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Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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The American Dream | Novela Colectiva
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: The American Dream | Novela Colectiva
askldjlask créditos a bere bc yo no podría hacer algo así nunca:c
hemmo.
Re: The American Dream | Novela Colectiva
esrfjlosif mg mucho el perfil de Lali :c.
Gracias por los comentarios bbs ♡. Y espero el capítulo de Lau ):
Gracias por los comentarios bbs ♡. Y espero el capítulo de Lau ):
irwin.
Re: The American Dream | Novela Colectiva
oh:c skdjasfgfa necesito ayuda con un ship de zayn ;_;
hood.
Re: The American Dream | Novela Colectiva
lily, dianna, selena, niall, solo con ellos los shipeo :cc
Atenea.
-------
Re: The American Dream | Novela Colectiva
a mi mg charlotte free y zayn es weird but ty vicky :C
hemmo.
Re: The American Dream | Novela Colectiva
Vos me dijiste ship (?
Bc ziall rulz :meh: akjsdnajksdnsaj
Bc ziall rulz :meh: akjsdnajksdnsaj
Atenea.
-------
Re: The American Dream | Novela Colectiva
Capítulo 006
✖Codes by Kitty Sykes.
→by Lau.
→Amelia Caswell | Isaac Wenstrom | Lunetta Radaquer | Theodore Bertram | Roxanne
Babineaux | Keith Mainaigan | Mogan Henderson | Joseph Morrison | Hugo Dowall
Babineaux | Keith Mainaigan | Mogan Henderson | Joseph Morrison | Hugo Dowall
Amelia agarró el último vestido de su gran armario y lo metió dentro de una maleta, se perdió en el intento de cerrar la cremallera de la maleta a la cual no le cabía ni una sola prenda más, pero esta parecía haberse quedado estancada.
— Amy, cariño, llegaremos tarde — Era probablemente la quinta vez que su padre le advertía aquello y eso comenzaba a sulfurar a la rubia, ignoró el hecho de que su padre le dijera aquello, se mordió la lengua e intentó cerrar la maleta, sintió otro golpe en la puerta y se la sacó de casillas.
— ¡Ya voy! ¿Quieres esperarte un minuto? — Gritó cuando sintió que su padre volvería a hablar, jaló fuertemente de la cremallera y está finalmente cedió, consiguiendo como final cerrar la maleta, Amelia se aplaudió para sí misma silenciosamente, y se puso de pie arrastrando la maleta, abrió la puerta topándose con su padre —, ¿Puedes decirle a las amas de llaves que ya pueden bajar mis maletas, padre? Iré al baño y bajaré en unos minutos.
Bruscamente le entregó la maleta que llevaba en sus manos y le empujó el hombro en el momento que cruzo para dirigirse al baño, cuando se encontró en este cerró la puerta con candando y miro sus manos, estaban impecables, pero ella las sentía sucias, y eso era un hábito que le había quedado a Amy desde sus intentos de caer en el mundo de la anorexia, las voces aún seguía en su mente, diciendo “consigue tú meta” antes esa frase solía utilizarla para bajar kilo tras kilo, sin embargo cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, dejo de hacerlo, pero la frase se mantenía intacta en su memoria, solo que esta vez las usaba para cosas distintas entre estas el querer ser famosa. Abrió la llave y al agua comenzó a correr, llenó sus manos de jabón con olor a fresa hasta que salió espuma y metió sus manos debajo del agua limpiando cada parte de su mano, finalmente cuando las sintió completamente limpias, cerró la llave y se apresuró en bajar.
Cuando se encontró a su misma en el auto de su padre lo único que se dignó a hacer fue abrochar el cinturón, y mirar a su padre con una mirada exigente para que arrancara el auto, este lo hizo de inmediato.
— Insisto con que debiste haber llamado a tu madre y contarle sobre el instituto ese — Habló el señor intentado poner una conversación entre él y su hija, quienes normalmente se sentían incomodos cuando viajaban en auto. Ella simplemente corrió la mirada a la ventana, había perdido toda la confianza desde que la mujer se mudó a Londres, había perdido todo lo poco que quedaba en el hilo de esa relación.
— No me importa que esa mujer sepa que hago o no con mi vida, lo sabes, papá, Margaret no es nadie, ella ya no tiene derecho en interferir en mi vida y mis decisiones — Plantó con seguridad, y de la manera en que lo había dicho daba a entender que no quería una respuesta de vuelta.
Y nuevamente el camino se hacía largo y lo suficiente incómodo. Hasta que el auto por fin se detuvo frente a un gran edificio, Amelia no se tomó el tiempo para observarlo solo quería que su padre se fuera de una vez por todas, no quería verlo ni escucharlo durante todo el año. Ese sería su año y todos lo verían. El hombre bajó del auto junto con su hija y la llevo hasta la puerta principal; ayudándole con sus maletas.
— Te deseo mucha suerte, cariño — Besó su frente, Amelia se dispuso a hablar pero el teléfono celular de su padre le ganó, el hombre no dudó en responder, se dio media vuelta dirigiéndose en pasos largos a la puerta, nuevamente.
— ¿¡Suerte!? —Chilló Amelia antes de que su padre cruzará la puerta — Ya tengo talento — Susurró. Emprendió camino a ningún lado en particular, buscaría una oficina, o una persona que tuviera el aspecto de maestro. Nada por ningún lado solo estudiantes nuevos descubriendo el lugar.
Se detuvo en la mitad del pasillo porque sintió sus manos asquerosas, soltó las maletas, y respiró durante unos segundos, ¿Dónde habría un baño? ¿Los baños solo estarían en las habitaciones?, Amelia no quería un lugar así, era refinado claramente, no obstante, los directores ni siquiera se tomaron la molestia de poner algún tipo de mapa en la puerta principal para que los estudiantes pudieran ir a cualquier lugar sin la sensación de estar perdido.
— Oye — Una chillona voz se escuchó detrás de ella, y en realidad no le daba una buena sensación, se dio la vuelta, topándose con una chica de color negro azabache y ojos gigantescos de color azul, su mirada era cínica e incluso causaba miedo. Amy arqueó una ceja — ¿Podrías quitarte de mi camino? No creo poder pasar mis cosas con todo eso —, señaló las maletas — En mi camino.
Caswell no respondió y solo empujo sus maletas a un lado con su pie y las otras las arrastró. La chica camino con un paso de diva cuando esta quito sus cosas pero se interrumpió a la mitad del camino
— Por cierto, soy Rizzo aunque próximamente puedes llamarme la reina del lugar, ¿sabes? Soy muy talentosa, el talento abunda en mí, y además soy encantadora — Las palabras salieron atropelladamente de su boca y sin esperar respuesta continúo caminando.
— Eso veremos.
Un rubio le empujo de la nada, ella gimió molestamente, golpeó una pared detrás de ella, una mano apretó su brazo, la chica volteó su mirada; un chico con ojos azules y cabello rizado, unas gafas circulares como las de Lennon la miraba atentamente.
— Oye, tranquila. Soy…
Eso acabo con la paciencia de Amelia, comenzó el día con el pie izquierdo, no le interesaba hacer amigos, se zafó con un brusco movimiento de la mano del chico, y arregló su chaqueta.
— ¿Y tú qué? No me importa quién eres.
Agarró sus maletas dispuesta a seguir su camino, pero no pudo tomarlas todas sus manos se negaban a hacerlo, entonces el chico de antes agarró dos de sus maletas.
— Te acabo de tratar como basura, ¿por qué me estás ayudando?
— Parecer crispada, amiga, necesitas algo de ayuda — Afirmó el chico tranquilamente, ningún musculo de su rostro se mostró molesto o burlón, hablaba en serio.
No se molestó en responder al chico simplemente dejo que le ayudase, su mente susurraba constantemente: «No lo digas, no lo hagas», no iba exactamente para ella, iba para el chico junto a su lado, a ella no le importaba saber su nombre, no quería saberlo, él era una distracción, le impediría llegar a ser famosa, ella no quería eso.
— Mi nombre es Seth Rose — Se presentó, ella resopló, ¡ahí estaba! Lo había hecho, había dicho su nombre, ella lo inspeccionó; tenía una presentación agradable y a su vez sencilla, incluso parecía despreocupado, hablando de su personalidad se tomó la molestia de ayudarle a llevar su maletas, sin importa que ella lo haya tratado como otro de sus sirvientes. Su mente hacía particularmente una guerra; «No digas tu nombre, no le importa», «Amelia es un distracción, consigue tú meta», «Fama es lo único que en verdad quieres, no amigos», la mirada fría de la chica seguía sobre el moreno, Amelia tenía su lado amigable, no lo había perdido del todo con el paso del tiempo, lo único que dijo su mente antes de hablar fue «Solo se amable, justo como él».
— Amelia — Un cosquilleo en su garganta no le dejo terminar — Caswell, Amelia Caswell.
— ¿Y por qué estás acá?
— Bailarina, quiero ser bailarina.
— Vaya, tienes rostro de ser actriz.
— Bueno pues estás equivocado — Por más de que intentaba que las palabras salieran amables, seguían siendo tajantes. Sin embargo el chico que estaba a su lado parecía una gran persona y como pudo mantuvo su “amabilidad” y siguió conversando con él durante un rato.
— Amy, cariño, llegaremos tarde — Era probablemente la quinta vez que su padre le advertía aquello y eso comenzaba a sulfurar a la rubia, ignoró el hecho de que su padre le dijera aquello, se mordió la lengua e intentó cerrar la maleta, sintió otro golpe en la puerta y se la sacó de casillas.
— ¡Ya voy! ¿Quieres esperarte un minuto? — Gritó cuando sintió que su padre volvería a hablar, jaló fuertemente de la cremallera y está finalmente cedió, consiguiendo como final cerrar la maleta, Amelia se aplaudió para sí misma silenciosamente, y se puso de pie arrastrando la maleta, abrió la puerta topándose con su padre —, ¿Puedes decirle a las amas de llaves que ya pueden bajar mis maletas, padre? Iré al baño y bajaré en unos minutos.
Bruscamente le entregó la maleta que llevaba en sus manos y le empujó el hombro en el momento que cruzo para dirigirse al baño, cuando se encontró en este cerró la puerta con candando y miro sus manos, estaban impecables, pero ella las sentía sucias, y eso era un hábito que le había quedado a Amy desde sus intentos de caer en el mundo de la anorexia, las voces aún seguía en su mente, diciendo “consigue tú meta” antes esa frase solía utilizarla para bajar kilo tras kilo, sin embargo cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, dejo de hacerlo, pero la frase se mantenía intacta en su memoria, solo que esta vez las usaba para cosas distintas entre estas el querer ser famosa. Abrió la llave y al agua comenzó a correr, llenó sus manos de jabón con olor a fresa hasta que salió espuma y metió sus manos debajo del agua limpiando cada parte de su mano, finalmente cuando las sintió completamente limpias, cerró la llave y se apresuró en bajar.
Cuando se encontró a su misma en el auto de su padre lo único que se dignó a hacer fue abrochar el cinturón, y mirar a su padre con una mirada exigente para que arrancara el auto, este lo hizo de inmediato.
— Insisto con que debiste haber llamado a tu madre y contarle sobre el instituto ese — Habló el señor intentado poner una conversación entre él y su hija, quienes normalmente se sentían incomodos cuando viajaban en auto. Ella simplemente corrió la mirada a la ventana, había perdido toda la confianza desde que la mujer se mudó a Londres, había perdido todo lo poco que quedaba en el hilo de esa relación.
— No me importa que esa mujer sepa que hago o no con mi vida, lo sabes, papá, Margaret no es nadie, ella ya no tiene derecho en interferir en mi vida y mis decisiones — Plantó con seguridad, y de la manera en que lo había dicho daba a entender que no quería una respuesta de vuelta.
Y nuevamente el camino se hacía largo y lo suficiente incómodo. Hasta que el auto por fin se detuvo frente a un gran edificio, Amelia no se tomó el tiempo para observarlo solo quería que su padre se fuera de una vez por todas, no quería verlo ni escucharlo durante todo el año. Ese sería su año y todos lo verían. El hombre bajó del auto junto con su hija y la llevo hasta la puerta principal; ayudándole con sus maletas.
— Te deseo mucha suerte, cariño — Besó su frente, Amelia se dispuso a hablar pero el teléfono celular de su padre le ganó, el hombre no dudó en responder, se dio media vuelta dirigiéndose en pasos largos a la puerta, nuevamente.
— ¿¡Suerte!? —Chilló Amelia antes de que su padre cruzará la puerta — Ya tengo talento — Susurró. Emprendió camino a ningún lado en particular, buscaría una oficina, o una persona que tuviera el aspecto de maestro. Nada por ningún lado solo estudiantes nuevos descubriendo el lugar.
Se detuvo en la mitad del pasillo porque sintió sus manos asquerosas, soltó las maletas, y respiró durante unos segundos, ¿Dónde habría un baño? ¿Los baños solo estarían en las habitaciones?, Amelia no quería un lugar así, era refinado claramente, no obstante, los directores ni siquiera se tomaron la molestia de poner algún tipo de mapa en la puerta principal para que los estudiantes pudieran ir a cualquier lugar sin la sensación de estar perdido.
— Oye — Una chillona voz se escuchó detrás de ella, y en realidad no le daba una buena sensación, se dio la vuelta, topándose con una chica de color negro azabache y ojos gigantescos de color azul, su mirada era cínica e incluso causaba miedo. Amy arqueó una ceja — ¿Podrías quitarte de mi camino? No creo poder pasar mis cosas con todo eso —, señaló las maletas — En mi camino.
Caswell no respondió y solo empujo sus maletas a un lado con su pie y las otras las arrastró. La chica camino con un paso de diva cuando esta quito sus cosas pero se interrumpió a la mitad del camino
— Por cierto, soy Rizzo aunque próximamente puedes llamarme la reina del lugar, ¿sabes? Soy muy talentosa, el talento abunda en mí, y además soy encantadora — Las palabras salieron atropelladamente de su boca y sin esperar respuesta continúo caminando.
— Eso veremos.
Un rubio le empujo de la nada, ella gimió molestamente, golpeó una pared detrás de ella, una mano apretó su brazo, la chica volteó su mirada; un chico con ojos azules y cabello rizado, unas gafas circulares como las de Lennon la miraba atentamente.
— Oye, tranquila. Soy…
Eso acabo con la paciencia de Amelia, comenzó el día con el pie izquierdo, no le interesaba hacer amigos, se zafó con un brusco movimiento de la mano del chico, y arregló su chaqueta.
— ¿Y tú qué? No me importa quién eres.
Agarró sus maletas dispuesta a seguir su camino, pero no pudo tomarlas todas sus manos se negaban a hacerlo, entonces el chico de antes agarró dos de sus maletas.
— Te acabo de tratar como basura, ¿por qué me estás ayudando?
— Parecer crispada, amiga, necesitas algo de ayuda — Afirmó el chico tranquilamente, ningún musculo de su rostro se mostró molesto o burlón, hablaba en serio.
No se molestó en responder al chico simplemente dejo que le ayudase, su mente susurraba constantemente: «No lo digas, no lo hagas», no iba exactamente para ella, iba para el chico junto a su lado, a ella no le importaba saber su nombre, no quería saberlo, él era una distracción, le impediría llegar a ser famosa, ella no quería eso.
— Mi nombre es Seth Rose — Se presentó, ella resopló, ¡ahí estaba! Lo había hecho, había dicho su nombre, ella lo inspeccionó; tenía una presentación agradable y a su vez sencilla, incluso parecía despreocupado, hablando de su personalidad se tomó la molestia de ayudarle a llevar su maletas, sin importa que ella lo haya tratado como otro de sus sirvientes. Su mente hacía particularmente una guerra; «No digas tu nombre, no le importa», «Amelia es un distracción, consigue tú meta», «Fama es lo único que en verdad quieres, no amigos», la mirada fría de la chica seguía sobre el moreno, Amelia tenía su lado amigable, no lo había perdido del todo con el paso del tiempo, lo único que dijo su mente antes de hablar fue «Solo se amable, justo como él».
— Amelia — Un cosquilleo en su garganta no le dejo terminar — Caswell, Amelia Caswell.
— ¿Y por qué estás acá?
— Bailarina, quiero ser bailarina.
— Vaya, tienes rostro de ser actriz.
— Bueno pues estás equivocado — Por más de que intentaba que las palabras salieran amables, seguían siendo tajantes. Sin embargo el chico que estaba a su lado parecía una gran persona y como pudo mantuvo su “amabilidad” y siguió conversando con él durante un rato.
***
El auto de la abuela de Hugo se estacionó un poco antes de llegar a la construcción de The American Dream, el rubio le había dicho a la señora que no tenía problema con que le dejará en frente del lugar, pero ella insistía en que después se burlarían de él por eso el muchacho salió del auto y de la cajuela tomó sus dos maletas, la señora en cambio no se molestó en salir del auto, permaneció ahí todo el tiempo. Hugo estaba agradecido con que su abuela le acompañara, pero realmente hubiera dado todo porque sus padres lo hubieran acompañado ese día, como si su abuela le leyera los pensamientos, dijo:
— Ellos estarían muy orgullosos de ti, Hugo. Te amaban.
— Lo sé, abuela. Sé que estaría orgullosos — Asintió y miró a la señora por unos segundo antes de cerrar la puerta.
— Espero que todo salga bien por allí, a final de año quiero que me presentes a tú novia — Hugo rió, pero la señora iba muy en serio, su semblante estaba serio e incluso arqueó sus cejas.
— Te amo, abuela.
El muchacho cerró la puerta del auto y solo tuvo que caminar una cuadra para llegar en frente del grande edificio, el viaje en carretera había sido largo, y peor el sol era increíblemente molesto, por lo tanto un auto y el sol no eran la mejor combinación para que Hugo estuviera de buen humor, todo lo contrario estaba impaciente, y ahora; nervioso. Aparte de sus dos maletas, una guitarra acústica colgaba de su hombro y se recargaba en su espalda, esa guitarra era un tesoro para Hugo, para muchos era un simple guitarra para él era más que eso, lo era todo, era la primera guitarra que había tocado alguna vez, estaba desgastada, bastante, pero era de su padre, era el único y escaso recuerdo que le quedaba sobe él, y buena la pulsera que llevaba en su mano otro, pero la guitarra tenía un significado especial para él, igual que el piano que le dio su madre, aunque este no lo pudo llevar consigo.
Un paso dentro del lugar y sintió que su mente estaba perdida. Definitivamente sería difícil de acostumbrarse en un lugar como ese, además no era una escuela común, ¡era de talentos!, nada en lugar como ese sería lo suficientemente normal. Nada sería como todos lo esperarían en un territorio así. En su camino se cruzó un chico corriendo detrás de otro, no se sorprendió, se acostumbraría a ver personas no muy normales dentro de ese lugar.
Miraba detalladamente cada parte del lugar, hasta la esquina más oscura era observaba por el rubio, su atención fu interrumpida cuando alguien choco con él; una chica de cabello marrón claro, y unos brillantes ojos verdes estaba frente a él.
— ¿Qué acaso debo chocarme con todo el idiota que se me pase en frente? — Inquirió molesta sin dignarse a mirar fijamente a Hugo, pero subió su mirada topándose con los verdes ojos del rubio — ¿Sabes qué? Retiro lo dicho — Estiró su delgada mano — Soy Jenna Fox, pero para ti seré Jenny.
Kendall no dudó ni un segundo en que ella estaba coqueteando con él. Este simplemente sonrió y aceptó gustosamente su mano.
— Hugo Dowall. No tengo apodos así que seré Hugo para ti — Dijo, la chica soltó una carcajada dándole un toque de ternura, y soltó la mano del rubio.
— Es un gusto. Hugo — Encantadoramente mencionó su nombre.
— Igualmente.
— Ellos estarían muy orgullosos de ti, Hugo. Te amaban.
— Lo sé, abuela. Sé que estaría orgullosos — Asintió y miró a la señora por unos segundo antes de cerrar la puerta.
— Espero que todo salga bien por allí, a final de año quiero que me presentes a tú novia — Hugo rió, pero la señora iba muy en serio, su semblante estaba serio e incluso arqueó sus cejas.
— Te amo, abuela.
El muchacho cerró la puerta del auto y solo tuvo que caminar una cuadra para llegar en frente del grande edificio, el viaje en carretera había sido largo, y peor el sol era increíblemente molesto, por lo tanto un auto y el sol no eran la mejor combinación para que Hugo estuviera de buen humor, todo lo contrario estaba impaciente, y ahora; nervioso. Aparte de sus dos maletas, una guitarra acústica colgaba de su hombro y se recargaba en su espalda, esa guitarra era un tesoro para Hugo, para muchos era un simple guitarra para él era más que eso, lo era todo, era la primera guitarra que había tocado alguna vez, estaba desgastada, bastante, pero era de su padre, era el único y escaso recuerdo que le quedaba sobe él, y buena la pulsera que llevaba en su mano otro, pero la guitarra tenía un significado especial para él, igual que el piano que le dio su madre, aunque este no lo pudo llevar consigo.
Un paso dentro del lugar y sintió que su mente estaba perdida. Definitivamente sería difícil de acostumbrarse en un lugar como ese, además no era una escuela común, ¡era de talentos!, nada en lugar como ese sería lo suficientemente normal. Nada sería como todos lo esperarían en un territorio así. En su camino se cruzó un chico corriendo detrás de otro, no se sorprendió, se acostumbraría a ver personas no muy normales dentro de ese lugar.
Miraba detalladamente cada parte del lugar, hasta la esquina más oscura era observaba por el rubio, su atención fu interrumpida cuando alguien choco con él; una chica de cabello marrón claro, y unos brillantes ojos verdes estaba frente a él.
— ¿Qué acaso debo chocarme con todo el idiota que se me pase en frente? — Inquirió molesta sin dignarse a mirar fijamente a Hugo, pero subió su mirada topándose con los verdes ojos del rubio — ¿Sabes qué? Retiro lo dicho — Estiró su delgada mano — Soy Jenna Fox, pero para ti seré Jenny.
Kendall no dudó ni un segundo en que ella estaba coqueteando con él. Este simplemente sonrió y aceptó gustosamente su mano.
— Hugo Dowall. No tengo apodos así que seré Hugo para ti — Dijo, la chica soltó una carcajada dándole un toque de ternura, y soltó la mano del rubio.
— Es un gusto. Hugo — Encantadoramente mencionó su nombre.
— Igualmente.
***
El sol traspasaba por en medio de los de Roxanne, aún se encontraba acostada en el césped de su casa, recordaba los tiempos cuando estaba en Francia y el patio de la mansión era igual de grande a su nueva casa, ella solía sentarse en una banca lejana de la casa junto con su abuela, la señora le contaba historia de princesas que aventuraban junto a guerreros, no las típicas historias que una niña común de seis años suele oír, lamentablemente su abuela no estaba más, y el banco y toda la mansión había sido vendida a una pareja desconocida después de la muerte de su abuela. Todo era distinto, todo había cambiado; excepto ella porque seguía siendo la misma pequeña Roxy de su abuela, aunque nadie le llamase así más.
— ¿Cariño estás lista? Ya ha llegado el taxi que llamé hace media hora.
— Claro mamá, iré en unos segundos.
Dejó de jugar con su mano y el brillo del sol sobre ella, cerró sus ojos por unos segundos y se colocó de pie. Todo estará bien, era lo único que podía pensar desde que le llego la carta de aceptación. Entro por la puerta trasera a la casa y agarró su mochila y su maleta, la cual era bastante grande, Roxanne decidió no llevar muchas cosas. La mamá de Roxanne no pudo llevarla a The American Dream, porque debía trabajar, no le dio mucha importancia, un taxi no estaría mal, en realidad si lo estaría, pero no podía quejarse.
— Llámame.
— Lo haré.
Cerró la puerta de su casa, y entro al taxi, era un señor, con un aspecto agradable y una sonrisa deslumbrante, se veía muy vivo pero aparentaba tener sesenta y cinco años o más o menos, Roxanne le dio indicaciones al señor, y solo se dedicó a mirar por la ventana.
— Con qué El Sueño Americano, ¿eh? Dicen que a pesar de ser nuevo, se dará muy buenas enseñanzas. Mi hija no logro entrar.
La rubia miro con atención al señor y el acto de que le contará sobre su hija le recordó aún más a su abuela. Usualmente no se encontraban personas que conducían autos públicos así, normalmente los señores eran amargados o pervertidos. Pero el señor era como la versión masculina de su abuela, o eso aparentaba.
— Vaya, lo siento mucho.
— Debes ser muy buena…
— Actriz — Completó la rubia con una media sonrisa.
— Claro, claro…Actriz, para haber quedado.
— Desde pequeña vengo actuando, creo que eso ya hace parte de mí, señor.
— Oh, querida, espero algún día verte en la gran pantalla.
— Créame, espero lo mismo que usted — Testificó dulcemente, el auto se estaciono, en frente del instituto que sería su nuevo hogar, el señor le ayudo con su única maleta de ruedas, la otra ella la llevaba colgando de su hombro izquierdo — Muchas gracias.
El señor solo le sonrió y volvió a entrar al auto para luego desaparecer del lugar. Ella miro con atención fuera del lugar. «Solo no te pierdas, Roxy». La chica se movió un poco alrededor del lugar, sin quitarle los ojos de encima a la edificación, Roxanne no solía ser torpe, pero en medio de eso chocó contra alguien haciendo que su casco se fuera al piso.
— Que tonta eres, niña — Habló la rubia que estaba con el castaño. Ella fue más rápida que cualquiera de los dos, y recogió el casco que por suerte no le pasó nada.
— Lo siento mucho, no era mi intención — Se disculpó con sus mejillas sonrojadas — Soy muy torpe.
— No importa — El rostro del chico permaneció quieto, su amiga rubia o de cabello blanco, en realidad Roxanne no descifraba el color de su pelo, lo miraba algo extrañaba — Soy Chase, y ella es Katsandra.
Ella le dio un saludo militar a la rubia, Roxy solo le sonrió por el acto y habló:
— Soy Roxanne Babineaux.
— ¿Babi qué?— Preguntó Katsandra frunciendo su nariz.
— Oh no importa, solo díganme Roxanne — Ambos le regalaron una sonrisa, más parecían muecas, los dos no se veían particularmente agradable por la ropa que llevaban encima, pero no se veían tan malos después de todo — Bien, Katsandra y Chase, fue un gusto haberlos conocido, pero si no les molesta debo buscar una oficina o algo así, espero tengan un buen día.
Sin decir más se retiró rápidamente. De alguna u otra forma termino en frente dela puerta del director Jackson y la directora Clarisse, o como fuese que se llamaran. Una mano soba su barbilla, pensando en golpear o no.
— Uhmm — Un chico de pie al lado suyo se burlaba de la pose en la que estaba; con una mano en su barbilla, ella quiso reírse pero no lo haría, el día de hoy a Roxanne lo tocaba conocer a personas bastante raras — Lo siento, no pude evitar burlarme de como estabas — Se disculpó él castaño — Soy Lucas.
Más allá se escuchó una diminuta risa que provenía de probablemente un amigo del castaño junto a ella.
— Y ese de allá — Señaló al pelinegro — Es Seth.
— Ya veo. Yo soy Roxanne.
— ¡Oh! — Exclamó con cierto dramatismo — ¿Y te dicen Roxy? Yo tenía una amiga y le decíamos así.
— En realidad no, detesto ese apodo.
La rubia se fue caminando con ambos chicos los cuales le contaban un poco de cada uno y lo que sería su "profesión" después de salir de ese lugar.
— ¿Cariño estás lista? Ya ha llegado el taxi que llamé hace media hora.
— Claro mamá, iré en unos segundos.
Dejó de jugar con su mano y el brillo del sol sobre ella, cerró sus ojos por unos segundos y se colocó de pie. Todo estará bien, era lo único que podía pensar desde que le llego la carta de aceptación. Entro por la puerta trasera a la casa y agarró su mochila y su maleta, la cual era bastante grande, Roxanne decidió no llevar muchas cosas. La mamá de Roxanne no pudo llevarla a The American Dream, porque debía trabajar, no le dio mucha importancia, un taxi no estaría mal, en realidad si lo estaría, pero no podía quejarse.
— Llámame.
— Lo haré.
Cerró la puerta de su casa, y entro al taxi, era un señor, con un aspecto agradable y una sonrisa deslumbrante, se veía muy vivo pero aparentaba tener sesenta y cinco años o más o menos, Roxanne le dio indicaciones al señor, y solo se dedicó a mirar por la ventana.
— Con qué El Sueño Americano, ¿eh? Dicen que a pesar de ser nuevo, se dará muy buenas enseñanzas. Mi hija no logro entrar.
La rubia miro con atención al señor y el acto de que le contará sobre su hija le recordó aún más a su abuela. Usualmente no se encontraban personas que conducían autos públicos así, normalmente los señores eran amargados o pervertidos. Pero el señor era como la versión masculina de su abuela, o eso aparentaba.
— Vaya, lo siento mucho.
— Debes ser muy buena…
— Actriz — Completó la rubia con una media sonrisa.
— Claro, claro…Actriz, para haber quedado.
— Desde pequeña vengo actuando, creo que eso ya hace parte de mí, señor.
— Oh, querida, espero algún día verte en la gran pantalla.
— Créame, espero lo mismo que usted — Testificó dulcemente, el auto se estaciono, en frente del instituto que sería su nuevo hogar, el señor le ayudo con su única maleta de ruedas, la otra ella la llevaba colgando de su hombro izquierdo — Muchas gracias.
El señor solo le sonrió y volvió a entrar al auto para luego desaparecer del lugar. Ella miro con atención fuera del lugar. «Solo no te pierdas, Roxy». La chica se movió un poco alrededor del lugar, sin quitarle los ojos de encima a la edificación, Roxanne no solía ser torpe, pero en medio de eso chocó contra alguien haciendo que su casco se fuera al piso.
— Que tonta eres, niña — Habló la rubia que estaba con el castaño. Ella fue más rápida que cualquiera de los dos, y recogió el casco que por suerte no le pasó nada.
— Lo siento mucho, no era mi intención — Se disculpó con sus mejillas sonrojadas — Soy muy torpe.
— No importa — El rostro del chico permaneció quieto, su amiga rubia o de cabello blanco, en realidad Roxanne no descifraba el color de su pelo, lo miraba algo extrañaba — Soy Chase, y ella es Katsandra.
Ella le dio un saludo militar a la rubia, Roxy solo le sonrió por el acto y habló:
— Soy Roxanne Babineaux.
— ¿Babi qué?— Preguntó Katsandra frunciendo su nariz.
— Oh no importa, solo díganme Roxanne — Ambos le regalaron una sonrisa, más parecían muecas, los dos no se veían particularmente agradable por la ropa que llevaban encima, pero no se veían tan malos después de todo — Bien, Katsandra y Chase, fue un gusto haberlos conocido, pero si no les molesta debo buscar una oficina o algo así, espero tengan un buen día.
Sin decir más se retiró rápidamente. De alguna u otra forma termino en frente dela puerta del director Jackson y la directora Clarisse, o como fuese que se llamaran. Una mano soba su barbilla, pensando en golpear o no.
— Uhmm — Un chico de pie al lado suyo se burlaba de la pose en la que estaba; con una mano en su barbilla, ella quiso reírse pero no lo haría, el día de hoy a Roxanne lo tocaba conocer a personas bastante raras — Lo siento, no pude evitar burlarme de como estabas — Se disculpó él castaño — Soy Lucas.
Más allá se escuchó una diminuta risa que provenía de probablemente un amigo del castaño junto a ella.
— Y ese de allá — Señaló al pelinegro — Es Seth.
— Ya veo. Yo soy Roxanne.
— ¡Oh! — Exclamó con cierto dramatismo — ¿Y te dicen Roxy? Yo tenía una amiga y le decíamos así.
— En realidad no, detesto ese apodo.
La rubia se fue caminando con ambos chicos los cuales le contaban un poco de cada uno y lo que sería su "profesión" después de salir de ese lugar.
***
Joseph logró conseguir un cappuccino, sus parpados caerían en cualquier segundo. Estaba agotado además toda la noche estuvo organizando una presentación para los que serían sus nuevos alumnos, él nunca había sido bueno con las presentaciones, pero había hecho su mayor esfuerzo. La noche anterior solo quería llorar, no podía controlar el hecho de que su ex-prometida siempre viniera a su mente, pero peor aún después de una buena imagen de ella venía el terrible y trágico final; su muerte. Todo había sido culpa, su maldita culpa.
— Disculpe, señor… — Un toqueteó fuerte con un dedo delgado se hizo presente en su hombro, esa voz era conocida para él se dio media vuelta y encontró a una prima lejana suya; Cheyenne — ¡Sabía que eras tú! — Exclamó silenciosamente.
— ¿Qué haces acá, Cheyenne? — Preguntó algo aturdido por la sorpresa de verla.
— ¿Qué hago yo acá, qué haces tú acá?
— Trabajo acá — Afirmó.
— Ay no puede ser cierto, si alguien se entera que eres familiar mío estoy muerta, m-u-e-r-t-a.
— ¿Quién va a saber? — Inquirió el con burla — Ni siquiera llevamos los mismos apellidos.
— ¡Cierto!
Algunos alumnos miraron con atención la escena.
— ¡Bueno maestro Morrison! ¡Muchas gracias por decirme donde queda la cafetería! — Exclamó la castaña con fuerza haciendo que todos los que miraba volvieran a sus asuntos de nuevo, ella no dijo ni una palabra más y se movió de ahí. A Joe le divirtió que su prima fuera tan precavida con el tema de que se enteraran que fueran familia, el dudaba que le avergonzará que supieran sobre que llevan algo de la misma sangre. Se encogió de hombros, «Chicas». Sorbió de su café y se dirigió al lugar donde dictaría clases, era un gran auditorio. Joseph se sentía realmente mejor ahí. Su mente se esfumaba y so se concentraba en enseñar personas que de verdad querían conseguir algo de su vida. Otro toque en su espalda, el cerró los ojos un segundo.
— Señorita Dallas, ya le dije qué… — Cuando se dio media vuelta su mundo se vino abajo, una chica de aspecto increíblemente parecido al de su comprometida fallecida, tenían el mismo tono pálido de piel, los mismos ojos, y el cabello era simultáneamente parecido a excepción que el de la chica era más corto, incluso las pecas de su rostro eran iguales, el tono que sus mejillas tomaban, todo le recordó a Megan y su estatura, también. Su pulso se aceleró y sintió un nudo en la garganta; un poco más y suelta el vaso de cappuccino en su mano.
— ¿Se encuentra bien? — Melodiosa voz; una tortura para él, más se parecía. Sintió que todo temblaba y las voces se hicieron lejanas, la chica de enfrente le agarró el brazo para que él no callera, eso definitivamente no era un sueño, era real, el toque de esa muchacha le hizo sentir más vivo que nunca, le hizo sentir como si estuviera en su hogar, respiró profundamente.
— Estoy bien — Aseguró con voz baja —, ¿Necesitaba algo señorita…?
— Morgan Henderson — Añadió la chica inseguramente, hasta su nombre le recordaba a Megan —, ¿Usted debe ser el profesor Joseph Morrison, verdad? Me dijeron que le buscará, porque lo necesitan en la oficina de los directores.
— Ya, está bien, muchas gracias por avisarme.
— ¿Está seguro de que se siente bien? ¿No quiere que lo acompañe hasta allí, de pronto? — Inquirió Morgan, en menos de nada se había puesto así por tan solo verla, su día no había sido del todo bueno, en la mañana tuvo que despedirse de su hermano menor y discutió con su madre por la ida de su padre, algo que no era extraño ya que desde la partida de su padre solo se dedicaba a batallar e insultarse, aunque Morgan no quisiera darle tanta importancia al tema, no podía evitarlo.
— Estoy bien, estoy bien — Su barbilla tiritó, ella lo notó y le preocupo a un más, aunque no lo conociese no se veía en un buen estado.
— O si quiere puedo regresar y decir que no lo encontré en ninguna parte.
— No se preocupe, señorita M…Henderson — La intención de solo llamarla Morgan vino a su mente, pero no lo hizo — Si gusta puede irse a hacer sus cosas.
Ella dudó, pero luego asintió y dejo al señor de pie ahí. Solamente se movió por los pasillos, no estaba segura de a dónde ir pero no optó por ir a su habitación no le interesaba mucho conocer a sus nuevas compañeras porque estaba segura de que no le agradarían mucho, algo en su mente se lo aseguraba.
— Disculpe, señor… — Un toqueteó fuerte con un dedo delgado se hizo presente en su hombro, esa voz era conocida para él se dio media vuelta y encontró a una prima lejana suya; Cheyenne — ¡Sabía que eras tú! — Exclamó silenciosamente.
— ¿Qué haces acá, Cheyenne? — Preguntó algo aturdido por la sorpresa de verla.
— ¿Qué hago yo acá, qué haces tú acá?
— Trabajo acá — Afirmó.
— Ay no puede ser cierto, si alguien se entera que eres familiar mío estoy muerta, m-u-e-r-t-a.
— ¿Quién va a saber? — Inquirió el con burla — Ni siquiera llevamos los mismos apellidos.
— ¡Cierto!
Algunos alumnos miraron con atención la escena.
— ¡Bueno maestro Morrison! ¡Muchas gracias por decirme donde queda la cafetería! — Exclamó la castaña con fuerza haciendo que todos los que miraba volvieran a sus asuntos de nuevo, ella no dijo ni una palabra más y se movió de ahí. A Joe le divirtió que su prima fuera tan precavida con el tema de que se enteraran que fueran familia, el dudaba que le avergonzará que supieran sobre que llevan algo de la misma sangre. Se encogió de hombros, «Chicas». Sorbió de su café y se dirigió al lugar donde dictaría clases, era un gran auditorio. Joseph se sentía realmente mejor ahí. Su mente se esfumaba y so se concentraba en enseñar personas que de verdad querían conseguir algo de su vida. Otro toque en su espalda, el cerró los ojos un segundo.
— Señorita Dallas, ya le dije qué… — Cuando se dio media vuelta su mundo se vino abajo, una chica de aspecto increíblemente parecido al de su comprometida fallecida, tenían el mismo tono pálido de piel, los mismos ojos, y el cabello era simultáneamente parecido a excepción que el de la chica era más corto, incluso las pecas de su rostro eran iguales, el tono que sus mejillas tomaban, todo le recordó a Megan y su estatura, también. Su pulso se aceleró y sintió un nudo en la garganta; un poco más y suelta el vaso de cappuccino en su mano.
— ¿Se encuentra bien? — Melodiosa voz; una tortura para él, más se parecía. Sintió que todo temblaba y las voces se hicieron lejanas, la chica de enfrente le agarró el brazo para que él no callera, eso definitivamente no era un sueño, era real, el toque de esa muchacha le hizo sentir más vivo que nunca, le hizo sentir como si estuviera en su hogar, respiró profundamente.
— Estoy bien — Aseguró con voz baja —, ¿Necesitaba algo señorita…?
— Morgan Henderson — Añadió la chica inseguramente, hasta su nombre le recordaba a Megan —, ¿Usted debe ser el profesor Joseph Morrison, verdad? Me dijeron que le buscará, porque lo necesitan en la oficina de los directores.
— Ya, está bien, muchas gracias por avisarme.
— ¿Está seguro de que se siente bien? ¿No quiere que lo acompañe hasta allí, de pronto? — Inquirió Morgan, en menos de nada se había puesto así por tan solo verla, su día no había sido del todo bueno, en la mañana tuvo que despedirse de su hermano menor y discutió con su madre por la ida de su padre, algo que no era extraño ya que desde la partida de su padre solo se dedicaba a batallar e insultarse, aunque Morgan no quisiera darle tanta importancia al tema, no podía evitarlo.
— Estoy bien, estoy bien — Su barbilla tiritó, ella lo notó y le preocupo a un más, aunque no lo conociese no se veía en un buen estado.
— O si quiere puedo regresar y decir que no lo encontré en ninguna parte.
— No se preocupe, señorita M…Henderson — La intención de solo llamarla Morgan vino a su mente, pero no lo hizo — Si gusta puede irse a hacer sus cosas.
Ella dudó, pero luego asintió y dejo al señor de pie ahí. Solamente se movió por los pasillos, no estaba segura de a dónde ir pero no optó por ir a su habitación no le interesaba mucho conocer a sus nuevas compañeras porque estaba segura de que no le agradarían mucho, algo en su mente se lo aseguraba.
***
Lunetta caminaba confianzudamente por los pasillos del instituto ya había recorrido el lugar hace algunas horas por lo tanto ya no se sentía tan perdida como antes, el primer lugar el cual visitó fue la oficina de los directores para pedir las llaves de su habitación, no obstante aún no había pisado ese lugar porque se dignó a exhibirse por los pasillos, el largo de su vestido daba mucho de que pensar, pero no le importa mucho, sus piernas mataban a cualquiera y eso lo sabía bien, además no le importaba mucho lo que los demás pensaran de su atrevida vestimenta. Mientras caminaba alguno que otro chico que le había acercado para preguntarle su nombre y cosas similares, y ella aceptaba encantada a darlos. Ella sabía que se haría famosa porque era hermosa, en realidad lo único que ocupaba mucho espacio de su mente era: fama, fama y más fama, lo otro era: sexo y diversión o de eso intentaba convencerse, pero su único verdadero propósito estando ahí dentro era encontrar a su madre por medio de la fama, ella era adoptada, tenía dos madres y recibía mucha burla por eso, y ella las odiaba, sinceramente lo único que quería era conocer a su madre, verla, abrazarla, eso era lo que efectivamente abundaba en su mente, conocer a su madre.
Pero también se había volcado bastante dentro del tema de la actuación, le gustaba realmente y más que un simple hobbie le gustaría dedicarse a eso, centró toda su atención en un chico con aspecto duro en frente suyo, tenía una chaqueta de cuero, y un poco de barba, ella sabía perfectamente quién era. Theodore Bertram, un amigo suyo de la infancia que poco a poco se fue convirtiendo en todo menos amigo, ella se convirtió en una chica distinta y el en un chico rudo, comenzaron a alejarse, tanto como para odiarse el uno al otro.
— ¿Qué haces acá? — Escupió fríamente mirando al chico quien mantenía su semblante serio.
— Hola, Lunetta, también es un gusto verte, yo he estado bien si verte la cara, ¿y tú qué tal? — Ironizó él sin una pizca de burla, su tono salió más bien, lleno de fastidio. — Pues…
— No respondas, Radaquer, no me interesa, y te pediré amablemente que en mi estadía aquí hagas como si no me conocieras, ¿te queda claro?
— Clarísimo, pero dime, ¿Qué demonios haces acá?
— Eso no te importa, ahora, si me disculpas, tengo cosas importantes que atender.
El moreno se alejó y ella no creía lo grosero que fue aunque sinceramente no podía esperar más de él, era un idiota, y tendría que convivir con ese idiota el resto del año. Continuo caminando, esta vez hacía el otro lado, intentando buscar una habitación que coincidiera con el número de su llave, cuando la encontró, incrustó la llave en la cerradura y esta cedió perfectamente abriéndose por completo, se sintió tranquila, entró al lugar, alguien más había llegado, entonces apareció un chica castaña de ojos castaños también enfrente de ella. Se sorprendió un poco al verla pero luego le sonrió
— Oh, ¡hey! — La chica esparcía energía por el lugar además no quitaba la sonrisa de su rostro — Soy Camille, tu compañera de habitación.
— Lunetta, dime Luna o Lun como quieras, ¿eres la única que ha llegado hasta ahora? — Inquirió.
— Creo.
Se encogió de hombros y salió de la habitación dejando sola a Luna. Arregló algunas de sus cosas en el closeth que le correspondía, pero dejo la mitad de su ropa dentro de la maleta y el resto de media hora sobre su cama consistió en pensar en Theodere. Debía asumir que estaba guapo, se veía rudo y eso lo hacía sexy, asimismo su voz varonil se había quedado como un eco en su mente.
Pero también se había volcado bastante dentro del tema de la actuación, le gustaba realmente y más que un simple hobbie le gustaría dedicarse a eso, centró toda su atención en un chico con aspecto duro en frente suyo, tenía una chaqueta de cuero, y un poco de barba, ella sabía perfectamente quién era. Theodore Bertram, un amigo suyo de la infancia que poco a poco se fue convirtiendo en todo menos amigo, ella se convirtió en una chica distinta y el en un chico rudo, comenzaron a alejarse, tanto como para odiarse el uno al otro.
— ¿Qué haces acá? — Escupió fríamente mirando al chico quien mantenía su semblante serio.
— Hola, Lunetta, también es un gusto verte, yo he estado bien si verte la cara, ¿y tú qué tal? — Ironizó él sin una pizca de burla, su tono salió más bien, lleno de fastidio. — Pues…
— No respondas, Radaquer, no me interesa, y te pediré amablemente que en mi estadía aquí hagas como si no me conocieras, ¿te queda claro?
— Clarísimo, pero dime, ¿Qué demonios haces acá?
— Eso no te importa, ahora, si me disculpas, tengo cosas importantes que atender.
El moreno se alejó y ella no creía lo grosero que fue aunque sinceramente no podía esperar más de él, era un idiota, y tendría que convivir con ese idiota el resto del año. Continuo caminando, esta vez hacía el otro lado, intentando buscar una habitación que coincidiera con el número de su llave, cuando la encontró, incrustó la llave en la cerradura y esta cedió perfectamente abriéndose por completo, se sintió tranquila, entró al lugar, alguien más había llegado, entonces apareció un chica castaña de ojos castaños también enfrente de ella. Se sorprendió un poco al verla pero luego le sonrió
— Oh, ¡hey! — La chica esparcía energía por el lugar además no quitaba la sonrisa de su rostro — Soy Camille, tu compañera de habitación.
— Lunetta, dime Luna o Lun como quieras, ¿eres la única que ha llegado hasta ahora? — Inquirió.
— Creo.
Se encogió de hombros y salió de la habitación dejando sola a Luna. Arregló algunas de sus cosas en el closeth que le correspondía, pero dejo la mitad de su ropa dentro de la maleta y el resto de media hora sobre su cama consistió en pensar en Theodere. Debía asumir que estaba guapo, se veía rudo y eso lo hacía sexy, asimismo su voz varonil se había quedado como un eco en su mente.
***
El balón era golpeado contra el aro del patio de baloncesto. Lo lanzaba y lo recibía, lo lanzaba y lo recibía, Keith no estaba del todo seguro de si quería estar en ese lugar, lo único que quería hacer en ese momento era jugar baloncesto y ya. Se había dejado convencer vilmente de ir a ese lugar y en realidad ya no quería estar ahí, no encajaba mucho. Lanzó el balón una vez más pero esta vez no cayó directamente en sus manos si no que fue a dar en otro parte, giró su cuerpo hábilmente y notó que una chica rubia sostenía su balón.
— ¡Hey! ¡Esto es tuyo! — Lanzó el balón y este lo recibió con una sonrisa. La rubia se acercó un poco más —, soy Roxanne.
— Keith.
— ¡Hey! ¡Esto es tuyo! — Lanzó el balón y este lo recibió con una sonrisa. La rubia se acercó un poco más —, soy Roxanne.
— Keith.
- holi:
- Bueno lamento la tardanza, espero que les guste, aunque lo dudo. Admiren el gif de easy a. Y no sé que más decir lamento que sea corto la parte de Keith u-u las amo.
Sigue: Lali.
Última edición por Lau. el Miér 15 Ene 2014, 5:21 pm, editado 1 vez
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