Pacific Coast Academy. {1D and Logan Lerman} ¡CANCELADA!

—¡Levántense ya! —grité abriendo las cortinas de golpe, haciendo que la brillante luz del sol extinguiera todo rastro de oscuridad en la habitación.
Destiny se dio la media vuelta en su cama y cubrió su rostro con la almohada; mientras Emily se levantaba a regañadientes y balbuceaba cosas indescriptibles en su recorrido al baño. Suspiré. Habían cosas que a pesar del tiempo, nunca cambiaban.
Esta mañana, me levanté más temprano que nunca, pues la sonrisa aun no quería desaparecer de mi rostro, aunque las fuertes punzadas debido a la resaca bloqueaban parte de esa felicidad casi absoluta. Aún no había olvidado la frase de Liam ayer: “¡Me la entregas mañana!” de ser así, planeaba buscarme o quizás encontrarme en el caso de que estudiara aquí. El eco de su voz resonaba en mi cabeza, como una melodía aterciopelada y sobrecogedora, pero aun así mi subconsciente no le hacía justicia a su potencial físico.
Me froté las cienes por un segundo, mientras ideaba una manera de despertar a la holgazana aun durmiendo. Lo haríamos a la manera drástica si era lo que ella quería.
Una especie de dejá vu me invadió al momento de tomar sus pies –que estaban cubiertos por unas medias de vaquitas– y tirar de ellos la primera vez. Nada. Tiré de ellos con más fuerza y Des profirió un gruñido. Rodé los ojos. Esta vez, cuando tiré de ellos la tercera vez, las piernas de Des aterrizaron con fuerza en el suelo, dejándome una sonrisa victoriosa.
En un acto meramente infantil, Des me saco la lengua y se tiró boca abajo en el gran sofá en forma de helado.
—¿Lleva mucho tiempo ahí dentro? —preguntó aún si mirarme la cara, refiriéndose a Ems.
Asentí.
—¿Y no saldrá dentro de un buen rato, verdad? —adivinó Des con suspicacia.
—No lo creo.
Destiny se dio la vuelta en el sofá, para quedar frente a frente a mí, que me encontraba con los brazos cruzados en el pecho justo al lado de donde ella se encontraba. Los ojos de la castaña se prendieron y supe que una idea se le había ocurrido. Oh.
—En ese caso… Juguemos verdad o consecuencia.
Más que una propuesta, era un hecho sin derecho a refuta. Aunque la sesión de juegos de verdad o consecuencia de Des era un poco… atrevida, si esa era la palabra, me emocionaba la idea de compartir aunque sea solo minutos de tiempo con las chicas.
—¿Así que reviviendo tiempos infantiles? —Emily se apareció en nuestra pequeña conversación improvisada y jaló un poof para sentarse en él. Acababa de darse una ducha, tenía la toalla adherida al pecho y otra cubría su cabello.
Ems y yo miramos atentas a lo que sea que pudiera decir Des. Ella pareció pensarlo por un segundo y finalmente, sus ojos me enfocaron; ahí supe que sería su próxima víctima. No me atemorizaba lo que pudiera decir Des, si no lo que hiciera Destiny.
—Entonces Fran, ¿verdad o consecuencia? —me preguntó divertida, una sonrisa jugueteaba en su rostro.
—Consecuencia —respondí, luego de meditarlo unos segundos. ¿Qué es lo peor que podría pasar?
—Llama al chico con el que te encontraste en la fiesta, invítalo a salir.
Abrí los ojos de tope y tragué hondo.
Emily contenía la risa. Hasta los momentos, ese era un tema que no se había tocado, pues las chicas no estaban al tanto de todo lo que paso, aunque fuera evidentemente obvio.
—No tengo su número de teléfono —me excusé. Aunque era verdad, no me lo había dado.
—Se llama… Liam Payne, ¿cierto? —Des se levantó del sofá y literalmente, corrió hasta tomar su teléfono con una sonrisa astuta en el rostro.
—¿Cómo rayos sabes eso? —inquirí con asombro.
—Tengo contactos, querida —farfulló mientras me tendía su ¡phone.
Contemplé perpleja por unos segundos el número en la pantalla, que tenía como nombre “Liam. {Capitán de futbol americano}”.
—¿Capitán de futbol americano? —alcé una de mis rubias cejas.
Des asintió.
—De hecho, es uno de los mejores amigos de… —pareció dudarlo por un momento, pero sacudió la cabeza al instante—, no tiene caso.
—Hagámoslo —dije decidida a cumplir con su reto.
Tomé el teléfono con manos algo temblorosas y le di un toque al botón de “Llamar”. Emily soltó una risita y Destiny me miraba desafiándome con la mirada; como que si dudara de mis habilidades. Un pitido, dos pitidos…
—¿Si? —atendió esa voz masculina que tanto deseaba escuchar.
—Hey, Liam. Soy Francesca, ¿recuerdas? —traté en lo más posible de que mi voz no sonora nerviosa.
—Oh, claro. Hola Fran, ¿pasó algo?
—No, para nada… sólo quería preguntarte, si… querrías salir conmigo, hoy —al mismo tiempo de formular la pregunta, contuve la respiración.
Emily y Destiny me hacían señas de que todo saldría bien con sus pulgares.
—Por supuesto que sí. ¿Te parece vernos después del descanso?  En el campus —me pareció oír una risa muy sutil.
Suspiré aliviada.
—Está bien, nos vemos pronto, Liam —acepté y me apresuré a colgar el teléfono.
Destiny soltó un chillido muy agudo y Ems sonreía a tal punto de hacerme pensar que sus mejillas se romperían por ejercer tanta presión.
—Cálmense, cálmense. Me toca a mí. ¿Verdad o consecuencia, Emily? —cuestioné. De nuevo el silencio ahogó la habitación.
—Verdad.
Vaya, la chica era astuta.
—¿Realmente eres virgen? —pregunté de golpe.
Des frunció el ceño y asintió repetidas veces mirándola fijamente. Ella guardó silencio, dudando de su respuesta.
—Si —Ems se tapa la cara con las manos debido a la vergüenza.
Destiny le sonríe con confianza.
—Tranquila Ems, ya vendrá el indicado —le aseguró.
Apoyé un poco a Des mientras que le daba palmadas en la espalda, amistosas y suaves.
—Des, ¿sigues viva?—pregunta bromeada Emily.
Desde hace, por lo menos, tres minutos que Des no decía nada y Emily y yo observamos cómo estaba sumida en sus pensamientos.
—Oh, sí, no te preocupes.
Ya era descanso, después de tres largas clases: Matemáticas, Ciencias y Geografía. El sonido del timbre fue casi glorioso para mí, salí caminando apresuradamente a trompicones fuera de la tétrica aula blanquecina y me encontré con el hermoso campus del instituto. Aspiré profundamente el aire libre y ajusté mi mochila al hombro, con cuidado de que no saliera.
Destiny Hope, a la oficina del Director. Al escuchar a la mujer de voz metódica y casi automática me detengo y pienso, ¿Qué habrá hecho ahora? Sacó mi teléfono del bolsillo del vestido floreado turquesa que cargaba puesto y tecleo un mensaje para Des.
"Ay, Hope, ¿qué hiciste ahora?"
No me respondió, por lo que deduje que ya estaría en la oficina. Me tranquilizo un poco, ella sabía salirse de los problemas con extrema facilidad, claro está, solo en algunos casos.
Sigo caminando sin rumbo alguno por el amplio campus, sola; Emily había desaparecido de mi vista en cuanto piso la entrada del instituto. Inmediatamente, recordé la propuesta de Liam. Iba a verme en el campus, pero ¿en qué parte? Eso era gigante…
—¿Me buscabas? —sentí como una mano se apoderaba de mi hombro. Podía reconocer esa voz a mil kilómetros de distancia, si eso era posible.
Ladee la cabeza en dirección a Liam, y entonces mi vista se topó con unos ojos cafés almendra me miraban fijamente.
—¡Hola! —lo saludé y tuve que ponerme de puntillas para besar su mejilla.
—¿Cómo estás? —tomó mi mano y casi tiro de ella para que me sentara a su lado en una de las bancas del campus.
—Chévere, ¿y tú? —contesté.
Él sonrió.
—¿Chévere? —inquirió arrugando la nariz.
—Claro, es muy común en Latinoamérica, ¿no lo sabías?
—Soy británico, Francesca. Chévere, entonces —repitió con mi tono de voz, agua y chillona.
—¿En serio así hablo? —pregunté dándole un codazo en el abdomen.
—No, es mi voz genérica de mujer.
Carcajeé.
—Y bien… Hoy me enteré de que eras capitán del equipo de aquí.
Mis ojos enfocaron su brazo bien trabajado y sus piernas torneadas a través de la tela de su pantalón de blue jean. Oh, oh.
—Sí, ¿Quién te lo dijo? —preguntó.
Hasta esos momentos no había soltado mi mano, la apretó un poco más y espero pacientemente hasta que yo pudiera articular palabra alguna.
—Me lo comentó Destiny, no sé si la conoces —me encogí de hombros.
—No, bueno, he oído hablar de ella.
—Okay. Anoche…
—¿Qué paso anoche? —me interrumpió debido a que sabía por dónde iban mis palabras y no es que quisiera comentar algo malo, pero tampoco planeaba decirle que amé estar con él, aunque fuera del todo cierto.
—No fue nada malo, fue todo lo contrario —curvó sus labios hasta formar una adorable sonrisa—. ¿No recuerdas nada?
—La resaca me impide recordar todo, pero si recuerdo lo del estacionamiento y solo al final de la noche, cuando me despedí de ti… —parecía confundido y eso toco una pequeña fibra de mi ser.
No se acordaba de lo que había pasado durante su estado de embriaguez, nada. Es decir, estaba inconsciente de que estuvimos a punto de besarnos.
—Ah, claro y cuando interrumpí algo que parecía importante para salir corriendo al baño —sonrió de lado, avergonzado.
—Oh, eso —jugaba con mis dedos inquietamente. El parecía distraído pensando en algo.
Desde ahí todo paso muy rápido, ni siquiera fue del todo sensata cuando me tomo por desprevenida el choque de sus labios contra los míos, una armonía dulce y lenta que me bloqueaba admitir pensamiento alguno, pero que hacía que mi corazón se dispara y mi pulso fallara. Acerqué su rostro al mío, mucho más cerca que desde el principio y profundice el beso.
“¿¡Qué estás haciendo, Di’Garendi?! ¡Ni siquiera lo conoces!” gritaba una pequeña voz de la razón en mis pensamientos. Y... desafortunadamente, tenía razón.
Despegué mis labios de los de él torpemente y la decepción me consumió. Debía detenerlo ya, esto iba en contra de mis criterios. Dejé que llegara muy lejos, y eso era algo que tenía que pagar. Puede que sonara estúpido, y quizás lo era, pero yo era así.
—Liam, lo-lo siento —titubeé y tomé mi mochila.
Me levanté como pude, y cuando camine traté de no caerme debido a mis torpes piernas temblorosas. Todavía estaba jadeando a falta de aire, pero apenas me percaté de eso.
—Francesca… —alcancé a escuchar la voz apenada y nerviosa de Liam; mas no detuve mi paso.