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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
—Después de que yo hable con ella, no querrá tener nada más que ver con usted. Me aseguraré de que entienda lo que la gente diría de una dama que se acuesta con un gitano. Estaría mejor con un campesino. Un perro. Un...
—He captado la idea —dijo Nick. Lanzó a Frost una sonrisa blanda diseñada para enfurecer—. Pero resulta interesante, ¿no?, que la experiencia previa de la señorita Hathaway con un caballero de su propia clase la haya predispuesto ahora a mirar favorablemente a un Roma. Eso difícilmente habla bien de usted.
—Bastardo egoísta —masculló Frost—. La arruinará. No piensa nada más que en rebajarla a su nivel. Si ella le importara algo en absoluto, desaparecería por su bien.
Pasó rozando junto a Nick sin otra palabra. Pronto sus pisadas pudieron oírse mientras descendía las escaleras.
Y Nick permaneció en el umbral vacío durante mucho tiempo, hirviendo de cólera, preocupado por _______, e incluso peor, sintiéndose culpable. No podía cambiar el hecho de ser lo que era, ni podría proteger a _______ de todas las flechas que se le lanzarían como esposa de un gitano.
Pero que le condenaran si iba a dejarla seguir su camino, a través de un mundo despiadado, sin él.
—He captado la idea —dijo Nick. Lanzó a Frost una sonrisa blanda diseñada para enfurecer—. Pero resulta interesante, ¿no?, que la experiencia previa de la señorita Hathaway con un caballero de su propia clase la haya predispuesto ahora a mirar favorablemente a un Roma. Eso difícilmente habla bien de usted.
—Bastardo egoísta —masculló Frost—. La arruinará. No piensa nada más que en rebajarla a su nivel. Si ella le importara algo en absoluto, desaparecería por su bien.
Pasó rozando junto a Nick sin otra palabra. Pronto sus pisadas pudieron oírse mientras descendía las escaleras.
Y Nick permaneció en el umbral vacío durante mucho tiempo, hirviendo de cólera, preocupado por _______, e incluso peor, sintiéndose culpable. No podía cambiar el hecho de ser lo que era, ni podría proteger a _______ de todas las flechas que se le lanzarían como esposa de un gitano.
Pero que le condenaran si iba a dejarla seguir su camino, a través de un mundo despiadado, sin él.
tefisasias
Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
La cena fue un asunto taciturno, con los Westcliff y los Jonas habiendo partido hacia Bristol, y Leo que se había marchado a la taberna del pueblo en busca de diversión. Era una noche miserable. _______ había encontrado difícil imaginar que hubiera mucha algarabía con tanto frío y humedad, pero probablemente Leo estuviera desesperado por encontrar compañía más simpática de la que disponía en Stony Cross Manor.
Merripen había permanecido en su habitación, durmiendo casi todo el día, lo cual era tan inusual en él que todas las Hathaways estaban preocupadas.
—Supongo que le hará bien descansar —aventuró Poppy, cepillando ociosamente algunas migas del mantel. Un lacayo se apresuró a eliminar las migas por ella con una servilleta y una herramienta de plata—. Le ayudará a sanar más rápido, ¿no?
—¿Alguien ha echado un vistazo al hombro de Merripen? —preguntó _______, mirando hacia Win—. Probablemente sea hora de cambiar el vendaje.
—Yo lo haré —dijo Win al instante—. Y le llevaré una bandeja con la cena.
—Beatrix te acompañará —aconsejó _______.
—Puedo con la bandeja —protestó Win.
—No es eso... quiero decir que no es apropiado que estés a solas con Merripen en su habitación.
Win pareció sorprendida, e hizo una mueca.
—No necesito que venga Beatrix. Después de todo, sólo es Merripen.
Después de que Win abandonara el comedor, Poppy miró a _______.
—¿Crees que de verdad Win no sabe que él...?
—No tengo ni idea. Y nunca me atrevería a sacar a colación el tema, porque no quiero meterle ideas en la cabeza.
—Yo espero que no lo sepa —aventuró Beatrix—. Sería horrorosamente triste que lo supiera.
_______ y Poppy miraron ambas enigmáticamente a su hermana menor.
—¿Sabes de qué estamos hablando, Bea? —preguntó _______.
—Si, por supuesto. Merripen está enamorado de ella. Lo sé desde hace mucho, por como limpiaba su ventana.
—¿Limpiaba su ventana? —preguntaron ambas hermanas al mismo tiempo.
—Si, cuando vivíamos en el cottage en Primrose Place. La habitación de Win tenía una ventana batiente que daba a un enorme arce... ¿recordáis? Después de la escarlatina, cuando Win no pudo salir de la cama durante largo tiempo y estaba demasiado débil para sostener un libro, simplemente se quedaba allí tendida y observaba un nido de pájaros en una de las ramas. Vio a los bebés romper el cascarón y aprender a volar. Un día se quejó de que la ventana estaba tan sucia que apenas podía ver a través de ella, y eso daba al cielo un tono grisáceo. Desde entonces Merripen siempre mantuvo el cristal impoluto. Algunas veces se subía a una escalera de mano a limpiar el exterior, y ya sabéis como teme a las alturas. ¿Nunca le visteis hacerlo?
—No —dijo _______ con dificultad, le escocían los ojos—. No sabía que hiciera eso.
—Merripen dijo que el cielo siempre sería azul para ella —dijo Beatrix—. Y entonces fue cuando supe que él... ¿estás llorando, Poppy?
Poppy utilizaba una servilleta para limpiarse el rabillo de los ojos.
—No. Sólo he inhalado algo de pimienta.
—Yo también —dijo _______, sonándose la nariz.
Merripen había permanecido en su habitación, durmiendo casi todo el día, lo cual era tan inusual en él que todas las Hathaways estaban preocupadas.
—Supongo que le hará bien descansar —aventuró Poppy, cepillando ociosamente algunas migas del mantel. Un lacayo se apresuró a eliminar las migas por ella con una servilleta y una herramienta de plata—. Le ayudará a sanar más rápido, ¿no?
—¿Alguien ha echado un vistazo al hombro de Merripen? —preguntó _______, mirando hacia Win—. Probablemente sea hora de cambiar el vendaje.
—Yo lo haré —dijo Win al instante—. Y le llevaré una bandeja con la cena.
—Beatrix te acompañará —aconsejó _______.
—Puedo con la bandeja —protestó Win.
—No es eso... quiero decir que no es apropiado que estés a solas con Merripen en su habitación.
Win pareció sorprendida, e hizo una mueca.
—No necesito que venga Beatrix. Después de todo, sólo es Merripen.
Después de que Win abandonara el comedor, Poppy miró a _______.
—¿Crees que de verdad Win no sabe que él...?
—No tengo ni idea. Y nunca me atrevería a sacar a colación el tema, porque no quiero meterle ideas en la cabeza.
—Yo espero que no lo sepa —aventuró Beatrix—. Sería horrorosamente triste que lo supiera.
_______ y Poppy miraron ambas enigmáticamente a su hermana menor.
—¿Sabes de qué estamos hablando, Bea? —preguntó _______.
—Si, por supuesto. Merripen está enamorado de ella. Lo sé desde hace mucho, por como limpiaba su ventana.
—¿Limpiaba su ventana? —preguntaron ambas hermanas al mismo tiempo.
—Si, cuando vivíamos en el cottage en Primrose Place. La habitación de Win tenía una ventana batiente que daba a un enorme arce... ¿recordáis? Después de la escarlatina, cuando Win no pudo salir de la cama durante largo tiempo y estaba demasiado débil para sostener un libro, simplemente se quedaba allí tendida y observaba un nido de pájaros en una de las ramas. Vio a los bebés romper el cascarón y aprender a volar. Un día se quejó de que la ventana estaba tan sucia que apenas podía ver a través de ella, y eso daba al cielo un tono grisáceo. Desde entonces Merripen siempre mantuvo el cristal impoluto. Algunas veces se subía a una escalera de mano a limpiar el exterior, y ya sabéis como teme a las alturas. ¿Nunca le visteis hacerlo?
—No —dijo _______ con dificultad, le escocían los ojos—. No sabía que hiciera eso.
—Merripen dijo que el cielo siempre sería azul para ella —dijo Beatrix—. Y entonces fue cuando supe que él... ¿estás llorando, Poppy?
Poppy utilizaba una servilleta para limpiarse el rabillo de los ojos.
—No. Sólo he inhalado algo de pimienta.
—Yo también —dijo _______, sonándose la nariz.
tefisasias
Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
Win llevaba una ligera bandeja de bambú con caldo, pan y té a la habitación de Merripen. No había sido fácil persuadir a las criadas de la cocina de que podía llevar la bandeja ella misma. Tenían la firme convicción de que ningún invitado de Lord y Lady Westcliff debía cargar nada. Sin embargo, Win sabía que a Merripen le disgustaban los desconocidos, y en su vulnerable estado, se mostraría contrariado y obstinado.
Finalmente se había alcanzado un compromiso: una doncella llevaría la bandeja a lo alto de las escaleras, y Win podría llevarla a partir de allí.
Cuando se aproximaba a la habitación, Win oyó los sonidos de algo golpeando contra la pared con un golpe seco, y unos pocos gruñidos amenazadores que solo podían provenir de Merripen. Frunció el ceño, su paso se aceleró mientras procedía a recorrer el pasillo. Una doncella indignada salía de la habitación de Merripen.
—Bueno, nunca más —exclamó la doncella, roja y encrespada— entré a remover el carbón y añadir leña al fuego... ¡y ese asqueroso gitano gritó y me tiró su taza!
—Oh, querida. Lo lamento tanto. No estás herida, ¿verdad? Estoy segura de que él no tenía intención...
—No, le falló la puntería —dijo la doncella con oscura satisfacción—. El tónico le ha dejado más drogado que a un alguacil de Cable Street. —La referencia aducía a una calle de una milla de largo en Londres, conocida por abrigar gran cantidad de guaridas de opio—. Yo no entraría ahí si fuera usted, señorita. La partirá en dos tan pronto como se ponga al alcance de sus brazos. El muy bestia.
Win frunció el ceño preocupada.
—Si. Gracias. Tendré cuidado. —Tónico... el médico debía haber dejado algo extremadamente potente para embotar la agonía de la quemadura. Probablemente aderezado con sirope de opio y alcohol. Ya que Merripen nunca tomaba medicinas y raramente bebía siquiera un vaso de vino, sería altamente susceptible a las intoxicaciones.
Entrando en la habitación, Win utilizó la espalda para cerrar la puerta, y fue a dejar la bandeja en la mesita de noche. La sobresaltó un pequeño sonido que resultó ser la voz de Merripen.
—¡Te dije que te largaras! —ladró—. Te dije... —Se interrumpió cuando ella se giró para enfrentarle.
Win nunca le había visto así antes, ruborizado y desorientado, sus ojos oscuros ligeramente desenfocados. Yacía sobre su espalda, su camisa blanca abierta revelando el borde de un pesado vendaje, y los músculos brillando como bronce pulido. Estaba tenso e irradiaba aquello a lo que su madre se refería como "espíritu animal".
—Kev —dijo gentilmente, utilizando su nombre.
Habían hecho un trato una vez, después de que ella superara la escarlatina, cuando él quería que se tomara una medicina. Win se había negado hasta que él se ofreció a decirle su nombre.
Ella prometió no revelárselo nunca a nadie, y no lo había hecho. Tal vez él incluso creía que lo había olvidado.
—Quédate quieto —le urgió gentilmente—. No hay necesidad de sacar ese temperamento. Asustaste de muerte a la pobre doncella.
Merripen la observaba sin vigor, teniendo problemas para mantener la mirada enfocada.
—Me han envenenado —le dijo—. Vertiendo medicina por mi garganta. La cabeza se me enturbia. No quiero más.
Win asumió el papel de enfermera implacable, cuando todo lo que quería era mimarle y cuidarle.
—Estarías mucho peor sin ella. —Se sentó en el borde del colchón y buscó su muñeca. Su antebrazo era duro y pesado cuando se lo posó en el regazo. Presionando los dedos contra su muñeca, mantuvo la cara inexpresiva—. ¿Cuánto tónico te han dado?
La cabeza de él colgaba laxamente.
—Demasiado.
Win estuvo de acuerdo silenciosamente, sintiendo lo débil que era su pulso. Soltando su muñeca, tanteó su frente. Estaba muy caliente. ¿Era esto el principio de una fiebre? Su preocupación se agudizó.
—Déjame ver tu espalda. —Intentó separarse, pero él había subido la mano para presionar la fresca mano de ella más fuerte contra su frente. No la soltaba.
—Caliente —dijo, y cerró los ojos.
Win se sentó muy quieta, absorbiendo su esencia, el cuerpo pesadamente masculino junto al suyo, la piel suave y ardiente bajo su palma.
—Quédate fuera de mis sueños —susurró Merripen en la húmeda quietud—. No puedo dormir cuando estás aquí.
Win se permitió a sí misma acariciarle, el espeso cabello, la hermosa cara desprovista de su acostumbrada y tétrica severidad. Podía oler su piel, su sudor, la dulce respiración opiácea, el soplo pungente a miel. Merripen siempre iba bien afeitado, pero ahora la barba rascaba suavemente contra su palma. Deseó tomarle entre sus brazos, contra su pecho, como a un muchacho.
—Kev... déjame ver tu espalda.
Merripen se movió, rápido y poderoso incluso ahora, más agresivo en su estado drogado de lo que se permitiría normalmente ante ella. Siempre había manejado a Win con una especie de exagerada gentileza, como si ella pudiera romperse como un diente de león. Pero en este momento su apretón fue duro y seguro cuando la empujó hacia el colchón.
Respirando dificultosamente, la miró con vidriosa beligerancia.
—He dicho que permanezcas fuera de mis sueños.
Su cara era como la máscara de algún antiguo dios de la guerra, hermosa y ruda, la boca contorsionada, los labios lo bastante separados como para revelar los bordes de unos dientes blancos como los de un animal.
Win estaba asombrada, excitada, un poquitín asustada... pero éste era Merripen... y mientras le miraba, el filo del miedo se derritió, él bajó su cabeza hacia la de ella, y la besó.
Siempre había imaginado que habría aspereza, urgencia, presión apasionada. Pero los labios de él eran suaves, rozando contra los suyos con el calor del amanecer, la más dulce de las lluvias de verano. Abrió la boca para él maravillada, el peso sólido de él entre sus brazos, su cuerpo
Finalmente se había alcanzado un compromiso: una doncella llevaría la bandeja a lo alto de las escaleras, y Win podría llevarla a partir de allí.
Cuando se aproximaba a la habitación, Win oyó los sonidos de algo golpeando contra la pared con un golpe seco, y unos pocos gruñidos amenazadores que solo podían provenir de Merripen. Frunció el ceño, su paso se aceleró mientras procedía a recorrer el pasillo. Una doncella indignada salía de la habitación de Merripen.
—Bueno, nunca más —exclamó la doncella, roja y encrespada— entré a remover el carbón y añadir leña al fuego... ¡y ese asqueroso gitano gritó y me tiró su taza!
—Oh, querida. Lo lamento tanto. No estás herida, ¿verdad? Estoy segura de que él no tenía intención...
—No, le falló la puntería —dijo la doncella con oscura satisfacción—. El tónico le ha dejado más drogado que a un alguacil de Cable Street. —La referencia aducía a una calle de una milla de largo en Londres, conocida por abrigar gran cantidad de guaridas de opio—. Yo no entraría ahí si fuera usted, señorita. La partirá en dos tan pronto como se ponga al alcance de sus brazos. El muy bestia.
Win frunció el ceño preocupada.
—Si. Gracias. Tendré cuidado. —Tónico... el médico debía haber dejado algo extremadamente potente para embotar la agonía de la quemadura. Probablemente aderezado con sirope de opio y alcohol. Ya que Merripen nunca tomaba medicinas y raramente bebía siquiera un vaso de vino, sería altamente susceptible a las intoxicaciones.
Entrando en la habitación, Win utilizó la espalda para cerrar la puerta, y fue a dejar la bandeja en la mesita de noche. La sobresaltó un pequeño sonido que resultó ser la voz de Merripen.
—¡Te dije que te largaras! —ladró—. Te dije... —Se interrumpió cuando ella se giró para enfrentarle.
Win nunca le había visto así antes, ruborizado y desorientado, sus ojos oscuros ligeramente desenfocados. Yacía sobre su espalda, su camisa blanca abierta revelando el borde de un pesado vendaje, y los músculos brillando como bronce pulido. Estaba tenso e irradiaba aquello a lo que su madre se refería como "espíritu animal".
—Kev —dijo gentilmente, utilizando su nombre.
Habían hecho un trato una vez, después de que ella superara la escarlatina, cuando él quería que se tomara una medicina. Win se había negado hasta que él se ofreció a decirle su nombre.
Ella prometió no revelárselo nunca a nadie, y no lo había hecho. Tal vez él incluso creía que lo había olvidado.
—Quédate quieto —le urgió gentilmente—. No hay necesidad de sacar ese temperamento. Asustaste de muerte a la pobre doncella.
Merripen la observaba sin vigor, teniendo problemas para mantener la mirada enfocada.
—Me han envenenado —le dijo—. Vertiendo medicina por mi garganta. La cabeza se me enturbia. No quiero más.
Win asumió el papel de enfermera implacable, cuando todo lo que quería era mimarle y cuidarle.
—Estarías mucho peor sin ella. —Se sentó en el borde del colchón y buscó su muñeca. Su antebrazo era duro y pesado cuando se lo posó en el regazo. Presionando los dedos contra su muñeca, mantuvo la cara inexpresiva—. ¿Cuánto tónico te han dado?
La cabeza de él colgaba laxamente.
—Demasiado.
Win estuvo de acuerdo silenciosamente, sintiendo lo débil que era su pulso. Soltando su muñeca, tanteó su frente. Estaba muy caliente. ¿Era esto el principio de una fiebre? Su preocupación se agudizó.
—Déjame ver tu espalda. —Intentó separarse, pero él había subido la mano para presionar la fresca mano de ella más fuerte contra su frente. No la soltaba.
—Caliente —dijo, y cerró los ojos.
Win se sentó muy quieta, absorbiendo su esencia, el cuerpo pesadamente masculino junto al suyo, la piel suave y ardiente bajo su palma.
—Quédate fuera de mis sueños —susurró Merripen en la húmeda quietud—. No puedo dormir cuando estás aquí.
Win se permitió a sí misma acariciarle, el espeso cabello, la hermosa cara desprovista de su acostumbrada y tétrica severidad. Podía oler su piel, su sudor, la dulce respiración opiácea, el soplo pungente a miel. Merripen siempre iba bien afeitado, pero ahora la barba rascaba suavemente contra su palma. Deseó tomarle entre sus brazos, contra su pecho, como a un muchacho.
—Kev... déjame ver tu espalda.
Merripen se movió, rápido y poderoso incluso ahora, más agresivo en su estado drogado de lo que se permitiría normalmente ante ella. Siempre había manejado a Win con una especie de exagerada gentileza, como si ella pudiera romperse como un diente de león. Pero en este momento su apretón fue duro y seguro cuando la empujó hacia el colchón.
Respirando dificultosamente, la miró con vidriosa beligerancia.
—He dicho que permanezcas fuera de mis sueños.
Su cara era como la máscara de algún antiguo dios de la guerra, hermosa y ruda, la boca contorsionada, los labios lo bastante separados como para revelar los bordes de unos dientes blancos como los de un animal.
Win estaba asombrada, excitada, un poquitín asustada... pero éste era Merripen... y mientras le miraba, el filo del miedo se derritió, él bajó su cabeza hacia la de ella, y la besó.
Siempre había imaginado que habría aspereza, urgencia, presión apasionada. Pero los labios de él eran suaves, rozando contra los suyos con el calor del amanecer, la más dulce de las lluvias de verano. Abrió la boca para él maravillada, el peso sólido de él entre sus brazos, su cuerpo
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Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
Abrió la boca para él maravillada, el peso sólido de él entre sus brazos, su cuerpo presionando contra las capas arrugadas de su falda. Olvidándolo todo en el apasionado tumulto del descubrimiento, Win extendió los brazos rodeándole los hombros, hasta que él hizo una mueca y ella sintió el bulto del vendaje contra su palma.
—Kev —dijo sin respiración—. Lo siento mucho, yo... no, no te muevas. Descansa. —Le envolvió los brazos laxamente alrededor de la cabeza, estremeciéndose cuando él le besó la garganta. Frotó la nariz contra el gentil montículo de sus pechos, presionando la mejilla contra su corpiño, y suspiró.
Después de un largo e inmóvil minuto, mientras su pecho se alzaba y caía bajo la pesada cabeza de él, Win habló vacilante.
—¿Kev?
Un ligero resoplido fue su respuesta.
La primera vez que he besado a un hombre, pensó pesarosa, y le he hecho dormir.
Luchando por salir de debajo de él, Win apartó las mantas y aferró el borde de la camisa de él. El lino se pegaba a la poderosa curva de su espalda. Tirando de la camisa hasta arriba, la plegó a la altura del cuello. Alzó cuidadosamente el borde del vendaje, la venda de algodón estaba pegajosa y hedía a miel. Parpadeó ante la visión de la quemadura, que estaba roja e inflamada. El médico había dicho que se formaría una costra, pero la superficie rezumante de la herida no parecía ni remotamente estar sanando.
Viendo una marca negra en el otro lado de la espalda, Win frunció el ceño curiosamente y tiró más alto de la camisa. Lo que descubrió hizo que contuviera el aliento y sus ojos se abrieran de par en par.
A pesar de toda la robustez física de Merripen, siempre había sido un hombre excepcionalmente modesto. La familia se había burlado de él, de hecho, por su negativa a bañarse delante de nadie, o a quitarse la camisa incluso durante los esfuerzos más extenuantes.
¿Qué era esto? ¿Que significado tenía esta extraña marca, y qué podría revelar de su pasado?
—Kev —murmuró maravillada, sus dedos trazaron el patrón sobre los hombros de él—. ¿Qué secretos ocultas?
—Kev —dijo sin respiración—. Lo siento mucho, yo... no, no te muevas. Descansa. —Le envolvió los brazos laxamente alrededor de la cabeza, estremeciéndose cuando él le besó la garganta. Frotó la nariz contra el gentil montículo de sus pechos, presionando la mejilla contra su corpiño, y suspiró.
Después de un largo e inmóvil minuto, mientras su pecho se alzaba y caía bajo la pesada cabeza de él, Win habló vacilante.
—¿Kev?
Un ligero resoplido fue su respuesta.
La primera vez que he besado a un hombre, pensó pesarosa, y le he hecho dormir.
Luchando por salir de debajo de él, Win apartó las mantas y aferró el borde de la camisa de él. El lino se pegaba a la poderosa curva de su espalda. Tirando de la camisa hasta arriba, la plegó a la altura del cuello. Alzó cuidadosamente el borde del vendaje, la venda de algodón estaba pegajosa y hedía a miel. Parpadeó ante la visión de la quemadura, que estaba roja e inflamada. El médico había dicho que se formaría una costra, pero la superficie rezumante de la herida no parecía ni remotamente estar sanando.
Viendo una marca negra en el otro lado de la espalda, Win frunció el ceño curiosamente y tiró más alto de la camisa. Lo que descubrió hizo que contuviera el aliento y sus ojos se abrieran de par en par.
A pesar de toda la robustez física de Merripen, siempre había sido un hombre excepcionalmente modesto. La familia se había burlado de él, de hecho, por su negativa a bañarse delante de nadie, o a quitarse la camisa incluso durante los esfuerzos más extenuantes.
¿Qué era esto? ¿Que significado tenía esta extraña marca, y qué podría revelar de su pasado?
—Kev —murmuró maravillada, sus dedos trazaron el patrón sobre los hombros de él—. ¿Qué secretos ocultas?
tefisasias
Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
Capítulo 19
A la mañana siguiente, _______ se despertó con malas noticias, entregadas por Poppy, esta le comentó que Leo no había dormido en su cama la noche anterior y que no podían encontrarlo por ninguna parte, además la salud de Merripen había empeorado.
—Leo es un problema —refunfuñó _______, mientras se levantaba de la cama y alcanzaba su bata y sus zapatillas—. Empezó a beber ayer por la tarde y obviamente no se detuvo. No debería preocuparme por saber dónde está, o qué es lo que le sucede.
—Y si vagó hasta el exterior de la casa y… oh, no sé… tropezó con una rama de un árbol ¿o algo? ¿No deberíamos preguntar a los jardineros o labradores si lo han visto?
—Dios. Qué mortificación. —_______ se puso la bata por la cabeza y se la abrochó apresuradamente—. Supongo que sí, aunque dejando claro que no tienen que realizar una búsqueda exhaustiva. Odiaría tener que interrumpir su trabajo sólo porque nuestro hermano no sabe controlarse.
—Está afligido, _______ —dijo Poppy quedamente.
—Lo sé. Pero que Dios me ayude, estoy cansada de su aflicción. Y me hace sentir muy mal el decir esto.
Poppy la miró compasivamente y extendió la mano para abrazarla.
—No debes sentirte mal. Siempre has tenido que recoger los trozos de nuestros estropicios, por no decir otra cosa. Yo estaría también cansada, si fuera tú.
_______ le devolvió el abrazo y se apartó con un suspiro.
—Nos preocuparemos después por Leo. Ahora mismo estoy más preocupada por la salud de Merripen. ¿Lo has visto esta mañana?
—No, pero Win sí. Dice que definitivamente tiene fiebre y que la herida no está sanando. Creo que se quedó con él la mayor parte de la noche.
—Y ahora probablemente se desmayará del cansancio —dijo _______ exasperada.
Poppy dudó y frunció el ceño.
—_______…no sé si este es el mejor momento para decirte esto… pero allá abajo hay un pequeño problema. Al parecer ha desaparecido un cuchillo de plata.
_______ fue hacia la ventana y miró suplicante al cielo cargado de nubes.
—Querido Dios Misericordioso, por favor que no haya sido Beatrix.
—Amén —dijo Poppy—. Pero lo más probable es que haya sido ella.
Sintiéndose agobiada, _______ en medio de su desesperación pensó: he fallado. La casa era una ruina, Leo estaba desaparecido o quizás muerto, Merripen estaba herido, Win estaba enferma, Beatrix irá a prisión y Poppy estaba condenada a la soltería. Pero lo que dijo fue:
—Merripen primero. —Y se dirigió decididamente a la habitación de éste con Poppy pegada a sus talones.
Win estaba junto a la cama de Merripen, tan agotada que apenas podía mantenerse erguida. Su cara estaba pálida, sus ojos inyectados en sangre y tenía el cuerpo totalmente inclinado. Todavía tenía fuerzas para mantenerse en pie, pero le faltaba muy poco para acabar con ellas.
—Tiene fiebre —dijo, mientras escurría una toalla mojada y se la colocaba en la nuca.
—Mandaré a buscar al doctor. —_______ se puso a su lado—. Acuéstate.
Win agitó la cabeza.
—Después. Él me necesita ahora.
—Lo último que necesita es que te enfermes sobre él. —Le contestó _______ brevemente. Suavizó su tono cuando vio la angustia en la mirada de su hermana. —Por favor, acuéstate. Poppy y yo cuidaremos de él mientras duermes.
Despacio Win bajó la cabeza hasta que sus frentes se tocaron.
—Todo está mal, _______ —susurró ella—. Su fuerza ha desaparecido demasiado rápidamente. Y la fiebre no debió haberlo invadido tan apresuradamente.
—Lo ayudaremos a salir de esta. —Incluso a sus propios oídos, las palabras de _______ sonaron falsas. Se esforzó por esbozar una sonrisa tranquilizadora con los labios—. Ve a descansar, querida.
Win obedeció renuentemente, mientras _______ se agachaba sobre el paciente. El saludable color bronceado de Merripen se había difuminado hasta convertirse en una palidez cenicienta, sus cejas y espesas pestañas se destacaban en un vívido contraste. Dormía con la boca abierta, luchando por respirar con inspiraciones poco profundas que se deslizaban sobre la superficie resquebrajada de sus labios. No parecía posible que Merripen, siempre tan áspero y fornido, pudiera hundirse tan rápido. Al tocarle la cara, _______ se asustó por el calor elevado de su piel.
—Merripen —murmuró ella—. Despierta, querido. Poppy y yo vamos a limpiarte la herida. Debes quedarte quieto para nosotras, ¿de acuerdo?
Él tragó y asintió, sus labios agrietados se abrieron. Murmurándole con simpatía, las hermanas trabajaron en equipo, recogiéndole las sábanas hasta su cintura, levantándole el dobladillo de la camisa hasta los hombros, sacando trapos limpios, potes de ungüento y miel y vendas frescas.
_______ tocó la campanilla de los sirvientes, mientras Poppy quitaba el vendaje viejo. Arrugó la nariz ante el olor ligeramente desagradable de la carne herida que había quedado expuesta. Las hermanas intercambiaron miradas angustiadas.
Trabajando tan suave y rápidamente como le fue posible, _______ limpió la exudación que rezumaba de la herida, le aplicó ungüento fresco y la cubrió. Merripen permaneció callado y rígido, aunque su espalda se encogía al recibir el tratamiento. No pudo evitar un ocasional siseo de dolor. Y para cuando terminó, él estaba temblando.
Poppy le limpió el rostro sudoroso con un trapo seco.
—Pobre Merripen. —Le llevó un vaso de agua a los labios. Cuando él trató de negarse, le deslizó un brazo bajo la cabeza y lo levantó con insistencia—. Sí, te lo beberás. Debí haber sabido que ibas a ser un paciente terrible. Bebe, querido, o me veré obligada a cantarte algo.
A la mañana siguiente, _______ se despertó con malas noticias, entregadas por Poppy, esta le comentó que Leo no había dormido en su cama la noche anterior y que no podían encontrarlo por ninguna parte, además la salud de Merripen había empeorado.
—Leo es un problema —refunfuñó _______, mientras se levantaba de la cama y alcanzaba su bata y sus zapatillas—. Empezó a beber ayer por la tarde y obviamente no se detuvo. No debería preocuparme por saber dónde está, o qué es lo que le sucede.
—Y si vagó hasta el exterior de la casa y… oh, no sé… tropezó con una rama de un árbol ¿o algo? ¿No deberíamos preguntar a los jardineros o labradores si lo han visto?
—Dios. Qué mortificación. —_______ se puso la bata por la cabeza y se la abrochó apresuradamente—. Supongo que sí, aunque dejando claro que no tienen que realizar una búsqueda exhaustiva. Odiaría tener que interrumpir su trabajo sólo porque nuestro hermano no sabe controlarse.
—Está afligido, _______ —dijo Poppy quedamente.
—Lo sé. Pero que Dios me ayude, estoy cansada de su aflicción. Y me hace sentir muy mal el decir esto.
Poppy la miró compasivamente y extendió la mano para abrazarla.
—No debes sentirte mal. Siempre has tenido que recoger los trozos de nuestros estropicios, por no decir otra cosa. Yo estaría también cansada, si fuera tú.
_______ le devolvió el abrazo y se apartó con un suspiro.
—Nos preocuparemos después por Leo. Ahora mismo estoy más preocupada por la salud de Merripen. ¿Lo has visto esta mañana?
—No, pero Win sí. Dice que definitivamente tiene fiebre y que la herida no está sanando. Creo que se quedó con él la mayor parte de la noche.
—Y ahora probablemente se desmayará del cansancio —dijo _______ exasperada.
Poppy dudó y frunció el ceño.
—_______…no sé si este es el mejor momento para decirte esto… pero allá abajo hay un pequeño problema. Al parecer ha desaparecido un cuchillo de plata.
_______ fue hacia la ventana y miró suplicante al cielo cargado de nubes.
—Querido Dios Misericordioso, por favor que no haya sido Beatrix.
—Amén —dijo Poppy—. Pero lo más probable es que haya sido ella.
Sintiéndose agobiada, _______ en medio de su desesperación pensó: he fallado. La casa era una ruina, Leo estaba desaparecido o quizás muerto, Merripen estaba herido, Win estaba enferma, Beatrix irá a prisión y Poppy estaba condenada a la soltería. Pero lo que dijo fue:
—Merripen primero. —Y se dirigió decididamente a la habitación de éste con Poppy pegada a sus talones.
Win estaba junto a la cama de Merripen, tan agotada que apenas podía mantenerse erguida. Su cara estaba pálida, sus ojos inyectados en sangre y tenía el cuerpo totalmente inclinado. Todavía tenía fuerzas para mantenerse en pie, pero le faltaba muy poco para acabar con ellas.
—Tiene fiebre —dijo, mientras escurría una toalla mojada y se la colocaba en la nuca.
—Mandaré a buscar al doctor. —_______ se puso a su lado—. Acuéstate.
Win agitó la cabeza.
—Después. Él me necesita ahora.
—Lo último que necesita es que te enfermes sobre él. —Le contestó _______ brevemente. Suavizó su tono cuando vio la angustia en la mirada de su hermana. —Por favor, acuéstate. Poppy y yo cuidaremos de él mientras duermes.
Despacio Win bajó la cabeza hasta que sus frentes se tocaron.
—Todo está mal, _______ —susurró ella—. Su fuerza ha desaparecido demasiado rápidamente. Y la fiebre no debió haberlo invadido tan apresuradamente.
—Lo ayudaremos a salir de esta. —Incluso a sus propios oídos, las palabras de _______ sonaron falsas. Se esforzó por esbozar una sonrisa tranquilizadora con los labios—. Ve a descansar, querida.
Win obedeció renuentemente, mientras _______ se agachaba sobre el paciente. El saludable color bronceado de Merripen se había difuminado hasta convertirse en una palidez cenicienta, sus cejas y espesas pestañas se destacaban en un vívido contraste. Dormía con la boca abierta, luchando por respirar con inspiraciones poco profundas que se deslizaban sobre la superficie resquebrajada de sus labios. No parecía posible que Merripen, siempre tan áspero y fornido, pudiera hundirse tan rápido. Al tocarle la cara, _______ se asustó por el calor elevado de su piel.
—Merripen —murmuró ella—. Despierta, querido. Poppy y yo vamos a limpiarte la herida. Debes quedarte quieto para nosotras, ¿de acuerdo?
Él tragó y asintió, sus labios agrietados se abrieron. Murmurándole con simpatía, las hermanas trabajaron en equipo, recogiéndole las sábanas hasta su cintura, levantándole el dobladillo de la camisa hasta los hombros, sacando trapos limpios, potes de ungüento y miel y vendas frescas.
_______ tocó la campanilla de los sirvientes, mientras Poppy quitaba el vendaje viejo. Arrugó la nariz ante el olor ligeramente desagradable de la carne herida que había quedado expuesta. Las hermanas intercambiaron miradas angustiadas.
Trabajando tan suave y rápidamente como le fue posible, _______ limpió la exudación que rezumaba de la herida, le aplicó ungüento fresco y la cubrió. Merripen permaneció callado y rígido, aunque su espalda se encogía al recibir el tratamiento. No pudo evitar un ocasional siseo de dolor. Y para cuando terminó, él estaba temblando.
Poppy le limpió el rostro sudoroso con un trapo seco.
—Pobre Merripen. —Le llevó un vaso de agua a los labios. Cuando él trató de negarse, le deslizó un brazo bajo la cabeza y lo levantó con insistencia—. Sí, te lo beberás. Debí haber sabido que ibas a ser un paciente terrible. Bebe, querido, o me veré obligada a cantarte algo.
tefisasias
Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
_______ reprimió una mueca al ver como Merripen obedecía.
—Tu forma de cantar no es tan terrible, Poppy. Papá siempre dijo que cantabas como los pájaros.
—Quería decir como un loro —dijo Merripen roncamente, mientras apoyaba su cabeza en el brazo de Poppy.
—Sólo por eso —le informó Poppy—, voy a enviar a Beatrix para que te cuide hoy. Probablemente meterá a una de sus mascotas en la cama contigo, y extenderá sus cartas en el suelo. Y si tienes suerte, traerá sus potes de cola y podrás ayudarla a hacer ropa de papel para su muñeca.
Merripen lanzó a _______ una mirada suplicante llena de silencioso sufrimiento, y ella sonrió.
—Si eso no te inspira rápidamente a mejorarte, querido, nada lo hará.
Pero cuando los siguientes dos días pasaron, Merripen empeoró. El doctor parecía impotente para hacer algo, excepto ofrecerle el mismo tratamiento. La herida se estaba infectando, admitió. Se podría decir al respecto que la sangre que rezumaba era blanca y que la piel alrededor de la herida se estaba tiñendo de negro, un proceso inevitable que eventualmente envenenaría todo el cuerpo de Merripen.
Merripen perdió peso rápidamente, tan rápido como era humanamente posible. Eso sucedía a menudo con las lesiones producidas por quemaduras, dijo el doctor. El cuerpo se consumía en un esfuerzo por sanar las heridas. Lo que más preocupaba a _______ era que el ánimo de Merripen se volvía tan apático que ni siquiera Win parecía penetrar en él.
—No puede resistir el sentirse desvalido —le dijo Win a _______, mientras sostenía la mano de Merripen cuando él estaba dormido.
—A nadie le gusta sentirse desvalido —contestó _______.
—Esto no tiene nada que ver con que a uno le guste o no. Creo que literalmente Merripen no puede tolerarlo. Y por eso se evade. —Win acariciaba gentilmente los morenos y flojos dedos, tan poderosos y llenos de callos por el trabajo.
Observando la tierna preocupación de la expresión de su hermana, _______ no pudo evitar preguntarle suavemente:
— Lo amas, Win?
Y su hermana, ilegible como una esfinge, volvió sus misteriosos ojos azules hacia ella.
—Por supuesto que sí. Todos amamos a Merripen, ¿no?
Esa no era la respuesta que esperaba. Pero _______ sentía que no tenía derecho a inmiscuirse en este asunto.
Otro asunto que la tenía cada vez más preocupada era la continua ausencia de Leo. Se había llevado un caballo pero no había empacado ninguna de sus pertenencias, ¿Podría haber cabalgado hasta Londres? Conociendo la aversión que le tenía su hermano a viajar, _______ no lo creía posible. Probablemente aún estaba en Hampshire, aunque el lugar donde se alojaba era un misterio. No estaba en la taberna del pueblo, ni en Ramsay House, ni en ninguna parte de la propiedad Westcliff.
Para alivio de _______, Christopher Frost vino de visita una tarde, vestido con un sobrio atavío. Guapo y perfumado con colonia cara, traía un ramillete perfectamente arreglado de flores, envuelto con un elegante lazo de pergamino.
_______ se encontró con él en el salón la planta baja. En su tristeza por la enfermedad de Merripen y la desaparición de Leo, todas las reservas que podía haber sentido hacia Christopher desaparecieron. Las heridas del pasado estaban confinadas en algún recóndito lugar de su mente, y en ese momento necesitaba un amigo.
Tomando sus dos manos entre las suyas, Christopher se sentó con ella en un canapé acolchado.
—_______ —le murmuró preocupado—. Por tu aspecto, puedo percibir lo preocupada que estás. ¿No me digas que la condición de Merripen ha empeorado?
—Está mucho peor. —Dijo ella, agradecida por el fuerte apretón de sus manos—. El doctor parece no encontrar ningún otro remedio, y cree que cualquier cura común no tendría ningún efecto positivo, y que sólo causaría a Merripen mucha más incomodidad. Tengo tanto miedo de que lo perdamos.
Sus pulgares le acariciaron suavemente la cima de los nudillos.
—Lo siento. Sé lo que él significa para tu familia. ¿Quieres que te envíe un doctor de Londres?
—Creo que no hay tiempo. —Sintió emerger las lágrimas y las contuvo con mucho esfuerzo.
—Si puedo ayudarte en algo, sólo tienes que pedírmelo.
—Hay algo…—Le habló de la ausencia de Leo y que sabía a ciencia cierta de que se encontraba en algún lugar de Hampshire—. Alguien tiene que encontrarlo —dijo—. Yo lo buscaría, pero me necesitan aquí. Y él tiende a ir a lugares donde…
—Donde no va la gente respetable —terminó Christopher irónicamente —. Conociendo a tu hermano como lo hago, querida, probablemente sea mejor dejarlo dondequiera que esté hasta que la duerma y la neblina se disipe.
—Pero podría estar herido, o en peligro. Él… —Ella percibió en su expresión que la última cosa que Christopher quería hacer era buscar a su hermano descarriado—. Sí preguntaras a algunas personas del pueblo si lo han visto por ahí, te lo agradecería.
—Lo haré. Te lo prometo. —La sorprendió extendiendo la mano hacia ella, y cerrando los brazos a su alrededor. Ella se puso rígida pero permitió que la atrajera cerca—. Pobrecita—murmuró—. Tienes tantas cargas que llevar.
Había habido un tiempo en el que _______ habría anhelado apasionadamente un momento como este. Ser sostenida por Christopher, consolada por él. En esa ocasión se hubiera sentido en el cielo.
tefisasias
Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
Pero ahora no se sentía igual que antes.
—Christoph…—empezó, mientras se apartaba de él, pero la boca de él atrapó la suya, y se quedó helada de asombro cuando la besó. Esto, también, era diferente… y aunque solo por un momento, recordó como había sido, lo feliz que había sido una vez a su lado. Parecía que hubiera sido hacía tanto tiempo, ese momento antes de la escarlatina, cuando había sido inocente y soñadora y el futuro estaba lleno de promesas.
Apartó la cara de la de él.
—No, Christopher.
—Por supuesto. —Él presionó los labios contra su cabello—. Este no es el momento apropiado para esto. Lo siento.
—Estoy tan preocupada por mi hermano y Merripen que no puedo pensar en otra cosa…
—Lo sé, cariño. —La miró nuevamente a la cara—. Voy a ayudaros a ti y a tu familia. No hay nada que desee más que tu seguridad y felicidad. Y tú necesitas de mi protección. Con tu familia en dificultades, cualquiera podría aprovecharse fácilmente.
Ella frunció el ceño.
—Nadie está aprovechándose de mí.
—¿Y qué hay del gitano?
—¿Te refieres al señor Miller?
Christopher asintió.
—Tuve la oportunidad de encontrarme con él cuando iba de camino a Londres, y hablo de ti en unos términos… bueno, basta con decir que no es un caballero. Me ofendí en tu nombre.
—¿Qué dijo?
—Gritó a los cuatro vientos que tú y él ibais a casaros. —Se le escapó una sonrisa despreciativa—. Como si tú pudieras rebajarte a eso. Un medio gitano sin modales ni educación.
_______ sintió la furiosa necesidad de defenderlo. Miró fijamente al rostro del hombre al que una vez había amado tan desesperadamente. Era la encarnación de todo lo que una joven desearía del matrimonio. Sin duda hacía mucho tiempo, hubiera podido compararlo con Nick Miller y encontrar a Christopher muy por encima de él. Pero ella ya no era la mujer que había sido… y Christopher no era el caballero de brillante armadura que había creído que era.
—No creo que eso fuera rebajarme —dijo—. El señor Miller es un caballero y altamente estimado por sus amigos.
—Sólo lo encuentran lo suficientemente entretenido para las ocasiones sociales, pero nunca lo tratarán como un igual. Y nunca será un caballero. Eso lo entiende todo el mundo, querida, incluso el mismo Miller.
—Pues yo ni lo entiendo ni lo acepto—dijo ella—. Se necesitan más cosas para ser un caballero que tener finos modales.
Christopher examinó intensamente su rostro indignado.
—Muy bien, no vamos a discutir por él, si eso te acalora. Pero nunca olvides que los gitanos son famosos por su encanto y sus engaños. El principio que los gobierna es buscar su propio placer sin considerar responsabilidades o consecuencias. Tu fe hacia él está equivocada, _______. Sólo espero que no le hayas confiado ningún negocio de tu familia o algún tipo de asunto legal.
—Aprecio tu preocupación —contestó ella, deseando que se marchara e intentara encontrar a su hermano extraviado—. Pero los asuntos de mi familia permanecen en las manos de Lord Ramsay y en las mías.
—¿Entonces Miller no regresará de Londres? ¿Tu conexión con él ha terminado?
—Regresará —admitió ella renuentemente—, para traer algunos expertos que nos aconsejarán sobre lo que puede hacerse con Ramsay House.
—Ah. —Había la suficiente condescendencia en su tono como para hacerla rechinas los dientes. Christopher agitó la cabeza y permaneció en silencio largo rato.
—¿Y sólo aceptarás su consejo en ese asunto? —preguntó finalmente—. ¿O me permitirás hacer algunas recomendaciones en un asunto en el cual estoy completamente capacitado mientras que él no tiene ni idea?
—Por supuesto que tus recomendaciones serían bienvenidas.
—¿Entonces puedo visitar Ramsay House para hacer algunas apreciaciones profesionales por mí mismo?
—Si lo deseas. Es muy amable por tu parte. Aunque…—Se detuvo insegura—. No desearía que malgastaras todo tu tiempo allí.
—Cualquier tiempo a tu servicio estará bien empleado. —Se inclinó y rozó sus labios contra los suyos antes de que ella tuviera la oportunidad de apartarse.
—Christopher, estoy más preocupada por mi hermano que por la casa…
—Claro —dijo él tranquilizadoramente—. Preguntaré por él y si oigo cualquier cosa, te la comentaré inmediatamente.
—Gracias.
Pero de algún modo supo cuando Christopher se marchó que la búsqueda de Leo carecería de entusiasmo en el mejor de los casos. La desesperación se arrastró a través de ella como una fría y pesada ola.
—Christoph…—empezó, mientras se apartaba de él, pero la boca de él atrapó la suya, y se quedó helada de asombro cuando la besó. Esto, también, era diferente… y aunque solo por un momento, recordó como había sido, lo feliz que había sido una vez a su lado. Parecía que hubiera sido hacía tanto tiempo, ese momento antes de la escarlatina, cuando había sido inocente y soñadora y el futuro estaba lleno de promesas.
Apartó la cara de la de él.
—No, Christopher.
—Por supuesto. —Él presionó los labios contra su cabello—. Este no es el momento apropiado para esto. Lo siento.
—Estoy tan preocupada por mi hermano y Merripen que no puedo pensar en otra cosa…
—Lo sé, cariño. —La miró nuevamente a la cara—. Voy a ayudaros a ti y a tu familia. No hay nada que desee más que tu seguridad y felicidad. Y tú necesitas de mi protección. Con tu familia en dificultades, cualquiera podría aprovecharse fácilmente.
Ella frunció el ceño.
—Nadie está aprovechándose de mí.
—¿Y qué hay del gitano?
—¿Te refieres al señor Miller?
Christopher asintió.
—Tuve la oportunidad de encontrarme con él cuando iba de camino a Londres, y hablo de ti en unos términos… bueno, basta con decir que no es un caballero. Me ofendí en tu nombre.
—¿Qué dijo?
—Gritó a los cuatro vientos que tú y él ibais a casaros. —Se le escapó una sonrisa despreciativa—. Como si tú pudieras rebajarte a eso. Un medio gitano sin modales ni educación.
_______ sintió la furiosa necesidad de defenderlo. Miró fijamente al rostro del hombre al que una vez había amado tan desesperadamente. Era la encarnación de todo lo que una joven desearía del matrimonio. Sin duda hacía mucho tiempo, hubiera podido compararlo con Nick Miller y encontrar a Christopher muy por encima de él. Pero ella ya no era la mujer que había sido… y Christopher no era el caballero de brillante armadura que había creído que era.
—No creo que eso fuera rebajarme —dijo—. El señor Miller es un caballero y altamente estimado por sus amigos.
—Sólo lo encuentran lo suficientemente entretenido para las ocasiones sociales, pero nunca lo tratarán como un igual. Y nunca será un caballero. Eso lo entiende todo el mundo, querida, incluso el mismo Miller.
—Pues yo ni lo entiendo ni lo acepto—dijo ella—. Se necesitan más cosas para ser un caballero que tener finos modales.
Christopher examinó intensamente su rostro indignado.
—Muy bien, no vamos a discutir por él, si eso te acalora. Pero nunca olvides que los gitanos son famosos por su encanto y sus engaños. El principio que los gobierna es buscar su propio placer sin considerar responsabilidades o consecuencias. Tu fe hacia él está equivocada, _______. Sólo espero que no le hayas confiado ningún negocio de tu familia o algún tipo de asunto legal.
—Aprecio tu preocupación —contestó ella, deseando que se marchara e intentara encontrar a su hermano extraviado—. Pero los asuntos de mi familia permanecen en las manos de Lord Ramsay y en las mías.
—¿Entonces Miller no regresará de Londres? ¿Tu conexión con él ha terminado?
—Regresará —admitió ella renuentemente—, para traer algunos expertos que nos aconsejarán sobre lo que puede hacerse con Ramsay House.
—Ah. —Había la suficiente condescendencia en su tono como para hacerla rechinas los dientes. Christopher agitó la cabeza y permaneció en silencio largo rato.
—¿Y sólo aceptarás su consejo en ese asunto? —preguntó finalmente—. ¿O me permitirás hacer algunas recomendaciones en un asunto en el cual estoy completamente capacitado mientras que él no tiene ni idea?
—Por supuesto que tus recomendaciones serían bienvenidas.
—¿Entonces puedo visitar Ramsay House para hacer algunas apreciaciones profesionales por mí mismo?
—Si lo deseas. Es muy amable por tu parte. Aunque…—Se detuvo insegura—. No desearía que malgastaras todo tu tiempo allí.
—Cualquier tiempo a tu servicio estará bien empleado. —Se inclinó y rozó sus labios contra los suyos antes de que ella tuviera la oportunidad de apartarse.
—Christopher, estoy más preocupada por mi hermano que por la casa…
—Claro —dijo él tranquilizadoramente—. Preguntaré por él y si oigo cualquier cosa, te la comentaré inmediatamente.
—Gracias.
Pero de algún modo supo cuando Christopher se marchó que la búsqueda de Leo carecería de entusiasmo en el mejor de los casos. La desesperación se arrastró a través de ella como una fría y pesada ola.
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Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
A la mañana siguiente, _______ despertó de una pesadilla sacudiendo los brazos y las piernas, mientras su corazón latía con fuerza. Había soñado que encontraba a Leo flotando bocabajo en un estanque, y cuando había nadado hacia él, para intentar llevarlo a la orilla, su cuerpo había comenzado a hundirse. No podía mantenerlo a flote, y cuando el cuerpo se alejó un poco más en medio de las aguas negras, ella se sumergió con él… ahogándose con el agua, incapaz de ver o de respirar…
Temblando, se levantó de la cama y alcanzó sus zapatillas y su bata. Todavía era temprano, la casa aún estaba oscura y callada. Se dirigió hacia la puerta, e hizo una pausa cuando puso la mano sobre el pomo. El miedo bombeó a través de sus venas. No quería salir de la habitación. Tenía miedo de encontrarse con que Merripen había muerto en mitad de la noche… la asustaba también que su hermano hubiera sufrido una tragedia… y lo que más la aterrorizaba era que no sería capaz de aceptar lo peor, si aún estaba por venir. No se sentía con las fuerzas suficientes.
Tan sólo pensar en sus hermanas le hizo apretar el pomo y girarlo. Por ellas, podría parecer decidida y confiada. Haría cualquier cosa que tuviera que hacer.
Apresurándose a lo largo del vestíbulo, empujó la puerta entreabierta del cuarto de Merripen y acercó a su cama.
La tenue luz del alba apenas si aliviaba la oscuridad, pero era lo suficientemente clara como para permitir a _______ vislumbrar a dos personas yaciendo en la cama. Merripen estaba de costado, las que antes habían sido las fuertes líneas de su cuerpo derrumbadas y laxas. Y junto a él había una figura delgada, Win dormía a su lado, totalmente vestida, con los pies metidos bajo la falda de su vestido de andar por casa. Aunque era imposible que una criatura tan delicada protegiera a alguien tan enorme, el cuerpo de Win estaba encorvado como si pudiera protegerlo. _______ los miró fijamente maravillada, entendiendo más con la escena de lo que cualquier palabra podría haber implicado. Su posición transmitía anhelo y contención, incluso mientras dormían.
Comprendió que su hermana había abierto los ojos... había un brillo en ellos. Win no emitió ningún sonido ni hizo ningún movimiento, su expresión era de gravedad, como si estuviera absorta coleccionando cada segundo que pasaba con él.
Agobiada con la compasión y el dolor compartido, _______ apartó la mirada de su hermana. Se alejó de la cama y salió de la habitación.
Casi tropieza con Poppy que también atravesaba en ese momento el pasillo con su fantasmal bata blanca.
—¿Cómo está Merripen? —preguntó Poppy.
A _______ le dolía la garganta. Era muy difícil hablar.
—No muy bien. Está durmiendo. Vamos a la cocina y pongamos una olla al fuego.
Se dirigieron hacia las escaleras.
—_______, soñé toda la noche con Leo. Tuve terribles pesadillas.
—Igual que yo.
—¿Crees que… se ha herido a sí mismo?
—Espero que no, con todo mi corazón. Pero creo que puede ser posible.
—Sí —susurró Poppy—. Yo también lo creo. —Emitió un pesado suspiro—. Pobre Beatrix.
—¿Por qué dices eso?
—Ella todavía es tan joven, haber perdido ya a tantas personas… a Padre y a Madre, y ahora quizás también a Merripen y a Leo.
—No hemos perdido a Merripen y Leo aún.
—A estas alturas, sería un milagro si podemos mantener con vida al menos a uno de ellos.
—Siempre eres tan alegre por las mañanas. —_______ tomó su mano y la apretó. Intentando ignorar el peso de la desesperación en su propio pecho, le dijo firmemente —: No te rindas aún, Poppy. Mantengamos la esperanza a flote todo el tiempo que podamos.
Llegaron al final de los escalones.
—_______. —Poppy sonaba un poco molesta—. ¿Nunca has sentido la necesidad de tirarte al suelo y llorar?
Sí, pensó _______. Ahora mismo, de hecho. Pero no podía permitirse el lujo de derramar sus lágrimas.
—No, claro que no. Llorar no ayuda a resolver nada.
—¿Nunca has querido apoyarte en el hombro de alguien?
—No necesito el hombro de nadie. Tengo dos absolutamente sanos.
—Eso es estúpido. No puedes apoyarte en tu propio hombro.
—Poppy, si quieres empezar el día discutiendo… —_______ se interrumpió cuando percibió un ruido afuera, era el retumbar y el deslizar sobre la grava de un carruaje y cascos de caballos.
—¿Cielos, quién podría venir a esta hora?
—El doctor —supuso Poppy.
—No, aún no lo he mandado llamar.
—Quizás Lord Westcliff ha regresado.
—Pero no hay ninguna razón para eso, sobre todo para que llegue tan temprano…
Un lacayo golpeó la puerta, el sonido resonó a través del vestíbulo de entrada. Ambas intercambiaron miradas de inquietud.
—No podemos abrir —dijo _______—. Aún estamos en camisón.
Una sirvienta entró en el vestíbulo. Bajando un cubo de carbón, se limpió las manos en su delantal y corrió hacia la puerta. Destrabando el enorme portal, lo abrió y se inclinó para hacer una cortesía.
—Vete —murmuró _______, mientras empujaba a Poppy para que subiera nuevamente los escalones. Pero cuando miró hacia atrás por encima de su hombro para ver quien había llegado, la visión de la figura alta y oscura de un hombre hizo que saltaran chispas en su interior. Se detuvo con un pie en el primer escalón, mirando y mirando hasta que un par de ojos color ámbar alzaron la mirada en su dirección.
Nicholas.
Parecía desaliñado y desvergonzado, como un bandido a la fuga. Una sonrisa se extendió por sus labios, mientras la miraba con intensidad.
—Parece que no puedo vivir lejos de ti —dijo.
Corrió hacia él sin pensar, casi tropezando en su apresuramiento.
—Nick…
Temblando, se levantó de la cama y alcanzó sus zapatillas y su bata. Todavía era temprano, la casa aún estaba oscura y callada. Se dirigió hacia la puerta, e hizo una pausa cuando puso la mano sobre el pomo. El miedo bombeó a través de sus venas. No quería salir de la habitación. Tenía miedo de encontrarse con que Merripen había muerto en mitad de la noche… la asustaba también que su hermano hubiera sufrido una tragedia… y lo que más la aterrorizaba era que no sería capaz de aceptar lo peor, si aún estaba por venir. No se sentía con las fuerzas suficientes.
Tan sólo pensar en sus hermanas le hizo apretar el pomo y girarlo. Por ellas, podría parecer decidida y confiada. Haría cualquier cosa que tuviera que hacer.
Apresurándose a lo largo del vestíbulo, empujó la puerta entreabierta del cuarto de Merripen y acercó a su cama.
La tenue luz del alba apenas si aliviaba la oscuridad, pero era lo suficientemente clara como para permitir a _______ vislumbrar a dos personas yaciendo en la cama. Merripen estaba de costado, las que antes habían sido las fuertes líneas de su cuerpo derrumbadas y laxas. Y junto a él había una figura delgada, Win dormía a su lado, totalmente vestida, con los pies metidos bajo la falda de su vestido de andar por casa. Aunque era imposible que una criatura tan delicada protegiera a alguien tan enorme, el cuerpo de Win estaba encorvado como si pudiera protegerlo. _______ los miró fijamente maravillada, entendiendo más con la escena de lo que cualquier palabra podría haber implicado. Su posición transmitía anhelo y contención, incluso mientras dormían.
Comprendió que su hermana había abierto los ojos... había un brillo en ellos. Win no emitió ningún sonido ni hizo ningún movimiento, su expresión era de gravedad, como si estuviera absorta coleccionando cada segundo que pasaba con él.
Agobiada con la compasión y el dolor compartido, _______ apartó la mirada de su hermana. Se alejó de la cama y salió de la habitación.
Casi tropieza con Poppy que también atravesaba en ese momento el pasillo con su fantasmal bata blanca.
—¿Cómo está Merripen? —preguntó Poppy.
A _______ le dolía la garganta. Era muy difícil hablar.
—No muy bien. Está durmiendo. Vamos a la cocina y pongamos una olla al fuego.
Se dirigieron hacia las escaleras.
—_______, soñé toda la noche con Leo. Tuve terribles pesadillas.
—Igual que yo.
—¿Crees que… se ha herido a sí mismo?
—Espero que no, con todo mi corazón. Pero creo que puede ser posible.
—Sí —susurró Poppy—. Yo también lo creo. —Emitió un pesado suspiro—. Pobre Beatrix.
—¿Por qué dices eso?
—Ella todavía es tan joven, haber perdido ya a tantas personas… a Padre y a Madre, y ahora quizás también a Merripen y a Leo.
—No hemos perdido a Merripen y Leo aún.
—A estas alturas, sería un milagro si podemos mantener con vida al menos a uno de ellos.
—Siempre eres tan alegre por las mañanas. —_______ tomó su mano y la apretó. Intentando ignorar el peso de la desesperación en su propio pecho, le dijo firmemente —: No te rindas aún, Poppy. Mantengamos la esperanza a flote todo el tiempo que podamos.
Llegaron al final de los escalones.
—_______. —Poppy sonaba un poco molesta—. ¿Nunca has sentido la necesidad de tirarte al suelo y llorar?
Sí, pensó _______. Ahora mismo, de hecho. Pero no podía permitirse el lujo de derramar sus lágrimas.
—No, claro que no. Llorar no ayuda a resolver nada.
—¿Nunca has querido apoyarte en el hombro de alguien?
—No necesito el hombro de nadie. Tengo dos absolutamente sanos.
—Eso es estúpido. No puedes apoyarte en tu propio hombro.
—Poppy, si quieres empezar el día discutiendo… —_______ se interrumpió cuando percibió un ruido afuera, era el retumbar y el deslizar sobre la grava de un carruaje y cascos de caballos.
—¿Cielos, quién podría venir a esta hora?
—El doctor —supuso Poppy.
—No, aún no lo he mandado llamar.
—Quizás Lord Westcliff ha regresado.
—Pero no hay ninguna razón para eso, sobre todo para que llegue tan temprano…
Un lacayo golpeó la puerta, el sonido resonó a través del vestíbulo de entrada. Ambas intercambiaron miradas de inquietud.
—No podemos abrir —dijo _______—. Aún estamos en camisón.
Una sirvienta entró en el vestíbulo. Bajando un cubo de carbón, se limpió las manos en su delantal y corrió hacia la puerta. Destrabando el enorme portal, lo abrió y se inclinó para hacer una cortesía.
—Vete —murmuró _______, mientras empujaba a Poppy para que subiera nuevamente los escalones. Pero cuando miró hacia atrás por encima de su hombro para ver quien había llegado, la visión de la figura alta y oscura de un hombre hizo que saltaran chispas en su interior. Se detuvo con un pie en el primer escalón, mirando y mirando hasta que un par de ojos color ámbar alzaron la mirada en su dirección.
Nicholas.
Parecía desaliñado y desvergonzado, como un bandido a la fuga. Una sonrisa se extendió por sus labios, mientras la miraba con intensidad.
—Parece que no puedo vivir lejos de ti —dijo.
Corrió hacia él sin pensar, casi tropezando en su apresuramiento.
—Nick…
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Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
La cogió con una risa suave. El olor a campo se aferraba a él; tierra mojada, humedad, hojas. La llovizna que permanecía sobre su abrigo penetró a través de la delgada tela del camisón. Sintiéndola temblar, Nick se abrió el abrigo con un murmullo sin palabras y la empujó contra el asilo caluroso de su cuerpo. _______ era vagamente consciente de la presencia de los sirvientes que se movían a través del vestíbulo de la entrada, y de la cercanía de su hermana. Estaba haciendo una escena, debía apartarse y tratar de comportarse. Pero no podía. No aún.
—Debes haber viajado todo la noche —se oyó decir a sí misma.
—Tenía que volver pronto. —_______ sintió sus labios rozarle el cabello alborotado—. Dejé algunas cosas sin terminar. Pero sentí el presentimiento de que podías necesitarme. Dime que ha pasado, cariño.
_______ abrió la boca para contestarle, pero para su eterna mortificación, el único sonido que emitió fue algo parecido al graznido de un cuervo miserable. Su autodominio se derrumbó. Agitó la cabeza, se ahogó en medio de sollozos, y cuanto más intentaba contenerlos, peor se volvían.
Nick la aferró firme y profundamente dentro de su abrazo. La espantosa tormenta de lágrimas no parecía molestarlo en lo absoluto. Tomó una de las manos de _______ y la aplastó contra su corazón, hasta que ella pudo sentir su latido fuerte y firme. En un mundo que estaba desintegrándose a su alrededor, él era la cosa más sólida y real.
—Todo va bien —le oyó murmurar—. Ya estoy aquí.
Alarmada por su propia falta de autodisciplina, _______ hizo un precario esfuerzo por enderezarse, pero él solo la abrazó más fuerte.
—No, no te apartes. Te tengo. —Acunó la temblorosa figura contra su pecho. Notando la torpe retirada de Poppy, Nick le brindó una sonrisa tranquilizadora—. No te preocupes, hermanita.
—_______ casi nunca llora —dijo Poppy.
—Ella está bien. —Nick pasaba una mano por la espina dorsal de _______ con caricias consoladoras—. Solo necesita…
Cuando hizo una pausa, Poppy dijo:
—Un hombro en el que llorar.
—Sí. —Condujo a _______ hacia los escalones y le hizo señas a Poppy, para que se sentara junto a ellos.
Con _______ acunada en su regazo, Nick encontró un pañuelo en su bolsillo y le limpió los ojos y la nariz. Cuando resultó evidente que no podía extraerse ningún sentido de sus confusas palabras, la acalló suavemente y la sostuvo contra su fornido y cálido cuerpo mientras ella sollozaba y escondía el rostro. Inundada de alivio, le permitió mecerla como si fuera una niña.
Mientras _______ hipaba y se sosegaba entre sus brazos, Nick hizo algunas preguntas a Poppy, quien le habló del complicado estado de salud de Merripen y la desaparición de Leo, e incluso de la pieza de la cubertería de plata extraviada.
Finalmente, logrando controlarse, _______ se aclaró la dolorida garganta. Alzó la cabeza del hombro de Nick y pestañeó.
—¿Mejor?—preguntó él, mientras le sostenía el pañuelo ante la nariz.
_______ asintió y sopló obedientemente.
—Lo siento—dijo con una voz apagada—. No debería haberme convertido en un colador. Ya he terminado.
Nick parecía ver directamente en su interior. Su voz fue muy suave cuando le dijo:
—No tienes que disculparte. Y tampoco has terminado aún.
Ella comprendió que sin importar lo que hiciera o dijera, o cuánto tiempo quisiera llorar, él lo aceptaría. Y la consolaría. Eso hizo que de sus ojos se derramaran lágrimas de nuevo. Arrastró la mano por el cuello abierto de su camisa, que revelaba en su hendidura una visión de piel dorada por el sol. Dejó que sus dedos vagaran alrededor de la prenda de lino.
—¿Crees que Leo podría estar muerto? —susurró.
Él no le ofreció ninguna falsa esperanza, ni promesas vacías, solo le acarició la mejilla húmeda con sus nudillos.
—Pase lo que pase, lo afrontaremos juntos.
—Nick… ¿harías algo por mí?
—Lo que sea.
—¿Podrías encontrar esas plantas que Merripen le dio a Win y a Leo para curar la escarlatina?
Él se echó hacia atrás y la miró.
—¿La belladona mortal? Eso no funcionaría en este caso, cariño.
—Pero tiene fiebre.
—Causada por una herida infectada. Lo que debemos hacer es tratar la fuente de la fiebre. —Le deslizó la mano por la nuca, aliviándole los músculos tensamente atados. Miraba fijamente a un punto distante en el suelo, como si estuviera concentrado en algo. Sus pestañas espesas sombreaban sus ojos color avellana—. Vamos a echar un vistazo a Merripen.
—¿Cree que puede ayudarlo? —preguntó Poppy, saltando sobre sus pies.
—Debes haber viajado todo la noche —se oyó decir a sí misma.
—Tenía que volver pronto. —_______ sintió sus labios rozarle el cabello alborotado—. Dejé algunas cosas sin terminar. Pero sentí el presentimiento de que podías necesitarme. Dime que ha pasado, cariño.
_______ abrió la boca para contestarle, pero para su eterna mortificación, el único sonido que emitió fue algo parecido al graznido de un cuervo miserable. Su autodominio se derrumbó. Agitó la cabeza, se ahogó en medio de sollozos, y cuanto más intentaba contenerlos, peor se volvían.
Nick la aferró firme y profundamente dentro de su abrazo. La espantosa tormenta de lágrimas no parecía molestarlo en lo absoluto. Tomó una de las manos de _______ y la aplastó contra su corazón, hasta que ella pudo sentir su latido fuerte y firme. En un mundo que estaba desintegrándose a su alrededor, él era la cosa más sólida y real.
—Todo va bien —le oyó murmurar—. Ya estoy aquí.
Alarmada por su propia falta de autodisciplina, _______ hizo un precario esfuerzo por enderezarse, pero él solo la abrazó más fuerte.
—No, no te apartes. Te tengo. —Acunó la temblorosa figura contra su pecho. Notando la torpe retirada de Poppy, Nick le brindó una sonrisa tranquilizadora—. No te preocupes, hermanita.
—_______ casi nunca llora —dijo Poppy.
—Ella está bien. —Nick pasaba una mano por la espina dorsal de _______ con caricias consoladoras—. Solo necesita…
Cuando hizo una pausa, Poppy dijo:
—Un hombro en el que llorar.
—Sí. —Condujo a _______ hacia los escalones y le hizo señas a Poppy, para que se sentara junto a ellos.
Con _______ acunada en su regazo, Nick encontró un pañuelo en su bolsillo y le limpió los ojos y la nariz. Cuando resultó evidente que no podía extraerse ningún sentido de sus confusas palabras, la acalló suavemente y la sostuvo contra su fornido y cálido cuerpo mientras ella sollozaba y escondía el rostro. Inundada de alivio, le permitió mecerla como si fuera una niña.
Mientras _______ hipaba y se sosegaba entre sus brazos, Nick hizo algunas preguntas a Poppy, quien le habló del complicado estado de salud de Merripen y la desaparición de Leo, e incluso de la pieza de la cubertería de plata extraviada.
Finalmente, logrando controlarse, _______ se aclaró la dolorida garganta. Alzó la cabeza del hombro de Nick y pestañeó.
—¿Mejor?—preguntó él, mientras le sostenía el pañuelo ante la nariz.
_______ asintió y sopló obedientemente.
—Lo siento—dijo con una voz apagada—. No debería haberme convertido en un colador. Ya he terminado.
Nick parecía ver directamente en su interior. Su voz fue muy suave cuando le dijo:
—No tienes que disculparte. Y tampoco has terminado aún.
Ella comprendió que sin importar lo que hiciera o dijera, o cuánto tiempo quisiera llorar, él lo aceptaría. Y la consolaría. Eso hizo que de sus ojos se derramaran lágrimas de nuevo. Arrastró la mano por el cuello abierto de su camisa, que revelaba en su hendidura una visión de piel dorada por el sol. Dejó que sus dedos vagaran alrededor de la prenda de lino.
—¿Crees que Leo podría estar muerto? —susurró.
Él no le ofreció ninguna falsa esperanza, ni promesas vacías, solo le acarició la mejilla húmeda con sus nudillos.
—Pase lo que pase, lo afrontaremos juntos.
—Nick… ¿harías algo por mí?
—Lo que sea.
—¿Podrías encontrar esas plantas que Merripen le dio a Win y a Leo para curar la escarlatina?
Él se echó hacia atrás y la miró.
—¿La belladona mortal? Eso no funcionaría en este caso, cariño.
—Pero tiene fiebre.
—Causada por una herida infectada. Lo que debemos hacer es tratar la fuente de la fiebre. —Le deslizó la mano por la nuca, aliviándole los músculos tensamente atados. Miraba fijamente a un punto distante en el suelo, como si estuviera concentrado en algo. Sus pestañas espesas sombreaban sus ojos color avellana—. Vamos a echar un vistazo a Merripen.
—¿Cree que puede ayudarlo? —preguntó Poppy, saltando sobre sus pies.
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Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
—O eso, o mis esfuerzos acabarán con él más rápidamente. Lo que a estas alturas, ya no debe importarle. —Levantando a _______ de su regazo, Nick la puso cuidadosamente de pie, y comenzaron a subir las escaleras. Su mano permanecía en el hueco de la espalda de ella, era un ligero pero firme apoyo que _______ necesitaba desesperadamente.
Cuando llegaron al cuarto de Merripen, a _______ se le ocurrió que Win todavía podía estar adentro.
—Esperad —dijo, mientras se interponía rápidamente—. Déjenme entrar primero.
Nick se quedó a un lado de la puerta.
Entrando en el cuarto con cautela, _______ vio que Merripen estaba solo en la cama. Abrió la puerta un poco más y les hizo señas a Nick y a Poppy para que entraran.
Percibiendo la presencia de intrusos en el cuarto, Merripen rodó de costado y entornó los ojos hacia ellos. En cuanto captó la presencia de Nick, su cara se contrajo en una mueca hosca.
—Lárgate de aquí —graznó.
Nick sonrió complacientemente.
—¿Así de encantador eres con el doctor? Apostaría a que estaba deseoso de ayudarte.
—Aléjate de mí.
—Esto quizá te sorprenda —dijo Nick—, pero hay una larga lista de cosas que preferiría examinar en vez de tu pútrido cadáver. Por tu familia, sin embargo, estoy dispuesto a hacerlo. Date la vuelta.
Merripen apoyó la frente sobre el colchón y dijo algo en Romaní que sonó extremadamente grosero.
—Tú también —dijo Nick serenamente. Levantó la camisa de Merripen y le quitó la venda del hombro herido. Examinó la herida horrorosamente rezumante sin expresión.
—¿Con cuanta frecuencia la habéis estado limpiando? —preguntó a _______.
—Dos veces por día.
—Lo haremos cuatro veces por día. Y le aplicaremos una cataplasma. —Alejándose de la cama, Nick le hizo señas a _______ para que lo acompañara a la puerta. Puso la boca en su oreja:
—Tengo que salir a buscar algunas cosas. Mientras estoy afuera, dale algo para hacerlo dormir. No podrá tolerar lo que le voy a hacer de otra manera.
—¿Tolerar qué? ¿Qué vas a poner en la cataplasma?
—Una mezcla de varias cosas. Incluida una dilución de apis mellifica.
—¿Y eso que es?
—Veneno de abeja. Extraído de abejas aplastadas, para ser precisos. Lo empaparemos con una base de agua y alcohol.
Confundida, _______ agitó la cabeza.
—Pero dónde vas a conseguir… —Se interrumpió y lo miró fijamente con creciente horror—. ¿Vas a ir a la colmena que hay en Ramsay House? ¿Co… cómo vas a recoger las abejas?
Su boca se estiró por la diversión.
—Muy cuidadosamente.
—¿Quieres… que te ayude?—se ofreció con dificultad.
Conociendo el terror que le tenía a los insectos, Nick le deslizó las manos alrededor de su cabeza y la besó fuertemente en los labios.
—No con las abejas, cariño. Quédate aquí y da una dosis de morfina a Merripen. Una bien grande.
—No querrá tomársela. Odia la morfina. Querrá mostrarse estoico.
—Confía en mí, ninguno de nosotros deseará que esté despierto mientras le aplico la cataplasma. Sobre todo Merripen. Los Romaní llaman al tratamiento: “El relámpago blanco”, y por una buena razón. No es algo que nadie pueda soportar estoicamente. Así que haz lo que sea necesario para obligarlo, monisha. Regresaré pronto.
—¿Crees que el relámpago blanco funcionará? —preguntó ella.
—No sé. —Nick lanzó una mirada indescifrable a la figura que sufría en la cama—. Pero no creo que dure mucho más sin él.
Mientras Nick estaba afuera, _______ habló con sus hermanas en privado. Se decidió que Win era la más indicada para hacer tomar la morfina a Merripen. Y fue Win quien afirmó rotundamente que tendrían que engañarlo, cuando él se negó a tomársela voluntariamente, sin importar cuánto se lo pidieron.
—Le mentiré, si es necesario —dijo Win, sorprendiendo a las demás con sus palabras—. Él confía en mí. Creerá cualquier cosa que le diga.
Ellas sabían que Win nunca había dicho una mentira en su vida, ni siquiera cuando era niña.
—¿Realmente crees que puedes hacerlo?—preguntó Beatrix, un poco intimidada por la idea.
Cuando llegaron al cuarto de Merripen, a _______ se le ocurrió que Win todavía podía estar adentro.
—Esperad —dijo, mientras se interponía rápidamente—. Déjenme entrar primero.
Nick se quedó a un lado de la puerta.
Entrando en el cuarto con cautela, _______ vio que Merripen estaba solo en la cama. Abrió la puerta un poco más y les hizo señas a Nick y a Poppy para que entraran.
Percibiendo la presencia de intrusos en el cuarto, Merripen rodó de costado y entornó los ojos hacia ellos. En cuanto captó la presencia de Nick, su cara se contrajo en una mueca hosca.
—Lárgate de aquí —graznó.
Nick sonrió complacientemente.
—¿Así de encantador eres con el doctor? Apostaría a que estaba deseoso de ayudarte.
—Aléjate de mí.
—Esto quizá te sorprenda —dijo Nick—, pero hay una larga lista de cosas que preferiría examinar en vez de tu pútrido cadáver. Por tu familia, sin embargo, estoy dispuesto a hacerlo. Date la vuelta.
Merripen apoyó la frente sobre el colchón y dijo algo en Romaní que sonó extremadamente grosero.
—Tú también —dijo Nick serenamente. Levantó la camisa de Merripen y le quitó la venda del hombro herido. Examinó la herida horrorosamente rezumante sin expresión.
—¿Con cuanta frecuencia la habéis estado limpiando? —preguntó a _______.
—Dos veces por día.
—Lo haremos cuatro veces por día. Y le aplicaremos una cataplasma. —Alejándose de la cama, Nick le hizo señas a _______ para que lo acompañara a la puerta. Puso la boca en su oreja:
—Tengo que salir a buscar algunas cosas. Mientras estoy afuera, dale algo para hacerlo dormir. No podrá tolerar lo que le voy a hacer de otra manera.
—¿Tolerar qué? ¿Qué vas a poner en la cataplasma?
—Una mezcla de varias cosas. Incluida una dilución de apis mellifica.
—¿Y eso que es?
—Veneno de abeja. Extraído de abejas aplastadas, para ser precisos. Lo empaparemos con una base de agua y alcohol.
Confundida, _______ agitó la cabeza.
—Pero dónde vas a conseguir… —Se interrumpió y lo miró fijamente con creciente horror—. ¿Vas a ir a la colmena que hay en Ramsay House? ¿Co… cómo vas a recoger las abejas?
Su boca se estiró por la diversión.
—Muy cuidadosamente.
—¿Quieres… que te ayude?—se ofreció con dificultad.
Conociendo el terror que le tenía a los insectos, Nick le deslizó las manos alrededor de su cabeza y la besó fuertemente en los labios.
—No con las abejas, cariño. Quédate aquí y da una dosis de morfina a Merripen. Una bien grande.
—No querrá tomársela. Odia la morfina. Querrá mostrarse estoico.
—Confía en mí, ninguno de nosotros deseará que esté despierto mientras le aplico la cataplasma. Sobre todo Merripen. Los Romaní llaman al tratamiento: “El relámpago blanco”, y por una buena razón. No es algo que nadie pueda soportar estoicamente. Así que haz lo que sea necesario para obligarlo, monisha. Regresaré pronto.
—¿Crees que el relámpago blanco funcionará? —preguntó ella.
—No sé. —Nick lanzó una mirada indescifrable a la figura que sufría en la cama—. Pero no creo que dure mucho más sin él.
Mientras Nick estaba afuera, _______ habló con sus hermanas en privado. Se decidió que Win era la más indicada para hacer tomar la morfina a Merripen. Y fue Win quien afirmó rotundamente que tendrían que engañarlo, cuando él se negó a tomársela voluntariamente, sin importar cuánto se lo pidieron.
—Le mentiré, si es necesario —dijo Win, sorprendiendo a las demás con sus palabras—. Él confía en mí. Creerá cualquier cosa que le diga.
Ellas sabían que Win nunca había dicho una mentira en su vida, ni siquiera cuando era niña.
—¿Realmente crees que puedes hacerlo?—preguntó Beatrix, un poco intimidada por la idea.
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Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
—Para salvar su vida, sí. —La delicada tensión se percibía en el ceño de Win, y unas manchas de color rosa pálida se vislumbraban más coloradas en su mejilla—. Creo... creo que un pecado cometido por un propósito así puede ser perdonado.
—Estoy de acuerdo —dijo _______ rápidamente.
—Le gusta el té de menta —dijo Win—. Hagamos un poco bastante cargado y agreguémosle mucho azúcar. Eso ayudará a aplacar el sabor de la medicina.
Ninguna tetera había sido preparada nunca con tan escrupuloso cuidado, las hermanas Hathaway se apiñaron sobre el brebaje como un aquelarre de jóvenes brujas. Finalmente llenaron una tetera de porcelana con la azucarada cocción, y la colocaron en una bandeja junto a una taza y un platillo.
Win la llevó al cuarto de Merripen, haciendo una pausa en el umbral mientras _______ mantenía la puerta abierta.
—¿Quieres que entre contigo? —susurró _______.
Win agitó su cabeza.
—No, yo me haré cargo. Por favor, cierra la puerta. Asegúrate de que nadie nos moleste. —Su estilizada espalda estaba muy recta cuando entró en el cuarto.
Los ojos de Merripen se abrieron cuando oyó el sonido de los pasos de Win. El dolor de la herida enconada era constante e ineludible. Podía sentir las toxinas derramándose en su torrente sanguíneo, alimentando su piel envenenada. Eso le producía una oscura y confusa euforia, que le conducía fuera de su cuerpo hasta que se sintió flotando en la periferia del cuarto. Cuando Win llegó, se hundió de regreso en el dolor con solo sentir sus manos sobre él, y su respiración en el rostro.
Win brillaba como si fuera un espejismo ante él. La piel de ella parecía fresca y luminosa, mientras su cuerpo rabiaba emanando veneno y calor.
—He traído algo para ti.
—No… no quiero…
—Sí —insistió ella, al unírsele en la cama—. Te ayudará a mejorar… ven aquí, levántate un poco y pondré mi brazo alrededor de ti. —Se oyó un delicioso deslizamiento de miembros femeninos contra él, debajo de él, y Merripen rechinó los dientes ante el furioso estallido de agonía que se produjo cuando se movió para acomodarse. La oscuridad y la luz jugaron bajo sus párpados cerrados, y luchó por mantenerse consciente.
Cuando pudo abrir los ojos de nuevo, se encontró descansando la cabeza sobre los suaves pechos de Win, uno de sus brazos lo acunaban mientras su mano libre le apretaba una taza contra los labios.
Un borde de delicada porcelana hizo clic contra sus dientes. Retrocedió cuando un sabor acre quemó sus labios resquebrajados.
—No…
—Sí. Bebe. —La taza le fue puesta en los labios de nuevo. El susurro se deslizó tiernamente sobre su oreja—: Hazlo por mí.
Estaba demasiado enfermo, no se creía capaz de tragarlo, pero para complacerla, bebió un poco. El sabor crudo y ácido le hizo retroceder.
—¿Qué es?
—Té de menta. —Los angelicales ojos azules de Win lo miraron fijamente sin pestañear, su hermoso rostro era neutral—. Debes bebértelo todo y tal vez otra taza más. Te hará bien.
Supo enseguida que Win le estaba mintiendo. Nada podría hacerle bien. Y el fuerte sabor amargo de la morfina en el té era imposible de ocultar. Pero Merripen se percató de algo al mirarla, de su extraña determinación y se le ocurrió que ella estaba dándole esa dosis excesiva con un propósito. Su mente exhausta sopesó las posibilidades. Quizá Win quería ahorrarle más sufrimientos, sabiendo que las horas y los días venideros serían más difíciles para él. Matarlo con morfina era el último acto de bondad que ella podía ofrecerle.
Morir en sus brazos… acunado contra ella mientras abandonaba su cicatrizada alma a la oscuridad… Win sería la última cosa que sentiría, vería y escucharía. Si hubiera lágrimas dentro de él, habría podido llorar de gratitud.
Bebió despacio, tragando cada sorbo. Bebió un poco más de la siguiente taza hasta que su garganta ya no pudo más, y volvió la cara contra su pecho y se estremeció. La cabeza le daba vueltas y flotaban chispas a su alrededor, como una lluvia de estrellas.
Win puso la taza a un lado, le acarició el cabello y presionó la mejilla húmeda contra su frente. Y ambos se quedaron esperando.
—Canta para mí —le susurró Merripen, mientras la oscuridad cegadora le rodeaba. Win siguió acariciándole la cabeza mientras canturreaba una canción de cuna. Él le tocó la garganta con los dedos, buscando la preciosa vibración de su voz y las chispas se marchitaron mientras se perdió en ella, su destino, al fin.
_______ se deslizó hasta el suelo y se sentó junto a la puerta, con los dedos entrelazados laxamente. Oyó los tiernos murmullos de Win… unas pocas palabras ásperas de Merripen… y un largo silencio. Y entonces la voz de Win, cantando suavemente, murmurando, los tonos eran tan sinceros y adorables que _______ sintió una frágil paz derramándose sobre ella. Finalmente, el sonido angelical se marchitó y solo hubo más silencio.
Después de una hora, _______, cuyos nervios se habían estirado hasta el límite, se puso de pie y extendió los miembros encogidos. Abrió la puerta con mucho cuidado. Win estaba arreglando la cama, arrastrando las sábanas sobre la figura relajada de Merripen.
—¿Se la tomó? —susurró _______, al acercarse a ella. Win parecía cansada y tensa.
—La mayor parte.
—¿Tuviste que mentirle?
Win asintió renuentemente.
—Fue la cosa más fácil que he hecho en la vida. ¿Ves?.. No soy tan santa después de todo.
—Sí lo eres —_______ se volvió y la abrazó fuertemente—. Sí lo eres.
—Estoy de acuerdo —dijo _______ rápidamente.
—Le gusta el té de menta —dijo Win—. Hagamos un poco bastante cargado y agreguémosle mucho azúcar. Eso ayudará a aplacar el sabor de la medicina.
Ninguna tetera había sido preparada nunca con tan escrupuloso cuidado, las hermanas Hathaway se apiñaron sobre el brebaje como un aquelarre de jóvenes brujas. Finalmente llenaron una tetera de porcelana con la azucarada cocción, y la colocaron en una bandeja junto a una taza y un platillo.
Win la llevó al cuarto de Merripen, haciendo una pausa en el umbral mientras _______ mantenía la puerta abierta.
—¿Quieres que entre contigo? —susurró _______.
Win agitó su cabeza.
—No, yo me haré cargo. Por favor, cierra la puerta. Asegúrate de que nadie nos moleste. —Su estilizada espalda estaba muy recta cuando entró en el cuarto.
Los ojos de Merripen se abrieron cuando oyó el sonido de los pasos de Win. El dolor de la herida enconada era constante e ineludible. Podía sentir las toxinas derramándose en su torrente sanguíneo, alimentando su piel envenenada. Eso le producía una oscura y confusa euforia, que le conducía fuera de su cuerpo hasta que se sintió flotando en la periferia del cuarto. Cuando Win llegó, se hundió de regreso en el dolor con solo sentir sus manos sobre él, y su respiración en el rostro.
Win brillaba como si fuera un espejismo ante él. La piel de ella parecía fresca y luminosa, mientras su cuerpo rabiaba emanando veneno y calor.
—He traído algo para ti.
—No… no quiero…
—Sí —insistió ella, al unírsele en la cama—. Te ayudará a mejorar… ven aquí, levántate un poco y pondré mi brazo alrededor de ti. —Se oyó un delicioso deslizamiento de miembros femeninos contra él, debajo de él, y Merripen rechinó los dientes ante el furioso estallido de agonía que se produjo cuando se movió para acomodarse. La oscuridad y la luz jugaron bajo sus párpados cerrados, y luchó por mantenerse consciente.
Cuando pudo abrir los ojos de nuevo, se encontró descansando la cabeza sobre los suaves pechos de Win, uno de sus brazos lo acunaban mientras su mano libre le apretaba una taza contra los labios.
Un borde de delicada porcelana hizo clic contra sus dientes. Retrocedió cuando un sabor acre quemó sus labios resquebrajados.
—No…
—Sí. Bebe. —La taza le fue puesta en los labios de nuevo. El susurro se deslizó tiernamente sobre su oreja—: Hazlo por mí.
Estaba demasiado enfermo, no se creía capaz de tragarlo, pero para complacerla, bebió un poco. El sabor crudo y ácido le hizo retroceder.
—¿Qué es?
—Té de menta. —Los angelicales ojos azules de Win lo miraron fijamente sin pestañear, su hermoso rostro era neutral—. Debes bebértelo todo y tal vez otra taza más. Te hará bien.
Supo enseguida que Win le estaba mintiendo. Nada podría hacerle bien. Y el fuerte sabor amargo de la morfina en el té era imposible de ocultar. Pero Merripen se percató de algo al mirarla, de su extraña determinación y se le ocurrió que ella estaba dándole esa dosis excesiva con un propósito. Su mente exhausta sopesó las posibilidades. Quizá Win quería ahorrarle más sufrimientos, sabiendo que las horas y los días venideros serían más difíciles para él. Matarlo con morfina era el último acto de bondad que ella podía ofrecerle.
Morir en sus brazos… acunado contra ella mientras abandonaba su cicatrizada alma a la oscuridad… Win sería la última cosa que sentiría, vería y escucharía. Si hubiera lágrimas dentro de él, habría podido llorar de gratitud.
Bebió despacio, tragando cada sorbo. Bebió un poco más de la siguiente taza hasta que su garganta ya no pudo más, y volvió la cara contra su pecho y se estremeció. La cabeza le daba vueltas y flotaban chispas a su alrededor, como una lluvia de estrellas.
Win puso la taza a un lado, le acarició el cabello y presionó la mejilla húmeda contra su frente. Y ambos se quedaron esperando.
—Canta para mí —le susurró Merripen, mientras la oscuridad cegadora le rodeaba. Win siguió acariciándole la cabeza mientras canturreaba una canción de cuna. Él le tocó la garganta con los dedos, buscando la preciosa vibración de su voz y las chispas se marchitaron mientras se perdió en ella, su destino, al fin.
_______ se deslizó hasta el suelo y se sentó junto a la puerta, con los dedos entrelazados laxamente. Oyó los tiernos murmullos de Win… unas pocas palabras ásperas de Merripen… y un largo silencio. Y entonces la voz de Win, cantando suavemente, murmurando, los tonos eran tan sinceros y adorables que _______ sintió una frágil paz derramándose sobre ella. Finalmente, el sonido angelical se marchitó y solo hubo más silencio.
Después de una hora, _______, cuyos nervios se habían estirado hasta el límite, se puso de pie y extendió los miembros encogidos. Abrió la puerta con mucho cuidado. Win estaba arreglando la cama, arrastrando las sábanas sobre la figura relajada de Merripen.
—¿Se la tomó? —susurró _______, al acercarse a ella. Win parecía cansada y tensa.
—La mayor parte.
—¿Tuviste que mentirle?
Win asintió renuentemente.
—Fue la cosa más fácil que he hecho en la vida. ¿Ves?.. No soy tan santa después de todo.
—Sí lo eres —_______ se volvió y la abrazó fuertemente—. Sí lo eres.
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Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
Incluso la bien entrenada servidumbre de Lord Westcliff se quejó cuando Nick regresó con dos frascos repletos de abejas vivas y las llevó a la cocina. Las sirvientas de la cocina huyeron chillando hacia la sala de los sirvientes, el ama de llaves se retiró a su cuarto para escribir una carta indignada al conde y la condesa, y el mayordomo le dijo al mozo de cuadra que si esa era la clase de huésped que Lord Westcliff esperaba que atendiera, estaba pensando seriamente en retirarse.
Como fue la única persona que se atrevió a entrar en la cocina, Beatrix se quedó con Nick, ayudándolo a preparar el brebaje colando y mezclando, para después informar a sus hermanas de que se había divertido mucho aplastando abejas.
Finalmente, Nick llevó al cuarto de Merripen lo que parecía ser la pócima de un hechicero. _______ esperaba allí por él, ya habiendo preparado cuchillos limpios, tijeras, pinzas, agua fresca, y una pila de vendas blancas limpias.
Se ordenó a Poppy y a Beatrix que abandonaran la habitación, para su eterno disgusto, mientras Win cerraba la puerta firmemente tras ellas. Luego aceptó un delantal de _______, se lo ató alrededor de la estrecha cintura y se colocó junto a la cama. Posando los dedos a un lado de la garganta de Merripen, Win dijo tensamente:
—Su pulso es débil y lento. Es por la morfina.
—¿Le quito el vendaje? —preguntó _______.
Nick asintió.
—Y también la camisa. —Dicho esto fue al lavabo y se enjabonó las manos.
Win y _______ quitaron la camisa de lino de la figura postrada de Merripen. Su espalda todavía era pesada y musculosa, pero había perdido mucho peso. Los bordes de sus costillas sobresalían bajo la piel morena.
Mientras Win iba a tirar la camisa arrugada, _______ le desató las puntas de la venda y empezó a soltarla. Se detuvo cuando vio una curiosa marca en el otro hombro. Inclinándose sobre él, examinó más atentamente el diseño de tinta negra. Un frío de sobresalto la atravesó.
—Un tatuaje —fue todo lo que pudo decir.
—Sí, lo noté hace unos días —comentó Win, al regresar junto a la cama—. Es extraño que nunca lo haya mencionado antes ¿verdad? No me sorprende que siempre estuviera dibujando pookas e inventara historias sobre ellos cuando era más joven. Debe tener alguna importancia para…
—¿Qué has dicho? —la voz de Nick era callada, pero reverberó con tal intensidad que bien podía haber estado gritando.
—Merripen tiene un tatuaje de un pooka en su hombro —replicó Win, mirándole inquisitivamente mientras él se acercaba apresuradamente a la cama con tres zancadas—. No nos habíamos dado cuenta de que lo tenía hasta ahora. Es un diseño único... nunca había visto algo parecido… —se interrumpió con un jadeo cuando Nick puso su antebrazo junto al hombro de Merripen.
Los negros caballos alados de ojos amarillos eran idénticos.
_______ alzó la mirada de la asombrosa visión hasta el pálido rostro de Nick.
—¿Qué significa esto?
Como fue la única persona que se atrevió a entrar en la cocina, Beatrix se quedó con Nick, ayudándolo a preparar el brebaje colando y mezclando, para después informar a sus hermanas de que se había divertido mucho aplastando abejas.
Finalmente, Nick llevó al cuarto de Merripen lo que parecía ser la pócima de un hechicero. _______ esperaba allí por él, ya habiendo preparado cuchillos limpios, tijeras, pinzas, agua fresca, y una pila de vendas blancas limpias.
Se ordenó a Poppy y a Beatrix que abandonaran la habitación, para su eterno disgusto, mientras Win cerraba la puerta firmemente tras ellas. Luego aceptó un delantal de _______, se lo ató alrededor de la estrecha cintura y se colocó junto a la cama. Posando los dedos a un lado de la garganta de Merripen, Win dijo tensamente:
—Su pulso es débil y lento. Es por la morfina.
—¿Le quito el vendaje? —preguntó _______.
Nick asintió.
—Y también la camisa. —Dicho esto fue al lavabo y se enjabonó las manos.
Win y _______ quitaron la camisa de lino de la figura postrada de Merripen. Su espalda todavía era pesada y musculosa, pero había perdido mucho peso. Los bordes de sus costillas sobresalían bajo la piel morena.
Mientras Win iba a tirar la camisa arrugada, _______ le desató las puntas de la venda y empezó a soltarla. Se detuvo cuando vio una curiosa marca en el otro hombro. Inclinándose sobre él, examinó más atentamente el diseño de tinta negra. Un frío de sobresalto la atravesó.
—Un tatuaje —fue todo lo que pudo decir.
—Sí, lo noté hace unos días —comentó Win, al regresar junto a la cama—. Es extraño que nunca lo haya mencionado antes ¿verdad? No me sorprende que siempre estuviera dibujando pookas e inventara historias sobre ellos cuando era más joven. Debe tener alguna importancia para…
—¿Qué has dicho? —la voz de Nick era callada, pero reverberó con tal intensidad que bien podía haber estado gritando.
—Merripen tiene un tatuaje de un pooka en su hombro —replicó Win, mirándole inquisitivamente mientras él se acercaba apresuradamente a la cama con tres zancadas—. No nos habíamos dado cuenta de que lo tenía hasta ahora. Es un diseño único... nunca había visto algo parecido… —se interrumpió con un jadeo cuando Nick puso su antebrazo junto al hombro de Merripen.
Los negros caballos alados de ojos amarillos eran idénticos.
_______ alzó la mirada de la asombrosa visión hasta el pálido rostro de Nick.
—¿Qué significa esto?
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Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
Nick parecía no poder apartar su mirada del tatuaje de Merripen.
—No sé.
—Habías conocido alguna vez a otra persona que tuviera…
—No. —Nick se apartó—. Dulce Jesús. —Caminó despacio de un lado a otro al pie de la cama, mientras miraba fijamente a la figura inmóvil de Merripen, como si este fuera una especie de criatura exótica que nunca hubiera visto. Tomó un par de tijeras de la bandeja de suministros.
Instintivamente, Win se interpuso y se colocó junto al hombre que dormía. Notando su gesto protector, Nick murmuró:
—Está bien, hermanita. Solo voy a cortarle la piel muerta.
Se inclinó sobre la herida y trabajó intensamente. Tras un minuto de mirarlo limpiar y escarbar en la herida, Win fue hacia la silla más cercana y se derrumbó bruscamente, como si sus rodillas se hubieran salido de sus coyunturas.
_______ se quedó junto a Nick, sintiendo el escozor de la náusea en la garganta. Nick, por el contrario, se mostraba tan frío como si solamente estuviera reparando el intrincado mecanismo de un reloj en lugar de tratar con carne humana enconada. Respondiendo a su orden, _______ sacó el pote de líquido que contenía la cataplasma, olía a astringente pero curiosamente dulce.
—No permitas que te salpique los ojos —dijo Nick, mientras enjuagaba la herida con una solución salina.
—Huele a frutas.
—Es el veneno. —Nick cortó un cuadrado de tela y lo metió en el cuenco. Sacándolo cuidadosamente, puso la tela empapada sobre la herida. Incluso en su sueño profundo, Merripen se estremeció y gimió en reacción.
—Cálma, chal. —Nick posó una mano en su espalda, para mantenerlo en su lugar. Cuando se aseguró de que Merripen estaba quieto nuevamente, vendó la cataplasma firmemente en su lugar—. Lo remplazaremos cada vez que limpiemos la herida —dijo—. No inclines el cuenco. Odiaría tener que ir a buscar más abejas.
—¿Cómo sabremos si está dando resultado? —preguntó _______.
—La fiebre debería bajar gradualmente y mañana a esta hora, deberíamos ver una agradable costra sobre la herida. —Tocó la garganta de Merripen y le dijo a Win—: Su pulso es ahora más fuerte.
—¿Y qué hay del dolor? —preguntó Win ansiosamente.
—Eso debería mejorar rápidamente. —Nick le sonrió mientras citaba una frase en latín—: Pro medicina est dolor, dolores qui necat.
—El dolor que mata al dolor, actúa como medicina —tradujo Win.
—Eso tiene sentido solo para un Roma —dijo _______, y Nick sonrió abiertamente.
Le tomó los hombros con sus manos.
—Te quedaras al cargo ahora, colibrí. Yo voy a salir un rato.
—¿Ahora? —preguntó ella desconcertada—. Pero… ¿adónde vas?
Su expresión cambió.
—A buscar a tu hermano. —_______ lo miró fijamente con una mezcla de gratitud y preocupación—. Quizás deberías descansar primero. Has viajado toda la noche. Podría llevarte mucho tiempo encontrarlo.
—No creo —sus ojos brillaron con ironía—. Tu hermano no es de los que cubren sus huellas
—No sé.
—Habías conocido alguna vez a otra persona que tuviera…
—No. —Nick se apartó—. Dulce Jesús. —Caminó despacio de un lado a otro al pie de la cama, mientras miraba fijamente a la figura inmóvil de Merripen, como si este fuera una especie de criatura exótica que nunca hubiera visto. Tomó un par de tijeras de la bandeja de suministros.
Instintivamente, Win se interpuso y se colocó junto al hombre que dormía. Notando su gesto protector, Nick murmuró:
—Está bien, hermanita. Solo voy a cortarle la piel muerta.
Se inclinó sobre la herida y trabajó intensamente. Tras un minuto de mirarlo limpiar y escarbar en la herida, Win fue hacia la silla más cercana y se derrumbó bruscamente, como si sus rodillas se hubieran salido de sus coyunturas.
_______ se quedó junto a Nick, sintiendo el escozor de la náusea en la garganta. Nick, por el contrario, se mostraba tan frío como si solamente estuviera reparando el intrincado mecanismo de un reloj en lugar de tratar con carne humana enconada. Respondiendo a su orden, _______ sacó el pote de líquido que contenía la cataplasma, olía a astringente pero curiosamente dulce.
—No permitas que te salpique los ojos —dijo Nick, mientras enjuagaba la herida con una solución salina.
—Huele a frutas.
—Es el veneno. —Nick cortó un cuadrado de tela y lo metió en el cuenco. Sacándolo cuidadosamente, puso la tela empapada sobre la herida. Incluso en su sueño profundo, Merripen se estremeció y gimió en reacción.
—Cálma, chal. —Nick posó una mano en su espalda, para mantenerlo en su lugar. Cuando se aseguró de que Merripen estaba quieto nuevamente, vendó la cataplasma firmemente en su lugar—. Lo remplazaremos cada vez que limpiemos la herida —dijo—. No inclines el cuenco. Odiaría tener que ir a buscar más abejas.
—¿Cómo sabremos si está dando resultado? —preguntó _______.
—La fiebre debería bajar gradualmente y mañana a esta hora, deberíamos ver una agradable costra sobre la herida. —Tocó la garganta de Merripen y le dijo a Win—: Su pulso es ahora más fuerte.
—¿Y qué hay del dolor? —preguntó Win ansiosamente.
—Eso debería mejorar rápidamente. —Nick le sonrió mientras citaba una frase en latín—: Pro medicina est dolor, dolores qui necat.
—El dolor que mata al dolor, actúa como medicina —tradujo Win.
—Eso tiene sentido solo para un Roma —dijo _______, y Nick sonrió abiertamente.
Le tomó los hombros con sus manos.
—Te quedaras al cargo ahora, colibrí. Yo voy a salir un rato.
—¿Ahora? —preguntó ella desconcertada—. Pero… ¿adónde vas?
Su expresión cambió.
—A buscar a tu hermano. —_______ lo miró fijamente con una mezcla de gratitud y preocupación—. Quizás deberías descansar primero. Has viajado toda la noche. Podría llevarte mucho tiempo encontrarlo.
—No creo —sus ojos brillaron con ironía—. Tu hermano no es de los que cubren sus huellas
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Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
Capítulo 20
Aproximadamente seis horas después de haber comenzado la búsqueda de Leo, Nick golpeó en la puerta de una próspera finca. Algunos chismes de taberna le habían llevado hasta alguien que había visto a Ramsay con otra persona, y estos le habían llevado a otro sitio, donde sus planes habían sido escuchados por casualidad, y así sucesivamente, hasta que finalmente el rastro lo había conducido a este lugar.
La enorme casa estilo Tudor, con la inscripción de la fecha de su construcción sobre su puerta: 1620, estaba localizada a casi un kilómetro y medio de Stony Cross Park. Por la información que Nick había recogido, la granja había pertenecido una vez a una noble familia de Hampshire, pero había sido vendida por necesidad a un comerciante de Londres. Servía como lugar de retiro para los disipados hijos del comerciante y de sus compañeros de juegos.
No le supuso una sorpresa que a Leo le atrajera ese tipo de compañía.
La puerta se abrió y un mayordomo de rostro endurecido apareció. Sus labios se retorcieron desdeñosamente al ver a Nick.
—Los de tu clase no son bienvenidos por aquí.
—Menuda suerte, ya que no pienso quedarme mucho tiempo. He venido en busca de Lord Ramsay. —Aquí no hay ningún Lord Ramsay. —El mayordomo empezó a cerrar la puerta, pero Nick interpuso una mano para impedírselo.
—Alto. De ojos claros. Robusto. Probablemente apestando a alcohol...
—No he visto a nadie con esa descripción.
—Entonces permítame hablar con su amo.
—No está en casa.
—Mire —dijo Nick irritado—. Estoy aquí en nombre de la familia de Lord Ramsay. Quieren que lo lleve de vuelta. Sólo Dios sabe por qué. Entréguemelo y lo dejaré en paz.
—Si lo quieren —dijo el mayordomo fríamente—, que envíen a un sirviente apropiado. No a un apestoso gitano.
Nick se frotó las esquinas de sus ojos con su mano libre y suspiró.
—Podemos hacer esto de la manera fácil o de la manera difícil. Francamente, preferiría no realizar un ejercicio físico innecesario. Todo lo que le pido es que me de cinco minutos para encontrar al bastardo y llevármelo de aquí.
—¡Lárguese de aquí!
Después de otro intento de cerrar la puerta, el mayordomo tomó una campanilla plateada de la mesa del vestíbulo. Unos segundos después aparecieron dos lacayos corpulentos.
—Sacad de aquí a esta sabandija —ordenó el mayordomo. Nick se quitó la chaqueta y la echó sobre uno de los bancos que adornaban el vestíbulo de entrada.
El primer lacayo lo atacó. Con unos pocos movimientos experimentados, Nick le golpeó con la derecha en la mandíbula, lo derribó, y lo dejó gimiendo en el suelo.
El segundo lacayo se acercó a Nick con mucha más cautela que el primero.
—¿Cuál es tu brazo dominante? —preguntó Nick. El lacayo pareció sobresaltado.
—¿Por qué quieres saberlo?
—Preferiría romperte el que no utilizas con frecuencia.
Los ojos del lacayo se salieron de sus órbitas, y se retiró lanzando una mirada suplicante al mayordomo.
El mayordomo miró fijamente a Nick.
—Tiene cinco minutos. Encuentre a su amo y lárguese.
—Ramsay no es mi amo —murmuró Nick—. Es un grano en mi trasero.
Aproximadamente seis horas después de haber comenzado la búsqueda de Leo, Nick golpeó en la puerta de una próspera finca. Algunos chismes de taberna le habían llevado hasta alguien que había visto a Ramsay con otra persona, y estos le habían llevado a otro sitio, donde sus planes habían sido escuchados por casualidad, y así sucesivamente, hasta que finalmente el rastro lo había conducido a este lugar.
La enorme casa estilo Tudor, con la inscripción de la fecha de su construcción sobre su puerta: 1620, estaba localizada a casi un kilómetro y medio de Stony Cross Park. Por la información que Nick había recogido, la granja había pertenecido una vez a una noble familia de Hampshire, pero había sido vendida por necesidad a un comerciante de Londres. Servía como lugar de retiro para los disipados hijos del comerciante y de sus compañeros de juegos.
No le supuso una sorpresa que a Leo le atrajera ese tipo de compañía.
La puerta se abrió y un mayordomo de rostro endurecido apareció. Sus labios se retorcieron desdeñosamente al ver a Nick.
—Los de tu clase no son bienvenidos por aquí.
—Menuda suerte, ya que no pienso quedarme mucho tiempo. He venido en busca de Lord Ramsay. —Aquí no hay ningún Lord Ramsay. —El mayordomo empezó a cerrar la puerta, pero Nick interpuso una mano para impedírselo.
—Alto. De ojos claros. Robusto. Probablemente apestando a alcohol...
—No he visto a nadie con esa descripción.
—Entonces permítame hablar con su amo.
—No está en casa.
—Mire —dijo Nick irritado—. Estoy aquí en nombre de la familia de Lord Ramsay. Quieren que lo lleve de vuelta. Sólo Dios sabe por qué. Entréguemelo y lo dejaré en paz.
—Si lo quieren —dijo el mayordomo fríamente—, que envíen a un sirviente apropiado. No a un apestoso gitano.
Nick se frotó las esquinas de sus ojos con su mano libre y suspiró.
—Podemos hacer esto de la manera fácil o de la manera difícil. Francamente, preferiría no realizar un ejercicio físico innecesario. Todo lo que le pido es que me de cinco minutos para encontrar al bastardo y llevármelo de aquí.
—¡Lárguese de aquí!
Después de otro intento de cerrar la puerta, el mayordomo tomó una campanilla plateada de la mesa del vestíbulo. Unos segundos después aparecieron dos lacayos corpulentos.
—Sacad de aquí a esta sabandija —ordenó el mayordomo. Nick se quitó la chaqueta y la echó sobre uno de los bancos que adornaban el vestíbulo de entrada.
El primer lacayo lo atacó. Con unos pocos movimientos experimentados, Nick le golpeó con la derecha en la mandíbula, lo derribó, y lo dejó gimiendo en el suelo.
El segundo lacayo se acercó a Nick con mucha más cautela que el primero.
—¿Cuál es tu brazo dominante? —preguntó Nick. El lacayo pareció sobresaltado.
—¿Por qué quieres saberlo?
—Preferiría romperte el que no utilizas con frecuencia.
Los ojos del lacayo se salieron de sus órbitas, y se retiró lanzando una mirada suplicante al mayordomo.
El mayordomo miró fijamente a Nick.
—Tiene cinco minutos. Encuentre a su amo y lárguese.
—Ramsay no es mi amo —murmuró Nick—. Es un grano en mi trasero.
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Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
—Llevan días en el mismo cuarto —le dijo el lacayo, cuyo nombre era George, mientras ascendían rápidamente por unas escaleras alfombradas—. La comida y las prostitutas vienen y van, hay botellas de vino vacías por todas partes… y el hedor a humo del opio invade todo el piso de arriba. Querrá cubrirse los ojos cuando entre a ese cuarto, señor.
—¿Por el humo?
—Por eso, y… bueno, algunas cosas que harían ruborizarse al mismo diablo.
—Soy de Londres —dijo Nick—. No me ruborizo. —Aún cuando George no hubiera estado deseoso de llevar a Nick a la guarida de iniquidad, lo hubiera podido encontrar fácilmente por el olor.
La puerta estaba entreabierta. Nick la empujó con el codo, la abrió y caminó en medio de la atmósfera nublada. Había cuatro hombres y dos mujeres, todos jóvenes, en diversas fases de desnudez. Aunque sólo había una pipa de opio como evidencia, podría afirmarse que todo el cuarto era una pipa enorme, por la espesura del humo dulzón. La llegada de Nick fue recibida con notable despreocupación, los hombres aletargados sobre el tapizado de los muebles, uno enroscado sobre cojines en la esquina. Sus cutis eran cadavéricos, sus ojos inundados por la estupidez inducida por los narcóticos. La mesita estaba llena de cucharas, alfileres y un plato lleno de lo que parecía ser un jarabe negro.
Una de las mujeres, que estaba completamente desnuda, se detuvo en el acto de alzar una pipa a la boca floja de uno de los hombres.
—Mira —dijo a la otra mujer—, uno nuevo. —Se escuchó una risa soñolienta—. Bueno, lo necesitamos. Todos estos están a media asta. Lo único que queda tieso es la pipa. —Se retorció para mirar a Nick—. Vaya, que hombre tan hermoso.
—Oh, déjamelo a mí primero —dijo la otra. Se acarició invitadoramente—. Ven, amor, te daré un…
—No, gracias. —Nick estaba empezando a sentirse ligeramente mareado por el humo. Se dirigió hacia la ventana más cercana, la abrió y dejó que una brisa fresca entrara en la habitación. Unas maldiciones y algunas protestas fueron las respuestas de sus acciones.
Identificando al que estaba en la esquina como Leo, Nick fue hasta la figura inmóvil, le levantó la cabeza por el pelo y miró fijamente a la cara hinchada de su futuro cuñado.
—¿No has inhalado suficiente humo últimamente? —preguntó.
Leo frunció el ceño.
—Púdrete.
—Te pareces a Merripen —dijo Nick—. Quien por si acaso te interese, puede estar muerto para cuando regresemos a Stony Cross Manor.
—Que le vaya bien.
—Estaría de acuerdo contigo, sólo que eso probablemente signifique que estoy en el lado incorrecto de la situación. —Nick empezó a levantar a Leo y el otro hombre se resistió—. Ponte de pie, condenado. —Nick alzándole con un gruñido de esfuerzo—. O te sacaré a rastras por los talones.
El enorme bulto de Leo osciló contra él.
—Estoy intentando levantarme —exclamó—. Pero el suelo sigue moviéndose.
Nick luchó por sostenerlo. Cuando Leo finalmente pudo andar, se tambaleó hasta llegar a la puerta donde el lacayo esperaba.
—¿Quiere que lo escolte hasta abajo, milord? —preguntó George educadamente. Leo le respondió con un hosco asentimiento.
—Cierre la ventana —exigió una de las mujeres, mientras su cuerpo se estremecía con el viento de otoño que atravesó la habitación.
Nick la miró desapasionadamente. Había visto a demasiadas como ella como para sentir piedad. Había miles de ellas en Londres, jovencitas del campo lo suficientemente bonitas como para atraer la atención de hombres que les hicieron promesas, las tomaron y las abandonaron sin ningún remordimiento.
—Debería intentar tomar un poco de aire fresco —la aconsejó, mientras tomaba una manta tirada a un lado del canapé—. Aclara las ideas.
—¿Y de qué me sirve eso? —preguntó ella agriamente.
Nick sonrió abiertamente.
—Buen punto. —Cubrió con la manta su blanco cuerpo estremecido—. Aún así… deberías respirar profundamente. —Se inclinó para palmear suavemente su pálida mejilla—. Y abandonar este lugar cuando seas capaz. No te malgastes con estos bastardos.
La mujer alzó sus ojos inyectados de sangre, mirando maravillada al hombre de cabello ondulado, que era tan enérgico como un príncipe pirata con un diamante reluciendo en su oreja.
Su voz lastimera lo siguió cuando se marchó.
—¡Regresa!
—¿Por el humo?
—Por eso, y… bueno, algunas cosas que harían ruborizarse al mismo diablo.
—Soy de Londres —dijo Nick—. No me ruborizo. —Aún cuando George no hubiera estado deseoso de llevar a Nick a la guarida de iniquidad, lo hubiera podido encontrar fácilmente por el olor.
La puerta estaba entreabierta. Nick la empujó con el codo, la abrió y caminó en medio de la atmósfera nublada. Había cuatro hombres y dos mujeres, todos jóvenes, en diversas fases de desnudez. Aunque sólo había una pipa de opio como evidencia, podría afirmarse que todo el cuarto era una pipa enorme, por la espesura del humo dulzón. La llegada de Nick fue recibida con notable despreocupación, los hombres aletargados sobre el tapizado de los muebles, uno enroscado sobre cojines en la esquina. Sus cutis eran cadavéricos, sus ojos inundados por la estupidez inducida por los narcóticos. La mesita estaba llena de cucharas, alfileres y un plato lleno de lo que parecía ser un jarabe negro.
Una de las mujeres, que estaba completamente desnuda, se detuvo en el acto de alzar una pipa a la boca floja de uno de los hombres.
—Mira —dijo a la otra mujer—, uno nuevo. —Se escuchó una risa soñolienta—. Bueno, lo necesitamos. Todos estos están a media asta. Lo único que queda tieso es la pipa. —Se retorció para mirar a Nick—. Vaya, que hombre tan hermoso.
—Oh, déjamelo a mí primero —dijo la otra. Se acarició invitadoramente—. Ven, amor, te daré un…
—No, gracias. —Nick estaba empezando a sentirse ligeramente mareado por el humo. Se dirigió hacia la ventana más cercana, la abrió y dejó que una brisa fresca entrara en la habitación. Unas maldiciones y algunas protestas fueron las respuestas de sus acciones.
Identificando al que estaba en la esquina como Leo, Nick fue hasta la figura inmóvil, le levantó la cabeza por el pelo y miró fijamente a la cara hinchada de su futuro cuñado.
—¿No has inhalado suficiente humo últimamente? —preguntó.
Leo frunció el ceño.
—Púdrete.
—Te pareces a Merripen —dijo Nick—. Quien por si acaso te interese, puede estar muerto para cuando regresemos a Stony Cross Manor.
—Que le vaya bien.
—Estaría de acuerdo contigo, sólo que eso probablemente signifique que estoy en el lado incorrecto de la situación. —Nick empezó a levantar a Leo y el otro hombre se resistió—. Ponte de pie, condenado. —Nick alzándole con un gruñido de esfuerzo—. O te sacaré a rastras por los talones.
El enorme bulto de Leo osciló contra él.
—Estoy intentando levantarme —exclamó—. Pero el suelo sigue moviéndose.
Nick luchó por sostenerlo. Cuando Leo finalmente pudo andar, se tambaleó hasta llegar a la puerta donde el lacayo esperaba.
—¿Quiere que lo escolte hasta abajo, milord? —preguntó George educadamente. Leo le respondió con un hosco asentimiento.
—Cierre la ventana —exigió una de las mujeres, mientras su cuerpo se estremecía con el viento de otoño que atravesó la habitación.
Nick la miró desapasionadamente. Había visto a demasiadas como ella como para sentir piedad. Había miles de ellas en Londres, jovencitas del campo lo suficientemente bonitas como para atraer la atención de hombres que les hicieron promesas, las tomaron y las abandonaron sin ningún remordimiento.
—Debería intentar tomar un poco de aire fresco —la aconsejó, mientras tomaba una manta tirada a un lado del canapé—. Aclara las ideas.
—¿Y de qué me sirve eso? —preguntó ella agriamente.
Nick sonrió abiertamente.
—Buen punto. —Cubrió con la manta su blanco cuerpo estremecido—. Aún así… deberías respirar profundamente. —Se inclinó para palmear suavemente su pálida mejilla—. Y abandonar este lugar cuando seas capaz. No te malgastes con estos bastardos.
La mujer alzó sus ojos inyectados de sangre, mirando maravillada al hombre de cabello ondulado, que era tan enérgico como un príncipe pirata con un diamante reluciendo en su oreja.
Su voz lastimera lo siguió cuando se marchó.
—¡Regresa!
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