rumor has it

Hacia tan solo una semana Aaron se había alojado en el cual sería su piso durante el siguiente año en la ciudad de Manhattan. Su padre aseguraba que debía graduarse con honores en la universidad para ser el futuro dueño del imperio Tyler, y si su padre lo quería, su padre lo tenía. No era que a Aaron no le gustase ser universitario, de hecho, era una asignatura pendiente la cual había pospuesto por el simple hecho de que su trabajo en Australia, en la empresa de la familia iba de maravilla. Ahora, por primera vez en sus veintiún años de vida, volaba lejos de su familia, de sus afectos, de sus amigos. Comenzaba una nueva vida en la gran manzana, algo que no le disgustaba en lo más mínimo.
 
La vista desde su ventana era envidiable, el central park en su punto más bello estaba ante sus ojos mientras sostenía una taza de café humeante el cual comenzó a beber a sorbos sin dejar de admirar dicho paisaje.
El primer día, apenas había llegado, el chofer de la familia Baizen se había hecho presente en el aeropuerto para recogerlo y llevarlo como habían acordado. Entre los Baizen y los Tyler habían negocios de por medio, incluso desde antes que Aaron o la pequeña Lily nacieran, ellos congeniaban muy bien, de hecho, si no fuera por aquella diferencia de edad Aaron, apostaría a que sus padres hubiesen querido emparejarlo con la más joven de las Baizen, para su suerte, no fue así, no por la muchacha, ella era encantadora y de hecho, había sido la encargada en mostrarle la ciudad que el joven hacia tanto no visitaba. Sino porque no era el tipo de Aaron, más bien, desde que había sentido curiosidad por experimentar el lado oscuro, había desistido de pasar el rato con cualquier otra mujer, claro estaba que aquello quedaba entre él y el afortunado chico que haya tenido el placer de tenerlo bajo sus sábanas.
 
El joven se paseó con una toalla rodeando su cadera hasta que decidió que era hora de ver en su vestidor cual sería el atuendo adecuado para el primer día en la universidad. Finalmente, skinny jeans, una camisa blanca con finas rallas verticales color negro, botas cortas beige y unos cuantos anillos en sus dedos eran todo lo que el joven llevaba pars verse bien. El estilo de él era entre bohemio y chic, una mezcla que Aaron lucía de maravilla. Una cruz de plata caía en medio de su pecho, justo entre las dos aves que llevaba tatuada en este.
 
Finalmente, tomó su bolso para salir de su nuevo hogar, sabía que una nueva vida le esperaba y aunque no era del tipo demostrativo, internamente los nervios se hacían sentir.
 
 
Patrick despertó cuando la melodía de su teléfono móvil irrumpió en sus sueños. Cayó en la cuenta de que el tono era de llamada y quitando su brazo de abajo de las sábanas llevó el aparato cerca de su oído para así atender.
 
— ¿Dónde demonios se supone que estás marica? —Fue lo primero que escucho y aunque alejo el móvil de su oreja para ver el nombre de quien le llamaba no hubiese sido necesario, la única persona a la cual le daba la confianza suficiente como para tratarlo de tal modo no era nadie menos que James Carter— Dime que no te has dormido —sonó algo frustrado y al no recibir respuesta prosiguió—, eres un maldito puto —rió su amigo.
—Estoy en mi cama ¿Qué pasa hermano? —Cuestionó despreocupado.
— ¿Bromeas? Maldito, no puedo creer que llegué antes que tu a la universidad.
— ¿Que que? —Preguntó pegando un salto -literalmente- de la cama.
—Eres un jodido idiota —volvió a burlarlo y colgó la llamada.
— ¡Mierda! —Exclamó Patrick corriendo hacia el baño.
A toda velocidad escogió los primeros jeans que sacó del armario, una sudadera oscura, vans a cuadros blancas con negro y dando una rápida pasada por el baño salió del departamento en busca de un taxi que le diese un rápido aventón a la universidad.
 
 
Aaron había quedado de encontrarse con Max, la chica a la cual conoció a través de tumblr casualmente, ninguno de los dos sabían nada del otro hasta que comenzaron a hablar y él le contó que viajaría a Manhattan descubriendo que ella era de allí. Así, como se dan las cosas en internet.
 
— ¡Aaron Tyler! —Exclamó una voz femenina llamando la atención del joven que volteó a verle para encontrarse con una hermosa chica castaña de ojos claros.
—Max ¡Que gusto! —Sonrió él acercándose a saludarla con un breve abrazo.
—Esto es raro —rió ella.
—Sí, lo es —respondió él— ¿Tomamos algo?
—Si claro.
 
Dicho esto, ambos comenzaron a caminar en busca de algún café. Camino a este, cruzaron algunas palabras pero la atención de Aaron fue captada por el castaño de ojos azules con el cual cruzaron miradas de manera inevitable, probablemente intentando reconocerse -en vano- el uno con el otro ya qu ambos tuvieron la misma sensación de "yo a él lo conozco" pero sin recordar de donde...
Finalmente Max y Aaron se sentaron a beber café y hablar acerca de la llegada de este a la gran manzana, mientras ella le contaba sus planes a futuro y acordaban verse para compartir tiempo junto con sus cámaras fotográficas, la cual torpemente Aaron había olvidado. La mayor pasión de Tyler era la fotografía, y gracias a ello había llegado a su vida Maxine, la única persona en la cual el chico confiaba sin siquiera haber visto su rostro, por eso, luego de años de amistad virtual el momento del encuentro había sido extraño pero grato para ambas partes ya que finalmente ambos habían quedado aun mas encantados el uno con el otro.
 
 
—Si pretendes que tu secretito siga oculto deberías dejar de mirar a los hombres como lo has mirado a ese —soltó James viendo a su amigo quien había quedado totalmente estúpido luego de cruzar mirada con el oji-verde.
— ¿Qué? —Preguntó aun en sus pensamientos.
—Que si no quieres que todos sepan de tu gusto hacia los penes dejes de mirar de esa forma a quienes lo tienen —se burló.
—Ya cállate idiota —rió dándole un codazo lo suficientemente fuerte para que el chico retroceda y sujete su estomago—, conozco a ese tipo, solo que no recuerdo de donde.
—Oh —se limitó a responder su amigo quien se perdía tras cualquier falda que pasase delante de él.

Pasó un buen rato en el cual Patrick perdió a James y encontró a Nick cuando este estuvo lejos de su desagradable novia -adjetivo con el cual Patrick solía describirla- Verónica. Al igual que James, Nicholas, era como un hermano para Patrick, aunque este había llegado mucho después que el primero a su vida, ya que con James se conocían desde niños, cuando aun eran dos almas inocentes no corrumpidas por drogas o alcohol, cosa que con el tiempo se volvieron rutinarias, en cambio Nick, si bien se prestaba ante la diversión era mucho más calmo, y se preocupaba por mantener su buena imagen y en más de una ocasión había sido el encargado de llevar a Patrick con vida a su hogar luego de alguna de esas borracheras en las cuales perdía todo tipo de cordura que podía tener. Si, Nick era un buen amigo.

—Aun no creo que hayas perdido las dos primeras horas de clase ¿Qué demonios hiciste anoche?
—Si supiera créeme que te lo diría —bromeó el mayor sentándose—, definitivamente no fue buena idea ir de fiesta con Carter la noche anterior a comenzar la universidad pero no sé decir que no.
—Deberías aprender —dijo un tanto serio.
—Si lo sé, algún día —respondió restándole interés al asunto sin percatarse del posible enojo de su amigo—, al menos amanecí en mi cama y solo, no pudo haber sido nada grave, solo que no tengo idea de cuando ni como llegué allí —se encogió de hombros.
 

+:

Para Lilian Baizen un nuevo curso en el Constance Billard solo significa otro curso de gloria y popularidad. Había pasado un verano maravilloso en compañía de su padre en los Hamptons, la zona de Nueva York en la que veranean los pijos. Bueno, en compañía de su padre, su madrastra y su hermanastra. Amanda, su futura madrastra, no estaba mal, se esforzaba por caerle bien a Lily, y tenían una buena relación. Pero Charlotte, joder pensaba siempre Lily no hay quien la aguante. Pero no le quedaba otra. Todo por su padre. Además, Charlie no había hecho otra cosa que quejarse todo el verano de que no tenía amigos en los Hamptons, porque sus amigos no eran unos pijos. Lily se la presentó a Bianca, su mejor amiga, y Bianca la aguantó aún menos que Lily, así que desistió.
El sonido de un R&B urbano atravesó la pared que separaba las habitaciones de Lily y Charlie, y la primera no tuvo otra que desperezarse. Ya enfadada con su hermanastra de mañana, Lily se levantó y se pusó por encima de su pijama corto una fina bata de seda, metió los pies en sus zapatillas y se frotó los ojos mientras avanzaba a su tocador. Se cepilló su larga y lisa melena castaña clara, casi de un rubio trigueño, oscuro, y salió de su cuarto directa a la cocina, golpeando antes la puerta de Charlie con fuerza, para que bajara la música.
Olía a gofres y a fresas. Amanda y Colin, su padre, estaban cocinando. Lily los miró sonriendo, su padre no estaba tan feliz desde hacía años.
─ Buenos días Lily ─la saludó su padre, y ella le plantó un beso en la mejilla─, ¿tienes el uniforme listo?
─Colocado encima de la silla, para empezar el curso medias rojas y la falda azul ─tomó una fresa de un cuenco y sonrió─. Buenos días Amanda.
La verdad era que el Constance no era demasiado exigente en cuanto al uniforme, que consistía en una blusa blanca, con un lazo azul marino o una corbata a cuadros, como la falda (peto para las pequeñas), a cuadros o azul, y las medias de prácticamente cualquier color. Esa era la teoría, pero las medias de colores vivos y la falda azul marino solo te estaban permitidas si eras la reina, su mejor amiga o una de sus elegidas.
Así, al salir del edificio y subirse en su limusina para ir al colegio, Lily vestía con el uniforme más “exclusivo” y Charlie, a la que parecía importarle una mierda, llevaba la falda de cuadros, la corbata, y unas medias verde botella.

Después del discurso de la directora, Charlie estaba aún más horrorizada con el hecho de ir al Constance, a) no tenía amigas, b) las únicas chicas que conocía eran a su hermanastra y a su mejor amiga, dos estúpidas, y c) todas le parecían unas esnobs, pijas clasistas.
Sonó el timbre que indicaba el primer descanso y salió de su aula, intentando seguir a la multitud. Todas se dirigían hacia el MET, o sea, el museo metropolitano de Nueva York, que estaba muy cerca del colegio. Al llegar se veía una escalinata enorme, y abajo había un puesto de yogures helados que ya tenía la cola llena de chicas. Unos segundos después empezaron a llegar los chicos del St. Jude, el colegio masculino conectado al Constance. Charlie deseó interiormente que ellos fueran menos estúpidos. Algunos se unieron a las chicas en su camino a los yogures, y otros se apartaron hasta desaparecer de la vista. A fumar marihuana se dijo Charlie.
─¡Oye rubia! ─Se giró por alto reflejo, llevando su cabello con ella, sus ojos se pararon en un chico alto, de tez morena y pelo oscuro más bien largo.
Se acercó a ella.
─Dime que eres la famosísima Charlie Tayler, que antes pasaba por Brooklyn y escandalizaba a todo el mundo.
Charlie se rió y lo miró. Era mono.
─Soy una chica de Manhattan, mis días de andadas han terminado. Vivo en el Upper East Side.
─Toda una señorita ─el chico extendió la mano derecha─. Joe Harper, un placer.
Se estrecharon la mano y Charlie estuvo a punto de sentarse en la escalera.
─Más abajo, rubia. Se nota que eres nueva ─bajaron varios escalones y entonces se sentaron─. Arriba se sientan Bianca Agnelli, Lily Baizen y su aquelarre.
─¿Aquelarre? ¿Son para tanto?
─La élite, la realeza, llámalas como quieras, pero no dejan de ser unas brujas crueles.
Charlie suspiró.
─Lily es mi hermanastra.
─¿O sea que tu madre es la prometida del increíble Colin Baizen? Todos los ricos de Manhattan estamos invitados a la boda.
─Y también la familia de mi madre, y veinte amigos de clase media de SoHo.
Joe se encogió de hombros.
─Al menos no son de Brooklyn, para la gente de aquí Brooklyn es como un país del tercer mundo.
─¿Por qué usan el metro?
─Oh dios mío ─Joe fingió cara de pija espantada─, ¡ha dicho metro!
Charlie soltó una carcajada, divertida. Le gustaba Joe.
─¿Cuántos como tú hay en este colegio? ─Preguntó.
─Nah, en el fondo la mayoría son buena gente. Pero intenta no juntarte con los que salen todos los días en la página de Gossip Girl.
─He escuchado esas dos palabras al menos mil veces hoy.
─Gossip Girl es la página que todos odiamos pero todos tenemos en notificaciones en el móvil. No se sabe quién es, porque todos somos Gossip Girl. ¿Pillas a algún popular liándose con otro popular? Foto a Gossip Girl, cotilleo. ¿Liándose con un marginado? Foto a Gossip Girl, bombazo. ¿Liándose con un adulto? La página se cala de la cantidad de visitas.
─O sea, que para realzar lo esnobs que somos los que estudiamos aquí, tenemos que cotillear online sobre los populares.
─Sobretodo sobre ellos, pero si de repente alguien irrelevante hace algo relevante, aparece en Gossip Girl y tiene su semana de gloria en la que solo se habla sobre su cotilleo. Si quieres ser alguien aquí tienes que aparecer en la página al menos una vez en tu vida.
─Pues menos mal que no tengo interés en ser alguien aquí.
Joe se rió.
─Date tiempo Charlie, con esa melena rubia, Raytheon tardará poco en acercarse a ti, y boom, ya estás en Gossip Girl.
─¿Raytheon? ─Preguntó la chica.
Joe hizo un gesto con la cabeza. Por un camino llegaba un chico, alto, guapísimo, de pelo castaño oscuro y ojos azules como el hielo. Charlie se apostaba los dos ojos de la cara a que el chaval venía de fumar maría detrás de un árbol.
─Está bueno.
─Eso decís todas. Y él lo sabe. Es el guaperas del St. Jude y a todo Constance se le caen las bragas cuando pasa.
No me extraña pensó Charlie, pero no lo dijo en alto. A Joe no parecía agradarle. Y de todas formas, no era su tipo, para nada.
─Pareces un hater de la vida, Joe.
─Y quizá lo sea ─se encogió de hombros─. Mi serie favorita es American Horror Story.
─Bastante cliché.
─Soy de esos tíos que se follarían a Emma Roberts.
─O sea que eres de esos tíos heteros.
─Soy parte de un nada exclusivo 90% de la población masculina.
─Siéntete importante Joe.

Al acabar las clases Lily tuvo que esperar en la puerta del colegio por Charlie. Su padre la obligaba a invitarla a tomar algo con sus amigas. Bianca estaba en su limusina, siendo paciente por su amiga.
─¡Charlotte! Por fin apareces ─sonrió Lily.
─¿Por qué estás siendo amable?
─No seas tan mal pensada, anda.
Charlie alzó las cejas.
─¿Quieres venir con mis amigas a tomar algo?
─Dile a tu padre que agradezco que te obligue a invitarme, pero no.
Lily estuvo a punto de decirle que ninguna chica de todo el colegio rechazaría tal oferta, pero decidió sonreír educadamente, apostaba a que ya habría fotos de ella en la página hablando con Charlie, casi mejor salir sonriendo.
─Pues coge nuestra limu y vete al Palace, o a donde quieras, yo me voy con Bianca, ¿vale?
─Claro ─se alejaron para ir cada una a su destino, Charlie abrió la puerta, pero antes de entrar en el coche miró a Lily y sonrió. ─Gracias, de todas formas.
─No es nada.

Lily se sentó junto a Bianca y el chófer arrancó, se dirigían al St. Ambroeus, el café de moda entre la gente de su edad. Entraron y se sentaron en su mesa de siempre, donde ya estaban sus seguidoras, y había dos sitios libres reservados para ellas.
─Bueno ─Bianca tenía cara de preocupación─, en podas semanas será el cotillón, y somos debutantes chicas, nos toca este año. Y no tengo novio. Necesito a un chico guapo y con futuro para que debute conmigo. Quiero una lista de los mejores chicos de nuestro curso.
Jessica empezó teclear su teléfono móvil.
─Solo uno de la pareja tiene que ser debutante, el otro puede ser mayor. ─Comentó Clara.
─No. Quiero a un chico de nuestro curso, es lo tradicional. ─Ordenó Bianca.─ Y espero que vosotras también tengáis parejas buenas, porque sois mis amigas. Da igual que sean del St. Jude o no, con tal de que sean de una academia de Manhattan.
─¿Y no te valdría uno de Queens? ─Preguntó Jessica, levantantdo la vista de su teléfono, donde estaba buscando chicos adecuados para la reina.
─Tendría que ser muy guapo y muy rico para valer.
─Pues olvídalo entonces B.
Bianca era exigente, porque podía serlo. Se giró hacia su mejor amiga.
─¿Tienes a alguien en mente, L?
─¿Para ti o para mí? ─Sonrió Lily.
─Ambas.
─Para mí no, pero no me preocupo, ya me invitara alguien del St. Jude seguramente.
Bianca envidiaba esa seguridad que Lily tenía respecto a los chicos, puede que fuera una chica callada, pero era guapísima y no necesitaba esforzarse para gustarle a la gente, Bianca estaba convencida de que si Lily hubiera querido, la anterior le habría dado la tiara a ella, pero a Lily le daba igual, y era otra cosa que envidiaba.
Lily era como Serena Vaan der Woodsen, pero menos rubia y menos borracha.
─¿Y para mí?
─Para ti, querida B, he pensado en Ed Raytheon.
Bianca casi escupe el capuccino que tenía en la boca.
─¿¡Estás de broma!? Es un cerdo mujeriego, borracho, drogata y que está en contra de todos mis principios como mujer y persona. ─Estaba indignada.
─Pero está bueno, y le gustas.
─Le gusta cualquier cosa con tetas.
─Pero le caes bien, vamos B, no es común que Ed tenga amigas, y tú le caes bien.
─No somos amigos.
Lily suspiró.
─Pues si no vas tú con él, voy yo. ─Se encogió de hombros, sabía que Bianca cedería, siempre hubo una tensión sexual entre Ed y ella, y Lily los quería juntos.
─¡No! Es el Chuck Bass de nuestra época, y yo soy Blair.
─Blair Waldorf fue a su cotillón con Nate Archibald.
─¡Pero no tenemos un Nate! ─Bianca suspiró─. Ya veré que hago con Ed, ¿vale? Pero sin presiones, L.
─Vale.
Lily sonrió y le plantó un beso en la mejilla a su mejor amiga.

cosillas lol: