fake boyfriends.

Era inevitable pasar por el pasillo de mi escuela, sin tener alguna burla o apodo sin sentido; geek, nerd, ñoña, friki. Era algo con lo que tenía que lidiar. No me consideraría alguien que tiene esa cierta vida social, mas bien, alguien que prefiere quedarse en casa, a que estar con personas que juntan sus cuerpos sudorosos. 
Tenía esa obsesión con tener las notas más altas de la clase, o ser la primera que levanta el brazo cuando la profesora preguntaba algo. No me parecía aburrido aprender, me parecía interesante, y por eso queridos amigos todo el mundo me llamaba de esa forma.

 Desde que tengo memoria siempre me encanto buscar entre los libros, e investigar de cosas extrañas. Prefería quedarme jugando en el barro encontrando pequeños insectos de nuevas especies que no conocía, a estar fingiendo que lavo la ropa, o que tomo té con un oso con un sombrero. Mi significado de infancia no fue como el de todas las niñas; mientras todos estaban en sus casas con sus amigas jugando con sus barbie’s, yo estaba leyendo un libro de historia y geografía–que me habían regalado cuando estaba pequeña–. Si estaba viendo televisión, era un documental para aprender. No viendo dora la exploradora y entre otros.