Detrás De Las Cámaras (Larry Stylinson)

Cuando era pequeño, Louis realmente no se fijaba en nada más que en disfrutar de la vida. Corría sin cesar, reía hasta que sus pulmones gritaban por un poco de aire, y era feliz, demasiado feliz. Luego, la adolescencia llegó, y todo cambió. Él nunca había sido un chico de mal aspecto,  y no era como si todo el mundo fuera ciego y no pudiera apreciar la belleza que Louis poseía, pero si había gente malvada, gente que cambiaron al chico de ojos azules.

Él se había comenzado a odiar, desde la manera en que peinaba su cabello, hasta la manera en que ataba sus cordones. Se odiaba por dentro y por fuera, tanto que llegaba a ser doloroso. Había dejado de comer hacia un mes o dos, o al menos no lo hacía muy seguido, cuantas más comidas pasara de largo, mejor era.

Louis se miró al espejo. Él sabía que estaba más delgado, y a la gente eso le gustaba, ¿Por qué no le gustaría a él? No tenía intenciones de convertirse en algo que no quería, no buscaba trastornos alimenticios ni nada por el estilo, tan solo era una dieta…demasiado estricta que duraría hasta que estuviera conforme con su cuerpo.

En el espejo vio el dolor a través de sus ojos, vio la marca profunda de dolor que su padre había dejado cuando se había marchado y lo había abandonado, no solo a él sino también a su madre y hermanas. Vio a un chico aventurero, pero con temores que podrían arruinarlo, vio aquellos ojos hambrientos de amor, o tan solo hambrientos por al menos una pizca de afecto.

Pero había algo más allí, algo más que solo su cuerpo, su cara y sus sentimientos, algo que él no podía descifrar ni aunque así lo quisiera. Se dio por vencido y se alejó del espejo.

El frío impactó en sus huesos cuando salió a la calle, y él estuvo agradecido con su madre, la cual le había regalado el increíble saco que ahora llevaba puesto. Estaba abrigado, pero el fresco viento congelaba su nariz, y sus orejas. Louis pensó que la próxima compra que haría, sería un buen gorro. Mientras caminaba hacia la estación, miró su reloj.

Ese reloj era de su abuelo, según su padre había dicho antes de marcharse. Él decía que su abuelo era un gran luchador, que había estado en la guerra, y que había entregado tanto cuerpo como alma. Louis estaba orgulloso de aquel hombre al cual nunca conoció, por desgracia. Y Ahora ese reloj era suyo, su padre se lo había obsequiado cuando era pequeño, y casi había olvidado que lo tenía, pero al verlo esa mañana dentro de uno de sus viejos pantalones, no dudo en comenzar a usarlo.

Apretó su campera para que se cerniese más a él, y apresuró el paso. 7:30 am. Con suerte llegaría a punto para trabajar.

                 

- Louis, me alegro de verte

Él había esperado escuchar tan solo un poco de arrepentimiento o vergüenza en la voz de Sunny, pero la mujer solo había usado su tono provocativo, como era de costumbre. Eso enfureció a Louis hasta el punto de querer simplemente alejarse de ella y no tener que volverla a ver jamás. Pero eso era imposible, ya que ambos trabajaban en el mismo lugar, se veían 5 veces a la semana, y a pesar de todo, Louis estaba acostumbrado a dar segundas oportunidades solo si las intenciones eran verdaderas y buenas.

- Buenos días – él sonrió, una sonrisa simple, ni una pizca de coqueteo. Se sacó su saco y se lo entregó a Sunny, quién rápidamente lo colgó - ¿Tienes alguna idea con quien tengo que trabajar hoy?

- Se llaman Cory y Dean, están en el cuarto 22, te están esperando – la rubia seguía en plan de conquista, y eso impacientó a Louis. ¿Cuándo iba a siquiera disculparse por el incomodo momento por el cual lo hizo pasar? – Oh y por lo de ayer…- Allí vamos. Pensó él – Mi novio y yo buscamos un tercero, sabes, nos gustan esas cosas y no te hable de él porque no encontraba el momento indicado

- ¿Y cuando me lo ibas a decir? ¿Cuando yo estuviera lamiendo tus tetas y tu novio estuviera follándome? – preguntó Louis con enojo

- Creo que si eso estuviera pasando, hubiera sido porque ya aceptaste el acuerdo de hacer un trío – bien, no es una rubia tan estúpida. Pensó Louis y quiso reír, pero la furia aun viajaba por su cuerpo

- No, nunca aceptare acostarme contigo y con tu novio, eso de los tríos solo arruina una relación, si se puede llamar relación a lo que tú y ese hombre tienen – él respiró profundo, y luego rodó los ojos, quitándole importancia a todo aquello – Mejor iré a trabajar

Louis escuchó como Sunny gritaba su nombre unas cuantas veces, pero él ya se alejaba, y no volteó ni una sola vez. Las cosas con ella nunca empezaron, y por suerte nunca empezarían.

                                     

Louis apagó la cámara. Él contempló por unos segundos más a la pareja de hombres que ahora se abrazaban y besaban en la cama. Louis quería eso, quería experimentar aquello que parecía tan provocativo, y tan pecaminoso a la vez, quería zambullirse en aquel océano de sensaciones que ese tipo de sexo otorgaba. En su interior lo necesitaba, y era una necesidad tan poderosa, tan grande, que arrasaba con él mismo y lo dejaba sin aire.  

Salió del cuarto y se dirigió al baño. Louis iría nuevamente a darse un poco de alivio. Era recién el segundo día de trabajo, y ya comenzaba a sentirse un frustrado sexual. Tanto sexo alrededor, y él no lo había hecho desde hacía más de 1 año. Realmente necesitaba una buena follada.

Luego de masturbarse, se lavó sus manos y se dirigió a la puerta. Tenía que grabar unos vídeos más, y luego podría irse a casa. Entonces justo cuando estaba por abrir la puerta, esta se abrió, y chocó contra su frente. Él cayó al piso como un pesado saco de papas, y llevó ambas manos a su cabeza. Diablos, dolía demasiado.

- Lo lamento, de verdad que lo lamento – Louis sintió la presencia de una persona arrodillada justo a su lado. Encontró paz cuando abrió sus ojos y vio el color verde en aquella maravillosa mirada

- Jack – Louis recordaba perfectamente el nombre del chico con el cual había soñado toda la noche anterior. Esos perfectos labios que se tornaban en un rojo salvaje cuando alguien los besaba, su deseable piel, tan suave y pálida, irresistible. Sin olvidar sus mejillas coloradas cuando estaba excitado, o aquellos pequeños y rasposos gemidos de placer que soltaba mientras alguien enterraba su polla dentro de él - ¿Jack, no? – él trató de fingir no recordarlo, tal vez sería muy incomodo para el otro muchacho, tal vez Louis tendría que dejar de mirarlo como si solo quisiera desnudarlo, pero sabía que eso no iba a suceder

- Si, Louis – él rizado parecía no avergonzarse por recordar su nombre. No era nada vergonzoso recordarlo, de todas maneras, pero solo habían intercambiado unas 3 o 4 palabras, y además Louis ni siquiera poseía el conocimiento de su verdadero nombre – Ven, te pondré hielo en la frente, creo que mañana tendrás una gran chichón

Louis se dejó cuidar. Jack lo llevó hasta la cocina que se encontraba en el edificio, lo hizo sentar en una de las sillas y él esperó. El rizado apareció, y presionó delicadamente el hielo sobre la frente de Louis, él quiso sostenerlo por su cuenta y entonces sus manos se rozaron momentáneamente. Fue un simple roce, pero su cuerpo respondió tan rápido como una estrella fugaz. El toque del rizado no solo lo calentó, sino también le hizo sentir algo nuevo, algo en su interior que gritaba por reclamar a Jack, por hacerlo suyo. Parecía ser como si su corazón y su cerebro se hubieran fusionado, ambos juntos en una competencia que tenía a Jack como premio. Louis quería ganarlo.

- Y…- el rizado colocó una silla delante de Louis, y se sentó. Ambos ahora frente a frente, sus miradas clavadas profundamente una dentro de la otra, y solo eran ellos, nadie más. Se dio cuenta de que se sentía nervioso cuando Jack se encontraba tan cerca de él, se sentía como una chica enamorada por primera vez. No entendía porqué su corazón latía con tanta rapidez, ni porqué  su cuerpo anhelaba tanto al rizado – Realmente lamento esto, no quería lastimarte

- Lo sé, fue un accidente, no hay ningún problema – Louis lo trató de tranquilizar. Jack asintió, y una sonrisa se formó en su rostro. Dios bendiga esos hoyuelos. Pensó Louis mientras contemplaba la sonrisa más perfecta jamás antes vista. Jack era perfecto, y nunca dejaba de impresionarlo – Hoy no tenías que grabar, ¿Qué haces aquí?

- Los actores cobramos por videos y yo vine a retirar mi paga

- Genial, creo que elegí el trabajo incorrecto, ser actor da más dinero – Jack levantó una ceja, y lo miró un tanto divertido, su mirada decía “De verdad dijiste eso?” Louis comenzó a sentirse acalorado y lleno de vergüenza – De todas maneras, ¿Cuál es tu verdadero nombre? – él había tardado en preguntar, pero apenas recordó que Jack no era exactamente Jack, no dudo en volver a preguntar su identidad. Realmente quería saber el nombre del pequeño que lo había mantenido despierto la noche anterior. Jack mantuvo silencio, un silencio demasiado incomodo. Louis lo rompió; - No me vas a decir tu nombre?

- No, en realidad no quiero que nadie lo sepa

- Por qué? – la respuesta del rizado lo había dejado aun más desconcertado

- Cuando sea famoso, quiero que solo mi personaje lo sepa, no yo – Jack respondió con toda seguridad en sus palabras, mientras su sonrisa se mantenía intacta en su rostro. Louis se perdió nuevamente en aquellos maravillosos hoyuelos, luego recordó que mirar fijamente a alguien podía ser un tanto escalofriante, no para él, por supuesto, pero si para Jack

- Eso no tiene sentido y es raro – Louis quería reír, pero la seriedad que el rizado mantenía le había advertido de que esa conversación iba en serio

-Raro? Yo? Tu eres el heterosexual, o al menos el que proclama serlo, que filma videos de porno gay

- Eso no es raro, es trabajo – se defendió Louis rápidamente al ser acusado. Jack era una de las primeras personas que osaba en dudar de su sexualidad. No le había disgustado que pensara eso, pero lo había incomodado – Y no me gusta lo que hago, en cambio tu trabajo es raro pero a ti si te gusta

- No es raro ser follado, y de verdad crees que me gusta serlo? – Louis no supo que decir. Pensó en que tal vez Jack habría entrado a trabajar allí por las mismas razones que él, tal vez había necesitado el dinero y no había tenido ninguna alternativa. Pero esa hipótesis quedó de lado, eso era imposible, Louis había visto a Jack disfrutarlo, gozarlo, el rizado amaba lo que hacía, o al menos amaba el sexo. Jack pareció notar la incertidumbre de Louis, y comenzó a reír – Mejor no respondas eso – él se relajó al escuchar la ronca risa de Jack. Miró hacia abajo unos segundos, procurando no ser descubierto por el rizado, y vio el bulto notorio en sus pantalones. Mierda, ¿Cómo iba a salir de ahí sin que Jack notara lo excitado que estaba por él? – Lo siento – se disculpó el rizado cuando su teléfono sonó. Louis asintió y lo vio alejarse unos pasos

Él pudo observar cada fracción de su esbelto cuerpo, pudo observar como arrugaba sus cejas y luego negaba en disgusto, o como sus ojos brillaban cuando algo realmente lo maravillaba. Louis estaba seguro que el chico no solo era perfecto por fuera, sino que también por dentro. Y él quería averiguarlo, él tenía la urgencia de conocerlo y de simplemente mantenerlo a su lado.

No era demasiado común de Louis, nunca había sido posesivo, nunca. Pero había algo en Jack, algo que realmente lo tenía agarrado de las bolas, y todavía no sabía si eso era algo bueno o algo malo. Louis salió de sus pensamientos al escuchar como el rizado se despedía y cortaba la llamada.

- Lo siento, pero me tengo que ir

- Uh…está bien – Louis se sintió un tanto decepcionado, quería estar con Jack, algo le decía que lo necesitaba tanto como el aire que respiraba. Mierda, ni siquiera el mismo entendía porqué se estaba aferrando tanto a alguien que ni siquiera conocía – Podríamos salir algún día

- Tengo novio, y uno muy celoso ¿Recuerdas? – Jack sonreía, y entonces Louis lo supo. El rizado no estaba interesado en su pareja, pero entonces ¿Por qué salía con ese ridículo hombre?

- Podemos ser amigos, Jack, estaría muy encantado de poder serlo – su voz había salido en un tono provocativo, y había salido con demasiada naturalidad. Él trató de tranquilizarse, primero tenía que pensar en lo que iba a hacer con sus nuevos y extraños sentimientos

- De acuerdo, ahora mismo tengo que correr, pero pregúntale a Sunny por Harry Styles, ella te dará mi numero – el rizado guiñó su ojo y salió de la cocina

- Así que Harry Styles – murmuró Louis para sí mismo. Si, el nombre le sentaba de maravilla.

Louis se alejó furioso. No le importó escuchar los gritos de Harry pidiéndole que no se marche, no le importó como todas las miradas de los actores se clavaban en él, simplemente tenía que salir del hotel antes de comenzar a gritar.

No era fácil tener una relación con el rizado, ni siquiera podían verse en otro lugar que no fuera en donde trabajaban y eso solo era porque Ryan era demasiado celoso. Louis estaba cansado. No quería robarse a Harry, muy en su interior si lo deseaba, pero realmente solo quería al menos poder tener una amistad, nada más que eso. Pero cada vez era más complicado.

Habían pasado ya 3 meses desde el incidente del baño, aquel día en que Harry le había dado su verdadero nombre, y desde entonces no pasaron un día sin hablar por teléfono o mandarse mensajes de texto. Louis amaba escuchar su celular y saber que era él, y cuando no lo era, siempre se sentía tan decepcionado como cuando un niño no recibe el regalo de navidad que había pedido.

Pero cada vez que le pedía para ir a tomar algo, o simplemente para ir a almorzar cuando tenía un tiempo libre entre sus horas de trabajo, Harry siempre se las ingeniaba con alguna excusa para rechazarlo. No era como si el rizado no quisiera salir con él, sino que Louis sabía que era todo por Ryan. Y él ya estaba cansado. Cansado de sentirse el único al que le importaba esa amistad, porque Louis le había tomado tanto cariño a Harry en los últimos meses que lo primero que hacía en la mañana era mandarle un mensaje con un “Buenos días” o un “Dormiste bien?”. No le molestaba hacerlo, Louis podría vivir pendiente de Harry.

El rizado había comenzado a visitar más el trabajo al segundo mes. Tenían charlas cortas y concretas, hasta había veces en las que Louis creía que todo iba a cambiar entre ellos, veces en las que Harry se acercaba tanto a él que su corazón latía sin control. Pero entonces Ryan llegaba y rompía la burbuja que se había formado entre ellos. Louis sabía que Harry no lo amaba, sabía por la forma en que hablaba de él, como sus ojos no brillaban cuando pronunciaba su nombre, o como su voz sonaba desinteresada y sin ánimos. Lo que él quería saber era ¿Por qué estaba con Ryan?

Louis se lo había preguntado varias veces, trataba de sonar casual cuando lo hacía, pero lo único que recibía como respuesta era el silencio. Siempre que se lo preguntaba, el ambiente entre ellos cambiaba y se volvía tenso. Louis se había propuesto nunca más volver a preguntarlo, él odiaba no ver una sonrisa en Harry, odiaba no escucharlo reír por sus chistes.

Y entonces Louis le había pedido a Harry ir a comprar algo para almorzar. Él tenía el mediodía libre, y ya que el rizado se encontraba en el hotel, corrió a preguntarle si lo acompañaba a alguna tienda de comida. Se sorprendió al ver como Harry negó con la cabeza, sin siquiera mirarlo a los ojos. Ryan no estaba allí, solo había muchos actores que esperaban dar su entrevista para entrar a trabajar en HomoEmo.

Louis le había gritado a Harry que eliminara su número y que no volviera a dirigirle la palabra. No había medido sus palabras, estaba demasiado enojado como para hacerlo. Entonces había corrido afuera, y ahora ahí estaba. Era enero, y Londres se encontraba aun nublado. ¿Por qué? Se preguntó Louis mientras miraba al cielo.

- Gracias a dios que no te fuiste

Louis no volteó, pero reconoció la voz de Harry. ¿Cómo no iba a hacerlo? El rizado era en lo único que podía pensar, los días pasaban, nuevas cosas sucedían, pero Harry se mantenía intacto en su memoria. Había aprendido tanto de él, que sentía como si lo conociera de toda la vida. Tenía 17 años, casi 18, vivía con su familia, amaba cocinar, y decía que si fuera mujer, sería la mejor ama de casa. Louis siempre sospechaba que había algo que Harry no le contaba.

- No te enojes, por favor – suplicó Harry

- ¿Qué no me enoje? Llevó bastante tiempo pidiéndote salir, solo como amigos, solo como dos putos hombres que quieren tomar una cerveza, que quieren hablar de…no sé, de mierdas que hablan los amigos, y lo único que haces es decirme que no, ¿Sabes lo jodidamente frustrante que eso es? No pido nada de ti, nada más que un simple gesto de amistad, y ni siquiera eso me das – Louis soltó, así sin más, las palabras que llevaba reprimiendo en su pecho desde hacía meses. No se atrevió a voltear, no quería verlo, sabía que si esos ojos verdes se encontraban con sus ojos azules, él estaría perdido

- No te quiero perder, eres lo único que tengo

Louis no pudo resistir más y tuvo que mirar a Harry. Lo que vio lo dejó completamente anonadado. Lagrimas silenciosas caían por las coloradas mejillas del rizado, mordía su labio inferior tratando de retener sus sollozos, y su mirada estaba llena de dolor y culpa. Louis no soportó verlo así, y mucho menos si esa era su culpa. Se acercó a Harry y lo tomó en sus brazos. Trató de reconfortar al pequeño con un cálido abrazo, en el cual se había tensado al comienzo, pero luego lo había aceptado. Louis se perdió en la increíble sensación. No podía creer lo bien que se sentía tener el cuerpo de Harry tan pegado al de él, se sentía casi como una maravilla.

Le susurró al oído cosas como “No me vas a perder” o “No te voy a dejar ir”, pero solo habían ganado que los sollozos de Harry incrementaran. Fue ahí cuando Louis supo que había mucho más que solo Ryan, mucho más que solo una estúpida invitación a algún bar. Él se sintió culpable, y un completo idiota.

- ¿Qué es lo que pasa, Harry? ¿Qué es lo que te hace llorar, bebé? – Louis preguntó cariñosamente mientras aun abrazaba a Harry. Una mano acariciaba su espalda de arriba abajo, y la otra acariciaba los rizos del pequeño. Louis había soñado muchas veces con que algo así pasara, pero esas no eran en las circunstancias en las que lo hubiera imaginado. Harry tenía su cabeza enterrada en el cuello de Louis, mientras murmuraba cosas incoherentes - ¿Qué?

- Tendríamos que ir a tomar una cerveza – murmuró ahora un poco más audible. El mayor se sorprendió ante el cambio repentino de idea, pero por dentro supo que Harry solo estaba tratando de evitar lo inevitable

- Sabes que tendremos que hablar de esto, ¿verdad? – el rizado solo gruñó, y él lo dejó pasar. Al menos por ahora – Vayamos a ese bar