Detrás De Las Cámaras (Larry Stylinson)

- No, Ryan, me voy a quedar aquí

- Pero...

- Es mi cumpleaños, por favor - Harry pidió amablemente, tratando de evitar una pelea innecesaria

Esa misma mañana el incesante sonido de su celular lo había despertado. Louis lo había llamado y le había deseado un feliz cumpleaños, incluso aunque ya lo había hecho la noche anterior. Ese gesto, por más simple que hubiera sido, lo había alegrado considerablemente, haciendo que el rizado comenzara el día en uno de sus mejores ánimos.

Luego se había levantado, y desayunado junto a su madre, Anne, quién se disculpó por no poder haberle comprado un regalo. Harry había tomado su mano con delicadeza y le había explicado que todo estaba bien, que no tenía que hacerse ningún problema. Aunque se había mordido la lengua, y reprimido su furia. ¿Dónde estaba el dinero que le otorgaba para comprar cosas para la casa? No le importaba un estúpido regalo, pero a pesar de todo, él trabajaba para conseguir mantener a su madre y hermana, y ellas nunca se lo agradecían, sino que malgastaban su dinero y ni siquiera intentaban ocultarlo. Harry no podía decirles nada,  no estaba en condiciones para pelear y tampoco era lo suficientemente valiente como para hacerlo.

- Sabes que te daría una recompensa si vienes a casa, unas horas, solo eso, vamos - insistió una vez más Ryan, quién parecía no estar dispuesto a aceptar una negativa

- ¿De cuantos hablamos? - Harry tragó saliva con dificultad, y un nudo se formó en su garganta. La repugnancia dominó su cuerpo, y trató de controlar el vomito que amenazaba por salir. Vender su propio cuerpo en el día de su cumpleaños fue, por lejos, el limite. El respeto por si mismo se había esfumado, siendo reemplazado por la necesidad de asegurar su futuro y el de su familia  

- No tendría que darte nada, eres mi maldito novio - gruñó el otro hombre, pero él simplemente se cruzó de brazos, esperando una respuesta - Bien, te daré mil euros

- De acuerdo - no podía creer lo necesitado que estaba Ryan, pero eso no importaba cuando había oficialmente ganado asco por si mismo

                                                 

Louis intentó calmar sus nervios mientras sacaba la carne del horno. 22:43. Harry estaría por llegar en cualquier momento, y entonces tendrían una romántica cena, y luego se dedicaría a hacerle el amor lenta y pasionalmente. Había estado ansioso, y aún más cuando no había podido ver a su amante en toda la semana. Se preocupó cuando este no había recurrido a HomoEmo ni siquiera el martes, pero Harry había dicho que estuvo ocupado buscando un colegio para terminar la secundaria. Louis definitivamente se calmó al escuchar aquello, le hacía feliz saber que el rizado se encontraba bien, y con ansias de seguir estudiando, después de todo solo le quedaba un año de secundaria por realizar.  
Su estomago rugió, pidiendo piedad. No había ingerido comida en todo el día, el trabajo lo había mantenido ocupado, luego había tenido unas cuantas horas de sueño, y por último había estado organizando todo para la pequeña fiesta de Harry. El tiempo había corrido demasiado rápido, y comer no había sido la primera prioridad del día.

Observó su reflejo en el espejo y sonrió. Se veía bien, tal vez la matiz de su piel se había aclarado, y sus mejillas se encontraban un tanto más hundidas que lo usual, pero definitivamente se veía bien. Se había vestido casual, no queriendo exagerar las cosas, pero las prendas aún con aquella simpleza, se lucían en él. Louis anhelaba ser perfecto para Harry.

El timbre sonó, y sus manos temblaron. Se alejó del espejo, y se encaminó a la puerta, pudiendo sentir el rápido latir de su corazón, casi queriendo escapar de su pecho. Y allí, parado frente a él, se hallaba Harry. Se veía tan diminuto, tan frágil, y sus ojos verdes brillaban con entusiasmo, transmitiendo paz. Era increíblemente atractivo, perfecto. Y Louis se preguntaba que hacía alguien como Harry con él, como incluso llegaba a tener una atracción por él.

- Feliz cumpleaños - murmuró con nerviosismo. ¿Cómo hacía para ponerlo de aquella manera? Louis no solía ser tímido, lo suyo era fijo y seguro, pero entonces Harry llegaba y todo aquello se evaporaba, él se convertía en gelatina. Al menos eso sucedía al comienzo, luego lograba recomponerse y tomar su posición - Ven aquí - ordenó el mayor mientras abría sus brazos de par en par al ver que el rizado se mantenía inmóvil. Algo le sucedía, algo que a pesar de poner su mejor sonrisa para ocultar, se mostraba. Y eso asustó a Louis

- Hola - susurró Harry contra su pecho, mientras se acurrucaba en sus brazos. El mayor lo sujeto fuertemente, prometiéndose a si mismo que cualquier cosa que le estuviera sucediendo al rizado, ambos, juntos, la superarían

- ¿Qué pasa, bebé? ¿Tuviste un mal día? Es tu cumpleaños, no deberías estar triste

- P-pero no estoy triste - miró hacia arriba, y sus miradas se mezclaron en una explosión de emociones

- No me mientas- gruñó Louis, sintiendo como la mentira se reía en su cara. Odiaba que Harry mintiera, y por alguna razón siempre sabía cuando lo hacía. Odiaba que le ocultara cosas, porque tenía muy en claro que lo hacía

- ¿Podríamos disfrutar de lo que queda de la noche, por favor? - y el mayor iba a protestar, pero cuando los apetitosos e irresistibles labios del rizado tocaron los suyos, estuvo perdido.

                               


- Creo que nunca comí tanto en mi vida! - exageró Harry, mientras alejaba el plato, ahora completamente vacío, de su alcance - Fue una cena muy deliciosa, ¿Dónde aprendiste a cocinar así?

- Jay, ella solía enseñarme a cocinar antes de que me mudara de casa - sonrió cuando los recuerdos bombardearon su cabeza. Recordó a su madre, quién lloraba sin piedad luego de que su padre los hubiera abandonado, pero también recordó como con una fuerza de guerrera, ella se levantó, y siguió luchando. Louis amaba mucho a Jay, nunca la hubiera cambiado por nada en el mundo, era perfecta - Deberías conocerla, la amarías

- Tal vez - murmuró Harry, pero no lo miró, su mirada estaba clavada al suelo

- ¿Quieres tu regalo? - y definitivamente aquello llamó la atención del rizado. Los ojos esperanzados ahora lo observaban atentamente, expectativos - Oh, creo que estas interesado

- Si...yo de todas formas dije que no tenías que preocuparte por ello

- Por supuesto que tenía que hacerlo! - exclamó Louis mientras se levantaba de su silla, y estiraba su mano hacia Harry - ¿Vienes?

No hubo ni un segundo de indecisión. El rizado tomó la mano que estaba tendida en el aire, y se dejó guiar por aquel hombre que estaba dejando a su mundo al revés. ¿Qué era toda aquella dulzura? Harry nunca había sentido aquello, mucho menos por parte de alguien con quién estuviera compartiendo la cama. ¿Por qué se preocupaba tanto por él? Solo llevaban cuatro meses juntos, ¿Eran suficientes? El rizado no entendía lo que sentía, todo lo que le estaba sucediendo era extraño y nuevo, pero no podía negarlo, le encantaba que así fuera.

Ambos se estaban dejando llevar por algo mucho más fuerte que cualquiera de los dos, por algo completamente desconocido que podría lograr destruirlos. Nuevos sentimientos que tenían que ser aceptados, nuevos caminos que tendrían que recorrer, caminos con piedras que dificultarían el paso. Nada iba a ser sencillo.

- ¿Q-qué haces?

Harry se había dejado llevar por los increíbles besos que Louis le proporcionaba. Había besado a muchos hombres, pero nada se comparaba con el sabor y la delicadeza con la que el mayor lo besaba, casi como si al hacerlo tuviera miedo a que se rompiese. Pero también existía aquel lado oscuro de Louis, en el cual sus besos eran salvajes y despiadados. ¿Qué había hecho él para merecer a alguien así?

- Te estoy atando - y al terminar la frase, ambas manos estaban sujetas por una soga a la cabecera de la cama. Se encontraba totalmente desnudo, y atado a la disposición de cualquiera al que se le antojara usarlo.  Harry le envió una mirada preocupada, a lo que el mayor respondió con una caricia a su mejilla - Quiero hacerte sentir bien, hoy se trata solo de ti, pero si no quieres hacerlo, solo dímelo

- Y-yo - el rizado dudó. Había sido atado por Ryan muchas veces, y ninguna de ellas lo había disfrutado, ¿Sería diferente con Louis? Sintiéndose valiente, declaró; - Quiero que lo hagas

- Eres hermoso - el mayor murmuró sobre sus labios, y luego ambos se fundieron en un pasional beso. El cuerpo de Louis haciendo presión contra el suyo, provocaba una sensación exquisita, y el roce de su erección dentro de su pantalón contra su polla desnuda, tenía al rizado gimiendo de placer - ¿Estás bien con esto? - Harry salió del trance en el que se encontraba e intentando abrir los ojos sin que las luces radiantes del cuarto le hicieran daño, le echó un vistazo a lo que el mayor se refería. En su mano se encontraba una venda, y él conocía su función. Miró a Louis, y aunque no estuviera para nada seguro, asintió - Tan malditamente hermoso y caliente  - gruñó mientras le colaba la venda a Harry

Entonces todo fue oscuro, y solo era capaz de sentir y escuchar. Sentía las manos del mayor recorriendo su pecho, tocando sus sensibles pezones, los cuales se endurecieron rápidamente ante la estimulación. Escuchaba su entrecortada respiración, y como Louis murmuraba halagos, los cuales nunca llegaba a entender. Cegado también por la lujuria, el rizado gritó al sentir la húmeda boca del mayor tomando la cabeza de su polla.

Había pasado una semana sin las caricias de su amante, 7 malditos días alejado de su aroma, del suave manjar que sus labios eran, y de aquella suave piel que con tanta urgencia deseaba tocar. Y ahí lo tenía atado a su cama, completamente dispuesto, mientras lamía su erecto miembro, degustando aquel peculiar sabor, y gozando de cada pequeño suspiro y gemido que provenía de la boca del menor.

Las caderas de Harry iban al compás de la cabeza de Louis, quién lo tomaba por completo, casi como si hubiera nacido para aquello. Nacido para satisfacer al rizado. Los gemidos incrementaban, el ambiente se había vuelto caluroso, y el sonido de la boca del mayor exprimiendo con innata experiencia la polla de Harry era la melodía más erótica nunca antes escuchada.

- N-no Lou - gimió el rizado al sentir la lengua de Louis lamiendo sus glúteos, sabiendo donde todo eso terminaría

- No puedes hablar, si lo haces tendré que castigarte - gruñó el mayor - Aunque puedes gemir todo lo que quieras, me vuelves loco cuando lo haces - y entonces retomó su trabajo. Acarició una vez más la llorosa y necesitada polla, y luego bajó hasta sus bolas, las cuales chupó con entusiasmo. El rizado se retorcía de placer, mientras intentaba no maldecir - Que apretado agujero que tienes aquí , tan follable y solo para mí - Louis lamió aquel lugar, mojándolo con su propia saliva, hasta que este estuvo más dilatado y pudo comenzar a penetrarlo con su lengua. Harry se retorció, moviendo su rostro de un lado al otro,  profundamente perdido en una nube de calor, amando cada segundo. Nada se comparaba a lo que sentía cuando Louis posaba sus manos en él, no había placer más grande para el rizado, que el que el mayor le proporcionaba

Y entonces la lengua no estaba más. Estuvo a punto de hablar, cuando una mano golpeó su trasero. Gritó por la sorpresa, pero el golpe no había dolido, había sido justo para que dejara picando, y suficiente para hacer que su excitación creciera. Pudo sentir como Louis bajaba de la cama, y aunque sus ojos estuvieran vendados y no pudiera ver, sabía que el mayor se había alejado. Harry quise preguntarle a donde se iba, pero eso no era lo que Louis quería, así que se propuso mantenerse en silencio y esperar.

- No sabes lo malditamente provocador que te ves - la voz del mayor inundó sus sentidos. Pronto este estaba de vuelta entre sus piernas, y le sacó la venda. Harry vio aquellos ojos oscurecidos por la lujuria, y sus labios luciendo apetecibles. Como si pudiera leer su mente, Louis se estiró sobre él, y colocó un beso sobre sus labios. El rizado gimió en agradecimiento, y rápidamente seguido a aquello dio un brincó al sentir la punta de algo frío contra su agujero - Shh, es un consolador - lo tranquilizó el mayor - Planeó follarte con esto esta noche, ¿Que dices?

- Y-yo te prefiero a ti dentro mío - murmuró nervioso, no sabiendo como sentirse al respecto. Él no exigía cosas cuando mantenía relaciones sexuales, ni mucho menos le habían preguntado qué era lo que deseaba, lo que le dificultaba poder expresarse con Louis

- Diablos, vas a llevarme a la ruina - rugió con desesperación, y antes de que el rizado pudiera pestañar, la cabeza de la polla del mayor ya estaba dentro de él - No puedo negarte nada - gimió mientras comenzaba a penetrarlo más profundo

Harry chilló de felicidad cuando se sintió completamente lleno. Nada se comparaba a aquello. Louis comenzó a follarlo rápidamente, con tanto entusiasmo que estaba por mandarlos a ambos a un asombroso éxtasis. Dentro y fuera, la polla del mayor lo estaba destrozando, y el rizado no podía sentirse más caliente. Adoraba sentir el sudoroso cuerpo de Louis contra el suyo, sus manos sujetando firmemente sus piernas, mientras se adentraba a él con una potencia muy deliciosa. El placer aumentó cuando el mayor llegó hasta su punto dulce, y no pudo resistirlo más cuando la mano del mayor buscó su polla, y lo masturbó. Él sintió como su respiración se detenía por un segundo, y estirando su cabeza hacia atrás, se corrió con un gemido desgarrador. Louis colapsó unos segundo más tarde, y cuando finalmente se recompuso, lo desató.

Y entonces no pudo mantener la calma por mucho más, y poniendo un brazo sobre su rostro, ocultándolo, comenzó a sollozar. ¿Qué le estaba sucediendo? Todo ese cariño era algo nuevo para él, todos esos gemidos no fueron fingidos como los que simulaba cuando estaba con otros hombres, y definitivamente ese orgasmo arrasador tampoco tenía comparación. Porque Louis le daba cosas que él no conocía, le entregaba su alma, lo follaba hasta drenarle los sesos, pero aún así se las arreglaba para que su toque fuera delicado, y para transmitirle tranquilidad, seguridad. Y Harry nunca había tenido nada de eso, no desde que su padre había muerto, no desde que tenía que tener sexo con personas que no quería, solo por dinero, y aunque no era prácticamente un prostituto, él lo sentía de esa manera.

- Bebé, ¿Qué sucede? ¿Te hice algo? Diablos, lo lamento, me descontrolé demasiado, no pude...no puedo estar completamente en mi cuando te tengo cerca - Y el rizado sollozó aún más fuerte. ¿Por qué era así de dulce? Ningún hombre lo trataba de esa manera, ni siquiera los novios que había tenido en HomoEmo, y ellos sí que habían tratado de ser cariñosos. Pero Louis tenía algo, y eso estaba por cambiar todo lo que él era, en todo lo que él creía, hasta lo perdería todo y eso definitivamente no era bueno

- No, yo solo...tuve un día difícil, amé como...ya sabes - expresó tímidamente

- ¿Quieres hablar? - la preocupación del mayor era notable

- No, estoy mejor, lo olvidaré - se secó sus lágrimas, y trató de creer su mentira

- ¿Seguro?

- Seguro, mejor vamos a darnos una ducha - antes de levantarse de la cama le dio un tierno beso a su amante - ¿Vienes conmigo?

- Siempre

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