fake boyfriends.

De pequeño, estaba acostumbrado a los maltratos e insultos de mi padre, estaba acostumbrado a que el siempre me regañara por el simple echo de no ser como los demás niños de mi edad, por no jugar con cochecitos o por no mirar la televisión todo el tiempo. Pero cuando papá se fue, todo en lo que creíamos, teníamos y recordábamos; mi hermana, mamá y yo, se fue a la basura, y solamente dejó restos de lo que alguna vez fue.

Cuando tenía diez años entre a una etapa donde solamente quería pasar tiempo con mi padre; pero mamá siempre se negaba a que lo buscara, llamara o simplemente extrañara. Ella estaba muy dolida con su abandono, Gemma también, pero yo no lo comprendía; yo solo quería que papá volviera, y pensaba que si volvía, le podría prometer que cambiaría y que empezaría a comportarme como los demás niños. Pero como nunca pude volver a verlo, todo se quedó exactamente como estábamos; mamá trabajando, mi hermana estudiando, sacando malas calificaciones, y yo dibujando, preocupado en mi aspecto y mi vestimenta, y alejando a las niñas que se acercaban a mí. 
De pequeño tenía ese miedo/asco por las niñas, pensaba que eran la peor cosa que pudo a ver creado el mundo, creía que tenían sida y que me la contagiarían con tan solo tocarlas; claro que no sabía en ese tiempo que era el sida, pero suponía que era muy malo al escuchar la forma en la que mamá y Gemma hablaban de ello. Yo siempre fuí diferente a los demás, más serio, más limpio y ordenado -más que mi propia hermana-, y aunque mamá a veces me miraba raro, jamás me dijo nada. 

Se podría decir que tenía una buena vida, y que no me podría quejar de ello; hasta que él llego. Su nombre era Louis Tomlinson, tenía doce años, y jugaba en el equipo de fútbol de nuestra escuela. Era más alto que yo, su piel era blanca, sus ojos eran azules, y su cabello era de un castaño claro lacio. 
Louis se convirtió en mi mejor amigo, desde que me habló en un partido, y se podría decir que desde ahí, me enamoré de él. Pero no todo era color de rosa, ya que el era mi mejor amigo, y por si fuera poco, era un chico, y dos chicos nunca son bien vistos, además de que no conocía los sentimientos de Louis hacia mí. Entonces fue hasta los quince que le confesé mi amor, y terminamos siendo novios. Sabía que lo nuestro era real, porque con él me sentía de una manera inexplicable, era algo que jamás había sentido, era algo que llenaba el vacío que alguna vez existió en mi corazón, y si eso no era amor, entonces no sabía que era. 

Ahora tengo diecisiete y el diecinueve, y estoy cien por ciento seguro que soy gay.
—Bésame—Le susurré en el oído a Louis, y sentí como su cuerpo se estremeció bajo el mío. Nos encontrábamos en mi cama, yo arriba de él, pasando mis manos por toda su suave, y tersa piel.
—Basta...—Suspiró, y trato de alejarme.
—Por favor, bebé, dame un beso...—Sabía que la debilidad de Louis, era que le llamará 'bebé', sabía que ese era su apodo favorito, y también sabía que si lo llamaba así, haría todo lo que yo le pidiese. Entonces me besó; el besó era desesperado con un toque de dulzura, sentía como algo se removía en mi estómago, y me agradaba la extraña sensación en lo profundo de mi ser.
Pasé mis manos por el borde de su camisa, y traté de subírsela, pero Louis me alejó.
—No...—Gimió—No...—Sus ojos se encontraron con los míos, y distinguí el color carmín de sus mejillas, y la dilatación en sus ojos.
—Louis...—Pedí.
—No, sabes que no estoy listo—Soltó un suspiró, y se acomodó, sentándose al borde de la cama, peinando su cabello, y arreglando su camisa.
Solté un bufido—Perdón, Lou—Murmuré, y me acerque a el para poder tomar su mano y entrelazarla con la mía—Se que no estas listo, perdóname bebé—Le sonreí, logrando que cambiara su expresión.
—Sabes que lo haremos, pero no ahora—Acunó mis mejillas con las palmas de sus manos, y acercó mi rostro al suyo, hasta que nuestros alientos chocaran—Te amo, ¿sí?—Mordió sus labios, y suspiré. Sabía que amaba de una forma sobrenatural a Louis, sabía que el tenía un poder anormal sobre mí, pero también creía que tal vez todo eso era producto del amor, más bien ello era amor. Y ahora me pregunto, ¿Por qué tenerle miedo al amor?, ¿Por qué tenerle miedo a enamorarse?, ¿Por qué tenerle miedo a encontrar a tú persona correcta?, tal vez le temamos a un corazón roto, o a perder todo, sin embargo yo podría arriesgar todo en el amor de Louis, podría apostar mi alma, por que sabía que esto era real.
—Yo también te amo, Lou...—Le susurré, y el me sonrió.
—¿De aquí a donde?—Preguntó en un tono infantil y divertido.
—Mi amor por ti es infinito...no tiene final...—Le susurré, y entonces él volvió a besarme, con tanta ternura, que podría jurar que mis mariposas murieron para volver a renacer.

hi,ah.:

Cuándo niña, nada feminista me llamaba la atención; no jugaba con muñecas, no me maquillaba, de vez en cuándo usaba un vestido o falda, pero jamás usé los zapatos de tacón de mamá. ¡Lo aborrecía!

Mi vida dió un giro de trescientos sesenta grados, cuando conocí a Anabelle Smith, la hija mayor de la prima de papá.
Ella simplemente se ganó mi corazón desde el momento en el que ví su hermosa cara; literalmente.

Odiaba lo que llegué a sentir por ella. Al verla, necesitaba besar sus labios, o algo que me diera una señal de que en verdad me... "gustaba"
Mis padres odiaban a las personas con sexualidad diferente, porque, según la biblia, los seres humanos estamos hechos para casarnos con el sexo opuesto, y no con el mismo; ésto, para la iglesia es raro..., pero, ¿Qué hay de ésa estúpida serpiente que hablaba?, ¿No tenían ya con éso? No, ahora, querían que, las personas de diferente sexo se emparejaran (oviamente hombre con mujer).

Mamá conoce a Anabelle, al igual que papá, y, ¿Cómo no si son casi familia?
Ellos saben que tengo una relación increíble con ella, lo que no saben es que las tardes solas en mi habitación, no son sólo necesariamente de conversaciónes productivas; sí, de vez en cuando nos proporcionamos un beso una a la otra, y no pasa de ahí, y eso es una ventaja, ¿Qué tal si alguna vez entra mamá a mi habitación, y me ve en una sesión de besos con mi casi prima? Sería horrendo para ella..., quemaría mi cuerpo, y tiraría mis restos al río, para después quemar el río, aunque sea teóricamente imposible.

— ¿En qué piensas, Sbild? – susurró Niall Horan, mi mejor amigo de siempre.
Niall sabía de Anabelle, de que mis padres odien lo que soy, y quizá odiarían saber que somos..., somos..., ¡lo que sea que seamos!

— Pienso en lo que mis padres pensarán de mí – contesté angustiada. — ¿Crees que me odien? – sus ojos se iluminaron de protección, y me abrazó. Pude sentir su corazón acelerarse, y la sangre que corría por sus no -tan-musculosos brazos, llegó a sentirse correr por sus venas.

— Son tus padres, Sbild, no creo que te odien por ser...– cubrí su boca... Si algo no me gustaba de Niall, era lo mucho que mencionabe la palabra "lesbiana", cuando ni siquiera yo sabía aún era si era eso o no.

— Niall, no digas la palabra. – remarqué la plabra "la", aumentando el volúmen de mi voz, para después quitar mi mano de su boca. El rubio susurró algo incomprendible, mientras su mirada se desviaba hacia unos chicos que pasaban.

— ¿Qué pasa, Horan? Oh, estás con Sbilding... espero que no mojes tus pantalones. – atacó un chico moreno, de ojos café y un pircing en su oreja. Su actitud me molestó bastante, así que me acerqué a él, lo tomé del cuello de su camiseta, lo miré con enojo y pronuncié en un susurro:

— No te metas con mi amigo, niño lindo. – me miró con una sonrisa burlona, y mi rubio amigo y él rieron animadamente.

— Sucede que, también es mi amigo... y Anabelle también lo es...– palidecí. — Descuida..., tu secreto está a salvo conmigo...– susurró cerca de mi oído, y por instinto, lo solté rápido.
Miré a Niall con sorpresa, mientras él negaba espantado con su cabeza.

— Eres un idiota...– le dijo al moreno, quien me miró confundido... Lo único que me respondía en éste momento, eran mis piernas, dejándome correr rapidamente hasta mi casa, donde seguramente Anabelle estaría esperándome en el patio trasero.


{***}


— Estás muy distraída hoy, Sbilding... Ni siquiera me has besado hoy cuando me viste. – la rubia tomó mi mano, entrelazando nuestros dedos.

— Lo siento, linda... es que... no me siento bien, eso es todo. – mentí. Frunció ligeramente su labio inferior, haciendo cara de perrito, golpeándo mi corazón profundamente.
Ella bien sabía que disfrutaba que hiciera aquella cara..., simplemente, moría por dentro.

— No, Ana..., no me hagas esto. – le dije suplicante.

— ¿Hacerte qué, Sbild?

— Te quiero. – susurré contra sus labios, para después besarla lentamente, haciendo que un pequeño gemido saliera de sus labios.

— Yo te amo. – y ahí estaba la cosa... me causaba pánico ésa palabra, y más, proviniendo de la chica que quería.
No supe que responder, así que, no me quedó de ptra, más que abrazarle.
Tenía miedo de mis padres, de que supieran de nuestras sesiónes de intercambio salibal, pero, lo que más le temía, era que, de los labios de la hermosa Anabelle, salieran las palabras: "te amo" una y otra vez, cuando yo, aún no sabía lo que sentía por ella.