fraternities war.

PASA EL MOUSE POR LA IMAGEN. CODE BY TOBIAS.

Susan.

Este año debería de haber sido diferente, quería descuidarme del todo de los estudios y hoy por la mañana vinieron mis padres a la universidad. Realmente estaban molestos por las bromas hacia la directora así que me dieron un buen regaño. No dejaban decir que me esforzaría y tendría buenas calificaciones, pero no sólo eso, de hecho me amenazaron con enviarme a un internado con gente religiosa. No es que no crea en Dios, pero no pienso cortarme el cabello así de corto y dejar de estar con algún chico.

Todo el maldito lunes la he pasado estudiando, en cuanto las clases terminaron y nos dieron nuestro descanso —que dura de dos a cuatro para poder comer y relajarnos un poco antes de continuar con el servicio comunitario—, yo no descansé, la he paso sentada en el aula de matemáticas estudiando.

Es demasiado difícil, los números se revuelven en mi mente y es como una especie de rompecabezas que no se puede armar; odio las matemáticas, siempre las odié y me dedicaré a algo que no tenga que ver absolutamente nada con ellas. Quizá termine siendo una lava autos, pero quiero alejarme lo más posible del estudio y esas cosas del demonio.

Y luego tienen que incluir patéticas letras a las matemáticas, ya es demasiado difícil sólo con números como para agregarle unas malditas letras. Creo que terminaré por suicidarme o algo parecido, no tolero estar aquí estudiando sólo para no convertirme en una fanática.

Cuando tomo mi descanso para comer me dedico a observar por las ventanas de la habitación. Hay varios chicos paseando por el campus, algunos juegan fútbol —único deporte que sé jugar— y otros juegan baloncesto. Personalmente preferiría jugar quidditch, pero esto no es Hogwarts desgraciadamente y todos aquí son miserables muggles.

En fin, mi día es miserable, yo soy miserable, todos somos miserables. Nuestro último curso está jodido, no hay otra manera para descubrirlo. A veces nos maldigo a mí y a Bethany por tener la idea tan estúpida de estrellar el auto de la directora, pero no puedo negar que me hizo sentir bien el hacerlo. Encima las idiotas de nuestra fraternidad fingen no tener nada que ver para salvarse, ¡dimos una puta conferencia donde dijimos lo que íbamos a hacer, incluso dieron sus opiniones! Malditas hipócritas, las odio a todas.

Vuelvo a centrarme en el libro de matemáticas y unos apuntes que me dio el profesor al ver que se me dificultaba. No comprendo, ¡simplemente no comprendo este puto libro, ni estos putos apuntes! No tienen sentido, ¿qué demonios es el algebra o qué significa una puta ‘x’? No entiendo el por qué debemos aprender esto, era mejor cuando éramos unos patéticos cavernícolas.

Esto sonará patético y lo es, pero estoy llorando porque no comprendo, oficialmente soy la idiota del año. No entiendo algo, lloraré hasta que venga mi madre a explicármelo. Y el ser así de patética me hace querer llorar más, es completamente ilógico pero la mayoría de mujeres somos así, todo debido a las condenadas hormonas.

Encima tenemos que cargar un bebé en nuestro cuerpo durante nueve meses y menstruación, cólicos, ¡es horrible ser mujer! Basta, estoy delirando. Realmente estoy delirando, se supone que tengo que pensar en matemáticas y me metí con biología. Si no era la idiota del año hace quince segundos ahora sí que lo soy.

Pete.

En cuanto salgo de las clases me siento la persona más feliz del mundo, después tendré servicio comunitario y todas esas estupideces pero puedo relajarme por dos horas. Bendito sea Dios por esto. Tengo que estudiar y todo eso, pero ahora lo único que quiero es comer como un puerco y dormir.

Cuando camino para nuestra fraternidad me topo con Swayer Brown, mi mejor amigo. Medio idiota, pero es divertido al final de cuentas. Ambos vamos por algo de comer y terminamos por prepararnos un sándwich. Sé que deberíamos comer algo mucho mejor, pero no hay nada mejor que un sándwich en estos momentos.

—¿Y cómo te fue en la prueba de hoy? —pregunta Swayer masticando el sándwich y yo hago una mueca de asco.
—Supongo que bien —respondo encogiéndome de hombros, aunque miento, estoy seguro que saqué una nota muy alta debido a que pasé la mayor parte de la noche estudiando; pero Swayer no tiene que saber eso.
—Tú eres un maldito genio —comenta Swayer—, realmente eres la reencarnación de Einstein porque no es normal sacar esas notas.

No me gusta presumir mucho mis notas, algunos toman mal eso de que seas inteligente, como si serlo te convirtiera en un nerd o algo parecido. Pero no lo considero así, quien sea inteligente realmente es una persona increíble y que además de eso sepa socializar lo vuelve más increíble. Quizá estoy describiendo a alguien como yo pero no importa.

—¿Y qué hay de ti, Brown?
—Estoy seguro de que sacaré alrededor de un tres, aunque quién sabe, quizá la profesora se apiade de mi hermoso rostro.
—White te patearía el trasero de ser necesario —respondo sonriendo.

Es cierto. La profesora White odia a cada ser humano que pisa la tierra. Al principio creímos que sólo odiaba a los hombres pero no, ella odia a cualquier cosa viviente, incluso los pájaros sienten su odio a través de los vidrios de la ventana.

Swayer se encoge de hombros y continuamos comiendo nuestro sándwich en completo silencio. Algunas veces él decía un comentario que me hacía reír y viceversa, pero la mayor tiempo la pasamos en silencio abstraídos en nuestros pensamientos. A veces me pregunto qué pasa por su mente, después recuerdo que es Swayer Brown y la curiosidad se aleja.

En cuanto subo a mi habitación para estudiar para la prueba de mañana, me percato de que mi cuaderno no está. Estoy seguro de que lo dejé en el aula de matemáticas, siempre olvido todo a pesar de ser demasiado ordenado. Mi memoria suele fallar para ese tipo de cosas, pero para fechas, datos, nombres… En esos casos, mi memoria sí sirve.

Salgo de la casa con paso lento intentando posponer el momento en el que me pondré a estudiar, pero es imposible. Termino por llegar al aula cinco después de cinco minutos. Eso de hacer las cosas en cámara lenta no se me da, simplemente termino por desesperarme y hacerlo todo más rápido. En especial cuando conduzco, no soporto ir lento así que termino por acelerar demasiado y suelen ponerme infracciones a menos de que el policía sea un corrupto.

Cuando llego al aula de matemáticas me encuentro con Kennedy sentada en la silla del frente intentando responder los ejercicios. Está llorando. Bien, realmente creí que ella no tenía sentimientos, es guapa y tengo una ligera atracción por ella. Pero nunca en mi vida la había imaginado llorando, no tan desesperadamente como en ese momento.

Ella se gira a verme y al instante su expresión triste cambia, siguen cayendo lágrimas por su mejilla, pero ella finge estar completamente bien. Igual la atrapé, ella estaba llorando y yo lo vi.

—¿Estás bien? —pregunto y al instante me siento un imbécil por siquiera pensarlo, ¡estaba llorando! Obviamente no está bien—. Es decir, ¿qué sucede?

Ella niega con la cabeza y vuelve a observar el libro.

—Esto es lo más estúpido que he hecho —masculla para sí misma—. ¿Puedes ayudarme a estudiar?

La pregunta me toma por sorpresa, jamás me imaginé a Kennedy invitándome a algo… Ni siquiera a algo tan común como estudiar. En fin, está llorando y parece no entender ni una palabra de lo que dice el libro así que será mejor que la ayude. Asiento ligeramente con la cabeza y me siento junto a ella.

—¿Cuánto vale la ‘x’? —pregunta mirándome, lo único bueno de este momento es que ha dejado de llorar.
—No tiene un valor definido —respondo—, por eso es ‘x’ porque no sabes cuánto vale.

Ella asiente confundida. No entiendo qué problema tiene Kennedy con matemáticas, aunque en realidad es mala en todas y cada una de las asignaturas.

Al final termino por hacerle una pequeña prueba para ver qué entendió y qué no. Es imposible que haya tenido absolutamente todo mal, algunas cosas ni siquiera las contestó. Ahora sí estoy preocupado. Kennedy realmente debe tener una especie de problema.

La escucho suspirar a mi lado al ver mi reacción y noto que sus ojos vuelven a llenarse de lágrimas. Jamás había visto a Kennedy tan… rara, pues. Siempre estaba radiante e insultándome, pero era alguien que se puede considerar normal. Ahora parece una chica depresiva.

—¿No lo entiendes o qué sucede? —pregunto después de un rato.

Ella no responde en seguida, se queda callada unos minutos como pensando si es necesario que lo sepa o no.

—Soy disléxica —dice por fin.

Bueno, eso aclara todo básicamente. Jamás podrá aprender del todo bien las matemáticas ya que es una materia de las más complejas, pero yo la ayudaré. Porque, Kennedy, me tienes loco.

lol: