Save me Life {NC

capitulo dos

Priscilla

El rectángulo blanco seguía entre mis dedos desde que entré al departamento de mi amiga. Había llegado en la mañana y yo no había hecho mas que dar vueltas porque no me atrevía a leer una vez más un: “Lo sentimos, pero hemos rechazado su petición…”.

-¿Qué esperas, Lena?-preguntó mi mejor amiga y la única que tenía desde que llegué a esta horrible cuidad.

-¿Y si no me aceptan?- Ya pasé por eso un par de veces y la verdad es que no me sentía con ánimos de volver a hacerlo.

-Pues, entonces tiraremos la carta a la basura, compraremos helado y comeremos hasta sentir nauseas- Margaret estaba loca sin dudas. Sabía que esa era su forma de apoyarme y que de alguna manera estaba igual de nerviosa, pero la verdad es que la única que iba a recibir malas noticias y tendría que regresar a casa con los brazos caídos iba a ser yo y ya estaba cansada de los fracasos- ¡Oh, vamos Elena! Sé en que estas pensando y como tu amiga, te digo que eres demasiado pesimista. ¿Cómo puedes estar tan segura de lo que dice esa carta?-dijo la rubia mientras se acomodaba en un viejo sillón negro que había en un pequeño espacio de su departamento al que ella solía llamar living, aunque solo tuviese ese único mobiliario.
Me senté junto a ella rompiendo una de las esquinitas del sobre. El escudo de Moonlight estaba impreso en el costado izquierdo y debajo del mismo mi nombre y apellido en dorado. Esa universidad era todo lo que quería.

-Quizás porque debió llegar hace dos semanas y en unos pocos días empiezan las clases… No he tendido tiempo de organizar nada, sin mencionar que ya había asumido que me quedaría acá los próximos tres años.

-Podría haberse atrasado, ¿no?-me encogí de hombros. Consideré esa idea, es verdad, pero luego la descarté porque no quería ilusionarme.- ¡Ábrela de una vez!-me regaño, usando el mismo tono de voz que mi madre. A veces lograba asustarme.-No tengo todo el tiempo del mundo, Lena. En una hora empieza mi clase de spinin y no quiero perdérmela.

La miré con el ceño fruncido. Ella no iba a spinin, ni mucho menos al gimnasio.

-¿Eso tiene algo que ver con el chico que conociste el sábado en la fiesta de Caitlin?

-No tiene nada que ver con Colton. Solo creí que seria buena idea hacer un poco de ejercicio. ¿Está mal?

-No, claro que no. Te acompañaría, pero sabes muy bien que soy demasiado floja.

-Eso todos lo saben. Recuerdo la vez en que te quedaste a dormir en el vestuario porque no querías ir a clase… ¡Alto!-gritó. Me miró mientras alzaba su dedo índice hacia  mi-Sé lo que estaba haciendo Elena. No creas que puedes engatusarme con tu voz suave e inocente.

-¿Qué estoy haciendo?-no aguanté más y solté una carcajada. Maggie solía salirse muy rápido del tema.

-Abre la maldita carta o lo haré yo…  

-Está bien-dije intentando calmar mi risa pero la rubia seguía mirándome mal haciendo que fuera casi imposible.- No presiones, Maggie.

-Oh querida, haré más que presionarte si no te apuras-levanté las manos indicando que me rendía, aún sin dejar de reírme.

Tomé el sobre y terminé de abrirlo. Saqué la hoja que había dentro perfectamente doblada mientras contenía la respiración, un poco para dejar de reírme y otro poco, por los nervios.
Me mordí el labio inferior desde el interior de mi boca y comencé a leer.


Mis pies no dejaban de moverse. Habían dejado de dolerme varios kilómetros atrás y es que eran consientes que si paraban, no llegaríamos nunca. Todo mi cuerpo lo sabía.
Me sostuve de un árbol para evitar caerme. Quizás la idea de adentrarme en el bosque no había sido la mejor. Maldije por eso.
Acomodé mi bolso una vez más antes de continuar, ya casi comenzaba a amanecer. Si seguía corriendo, para el medio día estaría en Moonligh.
Moonlight. Lo único que me quedaba ahora.
Maggie se lanzó sobre mi cuando ambas leímos que había sido aceptaba, y para ese entonces, creí que nada iba a opacar el momento. Hasta que llegué a casa.
Ahora huía, como mi madre me había indicado hace un par de horas atrás. Sino fuese por ella, probablemente aun seguiría en el hospital esperando a que me den de alta para volver otra vez a lo mismo. No era capaz de entender como mi madre lo aguantaba, porque yo, sinceramente, estaba cansada de despertar cada dos por tres toda entumecida, con marcas violetas en mi piel y pequeños cortes de vez en cuando dejando en evidencia lo peligroso que podía ser ese hombre. Mi tía tenia razón, era una bestia.  
Corrí un poco más provocando que una rama cortara un poco mi pópulo derecho. La carretera podía verse a lo lejos y algunos autos pasaban cada tanto, seguramente todos se dirigían a Moonlight, unos pocos a empezar otro año, otros a empezar de cero y algunos, como yo a enfrentarse con un gran monstruo cargado de personas elitistas y caprichosas.  
Yo no había podido gastar mi dinero en un boleto de colectivo- aunque claro está que si iba en colectivo, más rápido me encontrarían- porque lo necesitaba para comprar mi uniforme y un par de cuadernos, lápices y pinturas, cosas con las que podría empezar hasta conseguir un trabajo o algo parecido.
Sequé el sudor de mi frente con mi puño y acomodé un poco mi ropa para luego comenzar a caminar por la orilla de la carretera sin que la gente pensara que era un loca que acababa de escaparse de un neuropsiquiátrico.
El sol se alzaba en el horizonte y me recordaba a casa, cuando caminaba a la escuela en las mañana con mi mochila de las Chicas Superpoderosas, mis coletas y mi almuerzo dentro de una pequeña bolsa de papel. Éramos felices en ese entonces.
Recuerdo que vivíamos con mi primo y a pesar de que su madre vivía criticándonos, mi padre no bebía y mi madre no dormía tanto.

“No te des por vencida, Elena. Mereces algo mejor.”, había dicho mi madre al mismo tiempo que me ayudaba a cambiar aquella horrible bata de hospital por algo más decente. Margaret también estaba ahí, brindándome su apoyo. Si regresaba, solo sería por ellas.


-¿Necesitas ayuda?-escuché que decían. Me sobresalté provocando que mi pie se enganchara en una raíz sobresaliente, que estaba a punto de esquivar, perdiendo el equilibrio. Puse las manos antes de que mi cara se estrellara contra el piso.

-Mierda-un escalofrío recorrió todo mi cuerpo recordándome todas aquellas partes que aun estaban sensibles. Si seguía así, me recuperaría dentro de dos años.

-¿Estas bien?- Oh, claro que no. Estaba hecha medazos.-Déjame ayudarte-Busqué al dueño de aquella voz percatándome que una Ranger Rover estaba estacionada a un par de metros.-Vaya golpe te haz dado-vi que me tendió la mano para ayudarme a levantar. No dude ni un segundo. Acaso, ¿podía ser mas tonta? Mis pies ardieron cuando volví a estar sobre ellos.-Te ves fatal-volvió a decir y fue entonces que levanté mi mirada.
El sol reflejaba en su cabellos rubios haciendo que luzcan aun más claros de lo que realmente eran. Llevaba anteojos de aviador, por lo que no puede ver sus ojos, y sus labios formaban una hermosa sonrisa que dejaba al descubierto una hilera de dientes blancos casi perfectos.
Di un paso hacia atrás porque la cercanía me incomodaba. Algo me dijo que esa apariencia de ángel era solo eso.

-Gracias-susurré. Él seguía mirándome con una sonrisa en el rostro. ¿Qué le causaba tanta gracia?

-Siento haberte asustado pero la verdad es que tú lo hiciste cuando saliste como loca del bosque. ¿Enserio estas bien?-Desee que la tierra se abriera en ese momento y me tragara.-¿Necesitas que te lleve a algún lado?-continuó al ver que no contestaba.
Casi pude escuchar la suplica de mi cuerpo. Si.

-¿Puedes dejarme en Moonlight?

-¿Moonligh?¿Enserio?-asentí. Pude ver como fruncía el ceño debajo de los anteojos.-No hay problema. Vamos.-No espero respuesta alguna, solo tomo mi bolso que seguía en el piso y se encamino hacia su Ranger Rover negra. Lo seguí en silencio.
El consejo de mi madre cruzó por mi mente, pero lo ignoré. Realmente estaba demasiado cansada y ese chico era mi salvación en ese momento.
Abrí la puerta del copiloto y me subí mientras él dejaba mis cosas en la parte trasera. La camioneta apestaba a alcohol, seguramente por las latas de cerveza que había en el piso  y sobre la guantera. Esperaba que fueran viejas. No tenia intención de morir joven producto de un alcohólico con cara de ángel.

“Tú decidiste subirte”, me recordó una pequeña vocecita en mi interior.

En unos segundos estaba sentado junto a mi haciendo girar la llave para encender el motor y volver a la carretera.

-¿En que años estas?-preguntó con la vista fija la frente. Me puse el cinturón aunque él no lo hubiese mencionado ni lo tuviese puesto.

-En segundo año. Empiezo este año.

-¿Una beca?-mis mejillas se tornaron rojas ante su pregunta.-Ya veo-respondió como si pudiese leer mis pensamientos. O quizás yo era demasiado obvia-¿Y qué estudias?

-Bellas Artes.-por alguna razón, su sonrisa se hizo más grande haciendo que me sintiera mareada.

-Eso es grandioso. Siempre quise que alguien me dibujara en poca ropa. Ya sabes, como Rose del Titanic, pero en versión hombre. Quizás tú podrías hacerme el favor...-abrí lo ojos como platos. Mis oídos no daban crédito a lo que acababa de escuchar.

-Bromeas, ¿verdad?-él soltó una carcajada que solo me puso más tensa de lo que ya estaba.

-Claro que bromeo, linda. No te pediría eso cuando puedes servirme en otras cosas-reí junto a él, dando por hecho de que lo ultimo también había sido una broma.
La camioneta se detuvo frente a una enorme reja negra con un estilo barroco en sus incrustaciones. En la cima, una gran “M” se hacia notar.
Ya habíamos llegado a Moonlight.
El rubio bajo la ventana y apretó un botón que no había visto hasta entonces.

-En Moonlight la seguridad es una ley. Créeme que no vas a sentirte desprotegida en ningún momento… Bueno, salvo que te juntes con las personas equivocas-Si su plan era asustarme, lo estaba logrando.
Las puertas se abrieron de par en par dejando a la vista un hermoso camino rodeado de árboles y más allá un conjunto de edificios uno mas viejo que el otro. El chico puso el marcha la camioneta, otra vez, y conduzco por ese hermoso camino.
Tenia ganas de sacar mi cabeza por la ventana y sentir el viento en mi cara, pero me abstuve. Seguramente ya parecía una loca con toda la ropa desordenada y un montón de marcas en mi piel.  

-Es hermoso, ¿cierto?

-Te quedas corto. Esto es algo que nunca antes había visto… Es todo con lo que siempre soñé-él se limitó a asentir mientras seguía conduciendo.
Poco a poco nos fuimos acercando hacia los edificios, pero él no paro hasta que estuvo enfrente de uno en particular.

-Bien, aquí dormirás por el resto del año. No te ilusiones tanto, las habitaciones no son muy grandiosas. Pero si le buscamos el lado positivo, el edificio donde duermo esta justo al lado-volví a sentir mis mejillas arder. Por suerte, bajó del auto a tiempo. No quería que me viera así, cuando a él se le notaba a kilómetros que estaba en su terreno cada vez que insinuaba algo.-¿No piensas bajar?-preguntó asomando su cabeza por la ventana.
Rápidamente me saque el cinturón de seguridad y abrí la puerta para salir.
El rubio ya estaba junto a mi con mi bolso colgando de su hombre y los anteojos de aviador en una mano.
Sus ojos eran aun más hermosos. Todo él lo eran. Pero seguía sintiendo que había algo más detrás de toda esa fachada.
Y fue entonces cuando me di cuenta.

-¿Estudias en Moonlight?- pregunté. Él clavo su mirada en la mía y un momento me olvide cómo se respiraba.

-Cuarto año de Medicina. Pienso especializarme en Neurología, así que planeo estar un par de años mas en esta aburrida Universidad.

-¿Por qué no lo mencionaste antes?- él se encogió de hombros antes de responder.

-Porque no me  lo preguntaste- Cierto. Me tomé la libertad de observarlo un poco más. Los dioses debían estar celosos de su hermosura… O por lo menos eso era lo que creía yo. -Muy bien. En ese edificio de ahí-dijo señalando una pequeña construcción ubicada entre lo que parecía ser el lugar donde iba a dormir y el lugar donde dormía el rubio-se encuentra la administración. Ahí debes ir y registrarte. Te darán la llave de tu habitación y otras cosas.-Asentí con la cabeza para indicarle que había entendido- Una vez que lo hayas hecho, deja tus cosas y ven a la enfermería… Quiero curar esas heridas que tienes-soltó mientras tocaba el pequeño corte que me había hecho en el pómulo con sus dedos. Su toque era suave y toxico. Quería que lo hiciera todo el día y de seguro no iba a cansarme.

“Basta, Elena”, me regañe.  

-No me haz dicho tu nombre- susurró. Su mano cayó volviendo a su lugar original. Ya la extrañaba.

-Elena.

-Muy bien, Elena. Pregunta por Bastian cuando vayas a la enfermería. Suelo trabajar ahí algunos días a la semana como parte de mis practicas. Pero hoy voy a pasarme y estaré esperándote.-Volví a sonrojarme. A este punto de seguro parecía un tomate.
Bastian me entregó mi bolso y sin más volvió a subirse a su Ranger Rover para luego marcharse, dejándome nuevamente sola.



La administración no era demasiado grande. Esperaba algo ostentoso, al igual que el resto de la Universidad, pero esta era todo lo contrario. Era moderna, de colores neutros y una larga mesa era la protagonista. Detrás de la misma, tres señoras vestidas con unos trajes impecables con el escudo de Moonlight bordado en la chaqueta, esperaban para atender las dudas, quejas, y recibir a los alumnos. Sonreí. Eso se ponía cada vez mejor.
Lo único que se escuchaba eran las teclas de la computadora al ritmo de los dedos de las secretarias y lo gritos de una chica que al parecer estaba desconforme con lo que le había tocado. Los presentes la miraban con los ojos desorbitados.

-Se lo vuelvo a repetir porque al parecer no me ha entendido-caminé hacia el escritorio cuanto antes me alejara de ella mejor. Algo me decía que era una de las típicas niñas mimadas que quieren que el mundo les bese los pies. Ella y yo no seriamos amigas ni en un millón de años.-¡Yo pedí una habitación individual!

-Si, pero eso no está en nuestras manos señorita. Las habitaciones ya están todas ocupadas.  Lo siento-le informó la secretaria.

-¡Ocupadas una mierda! ¡Quiero una habitación individual! No quiero tener que compartir el mismo aire que alguna loca de por acá. ¿Acaso me ve con animo de usar el mismo baño que otra persona?-la secretaria se escondió aun más detrás de sus gafas mientras negaba con la cabeza.-Entonces, ¡Solucione esto!-La señora que tenia enfrente me sonrío como si con eso intentar ocultar algo que ya había visto y que me parecía espantoso.


-Habitación 246-dije ignorando a la chica. Le entregué a la señora los papeles que habían adjuntado a la carta de admisión y espere a que me diera la llave de mi nueva habitación.

-¡Tú!-escuché que volvió a gritar. Tenia muchas ganas de perforar mis tímpanos solo para dejar de escucharla.-Tú eres la maltita perra usurpadora de habitaciones-Levanté mi vista en busca que la pobre chica que tendría que enfrentarse a la furia de esa loca para encontrarme con su miraba fija en mi. Miré atrás mío con la esperanza de que ella estuviese a mis espaldas, pero no. Me hablaba a mi. Mi labio inferior tembló.-No te hagas la santa ahora, Coleman. Sé perfectamente que clase de ser eres.

¿Qué le pasaba?

-Deja de mirarme como si no entendieras nada-continuó-Y deja de hacerte la niña buena porque no lo eres.

¿Acaso me conocía?
Abrí la boca para responderle, pero no me dejó.

-Espero que ni tengas pensado dormir en mi habitación y que ya estés haciendo todo el papeleo para que te asignen otra. No pienso dejarte entrar.

-¿Por qué no?-pregunté algo confundida. No entendía la actitud de la castaña que seguía mirándome como si fuese su mayor enemiga.

-¿Por qué no? ¡¿Por qué no?! Porque yo lo digo pedazo de inútil. No pienso respirar el mismo aire que una puritana como tú.- Ahogué un grito cuando escuche el adjetivo que había utilizado en mi contra.

Oh si, definitivamente esta loca.

Mi miró una vez más- puedo asegurar que vi rayos salir disparados de sus ojos- antes de dar media vuelta y salir por la puerta de cristal tallado y algarrobo que separaba a la administración del resto del edificio.
La secretaria volvió a sonreírme dándome animo. Ya no estaba tan segura de querer una habitación. Y mucho menos si una perra como ella era mi compañera.

-No te preocupes. Es así con todos-dijo una chica se estaba sentada en una de las tanta sillas que había en la administración. Sus pies no llegaban al piso por lo que colgaban de la silla dándole un aspecto aun mas infantil.- A mi me gritó porque no la deje pasar primero cuando entramos.-Escuchar eso me dejó un poco más tranquila. Al menos ahora sabía que era loca con todos y no solamente conmigo-Soy Alex-se presentó al mismo tiempo que se ponía de pie y caminaba hacia mí. Sus ojos grandes parecían que me estaba estudiando, como si intentaran descubrir algo más allá de mi piel. Tiré de mi camisa un poco más para ocultar así cualquier rastro de lo que había sucedido días anteriores.

-Elena-dije dejando que mis labios formaran una sonrisa.

-Un placer, Elena.-asentí. La secretaria carraspeó para llamar mi atención. En una mano sostenía una pequeña llave que no dude en tomar y en la otra, una carpeta donde seguro se encontraba mi horario de clase y demás cosas. Le agradecí a ella y a la otra señora que aun seguía en estado de shock por los gritos de la loca que acababa de irse.
Tomé mi bolso que había dejado en el piso y me lo cruce sobre mi cuerpo. Así seria más fácil para cargar.
Alex seguía inspeccionándome con la mirada, cosa que me hizo sentir un poco incomoda.

-¿Cuál es tu habitación?-preguntó. Revisé la llave esperando encontrar otro numero en ella, pero el 246 estaba marcado en ella.

-246-respondí. Ella se emocionó ante mi respuesta.

-Eso es genial-soltó dando un pequeño saltito-Seremos vecinas entonces. Mi habitación es la del frente.-comentó. Ambas caminamos hacia la salida.-Asi podre visitarte en las noches y hablar de cosas…-Asentí. Eso sonaba divertido-¿Sabes? Aquí todo el mundo está loco. ¿No haz escuchado aun ninguna historia de Moonlight?-negué con la cabeza.-Créeme, cuando las escuches querrás huir.

-No lo creo-susurré. Moonlight era mi “casa” ahora.

-Hasta yo estoy loca-una sonrisa se formo en su rostro como si acabara de decir la cosa más normal de mundo.

-¿Y eso es bueno o malo?-pregunté. Ella lo analizo unos segundo antes de responder.

-Para ti es bueno-antes de que pudiera decir algo, ella ya se había enganchado de mi brazo.-Algo me dice que seremos muy buenas amigas y que lo pasaremos super bien aquí.-Le sonreí. Yo también lo creía.-Solo hay que alejarse de los problemas-Asentí mientras acomodaba mi bolso en el hombro.

Lo que menos quería era meterme en problemas.

“Bastian puede ser un problema”, dijo la Elena racional en mi cabeza.  

Quizás.