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Mensaje por Abbi. Vie 06 Sep 2013, 8:11 pm

abigailrocio escribió:esta genial
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Gracias :D.
Te moris si te cuento esto, pero, YO ME LLAMO IGUAL QUE VOS, OMG OMG.
Abbi.
Abbi.


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Mensaje por Abbi. Vie 06 Sep 2013, 8:37 pm


Capitulo Tres : Cazador de sombras.



Para cuando llegaron a Java Jones, Eric ya estaba en el escenario, balanceándose de un lado a otro frente al micrófono, con los ojos bizqueando. Se había teñido las puntas de los cabellos de rosa para la ocasión. Detrás de él, Matt, con aspecto de estar como una cuba, golpeaba irregularmente un djembé.

-Esto va a ser una auténtica porquería –pronosticó Clary, y agarró a Simon de la manga, tirando de él hacia la puerta-. Si salimos huyendo, todavía podemos escapar.

Él movió negativamente la cabeza con determinación.

-Soy un hombre de palabra. –Cuadró los hombros-. Traeré el café si tú nos consigues un asiento.
¿Qué quieres?

-Café solo. Negro… como mi alma.

Simon se dirigió al mostrador, mascullando por lo bajo algo respecto a que era muchísimo mejor lo que hacía él ahora que lo que había hecho nunca antes. Clary fue en busca de asientos para ambos.

La cafetería estaba atestada para ser un lunes; la mayoría de los desgastados sofás y sillones estaban ocupados por adolescentes que disfrutaban de una noche libre entre semana. El olor a café y a cigarrillos de clavo era abrumador. Por fin, Clary encontró un sofá desocupado en un rincón oscuro del fondo. La única otra persona en las proximidades era una muchacha rubia con una camiseta naranja sin mangas, jugando absorta con su iPod.

“Estupendo –pensó Clary-. Eric no podrá localizarnos aquí atrás después de la actuación para preguntar qué tal nos pareció su poesía.”

La chica rubia se inclinó por encima del lateral de su silla y le dio un golpecito a Clary en el hombro.

-Perdona –Clary alzó la mirada sorprendida-, ¿es ése tu novio? –preguntó la muchacha.

Clary siguió la dirección de la mirada de la chica, preparada ya para decir: “No, no lo conozco”, cuando reparó en que la chica se refería a Simon, que se dirigía hacia ellas, con el rostro contraído en una expresión concentrada, mientras intentaba no dejar caer ninguno de los vasos de poliestireno.

-Uh, no –respondió Clary-, es un amigo.

La chica sonrió ampliamente.

-Es mono. ¿Tiene novia?

Clary vaciló ligeramente antes de responder.

-No.

La muchacha adoptó una expresión suspicaz.

-¿Es gay?

El regreso de Simon ahorró a Clary tener que responder. La chica rubia se volvió a sentar apresuradamente mientras él depositaba los vasos en la mesa y se dejaba caer junto a Clary.

-No lo soporto cuando se quedan sin tazas. Esas cosas están ardiendo.

Se sopló los dedos y puso cara de pocos amigos. Clary intentó ocultar una sonrisa mientras le observaba. Por lo general, no pensaba en si Simon era guapo o no. Tenía unos bonitos ojos oscuros, supuso, y el cuerpo se le había rellenado bien en el transcurso del año anterior y parte del otro. Con el corte de pelo adecuado…

-Me estas mirando fijamente –dijo Simon-. ¿Por qué me estás mirando fijamente? ¿Tengo algo en la cara?

“Debería decírselo –pensó Clary, aunque una parte de ella se mostraba extrañamente reacia a hacerlo-. Sería una mala amiga si no lo hiciera.”

-No mires ahora, pero esa chica rubia de ahí cree que eres mono –susurró.

Los ojos de Simon se movieron lateralmente para contemplar con atención a la muchacha, que estudiaba con aplicación un ejemplar de Shonen Jump.

-¿La chica del top naranja?

Clary asintió.

_¿Qué te hace pensar eso? –preguntó Simon, desconfiado.

“Díselo. Va, díselo.”

Clary abrió la boca para responder, y fue interrumpida por un fuerte pitido de los bafles. Hizo una mueca de dolor y se tapó los oidos, mientras Eric, en el escenario, forcejeaba con el micrófono.

-¡Lo siento, chicos! Chilló éste-. Muy bien. Soy Eric, y éste es mi colega Matt a la batería. Mi primer poema se llama “Sin titulo”. –Crispó la cara como si sintiera dolor, y gimió al micrófono-: ¡Ven mi falso gigante, mi nefando bajo vientre! ¡Unta toda protuberancia con árido celo!

Simon se deslizó hacia abajo en su asiento.

-Por favor no digas a nadie que le conozco.

Clary lanzó una risita.

-¿Quién usa la palabra “bajo vientre”?

-Eric –respondió Simon, sombrío-. Todos sus poemas tienen bajos vientres en ellos.

-¡Turgente es mi tormento! –gimió Eric-. ¡La zozobra crece en el interior!

-Puedes apostar a que sí –repuso Clary, y se deslizó hacia abajo en el asiento junto a Simon-. De todos modos, sobre la chica que piensa que eres mono…

-No te preocupes por eso ni un segundo –le cortó él, y Clary le miró con un pestañeo sorprendido-. Hay algo de lo que quería hablarte.

-Topo Furioso no es un buen nombre para un grupo –dijo inmediatamente ella.

-No es eso –repuso Simon-. Es sobre lo que estábamos hablando antes. Sobre lo de que no tengo novia.

-Ah. –Clary alzó un hombro en un gesto de indiferencia-. Vaya, no sé. Pide a Jaida Jones que salga contigo –sugirió, nombrando a una de las pocas chicas de San Javier que de verdad le caían bien-. Es agradable, y le gustas.

-No quiero pedirle a Jaida Jones que salga conmigo.

-¿Por qué no? –Clary se encontró atenazada por un repentino e indeterminado rencor-. ¿No te gustan las chicas listas? ¿Todavía buscas un cuerpo roncaroleante?

-Ninguna de las dos cosas –respondió él, que parecía agitado-. No quiero pedirle para salir porque en realidad no sería justo para ella que lo hiciera…

Sus palabras se apagaron. Clary se inclinó al frente. Por el rabillo del ojo pudo ver cómo la chica rubia se inclinaba también al frente, escuchando, sin lugar a dudas.

-¿Por qué no?

-Porque me gusta otra persona –contestó Simon.

-De acuerdo.

Simon estaba ligeramente verdoso, igual que lo había estado en una ocasión cuando se rompió el tobillo jugando a fútbol en el parque y tuvo que regresar a casa cojeando sobre él. Clary se preguntó que demonios había en el hecho de que le gustara alguien para colocarle en tal insoportable estado de ansiedad.

-No eres gay, ¿verdad?.

El color verdoso de Simon se intensificó.

-Si lo fuera, vestiría mejor.

-En ese caso, ¿quién es? –preguntó Clary.

Estaba a punto de añadir que si estaba enamorado de Sheila Barbarino, Eric le patearía el culo, cuando oyó que alguien tosía sonoramente a su espalda. Era una clase de tos burlona, la clase de sonido que alguien emitiría si intentaba no reír en voz alta.

Volvió la cabeza.

Sentado en un descolorido sofá verde, a unos pocos centímetros de ella, estaba Jace. Llevaba puestas las mismas ropas oscuras que lucía la noche anterior en el club. Los brazos estaban desnudos y cubiertos de tenues líneas blancas, como si fueran viejas cicatrices. En las muñecas llevaba amplias pulseras de metal; Clary distinguió el mango de hueso de un cuchillo sobresaliendo de la izquierda. Él la miraba directamente, con un lado de la estrecha boca curvado en una expresión divertida. Peor que la sensación de que se rieran de ella, era la absoluta convicción de Clary de que él no había estado sentado allí cinco minutos atrás.

-¿Qué sucede?

Simon había seguido la dirección de su mirada, pero era evidente por su rostro inexpresivo, que no podía ver a Jace.

“Pero yo te veo.”

Clary clavó la mirada en Jace mientras lo pensaba, y éste alzó la mano izquierda para saludarla. Un anillo centelleó en un delgado dedo. El joven se puso en pie y empezó a caminar, pausadamente, hacia la puerta. Los labios de Clary se separaron con expresión sorprendida. Se marchaba, tan tranquilo.

Notó la mano de Simon, en el brazo. Pronunciaba su nombre, le preguntaba si sucedía algo. La voz del chico sonaba ajena.

-Volveré enseguida –se oyó decir, mientras se levantaba del sofá de un salto, casi olvidando dejar la taza de café en la mesa.

Salió corriendo hacia la puerta, mientras Simon la seguía atónito con la mirada.

Clary atravesó precipitadamente las puertas, aterrada por la idea de que Jace pudiera haberse desvanecido entre las sombras del callejón, como un fantasma. Pero estaba allí, repantingado contra la pared. Había sacado algo del bolsillo y pulsaba botones en ello. Alzó la mirada sorprendido cuando la puerta de la cafetería se cerró violentamente tras ella.

A la luz cada vez más crepuscular, su cabello parecía de un dorado cobrizo.

-La poesía de tu amigo es terrible –dijo.

Clary pestañeó, momentáneamente cogida por sorpresa.

-¿Cómo?.

-He dicho que su poesía es terrible. Suena como si se hubiera comido un diccionario y empezado a vomitar palabras al azar.

-No me importa la poesía de Eric. –Clary estaba furiosa-. Quiero saber por qué me estás siguiendo.

-¿Quién ha dicho que te esté siguiendo?

-Buen intento. Y estabas escuchando disimuladamente, además. ¿Quieres contarme de que va todo esto, o debería simplemente llamar a la policía?.

-¿Y decirles qué? –replicó Jace en tono mordaz-. ¿Qué gente invisible te está molestando? Confía en mí, pequeña, la policía no arrestará a alguien que no puede ver.

-Ya te dije antes que mi nombre no es pequeña –masculló ella entre dientes-. Es Clary.

-Lo sé –repuso él-. Un nombre bonito. Como la hierba, la salvia sclarea o clary. En los viejos tiempos, la gente pensaba que comerse las semillas permitía ver a los seres mágicos. ¿Sabías eso?

-No tengo ni idea de qué estás hablando.

-No sabes gran cosa, ¿verdad? –preguntó él, y había un perezoso desdén en sus ojos dorados-. Pareces ser un mundano como cualquier otro mundano, sin embargo puedes verme. Parece un acertijo.

-¿Qué es un mundano?

-Alguien del mundo humano. Alguien como tú.

-Pero tú eres humano –afirmó Clary.

-Lo soy –repuso él-. Pero no soy como tú.

No había ningún deje defensivo en su voz. Sonó como si no le importara si le creía o no.

-Te crees que eres mejor. Es por eso que te estabas riendo de nosotros.

-Me reía de vosotros porque las declaraciones de amor me divierten, en especial cuando no son correspondidas –explicó él-. Y porque tu Simon es uno de los mundanos más mundanos con los que me he tropezado jamás. Y porque Hodge pensó que podrías ser peligrosa, pero si lo eres, desde luego no lo sabes.

-¿Yo, peligrosa? Repitió Clary, estupefacta-. Te vi matar a alguien anoche. Te vi hundirle un cuchillo bajo las costillas, y…

“Y vi cómo él te hería con dedos que eran como cuchillas. Te vi sangrando, y ahora parece como si nada te hubiera tocado.”

-Quizá sea un asesino –dijo Jace-, pero sé lo que soy. ¿Puedes tú decir lo mismo?.

-Soy un ser humano corriente, tal y como dijiste. ¿Quién es Hodge?.

-Mi tutor. Y yo no me tildaría tan rápidamente de corriente, si fuera tú. –Se inclinó al frente-. Deja que te vea la mano derecha.

-¿Mi mano derecha? –repitió ella, y él asintió-. ¿Si te enseño la mano, me dejarás tranquila?.

-Desde luego.

Su voz dejó traslucir un deje divertido.

Ella extendió la mano derecha de mala gana. Tenía un aspecto pálido bajo la tenue luz que se derramaba desde las ventanas, con los nudillos salpicados por una leve capa de pecas. De algún modo, se sintió tan desprotegida como si se estuviera levantando la camisa y le mostrara el pecho desnudo.

-Nada. –La voz del muchacho sonó decepcionada-. No eres zurda, ¿verdad?

-No. ¿Por qué?.

Él le soltó la mano con un encogimiento de hombros.

-A la mayoría de niños cazadores de sombras los marcan en la mano derecha… o en la izquierda, si son zurdos como yo…, cuando aún son pequeños. Es una runa permanente que presta una habilidad extra con armas.

Le mostró el dorso de su mano izquierda; a ella le pareció totalmente normal.

-No veo nada –dijo.

-Deja que tu mente se relaje –sugirió él-. Aguarda a que venga a ti. Como si aguardases a que algo se elevara a la superficie del agua.

-Estás loco.

Pero se relajó, fijando la mirada en la mano, contemplando las diminutas líneas sobre los nudillos, las largas articulaciones de los dedos…

Le saltó a la vista de improviso, centelleando como una señal de NO CRUZAR. Un dibujo negro parecido a un ojo. Parpadeó, y el dibujo se desvaneció.

-¿Un tatuaje?

Él sonrió con aire de suficiencia y bajó la mano.

-Estaba seguro de que podrías hacerlo. Y no es un tatuaje… es una Marca. Son runas, marcadas a fuego en nuestra carne.

-¿Hacen que manejes mejor las armas?

A Clary le resultó difícil de creer, aunque quizá no más difícil que creer en la existencia de zombies.

-Marcas distintas hacen cosas distintas. Algunas son permanentes, pero la mayoría se desvanece cuando han sido usadas.

-¿Es por eso que hoy no tienes los brazos pintados? –preguntó ella-. ¿Incluso cuando me concentro?.

-Ése es exactamente el motivo. –Sonó satisfecho consigo mismo-. Sabía que poseías la Visión, al menos. –Echó una ojeada al cielo-. Casi ha oscurecido por completo. Deberíamos irnos.

-¿Deberíamos? Creía que ibas a dejarme tranquila.

-Te he mentido –respondió Jace sin una pizca de vergüenza-. Hodge dijo que debo llevarte al Instituto. Quiere hablar contigo.

-¿Por qué iba a querer hablar conmigo?

-Porque ahora sabes la verdad –respondió Jace-. No ha existido un mundano que conociera nuestra existencia durante al menos cien años.

-¿Nuestra existencia? –repitió ella-. Te refieres a la de gente como tú. A gente que cree en demonios.

-A gente que los mata –corrigió Jace-. Somos los cazadores de sombras. Al menos, eso es lo que nos llamamos a nosotros mismos. Los subterráneos tienen nombres menos halagüeños para nosotros.

-¿Subterráneos?

-los Hijos de la Noche. Los brujos. Los duendes. Los seres mágicos de esta dimensión.

Clary sacudió la cabeza.

-No te detengas ahí. Supongo que también hay, digamos: ¿vampiros, hombres lobo y zombies?

-Desde luego que los hay –le informó Jace-. Aunque los zombies los encuentras en su mayoría más al sur, donde están los sacerdotes del voudun.

-¿Qué hay de las momias? ¿Sólo andan por Egipto?


-No seas ridícula. Nadie cree en momias.

-¿Nadie cree?

-Por supuesto que no –afirmó Jace-. Mira, Hodge te explicará todo esto cuando le veas.

Clary cruzó los brazos sobre el pecho.

-¿Qué sucede si no quiero verle?

-Ése es tu problema. Puedes venir voluntariamente o a la fuerza.

Clary no podía creer lo que oía.

-¿Estas amenazando con secuestrarme?

-Si quieres verlo de ese modo –dijo Jace-, sí.

Clary abrió la boca para protestar, pero la interrumpió un estridente zumbido. Su móvil volvía a sonar.

-Adelante, responde si quieres –indicó Jace con magnanimidad.

El teléfono dejó de sonar, luego volvió a empezar, fuerte e insistente. Clary frunció el cejo; su madre debía de estar realmente furiosa.

Le dio la espalda a medias a Jace y empezó a rebuscar en el bolso. Para cuando consiguió desenterrarlo, el móvil iba ya por la tercera tanda de timbrazos. Se lo acercó a la oreja.

-¿Mamá?

-Ah, Clary. Vaya, gracias a Dios. –Una penetrante sensación de alarma recorrió la columna vertebral de la muchacha; su madre parecía presa del pánico-. Escúchame…

-Todo va bien, mamá. Estoy perfectamente. Voy de camino a casa…

-¡No! –El terror hizo chirriar la voz de Jocelyn-. ¡No vengas a casa! ¿Me entiendes, Clary? Ni se te ocurra venir a casa. Ve a casa de Simon. Ve directamente a casa de Simon y quédate ahí hasta que pueda…

Un ruido de fondo la interrumpió: el sonido de algo que caía, que se hacía añicos, algo pesado golpeando el suelo…

-¡Mamá! –gritó Clary en el teléfono-. ¿Mamá, estás bien?

Del teléfono surgió un fuerte zumbido, y la voz de la madre de Clary se abrió paso a través de la estática.

-Sólo prométeme que no vendrás a casa. Ve a casa de Simon y llama a Luke… dile que me ha encontrado…

Sus palabras quedaron ahogadas por un fuerte estrépito parecido al de la madera al astillarse.

-¿Quién te ha encontrado? Mamá, ¿has llamado a la policía? ¿Lo has hecho…?

Su desesperada pregunta quedó interrumpida por un sonido que Clary jamás olvidaría: un discordante sonido deslizante, seguido por un golpe sordo. Oyó cómo su madre aspiraba con fuerza.

-Te quiero, Clary –le oyó decir, con voz inquietantemente tranquila.

El teléfono se desconectó.

-¡Mamá! –aulló Clary al teléfono-. ¿Mamá, estás ahí?

“Fin de la llamada”, apareció en la pantalla. Pero ¿por qué habría colgado su madre de aquel modo?

-Clary –dijo Jace, y fue la primera vez que le oyó decir su nombre-. ¿Qué sucede?

Clary hizo caso omiso de él. Oprimió febrilmente el botón que marcaba el número de su casa. No hubo respuesta, aparte del doble tono que indicaba que estaba comunicando.

Las manos de Clary habían empezado a temblar de un modo incontrolable. Cuando intentó volver a marcar, el teléfono se le resbaló de la temblorosa mano y golpeó violentamente contra la acera. Se dejó caer de rodillas para recuperarlo, pero ya no funcionaba, había una larga raja bien visible sobre la parte frontal.

-¡Maldita sea!

Casi llorando, arrojó el teléfono al suelo.

-Para de una vez. –Jace tiró de ella para incorporarla, agarrándola por la muñeca-. ¿Ha sucedido algo?

-Dame tu teléfono –dijo Clary, extrayendo inobjeto oblongo de metal negro del bolsillo de la camisa de Jace-. Tengo que…

-No es un teléfono –repuso Jace, sin hacer el menor intento de recuperarlo-. Es un sensor. No podrás utilizarlo.

-¡Pero necesito llamar a la policía!

-Primero dime lo que ha sucedido. –Ella intentó liberar violentamente la muñeca, pero él la asía con una fuerza increíble-. Puedo ayudarte.

La cólera inundó a Clary, como una marea ardiente recorriéndole las venas. Sin siquiera pensar en lo que hacía, le golpeó en la cara, arañándole la mejilla, y él se echó hacia atrás sorprendido. Clary se soltó y corrió hacia las luces de la Séptima Avenida.

Cuando alcanzó la calle, se volvió en redondo, medio esperando ver a Jace pisándole los talones. Pero el callejón estaba vacío. Por un momento, clavó la mirada, indecisa, en las sombras. Nada se movía en su interior. Se volvió de nuevo y corrió hacia su casa.


Última edición por Abbi. el Jue 26 Sep 2013, 3:09 am, editado 1 vez
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Mensaje por Abbi. Vie 06 Sep 2013, 11:38 pm

En el gif, Clary dice "¡Mamá!"
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Mensaje por Abbi. Vie 06 Sep 2013, 11:40 pm

Chicas, ¿no van a comentar? |メ| Cazadores de Sombras I: Ciudad de Hueso. |メ| - Página 4 1129725545 |メ| Cazadores de Sombras I: Ciudad de Hueso. |メ| - Página 4 2785603980 |メ| Cazadores de Sombras I: Ciudad de Hueso. |メ| - Página 4 1187795894 |メ| Cazadores de Sombras I: Ciudad de Hueso. |メ| - Página 4 1926951358 :misery: , ahque.
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Mensaje por Abbi. Dom 08 Sep 2013, 2:46 pm

Chicas ¿están?
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Mensaje por Judy_1D Dom 08 Sep 2013, 2:53 pm

si lo siento!
es que ayer estube un tanto meurta y hoy vi cazadores de sombras y les hice spoiler a todos por lo cual me quitaron el ordenador T-T
Pero yo lo robé y aqui estoy jaja
Amé el cap, enserio, siemrpe la voy a amar asi que no te preocupes si no comento, sabs que leo y es que no tengo el ordenador por hacer spoiler en el cine
Judy_1D
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Mensaje por Abbi. Dom 08 Sep 2013, 4:55 pm

Judy_1D escribió:si lo siento!
es que ayer estube un tanto meurta y hoy vi cazadores de sombras y les hice spoiler a todos por lo cual me quitaron el ordenador T-T
Pero yo lo robé y aqui estoy jaja
Amé el cap, enserio, siemrpe la voy a amar asi que no te preocupes si no comento, sabs que leo y es que no tengo el ordenador por hacer spoiler en el cine
¿La viste? DIOS, YO LA QUIERO VER.
Esta bien, estaba un poco mal porque paso casi dos días y no comentaba ninguna, deprecioooon.
Tengo pensado subir mas libros al foro. Hice una Galería de los libros que subo y pienso subir, ahora voy a agregar mas, ¿te la muestro cuando termine?
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Mensaje por Abbi. Dom 08 Sep 2013, 8:54 pm

Chicas, pacensen por: {#} Library Abbi.
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Mensaje por Abbi. Mar 10 Sep 2013, 11:25 am


Capitulo Cuatro (Parte I) : Rapiñador.



La noche se había vuelto aún más calurosa y correr a casa fue como nadar a toda velocidad en sopa hirviendo. En la esquina de su bloque, Clary se vio atrapada por un semáforo rojo. Se removió nerviosamente arriba y abajo sobre las puntas de los pies, mientras el tráfico pasaba zumbando en una masa borrosa de faros. Intentó volver a llamar a su casa, pero Jace no le había mentido: su teléfono no era un teléfono. Al menos no se parecía a ningún teléfono que Clary hubiese visto antes. Los botones del sensor no tenían números, sólo más de aquellos símbolos extravagantes, y no había pantalla.

Mientras trotaba calle arriba en dirección a su casa, vio que las ventanas del segundo piso estaban iluminadas, la acostumbrada señal de que su madre estaba en casa.

“Estupendo. –se dijo- Todo está bien.”

Pero sintió un nudo en el estómago en cuanto pisó la entrada. La luz del techo se había fundido, y el vestíbulo estaba a oscuras. Las sombras parecían llenas de movimientos clandestinos. Con un estremecimiento, empezó a subir la escalera.

-¿Y a dónde crees que vas? –dijo una voz.

Clary se volvió.

-¿Qué…?

Se interrumpió. Sus ojos se estaban ajustando a la penumbra, y podía distinguir la forma de un sillón enorme, colocado frente a la puerta cerrada de madame Dorothea. La anciana estaba encajada en su interior como un cojín demasiado relleno. En la penumbra, Clary sólo distinguió la forma redonda del rostro empolvado, el abanico de encaje blanco en la mano y la abertura de la boca cuando habló.

-Tu madre –dijo Dorothea-, ha estado haciendo un buen barullo ahí arriba. ¿Qué está haciendo? ¿Moviendo muebles?

-No creo…

-Y la luz de la escalera se ha fundido, ¿te has dado cuenta? –Dorothea golpeteó el brazo del asiento con el abanico-. ¿No puede hacer tu madre que su novio la cambie?

-Luke no es…

-La claraboya también necesita que la laven. Está asquerosa. No me sorprende que esto esté casi tan oscuro como la boca del lobo.

“Luke NO es el casero”, quiso decirle Clary, pero no lo hizo.

Aquello era típico de su anciana vecina. Una vez que consiguiera que Luke pasara por allí y cambiara la bombilla, le pediría que hiciera un centenar de otras cosas: ir a recogerle la compra, limpiar la ducha. En una ocasión le había hecho hacer pedazos un viejo sofá con un hacha para poderlo sacar del apartamento sin tener que desmontar la puerta de sus goznes.

-Lo preguntaré –dijo Clary, suspirando.

-Será mejor que lo hagas. –Dorothea cerró el abanico de golpe con un movimiento de muñeca.

La sensación de Clary de que algo no iba bien no hizo más que acrecentarse cuando llegó a la puerta del apartamento. Estaba sin cerrar con llave, algo entreabierta, derramando un haz de luz en forma de cuña sobre el rellano. Con una sensación de creciente pánico, empujó la puerta para abrirla del todo.

Dentro del apartamento, las luces estaban prendidas: todas las lámparas refulgían encendidas en toda su luminosidad. El resplandor le hirió los ojos.

Las llaves y el bolso rosa de su madre estaban sobre el pequeño estante de hierro forjado situado junto a la puerta, donde siempre los dejaba.

-¿Mamá? –llamó-. Mamá, estoy en casa.

No hubo respuesta. Entró en la sala. Las dos ventanas estaban abiertas, con metros de diáfanas cortinas blancas ondulando en la brisa, igual que fantasmas inquietos. Únicamente cuando el viento amainó y las cortinas se quedaron quietas, advirtió Clary que habían arrancado los almohadones del sofá y los habían desperdigado por la habitación. Algunos estaban desgarrados longitudinalmente, con las entrañas de algodón derramándose sobre el suelo. Habían volcado las estanterías y esparcido su contenido. La banqueta del piano estaba caída de costado, abierta como una herida, con los queridos libros de música de Jocelyn desparramados por el suelo.

Lo más aterrador eran los cuadros. Cada uno de ellos había sido cortado del marco y rasgado a tiras, que estaban esparcidas por el suelo. Sin duda lo habían hecho con un cuchillo; resultaba casi imposible romper una tela con las manos. Los marcos vacíos parecían huesos pelados. Clary sintió que un grito se alzaba en el interior de su pecho.

-¡Mamá! –chilló-. ¿Dónde estás? ¡Mami!

No había llamado “mami” a Jocelyn desde que cumplió los ocho.

Con el corazón desbocado, corrió al interior de la cocina. Estaba vacía; las puertas de los armarios, abiertas; una botella de salsa de Tabasco rota vertía picante líquido rojo sobre el linóleo. Sintió las rodillas como si fueran bolsas de agua. Sabía que debía salir corriendo del apartamento, llegar hasta un teléfono, llamar a la policía. Pero todas aquellas cosas parecían distantes; primero necesitaba encontrar a su madre, necesitaba ver que estaba bien. ¿Y si habían entrado ladrones y su madre se había defendido…?

“¿Qué clase de ladrones no se llevarían el billetero, o la tele, o el reproductor de DVD, o los caros portátiles?”, pensó.

Estaba ya ante la puerta del dormitorio de su madre. Por un momento pareció como si esa habitación, al menos, hubiera permanecido intacta. La colcha de flores hecha a mano de Jocelyn estaba cuidadosamente doblada sobre el edredón. El propio rostro de Clary sonreía desde lo alto de la mesita de noche, con cinco años y una sonrisa desdentada enmarcada por unos cabellos rojizos. Un sollozo se alzó en el pecho de Clary.

“Mamá, –lloró interiormente- ¿qué te ha sucedido?”

El silencio le respondió. No, no silencio; un ruido atravesó el apartamento, poniéndole de punta los cabellos del cogote. Era como si derribaran algo, un objeto pesado chocando contra el suelo con un golpe sordo. El golpe sordo fue seguido por un sonido deslizante, de algo al ser arrastrado… e iba hacia el dormitorio. Con el estómago contraído por el terror, Clary se irguió apresuradamente y se volvió despacio.

Por un momento le pareció que el umbral estaba vacío, y sintió una oleada de alivio. Luego miró abajo.

Estaba agazapada en el suelo; era una criatura larga y cubierta de escamas, con un ramillete de planos ojos negros colocados justo en el centro de la parte delantera de su cráneo abovedado.

Parecía un cruce entre un caimán y un ciempiés; tenía un hocico grueso y plano, y una cola de púas que restallaba amenazadora de lado a lado. Múltiples patas se contrajeron debajo de la criatura mientras ésta se preparaba para saltar.

Un alarido brotó de la garganta de Clary, que se tambaleó hacia atrás, tropezó y cayó, justo cuando la criatura se abalanzaba sobre ella. Rodó a un lado, y el animal no la alcanzó por cuestión de centímetros, y resbaló sobre el suelo de madera, en el que sus zarpas abrieron profundos surcos. Un gruñido sordo borboteó de la garganta del animal.

Clary se incorporó a toda prisa y corrió hacia el pasillo, pero la cosa era demasiado rápida para ella. Volvió a saltar, aterrizando justo encima de la puerta, donde se quedó colgada igual que una maligna araña gigante, mirándola fijamente con su ramillete de ojos. Las mandíbulas se abrieron lentamente para mostrar una hilera de colmillos que derramaban baba verdosa. Una lengua larga y negra se agitó hacia el exterior por entre las fauces, mientras la cosa gorjeaba y siseaba. Horrorizada, Clary comprendió que los ruidos que aquello emitía eran palabras.

-Chica –siseó-. Carne. Sangre. Para comer, ah, para comer.

El monstruo empezó a deslizarse lentamente pared abajo. Alguna parte de Clary había pasado más allá del terror a una especie de inmovilidad glacial. La cosa estaba sobre sus patas ahora, arrastrándose hacia ella. Retrocediendo, la muchacha agarró un pesado marco con una fotografía de la cómoda que tenía al lado –ella misma, junto con su madre y Luke en Coney Island, a punto de montar en los autos de choque- y se la arrojó al monstruo.

La fotografía lo alcanzó en la región abdominal y rebotó, golpeándole suelo con el sonido de cristal haciéndose añicos. La criatura no pareció notarlo. Siguió hacia ella, con el cristal roto astillándose bajo sus patas.

-Huesos, para triturar, para succionar el tuétano, para beber las venas…

La espalda de Clary golpeó la pared. No podía retroceder más. Notó un movimiento contra su cadera y casi saltó fuera de sí. El bolsillo. Hundió la mano dentro y sacó el objeto de plástico que le había cogido a Jace. El sensor se estremecía, igual que un teléfono móvil puesto en modo vibración. El duro material resultaba casi dolorosamente caliente en su palma. Cerró la mano alrededor del sensor justo cuando la criatura saltaba.

La bestia se precipitó contra ella, derribándola al suelo; la cabeza y los hombros de Clary chocaron contra éste. Se retorció lateralmente, pero esa cosas era demasiado pesada. Estaba encima de ella, un peso opresivo y viscoso que hacía que sintiera náuseas.

-Para comer, para comer. –Gimió la cosa.- Pero no está permitido, tragar, saborear.

El abrasador aliento que le caía sobre el rostro apestaba a sangre. Clary no podía respirar. Las costillas parecían a punto de hacérsele pedazos. Tenía el brazo inmovilizado entre el cuerpo y el monstruo, con el sensor clavándosele en la palma. Se retorció, intentando liberar la mano.

-Valentine nunca lo sabrá. No dijo nada sobre una chica. Valentine no se enojará.

La boca sin labios se contorsionó cuando las fauces se abrieron, lentamente, y una oleada de ardiente aliento apestoso cayó sobre el rostro de Clary.

La mano de la muchacha quedó libre, y con un alarido, golpeó a la bestia, deseando machacarla, cegarla. Casi había olvidado el sensor, pero cuando la criatura se le abalanzó hacia el rostro, con las fauces de par en par, lo incrustó entre sus dientes. Sintió cómo la baba, caliente y ácida, le cubría la muñeca y le caía en gotas abrasadoras sobre la piel al descubierto del rostro y la garganta. Como desde muy lejos, se oyó a sí misma chillar.

Casi sorprendida, la criatura se echó violentamente hacia atrás con el sensor alojado entre dos dientes. Gruñó con un pastoso zumbido enojado, y echó la cabeza hacia atrás. Clary la vio tragar, vio el movimiento de la garganta.

“Soy la siguiente –pensó, aterrorizada-. Soy…”

De repente, la bestia empezó a contorsionarse. Presa de espasmos incontrolables, rodó fuera de Clary y sobre la espalda, con las múltiples patas agitándose en el aire. Un fluido negro le brotó de la boca.

Dando boqueadas, Clary rodó sobre sí misma y empezó a gatear, alejándose de la criatura. Casi había alcanzado la puerta cuando oyó que algo silbaba en el aire cerca de su cabeza. Intentó agacharse, pero fue demasiado tarde. Un objeto chocó violentamente contra su nuca, y ella se desplomó, sumiéndose en la oscuridad.



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Mensaje por Judy_1D Mar 10 Sep 2013, 11:32 am

Ñe, lo amé, ese bicho no me gusta, nunca lo hará, lo odio
Siguela Abbi, me pasé por tu galeria, leeré todo lo que subas he!
Judy_1D
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Mensaje por Abbi. Mar 10 Sep 2013, 5:14 pm

Judy_1D escribió:Ñe, lo amé, ese bicho no me gusta, nunca lo hará, lo odio
Siguela Abbi, me pasé por tu galeria, leeré todo lo que subas he!
Oh, créeme, es horrible.
Iba a poner un gif de el, pero era de la película, y no estaba igual que lo describía el libro...
En fin, me encanta que te hayas pasado, cuando suba paso las pag's.
Abbi.
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Mensaje por Judy_1D Miér 11 Sep 2013, 6:08 am

Abbi. escribió:
Judy_1D escribió:Ñe, lo amé, ese bicho no me gusta, nunca lo hará, lo odio
Siguela Abbi, me pasé por tu galeria, leeré todo lo que subas he!
Oh, créeme, es horrible.
Iba a poner un gif de el, pero era de la película, y no estaba igual que lo describía el libro...
En fin, me encanta que te hayas pasado, cuando suba paso las pag's.
Lo se, es horripilante! y el de la peli aún más
Wii! yo quiero ser la priemra en recibir los links :3
Judy_1D
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Mensaje por Abbi. Miér 11 Sep 2013, 3:08 pm

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Mensaje por abigailrocio Miér 11 Sep 2013, 6:47 pm

esta genial sube capitulos
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Mensaje por abigailrocio Miér 11 Sep 2013, 6:48 pm

esta genial sube capitulos
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