rumor has it

Apenas había sonado la alarma en la mesa de noche al lado de su cama cuando su madre ya estaba, prácticamente, arrastrando a la chica por el pasillo en dirección al baño para que pudiese arreglarse. 

─ Pero si es temprano todavía, no hacia falta que me tomaras del brazo, yo estaba ya despierta. ─exclamó aún adormilada y con el ceño fruncido una vez que su madre cerró la puerta del cuarto de baño tras ambas.
─ Mentira. ─Los grandes ojos de la señora miraron a su hija con recelo, y es que Lidia había dejado de conocer por completo a Maxine después de haber descubierto que tenía problemas con las drogas, prácticamente desconfiaba de ella cada que le decía algo─. Tú no tenías pensado despertaste hasta media hora después, ¿acaso crees que no revise la alarma?, tienes suerte de que me haya dado cuenta y lo sincronice bien. Estas a tiempo hasta para darte una ducha de media hora que tanto te gustan, hija mía.

Un bufido salió de los labios de la muchacha y a regañadientes se sacó la pijama frente a su madre, quería demostrarle que no tenía ninguna perforación o tatuaje oculto como ella se imaginaba a casi diario cuando Max volvía de un lugar por las noches desde un año atrás, una vez que le dedicó una mirada llena de frialdad y recibió por parte de la señora una completamente aliviada se encontró finalmente sola en el gran cuarto de baño. 
El hecho de que su padre tanto como su madre, pero en especial está última, desconfiaban de ella le hacían sentirse inútil y una buena para nada la mayoría del tiempo debido a que la relación que mantenía con su familia ya no era lo mismo desde que le habían detenido en el barrio de su ex novio con el bolsillo repleto de sobres de cocaína y heroína, ese día fue en el cual Maxine Jackson se convirtió en un desastre de primera frente a la sociedad que causo la deshonra de su apellido, e inmediatamente a los dos días fue internada para tratar con su problema el cual fue superado después de mucho trabajo el cual a Max jamás le gustó mencionar frente a nadie. No le gustaba revivir esos momentos.

Sin más que hacer, suspiró rendida y se adentró en la tina para finalmente tener la paz que deseaba en su primer día de clases, lejos del pasado que le atormentaba cada dos por tres.


Adam no solía ser el típico chico al cual le molestaba despertar temprano para llegar a tiempo a su primer día de clases, en verdad era algo que le gustaba tener siempre en sus planes sin importar que fuese el último o el primer día en algún lugar, por lo que una vez que su despertador sonaba a las cinco de la mañana él salía de un salto de su cama y se alistaba rápidamente para preparar el desayuno que le aprecia en aquel momento. En otros tiempo tal vez les hubiese llevado un poco a sus padres pero la cosa estaba en que ya no estaban más con él por lo que preparaba sólo lo necesario para él mismo.

Había tomado una ducha de diez minutos, se había puesto una camisa con mangas, las cuales arremangó hasta por encima de los codos minutos después, color azul marino y unos jeans negros que hacían juego a sus zapatos negros. Aquella ropa le había costado toda una semana con doble turno por lo que quería usarla en su primer día en la nueva universidad, había asistido a una cercas de su apartamento pero la suerte jamás estaba de su lado y le habían quitado la beca, pero gracias a su amigo Nick había escuchado de una muy prestigiosa en la cual le dieron una muy buena beca en la cual podía estudiar y trabajar a la vez consiguiendo una ayuda extra por parte de la universidad. Eso le venía más que bien al muchacho cuyos intereses no iban más allá fuera de lo normal.

Salió de su casa con una hora de anticipación, la universidad quedaba del otro lado de la ciudad y con el tráfico matutino le costaba más llegar viajando en camión, llevando consigo solamente la mochila con un recopilador, tres plumas con tinta de diferente color, su iPod con auriculares y la billetera. Adam Wilson no necesitaba más para su primer día de clase en su nueva universidad.
Nueva York era una de las ciudades con más prestigio en todo el país, eso se podía notar en el aire siempre perfumado con los diversos aromas típicos de una cafetería, contaba con más de ocho millones de habitantes y aún así eran muy pocos los un utilizaban los transportes propios como medio de transporte, y mucho más por las mañanas, debido a que la gran mayoría de los neoyorquinos preferían usar el metro para llegar a su trabajo dejando así un tráfico terrible a causa del montón de vías que tenía la ciudad y así se causaba mucha más contaminación de la esperada en tan poco tiempo.

Cuando Adam terminó de escuchar una playlist completa de Oasis se encontraba cabeceando en el último asiento del metro con la mano recargada en su mentón, había tenido suerte en encontrar el metro prácticamente solo debido a su lejanía con el centro de la ciudad pero parada tras parada la gente subía aún más hasta el punto de llenarse por completo, un día común y corriente en la vida del muchacho sin duda alguna. A causa de los auriculares que tenía puestos y el sueño tremendo que le había llegado de la nada no había notado que estaba por llegar a su parada.
De un salto salió de su lugar, dejándoselo a una señora de mediana edad, y se encaminó a las puertas del transporte abriéndose campo entre todo el montón de personas que viajaban con él. 
Le resultó extraño el hecho de que sólo tres chicos más y una chica se bajaron junto a él en la parada correcta, la cual quedaba a un kilómetro de la universidad lo cual se podía arreglar caminando, cuando en su antigua universidad la mayoría de los estudiantes llegaban en el metro. Pero claro, se trataba de una prestigiosa universidad en Manhattan donde todo era al revés, y él era uno de los chicos becados que usaban el transporte público en vez de su lujoso deportivo rojo el cual vivía simplemente más allá de Brooklyn y Queens.
Y eso influía mucho a la hora de tener contacto con los demás, lo notó en el momento en el cual cruzaba el aparcamiento del lugar y las miradas de los universitarios se dirigían a él con más superioridad que curiosidad, sentía ganas de salir corriendo de ahí y volver con un traje alquilado al igual que un auto; Adam siempre detestó ser el centro de atención en cualquier lugar que se encontrase, aún más en donde estudiaba.

Mala señal, el castaño sintió entonces que no todo iba a ser rosa en aquel lugar para niños ricachones, y con un suspiro decidió seguir con su camino ignorando el hecho de encontrarse en un lugar tan impropio de su entorno.


La muchacha apenas si había llegado y le dieron ganas de irse a casa de nuevo, había dejado hace un año sus estudios por culpa de la rehabilitación y le resultaba extraño volver a lo que antes era su universidad, cursaba segundo año cuando debería de haber estado ya en tercero. Aún así no se dio por vencida.

Maxine sacó de su mochila su celular y activó sus datos, los cuales para su suerte aún contaban con la clave de la red del campus, lo que le hizo sonreír por primera vez desde una semana atrás e inmediatamente abrió sus mensajes. 
Fue a la última conversación que había tenido el día anterior en su lista de contactos, como a eso de un poco más de las once Aaron Tyler estaba hablando con ella el día anterior, y resultó ser que si se había quedado de ver con el chico por ahí en el frente de la universidad.
Guardó su teléfono y se dispuso a mirar con detenimiento a los universitarios, en busca de uno con ojos verdes y cabello castaño rizado, dándose cuenta de que sólo algunos los recordaba del primer año que había tenido ahí pero la gran mayoría eran rostros casi completamente desconocidos para ella. Incluso podía decirse que Maxine era aún más intrusa en aquella universidad que los de primer grado.
Y se sintió vagamente inconforme con eso unos minutos.

Exactamente tres minutos después la muchacha distinguió entre la gran población universitaria que recorría el campus a su amigo, le pareció en un principio aún más apuesto de lo que había visto en sus fotografías y videollamadas que tenían cuando él estaba en Australia, pero le costó un poco asimilar el hecho de que aquel muchacho era el mismo al cual había conocido meses antes en tumblr. Pero sin vacilar fue andando hacia él.

{...}

─ Resulto ser que me agradas aún más que te conozco en persona. ─comentó la castaña una vez que ambos salían del café en el cual habían pasado un buen rato charlando sobre muchas cosas─ Jamás creí que alguien que conocí en internet resultaría ser como mi alma gemela.

Reía, sintiéndose extraña por aquel acto que le parecía en aquellos momentos casi prohibido, mientras buscaba con exactitud encontrar algún tipo de defecto en Aaron, sin encontrar algo en concreto que le hiciese feo, mientras recobraba la sensación de ser una chica normal de diecinueve años que paseaba por la universidad. Cuando había estado en el centro de rehabilitación jamás se le hubiese ocurrido que volvería a ser una chica común y corriente. 
Se había visto envuelta en las drogas, el alcohol y el sexo por el más grande de los demonios que escondía en su pasado.

La vida de Maxine había cambiado tiempo cuando conoció a un muchacho, Tyler Collins era su nombre, del cual término perdidamente enamorada por el hecho de encontrarle peligroso, no era más que una colegiala ingenua en ese entonces que necesitaba de algo malo en su vida perfecta, y cuando su amor fue correspondido por el muchacho a cambio de unirse a su oscuro mundo la muchacha se vio atrapada entre las sombras. La vida la cual todos añoran y temen a la vez. 
El tiempo transcurrió de aquella manera, los Jackson no sabían nada acerca de la otra careta de su hija mientras esta fingía vivir en un mundo rosa, siguiendo día con día a los riesgos a los cuales Tyler le arrastraba. Y no fue hasta dos años después que fue descubierta, una noche en la cual el idiota de su novio le dejo para no ser detenido también, e inmediatamente le entregaron a sus padres cuando supo en el lío en el que se había metido; por fortuna sus padres no le corrieron de casa sino que la llevaron para que tuviese ayuda y así dejo de lado las sombras.
No volvió a caer en ningún vicio el poco tiempo que ya tenía libertad, que no constaba de más de cinco meses en realidad, y esperaba estar así el resto de su vida.
Pero aún así no todo volvió a ser lo mismo, había perdido casi por completo a sus padres y la mayoría de sus amigos, por lo que estaba dispuesta a hacer lo que fuese posible por ser una mejor persona y empezar de nueva cuenta con todo.

Conocer por tumblr al chico de ojos verdes le había ayudado a recobrarse aún más, fue el único el cual le apoyo cuando todos le dieron la espalda, y estaba agradecida enormemente con él por ello. Sentía muchas veces que Aaron era el hermano que tanto había deseado por años y el cual nunca tuvo.

Ambos caminaron por el campus, esta vez dirigiéndose hacia sus respectivas clases, a Max le gustaba el arte en general y estaba decidida en graduarse abarcando una o varias ramas del arte. Le bastaba con estudiar algo de su agrado para emplearlo en un futuro muy cercano.
Los ojos de la castaña vagaban por todas partes, tratando de ubicar algún rostro familiar o algo así, pero sólo se encontraba con gente prácticamente desconocida.
Una vez que llegó la hora de entrar a sus respectivas clases Aaron se vio obligado a dejar sola a la muchacha en medio de un pasillo, el aula de Max se encontraba más adelante y el de su amigo doblando hacia la derecha, por lo que con un beso en la mejilla ambos se separaron. 

Los ojos de la castaña no se despegaban de la punta de sus botines negros hasta que casi se estrelló con un muchacho, inmediatamente alzó la vista, y se encontró con un chico castaño de ojos turquesa el cual le ignoró por completo para hacerse camino hacia el salón vecino al suyo. Aquello desconcertó a Maxine.
¿Qué demonios le ocurría a aquel tipo como para casi tirarla y después ignorarla? 

─ Bastardo. ─murmuró la muchacha una vez que el castaño cruzó por la puerta.

Y sin más siguió su camino hasta llegar a su aula correspondiente, sin percatarse de la mirada del muchacho la cual le seguía desde atrás, pues él había escuchado perfectamente como le había llamado. Una vez que la chica se perdió de su vista sonrió de lado con los labios sellados, aquello le había resultado gracioso, jamás se hubiese esperado tal osadía por parte de una chica pija.

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