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CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)
Capítulo 30
♥♥ ♥♥ ♥♥
Helen se sintió doblemente insultada: primero por no tener la cocina limpia y luego por la tardanza. No añadiría a esos pecados ser maleducada.
—¿Te gustaría tomar una taza de té?¿0 quizás un refresco...?
—No. —La mujer cogió un trapo y se secó las manos. —Soy Emily Wide , pero supongo
que ya lo sabes.
Al verla más de cerca, fue consciente de que la dueña del circo llevaba un
maquillaje más llamativo del que ella hubiera elegido. No es que no le quedara bien, pero
combinado con aquella ropa colorida y algo provocativa junto con aquellos extravagantes
complementos, resultaba evidente que sus patrones de belleza habían sido influenciados por la vida en el circo.
—Soy Helen . O más bien Helen Malik . Todavía no me he acostumbrado al
cambio.
Una profunda emoción cruzó por el rostro de Emi . Una profunda repulsión combinada
con una hostilidad casi palpable. Al momento, Helen supo que Emily Wide no sería su amiga.
Se obligó a permanecer inmóvil bajo el frío escrutinio de Emily .
—A Zayn le gusta comer bien. Apenas tienes nada en la nevera.
—Lo sé. Aún no me he organizado. —No tuvo valor de señalarle a Emi que no estaba
bien andar fisgoneando.
—Le gustan los espaguetis y la lasaña, y le encanta la comida mexicana. Pero no
malgastes el tiempo haciéndole postres. No le gustan los dulces, salvo en el desayuno.
—Gracias por decírmelo. —Helen notó que se le volvía el estómago.
Sheba pasó la mano por el desconchado mostrador. —Este lugar es horrible. Zayn inició la gira en una caravana nueva, pero se deshizo de ella la semana pasada y comenzó a utilizar ésta aunque me ofrecí
a conseguirle algo mejor.
Helen no pudo ocultar la tristeza que la embargó. ¿Por qué había insistido Zayn en vivir en un sitio así si no tenía por qué hacerlo?
—Pienso arreglarlo —dijo ella, aunque la idea no se le había pasado por la cabeza hasta ese momento.
—La mayoría de los hombres quieren que su esposa disfrute de todas las comodidades
posibles. Me sorprende que Zayn rechazara mi oferta.
—Seguro que tenía sus razones.
Emily examinó la pequeña figura de Helen .
—No tienes ni idea de cómo manejarlo, ¿verdad?
Emi parecía dispuesta a pelear como el perro y el gato, pero Helen sabía quién de las dos saldría perdiendo, así que señaló los dos maillots de lentejuelas que había en el
respaldo de la silla.
—¿Son esos maillots los que tengo que probarme?
Emi asintió con la cabeza.
Helen cogió el de arriba y se dio cuenta de que no era más que un trozo de tela azul
marino bordado con lentejuelas.
—Tengo la sensación de que me cubrirá muy poco.
—Ésa es la idea. Esto es el circo. El público espera ver una buena porción de piel.
—¿Y tiene que ser de la mía?
—No estás gorda. No veo el problema.
—No tengo precisamente un cuerpo diez. Jamás ha hecho deporte.
—Es cuestión de tener un poco de disciplina.
—Sí, bueno, ahora que lo dices, tampoco sé qué es eso.
Emi la observó con aire crítico, esperando evidentemente que la esposa de Zayn Malik enderezara la espalda. Pero después de haber vivido con su madre, Helen sabía
cuándo no debía chocar con una experta en discusiones. La sinceridad era la única defensa contra los expertos en malicia.
Entró en el cuarto de baño y se quitó toda la ropa menos las bragas, pero cuando se puso
aquella prenda diminuta se dio cuenta de que el corte de la pierna era tan alto que se veían.
Volvió a desnudarse y empezó de nuevo.
Cuando acabó, se miró en el espejo y se sintió como una prostituta. Dos tiras verticales con lentejuelas de color azul le cubrían los pechos, y otra tira horizontal más ancha las cruzaba. El cuerpo del maillot no era más que un fino velo de red plateada. Emi ni siquiera había incluido unas mallas.
—Creo que no puedo salir con esto —exclamó a través de la puerta.
—A ver...
Helen salió.
—Es demasiado... —sus palabras quedaron interrumpidas cuando vio a Zayn delante del
fregadero vestido de cosaco. Quiso volver corriendo al baño y, si Emi no hubiera estado
allí, lo hubiera hecho. ¿Por qué tenía que aparecer cuando estaba vestida de esa manera?
—Acércate para que podamos verte —dijo él.
Helen dio un paso adelante de mala gana. Emi se puso al lado de Zayn . Los dos se
quedaron en silencio y Helen tuvo la sensación de ser una intrusa.
Zayn no dijo nada, pero la escrutó de tal manera que ella se sintió desnuda.
—Date la vuelta —ordenó Emi .
Helen se sentía como una prostituta expuesta ante un cliente por la madame de turno.
Aunque el espejo del cuarto de baño era muy pequeño, sabía de sobra como le quedaba el
maillot por detrás y se hacía una buen idea de lo que ellos estaban viendo: dos nalgas
redondas, desnudas salvo en el lugar donde se unían y que estaba cubierto por un trozo de tela. Ruborizada se dio la vuelta de nuevo.
—Es un espectáculo para familias —dijo Zayn . —No quiero que salga así.
Emi se acercó a ella y comenzó a desatar el corpiño.
Anny Evans
Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)
Capítulo 31.
♥♥ ♥♥ ♥♥
—Tienes razón. No tiene atributos suficientes para llenarlo adecuadamente. Fuera. —Helen sintió las manos de la mujer en el cuello. —Veamos si el otro te queda mejor.
Emi abrió el maillot sin avisar y se lo bajó, dejando a Helen desnuda hasta la cintura.
Con una exclamación ahogada, Helen agarró el charco de lentejuelas y la red que se le
habían deslizado hasta el vientre, pero tenía los dedos torpes y fue como intentar atrapar
aire. Miró a Zayn . Él estaba apoyado contra el fregadero, con los tobillos cruzados y las manos apoyadas en el mostrador que tenía detrás. Helen le suplicó en silencio que apartara la vista, pero él no dejó de mirarla fijamente.
—Por Dios, Helen , te sonrojas como una virgen. —Los labios de Emi se curvaron en una sonrisa. —Me sorprende que te acuestes con Zayn y aún recuerdes cómo sonrojarte.
Las joyas brillaron en el cinturón de cosaco de Zayn cuando éste dio un paso adelante.
—Ya basta, Emi . Déjala en paz.
Emi se dio la vuelta para coger el otro maillot. Zayn se interpuso entre las dos mujeres, casi como si quisiera ocultar la desnudez de Helen , lo que era ridículo, pues era de él de quien ella quería esconderse.
—Dámelo. —Las mangas flojas de la camisa blanca ondearon cuando arrancó el maillot
de lentejuelas rojas de las manos de Emi . Lo miró y se lo dio a Helen . —Éste está mejor. Mira a ver si te sirve.
Ella cogió el maillot y entró corriendo en el cuarto de baño. Cuando hubo cerrado la
puerta, se apoyó contra ella e intentó respirar con normalidad, pero le palpitaba el corazón
y le ardía la piel.
«Te has criado con una madre que tomaba el sol desnuda. Esto no es para tanto.»
Quizá no, pero le molestaba.
Finalmente se puso el maillot, y vio con alivio que la cubría algo más que el otro. Las
lentejuelas rojas, en forma de lengua de fuego, trepaban desde la entrepierna hasta el corpiño, donde se pegaban a sus pechos de manera irregular y dentada. Las aberturas de la pierna llegaban casi hasta la cintura, mostrando una buena porción de piel. Abrió la puerta y salió a regañadientes del baño. Al menos le cubría la cintura.
Sólo estaba Zayn , apoyado en el borde de la mesa con la cadera. Helen tragó saliva.
—¿Dónde está Emi ?
—Tenía que hablar con alguien . Date la vuelta.
Ella se mordisqueó el labio inferior y no se movió.
—Habéis sido amantes, ¿verdad?
—Ahora ya no. De cualquier manera es algo que no te incumbe.
—Parece que todavía le importa.
—Emi me odia.
A pesar de todo lo que Zayn decía del orgullo, no había lo que era el honor o nunca se habría dejado comprar por su padre. Pero Helen tenía que saber una cosa.
—¿Estaba casada con Owen Wide cuando estabas liado con ella?
—No. Ahora deja de cotillear y deja que te vea por detrás.
—Querer saber más cosas de ti no es cotillear. Por ejemplo, he estado mirando unos recortes viejos de periódico y he observado que no hiciste la gira con el circo de los Hermanos Wide el año pasado. ¿Por qué?
—¿Qué más da?
—Me gustaría saberlo.
—Eso no es asunto tuyo.
Zayn era la persona más reservada que Helen hubiera conocido en su vida y sabía que no le sacaría nada más.
—No me gusta este maillot. No me gusta ninguno de los dos. Me siento vulgar.
—Pareces una artista. —Dado que ella no se dio la vuelta como él le había pedido, Zayn se puso a su espalda. La joven odió verse expuesta de esa manera y se apartó al sentir que él le tocaba el hombro.
—Quédate quieta —Zayn le agarró la cintura con la otra mano. —Éste no podrá ser
criticado ni por los más conservadores.
—Enseña demasiado.
—No es para tanto. Las demás mujeres llevan puestos maillots más pequeños y no les quedan tan bien como te queda a ti éste.
Zayn se había acercado tanto que los pechos de Helen rozaron contra la suave tela de su camisa cuando se volvió hacia él. La joven se estremeció.
—¿De verdad crees que me queda bien?
—¿Buscas un cumplido?
Ella asintió con la cabeza, sintiendo que se le debilitaban las rodillas.
Él bajó la mano que había colocado en la cintura de la joven, deslizándola por el borde
inferior del maillot y ahuecándole las nalgas.
—Considérate elogiada. —La voz de Zayn contenía una nota áspera.
Unas llamaradas ardientes recorrieron a Helen de los pies a la cabeza. Se apartó un
poco; no porque quisiera escabullirse, sino porque deseaba demasiado quedarse donde
estaba.
—No nos conocemos.
Sin apartar la mano de donde estaba, Zayn inclinó la cabeza y le acarició el cuello con la
nariz, calentándole la piel con el susurro de su aliento en la oreja.
—Estamos casados. Con eso basta.
—Sólo es un acuerdo legal.
Él se echó hacia atrás y ella pudo ver las motas ambarinas brillando en sus ojos.
—Creo que es el mejor momento para hacer oficial nuestro acuerdo, ¿no crees?
A Helen se le aceleró el corazón y supo que no podía haberse escapado aunque hubiera
querido. Levantó la mirada y sintió como si todo se hubiera desvanecido y no existiera nada más que ellos dos.
La boca de Zayn le pareció extrañamente tierna a pesar de su gesto duro. Él abrió los
labios y cubrió los de ella con suavidad. Al mismo tiempo, le apretó las nalgas y la estrechó aún más contra su cuerpo. Lo sintió grande y pesado contra ella. Cuando Zayn amoldó la boca a la suya, Helen experimentó un momento de asombro. Los labios de su marido eran tiernos y suaves en contraste con el resto de su persona.
Helen le ofreció la boca dado que no podía hacer otra cosa. Él le acarició el labio inferior
y le rozó la punta de la lengua con la suya. La sensación la hizo sentirse ligeramente
mareada y rodeó la cintura de Zayn con los brazos, sintiendo la sedosa tela de la camisa
bajo los dedos; luego le deslizó las palmas por las nalgas. Él gimió contra la boca femenina.
—Dios mío, te deseo —dijo, y acto seguido su lengua descendió en picado sobre la de
ella.
El beso se hizo salvaje. Zayn la alzó contra él y la empujó hacia atrás, subiéndola a la
encimera. Helen se aferró a su espalda para no perder el equilibrio. Zayn se colocó entre sus piernas y las joyas del cinturón de cosaco se clavaron en el interior de los muslos de Helen .
Sus lenguas se acariciaron. El suave gemido femenino resonó como un eco en la cálida
boca masculina. Helen sintió las manos de Zayn en la nuca. Él se apartó para bajarle el
maillot hasta la cintura.
—Eres preciosa —gimió, mirándola. Le ahuecó los pechos con las palmas de las manos y le rozó los pezones con los pulgares, provocando ramalazos de placer en el cuerpo de Helen . Comenzó a besarla de nuevo mientras jugueteaba con ellos. Ella se agarró a los brazos de Zayn y sintió la poderosa fuerza masculina a través de las mangas ondulantes.
Zayn abandonó los senos de Helen y le recorrió la parte trasera de los muslos hasta las nalgas desnudas. Era demasiado para ella. El roce de las joyas del cinturón en los muslos... la suave caricia de sus manos...
—¡Cinco minutos para la función! —Alguien golpeó con fuerza la puerta de la caravana. —¡Cinco minutos, Zayn !
Helen se bajó de un salto del mostrador como una adolescente culpable y, dándole la
espalda, se subió el maillot con nerviosismo. Se sentía ardiente, agitada y... terriblemente
irritada. ¿Cómo podía estar tan ansiosa por entregarse a un hombre que casi nunca le decía una palabra amable? ¿Un hombre que no respetaba los votos que hacía?
Salió disparada hacia el cuarto de baño, pero se detuvo al oír la voz suave y ronca de
Zayn .
—No te molestes en preparar el sofá esta noche, cara de ángel. Dormiremos juntos.
Anny Evans
Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)
Capítulo 32 .
♥♥ ♥♥ ♥♥
Mientras Emi comprobaba la recaudación y hojeaba un montón de periódicos en la
oficina, Helen vendió las entradas de la segunda función. Lo hizo de una manera mecánica, sonriéndoles a los clientes automáticamente, pero, aunque habló sin parar, sólo podía pensar en el apasionado beso que había compartido con Zayn y apenas prestó atención a lo que la gente decía. Se derretía ante el recuerdo, pero al mismo tiempo se sentía avergonzada. No debería haberse entregado a Zayn con tal abandono cuando él no sentía ningún respeto por su matrimonio.
En cuanto dejó de sonar la música de la presentación del espectáculo, Emi abandonó
el vagón rojo sin decir ni una palabra y Helen cerró la taquilla. Se encontraba contando el
efectivo del cajón de la recaudación cuando apareció Jenn . Llevaba puesto un maillot de
lentejuelas doradas; el recargado maquillaje hacía que pareciera mayor de lo que era.
Cinco aros rojos le colgaban de la muñeca como si fueran pulseras gigantescas y Helen se preguntó si iría a algún lugar sin ellos.
—¿Has visto a Emily ?
—Se fue hace unos minutos.
Jenn miró a ambos lados para cerciorarse de que estaban solas.
—¿Me das un cigarrillo?
—Me fumé el último esta mañana. Es un vicio horrible y además caro. Te arrepentirás de engancharte a él, Jenn.
—Aún no lo he hecho. Fumo sólo por distraerme. —Jenn se paseó por la oficina,
tocando el escritorio, la parte superior del archivador, hojeando el calendario de la pared.
—¿Sabe tu padre que fumas?
—¿Acaso vas a decírselo?
—No he dicho eso.
—Pues hazlo si quieres —repuso en tono agresivo. —De todos modos volverá a enviarme con la tía Terry.
—¿Vives con ella?
—Sí. Pero tiene cuatro niños y la única razón por la que está dispuesta a acogerme es el
dinero que le envía papá. Además, así tiene una canguro gratis para el bebé. Mi madre no podía ni verla —su expresión se volvió amarga, —pero mi padre sólo quiere deshacerse de mí.
—No creo que sea así.
—Y tú qué sabes. A él sólo le importan mis hermanos. Emi dice que no es culpa mía,
sino que Louis no sabe cómo tratar a las mujeres con las que no se puede acostar, pero sé que lo dice para que me sienta mejor. Creo que sí fuera buena con los malabarismos, él dejaría que me quedara.
Ahora comprendía Helen por qué Jenn siempre llevaba los aros consigo. Estaba
tratando de ganarse el afecto de su padre. Helen lo sabía todo sobre cómo intentar
complacer a un padre y lo lamentó por esa jovencita con cara de duende y boca sucia.
—¿Has hablado con él? Quizá si supiera cómo te sientes no te haría volver con tus tíos.
Ella puso su cara de chica dura.
—Como si fuera a importarle. Y mira quién va a darme consejos. Todo el mundo habla de ti. Dicen que Zayn se casó contigo porque estás embarazada.
—Eso no es cierto. —repuso Helen , pero antes de que pudiera añadir nada más, sonó el teléfono y se volvió para contestar. —Circo de los Hermanos Wide ...
—Con Zayn Malik , por favor —dijo una voz masculina.
—Lo siento, en este momento no está aquí.
—¿Podría decirle que lo llamó Jacob Salomón? Ya tiene mi número. Y dígale también que el doctor Theobald está intentando ponerse en contacto con él.
—Le daré el recado. —Colgó y se preguntó quiénes serían esas personas mientras
anotaba el mensaje para Zayn . Había demasiadas cosas sobre él que no sabía y tío parecía que se las fuera a contar
.
Jenn se había ido mientras hablaba por teléfono. Con un suspiro, cerró con llave el
cajón de la recaudación, apagó las luces y salió de la caravana.
Los trabajadores ya habían desmantelado la casa de fieras y Helen pensó en el tigre. Se
encaminó hacia el lugar donde estaba situada la jaula, dejándose llevar hacia allí como si no tuviera ningún control sobre su destino.
La jaula estaba situada sobre una pequeña plataforma a un metro de altura. La luz de los reflectores iluminaba el interior. A Helen le latía con fuerza el corazón mientras se acercaba lentamente. Sinjun se levantó y se giró hacia ella.
La joven se quedó paralizada ante el impacto de esos ojos dorados. La mirada del tigre
era hipnótica, directa, sin parpadeos. Sintió cómo un escalofrío le recorría la espalda y cómo se ahogaba en los ojos dorados del animal.
«El destino.»
La palabra atravesó la mente de Helen como si no fuera ella quien la hubiera puesto allí,
sino el tigre.
«El destino.»
No fue consciente de lo mucho que se había acercado a la jaula hasta que percibió el
olor almizcleño del animal, un aroma que debería de haber sido desagradable pero que, sin embargo, no lo era. Se detuvo a menos de un metro de los barrotes y se quedó inmóvil. Los segundos dieron paso a los minutos y Helen perdió la noción del tiempo.
«El destino.»
La palabra volvió a resonar en la mente de la joven.
El tigre era un macho enorme, tenía las patas gigantescas y una marca blanca en la parte inferior del cuello. Helen comenzó a temblar cuando el aplastó las orejas dejando a la vista las ovaladas marcas blancas de estas; de alguna manera ella supo que aquel era un gesto de amistad. El tigre desplegó los bigotes y le ensenó los dientes. El sudor se deslizó entre los pechos de Helen cuando el animal emitió un rugido; el sonido diabólico de una película de terror.
No pudo apartar la vista del tigre, aunque supo que era eso lo que él quería. El animal le lanzaba una mirada de desafío: ella debía apartar la vista primero. Y Helen quería hacerlo —no era su intención desafiar al tigre, —pero se había quedado paralizada.
Los barrotes parecieron desvanecerse entre ellos y ella sintió como si no tuviera ninguna
protección ante él. El tigre podía abrirle la garganta de un zarpazo, pero aun así, Helen no podía moverse. Miró directamente a los ojos del animal y sintió como si éste le leyera el alma. Pasó el tiempo. Los minutos. Las horas. Los años. Con ojos que no parecían suyos, Helen vio sus propias debilidades y defectos; los miedos que la mantenían prisionera. Se vio en su privilegiada vida, doblegándose ante voluntades más fuertes que la suya, asustada de enfrentarse a cualquiera, intentando complacer a todo el mundo menos a sí misma. Los ojos
del tigre le revelaron todo lo que quería mantener oculto.
Y luego parpadeó.
El tigre.
No ella.
Helen observó con asombro cómo desaparecían las marcas blancas de las orejas. El animal estiró su enorme cuerpo y se dejó caer sobre el suelo de la jaula, desde donde la miró con gravedad y le dio su veredicto:
«Eres débil y cobarde.»
Helen comprendió la verdad que le dictaban los ojos del tigre, y la sensación de victoria
por haber sido capaz de sostenerte la mirada se evaporó dejándole las piernas débiles y
flojas. La joven se hundió en la hierba, donde se sentó en silencio y se abrazó las rodillas,
observando al animal sin miedo, aunque con cierto recelo.
Oyó la música que anunciaba el fin del espectáculo, las voces de los trabajadores que iban de un lado para otro del recinto y los sonidos habituales mientras recogían los puestos.
Casi no había dormido la noche anterior y se fue adormeciendo poco a poco. Se le cayeron los párpados, pero no llegó a cerrarlos por completo. Apoyó la mejilla en las rodillas y continuó observando al tigre con los ojos entrecerrados mientras él le sostenía la mirada.
Estaban solos en el mundo; dos almas perdidas. Helen percibió cada latido. El aire le llenaba los pulmones y el miedo se evaporó lentamente. Experimentó un profundo sentimiento de paz. El alma de la joven se unió a la del animal y se convirtieron en uno solo; en ese momento podría haber sido la comida y el sustento del animal, porque no existía ninguna barrera entre ellos.
Y entonces, más rápidamente de lo que hubiera podido imaginar, la paz se rompió y se sintió golpeada por una explosión de dolor que la hizo gemir. En el fondo de su mente supo que ese dolor provenía del tigre, no de ella, pero eso no hizo que le doliera menos.
«Santo Dios.»
Se agarró el estómago y se dobló sobre sí misma. ¿Qué le estaba ocurriendo? «¡Dios mío, haz que se detenga!» No podía soportarlo.
Cayó de bruces en el suelo y en ese momento supo que iba a morir.
Anny Evans
Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)
Capítulo 33.
♥♥ ♥♥ ♥♥
Tan bruscamente como había empezado, el dolor desapareció. Respiró hondo y se puso
de rodillas temblando.
Los ojos del tigre ardieron de furia contenida.
«Ahora sabes cómo se siente un cautivo.»
Zayn estaba furioso. Miró a Emily Wide y, después, el látigo que él tenía enroscado en el puño. La noche del sábado era el día de cobro de los empleados y algunos ya estaban borrachos, así que llevaba el látigo como medida disuasoria. Sin embargo, no eran los trabajadores los que le molestaban.
—¡A mí no me roba nadie! —declaró Emily , —y Helen no va a librarse de ésta porque sea tu esposa. —El tono bajo y firme acentuaba la rabia contenida de la dueña del circo. El pelo rojo lanzaba destellos de fuego sobre su espalda y le chispeaban los ojos.
La promesa que Zayn le había hecho a Owen en el lecho de muerte hacía que tuviera constantes enfrentamientos con su viuda. Emily Wide era su patrona y estaba resuelta a hpresionarlo tanto como le fuera posible. Pero él estaba decidido a respetar los deseos de Owen. Era un compromiso que no satisfacía a ninguno de los dos y era inevitable que entre ellos surgiera una guerra abierta.
—No tienes ninguna prueba de que Helen cogiera el dinero.
Mientras lo decía, Zayn se sintió furioso consigo mismo por intentar defenderla. No había más sospechosos.
No le sorprendería que su esposa hubiera cogido dinero —ella habría pensado que se lo merecía, —pero no había esperado que robara en el circo. Eso sólo demostraba que su libido había nublado su buen juicio.
—Es cierto —espetó ella. —Comprobé la recaudación después de que se fuera. Acéptalo, Zayn , tu mujer es una ladrona.
—No quiero que la acuses antes de que hable con ella —dijo él con terquedad.
—El dinero ha desaparecido, ¿no es cierto?
Y Helen estaba a cargo de él. Si ella no lo ha robado, ¿por qué se ha esfumado?
—La buscaré y le preguntaré.
—Quiero que la detengan, Zayn . Me robó, y en cuanto la encuentres llamaré a la policía.
Él se detuvo al instante.
—Nunca llamamos a la policía. Lo sabes tan bien como cualquiera. Si es culpable yo me
encargaré de ella igual que me encargaría de cualquier otra persona que hubiera infringido la ley del circo.
—La última persona de la que te encargaste fue aquel conductor que vendía drogas a los
trabajadores. Lo dejaste hecho una piltrafa cuando acabaste con él. ¿Piensas hacer lo
mismo con Helen ?
—¡Ya está bien!
—Eres un gilipollas, ¿sabes? No vas a poder proteger a tu estúpida mujercita. Quiero
recuperar hasta el último centavo y luego quiero que la castigues. Y si no lo haces a mi entera satisfacción, me aseguraré de que todo el peso de la ley caiga sobre ella.
—Te he dicho que me encargaré de ella.
—Ya veo cómo lo haces.
Emily era la mujer más dura que conocía. La miró directamente a los ojos.
—Helen no tiene nada que ver con lo que pasó entre nosotros. No la utilices para vengarte de mí.
Zayn vio en los ojos de Emi un destello de vulnerabilidad que rara vez exhibía, pero
desapareció con la misma rapidez que apareció.
—Odio desinflar ese precioso ego tuyo, pero veo que aún no te has dado cuenta de que
ya no me interesas en absoluto.
Se marchó airada y, mientras la observaba alejarse, Zayn supo que mentía.
Los dos compartían una historia larga y complicada que se remontaba al verano en que él tenía dieciséis años y pasaba las vacaciones viajando con el circo de los Hermanos Wide , y escuchando el punto de vista de Owen sobre los hombres y las ppmujeres. Los trapecistas Cardoza también estaban en la gira de aquel verano y Zayn se enamoró perdidamente de la reina de la pista central, que por aquel entonces tenía veintiún años.
Se pasaba las noches soñando con su elegancia, su belleza, sus pechos. Las chicas que había conocido hasta ese momento le parecían niñas comparadas con la deliciosa e inalcanzable Emily Cardoza. Además de desearla, sentía cierta afinidad con ella porque ambos buscaban la perfección en su trabajo. Percibía en Emi una voluntad similar a la suya.
Pero Emi también poseía una vena egocéntrica que su padre había alimentado y que Zayn nunca había tenido. Sam Cardoza le había hecho creer a Emi que era mejor que los demás. Sin embargo, la trapecista también tenía un lado más suave y maternal y, aunque en aquel tiempo era muy joven, se comportaba como una gallina clueca con los demás miembros de la compañía, les regañaba cuando se portaban mal, llenaba sus estómagos con espaguetis y les aconsejaba en amores.
Incluso a los veintiún años le gustaba jugar a ser la gran matriarca y al poco tiempo
también había incluido a Zayn en el clan, apiadándose del huérfano de dieciséis años que la observaba con aquellos ojos tan ardientes. Se había encargado de que Zayn tomara comidas sanas y le decía a Owen que lo mantuviera alejado de los trabajadores más pendencieros, ignorando el hecho de que Zayn llevaba demasiados años de circo en circo para que nadie lo protegiera.
Pero no era eso lo que Zayn quería de Emi , que había acabado liándose con un
trapecista mexicano que se llamaba Carlos Méndez. Al igual que Emi , Carlos pertenecía
a la última generación de una vieja familia del circo y había sido contratado por el padre de Emi para que fuera el receptor de ésta en el trapecio.
Pero Sam Cardoza tenía algo más en mente. Aunque la ascendencia circense de Carlos
Méndez no era tan impresionante como la de ellos, a ojos de Sam era lo suficientemente
aceptable para convertirse en el progenitor de la siguiente generación de trapecistas
Cardoza, y Emi había complacido a su padre enamorándose de Carlos.
Los celos habían carcomido a Zayn . Su linaje circense era más impresionante que el de Méndez, pero Emi sólo veía a un adolescente flaco y huesudo que sabía de caballos y tenía talento con los látigos. Ella le había contado sus planes para casarse con el elegante mexicano que Sam había contratado. Y que le permitiría poner a sus hijos el apellido Cardoza.
El verano llegó al final y Zayn estaba a punto de regresar al colegio. Los Cardoza habían
sido fichados por los Hermanos Ringling para hacer la gira de la temporada siguiente.
Carlos se pavoneaba como un gallo arrogante, aunque por otro lado carecía de materia gris, y el día que Zayn se marchaba, Emi entró inesperadamente en la caravana de Carlos y se lo encontró desnudando a una de las equilibristas.
Zayn jamás olvidaría esa noche. Cuando terminó la función se encontró a Emily
esperándolo. No había llorado y parecía muy calmada.
—Ven conmigo.
A él ni se le ocurrió desobedecerla. Emily lo llevó al borde del recinto, donde se
introdujeron en un pequeño espacio oscuro entre dos caravanas. El corazón de Zayn
comenzó a latir con fuerza ante los sombríos y clandestinos propósitos de Emi mientras se perdía en el olor almizcleño de su perfume.
La trapecista lo había mirado profundamente a los ojos. Sin decir ni una sola palabra se
abrió la blusa y la dejó caer por los brazos. Aquellos pechos plenos, de redondos pezones oscuros brillaron como nieve bajo la luz de la luna que se colaba entre las caravanas. Emi le cogió las manos y las puso sobre sus pechos.
Él se había imaginado algo como eso cientos de veces, pero las fantasías no le habían preparado para tocar realmente aquellos pechos y sentir esos redondos pezones bajo los dedos.
—Bésalos —dijo ella.
Los dedos de Emi bajaron a la cremallera de Zayn . Éste aspiró profundamente sobre la
húmeda piel de sus senos. Cuando ella lo tomó entre sus manos, Zayn sintió que perdía el control y explotó con un ronco gemido.
Él se había estremecido de satisfacción y humillación. Emi había presionado entonces
sus labios contra los de él, ofreciéndole un beso largo y profundo. Luego se apartó y, aún con los pechos desnudos y húmedos por la lengua de Zayn , se giró entre las caravanas.
Fue entonces cuando él se dio cuenta de que Carlos había estado allí todo el tiempo,
observándolos.
El destello duro y triunfante en los ojos de Emi le dijo a Zayn que ella lo había sabido en todo momento y la sensación provocada por aquella traición fue tan devastadora que no pudo respirar. Él no le importaba. Sólo lo había utilizado para vengarse.
Mientras observaba a su antiguo amante, Emi pareció olvidarse de que Zayn existía.
—He contratado a un nuevo receptor —dijo ella con frialdad. —Estás despedido.
—No puedes despedirme —estalló Carlos. —Soy un Méndez.
—No eres nada. Incluso este chico es más hombre que tú.
Emi volvió a darse la vuelta y selló los labios de Zayn con un beso. A pesar de su lujuria,
a pesar de la neblina de la traición, él sintió una chispa de fría admiración que lo asustó más de lo que lo había hecho nunca el látigo de su tío. Comprendía aquella cruel demostración de amor propio. Como Emily , él jamás dejaría que alguien o algo amenazara lo que era,
sin importar el precio que tuviera que pagar. A pesar de odiarla por haberlo utilizado como un peón, no pudo dejar de respetarla por ello.
Emi pasó los siguientes dieciséis años como artista destacada en los grandes circos del
mundo y no hizo otra gira con el circo de los Hermanos Wide hasta que su carrera comenzó a declinar. Para entonces, su padre ya había muerto y Emily , soltera y sin hijos, se había convertido en la última Cardoza.
Owen le dio la bienvenida al circo de los Hermanos Wide y montó el espectáculo en
torno a ella. Además, en sus infrecuentes conversaciones telefónicas con Zayn , le reveló lo suficiente como para que éste dedujera que Owen estaba colado por ella.
Zayn y Emily se habían reencontrado hacía dos veranos y, de inmediato, se hizo evidente que había habido un cambio en el equilibrio de poderes entre ellos. A los treinta y dos años él estaba en la plenitud de su virilidad y no le quedaba nada por probar, mientras que los mejores años de Emi como artista ya habían pasado. Zayn conocía su propia valía y hacía mucho tiempo que había quedado atrás la baja autoestima que sentía en la adolescencia
Ella era hermosa, inquieta y, por razones que él no comprendió de inmediato, estaba soltera y sin hijos.
El fuego de la pasión crepitó con fuerza entre ellos, pero esta vez era ella la que lo
buscaba a él. Zayn no quería hacer daño a Owen y, al principio, ignoró las insinuaciones
sexuales de Emily . Sin embargo, pronto se hizo evidente que el dueño del circo estaba
resignado a que los dos se liaran y, con su peculiar idiosincrasia, se sintió ofendido cuando Zayn continuó desairando a la mujer que él valoraba por encima de todas las cosas.
Finalmente, Zayn la dejó entrar en su cama. Ella era ágil y suave, carnal y apasionada, y
él jamás había disfrutado tanto del sexo. Le gustaba que ella fuera dura y, también, no
poder hacerle daño. Porque aunque la apreciaba, no la amaba.
—¿Por qué no te has casado? —le preguntó Zayn una noche sentado a la mesa en la lujosa caravana de Emi , donde ella se disponía a servirle la comida por segunda vez en el día.
Los dos llevaban puestas las batas, la de ella tenía un exótico estampado que hacía que los brillos rojizos de su pelo parecieran todavía más intensos
. —Siempre he pensado que querías tener hijos. Tu padre no esperaba otra cosa.
Ella le puso un plato de lasaña delante y se volvió a la cocina para coger el suyo. Pero no
volvió a la mesa. Se quedó inmóvil mirando fijamente la comida que había preparado.
Anny Evans
Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)
Wow, me perdí un montón de capítulos!!! En fin. Zayn y Emily *-* No me lo puedo creer. Y Helen, es increíble cómo la trata Zayn... ¿Soy yo o Emily está celosa de Helen y por eso no se caen demasiado bien? Me siento fatal por Jenn, pinche Louis... Y ese tigre! Bueno, espero saber más pronto, y siento desaparecer estos días. Un beso!
Most
Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)
Oh dios Anny! Perdon, me perdi una barbaridad de capitulos!! Los capitulos me encantaron !!
Zyan y Emi osea que? Que este hombre ha estado con medio circo o como?
El tigre... Adoro a los tigres *-*
Efectivamente Emi esta celosa de Helen
Vale a ver que pasa que en mi familia nadie me quiere y soy un estorbo para todo el mundo o que? Osea Loui colega pero que clase de padre eres? Y mi tia que fuerte!! Y sigo sin superar lo de que mi madre sea Eleanor jajajaja en fi tengo que decir que leyendo estos capitulos me recorde un poco a Draco queriendo que su padre se sienta orgullosos de él, en fin
Espero saber mas pronto!!
Mil besos xx
Zyan y Emi osea que? Que este hombre ha estado con medio circo o como?
El tigre... Adoro a los tigres *-*
Efectivamente Emi esta celosa de Helen
Vale a ver que pasa que en mi familia nadie me quiere y soy un estorbo para todo el mundo o que? Osea Loui colega pero que clase de padre eres? Y mi tia que fuerte!! Y sigo sin superar lo de que mi madre sea Eleanor jajajaja en fi tengo que decir que leyendo estos capitulos me recorde un poco a Draco queriendo que su padre se sienta orgullosos de él, en fin
Espero saber mas pronto!!
Mil besos xx
Jenn Goodenough
Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)
Jajajajajajaja no te preocupes preciosa <3Most escribió:Wow, me perdí un montón de capítulos!!! En fin. Zayn y Emily *-* No me lo puedo creer. Y Helen, es increíble cómo la trata Zayn... ¿Soy yo o Emily está celosa de Helen y por eso no se caen demasiado bien? Me siento fatal por Jenn, pinche Louis... Y ese tigre! Bueno, espero saber más pronto, y siento desaparecer estos días. Un beso!
Exacto, Zayn y Emily
Es que Emily...
Jajajajajajaja :')
Jenn y su Papi no se llevan muy bien pero ya verás
Más besos para ti!
Anny Evans
Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)
No pasa nada amore :)Jenn Goodenough escribió:Oh dios Anny! Perdon, me perdi una barbaridad de capitulos!! Los capitulos me encantaron !!
Zyan y Emi osea que? Que este hombre ha estado con medio circo o como?
El tigre... Adoro a los tigres *-*
Efectivamente Emi esta celosa de Helen
Vale a ver que pasa que en mi familia nadie me quiere y soy un estorbo para todo el mundo o que? Osea Loui colega pero que clase de padre eres? Y mi tia que fuerte!! Y sigo sin superar lo de que mi madre sea Eleanor jajajaja en fi tengo que decir que leyendo estos capitulos me recorde un poco a Draco queriendo que su padre se sienta orgullosos de él, en fin
Espero saber mas pronto!!
Mil besos xx
Jajaja Zayn es Zayn y esta en vías de extinción xD
Yo también amo a los tigres soy taaan lindos *-*
Jajajajajajaja Louis es tu Papi y Ele tu mami
Imagina
Debes de ser guapa xD
Nah yo se que lo eres :)
Anny Evans
Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)
Capítulo 34
♥♥ ♥♥ ♥♥
—Supongo que ambicioné demasiado. Ya sabes que hay cosas que no se pueden tener.Los mejores trapecistas nacemos con una habilidad especial y el hombre con el que me case tiene que provenir de una buena familia. No me casaré con cualquiera, y mucho menos sin amor. Amor y linaje. Es una buena combinación. —Llevó el plato a la mesa. —Mi padre solía decir que era mejor que los Cardoza se extinguieran antes que tener nietos sin sangre circense. —Se sentó y cogió el tenedor. —Bueno, hice mía esa máxima. Es preferible que los Cardoza se extingan a casarme con un perdedor hijo de puta al que no pueda respetar.
—Bien por ti.
Ella tomó un bocado de comida y volvió a dejar el tenedor en el plato. Después observó detenidamente a Zayn , con un brillo provocador en los ojos.
—Los Malik son todavía más importantes que los Cardoza. Sam me dijo hace años que no debería haberte dejado escapar. Me reí de él porque por aquel entonces tú eras sólo un niño, pero ahora los cinco años que te llevo no significan nada. Somos los últimos de dos grandes dinastías circenses.
Divertido, él negó con la cabeza.
—Yo no tengo ninguna intención de perpetuar la dinastía Malik . Lo siento, cariño, pero tendrás que buscar esperma circense en otro lado.
Ella se rio, pinchó un rollito de lasaña y se lo llevó a la boca.
—Menos mal que no te quiero. Si lo hiciera estarías perdido.
Su ardiente relación siguió adelante, tan lujuriosa y apacible que él no prestó atención a la manera, cada vez más posesiva, con la que ella lo trataba o cómo, poco a poco,
comenzó a considerarlo su igual.
—Somos almas gemelas —le dijo ella una noche, con la voz ronca por la emoción, —si
fueras mujer, serías yo.
Emi tenía razón, pero algo en el interior de Zayn se rebeló ante la comparación.
Admiraba a Emi , pero había algo en ella que le repelía. Puede que porque se veía
reflejado a sí mismo.
A pesar de los sutiles cambios en el comportamiento de Emi , él no estaba preparado para lo que sucedió tina tarde de aquel verano en el recinto a las afueras de Waycross, Georgia. Ese día ella le dijo que le amaba. Y cuando lo hizo, él se dio cuenta de que hablaba totalmente en serio.
—Lo siento —dijo él tan suavemente como pudo cuando ella terminó su declaración,—pero eso no va conmigo.
—Por supuesto que sí. Es el destino.
Emi se negó a escuchar cuando Zayn le dijo que él nunca podría amar a nadie —que había perdido la capacidad de amar cuando era un niño maltratado— y el brillo en los ojos de la joven le dijo que para ella el rechazo no era más que un juego. Se empeñó en hacerle cambiar de opinión con la misma determinación que empleó antaño para conseguir el triple salto y, sólo cuando él estaba haciendo la maleta para marcharse después de su última actuación en el circo, comprendió que él no bromeaba. Zayn jamás la había engañado. No la amaba. Y no iba a casarse con ella.
Cuando por fin asimiló aquel tajante rechazo, todo lo que Emi creía sobre sí misma se
hizo trizas y se volvió loca. Fue en ese momento cuando hizo lo inconcebible, lo que nunca le perdonaría. Fue cuando le rogó que no la dejara.
Zayn era, sin duda, la única persona en el mundo que podía comprender la enormidad de lo que ella estaba destruyendo cuando lloró de rodillas ante él. Había doblegado su orgullo, lo que hacía que fuera quien era.
—Emi , basta. Tienes que parar. —Intentó levantarla, pero ella se aferró a él y gritó con
una desesperación tan desgarradora que él se llevaría ese sonido consigo a la tumba.
En ese momento Zayn pudo ver cómo el amor que Emi sentía por él se convertía en odio.
Owen Wide , alertado por el ruido, había irrumpido, de repente, en la caravana y se
había dado cuenta de lo que pasaba. Luego había mirado a Zayn y le había señalado la
puerta con la cabeza.
—Vete, yo me encargaré de todo.
Una semana después, Emi se casó con Owen; un hombre que casi le doblaba la edad y que no le dio hijos, y Zayn era el único que sabía por qué. Su rechazo la había herido en lo más profundo de su ser y sólo podía resurgir de sus cenizas uniéndose a alguien poderoso que la pusiera en un pedestal. Desde que su padre había muerto, ella había recurrido a Owen.
—¡Zayn ! —La voz asustada de Jenn interrumpió sus perturbadores recuerdos. —¡He visto a Helen ! Está delante de la jaula de Sinjun.
Emi oyó lo que Jenn decía y alejándose de Jack Daily se dirigió a Zayn :
—Yo me ocuparé de esto.
—No, lo haré yo. Es mi trabajo.
Mientras sus ojos se enfrentaban en una firme batalla de voluntades, él maldijo para sus adentros a Owen Wide por hacerlos pasar por eso. Sólo tras la muerte de Owen se había dado cuenta de cómo éste lo había manipulado con su habitual astucia. Había pensado que obligándolos a estar juntos, Zayn y Emi resolverían sus diferencias, se casarían y conservarían el circo de los Hermanos Wide . Owen nunca había conocido realmente la naturaleza de ellos dos. Y, por supuesto, Owen no había contado con que una raterilla
llamada Helen echara a perder sus planes.
Heather caminó al lado de Zayn , frunciendo el ceño ton ansiedad.
—No ha sido mucho dinero. Sólo doscientos dólares.
Él deslizó el brazo alrededor de los
hombros de la joven y le dio un apretón.
—Quiero que te mantengas apartada de esto, Jenn . ¿Me has comprendido?
Ella levantó la vista y lo miró con preocupación.
—No vas a darle latigazos, ¿verdad, Zayn ? Es lo que dijo mi hermano. Dijo que le ibas a
dar latigazos.
Las voces espabilaron a Helen . Levantó la cabeza de las rodillas y se dio cuenta de que se había quedado dormida sentada en el suelo delante de la jaula de Sinjun. Mientras se desperezaba, recordó el dolor que había experimentado y la extraña sensación de afinidad con el tigre. Qué extraño. Debía haberlo soñado, aunque todo aquello le había parecido muy real.
Miró a la jaula. Sinjun había levantado la cabeza, había bajado las orejas y tenía las
marcas blancas a la vista. Siguió la dirección de su mirada y vio que Zayn se acercaba a ella, con Emi y Jenn a la zaga. Se puso de pie lentamente.
—¿Dónde está? —exigió Emi .
—Yo me encargaré de esto —dijo Zayn .
Helen sintió un atisbo de temor al ver la expresión fría y resuelta en la cara de su marido.
Sinjun comenzó a pasearse intranquilo por la jaula.
—¿Encargarte de qué? ¿Qué ha pasado?
Emi la miró con desprecio.
—No te molestes en hacerte la inocente. Sabemos que tú robaste el dinero, así que
devuélvelo. ¿O ya lo has escondido en alguna parte?
Sinjun gruñó por lo bajo.
—No he escondido nada. ¿De qué estás hablando?
Zayn se pasó el látigo enroscado de una mano a otra.
—Faltan doscientos dólares del cajón de la recaudación, Helen .
—Eso es imposible.
—Es cierto.
—Yo no los he cogido.
—Eso está por verse.
Helen no podía creer lo que estaba ocurriendo.
—No soy la única que estuve allí. Tal vez Pete vio algo. Fue quien me sustituyó cuando fui a probarme los maillots.
Emi se acercó más.
—Te estás olvidando de que conté el dinero justo después de que volvieras a tu puesto.
Estaba todo. Los doscientos dólares desaparecieron después de marcharme.
—Eso es imposible. Estuve allí todo el tiempo. No pudo haber desaparecido.
—Voy a registrarla, Zayn . Quizás aún lo lleve encima.
—Ni se te ocurra tocarla—dijo Zayn sin levantar la voz, pero la orden implícita en su
respuesta era inconfundible.
Anny Evans
Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)
Capítulo 36
♥♥ ♥♥ ♥♥
—¿Pero qué pasa contigo? —exclamó Emi . —¿Desde cuándo piensas con la polla?
—Ni una palabra más. —Él se volvió hacia Jenn , que había estado observando el
intercambio de voluntades. —Vete, cariño. Todo se habrá aclarado por la mañana.
Jenn se fue a regañadientes, pero Helen vio que se acercaban otras personas: Neeco
Martin, el domador de elefantes, con Jack Daily, y Louis , al que acompañaba una de las animadoras.
Zayn también notó que estaban atrayendo a una multitud y se volvió hacia Helen .
—Si me das el dinero ahora evitaremos montar una escena.
—¡Yo no lo tengo!
—Entonces tendré que buscarlo, y comenzaré por registrarte.
—¡No!
La agarró del brazo y Sinjun emitió un rugido ensordecedor cuando Zayn comenzó a
arrastrarla hacia la caravana. Emi se puso de inmediato a la izquierda de Zayn , dejando claro que no pensaba dejarlos solos.
Por el rabillo del ojo, Helen vio las expresiones severas y serias de todos los que se habían reunido alrededor de la tarta de bodas la noche anterior. Vi estaba allí, pero ahora se negaba a mirar a
Helen a los ojos. Madeline se dio la vuelta y Louis la fulminó con la mirada.
Cuando Zayn le apretó el brazo, Helen sintió que una sensación de traición se extendía
hasta lo más profundo de su alma.
—No sigas con esto. Sabes que jamás robaría nada.
—Pues no, en realidad no lo sé. —Habían llegado a la caravana y Zayn se adelantó para abrir la puerta con la misma mano que sujetaba el látigo. —Entra.
—¿Cómo puedes hacerme esto?
—Es mi trabajo. —Con un empujón la hizo subir el último escalón.
Emi los siguió a la caravana.
—Si eres inocente, no tienes nada que temer, ¿verdad?
—¡Soy inocente!
Él dejó el látigo en una silla.
—Entonces no te importará que te registre. —Helen desplazó la mirada del uno a otro y la fría intención que vio en los ojos de ambos hizo que se sintiera enferma. A pesar de que no se soportaban, los dos se habían aliado ahora en su contra.
Zayn se acercó y Helen se echó hacia atrás y chocó contra el mostrador de la cocina, el
mismo lugar donde sólo unas horas antes le había dado aquel apasionado beso.
—No puedo dejar que me hagas esto —dijo ella con desesperación. —Hicimos unos votos, Zayn . No les des la espalda. —Ella sabía que eso la hacía parecer más culpable ante aquellos ojos acusadores, pero el matrimonio se basaba en la confianza y si él destruía eso, no tendrían ni la más mínima oportunidad.
—Esto no tiene nada que ver con eso.
Ella se deslizó junto al mostrador.
—No puedo dejar que me toques. ¡Por el amor de Dios, créeme! ¡No robé el dinero!
¡Nunca he robado nada en mi vida!
—Cállate, Helen . Sólo estás empeorando las cosas.
Se dio cuenta de que él no iba a ceder. Con el único propósito de asustarla, la atrapó
contra la despensa. Ella lo miró horrorizada.
—No lo hagas —susurró. —Por favor. Te lo ruego.
Por un momento él se quedó inmóvil.
Luego le cacheó los costados. Mientras Emi los observaba, le pasó las manos por las
caderas, por la cintura, luego las movió hacia el estómago, la espalda, los pechos que él había tomado en sus manos tan sólo unas horas antes... Helen cerró los ojos cuando él le deslizó la mano entre sus piernas.
—Deberías haberme creído —susurró cuando él terminó.
Zayn dio un paso atrás con los ojos llenos de preocupación.
—Si no lo tienes, ¿por qué te has enfrentado a mí?
—Porque quería que confiaras en mí. No soy una ladrona.
Se miraron a los ojos. Parecía como si él estuviera a punto de decir algo cuando Emi dio un paso adelante.
—Tuvo tiempo de sobra para deshacerse del dinero. ¿Por qué no registras la caravana?
Yo registraré la camioneta.
Zayn asintió con la cabeza y Emi salió. A Helen comenzaron a castañetearle los dientes a pesar de que la noche era cálida. Decía mucho de la relación entre Zayn y Emi que, al menos en ese tipo de asuntos, parecieran confiar el uno en el otro. Pero nadie confiaba en ella.
Helen se dejó caer en el sofá y se rodeó las rodillas con las manos para dejar de temblar.
No miró cómo Zayn revisaba los armarios ni cómo registraba sus pertenencias. La joven se sintió embargada por una sensación de impotencia. Ya no podía recordar cómo era tener la vida bajo control. Tal vez es que nunca la había tenido. Primero había dependido de su madre, luego de su padre. Y ahora era ese marido peligroso el que había asumido el control de su vida.
Los ruidos de la búsqueda fueron reemplazados por un pesado silencio, pero Helen no levantó la mirada del dibujo de la gastada alfombra.
—Has encontrado el dinero, ¿verdad?
—En el fondo de tu maleta, donde tú lo escondiste.
Helen alzó la vista y vio la maleta abierta a sus pies. Tenía un montón de dinero en la
mano.
—No sé quién lo habrá puesto ahí, pero no he sido yo.
Él se metió la mano en el bolsillo.
—Al menos ten las agallas suficientes para decir la verdad y acepta las consecuencias.
—No robé el dinero. Alguien me ha tendido una trampa. —Era evidente para Helen que
Emi estaba detrás de todo eso. Zayn tenía que verlo también. —¡No lo he hecho! Tienes
que creerme.
Las súplicas murieron en los labios de Helen cuando observó el rígido gesto de su marido y supo que nada lo haría cambiar de opinión. Con una horrible sensación de resignación, le dijo:
—No voy a seguir defendiéndome. He dicho la verdad y no voy a decir nada más. —Él se
acercó a la silla de enfrente y se sentó.
Parecía cansado, pero nada comparable a cómo se sentía ella. —¿Vas a llamar a la policía?
—Nosotros resolvemos nuestros problemas.
—Es decir, sois juez y parte.
—Es mejor así.
Se suponía que el circo era un lugar mágico, pero todo lo que ella había encontrado era
ira y sospecha. Clavó los ojos en Zayn , intentando ver a través de la impenetrable fachada que presentaba.
—¿Qué ocurre si te equivocas?
—No lo hago. No puedo permitírmelo.
Helen notó la fría certeza en la voz de su marido. Tal arrogancia era una invitación al
desastre. Se le puso un nudo en la garganta. Ella le había dicho que no volvería a
defenderse, pero aun así se sintió inundada por un tumulto de emociones. Tragando saliva, se quedó mirando las feas y finas cortinas que cubrían las ventanas detrás de Zayn .
—Yo no robé los doscientos dólares, Zayn .
Él se levantó y se acercó a la puerta.
—Nos enfrentaremos mañana a las consecuencias. No intentes salir de la caravana. Si lo haces, no dudes que te encontraré.
Ella oyó aquella voz helada y se preguntó qué clase de castigo le impondría. Sería duro, de eso no tenía la menor duda.
Zayn abrió la puerta y salió a la noche. Ella oyó el rugido de un tigre y se estremeció.
Cuando Emi miró los doscientos dólares que Zayn le daba, supo que tenía que escapar
de allí y, un momento después, aceleraba por la carretera en su Cadillac sin importarle
adónde iba; necesitaba celebrar la humillación de Zayn en privado. A pesar de todo su orgullo y arrogancia, Zayn Malik se había casado con una ladrona.
Sólo unas horas antes, cuando Vi le había dicho que Zayn se había casado, Emi se había querido morir. Había podido tolerar el horrible recuerdo del día en que perdió el orgullo, cuando se rebajó delante de él, porque había sabido que Zayn nunca se
casaría con otra. ¿Cómo iba a encontrar a una mujer que le comprendiera como lo hacía ella, su alma gemela? Si no podía casarse con Emi , mucho menos podría hacerlo con otra, y gracias a ese pensamiento su orgullo había sobrevivido.
Pero hoy todo se había acabado. Aún no podía creer que él le hubiera negado ese último placer. Se recordaba a sí misma llorando y abrazándose a él, rogándole que la amara, con la misma claridad que si acabara de ocurrir.
Y ahora, con más rapidez de la que podía haber imaginado, él estaba siendo castigado y ella podría dormir tranquila. No podía imaginar un golpe más amargo para el orgulloso Zayn . Al menos su humillación había sido privada, pero la de él había sido en público. Emi incendió la radio y el coche se inundó con el sonido del rock duro. Pobre Zayn . En realidad lo compadecía. Se había negado a casarse con la reina de la pista y había terminado con una ladrona.
Mientras Emily Wide volaba por la carretera bajo la luz de la luna de Carolina del
Norte, Jenn estaba acurrucada en el asiento trasero del Airstream de su padre con los
delgados brazos cruzados sobre el pecho y las mejillas húmedas por las lágrimas.
¿Por qué había hecho algo tan feo? Si su madre estuviera viva, podría habérselo contado todo, podía haberle explicado que ni siquiera lo había planeado, pero el cajón de la recaudación estaba abierto y odiaba a Helen ; así que, simplemente, había cogido el dinero.
Su madre la habría ayudado a arreglarlo todo. Pero ella había muerto. Y Jenn sabía que si su padre se enteraba algún día de lo que había hecho, la odiaría para siempre.
Anny Evans
Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)
No puede ser!!! Fui yo?!! Pensaba que habia sido Emi y resulta que fui yo!!! Aunque era de esperar en cierta manera, dios pero no puedo dejar que Helen cargue con la culpa pobre, Louis me va a matar :/ soy horrible, antes pensaba que era una especie de Draco Malfoy y efectivamente kajajajaja
Me encantaron los capitulos Anny
Espero ansiosa para leer mas
Mil besos xx
Me encantaron los capitulos Anny
Espero ansiosa para leer mas
Mil besos xx
Jenn Goodenough
Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)
Jajajajajajaja era lo que deseabas, acéptaloJenn Goodenough escribió:No puede ser!!! Fui yo?!! Pensaba que habia sido Emi y resulta que fui yo!!! Aunque era de esperar en cierta manera, dios pero no puedo dejar que Helen cargue con la culpa pobre, Louis me va a matar :/ soy horrible, antes pensaba que era una especie de Draco Malfoy y efectivamente kajajajaja
Me encantaron los capitulos Anny
Espero ansiosa para leer mas
Mil besos xx
Debes ser tu xD
Nah sabes que te quiero <3
La sigo ahora mi preciosa Jenn
Más para ti!
Anny Evans
Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)
Capítulo 37
♥♥ ♥♥ ♥♥
—Aquí tienes la pala —dijo el hombre que se ocupaba de los elefantes. —Ahí está la
carretilla. Y ahí el camión con el estiércol.
Digger, que era quien se encargaba de los animales de Neeco Martin, el domador, le dio una pala y se alejó cojeando. Era un hombre mayor que padecía artritis; tenía el rostro arrugado y los labios hundidos por la falta de dientes. Digger era ahora el jefe de Helen . Helen miró la pala. Ése era su castigo. Se había imaginado que Zayn la mantendría confinada en la caravana, que utilizaría aquel lugar como una celda ambulante, pero debería haber sabido que él no se conformaría con algo tan sencillo.
La noche anterior Helen había llorado en el sofá hasta quedarse dormida. No tenía ni idea de si Zayn había dormido en la caravana ni de si había regresado. Por lo que ella sabía, hasta podía haber pasado la noche en compañía de una de las showgirls. La invadió la tristeza. Zayn apenas le había hablado esa mañana salvo para decirle que tendría que trabajar para Digger y que no debía abandonar el recinto sin su permiso.
Desvió la mirada desde la pala que sostenía en la mano al interior del camión. Los
elefantes ya habían bajado del remolque a través de unas anchas puertas correderas
situadas en el centro de éste, justo encima de la rampa. A Helen se le puso un nudo en el estómago y una oleada de intranquilidad hizo que le subiera la bilis a la garganta. Había mucho estiércol. Muchísimo. En algunas partes la paja estaba casi limpia. En otras había sido aplastada por las gigantescas patas de los paquidermos.
Y aquel olor...
Helen volvió la cabeza y aspiró aire fresco. Su marido creía que era una ladrona y una
mentirosa y, como castigo, la obligaba a trabajar con los elefantes a pesar de que ella le había dicho que los animales le daban miedo. Volvió a mirar hacia dentro del camión.
Adiós a su modelito de Mary McFadden.
Helen se sintió derrotada y, justo en ese momento, supo que había fallado. No podría
hacerlo. Otras personas parecían tener una fortaleza a la que recurrir en tiempos de crisis, pero Helen no. Era débil y no hacía nada a derechas. Todo lo que su padre y Zayn habían dicho de ella era verdad. Sólo servía para charlar en las fiestas y eso no le valía de nada en este mundo. Con el sol cayendo a plomo sobre su cabeza, rebuscó en su interior, pero no encontró ni un ápice de coraje. Se dio por vencida. Tiró la pala sobre la rampa.
—¿Ya te has dado por vencida?
Helen bajó la mirada. Zayn estaba al pie de la rampa. Ella asintió lentamente con la
cabeza.
Él le sostuvo la mirada con las manos apoyadas en las caderas cubiertas por unos
vaqueros descoloridos.
—Los hombres han hecho apuestas sobre si harías o no el trabajo.
—¿Y qué has apostado tú? —La voz de
Helen apenas era un susurro y a él le sonó como un graznido.
—No estás preparada para recoger mierda, cara de ángel. Cualquiera puede verlo. Pero,
y sólo para que conste en acta, no he apostado nada.
No era por lealtad hacia ella, de eso estaba segura, lo habría hecho para mantener su
reputación como jefe. Lo miró con una distante curiosidad.
—Has sabido todo el tiempo que no podría hacerlo, ¿verdad?
—Sí, lo sabía —dijo Zayn , asintiendo lentamente con la cabeza.
—Entonces, ¿por qué me has hecho pasar por esto?
—Eras tú la que tenía que entender que no podías soportarlo. Pero has tardado
demasiado tiempo en darle cuenta, Helen . Intenté decirle a Max que no ibas a sobrevivir
aquí más que una bola de nieve en el infierno, pero no quiso escucharme. —La voz de Zayn se volvió casi suave y, por alguna razón desconocida, a ella le molestó más aquello que el anterior desprecio de su marido. —Vuelve a la caravana, Helen , y cámbiate de ropa. Te pagaré un billete de avión.
«¿Adonde iré?», se preguntó. No tenía ningún lugar al que ir. Oyó el rugido de Sinjun y miró hacia su jaula, pero el camión del agua le bloqueaba la vista.
—Te daré dinero para que puedas mantenerte hasta que encuentres trabajo.
—Eso es lo que te pedí en la limusina y no aceptaste. ¿Por qué lo haces ahora?
—Le prometí a tu padre que te daría una oportunidad. He mantenido mi palabra.
Dicho lo cual, él se dio la vuelta para dirigirse a la caravana, seguro de que ella lo
seguiría. Esa arrogante seguridad atravesó el dolor de Helen y lo transformó en un ramalazo de ira, tan extraña en su tranquila naturaleza que la joven apenas reconoció lo que era. Él estaba tan convencido de su derrota que ni siquiera dudaba del hecho de que fuera a rendirse.
«¿Iba a rendirse?»
Miró a la pala tirada sobre la rampa. Tenía abono seco pegado al mango y a la paleta,
lo que atraía a un enjambre de moscas. Mientras la miraba, se dio cuenta de que esa pala, sucia, era como todas las malas decisiones que había tomado en su vida.
Con un sollozo entrecortado la recogió con rapidez y se metió dentro del remolque.
Contuvo la respiración y deslizó la pala bajo el montón de paja más próximo, recogió una
paletada y con brazos temblorosos la llevó hasta la carretilla. Los pulmones le ardieron por el esfuerzo. Aspiró aire fresco y casi se atragantó con aquel pestilente olor. Sin darse tiempo para pensar, fue a por el siguiente montón y luego a por el siguiente. Comenzaron a dolerle los brazos, pero no se detuvo.
Las botas de Zayn resonaron pesadamente en la rampa.
—Para, Helen , y sal de ahí ya.
Ella tragó saliva intentando desatascar el nudo de su garganta.
—Vete.
—No podrás sobrevivir aquí. Tu obstinación sólo pospondrá lo inevitable.
—Es posible que tengas razón. —Perdió la batalla por contener las lágrimas y éstas se le deslizaron por las mejillas. Sorbió por la nariz, pero no dejó de trabajar.
—Lo único que estás consiguiendo con esto es convencerme de lo tonta que eres.
—No estoy intentando convencerte de nada y, francamente, ya no quiero hablar más. —Con un trémulo sollozo, levantó otro pesado montón y, sin apenas fuerzas, consiguió llevarlo hasta la carretilla.
—¿Estás llorando?
—Vete.
Él entró y se puso delante de ella.
—Sí, estás llorando.
—Perdona, pero me estás interrumpiendo —dijo Helen con voz trémula.
Él trató de quitarle la pala, pero ella la apartó a un lado antes de que pudiera cogerla. Un
arranque de cólera alimentado por la adrenalina le dio la fuerza suficiente para deslizar la pala bajo otro montón de paja y amenazar con arrojárselo.
—¡Vete! ¡Lo digo en serio, Zayn ! Si no me dejas en paz te lo echaré encima.
—No te atreverás.
A Helen le temblaban los brazos y las lágrimas le caían desde la barbilla a la camiseta, pero sostuvo la mirada de Zayn sin rendirse.
—No deberías desafiar a alguien que no tiene nada que perder.
Zayn se quedó inmóvil por un momento. Luego meneó lentamente la cabeza y retrocedió.
—De acuerdo, pero sólo lo estás haciendo más difícil para ti.
La joven tardó dos horas en limpiar el remolque. Bajar la pesada carretilla por la rampa fue lo más difícil. Se le volcó la primera vez que lo intentó y tuvo que recogerlo todo de nuevo. Había seguido llorando todo el tiempo, pero no se detuvo. De vez en cuando levantaba la cabeza y veía a Zayn , que la observaba con esos ojos dorados, pero lo ignoró.
Los hombros y los brazos le dolían demasiado, pero apretó los dientes y se obligó a seguir.
Cuando terminó de limpiar con la manguera el interior del camión, la camiseta y los
vaqueros que Zayn le había comprado dos días antes estaban cubiertos por una capa de porquería que parecía formar parte de ellos. Tenía el pelo alborotado alrededor de la cara y se le habían roto las uñas. Examinó el trabajo intentando sentir orgullo por lo bien que lo había hecho, pero lo único que sintió fue un cansancio mortal.
Se apoyó en la puerta del camión. Desde aquella ventajosa posición, en lo alto de la
rampa, podía ver a los elefantes encadenados cerca de la carretera para anunciar que el circo estaba allí.
—Baje, señorita —dijo Digger. —El día no ha terminado todavía.
Helen bajó por la pendiente cojeando sin apartar la vista de los elefantitos que estaban, sin atar, a unos quince metros.
Digger los llamó por señas.
Anny Evans
Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)
Capítulo 38
♥♥ ♥♥ ♥♥
—Hay que llevarlos a abrevar. Use esto para empujarlos, cláveselo en los costados. —Le
señaló un palo de casi dos metros con un pincho en el extremo, luego se acercó a los
pequeños elefantes (que debían de pesar cerca de una tonelada cada uno).
Combinando las órdenes y la voz con unos ligeros golpecitos del pincho, Digger los hizo ponerse en movimiento hacia un tanque lleno de agua. Helen se mantuvo tan alejada de ellos como le fue posible, con el corazón latiéndole con fuerza por el miedo.
El hombre volvió la mirada hacia ella.
—Así es como debe hacerlo.
Helen se acercó poco a poco, diciéndose a sí misma que, a pesar de su tamaño, aquellas bestias eran sólo unos bebés. Al menos no eran unos desagradables perritos.
Observó que algunos bebían directamente de la artesa, mientras que otros aspiraban el
agua con la trompa y luego se la llevaban a la boca. Digger notó que ella se mantenía
apartada.
—No le darán miedo, ¿verdad, señorita?
—Por favor, tutéame.
—No debes dejar nunca que los animales perciban tu miedo.
—Eso me ha dicho todo el mundo.
—Tienes que demostrarles quién es el jefe. Enseñarles que eres tú la que manda.
Él golpeó a uno de los animales, haciendo que se echara a un lado para que pudieran
pasar los demás. Desde lo alto de las gradas, durante el espectáculo, Helen había
encontrado preciosos a los elefantitos, con esas orejas blanditas, aquellos encantadores
rabitos y las expresiones solemnes, pero ahora le daban muchísimo miedo.
Helen había visto cómo manejaba Neeco Martin a los adultos (los machos, se recordó a sí misma, aunque hubiera jurado que todas eran hembras). Hizo una mueca cuando Digger golpeó con fuerza a uno de ellos. Puede que ella no fuera amante de los animales, pero al ver aquello se revolvió por dentro. Los elefantes no habían nacido para vivir en un circo y nadie debería tratarlos tan brutalmente por no seguir las reglas de los hombres, en especial cuando dichas reglas iban contra sus instintos.
—Tengo que ayudar a Neeco a pasear a los elefantes —dijo Digger. —Encárgate de llevar a los elefantitos hasta la estaca. Iré dentro de unos minutos para ayudarte a atarlos.
—¡Oh, no! No, no creo que... —Aquel de allí es Puddin. Ése es Tater. El del fondo es
Pebbies y este de aquí es Bam Bam, lo llamamos Bam para abreviar. Dale ahora a Pebbiescon el pincho. Tienes que enseñarle modales. —Le ofreció el pincho a Helen y se alejó.
Helen miró con consternación aquella arma del diablo. Bam abrió la boca, Helen no supo
si lo hacía para bostezar o para pegarle un bocado, y se echó hacia atrás. Dos de los
elefantes metieron la trompa en el abrevadero.
«Ahora sí que me voy a rendir», pensó ella.
Había conseguido limpiar el camión, pero no lograría acercarse a los elefantes. Había alcanzado su límite.
A lo lejos vio a Zayn observándola, vigilándola como un buitre acecha a su presa antes de saltar sobre ella.
Ella se estremeció y dio un paso indeciso hacia los elefantitos.
—Eh... venga, amiguitos—Temblorosamente señaló la estaca con el pincho.
Bam (o quizá fuera Pebbies) levantó la cabeza y le lanzó una mirada de desdén.
Ella se acercó con inquietud.
—Por favor, no me deis más problemas. Ha sido un día terrible.
Tater levantó la trompa de la artesa y giró la cabeza hacia ella. A continuación Helen
recibió un chorro de agua fría en la cara.
—¡Aaah! —Gritó dando un salto atrás.
Tater salió disparado aunque, por supuesto no hacia la estaca, sino hacía los remolques.
—¡Vuelve! —gritó ella, frotándose la cara. —¡No hagas eso! ¡Por favor, vuelve!
Neeco se acercó corriendo con una larga barra metálica con un aguijón en forma de U en el extremo. Lo dirigió hacia Tater, escogiendo un punto detrás de la oreja. El elefante dio un fuerte chillido de dolor; se detuvo en seco y se giró inmediatamente hacia la estaca. Los demás elefantes lo siguieron con rapidez.
Helen miró a los animales antes de volverse hacia Neeco.
—¿Qué le has hecho?
Él se pasó la barra metálica de una mano a otra y se apartó el largo cabello rubio de la
cara.
—Es una picana. Lanza descargas eléctricas. No la uso a menos que sea necesario, pero
ellos saben que la utilizaré si no se comportan correctamente.
Helen miró la picana con desagrado.
—¿Les das descargas? ¿No te parece que es una medida muy drástica?
—Cuando se trabaja con animales no se puede ser sentimental. Puede que los quiera
mucho, pero no soy estúpido. Tienen que saber quién es el que manda, quién lleva aquí la voz cantante.
—Neeco, esto no es para mí. Ya le he dicho a todo el mundo que los animales me dan
miedo, pero nadie me hace caso.
—Acabarás por superarlo. Sólo necesitas pasar algún tiempo con ellos. No les gustan las personas ni los ruidos inesperados, así que tienen que verte venir. —Le quitó el pincho de la mano y le dio la picana a cambio. —Si te ven con ella te respetarán más. Los pequeños son fáciles de controlar; un par de descargas rápidas si no te hacen caso y listo. Cuando uses el pincho, apunta detrás de las orejas, es donde más les molesta.
Ella sintió como si estuviera siendo obligada a sujetar algo obsceno. Miró a los elefantitos
y vio que Tater le devolvía la mirada. El animal observó la picana y, aunque tal vez fuera cosa de su imaginación, Helen pensó que parecía decepcionado.
Cuando Neeco se marchó, ella se acercó a los animalitos tosiendo para no sorprenderlos.
Ellos levantaron la cabeza y se removieron inquietos al ver lo que llevaba en la mano. Bamabrió la boca y emitió un fuerte barrito de tristeza.
Helen esperaba ver una expresión de triunfo en los ojos de Emi , pero sólo vio
satisfacción. Se dio cuenta de que estaba tan hundida que la mujer ni siquiera la
consideraba una amenaza.
—¿De dónde demonios te ha sacado Zayn ?
Negando con la cabeza, Emi pasó por encima de los pies de Helen , para acercarse a Tater y acariciarle la
—Eres un pequeño demonio, ¿verdad, colega? ¿A que es un diablillo, Theo? —dijo Emi , cogiendo el pie del niño.
Helen había sido derrotada por todos y ya no pudo soportarlo más. En lo que a ella
concernía, el trabajo había terminado por ese día, y había sobrevivido a duras penas. Se puso en pie y se dirigió a la caravana. En ese momento vio a Zayn . Demasiado cansada para volver a enfrentarse a él, se dio la vuelta y comenzó a deambular por el recinto del circo.
Se cruzó con dos de las animadoras, pero le dieron la espalda. Uno de los payasos fingió
no verla. Helen necesitaba con urgencia un cigarrillo.
Dio un respingo cuando un potente chillido surcó el aire. La joven giró la cabeza con
rapidez y vio a Frankie cerca de uno de los camiones de la mano de Vi . La señaló y chilló de nuevo. Vi lo cogió en brazos y, sin dirigirle la palabra a Helen , se alejó.
Helen se sintió fatal. El mensaje era claro. La habían declarado una paria.
Siguió caminando hasta que se encontró delante de la casa de fieras. La puerta de lona estaba levantada y todos los animales estaban dentro menos Sinjun, cuya jaula aún se encontraba a pleno sol. El animal bajó las orejas cuando ella se acercó, y la miró con
desdén. La noche anterior había estado demasiado oscuro para ver en qué condiciones se encontraba la jaula, pero ahora podía ver lo sucia que estaba. Digger era quien se encargaba de cuidar a los animales, pero estaba claro que éstos ocupaban el último lugar en su lista de tareas.
El tigre clavó los ojos en ella y Helen no pudo apartar la mirada de él. La noche anterior el pelaje a rayas parecía brillar bajo los reflectores, pero ahora el animal parecía flaco y sucio.
La joven miró fijamente aquellos misteriosos iris dorados y, al cabo de unos segundos, se
sintió muy sofocada.
El sudor le cubría el hueco de la garganta y los brazos. Tenía la cara congestionada y los
pechos mojados. Nunca había sentido tantísimo calor. Quiso desnudarse por completo y meterse en una piscina de agua helada. Tenía un calor insoportable. Sabía que el ardor no provenía de ella sino del tigre.
—Aquí estás.
Helen volvió la cabeza y vio que Zayn se acercaba a ella. La miró de arriba abajo y se
quedó helada bajo el impacto de esos ojos fríos e impersonales.
—Aún te queda algo de tiempo libre antes de la función —dijo. —¿Por qué no vas a
ducharte y luego cenamos algo?
—¿La función?
—Ya sabes que es parte de tu trabajo.
Anny Evans
Re: CARA DE ÁNGEL (Se necesitan lectores)
Capítulo 39
♥♥ ♥♥ ♥♥
—Pero no esta noche. Es imposible que pueda hacer nada esta noche. ¡Mírame!
Mientras la observaba, Zayn casi se rindió. La parte más decente de sí mismo le exigía que la dejara en paz por esa noche. Estaba pálida debido al agotamiento y tan sucia que era imposible reconocerla. El único rastro de cosméticos en su cara era la mancha de rímel bajo los ojos. Su pequeña boca tenía un gesto de tristeza y Zayn pensó que nunca había estado en presencia de alguien que estuviera tan a punto de quebrarse.
Sintió una renuente chispa de admiración ante el hecho de que ella estuviera todavía en pie. Por la forma que había manejado la pala supo lo difícil que le había resultado todo aquello. La joven lo había dejado sorprendido. Por desgracia, aquella pequeña rebelión sólo había prolongado lo inevitable.
¿Por qué no se rendía? No sabía de dónde había sacado las fuerzas para llegar hasta
allí, pero sí que acabaría por ceder, y se negaba a torturarla más. Luchó contra esa
debilidad interior que lo impulsaba a ablandarse, sabiendo que sería una crueldad
presionarla. Pero tenía que hacerlo si quería que Helen aceptara la verdad.
Se recordó con firmeza que era una ladrona y que, a pesar de las circunstancias, no
podía perdonárselo.
—La primera función es a las seis. Saldrás con los elefantes.
—Pero...
Se fijó en que ella tenía un corte en la palma de la mano y se la agarró con rapidez para
examinarla.
—¿Cuánto hace que te vacunaste del tétanos?
Lo miró sin comprender.
—La vacuna del tétanos. Por la infección.
Ella parpadeó; estaba tan agotada que él tuvo que resistir el deseo de cogerla en brazos y llevarla a la caravana. Zayn no quiso pensar lo que sería sentir ese menudo y suave cuerpo entre sus brazos. Si no hubiera robado ese dinero, hubieran pasado la noche anterior en la misma cama, pero al ver lo que había hecho, él se había enfurecido tanto que no había confiado en sí mismo para tocarla. No había deseado tocarla.
—¿Cuándo te has vacunado del tétanos? —repitió él bruscamente.
Ella se miró el corte.
—El año pasado. Me corté en el yate de Biffy Brougenhaus.
«Santo Dios.» ¿Cómo podía estar casado con una mujer que conocía a alguien llamado Biffy Brougenhaus? Al diablo con ella.
—Échate un poco de antiséptico —le espetó— y procura estar lista a tiempo para la función o también te encargarás del remolque del caballo.
Mientras la miraba, el semblante de Zayn se endureció todavía más. Siempre se había
sentido orgulloso de su sentido de la justicia, pero ella lo hacía sentir como un matón
malhumorado. Otro punto más en contra de ella.
Helen sobrevivió a la función, básicamente porque el cansancio la había entumecido de
tal manera que no le dio vergüenza aparecer en público vestida con el minúsculo maillot
rojo. Aunque Zayn le había dicho que desfilaría con los elefantes, había ocupado un lugar algo más atrás, como si fuera un miembro de los Tolea Voladores.
Se había obligado a ducharse, algo que le había resultado muy doloroso por los
arañazos que le cubrían los brazos. Se lavó y secó el pelo y se maquilló más de lo habitual siguiendo las instrucciones de Zayn . Entre ambas funciones, se quedó dormida en la caravana con un sándwich de mantequilla de cacahuete en la mano. Si él no la hubiera despertado se habría perdido la segunda función.
Al finalizar, Neeco la detuvo cuando salía por la puerta de los artistas.
—Digger necesita que le eches una mano para subir a los elefantitos al camión.
Digger no parecía necesitar ayuda, pero ése era su trabajo y ella no quería que Zayn le
echara nada en cara.
—No seré de mucha ayuda —dijo ella.
—Tienen que acostumbrarse a ti, eso es todo.
Helen se puso una bata azul de Zayn que había encontrado colgada en la percha del
cuarto de baño. Aunque se enrolló las mangas, todavía le quedaba enorme, pero era apropiada para preservar su pudor.
Al ver que los elefantitos salían en ese momento por la puerta trasera, Helen se acercó a Digger.
—¿Necesitas ayuda?
—No te pasees por delante de ellos, todavía les pones nerviosos.
Se puso detrás de Digger, a varios metros de distancia de los elefantes. No tuvo ningún
problema en reconocer a Tater dado que era el más pequeño de los cuatro; recordaba de
sobra el golpe que le había dado y lo miró con resentimiento mientras él trotaba detrás de Puddin cogido de su cola. Cuando llegaron a la estaca, Digger los ató con una correa.
—Ven aquí, Bam. Acércate Helen , así aprenderás cómo se hace.
Helen estaba tan atenta a lo que él estaba haciendo con Bam que no se dio cuenta de
que Tater se había acercado a ella por detrás, hasta que sintió un cosquilleo húmedo, suave como una caricia, por el lateral de su cuello. Dio un gritito y saltó hacia atrás, alejándose de la trompa extendida del elefante.
El elefantito la miró con un brillo testarudo en los ojos, se acercó a ella y alargó la trompa
de nuevo. Demasiado tensa para moverse, Helen se quedó mirando las fosas nasales de la trompa que cada segundo estaban más cerca de ella.
—Tater b-bonito. Elefantito b-bonito. —Emitió un chillido asustado cuando Tater le metió la trompa por el cuello, abriéndole la bata. —Digger... —gritó.
Digger la miró y se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo.
—¿Te has puesto perfume?
Ella tragó saliva y asintió con la cabeza. Tater le pasó la trompa con delicadeza por
detrás de la oreja.
—A Tater le vuelven loco los perfumes de mujer.
—¿Qué tengo que hacer ahora? —dijo con voz entrecortada.
Digger la miró sin entender qué le preguntaba.
—¿A qué te refieres?
—¿A T-Tater?
—Pues no lo sé. ¿Qué quieres hacer?
Se oyó una risa entrecortada.
—Es probable que quiera desmayarse, ¿verdad, Helen ?
Zayn apareció justo detrás de ella y la joven intentó mostrar valor.
—No... no exactamente.
—Es por el perfume. —Alargó la mano y acarició a Puddin. Tater, mientras tanto, emitió un barrito de alegría y metió la punta de la trompa por el cuello de la bata, hasta la base de la garganta de Helen .
—N-nadie me dijo que no usara perfume. —Para sorpresa de la joven, el elefantito bajó más la trompa, hacia las llamas que dibujaban las lentejuelas rojas que cubrían el corpiño del maillot. Recordó que también se había puesto perfume entre los pechos.
—Zayn ... —le imploró. —Me va a tocar... me va a tocar... —la trompa de Tater alcanzó su
meta. —¡Los pechos! —gritó.
—Tienes razón. —Zayn palmeó la trompa y la apartó a un lado. —Ya basta, amiguito. Eso es de mi propiedad.
Helen estaba tan asombrada por aquella declaración que no notó que Tater retrocedía.
Digger soltó una risita jadeante y señaló al elefante con la cabeza.
—Parece que Tater se ha enamorado.
—Eso me temo—repuso Zayn .
—¿De mí? —Helen miró a los dos hombres con incredulidad.
—¿Ves a alguien más? —contestó Zayn .
Lo cierto era que el elefante le estaba lanzando una mirada conmovedora.
—Pero si me odia. Esta tarde me golpeó y me tiró al suelo.
—Esta tarde no llevabas perfume.
Digger se levantó y le crujieron las rodillas. Se acercó al elefantito.
—Ven, chico. La joven no está interesada.
Mientras Digger lo alejaba de allí, Tater le lanzó por encima del hombro una mirada de
adolescente enamorado. Helen no sabía si sentir temor o agradecimiento por gustarle al
menos a alguien de ese horrible circo.
Esa noche se quedó dormida en cuanto su cabeza tocó la almohada. Oyó entre sueños
que Zayn entraba en la caravana unas horas más tarde y notó que le cubría los hombros con la manta mientras volvía a dormirse.
Anny Evans
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