Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 9 de 19. • Comparte
Página 9 de 19. • 1 ... 6 ... 8, 9, 10 ... 14 ... 19
Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
Claro que también había dicho que prefería los cuchillos.
___________ se estremeció al darse cuenta de la dirección que habían tomado sus pensamientos. Se sentía completamente sola y perdida, fuera de su campo. ¿Qué hacía allí? En un sitio donde era una extraña, en el sentido más literal de la palabra. Quería deshacerse de esas ideas negras y amargas, pero no sabía cómo hacerlo; no tenía ni una buena película, ni un buen libro. Ni siquiera tenía whisky.
Lo único que tenía era a Jonas; bastante bueno para deshacerse de los pensamientos amargos por las noches, por cierto. Pero ahora, a plena luz del día, no podía echar un polvo, al menos no mientras estuviera conduciendo. Así que tenía que hablarle.
—¿Jonas?
—¿Si?
—Háblame. —___________ podía oír la nota de melancolía de su voz.
—¿Que te hable? —Y la tensión en la voz de Jonas—. ¿De qué quieres que te hable?
—Cuéntame... cuéntame qué es eso de la Maldición de los Jonas —dijo.
—Joder. Perdón. —Jonas apretó los nudillos en el volante hasta que se volvieron blancos—. ¿De dónde has sacado eso?
—Oh —dijo con cautela—... De por ahí.
—No es nada. —Jonas hablaba en voz baja y tensa—. Es una leyenda estúpida.
—¿Sobre qué? —Al ver que guardaba silencio, repitió la pregunta con voz suave—: ¿Qué dice esa estúpida leyenda, Jonas?
El silencio se prolongó hasta que quedó claro que no iba a contestarle. Le había hecho la pregunta dos veces; no sería educado hacerlo una tercera vez. Estaba formulando un comentario sobre algo neutral, algo que Jonas no viera como una amenaza, tal vez algo inanimado, cuando oyó su gruñido:
—¿Qué quieres saber?
No le agradaba hablar de ello; pero le estaba hablando, y eso era mucho mejor que el silencio.
—Bueno... ¿qué es? A ver, está claro que es una maldición y que afecta a tu familia, puesto que es la Maldición de los Jonas, y no la de los Smith o la de los Jones. Debe de ser fascinante tener una maldición familiar —dijo con sinceridad—. Gozan de un pedigrí literario impecable. Como en El fantasma de Canterville. —Se giró hacia Jonas y le sonrió—. Piensa que es parte de una arraigada tradición literaria.
Creyó haber oído un pequeño suspiro.
—Ehh —dijo, y se detuvo.
—¿Jonas? —dijo después de un minuto entero—. ¿Sigues ahí?
—Sí. —Ya empezaba a haber pequeños grupos de casas. Estaban acercándose a Rupert—. Te he hablado de mí tatarabuelo, ¿verdad?
—¿El último de doce hermanos? —___________ asintió—. El tío que construyó la primera biosfera.
—Exacto. —Ya estaban a las afueras de Rupert. ___________ no había llegado tan lejos la vez que se dio la vuelta. Le sorprendió ver lo atractivo que era—. Llegó al Oeste en 1899 y le otorgaron las cincuenta y tres hectáreas de rigor. En cuanto demostró lo que tenía, consiguió una novia por correo.
—Vaya, qué raro.
—En aquellos días no lo era tanto. No era más que una forma de supervivencia. Debía de haber una mujer por cada cien hombres, así que si querías una mujer y trata de formar una familia, tenías que importarlas, como se importaban el whisky y las armas.
—Sólo que con el whisky y las armas podía especificar la marca —dijo con voz agria.
Jonas la miró con gesto extraño.
—Eso es. Pues importó la... la marca equivocada.
—¿Qué le pasaba? ¿Tenía algún defecto? ¿Fecha de caducidad a corto plazo? —Jonas hizo una mueca de dolor al oír el sarcasmo de su voz—. ¿No llevaba al día las inspecciones? Aunque supongo que por aquel entonces debía de ser difícil enviar las cosas de vuelta a la fábrica.
—Se enamoró de ella —dijo Jonas sin más—. Era irlandesa, como él. Sus padres se llevaron a la familia a América durante la gran hambruna irlandesa, pero murieron de gripe al poco. Aún no existían los antibióticos, por aquel entonces. Se quedó sola a los dieciséis años, y fue entonces cuando vio el anuncio en el periódico. O se casaba con un hombre al que no conocía, o se moría de hambre. Escribió a mi tatarabuelo y le envió un daguerrotipo que mi tatarabuelo quemó después, cuando ella le abandonó, pero decían que era una auténtica belleza. Le envió el dinero y viajó al oeste. Pero los problemas empezaron casi enseguida; al parecer, mi tatarabuelo no era un hombre fácil. Era un hombre... taciturno.
«No me digas», pensó ___________.
—Hombre —dijo ___________ con amabilidad—... la facilidad de expresión no lo es todo.
Jonas la miró con cara de interrogación.
—No, supongo que no. Aun así, la gente de Simpson sabía que las cosas no iban bien.
—¿Simpson ya existía por aquel entonces? —A ___________ le costaba imaginar que Simpson tuviera, ¿qué?, ¿más de cien años?
—Sí, aunque entonces no era más que un agujerito en la pared.
«No como la gigantesca metrópoli de hoy en día», pensó ___________. Tras un minuto o dos de silencio, le animó a seguir:
—Así que... ahí estaban tu tatarabuelo, un hombre poco hablador, y su preciosa mujer, que no se llevan bien y tienen un bebé. Un chico.
Jonas giró la cabeza de golpe.
—Ya te sabes la historia —le dijo en tono acusador.
—No. —Le miró con cara de engreída—. Eso ya me lo habías contado. Además, si no hubieran tenido un niño que continuara con el apellido Jonas, no estarías aquí ahora mismo, contándomelo, ¿verdad?
___________ se estremeció al darse cuenta de la dirección que habían tomado sus pensamientos. Se sentía completamente sola y perdida, fuera de su campo. ¿Qué hacía allí? En un sitio donde era una extraña, en el sentido más literal de la palabra. Quería deshacerse de esas ideas negras y amargas, pero no sabía cómo hacerlo; no tenía ni una buena película, ni un buen libro. Ni siquiera tenía whisky.
Lo único que tenía era a Jonas; bastante bueno para deshacerse de los pensamientos amargos por las noches, por cierto. Pero ahora, a plena luz del día, no podía echar un polvo, al menos no mientras estuviera conduciendo. Así que tenía que hablarle.
—¿Jonas?
—¿Si?
—Háblame. —___________ podía oír la nota de melancolía de su voz.
—¿Que te hable? —Y la tensión en la voz de Jonas—. ¿De qué quieres que te hable?
—Cuéntame... cuéntame qué es eso de la Maldición de los Jonas —dijo.
—Joder. Perdón. —Jonas apretó los nudillos en el volante hasta que se volvieron blancos—. ¿De dónde has sacado eso?
—Oh —dijo con cautela—... De por ahí.
—No es nada. —Jonas hablaba en voz baja y tensa—. Es una leyenda estúpida.
—¿Sobre qué? —Al ver que guardaba silencio, repitió la pregunta con voz suave—: ¿Qué dice esa estúpida leyenda, Jonas?
El silencio se prolongó hasta que quedó claro que no iba a contestarle. Le había hecho la pregunta dos veces; no sería educado hacerlo una tercera vez. Estaba formulando un comentario sobre algo neutral, algo que Jonas no viera como una amenaza, tal vez algo inanimado, cuando oyó su gruñido:
—¿Qué quieres saber?
No le agradaba hablar de ello; pero le estaba hablando, y eso era mucho mejor que el silencio.
—Bueno... ¿qué es? A ver, está claro que es una maldición y que afecta a tu familia, puesto que es la Maldición de los Jonas, y no la de los Smith o la de los Jones. Debe de ser fascinante tener una maldición familiar —dijo con sinceridad—. Gozan de un pedigrí literario impecable. Como en El fantasma de Canterville. —Se giró hacia Jonas y le sonrió—. Piensa que es parte de una arraigada tradición literaria.
Creyó haber oído un pequeño suspiro.
—Ehh —dijo, y se detuvo.
—¿Jonas? —dijo después de un minuto entero—. ¿Sigues ahí?
—Sí. —Ya empezaba a haber pequeños grupos de casas. Estaban acercándose a Rupert—. Te he hablado de mí tatarabuelo, ¿verdad?
—¿El último de doce hermanos? —___________ asintió—. El tío que construyó la primera biosfera.
—Exacto. —Ya estaban a las afueras de Rupert. ___________ no había llegado tan lejos la vez que se dio la vuelta. Le sorprendió ver lo atractivo que era—. Llegó al Oeste en 1899 y le otorgaron las cincuenta y tres hectáreas de rigor. En cuanto demostró lo que tenía, consiguió una novia por correo.
—Vaya, qué raro.
—En aquellos días no lo era tanto. No era más que una forma de supervivencia. Debía de haber una mujer por cada cien hombres, así que si querías una mujer y trata de formar una familia, tenías que importarlas, como se importaban el whisky y las armas.
—Sólo que con el whisky y las armas podía especificar la marca —dijo con voz agria.
Jonas la miró con gesto extraño.
—Eso es. Pues importó la... la marca equivocada.
—¿Qué le pasaba? ¿Tenía algún defecto? ¿Fecha de caducidad a corto plazo? —Jonas hizo una mueca de dolor al oír el sarcasmo de su voz—. ¿No llevaba al día las inspecciones? Aunque supongo que por aquel entonces debía de ser difícil enviar las cosas de vuelta a la fábrica.
—Se enamoró de ella —dijo Jonas sin más—. Era irlandesa, como él. Sus padres se llevaron a la familia a América durante la gran hambruna irlandesa, pero murieron de gripe al poco. Aún no existían los antibióticos, por aquel entonces. Se quedó sola a los dieciséis años, y fue entonces cuando vio el anuncio en el periódico. O se casaba con un hombre al que no conocía, o se moría de hambre. Escribió a mi tatarabuelo y le envió un daguerrotipo que mi tatarabuelo quemó después, cuando ella le abandonó, pero decían que era una auténtica belleza. Le envió el dinero y viajó al oeste. Pero los problemas empezaron casi enseguida; al parecer, mi tatarabuelo no era un hombre fácil. Era un hombre... taciturno.
«No me digas», pensó ___________.
—Hombre —dijo ___________ con amabilidad—... la facilidad de expresión no lo es todo.
Jonas la miró con cara de interrogación.
—No, supongo que no. Aun así, la gente de Simpson sabía que las cosas no iban bien.
—¿Simpson ya existía por aquel entonces? —A ___________ le costaba imaginar que Simpson tuviera, ¿qué?, ¿más de cien años?
—Sí, aunque entonces no era más que un agujerito en la pared.
«No como la gigantesca metrópoli de hoy en día», pensó ___________. Tras un minuto o dos de silencio, le animó a seguir:
—Así que... ahí estaban tu tatarabuelo, un hombre poco hablador, y su preciosa mujer, que no se llevan bien y tienen un bebé. Un chico.
Jonas giró la cabeza de golpe.
—Ya te sabes la historia —le dijo en tono acusador.
—No. —Le miró con cara de engreída—. Eso ya me lo habías contado. Además, si no hubieran tenido un niño que continuara con el apellido Jonas, no estarías aquí ahora mismo, contándomelo, ¿verdad?
♫ Laura Jonas ♥
Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
—No, supongo que no. —El tráfico se hizo más denso y Jonas empezó a mover los muslos y los brazos de nuevo. Si no hubiera estado tan interesada en la historia, ___________ se habría distraído por completo—. Bueno, para resumirlo, no se quedó más que lo suficiente para destetar a Ethan...
—Tu bisabuelo.
Jonas asintió.
—Mi bisabuelo. Sólo lo suficiente para destetarle y asegurarse de que sobreviviría. Cuando cumplió los dos años, mi tatarabuela se marchó de casa. Desapareció un día, así, sin más, sin que nadie supiera a dónde.
—¿No intentó seguirle la pista?
—No, dicen que no volvió a hablar nunca.
—Wow. —___________ estaba ocupada tratando de encajar todos aquellos detalles en la imagen que tenía de Jonas—. ¿Volvió a casarse?
—No. Se limitó a continuar con la granja y a hacer un poquito más de dinero cada día. Después decidió importar unos cuantos sementales, y así es como empezó la yeguada.
—Así que eres la quinta generación de criadores. —Y la quinta generación de tipos poco habladores. A lo mejor estaba genéticamente incapacitado para comunicarse.
—Sí. —Jonas se permitió una sonrisita—. Somos bastante conocidos.
Estaba siendo modesto. Loren Jensen le había dicho que la yeguada de los Jonas era una de las mejores del país.
—¿Y qué pasó después?
Jonas frunció el ceño.
—¿A qué te refieres?
—Jonas. —___________ le miró con gesto de reproche—. No se saca una maldición de un matrimonio fallido. Cualquier maldición digna de llamarse así requiere algo más de chicha. ¿Qué sucedió? ¿Tu tatarabuela murió y su fantasma no ha abandonado la propiedad, o algo así? O a lo mejor... a ver...
Jonas sacudió la cabeza.
—No, nada de eso. Nunca volvió; ni ella ni su espíritu.
—¿Entonces qué sucedió?
Jonas suspiró.
—Mi bisabuelo creció, heredó la yeguada e importó más caballos. Fue quien de verdad empezó a criarlos; fue uno de los primeros del país en aplicar las leyes genéticas de Mendel a la cría de caballos. En 1937 importó tres árabes...
—Jonas —dijo ___________ exasperada—... la Maldición.
—Ah. —Apretó los labios—. Sí, bueno. Mi bisabuela tuvo a mi abuelo y, tras cinco años de matrimonio, huyó con el hombre de las Singer. —Cayó un momento, pensando—. Se llevó la máquina de coser con ella.
—¿Y tu abuela?
Jonas aparcó el coche.
—Huyó con el capataz.
—Y tu madre murió cuando eras pequeño —dijo ___________ despacio—. Y... y tu mujer te dejó. Todo eso es muy triste; ¿pero qué tiene que ver con la Maldición?
Estaba en la puerta del copiloto.
—Bueno... —Jonas parecía muy triste. Le ayudó a bajar de la camioneta—. Supongo que la gente empezó a sumar dos más dos y les dio cinco. La leyenda cuenta que ninguna mujer, nadie del sexo femenino, puede vivir en Doble C. Que la granja está maldita. Por alguna coincidencia, también tenemos más potros que potras. —Le puso una mano en la espalda y echaron a andar.
___________ atravesó la calle en silencio. Una vez en la otra acera, le miró decepcionada.
—¿Ya está? ¿Esa es la maldición?
—Esa es.
—¿No te has dejado nada? ¿No hay fantasmas lastimeros ni ruido de cadenas?
—No.
—¿Sólo mujeres Jonas que huyen de hombres Jonas?.
Jonas hizo una mueca de dolor.
—Más o menos, sí.
___________ lo repasó mentalmente.
—Bueno —dijo considerándolo y observó cómo se tensaba Jonas—... Creo que es ridículo. No me puedo creer las cosas que se inventa la gente.
—Que... ¿qué? —Jonas se la quedó mirando.
—Esperaba algo más excitante. Una maldición; pero una de verdad. A ver, lo único que me has contado es que ha habido unos cuantos matrimonios frustrados en tu familia. ¿Y qué? ¿Qué pasa con eso? Eso no es una maldición; es la vida.
Se detuvo de pronto en medio de la acera.
—¿Lo dices en serio?
—Claro que sí. —Parpadeó y sonrió—. Una maldición —dijo, moviendo la mano con gesto despectivo—. Creo que es la cosa más tonta que he oído nunca.
—Yo también —dijo, y percibió el alivio en su voz—. Vamos, querrás estar un rato en la biblioteca. Luego conozco un sitio fantástico para comer.
* * * * * * * *
Richard Abt, alias Robert Littlewood, se tropezó con el bordillo en Rockville, Idaho. La verdad era que no estaba fijándose en dónde pisaba, porque no necesitaba hacerlo. Rockville era una ciudad tranquila y él estaba en la zona residencial. En Crescent Drive no había muchos coches; la carretera era tranquila y frondosa.
Abt estaba inmerso en sus pensamientos. Debía testificar dentro de cinco meses, tras lo que podría volver a su vida de antes, aunque la idea no le atraía en exceso. No estaba casado y nadie esperaba a que regresara. Además, en la parte del mundo en la que estaba ahora se necesitaban contables urgentemente. Podía asentarse tranquilamente allí. Abt pensaba felizmente en establecer su propio bufete cuando un coche embistió de pronto contra la acera.
—Tu bisabuelo.
Jonas asintió.
—Mi bisabuelo. Sólo lo suficiente para destetarle y asegurarse de que sobreviviría. Cuando cumplió los dos años, mi tatarabuela se marchó de casa. Desapareció un día, así, sin más, sin que nadie supiera a dónde.
—¿No intentó seguirle la pista?
—No, dicen que no volvió a hablar nunca.
—Wow. —___________ estaba ocupada tratando de encajar todos aquellos detalles en la imagen que tenía de Jonas—. ¿Volvió a casarse?
—No. Se limitó a continuar con la granja y a hacer un poquito más de dinero cada día. Después decidió importar unos cuantos sementales, y así es como empezó la yeguada.
—Así que eres la quinta generación de criadores. —Y la quinta generación de tipos poco habladores. A lo mejor estaba genéticamente incapacitado para comunicarse.
—Sí. —Jonas se permitió una sonrisita—. Somos bastante conocidos.
Estaba siendo modesto. Loren Jensen le había dicho que la yeguada de los Jonas era una de las mejores del país.
—¿Y qué pasó después?
Jonas frunció el ceño.
—¿A qué te refieres?
—Jonas. —___________ le miró con gesto de reproche—. No se saca una maldición de un matrimonio fallido. Cualquier maldición digna de llamarse así requiere algo más de chicha. ¿Qué sucedió? ¿Tu tatarabuela murió y su fantasma no ha abandonado la propiedad, o algo así? O a lo mejor... a ver...
Jonas sacudió la cabeza.
—No, nada de eso. Nunca volvió; ni ella ni su espíritu.
—¿Entonces qué sucedió?
Jonas suspiró.
—Mi bisabuelo creció, heredó la yeguada e importó más caballos. Fue quien de verdad empezó a criarlos; fue uno de los primeros del país en aplicar las leyes genéticas de Mendel a la cría de caballos. En 1937 importó tres árabes...
—Jonas —dijo ___________ exasperada—... la Maldición.
—Ah. —Apretó los labios—. Sí, bueno. Mi bisabuela tuvo a mi abuelo y, tras cinco años de matrimonio, huyó con el hombre de las Singer. —Cayó un momento, pensando—. Se llevó la máquina de coser con ella.
—¿Y tu abuela?
Jonas aparcó el coche.
—Huyó con el capataz.
—Y tu madre murió cuando eras pequeño —dijo ___________ despacio—. Y... y tu mujer te dejó. Todo eso es muy triste; ¿pero qué tiene que ver con la Maldición?
Estaba en la puerta del copiloto.
—Bueno... —Jonas parecía muy triste. Le ayudó a bajar de la camioneta—. Supongo que la gente empezó a sumar dos más dos y les dio cinco. La leyenda cuenta que ninguna mujer, nadie del sexo femenino, puede vivir en Doble C. Que la granja está maldita. Por alguna coincidencia, también tenemos más potros que potras. —Le puso una mano en la espalda y echaron a andar.
___________ atravesó la calle en silencio. Una vez en la otra acera, le miró decepcionada.
—¿Ya está? ¿Esa es la maldición?
—Esa es.
—¿No te has dejado nada? ¿No hay fantasmas lastimeros ni ruido de cadenas?
—No.
—¿Sólo mujeres Jonas que huyen de hombres Jonas?.
Jonas hizo una mueca de dolor.
—Más o menos, sí.
___________ lo repasó mentalmente.
—Bueno —dijo considerándolo y observó cómo se tensaba Jonas—... Creo que es ridículo. No me puedo creer las cosas que se inventa la gente.
—Que... ¿qué? —Jonas se la quedó mirando.
—Esperaba algo más excitante. Una maldición; pero una de verdad. A ver, lo único que me has contado es que ha habido unos cuantos matrimonios frustrados en tu familia. ¿Y qué? ¿Qué pasa con eso? Eso no es una maldición; es la vida.
Se detuvo de pronto en medio de la acera.
—¿Lo dices en serio?
—Claro que sí. —Parpadeó y sonrió—. Una maldición —dijo, moviendo la mano con gesto despectivo—. Creo que es la cosa más tonta que he oído nunca.
—Yo también —dijo, y percibió el alivio en su voz—. Vamos, querrás estar un rato en la biblioteca. Luego conozco un sitio fantástico para comer.
* * * * * * * *
Richard Abt, alias Robert Littlewood, se tropezó con el bordillo en Rockville, Idaho. La verdad era que no estaba fijándose en dónde pisaba, porque no necesitaba hacerlo. Rockville era una ciudad tranquila y él estaba en la zona residencial. En Crescent Drive no había muchos coches; la carretera era tranquila y frondosa.
Abt estaba inmerso en sus pensamientos. Debía testificar dentro de cinco meses, tras lo que podría volver a su vida de antes, aunque la idea no le atraía en exceso. No estaba casado y nadie esperaba a que regresara. Además, en la parte del mundo en la que estaba ahora se necesitaban contables urgentemente. Podía asentarse tranquilamente allí. Abt pensaba felizmente en establecer su propio bufete cuando un coche embistió de pronto contra la acera.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
Para cuando sus espantados sentidos registraron el gruñido del motor, ya estaba volando por encima del capó sin vida.
* * * * * * * * * *
—Es una buena historia, ¿verdad? —preguntó Jonas con tranquilidad—. Muestra perfectamente bien lo que el espíritu humano puede conseguir.
___________ le miró, confusa. Tenía que volver a centrarse en el presente; se había inmerso completamente en la historia de Song Li, transportada al Vietnam de principios de los sesenta. El libro enganchaba desde la primera página. La contracubierta prometía la historia del conflicto de Vietnam vista desde los ojos de una joven que crece durante la guerra. ___________ sabía que iba a comprarlo.
—¿Te lo has leído?
Jonas asintió.
___________ cerró el libro y tamborileó sobre la cubierta. Tierra salada.
—¿Es tan bueno como dicen? —Había leído las críticas cuando lo publicaron y le intrigó, aunque nunca se había animado a leerlo.
—Mejor. —Jonas dejó la pila de libros que llevaba y lo cogió—. Lo leí cuando salió. Aquello debió de ser un auténtico infierno. Es sorprendente que la mujer consiguiera salir de una pieza para contar la historia. —Su expresión era remota, no sonreía, como si se estuviera acordando de algo horrible.
—Oh, Jonas —dijo ___________ sin aliento. Nunca habría pensado... y eso que había visto un montón de documentales al respecto. Ahora un montón de cosas acerca de Jonas cobraban sentido. Se acercó un poco más y le puso una mano en el brazo. Era como tocar hierro. Un hierro cálido—. ¿Fue... fue horrible?
Jonas miró la mano de ___________.
—¿El qué?
—La guerra, claro. Pero qué pregunta más tonta, claro que fue horrible. Dios santo, debió de ser un infierno.
—___________*, ¿estás hablando de la guerra de Vietnam? —preguntó.
—Claro —dijo, confusa.
—Tenía cinco años cuando cayó Saigon —le dijo con amabilidad. Se quedó pensando un momento—. Tampoco estuve en la guerra de Corea. Ni en la Segunda Guerra Mundial.
___________ sumó y restó y se sintió estúpida.
—Ah. Vale. —Sacudió la cabeza y dejó caer la mano—. Creo que veo demasiadas películas antiguas. Lo siento, Joe. Siempre confundo las fechas. Pero... —___________ ladeó la cabeza y miró a Jonas. Llevaba el pelo negro peinado hacia atrás. Su traje debía de ser de un diseñador italiano o de un sastre excelente. Tenía un corte maravilloso. La corbata era de seda, a juego con el pañuelo de seda que llevaba en el bolsillo de la chaqueta. Hoy parecía un... un próspero hombre de negocios... de no ser por sus manos, que no eran las manos suaves y mimadas de un hombre de negocios, sino grandes y ásperas; unas manos acostumbradas a trabajar. Sin embargo, seguía pareciendo un guerrero pese al traje elegante—. Chuck Pedersen me dijo que te habían dado una medalla. ¿Por qué fue, entonces? ¿Por la Tormenta del Desierto?
—No. Me uní a la armada en 1992, y lo dejé en el año 2002 porque mi padre había muerto, así que también me perdí la segunda guerra de Irak.
—¿Entonces? ¿En qué guerra estuviste? —¿Se había perdido alguna guerra en algún punto entre Nueva York y Boston?
—En ninguna. —Jonas tomó aire con fuerza—. Vuelo 101 —dijo con gesto sombrío.
—¡Jonas! —___________ se había quedado de piedra. Las guerras eran algo remoto que sucedía en lugares lejanos. El Vuelo 101 fue secuestrado en suelo americano; en el JFK, a menos de quince kilómetros de Columbia, donde acababa de empezar sus estudios. Había visto la tragedia del Vuelo 101 en la CNN. El país entero había permanecido cuatro días y cuatro noches pegado a sus televisores, rezando por los rehenes. Todo el mundo había seguido en directo la terrorífica secuencia de los hechos; las peticiones de los terroristas, las negociaciones interminables y la horrorosa imagen de los siete rehenes a los que mataron a sangre fría desde la cabina del piloto, que estaba abierta, y cuyos cuerpos sin vida lanzaron al asfalto uno a uno.
—¿Estuviste allí cuando... cuando...? —No podía decirlo.
—Sí, estaba allí. Nos llamaron inmediatamente. Teníamos la orden de esperar a que las negociaciones concluyeran. Esperamos y esperamos. Cuando la niña pequeña fue... —Jonas miró hacia otro lado y apretó la mandíbula—... Entonces decidimos actuar.
Recordaba a los hombres con pasamontañas negros que se metieron furtivamente en el avión. Por lo que recordaba, dos de ellos murieron.
—Por eso te dieron la medalla —dijo ___________.
—Mm-hmm. —Jonas miró a su alrededor—. ¿Lista para marcharnos?
—Sí, eso creo. —___________ seguía tratando de asimilar lo que acababa de contarle. Una cosa era conocer a alguien que había estado en la guerra y otra, muy distinta, era haberle visto hacerlo en la televisión. Claro que había llevado un pasamontañas y, por supuesto, en aquel entonces no le conocía.
Por aquella época, recordó de pronto ___________, había estado saliendo con Henry Borsello, un apasionado de la historia. Era un tipo encantador, parlanchín, superficial y poco fiable. Vamos, muy poco del estilo de Jonas. Por unos segundos, ___________ trató de imaginarse a Henry con un pasamontañas, descendiendo de un avión por una cuerda y sacando a los terroristas a punta de pistola. O arreglándole las tuberías. Fue incapaz.
—Vamos a comer algo, Jonas —dijo—. Una chica no consigue todos los días irse a comer con un héroe de carne y hueso. —Le mostró una sonrisa de oreja a oreja—. Yo invito.
La idea pareció alarmar a Jonas, quien frunció el ceño y la tomó del brazo.
—Ni hablar.
* * * * * * * * * *
—Es una buena historia, ¿verdad? —preguntó Jonas con tranquilidad—. Muestra perfectamente bien lo que el espíritu humano puede conseguir.
___________ le miró, confusa. Tenía que volver a centrarse en el presente; se había inmerso completamente en la historia de Song Li, transportada al Vietnam de principios de los sesenta. El libro enganchaba desde la primera página. La contracubierta prometía la historia del conflicto de Vietnam vista desde los ojos de una joven que crece durante la guerra. ___________ sabía que iba a comprarlo.
—¿Te lo has leído?
Jonas asintió.
___________ cerró el libro y tamborileó sobre la cubierta. Tierra salada.
—¿Es tan bueno como dicen? —Había leído las críticas cuando lo publicaron y le intrigó, aunque nunca se había animado a leerlo.
—Mejor. —Jonas dejó la pila de libros que llevaba y lo cogió—. Lo leí cuando salió. Aquello debió de ser un auténtico infierno. Es sorprendente que la mujer consiguiera salir de una pieza para contar la historia. —Su expresión era remota, no sonreía, como si se estuviera acordando de algo horrible.
—Oh, Jonas —dijo ___________ sin aliento. Nunca habría pensado... y eso que había visto un montón de documentales al respecto. Ahora un montón de cosas acerca de Jonas cobraban sentido. Se acercó un poco más y le puso una mano en el brazo. Era como tocar hierro. Un hierro cálido—. ¿Fue... fue horrible?
Jonas miró la mano de ___________.
—¿El qué?
—La guerra, claro. Pero qué pregunta más tonta, claro que fue horrible. Dios santo, debió de ser un infierno.
—___________*, ¿estás hablando de la guerra de Vietnam? —preguntó.
—Claro —dijo, confusa.
—Tenía cinco años cuando cayó Saigon —le dijo con amabilidad. Se quedó pensando un momento—. Tampoco estuve en la guerra de Corea. Ni en la Segunda Guerra Mundial.
___________ sumó y restó y se sintió estúpida.
—Ah. Vale. —Sacudió la cabeza y dejó caer la mano—. Creo que veo demasiadas películas antiguas. Lo siento, Joe. Siempre confundo las fechas. Pero... —___________ ladeó la cabeza y miró a Jonas. Llevaba el pelo negro peinado hacia atrás. Su traje debía de ser de un diseñador italiano o de un sastre excelente. Tenía un corte maravilloso. La corbata era de seda, a juego con el pañuelo de seda que llevaba en el bolsillo de la chaqueta. Hoy parecía un... un próspero hombre de negocios... de no ser por sus manos, que no eran las manos suaves y mimadas de un hombre de negocios, sino grandes y ásperas; unas manos acostumbradas a trabajar. Sin embargo, seguía pareciendo un guerrero pese al traje elegante—. Chuck Pedersen me dijo que te habían dado una medalla. ¿Por qué fue, entonces? ¿Por la Tormenta del Desierto?
—No. Me uní a la armada en 1992, y lo dejé en el año 2002 porque mi padre había muerto, así que también me perdí la segunda guerra de Irak.
—¿Entonces? ¿En qué guerra estuviste? —¿Se había perdido alguna guerra en algún punto entre Nueva York y Boston?
—En ninguna. —Jonas tomó aire con fuerza—. Vuelo 101 —dijo con gesto sombrío.
—¡Jonas! —___________ se había quedado de piedra. Las guerras eran algo remoto que sucedía en lugares lejanos. El Vuelo 101 fue secuestrado en suelo americano; en el JFK, a menos de quince kilómetros de Columbia, donde acababa de empezar sus estudios. Había visto la tragedia del Vuelo 101 en la CNN. El país entero había permanecido cuatro días y cuatro noches pegado a sus televisores, rezando por los rehenes. Todo el mundo había seguido en directo la terrorífica secuencia de los hechos; las peticiones de los terroristas, las negociaciones interminables y la horrorosa imagen de los siete rehenes a los que mataron a sangre fría desde la cabina del piloto, que estaba abierta, y cuyos cuerpos sin vida lanzaron al asfalto uno a uno.
—¿Estuviste allí cuando... cuando...? —No podía decirlo.
—Sí, estaba allí. Nos llamaron inmediatamente. Teníamos la orden de esperar a que las negociaciones concluyeran. Esperamos y esperamos. Cuando la niña pequeña fue... —Jonas miró hacia otro lado y apretó la mandíbula—... Entonces decidimos actuar.
Recordaba a los hombres con pasamontañas negros que se metieron furtivamente en el avión. Por lo que recordaba, dos de ellos murieron.
—Por eso te dieron la medalla —dijo ___________.
—Mm-hmm. —Jonas miró a su alrededor—. ¿Lista para marcharnos?
—Sí, eso creo. —___________ seguía tratando de asimilar lo que acababa de contarle. Una cosa era conocer a alguien que había estado en la guerra y otra, muy distinta, era haberle visto hacerlo en la televisión. Claro que había llevado un pasamontañas y, por supuesto, en aquel entonces no le conocía.
Por aquella época, recordó de pronto ___________, había estado saliendo con Henry Borsello, un apasionado de la historia. Era un tipo encantador, parlanchín, superficial y poco fiable. Vamos, muy poco del estilo de Jonas. Por unos segundos, ___________ trató de imaginarse a Henry con un pasamontañas, descendiendo de un avión por una cuerda y sacando a los terroristas a punta de pistola. O arreglándole las tuberías. Fue incapaz.
—Vamos a comer algo, Jonas —dijo—. Una chica no consigue todos los días irse a comer con un héroe de carne y hueso. —Le mostró una sonrisa de oreja a oreja—. Yo invito.
La idea pareció alarmar a Jonas, quien frunció el ceño y la tomó del brazo.
—Ni hablar.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
Ahi esta su capi chicas
DISFRUTENLO!!!!!
Y recuerden
Dejen COMENTS!!!
DISFRUTENLO!!!!!
Y recuerden
Dejen COMENTS!!!
♫ Laura Jonas ♥
Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
waaaaaaaaaaaaaaa siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
bueno realmente no recuerdo si comente
realmente nunca recuerdo en que novelas comento xD
pero si ya he comentado SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
y si no soy NUEVA LECTORA Y SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA xD
bueno realmente no recuerdo si comente
realmente nunca recuerdo en que novelas comento xD
pero si ya he comentado SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
y si no soy NUEVA LECTORA Y SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA xD
jonas_dayi_avril
Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
"Jonas miró un segundo a la mujer que había sentada a su lado. Tenía una de las paletas ligeramente rota y el arco de su ceja derecha era un poco más alto que el de la izquierda. Y, aun así, era asombrosa. No podía apartar los ojos de ella. Lo que demostraba que los científicos no tenían ni puñetera idea de nada."
Me encantó esa parte.. hahah xDD
Me encantó esa parte.. hahah xDD
TeenageDreamJB❤
Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
^^
Van juntitos a comeer... me gustaa xDD
Síguela =)
Van juntitos a comeer... me gustaa xDD
Síguela =)
SandyJonas
Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
TeenageDreamJB escribió:"Jonas miró un segundo a la mujer que había sentada a su lado. Tenía una de las paletas ligeramente rota y el arco de su ceja derecha era un poco más alto que el de la izquierda. Y, aun así, era asombrosa. No podía apartar los ojos de ella. Lo que demostraba que los científicos no tenían ni puñetera idea de nada."
Me encantó esa parte.. hahah xDD
Si a mi tambn me gusto muchisimo esa parte :D :L: :L:
♫ Laura Jonas ♥
Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
jonas_dayi_avril escribió:waaaaaaaaaaaaaaa siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
bueno realmente no recuerdo si comente
realmente nunca recuerdo en que novelas comento xD
pero si ya he comentado SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
y si no soy NUEVA LECTORA Y SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA xD
Jjajajaj bi es la primera vez que comentas
En esta nove
Porque ya te he visto en otras noves mias
BIENVENIDA!!!!!!!!!!!!!!!
♫ Laura Jonas ♥
Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
Capitulo 12. Parte 1
—Háblame, Jonas —dijo ___________ antes de meterse otro bocado de hamburguesa en la boca. Pensó en suspirar de placer, pero no lo hizo por respeto a Alice.
—Ehh... —Jonas hizo señas para que le trajeran otra taza de café, posiblemente para ganar tiempo mientras pensaba en algo que decir. ___________ iba a tener que practicar eso con él. Se le iluminaron los ojos cuando se le ocurrió algo—: ¿Te gusta este sitio?
___________ dejó la taza con cuidado encima de la mesa y miró a su alrededor. La Fábrica de Cerveza. El suelo era de madera pintada; contra una de las paredes había una chimenea encendida cuyos crepitantes troncos hacían de la estancia un sitio acogedor. Estaba decorado al azar (aunque con mucho gusto) con viejos tarros de cobre utilizados como macetas y la rueda de una carreta como candelabro. En una mesa de caballetes decorada con vasos de barro llenos de semillas de algarroba, de ajwain y de mentha aquatica, estaba la comida sobre unas bandejas de peltre. Una cesta de mimbre, más bien grande, contenía hojas secas de carrizo de las Pampas y juncos. La zona de la cocina estaba abierta, separado tan sólo por una cómoda enorme, pasada de moda y con superficie de mármol que, además, servía de mostrador. Volvió a centrarse en Jonas.
—Es genial —dijo suavemente, observándole con expectación—. Te toca.
Apretó las mandíbulas mientras trataba de pensar en algo más que decir.
—Mmm... bonito día, ¿verdad?
Estaban sentados junto a la ventana, por lo que tenían más vistas maravillosas del cielo que ennegrecía por momentos. Una repentina ráfaga de viento hizo crujir las contraventanas con fuerza. ___________ se echó a reír y, un segundo después, Jonas se le unía.
—Supongo que no eres demasiado ducho en esto de hablar —dijo.
—Nop. —Se echó hacia atrás para que la camarera pudiera retirar los platos sucios de la mesa. Se bebió lo que quedaba de café y la miró con precaución.
—¿Cómo puede ser tan agradable esto? —preguntó ___________.
Jonas le miró atónito.
—¿Cómo? ¿Qué es agradable?
—Esto. Rupert. —___________ abarcó con un gesto de la mano la agradable cafetería y el pueblo que había fuera—. Este sitio es maravilloso. La comida es sensacional, la decoración es auténtica... Es una cafetería verdaderamente fantástica. La librería El rincón de Bob también era maravillosa; tenía una selección de libros estupenda y Bob era muy agradable. Era una librería perfecta para un pueblecito. Hemos recorrido dos callecitas adorables para llegar aquí, plantadas con pinos y geranios muy bien cuidados. Se podría hacer una guía con Rupert: Grandes pequeñas ciudades del Oeste. —Apoyó la barbilla sobre las manos—. ¿Qué pasa con Simpson?
___________ casi podía ver el proceso de asimilación de lo que acababa de decirle en la mente de Jonas.
—Bueno... tal vez los pueblos sean como sus habitantes. Algunos son robustos y otros no. Unos soportan la rudeza del tiempo mejor que otros. Los caballos también son así —añadió tras un momento.
Era una forma de verlo.
—Vale... Entonces, ¿cuándo empezó Simpson a... eehh... —___________ trató de encontrar alguna palabra que no fuera demasiado fuerte—... a empeorar? —finalizó con delicadeza.
Jonas se detuvo para pensarlo.
—Supongo que las campanas fúnebres sonaron cuando hicieron que la nueva interestatal pasara a sesenta kilómetros hacia el oeste de Simpson. En el 84.
—¿Quieres decir que los peritos dibujaron una línea en el mapa para construir una carretera y un pueblo se va al garete... —___________ chasqueó los dedos—... así? —Era un concepto original y se dio cuenta de que el tiempo que había pasado en Simpson era la primera vez que no vivía en un lugar extraño y pintoresco y en una guía. Era extraño vivir en un sitio que en un par de años podría ya no estar en los mapas.
—Así es; aunque también es cierto que así es como se fundaron la mayoría de los pueblos del Oeste, así que supongo que se le podría llamar justicia poética.
—¿A qué te refieres?
Jonas parecía mucho más relajado. La historia del Oeste era un tema que dominaba, a juzgar por la cantidad de libros de historia que ___________ había visto en su librería.
Jonas se hizo a un lado para que la camarera depositara frente a ellos dos platos de postre y dos humeantes tazas de café.
—La mayoría de los pueblos de por aquí se fundaron sin pensarlo: allí donde un minero había plantado su tienda de campaña y otro más detrás, donde se había enterrado a un colono o donde había agua subterránea. En Montana y Wyoming fue aún más arbitrario si cabe: los ingenieros del ferrocarril tomaban un lápiz y un compás y marcaban franjas alrededor de las vías cada ochenta kilómetros, pues había que rellenar de agua los trenes, y allí es donde establecieron los pueblos ferroviarios. Como no, los pueblos recibieron el nombre de la madre, mujer o hija del ingeniero; de ahí que haya muchos pueblos llamados Clarissa o Lorraine que, muchas veces, no eran más que un par de chabolas. Algunos de ellos crecieron y otros no. Simpson tuvo más suerte que el resto... al menos durante un tiempo. Hay mucha agua subterránea debajo de Simpson y en la década de 1920 había una mina de oro en funcionamiento. Después vivieron del ganado, y aquello fue rentable hasta que cambiaron la trayectoria de las vías del tren. Desde entonces, la cosa ha ido poco a poco hacia abajo. No tardará en convertirse en una ciudad fantasma.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
—Qué triste. —___________ pensó en todo ello; en un pueblo entero agonizante. Simpson borrado del mapa. Si es que alguna vez estuvo en un mapa.
—Tú también creciste cerca de una ciudad fantasma.
—¿Ah, sí? —___________ volvió sorprendida a la realidad.
—Shanako. —Jonas la miró con expectación.
___________ parpadeó.
—¿Shanaqué?
Jonas cortó un trozo de tarta.
—Shanako. Los mayores importadores de ovejas del mundo hasta que el mercado australiano abrió sus puertas en la década de 1860, y entonces desapareció del mapa. En un año pasó de tener 40.000 habitantes a no tener ninguno. No me creo que no hayas estado nunca allí; no puede estar a más de cien kilómetros de Bend.
___________ sonrió con educación, como si Jonas hubiera empezado a hablar de pronto y de forma inexplicable en urdú. Jonas frunció el ceño.
—¿No decía Chuck que venías de Bend, Oregon?
Dónde había escuchado aquel nombre... Bend... ¡claro! Su tapadera. ___________ había estado tan absorta hablando con Jonas, considerándole tan intrigante y a la vez tan impenetrable, que no había habido espacio para nada más.
—¿___________*? —Jonas la miraba con expresión rara.
—¿Quién? —dijo. Y luego—: ¡Ah!
Sacudió la cabeza y trató de repasar mentalmente los últimos momentos de conversación.
—No, nun-nunca he estado en... Shanako. Nos mudamos a Bend cuando estaba... —Su mente iba a mil por hora—... empezando la secundaria, después fui a la universidad de... —¿A qué universidad irían los de Oregon?
—¿Portland? —Jonas la miraba con la cabeza ladeada.
—Eso es —dijo ___________ con alivio—, Portland. —El único Portland en el que había estado nunca estaba en Maine.
Aquello era un auténtico estrés. Herbert Davis podría haberle dado un manual sobre cómo esconderse.
—Así que supongo que no he explorado los alrededores de Bend tanto como me habría gustado. —Jonas la miraba demasiado fijamente. Esos ojos negros tenían la habilidad de hacerle caer en picado. Trató de darle un giro a la conversación—. ¿Qué pasó con Simpson? Has dicho antes que movieron la interestatal, y supongo que tendría sentido que eso tuviera un impacto en Simpson. Habría menos tráfico atravesando la ciudad. ¿Algo más?
—Sí. —Jonas se metió el resto del tenedor en la boca, lo mordió y se lo tragó. Cortó otro trozo de la esponjosa tarta de queso y asintió—. Es posible que me esté comiendo otra de las razones del declive de Simpson.
___________ suspiró.
—¿Te refieres a cómo cocina Alice? —No le sorprendía. Alice cocinaba suficientemente mal como para que desapareciera un pueblo entero.
—Sí. Pero no sólo Alice, no hay ni un sitio decente en todo el pueblo donde comer decentemente. Carly tampoco era buena cocinera, pero la gente iba ahí de todas formas. Por la misma razón por la que yo solía comprarle el pienso a Errol Newton pese a que me cobraba 5 céntimos más por kilo. Me alegré un montón cuando Errol por fin cerró, en 1994. Todo el mundo solía esforzarse por comprar a los locales. Pero los jóvenes no parecen tener ese tipo de lealtad. Claro que tampoco ayuda el hecho de que el instituto local cerrara y haya que enviar a los jóvenes a Dead Horse. Los niños que crecen en Simpson ya tienen asumido que acabarán yéndose de allí cuando crezcan. Ya nadie quiere hacerse cargo de los negocios familiares.
—Mmm. —___________ bebió un sorbo de su café y no le sorprendió descubrir que era una de las mejores tazas de café que hubiera tomado nunca. La Fábrica de Cerveza tenía un café verdaderamente excepcional. Pobre Alice—. Lee Kellogg no quiere hacerse cargo de la ferretería de Glenn; quiere ser profesor de historia. Glenn está pensando en venderla en un par de años. Sobre todo desde que Maisie ya no parece interesada en ayudarle con la tienda.
Jonas se quedó con la boca abierta.
—¿De dónde te has sacado eso?
—Hablo con la gente, Jonas. Es asombroso lo mucho que puedes aprender cuando haces eso. —___________ se acabó la tarta de zanahoria—. De hecho, lo que de verdad le gustaría a Maisie es cocinar. ¿Pero quién iba a contratar a una cocinera en Simpson?
—Alice no, desde luego. —Jonas hizo una seña a la camarera para que les trajera la cuenta—. Siempre anda con el agua al cuello; igual que cualquier otro negocio de Simpson.
—La Teoría de la Ventana Rota —dijo ___________ dubitativamente.
—¿La qué? —Jonas se quedó quieto.
—Teoría de la Ventana Rota. Lo leí en una revista. —«En otra vida», pensó.
Se acordaba perfectamente de dónde estaba cuando leyó esa teoría: tomando café en una cafetería tan encantadora como La Fábrica de Cerveza, hundiendo la cabeza en los problemas del mundo y sin ser consciente de que al poco tiempo el mundo se desmoronaría a sus pies.
—Hicieron un estudio sobre las barriadas y los proyectos de viviendas; algunos se mantienen en pie gracias a los habitantes mientras que otros se convierten en vertederos, y los investigadores quisieron saber por qué algunos se salvaban de la desolación y otros no. Y llegaron a la conclusión de que todo el que vive en un sitio, se preocupa por él; pero una ventana rota basta para que el lugar se degenere. Es como la señal de que nadie se preocupa de ello; la señal de que se puede destrozar ese lugar.
—Sí —asintió pensativamente Jonas—. Supongo que Simpson es un poco así. Hace mucho que nadie hace nada; las tiendas se han ido cerrando en los últimos diez años y nadie invierte un céntimo en el lugar. Si nadie hace nada, el pueblo no va a durar demasiado. Los lugares necesitan que se les preste un poco de atención, como la gente.
—Tú también creciste cerca de una ciudad fantasma.
—¿Ah, sí? —___________ volvió sorprendida a la realidad.
—Shanako. —Jonas la miró con expectación.
___________ parpadeó.
—¿Shanaqué?
Jonas cortó un trozo de tarta.
—Shanako. Los mayores importadores de ovejas del mundo hasta que el mercado australiano abrió sus puertas en la década de 1860, y entonces desapareció del mapa. En un año pasó de tener 40.000 habitantes a no tener ninguno. No me creo que no hayas estado nunca allí; no puede estar a más de cien kilómetros de Bend.
___________ sonrió con educación, como si Jonas hubiera empezado a hablar de pronto y de forma inexplicable en urdú. Jonas frunció el ceño.
—¿No decía Chuck que venías de Bend, Oregon?
Dónde había escuchado aquel nombre... Bend... ¡claro! Su tapadera. ___________ había estado tan absorta hablando con Jonas, considerándole tan intrigante y a la vez tan impenetrable, que no había habido espacio para nada más.
—¿___________*? —Jonas la miraba con expresión rara.
—¿Quién? —dijo. Y luego—: ¡Ah!
Sacudió la cabeza y trató de repasar mentalmente los últimos momentos de conversación.
—No, nun-nunca he estado en... Shanako. Nos mudamos a Bend cuando estaba... —Su mente iba a mil por hora—... empezando la secundaria, después fui a la universidad de... —¿A qué universidad irían los de Oregon?
—¿Portland? —Jonas la miraba con la cabeza ladeada.
—Eso es —dijo ___________ con alivio—, Portland. —El único Portland en el que había estado nunca estaba en Maine.
Aquello era un auténtico estrés. Herbert Davis podría haberle dado un manual sobre cómo esconderse.
—Así que supongo que no he explorado los alrededores de Bend tanto como me habría gustado. —Jonas la miraba demasiado fijamente. Esos ojos negros tenían la habilidad de hacerle caer en picado. Trató de darle un giro a la conversación—. ¿Qué pasó con Simpson? Has dicho antes que movieron la interestatal, y supongo que tendría sentido que eso tuviera un impacto en Simpson. Habría menos tráfico atravesando la ciudad. ¿Algo más?
—Sí. —Jonas se metió el resto del tenedor en la boca, lo mordió y se lo tragó. Cortó otro trozo de la esponjosa tarta de queso y asintió—. Es posible que me esté comiendo otra de las razones del declive de Simpson.
___________ suspiró.
—¿Te refieres a cómo cocina Alice? —No le sorprendía. Alice cocinaba suficientemente mal como para que desapareciera un pueblo entero.
—Sí. Pero no sólo Alice, no hay ni un sitio decente en todo el pueblo donde comer decentemente. Carly tampoco era buena cocinera, pero la gente iba ahí de todas formas. Por la misma razón por la que yo solía comprarle el pienso a Errol Newton pese a que me cobraba 5 céntimos más por kilo. Me alegré un montón cuando Errol por fin cerró, en 1994. Todo el mundo solía esforzarse por comprar a los locales. Pero los jóvenes no parecen tener ese tipo de lealtad. Claro que tampoco ayuda el hecho de que el instituto local cerrara y haya que enviar a los jóvenes a Dead Horse. Los niños que crecen en Simpson ya tienen asumido que acabarán yéndose de allí cuando crezcan. Ya nadie quiere hacerse cargo de los negocios familiares.
—Mmm. —___________ bebió un sorbo de su café y no le sorprendió descubrir que era una de las mejores tazas de café que hubiera tomado nunca. La Fábrica de Cerveza tenía un café verdaderamente excepcional. Pobre Alice—. Lee Kellogg no quiere hacerse cargo de la ferretería de Glenn; quiere ser profesor de historia. Glenn está pensando en venderla en un par de años. Sobre todo desde que Maisie ya no parece interesada en ayudarle con la tienda.
Jonas se quedó con la boca abierta.
—¿De dónde te has sacado eso?
—Hablo con la gente, Jonas. Es asombroso lo mucho que puedes aprender cuando haces eso. —___________ se acabó la tarta de zanahoria—. De hecho, lo que de verdad le gustaría a Maisie es cocinar. ¿Pero quién iba a contratar a una cocinera en Simpson?
—Alice no, desde luego. —Jonas hizo una seña a la camarera para que les trajera la cuenta—. Siempre anda con el agua al cuello; igual que cualquier otro negocio de Simpson.
—La Teoría de la Ventana Rota —dijo ___________ dubitativamente.
—¿La qué? —Jonas se quedó quieto.
—Teoría de la Ventana Rota. Lo leí en una revista. —«En otra vida», pensó.
Se acordaba perfectamente de dónde estaba cuando leyó esa teoría: tomando café en una cafetería tan encantadora como La Fábrica de Cerveza, hundiendo la cabeza en los problemas del mundo y sin ser consciente de que al poco tiempo el mundo se desmoronaría a sus pies.
—Hicieron un estudio sobre las barriadas y los proyectos de viviendas; algunos se mantienen en pie gracias a los habitantes mientras que otros se convierten en vertederos, y los investigadores quisieron saber por qué algunos se salvaban de la desolación y otros no. Y llegaron a la conclusión de que todo el que vive en un sitio, se preocupa por él; pero una ventana rota basta para que el lugar se degenere. Es como la señal de que nadie se preocupa de ello; la señal de que se puede destrozar ese lugar.
—Sí —asintió pensativamente Jonas—. Supongo que Simpson es un poco así. Hace mucho que nadie hace nada; las tiendas se han ido cerrando en los últimos diez años y nadie invierte un céntimo en el lugar. Si nadie hace nada, el pueblo no va a durar demasiado. Los lugares necesitan que se les preste un poco de atención, como la gente.
♫ Laura Jonas ♥
Re: Mujer A La Fuga (Joe y tu). TERMINADA
«Los lugares necesitan atención», pensó ___________ con una repentina punzada de dolor. Las palabras de Jonas resonaron en su cabeza. Ella misma era culpable de negligencia. Llevaba ya un mes entero viviendo en su casita y no había hecho absolutamente nada por hacerla más bonita o agradable. Eso era muy poco propio de una Devaux. Había llegado a Simpson coaccionada, de acuerdo; pero su madre también había llegado a Riyadh coaccionada y su casa de allí había sido el triunfo decorativo de su madre.
«No he hecho absolutamente nada por hacer que mi vida aquí sea un poquito mejor», pensó. Su madre no habría estado nada orgullosa de ella.
—¿Jonas, crees que podrías...? —se interrumpió.
—¿Que sí creo que podría qué?
—Nada... —___________ movió una mano. Ya le había hecho demasiados favores—. Da igual.
—Cuéntamelo.
—Olvídalo, Jonas. —Se encogió de hombros—. No era más que una tontería.
Jonas la miraba fijamente con sus profundos e impenetrables ojos negros. La camarera llegó con la cuenta, pero Jonas le indicó con un gesto que se marchara. Para sorpresa de ___________, Jonas se recostó en la silla y se cruzó de brazos.
—Hasta que no acabes esa frase no nos moveremos de aquí.
___________ se mordió el labio y miró a Jonas. Tenía el rostro serio e impenetrable. Casi podía sentir la fuerza de su empeño a través de la mesa, así que se dio por vencida.
—Vale —dijo suavemente—. ¿Sabes si hay alguna tienda de decoración por aquí?
—¿Una... tienda de decoración? —dijo con cuidado, descruzando los brazos e inclinándose hacia delante.
—Sí, ya sabes... Pintura, papel de paredes, plantillas, telas. No sé, lo normal... una tienda de decoración.
—Pintura, papel de paredes, telas... —Jonas se quedó pensándolo—. Supongo que Schwab's podría servir.
___________ se sentía culpable. Le estaba arreglando la casa entera; le había acompañado a Rupert, a la librería y ahora a comer, e invitaba él.
—¿Tienes tiempo de parar en una tienda, Jonas? ¿O tienes muchas cosas que hacer hoy?
Jonas hizo una seña a la camarera; ésta le trajo la cuenta y Jonas pagó. Cuando se hubo marchado, Jonas se inclinó hacía delante apoyándose en la mesa.
—No estoy muy seguro de que comprendas bien la situación, ___________*—dijo en voz baja y suave—. No hay nada que no puedas pedirme. Haría cualquier cosa por ti, lo que fuera. —Le miró fijamente con sus ojos negros—. Mataría por ti. Detenernos en una tienda no es nada.
«No he hecho absolutamente nada por hacer que mi vida aquí sea un poquito mejor», pensó. Su madre no habría estado nada orgullosa de ella.
—¿Jonas, crees que podrías...? —se interrumpió.
—¿Que sí creo que podría qué?
—Nada... —___________ movió una mano. Ya le había hecho demasiados favores—. Da igual.
—Cuéntamelo.
—Olvídalo, Jonas. —Se encogió de hombros—. No era más que una tontería.
Jonas la miraba fijamente con sus profundos e impenetrables ojos negros. La camarera llegó con la cuenta, pero Jonas le indicó con un gesto que se marchara. Para sorpresa de ___________, Jonas se recostó en la silla y se cruzó de brazos.
—Hasta que no acabes esa frase no nos moveremos de aquí.
___________ se mordió el labio y miró a Jonas. Tenía el rostro serio e impenetrable. Casi podía sentir la fuerza de su empeño a través de la mesa, así que se dio por vencida.
—Vale —dijo suavemente—. ¿Sabes si hay alguna tienda de decoración por aquí?
—¿Una... tienda de decoración? —dijo con cuidado, descruzando los brazos e inclinándose hacia delante.
—Sí, ya sabes... Pintura, papel de paredes, plantillas, telas. No sé, lo normal... una tienda de decoración.
—Pintura, papel de paredes, telas... —Jonas se quedó pensándolo—. Supongo que Schwab's podría servir.
___________ se sentía culpable. Le estaba arreglando la casa entera; le había acompañado a Rupert, a la librería y ahora a comer, e invitaba él.
—¿Tienes tiempo de parar en una tienda, Jonas? ¿O tienes muchas cosas que hacer hoy?
Jonas hizo una seña a la camarera; ésta le trajo la cuenta y Jonas pagó. Cuando se hubo marchado, Jonas se inclinó hacía delante apoyándose en la mesa.
—No estoy muy seguro de que comprendas bien la situación, ___________*—dijo en voz baja y suave—. No hay nada que no puedas pedirme. Haría cualquier cosa por ti, lo que fuera. —Le miró fijamente con sus ojos negros—. Mataría por ti. Detenernos en una tienda no es nada.
♫ Laura Jonas ♥
Página 9 de 19. • 1 ... 6 ... 8, 9, 10 ... 14 ... 19
Temas similares
» La mujer de los tres hermanos TERMINADA
» Una Mujer A Mi Medida - NicholasJ & Tu (Adaptación) TERMINADA
» "La Mujer De Los Jonas (Joe,Nick,Kevin&Tu)[TERMINADA]"
» Mi pequeña mujer (Niall Horan) 1ª Temporada Terminada
» Mi Pequeña Mujer Niall Horan & Tu (1° Temporada) TERMINADA
» Una Mujer A Mi Medida - NicholasJ & Tu (Adaptación) TERMINADA
» "La Mujer De Los Jonas (Joe,Nick,Kevin&Tu)[TERMINADA]"
» Mi pequeña mujer (Niall Horan) 1ª Temporada Terminada
» Mi Pequeña Mujer Niall Horan & Tu (1° Temporada) TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 9 de 19.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.