Re: Proposición Despiadada (Harry Styles Y ______)

por **Aniina** Miér 01 Mayo 2013, 11:56 pm

Mis amores, disculpen mi ausenciaa :(lo que pasa es que la uni me tiene absorbida, y buehh :( pero aqui estoy:D Las extrañaba asi que por mi abandonoo les hare una peqeña maraton:) Asi que aqui el

Capitulo 4 (Parte 3)

EL reloj despertador de la mesilla sonó a las seis y cinco. Después del sobresalto inicial, Harry gimió de agotamiento.
A pesar de que se había quedado dormido nada más apoyar la cabeza en la almohada la noche anterior y de haber dormido nueve horas, sintió que tenía un poco de resaca; la primera desde hacía años.
Sin embargo no podía culpar a nadie salvo a sí mismo. Había bebido demasiado durante el viaje de vuelta, aunque Dios sabía que había tenido que hacer algo drástico para olvidar lo que había pasado en Milán.
Y desde luego había funcionado.
Cuando el avión había aterrizado en Londres, Lana había pasado a la historia, y su único deseo había sido volver a casa.
¿Y qué había pasado? Pues que al llegar a casa se había encontrado a su discreta ama de llaves bañándose desnuda en la piscina y exhibiendo esa clase de cuerpo que siempre le había parecido excitante.
Al principio no la había reconocido y la había confundido con alguna joven atrevida de la vecindad.
Sin embargo, en cuanto se había dado cuenta de que era Invitado, debería haber puesto freno a sus alocadas hormonas. En lugar de eso su comportamiento había rayado en el acoso sexual.
Afortunadamente, su sensata ama de llaves le había puesto en su sitio, salvándole de la vergüenza de hacer algo de lo que se habría arrepentido totalmente por la mañana. Por mucho que el deseo lo hubiera sorprendido al ver a Invitado así, él la valoraba demasiado como para arriesgarse a perderla.
Afortunadamente, ella había notado que él había bebido y no había parecido ofenderse demasiado. Aunque sus comentarios mordaces habían conseguido que se sintiera como un colegial travieso.
En ese momento todavía se sentía mal; y desde luego un tanto perplejo. ¿Cómo era posible que no se hubiera fijado antes en esos increíbles pechos?
Cuando retiró la ropa de cama y se levantó medio a rastras, Harry se preguntó si ella haría esas cosas a menudo; lo de bañarse desnuda. Le parecía muy extraño viniendo de ella.
Aun así, tenía todo el derecho a hacer lo que le apeteciera cuando él estuviera fuera. Y todo el derecho a esperar que él se comportara con ella como un caballero, fueran cuales fueran las circunstancias; o las provocaciones.
Aunque normalmente le costaba disculparse, decidió hacerlo otra vez esa mañana en el desayuno.
Pero de momento tenía que vestirse para bajar al río a hacer sus ejercicios de cada mañana; el ejercicio le aclararía un poco las ideas. Eso, y los dos analgésicos que se iba a tomar ante de salir.

Invitado estaba en la ventana de su dormitorio observando a Harry, que en ese momento bajaba por el camino del muelle, con su traje de neopreno negro para protegerse del aire fresco que había empezado a soplar la noche anterior. Estaba amaneciendo, y el cielo pasaba de morado al suave azul gris que a menudo precedía al estallido anaranjado en el horizonte.
Invitado admiraba la dedicación de Harry a sus ejercicios matinales, pero a veces se preguntaba si no rayaba un poco en la obsesión. Uno imaginaría que después del largo vuelo del día anterior él habría preferido saltarse el ejercicio esa mañana.
Pero no. Allí estaba él, caminando hacia la orilla del río como hacía cada mañana pasadas las seis.
Estaba claro que había dormido bien la noche anterior y no sufría por culpa del desfase horario, ni otros efectos secundarios. Caminaba con la espalda muy recta, el pecho estirado y la cabeza bien alta. Estaba sencillamente esplendido.
—Oh, Harry —murmuró ella antes de volverse bruscamente hacia el dormitorio.
¿Cómo era posible que sintiera placer sólo con mirarlo? Era extremadamente perverso; tanto como el placer que había sentido cuando él la había mirado la noche anterior.
El amor atontaba a las personas; sobre todo a las mujeres.
Esos pensamientos le dieron coraje para llevar a cabo lo que había decidido hacer la noche anterior; y a enfrentarse a la inevitablemente desagradable discusión que tendría con Harry cuando le dijera que se marchaba.
Una hora después estaba poniendo la mesa para el desayuno en el invernadero cuando de pronto oyó el ruido de la puerta de atrás. El dueño de la casa había regresado como siempre lo hacía, a las siete de la mañana. Afortunadamente, siempre subía directamente al dormitorio a darse una ducha y afeitarse. Invitado sabía que estaría allí en treinta minutos y que le tocaría plantarle cara.
Se le encogió el estómago mientras imaginaba la reacción de Harry a su carta. En lugar de dársela personalmente. Invitado había decidido dejársela en la mesa de desayuno.
A las siete y media Invitado estaba junto a la cafetera, ensayando mentalmente su discurso sobre las razones que la habían llevado a redactar su carta cuando sintió un escalofrío en la espalda. Sabía antes de darse la vuelta que Harry estaría a la puerta.
Iba como siempre casual, con unos pantalones vaqueros oscuros y una franela/polera manga corta blanca.
Invitado trató de calmar los alocados latidos de su corazón, que se revolucionaba nada más verlo; pero no pudo hacer mucho.
—¿Sí? —dijo en un tono un tanto chillón, pensando con irritación que ningún hombre tenía derecho a ser tan atractivo.
—Quería disculparme otra vez por lo de anoche —le dijo él con su voz varonil y aterciopelada—. Estuvo totalmente fuera de lugar.
—No pasa nada, Harry —le respondió en tono seco—. Absolutamente nada.
Él frunció el ceño.
—¿Estás segura? Parecías… un tanto extraña esta mañana.
—Sólo estaba un poco avergonzada.
—No tienes por qué estarlo.
—Pensaba que no volvías a casa hasta hoy por la mañana —le dijo ella, en tono de ligera acusación.
—Conseguí cambiar el billete para venirme antes.
—Me diste un susto de muerte.
—Yo también me asusté bastante al verte desnuda en la piscina. Sin ropa no te reconocí.
Invitado hizo una mueca de pesar.
—¿Por favor, Harry, podríamos olvidarnos de lo de anoche?
—Si tú lo prefieres…
—Así es.
—Bien —dijo él con naturalidad—. No voy a tomar un desayuno completo esta mañana; sólo unas tostadas. Tráeme el café en cuanto esté listo, por favor —añadió.
Y dicho eso salió de la cocina.
Invitado cerró los ojos y esperó a que la llamara, como sabía que lo haría enseguida.
—¿Invitado, quieres venir un momento, por favor? —se oyó su voz áspera desde el invernadero menos de treinta segundos después.
Invitado dejó la cafetera. Se puso derecha, aspiró hondo y se dirigió hacia el invernadero, con los puños apretados a los lados del cuerpo. Se iba diciendo que de ningún modo debía permitir que él la convenciera para que se quedara, que debía ser fuerte.
Las puertas dobles que separaban el comedor del invernadero estaban abiertas de par en par, como lo estaban cada mañana. Harry estaba de espaldas a ella cuando entró, pero la postura de su cabeza y de sus hombros encerraba una tensión que la intimidó. Invitado sabía, antes de ver la formidable expresión de su rostro, que Harry no estaba contento.

por **Aniina** Miér 01 Mayo 2013, 11:59 pm

Capitulo 4(Parte 4)

—¿Qué significa esto? —le soltó en cuanto estuvo delante de él.
Invitado vio que tenía su carta en la mano derecha.
—Pensaba que habías dicho que nos olvidáramos de lo de anoche.
Invitado aspiró hondo y soltó el aire despacio mientras abría los puños y se agarraba las manos por delante para fingir serenidad y compostura.
—Mi renuncia no tiene nada que ver con lo de anoche, Harry—le dijo con calma—. Ya había redactado esa carta antes de que tú vinieras a casa. Me han ofrecido otro empleo, y he decidido aceptarlo.
—¿Otro empleo? —repitió, tanto sorprendido como visiblemente ofendido—, ¿Qué otro empleo? De verdad espero que ninguno de mis llamados amigos te haya echado el guante —añadió.
El verde de sus ojos era el de un verde tormentoso.
—No he aceptado ningún puesto de ama de llaves en otra casa —le informó Invitado con alivio—. Seré la subdirectora de una nueva sala de congresos en Darling Harbour. Si recuerdas mi curriculum, tengo un título de especialista en gerencia hotelera. También trabajé durante varios años en la recepción y en el departamento de relaciones públicas del Regency Hotel, de modo que estoy bien cualificada para el puesto.
Él la miró durante unos segundos, mientras golpeaba con la carta la palma de la mano izquierda. Finalmente dejó de hacer aquello que tan nerviosa le estaba poniendo y dejó la carta sobre la mesa. Inconscientemente Harry movía los labios con un movimiento nervioso, señal del enfado que trataba de contener.
—¿Y cómo te ha surgido esta oferta? —le preguntó en tono seco.
—Me inscribí en una agencia de empleo. Me enviaron a hacer una entrevista el jueves, y ayer por la tarde me llamaron para ofrecerme el puesto.
—¿Con sólo una entrevista? Debiste de impresionarles.
—Eso parece.
—Supongo que llevas un tiempo pensando en marcharte. Por lo que sé del mundo empresarial, uno no consigue una entrevista como ésa de la noche a la mañana.
—Llevo un par de semanas buscando otro empleo.
—¿Por qué, Invitado? Pensaba que estabas contenta aquí.
—He estado muy contenta aquí.
En su rostro se dibujó la confusión.
—¿Es el sueldo, entonces? ¿Quieres más dinero?
—No, no quiero más dinero.
—¿Quieres más tiempo libre?
—No. Tengo tiempo libre de sobra. Harry, teniendo en cuenta que tú te vas de viaje de negocios cada dos semanas más o menos.
—¿Entonces qué es lo que quieres, Invitado? Debes saber que haré todo lo posible para que no te marches.
Invitado sabía que él adoptaría esa táctica; pero estaba lista para ello.
—No puedes darme lo que quiero, Harry.
—Ponme a prueba.
—Quiero casarme y tener hijos antes de ser demasiado mayor. Voy a cumplir Treinta años y…
—Espera un momento —la interrumpió bruscamente—. Si no recuerdo mal, tenías treinta y dos cuando solicitaste este trabajo. Eso quiere decir que vas a cumplir treinta y tres, no treinta.
Invitado suspiró. No tenía sentido en ocultar algo que no podía seguir ocultando.
—No pensé que me contratarías si te decía que tenía sólo veintinueve años. Así que te dije que tenía tres más.
—Entiendo. ¿Y qué otras cosas me dijiste para que te contratara?
Invitado hizo una mueca. ¿Qué importaba ya si le contaba la verdad?
—En la agencia me advirtieron que no me vistiera con demasiada elegancia, y que no fuera demasiado llamativa. Así que me teñí el pelo de castaño y me puse gafas. Sí, y luego te mentí cuando te dije que me había operado la vista con láser; porque no podía soportar llevar gafas.
—Es comprensible. Por esa razón yo me traté la miopía con láser.
Cuando se arrellanó en el asiento y empezó a estudiarla con detenimiento, Invitado tuvo que echar mano de su a menudo practicada, y muy a menudo fingida, compostura para permanecer en calma y quieta. Pero por dentro quería escapar de aquella mirada que se paseaba por su cuerpo. Porque la estaba desvistiendo con la mirada, despojándola del fino chándal azul marino que se había puesto esa mañana y mirándola como lo había hecho la noche anterior.
A Invitado le costó mucho no sonrojarse.
—¿Entonces cuál es tu color natural de pelo? —le preguntó él finalmente.
—En realidad mi pelo es castaño —respondió Invitado, orgullosa de que no le temblara la voz—. Pero me lo he teñido de rubio desde los dieciséis.
—Entiendo. Seguramente antes de venir a trabajar conmigo tenías un vestuario algo más coqueto. Por mucho que quieras que me olvide de anoche, me resultó imposible no fijarme en que tienes… una figura… deliciosa.
Esa vez sí que se ruborizó.
—Entonces no me importaba mi aspecto.
—Pero ahora sí…
—Sí. Ahora sí.
—Porque quieres buscarte un marido.
—Sí.
—¿Y te parece que no puedes hacerlo si estás trabajando para mí?
—Vamos, Harry, nunca voy a conocer a ningún posible marido si me quedo aquí, trabajando en tu casa. Tal vez no te hayas dado cuenta, pero no tengo vida social. Hasta ahora había sido mi elección, lo reconozco. Cuando acepté este empleo, necesitaba retirarme del mundo. Necesitaba tiempo para curarme.
—Supongo que te estás refiriendo a la muerte de tu madre.
Invitado frunció el ceño antes de recordar que había mencionado la muerte de su madre en la primera entrevista. Había tenido que explicar lo que había estado haciendo durante los años anteriores a solicitar aquel puesto de ama de llaves.
—A eso —dijo Invitado— y a otras cosas.
—¿Qué otras cosas?
Su persistencia empezaba a resultarle muy molesta.
—Eso ya es mi vida privada.
Él pareció un poco dolido por su respuesta seca.
—Pensaba que nos habíamos hecho amigos durante el tiempo que has estado aquí, Invitado—dijo con una suavidad que la desarmó.
—Por favor, Harry, no me lo pongas más difícil de lo que ya me resulta.
—En realidad no te quieres marchar, ¿verdad?
Invitado hizo lo posible para que él no leyera la verdad en sus ojos; pero sospechaba que había fracasado.
—Yo tampoco quiero que te marches —dijo él—. Tú eres la mejor ama de llaves que he tenido en mi vida. Contigo, es un placer volver a casa.
Oh. Dios…
—Tengo que seguir adelante con mi vida, Harry.
—¡Tonterías! —respondió él, dando una palmada en el brazo de la silla—. No tienes que hacer eso. Tiene que haber una solución a este problema para que los dos tengamos lo que queremos.
—Yo no la veo.
Se quedó mirándola un rato cuando de pronto una chispa iluminó su mirada con esa clase de gesto que acompañaba una idea genial.
—Lo hablaremos durante el almuerzo —anunció Harry.
Invitado suspiró con exasperación.
—Harry, no vas a conseguir que cambie de opinión.
—Dame la oportunidad de intentarlo al menos.
—Si insistes.
—Insisto.
Invitado apretó los dientes. ¡Qué hombre más imposible!

—¿Qué te gustaría almorzar? —le preguntó ella tranquilamente, empeñada en no ponerse nerviosa.
—Te voy a invitar a comer fuera, Invitado.
Ella pestañeó y lo miró embobada mientras el corazón le golpeaba con fuerza en el pecho.
—Y quiero que te vistas como te vestiste cuando conseguiste ese trabajo nuevo —añadió Harry mientras le echaba una mirada de complicidad.
—¿Cómo?
—Estoy seguro de que no te has asegurado un puesto así con la ropa que llevabas esta mañana. Después del desayuno, tengo que ir al centro a solucionar unos asuntos de negocios, pero estaré de vuelta sobre las doce. A las doce y media saldremos.
—Estás perdiendo el tiempo, Harry —le dijo ella, desesperada ya por agarrarse a la poca compostura que le quedaba.
—Yo nunca pierdo el tiempo, Invitado —respondió Harry en tono confiado.
Ella sintió un escalofrío de aprensión y tuvo miedo; miedo a que al final del almuerzo se hubiera olvidado de sus sensatos planes y acabara haciendo exactamente lo que Harry le sugiriera.
—Ese café huele bien —continuó él bruscamente mientras abría el diario de la mañana—. Será mejor que lo traigas antes de que se queme.

por **Aniina** Jue 02 Mayo 2013, 12:09 am

Capitulo 5

A las nueve, Harry se había marchado adonde fuera que se dirigiera; seguramente a su despacho, razonó Invitado, ya que se había llevado su coche, un Maserati Spyder gris metalizado que hacía juego con el dueño en estilo y poder.
La oficina de Industrias Styles estaba situada en un rascacielos en pleno distrito empresarial de Londres, y tenía su propio aparcamiento subterráneo que proporcionaba estacionamiento a los arrendatarios de los espacios para oficinas.
Los ejecutivos de Industrias Styles no tenían que tomar el tren o el autobús para ir a trabajar. Ni tampoco tenían que pagar los precios exorbitantes que cobraban los aparcamientos públicos de la ciudad porque uno de los pluses que tenían sus empleos era una plaza para aparcar el coche.
Como presidente y dueño de la compañía, Harry tenía dos plazas de aparcamiento privadas.
Invitado sabía eso porque Harry le había ofrecido el uso de una de ellas el año anterior, un poco antes de navidad, después de que ella se quejara un día de lo difícil que resultaba aparcar en la ciudad. Cuando ella le había dado las gracias por su amable oferta, Lana, que había estado allí en ese momento, había comentado con mordacidad que los estallidos de generosidad de Harry siempre tenían un motivo oculto y que sería mejor que tuviera cuidado.
Invitado no había visto qué motivo oculto podría haber tenido su jefe en esa ocasión, pero tenía que conceder que Harry Styles era básicamente un hombre absorto en sus intereses y en sus preocupaciones, como lo eran la mayoría de los hombres de éxito.
Por eso mismo sabía que las razones de Harry para invitarla a comer ese día eran enteramente egoístas. En realidad a él le importaba muy poco lo que ella quisiera; sólo le interesaba que no dejara de ser su ama de llaves.
Aunque seguía siendo un misterio para ella que él le hubiera pedido que se arreglara para salir. Bien podía ser que le diera vergüenza aparecer en público con una mujer cuyo aspecto dejaba mucho que desear; un aspecto como el que tenía esa mañana, con su feo chándal azul y el pelo recogido.
¿Qué pensaría Harry cuando la viera con su elegante conjunto de ante, bien peinada y maquillada?, se decía Invitado mientras completaba las tareas domésticas
¿Se llevaría tal vez una sorpresa agradable? Eso esperaba. Sinceramente, esperaba que se quedara patidifuso.
Anhelaba tanto disponer de esa oportunidad para demostrarle que era una mujer atractiva… Tal vez no con tanto glamour ni tan sexy como Lana, pero aun así capaz de atraer la atención de los hombres.
Y aunque estaba muy nerviosa por el almuerzo, pensaba aprovechar la oportunidad al máximo.
Al mediodía Invitado se había puesto todo lo guapa y elegante posible, pero estaba mucho más nerviosa que unos días antes cuando había ido a la entrevista de trabajo. Sin embargo, no dejaba de preocuparse pensando en los argumentos que utilizaría Harry para persuadirla para que se quedara; y su apariencia dejó de ser el centro de sus pensamientos.
El ruido repentino de la puerta del garaje la sacó de su ensimismamiento, y Invitado corrió a la ventana que daba al camino. Llegó justo a tiempo para ver el techo del deportivo de Harry desaparecer por la entrada del garaje, cuya pesada puerta se cerró al momento automáticamente.
¡Qué extraño que Harry guardara el coche! ¿Querría eso decir que ya no iban a salir a comer? ¿Habría decidido que no merecía la pena invitarla?
Invitado estaba todavía en la ventana cuando llamaron a la puerta. Se dijo que seguramente sería Harry para decirle que no saldrían a comer.
Hizo de tripas corazón y fue a responder, esperando que él no notara su decepción. Pero en el fondo le pesaba un poco hacer perdido tanto tiempo arreglándose el pelo, tal y como lo había hecho la peluquera hacía unos días, prácticamente mechón por mechón. Había tardado un siglo; y lo mismo le había pasado con el maquillaje. ¡Qué pérdida de tiempo!
Aspiró hondo para calmarse, y abrió la puerta con expresión impasible.
Harry no se quedó patidifuso al verla, pero sí que la miró largamente.
—Tal y como yo pensaba —dijo él con satisfacción mientras la miraba de arriba abajo—. No eres una mujer feúcha, ¿verdad, Invitado? Claro que nunca pensé que lo fueras. Es imposible esconder tu preciosa piel y tus bonitos ojos; en cuanto a tu figura despampanante… Te confieso que la has ocultado de maravilla en estos diecioch o meses. Pero lo de anoche puso fin a tu pequeño subterfugio.
Invitado trató de no sonrojarse, sobre todo para no perder la compostura y mantener la calma, pasara lo que pasara.
—Es agradable ver que aprovechas bien tu figura —añadió mientras bajaba la vista al discreto canalillo que se veía por la camisola de pronunciado escote.
Invitado se puso nerviosa al notar que se le ponían los pezones duros debajo de la copa del sujetador sin hombreras. ¡No! ¡No, no y no!
Había llegado el momento de ponerle freno a aquello antes de que la situación se volviera humillante para ella.
—Gracias —respondió con frialdad—. Supongo que has cambiado de opinión en cuanto a llevarme a comer.
Su suposición le sorprendió mucho más de lo que le había sorprendido su apariencia un momento antes, porque echó la cabeza hacia atrás y arqueó las cejas.
—¿Por qué dices eso?
—Porque has guardado el coche.
—Ah, ya entiendo. No, he pedido un taxi. Es mejor que intentar aparcar en el muelle. Estará aquí a las doce y media, de modo que será mejor que me ponga algo más adecuado para almorzar con una dama tan bella.
No sirvió de nada, porque esa vez sí que se sonrojó. Invitado se enfadó mucho tanto por su reacción como por la alegría y el alivio que sintió cuando se dio cuenta de que el almuerzo seguía en pie.
—Los elogios no me harán cambiar de opinión, Harry.
—Gracias por advertírmelo, Invitado; pero jamás confiaría en los elogios para algo tan importante como conservarte a mi lado.
Invitado se puso derecha con aire de desafío, aguijoneada por la suprema confianza en sí mismo de su mirada.
—No tiene sentido ofrecerme dinero tampoco; ni mejores condiciones de trabajo.
—Mira, dejemos la discusión para después. El taxi estará aquí dentro de veinte minutos. ¿Nos encontramos en el porche de delante, digamos, un poco antes de y media?
Invitado suspiró.
—De acuerdo.
—No tienes por qué ponerte así. En el peor de los casos, habrás comido gratis; en el mejor… —se encogió de hombros, claramente reacio a revelar todavía sus planes de batalla—. Tengo que dejarte un momento, Invitado. Te veo en un rato.
Invitado sacudió la cabeza mientras cerraba la puerta. Harry tenía la intención de persuadirla para que se quedara. El modo de conseguir ese objetivo era la inquietante cuestión.
Además, a medida que pasaban los minutos. Invitado se decía con cierta obsesión que no existía una comida gratis.
A las doce y media tomó su bolso color tostado a juego con el traje, cerró con llave la puerta de su apartamento y bajó las escaleras. Con cada paso recordaba lo estrecha que le estaba la falda y lo altos que eran los tacones.
Aunque estaba más que encantada con su aspecto de elegante mujer de ciudad, se alegró de que la chaqueta le tapara bien el pecho. Afortunadamente, la mañana seguía algo fresca, aunque el cielo raramente estaba despejado y hacía un poco de sol, de modo que podía seguir con la chaqueta puesta sin sentir calor.
No tardó mucho en cerrar la puerta de atrás de la casa principal, y durante todo el tiempo se repitió que debía mantener la calma y que no debía permitir que Harry le hiciera cambiar de opinión, dijera lo que dijera.
Mientras salía al porche delantero se le ocurrió de pronto que no era lo que él le dijera, sino lo que le hacía sentir con sus palabras.

por **Aniina** Jue 02 Mayo 2013, 12:11 am

Capitulo 5(Parte 1)

Harry la esperaba ya en el porche. Invitado ya sabía que sentía placer sólo de mirarlo; pero que él la invitara a comer era algo totalmente distinto. Si no quería perder la cabeza, tendría que ir con cuidado.
Él estaba fantástico, vestido con un elegante traje gris, camisa blanca y corbata gris plata. El cabello con sus rulos despeinado parecía ligeramente húmedo, como si se hubiera dado una ducha rápida. Tal vez incluso se hubiera pasado la maquinilla, puesto que se le veía la piel perfecta.
—Me encantan las mujeres puntuales —dijo con una sonrisa afable—. ¿Has cerrado la puerta de atrás?
—Por supuesto —respondió ella con profesionalidad.
—Por supuesto —repitió él, pero no fue ni en tono desagradable ni sarcástico.
Aun así a ella le molestó.
—El taxi ha llegado —Invitado asintió con la cabeza hacia las verjas de entrada, que estaban todavía cerradas.
Harry tomaba taxis a menudo, pero jamás les dejaba entrar. Valoraba su intimidad y su seguridad; algo comprensible, teniendo en cuenta la magnitud de su fortuna.
—Voy a cerrar con llave la puerta —dijo él.
Invitado aprovechó para respirar hondo y relajarse un poco. Harry se dio la vuelta y la agarró del brazo, sorprendiéndola con su gesto.
—Vamos, Invitado —le respondió él en tono suave—. No te voy a morder.
Entonces ella se dio cuenta. Era así como él iba a convencerla para que se quedara, utilizando su encanto, que era considerable. Le había pedido que se pusiera guapa para que se sintiera más femenina y estar más vulnerable.
Y, por supuesto, estaba funcionando.
—Aún no me he recuperado de lo guapísima que estás —continuó él mientras bajaban primero las escaleras del porche y luego avanzaban por el camino hasta la verja—. Pero tienes razón, creo que estarías mucho mejor con el pelo rubio; y con una melena corta para que se te vea ese cuello de cisne que tienes.
El carácter taimado de su táctica provocó en ella rebeldía, al igual que aquel calor traicionero que sentía por todo el cuerpo.
—Lo tendré en cuenta antes de empezar en mi nuevo trabajo —respondió Invitado en tono despreocupado.
Sin embargo no pareció causar el efecto deseado, ya que él se echó a reír.
—Sabes, esta mañana cuando estabas hablando me di cuenta de que eres como yo —dijo Harry.
—¿Como tú? —respondió Invitado, asombrada por su observación tan poco probable.
—Totalmente. Tú haces lo que hay que hacer; y no fantaseas ni eres romántica. Eres una persona realista y práctica.
Como habían llegado a la verja. Invitado no quiso decirle en ese momento que él no la conocía de nada. ¡Llevaba semanas fantaseando con él!
Cuando salieron y se montaron en el taxi. Invitado aprovechó el momento para volver a ser precisamente lo que Harry había sugerido: una mujer realista con la cabeza fría…
O al menos hasta que estuvieron sentados en el taxi, se decía mientras pensaba en que la proximidad de Harry en el interior del vehículo no la ayudaría a pensar con sensatez. La falta de conversación tampoco le era de mucha ayuda. Se puso un poco nerviosa porque de pronto no había nada que distrajera su imaginación calenturienta, ni que le impidiera volverse loca.
¿Sería posible que su plan fuera seducirla? Invitado se quedó perpleja sólo de pensarlo. ¿Tanto esfuerzo tenía pensado hacer para conservarla? ¿Y si le hacía alguna proposición, qué hacer?
La noche anterior le había pesado no dejarle que se metiera en la piscina con ella. Ese día, sospechaba que pudiera acabar a su merced; aunque en el fondo no pensaba que Harry se atreviera a llegar tan lejos. No era un mujeriego; ni un seductor en toda regla. Era un caballero por los cuatro costados. Por eso se había quedado tan sorprendida la noche anterior cuando él le había dicho que quería meterse con ella en la piscina.
—¿Has aceptado oficialmente la oferta de trabajo?
La inesperada pregunta de Harry le llamó la atención, y Invitado volvió la cabeza rápidamente.
—No me gusta apresurarme en mis decisiones —le dijo con serenidad.
Él asintió.
—Eres una chica sensata.
—Eso no quiere decir que no decida después, Harry —continuó Invitado, con ánimo de dejarle clara su postura—. Por eso esta mañana te he dado mi carta de renuncia. Dentro de tres semanas ya no estaré trabajando para ti. Eso debes creerlo.
—Te creo.
—¿Entonces qué sentido tiene esta comida?
—Trato de hacerte una contraoferta.
—¿Qué clase de contraoferta?
El se llevó el índice a los labios.
—Cuando estemos solos —susurró.
Ella se quedó mirándole el dedo, y luego los labios.
Harry tenía una boca sensual que contrastaba con el resto de sus facciones, esculpidas con líneas más severas; los labios eran suaves y carnosos, mientras que los pómulos eran altos, la nariz larga y fuerte y el mentón cuadrado e igualmente firme.
Pero eran sus ojos los que dominaban su rostro, y los que inevitablemente llamaban la atención. Profundos y de un verde brillante rodeado de un borde verde más oscuro, sus ojos resultaban penetrantes y magnéticos.
Sin darse cuenta, Invitado se quedó mirando esos ojos, pensando que haría cualquier cosa que él le pidiera si la miraba de ese modo, como si fuera una mujer atractiva… una mujer deseable.
No podía apartar los ojos de él, sin importarle más que ese momento, ese instante íntimo, precioso…
—¿Dónde quiere que le deje? —preguntó el taxista.
Harry se volvió a mirar al otro y la magia del momento se rompió. Por su parte, Invitado sintió como si le arrancaran un brazo, mientras volvía a la realidad para enfrentarse a la fantasía con la que había interpretado lo que acababa de pasar y lo que esperaba que pasara más tarde.
Harry no iba a seducirla; le iba a ofrecer dinero.
Su jefe era un hombre que encontraba soluciones prácticas a los problemas que le iban surgiendo no soluciones que pudieran causarle más problemas todavía. Seducir a su ama de llaves sería una solución muy arriesgada, sobre todo para un hombre rico. Harry no pondría en peligro su reputación. Ella no era tan valiosa para él.
—Aquí mismo —le dijo Harry al conductor.
El taxi se detuvo despacio junto a la acera justo a la puerta de la terminal del ferry.
Desde allí sólo había un paseo corto hasta los restaurantes y las terrazas al aire libre de los cafés que bordeaban el muelle y desde donde había unas estupendas vistas del puerto, el puente y la ópera.
Invitado no tenía idea de dónde la llevaba Harry, pero se imaginaba que sería a uno de los mejores restaurantes.
Almorzar con él, sin embargo, había perdido ya el interés para ella. Se alegraría cuando hubiera terminado; y mucho más cuando él aceptara gentilmente su decisión de marcharse.
Invitado abrió la puerta y salió del taxi, sin esperar a que Harry lo hiciera por ella.
Se acabó fantasear con él, se decía mientras esperaba a que Harry terminara de pagar al conductor. No más estúpidas fantasías; ni seguir diciéndose que debía hacer una cosa y a la vez soñar con otra. Debía aceptar la realidad tal y como era y vivirla; ser la mujer realista que él pensaba que era.
—¿Invitado?
Una sorprendida Invitado se dio la vuelta al oír que alguien la llamaba.
—Pero si eres tú —dijo el dueño de la voz masculina mientras se acercaba a ella con una sonrisa en su apuesto rostro—. No te había reconocido con el pelo castaño.

por **EmmaDirectioner** Jue 02 Mayo 2013, 3:56 pm

Siguela que me muero de la intriga!!!!

por **PameBooBear** Jue 02 Mayo 2013, 7:05 pm

ohhhhhhhhhh quien es? x3 tienes q eguirla x3x3

por **ari.directioner** Dom 05 Mayo 2013, 1:19 am

SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA<3 AMO TU NOVE ENCERIO:') ojala la puedas seguir pronto<3

por **kissesOfSugar** Dom 05 Mayo 2013, 2:26 am

EmmaDirectioner escribió:Siguela que me muero de la intriga!!!!

Siguelaaaaaaaa! Soy nueva lectora Jajajaja, esta muy buena tu novela C: Siguela pronto por fa

por **KotheStyles** Mar 07 Mayo 2013, 12:19 pm

siguelaaaaaaa es que :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: es que amor tu novela es mi heroína :lloro: no nos hagas esto

por **KotheStyles** Jue 09 Mayo 2013, 10:18 am

Yo otra vez :amor: es que amo esta novela y como dije dejare un comentario cada vez de pase es que soy fiel lectora tuya , entre con la ilusión :corre: de encontrar capitulo pero bueno importa espero

por **KotheStyles** Miér 15 Mayo 2013, 12:42 am

Yo aquí otra vez rogando por un capitulo es que amo esta novela es tan JASKDJLKASJKDJALSKJDKAJS de verdad no sabes las ansias que tengo de leer los siguientes capítulos síguela por favor

por **Aniina** Miér 15 Mayo 2013, 10:35 pm

Holaaaa mis amoress, como estan? espero que super bien... Les hare un peqeño maraton, por tanto tiempo de abandono... Gracias a todas las que leen mi novela... De verdad, estoy muy agradecida por ello... Siempre leo sus comentarios, aunq crean que no... Jajajaja bueno, quiero saludar a las nuevas lectoras, BIENVENIDAS CHICAS espero les sigan gustando la nove, y no me abandonen :(... Ya pues, escribo, y por tanto esperar, aqui tienen el mas ansiado CAPITULO

Capitulo 5 (Parte 2)
(Maraton 1/?)

¡Increíble! Invitado no podía creer que se hubiera encontrado precisamente con Mark. Pero él vivía en Manly, y siempre había tomado el ferry para ir al trabajo. Además trabajaba muchos sábados, ya que era uno de los socios de una importante empresa de corretaje de bolsa.
Supuso que en realidad no era tan extraño encontrárselo allí. Sin embargo…
—Estás estupenda —continuó diciendo Mark, comiéndola con los ojos.
—Tú también —respondió ella.
En el fondo le hubiera gustado que le hubiera salido barriga o que se hubiera quedado calvo en los cuatro años que hacía que la había dejado; pero en realidad estaba mejor que nunca. No era tan alto ni tan despampanante como Harry, pero sí muy atractivo. Mark vestía muy bien. Además, le gustaban mucho las mujeres. En ese momento, la miraba de arriba abajo, con aquel brillo en sus ojos negros que a Invitado siempre le había encantado porque siempre había creído que su deseo había sido sólo para ella.
En retrospectiva, Invitado sospechaba que seguramente miraba a todas las mujeres atractivas con esos ojos que parecían decir «me encantaría llevarte a la cama».
—He pensado a menudo en ti, Invitado.
Mark bajó la voz para decírselo, pero Invitado por fin entendía que no era más que una treta para parecer sincero.
—Y yo en ti. Mark.
El no pareció percibir la frialdad de su respuesta.
—¡Santo cielo! —exclamó de pronto cuando dejó de mirarla a ella y se fijó en alguien que estaba detrás de ella—. ¡Pero si es Harry Styles!
Invitado se dio la vuelta y vio que Harry estaba bajando del taxi.
—Sí, lo es —concedió con tranquilidad—. Me va a invitar a comer.
Invitado disfrutó de la cara de sorpresa de Mark.
—Se ve que te mueves en círculos selectos últimamente.
—Harry es mi jefe.
—Ya lo veo. El mismo Harry Styles en persona. Mira… ¿puedo llamarte? Sería estupendo ponernos al día.
A Invitado le estaba costando disimular la rabia que le daba que Mark creyera que pudiera apetecerle que él la llamara.
—No lo creo, Mark —respondió ella con la misma frialdad.
—¿No? Ah, bueno, supongo que tienes cosas más importantes que hacer —le dijo él en tono desagradable mientras miraba a Harry con asco.
—Sólo es mi jefe, Mark.
—¿Entonces por qué es más que evidente que no le hace ninguna gracia que estés hablando con otro hombre?
—¿De verdad?
Esa vez fue Invitado la sorprendida. Pero al mirar a Harry vio que éste parecía asombrado y un poco molesto. El muy cobarde de Mark eligió ese momento para desaparecer.
—El maldito taxista fingió que no tenía cambio —murmuró Harry mientras se acercaba a ella—. Al final le di un billete de cincuenta dólares; que supongo que era lo que buscaba desde el principio. Pero me fastidia darle una propina tan grande a una persona que no se la gana.
Invitado se reprendió para sus adentros por pensar siquiera que Harry pudiera haber sentido celos. Otra vez se había dejado llevar por la imaginación; claro que eso se estaba convirtiendo en una costumbre cada vez que estaba con Harry.
—Por aquí —le dijo él mientras la agarraba del brazo y echaban a andar por una parte donde no pasaba tanta gente.
Circular Quay era un lugar muy concurrido, incluso los sábados, ya que era sobre todo un punto muy visitado por los turistas.
Hacía años que Invitado no había estado en esa parte de la ciudad, pero estaba familiarizada con la zona. Después de todo, en su día había trabajado en la ciudad. También había vivido con Mark en su apartamento en Manly, y cada mañana había tomado el mismo ferry que él para poder pasar todo el tiempo posible con él.
¡Qué estúpida y romántica había sido entonces! Claro que eso ya había cambiado.
—¿Y quién era ese hombre con quien estabas hablando hace un momento? —le preguntó Harry mientras la conducía por el fresco muelle—. Y no me mientas, Invitado —continuó antes de que ella pudiera abrir la boca—. Soy demasiado buen juez del lenguaje corporal, y sé cuándo un hombre y una mujer han significado algo el uno para el otro, aunque fuera en el pasado. No te quitaba los ojos de encima. Y tú… Parecía como si su presencia hubiera despertado tus instintos asesinos… Si las miradas mataran…
Invitado supuso que no había razón para no decirle la verdad; aunque su vida privada no era asunto suyo.
—Mark es un antiguo novio —admitió.
—¿De hace cuánto?
—¿A qué te refieres?
—¿Hace cuánto que rompisteis?
—Hace más o menos cuatro años.
—¿Qué pasó?

por **Aniina** Miér 15 Mayo 2013, 10:46 pm

Capitulo 5 (Parte 3)
(Maraton 2/?)

—A mi madre le diagnosticaron cáncer, eso fue lo que pasó —respondió en tono seco, descargando parte de la amargura que llevaba años acumulada—. A Mark no le gustó mi decisión de volver a casa para cuidar de ella. Antes de eso, estábamos viviendo juntos. Pero él no podía soportar tener una novia que no estuviera allí para él las veinticuatro horas del día.
—Está claro que no le importabas mucho —comentó Harry.
—Al final me di cuenta —dijo Invitado con un suspiro—. Pero me dolió mucho que me dejaran en un momento tan angustioso.
—Lo amabas mucho, ¿verdad?
Invitado deseó que no hubiera sido así; pero si dijera lo contrario, mentiría; y no tenía sentido negarlo en ese momento.
—Sí —dijo sin más—. Así era.
—Es culpa de él que no hayas querido tener novio desde entonces, ¿verdad?
Invitado empezó a sentirse incómoda con las preguntas personales de Harry; de modo que se paró en seco y lo miró a los ojos.
—¿Podríamos cambiar de tema, por favor?
—Sólo intento conocerte mejor —dijo él.
—¿Por qué? ¿Para saber qué hilos mover para manejarme mejor?
Harry esbozó una sonrisa de pesar.
—No te andas con miramientos, ¿verdad?
—Sencillamente, no me gusta que me tomen por tonta, ni que me engañen.
—Sería muy difícil engañarte, Invitado.
No, no lo sería, pensaba ella mientras lo miraba con expresión ceñuda. Mark la había engañado antes. Y también su padre. Pensándolo bien. Harry también podría engañarla; con más facilidad de lo que pudiera imaginarse.
—Esperaría que no lo intentaras —dijo muy seria.
El frunció el ceño mientras la observaba con expresión pensativa.
—Yo también.
—¿Entonces cuál es esa contraoferta que me ibas a hacer? —le preguntó, nerviosa por saberlo—. Estamos solos, así que ya no hay razón para que no puedas contármela.
—Creo que deberíamos llegar al restaurante antes de que le den nuestra mesa a otros.
A Invitado le costó contener el fastidio por aquel aplazamiento más. Harry la condujo hasta un restaurante tailandés cercano que tenía una terraza al aire libre donde daba el sol y donde había unas vistas magníficas. Cuando estuvieron sentados en una de las mesas protegidas por alegres sombrillas y los camareros habían tomado nota del vino, se le estaba agotando la paciencia. Tenía el estómago encogido de los nervios, pero cada vez estaba más decidida a seguir adelante.
—Déjate de evasivas, Harry —insistió ella—. Suéltalo ya.
—Muy bien —dijo él, mirándola fijamente con aquellos ojos de un verde intenso—. Debo advertirte, sin embargo, que seguramente al principio te vas a quedar sorprendida. Prométeme que le darás a mi proposición la debida consideración. No la rechaces de plano.
—¿Tu proposición de qué?
—De matrimonio.
Invitado sabía que si en ese momento hubiera tenido una copa de vino en la mano se le habría caído al suelo, o se habría vertido el vino encima.
Que se había quedado sorprendida sería decir poco; asustada tampoco resultaba suficiente para matizar sus sentimientos. Aturdida se acercaba un poco más, pero no terminaba de captar las emociones que la asaltaban en ese momento.
—En caso de no haberlo dejado muy claro —continuó diciendo—, quiero que sepas que no te estoy proponiendo una especie de trato de negocios, o un matrimonio de conveniencia. Esto seria un matrimonio en todos los sentidos de la palabra. Soy bien consciente de que deseas tener al menos un hijo, Invitado, y estoy listo para darte lo que quieres.
Tenía que estar bromeando, pensaba Invitado con aturdimiento sin poder apartar los ojos de él… Sin embargo… ¡No! ¡Se lo estaba diciendo en serio! Se le notaba en la mirada.
—Yo… no sé qué decir —respondió ella con un hilo de voz.
—Un sí sería aceptable —respondió él con una leve sonrisa.
Ella observó su sonrisa. Se había quedado con la boca abierta y notó que se le secaba la boca. Cerró la boca y se pasó la lengua por los labios resecos; entonces negó con la cabeza, más que rechazando nada, sencillamente aturdida.
—Harrry, uno no le pide a su ama de llaves en matrimonio sólo para que no se le marche. Es una locura; sobre todo viniendo de un hombre que ha dejado claro que no quería casarse nunca ni mucho menos ser padre.
Ella le había oído decirle esas cosas a Lana; y en tono bien alto y claro.
—Hasta ahora no había querido, es cierto. Pero tampoco había conocido a una mujer con la que quisiera casarme. Quiero casarme contigo Invitado.
—¿Pero por qué? Tú no me amas. Sigues queriendo a Lana; lo sé.
—Entonces sabes algo que yo no sé —afirmó con frialdad—. No sigo amando a Lana; porque para empezar nunca la amé.
—¿Entonces por qué vas detrás de ella?

por **Aniina** Miér 15 Mayo 2013, 10:55 pm

Capitulo 5 (Parte 4)
(Maraton 3/?)

Él se encogió de hombros.
—Hay cosas que no le había dicho y que tenía que decirle. El viaje a Italia ha sido en parte por pura curiosidad, y en parte para cerrar el tema.
Invitado no estaba convencida en absoluto. De haber sido ése el caso, no habría bebido tanto en el vuelo de regreso. Él no era bebedor. A Harry le gustaba tomarse un par de vasos de vino con las comidas, pero jamás lo había visto tan embriagado como la noche anterior.
Él podía decir lo que le diera la gana. Pero ella sabía que había amado a Lana, y aún no lo había superado. En absoluto.
El camarero llegó con la botella de vino blanco que Harry había pedido, poniendo fin durante unos momentos a la conversación y dándole también a Invitado la oportunidad de controlar sus emociones y de contemplar con más sensatez la proposición de matrimonio de Harry.
Era una auténtica locura, y al mismo tiempo algo muy típico de Harry.
Harry mataría dos pájaros de un tiro, y solucionaría sus problemas presentes: conservaría a su ama de llaves y llenaría el espacio vacío que Lana había dejado en su cama.
Sólo en pensar en sustituir a la otra mujer en su cama a Invitado empezó a darle vueltas la cabeza. Por mucho que en el fondo lo deseara y la emocionara tener a Harry de marido y de amante, no podía ignorar que si se casaba con él siempre sería una sustituta de segunda categoría de la mujer a la que Harry deseaba en el fondo. ¿Qué pasaría cuando superara su dolor y se diera cuenta de que se había casado con una mujer que no encendía su pasión como lo había hecho Lana? ¿Querría el divorcio, o esperaría que su esposa de conveniencia se quedara en casa mientras él se echaba una amante?
Por muy tentadora que fuera la oferta de Harry, su amarga experiencia pasada no dejaba de advertirle que se parara un momento a pensar. ¿Acaso deseaba de verdad que otro hombre la utilizara? Su padre la había utilizado, hasta que había dejado de necesitar sus servicios. Mark había hecho lo mismo. ¿Podría confiar en que Harry fuera distinto?
Si acaso sería peor, dada su gran fortuna. Los millonarios como él solían salirse siempre con la suya. El que ella pensara que Harry era lo mejor de lo mejor no quería decir que no tuviera su lado malo. Todos los hombres lo tenían.
Cuando el camarero sirvió las bebidas y se marchó, a Invitado le pareció como si fuera a estallarle la cabeza con el tormento de aquel dilema emocional.
¿Porque cómo podía decirle que no? Lo amaba y lo deseaba.
A lo que más le costaba resistirse era a ese deseo que sentía por Harry. La noche anterior había desaprovechado la oportunidad de que Harry le hiciera el amor. ¿Cómo podía huir también de esa segunda oportunidad sin que le pesara hasta el día de su muerte?
—Toma un sorbo de vino —le sugirió Harry en cuanto se fue el camarero—, y dime qué te parece.
Invitado agarró la copa de vino con fuerza cuando notó que le temblaba la mano. Se llevó la copa a los labios y dio un sorbo de vino antes de dejarla con cuidado sobre la mesa.
—Muy rico —comentó ella.
—Adivina de dónde viene.
Invitado sintió ganas de tirarle el vino sobre su apuesto y arrogante rostro; pero tales rabietas no formaban parte de su naturaleza.
—De Nueva Zelanda —respondió Invitado—. De la región de Marlborough.
Era un juego que hacían a veces. Como a casi todos los hombres, a Harry le gustaba presumir sobre lo que sabía de cualquier tema. Pero ella conocía bien los vinos, ya que su padre siempre había tenido una extensa bodega en casa. Mark había sido también un entendido en vinos, de modo que había tenido una buena formación.
—Caramba. Pensaba que podías decir del oeste de Londres.
—Siempre me han gustado los blancos de Nueva Zelanda.
—Van estupendamente con la comida asiática —dijo Harry—. ¿Has decidido lo que te apetece comer? —añadió cuando otro camarero apareció a su lado, con un cuaderno en la mano para tomar nota.
Invitado le había echado un vistazo al menú muy por encima. Desde que Harry había dejado caer la bomba, tenía la cabeza en otras cosas.
—¿Por qué no pides por mí? —le sugirió ella, que no tenía demasiado apetito.
Empezaba a sentir también bastante calor, ya que el poco sol que hacia le calentaba los hombros y los brazos.
Después de pedir tallarines para los dos, Harry se levantó, se quitó la americana y la colocó sobre el respaldo de la silla.
Invitado lo había visto con mucha menos ropa encima; de modo que ya sabía que tenía los hombros anchos, el estómago plano y las caderas estrechas. ¿Entonces por qué lo miraba de ese modo?
Tal vez porque ya estaba anticipando el momento en el que lo vería totalmente desnudo; algo que sin duda pasaría si se convertía en su esposa. Sería suyo para mirarlo, para besarlo y para hacer el amor con él.
Sólo de pensarlo se sintió excitada y nerviosa. Y cuando él la miró a los ojos, el calor le subió por el cuello hasta las mejillas.
—Deberías quitarte la chaqueta también.
Harry, afortunadamente, relacionó su sofoco con el calor.
—Parece como si tuvieras calor… Trae —le dijo cuando ella trató de quitarse la chaqueta sin levantarse—. Deja que te ayude.

por **Aniina** Miér 15 Mayo 2013, 11:17 pm

Capitulo 5 (Parte 5)
(Maraton 4/4)

Tuvo que ponerse de pie, y quedarse quieta mientras él la ayudaba a quitarse la americana. ¿Se lo estaba imaginando ella, o estaba rozándole con la punta de los dedos adrede?
—Seguro que estarás mejor así —comentó Harry mientras le colgaba la chaqueta en el respaldo de la silla.
Ella se sentó de nuevo y se recostó un poco en el asiento con la firme intención de relajarse un poco. Claro que no era nada fácil teniendo en cuenta que tenía los pezones duros y todo su cuerpo al borde de la combustión instantánea.
Consiguió esbozar una leve sonrisa mientras se echaba para atrás.
—Al final hace mejor de lo que pensaba yo. Él le miró los brazos y los hombros desnudos, antes de mirarla a la cara. Su expresión era cautelosa, su mirada inescrutable, pero el ambiente entre los dos chisporroteaba de tanta tensión.
—¿Has pensado ya en mi proposición? —le preguntó Harry en tono pausado pero con mirada alerta.
—Sí…
—Bien. Entonces, ¿qué va a ser, Invitado? ¿Sí? ¿O no?
La cabeza le decía que no, mientras que el corazón le gritaba que sí, que la aceptara.
En el último momento se dio cuenta de que no tenía por qué decir ni sí ni no.
—Como te he dicho antes, Harry —respondió ella con naturalidad—. No me gusta tomar decisiones apresuradas. ¿Podrías darme el resto del fin de semana para pensármelo?
—El resto del fin de semana —repitió él despacio, nada contento con su respuesta.
—Sí. Te lo diré el domingo por la noche.
—Prefería saber a qué atenerme hoy mismo —insistió—, ¿Hay algo que pudiera decir, o hacer, para que te decidieras un poco antes? Tal vez podamos hablar de tus preocupaciones ahora, mientras comemos, sean cuales sean.
Harryera un hombre despiadado y cruel. No le extrañaba nada que Lana le hubiera dejado. Él no tenía ni idea de lo que sentía o necesitaba una mujer. Pero ella le pondría en su sitio.
—El caso es, Harry, que siempre pensé que me casaría por amor.
—Amabas a Mark —resaltó él con impaciencia—, ¿Si te hubieras casado con él, crees que habrías sido feliz?
—Tal vez no.
—Se le da demasiada importancia al amor como la base de un matrimonio feliz —argumentó—. No tienes más que fijarte en la tasa de divorcios en el mundo occidental, donde la mayoría de los matrimonios están basados en el amor, para empezar a dudar. La compatibilidad y el compromiso son puntos mucho más importantes que el amor.
—¿Pero, y si no somos compatibles?
—Ya lo somos, Invitado —dijo él—. Nos llevamos muy bien. Supongo que te habrás dado cuenta de ello.
—De manera platónica. ¿Pero y en el plano sexual?
Su pregunta le sorprendió, y Harry frunció el ceño como si aquello le hubiera ofendido.
—¿Crees que no podré satisfacerte en la cama?
—No lo sé. Pero nunca me casaría con un hombre con quien no funcionara en el dormitorio —le respondió con cara muy seria—. A pesar de todos sus defectos, Mark era un amante excelente.
Él la miró largamente, con dureza, sin moverse del asiento, hasta que ella deseó no haberle desafiado de un modo tan tonto. No era un hombre a quien desafiar de ese modo.
Pero tal vez fuera por eso por lo que lo había hecho; porque inconscientemente sabía que él lo aceptaría.
—Si ésa es tu preocupación principal —Harry la miró a los ojos con valentía—, podemos resolverla enseguida. Pasa la noche conmigo y comprueba por ti misma la clase de amante que soy.
Invitado consiguió no quedarse boquiabierta esa vez; porque por orgullo no quería actuar como una tonta enamorada.
—Estás muy seguro de ti mismo, ¿verdad? —le preguntó Invitado fingiendo calma.
Si él pudiera ver cómo estaba por dentro, adivinaría la verdad.
—Sé lo bueno que soy.
—¿Y yo qué? ¿Y si te das cuenta de que yo soy un desastre en la cama?
Él la miró a los ojos.
—¿Lo eres?
—Supongo que eso depende de con quién esté.
—¿Te gusta estar enamorada de tus amantes?
—Me gusta creer que me aman.
—El amor y el buen sexo no tienen por qué ir de la mano, Invitado. Podría demostrártelo esta noche.
No. Harry no podría demostrarle precisamente eso; porque ella ya lo amaba. Hacer el amor con él le haría sentirse maravillosamente bien, hiciera él lo que hiciera.
—Yo… lo pensaré —respondió ella con timidez.
De pronto no podía soportar quedarse allí sentada ni un minuto más; tenía que alejarse un poco de él, estar un rato a solas.
—Si me disculpas un momento, Harry —Invitado dejó la copa en la mesa y retiró el bolso de la silla adyacente—. Necesito ir al tocador.

*FIN MARATON*

Bueno chicas, quiero ver muchos muchos comentarios, no me gustan las lectoras fantasmas, Por faaa comenten o si no les enviare un ejercito de espejos, zanahorias, gatitos, duendes y cucharas a que las ataquen por no comentar... Okno-.- peroo comentenn sii? Bueahh Espero que les guste el mini maraton... Las quiero sensualonas♥

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