fraternities war.

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A diferencia de la mayoría de mis compañeros de fraternidad, mi cabeza no dolía y la ausencia de resaca colocaba una sonrisa en mi rostro. En estos momentos donde caminaba por los pasillos de nuestro edificio y veía que el noventa y ocho por ciento de ellos parecían muertos en vida era dónde agradecía mi falta de aprecio por el alcohol.

Todos parecían molestos por mi sonrisa y por mi amabilidad, eso sólo me hacía sonreír más. Aunque mi sonrisa flaqueó un poco al recordar que seguramente me ganaría un problema con Pete. Luego de todo el esfuerzo que tuvo que hacer para sacarme de la cama y arrastrarme a la fiesta estoy seguro de que se encontrara levemente fastidiado al saber que no duré más de diez minutos de ella.

Aunque mirando el lado bueno, puedo esperar y rogar que estuviera lo suficientemente ocupado como para notar mi ausencia. Continué con mi camino antes de ver la muy conocía figura unos pasos más adelante.

— ¿Perdida? —pregunto al ver cómo la mirada de Susan pasa de un lado para otro.
—Su casa es un laberinto, no sé si estoy cerca de salir o lejos de hacerlo — se encoge de hombros y mira a su alrededor de nuevo.
—Es por acá —pasé un brazo por sus hombros al ver cómo otros chicos se detenían a ver a mi pequeña hermanastra — Me gusta tu ropa, siempre supe que detrás de toda esa fachada de niña guapa había una chica varonil. — aunque claramente mantendría oculta la parte de que me encontraba levemente disgustado de saber que había pasado la noche con Harry - la ropa de él la delataba - .

Rió de una de las maneras más fingidas que pudo y me mostró el dedo del centro. Sí, que dulce podía llegar a ser.

— ¿Qué haría yo sin ti, hermanita? —cerré mis brazos formando un abrazo y esperé su “modesta” respuesta.
—No lo sé, soy demasiado increíble.

Reí ante la ya esperada respuesta y dejé que siguiera los pasos de su amiga. Fruncí un poco el ceño al ver que la directora la llamaba y detuve mis pasos para intentar ver adónde se dirigía. Mala idea.

— Thales, ya que se encuentra acá, aprovecho para decirle que se le espera en el aula 201 en unas pocas horas.
— ¿Y a mí por qué?
— ¿No se ha enterado de la maravillosa travesura que hizo su fraternidad la noche anterior? — menciono con más sarcasmo del que una directora debería usar. — Trabajo comunitario, para todos. — antes de poder protestar, ella ya se había alejado. Bufé, injusticia del año, trabajar por algo de lo que yo ni siquiera sabía. Ahora podía asegurar que Pete no tendría absolutamente ningún derecho de poder reclamarme.

Bufé y me devolví los pasos que ya había caminado para devolverme a la habitación y cambiarme de ropa por una que no diga “tenía la intensión de pasar el día en mi edificio.” Me coloqué unos pantalones de mezclilla y cambié la sudadera por una camisa casual azul.

Miré mi habitación, lo más probable es que debería sacrificar mi hora de desayuno para poder arreglar la habitación, pero en este momento sé que mi estómago no me dejaría tranquilo de hacerlo. Levanté mis hombros y salí de mi habitación. Recorriendo los pasillos de nuevo y reconociendo que Susan tenía razón, de no caminar esto todos los días, no habría forma humana de encontrar la salida.

Me dirigí a la cafetería del lugar esperando poder complacer a mi estómago lo más pronto posible.


Desde hace aproximadamente veinte minutos había partido hacia la clase designada. No entendía por qué la cafetería tenía que estar tan lejos del edificio, tampoco entendía por qué me colocaba en el área más lejana y en el segundo piso. Algunas veces me atrevía a pensar que su odio se concentraba en toda la población humana, pero al ver los felices y extasiados que algunos profesores llegaban a cumplir su trabajo me indicaba su odio era dirigido específicamente a las personas adolescentes. ¿Debería sentirme especial? Reí ante el pensamiento.

Al alcanzar el aula, suspiré fuertemente y abrí la puerta para encontrarme con Ava limpiando las ventanas del lugar. Bueno, esto definitivamente será divertido.


No entendía por qué era yo la que en este momento se encontraba limpiando un aula a la que ni siquiera tengo que asistir. Yo ni siquiera me acerqué al lugar de la fiesta. Puede que haya usado una falsa enfermedad cómo escusa, pero el punto recae en que no tuve nada que ver con lo que mis compañeras hicieron.

En este momento podría estar perfectamente estudiando, o la verdad estar haciendo cualquier cosa que si requiriera hacer algo verdaderamente productivo. No entiendo por qué no nos dijeron a todas desde un principio, al menos estaría al corriente de lo que sucede en mi propia universidad.

Escucho la puerta abrirse y me vuelvo para ver quién es la persona que se encuentra detrás de mí.

—Hola Ava. — me saluda Cameron, como siempre, con esa sonrisa de superioridad.

No puedo creer que la directora me hiciera esto. Una cosa que aceptaba era que tuviera que limpiar el aula, no es que quisiera, pero lo aceptaba, otra era que simplemente no estaba dispuesta a convivir con él. Solté el pañuelo de mi mano y caminé hacia la puerta pero al pasar por su lado, me tomó del brazo deteniendo mi camino.

— ¿Ahora adónde vas? — levantó la ceja en un gesto que no hizo más que molestarme.
— No tengo que darte explicaciones que de seguro ni comprendes, suéltame. — forcejé el brazo pero no funcionaba de nada.
— ¿No comprendo? Según sé, estoy un lugar más arriba del tuyo en la tabla de mejores promedios.

¿Y tenía que recordármelo? Aunque aún no entendía cómo eso había sucedido. El raramente estudia, con costos usa su cuaderno en las clases y nunca presta atención a la materia, en cambio yo me mato estudiando.

— Lo que cuenta es el esfuerzo, no el número final.
— Sabes que cuenta, lo que pasa es que te molesta que mi número sea mayor. — sonrió de nuevo. Maldito.
— Suéltame. — forcejé de nuevo pero él seguía sin inmutarse.
— Sólo dime adónde vas y todo resuelto.
— A cualquier lugar, lejos de ti. — su expresión burlona me hizo bufar.
— Mueres por estar a mi lado, sólo te niegas a aceptarlo.
— Idiota. No entiendo cómo Susan puede convivir contigo.

Antes de poder contestar escuchamos un carraspeo detrás de nosotros. Al volvernos, la directora nos miraba de una manera reprobatoria y maldije internamente. Aunque lo único bueno de su llegada fue el hecho de que Cameron soltara su agarre de mi brazo. Por la mirada que ella nos daba entendí que no sería buena idea reclamarle alguna de sus decisiones por lo que simplemente bajé mi cabeza sintiendo como mis mejillas se teñían de un color carmesí y no sabía la razón de ello.

Volví la cabeza y vi como Cameron se reía de mi comportamiento, sólo negó con la cabeza y tomó la escoba que estaba apoyada en la pared y comenzó a limpiar. Por mi lado, me dirigí de nuevo las ventanas con el escrutinio de la directora a mis espaldas. Segundos luego escuché cómo sus tacones comenzaban a alejarse.

La sonora carcajada a mis espaldas fue más que molesta para mis oídos, pero sin decir nada, simplemente bufé y continué con mi trabajo. Ya me había metido en muchos problemas, no me metería en más, menos por culpa de Cameron.

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El sol brillante y potente del domingo que entraba por los huecos de la cortina mal cerrada en la ventana es la causa de que mis ojos se abran levemente haciendo que note un dolor punzante en mi cabeza que me hace consciente de la buena resaca que llevaba encima. Las paredes están pintadas de un color azul apagado, los muebles tienen un estilo moderno aun que no se puede apreciar su forma ya que estaba llena de basura, ropa e incluso pizza, vamos hecha un desastre.

Ronroneo y un escalofrío recorre mi cuerpo haciendo que me tape con la sabana, para acomodarme en la cama. Una cama que no es mía, la mía es doble con sabanas turcas y la cama por dios es muchísimo más cómoda, espera… Si esta no es mi cama y obviamente tampoco mi habitación, ¿Dónde demonios estoy?

Con mi mano empiezo a palpar la persona o lo que sea que está a mi lado hasta pasar mi mano por su cara, ni siquiera se que estoy haciendo, me giro para mirar a la persona que ha conseguido llevarme a la cama. Mis ojos se abren en expresión de sorpresa y siento que van a sobresalir de su órbita. Miro por debajo de la sábana y efectivamente mi torso se encuentra desnudo, ni si quiera está mi liga.
Oh dios mío, no puedo creerlo. Me he acostado con Peter Reynolds.

Sin pararme a pensar me arrodillo en la cama y empiezo a pegarle para despertarlo y él despierta con un gruñido y al verme se ríe.

—Hola preciosa —me dice él.
—Maldita sea Pete, voy a denunciarte por haber abusado de mi —le respondo mientras le sigo pegando con la palma de mi mano.
—¿Abusado? —pregunta él con cierto tono de burla— Beth tenías que haberte visto ayer, estabas mas borracha que una cuba. Si no hubiera sido yo podrías haber acabado con un novato, ni si quiera sabías como te llamabas.
—Perdona pero era totalmente consciente de todo lo que hacía —le respondí y él arqueó una ceja— Bueno, casi consciente.

Me levanto y empiezo a buscar mi ropa de entre tanta mierda, con suerte logro encontrar mi vestido y uno de mis zapatos, levanto la vista y veo mi sostén en la lámpara del lado del castaño del menor de los Reynolds. Lo agarro para luego volver a mi lado y buscar mis bragas, el hecho de ir al aire sin ropa no es muy agradable, y menos donde me encuentro. Busco entre las sábanas.

—Si quieres repetir dímelo —me dice, le miro con una mirada asesina— Vale, vale, te ayudo.
Se pone a buscar entre la habitación junto a mi con cierta dificultad, si hubiera limpiado alguna vez en su vida esto sería más sencillo.
—Mira lo que he encontrado —me dice con la mirada juguetona mientras me tira la liga y yo la atrapo con la mano.
—Lo que busco es el resto de mi ropa, en concreto la interior —le digo con mala cara—  ¡Y ponte algo quieres!
—No se por que te molestas, yo te veo muy bien así —dice giñándome un ojo y noto como me ruborizo respecto a su comentario halagador.
—Imbécil.

Lo cierto es que Pete me cae bastante bien, le conozco desde hace bastante y por lo menos es soportable. Es un chico bastante inteligente y podría decir hasta divertido, por lo que a lo contrario que con Susan, mi relación no es exactamente de odio con él, digamos que no todos los Reynolds por tener ese apellido sean iguales, al menos a mi parecer. Bendita suerte que no todos sean como Harry Reynolds, si hubieran más como él a este mundo se le podría definir como un mundo lleno de hombres capullos egocéntricos.

Finalmente encuentra mis bragas de encaje, lanzándomelas y entonces empiezo a vestirme lo más rápido que puedo y salir de Delta Psi Beta, si, la fraternidad contraria a la mía. Si es que hay que ser idiota.

—¿No te vas a despedir? —pregunta y yo le regalo una señal con mi dedo del centro.

Al salir de la habitación me doy cuenta de que estoy en el piso de arriba por lo que bajo las escaleras con dificultad descubriendo que me duelen con intensidad los pies, luego buscar la puerta de salida que después de un rato la consigo encontrar. Una vez fuera suspiro y miro al frente, no tengo ni las mínimas ganas de tener que andar y mucho menos de volver a acoplarme los zapatos de tacón para tener que andar a mi fraternidad para ducharme, o mejor dicho lo mejor que me vendría ahora es un baño con sales y una larga siesta en mi camita.

Alguien me roza el hombro levemente, es una chica morena; Susan. ¿Qué hacía Susan aquí? ¿habrá tenido un tórrido romance de una noche con alguien o simplemente habrá venido a ver a su hermano? La miro y compruebo que tan solo viste una camiseta ancha —la cual me resulta algo familiar pero lo ignoro— y de hombre que le llega un poco más largo del culo, vale puesto lo que se ve a simple vista descartamos la segunda opción. Me saluda con la mano y yo le respondo con el mismo gesto, mis fuerzas no dan para nada, ni siquiera para saludar. Lo cierto es que me trae curiosidad saber con quien se habrá acostado mi mejor amiga, pero la conozco y se que traerá humor de perros, siempre lo trae nada más levantarse y con resaca no me lo quiero imaginar.

Salimos rumbo a nuestra casa, ni me preocupo en ir descalza por el césped, esos tacones de aguja solo me perforarían los pies. Una mujer de cabello rubio platino recogido y seria se topa en nuestro camino.

—Chicas, que bien que os encuentro por que os estaba buscando. Las quiero en mi despacho inmediatamente.
—Pero.. —intento decir pero ella me mira hecha una furia y eso basta para que me calle y trague saliva.

La directora Walters se puede definir como una mujer poderosa, seria, mandona, amargada, en fin toda una Rotermayer. Verdaderamente necesitaba que le echaran un polvo. Recuerdo que el director Eastwood era muchísimo más tolerante con los alumnos y nos comprendía, pero para la desgracia de los estudiantes le despidieron el pasado año.

Al menos espero que tengamos suerte y no sea por lo que hicimos ayer, no estoy para broncas y menos una por parte de las encargadas de la universidad, más que nada por que una de ellas es mi tía y no quiero xarfar con una de sus charlas aun que el lado positivo sería que las noticias no llegarían a mi madre para decirme que soy la “deshonra” de la familia.

—¿Y con quien te acostaste? —decido preguntarle mirándola con una mueca.
—Sonará raro pero amanecí desnuda en la cama de Harry Reynolds —me responde y yo me paro un instante, aprieto la mano en la que sostengo los zapatos.

Harry Reynolds, ¿enserio? No podía haber sido otra persona por que mira que hay hombres en esa maldita fraternidad y más en toda la universidad y de entre todos tenía que ser el hombre al que más odiaba en esta vida. Ese mamón egocéntrico que lleva años amargándome a mi y a mi fraternidad, ese maldito idiota que se cree un dios griego del Olimpo como para hacer lo que le venga en gana, o que se cree más sexy que el mismísimo Brad Pitt o se creé el hombre de oro como George Clonney. Creo que en mi vida había sentido semejante odio a otro ser humano como a él, y va mi mejor amiga y se acuesta con él. ¡Muy bien Susan, deberían darte un premio!
Joder, y yo creía que yo había cometido un error.

Su voz me saca de mis pensamientos haciendo que alce mi cabeza para responder ante su pregunta:

—¿Qué hay de ti?
—Peter Reynolds.

Somos las mejores imbéciles para acostarse con dos patanes, maldito alcohol.



El hecho de tener como primera imagen a mi hermano y a Susan Kenedy desnudos y discutiendo era por una parte tanto chistoso como malo, no es la mejor forma de despertarse. La mejor sería no se algo así como rodeado de modelos en el paraíso, eso si sería una buena mañana de domingo. Pese a eso y dicíendolo vulgarmente ayer mojé, así que en parte debo estar orgulloso por que la chica he de admitir que tiene un buen cuerpo.

Lo malo es que se ha despertado y ha empezado a gritar y sobresaltarse por que no encontraba la ropa, pese que la noche anterior no parecía molestarle donde la tiraba, en fin mujeres.

Ellas y su bipolaridad legendaria.

Y que pese a que haya visto mi cuerpazo desnudo parece no impedirle el hecho de exigirme que me ponga un pantalón, ¿para que si se supone que ya ha visto lo importante que más le da? —que pensando en eso, espero que me de la reputación que me merezco— además es mi puta habitación y mi puta casa, debería mandar yo. No quería discutir, me dolía la cabeza y quería tomarme algo y seguir durmiendo así que le obedecí para luego volver a acostarme.

Pues nada, encima la señora Walters que parece no tener otra obligación que joder al alumnado se presenta dando gritos para citarnos tanto a Pete como a mi en su despacho y agregando un “pónganse una camisa” antes de irse. Solo espero que no sea para echarnos en cara que hicimos la desfachatez de tirar al profesor de biología al lago, además nos preocupamos de proporcionarle un flotador para que no se ahogue es un punto a favor, ¿no? En cualquier caso si se entera esta vez si tendrá con lo que culparnos y echarnos esta vez.

Menuda mierda.

Me pongo una camiseta, ni siquiera me doy cuenta de lo que pone creo que o tiene un extraño dibujo o es la camiseta de algún grupo, en cualquier caso me la sopla un rato.

Vamos de camino al edificio central.

—¿Debo suponer que mi noche fue igual que la tuya? —le pregunto ya que él vio como obviamente había tenido sexo con Kennedy.
—Si, fue con Miller —contesta él y cierro el puño para forzar los dedos contra la palma de mi mano.

Siento como si en mi interior se prendiera una llama y unas ganas enormes de golpear a mi hermano parecen entrar en mi mente, la simple imagen de verles no me resulta para nada agradable si no todo lo contrario.

Hay un mínimo de quinientas chicas en la universidad, de entre todas y cada una tuvo que toparse con la que más odio —y él lo sabe— para acostarse con ella. ¿Desde cuando ese es su prototipo de chica? Es que no logro saber por que ha tenido que hacerlo, y decírmelo. Se que él tiene una relación parecida a la mía con Miller con Susan, nunca me ha dado señal de que le gustara simplemente discuten.
Bethany Miller una chica de cabello castaño, delgada, de cuerpo tonificado, senos proporcionados y un poco bastante bajita, probablemente le lleve unos veinte centímetros de altura. Por lo que choca un poco que en algo tan pequeño pueda caber tanto odio y maldad. Yo intenté ser amable, recuerdo que en los primeros días fui de lo más amable —aun que tal vez fue por que en aquél entonces he de admitir que me sentía bastante intrigado y atraído por conocer a aquella chica, me la hubiera tirado obviamente— me mostré con mi mejor cara, fui divertido y de lo más apuesto. Cualquiera hubiera caído en mis redes, pues no tuve que tocar con la peor de todas las rosas la que fue creciendo y haciéndose la reina de la colmena.

Pero seamos sinceros, ella es Atenea y yo soy más como Dionisio o Apolo.

Por lo que no congeniamos ni congeniaremos.

—¿Y estuvo bien? —pregunto curiosamente mientras frunzo el ceño. Genial mi hermano me gana, ¿hasta que punto he llegado?
—Si, supongo.

De nuevo la misma sensación, maldita sea. Se que precisamente él no se ha llevado especialmente mal como yo me llevo con Miller como con Susan, pero solo espero que no quiera nada serio por que sería capaz de dejar a mi madre con un hijo único. Supongo que me lo diría en cualquier caso.

Él me pregunta por Susan, le contesto cualquier cosa y me fijo en el camino. Pero algo ilumina mi mente, mierda mañana empiezan las pruebas. Nunca he sido ni seré un alumno modelo, pero si quiero aprobar la carrera debería tomármelo más enserio, aun que seamos sinceros, nunca será así.


Después de una de las charlas a mi parecer más largas de la historia, la directora nos comunica que haremos servicios comunitarios a parte de pasar un periodo de pruebas básicamente prohibiendo las fiestas y obligando a que nuestra vida social sea nula y se base en: estudios y servicio comunitario.

Y por si no fuera poco en este maravilloso día, nos ha comunicado que presidentes y presidentas deben trabajar codo con codo. Traduciendo: Hermanos Reynolds y señoritas Miller y Kennedy se unirán para hacer sus respectivas tareas.

Si, definitivamente este día no podría ser peor.

Maldito chivato o chivata que haya hecho que la directora lo sepa, si le encuentro le mato.

Pero pese a nuestras quejas de “¡no pienso trabajar con ella!” fueron palabras perdidas en el aire para la señora Walker.


Si vemos la escena desde un punto cómico puede resultar hasta bastante buena, tal vez tendría éxito como comedia adolescente. Mientras que yo y Kennedy parecíamos hacer lo normal criticando a la zorra de la directora, los otros dos parecían tomarse enserio la tarea y incluso diría que mi hermano está bastante molesto, aun que no se lo niego, yo tampoco estoy aquí por gusto.

—¡Esta mierda de alumnos no saben utilizar el papel o es que no saben apuntar bien! —gritó Miller mientras frotaba la taza del váter con la esponja— Joder, voy a vomitar.
—Cuidado, la princesa se va a romper una uña.
—No Reynolds, antes te la clavaría a ti.
—¿Dónde? —le reté pícaramente y ella rodó los ojos para luego continuar su faena.

Estaba aburrido, yo no debería estar aquí. Necesito hacer algo. Sin pensarlo le lanzo la esponja que tengo en mi mano a mi hermano Pete, quien intenta devolvérmela pero falla dándole a Susan, quien contraataca bruscamente tirándole una cubeta, él quiere seguir contraatacando con un cubo medio lleno lanzando el agua que acaba por darle a Beth. La cual se levanta mojada de arriba abajo —marcándose sus definidas curvas gracias a ello— hecha una furia viendo como nosotros optamos por reír reposados en la pared del baño.

—Sabéis que, que os den. No pienso limpiar la mierda que habéis hecho —dice ella para luego coger la puerta con dificultad ya que se resbala y casi cae para luego marcharse y dejarnos tirados.

Cagueta y princesita, dos combinaciones malas para una sola persona.

Finalmente optamos por recoger el lio que hemos armado los tres antes de que la directora se pase y vea que lo habíamos dejado peor que estaba, acabamos a las seis y media. Me siento destrozado y ahora se suponía que debía estudiar, que le den al inglés yo me doy una ducha y me duermo, si me despierto con ganas estudiaré. Así que espero que el señor Finnegan tenga guardado mi suspenso por que el genio que pensó que poner un examen el primer día de clase se merece un oscar, no mejor, un nobel.

Spoiler: