fake boyfriends.

Desde chico fui un “imán” hacia las mujeres, ellas venían a mi sin siquiera esforzarme. Cuando cumplí los siete años, tuve mi primera novia, se llamaba Andrea. Claro, no paso de unos cuantos besos inofensivos y apretones de mano, pero el tener una novia era hermoso para mí. Creo que con ella fue mi relación más larga, duramos como 4 meses hasta que se mudo al otro lado de la ciudad, ese fue mi primer desamor. Mi madre dice que ese fue el motivo de mi actual comportamiento, aunque yo no le hago caso. Al pasar el tiempo, tuve otra novia, ella era muy diferente a Andrea, empezando porque su cabello era rubio y siempre lo tenia suelto. Lo que me impresionaba era como no se contagiaba de piojos nunca, o si lo hizo, jamás me enteré. Ella se llamaba Jacqueline, era sumamente materialista y amaba a las muñecas tanto como a su celular Nokia indestructible, que contenía los ya famosos juegos, sudoku y el de la viborita.

El más grande problema de Jacqueline, era su actitud, gracias a Dios solo duramos dos semanas antes de que me fijara en la chica nueva de la clase de ingles. En ese momento no media mis actos, y no sabia que estos iban a tener una consecuencia en un futuro, no muy lejano. Al cumplir los diez años, había tenido alrededor de 30 novias y unas cuantas chicas a las que solo ilusione. Recuerdo que tenía una hoja pegada a mi closet donde contaba mis conquistas, ahora no tengo mas una hoja de papel, si no un pedazo de cartón fotográfico donde me es más fácil llevar la cuenta. A los quince años, perdí mi virginidad. Lo hice con mí (en ese tiempo) vecina. Fue una sensación nueva para mí que me llevo a un momento de locura de practicar con mas chicas y en diferentes poses, en ese momento me di cuenta que el sexo se había convertido en una parte esencial en mi vida. Después de eso tuve unas cuántas aventuras más, con chicas que veía en un bar o incluso de mi propia secundaria. Claro que no fueron más que una sola noche en mi cama.

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Estando en clases llegue a la loca idea de querer cambiar mi forma de ser. Por supuesto, no se lo conté a nadie, si lo llegaba a decir a mis “amigos”, lo único que harían seria reírse por los próximos diez años. Lo que hice para llegar a esa conclusión fueron las palabras de una compañera de clase. En realidad, no era como si me afectara mucho lo que decía la gente sobre mí, pero sus palabras me dejaron un muy mal sabor de boca. Ella no era la primera chica en llamarme mujeriego, estúpido, y miles de defectos más... pero lo que si es cierto es que seria la última. Cuando un chico establece una novia por meses, es obvio que están en una relación sería. Eso quiero yo, hacerles creer a la gente, que ya no soy más un mujeriego, y para eso había que tomar medidas extremas.

— Zayn, pon atención hijo — Mi madre me sofoca con sus pláticas sin sentido, que no hagas esto, que no hagas lo otro. Se acercaba el cumpleaños numero quince de mi hermana, y ella al igual que mi mamá, se habían vuelto más locas que de costumbre estos días. Se que su intención no era molestarme, pero sencillamente habían pasado un limite y mi paciencia estaba contada. Según ellas, arruinaré la fiesta, algo que es improbable ya que adoro a mi hermana, y es una de las cuantas mujeres a las que respeto (con mi madre y mi mejor amiga, Jenny)


— Madre, no creo que sea necesario hablar de esto — Me levanto del sillón y camino hacia la cocina siendo perseguido por mi mamá. Me había hartado de la plática, la cual no me llevaría a nada —, simplemente no iré — Agarro una manzana de la heladera y le pegó una mordida. Se que lo que mas desespera a mi madre, es que en ocasiones de “suma importancia”, la gente se comporte de manera calmada y sin darle la menor importancia.

— Nada de que no vas a ir, va a ser un día muy importante para tu hermana y tienes que estar presente. — Cuando mamá se empeña en algo, no hay ser en este mundo que le diga que no. Y lo se por experiencia, cuando tenía trece años, quería un muñeco a escala de un famoso rockero, y como era de esperarse, su respuesta definitiva fue un rotundo no.

— Si te digo que no molestare, ¿dejarás de tener esta plática conmigo? — Era obvio que esta conversación no tenía ningún rumbo, y era irrelevante seguir hablando.

— Pero que humor — Sencillamente, no puedo estar de buen humor en este día. Veo como sale de la cocina de forma rápida, le doy otra mordida a mi manzana, y subo a mi habitación.

Lo primero que veo en ella, es el portarretratos donde estoy yo y mi hermana. Tenía tan solo cuatro años y la protegía como si fuera todo un hombre, esa fue uno de mis días favoritos. Estábamos en un parque de diversiones, mi madre me dejó a cargo de mi hermana cuando nos subimos al juego del tren. Aunque no nos podía pasar nada, de todos modos, era un mini tren con una vía en forma de círculo lo que permitía a nuestra madre, ver todo. Claro que no me importo y durante las cinco vueltas, la estuve abrazando esperando que nada le pase. Fue un gran día, sin duda.

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