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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
Su corazón se detuvo cuando vio la pesada banda redondeada de un anillo en el pulgar. Retorciéndose bajo él, _______ intentó darse la vuelta. Una mano fuerte se curvó alrededor de su hombro, ayudándola. La voz fue baja y familiar.
—¿Está usted herida? Lo siento. Estaba usted en el camino de…
Se detuvo cuando _______ rodó sobre su espalda. Un mechó de su cabello se había soltado, dejando libre un estratégico rizo. Este caía ocultándole su cara, obscureciendo su visión. Antes de poder apartarlo, él lo hizo por ella, y las puntas de sus dedos provocaron ondas de fuego líquido incendiario que recorrió todo el cuerpo.
—Usted —dijo él suavemente.
Nicholas Miller No puede ser, pensó ella confusamente. ¿Aquí? ¿en Hampshire? Pero allí estaban sus inconfundibles ojos, entre dorados y avellana, y las espesas pestañas, el pelo de medianoche, la sórdida boca. Y el brillo pagano de un diamante en su oreja. Mostraba una expresión perturbada, como si acabara de recordar algo que hubiera querido olvidar. Pero cuando posó la mirada en la cara desconcertada de _______, su boca se curvó un poco, y se reacomodó en la cuna que formaba su cuerpo con una insolente familiaridad que le robó el aliento.
—Señor Miller… ¿Cómo?… ¿Por qué?… ¿Qué está usted haciendo aquí? Él contestó sin moverse, como si planeara permanecer así y conversar todo el día. Su tono infinitamente educado era un inquietante contraste frente a la intimidad de su posición.
—Señorita Hathaway. Qué encantadora sorpresa. Como verá, visito a unos amigos. ¿Y usted?
—Vivo aquí.
—No lo creo. Ésta es la hacienda de Lord Westcliff.
El corazón se le aceleró en el pecho mientras su cuerpo absorbía los detalles del de él.
—No quería decir precisamente aquí, quise decir por allí, al otro lado del bosque. La hacienda Ramsay. Acabamos de establecernos. —Al parecer no podía dejar de charlar a consecuencia de los nervios y el miedo—. ¿Qué fue ese ruido? ¿Qué estaban ustedes haciendo? ¿Por qué tiene usted ese tatuaje en el brazo? Eso es un pooka, una criatura irlandesa, ¿no es cierto?
Esa última pregunta le ganó una mirada atenta. Antes de que Miller pudiera contestar, los otros dos hombres se acercaron. Desde su inclinada posición, _______ tuvo una vista de pies a cabeza de ellos. Como Miller, llevaban las mangas de las camisas remangadas, con los chalecos desabotonados. Uno de ellos tenía el porte de un caballero viejo y corpulento con unos mechones de cabello plateado. Sujetaba un pequeño sextante de madera y metal, el cual había sido ensartado alrededor de su cuello. El otro, de cabello negro, parecía estar a finales de la treintena. No era tan alto como Miller, pero tenía un aire mezclado de autoridad y arrogancia aristocrática.
_______ hizo un movimiento indefenso, y Miller se levantó y alejó de ella con una fluida agilidad. Él la ayudó a levantarse, estabilizándola con su brazo.
—¿Cómo de lejos llegó? —preguntó Miller a los hombres.
—Que el demonio se lleve a ese cohete —llegó la respuesta seria—. ¿En qué condiciones está la mujer?
—Ilesa.
El caballero de cabello plateado comentó:
—Impresionante Miller. Cubriste una distancia de cincuenta metros en menos de cinco o seis segundos.
—Difícilmente perdería la oportunidad de abalanzarme sobre el regazo de una hermosa mujer —dijo Miller, haciendo que el hombre mayor riera ahogadamente.
La mano de Miller recorrió la pequeña espalda de _______, la ligera presión hizo que su sangre hirviera a fuego lento.
Alejándose de su tacto que la distraía, _______ levantó las manos para acomodarse el mechón vagabundo de cabello, colocándoselo detrás de la oreja.
—¿Por qué están disparando cohetes? Y es más, ¿por qué están disparándolos en mi propiedad?
El desconocido que había junto a ella le lanzó una mirada penetrante y evaluadora.
—¿Su propiedad? Miller intervino.
—Lord Westcliff, ésta es la señorita _______ Hathaway. La hermana de Lord Ramsay.
Frunciendo el ceño, Westcliff ejecutó una reverencia precisa.
—Señorita Hathaway. No estaba informado de su llegada. Si hubiese sido consciente de su presencia, le habría notificado de nuestros experimentos con cohetes, como he hecho con todos los demás en la vecindad.
Estaba claro que Westcliff era un hombre que esperaba ser informado acerca de todo. Parecía molesto porque los nuevos vecinos se hubieran atrevido a mudarse a su propia residencia sin avisarle a él primero.
—Llegamos ayer mismo, su Señoría —contestó _______—. Teníamos intención de hacerle una visita tras habernos instalado. —En circunstancias normales, habría dejado las cosas así. Pero estaba todavía algo agitada, y no pudo detener el flujo de comentarios que acudió a su boca—. Bueno. Debo decir que en la guía no avisaban adecuadamente sobre la posibilidad de un cohete disparado en medio de los pacíficos paisajes de Hampshire. —Se inclinó y sacudió el polvo y los pedacitos de hoja aferrados a sus faldas—. Estoy segura que no conocen a los Hathaways lo suficiente como para dispararnos. Aún. Cuando entablemos una amistad, sin embargo, no dudo de que encontrarán buenas razones para sacar la artillería.
—¿Está usted herida? Lo siento. Estaba usted en el camino de…
Se detuvo cuando _______ rodó sobre su espalda. Un mechó de su cabello se había soltado, dejando libre un estratégico rizo. Este caía ocultándole su cara, obscureciendo su visión. Antes de poder apartarlo, él lo hizo por ella, y las puntas de sus dedos provocaron ondas de fuego líquido incendiario que recorrió todo el cuerpo.
—Usted —dijo él suavemente.
Nicholas Miller No puede ser, pensó ella confusamente. ¿Aquí? ¿en Hampshire? Pero allí estaban sus inconfundibles ojos, entre dorados y avellana, y las espesas pestañas, el pelo de medianoche, la sórdida boca. Y el brillo pagano de un diamante en su oreja. Mostraba una expresión perturbada, como si acabara de recordar algo que hubiera querido olvidar. Pero cuando posó la mirada en la cara desconcertada de _______, su boca se curvó un poco, y se reacomodó en la cuna que formaba su cuerpo con una insolente familiaridad que le robó el aliento.
—Señor Miller… ¿Cómo?… ¿Por qué?… ¿Qué está usted haciendo aquí? Él contestó sin moverse, como si planeara permanecer así y conversar todo el día. Su tono infinitamente educado era un inquietante contraste frente a la intimidad de su posición.
—Señorita Hathaway. Qué encantadora sorpresa. Como verá, visito a unos amigos. ¿Y usted?
—Vivo aquí.
—No lo creo. Ésta es la hacienda de Lord Westcliff.
El corazón se le aceleró en el pecho mientras su cuerpo absorbía los detalles del de él.
—No quería decir precisamente aquí, quise decir por allí, al otro lado del bosque. La hacienda Ramsay. Acabamos de establecernos. —Al parecer no podía dejar de charlar a consecuencia de los nervios y el miedo—. ¿Qué fue ese ruido? ¿Qué estaban ustedes haciendo? ¿Por qué tiene usted ese tatuaje en el brazo? Eso es un pooka, una criatura irlandesa, ¿no es cierto?
Esa última pregunta le ganó una mirada atenta. Antes de que Miller pudiera contestar, los otros dos hombres se acercaron. Desde su inclinada posición, _______ tuvo una vista de pies a cabeza de ellos. Como Miller, llevaban las mangas de las camisas remangadas, con los chalecos desabotonados. Uno de ellos tenía el porte de un caballero viejo y corpulento con unos mechones de cabello plateado. Sujetaba un pequeño sextante de madera y metal, el cual había sido ensartado alrededor de su cuello. El otro, de cabello negro, parecía estar a finales de la treintena. No era tan alto como Miller, pero tenía un aire mezclado de autoridad y arrogancia aristocrática.
_______ hizo un movimiento indefenso, y Miller se levantó y alejó de ella con una fluida agilidad. Él la ayudó a levantarse, estabilizándola con su brazo.
—¿Cómo de lejos llegó? —preguntó Miller a los hombres.
—Que el demonio se lleve a ese cohete —llegó la respuesta seria—. ¿En qué condiciones está la mujer?
—Ilesa.
El caballero de cabello plateado comentó:
—Impresionante Miller. Cubriste una distancia de cincuenta metros en menos de cinco o seis segundos.
—Difícilmente perdería la oportunidad de abalanzarme sobre el regazo de una hermosa mujer —dijo Miller, haciendo que el hombre mayor riera ahogadamente.
La mano de Miller recorrió la pequeña espalda de _______, la ligera presión hizo que su sangre hirviera a fuego lento.
Alejándose de su tacto que la distraía, _______ levantó las manos para acomodarse el mechón vagabundo de cabello, colocándoselo detrás de la oreja.
—¿Por qué están disparando cohetes? Y es más, ¿por qué están disparándolos en mi propiedad?
El desconocido que había junto a ella le lanzó una mirada penetrante y evaluadora.
—¿Su propiedad? Miller intervino.
—Lord Westcliff, ésta es la señorita _______ Hathaway. La hermana de Lord Ramsay.
Frunciendo el ceño, Westcliff ejecutó una reverencia precisa.
—Señorita Hathaway. No estaba informado de su llegada. Si hubiese sido consciente de su presencia, le habría notificado de nuestros experimentos con cohetes, como he hecho con todos los demás en la vecindad.
Estaba claro que Westcliff era un hombre que esperaba ser informado acerca de todo. Parecía molesto porque los nuevos vecinos se hubieran atrevido a mudarse a su propia residencia sin avisarle a él primero.
—Llegamos ayer mismo, su Señoría —contestó _______—. Teníamos intención de hacerle una visita tras habernos instalado. —En circunstancias normales, habría dejado las cosas así. Pero estaba todavía algo agitada, y no pudo detener el flujo de comentarios que acudió a su boca—. Bueno. Debo decir que en la guía no avisaban adecuadamente sobre la posibilidad de un cohete disparado en medio de los pacíficos paisajes de Hampshire. —Se inclinó y sacudió el polvo y los pedacitos de hoja aferrados a sus faldas—. Estoy segura que no conocen a los Hathaways lo suficiente como para dispararnos. Aún. Cuando entablemos una amistad, sin embargo, no dudo de que encontrarán buenas razones para sacar la artillería.
tefisasias
Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
Sobre su cabeza, oyó reír a Miller.
—Considerando nuestros logros en puntería y precisión, no tiene nada que temer, señorita Hathaway.
El caballero del cabello plateado habló entonces.
—Miller, si no le importa averiguar donde ha aterrizado el cohete...
—Por supuesto —Miller partió con una simple zancada.
—Un tipo ágil —dijo el anciano aprobadoramente—. Rápido como un leopardo. Sin mencionar firme de manos y nervios. Menudo zapador sería.
Presentándose a sí mismo como Capitán Swansea, de los antiguos Ingenieros Reales, el anciano caballero explicó a _______ que era un entusiasta del desarrollo y la utilización de cohetes, cuyo estudio científico continuaba en la medida de su capacidad civil. Como amigo de Lord Westcliff, que compartía su interés por la ingeniería, Swansea había venido al campo para experimentar con un nuevo cohete, donde había suficiente terreno para hacerlo.
Lord Westcliff había alistado a Nick Miller para ayudarle con las ecuaciones de vuelo y otros cálculos matemáticos necesarios para evaluar el desempeño de los cohetes.
—Bastante extraordinaria, realmente, su facilidad con los números —dijo Swansea—. Nunca lo esperarías viendo su aspecto.
_______ no pudo evitar estar de acuerdo. En su experiencia los intelectuales como su padre eran hombres pálidos que pasaban gran parte de su tiempo dentro de casa, tenían barrigas prominentes, gafas y vestían arrugadas ropas de tweed. No eran jóvenes exóticos que parecían príncipes paganos y llevaban anillos de oro y tatuajes.
—Señorita Hathaway —dijo Lord Westcliff—, que yo sepa, no ha habido residentes en Ramsay desde hace casi una década. Encuentro difícil creer que la casa esté habitable.
—Oh, está en buenas condiciones —mintió _______ alegremente, su orgullo pasó a primer plano—. Por supuesto, es preciso quitar algo de polvo y unas pocas reparaciones menores... pero estamos bastante cómodos.
Creyó haber hablado convincentemente, pero Westcliff parecía escéptico.
—Damos una gran cena esta noche en Stony Cross Manor —dijo—. Traiga a su familia. Será una excelente oportunidad para que conozcan a algunos residentes locales, incluyendo al vicario.
Una cena con lord y lady Westcliff. Que Dios la ayudara. De haber estado la familia Hathaway bien descansada, si Leo hubiera avanzado algo más por la senda de la sobriedad, si todos dispusieran de un atuendo formal adecuado, si hubieran tenido suficiente tiempo para estudiar etiqueta... _______ podría haber considerado aceptar la invitación. Pero tal y como estaban las cosas, resultaba imposible.
—Es muy amable, milord, pero debo declinar. Acabamos de llegar a Hampshire, y la mayor parte de nuestra ropa está todavía empaquetada...
—La ocasión es informal.
_______ dudaba que su definición de "informal" se pareciera a la de ella.
—No es simplemente cuestión de atuendo, milord. Una de mis hermanas está algo débil y sería demasiado agobiante para ella. Necesita gran cantidad de descanso después del largo viaje desde Londres.
—Mañana por la noche entonces. Será una reunión mucho más reducida y en absoluto agobiante. A la luz de su insistencia, no había forma de negarse.
Maldiciéndose a sí misma por no quedarse en Ramsay House esa mañana, _______ se obligó a sonreír.
—Muy bien, milord. Su hospitalidad es muy apreciada.
Miller volvió, con la respiración acelerada por el esfuerzo. Una neblina de sudor se había acumulado sobre su piel haciendo que esta brillara como bronce.
—Un curso directo —dijo a Westcliff y Swansea—. Las aletas estabilizadoras funcionaron. Aterrizó a una distancia de aproximadamente mil ochocientos metros.
—¡Excelente! —exclamó Swansea—. ¿Pero dónde está el cohete?
Los blancos dientes de Miller centellearon en una sonrisa.
—Enterrado en un profundo y humeante agujero. Volveré a desenterrarlo más tarde.
—Si, queremos ver las condiciones de la envoltura y el núcleo interno. —Swansea tenía la cara roja de satisfacción. Utilizó un pañuelo para limpiar su sudoroso y arrugado semblante—. Ha sido una mañana excitante, ¿eh?
—Tal vez sea hora de volver a la mansión, capitán —sugirió Westcliff.
—Si, por supuesto. —Swansea se inclinó hacia _______—. Un placer, señorita Hathaway. Y debo decir que se lo ha tomado usted bastante bien, siendo el objetivo de un ataque sorpresa.
—La próxima vez que le visite, capitán —dijo ella—, recordaré traer mi bandera blanca.
Él rió ahogadamente y ondeó un adiós. Antes de girarse para unirse al capitán, Lord Westcliff miró fijamente a Nick Miller.
—Llevaré a Swansea de vuelta a la mansión, si usted se ocupa de que la señorita Hathaway llegue a casa sana y salva.
—Por supuesto —llegó la resuelta respuesta.
—Gracias —dijo _______—, pero no hay necesidad. Conozco el camino y no está lejos.
Su protesta fue ignorada. Se vio relegada a mirar ansiosamente a Nick Miller, mientras los otros dos hombres partían.
—No soy ninguna fémina indefensa —dijo ella—. No necesito ser entregada en ninguna parte. Además, a la luz de su pasado comportamiento, estaría más a salvo sola.
Un breve silencio. Miller inclinó la cabeza a un lado y la evaluó curiosamente.
—¿Pasado comportamiento?
—Ya sabe lo que... —Se interrumpió, sonrojándose ante el recuerdo del beso en la oscuridad—. Me refiero a lo que ocurrió en Londres.
Él le dirigió una mirada de cortés perplejidad.
—Considerando nuestros logros en puntería y precisión, no tiene nada que temer, señorita Hathaway.
El caballero del cabello plateado habló entonces.
—Miller, si no le importa averiguar donde ha aterrizado el cohete...
—Por supuesto —Miller partió con una simple zancada.
—Un tipo ágil —dijo el anciano aprobadoramente—. Rápido como un leopardo. Sin mencionar firme de manos y nervios. Menudo zapador sería.
Presentándose a sí mismo como Capitán Swansea, de los antiguos Ingenieros Reales, el anciano caballero explicó a _______ que era un entusiasta del desarrollo y la utilización de cohetes, cuyo estudio científico continuaba en la medida de su capacidad civil. Como amigo de Lord Westcliff, que compartía su interés por la ingeniería, Swansea había venido al campo para experimentar con un nuevo cohete, donde había suficiente terreno para hacerlo.
Lord Westcliff había alistado a Nick Miller para ayudarle con las ecuaciones de vuelo y otros cálculos matemáticos necesarios para evaluar el desempeño de los cohetes.
—Bastante extraordinaria, realmente, su facilidad con los números —dijo Swansea—. Nunca lo esperarías viendo su aspecto.
_______ no pudo evitar estar de acuerdo. En su experiencia los intelectuales como su padre eran hombres pálidos que pasaban gran parte de su tiempo dentro de casa, tenían barrigas prominentes, gafas y vestían arrugadas ropas de tweed. No eran jóvenes exóticos que parecían príncipes paganos y llevaban anillos de oro y tatuajes.
—Señorita Hathaway —dijo Lord Westcliff—, que yo sepa, no ha habido residentes en Ramsay desde hace casi una década. Encuentro difícil creer que la casa esté habitable.
—Oh, está en buenas condiciones —mintió _______ alegremente, su orgullo pasó a primer plano—. Por supuesto, es preciso quitar algo de polvo y unas pocas reparaciones menores... pero estamos bastante cómodos.
Creyó haber hablado convincentemente, pero Westcliff parecía escéptico.
—Damos una gran cena esta noche en Stony Cross Manor —dijo—. Traiga a su familia. Será una excelente oportunidad para que conozcan a algunos residentes locales, incluyendo al vicario.
Una cena con lord y lady Westcliff. Que Dios la ayudara. De haber estado la familia Hathaway bien descansada, si Leo hubiera avanzado algo más por la senda de la sobriedad, si todos dispusieran de un atuendo formal adecuado, si hubieran tenido suficiente tiempo para estudiar etiqueta... _______ podría haber considerado aceptar la invitación. Pero tal y como estaban las cosas, resultaba imposible.
—Es muy amable, milord, pero debo declinar. Acabamos de llegar a Hampshire, y la mayor parte de nuestra ropa está todavía empaquetada...
—La ocasión es informal.
_______ dudaba que su definición de "informal" se pareciera a la de ella.
—No es simplemente cuestión de atuendo, milord. Una de mis hermanas está algo débil y sería demasiado agobiante para ella. Necesita gran cantidad de descanso después del largo viaje desde Londres.
—Mañana por la noche entonces. Será una reunión mucho más reducida y en absoluto agobiante. A la luz de su insistencia, no había forma de negarse.
Maldiciéndose a sí misma por no quedarse en Ramsay House esa mañana, _______ se obligó a sonreír.
—Muy bien, milord. Su hospitalidad es muy apreciada.
Miller volvió, con la respiración acelerada por el esfuerzo. Una neblina de sudor se había acumulado sobre su piel haciendo que esta brillara como bronce.
—Un curso directo —dijo a Westcliff y Swansea—. Las aletas estabilizadoras funcionaron. Aterrizó a una distancia de aproximadamente mil ochocientos metros.
—¡Excelente! —exclamó Swansea—. ¿Pero dónde está el cohete?
Los blancos dientes de Miller centellearon en una sonrisa.
—Enterrado en un profundo y humeante agujero. Volveré a desenterrarlo más tarde.
—Si, queremos ver las condiciones de la envoltura y el núcleo interno. —Swansea tenía la cara roja de satisfacción. Utilizó un pañuelo para limpiar su sudoroso y arrugado semblante—. Ha sido una mañana excitante, ¿eh?
—Tal vez sea hora de volver a la mansión, capitán —sugirió Westcliff.
—Si, por supuesto. —Swansea se inclinó hacia _______—. Un placer, señorita Hathaway. Y debo decir que se lo ha tomado usted bastante bien, siendo el objetivo de un ataque sorpresa.
—La próxima vez que le visite, capitán —dijo ella—, recordaré traer mi bandera blanca.
Él rió ahogadamente y ondeó un adiós. Antes de girarse para unirse al capitán, Lord Westcliff miró fijamente a Nick Miller.
—Llevaré a Swansea de vuelta a la mansión, si usted se ocupa de que la señorita Hathaway llegue a casa sana y salva.
—Por supuesto —llegó la resuelta respuesta.
—Gracias —dijo _______—, pero no hay necesidad. Conozco el camino y no está lejos.
Su protesta fue ignorada. Se vio relegada a mirar ansiosamente a Nick Miller, mientras los otros dos hombres partían.
—No soy ninguna fémina indefensa —dijo ella—. No necesito ser entregada en ninguna parte. Además, a la luz de su pasado comportamiento, estaría más a salvo sola.
Un breve silencio. Miller inclinó la cabeza a un lado y la evaluó curiosamente.
—¿Pasado comportamiento?
—Ya sabe lo que... —Se interrumpió, sonrojándose ante el recuerdo del beso en la oscuridad—. Me refiero a lo que ocurrió en Londres.
Él le dirigió una mirada de cortés perplejidad.
tefisasias
Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
Nuevaaaaaaaa lectoraaaaaaaaaa ( que apenas ah leido el primer capitulo)
Y rfbjdhmnkxz me encantaaaaaaaaaaa *_______* Yo lei "El diablo de Invierno"La historia de St. Jonas el dueño del Jenner's cuando lei el nombre mi memoria comenzo a hacer cortocircuito x'D
Voy a continuar leyendo pero desdeeeeeeee ya Nueva y fiel lectoraaaaaa hasta que lea el DIN u____u
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah solo para avisar ^^ Tengo cuchillo :3 y no temo usarlo con personas crueles que nos dejan en un mar de dudas (?) okya, Siguelaaaaaaa
Y rfbjdhmnkxz me encantaaaaaaaaaaa *_______* Yo lei "El diablo de Invierno"La historia de St. Jonas el dueño del Jenner's cuando lei el nombre mi memoria comenzo a hacer cortocircuito x'D
Voy a continuar leyendo pero desdeeeeeeee ya Nueva y fiel lectoraaaaaa hasta que lea el DIN u____u
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah solo para avisar ^^ Tengo cuchillo :3 y no temo usarlo con personas crueles que nos dejan en un mar de dudas (?) okya, Siguelaaaaaaa
WhoIam13
Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
siiiiiiiiiiiiiiiiiii nueva lectora yo la esta leyendo entro foro pero no la siguieron espero y aqui si, me llamo dorin =), siguela pronto
Dorin
Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
hola bienvenida. yo me llamo Stephanie. de tarde la sigo
tefisasias
Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
bienvenida "WhoIam13" no se tu nombre. yo me llamo Stephanie, en la tarde la sigo
P.D: no le tengo miedo a los cuchillos jaja
P.D: no le tengo miedo a los cuchillos jaja
tefisasias
Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
Capítulo 6
La noticia de que iban a ir a cenar a casa de Lord y Lady Westcliff fue recibida con una gran variedad de reacciones por parte de los Hathaways. Poppy y Beatrix estaban encantadas y emocionadas, mientras que Win, que aún intentaba recobrar las fuerzas tras el viaje a Hampshire, se mostró simplemente resignada. Leo estaba impaciente por una larga comida acompañada de buen vino. Merripen, por el contrario, se negó rotundamente a ir.
—Tú formas parte de la familia —le dijo _______, observándolo mientras él aseguraba algunos paneles en una de las habitaciones comunes. El apretón de Merripen sobre el martillo de carpintero era hábil y seguro mientras expertamente hundía un clavo hecho a mano en el borde de una de las tablas—. No importa cuánto intentes negar toda conexión con los Hathaways —y nadie podría culparte de ello—, el hecho es que eres uno de nosotros y deberías asistir.
Merripen martilleó metódicamente unos pocos clavos más.
—Mi presencia no será necesaria.
—Bueno, claro que no será necesaria. Pero deberías disfrutar un poco.
—No —replicó él con sombría certeza, y continuó martilleando.
—¿Por qué tienes que ser tan cabezota? Si tienes miedo de que te traten mal, deberías recordar que Lord Westcliff ya está haciendo de anfitrión de un roma, y parece no tener prejuicios….
—No me gustan los gadjos.
—Mi familia entera —nuestra familia—, son gadjos. ¿Eso significa que no te gustamos?
Merripen no contestó, sólo continuó trabajando. Ruidosamente. _______ dejó escapar un tenso suspiro.
—Merripen, eres un snob terrible. Y si la noche se torna horrible, es tu obligación soportarla con nosotros.
Merripen alargó la mano para buscar otro manojo de clavos.
—Buen intento —dijo—. Pero no voy a ir. Las primitivas tuberías de Ramsay House, su pobre iluminación, la falta de lustre de los pocos espejos disponibles hicieron difícil prepararse para la visita a Stony Cross Manor.
Tras calentar agua laboriosamente en la cocina, los Hathaways subieron y bajaron cubos para sus propios baños. Todos excepto Win, por supuesto, quien descansaba en su habitación para guardar las fuerzas. _______ se sentó con una sumisión poco normal mientras Poppy le arreglaba el cabello, recogiéndolo hacia atrás, haciéndole unas gruesas trenzas y sujetándolas en un espeso moño que le cubría la parte trasera de la cabeza.
—Listo —dijo Poppy con placer—. Al menos estarás elegante de las orejas hacia arriba.
Al igual que las demás hermanas Hathaways, _______ iba vestida con un práctico vestido de alepín hecho de seda azul y estambre. El diseño era sencillo con una moderadamente amplia falda, de mangas largas y ajustado. El vestido de Poppy era similar, sólo que rojo. Era una chica extraordinariamente bonita, sus finas facciones estaban iluminadas de vivacidad e inteligencia. Si la popularidad social de una chica hubiese estado basada en el mérito y no en la fortuna, Poppy habría sido la niña bonita de Londres. En lugar de eso, vivía en el campo en una desvencijada casa, llevaba ropas viejas, cargaba agua y carbón como una sirvienta. Y nunca se había quejado, ni una sola vez.
—Pronto tendremos nuevos vestidos —dijo _______ con empeño, sintiendo que el corazón le daba un vuelco con remordimiento—. Las cosas mejorarán, Poppy. Lo prometo.
—Eso espero —dijo su hermana con ligereza—. Necesito un vestido de baile si quiero pillar a un rico benefactor para la familia.
—Sabes que sólo lo dije en broma. No tienes por qué buscar un pretendiente rico. Sólo uno que sea amable contigo.
Poppy sonrió.
—Bueno, puede que la riqueza y la amabilidad no se excluyan mutuamente… ¿no?
_______ le devolvió la sonrisa.
—Y que lo digas.
Cuando los hermanos se encontraron en el vestíbulo de entrada, _______ se sintió incluso más apenada cuando vio a Beatrix aparecer con un vestido verde cuya falda le llegaba hasta los tobillos y una almidonado mandil blanco, un conjunto mucho más apropiado para una niña de doce en lugar de para una de quince.
La noticia de que iban a ir a cenar a casa de Lord y Lady Westcliff fue recibida con una gran variedad de reacciones por parte de los Hathaways. Poppy y Beatrix estaban encantadas y emocionadas, mientras que Win, que aún intentaba recobrar las fuerzas tras el viaje a Hampshire, se mostró simplemente resignada. Leo estaba impaciente por una larga comida acompañada de buen vino. Merripen, por el contrario, se negó rotundamente a ir.
—Tú formas parte de la familia —le dijo _______, observándolo mientras él aseguraba algunos paneles en una de las habitaciones comunes. El apretón de Merripen sobre el martillo de carpintero era hábil y seguro mientras expertamente hundía un clavo hecho a mano en el borde de una de las tablas—. No importa cuánto intentes negar toda conexión con los Hathaways —y nadie podría culparte de ello—, el hecho es que eres uno de nosotros y deberías asistir.
Merripen martilleó metódicamente unos pocos clavos más.
—Mi presencia no será necesaria.
—Bueno, claro que no será necesaria. Pero deberías disfrutar un poco.
—No —replicó él con sombría certeza, y continuó martilleando.
—¿Por qué tienes que ser tan cabezota? Si tienes miedo de que te traten mal, deberías recordar que Lord Westcliff ya está haciendo de anfitrión de un roma, y parece no tener prejuicios….
—No me gustan los gadjos.
—Mi familia entera —nuestra familia—, son gadjos. ¿Eso significa que no te gustamos?
Merripen no contestó, sólo continuó trabajando. Ruidosamente. _______ dejó escapar un tenso suspiro.
—Merripen, eres un snob terrible. Y si la noche se torna horrible, es tu obligación soportarla con nosotros.
Merripen alargó la mano para buscar otro manojo de clavos.
—Buen intento —dijo—. Pero no voy a ir. Las primitivas tuberías de Ramsay House, su pobre iluminación, la falta de lustre de los pocos espejos disponibles hicieron difícil prepararse para la visita a Stony Cross Manor.
Tras calentar agua laboriosamente en la cocina, los Hathaways subieron y bajaron cubos para sus propios baños. Todos excepto Win, por supuesto, quien descansaba en su habitación para guardar las fuerzas. _______ se sentó con una sumisión poco normal mientras Poppy le arreglaba el cabello, recogiéndolo hacia atrás, haciéndole unas gruesas trenzas y sujetándolas en un espeso moño que le cubría la parte trasera de la cabeza.
—Listo —dijo Poppy con placer—. Al menos estarás elegante de las orejas hacia arriba.
Al igual que las demás hermanas Hathaways, _______ iba vestida con un práctico vestido de alepín hecho de seda azul y estambre. El diseño era sencillo con una moderadamente amplia falda, de mangas largas y ajustado. El vestido de Poppy era similar, sólo que rojo. Era una chica extraordinariamente bonita, sus finas facciones estaban iluminadas de vivacidad e inteligencia. Si la popularidad social de una chica hubiese estado basada en el mérito y no en la fortuna, Poppy habría sido la niña bonita de Londres. En lugar de eso, vivía en el campo en una desvencijada casa, llevaba ropas viejas, cargaba agua y carbón como una sirvienta. Y nunca se había quejado, ni una sola vez.
—Pronto tendremos nuevos vestidos —dijo _______ con empeño, sintiendo que el corazón le daba un vuelco con remordimiento—. Las cosas mejorarán, Poppy. Lo prometo.
—Eso espero —dijo su hermana con ligereza—. Necesito un vestido de baile si quiero pillar a un rico benefactor para la familia.
—Sabes que sólo lo dije en broma. No tienes por qué buscar un pretendiente rico. Sólo uno que sea amable contigo.
Poppy sonrió.
—Bueno, puede que la riqueza y la amabilidad no se excluyan mutuamente… ¿no?
_______ le devolvió la sonrisa.
—Y que lo digas.
Cuando los hermanos se encontraron en el vestíbulo de entrada, _______ se sintió incluso más apenada cuando vio a Beatrix aparecer con un vestido verde cuya falda le llegaba hasta los tobillos y una almidonado mandil blanco, un conjunto mucho más apropiado para una niña de doce en lugar de para una de quince.
tefisasias
Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
Abriéndose paso hasta colocarse junto a Leo, _______ le musitó:
—Se acabaron las apuestas, Leo. El dinero que perdiste en Jenner’s hubiese estado mejor empleado en ropas apropiadas para tus hermanas pequeñas.
—Hay dinero más que suficiente para que las hubieses llevado a la modista —dijo Leo fríamente—. No me pongas como el malo cuando es responsabilidad tuya vestirlas.
_______ apretó los dientes. Por mucho que adorara a Leo, nadie podía enfadarla tanto como él, y tan rápidamente. Estaba deseando administrarle un fuerte golpe en la cabeza que le devolviera el sentido común.
—A la velocidad a la que te estás gastando los fondos familiares, no creí que fuese buena idea salir a gastar dinero.
Los otros Hathaways vieron, con los ojos abiertos como platos, como la conversación explotaba en una pelea en toda regla.
—Quizás tú quieras vivir como una avara —dijo Leo—, pero que me aspen si tengo que hacerlo yo también. Tú eres incapaz de disfrutar el momento porque siempre estás absorta en el futuro. Pues bien, para algunas personas, el mañana nunca llega.
El carácter de _______ estalló.
—Alguien tiene que pensar en el futuro, ¡derrochador egoísta!
—Viniendo de una arpía despótica…
Win se colocó entre ambos, descansando una gentil mano sobre el hombro de _______.
—Callaos, los dos. No sirve de nada enfadarnos entre nosotros justo cuando vamos a salir. —Le dirigió a _______ una dulce sonrisa a la que nadie en la tierra podría haberse resistido—. No frunzas el ceño así, querida. ¿Qué pasa si tu cara se queda de esa forma?
—Con una prolongada exposición a Leo —replicó _______—, sin duda lo hará.
Su hermano resopló.
—Soy un cabeza de turco conveniente, ¿verdad? Si fueses honesta contigo misma, _______…
—Merripen —gritó Win—. ¿Ya está listo el carruaje?
Merripen entró por la puerta principal, con aspecto despeinado y malhumorado. Habían convenido en que él conduciría a los Hathaways hasta la residencia de los Westcliff y volvería a por ellos más tarde.
—Está listo.
Cuando echó un vistazo a la pálida y dorada belleza de Win, pareció que su expresión se volvía incluso más hosca, si algo así era posible. Como un enigma que se acabase de resolver por sí mismo en su mente, aquella mirada furtiva le aclaró un par de cosas a _______.
Merripen no iba a la cena aquella noche porque estaba intentando evitar estar en una situación social con Win. Estaba intentado mantener la distancia entre ellos, y al mismo tiempo estaba desesperadamente preocupado por la salud de ella. A _______ le preocupaba la idea de que Merripen, que nunca demostraba sentimientos fuertes por nada, pudiera albergar un deseo secreto y poderoso por su hermana.
Win era demasiado delicada, demasiado refinada, demasiado su opuesta en todo. Y Merripen lo sabía.
Sintiéndose comprensiva, sensiblera, y bastante preocupada, _______ subió al carruaje tras sus hermanas.
—Se acabaron las apuestas, Leo. El dinero que perdiste en Jenner’s hubiese estado mejor empleado en ropas apropiadas para tus hermanas pequeñas.
—Hay dinero más que suficiente para que las hubieses llevado a la modista —dijo Leo fríamente—. No me pongas como el malo cuando es responsabilidad tuya vestirlas.
_______ apretó los dientes. Por mucho que adorara a Leo, nadie podía enfadarla tanto como él, y tan rápidamente. Estaba deseando administrarle un fuerte golpe en la cabeza que le devolviera el sentido común.
—A la velocidad a la que te estás gastando los fondos familiares, no creí que fuese buena idea salir a gastar dinero.
Los otros Hathaways vieron, con los ojos abiertos como platos, como la conversación explotaba en una pelea en toda regla.
—Quizás tú quieras vivir como una avara —dijo Leo—, pero que me aspen si tengo que hacerlo yo también. Tú eres incapaz de disfrutar el momento porque siempre estás absorta en el futuro. Pues bien, para algunas personas, el mañana nunca llega.
El carácter de _______ estalló.
—Alguien tiene que pensar en el futuro, ¡derrochador egoísta!
—Viniendo de una arpía despótica…
Win se colocó entre ambos, descansando una gentil mano sobre el hombro de _______.
—Callaos, los dos. No sirve de nada enfadarnos entre nosotros justo cuando vamos a salir. —Le dirigió a _______ una dulce sonrisa a la que nadie en la tierra podría haberse resistido—. No frunzas el ceño así, querida. ¿Qué pasa si tu cara se queda de esa forma?
—Con una prolongada exposición a Leo —replicó _______—, sin duda lo hará.
Su hermano resopló.
—Soy un cabeza de turco conveniente, ¿verdad? Si fueses honesta contigo misma, _______…
—Merripen —gritó Win—. ¿Ya está listo el carruaje?
Merripen entró por la puerta principal, con aspecto despeinado y malhumorado. Habían convenido en que él conduciría a los Hathaways hasta la residencia de los Westcliff y volvería a por ellos más tarde.
—Está listo.
Cuando echó un vistazo a la pálida y dorada belleza de Win, pareció que su expresión se volvía incluso más hosca, si algo así era posible. Como un enigma que se acabase de resolver por sí mismo en su mente, aquella mirada furtiva le aclaró un par de cosas a _______.
Merripen no iba a la cena aquella noche porque estaba intentando evitar estar en una situación social con Win. Estaba intentado mantener la distancia entre ellos, y al mismo tiempo estaba desesperadamente preocupado por la salud de ella. A _______ le preocupaba la idea de que Merripen, que nunca demostraba sentimientos fuertes por nada, pudiera albergar un deseo secreto y poderoso por su hermana.
Win era demasiado delicada, demasiado refinada, demasiado su opuesta en todo. Y Merripen lo sabía.
Sintiéndose comprensiva, sensiblera, y bastante preocupada, _______ subió al carruaje tras sus hermanas.
tefisasias
Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
Los ocupantes del vehículo guardaron silencio mientras avanzaban por la avenida delineada de robles hasta Stony Cross Manor.
Frente a la residencia había un enorme patio —un rasgo distintivo— y estaba rodeado por los establos y un ala residencial. En lugar del sencillo diseño habitual de los establos, estos tenían al frente unos amplios arcos de piedras. Stony Cross Manor era un lugar adecuado para la realeza y por lo que sabían de Lord Westcliff, su línea de sangre era incluso más distinguida que la de la Reina.
Cuando el carruaje se detuvo delante del pórtico de la entrada, _______ deseó que la noche ya hubiese terminado. En aquellos majestuosos alrededores, los defectos de los Hathaways se magnificarían. No parecerían mejores que un grupo de vagabundos. Echó un vistazo a sus hermanos. Win se había puesto su habitual máscara de irreprochable serenidad, y Leo parecía tranquilo y ligeramente aburrido, una expresión que debía haber aprendido de sus recientes relaciones en Jenner’s. Las niñas más jóvenes estaban llenas de una brillante exuberancia que arrancó una sonrisa a _______. Ellas, al menos, lo pasarían bien, y el cielo sabía que se lo merecían.
Merripen ayudó a las hermanas a bajar del carruaje, y Leo emergió al último. Cuando piso el suelo, Merripen lo detuvo con un breve murmullo, una advertencia para que mantuviese un ojo sobre Win. Leo le lanzó una vehemente mirada. Soportar la crítica de _______ ya había sido suficientemente malo, no lo tolerarían también de Merripen.
—Si tan condenadamente preocupado estás por ella —musitó Leo—, entonces entra y haz tú de niñera.
Merripen entrecerró los ojos, pero no contestó.
La relación entre los dos hombres nunca se podría haber descrito como fraternal, pero siempre habían mantenido una fría cordialidad.
Merripen nunca había intentando asumir el papel del segundo hijo, a pesar del obvio cariño que los padres de los Hathaways sentían por él. Y en cualquier situación que se prestaba a una competición entre los dos, Merripen siempre retrocedía. Leo, por su parte, había sido razonablemente agradable con Merripen, e incluso se había adherido a sus opiniones cuando las había juzgado mejor que las suyas.
Cuando Leo habían caído enfermo con la fiebre escarlata, Merripen había ayudado a cuidarlo con una mezcla de paciencia y amabilidad que había sobrepasado la de _______. Más tarde, ella le había dicho a Leo que le debía la vida a Merripen. Sin embargo, en lugar de sentirse agradecido, Leo parecía pensar mal de Merripen por aquello.
Por favor, por favor, no seas im/bécil, Leo, quiso rogar _______, pero se contuvo de hablar y fue con sus hermanas hasta la entrada iluminada de Stony Cross Manor.
Un par de macizas puertas dobles se abrían a un cavernoso vestíbulo adornado con tapices de valor incalculable. Y una gran escalera de piedra y mármol se curvaba hacia la alta galería del segundo piso. Incluso las esquinas más distantes del hall, y las entradas de varios pasillos que partían de la gran habitación, estaban iluminadas con grandes candelabros de cristal.
Si los terrenos exteriores habían estado bien cuidados, el interior de la mansión no era menos que inmaculado, todo estaba barrido, reluciente y brillante. No había nada nuevo en lo que los rodeaban, nada de bruscos bordes o modernos toques que alteraran la atmósfera de natural esplendor.
Este era, pensó _______ desolada, exactamente el aspecto que Ramsay House debería tener.
Unos sirvientes acudieron para coger los sombreros y los guantes, mientras una anciana ama de llaves daba la bienvenida a los recién llegados. La atención de _______ se vio inmediatamente atraída por la aparición de Lord y Lady Westcliff, quienes cruzaban el vestíbulo hacia ellos.
Vestido con ropas hechas a la exacta medida, Lord Westcliff se movía con la confianza física de un experimentado deportista. Su expresión era reservada, sus austeras facciones llamativas más que hermosas. Todo en su apariencia indicaba que era un hombre que exigía mucho de los demás e incluso más de sí mismo.
No había duda de que alguien tan poderoso como Westcliff habría elegido a la perfecta novia inglesa, una mujer cuya glacial sofisticación le había sido inculcada desde el nacimiento. Entonces, con sorpresa, _______ oyó a Lady Westcliff hablar con una voz claramente americana, las palabras salieron en tropel como si fuese una molestia pensar en todo antes de hablar.
Frente a la residencia había un enorme patio —un rasgo distintivo— y estaba rodeado por los establos y un ala residencial. En lugar del sencillo diseño habitual de los establos, estos tenían al frente unos amplios arcos de piedras. Stony Cross Manor era un lugar adecuado para la realeza y por lo que sabían de Lord Westcliff, su línea de sangre era incluso más distinguida que la de la Reina.
Cuando el carruaje se detuvo delante del pórtico de la entrada, _______ deseó que la noche ya hubiese terminado. En aquellos majestuosos alrededores, los defectos de los Hathaways se magnificarían. No parecerían mejores que un grupo de vagabundos. Echó un vistazo a sus hermanos. Win se había puesto su habitual máscara de irreprochable serenidad, y Leo parecía tranquilo y ligeramente aburrido, una expresión que debía haber aprendido de sus recientes relaciones en Jenner’s. Las niñas más jóvenes estaban llenas de una brillante exuberancia que arrancó una sonrisa a _______. Ellas, al menos, lo pasarían bien, y el cielo sabía que se lo merecían.
Merripen ayudó a las hermanas a bajar del carruaje, y Leo emergió al último. Cuando piso el suelo, Merripen lo detuvo con un breve murmullo, una advertencia para que mantuviese un ojo sobre Win. Leo le lanzó una vehemente mirada. Soportar la crítica de _______ ya había sido suficientemente malo, no lo tolerarían también de Merripen.
—Si tan condenadamente preocupado estás por ella —musitó Leo—, entonces entra y haz tú de niñera.
Merripen entrecerró los ojos, pero no contestó.
La relación entre los dos hombres nunca se podría haber descrito como fraternal, pero siempre habían mantenido una fría cordialidad.
Merripen nunca había intentando asumir el papel del segundo hijo, a pesar del obvio cariño que los padres de los Hathaways sentían por él. Y en cualquier situación que se prestaba a una competición entre los dos, Merripen siempre retrocedía. Leo, por su parte, había sido razonablemente agradable con Merripen, e incluso se había adherido a sus opiniones cuando las había juzgado mejor que las suyas.
Cuando Leo habían caído enfermo con la fiebre escarlata, Merripen había ayudado a cuidarlo con una mezcla de paciencia y amabilidad que había sobrepasado la de _______. Más tarde, ella le había dicho a Leo que le debía la vida a Merripen. Sin embargo, en lugar de sentirse agradecido, Leo parecía pensar mal de Merripen por aquello.
Por favor, por favor, no seas im/bécil, Leo, quiso rogar _______, pero se contuvo de hablar y fue con sus hermanas hasta la entrada iluminada de Stony Cross Manor.
Un par de macizas puertas dobles se abrían a un cavernoso vestíbulo adornado con tapices de valor incalculable. Y una gran escalera de piedra y mármol se curvaba hacia la alta galería del segundo piso. Incluso las esquinas más distantes del hall, y las entradas de varios pasillos que partían de la gran habitación, estaban iluminadas con grandes candelabros de cristal.
Si los terrenos exteriores habían estado bien cuidados, el interior de la mansión no era menos que inmaculado, todo estaba barrido, reluciente y brillante. No había nada nuevo en lo que los rodeaban, nada de bruscos bordes o modernos toques que alteraran la atmósfera de natural esplendor.
Este era, pensó _______ desolada, exactamente el aspecto que Ramsay House debería tener.
Unos sirvientes acudieron para coger los sombreros y los guantes, mientras una anciana ama de llaves daba la bienvenida a los recién llegados. La atención de _______ se vio inmediatamente atraída por la aparición de Lord y Lady Westcliff, quienes cruzaban el vestíbulo hacia ellos.
Vestido con ropas hechas a la exacta medida, Lord Westcliff se movía con la confianza física de un experimentado deportista. Su expresión era reservada, sus austeras facciones llamativas más que hermosas. Todo en su apariencia indicaba que era un hombre que exigía mucho de los demás e incluso más de sí mismo.
No había duda de que alguien tan poderoso como Westcliff habría elegido a la perfecta novia inglesa, una mujer cuya glacial sofisticación le había sido inculcada desde el nacimiento. Entonces, con sorpresa, _______ oyó a Lady Westcliff hablar con una voz claramente americana, las palabras salieron en tropel como si fuese una molestia pensar en todo antes de hablar.
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Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
—No sabéis cuánto he deseado tener nuevos vecinos. Las cosas se pueden volver un poco aburridas en Hampshire. Vosotros, Hathaways, las haréis más agradables.
Sorprendió a Leo alargando la mano y estrechándole la de él como lo hacían los hombres.
—Lord Ramsay, es un placer.
—A vuestro servicio, milady. —Leo no parecía saber muy bien qué hacer con aquella singular mujer.
_______ reaccionó automáticamente dándole un apretón similar. Al devolverle el firme apretón a Lady Westcliff, miró en sus ligeramente rasgados ojos del color del jengibre. Lillian, Lady Westcliff, era una mujer alta y esbelta de reluciente cabello negro, elegantes rasgos y una sonrisa disoluta. A diferencia de su marido, irradiaba una casual cordialidad que instantáneamente calmaba a la gente.
—Tú eres _______, ¿a la que dispararon ayer?
—Sí, milady.
—Estoy tan contenta de que el conde no te haya matado. Su puntería no suele fallar, ¿sabes?
El conde recibió la insolencia de su esposa con una ligera sonrisa, como si estuviese acostumbrado a ella.
—No estaba apuntando a la señorita Hathaway —dijo tranquilamente.
—Deberías pensar en una afición menos peligrosa —sugirió Lady Westcliff—. Observar a los pájaros. Coleccionar mariposas. Algo un poco más decoroso que provocar explosiones.
_______ espero que el conde frunciese en ceño ante su irreverencia, pero él sólo pareció divertido. Y cuando la atención de su mujer se movió hacia al resto de los Hathaways, él la observó con cálida fascinación. Claramente, había una poderosa atracción entre ambos.
_______ presentó a sus hermanas a la poco convencional condesa. Afortunadamente todas recordaban cómo hacer una reverencia, y lograron educadas respuestas a las directas preguntas, tales como si les gustaba montar, si disfrutaban bailando, si habían probado ya alguno de los quesos locales, y si compartían su disgusto por las viscosas comidas inglesas como las anguilas y el pan de cerdo en gelatina.
Riendo ante la divertida cara que había puesto la condesa, las hermanas Hathaway fueron con ella a la salita, donde aproximadamente una docena de invitados se habían reunido en espera de la cena.
—Me gusta —oyó decirle Poppy a Beatrix mientras las dos caminaban tras ella—. ¿Crees que todas las mujeres americanas son tan hermosas?
Hermosa, sí, aquella era una palabra apropiada para Lady Westcliff.
—Señorita Hathaway —dijo la condesa a _______ en un tono de amigable preocupación—, el conde me ha dicho que Ramsay House ha estado desocupada durante mucho tiempo, debe estar hecha un desastre.
Algo sobresaltada por la franqueza de la mujer, _______ negó con la cabeza firmemente.
—Oh no, “desastre” es una palabra demasiado fuerte. Todo el lugar necesita una buena limpieza, y unas pequeñas reparaciones y… —hizo una pausa incómoda.
La mirada de Lady Westcliff fue franca y comprensiva.
—Está mal, ¿eh?
_______ movió los hombros de un tirón en un ligero encogimiento de hombros.
—Hay mucho trabajo por hacer a Ramsay House —admitió—. Pero no me asusta el trabajo.
—Si necesita ayuda o consejo, Westcliff tiene infinitos recursos a su disposición. Puede decirle dónde encontrar…
—Es usted muy amable, milady —dijo _______ apresurada—, pero no hay necesidad de que se involucre en nuestros asuntos domésticos.
Lo último que quería era que los Hathaways parecieran ser una familia de pordioseros y mendigos.
—Quizás no puedas evitar que nos involucremos —dijo Lady Westcliff con una sonrisa—. Ahora estás en la esfera Westcliff, lo cual significa que se te aconsejará pidas o no consejo. Y lo peor es que casi siempre tiene razón.
Lanzó una cariñosa mirada en dirección a su esposo. Westcliff estaba con un grupo a un lado de la habitación. Notando la mirada de su esposa, Westcliff se dio la vuelta. Algún mensaje mudo estaba pasando entre ellos… y él respondió con un rápido, casi imperceptible guiño. Una risita surgió de la garganta de Lady Westcliff.
Se giró hacia _______.
—Estando casados desde hace cuatro años en septiembre —dijo con algo de vergüenza—. Había supuesto que a estas alturas habría dejado de suspirar por él pero no lo he hecho. —La picardía bailó en sus oscuros ojos—. Ahora, te presentaré a algunos de los otros invitados. Dime a quien deseas conocer primero.
La mirada de _______ se trasladó del conde al grupo de hombres que se reunía alrededor de él. Una oleada de conciencia bajo por su espina cuando su atención se vio atraída por Nick Miller. Iba vestido de blanco y negro, con idéntico atuendo al de los demás caballeros, pero el esquema civilizado solo servía para hacerlo parecer más exótico. Con la seda de su cabello curvándose sobre el almidonado cuello blanco, lo moreno de su complexión, los ojos atigrados, parecía completamente fuera de lugar en los decorosos alrededores. Siendo consciente de su mirada, Miller se inclinó, lo que reconoció como una tiesa reverencia propia de él.
Sorprendió a Leo alargando la mano y estrechándole la de él como lo hacían los hombres.
—Lord Ramsay, es un placer.
—A vuestro servicio, milady. —Leo no parecía saber muy bien qué hacer con aquella singular mujer.
_______ reaccionó automáticamente dándole un apretón similar. Al devolverle el firme apretón a Lady Westcliff, miró en sus ligeramente rasgados ojos del color del jengibre. Lillian, Lady Westcliff, era una mujer alta y esbelta de reluciente cabello negro, elegantes rasgos y una sonrisa disoluta. A diferencia de su marido, irradiaba una casual cordialidad que instantáneamente calmaba a la gente.
—Tú eres _______, ¿a la que dispararon ayer?
—Sí, milady.
—Estoy tan contenta de que el conde no te haya matado. Su puntería no suele fallar, ¿sabes?
El conde recibió la insolencia de su esposa con una ligera sonrisa, como si estuviese acostumbrado a ella.
—No estaba apuntando a la señorita Hathaway —dijo tranquilamente.
—Deberías pensar en una afición menos peligrosa —sugirió Lady Westcliff—. Observar a los pájaros. Coleccionar mariposas. Algo un poco más decoroso que provocar explosiones.
_______ espero que el conde frunciese en ceño ante su irreverencia, pero él sólo pareció divertido. Y cuando la atención de su mujer se movió hacia al resto de los Hathaways, él la observó con cálida fascinación. Claramente, había una poderosa atracción entre ambos.
_______ presentó a sus hermanas a la poco convencional condesa. Afortunadamente todas recordaban cómo hacer una reverencia, y lograron educadas respuestas a las directas preguntas, tales como si les gustaba montar, si disfrutaban bailando, si habían probado ya alguno de los quesos locales, y si compartían su disgusto por las viscosas comidas inglesas como las anguilas y el pan de cerdo en gelatina.
Riendo ante la divertida cara que había puesto la condesa, las hermanas Hathaway fueron con ella a la salita, donde aproximadamente una docena de invitados se habían reunido en espera de la cena.
—Me gusta —oyó decirle Poppy a Beatrix mientras las dos caminaban tras ella—. ¿Crees que todas las mujeres americanas son tan hermosas?
Hermosa, sí, aquella era una palabra apropiada para Lady Westcliff.
—Señorita Hathaway —dijo la condesa a _______ en un tono de amigable preocupación—, el conde me ha dicho que Ramsay House ha estado desocupada durante mucho tiempo, debe estar hecha un desastre.
Algo sobresaltada por la franqueza de la mujer, _______ negó con la cabeza firmemente.
—Oh no, “desastre” es una palabra demasiado fuerte. Todo el lugar necesita una buena limpieza, y unas pequeñas reparaciones y… —hizo una pausa incómoda.
La mirada de Lady Westcliff fue franca y comprensiva.
—Está mal, ¿eh?
_______ movió los hombros de un tirón en un ligero encogimiento de hombros.
—Hay mucho trabajo por hacer a Ramsay House —admitió—. Pero no me asusta el trabajo.
—Si necesita ayuda o consejo, Westcliff tiene infinitos recursos a su disposición. Puede decirle dónde encontrar…
—Es usted muy amable, milady —dijo _______ apresurada—, pero no hay necesidad de que se involucre en nuestros asuntos domésticos.
Lo último que quería era que los Hathaways parecieran ser una familia de pordioseros y mendigos.
—Quizás no puedas evitar que nos involucremos —dijo Lady Westcliff con una sonrisa—. Ahora estás en la esfera Westcliff, lo cual significa que se te aconsejará pidas o no consejo. Y lo peor es que casi siempre tiene razón.
Lanzó una cariñosa mirada en dirección a su esposo. Westcliff estaba con un grupo a un lado de la habitación. Notando la mirada de su esposa, Westcliff se dio la vuelta. Algún mensaje mudo estaba pasando entre ellos… y él respondió con un rápido, casi imperceptible guiño. Una risita surgió de la garganta de Lady Westcliff.
Se giró hacia _______.
—Estando casados desde hace cuatro años en septiembre —dijo con algo de vergüenza—. Había supuesto que a estas alturas habría dejado de suspirar por él pero no lo he hecho. —La picardía bailó en sus oscuros ojos—. Ahora, te presentaré a algunos de los otros invitados. Dime a quien deseas conocer primero.
La mirada de _______ se trasladó del conde al grupo de hombres que se reunía alrededor de él. Una oleada de conciencia bajo por su espina cuando su atención se vio atraída por Nick Miller. Iba vestido de blanco y negro, con idéntico atuendo al de los demás caballeros, pero el esquema civilizado solo servía para hacerlo parecer más exótico. Con la seda de su cabello curvándose sobre el almidonado cuello blanco, lo moreno de su complexión, los ojos atigrados, parecía completamente fuera de lugar en los decorosos alrededores. Siendo consciente de su mirada, Miller se inclinó, lo que reconoció como una tiesa reverencia propia de él.
tefisasias
Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
—Ya has conocido al señor Miller, por supuesto —comentó Lady Westcliff, observando el intercambio—. Un interesante compañero, ¿no crees? El señor Miller es encantador, muy amable, y solo a medias civilizado, lo cual yo prefiero bastante.
—Yo… —_______ arrancó su mirada de Miller con esfuerzo, su corazón tamborileando erráticamente—. ¿A medias civilizado?
—Oh, ya sabes todas las reglas que la clase alta ha concebido para el llamado comportamiento educado. El señor Miller no se molesta con la mayoría de ellas. —Lady Westcliff sonrió abiertamente—. En realidad tampoco yo.
—¿Desde hace cuanto conoce al señor Miller?
—Solo desde que Lord Joseph tomó posesión del club de juego. Desde entonces, el señor Miller se ha convertido en una especie de protegido, de ambos, Westcliff y St. Jonas —rió rápidamente—. Es como tener un ángel en un hombro y un demonio en el otro. Miller parece manejarlos a los dos bastante bien.
—¿Por qué se han tomado ambos tanto interés en él?
—Es un hombre inusual. No estoy segura de que nadie sepa que hacer con él. De acuerdo con Westcliff, Miller tiene una mente excepcional. Pero al mismo tiempo, es supersticioso e impredecible. ¿Ha oído hablar de su maldición de buena suerte?
—¿Su que?
—Parece ser que no importa lo que haga Miller, no puede evitar hacer dinero. Mucho dinero. Incluso cuando trata de perderlo. Él alega que esta mal que una persona posea tanto.
—Es la costumbre romani —murmuro _______—. No creen en poseer cosas.
—Si, bueno, siendo de New York, no entiendo ese concepto del todo, pero ahí lo tienes. En contra de su voluntad, al señor Miller se le ha dado un porcentaje de las ganancias del club, y no importa cuantas donaciones a la caridad o inversiones poco sólidas realice, sigue obteniendo ganancias inesperadas. Primero compró un viejo caballo de carreras con patas cortas, Little Dandy, que ganó el Grand Nacional el pasado abril. Después estuvo el asunto del hule, y…
—¿El qué? —Fue una pequeña y fallida fábrica de hule en el lado este de Londres. Justo cuando la compañía estaba a punto de hundirse, el señor Miller hizo una gran inversión en ella. Todos incluyendo Lord Westcliff, le aconsejaron no hacerlo, que era un tonto e iba a perder cada centavo.
—Lo cual era su intención —dijo _______.
—Exacto. Pero para consternación de Miller, el asunto dio un vuelco. El director de la compañía usó la inversión para adquirir los derechos de la patente del proceso de vulcanización, e inventaron esos pequeños restos elásticos de tubería llamados bandas de goma. Y ahora la compañía es un éxito resplandeciente. Podría contarle más, pero son todas variaciones del mismo tema, el señor Miller tira su dinero y el mismo vuelve multiplicado diez veces.
—Yo no llamaría a eso una maldición —dijo _______.
—Tampoco yo. —Lady Westcliff rió suavemente—. Pero el señor Miller lo hace. Eso es lo que lo hace tan entretenido. Debería haberlo visto enfurruñarse hace un rato cuando recibió el informe más reciente de uno de sus corredores de bolsa en Londres. Todas buenas noticias. Estaba rechinando los dientes por ello.
Tomando el brazo de _______, Lady Westcliff la guió por la habitación.
—Aunque tenemos una triste falta de caballeros elegibles esta noche, prometo que tendremos una selección de visitantes una vez más adelantada la Temporada. Todos vienen a cazar y a pescar y normalmente hay una mayor proporción de hombres que de mujeres.
—Yo… —_______ arrancó su mirada de Miller con esfuerzo, su corazón tamborileando erráticamente—. ¿A medias civilizado?
—Oh, ya sabes todas las reglas que la clase alta ha concebido para el llamado comportamiento educado. El señor Miller no se molesta con la mayoría de ellas. —Lady Westcliff sonrió abiertamente—. En realidad tampoco yo.
—¿Desde hace cuanto conoce al señor Miller?
—Solo desde que Lord Joseph tomó posesión del club de juego. Desde entonces, el señor Miller se ha convertido en una especie de protegido, de ambos, Westcliff y St. Jonas —rió rápidamente—. Es como tener un ángel en un hombro y un demonio en el otro. Miller parece manejarlos a los dos bastante bien.
—¿Por qué se han tomado ambos tanto interés en él?
—Es un hombre inusual. No estoy segura de que nadie sepa que hacer con él. De acuerdo con Westcliff, Miller tiene una mente excepcional. Pero al mismo tiempo, es supersticioso e impredecible. ¿Ha oído hablar de su maldición de buena suerte?
—¿Su que?
—Parece ser que no importa lo que haga Miller, no puede evitar hacer dinero. Mucho dinero. Incluso cuando trata de perderlo. Él alega que esta mal que una persona posea tanto.
—Es la costumbre romani —murmuro _______—. No creen en poseer cosas.
—Si, bueno, siendo de New York, no entiendo ese concepto del todo, pero ahí lo tienes. En contra de su voluntad, al señor Miller se le ha dado un porcentaje de las ganancias del club, y no importa cuantas donaciones a la caridad o inversiones poco sólidas realice, sigue obteniendo ganancias inesperadas. Primero compró un viejo caballo de carreras con patas cortas, Little Dandy, que ganó el Grand Nacional el pasado abril. Después estuvo el asunto del hule, y…
—¿El qué? —Fue una pequeña y fallida fábrica de hule en el lado este de Londres. Justo cuando la compañía estaba a punto de hundirse, el señor Miller hizo una gran inversión en ella. Todos incluyendo Lord Westcliff, le aconsejaron no hacerlo, que era un tonto e iba a perder cada centavo.
—Lo cual era su intención —dijo _______.
—Exacto. Pero para consternación de Miller, el asunto dio un vuelco. El director de la compañía usó la inversión para adquirir los derechos de la patente del proceso de vulcanización, e inventaron esos pequeños restos elásticos de tubería llamados bandas de goma. Y ahora la compañía es un éxito resplandeciente. Podría contarle más, pero son todas variaciones del mismo tema, el señor Miller tira su dinero y el mismo vuelve multiplicado diez veces.
—Yo no llamaría a eso una maldición —dijo _______.
—Tampoco yo. —Lady Westcliff rió suavemente—. Pero el señor Miller lo hace. Eso es lo que lo hace tan entretenido. Debería haberlo visto enfurruñarse hace un rato cuando recibió el informe más reciente de uno de sus corredores de bolsa en Londres. Todas buenas noticias. Estaba rechinando los dientes por ello.
Tomando el brazo de _______, Lady Westcliff la guió por la habitación.
—Aunque tenemos una triste falta de caballeros elegibles esta noche, prometo que tendremos una selección de visitantes una vez más adelantada la Temporada. Todos vienen a cazar y a pescar y normalmente hay una mayor proporción de hombres que de mujeres.
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Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
—Esas son buenas noticias —replicó _______—. Tengo grandes esperanzas de que mis hermanas encuentren caballeros convenientes para casarse.
Sin perderse la implicación, Lady Westcliff preguntó:
—¿Pero no tiene tales esperanzas para sí misma?
—No, no espero siquiera casarme.
—¿Por qué?
—Tengo una responsabilidad para con mi familia. Ellos me necesitan. —Después de una breve pausa, _______ añadió francamente—. Y la verdad, tendría que someterme a los dictámenes de un esposo.
—Yo solía sentirme así. Pero debo advertirle, señorita Hathaway… la vida tiene su forma de estropear nuestros planes. Hablo por experiencia.
_______ sonrió, poco convencida. Era una cuestión simple de prioridades. Ella dedicaría todo su tiempo y energías a crear un hogar para sus hermanos, y a verlos a todos saludables y felizmente casados. Habría sobrinos y sobrinas en abundancia, y Ramsay House se llenaría con las personas que amaba.
Ningún esposo podría ofrecerle más.
Observando a su hermano, _______ notó que había una peculiar expresión en su rostro, o más bien la falta de la misma, que indicaba que estaba ocultando algún fuerte y privado sentimiento. Fue hacia ella inmediatamente, intercambió unas cuantas cortesías con Lady Westcliff, y asintió educadamente cuando ella se disculpó para atender a un invitado mayor que acababa de llegar.
—¿Qué es lo que sucede? —susurró _______, alzando la vista mientras Leo le colocaba la mano en su codo—. Parece como si acabaras de conseguir un bocado de corcho putrefacto.
—No intercambiemos insultos ahora mismo —le lanzó una mirada más preocupada que ninguna que recordara en su reciente memoria haber recibido. Su tono fue bajo y urgente—. Resiste, hermana, hay alguien aquí a quien no quieres ver. Y viene hacia acá.
Ella giró los ojos.
—Si te refieres al señor Miller, te aseguro que soy perfectamente...
—No. No Miller. —Movió la mano hacia su cintura como si anticipara su necesidad de estabilidad. Y ella entendió.
Antes de girarse siquiera para mirar al hombre que se acercaba a ellos, _______ supo la razón de la extraña reacción de Leo, y se quedó fría, caliente e inestable. Pero en alguna parte en su interior, acechaba una cierta resignación.
Siempre había sabido que volvería a ver a Christopher Frost algún día.
Estaba solo cuando se acercó a ellos... una pequeña misericordia, si uno esperaba que llevara a su nueva esposa a remolque. Y _______ estaba bastante segura de que no habría podido tolerar ser presentada a la mujer por la que había sido abandonada. Así que se quedó rígidamente junto a su hermano e intentó desesperadamente asemejarse a una mujer independiente que saludaba a su antiguo amor con educada indiferencia. Pero sabía que no podría disfrazar la blancura de su cara, podía sentir la sangre disparándose directamente a su sobre estimulado corazón.
Si la vida fuese justa, Frost habría parecido más pequeño, menos apuesto, menos deseable de lo que recordaba. Pero la vida, como siempre, no era justa. Estaba igual de delgado, elegante y urbano que siempre, con despiertos ojos azules y espeso cabello recortado, demasiado oscuro para ser rubio, demasiado claro para ser marrón. Ese brillante cabello contenía cada sombra del champagne.
—Mi viejo conocido —dijo Leo. Aunque su tono no contenía rencor, tampoco evidenciaba ningún placer. Su amistad se había trastornado en el momento en que Frost había abandonado a _______. Leo tenía sus defectos, indudablemente, pero no era nada menos que leal.
—Milord —dijo Frost quedamente, inclinándose ante ambos—. Y señorita Hathaway. —Parecía costarle algo sostener su mirada. El cielo sabía lo que le estaba costando a ella devolvérsela—. Ha pasado demasiado tiempo.
Sin perderse la implicación, Lady Westcliff preguntó:
—¿Pero no tiene tales esperanzas para sí misma?
—No, no espero siquiera casarme.
—¿Por qué?
—Tengo una responsabilidad para con mi familia. Ellos me necesitan. —Después de una breve pausa, _______ añadió francamente—. Y la verdad, tendría que someterme a los dictámenes de un esposo.
—Yo solía sentirme así. Pero debo advertirle, señorita Hathaway… la vida tiene su forma de estropear nuestros planes. Hablo por experiencia.
_______ sonrió, poco convencida. Era una cuestión simple de prioridades. Ella dedicaría todo su tiempo y energías a crear un hogar para sus hermanos, y a verlos a todos saludables y felizmente casados. Habría sobrinos y sobrinas en abundancia, y Ramsay House se llenaría con las personas que amaba.
Ningún esposo podría ofrecerle más.
Observando a su hermano, _______ notó que había una peculiar expresión en su rostro, o más bien la falta de la misma, que indicaba que estaba ocultando algún fuerte y privado sentimiento. Fue hacia ella inmediatamente, intercambió unas cuantas cortesías con Lady Westcliff, y asintió educadamente cuando ella se disculpó para atender a un invitado mayor que acababa de llegar.
—¿Qué es lo que sucede? —susurró _______, alzando la vista mientras Leo le colocaba la mano en su codo—. Parece como si acabaras de conseguir un bocado de corcho putrefacto.
—No intercambiemos insultos ahora mismo —le lanzó una mirada más preocupada que ninguna que recordara en su reciente memoria haber recibido. Su tono fue bajo y urgente—. Resiste, hermana, hay alguien aquí a quien no quieres ver. Y viene hacia acá.
Ella giró los ojos.
—Si te refieres al señor Miller, te aseguro que soy perfectamente...
—No. No Miller. —Movió la mano hacia su cintura como si anticipara su necesidad de estabilidad. Y ella entendió.
Antes de girarse siquiera para mirar al hombre que se acercaba a ellos, _______ supo la razón de la extraña reacción de Leo, y se quedó fría, caliente e inestable. Pero en alguna parte en su interior, acechaba una cierta resignación.
Siempre había sabido que volvería a ver a Christopher Frost algún día.
Estaba solo cuando se acercó a ellos... una pequeña misericordia, si uno esperaba que llevara a su nueva esposa a remolque. Y _______ estaba bastante segura de que no habría podido tolerar ser presentada a la mujer por la que había sido abandonada. Así que se quedó rígidamente junto a su hermano e intentó desesperadamente asemejarse a una mujer independiente que saludaba a su antiguo amor con educada indiferencia. Pero sabía que no podría disfrazar la blancura de su cara, podía sentir la sangre disparándose directamente a su sobre estimulado corazón.
Si la vida fuese justa, Frost habría parecido más pequeño, menos apuesto, menos deseable de lo que recordaba. Pero la vida, como siempre, no era justa. Estaba igual de delgado, elegante y urbano que siempre, con despiertos ojos azules y espeso cabello recortado, demasiado oscuro para ser rubio, demasiado claro para ser marrón. Ese brillante cabello contenía cada sombra del champagne.
—Mi viejo conocido —dijo Leo. Aunque su tono no contenía rencor, tampoco evidenciaba ningún placer. Su amistad se había trastornado en el momento en que Frost había abandonado a _______. Leo tenía sus defectos, indudablemente, pero no era nada menos que leal.
—Milord —dijo Frost quedamente, inclinándose ante ambos—. Y señorita Hathaway. —Parecía costarle algo sostener su mirada. El cielo sabía lo que le estaba costando a ella devolvérsela—. Ha pasado demasiado tiempo.
tefisasias
Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
—No para algunos de nosotros —devolvió Leo, sin sobresaltarse cuando _______ subrepticiamente le pisó el pie—. ¿Se hospeda en la mansión?
—No, estoy visitando a unos viejos amigos de la familia, son los propietarios de una taberna en el pueblo.
—¿Cuánto tiempo se quedara?
—No tengo planes firmes. Estoy meditando sobre algunas comisiones mientras disfruto de la calma y tranquilidad del campo. —Su mirada se trasladó brevemente hasta _______ y volvió a Leo—. Envié una carta cuando supe de su ascendencia a la nobleza milord.
—La recibí —dijo Leo ociosamente—. Aunque por mi vida, no puedo recordar su contenido.
—Algo en el sentido de que me alegraba por su bien, quedé decepcionado al haber perdido un rival merecedor. Usted siempre me condujo a avanzar más allá de los límites de mis habilidades.
—Si —dijo Leo sardónicamente—. Fui una gran perdida para el firmamento arquitectónico.
—Lo fue —agregó Frost sin ironía. Su mirada se posó en _______—. ¿Puedo comentar lo encantadora que está señorita Hathaway?
Que extraño, pensó confusa, que alguna vez hubiera estado enamorada de él, y ahora estuvieran hablando el uno con el otro tan formalmente. Ya no lo amaba, aunque los recuerdos de ser abrazada por él, besada, acariciada… matizaban cada pensamiento y emoción, como un cordón teñido de té. Uno no podía eliminar la mancha totalmente. Recordaba un ramo de rosas que una vez él le había obsequiado... había tomado una y acariciado con los pétalos sus mejillas y labios entreabiertos, y había sonreído ante su feroz rubor. Mi pequeño amor, había susurrado.
—Gracias —dijo—. Por mi parte ¿puedo ofrecerle felicitaciones por su matrimonio?
—Me temo que las felicitaciones están fuera de lugar —replicó Frost cuidadosamente—. La boda no tuvo lugar.
_______ sintió la mano de Leo tensarse en su cintura. Se apoyó en él imperceptiblemente y apartó la mirada de Christopher Frost, incapaz de hablar. No estaba casado. Sus pensamientos giraban en anarquía.
—¿Ella recuperó la cordura? —oyó preguntar a Leo casualmente—. ¿O fue usted?
—Se hizo patente que no congeniábamos tan bien como cabía esperar. Ella fue lo suficientemente cortés como para liberarme de mi obligación.
—Así que lo echaron a patadas —dijo Leo—. ¿Aún trabaja para su padre?
—Leo —protestó _______, en una especie de susurro. Levantó la mirada justo a tiempo para ver a Frost mostrar sardónico una breve sonrisa, y su corazón se retorció con la dolorosa familiaridad del gesto.
—Nunca te has andado con rodeos, ¿no? Si, aun estoy empleado con Temple. —La mirada de Frost volvió lentamente a _______, evaluando su fragilidad cautelosamente—. Un placer verla de nuevo señorita Hathaway.
Flaqueó un poco cuando él los dejó, girándose ciegamente hacia su hermano. Su voz se rompía en los bordes.
—Leo, apreciaría mucho que cultivaras un poco de delicadeza en tus modales.
—No todos podemos ser tan finos como tu señor Frost.
—Él no es mi señor Frost. —Hizo una pausa, mientras añadía, embotadamente—. Nunca lo fue.
—Mereces algo endemoniadamente mejor. Solo recuerda eso, si vuelve otra vez a olisquear tus tacones.
—No lo hará —dijo _______, odiando la forma en que su corazón saltaba tras sus bien erguidas defensas.
—No, estoy visitando a unos viejos amigos de la familia, son los propietarios de una taberna en el pueblo.
—¿Cuánto tiempo se quedara?
—No tengo planes firmes. Estoy meditando sobre algunas comisiones mientras disfruto de la calma y tranquilidad del campo. —Su mirada se trasladó brevemente hasta _______ y volvió a Leo—. Envié una carta cuando supe de su ascendencia a la nobleza milord.
—La recibí —dijo Leo ociosamente—. Aunque por mi vida, no puedo recordar su contenido.
—Algo en el sentido de que me alegraba por su bien, quedé decepcionado al haber perdido un rival merecedor. Usted siempre me condujo a avanzar más allá de los límites de mis habilidades.
—Si —dijo Leo sardónicamente—. Fui una gran perdida para el firmamento arquitectónico.
—Lo fue —agregó Frost sin ironía. Su mirada se posó en _______—. ¿Puedo comentar lo encantadora que está señorita Hathaway?
Que extraño, pensó confusa, que alguna vez hubiera estado enamorada de él, y ahora estuvieran hablando el uno con el otro tan formalmente. Ya no lo amaba, aunque los recuerdos de ser abrazada por él, besada, acariciada… matizaban cada pensamiento y emoción, como un cordón teñido de té. Uno no podía eliminar la mancha totalmente. Recordaba un ramo de rosas que una vez él le había obsequiado... había tomado una y acariciado con los pétalos sus mejillas y labios entreabiertos, y había sonreído ante su feroz rubor. Mi pequeño amor, había susurrado.
—Gracias —dijo—. Por mi parte ¿puedo ofrecerle felicitaciones por su matrimonio?
—Me temo que las felicitaciones están fuera de lugar —replicó Frost cuidadosamente—. La boda no tuvo lugar.
_______ sintió la mano de Leo tensarse en su cintura. Se apoyó en él imperceptiblemente y apartó la mirada de Christopher Frost, incapaz de hablar. No estaba casado. Sus pensamientos giraban en anarquía.
—¿Ella recuperó la cordura? —oyó preguntar a Leo casualmente—. ¿O fue usted?
—Se hizo patente que no congeniábamos tan bien como cabía esperar. Ella fue lo suficientemente cortés como para liberarme de mi obligación.
—Así que lo echaron a patadas —dijo Leo—. ¿Aún trabaja para su padre?
—Leo —protestó _______, en una especie de susurro. Levantó la mirada justo a tiempo para ver a Frost mostrar sardónico una breve sonrisa, y su corazón se retorció con la dolorosa familiaridad del gesto.
—Nunca te has andado con rodeos, ¿no? Si, aun estoy empleado con Temple. —La mirada de Frost volvió lentamente a _______, evaluando su fragilidad cautelosamente—. Un placer verla de nuevo señorita Hathaway.
Flaqueó un poco cuando él los dejó, girándose ciegamente hacia su hermano. Su voz se rompía en los bordes.
—Leo, apreciaría mucho que cultivaras un poco de delicadeza en tus modales.
—No todos podemos ser tan finos como tu señor Frost.
—Él no es mi señor Frost. —Hizo una pausa, mientras añadía, embotadamente—. Nunca lo fue.
—Mereces algo endemoniadamente mejor. Solo recuerda eso, si vuelve otra vez a olisquear tus tacones.
—No lo hará —dijo _______, odiando la forma en que su corazón saltaba tras sus bien erguidas defensas.
tefisasias
Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
Capítulo 7
Justo antes que los Hathaway llegaran, el Capitán Swansea, que había servido cuatro años en la India, había obsequiado a algunos de los huéspedes con una anécdota sobre la cacería de un tigre en Vishnupur. El tigre había acechado a las gacelas moteadas, las había derribado con su ataque repentino, y se había aferrado con su quijada al cuello de sus víctimas. Las mujeres, e incluso algunos hombres, habían hecho muecas y habían clamado horrorizados mientras que Swansea describía cómo el tigre había procedido a comerse al chital mientras este que aún pataleaba.
—¡Qué bestia más cruel! —había jadeado una de las mujeres.
Pero tan pronto como _______ Hathaway entró en el cuarto, Nick se encontró simpatizando totalmente con el tigre. No había nada que deseara más que mordisquearle el cuello y arrastrarla a algún lugar oculto donde pudiera darse un festín con ella durante horas. Entre la multitud de mujeres elegantemente vestidas, _______ se destacaba con su sencillo vestido, y al no lucir joyas en la garganta y orejas. Parecía inocente, atractiva y apetitosa. Deseó estar a solas con ella fuera, en campo abierto, deslizando las manos libremente sobre su cuerpo. Pero sabía que era mejor desechar tales pensamientos con respecto a una joven respetable.
Observó la tensa pequeña escena que se desarrolló entre _______, su hermano Lord Ramsay, y al arquitecto, el señor Christopher Frost. Aunque no podía oír su conversación, leía sus posturas, la forma sutil en que _______ se inclinaba hacia su hermano en busca de apoyo. Estaba claro que _______ y Frost compartían alguna clase de historia… no del tipo feliz. Un romance que había terminado mal, conjeturaba. Se los imaginó juntos, _______ y Frost. Le disgustó mucho más de lo que hubiera deseado. Conteniendo la oleada de inapropiada curiosidad, se obligó a apartar su atención de ellos. Mientras anticipaba la prolongada y aburrida cena que estaba por venir, los interminables platos, la afectada conversación, Nick suspiró profundamente. Había aprendido la coreografía social de estas situaciones, los rígidos límites de las buenas maneras. Al principio incluso lo había visto como un juego, aprendiendo las costumbres de estos privilegiados desconocidos. Pero había comenzado a cansarse de vivir al borde del mundo gadjo. La mayor parte de ellos no deseaban su presencia allí más de lo que él deseaba estar. Pero no parecía existir otro lugar para él excepto la periferia.
Todo esto había comenzado aproximadamente dos años atrás, cuando St. Jonas le había lanzado una libreta de banco de la misma forma casual en que hubiera utilizado para tirarle una ficha de póker.
—He abierto una cuenta para ti en el London Banking House and Investment —le había dicho St. Jonas—. Está en Fleet Street. El porcentaje de los beneficios que te corresponden del Jenner´s serán depositados mensualmente. Adminístralos tú si así lo deseas o ellos se ocuparán por ti.
—No deseo un porcentaje de los beneficios —había dicho Nick, jugueteando indiferentemente con los dedos sobre la libreta del banco—. Mi sueldo está bien.
—Tu sueldo no podría cubrir el costo anual de mi limpiabotas.
—Es más que suficiente. Y no sabría qué hacer con esto. —Nick se había quedado atónito ante las cifras indicadas en la hoja de balance. Frunciendo el ceño, había arrojado la libreta a una mesa cercana—. Te la devuelvo.
St. Jonas había parecido divertido y ligeramente exasperado.
—Maldición, hombre, ahora que soy el propietario el casino, puedo decir que el salario que recibes es paupérrimo. ¿Crees que toleraré que me llamen tacaño?
—Te han llamado cosas peores —había precisado Nick.
—No me importa que me llamen cosas peores cuando me lo merezco. Lo cual, estoy seguro, es a menudo. —St. Jonas lo había mirado de una manera reflexiva. Y, con uno de esos condenados destellos de intuición que uno nunca hubiera esperado del propietario anterior, murmuró—. Esto no cambia nada, sabes. No te hace en menos Romaní que te pague en libras, colmillos de ballena, o conchas.
Justo antes que los Hathaway llegaran, el Capitán Swansea, que había servido cuatro años en la India, había obsequiado a algunos de los huéspedes con una anécdota sobre la cacería de un tigre en Vishnupur. El tigre había acechado a las gacelas moteadas, las había derribado con su ataque repentino, y se había aferrado con su quijada al cuello de sus víctimas. Las mujeres, e incluso algunos hombres, habían hecho muecas y habían clamado horrorizados mientras que Swansea describía cómo el tigre había procedido a comerse al chital mientras este que aún pataleaba.
—¡Qué bestia más cruel! —había jadeado una de las mujeres.
Pero tan pronto como _______ Hathaway entró en el cuarto, Nick se encontró simpatizando totalmente con el tigre. No había nada que deseara más que mordisquearle el cuello y arrastrarla a algún lugar oculto donde pudiera darse un festín con ella durante horas. Entre la multitud de mujeres elegantemente vestidas, _______ se destacaba con su sencillo vestido, y al no lucir joyas en la garganta y orejas. Parecía inocente, atractiva y apetitosa. Deseó estar a solas con ella fuera, en campo abierto, deslizando las manos libremente sobre su cuerpo. Pero sabía que era mejor desechar tales pensamientos con respecto a una joven respetable.
Observó la tensa pequeña escena que se desarrolló entre _______, su hermano Lord Ramsay, y al arquitecto, el señor Christopher Frost. Aunque no podía oír su conversación, leía sus posturas, la forma sutil en que _______ se inclinaba hacia su hermano en busca de apoyo. Estaba claro que _______ y Frost compartían alguna clase de historia… no del tipo feliz. Un romance que había terminado mal, conjeturaba. Se los imaginó juntos, _______ y Frost. Le disgustó mucho más de lo que hubiera deseado. Conteniendo la oleada de inapropiada curiosidad, se obligó a apartar su atención de ellos. Mientras anticipaba la prolongada y aburrida cena que estaba por venir, los interminables platos, la afectada conversación, Nick suspiró profundamente. Había aprendido la coreografía social de estas situaciones, los rígidos límites de las buenas maneras. Al principio incluso lo había visto como un juego, aprendiendo las costumbres de estos privilegiados desconocidos. Pero había comenzado a cansarse de vivir al borde del mundo gadjo. La mayor parte de ellos no deseaban su presencia allí más de lo que él deseaba estar. Pero no parecía existir otro lugar para él excepto la periferia.
Todo esto había comenzado aproximadamente dos años atrás, cuando St. Jonas le había lanzado una libreta de banco de la misma forma casual en que hubiera utilizado para tirarle una ficha de póker.
—He abierto una cuenta para ti en el London Banking House and Investment —le había dicho St. Jonas—. Está en Fleet Street. El porcentaje de los beneficios que te corresponden del Jenner´s serán depositados mensualmente. Adminístralos tú si así lo deseas o ellos se ocuparán por ti.
—No deseo un porcentaje de los beneficios —había dicho Nick, jugueteando indiferentemente con los dedos sobre la libreta del banco—. Mi sueldo está bien.
—Tu sueldo no podría cubrir el costo anual de mi limpiabotas.
—Es más que suficiente. Y no sabría qué hacer con esto. —Nick se había quedado atónito ante las cifras indicadas en la hoja de balance. Frunciendo el ceño, había arrojado la libreta a una mesa cercana—. Te la devuelvo.
St. Jonas había parecido divertido y ligeramente exasperado.
—Maldición, hombre, ahora que soy el propietario el casino, puedo decir que el salario que recibes es paupérrimo. ¿Crees que toleraré que me llamen tacaño?
—Te han llamado cosas peores —había precisado Nick.
—No me importa que me llamen cosas peores cuando me lo merezco. Lo cual, estoy seguro, es a menudo. —St. Jonas lo había mirado de una manera reflexiva. Y, con uno de esos condenados destellos de intuición que uno nunca hubiera esperado del propietario anterior, murmuró—. Esto no cambia nada, sabes. No te hace en menos Romaní que te pague en libras, colmillos de ballena, o conchas.
tefisasias
Re: Re: ~ ♥ ~ Mía a Medianoche~ ♥ ~ [Nick y Tú] Adaptación
—Ya he hecho demasiadas concesiones. Desde la primera vez que vine a Londres, vivo bajo un techo, visto ropas de gadjo, trabajo a cambio de un sueldo. Pero yo trazo la línea en esto.
—Sólo te estoy dando una cuenta de ahorros, Miller —había dicho agriamente St. Jonas—, no una pila de estiércol.
—Hubiera preferido el estiércol. Por lo menos es bueno para algo.
—Temo preguntar. Pero la curiosidad me obliga… ¿Para qué, en nombre de Dios, sirve el estiércol?
—Fertilizante.
—Ah. Bien, entonces, entiéndelo de esta manera: el dinero es sólo otra variedad de fertilizante. —St. Jonas había hecho un gesto hacia la desechada libreta de banco—. Haz algo con eso. Lo que desees. Aunque te aconsejaría que fuera algo diferente a abonar con él el césped.
Nick había resuelto librarse de cada centavo, malgastándolo en una serie de descabelladas inversiones. Fue entonces cuando la maldición de la buena suerte le había sobrevenido. Su creciente fortuna había empezado a abrirle puertas que jamás se hubieran abierto para él, especialmente ahora en que los hombres de la industria invadían la alta sociedad. Y, habiendo atravesado esas puertas, Nick se comportaba acorde a las normas, pensando en formas que no eran propias de él. St. Jonas se había equivocado... el dinero lo había hecho menos Roma.
Había olvidado cosas; palabras, historias, las canciones que le habían calmado permitiéndole dormir cuando era niño. Apenas podría recordar el gusto del budín de carne condimentado con almendras y leche hervida, o el guisado de boranija* sazonado con vinagre y hojas de diente de león. Los rostros de su familia eran un confuso recuerdo. No estaba seguro de poder reconocerlos si se encontrara con ellos en ese instante. Y eso le hacía temer que ya no fuera un Roma.
¿Cuándo fue la última vez que había dormido bajo el cielo?
La compañía procedió a dirigirse en conjunto al comedor. La naturaleza informal de la reunión significaba que no tendrían que colocarse en orden de precedencia. Una fila de lacayos vestidos en negro, azul, y mostaza se adelantaron para atender a los invitados, retirando las sillas, sirviendo vino y agua. La larga mesa estaba cubierta por un prístino mantel de lino blanco. Cada lugar ampliamente provisto de cubertería de plata, solo superada por una colección de cristalinas copas clasificadas por tamaños.
Nick eliminó toda expresión de su cara cuando descubrió que debía sentarse junto a la esposa del vicario, a quien había conocido en anteriores visitas a Stony Cross Park. La mujer le tenía pavor. Siempre que la miraba o intentaba hablar con ella, esta se aclaraba incesantemente la garganta. Sus bulliciosos exabruptos le hacían pensar en una tetera cuya tapa encajara mal.
Sin duda la esposa del vicario había oído demasiadas historias de gitanos que robaban niños, echaban maldiciones a la gente, y atacaban a mujeres desamparadas, en un arranque frenético de incontrolable lujuria. Nick estuvo tentado a informar a la mujer de que, normalmente, nunca secuestraba o saqueaba antes del segundo plato. Pero se mantuvo callado e intentó parecer tan amigable como fuera posible, mientras que ella se encogía en su silla y entablaba una desesperada conversación con el hombre a su izquierda.
—Sólo te estoy dando una cuenta de ahorros, Miller —había dicho agriamente St. Jonas—, no una pila de estiércol.
—Hubiera preferido el estiércol. Por lo menos es bueno para algo.
—Temo preguntar. Pero la curiosidad me obliga… ¿Para qué, en nombre de Dios, sirve el estiércol?
—Fertilizante.
—Ah. Bien, entonces, entiéndelo de esta manera: el dinero es sólo otra variedad de fertilizante. —St. Jonas había hecho un gesto hacia la desechada libreta de banco—. Haz algo con eso. Lo que desees. Aunque te aconsejaría que fuera algo diferente a abonar con él el césped.
Nick había resuelto librarse de cada centavo, malgastándolo en una serie de descabelladas inversiones. Fue entonces cuando la maldición de la buena suerte le había sobrevenido. Su creciente fortuna había empezado a abrirle puertas que jamás se hubieran abierto para él, especialmente ahora en que los hombres de la industria invadían la alta sociedad. Y, habiendo atravesado esas puertas, Nick se comportaba acorde a las normas, pensando en formas que no eran propias de él. St. Jonas se había equivocado... el dinero lo había hecho menos Roma.
Había olvidado cosas; palabras, historias, las canciones que le habían calmado permitiéndole dormir cuando era niño. Apenas podría recordar el gusto del budín de carne condimentado con almendras y leche hervida, o el guisado de boranija* sazonado con vinagre y hojas de diente de león. Los rostros de su familia eran un confuso recuerdo. No estaba seguro de poder reconocerlos si se encontrara con ellos en ese instante. Y eso le hacía temer que ya no fuera un Roma.
¿Cuándo fue la última vez que había dormido bajo el cielo?
La compañía procedió a dirigirse en conjunto al comedor. La naturaleza informal de la reunión significaba que no tendrían que colocarse en orden de precedencia. Una fila de lacayos vestidos en negro, azul, y mostaza se adelantaron para atender a los invitados, retirando las sillas, sirviendo vino y agua. La larga mesa estaba cubierta por un prístino mantel de lino blanco. Cada lugar ampliamente provisto de cubertería de plata, solo superada por una colección de cristalinas copas clasificadas por tamaños.
Nick eliminó toda expresión de su cara cuando descubrió que debía sentarse junto a la esposa del vicario, a quien había conocido en anteriores visitas a Stony Cross Park. La mujer le tenía pavor. Siempre que la miraba o intentaba hablar con ella, esta se aclaraba incesantemente la garganta. Sus bulliciosos exabruptos le hacían pensar en una tetera cuya tapa encajara mal.
Sin duda la esposa del vicario había oído demasiadas historias de gitanos que robaban niños, echaban maldiciones a la gente, y atacaban a mujeres desamparadas, en un arranque frenético de incontrolable lujuria. Nick estuvo tentado a informar a la mujer de que, normalmente, nunca secuestraba o saqueaba antes del segundo plato. Pero se mantuvo callado e intentó parecer tan amigable como fuera posible, mientras que ella se encogía en su silla y entablaba una desesperada conversación con el hombre a su izquierda.
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