Detrás De Las Cámaras (Larry Stylinson)

- Felicidades! – gritó Jay mientras abrazaba efusivamente a Louis. Él acepto aquel gratificante gesto de cariño, y se dejo llevar unos segundos, en los brazos los brazos de su madre, por aquellos recuerdos de su niñez, aquellos en donde comer, dormir, y abrazar a Jay era lo único en lo que Louis tenía que preocuparse – Siempre supe que ibas a poder hacerlo, solo teníamos que esperar a que llegara, y ahora está aquí

- Lo sé – Louis sonrió ampliamente, hasta el punto en que sus mejillas comenzaron a doler. Él y su madre se encontraban tanto asombrados como entusiasmados y completamente felices por como las cosas, por fin, comenzaban a salir como deberían.

Había pasado una semana desde que Louis había tenido su entrevista, solo una semana, y desde entonces no había recibido ningún llamado. Él ya había perdido toda esperanza, y en cierta manera se sentía abatido por haberse dado a sí mismo, por primera vez, el libre derecho a soñar. Hasta que entonces su teléfono sonó, y la voz del otro lado de este le informó que el empleo era suyo.

Louis no pudo contener el orgullo que sintió, y mucho menos la euforia. Él había corrido por toda su casa mientras gritaba a todo pulmón, algo que lo dejó completamente exhausto y con un terrible dolor de garganta. Aunque nada de eso importaba, no cuando se comparaba con el sentimiento más grande que lo satisfacía e inundaba por dentro. La felicidad.

- ¿Dónde están las chicas? – preguntó Louis, mientras se deslizaba lentamente fuera del abrazo, y miraba a su muy sonriente madre

- Están arriba durmiendo, amor, son las 7 de la mañana y es domingo – Jay burló a su hijo. Lo más lógico en un fin de semana, al menos para los pequeños y adolescentes, era dormir cuanto se les plazca

- Voy a despertarlas, tienen que estar con su hermano mayor en un momento así de su vida

- ¿Pero no queres comer algo antes? Estas muy delgado – el tono de preocupación en la voz de su madre, heló la sangre de Louis. Él no quería hablar de comida en ese momento, y mucho menos pensar en lo que Jay diría si le contara su secreto

- No tengo hambre a la mañana – Louis revoloteó su mano en el aire, quitandole importancia al asunto – Voy a arriba, mis hermanitas me están esperando


Louis corría, tan veloz como sus pies le permitían, por las calles nevadas y en esos momentos desoladas de Londres. Él maldecía mientras sentía su nariz arder, seguramente se encontraba roja por aquel tan potente frío que llegaba a congelar los huesos. No voy a llegar tarde, no puedo llegar tarde. Se repetía Louis una y otra vez, mientras rezaba estar a tiempo.

Era el primer día de trabajo, y él probablemente lo arruinaría, como siempre lo hacía con todo lo que tenía. Pero por alguna razón, esto verdaderamente le importaba a Louis, y no quería echarlo a perder, no sin antes haberlo intentado al menos una sola vez.
- Buenos…días – suspiró Louis mientras entraba al edificio y buscaba algún reloj que pudiera indicarle la hora. 8 am. Perfecto, él había llegado en punto. Sonrió cuando se dio cuenta de que lo había logrado. El regocijo se unió a su sangre, y se deslizó por todo su cuerpo

- ¿Pensaste que ibas a llegar tarde y corriste? – rió la rubia detrás del escritorio, y la atención de Louis viajó hacia ella, quién ahora se levantó de su asiento y se movió hacia otro cuarto. Unos segundos más tarde, regresó con un vaso en su mano, el cual estiró hacia Louis

- Si – él sonrió agradecido, y tomó el vaso. Bebió el agua, y sintió alivio cuando esta comenzó humedecer su garganta seca. La dulce y exquisita sustancia calmó su sed - Pensé que no iba a lograrlo y ya había comenzado a pensar en que podría decirle a mi madre acerca de haber quedado nuevamente despedido

- No, en realidad llegaste muy a tiempo – la rubia mordió su labio inferior y miró hacia arriba, cruzando su mirada con la de Louis. Ambos estaban demasiado cerca. Ella era mucho más baja que él y mucho más pequeña, pero era bastante bonita – Te ves muy sexy con las mejillas roja

- Mmm – murmuró Louis, mientras su dedo se acercaba a tocar la mejilla suave y delicada de la mujer – Tu eres sexy con o sin tus mejillas rojas…- el leyó la placa que se encontraba abrochada a su remera, la cual tenía escrito su nombre– Sunny

- Louis!

La voz de Matt, el viejo que le había hecho la entrevista a Louis, explotó en el ambiente, haciendo a Sunny y a Louis sobresaltarse. La secretaria corrió hacia su silla detrás del escritorio, su cabeza gacha en todo el trascurso hasta que se sentó. Ella parecía estar un tanto asustada.

Louis dejó de lado a Sunny y centró su atención en Matt. El hombre estaba alrededor de sus 50 años, y era parte del grupo de trabajadores de HomoEmo, claramente con un puesto mucho más complejo que el de ser un simple camarógrafo.

El pelo de Matt era blanco como la nieve, y las arrugas eran demasiadas, casi como para decir que arruinaban el rostro del hombre. Pero a pesar de su aspecto, Louis lo consideraba una buena persona, una muy graciosa, un tanto pervertida, pero al fin y al cabo una buena.

- Comencemos a trabajar, nuestros actores nos están esperando – Matt estrechó su mano con la de Louis cuando ambos estuvieron cara a cara - ¿Estabas haciendo amigos? – preguntó el viejo, mientras miraba desde Sunny a él

- Si, ella es muy amable

- ¿Sunny? ¿Amable? Por dios, ella es una zorra – Louis se sorprendió ante el despectivo adjetivo con el cual el hombre describió a la rubia. Y cuando Sunny rió, él comenzó a dudar sobre la coherencia de ambas personas – De todas maneras, luego podrás ver el lugar, ahora es tiempo de trabajar

- Claro, ¿Quiénes son los actores?

- Sean Taylor y Jack Styles, aunque esos no son sus verdaderos nombres sino más bien sus nombres artísticos

- ¿Y cuales son los reales?

- Vayamos con ellos, y así podrás preguntarles por tu cuenta – Matt sonrió, y dándose media vuelta comenzó a caminar en dirección hacia el ascensor. Louis no lo pensó dos veces, y lo siguió.