Lost Summers

Una vez más el verano había llegado. Podía notar como los rayos del Sol calentaban mi brazo a través de la ventanilla del coche. Mi madre conducía mientras mis dos hermanas pequeñas iban detrás peleándose, como de costumbre. Recuerdo como días atrás mi madre había insistido para ir de nuevo a Cowneybeach, cosa que si no me hubiera pedido de aquella manera jamás habría accedido.

-Vamos, Elly. Tenemos que volver.
-¿Por qué, mamá? Sabes que no me hace ningún bien volver allí. Tal vez fue el mejor verano de mi vida, pero también fue el que me destrozó. Y creo que tan sólo volver allí, me volverá a hundir en la miseria.- le lancé una mirada suplicante a mi madre.
-También fue el verano que estuvimos más juntas que nunca. Desde que murió tu padre nunca pudimos volver a ser felices. Y fue, precisamente ese verano en el que todas nos olvidamos un poco.
-Ya, pero... duele. Duele recordar ese verano porque después de aquello todo fue un infierno, hasta hace poco.-suspiré.- No quiero arruinar esa felicidad junto a Mike.
-Sé que sufriste pero no tiene que volver a pasar.- mi madre se acercó a mi cogiéndome las manos.- Piensa que cuando termine el verano, Mike estará aquí y nosotras estaremos más unidas que nunca. Volveremos a ser una familia.
-Está bien, pero tienes que saber que lo hago por vosotras.
-Lo sé cariño, lo sé.

Nuestra pequeña casa al lado de la playa seguía igual que cuando la dejamos. Pequeña pero acogedora. Todas las veces que había ido a esa casa seguía exactamente igual, como si aún viviéramos allí, como si nunca nos hubiéramos marchado. 

-Bienvenidas a casa, niñas.- dice mi madre sonriendo.
-Lo que tú digas mamá. No entiendo porque tenemos que venir pero da igual.- replica mi hermana Kate.- Tengo 16 años, y claro estoy bajo tus órdenes pero, ya no soy tu niña. Estoy deseando irme ya y pasar el final del verano con mis amigas.
-Pues a mi me gusta.- dice dulcemente mi hermana pequeña Amy.- Es bonito y podemos ir a la playa. Podré conocer a muchos amigos.- la pequeña le sonríe a mi madre.
-¿Y tú que sabrás enana? Tan sólo tienes 9 años.- dice Kate con aire de desdén.- La última vez que vinimos yo tenía tan sólo un año más que tú, claro que te encanta.
-¡Kate, basta ya!- le grita mi madre.
-Me voy a mi habitación a dejar las cosas.-las interrumpo.- Si siguen así, en vez de unir la familia se separará un poco más.- le digo a mi madre en un tono más bajo mientras mis hermanas siguen discutiendo.

-Elly berry, vén aquí pequeña. ¡Corre!
Mi padre y yo solíamos jugar con las olas cuando yo era pequeña. Corríamos para esquivarlas mientras mi madre nos observaba tumbada desde la toalla. Elly berry me solía llamar. Él fue el que me puso ese apodo, mi padre.
-¡Cuidado Paul, la niña se hará daño!- regañaba mi madre desde la toalla.
-Tranquila Sophie, Elly Berry siempre estará segura mientras esté a mi lado.- acto seguido me cogía, subiéndome a su espalda fingiendo ser un cohete que me despegaba a la luna.- ¿A qué sí, canija?
-Sí, papi.- decía yo con una sonrisa de oreja a oreja.



Noto como una lágrima resbala por mis mejillas. Volver a esta casa me hace sentirme triste, pero a la vez alegre. Fueron tantos momentos bonitos vividos en esta casa. Y después, alguien que me hizo olvidar pero al que no pude olvidar. La vida hubiera sido mucho más fácil sino lo hubiera conocido. Salgo de mi habitación y bajo las escaleras para reunirme con mi familia y nuevamente, están discutiendo.

-Me voy un rato a dar una vuelta. Volveré en unas dos horas.- cojo mi chaqueta vaquera y mis gafas de sol dispuesta a irme.
-¿Puedo ir contigo Elly?- me pregunta mi hermana Amy.
-Claro, vamos.- le ofrezco la mano y sonrío.- Bueno, si mamá te deja venir si.- me río.
-No seas tonta Elly. Obviamente confío en que mi hija de 22 años vaya a cuidar a mi pequeña de 9.
Empezamos a caminar hacia la pizzería donde yo trabajaba hace 6 años, aquel verano cuando lo conocí. Venía cada día a verme trabajar y esperarme hasta que acabara mi turno. Yo tenía la mala costumbre de mancharme la nariz de harina y él la manía de limpiarme cada vez que lo notaba. Noto como mi hermana empieza a ralentizar un poco y tiro de ella.

-¿Qué pasa Amy?
-Nada, estoy cansada de andar. ¿Falta mucho?
-Ah no, ahora sigues andando. Sino, no haber pedido venir conmigo.
-Venga Elly, Elly, llévame a caballito. Porfi, porfi, porfi.
-Está bien.- digo resignada.- Venga, arriba enana. 

La pizzería no había cambiado absolutamente nada. Allí seguía con sus grandes letras destartaladas y su trozo de pizza adornando el cartel, las mesas de frío metal fuera mientras dentro seguían las inmovibles mesas de madera. Nos sentamos en mi mesa favorita, la mesa de la esquina con vistas a la playa. 

-Buenas tardes. Aquí les traigo dos cartas. ¿Saben ya que van a tomar para beber?- pregunta el camarero sin separar la vista de la libreta.
-Yo quiero un té helado y, ¿tú que quieres Amy?- le pregunto a mi hermana.
-Zumo de manzana. Me encanta el zumo de manzana.- dice sonriendo.
-Entonces será un té helado y un zumo de manzana.
-Bien, ahora les traigo las be... ¡Elly! No puedo creer que seas tú.¡Cuánto has crecido!- aquel camarero era nada más y nada menos que mi amigo Matt con el que había crecido en esa playa hasta que decidimos irnos. La última vez que lo había visto, fue 6 años atrás. 
-Puedo decir lo mismo de ti. Recuerdo que cuando tenía 16 años y tú 17 yo incluso era más alta que tú y, mírate ahora, ¿cuánto medirás, 1.90?
-¡No exageres, mujer! Tan sólo mido 1.85.- dice él entre risas.- ¿Y eso qué has vuelto? Te echábamos de menos por aquí. Las pizzas no salen tan ricas si tú no pones tu toque mágico.
-¿Qué toque mágico?- pregunta mi hermana curiosa.
-Es secreto, así que no lo puedo decir. Se siente, pequeña Amy.- le digo a mi hermana mientras le revuelvo el pelo.
-Deberías pasar. Caroline está dentro y quizás querría verte.
-Pero no puedo dejar a mi hermana sola aquí.
-Puede pasar. Venga, por los buenos tiempos.- dice Matt haciendo ademán de invitación. 

-¿Caroline?- pregunto. 
La mujer rubia de 38 años levanta la mirada y me mira sorprendida. La verdad es que no ha cambiado nada. Ni una arruga ha arruinado su rostro, ni una cana ha aparecido en su cabello, tampoco ha engordado ni una pizca. Sus ojos azules seguían siendo fascinantes y su pelo rubio hacía que la palidez de su piel pareciera una joya digna de museo. Por otro lado mi amigo había cambiado mucho. Sus ojos negros seguían siendo igual de negros, su pelo del mismo color también y su piel morena no había cambiado nada. Pero mientras que aquel niño de 17 años era inocente y dulce, se había convertido en un hombre de 23 salvaje y temerario; y éso me hacía feliz porque por lo menos para él las cosas habían ido para mejor, había ganado seguridad en sí mismo.

-¿Ellen? ¿Eres tú? ¡Has vuelto!- Caroline corrió hacia mí para abrazarme fuertemente.- Te hemos echado de menos por aquí y ¿sabes qué? Deberíamos hacer una pizza y servirla al primer cliente que entre por la puerta, invitará la casa pero será tu pizza especial.
-Está bien.- sonrío.
Así pasamos un buen rato entre risas, poniéndolo todo perdido. Por un momento me parece que nada ha cambiado y que vuelvo a ser esa niña de 16 años enamorada de la vida, enamorada del amor y enamorada de él. Quiero a Michael pero jamás podré olvidar a Niall. Incluso duele pensar en su nombre. 

-¡Pizza terminada!- grita mi hermana entusiasmada.
-Ahora sólo queda esperar a que el o los primeros clientes entren por esa puerta.

Mientras estoy preparando la pizza para servirla oigo el tintineo de las campanas de la puerta que indica que ha llegado un nuevo cliente. 

-¿Dónde se han sentado Matt? 
-En la mesa de la esquina, tu favorita.- sonríe.- ¿Dispuesta?
-Allá vamos.

No consigo verles la cara a los dos chicos que están sentados en la mesa pero hacía mucho tiempo que no me sentía así de bien así que decido atenderles con mi mejor sonrisa:

-Hola, como hoy he vuelto de nuevo después de mucho tiempo a Cowneybeach y ésta es mi pizza especial, la casa ha decidido que por ser los primeros clientes en entrar después de que el manjar estuviera cocinado, es gratis para ustedes. ¡Felicidades, pizza gratis!
-¿Elly?- pregunta el que parece el mayor.

Poco a poco empieza a girarse y lo veo. Sus ojos azules penetran en los míos, esboza una pequeña sonrisa, revuelve su pelo nervioso y empieza a mover su pierna aceleradamente. No puedo creer que de todas las personas que me podía encontrar, justo él sea el que haya venido a mi pizzería. Justo él al que haya tenido que servirle. No lo entiendo, parece que el sufrimiento de nuevo viene a mí.

-¿Elly? ¿Eres tú?- pregunta él de nuevo.
-Sí, y no quiero verte más.- le digo bruscamente.- Disfruta de la pizza. Y usted también, pequeño hombrecito.- le digo al adolescente con él que va amablemente.- Ahora, he de irme.

Acto seguido salgo corriendo y aviso a Caroline y Matt para que cuiden a mi hermana pequeña. No puedo hacerme cargo de ella cuando estoy al borde de un ataque de ira. Corro hacia la playa y allí me caigo en la arena, sola.

-Prométeme que no olvidarás nunca este verano. Promete que no me olvidarás, que aunque la distancia nos separe, estaremos juntos otra vez. No puedo alejarme de ti ahora, no ahora que te he encontrado.- me dijo él mirándome fijamente.
-Te lo prometo. Jamás me olvidaré de ti. Podemos continuar con esto. Te quiero demasiado para dejarte escapar. Incluso si nos separara un océano entero, seguiría amándote. Podemos hacerlo.- le dije yo totalmente embelesada con todo lo que me había dicho y hecho.- ¡Te quiero!
-Yo también pequeña Elly berry. Volveremos a vernos, lo prometo. Te escribiré, te llamaré.- dijo él cogiéndome por la cintura y atrayéndome lentamente.- Ahora corre, tu madre te espera en el coche, debes irte.
Me cogió la cara y me dio el último beso. Aquel beso duró eternidades y aún siento el sabor de sus labios en mi boca.


No voy a permitirme llorar más. No otra vez. He superado todo esto. Puedo hacerle frente, no tengo que sufrir por alguien que me prometió la gloria y me dejó en la miseria. No una vez más, he crecido.

-¿Estás bien?- susurra una voz a mis espaldas haciendo que todo mi cuerpo se estremezca.
-Sí, estoy bien, pero déjame en paz ¿queda claro?- sé perfectamente que el chico que está ahí es Niall. Reconocería su voz y su esencia aunque hubieran pasado 100 años. 
-Te he echado de menos. Te he amado como a nadie y necesitaba encontrarte otra vez. Podemos volver a ser felices ¿sabes?- dice mientras se sienta a mi lado y limpia la harina de mi nariz, cosa que hace que yo me levante inmediatamente.

-No. Ya no soy aquella niña estúpida que lograste engatusar, Horan.- digo tranquila mientras camino por la playa dejando un rastro en la arena. Me giro para mirarlo directamente a los ojos, algo que parece incomodarlo.- Ya no tengo 16 años, he crecido. ¿Y sabes lo mejor? Aprendí a hacerlo sin ti, después de habértelo dado todo.
-Yo... yo te quería.- balbucea él apartando la vista.
-Claro, me querías.- bufo.- Ni siquiera sabías lo que eso significaba, y dudo que lo sepas ahora. Siempre has sido el chico que aparentaba ser bueno, aquel que se acercaba a las chicas que le parecían frágiles primero como amigo y después como algo más. Me querías...-suspiro.- pero después de que me fuera no recibí un sólo mensaje, una llamada, una carta. Nada. Me pasé meses enviándote mensajes, llamándote y enviándote cartas a la dirección que me mandaste y ni una respuesta.- me acerca lentamente a él.
-¿No pudiste pensar que ocurrió algo? ¿De verdad piensas que haría eso sólo para hacerte daño? ¿Acaso no te demostré todo mi amor aquel verano?- dice él susurrando sosteniendo mi mirada, sólo como él sabía hacer.
-Lo hiciste, pero esperaba que todo siguiera adelante porque como tú me dijiste, la distancia no nos separaría y volveríamos a reencontrarnos. Sabes que lo estaba pasando mal y aún así me dejaste marchar...
-No pude escribirte porque cambié de dirección y perdí mi móvil de vuelta a mi casa, lo busqué desesperadamente pero no lo encontré. No tenía manera de comunicarme contigo y no sabes cuanto me dolió. Verano tras verano he venido a esta playa en tu búsqueda y por fin este año te he encontrado. Por favor, no te vayas. No podría volver a soportarlo.- me dice con lágrimas en los ojos y cogiéndome de las manos.
-¿Cómo voy a creerte Niall?- digo con voz temblorosa.- Además, tengo novio.
-Ya lo has hecho, sino ya te habrías ido. Y sé que siempre he sido el único en tu vida al igual que tú en la mía.- y deja escapar la primera lágrima que se mezcla entre el agua que hay a sus pies, haciéndola diminuta pero a la vez enorme.