Fly away from here [Draco Malfoy] CANCELADA TEMPORALMENTE

Haber descubierto que era un fénix había afectado demasiado a mi estado de animo. Me había quedado encerrada en mi habitación por días, sin saber que podía hacer para expulsar el fénix, quien últimamente se había comunicado conmigo. Según Effelia, ella también queria ser expulsada, pero seria cuando mi destino se haya cumplido, así que no estaríamos juntas hasta la eternidad como suponía el profesor Dumbledore.

Respecto a Miranda, no se había acercado a mi porque yo se lo había pedido, le pedí que por favor tratara de mantener una distancia de mi hasta que yo pudiera asimilar todo. Aun me costaba creer que mi madre había hecho que el fénix se uniera a mi para darme vida, aunque no la podía culpar, hubiera sido horrible para ella no poder tener hijos y que la única hija que pudo llegar a tener muriera.

Mis abuelos, a pedido de Dumbledore, había pasado una semana conmigo para tratar de subirme el animo, diciéndome que sino fuera por Effelia yo no estaría con ellos, algo que los entristecería demasiado, porque era la única persona a la que consideraban su familia por mas que no compartamos sangre. Me anime un poco, porque los amaba y no queria que sufrieran por mi culpa.

No volví a ver a Cedric, ni a Amos ni a los demás, pero si les había enviado una carta explicándole que me quedaría en Hogwarts hasta que las clases comenzaran. Cedric seguía preocupado por mi, porque no sabia que era lo que me tenia tan deprimida, pero prometí contárselo una vez que llegara a Hogwarts.

Decidí salir de mi habitación cuando mis abuelos se fueron haciéndome prometer que me haría amiga de Miranda, ya que según lo que nos contó Dumbledore, ella no tenia familia y había sido criada en un convento de monjas, que hasta hace pocos días había sido sacada. Ella aun no asimilaba el echo de que era bruja y además un fénix, por lo que yo debía ayudarla a que comprendiera el mundo mágico, a enseñarle algunos hechizos y andar en escoba.

Nos quedaban dos semanas para empezar las clases, por suerte ella ya había avanzado mucho sus estudios con Dumbledore. El día en que se fueron mis abuelos, le enseñe unos cuantos hechizos, como andar en la escoba y le di libros para leer. Admití que era una muchacha inteligente, porque no hablaba de mas y solo hacia lo que yo le indicaba.

Hasta cierto día...

- Effy ¿Podrías acompañarnos en la cena hoy? - me pregunto Dumbledore entrando a la sala de estar de Gryffindor.

No había cenado desde que había llegado, pero era porque mi estomago se cerraba en las noches y no me permitía comer, solo me dejaba caer en un sillón y admirar el fuego que había en la chimenea. Esta vez decidí acompañarlos, porque ya había pasado dos semanas desde que conocí a Miranda y aun no había podido hablar con ella como era debido.

Seguí a Dumbledore sin darle respuesta y nos encaminamos hasta su despacho, donde había una lujosa mesa redonda con tres asientos y todo lo que implica una cena para tres.

El y Miranda hablaban de distintas cosas, ya que el le contaba como era la historia de Hogwarts, los profesores que tendría este año, y la ceremonia de selección, donde se decidiría a que casa iría Miranda. Viendo su perfil e inteligencia, creí que iría a Ravenclaw, pero quizás podía quedar en Slytherins porque podía ser bastante astuta y guardar su verdadera personalidad hasta que le sea conveniente.

Effelia me advirtió en mi cabeza de que deberíamos dejar de ser tan desconfiadas, porque después de todo hablábamos de su hermana pequeña. Yo le dije que cerrara la boca y me dejara las cosas a mi, porque podía ser su hermana el fénix, pero Miranda puede ser otra persona muy distinta. Me recordó que ella es pura y no hay nada de que defendernos. Debí darle razón, aunque maldije por eso.

Una vez que salimos de al oficina, le deseamos buenas noches al profesor y cada una se dirigió a su cuarto. Por ahora, Miranda estaría en una de las habitaciones de las chicas y yo por otra en la torre de Gryffindor.

- Stefany ¿Podemos hablar en la sala comun? - pregunto en un tono tímido la rubia.

La fulmine con la mirada. Odiaba que me llamaran por mi primer nombre, no se porque pero siempre lo odie. Era demasiado personal para mi gusto.

- Effy, soy Effy - dije con brusquedad.

Camine hasta sentarme en uno de los sillones, mientras ella ocupaba el sillón de al frente. Quedamos unos minutos en silencio, y yo aun queria saber porque demonios me había solicitado.

- ¿Desde cuando sabes que eres bruja? - pregunto con la vista en la chimenea.

- Desde los nueve años - conteste mirándola fijamente - ¿Por que?

- Solo es curiosidad - se encogió los hombros - Ira, mi fénix, pregunta si tu tienes visiones al igual que Effelia.

- Si, las tengo - asentí con la cabeza - ¿Y cuales son tus dones? O mejor dicho ¿Cuales son los dones de Ira?

- Puedo reducir los poderes de un mago o de una bruja - susurra - Por eso Voldemort quiere matarme.

Mire sus ojos por unos segundos, el miedo y la preocupación estaban reflejados en sus ojos, que sentí la enorme necesidad de protegerla.

¿Así que esa era mi misión? ¿Proteger a Miranda?

Effelia respondió que si, que ese era mi destino y el suyo.

Observe desde la torre de astronomía como todos llegaban los alumnos de Hogwarts, y de los otros dos colegios. De verdad, me había ido de esa estúpida academia de las frasecitas y ahora tenia que aguantarlas ese año también. Casi asesino a Dumbledore cuando hablo del torneo de los tres magos.

Decidí quedarme allí hasta que comience el banquete, no quería ver la presentación de las dos escuelas ni siquiera de Hogwarts.

Horas después, baje la escalera de la torre de astronomía, y cuando llegaba al pasillo donde abriría la puerta, vi a Miranda con los niños de primero a punto de entrar al salón. Bufe, debí haber tardado mas.

- Miranda Evans - la llamo McGonagall - Usted pasara después de todos ellos ¿De acuerdo? - Miranda asintió nerviosa - Effy Potter - me llamo y la mire - El profesor Dumbledore espera que la acompañes para su selección de casa.

Genial ¿Acaso Miranda era tan insignificante como para ir ella sola? Ya me estaba cansado el trabajo de ser su guarda espaldas y eso que recién empezaba.

Los niños entraron y me quede sola con la rubia, quien parecía muy nerviosa.

- ¿Que pasara? ¿Como seleccionan? - pregunto ansiosa mientras se colgaba de mi brazo.

- Primero, suéltame - la rubia me soltó de inmediato cuando le dirigí una mirada fulminante - Y segundo, solo te ponen un estúpido sombrero y el decide a que casa iras según tus pensamientos y sentimientos. Es así de sencillo.

Miranda suspiro aliviada. Me dio una gran sonrisa a la que respondí levantando el pulgar en alto.

- ¿Como es tu casa? - pregunto.

- Pues, antes de irme, Gryffindor era una casa reconfortante y me llevaba bien con la mayoría - me encojo los hombros.

- Oh, eres de Gryffindor - murmuro sorprendida - Yo te creía Slytherins.

- No, no pertenezco a esa casa - replique algo ofendida.

- Lo siento, es que estoy nerviosa - me sonrío en forma de disculpas - ¿Y tu no lo estas?

- ¿Por que debería de estarlo? - fruncí el seño confundida.

- Pues, el ministerio hablo con Dumbledore y quiere que nos presente como los fénix - contesto dejándome con la boca abierta e impresionada ¡¿Y el barbon no nos había dicho nada?! - Quiere que nosotras presentemos los desafíos del torneo de los tres magos, o eso es lo que quiere Barty Crouch.

Oh mierda ¡Oh mierda! ¿Yo presentada? ¿Enserio? ¿Y recién me avisan? Esto era malo, muy pero muy malo. ¡Dumbledore estaba loco! Pero antes de que pudiera huir las puertas se abrieron justo cuando el director hablo.

- ¡Los fénix presentaran al Cáliz de Fuego! ¡Effy Potter y Miranda Evans!

Miranda me empujo para caminar, yo acomode mi chaqueta de cuero ya que no traía mi uniforme. Camine firmemente y con la barbilla en alto, sintiendo no solo la mirada de los alumnos de mi escuela sino que también de las otras. Escuche murmullos sobre mi, sobre como la "Princesa de hielo" había vuelto a Hogwarts. Una vez que llegamos al frente, volteamos a ver a todos, mientras el director ponia su mano en el hombro de cada una. Los aplausos se escucharon con furor, a lo que trate de no gritar porque odiaba que me aplaudieran solo por tener a una criatura en mi interior.

McGonagall apareció y le pidió a Miranda que se sentase en la banqueta. La rubia con mechas azules lo hizo y de inmediato le pusieron el sombrero. El se mantuvo callado, hasta que finalmente grito la casa - ¡Gryffindor!
Los de mi casa aplaudieron mientras se levantaban de la mesa orgullosos de que los fénix estuviéramos en su hogar. Revolee los ojos, ahora no me parecía muy lindo pertenecer a Gryffindor, y menos sabiendo que debía seguir cuidando a Miranda. No es que me cayera mal, sino que no me gustaba el echo de que debía proteger a alguien porque era mi deber.

<< No te quejes, yo lo he echo por siglos. >> dijo Effelia en mi mente.

<< Vete al diablo. Ella era tu hermana, Miranda no lo es >> le respondi.

Bien ¿Y ahora que mas sucedería?

Horas después.

Por orden de Dumbledore, compartiría la habitación con Miranda, y también con Hermione quien estaba feliz de volver a ser mi compañera de cuarto. Agradecí de que este año también faltaran chicas en la habitación, aunque no creo que el director nos niegue a mi y a Miranda una habitación solo para los fénix.

Hermione y Miranda se estaban llevando de maravillas, pero yo ya me estaba cansado de los grititos de emoción que lanzaba la rubia cada vez que la castaña le comentaba la cosas que hacíamos en las clases. Hablaba como si historia de la magia fuera lo mas emocionante del mundo. Que mierda.

Cuando Hermione se llevo a Miranda para probarle un nuevo peinado, hice el hechizo de ilusión para que ellas creyeran que estaba durmiendo. Luego con solo agitar mi varita aparecí en la torre de astronomía. Ahora entendía porque me permitían transportarme donde quiera, por ser un fénix tenia el privilegio de usar magia cuando yo quisiera o magia prohibida. Era una ventaja.

Cuando Hermione se llevo a Miranda para probarle un nuevo peinado, hice el hechizo de ilusión para que ellas creyeran que estaba durmiendo. Luego con solo agitar mi varita aparecí en la torre de astronomía. Ahora entendía porque me permitían transportarme donde quiera, por ser un fénix tenia el privilegio de usar magia cuando yo quisiera o magia prohibida. Era una ventaja.

Me encontré con Cedric en la torre, el estaba apoyado en la baranda mientras miraba la noche oscura iluminada por las estrellas. Volteo y me sonrío, le devolví el gesto y me acerque hasta el, acomodándome a su lado y apoyándome en la baranda.

- Princesa de hielo - río entre dientes.

- Cállate - bufe molesta - Juro que iba a lanzarles un Avada Kedavra a cada uno de los que estaban presentes.

- No creo que hubieras llegado a matar a todos - se burlo.

- Pero alcanzaría a matarte a ti - replique divertida. Cedric río de la buena gana, yo lo acompañe con una sonrisa.

- ¿Que es eso del fénix? ¿Y quien es esa tal Miranda? - pregunto tras segundos de silencio.

Comencé a contarle como había sido todo desde que había llegado a Hogwarts. Lo del fénix, lo de mis padres, lo de Miranda, cada cosa. Al final, Cedric me dio un abrazo.

- Effelia te eligió porque sabe que eres demasiado especial como para pasar desapercibida - murmuro en mi oído, yo lo abrace con mas fuerza, emocionada por sus palabras - Eres la indicada para realizar un trabajo tan importante. Estoy seguro que lo lograras - Cedric se separo de mi y me dio un corto beso en la frente para volver a abrazarme.

Al otro día.

Me senté en mi asiento en DCAO junto con Miranda. Compartíamos clases con Slytherins, por lo que me mantenía concentrada en mis uñas que mirar hacia mi costado donde en la otra mesa estaba sentado Malfoy.

- Effy, hay un chico rubio que te esta mirando - susurro Miranda a mi lado. - ¿Quien es?

- Un idiota - respondí mientras soplaba con fuerza. - No te acerques a el, es bastante estúpido.

- Me guiño el ojo. Ya me callo mal.

- Deja de mirarlo entonces - masculle apretando los dientes.

¿Que sentía? Me molestaba que Miranda lo mirase, que el le guiñara el ojo. Quería lanzar hechizos por doquier.

- Alastor Moody - dijo ojo loco haciéndome sobresaltar.

Lo mire, el hombre era de lo mas extraño que vi, pero Dumbledore me había hablado de el diciéndome que era un hombre de su confianza. Escribió su nombre en el pizarrón y volvió a voltear hacia nosotros. Siguió parloteando pero yo estaba mas allá, conversando con Effelia sobre mis sentimientos. Al parecer, ella era una experta en el amor.

- ¡Effy Potter! ¡¿Podría prestar atención?! - me grito golpeando el puño en mi banco.

Blanquee los ojos cuando todos empezaron a reír. Effelia me mostró imágenes de lo que pasaría.

- ¿Para que? Ya se de lo que hablara - replique bruscamente y entrecerré los ojos.

- ¿Ah si? Dígame ¡Dígale a la clase si se cree tan lista!

- Maleficios imperdonables - respondí levantando mi barbilla con orgullo.

El hombre me sonrío satisfecho, los demás comenzaron a murmurar.

- Veinte puntos para Gryffindor - dijo y luego miro a la clase - ¿Cuantos maleficios imperdonables existen?

- tres, señor - escuche que Hermione respondía.

- ¿Por que se llaman así?

- Por que son imperdonables - volvió a responder la castaña - Si un mago los usara...

- Se ganaría un boleto a Azkaban ¡Correcto! - le interrumpí Moody. - El ministerio dice que son muy jóvenes para ver sus efectos, pero yo opino todo lo contrario. ¡Necesitan saber a que se enfrentan! ¡Y necesitan estar preparados! ¡Y creo que necesita buscar otro lugar para poner su goma de mascar, señor Finnigan!

Decidí ahorrarme a prestar atención y seguir hablando con Effelia. Estos días, Effelia se había vuelto algo así como una amiga. No se porque, pero podía presentirlo, porque después de catorce años de mantenerse callada, de no hablar para que yo no me asustase, por preocuparse por mi, sentía que era mi amiga.

- Deben saber que las únicas criaturas que pueden hacer los maleficios imperdonables, son los fénix - dijo Moody.

Miranda se tenso, en cambio yo mire a mal a todos que dirigían la mirada hacia nosotras.

- ¡Evans, Potter! ¡Levántense! - Nosotros asentimos levantándonos de nuestros asientos. Moody dejo la araña delante de nosotras. - Háganlo. Mátenlo.

Miranda comenzó a sollozar y se cubrió la cara con las manos. Fruncí el seño y me pregunte el porque de su reacción. No comprendía porque estaba llorando, por lo que no le di importancia y saque mi varita.

- ¡Avada Kedavra! - grite lanzando el hechizo hacia la araña quien murió al instante.

La clase quedo en silencio, Miranda y Hermione sollozaban y Neville seguía aturdido.

- Solo hay una persona que sobrevivió a este maleficio sin ser un fénix, y esta en esta clase - murmuro Moody para después mirar a Harry, quien tenia la mirada de todos.