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CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)  - Página 6 Empty Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)

Mensaje por Travis Miér 05 Ago 2015, 2:18 pm

Heeeeeeeeeey ya aparecí corderito<3 sabes que no he estado en casa y pues se me complicaba mucho comentar aunque ovis si leí porque osea es xuebcyerfu pero es que espera, son tantas cosas, primero esta Haden tu comprendes ah y luego Zayn y su voz ronca y sus vaqueros y osea me llevo asi en brazos y eso es hermoso porque ains, son tantas cosas que ruhfgber primero es que no lo supero, es que osea suficiente con que sea un circo, por favor me lo imagino tan agh, y luego que solo hay una cama igh e.e no me quiero imaginar nada corderito, no quiero que mi demonio interior se apoderé de mi xd oh por Dios, estoy muriendo, ay amo a Zayn igh, me beso y no tenía sostén feuycveuyerygrf  CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)  - Página 6 961472736 CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)  - Página 6 961472736 CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)  - Página 6 961472736 CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)  - Página 6 961472736 yo se que me deseas Malik udekfr por favor hermosa, ya comente uhewgyu4r siguela cielo<3 sabes que te adoro corderito, y si subes una Helen empalagosa me poseerá xddd
Travis
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CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)  - Página 6 Empty Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)

Mensaje por Travis Miér 05 Ago 2015, 2:20 pm

yeeeeei pase de pagina, ámame CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)  - Página 6 77880782
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CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)  - Página 6 Empty Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)

Mensaje por Anny Evans Miér 12 Ago 2015, 7:06 pm

EmilyBorja:p escribió:woooooow Zayn dskskjsd okya basta de ser agresivamente sexy!
cuando voy a salir? tengo algo q ver con el circo? xq es cierto Wide..habia olvidado que salia en esta nove como Emily Wide XD
estallo en llamas??
siguela!
Jajajajajajaja también te van los malos ;)
Ya sales ya sales, paciencia pequeña :')
Jajajajajajaja :3 ziii
Anny Evans
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CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)  - Página 6 Empty Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)

Mensaje por Anny Evans Miér 12 Ago 2015, 7:07 pm

Jenn Goodenough escribió:Oh dios Anny ame los capituloooosss!!!
Tienes que seguirlaaaa ajshksnska
No puedo comentar mucho pero mañana vuelvo bueno hoy vuelvo y aunque estara aun mi amiga conmigo esare en mi casa y podre leer y subir y comentar y todo bien akbsksns
Besos
Te amooo!!!
Xx
Ya la sigo cielo :)
Yo también y más :)
Anny Evans
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Mensaje por Anny Evans Miér 12 Ago 2015, 7:16 pm

Most escribió:Estalló en llamas?  Zayn es un pervertido... Pobre Helen, menuda casa que le ha tocado, espero que pueda arreglarla un poco... Bueno, tienes que seguirla Anny!
Una cosa així, és que Zayn és el meu cunyat. Ja la segueixo. ara mateix preciosa. Un petó.
Anny Evans
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Mensaje por Anny Evans Miér 12 Ago 2015, 7:17 pm

Zayn Malik. escribió:
Heeeeeeeeeey ya aparecí corderito<3 sabes que no he estado en casa y pues se me complicaba mucho comentar aunque ovis si leí porque osea es xuebcyerfu pero es que espera, son tantas cosas, primero esta Haden tu comprendes ah y luego Zayn y su voz ronca y sus vaqueros y osea me llevo asi en brazos y eso es hermoso porque ains, son tantas cosas que ruhfgber primero es que no lo supero, es que osea suficiente con que sea un circo, por favor me lo imagino tan agh, y luego que solo hay una cama igh e.e no me quiero imaginar nada corderito, no quiero que mi demonio interior se apoderé de mi xd oh por Dios, estoy muriendo, ay amo a Zayn igh, me beso y no tenía sostén feuycveuyerygrf  CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)  - Página 6 961472736 CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)  - Página 6 961472736 CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)  - Página 6 961472736 CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)  - Página 6 961472736 yo se que me deseas Malik udekfr por favor hermosa, ya comente uhewgyu4r siguela cielo<3 sabes que te adoro corderito, y si subes una Helen empalagosa me poseerá xddd
Ains sabes que amo tus comentarios preciosa. Que si, que la sigo ahora, y con respecto a tu otro mensaje, claro, ya te amo. Y amo a la Helen empalagosa :3 Me guztaaaaaa :3
En fines delfines, me conformo con que te guste :P
Anny Evans
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CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)  - Página 6 Empty Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)

Mensaje por Anny Evans Miér 12 Ago 2015, 7:38 pm



Capítulo 15
♥♥ ♥♥ ♥♥
Helen cerró la puerta de golpe dejando fuera la flor quemada, y se llevó la mano al pecho. ¿Qué clase de hombre podía dominar el fuego?

Notando que el corazón le latía con fuerza bajo la mano, se recordó que estaba en un
circo, un lugar de ilusiones. Zayn debía de haber aprendido algunos trucos de magia en el transcurso de los años y Helen no debería dar rienda suelta a la imaginación.
Se tocó la pequeña marca roja en la suave curva del pecho y el pezón se tensó en
respuesta. Mirando la cama sin hacer, se dejó caer en una de las sillas junto a la mesa de la cocina e intentó asimilar la ironía de todo aquello.

«MÍ hija se reserva para el matrimonio.»

Elizabeth solía soltar esa declaración en las cenas para divertir a sus amigos mientras Helen se tragaba la vergüenza y fingía reírse con ellos.

Cuando Helen cumplió los veintitrés años, su madre dejó de anunciarlo en público por miedo a que sus amigos pensaran que su hija era un bicho raro.

Ahora que tenía veintiséis, Helen se consideraba una reliquia victoriana. Sabía lo suficiente de psicología humana para darse cuenta de que su resistencia al sexo fuera del matrimonio era un acto de rebeldía. Cuando era niña, había observado el vaivén de la puerta del dormitorio de su madre y supo que nunca podría ser como ella. Deseaba con toda el alma ser considerada una mujer respetable. Incluso hubo un tiempo en que pensó que lo había conseguido.
Se llamaba Harry Styles, tenía cuarenta años y era ejecutivo en una editorial británica. Lo
conoció en una fiesta en Escocia. Era todo lo que admiraba en un hombre: caballeroso,
inteligente y bien educado. No fue difícil enamorarse de él.

Helen  era una mujer hambrienta de afecto, y los besos de Harry y sus expertas caricias la
enardecían hasta casi hacerla perder el juicio. Incluso así, Helen  no pudo olvidar sus
principios, profundamente arraigados, para acostarse con él. Al principio, la negativa de la joven le irritó, pero poco a poco él comprendió lo importante que era aquello para ella y le propuso matrimonio. Helen aceptó entusiasmada y vivió en una nube rosa durante los días que faltaban para la ceremonia.

Elizabeth fingió estar encantada, pero Helen debería haber imaginado que a su madre le daba terror quedarse sola, hasta el punto de dejarse llevar por la desesperación. A Elizabeth no le llevó demasiado tiempo tramar un cuidadoso y calculado plan para seducir a Harry Styles.

A favor de Harry debía decir que logró resistirse casi un mes, pero Elizabeth siempre conseguía lo que se proponía y al final lo conquistó.

—Lo hice por ti, Helen —había dicho cuando una Helen  apesadumbrada descubrió la
verdad. —Quería que abrieras los ojos y vieras lo hipócrita que es. Dios mío, habrías sido muy desgraciada si te hubieras casado con él.


Madre e hija discutieron amargamente y Helen  había llegado a recoger todas sus
pertenencias para marcharse. El intento de suicidio de Elizabeth puso fin a eso.

Se subió el tirante del vestido de novia y suspiró. Fue un sonido profundo y doloroso, el tipo de suspiro que salía desde lo más profundo del alma porque no tenía palabras para expresar sus sentimientos. Para otras mujeres el sexo resultaba fácil. ¿Por qué no para ella? Se había prometido a sí
misma que nunca tendría relaciones sexuales fuera del matrimonio y ahora estaba casada.

Pero, irónicamente, su marido era más desconocido para ella que cualquiera de los hombres que había rechazado. El hecho de que fuera tan brutalmente atractivo no cambiaba las cosas. Ni siquiera podía imaginar entregarse a alguien a quien no amara.

Volvió a mirar la cama. Se levantó y se acercó a ella. Algo que parecía una cuerda negra asomaba bajo unos vaqueros tirados de cualquier manera sobre las arrugadas sábanas azules. Se inclinó para tocar la tela de los vaqueros, desgastada por el uso, y deslizó un dedo por la cremallera abierta. ¿Cómo sería ser amada por ese hombre? ¿Despertar cada mañana y ver la misma cara mirándola desde el otro lado de la almohada? ¿Tener una casa
y niños? ¿Un trabajo? ¿Cómo sería ser una mujer normal?

Apartó los vaqueros a un lado y dio un paso atrás al ver lo que había debajo. No era una
cuerda negra, sino un látigo. El corazón comenzó a latirle con fuerza.

«Podemos hacer esto por las buenas o por las malas. De un modo u otro voy a ganar.»

Zayn había insinuado que habría consecuencias si no le obedecía. Cuando ella le había preguntado cuáles serían, había contestado que lo descubriría ella misma esa noche. No habría insinuado que tenía intención de golpearla, ¿verdad?

Intentó normalizar la respiración. Puede que en el siglo XVIII los hombres pegaran a sus
esposas, pero las cosas habían cambiado desde entonces. Llamaría a la policía si se atrevía a ponerle un solo dedo encima. No sería víctima de la violencia de ningún hombre por muy desesperadas que fueran las circunstancias.

Seguramente había una explicación sencilla para todo eso: el fuego, el látigo e incluso
esa amenaza. Pero Helen estaba exhausta y temblorosa por el vuelco que había dado su
vida y le costaba pensar con claridad.
Antes de hacer nada, tenía que cambiarse de ropa. Una vez que volviera a sentirse ella
misma, se encontraría mejor. Arrastró la maleta hasta el sofá, donde la abrió, y se encontró con que todos sus elegantes vestidos habían desaparecido, aunque el resto de las prendas parecían bastante adecuadas para alternar con esa gente. Se puso unos pantalones caquis, un top marca Poorboyusa de color melón y unas sandalias.

El diminuto cuarto de baño resultó estar mucho más limpio que el resto de la caravana. Y cuando se arregló el pelo y se
retocó el maquillaje, se sintió lo suficientemente bien consigo misma para salir y explorar el lugar.

Olores a animales, heno y polvo inundaron las fosas nasales de Helen tan pronto como
puso un pie en el suelo. La brisa caliente de finales de abril corría por el recinto, agitando
suavemente las lonas laterales de la carpa y los banderines multicolores. Oyó el sonido de una radio a través de la ventana abierta de una de las caravanas y el sonido estridente de un programa de televisión saliendo de otra. Alguien estaba cocinando en una parrilla de carbón y a Helen le rugió el estómago. Al mismo tiempo, creyó percibir el olor a tabaco. Lo siguió hasta otra caravana y vio a un hada apoyada contra la pared, fumando un cigarrillo.

Era una delicada y etérea criatura, con el pelo negro, ojos de Bambi y boca diminuta.
Recién entrada en la adolescencia, poseía unos pequeños pechos que presionaban contra una descolorida camiseta con un agujero en el cuello.

Llevaba unos vaqueros cortos y una imitación de deportivas Birkenstocks que se veían enormes en sus delicados pies.
Anny Evans
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CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)  - Página 6 Empty CAPÍTULO 16 - Jenn

Mensaje por Anny Evans Miér 12 Ago 2015, 7:51 pm



Capítulo 16
♥♥ ♥♥ ♥♥

Helen la saludó amablemente, pero los ojos de Bambi de la chica se mostraron taciturnos y hostiles.

—Hola, soy Helen .
—¿Es ése tu nombre de verdad?
—Mi verdadero nombre es Helen , mi madre era un tanto melodramática. ¿Cómo te llamas?

Hubo un largo silencio.

—Jennifer.
—Qué bonito. Eres del circo, ¿no? Por supuesto que lo eres, o no estarías aquí, ¿verdad?
—Soy una de las acróbatas de Brady Pepper. —¡Eres artista! ¡Genial! Nunca he conocido a una artista de circo.

Jenn la miró con el perfecto desdén que sólo los adolescentes parecen capaces de
dominar.

—¿Has crecido en el circo? —Al hacer la pregunta, Helen se dio cuenta de la inmoralidad que suponía pedir un cigarrillo a una adolescente. —¿Cuántos años tienes?

—Acabo de cumplir dieciséis. Llevo aquí algún tiempo. —Se puso el cigarrillo en la
comisura de la boca, donde parecía vagamente obsceno. Entrecerrando los ojos por el humo, la chica comenzó a lanzar los aros hasta que hubo cinco en el aire. Al ver que fruncía la frente con concentración, Helen tuvo la impresión de que aquel ejercicio de malabarismo no era fácil para ella, especialmente cuando los ojos de la joven comenzaron a lagrimear
por el humo.

—¿Quién es Brady Pepper?
—Mierda. —A Jenn se le cayó uno de los aros y luego atrapó los cuatro restantes. —
Brady Pepper es mi padre.
—¿Actuáis los dos juntos?

Jenn la miró como si estuviera chiflada.

—¿Pero qué dices? ¿Cómo voy a actuar con mi padre si ni siquiera puedo mantener los
cinco aros en el aire?

Helen se preguntó si Jenn era así de ruda con todo el mundo.

—Brady actúa con mis hermanos, Matt y Rob. Yo sólo salgo para posar con estilo.
—¿Posar con estilo?
—Para captar la atención del público. ¿Es que no sabes nada?
—No sobre el circo.
—Tampoco debes saber mucho sobre los hombres. Te vi entrar antes en la caravana con Zayn . ¿Sabes lo que dice Emi sobre las mujeres que se enrollan con Zayn?

Helen estaba bastante segura de no querer escucharlo.

—¿Quién es Emi?
—Emily Wide. Es la dueña del circo desde que murió su marido. Y le dice a todas las
mujeres que se acercan a Zayn que algún día acabará asesinándolo.
—¿Porqué?
—Se odian mutuamente. —Tomó una profunda calada y tosió. Cuando se recuperó, miró a Helen de reojo con una intensidad aniquiladora que parecía ridícula en un hada. —Apuesto algo a que se deshace de ti después de que te haya follado un par de veces.

Helen había oído cosas peores en su infancia, pero aún se sentía desconcertada cuando esa palabra salía de labios de un adolescente. Ella nunca decía palabrotas. Otra rareza como rebelión a su educación.

—Eres una chica muy guapa. Es una pena que lo eches a perder utilizando ese lenguaje tan soez.

Jenn le dirigió una mirada de desprecio absoluto.

—Follar. —Se quitó el cigarrillo de la boca y lo tiró al suelo, apagándolo con la suela de la
sandalia.

Helen contempló la colilla con anhelo. Habría podido darle al menos tres caladas antes de apagarla.

—Zayn puede tener a la mujer que quiera —le escupió Jenn por encima del hombro
cuando se dio la vuelta para marcharse. —Puede que seas su novia ahora, pero no durarás mucho tiempo.

Antes de que Helen pudiese decirle que era la esposa de Zayn , no su novia, la adolescente desapareció. Ni siquiera mirándolo por el lado positivo, podía decir que el primer encuentro con uno de los miembros del circo hubiera sido bueno.

Se pasó la siguiente media hora deambulando por el recinto, observando los paseos de los elefantes desde una distancia segura y procurando mantenerse apartada del camino de todo el mundo. Se percató de que había un orden sutil en la forma en que funcionaba el circo. En la parte delantera se encontraba el puesto de comida y de venta de recuerdos junto a una carpa decorada con brillantes pósters de dibujos horripilantes de animales salvajes
devorando a sus presas. En el letrero de la entrada se leía CASA DE FIERAS DE LOS
HERMANOS WIDE . Justo enfrente, había una caravana con una taquilla en el extremo. Los camiones de carga pesada estaban estacionados a un lado, lejos de la multitud, mientras que las caravanas, las camionetas y los remolques ocupaban la parte del fondo.
Cuando la gente comenzó a agolparse en la carpa del circo, Helen avanzó entre los
puestos de comida, recuerdos y algodón de azúcar para acercarse más. Los olores de
gofres y palomitas de maíz se mezclaban con los de los animales y el del moho de la carpa de nailon del circo. Un treintañero con el pelo color arena y una voz atronadora intentaba convencer a la gente de que entraran en la casa de fieras para ver la exhibición de animales salvajes.

—Sólo por un dólar podrán ver a un cruel tigre siberiano en cautividad, a un exótico
camello, a una llama cariñosa con los niños y a una gorila feroz...

Mientras seguía con el discurso, Helen pasó junto a él y bordeó el puesto de comida
donde estaban almorzando algunos trabajadores del circo. Desde que había llegado a aquel lugar se había dado cuenta de lo ruidoso que era, y ahora descubría la fuente de ese sonido atronador: un camión que contenía dos grandes generadores amarillos. Pesados cables se extendían desde ellos; algunos culebreaban hacia la carpa, otros hacia las tiendas y algunos más hacia las caravanas.

Una mujer envuelta en una capa ribeteada con plumas de marabú de color azul verdoso
salió de una de las caravanas y se detuvo a hablar con un payaso que llevaba una brillante peluca naranja. Otros artistas comenzaban a reunirse bajo una carpa que debía de ser la entrada de los empleados del circo, ya que estaba en el lado contrario a la del público.

Helen no vio señales de Zayn y se preguntó dónde estaría.

Aparecieron los elefantes, magníficos con sus mantas doradas y rojas y sus casquetes de plumas. Cuando enfilaron en dirección a Helen, ésta retrocedió hasta una de las caravanas.

Si los perros pequeños la aterrorizaban, los elefantes no podían ser menos y estaba segura de que se desmayaría si se le acercaba uno de ellos.

Varios caballos engalanados con arneses adornados con joyas se encabritaron a un lado.

Helen hurgó torpemente en el bolsillo para coger la caja de cigarrillos casi vacía que
acababa de gorronear de una de las camionetas y sacó uno.

—¡Señoras y señores, la función va a comenzar! Acérquense todos...
Anny Evans
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CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)  - Página 6 Empty CAPÍTULO 17

Mensaje por Anny Evans Miér 12 Ago 2015, 8:06 pm



Capítulo 17
♥♥ ♥♥ ♥♥

El hombre que hacía el anuncio era el mismo que animaba a la gente a entrar en la casa de fieras, aunque ahora llevaba puesta una chaqueta roja de maestro de ceremonias. En ese momento Helen vio aparecer a Zayn montado en un caballo negro. Fue entonces cuando la joven se percató de que su marido no sólo era el gerente del circo, sino también uno de los
artistas.

Iba vestido con un traje de cosaco: una camisa blanca de seda con las mangas
abullonadas y los holgados pantalones negros remetidos en unas botas altas de cuero que se le ajustaban a las pantorrillas. Una faja color escarlata con joyas incrustadas le rodeaba la cintura y los flecos rozaban el lomo del caballo. Vestido así no era difícil imaginarlo
cabalgando por las estepas rusas para saquear y violar. También llevaba un látigo enrollado colgando de la silla de montar y, con alivio, Helen se percató de que había dejado volar la imaginación.

El látigo que había visto sobre la cama no era nada más que uno de los artilugios que
Zayn utilizaba en la pista.

Mientras lo observaba inclinarse sobre el lomo del caballo para hablar con el maestro de ceremonias, Helen recordó que había hecho unos votos sagrados que la vinculaban a ese hombre y supo que ya no podía ignorar más su conciencia. No podía negar que aceptar casarse con él era la cosa más cobarde que había hecho nunca. Había dudado de sí misma, de su habilidad para cuidarse sola; debía haberse negado al chantaje de su padre y haberse buscado la vida, aunque eso significara ir a la cárcel.
¿Sería así como viviría el resto de su vida? ¿Evitando responsabilidades y saliendo airosa de las situaciones? Se sintió avergonzada al recordar que había hecho esos votos sagrados sin intención de cumplirlos y supo que de un modo u otro tenía que llevarlos a cabo.

La conciencia se lo había susurrado durante horas, pero se había negado a escucharla.
Helen aceptaba ahora que no iba a poder vivir consigo misma a menos que intentase cumplir su promesa. El que fuera a ser difícil no lo hacía menos necesario. En el fondo reconocía que si huía de esto no habría esperanza para ella.

Pero aunque sabía que tenía que hacerlo, su mente ponía obstáculos. ¿Cómo podía
honrar los votos hechos a un desconocido?

«Tú no se los hiciste a un desconocido, le recordó su conciencia. Se los hiciste a Dios.»

En ese momento Zayn la vio. La decisión que había tomado era demasiado reciente como para que fuera cómodo para ella hablar con él ahora, pero no tenía escapatoria. Le dio una nerviosa calada al cigarrillo sin apartar la mirada cautelosa del caballo que él montaba, y que parecía más feroz según se acercaba. El animal estaba enjaezado con magníficos arreos, incluida una silla de montar revestida de rica seda dorada y roja, unas bridas con filigranas doradas y elaboradas piedras preciosas rojas que parecían rubíes de verdad. Él la
miró desde arriba.

—¿Dónde te habías metido?
—He estado explorando.
—Hay gente poco recomendable rondando por el circo. Hasta que sepas cómo va todo,
quédate donde pueda verte.

Ya que ella acababa de prometerse a sí misma que iba a cumplir los votos matrimoniales, se tragó su resentimiento ante las maneras dictatoriales de su marido y se obligó a responder amablemente.

—De acuerdo.

A Helen comenzaron a sudarle las palmas de las manos ante la proximidad del caballo y se encogió contra el remolque.

—¿Es tuyo?
—Sí. Perry Lipscomb lo cuida por mí. Hace un espectáculo ecuestre y transporta a Rose en el remolque de sus caballos.
—Ya veo.
—Entra y echa un vistazo a la función.

Él agitó las riendas y ella retrocedió con rapidez. Luego siseó consternada cuando el resto del cigarrillo comenzó a arder.

—¡Tienes que dejar de hacer eso! —gritó
Helen, sacudiendo las ropas y pisoteando las ascuas que habían caído al suelo.

Él la miró por encima del hombro con la comisura de la boca ligeramente curvada.

—Ese vicio acabará por matarte. —Riéndose
entre dientes, regresó a su lugar en la fila
junto al resto de los artistas.

Helen no sabía qué encontraba más desalentador: el que Zayn hubiera destruido uno de los cigarrillos con su acostumbrada teatralidad o saber que parecía haberla vencido en cada uno de los encuentros que habían tenido ese día.

Aún se sentía acalorada cuando rodeó a los animales y entró en la carpa por la entrada
trasera. Encontró un sitio libre en las gradas. Eran tablones de madera blanca, duros y
estrechos, sin otro lugar donde apoyar los pies que el asiento de los espectadores de la fila de abajo. Pero rápidamente olvidó la incomodidad al ver la excitación de los niños de alrededor.

Le encantaban los niños. Aunque nunca se lo había dicho a nadie, su sueño secreto había sido dar clases en una guardería. No creía que aquel sueño se fuera a hacer realidad algún día, pero le gustaba pensar en ello algunas veces.

Las luces se atenuaron y un redoble de tambores sonó en crescendo mientras un foco iluminaba al maestro de ceremonias en la pista central.

—¡Señoooooras y señores! ¡Niños de tooooodas las edades! ¡Bienvenidos a la
emocionante edición número veinticinco del circo de los Hermanos Wide !

La música estalló, tocada por una banda que constaba de dos músicos con tambores, un
sintetizador y un ordenador. Comenzó a sonar una animada versión de I'd like to teach the world to sing y en la pista entró un caballo blanco con una chica que portaba la bandera americana. Los demás artistas la siguieron portando coloridos estandartes, sonriendo y saludando con la mano a la multitud.

La trouppe de acróbatas de Brady Pepper fue la que captó la atención de Helen ; la
componían tres hombres guapos y Jenn, que estaba ataviada con lentejuelas doradas,
mallas brillantes y espeso maquillaje. Sobre el pelo de la chica, ahora suavemente rizado,
había una diadema de brillantes y rubíes de imitación que brillaba como un cometa.

Helen no tuvo ninguna dificultad en identificar a Brady Pepper entre sus hijos. Era un hombre musculoso y de estatura media, que le recordaba a un chico duro de la calle. Los seguía un grupo de jinetes, payasos, malabaristas y perros adiestrados.

Zayn entró solo en la arena, a lomos de su feroz caballo negro, y a diferencia de los
demás artistas no hacía gestos con las manos ni saludaba. Mientras daba vueltas por la pista, parecía un ser tan distante y misterioso como su corazón ruso. No era ajeno a la presencia de la gente, pero de alguna manera permanecía aislado y le daba una extraña dignidad al colorido despliegue. La multitud se animó cuando los elefantes cerraron el desfile.

La función comenzó y, según avanzaba el espectáculo, Helen se sorprendió ante tanto
talento. Salió un trío de rumanos, unos trapecistas llamados los Tolea Voladores, las luces se apagaron y la música se desvaneció. Un foco azul iluminó al maestro de ceremonias, el único que ocupaba la oscura pista central.

—Están a punto de presenciar un número jamás visto en ningún otro lugar del planeta más que en el circo de los Hermanos Wide . Por primera vez, voy a contarles una historia
asombrosa. —Su voz se volvió dramáticamente baja y una folclórica y embrujadora melodía rusa comenzó a sonar de fondo.

»Hace casi treinta años, en las estepas heladas de Siberia, una tribu errante de bandidos cosacos se tropezó con un niño muy pequeño que sólo vestía harapos y llevaba un colgante esmaltado de valor incalculable en el cuello. Los cosacos llevaron al niño a su pueblo y le
enseñaron las habilidades que habían aprendido de sus padres. Sólo el colgante que llevaba puesto daba alguna pista de su verdadera identidad.

Las extrañas notas de la popular melodía rusa se fundía con la voz baja del maestro de ceremonias, y cuando la luz se volvió más brillante, el público escuchó, embelesado.

—Durante años, se forjó una leyenda sobre ese hombre, una leyenda que incluso a día de hoy sus rescatadores insisten en que es cierta.

La música se hizo más estridente.

—Creen que es el único descendiente directo del asesinado Zar Nicolás II y su esposa Alexandra. —La voz del hombre se volvió más fuerte. —Señoras y señores, ese hombre está aquí esta noche... —un redoble de tambores. —¡El heredero de la corona imperial rusa!

Helen sintió un estremecimiento de excitación, a pesar de que no se creía ni una palabra de la historia que había oído.
La voz del maestro de ceremonias resonó en la carpa.
—¡El circo de los Hermanos Wide se enorgullece en presentar... al incomparable Zaynchu el Cosaco!

Las luces subieron de intensidad, la música resonó y Zayn entró en la pista a todo galope a lomos de su caballo negro. Las mangas de su camisa blanca ondeaban y las joyas de la
cintura parecían gotas de sangre roja. El poderoso alazán se elevó sobre las patas traseras.


Desafiando la gravedad, Zaynchu levantó los brazos por encima de la cabeza, permaneciendo montado sólo con la presión de las poderosas piernas.

El caballo bajó y Zaynchu desapareció. Helen quedó boquiabierta al verle reaparecer, de pie sobre la silla de montar. Mientras su montura galopaba alrededor de la pista, él realizó una serie de proezas diestramente ejecutadas que eran a la vez atrevidas y dramáticas.

Finalmente se hundió en la silla y tomó el látigo que colgaba del pomo, ejecutando un gran arco sobre su cabeza, haciéndolo resonar tan fuerte que la gente de la primera fila pegó un salto.

Habían introducido algunos accesorios en la pista durante la presentación del maestro de
ceremonias: una hilera de dianas con cintas y coronadas con globos púrpura. Dando una
vuelta sobre la pista, Zayn hizo estallar los globos uno a uno, y una brillante explosión roja, como gotas de sangre, surcó el aire con cada chasquido del látigo.

Uno de los focos iluminó un candelabro con seis brazos enormes. Zayn hizo girar el látigo en un hipnótico arco sobre su cabeza para apagar las velas.

El público aplaudió, incluso los de las filas traseras habían podido obtener una buena
visión del espectáculo. Zayn bajó con gracilidad a la arena y el caballo se alejó trotando fuera de la carpa. Las luces se atenuaron hasta que sólo él quedó iluminado por el foco.


Cogió un segundo látigo y los hizo estallar a los dos al mismo ritmo, arriba y abajo,delante y detrás. Y luego los hizo bailar, realizando movimientos intrincados con una gracia tan masculina, que Helen  se quedó sin aliento. El baile iba en aumento, con movimientos cada vez más rápidos y, como por arte de magia, los dos látigos se convirtieron en uno solo.

Gigante. Con una poderosa torsión del brazo, Zayn lo elevó por encima de su cabeza para
hacerlo estallar en llamas.

El público soltó un grito ahogado, se apagaron las luces y el látigo de fuego bailó una mazurca alocada en medio de la oscuridad.
Cuando las luces se encendieron de nuevo, Zaynchu el Cosaco había desaparecido.
Anny Evans
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Mensaje por EmilyBorja:p Jue 13 Ago 2015, 9:14 am

wooooooow Jenn esa boca! yo soy genial y Jenn me adimira cierto? XD Odio a Zayn lol.
Zaynchu elo cosaco? wtf?! y eso de manejar el fuego omg es un firebender yo se XD me encanto wow desaparecioooo siguelaaaa ya quiero aparecer!
EmilyBorja:p
EmilyBorja:p


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CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)  - Página 6 Empty Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)

Mensaje por Jenn Goodenough Sáb 15 Ago 2015, 10:20 am

Oh dios Anny me encantaron los capitulos!!
Voy de malota y solo sirvo para lucir palmito jajajajaja
Obvio Emi te admiro ya lo sabes hajajaja
Espero que pronto la sigas
Besos mi querida Anny xx
Jenn Goodenough
Jenn Goodenough


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Mensaje por Most Sáb 15 Ago 2015, 4:19 pm

Anny, gracias por pasarme otra vez el link  ahora me pongo al día con los caps:)
Most
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Mensaje por Jenn Goodenough Vie 21 Ago 2015, 6:30 pm

Capitulo 18
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—¿Qué coño haces aquí fuera?

Helen abrió los ojos de golpe y, alzando la vista, vio los mismos ojos dorados que plagaban sus pesadillas. Por un momento, no pudo recordar dónde estaba, pero luego le vino todo a la cabeza: Zayn , la boda, el látigo de fuego...

Fue consciente de las manos de Zayn en los hombros, era lo único que le había impedido caerse de la camioneta cuando él había abierto la puerta. Se había escondido allí porque no tenía valor para pasar la noche en aquella caravana donde sólo había una cama y un desconocido de pasado misterioso que blandía látigos.

Intentando escabullirse de sus manos se movió hacia el centro del asiento, alejándose de él todo lo que pudo.

—¿Qué hora es?
—Algo más de medianoche. —Él apoyó una mano sobre el marco de la puerta y la miró con esos extraños ojos color ámbar que habían plagado las pesadillas de Helen. En lugar del traje de cosaco llevaba unos gastados vaqueros y una descolorida camiseta negra, pero eso no lo hacía parecer menos amenazador.

—Cara de ángel, ocasionas más problemas de lo que vales.

Ella fingió alisarse la ropa intentando ganar tiempo. Después de la última función, había ido a la caravana donde vio los látigos que él había usado durante la actuación sobre la
cama, como si los hubiera dejado allí para utilizarlos más tarde. Había procurado no mirarlos mientras estaba de pie frente a la ventana observando cómo desmontaban la
carpa.

Zayn daba órdenes al tiempo que echaba una mano a los hombres, y Helen se había fijado en los músculos tensos de sus brazos al cargar un montón de asientos en la carretilla
elevadora y tirar de la cuerda. En ese momento había recordado las veladas amenazas que él había hecho antes y las desagradables consecuencias que caerían sobre ella si no hacía lo que él quería. Exhausta y sintiéndose más sola que nunca, fue incapaz de considerar los látigos que descansaban sobre la cama como meras herramientas de trabajo. Sentía que la amenazaban. Fue entonces cuando supo que no tenía valor para dormir en la caravana, ni siquiera en el sofá.

—Venga, vamos a la cama.

Los últimos vestigios del sueño se desvanecieron y Helen se puso en guardia de inmediato.

La oscuridad era absoluta, no podía ver nada. La mayoría de los camiones habían desaparecido y los trabajadores con ellos.

—He decidido dormir aquí.
—Creo que no. Por si no te has dado cuenta, estás tiritando.

Estaba en lo cierto. Cuando había entrado en la camioneta no hacía frío, pero la temperatura había descendido desde entonces.

—Estoy muy bien —mintió.

Él se encogió de hombros y se pasó la manga de la camiseta por un lado de la cara.

—Considera esto como una advertencia amistosa. Apenas he dormido en tres días. Primero tuvimos una tormenta y casi perdimos la cubierta del circo, luego he tenido que hacer dos viajes a Nueva York. No soy una persona de trato fácil en las mejores circunstancias, pero soy todavía peor cuando no duermo. Ahora, saca tu dulce culito aquí afuera.
—No.

Él levantó el brazo que tenía al costado y ella siseó alarmada cuando vio un látigo enroscado en su mano. Él dio un puñetazo en el techo.

—¡Ahora!

Con el corazón palpitando, Helen bajó de la camioneta. La amenaza del látigo ya no era algo abstracto y se dio cuenta de que una cosa era decirse a plena luz del día que no dejaría que su marido la tocara y otra muy distinta hacerlo de noche, cuando estaban solos en medio de un campo, a oscuras, en algún lugar apañado de Carolina del Sur.

Soltó un jadeo cuando Zayn la agarró del brazo y la guio a través del recinto. Con la maleza golpeándole las sandalias, supo que no podía dejar que la llevara a donde quería
sin oponer resistencia.

—Te advierto que me pondré a gritar si intentas hacerme daño. —Él bostezó. —Lo digo en
serio —dijo mientras él la empujaba hacia delante. —No quiero pensar mal de ti, pero me resulta muy difícil no hacerlo sí sigues amenazándome de esta manera.

Zayn abrió la puerta de la caravana y encendió la luz, empujándola suavemente por el codo para que entrara.

—¿Podemos posponer esta conversación hasta mañana?

¿Era sólo la imaginación de Helen o el interior de la caravana había encogido desde la primera vez que lo había visto?

—No, creo que no. Y por favor, no vuelvas a tocarme otra vez.
—Estoy demasiado cansado para pensar en atacarte esta noche, si es eso lo que te preocupa.

Sus palabras no la tranquilizaron.

—Si no tienes intención de atacarme, ¿por qué me amenazas con el látigo?
Zayn bajó la mirada a la cuerda de cuero trenzado como si se hubiera olvidado que lo tenía en la mano, lo que ella no se creyó ni por un momento. ¿Cómo podía ser tan descuidado con respecto a eso? ¿Y por qué llevaba un látigo por la noche si no era para amenazarla? Un nuevo pensamiento la asaltó, provocándole escalofríos por todo el cuerpo.
Había oído bastantes historias sobre hombres que utilizaban los látigos como parte de sus juegos sexuales. Incluso conocía algunos ejemplos casi de primera mano. ¿Sería eso lo que
él tenía en mente?

Él masculló algo por lo bajo, cerró la puerta y se acercó a la cama para sentarse. Dejó caer el látigo al suelo, pero el mango aún descansaba sobre su rodilla.
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Mensaje por Jenn Goodenough Vie 21 Ago 2015, 6:36 pm

Capitulo 19
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Ella lo miró con aprensión. Por un lado, Helen había prometido honrar sus votos matrimoniales y además él no le había hecho daño. Pero, por otro, no había dudas de que la había asustado. No era demasiado hábil en los enfrentamientos, pero sabía que tenía que hacerlo. Se armó de valor.

—Creo que deberíamos aclarar las cosas. Quiero que sepas que no voy a poder vivir contigo si sigues intimidándome de esta manera.
—¿Intimidándote? —Él examinó el mango del látigo. —¿De qué estás hablando?

El nerviosismo de la joven aumentó, pero se obligó a continuar.

—Supongo que no puedes evitarlo. Probablemente sea por la manera en que te criaste, aunque no es que me haya creído esa historia de los cosacos —hizo una pausa. —Porque es
falsa, ¿verdad?

Él la miró como si se hubiera vuelto loca.

—Sí, claro que sí—se apresuró a decir ella. —Cuando me refiero a la intimidación, me refiero a tus amenazas y a... —respiró hondo— ese látigo.
—¿Qué pasa con él?
—Sé algo de sadomasoquismo. Si tienes ese tipo de inclinaciones, te agradecería que me lo dijeras ahora en vez de soltar indirectas.
—¿De qué estás hablando?
—Los dos somos adultos y no hay ninguna razón para que finjas que no me entiendes.
—Me temo que tendrás que ser más clara.

Ella no podía creer que fuera tan obtuso.


—Me refiero a esos indicios que muestras de perversión sexual.
—¿Perversión sexual?


Como seguía mirándola sin comprender, ella gritó frustrada.


—¡Por el amor de Dios! Si piensas golpearme y luego hacer el amor conmigo, dímelo. «Oye, Helen , me gusta dar latigazos a las mujeres con las que me acuesto y tú eres la
siguiente de la lista.» Al menos sabría lo que se te pasa por la cabeza.


Él enarcó las cejas.

—¿Eso haría que te sintieras mejor?

Ella asintió.

—¿Estás segura?
—Tenemos que comenzar a comunicarnos.
—Como quieras. —La miró con ojos chispeantes. —Me gusta dar latigazos a las mujeres con las que me acuesto y tú eres la siguiente de la lista. Ahora voy a darme una ducha.

Entró en el cuarto de baño y cerró la puerta. Helen se mordisqueó el labio inferior. Aquello no había salido precisamente como había
planeado.

Zayn se rio entre dientes mientras el agua de la ducha caía sobre su cuerpo. Esa bella cabecita hueca le había proporcionado más diversión en las últimas veinticuatro horas de la
que había obtenido en todo el año anterior. O puede que incluso más. Su vida era normalmente un asunto muy serio. La risa era un lujo que no se había podido permitir mientras crecía, así que nunca había desarrollado esa costumbre. Pero era normal cuando se había visto obligado a soportar toda clase de agravios para obtener una sonrisa.
Recordó el comentario de Helen sobre la perversión sexual. Si bien no era su tipo de mujer, no podía negar que había tenido pensamientos sexuales sobre ella. Pero no consideraba que fueran pervertidos. Para un hombre era difícil no pensar en el sexo cuando
tenía que hacer frente a esos profundos ojos color azul y a esa boca que parecía hecha
para besar. Habría estropeado la diversión si le hubiera explicado que siempre llevaba un látigo
cuando sabía que los trabajadores habían estado bebiendo. Los circos ambulantes eran como el viejo Oeste a la hora de resolver los problemas —había que prevenirlos antes de
que surgieran— y la visión del látigo era una medida muy disuasoria para aplacar el mal genio de algunos y los viejos rencores.

Ella no lo sabía, por supuesto, y él no tenía ninguna prisa en contárselo. Por el bien de los dos, tenía intención de tener a la pequeña señorita ricachona en un puño.

A pesar de cuanto le había divertido el último enfrentamiento con su esposa, tenía el presentimiento de que la diversión no duraría demasiado. ¿En qué había estado pensando
su padre cuando le había ofrecido a su hija en matrimonio? ¿Tanto la odiaba que la había
sometido voluntariamente a una vida que iba más allá de su experiencia? Cuando John insistió en ese matrimonio, le había dicho que Helen necesitaba conocer la cruda realidad,
pero a Zayn le costaba mucho creer que no hubiera pensado en ello como en un castigo.

La candidez de Helen y su disparatado sistema de valores de niña rica eran una peligrosa combinación. Realmente le sorprendería que durara mucho con él, pero, por otra parte,
había prometido que haría lo mejor para ella y pensaba mantener su palabra. Cuando Helen se fuera, seria por elección propia, no porque la estuviera echando o sobornándola para deshacerse de ella. Puede que no le gustara a John, pero se lo debía.
Éste parecía ser su año para pagar grandes deudas, primero la promesa hecha a Owen Wide en su lecho de muerte: hacer una última gira con el circo bajo el nombre de Wide. Y
luego casarse con la hija de John. En todos esos años, John nunca le había pedido nada a cambio de haberle salvado la vida, pero cuando finalmente lo hizo, le había pedido una barbaridad.

Zayn había intentado convencer a John de que podía lograr el mismo objetivo obligando a
Helen a vivir con él, pero John había insistido en lo contrario. Al principio John le había pedido que el matrimonio durase un año, pero Zayn no sentía tanta gratitud como para
aceptarlo. Al final acordaron que serían seis meses, un período que concluiría al mismo tiempo que la gira con el circo de los Hermanos Wide.
Mientras se enjabonaba el pecho, Zayn pensó en los dos hombres que habían representado fuerzas tan poderosas en su vida, Owen Wide y John. John lo había rescatado de una existencia de abusos físicos y emocionales, mientras que Owen lo había guiado a la madurez.

Zayn había conocido a John cuando tenía doce años y viajaba con su tío Sergey en un maltrecho circo que se pasaba el verano de gira por los pueblos de la costa atlántica, desde
Daytona Beach a Bacalao Cape. Nunca olvidaría esa calurosa tarde de agosto cuando John apareció como un ángel vengador para arrebatar el látigo del puño de Sergey y salvar a
Zayn de otra brutal paliza.

Ahora comprendía los actos sádicos de Sergey, pero en ese momento no había entendido la retorcida atracción que algunos hombres sentían por los niños y hasta dónde podían llegar para negar esa atracción. En un impulsivo gesto de generosidad, John había pagado a
Sergey y se había llevado a Zayn. Lo había matriculado en la academia militar y le había proporcionado el dinero —que no el afecto— que había hecho posible que Zayn sobreviviera
hasta que pudo cuidar de sí mismo.
Pero había sido Owen Wide quien había dado a Zayn lecciones de madurez durante las vacaciones de verano, cuando había viajado con el circo para ganar algo de dinero, y
luego, mucho más tarde, en la edad adulta, cuando cada pocos años dejaba atrás su vida y pasaba algunos meses en la carretera. La parte del carácter de Zayn que no había sido
moldeada por el látigo de su tío se había formado por los sabios sermones de Owen y sus
casi siempre astutas observaciones sobre el mundo y lo duro que era sobrevivir para un
hombre. La vida era un negocio peligroso para Owen, y no había lugar para la risa o la frivolidad. Un hombre debía trabajar duro, cuidarse de sí mismo y mantener su orgullo.

Zayn cerró el grifo y cogió una toalla. Los dos hombres habían tenido sus razones egoístas para ayudar a un niño desvalido. John se veía a sí mismo como un benefactor y se jactaba de sus diversos proyectos caritativos —entre los que estaba incluido Zayn Malik — ante sus
amigos de alto copete. Por otro lado, Owen tenía un ego enorme y le encantaba tener un público impresionable que esperara babeante sus reflexiones oscuras sobre la vida. Pero a pesar de los motivos egoístas que pudieran haber tenido aquellos dos hombres, habían sido las únicas personas en la joven vida de Zayn a los que él había importado algo y ninguno de ellos le pidió nada a cambio, por lo menos no hasta ese momento.

Ahora Zayn tenía un maltrecho circo entre las manos y una esposa, sexy pero tonta, que iba camino de volverlo loco. No lo consentiría, por supuesto. Las circunstancias lo habían hecho como era, un hombre rudo y terco que vivía de acuerdo con su propio código y que no se hacía ilusiones sobre sí mismo.
Helen no tenía ninguna posibilidad de vencerlo.

Se envolvió una toalla en la cintura, cogió otra para secarse el pelo y abrió la puerta del baño.
Helen tragó saliva cuando la puerta del baño se abrió y salió Zayn.

Oh, Dios, era impresionante.
Jenn Goodenough
Jenn Goodenough


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Mensaje por Jenn Goodenough Vie 21 Ago 2015, 6:47 pm

Capitulo 20

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Mientras él se secaba la cabeza con la toalla, ella aprovechó para mirar a
conciencia lo que le parecía un cuerpo perfecto, con músculos bien definidos pero no excesivamente marcados. Zayn tenía algo que nunca había visto en ninguno de los
jovenzuelos bronceados de Elizabeth , un cuerpo moldeado por el trabajo duro. Aquel ancho pecho estaba cubierto ligeramente de vello oscuro donde anidaba alguna clase de medalla de oro, pero Helen estaba demasiado extasiada con la visión como para fijarse en los detalles.

Las caderas masculinas eran considerablemente más estrechas que los hombros; el estómago era plano y duro. Siguió con la mirada la flecha de vello que comenzaba encima del ombligo y continuaba por debajo de la toalla amarilla. De repente, se sintió acalorada mientras se preguntaba cómo sería lo que había más abajo.
Él terminó de secarse el pelo y la miró.


—Puedes acostarte conmigo o dormir en el sofá. Ahora mismo estoy demasiado cansado para que me importe lo que hagas.
—¡Dormiré en el sofá! —Su voz había sonado ligeramente aguda, aunque no sabía si había sido por sus palabras o por lo que veían sus ojos.

Él la privó de la visión de su pecho cuando le dio la espalda y se dirigió a la cama. Enrolló los látigos y los puso en una caja de madera que metió debajo. Con ellos fuera de vista,
Helen se dio cuenta de lo mucho que le gustaba la visión de aquella espalda.

De nuevo, él se volvió hacia ella.

—En cinco segundos dejaré caer la toalla.

Zayn esperó, y después de que pasaran los cinco segundos, ella se dio cuenta de lo que él había querido decir.

—Ah. Quieres que aparte la vista.

Él se rio.

—Déjame dormir bien esta noche, cara de ángel, y te prometo que mañana te enseñaré todo lo que quieras.

Ahora sí que lo había hecho. Le había dado una impresión totalmente errónea y tenía que corregirla.

—Creo que me has interpretado mal.
—Espero que no.
—Lo has hecho. Sólo tenía curiosidad... Bueno, no curiosidad exactamente, pero... bueno, sí, supongo que curiosidad... Aunque es natural. No deberías asumir por ello que...
—¿Helen?
—¿Sí?
—Si dices una palabra más, cogeré uno de esos látigos que tanto te preocupan y veremos si puedo hacer alguna de esas cosas pervertidas que mencionabas.

Ella cogió rápidamente unas bragas limpias y una descolorida camiseta de la Universidad de Carolina del Norte que había sacado del cajón de Zayn mientras estaba en la ducha, y
entró en el cuarto de baño, cerrando la puerta de un portazo.
Veinte minutos después salió fresca de la ducha con la camiseta de Zayn puesta. Había decidido que era preferible ponerse eso antes que el único camisón que había encontrado en la maleta, un minúsculo picardías de seda rosa con mucho encaje que había comprado días antes de que Harry la traicionara con su madre.
Zayn dormía boca arriba, con la sábana cubriéndole las caderas desnudas. No era correcto mirar a una persona mientras dormía, pero no podía dejar de hacerlo. Se acercó a
los pies de la cama y lo observó.
Dormido, él no parecía tan peligroso. A Helen le hormiguearon las manos por tocar ese duro vientre plano. Subió la mirada desde al abdomen al pecho de Zayn y admiró la perfecta
simetría del torso masculino hasta que vio la medalla de oro que colgaba de una cadena alrededor de su cuello. Cuando comprendió lo que era, se quedó paralizada.

Era una bella medalla rusa esmaltada. «... vestía harapos y llevaba un colgante esmaltado de valor incalculable en el cuello.»

Se estremeció. Estudió la cara de la Virgen María que apoyaba la mejilla contra la de su hijo, y aunque no sabía mucho sobre iconos, se dio cuenta de que esa Virgen no pertenecía a la tradición italiana. La ornamentación de oro en las túnicas negras era puramente bizantina, así como el elaborado traje que llevaba el Niño Jesús.

Se recordó que sólo porque Zayn llevara puesto lo que obviamente era un valioso esmalte, no quería decir que la historia sobre los cosacos fuera cierta. Lo más probable es que fuera
una joya familiar heredada. Pero todavía se sentía algo inquieta cuando se dirigió al otro extremo de la caravana.

El sofá estaba cubierto por la ropa que había sacado de su maleta y que había
depositado junto a un montón de periódicos y revistas, algunos de los cuales tenían varios años. Apartó todo a un lado e hizo la cama con sábanas limpias. Pero entre que ya había
dormido un poco y aquellos lúgubres pensamientos que la asaltaban, no pudo conciliar el sueño, así que leyó un viejo artículo de uno de los periódicos. Eran más de las tres cuando finalmente se durmió. Pensaba que había acabado de cerrar los ojos cuando sintió que la
sacudían groseramente para que se despertara.

—Arriba, cara de ángel. Tenemos un largo día por delante.

Ella rodó sobre su estómago. Él tiró de la sábana y Helen sintió el roce del aire frío en la parte trasera de los muslos desnudos. Se negó a moverse. Si lo hacía tendría que enfrentarse
a un nuevo día.

—Venga, Helen.

Ella enterró la cara más profundamente en la almohada.
Sintió cómo una mano grande y cálida se posaba sobre la frágil seda de sus bragas y abrió los ojos de golpe. Con un grito ahogado se puso boca arriba y tiró de la sábana para cubrirse con ella.

Él sonreía ampliamente.

—Pensé que eso te despertaría por completo.

Era el diablo en persona. Sólo el diablo estaba vestido y afeitado a esa hora tan impía.

Ella le enseñó los dientes.
—No me gusta madrugar. Déjame en paz.

Zayn la recorrió lentamente con la mirada, recordándole que de hecho estaba prácticamente desnuda bajo la sábana, sólo vestida con una vieja camiseta suya y unas bragas muy pequeñas.

—Tenemos casi tres horas de viaje por delante y nos marchamos en diez minutos. Vístete y haz algo útil. —Se apartó de ella y se dirigió al fregadero.
Helen entrecerró los ojos ante la grisácea luz matutina que entraba por las pequeñas y sucias ventanas.

—Todavía es de noche.
—Son casi las seis. —Se sirvió una taza de café y ella esperó a que se la diera. Pero él se limitó a llevar la taza a los labios.

Ella se recostó en el sofá.

—No he logrado conciliar el sueño hasta las tres. Me quedaré aquí dentro mientras tú conduces.
—Va contra la ley. —El dejó la taza de café sobre la mesa, luego se agachó para recoger rápidamente la ropa del suelo. La examinó con ojo crítico.
—¿No tienes vaqueros?
—Por supuesto que tengo vaqueros.
—Pues póntelos.

Ella lo miró con aire de satisfacción.

—Están en la habitación de invitados de la casa de mi padre.
—Cómo no. —Le tiró las ropas que había recogido del suelo. —Vístete.
Helen quiso decir algo imperdonablemente rudo, pero estaba segura de que a él no le
haría gracia, así que se metió a regañadientes en el baño. Diez minutos después salió vestida de manera ridícula con unos pantalones de seda color turquesa y una camiseta de algodón azul marino con un estampado de racimos de cerezas rojos. Cuando Helen abrió la
boca para protestar por la elección de ropa, reparó en que él estaba frente al armario abierto de la cocina y parecía a la vez enojado y peligroso.

La mirada de la joven cayó sobre el látigo negro que llevaba enroscado en el puño y el corazón comenzó a latirle con fuerza. No sabía qué había hecho, pero sabía que estaba metida en problemas. Allí estaba. En el tiroteo del Cosaco Corral.

—¿Te has comido mis Twinkies?

Ella tragó saliva.

—¿Exactamente de qué Twinkies estamos hablando? —preguntó con los ojos fijos en el látigo.
—De los Twinkies que estaban en el mueble que está encima del fregadero. De los únicos
Twinkies que había en la caravana. —Apretó los dedos en torno al mango del látigo.
«Oh, Señor —pensó ella. —Azotada hasta morir por culpa de unos pastelitos de crema.» —
¿Y bien?
—Esto, eh..., te prometo que no volverá a ocurrir. Pero no estaban marcados ni nada
parecido, en ningún sitio decía que fueran tuyos —los ojos de la joven siguieron fijos en el
látigo— y normalmente no me los habría comido... Pero esta noche tenía hambre y, mirándolo bien, tendrás que admitir que te hice un favor, porque atascarán mis arterias en
vez de las tuyas.
—Jamás vuelvas a tocar mis Twinkies. Si los quieres, los compras, —La voz de Zayn había sonado suave. Demasiado suave. En su imaginación Helen oyó el aullido de un cosaco bajo la luna rusa.

Se mordisqueó el labio inferior.

—Los Twinkies no son un desayuno muy nutritivo.
—¡Deja de hacer eso!

Ella dio un paso atrás, levantando la mirada rápidamente hacia la de él.

—¿Que deje de hacer qué?

Él levantó el látigo, y la apuntó con él.
—De mirarme como si me dispusiera a arrancarte la piel del trasero. Por el amor de Dios,
si ésa fuera mi intención te habría quitado las bragas, no te habría obligado a vestirte.

Ella soltó aire.

—No sabes cuánto me alegra oír eso.
—Si decido darte latigazos, no será por un Twinkie.
De nuevo volvía a amenazarla.
—Deja ya de amenazarme o lo lamentarás.
—¿Qué vas a hacer, cara de ángel? ¿Apuñalarme con el lápiz de ojos? —La miró con diversión. Luego se dirigió hacia la cama de dónde sacó la caja de madera que había debajo para guardar el látigo dentro.

Helen se irguió en su todo su metro sesenta y cinco y lo fulminó con la mirada.

—Para que lo sepas, Chuck Norris me dio clases de kárate. —Por desgracia, hacía diez años de eso y no se acordaba de nada, pero Zayn no lo sabía.
—Si tú lo dices.
—Además, Arnold Schwarzenegger en persona me asesoró sobre un programa de ejercicios físicos. —Ojalá le hubiera hecho caso.
—Te he entendido, Helen . Eres una chica muy fuerte. Ahora muévete.
Apenas hablaron un minuto durante la primera hora de viaje. Como él no le había dado tiempo suficiente para arreglarse, Helen tuvo que terminar de maquillarse en la camioneta y
peinarse sin secador, por lo que tuvo que sujetarse el pelo con unas horquillas art noveau que, aunque eran bonitas, no le quedaban demasiado bien. En lugar de apreciar la dificultad de la tarea y cooperar un poco, él la ignoró cuando le pidió que disminuyera la velocidad mientras se pintaba los ojos y además protestó cuando la laca le salpicó la cara.

Holiiss::
Jenn Goodenough
Jenn Goodenough


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