Save me Life {NC

Capítulo 008

Nina.

Los primeros rayos de sol se asomaron por la ventana, provocandome que despertase. Perezosamente abrí mis ojos, encontrando así su rostro pegado a mi pecho, sus brazos enroscados en mi cadera, mis brazos envolviéndola, su cabello expandido por todos lados y una sonrisa estúpida en mi cara.
Me pegué mentalmente y lo acompañé con un suspiro de frustración, logrando que sus grandes ojos azules se abran y me miraran. Batió sus pestañas rápidamente en señal de asombro.
-No era mi intensión despertarte- susurré -Isabella- pronuncié su nombre lentamente, ella solo me miró fijamente -No quiero que te hagas una idea equivocada de la situación- agregué más fríamente de lo que pretendía.
-No entiendo lo que quieres decir- mofó somnolienta.
-Ayer- suspiré recordando sus suaves labios sobre los míos y el exquisito beso mezclado con el sabor del vodka con speed -No te encontrabas en tus cinco sentidos, estabas demasiado alcoholizada y... drogada- me costaba asimilar a la Isabelle salvaje y alocada que aparecía en las fiestas.
-Thomas- suspiró -Eres insufrible- mofó -No eres mi padre, ni mi madre como para decirme lo que tengo o no qué hacer- rezongó.
-No era eso lo que quise decir- suspiré frustrado -Me refería a que no quiero que me vuelvas a besar- dije seriamente.
-¿Era eso?- preguntó asombrada.
-Entiende esto- dije mientras  acariciaba su suave y sedoso cabello -Estoy acostumbrado a que estés conmigo siempre, a abrazarte cuando hay truenos o cuando se va la luz, a tomarnos de las manos, a dormir en el mismo cuarto e incluso en la misma cama, dado a que es doble, pero...- dudé si decirle o no lo que pensaba, ¿Pero qué le diría? ¿Qué no me bese, no me abrace y duerma en mi pecho, porque me afectaba demasiado? ¿Por qué la amaba? Agité mi cabeza en forma de negación.
-¿Pero...?- alargó ella mientras dibujaba arabescos sobre mi torso desnudo.
-Pero no a que me beses o a que duermas abrazada a mi, como si fuésemos una pareja de enamorados- respondí secamente.
-Nadie te obligó a que me beses- se quejó mientras tiraba las sábanas a un lado y se paraba, dejándome admirar su hermosa y esbelta figura en simple ropa de encaje negro -Nadie te obligó tampoco a dormir juntos abrazados- mofó mientras agarraba el hermoso vestido que se encontraba tirado a un lado de la cama -Tú no pusiste resistencia- gritó -Y no, claro que no- río sarcástica -No somos una pareja de tontos enamorados- dijo entre dientes, apretando tanto su mandíbula hasta el punto de hacer notar los músculos de su largo cuello contraídos -¡Nunca seríamos una pareja de tontos enamorados!- bufó irónica mientras se colocaba sus tacones -Por tres razones- suspiró y me miró intentando asesinarme con su fría mirada -La primera- dijo levantando su dedo índice -Porque no creo en el amor, lo odio, solo te hace idiota y débil- dijo enfadada, y se, por su mirada, que mentía, desde pequeña, lo que más ha admirado y deseado, es poder tener un amor de cuentos de hadas, o por lo menos, eso es lo que quería antes del incidente -Segundo- agregó levantando dos dedos -Porque tú estás en la friendzone, eres un hermano para mi, nunca podría verte con otros ojos que no fuesen ojos de amigo o hermano- dijo entre dientes y furiosa -Y tercero- levantó tres dedos -Porque ¿De qué me sirve estar enamorada?- preguntó irónica -¿Sentir mariposas al besar a esa persona especial? ¿Sentir su calor sobre mi cuerpo en los días fríos? ¿Disfruta de sus caricias? ¿Sentir su tacto en mi?- rió histérica -Eso no se me está permitido- agregó fríamente -No puedo sentir nada, absolutamente nada, entonces ¿Acaso crees que puedo sentir amor?- admitió dolida, y juro que el mundo se me vino abajo.
-Isabelle yo...
-Descuida, solo estaba borracha, nada más, no volverá a suceder nada nunca más- dijo fríamente y con un movimiento veloz alcanzó el picaporte de la puerta y lo abrió -Y si te preocupa el que halla pasado algo, tú más que yo deberías saber que no fue así, el que haya estado borracha no significa que no me acuerde, que solo llegamos aquí, nos besamos pasionalmente y nos decidimos de la ropa, solo para acurrucarnos a dormir juntos, porque tú solo dijiste que estaba borracha y me arrepentiría, te lo agradezco, si me hubiese arrepentido realmente- dijo enfadada, y rompiendo mi corazón.
Observé como corría rápidamente hasta desaparecer. Era verdad, me había ilusionado creyendo que ella quizás sentía algo por mi. Pero fue en vano, y ya me lo había dejado bien en claro. Si, quizás no la haya tratado de la mejor manera, quizás simplemente debería de haberla besado y haber ignorado la opresión de mi pecho, simplemente si... pero no. Sus palabras habían roto por completo la mínima esperanza que quedaba en mi corazón. Pero era cierto, yo no era quién como para juzgarla.
-Isabelle, Isabelle, Isabelle- gritaba desesperadamente -¡Isabelle!- sentía como mi garganta se desgarraba al gritar y cómo las lágrimas brotaban cada vez más y más de mis ojos.
Estúpidos psicópatas. Los odio. Lloraba en silencio entre los escombros de mi casa. Habían arrasado con todo. 
Isabelle y yo eramos buenos amigos, vecinos, inseparables. Quizás no eramos ricos, pero tampoco vivíamos en la pobreza. Aunque quizás si un tanto alejados de la sociedad. En kilómetros, solo se encontraban su casa y la mía, a varios metros de distancia. Pero ellos ya lo habían calculado, lo tenían todo planeado. Era poco más de la medianoche cuando incendiaron la casa de ella. Cuando apuñalaron a su madre por la espalda y mataron de un tiro a su padre, cuando su hermanito cayó por las escaleras y se partió el cráneo muriendo de un derrame. Tan solo poco más de medianoche, cuando mi padre salió con la escopeta de casa para ver lo que sucedía. Solo poco más de la medianoche cuando nunca regresó y entraron en casa, torturando a mi madre y llevándose a mi hermano mayor y mi hermana menor. Poco más de medianoche cuando mi madre murió y yo escapé por la ventana de mi cuarto. Poco más de media noche cuando rompí mis ropas sin querer y me torcí el tobillo. Poco más de medianoche cuando tiraron explosivos a la casa y esta se derrumbó. Poco más de medianoche, cuando vi como se llevaban a Isabelle y yo no podía hacer nada más que gritar y llorar. Simplemente poco más de medianoche cuando volvieron por mi.
Me vendaron los ojos y me tiraron en lo que parecía ser un baúl. Estaba oscuro. Quería abrazar a mi madre, tomar una cerveza con mi padre, hacer travesuras con mi hermano y molestar a mi hermanita. Pero eso ya no me iba a ser posible.
El auto se detuvo en seco y alguien abrió el baúl. Me tiraron al suelo bruscamente y me quitaron la venda. Instintivamente me abracé a mis piernas y escondí mi cabeza allí, rompiendo en llanto nuevamente.
Escuché como alguien exigía su paga y cómo niños gritaban terriblemente. Temblé del miedo. Quería despertar de esa pesadilla. Abrir mis ojos y despertar en mi cuarto. Abrir los ojos y despertar de este terrible sueño, horrible y traumático sueño. Pero eso, no iba a ser posible.
Ruidos metálicos, de gritos, de golpes, todo tipo de torturas se repetían una y otra y otra vez en mi mente. Era consiente de que todo lo sucedido me había ocasionado un gran trauma.
-Thomas- la voz dulce de Teressa me sacó de mis pensamientos -Deberías dejar de recordar- susurró.
-¿Cómo?- pregunté con la voz temblorosa.
-Primero deberías aceptar lo que eres, tu naturaleza, a nosotros- su voz suave como la seda me tranquilizaba.
-No todos son como tú, Teressa- respondí ido -No todos los fantasmas son buenos. agregué.
-Ya te lo he dicho, no somos fantasmas, somos almas que quedamos atrapadas en el mundo de los muertos, sin la posibilidad de llegar al Edén- corrigió ella.
-¿Existe tal cosa como el Paraíso y Dios?- pregunté mirándola a los ojos.
-Si, pero no todos logran llegar allí- respondió cabizbaja.
-¿Por qué? ¿Acaso Dios no recibe a todas las personas?- pregunté curioso.
-No, Él perdona a todas las personas, pero solo recibe a las almas que han sido purificadas- sollozó.
-Tú...
-Aunque ahora parezca totalmente inofensiva, solía ser una sádica, mente retorcida, por eso no tengo permitido salir del mundo de los muertos, no aún, hasta que mi alma se purifique totalmente- me informó.
-No puedo creer simplemente en el hecho de que hallas sido una retorcida, mente sádica- susurré.
-Ese no es el caso, Thomas, debes aceptar lo que eres, se que lo más fácil sería bloquear tu mente e ignorar todo, pero eso no te llevaría a nada, debes aceptar tu naturaleza, lo que eres, el otro mundo que rodea al que vives- su mirada era seria, maternal y llena de cariño.
-No... no puedo.
-Niños, cállense- gritó la rectora -Hoy vendrá una familia muy importante, la familia Mc'flurry- anunció -Así que solo enseñaremos a los más aptos para esta prestigiosa familia de élite- gruñó -El resto serán encerrados, hoy no cenarán- sonrió malvada -Así que Anna, Caleb, Steffanie y Adam, pónganse la ropa que Teressa les dará- ordenó.
Teressa, una muchacha de no más de 20 años, rubia, ojos entre verdes y grises, sonrisa cautivadora y perfectamente un alma a merced de Madam tortura. Luego de haber podido escapar de aquel laboratorio, no tenía a donde ir, ningún familiar al que recurrir, nada, camine durante horas hasta que la vi. Parada frente a un cerezo, estaba ella. No supe que era un espíritu hasta que estuve a su lado. Ella me trajo aquí, a este maldito orfanato, pero no tenía muchas opciones y esta fue la única que pude conseguir. Teressa se convirtió en alguien muy especial para mi, ella siempre me cuidó y protegió, como si fuese su propio hijo. 
Ella es un alma que ha estado a merced de Esther, la dueña del orfanato, durante los últimos 233 años. Esther es un androide construido para cosechar discordia e infelicidad, y Teressa es un alma que busca poder llegar al Edén, pero que fue atada espiritualmente por el androide, por lo que está condenada a ser su siervo durante cuanto tiempo dure Esther.
No todos son capaces de ver a Teressa, por no decir que soy el único con la capacidad de verla, pero para el resto Teressa, es algo que mueve mágicamente las cosas. Pero en realidad lo que ellos ven es una escoba que barre sola o vestidos que vuelan y yacen sobre la cama, platos con comida que flotan, pero en realidad, no es así, es Teressa la que barre, deja los vestidos sobre las camas y pone los platos con comida, pero eso, solo lo veo yo y Madam discordia.
Me desperté sobresaltado, otra vez esas pesadillas. Recuerdos que no quiero recordar. La luz se encontraba apagada, rápidamente la encendí, Isa no estaba a mi lado. Ya había transcurrido una semana, desde nuestra charla, pero nos habíamos distanciado, ella no me dirigía la palabra y yo no hacía nada para solucionarlo.
Suspiré frustrado, necesitaba a Isa, ella era como una droga que me daba aire.
Salí de mi cuarto. Era de noche, el pasillo que conectaba los cuartos de los hombres con el de las mujeres, era realmente aterrador. Detuve mis pensamientos, si no pensaba, no creía, si no creía no sentía y si no sentía no veía el mundo que rodea al nuestro. 
Caminé lentamente a lo largo del pasillo, debía llegar pronto al cuarto de Isa y disculparme. Tenía suerte de que Isa tenía su propio cuarto, así que solo debía llegar así y pasar la noche con ella.
Un gato negro corrió frente a mi. Ignóralo, ignóralo, ignóralo. Me repetía como un mantra, ese no era un gato, era un espectro. Rápidamente el gato frenó en seco y me observó. Para mi desgracia, simplemente podía sentir presencias, por lo que quedaba expuesto a que ellos sepan que los veo y desprotegido al no poder defenderme con los poderes espirituales de un vidente, debido a mi negación.
Una sombra negra se alzó ante mi. En instantes el gato se había transformado en una túnica negra larga, con capucha, rota y de cenizas frente a mi. Los espectros eran así de aterradores. Debía hacer algo, sino, sería capturado por él, esto no podía estar pasando. Si ese espectro tomaba mi cuerpo, nose lo que podría llegar a suceder.
-Isabelle- grité con todas mis fuerzas, seguramente más de uno halla escuchado mi grito, y definitivamente ella también.
El espectro se acercó a mi. Me paralicé. Demasiado tarde, se apoderaría de mi. 
Una luz se alzó tras las cenizas del espectro, una luz llena de paz y tranquilidad, que provocó que el espectro huyera. No podía ver debido a esa deslumbrante luz blanca. Era un espíritu, de eso seguro. Su figura era la de una mujer, su aura me era familiar, tenía su cabeza hacía abajo, provocando que su cabello rubio cubriese su rostro.
-¿Teressa?- susurré. Pero en lugar de ver su rostro, vi el de ¿Samantha?
Mi vista comenzó a nublarse, hasta el punto de no ver nada.
-Thomas- lloró Isabelle -Thomas- su llanto me destrozaba.
-Isa- susurré.
-Thom, no te alejes de mi- suplicó.
-No lo haré- prometí.
Un científico rió.
-Esa parejita de enamorado es única ¿No crees?- preguntó uno de ellos provocando la burla del resto.
-Aunque debo admitir, que son realmente interesantes, la niña aunque parece una frágil flor, ah resistido a más pruebas de las que me he imaginado, y el niñito, es un llorón, pero al parecer ha desarrollado, o mejor dicho, despertado el poder espiritual que tiene- rió neuróticamente -De acuerdo, a ver- sonrió cínicamente.
Se acercó lentamente hasta donde Isa y yo nos encontrábamos, jaló a Isa del cabello y la estrelló contra una pared.
-Isa- grité.
-Ella no me interesa, pero tú si- dijo fríamente -De ella se encargará un colega- respondió a mi pregunta mental -¿Sabes? Yo soy como tú, logré desarrollar mis poderes espirituales a los 9 años, a tu misma edad- rió -Veamos- suspiró tomando un vidrio y clavándomelo en el medio de la frente -Aquí- giró el vidrio -Aquí es donde se encuentra el tercer ojo- su carcajada me provocaba nauseas.
-Thom- la voz de Isa se escuchaba lejos -Thom- gritaba desgarrada.
-Isa- grité entre llantos de dolor y gritos de desesperación.
-Ahora- él tomó una botella de ácido y la vertió donde anteriormente estaba el vidrio.
-Thom- su voz me tranquilizaba, grité nuevamente al sentir como el ácido quemaba mi frente -Thom- esta vez su grito casi rompe mis tímpanos.
Cerré fuertemente mis ojos y al volver a abrirlos Isa estaba frente a mi. La miré sorprendido. Giré mi cabeza, ella había matado a los científicos, tres de ellos tenían un fierro atravesado en el medio del pecho, en cuando a dos de ellos miraban perplejos.
-¿Cómo?- pregunté débilmente.
-No lo se- susurró -Solo quería protegerte- me tranquilizó.
-Isa- la abracé rompiendo en llanto nuevamente.
-Thom- aceptó el abraza y lloró conmigo.
-Thom, Thom, Thom- alguien me sacudía -Despierta- abrí mis ojos abruptamente.
-¿Isa?- pregunté al ver sus ojos llenos de angustia y preocupación -¿Dónde estoy? ¿Qué ocurre?- pregunté.
-Estas en mi cuarto, te traje conmigo- respondió más tranquila.
-Escuché tu grito, así que vine a ver que sucedía, cuando te encontré tirado en el suelo- me abrazó -Me diste un gran susto- susurró.
-Isa- me aferré a ella -Lo siento- me disculpé -No quise decir todo lo que dije, es solo que...- me interrumpió.
-Ya da igual, siento haberte ignorado- me apretó aún más fuerte.
-Isa- dije con dificultad -Me as... asfi... asfixias- dije como pude.
-Lo siento- se disculpó tras romper el abrazo -Siento haber dicho todo lo que dije to también, fue mi culpa el haber llevado la situación a como estamos, yo soy la que se descontroló- se disculpó cabizbaja.
-Ya da igual- sonreí -Yo tampoco hice algo como para evitarlo- me disculpé.
-¿Amigos nuevamente?- preguntó un poco tímida.
-Isabelle Casablanca tímida- reí.
-Ya calla- me golpeó en el brazo.
-Eso duele- me quejé -Aprende a controlar tu fuerza bruta- la regañé.
-Lo siento- sonrió.
-Amigos- respondí.
-Idiota- masculló.
-¿Qué acabas de decir?- pregunté ofendido.
-Ya escuchaste- rió.
-Ven aquí- dije parándome y empezando a correrla.
-Atrápame si puedes- se burló.
-Eres muy graciosa- ironicé.
Ella me sacó la lengua, comencé a perseguirla sin éxito alguno. Frené y la miré ofendido, caminé como un niño pequeño hasta la cama y me tire en ella. Pataleé y tiré la almohada al piso.
-Compórtate como alguien de tu edad- río.
-No quiero- hice puchero.
-Ash, eres tan adorable- sonrió y corrió hasta mi -Aw bebé- dijo apretando mis cachetes.
Su cercanía me puso nervioso y me tensó.
-Yo... lo siento- dijo ella rápidamente al notarlo.
-Ya... ya no lo resisto- susurré.
Sin dejarle tiempo para que reaccione o yo lo piense nuevamente, la sujeté de las muñecas y la atraje hacia mi, cayendo ambos a la cama, ella sobre mi. Sus grandes ojos azules me miraban respectivamente. Sin pensármelo mucho, uní mis labios con los suyos.

Capítulo 009

Priscilla.

Otro trazo se marcó en aquel cuaderno que descansaba frente a mi. Finalmente el dibujo comenzaba a tomar forma.
El semblante serio y la mirada distraída eran lo que más me atraían de aquel boceto.
Claro, del boceto y de él.
Bastian no me había vuelvo a hablar y no es porque no hubiese hecho el intento.
Al día siguiente, cuando empezaron las clases, lo cruce en uno de los tantos pasillos, él desvío la mirada fingiendo no haberme visto.
Dos días después, por casualidad nos sentamos uno frente al otro durante la cena, él dijo que estaba cansado y se fue.
Durante la fiesta de bienvenida no fue diferente, simplemente no apareció en toda la noche.
Si todo eso era una señal, la había entendido.

—Deja de hacer eso, Elena— soltó Alex. Entre todas las personas que había en la cafetería probablemente ella era la única que me estaba poniendo atención.
—No estoy haciendo nada— mentí escondiendo un poco mi cuaderno para que no alcanzara a ver lo que había dibujado en el.
—Dejame adivinar— intervino Isa, sentada a mi izquierda. — ¿No estas sentada en la cafetería con la mirada fija entre tu cuaderno y aquel rubio de la esquina, que por cierto, ya se dio cuenta que no puedes quitarle la mirada?
—No, para nada— dije rápidamente echando un vistazo a Bastian para confirmar si era verdad o no lo que Isa acababa de decir. Pero él ya esta recogiendo todas sus cosas para largarse.
—Ya dejalo, Elena. No te merece—Alex asintió para afirmar aun más lo que dijo Isa.
—Creo que es hora de ir a clases chicas.
—Elena, quiero que te alejes de él. No es bueno.
—Gracias por el consejo, Alex. Pero creo que deberíamos irnos— insistí. Guardé mi cuaderno en la mochila y me puse de pie.— ¿Y bien? ¿No eres tú Isa la que siempre quieres llegar temprano? ¿Que esperan?— Alex miró a Isa quién puso los ojos en blanco.
-Vamos. Antes de que Elena, la buena,  nos asesine.

Alex soltó una carcajada, pero a mi no me dio gracia.
Apreciaba el hecho de que se preocuparan por mi, como lo habían hecho los últimos días. Pero yo no era una masoquista.
No podía explicar el hecho de sentirme especialmente atraída por alguien que no conocía.
Lo ansiaba, sentía en deseo corriendo por mi venas. Todo en mi cuerpo lo reclamaba y cada noche que despertaba atrás una de mis horribles pesadillas, lo dibujaba y de alguna forma la paz volvía a mí.
Pero yo quería al Bastian que había conocido mi primer día en Moonlight, ese que me había salvado y luego curado. Ansiaba sus manos en mi piel, pero aquellas manos que habían curado mis heridas.
Yo no quería al ser frío que me había ignorado en más de una ocasión.
Entonces, ¿Por qué no dejaba de pensar en él?


Solté un gemido de dolor cuando la gasa toco una de mis heridas nuevamente. Llevaba cerca de quince minutos en la enfermería y ya quería largarme de ahí. Dolía demasiado.

— Créeme, Elena, si hubiese una forma menos dolorosa para desinfectar las herias, ya la habría utilizado. Lo siento — comentó Bastian volviendo a presionar el pequeño pedazo de gasa empapada en alcohol.
— Yo lo siento más—me quejé una vez más. Me había dado un baño antes de venir y de verdad, cuando observé mi reflejo en el pequeño espejo de la habitación, la cual aun no compartía con nadie, me asuste. — Lo siento, no quise ser grosera, pero duele mucho.
— Puedes golpearme si quieres, no importa. Entiendo como te sientes— Bastian dejó a un lado la gasa y se sentó junto a mi en la camilla. — ¿Quieres contarme que sucedió?

Tragué saliva. No era algo que me gustara soltar con un completo desconocido pero aun así, quería contarle. Había algo en él que inspiraba confianza.
Abrí la boca para hacerle un resumen de mi vida y pedirle que por favor lo mantuviera en secreto cuando un hombre de unos cincuenta años entró a la enfermería. Parecía cansado y su bata estaba manchada con sangre en la parte inferior.
No se percató en nosotros pero si puede ver como el rubio junto a mi se tensaba.

— Es mi padre —aclaró.— Es el medio de Moonlight.— Eché un vistazo al hombre pero este seguía en su mundo, ahora con un par de papeles en su mano. — Ya terminé contigo, Elena. Deberías irte y descansar. Las heridas no son profundas, sanaran  en menos de una semana. Cualquier problema que tengas, o incluso si no tienes ningún problema, aquí estaré siempre que lo necesites. — Lo miré confundida por unos segundos mientras él me ayudaba a bajar de la camilla.
— Gracias por todo— dije en un susurro.

Bastian me empujó hacia la salida, literalmente. Parecía nervioso, como si algo le molestara.
Una vez en el pasillo, cerró la puerta detrás de nosotros, y se inclino hacia mi.

—Aun tenemos una charla pendiente. — me susurro al oído. Sonreí como una tonta enamorada, aunque no entendía nada de la situación.

Bastian besó una de mis mejillas y volvió a entrar a la enfermería.  


Nunca tuvimos esa charla, ni siquiera volvimos a cruzar palabras, y yo me sentía como en un laberinto cada vez que lo miraba: completamente perdida.
Isa y Alex me pisaban los talones. Cada tanto podía sentir como mi zapato se salia.

— Tenemos razón y lo sabes— canturreo Isa. Detuve mi paso y voltee para quedar frente a ellas.
— No se trata sobre tener razón o no. Bastian no significa nada y me molesta que sigan insistiendo.—me quejé. Isa soltó una carcajada.
— Estas completamente enamorada por alguien que solo te hará daño— comentó Alex. Mis manos empezaron a sudar al escuchar la palabra "enamorada". Estaban locas, eso no podía ser posible.
—Creo que el termino apropiado es "atraída"—La corregí. — Puede que lo haya dibujado un par de veces o que me quede mirando cada vez que entra al comedor pero eso lo hago con todos.
— Yo no creo que mi rostro este dibujado más de diez veces en tu cuaderno—interrumpió Isa. — Escucha. Yo no voy a decirte que hacer y que no, pero Bastian no es de fiar y tú eres un alma demasiado pura para él. Mientras más alejada de él, mejor.

No dije nada. La escena que estaba ocurriendo a espaldas de mis amigas me dejó sin palabras en la boca.
Sus manos viajaban por el cuerpo de la muchacha cuyo nombre desconocía. Parecía estar dejándose consumir por el momento, como si se estuvieran reencontrando después de mucho tiempo.  Sus bocas bailaban como si estuvieran hechas la una para la otra.
Bastian la estaba besando locamente y dolía.

—Creo que tienen razón. —susurre.
—¿Qué?—preguntó Alex sorprendida. Isa no tardo mucho en darse cuenta que estaba mirando.
—Wow, eso es la más asqueroso que vi en mi vida— comentó la misma.
— Ahora entiendo, tenia novia... ¿Como fui tan tonta?
—¿De que hablan? — Isa tomó los hombre de Alex y la giro hacia Bastian y la muchacha desconocida. — Oh, ya entiendo.
—Deberíamos irnos a clases— dije. Quería salir de ahí lo más rápido posible porque cada minuto que pasaba me sentía más tonta.
— Opino lo mismo— dijeron al mismo tiempo mis amigas.

Continué caminando intentando enfocarme en la lección que debía dar en un par de minutos. Eso era lo que tenia que hacer, enfocarme en mis estudios y nada más.