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Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
—¿___________*? —Jonas frunció el ceño—. ¿Qué sucede? —Caminó hacia ella, que retrocedía cada vez, hasta que se dio contra la pared. ___________ agarró la pared que había detrás de ella, como si pudiera protegerla. Como si hubiera algo capaz de protegerla de Jonas.
Era tan fuerte que le daba miedo. No le había visto muchas veces desnudo a plena luz. Era pavoroso. Tenía los brazos y hombros llenos de músculos, fuertes y poderosos. Si le atacaba, no tendría sentido que luchara contra ellos. Jonas podría acabar con ella en un segundo si quería.
___________ recordó haber leído en alguna parte que los soldados de Esparta peleaban desnudos para aterrorizar al enemigo.
Bueno, pues funcionaba. Estaba aterrorizada.
Jonas se detuvo junto a ella y puso un brazo a cada lado de ___________. Estaba atrapada.
Miró fijamente a los oscuros pelos del pecho, a la hendidura en que se unían los pectorales, antes de subir poco a poco la mirada. Su rostro era inexpresivo. Era el rostro de un desconocido. El rostro de su amante.
«No confíes en nadie».
Alargó una mano temblorosa para tocarle la barbilla. Podía sentir el movimiento de los músculos de la mandíbula. Sacudió la cabeza despacio, sin perderle de vista.
—Que Dios me ayude, si no puedo confiar en ti... no quiero seguir viviendo.
Jonas no contestó. Abrió los brazos y ___________ se abalanzó a ellos.
Después de mecerla unos minutos, Jonas la llevó al sofá y se sentaron. ___________ le rodeó el cuello con las manos y lloró. Era completamente imparable. Lloró de rabia, desesperación y miedo, aferrándose con fuerza a él, que no decía nada. Se limitó a quedarse sentado y a acunarla hasta que se tranquilizó.
A ___________ se le ocurrió que a lo mejor ésta sería la última vez que vería a Jonas. Lo que sentía por él era tan fuerte, mucho más de lo que hubiera sentido nunca por un hombre y, ahora que le había encontrado, iba a perderle.
En una hora, tal vez en dos, los agentes vendrían a buscarla y se la llevarían a otra parte. Desaparecería en mitad de la noche.
Sabía muy bien que tendría que cortar todo lo que la uniera a su vida anterior. A sus vidas, en este caso. Así que dejaría Simpson para siempre y acabaría en Dakota del norte o en Florida o en Nueva México, con un nombre y una identidad nuevos. El juicio de Santana no se llevaría a cabo hasta primavera, según le había dicho Davis. A lo mejor más tarde. Después, tendría que mantenerse en el programa hasta que todos los recursos hubieran finalizado; eso sería un año, a lo mejor dos, antes de ser libre para poder ir a donde quisiera.
¿Lo suyo con Jonas aguantaría un par de años de ausencia? Era todo tan nuevo, tan reciente... Sólo llevaban dos semanas siendo amantes, de las cuales una él no había estado. Ni siquiera habían hablado demasiado. La mayor parte del tiempo que pasaban a solas estaban haciendo el amor. A lo mejor eso era todo, el sexo.
Aun así, le estaría eternamente agradecida a Jonas por el tiempo que habían pasado juntos. Le había mantenido cuerda, especialmente durante las noches. Tuvo un repentino flash de ella misma en su nueva vida; en algún pueblecito anónimo de algún sitio, completamente sola... y se dio cuenta de pronto lo mucho que Jonas significaba para ella.
Estaba sentada sobre su regazo. Él seguía desnudo, y podía sentir su erección bajo los muslos, pero no se la estaba frotando contra ella. Había hundido la cabeza en el cuello de Jonas, que apoyaba la barbilla en su cabeza. Le besó el cuello, fuerte, cálido y húmedo de sus lágrimas.
—Tengo que contarte algunas cosas —le dijo quedamente, secándose los ojos en los hombros de él.
—Sí. —Sintió que asentía con la cabeza—. Te escucho.
—No soy... no soy quien crees que soy. —___________ se enderezó un poco, pero sin levantar la cabeza de su hombro; ese amplio y fuerte hombro sobre el que no podría quedarse mucho más tiempo. En cuanto le contara la verdad, tendría que empezar a recoger sus cosas. En un par de horas habría desaparecido de su vida. A lo mejor para siempre. ___________ cerró los ojos unos segundos.
Le dolía el corazón.
Ahora mismo, en aquel preciso instante, sería ___________* Anderson por última vez en su vida. Y la mujer de Joseph Jonas; la amiga de Alice Pedersen, y de Maisie y de Beth y de todos los demás. La madre de Fred. A lo mejor Jonas se quedaba con Fred por ella.
O a lo mejor no.
A lo mejor Jonas se enfadaba tanto porque le hubiera mentido que la arrojaría de su regazo sin miramientos y saldría de su casa. De su vida.
—Me llamo... —Se le quebró la voz. Se mordió el labio y esperó hasta asegurarse de que no iba a echarse a llorar—. No me llamo ___________* Anderson. No soy de Bend, ni soy profesora de primaria. —No se movió más que para estrecharle aún más en sus brazos—. Mi verdadero nombre es ___________ Devaux y vivo... vivía en Boston. Soy editora. O, mejor dicho, lo era. Ahora ya no sé lo que soy. Sólo sé que estoy muerta de miedo.
___________ ladeó la cabeza para verle la cara. Era totalmente inexpresivo, como siempre. La observaba con sus ojos negros, fija y pacientemente.
Ahora venía la parte dura.
—Vi... vi algo horrible —dijo por fin—. En septiembre. Estaba haciendo un curso de fotografía y merodeaba por los muelles de Boston en busca de algo que fotografiar, algo que fuera realista. Me tropecé con un almacén abandonado. Habían quitado la puerta, así que me metí. Llevaba una de esas cámaras automáticas que tienen los fotógrafos de moda, y paseé por ahí, haciendo una foto detrás de otra. Hasta que llegué al patio interior y... —Se mordió el labio y trató de controlar los temblores que le sacudían el cuerpo al recordar. Podía verlo todo de nuevo: el paisaje industrial grisáceo, el hombrecillo aterrorizado, la pistola negra sobre su cabeza, el asesino gigantesco de rostro cruel, el tiro mortal—. Presencié un asesinato, y está todo grabado —dijo sencillamente, y oyó que Jonas tomaba aire con fuerza.
Era tan fuerte que le daba miedo. No le había visto muchas veces desnudo a plena luz. Era pavoroso. Tenía los brazos y hombros llenos de músculos, fuertes y poderosos. Si le atacaba, no tendría sentido que luchara contra ellos. Jonas podría acabar con ella en un segundo si quería.
___________ recordó haber leído en alguna parte que los soldados de Esparta peleaban desnudos para aterrorizar al enemigo.
Bueno, pues funcionaba. Estaba aterrorizada.
Jonas se detuvo junto a ella y puso un brazo a cada lado de ___________. Estaba atrapada.
Miró fijamente a los oscuros pelos del pecho, a la hendidura en que se unían los pectorales, antes de subir poco a poco la mirada. Su rostro era inexpresivo. Era el rostro de un desconocido. El rostro de su amante.
«No confíes en nadie».
Alargó una mano temblorosa para tocarle la barbilla. Podía sentir el movimiento de los músculos de la mandíbula. Sacudió la cabeza despacio, sin perderle de vista.
—Que Dios me ayude, si no puedo confiar en ti... no quiero seguir viviendo.
Jonas no contestó. Abrió los brazos y ___________ se abalanzó a ellos.
Después de mecerla unos minutos, Jonas la llevó al sofá y se sentaron. ___________ le rodeó el cuello con las manos y lloró. Era completamente imparable. Lloró de rabia, desesperación y miedo, aferrándose con fuerza a él, que no decía nada. Se limitó a quedarse sentado y a acunarla hasta que se tranquilizó.
A ___________ se le ocurrió que a lo mejor ésta sería la última vez que vería a Jonas. Lo que sentía por él era tan fuerte, mucho más de lo que hubiera sentido nunca por un hombre y, ahora que le había encontrado, iba a perderle.
En una hora, tal vez en dos, los agentes vendrían a buscarla y se la llevarían a otra parte. Desaparecería en mitad de la noche.
Sabía muy bien que tendría que cortar todo lo que la uniera a su vida anterior. A sus vidas, en este caso. Así que dejaría Simpson para siempre y acabaría en Dakota del norte o en Florida o en Nueva México, con un nombre y una identidad nuevos. El juicio de Santana no se llevaría a cabo hasta primavera, según le había dicho Davis. A lo mejor más tarde. Después, tendría que mantenerse en el programa hasta que todos los recursos hubieran finalizado; eso sería un año, a lo mejor dos, antes de ser libre para poder ir a donde quisiera.
¿Lo suyo con Jonas aguantaría un par de años de ausencia? Era todo tan nuevo, tan reciente... Sólo llevaban dos semanas siendo amantes, de las cuales una él no había estado. Ni siquiera habían hablado demasiado. La mayor parte del tiempo que pasaban a solas estaban haciendo el amor. A lo mejor eso era todo, el sexo.
Aun así, le estaría eternamente agradecida a Jonas por el tiempo que habían pasado juntos. Le había mantenido cuerda, especialmente durante las noches. Tuvo un repentino flash de ella misma en su nueva vida; en algún pueblecito anónimo de algún sitio, completamente sola... y se dio cuenta de pronto lo mucho que Jonas significaba para ella.
Estaba sentada sobre su regazo. Él seguía desnudo, y podía sentir su erección bajo los muslos, pero no se la estaba frotando contra ella. Había hundido la cabeza en el cuello de Jonas, que apoyaba la barbilla en su cabeza. Le besó el cuello, fuerte, cálido y húmedo de sus lágrimas.
—Tengo que contarte algunas cosas —le dijo quedamente, secándose los ojos en los hombros de él.
—Sí. —Sintió que asentía con la cabeza—. Te escucho.
—No soy... no soy quien crees que soy. —___________ se enderezó un poco, pero sin levantar la cabeza de su hombro; ese amplio y fuerte hombro sobre el que no podría quedarse mucho más tiempo. En cuanto le contara la verdad, tendría que empezar a recoger sus cosas. En un par de horas habría desaparecido de su vida. A lo mejor para siempre. ___________ cerró los ojos unos segundos.
Le dolía el corazón.
Ahora mismo, en aquel preciso instante, sería ___________* Anderson por última vez en su vida. Y la mujer de Joseph Jonas; la amiga de Alice Pedersen, y de Maisie y de Beth y de todos los demás. La madre de Fred. A lo mejor Jonas se quedaba con Fred por ella.
O a lo mejor no.
A lo mejor Jonas se enfadaba tanto porque le hubiera mentido que la arrojaría de su regazo sin miramientos y saldría de su casa. De su vida.
—Me llamo... —Se le quebró la voz. Se mordió el labio y esperó hasta asegurarse de que no iba a echarse a llorar—. No me llamo ___________* Anderson. No soy de Bend, ni soy profesora de primaria. —No se movió más que para estrecharle aún más en sus brazos—. Mi verdadero nombre es ___________ Devaux y vivo... vivía en Boston. Soy editora. O, mejor dicho, lo era. Ahora ya no sé lo que soy. Sólo sé que estoy muerta de miedo.
___________ ladeó la cabeza para verle la cara. Era totalmente inexpresivo, como siempre. La observaba con sus ojos negros, fija y pacientemente.
Ahora venía la parte dura.
—Vi... vi algo horrible —dijo por fin—. En septiembre. Estaba haciendo un curso de fotografía y merodeaba por los muelles de Boston en busca de algo que fotografiar, algo que fuera realista. Me tropecé con un almacén abandonado. Habían quitado la puerta, así que me metí. Llevaba una de esas cámaras automáticas que tienen los fotógrafos de moda, y paseé por ahí, haciendo una foto detrás de otra. Hasta que llegué al patio interior y... —Se mordió el labio y trató de controlar los temblores que le sacudían el cuerpo al recordar. Podía verlo todo de nuevo: el paisaje industrial grisáceo, el hombrecillo aterrorizado, la pistola negra sobre su cabeza, el asesino gigantesco de rostro cruel, el tiro mortal—. Presencié un asesinato, y está todo grabado —dijo sencillamente, y oyó que Jonas tomaba aire con fuerza.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
Se le tensaron todos los músculos del cuerpo—. Era algún tipo de ajuste de cuentas. Pude... pude identificar al asesino, un tipo llamado Dominic Santana, de entre una línea de sospechosos. Al parecer es un pez gordo de la mafia que el FBI lleva tiempo intentando meter entre rejas. En teoría, tengo que testificar en su juicio, pero me han dicho que ofrece una recompensa por mí. Una grande, al parecer. Un millón de dólares. Entretanto, mientras esperamos a que salga el juicio, me han puesto en el Programa de Protección de Testigos. Pero ha debido de pasar algo con la seguridad...
—¡Malditos hijos de puta!
Jonas la levantó de su regazo y se puso en pie. ___________ le miró completamente sorprendida, de pronto su cara ya no era impasible e impenetrable. Jonas estaba cabreado y todo su cuerpo se tensaba de rabia. ___________ sintió algo. No era miedo, eso no... no exactamente.
Pero presentía que iba a pasar algo, algo que ya no estaba en sus manos. Muy en el fondo de su ser, había querido contarle sus problemas a Jonas y, ahora que lo había hecho, junto con el alivio se sintió turbada porque ahora Jonas parecía cargar con ello. Era una figura gigantesca y terrorífica; una fuerza incontrolable de la naturaleza.
Un guerrero.
—¿Jonas?
Pero no le escuchaba. Se puso junto al teléfono, lo colgó, volvió a cogerlo y marcó el 69.
Cuando oyó a alguien decir «Herbert Davis» al otro lado de la línea, le espetó:
—¿Quién coj.ones eres, Davis? (XDDDD)
Jonas le oyó tomar aire antes de preguntar:
—¿Con quién hablo?
Jonas cogió el teléfono con más fuerza, recordándose que no debía perder el control.
—Soy Joseph Jonas. Le llamo desde Simpson, Idaho, desde el teléfono de... —Miró a ___________*... no, a ___________... que estaba hecha un ovillo en el sofá. Estaba pálida y sus ojos azul turquesa le miraban fijamente. Parecía pequeña y vulnerable como un niño pequeño. La idea de alguien pudiera hacerle daño le volvía loco. Se giró un poco, para no distraerse—... Le llamo desde el teléfono de ___________ Devaux. Se lo voy a preguntar una última vez: ¿quién coj.ones es usted?
—No estoy autorizado para facilitarle esa información. —La voz de aquel hombre era distante, impersonal.
—Escúchame, hijo de la grandísima puta (Jajajajja!!). Si eres del Departamento de Policía de los Estados Unidos, lleváis la seguridad de los testigos mucho peor de lo que imaginaba. Había oído hablar de que el Departamento estaba de capa caída, pero esto es mucho peor que eso. No podéis enviar hasta aquí a una mujer inocente a la que le pisan los talones unos asesinos sin enviar siquiera a un agente a echarle un ojo. ¿Qué ******* de protección es esa?
—Ah... eeeh... —Jonas vio que el hombre no sabía qué decir—. Hemos tenido recortes de personal y la oficina de Boise...
—¡A la ******* con los recortes de personal! —bramó Jonas—. ¿Qué cojo.nes os pasa? No podéis soltar a un testigo en algún lugar y confiar en que esté a salvo. Le han puesto precio a su cabeza. Necesita toda la protección que no le estáis dando. ¡Desde ya mismo!
—Bueno, pues desde ya mismo eso no es de su incumbencia. Han filtrado información y vamos a sacarla de allí.
—Y una ******* —dijo Jonas, suavizando de pronto la voz con la amenaza—. Inténtelo.
—¿Jonas? —___________ le tocó el hombro y éste se giró—. ¿Qué dice, Jonas?
Jonas tensó la mandíbula, sin contestar.
—¿Jonas?
Cubrió el auricular con la mano.
—Dice que quieres sacarte de aquí.
—Ya lo sé, ¿cuándo vienen? —Apoyó la frente en su hombro unos segundos y se secó las lágrimas con el dorso de la mano. Parecía pequeña y asustada. Jonas apretó el auricular con tal fuerza que los nudillos se le pusieron blancos.
—No vas a ir a ninguna parte.( :arre: )
—¿Qué? No entiendo...
—Que no te vas. Te quedas aquí, conmigo. (Lo amo)
Esto no debería estar pasándole a ella. No debería estar pasándoles a ellos. Ahora mismo deberían estar en su habitación, foll.ando aún. Siempre era demasiado frenético la primera vez, pero no le preocupaba demasiado porque sabía que se calmaría, a su tiempo. Pensaba que tenían todo el tiempo del mundo.
Y ahora el tiempo se les acababa.
—¿Jonas?
La miró a la cara, pálida y confusa, y vio el futuro que siempre había soñado. Con ___________*—no, con ___________, ¡jod.er!— se sentía mucho más vivo de lo que se había sentido nunca. Antes de que llegara se había dejado llevar, se hundía cada vez más en sus oscuros pensamientos, como un barco a la deriva.
Ella había cambiado eso; su presencia había sido su bote salvavidas. Le había devuelto a la vida. Estaba devolviendo Simpson entero a la vida.
¡No pensaba dejarla escapar!
—Jonas, van a venir a buscarme, tengo que prepararme, recoger mis...
—Cariño, escúchame bien; no vas a ninguna parte. Te vas a quedar aquí, conmigo, donde pueda protegerte.
—Pero... —___________ miró a su alrededor, como si los del Departamento fueran a presentarse en cualquier minuto—. Quieren sacarme de aquí, Jonas. Se ha acabado.
—No, no se ha acabado. Para nada, cariño. ¿No lo ves? Los del Departamento lo único que van a hacer es darte una identidad nueva y llevarte a cualquier otro sitio. Pero han birlado su seguridad. Si les ha sucedido una vez, les sucederá otra. Así que calla. Deja que me ocupe yo de esto.
Quitó la mano del auricular.
—¡Malditos hijos de puta!
Jonas la levantó de su regazo y se puso en pie. ___________ le miró completamente sorprendida, de pronto su cara ya no era impasible e impenetrable. Jonas estaba cabreado y todo su cuerpo se tensaba de rabia. ___________ sintió algo. No era miedo, eso no... no exactamente.
Pero presentía que iba a pasar algo, algo que ya no estaba en sus manos. Muy en el fondo de su ser, había querido contarle sus problemas a Jonas y, ahora que lo había hecho, junto con el alivio se sintió turbada porque ahora Jonas parecía cargar con ello. Era una figura gigantesca y terrorífica; una fuerza incontrolable de la naturaleza.
Un guerrero.
—¿Jonas?
Pero no le escuchaba. Se puso junto al teléfono, lo colgó, volvió a cogerlo y marcó el 69.
Cuando oyó a alguien decir «Herbert Davis» al otro lado de la línea, le espetó:
—¿Quién coj.ones eres, Davis? (XDDDD)
Jonas le oyó tomar aire antes de preguntar:
—¿Con quién hablo?
Jonas cogió el teléfono con más fuerza, recordándose que no debía perder el control.
—Soy Joseph Jonas. Le llamo desde Simpson, Idaho, desde el teléfono de... —Miró a ___________*... no, a ___________... que estaba hecha un ovillo en el sofá. Estaba pálida y sus ojos azul turquesa le miraban fijamente. Parecía pequeña y vulnerable como un niño pequeño. La idea de alguien pudiera hacerle daño le volvía loco. Se giró un poco, para no distraerse—... Le llamo desde el teléfono de ___________ Devaux. Se lo voy a preguntar una última vez: ¿quién coj.ones es usted?
—No estoy autorizado para facilitarle esa información. —La voz de aquel hombre era distante, impersonal.
—Escúchame, hijo de la grandísima puta (Jajajajja!!). Si eres del Departamento de Policía de los Estados Unidos, lleváis la seguridad de los testigos mucho peor de lo que imaginaba. Había oído hablar de que el Departamento estaba de capa caída, pero esto es mucho peor que eso. No podéis enviar hasta aquí a una mujer inocente a la que le pisan los talones unos asesinos sin enviar siquiera a un agente a echarle un ojo. ¿Qué ******* de protección es esa?
—Ah... eeeh... —Jonas vio que el hombre no sabía qué decir—. Hemos tenido recortes de personal y la oficina de Boise...
—¡A la ******* con los recortes de personal! —bramó Jonas—. ¿Qué cojo.nes os pasa? No podéis soltar a un testigo en algún lugar y confiar en que esté a salvo. Le han puesto precio a su cabeza. Necesita toda la protección que no le estáis dando. ¡Desde ya mismo!
—Bueno, pues desde ya mismo eso no es de su incumbencia. Han filtrado información y vamos a sacarla de allí.
—Y una ******* —dijo Jonas, suavizando de pronto la voz con la amenaza—. Inténtelo.
—¿Jonas? —___________ le tocó el hombro y éste se giró—. ¿Qué dice, Jonas?
Jonas tensó la mandíbula, sin contestar.
—¿Jonas?
Cubrió el auricular con la mano.
—Dice que quieres sacarte de aquí.
—Ya lo sé, ¿cuándo vienen? —Apoyó la frente en su hombro unos segundos y se secó las lágrimas con el dorso de la mano. Parecía pequeña y asustada. Jonas apretó el auricular con tal fuerza que los nudillos se le pusieron blancos.
—No vas a ir a ninguna parte.( :arre: )
—¿Qué? No entiendo...
—Que no te vas. Te quedas aquí, conmigo. (Lo amo)
Esto no debería estar pasándole a ella. No debería estar pasándoles a ellos. Ahora mismo deberían estar en su habitación, foll.ando aún. Siempre era demasiado frenético la primera vez, pero no le preocupaba demasiado porque sabía que se calmaría, a su tiempo. Pensaba que tenían todo el tiempo del mundo.
Y ahora el tiempo se les acababa.
—¿Jonas?
La miró a la cara, pálida y confusa, y vio el futuro que siempre había soñado. Con ___________*—no, con ___________, ¡jod.er!— se sentía mucho más vivo de lo que se había sentido nunca. Antes de que llegara se había dejado llevar, se hundía cada vez más en sus oscuros pensamientos, como un barco a la deriva.
Ella había cambiado eso; su presencia había sido su bote salvavidas. Le había devuelto a la vida. Estaba devolviendo Simpson entero a la vida.
¡No pensaba dejarla escapar!
—Jonas, van a venir a buscarme, tengo que prepararme, recoger mis...
—Cariño, escúchame bien; no vas a ninguna parte. Te vas a quedar aquí, conmigo, donde pueda protegerte.
—Pero... —___________ miró a su alrededor, como si los del Departamento fueran a presentarse en cualquier minuto—. Quieren sacarme de aquí, Jonas. Se ha acabado.
—No, no se ha acabado. Para nada, cariño. ¿No lo ves? Los del Departamento lo único que van a hacer es darte una identidad nueva y llevarte a cualquier otro sitio. Pero han birlado su seguridad. Si les ha sucedido una vez, les sucederá otra. Así que calla. Deja que me ocupe yo de esto.
Quitó la mano del auricular.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
—Dime —gruñó.
—Bueno, señor... eh, Jonas —empezó a decir Herbert Davis.
—Es jefe mayor Jonas.
—Ah. —El otro lado de la línea se quedó callado—. De la marina.
—SEAL. —Jonas nunca trataba de impresionar a nadie con el hecho de que hubiera sido SEAL, pero en aquellos momentos necesitaba que Davis le prestara atención y la mejor forma de hacerlo era dejarle muy claro con quién estaba tratando—. Y, para que quede claro, no se va a llevar a ___________ Devaux a ninguna parte. Se va a quedar aquí, bajo la protección del Sheriff, Charles Pedersen, y la mía propia.
—¡Ni de broma! ¡No he oído nada más absurdo que esto en toda mi vida...!
Jonas puso un tono de voz suave y mortal.
—No voy a dejar que la saque de aquí. Desde luego, no con el tipo de protección que le habéis estado ofreciendo. Así que deje que el sheriff y yo nos hagamos cargo.
—Me temo que eso es impo...
—Más le vale hacerlo si no quiere que lleve esto directamente al Departamento de Justicia. Justo después de hablar con mi buen amigo Rob Manson, del Washington Post. Estoy seguro de que habrá leído sus artículos; es el que ha escrito todos esos artículos sobre cómo el Departamento de policía echó a perder el asunto Warren. Le va a encantar esto: testigos del gobierno sin protección usados como cebos. Ya estoy viendo los titulares.
—Yo... eehh... yo de usted no haría eso señor...
—Jonas. Y tengo el número de teléfono de Manson justo delante. —Jonas sonaba tan convincente que ___________ miró asombrada sus manos vacías, esperando ver una agenda. No necesitaba nada de eso para marcar el teléfono de Rob—. Manson trabaja hasta tarde los domingos. Debe de seguir en su mesa. Va a hablar con el sheriff de aquí, Charles Pedersen, para que todos lleguemos a un acuerdo sobre la mejor forma de proteger a ___________ Devaux hasta que el juicio se lleve a cabo, o llamo a Rob y luego al Departamento de Justicia. Y cuando digo ahora, es ahora mismo. Rob puede llegar a tiempo aún para publicar la historia en el periódico de mañana.
—Mire, señor Jonas, estoy seguro de que sabe que no puedo fiarme de usted. ¿Cómo sé quién es? Se queja de que no estamos protegiendo a la señorita Devaux adecuadamente; pero sería muy poco serio de mi parte si se la confiara al primer hombre que me llama.
Tenía toda la razón. Jo.der. Jonas miró a la pared con furia.
—De acuerdo —dijo al final—. Esto es lo que va a hacer. Va a llamar al número de teléfono que le doy. Es el móvil personal de Josh Creason. Puede preguntarle que quién soy. Dígale que Harry y Mac Boyce están conmigo y que ninguno de nosotros hemos perdido cualidades. Me quedo a la espera.
—Ese tal Joshua Creason —empezó a decir Davis—, ¿no será el General Joshua Creason? ¿El director de los Jefes de Estado mayor?
—No. —Jonas miró al techo—. Es Joshua Creason, el cantante de ópera. ¡Claro que es el General Joshua Creason, imb...! —Jonas se mordió la lengua. Quería que el hombre cooperara con él, no que se pusiera en su contra—. Está perdiendo el tiempo. Compruebe lo que le digo con Josh, y dígale de mi parte que me sigue debiendo diez pavos y que espero que haya mejorado al póquer.
Jonas se quedó a la espera y se recostó en la silla, preparado a esperar. ___________*(___________) le observaba con el rostro pálido. No hablaron. Se limitó a atraerla hacia sí y abrazarla, apoyando la mejilla sobre su cabeza.
Un cuarto de hora después, la voz volvió.
—Señor Jonas.
—Sí. —Jonas se enderezó y ___________ le miró asustada.
—Esto es... esto es muy poco normal. —Davis soltó aire para librarse de la tensión. Jonas se jugaba el cuello a que ese maldito hijo de puta estaba sometido a mucha presión. Sus gilip.olleces casi le cuestan la vida a un testigo.
—Sí. —Jonas no iba a ayudarle ni un poquito. Esperó.
—He... he hablado con el General Creason, quien me dio muy buenas referencias sobre usted, Sanderson y Boyce. Y también hemos comprobado al sheriff Pederson.
Todo eso ya lo sabía, así que no dijo nada.
—Después, eehh... después de consultarlo con mis colegas, hemos decidido que si su plan es factible, podemos dejar a la señorita Devaux ahí. Se coordinará con nuestra oficina de Boise.
—Entendido.
—Me informará sobre la situación con regularidad.
—Sí. Y quiero que me dé toda la información disponible sobre el caso ahora mismo.
A Jonas se le erizó el pelo de la nuca mientras escuchaba hablar a Davis sobre cómo sospechaban que se había filtrado información. Y de que se decía que el precio de la cabeza de ___________ Devaux había subido a los dos millones de dólares.
—Así que... dejo a la señorita Devaux en sus manos y las de su sheriff. Desde ahora, su seguridad es responsabilidad directa suya. ¿Está de acuerdo con eso?
—Totalmente.
—De acuerdo. Llámeme mañana por la tarde y repasaremos los detalles.
—Eso haré. Le llamaré a las trece en punto con un plan de seguridad detallado. Y ya está arreglando esas fugas, ¿me oye?
Jonas le oyó suspirar de nuevo y colgó. Cuando ___________ le tocó el hombro con timidez, se volvió para cogerla en brazos, abrazándola con fuerza.
—Ya está. Te quedas aquí, conmigo —dijo Jonas al final—. La única forma que te cojan será por encima de mi cadáver.
___________ respiró con fuerza.
—En ese caso, Jonas —le dijo con voz suave—, a lo mejor convendría que te pusieras algo de ropa.
—Bueno, señor... eh, Jonas —empezó a decir Herbert Davis.
—Es jefe mayor Jonas.
—Ah. —El otro lado de la línea se quedó callado—. De la marina.
—SEAL. —Jonas nunca trataba de impresionar a nadie con el hecho de que hubiera sido SEAL, pero en aquellos momentos necesitaba que Davis le prestara atención y la mejor forma de hacerlo era dejarle muy claro con quién estaba tratando—. Y, para que quede claro, no se va a llevar a ___________ Devaux a ninguna parte. Se va a quedar aquí, bajo la protección del Sheriff, Charles Pedersen, y la mía propia.
—¡Ni de broma! ¡No he oído nada más absurdo que esto en toda mi vida...!
Jonas puso un tono de voz suave y mortal.
—No voy a dejar que la saque de aquí. Desde luego, no con el tipo de protección que le habéis estado ofreciendo. Así que deje que el sheriff y yo nos hagamos cargo.
—Me temo que eso es impo...
—Más le vale hacerlo si no quiere que lleve esto directamente al Departamento de Justicia. Justo después de hablar con mi buen amigo Rob Manson, del Washington Post. Estoy seguro de que habrá leído sus artículos; es el que ha escrito todos esos artículos sobre cómo el Departamento de policía echó a perder el asunto Warren. Le va a encantar esto: testigos del gobierno sin protección usados como cebos. Ya estoy viendo los titulares.
—Yo... eehh... yo de usted no haría eso señor...
—Jonas. Y tengo el número de teléfono de Manson justo delante. —Jonas sonaba tan convincente que ___________ miró asombrada sus manos vacías, esperando ver una agenda. No necesitaba nada de eso para marcar el teléfono de Rob—. Manson trabaja hasta tarde los domingos. Debe de seguir en su mesa. Va a hablar con el sheriff de aquí, Charles Pedersen, para que todos lleguemos a un acuerdo sobre la mejor forma de proteger a ___________ Devaux hasta que el juicio se lleve a cabo, o llamo a Rob y luego al Departamento de Justicia. Y cuando digo ahora, es ahora mismo. Rob puede llegar a tiempo aún para publicar la historia en el periódico de mañana.
—Mire, señor Jonas, estoy seguro de que sabe que no puedo fiarme de usted. ¿Cómo sé quién es? Se queja de que no estamos protegiendo a la señorita Devaux adecuadamente; pero sería muy poco serio de mi parte si se la confiara al primer hombre que me llama.
Tenía toda la razón. Jo.der. Jonas miró a la pared con furia.
—De acuerdo —dijo al final—. Esto es lo que va a hacer. Va a llamar al número de teléfono que le doy. Es el móvil personal de Josh Creason. Puede preguntarle que quién soy. Dígale que Harry y Mac Boyce están conmigo y que ninguno de nosotros hemos perdido cualidades. Me quedo a la espera.
—Ese tal Joshua Creason —empezó a decir Davis—, ¿no será el General Joshua Creason? ¿El director de los Jefes de Estado mayor?
—No. —Jonas miró al techo—. Es Joshua Creason, el cantante de ópera. ¡Claro que es el General Joshua Creason, imb...! —Jonas se mordió la lengua. Quería que el hombre cooperara con él, no que se pusiera en su contra—. Está perdiendo el tiempo. Compruebe lo que le digo con Josh, y dígale de mi parte que me sigue debiendo diez pavos y que espero que haya mejorado al póquer.
Jonas se quedó a la espera y se recostó en la silla, preparado a esperar. ___________*(___________) le observaba con el rostro pálido. No hablaron. Se limitó a atraerla hacia sí y abrazarla, apoyando la mejilla sobre su cabeza.
Un cuarto de hora después, la voz volvió.
—Señor Jonas.
—Sí. —Jonas se enderezó y ___________ le miró asustada.
—Esto es... esto es muy poco normal. —Davis soltó aire para librarse de la tensión. Jonas se jugaba el cuello a que ese maldito hijo de puta estaba sometido a mucha presión. Sus gilip.olleces casi le cuestan la vida a un testigo.
—Sí. —Jonas no iba a ayudarle ni un poquito. Esperó.
—He... he hablado con el General Creason, quien me dio muy buenas referencias sobre usted, Sanderson y Boyce. Y también hemos comprobado al sheriff Pederson.
Todo eso ya lo sabía, así que no dijo nada.
—Después, eehh... después de consultarlo con mis colegas, hemos decidido que si su plan es factible, podemos dejar a la señorita Devaux ahí. Se coordinará con nuestra oficina de Boise.
—Entendido.
—Me informará sobre la situación con regularidad.
—Sí. Y quiero que me dé toda la información disponible sobre el caso ahora mismo.
A Jonas se le erizó el pelo de la nuca mientras escuchaba hablar a Davis sobre cómo sospechaban que se había filtrado información. Y de que se decía que el precio de la cabeza de ___________ Devaux había subido a los dos millones de dólares.
—Así que... dejo a la señorita Devaux en sus manos y las de su sheriff. Desde ahora, su seguridad es responsabilidad directa suya. ¿Está de acuerdo con eso?
—Totalmente.
—De acuerdo. Llámeme mañana por la tarde y repasaremos los detalles.
—Eso haré. Le llamaré a las trece en punto con un plan de seguridad detallado. Y ya está arreglando esas fugas, ¿me oye?
Jonas le oyó suspirar de nuevo y colgó. Cuando ___________ le tocó el hombro con timidez, se volvió para cogerla en brazos, abrazándola con fuerza.
—Ya está. Te quedas aquí, conmigo —dijo Jonas al final—. La única forma que te cojan será por encima de mi cadáver.
___________ respiró con fuerza.
—En ese caso, Jonas —le dijo con voz suave—, a lo mejor convendría que te pusieras algo de ropa.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
Me ENAMORE DE ESTA PARTE: —Ya está. Te quedas aquí, conmigo —dijo Jonas al final—. La única forma que te cojan será por encima de mi cadáver.
:arre: :arre: :arre: :arre:
Bueno chicas ahi esta su capi
DISFRUTENLO!!!!!!!
El dia de hoy estoy SUPERDUPERFELIZYCONTENTA!!!!!!!
Porque ya estoy de vaciones!!!!!!!
WIIIIIII!!!!!!!!!
Tengo tres semanas sin clases!!!!!
Asi que voy aprovechar TODOS ESTOS DIAS PARA SUBIR CAPIS!!!!!!
Incluso estoy pensando subir algunas noves mas
Eh ¿que me dicen quieren que suba mas noves despues de esta?
Espero sus comments chicas!!!!
:arre: :arre: :arre: :arre:
Bueno chicas ahi esta su capi
DISFRUTENLO!!!!!!!
El dia de hoy estoy SUPERDUPERFELIZYCONTENTA!!!!!!!
Porque ya estoy de vaciones!!!!!!!
WIIIIIII!!!!!!!!!
Tengo tres semanas sin clases!!!!!
Asi que voy aprovechar TODOS ESTOS DIAS PARA SUBIR CAPIS!!!!!!
Incluso estoy pensando subir algunas noves mas
Eh ¿que me dicen quieren que suba mas noves despues de esta?
Espero sus comments chicas!!!!
♫ Laura Jonas ♥
Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH
QUE CAAAAPIIISSSSS
YO QUIERO ENCONTRAR A UN JONAS ASIIII
JEJEJEJE SIGUELA PORFAAAAA
YYY SIIIIII A MI MEGUSTA ESA IDEA DE QUE SUBAS MAS NOVES
QUE CAAAAPIIISSSSS
YO QUIERO ENCONTRAR A UN JONAS ASIIII
JEJEJEJE SIGUELA PORFAAAAA
YYY SIIIIII A MI MEGUSTA ESA IDEA DE QUE SUBAS MAS NOVES
chelis
Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
Pero que monoso que es Joe con ella... :3
Se quedarán juntos ... :arre:
SÍGUELAA!!! :)
Se quedarán juntos ... :arre:
SÍGUELAA!!! :)
SandyJonas
Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
Olis chicas!!!!!!
Grax por sus comments!!!!!!!!!
Si veo dos comments mas subo capi!!!!!!!!
Grax por sus comments!!!!!!!!!
Si veo dos comments mas subo capi!!!!!!!!
♫ Laura Jonas ♥
Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
Esperando un comment para subirles capi chicas
Aqui estare toda la tarde :D
Aqui estare toda la tarde :D
♫ Laura Jonas ♥
Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
Siguelaaa...ya qiero cap!
Joe. La va a proteger qe lindo
Joe. La va a proteger qe lindo
☎ Jimena Horan ♥
Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
Capitulo 17
En Stanford, el profesor Jerzy Stanislaus había perfeccionado un modelo de ordenador al que había llamado Topografía Aquitectónica Matrix, o TAM. La idea en sí de TAM era que la mejor forma de navegar por la base de datos de un ordenador era hacerlo tridimensionalmente. Stanislaus sostenía que un ordenador era como una casa y que, como tal, tenía una puerta y una llave para esa puerta. Luego, el profesor había seguido explicando que la tridimensionalidad era como una llave para esa puerta. El profesional se había quedado fascinando por la lógica simbólica de TAM.
En aquella clase no había ni un solo estudiante que no se hubiera dedicado a piratear alguna vez; ni uno solo que no se hubiera dado cuenta de inmediato de los verdaderos usos de TAM: una llave, literalmente hablando, para entrar en habitaciones cerradas.
En las pocas incursiones que había hecho el profesional en el ciberespacio, había encontrado rastros de alguien que, evidentemente, había utilizado TAM para pasar las barreras. El profesional supo, por el tamaño de la llave, que se trataba de uno de los estudiantes de Stanislaus. Normalmente, el profesional cerraba la puerta con cuidado y salía de allí de puntillas.
El profesional iba a utilizar TAM para penetrar en los archivos del Departamento de Justicia y acceder a la situación de ___________ Devaux.
Los códigos de los ordenadores del Departamento de Justicia tenían ahora tres niveles de profundidad y un código de codificación de 240-bit. Ahora, sus ordenadores tenían puertas blindadas y ventanas a prueba de balas, y no se abrirían por mucho que se rascara las puertas o se usara una ganzúa. Pero una puerta era siempre una puerta; es decir: una forma de entrar.
El profesional atacó a una red de ordenadores de Madison que pertenecía a una compañía que por las noches dejaba completamente inactiva esa magnífica máquina, con potencial más que de sobra para hacer cálculos inmensos. «La madre de todas las placas madre», pensó el profesional con cinismo.
___________ Devaux, empieza a rezar.
El profesional se puso a buscar la llave. Se trataba de una ristra interminable de números que sobrepasaban incluso sus cualidades informáticas.
Mientras el ordenador portátil de Idaho conversaba con el de Wisconsin, el profesional cenó (muy mal) galletitas saladas y una Coca-Cola. Por aquellos lares no había caviar ni champán. Menos mal que ese trabajo acabaría pronto.
El profesional comprobó la hora. Sólo podía utilizar el ordenador de la compañía en periodos cortos de menos de media hora, si no, el departamento informático de la empresa que había pirateado el profesional se daría cuenta. Habían pasado veinte minutos.
Era hora de salir.
El profesional suspiró y empezó a hacer el largo y delicado camino de vuelta. Le llevaría otras dos noches entrar en el Departamento de Justicia; tres como mucho. El problema era qué iba a hacer con la llave que había descifrado parcialmente. Era demasiado larga y compleja como para almacenarla en el disco duro del ordenador. ¿Dónde podía meterla?
El profesional sonrió de pronto.
¿Dónde se dejaban las llaves? La respuesta era obvia: bajo el felpudo.
* * * * * * * *
—Jonas, no —susurró ___________, impresionada. Y luego más alto—: ¡No! —Temblaba de nervios, se puso en pie de un salto y paseó por la habitación.
Jonas la miraba con su inexpresivo rostro de siempre, pero Chuck parecía preocupado y se removía incómodo sobre el sillón de muelles rotos.
Nada más colgar, Jonas había llamado a Chuck, que había llegado a casa en menos de diez minutos, jadeando y resollando; tiempo de sobra para que ___________ se pusiera unos vaqueros y un jersey. Chuck llegó justo cuando Jonas salía de la habitación con la camisa medio abrochada.
Pese a la gravedad del asunto, ___________ se había puesto colorada pensando que Chuck iba a llegar a la conclusión obvia. Pero, por la expresión del sheriff, ___________ y Jonas podrían haber estado tomando un té con pastas.
Chuck había escuchado pacientemente el relato de ___________ del asesinato aquel día de septiembre y de lo que había sucedido desde entonces. Después, ellos dos habían escuchado atentamente a Jonas mientras establecía un plan para mantener a ___________ a salvo. Ésta se estremeció al oírle trazar un plan que Amnistía Internacional habría tachado de castigo cruel y poco común.
El plan de Jonas consistía, básicamente, en mantenerla encerrada en una habitación, con un guardia armado en la puerta, hasta que se llevara el caso ante la Justicia. ___________ sintió que se ahogaba.
—Eso no es un plan... ¡es una condena! —___________ se rodeó con los brazos, temblando de frío y tensión—. Jonas, vas a tener que encontrar un plan mejor. No puedes tenerme encerrada bajo llave como si fuera una prisionera. Me volvería loca.
Jonas la miró sosegadamente.
—No serías una prisionera. Pero estarías a salvo... todo lo a salvo que puedo mantenerte.
—Eso no es estar a salvo, Jonas. Es estar muerta. —___________ se estremeció y pensó en aquel último mes y medio, con sus cafés del jueves y del sábado con Alice, planeando la resucitación del local, involucrándose en las vidas de la gente de Simpson... todas esas cosas la habían mantenido cuerda. Se conocía muy bien. Sabía lo aterrorizada que estaría si la encerraran en una habitación; se sentiría como una polilla frenética que se golpea hasta morir contra la ventana—. No puedes hacerme esto, Jonas. —Cerró las manos—. No puedes. Creo —dijo suspirando—... creo que preferiría morir.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
Jonas la miró fijamente, juzgando si lo decía en serio.
—¿Qué sugieres? —preguntó frustrado. Se pellizcó el puente de la nariz—. ¿Quieres ir por ahí con una diana en la cabeza? ¿Ponemos un anuncio en el Pioneer? Un mapa y una flecha, quizá. «Atención asesinos a sueldo. ___________ Devaux está aquí».
___________ se mordió el labio y rogó porque no brotaran las lágrimas de terror que se le agolpaban en los ojos.
—Quiero estar a salvo, Jonas. Claro que no quiero correr riesgos innecesarios; pero tampoco quiero que me entierren en vida. A ver, ¿qué fue lo que te dijo exactamente Herbert Davis? ¿Saben con seguridad si Santana ha descubierto dónde estoy?
—No —dijo Jonas a su pesar—. Pero lo cree muy posible.
—¿Y en qué se basa? —preguntó Chuck.
Jonas se volvió agradecido hacia Chuck, confiando en que éste fuera más racional.
—La información relativa a ___________ estaba guardada en un archivo codificado, junto con otros dos casos. Los otros dos testigos estaban también en Idaho, como ___________. —Jonas cerró los puños—. Y los dos están muertos.
Las espantosas palabras quedaron suspendidas en el aire. Chuck parecía dubitativo y ___________ sintió que el pánico volvía a embargarla.
—¿Muertos... cómo? —preguntó por fin.
—Accidente. Los dos. —Jonas tensó los músculos de la mandíbula—. O eso dicen.
—¿Quién lo dice?
—La policía y los federales.
—¿Tanto la policía como el FBI cree que las muertes fueron accidentales? —preguntó Chuck.
Jonas asintió.
—No lo sé Joe —dijo Chuck rascándose la barbilla—. La policía y los federales... No son cualquier cosa, ¿sabes? Lo habrán investigado bastante a fondo. A nadie le gusta que le pillen con el culo al aire... perdón por la expresión, ___________*.
Jonas tensó de nuevo la mandíbula.
—Y seguro que... —___________ se lamió los labios resecos. Le estaba costando trabajo pensar bien—. Seguro que si alguien supiera dónde estoy... habrían venido a buscarme primero a mí, ¿no? Creo que ofrecen un millón de dólares por mi cabeza.
—Dos millones —dijo Jonas con pesar—. Lo han subido.
___________ cerró los ojos y se estremeció. Santana estaba dispuesto a pagar dos millones de dólares por verla muerta. Nunca la habían odiado tanto.
—No hay pruebas estables de que hayan descubierto mi paradero, ¿verdad?
—No. Pero tampoco hay garantías de que no lo hayan hecho.
___________ se acercó despacio a la ventana y miró fuera. La temperatura había caído y el suelo estaba helado. El mundo parecía frío y sin vida. ___________ trató de imaginarse mirando a través de esa ventana, hora tras hora, día tras día, asustada, sola y atrapada.
Jonas se acercó a ella por detrás y sus miradas se encontraron en el reflejo de la ventana.
—No puedo hacerlo, Jonas —dijo suavemente—. No puedes encerrarme. Por favor, no me obligues a hacerlo.
—No irás a ningún lado sin decírmelo antes —dijo, poniéndole las manos en los hombros. ___________ se volvió con los ojos llenos de esperanza.
—No.
—Prométemelo.
—Te lo prometo.
—Irás del colegio a casa. Y Chuck, Bernie, Sandy, Mac o yo te acompañaremos.
—Sí, Jonas.
—Llevarás un arma siempre. Salvo cuando estés en clase, y Chuck estará a la puerta del colegio.
—¿Ah, sí? —___________ le miró perpleja—. No he usado un arma en mi vida.
—Pues aprenderás; te enseñaré, tampoco es tan difícil.
—Vale. —___________ ladeó la cabeza—. Y quiero que me enseñes lo básico de defensa personal.
—Buena idea. Aikido.
—¿Ai... qué?
—Aikido —repitió Jonas—. Un arte marcial. No requiere la fuerza del judo o del kárate.
—Sí, Jonas.
—Si quieres ir a ver a alguna de tus amigas, Alice, Maisie o Beth, me lo dices y o te acompaño yo, o te acompañan Chuck, Bernie, Sandy o Mac. También tengo que decírselo a Loren y Glenn —añadió Jonas, mirando a Chuck—. Y al resto de los hombres del pueblo. No tienen por qué saber la razón; les basta con saber que no puedes estar sola ni un minuto.
Chuck asintió.
___________ no estaba demasiado convencida de haber tomado la decisión acertada, pero ahora mismo sólo había una respuesta posible:
—Sí, Jonas.
—No contestes al teléfono. Nunca. Lo haré yo por ti.
—Sí, Joe... —empezó a decir ___________ y se detuvo—: ¿A todas horas? ¿Cómo vas a hacer eso?
—Estaré aquí todo el tiempo que pueda; voy a mudarme aquí, contigo.
—Pero, Jonas... Si te mudas conmigo... quiero decir, ¿qué va a pensar la gente? No es muy... —Se encogió de hombros sin saber qué decir y miró a Chuck.
—No pasa nada, querida —dijo éste dándole unas palmaditas en el hombro—. Lo último de lo que tienes que preocuparte es de qué piense la gente de Simpson de ti. A todos nos caes fenomenal. Joder, en todo caso, estamos encantados de que Jonas por fin se acueste con alguien. (Y otra vez con lo mismo XDDD)
—¿Qué sugieres? —preguntó frustrado. Se pellizcó el puente de la nariz—. ¿Quieres ir por ahí con una diana en la cabeza? ¿Ponemos un anuncio en el Pioneer? Un mapa y una flecha, quizá. «Atención asesinos a sueldo. ___________ Devaux está aquí».
___________ se mordió el labio y rogó porque no brotaran las lágrimas de terror que se le agolpaban en los ojos.
—Quiero estar a salvo, Jonas. Claro que no quiero correr riesgos innecesarios; pero tampoco quiero que me entierren en vida. A ver, ¿qué fue lo que te dijo exactamente Herbert Davis? ¿Saben con seguridad si Santana ha descubierto dónde estoy?
—No —dijo Jonas a su pesar—. Pero lo cree muy posible.
—¿Y en qué se basa? —preguntó Chuck.
Jonas se volvió agradecido hacia Chuck, confiando en que éste fuera más racional.
—La información relativa a ___________ estaba guardada en un archivo codificado, junto con otros dos casos. Los otros dos testigos estaban también en Idaho, como ___________. —Jonas cerró los puños—. Y los dos están muertos.
Las espantosas palabras quedaron suspendidas en el aire. Chuck parecía dubitativo y ___________ sintió que el pánico volvía a embargarla.
—¿Muertos... cómo? —preguntó por fin.
—Accidente. Los dos. —Jonas tensó los músculos de la mandíbula—. O eso dicen.
—¿Quién lo dice?
—La policía y los federales.
—¿Tanto la policía como el FBI cree que las muertes fueron accidentales? —preguntó Chuck.
Jonas asintió.
—No lo sé Joe —dijo Chuck rascándose la barbilla—. La policía y los federales... No son cualquier cosa, ¿sabes? Lo habrán investigado bastante a fondo. A nadie le gusta que le pillen con el culo al aire... perdón por la expresión, ___________*.
Jonas tensó de nuevo la mandíbula.
—Y seguro que... —___________ se lamió los labios resecos. Le estaba costando trabajo pensar bien—. Seguro que si alguien supiera dónde estoy... habrían venido a buscarme primero a mí, ¿no? Creo que ofrecen un millón de dólares por mi cabeza.
—Dos millones —dijo Jonas con pesar—. Lo han subido.
___________ cerró los ojos y se estremeció. Santana estaba dispuesto a pagar dos millones de dólares por verla muerta. Nunca la habían odiado tanto.
—No hay pruebas estables de que hayan descubierto mi paradero, ¿verdad?
—No. Pero tampoco hay garantías de que no lo hayan hecho.
___________ se acercó despacio a la ventana y miró fuera. La temperatura había caído y el suelo estaba helado. El mundo parecía frío y sin vida. ___________ trató de imaginarse mirando a través de esa ventana, hora tras hora, día tras día, asustada, sola y atrapada.
Jonas se acercó a ella por detrás y sus miradas se encontraron en el reflejo de la ventana.
—No puedo hacerlo, Jonas —dijo suavemente—. No puedes encerrarme. Por favor, no me obligues a hacerlo.
—No irás a ningún lado sin decírmelo antes —dijo, poniéndole las manos en los hombros. ___________ se volvió con los ojos llenos de esperanza.
—No.
—Prométemelo.
—Te lo prometo.
—Irás del colegio a casa. Y Chuck, Bernie, Sandy, Mac o yo te acompañaremos.
—Sí, Jonas.
—Llevarás un arma siempre. Salvo cuando estés en clase, y Chuck estará a la puerta del colegio.
—¿Ah, sí? —___________ le miró perpleja—. No he usado un arma en mi vida.
—Pues aprenderás; te enseñaré, tampoco es tan difícil.
—Vale. —___________ ladeó la cabeza—. Y quiero que me enseñes lo básico de defensa personal.
—Buena idea. Aikido.
—¿Ai... qué?
—Aikido —repitió Jonas—. Un arte marcial. No requiere la fuerza del judo o del kárate.
—Sí, Jonas.
—Si quieres ir a ver a alguna de tus amigas, Alice, Maisie o Beth, me lo dices y o te acompaño yo, o te acompañan Chuck, Bernie, Sandy o Mac. También tengo que decírselo a Loren y Glenn —añadió Jonas, mirando a Chuck—. Y al resto de los hombres del pueblo. No tienen por qué saber la razón; les basta con saber que no puedes estar sola ni un minuto.
Chuck asintió.
___________ no estaba demasiado convencida de haber tomado la decisión acertada, pero ahora mismo sólo había una respuesta posible:
—Sí, Jonas.
—No contestes al teléfono. Nunca. Lo haré yo por ti.
—Sí, Joe... —empezó a decir ___________ y se detuvo—: ¿A todas horas? ¿Cómo vas a hacer eso?
—Estaré aquí todo el tiempo que pueda; voy a mudarme aquí, contigo.
—Pero, Jonas... Si te mudas conmigo... quiero decir, ¿qué va a pensar la gente? No es muy... —Se encogió de hombros sin saber qué decir y miró a Chuck.
—No pasa nada, querida —dijo éste dándole unas palmaditas en el hombro—. Lo último de lo que tienes que preocuparte es de qué piense la gente de Simpson de ti. A todos nos caes fenomenal. Joder, en todo caso, estamos encantados de que Jonas por fin se acueste con alguien. (Y otra vez con lo mismo XDDD)
♫ Laura Jonas ♥
Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
* * * * * * *
«Me protegen hasta la muerte», pensó ___________ un par de días mis tarde. Abrió la puerta del cuarto de baño del colegio y le puso una mano al bedel en el pecho para que no le siguiera.
—Aquí no, Jim —dijo exasperada.
—Pero... pero señorita Anderson —protestó éste, abriendo mucho sus acuosos ojos azul clarito—. Chuck me dijo que no la perdiera de vista en ningún momento.
—Estoy segura de que Chuck no se refería a que me tuvieras que ser también al cuarto de baño de señoras. De verdad, Jim, no va a pasarme nada.
Sin darle la oportunidad de que contestara, se deslizó en el cuarto de baño de profesores y cerró la puerta tras ella. Apoyó las dos manos en el lavabo y se miró en el espejo.
Ella, que había pensado que su vida se había descontrolado desde que presenció el asesinato... ¡Eso no era nada comparado con que Joseph Jonas la protegiera! Observó el pequeño cuarto de baño. Era la primera vez en tres días que conseguía estar a solas. Jonas había pasado el resto de la noche del domingo y las primeras horas de la mañana del lunes hablando por teléfono con Herbert Davis y consultando qué hacer con Chuck. Entre los tres habían desarrollado un plan de lo más elaborado, que ella no había conseguido seguir, lleno de «líneas claras de comunicación», «zonas de fuego» y «señales de inteligencia». ___________ se había quedado dormida en el sillón, escuchando la profunda voz de Jonas.
Ahora vivía en una casa blindada, en la que todo lo que se pudiera abrir tenía alarmas. La puerta principal y la trasera estaban hechas ahora de acero reforzado. Jonas había enviado a dos de sus hombres a Boise y, el lunes por la noche, le instalaron detectores de movimiento y trampas. Su teléfono grababa mensajes y reconocía las llamadas; y en cada habitación había un extintor de incendios.
Desde que se levantaba por las mañanas hasta que volvía a su casa por las noches, ___________ iba pasando de mano en mano, siempre vigilada por alguien.
Se sentía como el testigo en una carrera de relevos.
No tenía la más remota idea de qué historia le habrían contado Jonas y Chuck a los demás hombres del pueblo, pero dio resultado. Cuando iba a ver a Beth para planear el rejuvenecimiento de la tienda de comestibles, Loren permanecía atento a cualquier movimiento que pudiera haber fuera. ___________ podía llenar hojas y hojas de garabatos mientras Beth iba comentándole lo que quería, que Loren no apartaba los ojos de la puerta ni una sola vez.
Una vez en que un vendedor ambulante que se había perdido entró a preguntar por una dirección, Loren sacó un walkie-talkie de debajo del mostrador y dijo algo con voz queda. Chuck y Bernie se materializaron de inmediato; el primero llevaba la mano sobre la pistola y, el segundo, un rifle. El vendedor ambulante había mirado a uno y otro, compró una bolsa de manzanas, preguntó cómo se llegaba a Rupert y salió de allí inmediatamente. ___________ le vio frotarse la ceja una vez fuera y correr al coche, que tenía fuera. Chuck, Loren y Bernie se pusieron junto a la puerta y le observaron hasta que el coche desapareció de la vista.
No era la mejor forma para fomentar el turismo.
___________ estaba deseando que llegara esa noche, pues Jonas le había conseguido un reproductor de DVD y había traído suficientes películas para mantenerla ocupada durante los próximos cincuenta años. Para su sorpresa, Jonas también era un apasionado de las películas; a más antigua, mejor, como ella. Sus gustos eran bastante parecidos, aunque ___________ prefería las comedias románticas y Jonas se inclinaba más hacia Hitchcock y las películas del oeste. Esa noche le había prometido que le llevaría Casablanca.
Se estremeció al pensar en lo que vendría después.
Normalmente, menos cuando estaba en el colegio, ___________ llevaba una pistola pequeña pero poderosa. Una Beretta Tomcat del calibre 32.
Jonas le había dicho que no quería que llevara una «pistola de niña». La Tomcat era pequeña, pero ___________ se quedó sorprendida del retroceso que tenía, y del daño que hizo en los pocos árboles contra los que había practicado.
Jonas era un profesor excelente, paciente y minucioso. Al principio, le había repetido una y otra vez la teoría hasta volverla del revés con tanto tecnicismo; y después le había dejado empezar a practicar con blancos. Aún le dolía la parte de atrás de las piernas de la mala postura que había adoptado al principio. Jonas le había hecho echarse hacia delante, como si estuviera un poco agachada, y apoyar la mano sobre la de él para pegar el primer tiro de su vida. Lo falló, pero por muy poco.
No estaba segura de poder tener la sangre fría necesaria para disparar a un ser humano, pero le sorprendió descubrir la seguridad que le daba llevar un arma siempre con ella.
Un golpe seco la sacó de sus pensamientos.
—¿Señorita Anderson? —llamó Jim con ansiedad—. ¿Se encuentra bien?
—Sí, Jim —dijo con un suspiro—. Ya salgo.
* * * * * * * *
¡Ya está!
El profesional se echó hacia delante con entusiasmo mientras el ordenador pitaba.
Ya iba siendo hora. Aquel lugar pondría los pelos de punta a cualquiera. La cama estaba hundida, el tiempo era un asco y la comida era peor. Pero la larga espera llegaba a su fin.
dnjsterhjkqarngdea,mftgnñtrhklagfna,dm ghñtkhrñ
fikropeqhgtjenras,nwkehtjmikofljeqgklanrrikeñnake ejrkhowrejfhpeqigtkrfqnrebtoqlakngfdla'ljtrkoeqjfikr
Descodificación 60%,.. 70%... 80%... 90%...
«Me protegen hasta la muerte», pensó ___________ un par de días mis tarde. Abrió la puerta del cuarto de baño del colegio y le puso una mano al bedel en el pecho para que no le siguiera.
—Aquí no, Jim —dijo exasperada.
—Pero... pero señorita Anderson —protestó éste, abriendo mucho sus acuosos ojos azul clarito—. Chuck me dijo que no la perdiera de vista en ningún momento.
—Estoy segura de que Chuck no se refería a que me tuvieras que ser también al cuarto de baño de señoras. De verdad, Jim, no va a pasarme nada.
Sin darle la oportunidad de que contestara, se deslizó en el cuarto de baño de profesores y cerró la puerta tras ella. Apoyó las dos manos en el lavabo y se miró en el espejo.
Ella, que había pensado que su vida se había descontrolado desde que presenció el asesinato... ¡Eso no era nada comparado con que Joseph Jonas la protegiera! Observó el pequeño cuarto de baño. Era la primera vez en tres días que conseguía estar a solas. Jonas había pasado el resto de la noche del domingo y las primeras horas de la mañana del lunes hablando por teléfono con Herbert Davis y consultando qué hacer con Chuck. Entre los tres habían desarrollado un plan de lo más elaborado, que ella no había conseguido seguir, lleno de «líneas claras de comunicación», «zonas de fuego» y «señales de inteligencia». ___________ se había quedado dormida en el sillón, escuchando la profunda voz de Jonas.
Ahora vivía en una casa blindada, en la que todo lo que se pudiera abrir tenía alarmas. La puerta principal y la trasera estaban hechas ahora de acero reforzado. Jonas había enviado a dos de sus hombres a Boise y, el lunes por la noche, le instalaron detectores de movimiento y trampas. Su teléfono grababa mensajes y reconocía las llamadas; y en cada habitación había un extintor de incendios.
Desde que se levantaba por las mañanas hasta que volvía a su casa por las noches, ___________ iba pasando de mano en mano, siempre vigilada por alguien.
Se sentía como el testigo en una carrera de relevos.
No tenía la más remota idea de qué historia le habrían contado Jonas y Chuck a los demás hombres del pueblo, pero dio resultado. Cuando iba a ver a Beth para planear el rejuvenecimiento de la tienda de comestibles, Loren permanecía atento a cualquier movimiento que pudiera haber fuera. ___________ podía llenar hojas y hojas de garabatos mientras Beth iba comentándole lo que quería, que Loren no apartaba los ojos de la puerta ni una sola vez.
Una vez en que un vendedor ambulante que se había perdido entró a preguntar por una dirección, Loren sacó un walkie-talkie de debajo del mostrador y dijo algo con voz queda. Chuck y Bernie se materializaron de inmediato; el primero llevaba la mano sobre la pistola y, el segundo, un rifle. El vendedor ambulante había mirado a uno y otro, compró una bolsa de manzanas, preguntó cómo se llegaba a Rupert y salió de allí inmediatamente. ___________ le vio frotarse la ceja una vez fuera y correr al coche, que tenía fuera. Chuck, Loren y Bernie se pusieron junto a la puerta y le observaron hasta que el coche desapareció de la vista.
No era la mejor forma para fomentar el turismo.
___________ estaba deseando que llegara esa noche, pues Jonas le había conseguido un reproductor de DVD y había traído suficientes películas para mantenerla ocupada durante los próximos cincuenta años. Para su sorpresa, Jonas también era un apasionado de las películas; a más antigua, mejor, como ella. Sus gustos eran bastante parecidos, aunque ___________ prefería las comedias románticas y Jonas se inclinaba más hacia Hitchcock y las películas del oeste. Esa noche le había prometido que le llevaría Casablanca.
Se estremeció al pensar en lo que vendría después.
Normalmente, menos cuando estaba en el colegio, ___________ llevaba una pistola pequeña pero poderosa. Una Beretta Tomcat del calibre 32.
Jonas le había dicho que no quería que llevara una «pistola de niña». La Tomcat era pequeña, pero ___________ se quedó sorprendida del retroceso que tenía, y del daño que hizo en los pocos árboles contra los que había practicado.
Jonas era un profesor excelente, paciente y minucioso. Al principio, le había repetido una y otra vez la teoría hasta volverla del revés con tanto tecnicismo; y después le había dejado empezar a practicar con blancos. Aún le dolía la parte de atrás de las piernas de la mala postura que había adoptado al principio. Jonas le había hecho echarse hacia delante, como si estuviera un poco agachada, y apoyar la mano sobre la de él para pegar el primer tiro de su vida. Lo falló, pero por muy poco.
No estaba segura de poder tener la sangre fría necesaria para disparar a un ser humano, pero le sorprendió descubrir la seguridad que le daba llevar un arma siempre con ella.
Un golpe seco la sacó de sus pensamientos.
—¿Señorita Anderson? —llamó Jim con ansiedad—. ¿Se encuentra bien?
—Sí, Jim —dijo con un suspiro—. Ya salgo.
* * * * * * * *
¡Ya está!
El profesional se echó hacia delante con entusiasmo mientras el ordenador pitaba.
Ya iba siendo hora. Aquel lugar pondría los pelos de punta a cualquiera. La cama estaba hundida, el tiempo era un asco y la comida era peor. Pero la larga espera llegaba a su fin.
dnjsterhjkqarngdea,mftgnñtrhklagfna,dm ghñtkhrñ
fikropeqhgtjenras,nwkehtjmikofljeqgklanrrikeñnake ejrkhowrejfhpeqigtkrfqnrebtoqlakngfdla'ljtrkoeqjfikr
Descodificación 60%,.. 70%... 80%... 90%...
♫ Laura Jonas ♥
Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
Venga, muñeca, aún podemos pasar Acción de Gracias en St. Lucía.
Descodificación completada.
-¡Bingo!
La pantalla se llenó de letras.
Archivo: 248
Testigo del Programa de Protección de Testigos: ___________ Devaux.
Fecha y lugar de nacimiento: 06/03/77, Londres, Inglaterra.
Último domicilio: 4677 Larchmont Street, Boston, MA.
Caso: Homicidio, Josephl Capruzzo, 30/09/04.
Última dirección conocida: Hotel Sitwell, Boston, MA.
Causa de la muerte: hemorragia masiva a causa de una herida de bala del calibre 38. en el lóbulo anterior izquierdo del cerebro.
Acusado: Dominic Santana.
Domicilio actual: Centro Correccional de Warwick. Warwick, Massachussets.
«Venga, venga... todo eso ya me lo sé». El profesional se inclinó hacia delante con los ojos fijos en la pantalla. «Venga, cuéntame algo que no sepa».
Fecha ingreso Programa de Protección de Testigos: 03/10/05
Área 248, Código 7gj608hx4y
«Área 248. Bien, ya sabemos dónde está eso. Ahora, a por lo demás». La información ya estaba en el archivo, sólo tenía que saber sacarla. Y no era más que cuestión de tiempo, y paciencia.
Área 248, Código 7gj608hx4y:
El cursor parpadeó en ese punto durante quince minutos. El ordenador se puso a pitar justo cuando el profesional terminaba de contar todas las grietas que había en el techo.
Descodificación 60%... 70%... 80%... 90%...
Descodificación completada.
¡Ahh! La emoción de la caza. No había nada como aquello.
Las letras empezaron a aparecer.
___________ Devaux, trasladada como: ___________* Anderson.
Domicilio actual: 150 East Valley Road, Simpson, Idaho.
«Vaya, vaya, vaya», pensó el profesional recostándose en la silla. «___________* Anderson».
Ya estaba. En nada el profesional estaría en un avión, rumbo a paradero desconocido, con dos millones de dólares en el bolsillo.
* * * * * * * *
La tarde del lunes siguiente, ___________ estaba en la puerta de la tienda de los Jensen, escuchando atentamente las risotadas femeninas que llegaban del Out to Lunch.
Alice por fin había conseguido que la Asociación de Mujeres de Rupert organizara su merienda allí y, al parecer, todo el mundo estaba pasándolo fenomenal en el nuevo restaurante de moda de Simpson.
Todo el mundo menos ___________.
Jonas le había dado la orden estricta de que le esperara en la tienda de los Jensen hasta que pudiera pasar a recogerla. Hasta Beth había ido al restaurante y probablemente se estuviera regodeando en la mousse de chocolate y ron de Maisie.
Para ser honestos, Beth le había preguntado a ___________ si no le importaba que fuera; y ésta había apretado la mandíbula y le había dicho que no fuera tonta, que fuera. Pero no era justo que tuviera que perderse toda la diversión.
Además, aunque Jonas llegara a tiempo, tampoco podría pasarse por allí.
No, señor.
Jonas le había dejado muy claro que la reunión de la Asociación de Mujeres de Rupert le quedaba terminantemente prohibida. La noche anterior lo habían discutido y le había rogado que le dejara asistir, pero no consiguió nada. Trató de seducirle, y eso sí que funcionó. Y muy bien. Aunque no para hacer cambiar de opinión a Jonas, sino para hacerle sentir seis o siete orgasmos alucinantes.
Hablar con Jonas era como hablar con las paredes; no había quién le hiciera cambiar de parecer. Era una locura pensar que algún miembro de la Asociación de Mujeres de Rupert pudiera sacar de pronto una ametralladora de su bolso de flores.
___________ las había visto llegar a todas, una por una. Estaba claro que las mujeres de Rupert no sabían que lo que estaba de moda eran los bolsos pequeños. A decir verdad, algunas de ellas llevaban unos bolsos en los que cabía un bazoka.
Aun así, era ridículo que Jonas sospechara de cualquiera de los miembros de la Asociación de Mujeres de Rupert. Todas ellas se conocían desde hacía siglos. Había intentado sonsacarle la verdadera razón para que se negara a dejarla asistir, pero ahí también se había encontrado con un auténtico muro de piedra. Lo único que había sacado en claro era que no se fiaba de nadie que no hubiera conocido de toda la vida, infancia incluida, pese a que la persona en cuestión fuera mujer, tuviera setenta años y una artritis de caballo.
Pues aquello no era vida. ¿Qué sentido tenía estar viva si no podías probar siquiera la mejor mousse de chocolate y ron del mundo entero? Por no mencionar la tarta de crema de manzana o la crema bávara de chocolate. Maisie se había superado. ___________ lo sabía porque le había dado a probar las tartas de ensayo. Pero ahora quería probar las de verdad.
Le llegó otra risotada desde el otro lado de la calle y ___________ miró con pena hacia allí. La calle estaba desierta, como siempre. No había asesinos locos con pistolas, ni siluetas siniestras, ni un perro callejero siquiera. Estaba completamente sola, pues todo Simpson estaba en la fiesta.
Descodificación completada.
-¡Bingo!
La pantalla se llenó de letras.
Archivo: 248
Testigo del Programa de Protección de Testigos: ___________ Devaux.
Fecha y lugar de nacimiento: 06/03/77, Londres, Inglaterra.
Último domicilio: 4677 Larchmont Street, Boston, MA.
Caso: Homicidio, Josephl Capruzzo, 30/09/04.
Última dirección conocida: Hotel Sitwell, Boston, MA.
Causa de la muerte: hemorragia masiva a causa de una herida de bala del calibre 38. en el lóbulo anterior izquierdo del cerebro.
Acusado: Dominic Santana.
Domicilio actual: Centro Correccional de Warwick. Warwick, Massachussets.
«Venga, venga... todo eso ya me lo sé». El profesional se inclinó hacia delante con los ojos fijos en la pantalla. «Venga, cuéntame algo que no sepa».
Fecha ingreso Programa de Protección de Testigos: 03/10/05
Área 248, Código 7gj608hx4y
«Área 248. Bien, ya sabemos dónde está eso. Ahora, a por lo demás». La información ya estaba en el archivo, sólo tenía que saber sacarla. Y no era más que cuestión de tiempo, y paciencia.
Área 248, Código 7gj608hx4y:
El cursor parpadeó en ese punto durante quince minutos. El ordenador se puso a pitar justo cuando el profesional terminaba de contar todas las grietas que había en el techo.
Descodificación 60%... 70%... 80%... 90%...
Descodificación completada.
¡Ahh! La emoción de la caza. No había nada como aquello.
Las letras empezaron a aparecer.
___________ Devaux, trasladada como: ___________* Anderson.
Domicilio actual: 150 East Valley Road, Simpson, Idaho.
«Vaya, vaya, vaya», pensó el profesional recostándose en la silla. «___________* Anderson».
Ya estaba. En nada el profesional estaría en un avión, rumbo a paradero desconocido, con dos millones de dólares en el bolsillo.
* * * * * * * *
La tarde del lunes siguiente, ___________ estaba en la puerta de la tienda de los Jensen, escuchando atentamente las risotadas femeninas que llegaban del Out to Lunch.
Alice por fin había conseguido que la Asociación de Mujeres de Rupert organizara su merienda allí y, al parecer, todo el mundo estaba pasándolo fenomenal en el nuevo restaurante de moda de Simpson.
Todo el mundo menos ___________.
Jonas le había dado la orden estricta de que le esperara en la tienda de los Jensen hasta que pudiera pasar a recogerla. Hasta Beth había ido al restaurante y probablemente se estuviera regodeando en la mousse de chocolate y ron de Maisie.
Para ser honestos, Beth le había preguntado a ___________ si no le importaba que fuera; y ésta había apretado la mandíbula y le había dicho que no fuera tonta, que fuera. Pero no era justo que tuviera que perderse toda la diversión.
Además, aunque Jonas llegara a tiempo, tampoco podría pasarse por allí.
No, señor.
Jonas le había dejado muy claro que la reunión de la Asociación de Mujeres de Rupert le quedaba terminantemente prohibida. La noche anterior lo habían discutido y le había rogado que le dejara asistir, pero no consiguió nada. Trató de seducirle, y eso sí que funcionó. Y muy bien. Aunque no para hacer cambiar de opinión a Jonas, sino para hacerle sentir seis o siete orgasmos alucinantes.
Hablar con Jonas era como hablar con las paredes; no había quién le hiciera cambiar de parecer. Era una locura pensar que algún miembro de la Asociación de Mujeres de Rupert pudiera sacar de pronto una ametralladora de su bolso de flores.
___________ las había visto llegar a todas, una por una. Estaba claro que las mujeres de Rupert no sabían que lo que estaba de moda eran los bolsos pequeños. A decir verdad, algunas de ellas llevaban unos bolsos en los que cabía un bazoka.
Aun así, era ridículo que Jonas sospechara de cualquiera de los miembros de la Asociación de Mujeres de Rupert. Todas ellas se conocían desde hacía siglos. Había intentado sonsacarle la verdadera razón para que se negara a dejarla asistir, pero ahí también se había encontrado con un auténtico muro de piedra. Lo único que había sacado en claro era que no se fiaba de nadie que no hubiera conocido de toda la vida, infancia incluida, pese a que la persona en cuestión fuera mujer, tuviera setenta años y una artritis de caballo.
Pues aquello no era vida. ¿Qué sentido tenía estar viva si no podías probar siquiera la mejor mousse de chocolate y ron del mundo entero? Por no mencionar la tarta de crema de manzana o la crema bávara de chocolate. Maisie se había superado. ___________ lo sabía porque le había dado a probar las tartas de ensayo. Pero ahora quería probar las de verdad.
Le llegó otra risotada desde el otro lado de la calle y ___________ miró con pena hacia allí. La calle estaba desierta, como siempre. No había asesinos locos con pistolas, ni siluetas siniestras, ni un perro callejero siquiera. Estaba completamente sola, pues todo Simpson estaba en la fiesta.
♫ Laura Jonas ♥
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