaba que eso sucediera. Rodearon la última caravana y Helen soltó un jadeo sorprendida al ver a muchos de los
artistas, todavía con ropa de actuación, alrededor de una mesa plegable sobre la que había una tarta rectangular con unos novios de plástico en el centro. Madeline, la chica que había conocido antes, estaba cerca del pastel, junto con Louis Pepper y sus hijos, el más joven de los Lipscomb, varios payasos y otros muchos empleados que había conocido antes. Sólo Jenn parecía haberse quedado al margen.

Sonriendo ampliamente, Jack Daily empujó a Zayn hacia delante mientras Madeline
levantaba las manos como un director de orquesta.

—Atención todos. ¡Felicidades! ¡Felicidades!

Mientras el grupo cantaba, a Helen se le empañaron los ojos. Esas personas apenas la conocían, pero le tendían una mano amistosa. Después de la fría ceremonia que había sido su boda, la joven se recreó en la intimidad de ese momento. En esa improvisada reunión de los amigos de Zayn , se sintió como si estuviera asistiendo a una verdadera celebración, a una aceptación de que había ocurrido algo realmente personal, como si aquello no fuera un castigo de su padre sino una ocasión feliz.

—Gracias —susurró ella cuando terminaron de cantar. —Gracias de todo corazón.

Miró a Zayn , y la felicidad de la joven se evaporó al ver su expresión rígida y gélida.
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Mensaje por Most Jue 27 Ago 2015, 11:34 pm

Jajaja guay que aparezca más,  aunque no me esperaba que fuera rubia;)  Al fin conocemos a Helen, sabe que nosotras vamos a aer sus amigas (o sea, el chimpancé y yo). Pobre Jenn, es muy sensible y Emi una ligona;) Anny! Espero que la sigas pronto!
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Mensaje por Jenn Goodenough Vie 28 Ago 2015, 7:28 am

Me encantaron los capitulos Anny!!
Me encantan Vi y el chimpance con el chinpance no puede evitar acordarme de Louis en el Videoclip de SMG!!
Wow esperate, estpy enamorada de Zayn??? Pero como hable asi a Helen?? La trate fatal!! Helen si lees esto sabes que yo jamas te diria eso de verdad te quiero demasiado jajajaokya
Espera que no he acabado con mi asombro, Louis es mi padre!!??!!?? Y Eleanor mi madre?? Eleanor?? De verdad?? No lo superare jamas jajajaja ohh pobre bueno me dio pena que este muerta mi madre! Osea que soy una balnda genial papa!
Bueno Anny perdon que me tarde en comentar pero bueno ame los capitulos y espero que la puedas seguir pronto
Besos xx
Jenn Goodenough
Jenn Goodenough


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Mensaje por Anny Evans Vie 28 Ago 2015, 8:01 pm

Jajajajajajaja :')
Me dieron. Risa sus comentarios
Son preciosos
Y yo se Jenn
Aún quedan sorpresas para ti ;)
Y para Vi también ;)
Y quedan para Emi también
Jajajajajajaja Emi tam ligona
Ya la sigo!
Anny Evans
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Mensaje por Anny Evans Lun 31 Ago 2015, 9:16 pm



Capítulo 26
♥♥ ♥♥ ♥♥

La gente fue guardando silencio poco a poco. Se dieron cuenta de la reacción de Zayn y supieron que algo iba mal.

«Por favor, no lo hagas —pensó ella. —Quiero que sean mis amigos. Por favor finge ser feliz.»

Algunas mujeres se miraron de reojo. La certeza de que Zayn era un novio radiante
desapareció con rapidez y Helen observó cómo varias miradas se posaban en su barriga para intentar averiguar si estaba embarazada.

Helen se obligó a hablar:

—Nunca había tenido una sorpresa tan agradable. ¿Y tú, Zayn ?

Hubo un largo silencio antes de que él asintiera con la cabeza. La joven levantó la barbilla y forzó una sonrisa.

—La tarta parece deliciosa. Apuesto lo que sea a que todos queréis tomar un trozo. —Miró fijamente a Zayn , suplicándole en silencio que colaborara. —Ven, vamos a cortarla los dos juntos.

El silencio pareció extenderse infinitamente.
—Tengo las manos sucias. Hazlo tú.

Con las mejillas ardiendo de vergüenza, Helen se acercó a la mesa plegable, cogió un cuchillo y comenzó a cortar la tarta en porciones cuadradas. Continuaron en silencio mientras ella intentaba fingir que no pasaba nada.

—No puedo creer que improvisarais esto con tanta rapidez. ¿Cómo demonios lo habéis
hecho?

Vi movió los pies con inquietud.

—Esto... er... no fue tan difícil.
—Bueno, pues estoy impresionada. —Con las mejillas diciéndole por el esfuerzo de
sonreír, Helen cortó el primer trozo de tarta, lo colocó en un plato de cartón y se lo dio a
Zayn .
Él lo tomó sin decir palabra.
El silencio se hizo más ensordecedor. Finalmente, Vi se acercó con rapidez, mirando a los novios con nerviosismo.

—Siento que sea de chocolate. Tuvimos poco tiempo, y en la pastelería no había tartas de boda.

Helen la miró con gratitud al ver que intentaba aliviar la tensa situación.

—La tarta de chocolate es mi favorita.

Zayn colocó el plato sobre la mesa tan bruscamente que el intacto trozo de pastel se tambaleó y cayó de lado.

—Perdonad. Tengo mucho trabajo que hacer. Gracias por todo.

A Helen le tembló la mano cuando le pasó un plato a Madeline. Alguien soltó una risita
maliciosa. Helen levantó la cabeza y vio que era Jenn.
La adolescente le dirigió una sonrisa triunfal y corrió detrás de Zayn .
—¿Quieres que te eche una mano?
—Claro, cariño. —La voz cálida y afectuosa de Zayn respondiéndole a Jenn , llegó a
través de la brisa nocturna. —Tenemos problemas con uno de los camiones de carga. Puedes ayudarme a comprobarlo.

Helen parpadeó con fuerza. Era de lágrima fácil, pero si lloraba ahora nunca podría
volver a enfrentarse a esas personas.

—¿Un trozo de tarta? —Tendió un plato hacia un hombre rubio con barba y aspecto de surfista. Recordó que se había presentado como Christian Grey , el domador de elefantes, cuando había ido a conocerla al vagón rojo.

Él lo tomó sin mediar palabra y le dio la espalda para decirle algo a uno de los payasos.

Madeline dio un paso adelante para ayudar a Helen , pensando, sin duda, quiera mejor
acabar lo antes posible. Los demás artistas fueron cogiendo el trozo de tarta que les
correspondía y, uno a uno, se fueron marchando.
Al cabo de un rato, sólo quedaron Vi y ella.

—Lo siento, Helen . Pensé que era una buena idea, pero debería haber supuesto que a Zayn no le parecería bien. Es muy reservado. Él ni siquiera se había molestado en mencionarle a sus amigos que se había casado.

Helen forzó otra sonrisa.

—Todas las parejas tardan algún tiempo en adaptarse al matrimonio.

Vi recogió los restos de la tarta y se los ofreció a Helen .
—Venga, ¿por qué no te llevas lo que queda?

Helen pudo sentir la bilis en la garganta cuando los cogió; su único deseo era perder de vista aquella tarta.

—¡Santo cielo! Sí que se ha hecho tarde. Y tengo un montón de cosas que hacer antes de acostarme —dijo, y huyó de allí.

Durante las horas siguientes, mientras desmontaban el circo para llevarlo al siguiente pueblo, ella se dedicó a recolocar todo dentro de los armarios. Se sentía invadida por una sensación de desesperación y un infinito cansancio que hacía que apenas pudiera mantenerse en pie, pero a pesar de ello siguió trabajando.
Los caros pantalones de marca que llevaba puestos estaban completamente sucios y la
blusa se le pegaba a la piel, pero no le importaba. Quería que esas personas fueran amigos suyos, pero ahora que sabían lo poco que le importaba a Zayn y lo que éste pensaba de su matrimonio, ya no lo serían. La pequeña fiesta improvisada y la tarta habían sido una pequeña bendición para ella, pero su marido la había estropeado.
Zayn entró en la caravana, que todavía parecía tan desordenada como cuando ella llegó, poco después de medianoche. Aunque Helen había limpiado y organizado los armarios, no había tenido ni tiempo ni energía para hacer nada más. Los platos sucios seguían amontonados en el fregadero y la cacerola llena de costra estaba sobre el fogón.

Él apoyó las manos en las caderas y examinó los muebles sucios, la polvorienta superficie de la mesa y los restos de la tarta de boda.

—Pensé que ibas a limpiar esto. Pero ya veo que sigue igual de sucio.

Ella apretó los dientes.

—Los armarios están limpios.
—¿A quién coño le importan los armarios? ¿No sabes hacer nada bien?

Helen no lo pensó. Llevaba horas trabajando, su matrimonio era una farsa y había sido
humillada en público por un hombre que había jurado honrarla ante Dios. Con rapidez, recogió la tarta con una mano y se la lanzó.

—¡Eres un imbécil!

Zayn extendió las manos automáticamente para impedir que se la arrojara, pero no fue lo suficientemente rápido. La tarta le dio en el hombro y se deshizo en mil pedazos.
Ella observó el desastre con una curiosa indiferencia. Trocitos de tarta y azúcar glas
habían volado por todas partes. Una pegajosa sustancia blanca salpicaba el pelo, las cejas e incluso las pestañas de Zayn . Los pedazos de chocolate que se le habían quedado pegados a la mandíbula cayeron sobre el hombro de su camiseta. La indiferencia de Helen desapareció cuando vio que se ponía rojo.

Iba a matarla.
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Mensaje por Anny Evans Lun 31 Ago 2015, 9:36 pm



Capítulo 27
♥♥ ♥♥ ♥♥

Él intentó limpiarse los ojos a la vez que se movía hacia ella. Helen se apartó de su camino y, aprovechando la ceguera temporal de Zayn , salió corriendo por la puerta.

Miró frenética a su alrededor, buscando un lugar seguro donde esconderse. Habían
desmontado el circo. Las carpas más pequeñas estaban cerradas y la mayoría de los camiones se habían marchado. Tropezó con un matorral y acabó refugiándose en un
estrecho espacio entre dos furgonetas. El corazón le golpeaba con fuerza contra las costillas.
¿Qué había hecho?


Dio un respingo al oír la voz de un hombre y se deslizó más profundamente en las
sombras, chocando contra algo sólido. Sin mirar lo que era, se apoyó allí mientras
recobraba el aliento. ¿Cuánto tiempo tardaría en encontrarla? Y... ¿qué haría luego con ella?

Sintió un gruñido justo detrás de la oreja.
Tenía el cabello recogido y el cuello expuesto; un helado escalofrío le recorrió la espalda.

Se volvió con rapidez y se quedó mirando fijamente un par de ojos color oro pálido.
Se quedó paralizada. Sabía qué clase de bestia era aquélla. Sabía que tenía ante sí a un tigre, pero era incapaz de asimilarlo.
El animal estaba tan cerca que ella sintió su aliento en la cara. El tigre dejó al descubierto
los dientes, un arma afilada y letal. Helen olió su esencia y oyó cómo aquel ronco gruñido de intimidación aumentaba de volumen hasta convertirse en un rugido cruel. Salió de su parálisis saltando hacia atrás cuando el animal embistió contra los barrotes de hierro que los separaban.

Helen chocó con violencia contra algo sólido y humano, pero no pudo arrancar la vista del
tigre. Una alarma comenzó a sonar en su cabeza. En ese momento, la bestia parecía la reencarnación de toda la maldad del mundo y la joven sintió como si esa malevolencia fuera dirigida hacia ella. Como si de alguna manera, en esa salvaje noche de Carolina del Sur, hubiera encontrado su destino.

Se dio la vuelta, incapaz de soportar la intensa mirada de esos ojos dorados por más tiempo. Al volverse se topó con una cálida fortaleza detrás de ella y supo que había encontrado un santuario.


Luego sintió algo áspero bajo la mejilla. Los acontecimientos, el miedo, el cansancio y
todos los angustiosos cambios en su vida durante los últimos dos días la abrumaron y se echó a llorar.


La mano de Zayn fue sorprendentemente suave cuando la tomó por la barbilla para
obligarla a mirarle a la cara. Helen se encontró con otro par de pálidas pupilas, tan
parecidas a los dorados ojos del tigre, que sintió como si hubiera escapado de una bestia para caer en las garras de otra.

—Sinjun no puede lastimarte, Helen . Está en una jaula.
—¡Eso no importa! —La histeria se apoderó de ella.

¿Acaso no se daba cuenta de que una jaula no podía protegerla de lo que había visto en
los ojos de ese enorme felino?

Pero él no lo entendía y ella nunca podría explicarle la fugaz sensación de haber tenido
un encuentro cara a cara con su propio destino. Se apartó de él.

—Lo siento. Tienes razón. Soy una estúpida.
—Y no por primera vez —dijo él con seriedad.

Helen levantó la mirada hacía él. Aún manchado de pastel y azúcar glas, tenía un aspecto feroz, magnífico y aterrador; igual que el tigre. Se dio cuenta de que a Zayn le temía de otra manera, de una que no comprendía por completo, sólo sabía que era algo que iba más allá de la amenaza física. Era más que eso. De alguna manera sentía que su marido podía dañarle el alma.

Helen había llegado a los límites de su resistencia. Habían sido demasiados cambios, demasiados conflictos, y no tenía ganas de luchar más. Estaba cansada hasta lo más profundo de su ser y apenas tenía fuerzas para hablar.

—Supongo que ahora me amenazarás con algo horrible.
—¿No crees merecerlo? Sólo los niños tiran las cosas, no los adultos.
—Tienes razón, por supuesto. —Se apartó el pelo de la cara con una mano temblorosa. —
¿De qué va esto, Zayn ? ¿Humillación? Ya he tenido bastante por esta noche. ¿Desprecio? También he tenido suficiente. ¿Odio? No, eso no funcionará; estoy demasiado entumecida para sentirlo. —Hizo una pausa, vacilando. —Me temo que tendrás que recurrir a algo
distinto.

Mientras la miraba, le pareció tan infeliz que algo se ablandó en el interior de Zayn . Sabía que Helen le tenía miedo —se había asegurado de ello— y aun así seguía sin poderse creer que la joven hubiera tenido el valor suficiente como para tirarle la tarta. Pobre cabeza hueca.
No se le había ocurrido pensar que había sido como atacarle con las garras de un
gatito.


La sintió temblar bajo sus manos. Helen había guardado las garras y sus ojos sólo
mostraban desesperación. ¿Sabía ella que su rostro reflejaba cada uno de sus sentimientos?

Se preguntó con cuántos hombres se habría acostado. Probablemente ni ella misma lo
sabía. A pesar de su inocente apariencia, estaba claro que le gustaban los placeres de la vida. También era un poco atolondrada y no le costaba imaginársela en la cama de
cualquier playboy, sin ni siquiera saber cómo había llegado hasta allí.

Al menos eso era algo que se le daba bien. Mientras la observaba tuvo que contener el
repentino deseo de cogerla en brazos y llevarla de vuelta a la caravana, donde la dejaría en la cama y satisfaría todas las preguntas que comenzaba a hacerse.

¿Cómo se verían cada uno de esos rizos sueltos y extendidos como cintas oscuras sobre la almohada? Quería observarla desnuda sobre las sábanas arrugadas, ver la palidez de su piel contra la de él, más oscura; sopesar sus pechos con las manos. Quería olerla y sentir sus caricias.

El día anterior, tras la boda, se había dicho a sí mismo que no era el tipo de mujer con la
que se acostaría, pero eso había sido antes de atisbar aquel redondo trasero bajo la
camiseta cuando la despertó esa mañana. Había sido antes de observarla en la camioneta, cruzando y descruzando esas largas piernas, dejando colgada la sandalia del dedo gordo del pie. Tenía los pies bonitos y pequeños, con un empeine alto y delicado y las uñas pintadas del mismo color rojo que el manto de una virgen ortodoxa.
No le gustaba que otros hombres supieran más de las apetencias sexuales de su esposa que él mismo. Pero también sabía que era cuestión de tiempo. No podía tocarla hasta asegurarse de que ella entendía cómo serían las cosas entre ambos. Y para entonces, había muchas posibilidades de que Helen cogiera la maleta y se largara.

La tomó del brazo y la llevó a la caravana. Por un momento, Helen se resistió, y luego
cedió.

—De verdad, comienzo a odiarte —dijo débilmente. —Lo sabes, ¿no?

A él le sorprendió que aquellas palabras le dolieran, sobre todo cuando eso era
exactamente lo que quería que ella hiciera.
Helen no estaba hecha para una vida tan dura y él no tenía ningún deseo de alargar aquella situación indefinidamente. Era lo mejor que podía hacer.

—Quizá sea lo mejor.
—Hasta ahora nunca había odiado a nadie. Ni siquiera a Isabel o a mi padre, y ellos me
han dado razones suficientes para hacerlo. Pero a ti no te importa lo que sienta por ti,
¿verdad?
—No.
—Creo que nunca he conocido a nadie tan frío.
—Seguro que no. —«Frío, Zayn . Eres tan frío.» Se lo había oído decir a muchas mujeres antes que a ella.

Mujeres de buen corazón. Mujeres competentes e inteligentes que habían merecido algo más que un hombre cuyos sentimientos habían desaparecido mucho tiempo antes de conocerlas.

Cuando era joven había pensado que una familia podría curar esa parte herida y solitaria de su interior. Pero mientras buscaba una relación duradera había herido a esas mujeres de buen corazón y se había probado a sí mismo que no tenía sentimientos para amar a ninguna, ni aunque hubiera sido su intención hacerlo.

Llegaron a la caravana. Pasó junto a Helen al llegar a la puerta y se metió dentro.

—Voy a darme una ducha. Te ayudaré a limpiar cuando salga.

Ella lo detuvo antes de que llegase al baño.

—¿No podrías haber fingido ser feliz esta noche?
—Soy como soy, Helen . Yo no finjo. Nunca.
—Estaban tratando de ser amables. ¿Te costaba tanto disimular un poco?

«¿Como podía explicárselo para que lo entendiera?»

—Creciste protegida, Helen , pero yo lo hice de la manera más cruda. Mucho más cruda
de lo que puedas imaginar. Cuando creces así, tienes que aprender a protegerte de alguna manera, tienes que aferrarte a algo que impida que te conviertas en una bestia. En mi caso fue el orgullo. Nunca me doblego. Jamás.
—No puedes condicionar tu vida por eso. El orgullo no es tan importante como otras
cosas.
—¿Como cuáles?
—Como... —Ella vaciló, como si supiera que a él no le iba a gustar nada lo que estaba a
punto de decir. —Como el cariño y la compasión. Como el amor.

Él se sintió viejo y cansado.

—El amor no existe para mí.
—Existe para todo el mundo.
—No para mí. No te hagas ideas románticas conmigo, Helen . Sólo sería una pérdida de
tiempo. He aprendido a vivir según mis reglas. Intento ser honesto y lo más justo posible. Por este motivo paso por alto que me hayas tirado la tarta. Comprendo que esto es duro para ti y supongo que lo estás haciendo lo mejor posible. Pero no confundas justicia con sentimientos. No soy un sentimental. Puede que eso de las emociones funcione con otras personas, pero no conmigo.
—Esto no me gusta —susurró ella, —no me gusta nada.
—Has caído en manos del diablo, cariño. Cuanto antes lo aceptes, mejor será para ti —dijo él cuando por fin habló con una voz que nunca había sonado tan triste.

Zayn entró en el baño, cerró la puerta y apretó los párpados, intentando apartar de su mente el juego de emociones que había visto cruzar por el rostro de su esposa.

Había visto de todo: cautela, inocencia y una esperanza casi aterradora de que quizás él no fuera tan malo como parecía.

Pobre cabeza hueca.
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Mensaje por Anny Evans Lun 31 Ago 2015, 9:58 pm



Capítulo 28
♥♥ ♥♥ ♥♥

—Vete.
—Es mi último aviso, cara de ángel. Dentro de tres minutos nos vamos.

Helen abrió los ojos lo justo como para echarle una ojeada al reloj y ver que eran las cinco de la madrugada. No pensaba ir a ninguna parte a esas horas, así que se acurrucó aún más bajo las mantas y volvió a dormirse. Lo siguiente que supo fue que Zayn la cogía en brazos.

—¡Eh! —gritó. —¿Qué haces?

Sin decir ni una palabra, Zayn la sacó al gélido aire matutino, la metió dentro de la cabina de la camioneta y dio un portazo. La fría tapicería de vinilo contra sus piernas desnudas espabiló a Helen de golpe y le hizo recordar que sólo llevaba puesto una camiseta y unas diminutas bragas azules. Él subió por el otro lado y unos instantes más tarde abandonaban el lugar.

—¿Cómo has podido? ¡Sólo son las cinco de la madrugada! ¡Nadie se levanta tan
temprano!
—Nosotros sí. Tenemos que ir a Carolina del Norte.

Zayn parecía bien despierto. Se había afeitado y se había puesto unos vaqueros y una camisa roja. Él deslizó los ojos por las piernas desnudas de Helen .

—Espero que la próxima vez te levantes cuando te lo diga.
—¡No estoy vestida! Tienes que dejarme coger la ropa. Y necesito maquillaje. ¡Mi pelo...! ¡Tengo que lavarme los dientes!

Él metió la mano en el bolsillo y sacó un aplastado paquete de chicles Dentyne.
Ella se lo arrebató, sacó dos y se los metió en la boca. Volvió a recordar los
acontecimientos de la noche anterior.

Escudriñó la cara de Alex buscando algún rastro de resentimiento, pero no lo encontró. Estaba demasiado cansada y deprimida para volver a discutir, pero si no le replicaba, parecería que se había rendido y que hacía lo que él quería.

—Va a ser duro para mí quedarme aquí después de lo que sucedió anoche.
—No te iba a resultar fácil de todas maneras. —Soy tu esposa —dijo Helen con voz queda— y también tengo mi orgullo. Anoche me humillaste delante de todo el mundo y no me lo merecía.

Él no dijo nada y, si no hubiera sido por la manera en que frunció los labios, Helen habría pensado que no la había oído.
Se sacó el chicle de la boca y lo guardó en el envoltorio.

—Por favor, para y déjame coger mis cosas.
—Deberías haberlo hecho antes.
—Estaba dormida.
—Te avisé.
—Eres un robot. ¿Acaso no tienes sentimientos?

Ella tiró del bajo de la camiseta para taparse todo lo posible.

Zayn bajó la mirada a los desnudos muslos de Helen .

—Oh, claro que tengo sentimientos. Pero no creo que sean los que tú quieres.

Ella siguió intentando bajarse la camiseta.

—Quiero mi ropa.
—Te desperté con tiempo de sobra para vestirte.
—Lo digo en serio, Zayn . Esto no es divertido. Estoy casi desnuda.
—De eso ya me doy cuenta.
—¿Te excito? —preguntó Helen bruscamente a causa del sueño que tenía.
—Sí.

Eso sí que no se lo esperaba. Había pensado que él le respondería con su habitual desdén. Al recobrarse de la sorpresa, le lanzó una mirada feroz.


—Vaya... qué pena. Porque yo no siento ningún interés por ti. Por si no lo sabías, el
cerebro es el órgano sexual más importante, y mi cerebro no está interesado en hacer nada contigo.
—¿Tu cerebro?
—Tengo cerebro, ¿sabes?
—Jamás lo he dudado.
—¿Cómo que no? No soy estúpida, Zayn . Puede que mi educación no fuera demasiado convencional, pero te aseguro que fue muy completa.
—Tu padre no está de acuerdo.
—Lo sé. Le gusta decir a todo el mundo que soy una inculta porque mi madre me sacaba
del colegio cada dos por tres. Pero cada vez que Elizabeth hacía un viaje interesante, me llevaba con ella si creía que podría ser beneficioso para mí. Algunas veces pasaban meses antes de que regresara al colegio. A veces, ni siquiera volvía, pero ella se aseguraba de que siguiera estudiando.

—¿De qué manera?
—Siempre le pedía a quienquiera que fuera a visitarla o pasara algún tiempo con ella, que me enseñara algo de provecho.
—Pensaba que tu madre sólo trataba con estrellas de rock.
—Aprendí bastante sobre alucinógenos.
—Me lo imagino.
—Pero también estábamos con otro tipo de gente. Fue la princesa Margarita la que me
enseñó todo lo que sé sobre la historia de la familia real británica.

Él clavó los ojos en ella.

—¿Hablas en serio?
—Claro. Y no fue la única. Crecí rodeada de gente famosa. —Helen no quería que Zayn
pensara que se estaba jactando, así que omitió mencionar la espectacular puntuación que había obtenido en las pruebas de acceso a la universidad. —Te agradecería que dejaras de poner en duda mi inteligencia. Si en cualquier momento te apetece hablar de Platón, estoy dispuesta.
—He leído a Platón —dijo él a la defensiva.
—¿En griego?

Tras eso, viajaron en absoluto silencio hasta que, finalmente, Helen se quedó dormida. En
sueños buscó una posición más cómoda y acabó apoyándose en el hombro de Zayn .
Un mechón de su pelo se agitó con la brisa y acarició los labios de Zayn . Él lo dejó jugar
allí un rato, rozándole la boca y la mandíbula. Ella olía a un perfume dulce y caro, como a
esencia de flores silvestres en una joyería.
Helen tenía razón sobre lo que había ocurrido la noche anterior. Se había portado como un tonto. Pero era porque lo habían cogido por sorpresa. No quería que se celebrara algo que no tenía ninguna importancia. Si él no tomaba precauciones, ella se tomaría ese matrimonio muy en serio.

Pensó que nunca había conocido a una mujer con tantas contradicciones. Ella había dicho que él era como un robot sin sentimientos,pero se equivocaba. Claro que tenía sentimientos.
Sólo que no eran los que ella quería; la vida le había enseñado a Alex que era incapaz de
tenerlos.

Se dijo a sí mismo que tenía que prestar atención a la carretera, pero no pudo resistirse a mirar hacia abajo, al cálido y delgado cuerpo que se acurrucaba contra él.

Helen tenía las piernas recogidas sobre el asiento y, finalmente, había perdido la batalla contra la camiseta que se le había subido y mostraba la suave curva interior del muslo. Los ojos de Zayn cayeron sobre las diminutas bragas. Cuando el calor se le concentró en la ingle, apartó la mirada
enfadado consigo mismo por someterse a esa tortura.
«Dios, era tan hermosa.»
Anny Evans
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CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)  - Página 7 Empty Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)

Mensaje por Anny Evans Mar 01 Sep 2015, 7:49 pm



Capítulo 29
♥♥ ♥♥ ♥♥

Y además era tonta y mimada, y más superficial de lo que nadie podía imaginar. Nunca había conocido a una mujer que se pasara tanto tiempo delante del espejo. Pero a pesar de todos esos defectos, Zayn tenía que admitir que Helen no era la joven egoísta y egocéntrica que él había creído que era. Poseía una inesperada y perturbadora dulzura que la hacía
parecer más vulnerable de lo que él quería.

Cuando Helen salió de los servicios del bar de carretera donde le acababa de pedir un
cigarrillo a una señora, vio que Zayn estaba ligando de nuevo con una camarera. Aunque él le había dejado claro que no tenía intención de tomarse en serio su matrimonio, verlo actuar de esa manera la deprimió. Cuando lo observó asentir con la cabeza a algo que le había dicho la camarera, Helen se dio cuenta de que su marido le estaba dando la excusa perfecta para ignorar los votos matrimoniales. La horrible escena de la tarta y lo que él había dicho después deberían haberla liberado de su compromiso.

Él no tenía intención de mantener los
votos, ¿por qué tendría que hacerlo ella?
Porque su conciencia no le ofrecía otra opción. Reunió valor y, componiendo una sonrisa, se dirigió hacia el reservado de vinilo naranja. Ni la camarera ni Zayn le prestaron atención cuando se deslizó en el asiento. Una tarjeta identificativa con forma de tetera indicaba que la chica se llamaba Melissa (:3). Estaba muy maquillada, pero no se podía negar su belleza. Y Zayn parecía un hombre encantador que le ofrecía una amplía y perezosa sonrisa y una
mirada apreciativa.

Por fin él pareció darse cuenta de la presencia de Helen.

—¿Ya de vuelta, hermanita?

«¡Hermanita!»

Él le dirigió una sonrisa desafiante.

—Melissa y yo estamos conociéndonos.
—Estoy tratando de convencer a tu hermano de que me espere —dijo Melissa . —Termino el turno en una hora.

Helen supo que si no ponía fin a ese tipo de cosas de inmediato, Zayn pensaría que podía ignorar alegremente sus responsabilidades durante seis meses. Se inclinó hacia delante y le dio a la camarera una palmadita en la mano que tenía apoyada en la mesa.

—Eres una buena chica, cariño. Se ha mostrado muy tímido con las mujeres desde que le diagnosticaron ese problema médico. Yo no hago más que decirle que los antibióticos hacen milagros y que no debe preocuparse por esas molestas enfermedades de transmisión sexual.

La sonrisa de Melissa vaciló. Clavó los ojos en Helen , luego en Zayn y palideció.

—El jefe me echará una bronca si hablo demasiado tiempo con los clientes. Tengo que irme. —Se alejó apresuradamente de la mesa.

La taza de café de Zayn tintineó sobre el platillo.


Helen se enfrentó a él.

—Ni se te ocurra decir nada, Zayn . Hemos hecho unos votos sagrados.
—Pero yo no creo en ellos.
—Eres un hombre comprometido. Y los hombres comprometidos no ligan con las
camareras. Por favor, procura no olvidarlo.

Él le gritó de vuelta a la camioneta, insultándola con palabras tales como «inmadura», «egoísta» o «intrigante». Sólo se calló cuando se pusieron en marcha.
Habían recorrido en silencio casi dos kilómetros cuando ella creyó oír lo que parecía una risita ahogada, pero cuando lo miró, vio la misma cara severa y seria de siempre. Como sabía que el alma rusa del oscuro Zayn Malik no poseía ni la más mínima pizca de sentido del humor, dio por hecho que se había equivocado.


Al atardecer, Helen estaba muy cansada. Sólo esforzándose al máximo había sido capaz de terminar de limpiar la caravana, de ducharse, de preparar algo de comer y de llegar al vagón rojo a tiempo de atender la taquilla. Se habría demorado mucho más si Zayn no hubiera limpiado los restos de tarta la noche anterior. Dado que había sido ella la que la había tirado, había sido una sorpresa que la ayudara.

Era sábado y escuchó sin querer las breves conversaciones que mantenían los
trabajadores que se acercaban a recoger los sobres de su paga. Zayn le había contado que algunos de los trabajadores que montaban las carpas y trasladaban el equipo eran alcohólicos y drogadictos, pero que los sueldos bajos y las malas condiciones no atraían a empleados más estables. Algunos llevaban años trabajando en el circo sólo porque no tenían otra parte donde ir. Otros eran aventureros atraídos por el encanto del mundo circense, pero generalmente nadie duraba mucho tiempo allí.

Zayn alzó la mirada del escritorio cuando Helen entró en la caravana; en su cara se había dibujado lo que ella comenzaba a pensar que era un ceño perpetuo.

—Las cuentas de ayer no cuadran.

Había sido muy cuidadosa al dar el cambio y estaba segura de no haber cometido ningún
error. Acercándose por detrás, miró las hojas pulcramente escritas.

—¿Dónde?

Zayn señaló el libro de ingresos que había encima del escritorio.

—He cotejado los números de las entradas con los recibos. Y no coinciden.

Tardó sólo un momento en darse cuenta de qué era lo que pasaba.

—No coinciden porque regalé algunas entradas de cortesía. Fueron como una docena.
—¿Entradas de cortesía?
—Para las familias pobres, Zayn .
—¿Decidiste ser caritativa?
—No podía aceptar ese dinero.
—Sí podías, Helen . Y de ahora en adelante lo harás. En casi todos los pueblos, el circo es patrocinado por una organización local. Ellos dan pases especiales, y también los doy yo si se da el caso. Pero tú no,¿entendido?
—Pero...
—¿Entendido?

Ella asintió con la cabeza.

—Bien. Si piensas que alguien merece un pase, me lo dices y yo me ocuparé de ello.
—De acuerdo.

Zayn se puso en pie y frunció el ceño.

—Hoy vuelve Emi . Le diré que te busque un maillot para la función. Cuando ella pueda
atenderte, enviaré a alguien para que se ocupe de la taquilla.
—Pero yo no soy artista.
—Esto es el circo, cara de ángel. Todo el mundo es artista.

La curiosidad que sentía por la misteriosa Emi hizo que ignorase la mueca de Zayn .

—Louis me dijo que Emi fue una famosa trapecista.
—Es la última de los Cardoza. Su familia era al trapecio lo que los Wallenda a la cuerda
floja.
—¿Por qué dejó de actuar?
—Podría volver a hacerlo. Emi sólo tiene treinta y pocos años y se mantiene en muy
buena forma, pero dejó de ser la mejor y se retiró.
—Parece que se lo tomó en serio.
—Muy en serio. Mantente tan apartada de su camino como te sea posible. —Zayn se
dirigió a la puerta. —Recuerda lo que te he dicho sobre la caja del dinero. No la pierdas de vista.
—De acuerdo.

Con una brusca inclinación de cabeza, Zayn desapareció.

Helen se encargó de la venta de entradas sin problemas. El flujo de gente cesó en cuanto
empezó la función, y ella se sentó en las escaleras de la caravana para disfrutar de la brisa nocturna.

Miró la casa de fieras y recordó que Sinjun, el tigre, estaba allí dentro. Ese mismo día,
mientras trataba de quitar las peores manchas de la alfombra, había pensado en él, tal vez porque pensar en el tigre era mucho más sencillo que pensar en Zayn . Sentía un inquietante deseo de echar otro vistazo al feroz animal, pero desde una distancia segura.

Un Cadillac antiguo entró en el recinto acompañado de una estela de polvo. De él se apeó una mujer de aspecto exótico con una brillante melena rojiza. Vestía un top ceñido y una falda tipo sarong con una abertura que revelaba unas largas piernas y unas sandalias de pedrería. Grandes aros dorados brillaban bajo la tenue luz entre el pelo despeinado y un par de brazaletes a juego le adornaban las delgadas muñecas.

Mientras la mujer se dirigía hacia la entrada del circo, Helen vislumbró su cara: piel
pálida, rasgos bien definidos y boca voluptuosa enfatizada con un lápiz de labios color carmín. Aquella mujer mostraba tal seguridad en sí misma que era imposible que fuera una visita y Helen supo que sólo podía tratarse de Emily Wide .

Un cliente se acercó a comprar entradas para la segunda función. Helen charló con él
unos minutos y, cuando se fue, Emi había desaparecido. Tan pronto como despachó a
todos los que acudieron a la taquilla, Helen comenzó a curiosear el contenido de un sobre lleno de recortes de viejos periódicos locales.

El número de Zayn con el látigo era mencionado en varios artículos fechados dos años antes y no se volvía a mencionar hasta hacía un mes. Ella sabía que los circos cambiaban las actuaciones y que los artistas iban de un lugar a otro, lo que hizo que se preguntara dónde habría actuado Zayn en la época en que no viajaba con el circo de los Hermanos Wide .

Cuando acabó la primera función apareció uno de los trabajadores, un hombrecillo viejo
y marchito con un lunar en una mejilla.

—Soy Pete. Zayn me ha enviado para que me encargue de la taquilla. Tienes que volver a la caravana para probarte un maillot.

Helen le dio las gracias y se dirigió a la caravana. Cuando entró, se quedó sorprendida al ver a Emily Wide delante del fregadero lavando los platos del almuerzo rápido que Zayn y Daisy habían tomado unas horas antes.

—No tienes por qué fregar eso.

Emi se volvió y se encogió de hombros.

—No me gusta esperar sin hacer nada.
Anny Evans
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