Pacific Coast Academy. {1D and Logan Lerman} ¡CANCELADA!

— ¡Me da un coctel cargado por favor! — le grité al chico que atendía el open bar debido al alto volumen de la música. El chico asintió y empezó a preparar mi coctel.

Me senté en una de las sillas de ahí y di una vuelta hasta observar la pista de baile. La fiesta acababa de empezar y ya la mayoría estaban ebrios. Se movían descontroladamente en la pista con movimientos que… no sería conveniente realizar en público.

De repente note que Des estaba bailando con un chico muy guapo, ella me guiñó un ojo y yo solté una risita. Estaba haciendo de las suyas esta noche. Su temperamento y atractivo físico hacían que los chicos cayeran redonditos a sus pies, podría tener uno diferente todos los días.

Me pregunté dónde estaría Ems, quizás estaba sola, mirando el techo. La chica era tímida con los chicos y ellos podrían llegar a pensar que solo es un estúpida nerd que se la pasa leyendo libros. Pero lo que ellos no saben es la hermosa personalidad que se encuentra detrás de esa fría, reservada y prudente chica, solo su hermano y muy pocas personas la conocían en verdad.

Recibí mi coctel con una sonrisa algo torcida y le di las gracias al muchacho. Me pare de mi asiento y decidí buscar mi teléfono que se había quedado en el auto de Ems. Maldición, Mike me mataría. La sobreprotección de mi primo, que se había convertido en mi hermano desde que me entere de que era adoptada, era muy fuerte y cada vez que salía debía enviarle un mensaje o algo.

Corrí entre la multitud de gente, no sin antes beber a toda prisa mi coctel, me maree un poco y aminore el paso. Me dio una puntada en la cabeza debido en la forma tan abrupta que el alcohol había entrado en mi organismo.

Llegue al estacionamiento y saque las llaves de mi cartera, Ems me las había dado a mí por cualquier cosa antes de que desapareciera. Las tome con fuerza, con miedo a que se me cayeran debido a lo mareada que me encontraba. Las introduje en la ranura para las llaves, la gire y la puerta se abrió. Me abalance sobre el asiento del piloto y tome mi teléfono.

— Aquí estás — susurré y lo tome. Cerré la puerta pero entonces la voz de algún hombre hizo que me diera la vuelta; me estremecí y busque al propietario de la voz con la vista.
— Una dama como tú no debería encontrarse a altas horas de la noche por estos lares — negó el hombre. Era un chico pelirrojo, alto y robusto que me observaba de pies a cabeza.
— Déjeme en paz — le pedí y me eche para atrás hasta chocar mi espalda con el auto.
— Creo que esta es tu noche de suerte, querida — el hombre se lamio los labios y sentí como mi respiración se agitaba y mis piernas flaqueaban. Pensé en alguna manera de impedir lo que estaba a punto de pasar, pero mi mente estaba en blanco y de defensa personal no sabía absolutamente nada.

Cerré los ojos con fuerza y me rendí ante la situación. Pero escuché un golpe seco que me hizo que abriera los ojos de golpe.

Entonces lo vi, un chico guapo, sin duda alguna que golpeaba al pelirrojo con fuerza mientras los dos estaban tirados en el suelo. Tenía una fuerza increíble, pues el pelirrojo se levantó como pudo y salió corriendo del lugar como una marica.

El castaño chico se acercó a mí con una nota de preocupación en su rostro. Mi corazón latía a mil por hora, el sonido de mi pulso retumbaba en mis oídos. Entonces su voz y el brillo de sus ojos almendra hizo que me derritiera ante semejante hombre.

— ¿Te encuentras bien? — pregunto pasando una mano por mi mejilla. Se me erizo la piel y me limite a asentir — ¿Estás segura? No se te nota…
— Me encuentro perfectamente — me apresuré a decir. El chico me sonrió y retiro su mano de mi mejilla, dejándome con ganas de otra caricia suya.
— ¿Cuál es tu nombre? — inquirió esta vez. Yo mantuve compostura y respire hondo. Ese chico iba a terminar matándome.
— Francesca Di’Garendi, ¿y el tuyo?
— Liam Payne, un placer — me tendió su mano y la estreche con una sonrisa dulce.
— ¿Cómo supiste que estaba aquí? — le pregunte y el solo me miro a los ojos.
— Estaba de paso y te vi. No aguante las ganas de golpear a ese imbécil y si no hubiese llegado a tiempo, las consecuencias hubiesen sido terribles — pude ver como su mandíbula se tensaba.
— Te lo agradezco de veras.
— Creo que ya debo irme, fue un gusto haber estado contigo, Francesca — me sonrió por última vez y se dio la media vuelta, dirigiéndose a su auto.
— ¡Hey! ¡Por lo menos invítame un trago, Liam! — le grité y este se dio la vuelta con una sonrisa, mostrando sus alineado y perfectos dientes, o eso creí ver. Todo estaba demasiado oscuro, solo una gran farola adornaba el lugar.
— Creo que ya te pasaste de tragos, Liam — le dije y sostuve su cara entre mis manos, mirándolo seriamente; tratando de no soltar una gran risotada. Se veía tan gracioso y tierno a la vez. Hacia caras raras y balbuceaba cosas que no entendía.
— Eres la chica más hermosa que he visto en toda mi maldita vida — está bien, eso sí lo entendí. Le sonreí y bese su frente.
— Y tú el chico más dulce que he conocido jamás — el hizo una mueca extraña y rio con amargura.
— No me conoces, Francesca. ¿Cómo podrías decir eso?
— Sé que lo eres, Liam — afirme. El castaño acaricio mi mano y me miro directo a los ojos. Se acercó lentamente a mí, causando que mi pulso se acelerará. Entonces cuando solo quedamos a centímetros, me dijo:
— Creo que voy a vomitar — yo solté una risa y el salió corriendo al baño.

Me paré del sofá en donde nos encontrábamos y salí a buscarlo. Tenía miedo de que le pasara algo en el estado en que se encontraba. Había un gran letrero que decía “Baños” así que me aproxime al pasillo y toque la puerta del baño de caballeros.

— ¿Estás bien, Liam? — pregunté y se oyó un gemido.
— ¡Sí, estoy bien! — dijo y a los segundos se escuchó el sonido del lavamanos cerrarse — No te muevas de ahí.
— ¡Okay! — dije y me recosté de la pared. Todo me daba vueltas y sabía que en cualquier momento vomitaría. Me había tomado una ronda de chupitos con Liam y después otro coctel de piña. Mi cabeza daba punzadas muy seguido y sentía mucho frio. Me abrace a mí misma y espere a que Liam saliera.
— ¿Tienes frio? — me pregunto. Alce la mirada y me encontré con la misma mirada de preocupación de hace un rato.
— Si — murmuré. Él se quitó la chaqueta de cuero que tenía y la puso sobre mis hombros. Me sonrió y tomo mi mano.
— Creo que ya es hora de que nos vayamos.
— Yo vine con mis mejores amigas, deben estar por ahí...
— ¿Quieres que las busquemos? — me preguntó. Yo asentí y saque de mi bolso mi teléfono, marque el número de Ems y esta me atendió al tercer pitido.

— ¿Ems?
— Si, Fran. ¿Qué paso? — preguntó algo alarmada.
— Nada, cariño. ¿Dónde estás? Ya van a ser las 4:50 am.
— ¿Sí? Bueno, ya voy al estacionamiento, nos vemos ahí — avisó y corto la llamada.

— Vamos al estacionamiento, mi amiga Emily nos está esperando ahí — le dije a Liam. Este asintió y tomo mi mano con más fuerza. Nos adentramos entre la multitud y llegamos al estacionamiento. Ems estaba esperándome al lado de su auto. Liam la vio y supo que estaría bien.
— Gracias por todo, Liam — agradecí y lo abracé, a lo que él me correspondió tomándome por la cintura.
— No hay de qué, Fran.
— ¿Te veré mañana? — pregunte una vez que nos separamos. Quería verlo todos los días, él era demasiado bueno para ser verdad.
— Claro que sí — suspiré de alivio — Que duermas bien, Fran — me beso la coronilla y me sonrió, alejándose a paso despreocupado. Me mordí el labio y desee que momentos así vivieran por siempre. Entonces recordé que aún tenía la chaqueta que me había prestado.
— ¡Liam, tu chaqueta! — le grite.
— ¡Me la entregas mañana! — grito de vuelta.

Me di la vuelta y camine hacia donde estaba Ems con sus tacones en mano. Curve mis labios.

— Hey, Emilia — la saludé. Emily rodo los ojos, odiaba que le dijera así.
— Hola, Fran. ¿Quién era el guapo chico con el que hablabas? — preguntó alzando las cejas.
— Oh, el-él es Liam — murmuré algo nerviosa.
— Mmm. ¿Cuándo vendrá Des? — pregunto mirando hacia la entrada de la casa. Mire mi reloj, 4:58am y me encogí de hombros.
— Ya sabes, debe estar con el chico de su noche.

Vi una silueta que caminaba hacia nosotras, tambaleándose. Me di cuenta de que era Destiny, traía una cara de excitación y caminaba hacia nosotras con una sonrisa pintada en su cara.

— ¿Con qué la pasaste bien, eh? — la tome del brazo para evitar que se cayera. Yo me tambalee también y ella rio.
— Sin duda alguna, mi amor — ya estaba empezando a alucinar. Ems estaba aguantado las ganas de reírse al ver a dos ebrias conversar de estupideces. La fulmine con la mirada y ella frunció el ceño de manera tan adorable.
— ¡La mejor noche de mi vida! — grité alzando los brazos y lo último que recuerdo fue haberme caído al piso con Des, para después reírnos como locas sin sentido alguno.
— Me dejaste caer, perra — Des se dejó extender por el asfalto y trato de levantarse, pero no pudo.
— Sabes que ella es la perra de tu vida — dijo Ems divertida.
— Si si, como digan, ahora vayamos de aquí.