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When Summer ends - Louis Tomlinson

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Mensaje por mimi94 Miér 13 Mar 2013, 6:20 am

releer los capítulos que mas me han emocionada y quedarme sin palabras otra vez me encanta de verdad sigue pronto. que p*ta Erika Dennison espero que se solucione rapido y que nadie mas les descubre hahah sigue sigue!!

por cierto, de donde eres?
mimi94
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Mensaje por Ainhoa Miér 13 Mar 2013, 7:57 am

Ya te sigo en el instagram ( me llamos ainhoa_domenech) y en el twitter ya te enviado follow back pero mi nombre es @ADomenech855
Ah y tambien decirte que ya quiero que la sigas!! Me encanta esta novela!! Hoy estaba esperando 6 horas y 30 minutos para llegar a casa y encender el ordenador para leer esta icreible novela. A si que quiero capitulo!!
Ainhoa
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Mensaje por 1DemiLovaCB Miér 13 Mar 2013, 12:21 pm

mimi94 escribió:releer los capítulos que mas me han emocionada y quedarme sin palabras otra vez me encanta de verdad sigue pronto. que p*ta Erika Dennison espero que se solucione rapido y que nadie mas les descubre hahah sigue sigue!!

por cierto, de donde eres?

Soy de Perú :)
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Mensaje por 1DemiLovaCB Miér 13 Mar 2013, 12:22 pm

Ainhoa escribió:Ya te sigo en el instagram ( me llamos ainhoa_domenech) y en el twitter ya te enviado follow back pero mi nombre es @ADomenech855
Ah y tambien decirte que ya quiero que la sigas!! Me encanta esta novela!! Hoy estaba esperando 6 horas y 30 minutos para llegar a casa y encender el ordenador para leer esta icreible novela. A si que quiero capitulo!!

si ya te agregué, esperenme un rato voy a almorzar :P -acabo de llegar-
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Mensaje por 1DemiLovaCB Miér 13 Mar 2013, 1:50 pm

Capitulo 31


Recuérdamelo otra vez, ¿por qué le vamos a llevar el desayuno? —se quejó Louis mientras salíamos del Starbucks del otro lado de la ciudad.

Me encogí de hombros.

—No quieres perder tu trabajo, o algo peor. Y yo no quiero ser expulsada —repliqué poniendo mis ojos en blanco. Habíamos pasado por esto una y otra vez.

Él quería hablar con ella y decirle que se fuera a tomar por el culo, esas eran sus palabras exactas.
Aparentemente él podría querer oírlas otra vez porque esas eran las palabras que le había dicho a Olly cuando nosotros rompimos.

Louis estaba convencido de que el director no podría creerla de cualquier manera. Él había sugerido que nosotros podríamos decirle a cualquiera que ella estaba celosa de mí y que sólo lo había inventado porque yo había salido con un chico que Erika quería o algo así. Y finalmente habíamos decidido seguir con su plan por ahora y esperar a que se aburriese después de unas semanas.

No estaba convencida de si ella podría hacerlo pero no quería arriesgarme a que el director creyese su historia.

Salté de su coche y corrí dentro del Starbucks comprando su «grande, semi desnatado, cortado con leche, batido» y una barrita energética.

En cuanto tuve su pedido, lo tomé y corrí devuelta a su coche, iba a ser un largo día. Sólo me había mandado un mensaje con lo que quería desayunar y me había dicho que me asegurara de que no llegaba frío.

Después se suponía que había quedado en su casillero a las 8:40 exactamente para darle los deberes que había hecho para ella y por supuesto, los doscientos dólares que le había prometido.

Estúpida malvada mujer.

Tan pronto como estuvimos en la carretera, mi teléfono empezó a sonar. Lo saqué de mi bolsillo y sonreí. Era Sam.

Sonreí en dirección a Louis; estaba quejándose de que fuese a ver a su hermano en vez de a él esa noche.

—Hola, Sam —sonreí mientras Louis se quejaba.

—Hola, bombón. ¿Te veré esta noche?

—Sí. ¿Seguirás con la historia de cuando Louis iba al colegio? —bromeé, intentando no reírme mientras Louis miraba en mi dirección.

Sam se rio.

—¿Él está contigo ahora mismo?

—Absolutamente —confirmé riéndome para mí misma.

—Di algo sobre el campamento de verano —sugirió. Sonreí perversamente.

—¿Campamento de verano? No, ¿que hizo él en un campamento de verano? —dije siguiéndole el juego.

Louis se giró y me quitó él teléfono para gritar a Sam.

—¡Para de contarle cosas sobre mí! Te lo juro Sam, te vas a enterar cuando te vea.

Me reí y le quité el teléfono alejando sus manos de él.

—¡Conduzca el coche Sr. Tomlinson! —Me giré y volví a hablar con Sam otra vez.

—¿Vendrás a buscarme al instituto?

—Sí. Te estaré esperando por los alrededores. Creo que iré por algo de cenar después de los bolos, ¿te apuntas? —dijo.

—Claro. Oye sabes, podrías hacer algo por mí mientras estás en mi instituto —dije acordándome de la malvada mujer cuya bebida estaba en mis manos.

—¿Qué, bombón?

—Seducir a una estudiante y hacer que cayese enamorada de ti para que me deje en paz —dije, medio bromeando.

—¿Seducir una estudiante? ¡Hecho! —Se rió.

Sonreí y cerré los ojos, apoyando la cabeza en el cabecero del coche mientras nos acercábamos al sitio donde Louis podía dejarme. Silenciosamente deseé que pudiese ser más fácil y que Sam pudiese ocuparse de esto por mí. Pero nada era fácil en la vida. Erika podía estar detrás de mí por el resto de año y no había nada que yo pudiese hacer.

—¿Lo dices en serio? ¿Qué está mal? ¿Alguien te está molestando o algo? —dijo, sonando preocupado

Mordí mi labio y procedí a contarle a Sam la historia sobre cómo Erika nos vio besándonos y como me chantajeaba ahora. Mientras le contaba todo, él permaneció en silencio. Veía como Louis apretaba las manos sobre el volante, tan fuerte que sus nudillos estaban blancos. Él realmente odiaba eso, pero no podía arriesgarme a que alguien le creyese si ella se lo decía a alguien.

Cuando terminé, Sam tomó una gran respiración.

—Wow, eso es una putada para los dos. Supongo que os veré hoy. Tendré que pensarlo y ver si hay algo que pueda hacer para ayudaros ¿Vale? ¿Quizá podrías entrar en su casa, robar su diario y encontrar algo con lo que poder chantajearla? —sugirió.

Me reí.

—Eso suena como Amy. Ella quería secuestrar a su gato.

—¿Tiene un gato? Yo iría a por una captura de gato, podríamos ponerle ropa ridícula y tomar fotos y amenazar con mandárselas a toda la ciudad si no te deja en paz. —Sonó oscuro, probablemente planeando ya meterse en internet para ver si podía encontrar ropa de gato ridícula.

Puse los ojos en blanco a su protesta y vi que habíamos parado en el aparcamiento al lado de la tienda como era normal.

—Me tengo que ir Sam. Te veré después de clase.

Nos dijimos adiós y metí mi teléfono devuelta en mi bolsillo. Me giré a ver a Louis; él miraba a través de la ventanilla.

—Bien, supongo que ya te veré en clase —murmuré, no queriendo salir del coche realmente.

Se giró y tomó mi brazo por mi hombro, su otra mano acariciaba un lado de mi cara.

—Si ella se lo toma demasiado en serio y te cansas, sólo podríamos decirle que nos delate, ¿verdad? —dijo mirándome severamente. Yo me encogí de hombros.

—Que le den, recuérdalo —bromeé haciendo que se riera. Él presionó sus labios contra los míos suavemente.

Cerré los ojos y sólo disfruté de sentirle cerca, de sentir sus labios contra los míos, la forma en la que mi estómago revoloteaba. Besar a Louis era algo fuera de este mundo y no estaba segura de si podríamos tener la intimidad de un solo beso en los labios.

—Te amo. Sólo recuerda eso. No importa qué pase, te amo. Si llegásemos al punto donde necesitemos hacer algo drástico entonces renunciaré a mi trabajo —dijo acariciando mi cara suavemente con su pulgar.

Me burlé de la sugerencia. Eso era algo sobre lo que habíamos hablado la noche pasada, nosotros habíamos pensado un número diferente de escenarios, ninguno de los cuales me gustaba particularmente.

El único que era un buen plan sólo le utilizaríamos como último recurso. Louis podría conseguir otro trabajo en otro instituto. Yo no quería que eso pasase, él tenía suerte de tener su puesto en nuestro instituto por su edad. Él director tenía que estar muy desesperado por un profesor para contratar a un graduado sin experiencia.

Sabía que podría ser difícil para él encontrar otro trabajo como profesor cerca de donde vivíamos.

Solté su mano, tomando todo lo que necesitaba mientras colocaba mi mochila en mi espalda preparándome para el corto paseo hasta el colegio.

—Chloe —me llamó Louis mientras daba un paso fuera del coche.

Me giré a mirarle. Él sujetaba algo de dinero hacia mí. Me acerqué y cerré mi mano sobre ello, sonriéndole agradecida porque siempre insistía en pagar.

—Gracias. Te lo devolveré —le prometo.

Sacudió la cabeza y presionó sus labios contra los míos otra vez, besándome suavemente antes de hablar contra mis labios.

—No, no lo harás.

Sonreí y cerré los ojos, sólo deseando que las cosas pudiesen ser más fáciles y que estar enamorados no fuese un error. ¿Por qué todo tenía que ser tan difícil? Cuando una persona se enamoraba, se suponía que todo eran sonrisas, besar y reírse tontamente, no tener que escondernos y robar pequeños momentos en un estacionamiento vacío.

Daría cualquier cosa por sólo caminar por la calle y sujetar su mano, por llevarlo a casa y presentárselo a mis padres como mi novio.

—¿Louis? —Coloqué mi nariz al lado de la suya mientras él jugaba con mi pelo.

—¿Mmm? —murmuró, sus labios vibrando contra los míos casi juntándose.

—Después de quedar con tus padres el sábado, ¿Crees que podría quedarme contigo? —le dije. Su mano se congeló en mi pelo, así que continué rápidamente—. No haremos nada. Sólo quiero despertarme contigo sujetándome, nada más ¿Por favor? Realmente lo necesito ¿Por favor? —Supliqué. Mi voz estaba sólo por encima del susurro.

Suspiró, su respiración contra mi cara hacía mi boca agua y a mi piel estallar en calambres.

—Yo también lo necesito —admitió, besándome suavemente otra vez.

Sentí mi corazón empezar a volar en mi pecho con sólo pensar en dormir con sus brazos a mi alrededor.

Puedo esperar con la cosa de no tener sexo, pero necesito un poco más de intimidad, un poco más de tiempo privado con él donde no estuviéramos estresados y teniendo conversaciones pesadas sobre escondernos y que pasará si nos descubrieran. Sólo necesitaba una noche de Louis y Chloe juntos y solos.

—Mejor le llevo el café antes de que se enfríe —dije de mala gana—. Te enviaré un mensaje a lo largo del día.

Sonrió triste y volvió a su asiento, mirando cómo salí del coche y me despedí.

Coloqué mi chaqueta más ajustada contra mí e incliné los hombros contra el viento helado. Una mirada a mi reloj me dijo que llegaba unos minutos antes de lo que había quedado con ella, pero me dirigí a su casillero de cualquier manera, queriendo terminar con esto tan pronto como fuese posible.

Ella estaba apoyada contra su casillero, hablando con un chico, obviamente ligando por la forma en que se rió y tocó su hombro, todo preparado en una trampa para seducirle.

Me aclaré la garganta después de ponerme a su lado no queriendo estar más de un segundo de lo necesario. Me miró, una expresión desagradable en su cara antes de que se recuperara y me sonriera rápidamente.

—Kevin, sólo necesito un minuto. Te veré en clase, ¿vale? —le dijo ella, pero sus ojos no abandonando nunca los míos.

El chico me siguió mirando mientras se alejaba, obviamente un poco preocupado sobre por qué le despidió. Tan pronto como estuvimos solas, le tendí el café y la barrita energética.

—¿Está mi orden correcta? Si hay un error tendrás que ir a por otro antes del primer período —me advirtió, mirándome escépticamente.

Suspiré y me tragué mi enfado.

—Sí. Es exactamente lo que pediste —susurré, colocando una falsa sonrisa cuando alguien pasó mirándonos curiosamente.

—¿Mi trabajo? —exigió, mirando sus uñas impacientemente como si estuviese aburrida o algo.

Saqué y le entregué las hojas impresas que había terminado anoche antes de que Louis y yo fuésemos a por comida china.

—Espero que esté por encima de una B o le dirás adiós a tu guapísimo profesor. —Me las arrebató y empezó a leerlo. Estaba secretamente agradecida de no haber aceptado la sugerencia de Louis de añadir maldiciones a cada línea porque él creía que ella no lo notaria.

Saqué el dinero de mi bolsillo trasero y se lo di, estampándoselo contra el pecho.

—Mantente alejada de mí desde ahora mismo —le dije, intentando hacer que mi voz sonara más fuerte de lo que me sentía. Me sonrió malvadamente.

—Mañana vendrás conmigo después de comer; harás mis quehaceres mientras mis padres están fuera. Podrías querer vestir algo viejo, tengo un par de caballos que necesitan ser limpiados —dijo riéndose para sí misma.

¿Caballos? Sentía mi cara brillar con enfado y mis manos luchaban por estamparse contra su cara.

—No puedes estar esperando que yo limpie la mi… —Paré de hablar abruptamente mientras la señora Halston caminaba cerca. Wow, eso estuvo cerca, casi consigo ser castigada después de todo.

Erika se rió y empujó su cabello rubio platino sobre su hombro.
—Definitivamente. ¿Aunque quizá quieras incumplir el trato? Si no sigues hasta el final, yo tampoco lo haré. Y sé que el director está libre ahora mismo. —Miró por el pasillo hacia la oficina con mucho interés.

No podía hacer que mi enfado creciera y se escapase de mis labios.

—¡Bien! Tendrás que darme tu dirección o algo —murmuré, moviendo mi cabeza con desagrado.

¡Qué pequeña bruja!

—Oh, no te preocupes. Hablaremos a lo largo del día —dijo. Agitó su mano en un gesto de echarme—. Vete perrita. Sólo recuerda venir cuando seas llamada.

Me miró una última vez antes de que me girase y me fuese hacia donde sabía que Amy podría estar a esta hora de la mañana.

El día pasó increíblemente despacio. Erika tenía razón, definitivamente la iba a ver un montón a lo largo del día. Yo había comprado su comida, le había dejado mi equipo de gimnasia y llevado los libros para que pudiese gastar sus preciosos minutos extra rehaciendo su maquillaje. Había llevado mensajes a sus amigos y quitado un trozo de chicle de sus zapatos porque ella había pisado uno.

Pensaba que lo hacía muy bien por no pegarle otro en su cabello como pago. Para la hora de cálculo, estaba cansada física y mentalmente.

Todo lo que quería hacer, era hacerme una bola en el despacho de Louis y dormir.

Amy intentaba ayudarme cuando podía, corriendo conmigo a sus mandatos y llegando tarde a sus clases también. Mientras, todo el tiempo ella pensaba en planes de venganza. Su favorito era uno muy fácil de conseguir excepto por una cosa, ¿dónde podríamos encontrar el Batmobile y meternos dentro de cualquier manera?

Llegamos a clase de Louis. Ignoré cómo Olly me fruncía el ceño mientras pasábamos a su lado. Al parecer él no me hablaba, pero no podía sentirme culpable por ello, era el único que había forzado nuestra ruptura siendo celoso y posesivo, no yo.

Louis sonrió cuando la campana sonó, señalando el principio de la clase. Sus ojos escanearon la habitación por unos pocos segundos, pareciendo un poco confuso lo que me hizo sentirme curiosa. Miré a todos los estudiantes, intentando ver qué era lo que le había sorprendido y sólo pude ver que Erika no estaba allí. Sonreí para mí misma. Quizá Dios existía después de todo y ella iba a dejar a Louis en paz, dejando su clase y manteniéndolo en el pasado. Uno podía tener esperanza.

Cualquier cosa iba bien. Intenté lo mejor de mí para concentrarme en lo que él decía y no en cómo lo decía. Tomé notas; casi entendía algo de lo que estaba diciendo, así que tendría que agradecérselo a Nick.

Quince minutos después, la puerta se abrió y todos nos giramos a mirar a Erika entrar con su sonrisa de satisfacción en la cara.

Me encogí. Quizás no todo iba a ser tan fácil para Louis después de todo.

—Srta. Dennison, llega tarde. ¿Tiene un pase? —le dijo Louis, pareciendo enfadado. Yo hice una mueca de dolor. Tenía que decirle que no mirase con la mirada de la muerte u otra gente podría sospechar. No debería mirar a sus estudiantes de esa forma.

Erika sonrió y agitó su mano, ignoró su comentario y se sentó en un escritorio libre, inmediatamente sacó su Ipod, haciendo un gran teatro de ponérselo.

Mi boca quedó abierta en shock.

Louis se dirigió hasta su escritorio y se lo quitó de las manos.

—Esto está confiscado. Podrá tomarlo de la oficina al final de la semana que viene —le dijo.

¡Wow! Él realmente necesitaba contener su enfado.


Ella se rió, no creyéndole, levantando una ceja inocentemente.

—No lo creo. No hará eso Sr. Tomlinson —dijo, agitando sus pestañas.

—¡Salga ahora! —le ordenó Louis agitando su mano otra vez.

La clase entera le miraba y me sentí enferma. ¿Por qué estaba haciendo eso ella? Él estaba dándole un pase, yo estaba corriendo de un lado para otro haciendo todo lo que quería, ¿y necesitaba presionar más enfrente de toda la clase?

Sonrió y lentamente sacó los audífonos de sus orejas haciendo teatro al devolvérselos, sabiendo que todos los ojos estaban puestos en ella.

—Puedes tenerlos por la clase, pero los quiero de vuelta para el fin de semana. No creo que esté bien que pueda confiscar algo un fin de semana. ¿Quizá debería ir a consultarlo con el director? —sugirió sonriéndole dulcemente.

Sus hombros cayeron y sus ojos se fijaron en mí. Negué rápidamente, rogándole que estuviese de acuerdo y se lo devolviese al final de la clase, así ella no podría causar más problemas. Su ceño se profundizó y su mandíbula se apretó mientras sus ojos se movieron de vuelta a ella.

—Bien, podrás tenerlo de vuelta al finalizar la clase. Supongo que un pequeño fallo conmigo no debe afectarte para el fin de semana. —Se forzó a decir, hablando a través de sus dientes.

Me relajé. Sólo otra media hora y la clase se acabaría y después podría ser libre de ella y sus ridículas órdenes.

Bueno, hasta que tuviese que ir y limpiar a sus caballos de cualquier manera.

Él se giró y volvió a su escritorio, metiendo su Ipod en uno de sus cajones y callándonos a todos.

—Bien, volvamos con la clase. —Él parecía enfadado,

La mitad de la clase gimió porque estuviese de ese humor, lo que probablemente significaba más deberes acumulados para esta noche.

El resto de la clase pasó sin incidentes. Erika no siguió provocando o dijo nada malo, pero sólo se sentó ahí limando sus uñas todo el tiempo, ni siquiera pretendiendo escuchar.

Podía decir por la expresión enfadada de Louis que no podría aguantarlo mucho más, lo que no era una buena cosa para nuestra situación.

Cuando la campana sonó, deliberadamente recogí mis libros lentamente, asegurándome que Erika dejaba la habitación antes de que yo lo hiciera. No podría sacar su comentario fuera de mi cabeza sobre «hacer un trato» ¿Y si ella decidía que quería besarle o algo así?

Sabía que estaba siendo más que un poco patética, que era una cosa que Louis no podía hacer. Él tendría que dejar su trabajo. Me mantuve ligeramente detrás de ella, asegurándome que se mantenía lejos de mi hombre.

Ella se enfrentó a él. Ofreciéndole una mano con manicura para recoger su Ipod, una sonrisa satisfecha en sus labios. Él no dijo nada, sólo lo colocó en su mano, su cuerpo tenso y estresado. Deseaba poder poner mis manos sobre sus hombros y alejar algo de la tensión de él. Necesitaba esperar al sábado para eso.

Tan pronto como ella salió de la habitación, Amy y yo salimos también, dejé una pequeña nota en el escritorio de Louis según pasábamos. No había escrito nada en ella, sólo había dibujado una carita feliz, esperando que pudiese alegrarle un poco. Él me lanzó una pequeña sonrisa e hice una nota mental de llamarle tan pronto como estuviese fuera del instituto, así podría sacar de su sistema algo de su enfado.

Él obviamente necesitaba hablar sobre ella o algo.

Enganché mi brazo sobre el de Amy mientras caminábamos a las taquillas.

—¿Así que vas a ver a Ryan este fin de semana? —le dije esperando obtener un poco de normalidad después de este día tan loco. Ella asintió pareciendo tan feliz.

—Sí. Le voy a llevar a conocer a mis padres este fin de semana —dijo excitada.

Coloqué una falsa sonrisa para cubrir lo celosa que me sentía porque yo no podría hacer eso con mi novio. No podría creer lo que echaba de menos las pequeñas cosas en una relación.

—Eso es genial. Él lo hará genial con tus padres. A tu madre le encantará —dije intentando parecer entusiasmada. Ella parecía soñadora y asintió.

—Él lo hace genial todo.

Por la esquina de mi ojo, le vi caminando por el pasillo hacia nosotras.

—Hablando del rey de Roma —dije, señalándole.

Ella le esperaba y se lanzó sobre él tan pronto como estuvo lo bastante cerca.

—Os veré luego, tortolitos. Llámame y déjame saber cómo fue —dije haciendo una rápida retirada a las puertas delanteras antes de que empezara a parecer cachorros enamorados enfrente de mí.

Mientras caminaba fuera del edificio, vi el coche de Sam aparcado en el exterior, no en la zona de aparcamiento de enfrente del instituto. Se encontraba apoyado contra el lateral de su coche, sus ojos cerrados. Su cara hacia el cielo, obviamente disfrutando del sol.

Había veces como éstas en las que deseaba tener un vaso de agua o algo para poder tirárselo.

Caminé hacia él y le enterré mi índice en las costillas, haciéndole saltar y mirarme sorprendido.

—Oh, hola —dijo sonando feliz.

—Hola Sam-bo —replicó, riéndome mientras intentaba agarrarme. Él odiaba su nuevo apodo. Me reía y golpeaba con las manos, alejándolo de mí.

—¡Lo siento, lo siento! ¡Sólo para! —supliqué. Sonreí y puse los ojos en blanco.

—Pues para con lo de Sam-bo, Chlo-blow —dijo sonriéndome. Le saqué la lengua y él solo se rió, tomándome en un abrazo.

Cuando nos alejamos, miró alrededor del vacío aparcamiento.

—Bien, ¿dónde está la chica a la que tengo que seducir? —preguntó levantando una ceja, obviamente como un desafío. Sonreí con tristeza

—Creo que ya se fue. Está bien, no iba a funcionar de todas maneras. —Me encogí de hombros. Él golpeó sus labios y asintió.

—Está bien. Tengo un plan mejor de cualquier manera —me informó levantando sus cejas.

Sentí la excitación crecer dentro de mí sabiendo que él tenía un plan. Silenciosamente supliqué que no siguiese las líneas de Amy: cavar un agujero, colocarla dentro y lanzarle una mochila llena de perros salvajes, que era lo que había sugerido antes.

—¿Ah, sí? —probé, mirándole expectante, esperando para que continuase y me dijese su genial idea con la que iba a salvar el día. Él negó con la cabeza.

—Nosotros sólo necesitamos esperar el momento adecuado, después haré que todo sea mejor para ti y mi hermano —dijo con confianza.

Sus ojos seguían escaneando el estacionamiento y los alrededores del instituto. Estuve de pie silenciosamente a su lado, sólo esperando para lo que fuese que él estuviese buscando para mostrarme, no teniendo ni idea de qué pasaba por su cerebro. Sam era muy extraño a veces.

Después de un par de minutos, sus ojos se encendieron y se paró recto.

—¿Quiénes son ellos? —preguntó, señalando en la dirección del edificio del instituto. Me giré y miré en la dirección que señalaba. Estuve mucho más confusa cuando vi quiénes eran los que caminaban hacia nosotros desde el edificio.

—Esos son el Sr. Young y el Sr. Bentley, ¿por? —Él se giró hacia mí rápidamente, sus ojos enfocados.

—Podrás agradecérmelo después —dijo rápidamente.

¿Agradecérselo? ¿Qué demonios...?

Me agarró, empujándome hacia él y juntando su cuerpo con el mío. Antes de que tuviese tiempo a decidir qué hacer, sus labios chocaron contra los míos, besándome a la fuerza.
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Mensaje por Mslistie Miér 13 Mar 2013, 2:30 pm

Que coraje me da que lo dejes así, en serio. .l.
SUBE EL SIGUIENTE YA ANTES DE QUE ME TENGA QUE IR A ESTUDIAR D:

Dius, que fuerte, dius, dius, dius.
Mslistie
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Mensaje por 1DemiLovaCB Miér 13 Mar 2013, 2:43 pm

Mslistie escribió:Que coraje me da que lo dejes así, en serio. .l.
SUBE EL SIGUIENTE YA ANTES DE QUE ME TENGA QUE IR A ESTUDIAR D:

Dius, que fuerte, dius, dius, dius.

>< Perdón perdón, tengo que hacer tarea, vine aquí para avisar que iba a subir uno en la noche :B en serio perdón por dejarlas así
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Mensaje por mimi94 Miér 13 Mar 2013, 3:21 pm

ay louis seguro que lso ve pero que pretende sam?? espero que sigues pronto please me muero por seguir leyendo!!
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Mensaje por 1DemiLovaCB Miér 13 Mar 2013, 4:31 pm

"—¿Besaste a mi novia? Sam, ¿qué demonios te pasa? —gruñó, su brazo apretándose en mi cintura. "

If you want more stay tune.

Ah que. Quería darle suspenso pero no funcionó :P
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 When Summer ends - Louis Tomlinson - Página 6 Empty Re: When Summer ends - Louis Tomlinson

Mensaje por 1DemiLovaCB Miér 13 Mar 2013, 5:25 pm

Capitulo 32


Gemí contra sus labios y puse las manos en su pecho intentando empujarlo para alejarlo de mí. Él me giró rápidamente de forma que daba su espalda hacia los profesores que se aproximaban, sus labios dejaron los míos y abrí mi boca para gritarle, pero él habló primero:

—¡Shh, te estoy salvando el culo! —susurró, besándome otra vez antes de que pudiera responder.

Tiró de mí acercándome más a él y yo no tenía ni idea de qué diablos estaba haciendo. Sam me sujetó contra su pecho mientras continuaba besándome con énfasis. Sacudí mi cabeza ligeramente y él se separó del beso, sus ojos todavía bromistas, una sonrisa en sus labios.

—Oh, así que esto es lo que él ve en ti —reflexionó. Le pisé fuertemente en el pie, lo que le hizo reír.

Finalmente me soltó y justo cuando iba a gritarle y a darle un puñetazo en el brazo, se volvió hacia los dos profesores que ahora estaban a solo unos pocos metros delante de nosotros. ¡Oh, genial, además de todo ahora voy a conseguir una detención por demostración de afecto en público en terrenos del instituto! Sam les sonrió y deslizó su brazo alrededor de mi hombro.

—Ups, lo siento. Culpa mía. No van a poner a mi novia en detención, ¿verdad? —preguntó, lanzando una adorable cara de pucheros hacia los irritados profesores.

¿Novia? ¿Qué demonios pasa por su cerebro de guisante?

El Sr. Young frunció el ceño.

—No deberíais estar haciendo esto en terrenos del instituto, Chloe. Sugiero que dejéis ese tipo de cosas para un lugar menos público.

Tragué saliva y asentí. Iba a matar a Sam por esto, pero eso no era nada comparado con lo cabreado que iba a estar Louis porque su hermano me hubiera besado. Sentí una pequeña sonrisa de satisfacción formarse lentamente en mis labios cuando pensé en ello. Le estará bien, ¡estúpido idiota!

—Sí, señor. Lo siento —murmuré débilmente.

Sam sonrió y dio un paso adelante.

—¿Supongo que es usted un profesor del instituto de mi novia? —preguntó, sonriendo educadamente.

El señor Young asintió. —Lo soy.

La sonrisa de Sam creció pronunciándose más, y yo me quedé aún más confusa. Parecía muy orgulloso de sí mismo por alguna razón, pero yo no lo pillaba.

—Vale, genial. Justamente me estaba preguntando si podría entrar y hablar con mi hermano. Sé que no soy un estudiante del instituto así que me estaba preguntando si necesitaría un pase de visitante o algo de forma que pueda ir a su clase. Es importante —dijo Sam, mostrándole la mirada de «niñito perdido».

El Sr. Young frunció el ceño, mirando tan confundido como lo estaba yo.

—¿Tu hermano? ¿Es un estudiante aquí? Estoy seguro de que saldrá en un minuto —respondió, agitando su cabeza.

Sam sacudió su cabeza. —No, mi hermano es profesor aquí. Louis Tomlinson. Realmente necesito hablar con él de algo muy urgente. ¿Cree que mi novia podría mostrarme el camino a su clase? Podríamos parar en la oficina y conseguir un pase de visitantes si necesitamos uno… —fue bajando la voz, aparentando estar pensativo.

Los ojos del señor Young se movieron rápidamente hacia mí y me esforcé mucho por mantener la confusión alejada de mi cara. Sam acababa de mentir y le había dicho a un profesor que yo estaba saliendo con el hermano de Louis. ¿Cómo podría esto ayudar exactamente? ¿Había perdido Sam los papeles totalmente?

El Sr. Young miró otra vez a Sam.

—¿Eres el hermano de Louis? —preguntó, pareciendo estar un poco atónito.

Sam asintió. —Sip, él consiguió el cerebro, yo conseguí el aspecto físico.

Bufé por ese comentario; en mi opinión Louis tenía ambos incuestionablemente.

El Sr. Young sonrió con el comentario.

—No me había dado cuenta de que Louis tuviera un hermano siquiera. ¿Y estás saliendo con una de sus estudiantes? Eso debe ser un poco incómodo —reflexionó.

Sam se encogió de hombros. —No es mi problema. Aunque ellos parecen lidiar con ello bastante bien. Tú te llevas bastante bien con mi hermano, ¿no, Chloe? Nos hemos estado viendo desde hace un par de meses, así que supongo que han tenido tiempo de acostumbrarse. ¿Verdad, Bombón? —mintió Sam, sonriéndome con suficiencia.

—Sip, Sambo —repliqué, sonriendo ampliamente mientras su brazo apretaba mis hombros, machacándome contra el lateral de su cuerpo. Realmente me odiaba cuando le llamaba eso.

El Sr. Young asintió, pareciendo un poco sorprendido.

—No veo ningún problema en que entréis en el instituto. Aunque se supone que los visitantes tienen que firmar, así que podríais simplemente acercaros por la oficina primero y firmar. Decidles que el Sr. Young estuvo de acuerdo con que entrarais unos minutos.

Sam estaba sonriendo con orgullo, pero yo todavía no podía ver como ésto podría ayudar. ¿Quizás estoy siendo una estúpida?

—Genial, y es un placer conocerle, Sr. Young. Louis lo mencionó anteriormente —dijo asintiendo y prendiendo su encanto—. Yo soy Sam, por cierto.

El Sr. Young sonrió y asintió.

—Un placer conocerte a ti también. Adelante, pues —sugirió, señalando las escaleras principales con la cabeza. El brazo de Sam apretó mi hombro mientras me guiaba hacia el edificio.

Le di un codazo en las costillas tan pronto estuvimos fuera del alcance del oído.

—¿Qué diablos fue eso? ¡Sabes que tu hermano te pateará el trasero por besarme! —siseé.

Sam se rió y sacudió la cabeza.

—No lo hará, acabo de salvar vuestros culos. Ahora tienes a dos profesores para atestiguar que estás saliendo con el hermano de un profesor. ¿Quién diablos va a creer a una estudiante estúpida por encima de dos profesores? Nadie. —Me sonrió con suficiencia—. Aceptaré ese agradecimiento ahora.

Tragué saliva. Tenía razón, si Erika iba al director, no tendría ninguna prueba en absoluto, ¡y ahora Louis y yo teníamos a dos profesores respetados que me habían visto besando a su hermano! ¡Oh, Dios mío, esto es increíble! ¿Cómo no comprendí esto de inmediato?

—Sam, ¡eres un maldito genio! —prácticamente grité mientras arrojaba mis brazos alrededor de su cuello, dándole el abrazo de su vida.

Me dio golpecitos en la espalda. —Sí, lo sé. Tan sólo dile a Louis que no me patee el culo ni nada por hacerlo, ¿vale? ¿Me apoyarás un poco? Dile que ni una sola vez intenté meterte la lengua —dijo, riendo.

Me eché a reír y le di un puñetazo suave en el brazo. ¡No me lo puedo creer! ¡Dios, quiero tanto a Sam!

—Eres el mejor, lo sabes, ¿verdad? —le pregunté, mirándolo con agradecimiento. Louis tenía una familia estupenda, era muy afortunado.

Sam asintió, sonriendo orgulloso.

—Así que dime entonces, Bombón. ¿Quién es el mejor besando? —me preguntó, arrojando su brazo alrededor de mi hombro de nuevo y señalando el pasillo para que empezara a caminar.

Le miré con sorna.

—¡Tú, por supuesto! —Puse los ojos en blanco y lo ignoré mientras me lanzaba una expresión petulante.

Lo guié hasta la oficina y nos detuvimos—. ¿De verdad vas a entrar también aquí? —pregunté, mordiéndome el labio un poco nerviosa.

Asintió con entusiasmo.

—Sí, voy a ir a escribir mi nombre en ese libro de visitas para que todo el mundo sepa que estuve hoy aquí contigo. Una evidencia extra —explicó, guiñándome un ojo y tomando mi mano, entrelazando nuestros dedos.

Me reí cuando tiró de mí entrando en la oficina y hacia el mostrador; sonreía dulcemente a la recepcionista que estaba allí sentada.

—Disculpe, acabo de estar hablando con el Sr. Young, y me dijo que tenía que firmar en calidad de visitante —dijo a la recepcionista.

Paseó la mirada entre él y yo con curiosidad.

—¿Qué puedo hacer por vosotros exactamente? —preguntó ella, colocándose hacia arriba las gafas en su nariz.

Sam sonrió. —Simplemente necesito hablar con mi hermano, es profesor aquí. Louis Tomlinson.

Su rostro se iluminó ante la mención del nombre de Louis. ¡Ooh, alguien obviamente tiene una debilidad por mi novio!

—¿De verdad? ¿Eres el hermano de Louis? —preguntó sonriendo alegremente mientras sacaba un libro de visitas.

—Sí, ¿no ve el parecido familiar? Sé que soy más guapo que él —bromeó Sam, pasándose una mano por el pelo.

Ella se echó a reír, bueno, más bien era una risita tonta, y yo sonreí por lo encantador que podía llegar a ser Sam. No era de extrañar que sea un jugador, ni siquiera lo estaba intentando, y podría tener a esta mujer de mediana edad si quisiera.

—Supongo que hay un ligero rasgo familiar —admitió ella, asintiendo—. Así que, si firmas ahí entonces, lo llamaré y le diré que estás aquí —instruyó, pasándole un bolígrafo.

Sam negó con la cabeza.

—No se moleste. Mi novia me mostrará el camino, ¿verdad, bombón? —me preguntó él, guiñándome un ojo.

Sonreí y asentí, dejando caer mis ojos hacia el suelo de forma que no tuviera que mentirle directamente en su cara.

—Sí, te enseñaré su aula.

Terminó de firmar los papeles y le pasó el libro de vuelta. Ella sonrió con coquetería.

—Si pudieras volver y firmar la salida cuando te vayas. Todo esto es sólo una formalidad en caso de que haya un incendio o algo, necesitamos saber quién está en el edificio —dijo, agitando la mano hacia el libro con desdén.

—Claro —coincidió Sam—. ¿Tiene que firmar Chloe el libro también, para demostrar que todavía está aquí conmigo por si hay un incendio? —preguntó, ladeando la cabeza hacia un lado, luciendo muy tierno.

¡Guau, Louis también tiene esa mirada perfeccionada!

La mujer frunció el ceño. —No lo creo. Eres una estudiante, ¿no, Chloe? —preguntó, mirándome.

Asentí con la cabeza y abrí la boca para hablar, pero Sam me interrumpió:

—Yo creo que debe haber algún registro de que Chloe está también en el instituto. De lo contrario, podría haberse ido a casa como los otros estudiantes. Si hubiera un incendio no habría ningún registro que dijera que ella estaba todavía aquí conmigo —reflexionó Sam, frunciendo los labios, pensativo. Era un mentiroso consumado, yo le daría diez puntos por ser tan convincente.

La recepcionista asintió, todavía mirando insegura mientras empujaba el libro hacia mí.

—Tal vez deberías hacerlo, no hay nada malo en asegurarse.

Sam se echó a reír. —Lo mejor es cubrir todas las bases, y tener el nombre de Chloe ahí sólo ofrece a todos un poco más de protección —estuvo de acuerdo él, mirándome astutamente.

¡Mierda, es un puro genio! Ahora, no sólo tengo dos profesores y una recepcionista que saben que soy su novia; ¡yo también estoy firmando en calidad de visitante con él! Le debemos un gran favor por esto.
Cuando terminamos, me agarró la mano, balanceándola felizmente mientras caminábamos por el pasillo hacia el aula de Louis. Justo cuando llegamos a su puerta, se abrió, y salió Louis. Se detuvo, saltando un poco porque obviamente no esperaba que hubiera gente fuera de su puerta.

—¡Buff, me habéis asustado! ¿Qué estáis haciendo aquí? —preguntó, sonriendo pero mirando un poco confuso.

Sam hizo una mueca y levantó las manos entrelazadas para mostrárselas, mientras que yo sólo me sonrojé como una loca. Los ojos de Louis se posaron en mí. Sonreí como disculpándome, rezando para que no se enfadara conmigo por esto.

—¿Podemos entrar en tu clase? —sugerí con voz débil.
Frunció el ceño, sus ojos pasando de nuevo a nuestras manos.

—¿Sí? —dijo, pero sonó más como una pregunta mientras entraba de nuevo en su aula, dejando la puerta abierta para nosotros. Tiré de mi mano apartándola de la de Sam tan pronto como atravesamos la puerta y fui al lado de Louis. Inmediatamente su mano fue hacia la parte baja de mi espalda. Me imaginé que era algún tipo de gesto posesivo subconsciente.

—No te enfades con tu hermano, acaba arreglar todo con Erika —le supliqué, empujando la puerta para cerrarla y chasqueando la cerradura en su momento. De ninguna manera me iban a cazar así otra vez.

Su ceño se profundizó mientras negaba con la cabeza.
—¿Arreglado todo? ¿De qué estás hablando, y por qué estabais vosotros dos tomados de la mano? —preguntó, completamente confundido y todavía estresado por lo que sucedió en su clase anteriormente.

Miré a Sam, esperando a que se explicara. Me acerqué más a Louis, adorando como su brazo serpenteaba alrededor de mi cintura sin que él pareciera pensar en ello.

—Acabo de besar a tu novia delante de un par de profesores —dijo Sam, encogiéndose de hombros como si eso fuera un hecho cotidiano.

¡Vale!, ¡yo no habría comenzado de esa manera!

La mandíbula de Louis se tensó. Levantó una ceja hacia Sam, ya luciendo seriamente molesto.

—Más vale que sea una broma —advirtió.

Tragué saliva, y Sam negó con la cabeza.
—No, no es una broma. Acabo de salvar tu culo y le dije a un par de profesores que Chloe y yo estamos saliendo. De esta forma cuando la chica vaya a decirle al director lo de vosotros dos besándoos, tendréis a otras personas como testigos de que ella está, de hecho, saliendo con tu hermano. —Sonrió con orgullo, obviamente satisfecho con su plan. Yo estaba sin duda satisfecha con su plan. Louis por otro lado...

—¿Besaste a mi novia? Sam, ¿qué demonios te pasa? —gruñó, su brazo apretándose en mi cintura.

Puse mi mano sobre su pecho.

—Creo que es un plan excelente. En serio, piensa en ello. Dos profesores ahora creen que estoy saliendo con Sam, así que eso explica por qué tú y yo parecemos un poco más cercanos que una estudiante y un profesor. Sam también acaba de firmar que ambos estamos dentro del edificio como visitantes. Ahora hay una evidencia documentada que dice que Sam y yo vinimos aquí juntos. Es un plan brillante —le expliqué, mirándolo suplicante. No quería que estuviera enfadado con Sam; realmente le debíamos un gran favor por esto.

Tragó con fuerza, el ceño fruncido creciendo en su frente.

—¿No se supone que debo enfadarme porque mi hermano pequeño acabe de besar a mi chica?

Sam se echó a reír. —Ni siquiera le metí la lengua. ¿No es así, bombón? Apóyame —trinó, sonriendo y sentándose en una de las mesas, aparentando una imagen de tranquilidad.

El ceño de Louis se profundizó.

—De verdad, a veces eres un enano molesto, Sam. ¿Lo sabes? —le regañó, mirándole con desaprobación.

Sam movió su mano con desdén.

—Relájate, no es como si ella admitiera que era mejor besando que tú... oh, espera, ¡sí que lo hizo! —bromeó, sonriendo hacia mí.

Sentí subir el calor a mi cara mientras negaba con la cabeza ferozmente.
—Estaba bromeando, ¿no oíste el sarcasmo en mi voz? —pregunté, poniendo los ojos en blanco.

Él me hizo una mueca.

—No oí el sarcasmo, bombón, tu voz estaba demasiado falta de aliento por la sesión de manoseo —respondió, meneando las cejas hacia mí. Louis le dio un puñetazo en el brazo, lo que hizo que Sam hiciera una mueca de dolor pero se riera al mismo tiempo. Alzó las manos inocentemente—. Estaba bromeando. Dios, relájate, hermano mayor. ¡Ahora mismo debería estar recibiendo agradecimientos, no abusos!

Tomé la mano de Louis y se la apreté suavemente para conseguir su atención.

—Para y piensa en esto. Sam en realidad sólo nos ayudó. Ahora podemos decirle a Erika que le den —le dije, sonriendo.

Una sonrisita tiró de las comisuras de su boca mientras me miraba tiernamente.

—¿Qué le den por dónde? —tiró de mí hacia él, aplastando mi cuerpo contra el suyo.

Me reí en voz baja y deslicé mis brazos alrededor de su cuello, sabiendo que la puerta estaba cerrada esta vez.

—Que le den por el culo.

Louis se echó a reír.

—¿Está mal que me encante el sonido de eso saliendo de tu boca, preciosa? —preguntó, acariciando con la punta de su dedo mi labio inferior.

Asentí. —Sí, le hace sonar un poco extraño, Sr. Tomlinson. —Él se rió y me besó suavemente antes de poner su frente contra la mía y mirarme a los ojos.

Sam se aclaró la garganta.

—Bien, así que de una vez por todas, Chloe, ¿quién es el que besa mejor? —preguntó. Louis se movió tan rápido que apenas lo vi, se dio la vuelta y agarró un libro de su escritorio y se lo lanzó a Sam. Sam sólo se rió y lo atrapó, sonriendo alegremente mientras empezaba a hojear las páginas—. Ya sabes, no sé lo que ves en él, bombón. Quiero decir, él es un empollón de las matemáticas —dijo él, mirando las páginas con desagrado.

Me eché a reír y me encogí de hombros.

—Así obtendré un sobresaliente fácilmente —bromeé.

Louis se echó a reír.

—Tengo noticias para usted, Srta. Henderson, apenas está raspando un aprobado en mi clase —se burló, riendo mientras yo le daba un puñetazo suave en el pecho.

—Entonces tal vez debería esforzarme más para impresionar al profesor —coqueteé, agarrando su camisa y apretándome más contra él.

Louis asintió, pensativo.

—Simplemente no empieces a usar faldas otra vez. —Louis y yo nos echamos a reír, y Sam se limitó a mirarnos como si fuéramos un par de locos, obviamente no captando la broma privada.

El pomo de la puerta giró, lo que causó que yo y Louis saltáramos lejos el uno del otro. Miré a Sam preocupada, pero él sólo se encogió de hombros y dio un paso a mi lado. La persona llamó a la puerta cuando no pudo abrirla. Louis pasó la mirada de mí a Sam.

—Creo que será Caroline —murmuró, enderezó su camisa. Se acercó a la puerta, desbloqueó la llave y abrió, con una sonrisa falsa en su cara—. Oh, hola —dijo a quienquiera que fuese.

—¿Va todo bien? ¿Cómo es que la puerta estaba cerrada? —dijo una seductora voz de mujer ronroneando. Louis asintió y abrió la puerta, indicándole que entrara. Louis tenía razón, era la Srta. Teller.

Sus ojos se posaron en mí y en Sam, y sentí el cuerpo de él sacudirse junto al mío—. ¡Mierda, está buenísima! —susurró Sam en mi oído. Me reí mientras asentía. Parecía que el único que no codiciaba a la Srta. Teller era mi novio.

—Hola, Chloe —gorjeó ella, sonriendo y colocando el bolso sobre la mesa, con los ojos moviéndose hacia Sam por un segundo.

—Hola —le contesté, sonriendo incómodamente por lo cerca que estábamos Louis y yo segundos antes de que ella entrara.

Miró a Louis con curiosidad, obviamente preguntándose quién era Sam. Louis dio un paso adelante y sonrió.

—Oh, lo siento, este es mi hermano pequeño, Sam. Sam, esta es Caroline Teller, también es profesora aquí en el instituto —hizo las presentaciones encogiéndose de hombros.

Vi surgir una sonrisa en los labios de Sam mientras le estrechaba su mano.

—Es un placer conocerla —Su brazo se deslizó alrededor de mi hombro, tirando de mí más cerca a su lado. Jugó con un lado de mi pelo y vi a la señorita Teller levantar una ceja ante el movimiento.

—Encantado de conocerte —dijo lentamente—. Así que tú y Chloe... —se interrumpió, mirándome en busca de confirmación.

Tragué saliva y moví los ojos hacia Louis, que estaba frunciendo el ceño y parecía un poco tenso. Supongo que tengo que seguir el juego para que podamos tener otro respaldo. Asentí y abrí la boca para hablar, pero Sam lo hizo primero.

—Oh, demonios, sí, me estoy tirando a una de las estudiantes de mi hermano. Incómodo, ¿verdad? —dijo, riendo cuando le di un codazo en las costillas.

El ceño de Louis se profundizó; por suerte estaba de pie ligeramente detrás de la Srta. Teller para que ella no se diera cuenta de su mal humor.

—No creo que la palabra «tirando» sea muy apropiada, Sam —gruñó. Era evidente que estaba tratando de seguir el juego y mantener la calma, pero no estaba funcionando muy bien para él.

Sam le sonrió antes de volverse hacia mí.

—Oh... lo siento, bombón. Haciendo el amor —corrigió, lanzándome un guiño coqueto.

¡Oh, Dios mío, Louis va a disfrutar arrancándole la cabeza a Sam por esto!

Sonreí débilmente, tratando de no encogerme mientras él me acercaba más. La Srta. Teller se echó a reír.

—Esto es bastante incómodo —admitió, antes volverse hacia Louis y sonreír—. Espero que no le estés haciendo pasar a la novia de tu hermano un momento difícil en clase, eso podría hacer las reuniones familiares un poco tensas.

Louis negó con la cabeza, mirando al suelo cuando Sam besó el lateral de mi cuello. Aproveché la oportunidad para pisarle el pie mientras la Srta. Teller miraba en la otra dirección.

—¡Ay! Mierda, cuidado, bombón —jadeó Sam, haciendo una mueca y cambiando su peso sobre el otro pie.

—Lo siento, Sambo —le sonreí con dulzura.

Me miró como advirtiéndome antes de agarrar mi cara y besarme en plena boca. Antes de que tuviera tiempo para reaccionar, se había ido; miré hacia arriba para ver que Louis había agarrado la parte posterior de su camisa y tiraba de él alejándolo de mí.

—Nada de demostraciones públicas de afecto en el instituto, hermanito. Y usted —me señaló—, tiene detención conmigo el lunes a la hora del almuerzo por esto.

Luché contra una sonrisa. Eso no era exactamente un castigo, pasar tiempo con él. Asentí con la cabeza esforzándome por mirarlo avergonzada.

—Como diga.

La Srta. Teller rió. —Es que después de las clases, ya sabes, ¿no puedes ser un poco más tolerante con ellos? Él es tu hermano después de todo, y fue su culpa, no la de Chloe —le persuadió, guiñándome un ojo, obviamente pensando que me estaba ayudando cuando, en realidad, una hora con Louis el lunes era increíble para mí.

Una sonrisa tiró de las comisuras de la boca de Louis.

—Si pudiera castigar a ese pequeño gamberro lo haría —dijo, dando a Sam un puñetazo en el brazo un poco más fuerte que si estuviera jugando.

Sam movió los hombros para quitárselo de encima.

—Nos vamos. De todos modos, mamá dijo que te asegurases de estar en el restaurante mañana a las ocho. Eso es lo que vine a decirte —dijo.

—Sí, gracias —Louis se encogió de hombros, mirando a la puerta, señalando con la cabeza para que nos fuéramos.

Sam tiró su brazo alrededor de mi hombro de nuevo.

—Nos vemos mañana entonces, Louis. Fue agradable conocerte Caroline —Sam sonrió en su dirección otra vez, y supe que estaría hablando de la profesora caliente esta noche cuando saliéramos. Justo cuando llegamos a la puerta se detuvo y miró a Louis—. No tienes ningún condón de repuesto, ¿verdad?

El rostro de Louis se endureció al instante. Di un grito ahogado y le di un codazo a Sam en las costillas.

Eso era totalmente innecesario. Estaba intentando hacer rabiar a Louis a propósito.

—Puedo decirte con absoluta certeza que no conseguirás ninguno esta noche, Sam Tomlinson —gruñí. Idiota.

Él se echó a reír y me besó en la mejilla.

—Lo que tú digas, bombón —Hizo un gesto por encima del hombro y me arrastró fuera de la habitación—. Nos vemos luego, hermano mayor —le gritó, riendo maliciosamente para sí mismo.


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Mensaje por 1DemiLovaCB Miér 13 Mar 2013, 5:25 pm

Sam = new crush
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Mensaje por Ainhoa Jue 14 Mar 2013, 7:39 am

SOLO PUEDO DECIRTE UNA COSA *CARA SERIA* M.E E.N.C.A.N.T.A ME ENCANTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA PUES ESO QUE LA SIGAS ME ENCANTA ESTA NOVELA!!!
PD: ME ENCANTA CUANDO SAM HACE RABIAR A LOUIS JAJJJAAJ SIGUELA CUANDO PUEDAS :)
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Mensaje por 1DemiLovaCB Jue 14 Mar 2013, 2:02 pm

Capitulo 33


Cuando me desperté por la mañana no podía dejar de sonreír, estaba feliz. Sam había sido divertido anoche y me había reído hasta que me dio dolor de estómago por algunas de las cosas que hizo. Realmente era un gran amigo y tenía suerte por tenerlo en mi vida.

Apenas habíamos llegamos a la bolera y Louis había llamado Sam.

Me había sentado justo allí, tratando de no escuchar lo que se gritaban por teléfono, pero Louis le gritaba tan fuerte que casi podía oír cada palabra. No podía dejar de reírme de él, sobre todo cuando Sam apartó el teléfono de su oreja y lo que hizo fue ponerlo sobre la mesa, antes de proceder a ponerse los zapatos de los bolos mientras que Louis vociferaba en la línea, ajeno al hecho de que su hermano no estaba escuchándolo. Él estaba seriamente enojado porque Sam me hubiera dado un beso, por lo que pude deducir el porqué de la rabieta, odiaba la broma demasiado, pero creo que por todo lo demás, el que besaran a su novia frente a sus narices lo había provocado él.

Había dormido muy bien anoche. Todo iba a salir bien. El plan de Sam era genial y aunque Louis y yo ahora tendríamos que ser aún más cuidadosos con los demás, por si alguien se daba cuenta o sospechaba porque fuéramos muy amables el uno con el otro, entonces tendríamos la excusa de que yo estaba en una relación seria con su hermano.

Perfecto.

Eran más de las diez, me tocaba hacer las tareas de Erika a las 12:30, sería una venganza. Hoy iba a ser un día agradable, podía sentirlo. Cuando hablé con Louis la noche anterior, antes de acostarme, él quería que no me enfadara por tener que hacer las tareas de Erika, o que le mandara un mensaje de texto con un: «Vete a tomar por el culo». Pero Sam y yo habíamos conseguido algo mejor la noche anterior, así que definitivamente iba a hacer las tareas de Erika hoy... y disfrutaría haciéndolo además.

Hice un desayuno rápido antes de ir arriba y guardar mi ropa y el maquillaje para la cena de esa noche y un cambio de ropa para el día siguiente. «Accidentalmente» se me olvidó meter pijamas para esa noche, me gustaría mucho más dormir con una camiseta de Louis en su lugar. Dejé mis cosas en mi habitación y me metí en mi voluminosa chaqueta para conseguir ocultar allí mis cosas para que no fueran vistas. Ya estaba preparada para ir a casa de Erika.

Cuando llegué a la dirección que me había dado, abrí la boca y miré la gran casa blanca en frente de mí.
El camino de entrada era tan largo que las piernas me dolían para el momento en que llegué a la puerta principal.

Puse una sonrisa en mi cara cuando levanté la mano y presioné el timbre de la puerta dorada de gran tamaño.

Cálmate, Chloe. Guau, pon cara de indiferencia, esto es una mierda.

Me reí para mis adentros y luego me mordí el labio, tratando de relajarme y no dejar ver nada. Abrió la puerta con el ceño fruncido en su rostro mientras me miraba con desagrado de la misma manera que siempre lo hacía.

—Bueno, me alegra que hayas venido con ropa vieja, hoy te ensuciarás —dijo ella, sonriendo mientras me hacía un gesto con la mano para que entrara.

Asentí, tratando de alejar la sonrisa de mi cara.

—Entonces, ¿qué es lo que tengo que hacer exactamente? —le pregunté, rogando para que fueran las cosas que ya me había dicho que iban a ser.

Ella sonrió maliciosamente. —Tienes que pulir algunos de mis zapatos. Tienes que planchar mi ropa y mi coche es un desastre, tienes que limpiar el interior y el exterior. Después de haber hecho todo eso, puedes limpiar el estiércol de los caballos, en el establo.

Señalado hacia la parte trasera de la casa.

Su casa era preciosa por dentro. Tenía los techos altos, paredes decoradas por expertos y los suelos de roble. Sabía que sus padres tenían mucho dinero, pero no sabía que tenían tanto, tenían caballos en su patio trasero. No me extrañaba que actuara como una niña mimada todo el tiempo.

Asentí, tratando de parecer molesta, cuando en realidad esperaba dos de esos trabajos.

Todo iba a la perfección. Joder, me encantaba Sam por ser un genio del mal. Me recordó un poco a Amy y a sus esquemas atolondrados. Estaba secretamente contenta de que fuera un hijo de puta y que ella estuviera enamorada de Ryan, porque si esos dos alguna vez se juntaran, tendrían hijos peligrosos.

Señaló una pila de zapatos y botas de cuero que había puesto en la parte inferior de la escalera y utensilios de limpieza.

—Comienza entonces, princesa de hielo, —ordenó, sonriéndome engreídamente.

Sonreí con dulzura y me dirigí allí, sentándome en el suelo, puliendo sus zapatos como ella me lo pidió.

Me miró durante unos cinco minutos antes de que se aburriera y se fuera a hacer algo de comer. Me reí cuando ella salió de la habitación y metí la mano en mi bolsillo interior y saqué el pequeño paquete de polvos pica-pica que Sam y yo habíamos comprado la noche anterior. Rocié todos los zapatos, tomé una foto con mi teléfono de cómo lo hice y se lo envié a Sam, sabiendo que iba reventar de la risa.

Los sacudí para que no fuese evidente y luego volví a pulir todos ellos, con una sonrisa enorme en la cara. Venganza número uno, completa. Cuando todos estuvieron brillantes, me dirigí hacia la dirección a donde Erika fue, husmeando su casa mientras tanto. Me sentí un poco como una acosadora, pero Sam me había instruido e mantener los ojos abiertos para no hacer nada incriminatorio. Realmente no sabía lo que él esperaba que yo encontrara, tal vez una foto de ella como una niña gorda o una carta que dijera que en realidad nació como chico.

Lo que me dijo es que buscara su diario. Tuve la sensación de que estaría encantado de leer el diario de la chica, un «placer prohibido» decía él. Estaba bastante segura de que Erika no sería tan estúpida como para dejarlo por ahí sabiendo que yo iba a venir.

La encontré sentada en la mesa de la cocina, mordisqueando ensalada verde, demasiado básica, sin aderezo, se veía tan sosa.

—Erika, he terminado con los zapatos —le dije en voz baja.

Dejó de mirar las reposiciones de The Hills y me miró con odio. En realidad no tenía idea de lo que hice para disgustarle tanto esta chica.

Ella odiaba también a Amy, pero no había ninguna otra explicación que el hecho de que era una bruja malvada.

—Tengo un poco de ropa que hay que planchar antes de la fiesta a la que voy esta noche —me informó, empujando la mitad de comida de conejo lejos de ella.

Supuse que estaba queriendo decir que la siguiera y así lo hice.

Me llevó a un lavadero independiente y abrió un armario donde una tabla de planchar inmediatamente salió y se desplegó. Vaya, a mi madre le encantaría uno de esos armarios. No me podía imaginar tener dinero suficiente para dedicar un armario a una tabla de planchar plegable. ¡Oh, cómo vive la otra mitad!

No llevaría mucho tiempo planchar un traje para la fiesta, así que éste no iba a tomar mucho tiempo.

Excepto, que resultara que ella no estuviera segura de lo que quisiera llevar. Señaló una pila de unos tres pies de alto con ropa en el lateral.

—No pongas pliegues dobles en las mangas, no me gusta, se ve tan cutre —se burló ella, mirando mis brazos como si quisiera dar a entender que tenía doble pliegue en mi ropa—. ¿Por qué sigues llevando chaqueta? ¿No tienes calor? —cuestionó, mirándome como si yo fuera estúpida.

Negué, tratando de no sonreír. —Estoy bien.

Ella rodó los ojos y se movió a otro armario.

—El material está ahí, utiliza el agua perfumada.

Ella desapareció de la habitación y yo en silencio me maldije por no haber guardado algo de los polvos de pica-pica para poder rociar la ropa también. Pero, de nuevo, no quería que me atrapara con demasiada rapidez, quería dejarle entender lentamente que estaba jugando su juego nada más. Cuanto más tiempo me llevara hacer las cosas para ella, más podría fastidiarla. Si hubiera podido, habría seguido la sugerencia de Sam de comprar ropa nueva en tallas más pequeñas, para que cuando se los pusiera pensara que había aumentado de peso. Me había llevado un tiempo explicarle que en realidad no era práctico, ya que uno: yo no tenía el dinero y dos: ¿cómo iba a saber qué tipo de ropa tenía ella? Él había estado molesto durante más de media hora.

Cuando terminé con el planchado en realidad estaba muy orgullosa por el hecho de que hubiera dejado manchitas marrones de la plancha en la parte posterior de su ropa. En realidad no quería dañar nada, sabía que iba a terminar pagando por ello si lo hiciera, así que era extremadamente cuidadosa.

Llevé la ropa de vuelta a la cocina y la encontré allí sentada sin dejar de mirar The Hills.
¿Cómo le gustaba ese show? Apenas podía soportar uno o dos episodios, pero parecía como si estuviera viendo una especie de maratón.

—¿Quieres que cuelgue esto en tu armario? —me ofrecí, levantando una ceja, tratando de parecer inocente. En realidad, quería encontrar su cuarto de baño, esperaba que ella tuviera uno privado y poder conseguir un par de minutos a solas.

Ella asintió y salió, otra vez sin hablar. La seguí por las escaleras, a un dormitorio enorme, que era exactamente igual como me lo había imaginado. Parecía como si una princesa de Disney hubiera vomitado sobre él: era de color rosa, mullido, femenino, con un dosel blanco puro que colgaba sobre la cabecera. Guau, ¿qué edad tiene, cinco años?

—Agradable habitación —murmuré, sonriendo. Tenía ganas de hacer una foto de esta habitación para poder mostrársela a Sam. Él se mearía de risa.

Ella sonrió feliz. —Sí, el diseñador tuvo que venir ya hace un par de meses. Le costó a papá un montón de dinero, pero estoy contenta con el resultado —dijo efusivamente ella, pasando la mano por la montaña de cojines de color rosa de la cabecera de su cama. Era evidente que había pasado por alto el sarcasmo en mi voz.

Se dejó caer sobre la cama, apuntando a su armario.

—Ponla ahí. Utiliza las perchas de madera, no las de metal —ordenó, con el ceño fruncido, disgustada.

Hice una pequeña reverencia y me dirigí hacia allí, vi su cuarto de baño privado.
¡Lotería! Colgué la ropa rápidamente y luego asomé la cabeza.

—¿Te importa si uso el baño? Realmente necesito hacer pis —mentí, mirándola esperanzada. Ella frunció el ceño, pero asintió. Contuve la risa que intentaba escapar y me dirigí hacia allí. Fui directamente a su armario y saqué su champú y acondicionador, echando un poco por el desagüe para dejar un poco de espacio en la botella. Entonces saqué el tinte para el cabello marrón que había comprado la noche anterior.

Vertí un poco en cada botella y le di una sacudida vigorosa para mezclarlo con su champú. No estaba segura de si iba a funcionar, pero el plan era que cada vez que lo utilizara, ya que su cabello natural era rubio platino del que estaba tan orgullosa, obtendría sólo una fracción más oscuro. Ella odiaría eso.
Estaba orgullosa por hacerlo. Venganza número dos, completa. Ahora sólo tengo que poner mis manos en su coche.

Cuando salí de la habitación ya no estaba allí. Vi su teléfono a un lado, me quedé sin aliento con la emoción. ¡Oh sí! Saqué mi teléfono y llamé a Sam, esperando que respondiera rápidamente.

—Hey, bombón. ¿Cómo está yendo la venganza? —me preguntó, riendo.

—Genial. Escucha acabo de encontrar el teléfono de Erika, así que necesito el número de tarifa Premium, Betty Ceutíes, Horney Babes, lo que sea, sólo consígueme un número —me reí por la emoción dentro de mí.

Inmediatamente consiguió varios números para mí. Fruncí el ceño y giré mi cara hacia arriba.

—¿Debería estar preocupada porque te los sepas de memoria? —le pregunté, con un poco de curiosidad.

Él se echó a reír. —No, bombón, está todo bien, no soy adicto a las líneas de chat de sexo. Sólo tengo uno memorizado, porque ahí es donde tu madre trabaja —bromeó. Rodé los ojos por su broma de «de tu madre».

—Bueno, mejor me voy. Hablamos esta noche. —Colgué y marqué el número de teléfono de Erika, a continuación, lo puse de nuevo donde lo encontré. Brevemente preguntándome cuánto tiempo estaría conectado a la línea, con suerte lo suficiente para que ella tuviera que pagar a sus padres los doscientos dólares, la misma cantidad que nos había sacado ya.

Lo último en mi lista era su coche. Podía sentir el paquete en el bolsillo de mi chaqueta y me estremecí pensando en ello, tocándolo. Tendría que asegurarme de meterla en la lavadora tan pronto como llegara a casa.

—¿Erika? —le dije mientras salía de su habitación. Ella salió de otra habitación, hablando por el teléfono de la casa, coqueteando descaradamente con quienquiera que fuese.

—Lo siguiente es el coche, encontrarás todo lo que necesitas en el garaje. Está abierto —dijo asintiendo hacia la puerta principal, señalando donde, su Mercedes se encontraba estacionado. Hice un saludo y me dirigí hacia allí, dando saltitos hacia su garaje y agarrando todo lo que necesitaba.

Pasé mucho tiempo, quería que fuera perfecto para que ella no tuviera ninguna razón para dudar de que yo no estuviera haciendo un gran trabajo. Lave y enceré hasta que pude ver mi reflejo perfectamente.

Aspiré todo el polvo en los asientos, vacié el cenicero de los envoltorios de caramelos. Parecía que la «Pequeña Señorita Conejo de poco alimento para el almuerzo» tenía una debilidad por el chocolate.

Cuando terminé finalmente de limpiar el coche, saqué la fiambrera de mi bolsillo y me meé de la risa.

Agarré la cinta adhesiva que traje conmigo y corté un par de tiras y luego procedí a sujetar con ellas un gran trozo de carne cruda en el interior de su salpicadero. Le llevaría un tiempo echarse a perder, pero ella no tendría idea de que estaba ahí y conduciría durante años preguntándose de dónde venía el pútrido olor. Ésta era otra de las geniales creaciones de Sam.
Y con eso, ¡la venganza número tres estaba completa!

No me metí con los caballos. Sam quería que los soltara para que ella tuviera que atraparlos, pero no quise hacer eso en caso de que se lastimaran o algo. Me encantaban los caballos, así que sorprendentemente disfruté el tiempo que pasé con ellos. Tomé mi castigo de limpieza como un hombre y me amoldé a las circunstancias, jadeando secamente entre cada par de palazos. Me llevó más tiempo del que pensé, pero ésta era la única vez que iba a hacerlo por lo que me aseguré de hacerlo apropiadamente, para que los caballos se sintieran a gusto.

Cuando terminé con eso y me lavé las manos unos buenos cinco minutos, ella me despachó. Me entregó sus tareas de inglés, historia y biología que tenían que estar terminadas para el lunes por la mañana y me instruyó nuevamente con que nada más bajo que una B.

B mi culo, si Louis tuviera algo que ver con todo esto, ella quedaría suspensa en las tres asignaturas. Él me hizo prometerle que podría ayudarme si ella me daba su tarea. Tenía la sensación de que iba a insistir en hacer algunas adiciones que no estaban en las sílabas.

Lo llamé de camino a casa y acordamos que vendría a buscarme en una hora para que tuviera tiempo de darme una ducha. Me sentía asquerosa después de toda esa limpieza. Cuando estuve limpia y mi aroma fue el mismo de siempre, me dirigí al piso de abajo para pasar unos pocos minutos con mis padres antes de que Louis se presentara.

—¿Estás seguro que estoy bien? —le pregunté por centésima vez. Acabábamos de llegar al restaurante y apenas podía siquiera permanecer parada porque sentía que mis rodillas estaban temblando por los nervios.

Louis sonrió y sacudió la cabeza, obviamente entretenido por mis payasadas. Le había estado preguntando lo mismo durante la última hora, pero no parecía molestarse nunca conmigo por eso. En vez de burlarse de mí al respecto o decirme que me callara, sonreía con calma y me decía que lucía hermosa, perfecta, increíble, asombrosa o algún otro superlativo que se le ocurriera.

Tomó mi mano y alejó mi cabello meticulosamente rizado por encima de mi hombro, sus dedos rozaron mi piel e hicieron que se me pusiera la piel de gallina.

—Estoy con la chica más hermosa de todo el restaurante —susurró y me besó suavemente.

Sonreí. —Bueno, ¿crees que puedes dejarme en casa antes de que te pongas a hacerlo con ella? Después de todo vine contigo —bromeé, mientras estiraba mi vestido negro una vez más en un intento de calmar los nervios.

Se rió y pasó una mano alrededor de mi cintura.

—Si te sientes incómoda en algún punto y quieres irte, entonces deberíamos tener alguna clase de palabra secreta o algo para poder escapar —sugirió pensativo.

—Como, ¿erizo o renacuajo? —sugerí y me reí por lo tonto que estaba siendo.

—Renacuajo, me gusta, usaremos esa —estuvo de acuerdo, obviamente porque pensó que yo hablaba en serio. Me reí más fuerte mientras él me guiaba hacia la puerta principal del restaurante. Mi sonrisa se desvaneció cuando los vi a todos parados en la barra, claramente estaban esperándonos, dado que estaban todos juntos.

—Oh mierda —murmuré entre dientes.

—Relájate, preciosa, estarás bien y ellos te querrán tanto como yo. Maldita sea, mi madre ya te adora. —Me dio un pequeño apretón mientras nos acercábamos a su familia. Estampé una sonrisa en mi rostro y esperé que cubriera los nervios que estaba destinada a tener inconscientemente.

Tan pronto como llegamos al grupo, Sam dio un paso al frente y le dio a Louis un manotazo en la parte posterior de la cabeza.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que le quites las manos de encima a mi novia? —lo regañó.

Miré a Sam y rompí a reír. Louis, por otro lado, no se rió. Tenía la sensación de que él no iba a disfrutar de la noche en absoluto. Se veía como si quisiera mutilar seriamente a su hermano; claramente no se había olvidado del chiste del condón de ayer.

Louis se volteó y me miró a los ojos.

—¿Renacuajo? —me preguntó, casi suplicándome.

Rompí en un ataque de risitas, probablemente haciéndome parecer una total y completa retrasada en frente de su familia. Ésta no era exactamente la impresión que quería causarles. Definitivamente estaba actuando como la pequeña colegiala que era. Louis rió también y presionó su frente contra la mía, su brazo apretó más fuerte mi cintura.

Miré hacia sus padres, sonreí apenada, pero ellos eran todo sonrisas, Johanna, su madre, nos estaba mirando como si fuéramos la cosa más linda. Louis suspiró y se alejó.

—Chicos, ella es mi novia, Chloe. Chloe, esta es mi loca familia. ¿Sabes sus nombres, no? —preguntó.

Asentí y sonreí, estirando educadamente mi mano. —Claro, es bueno verlos otra vez.

Johanna hizo un leve sonido de «Aww» al tiempo que sacudía mi mano, sonriéndome feliz.

—Me alegra mucho que pudieras venir, Chloe. Hemos estado atormentando a Louis para que te trajera a casa, pero insiste en guardarte toda para él —dijo, mostrando un enfado de broma.

Louis rió. —No me gusta compartir —bromeó, mientras me acariciaba la espalda con su mano.

Estreché las manos con el resto de la familia. Entablé una cortés conversación con ellos durante unos minutos mientras caminábamos hacia nuestra mesa, Sam agarró mi mano, me acercó a él y se inclinó un poco para susurrarme al oído.

—¿Cómo te fue con las cosas que planeamos hoy? —preguntó, obviamente quería saber lo que pasó con Erika pero estaba tratando de ser sutil por su familia.

Sonreí. —Justo como lo planeamos —le dije, asintiendo alegremente. Levantó el puño en alto, claramente porque quería hacer uno de esos cursis golpes de puños que hacía con su hermano. Bajé la mirada para ver su mano y levanté una ceja—. Crece, Sam. Ustedes los Tomlinson son tan inmaduros... —afirmé, sacudiendo mi cabeza con fingida desaprobación.

Él sonrió y tomó mi mano, formó con ella un puño y lo chocó contra el suyo.

—Te encanta —se rió, mientras me guiñaba el ojo—. Por cierto, ¿tenía un diario? —Me miró con una expresión extremadamente optimista en su rostro.

—No, Sam. Lo busqué, pero no tiene —confirmé, viendo como él fruncía el ceño. En serio era un poco raro que se emocionara tanto por el diario de una chica—. De todos modos, ¿por qué estás tan interesado?

Sonrió deseoso. —Si eventualmente pudiera entender el funcionamiento interno de un cerebro femenino, entonces no habría ni una chica en el mundo capaz de resistirse a mí —declaró, con una mano en su pelo, en un intento de verse serio pero había una sonrisa que asomaba en su boca. Me eché a reír. Cuando llegamos a nuestra mesa, Louis corrió mi silla para que me sentara, como el increíble novio que era.

—Tal vez te permita leer mi diario —dije burlándome de Sam. Ni siquiera tenía un diario, pero podía inventar algunas estupideces y dárselo para que lo leyera en plan broma.

Estrujó su cara y sacudió la cabeza intensamente.
—¿Crees que quiero leer los detalles de cómo tú y mi hermano os ponéis cachondos? Hombre, no puedo ni pensar en vosotros desnudándoos y teniendo se... —comenzó, pero Johanna lo cortó.

—¡Sam Tomlinson! Ya es suficiente —lo reprendió, mirándolo sorprendida.

Chasqueé la lengua y sacudí la cabeza exageradamente.

—Escucha a tu madre, Sambo, estás siendo grosero —me metí en la conversación, sonriendo con suficiencia.

Me guiñó un ojo y agarró su menú, observándolo con fingido interés. Volví la mirada hacia Louis. Él sonrió y cerró la distancia entre nosotros con un suave beso, colocó su mano en la parte de atrás de mi cabeza para que no pudiera alejarme. Me sonrojé al pensar en que sus padres nos estaban viendo, pero se sentía bien poder estar en frente de otras personas como una pareja. El hecho de que me reconociera de esta manera frente a su familia me hacía sentir extremadamente especial.

Sam se aclaró la garganta. —Sabéis, pagaría por ver eso si no fueras mi hermano, Louis —afirmó, y todos se rieron, provocando que me sonrojara aún más.

Louis se retiró a penas, su mano todavía estaba en la parte posterior de mi cabeza mientras me miraba a los ojos, una sonrisa asomaba en los extremos de su boca.

—Me encanta salir contigo y presumir —me susurró.

Oí un pequeño «Aww» de Johanna de nuevo, pero esta vez lo ignoré y centré mi atención en Louis y en que él me hacía sentir, como la única chica en todo el restaurante.

—Eso mismo para ti, señor Tomlinson —bromeé.

Sonrió y me besó en la punta de la nariz antes de retirarse y soltarme.

—Entonces, ¿qué vais a pedir? —preguntó en voz alta, para cambiar el tema de conversación mientras escaneaba el menú.

Sam me codeó suavemente en el costado.

—El bombón y yo vamos a compartir un plato de espagueti, así podremos hacer eso de La Dama y el Vagabundo —dijo.

Me reí y sacudí la cabeza cuando Louis suspiró y le lanzó una mirada sombría. Ésta iba a ser una noche divertida. Parecía que Sam intentaba molestar a Louis tanto como fuera posible.
Y si resultaba que yo tenía razón, la noche iba ser increíblemente divertida. Tal parecía que la familia de Louis me diera la bienvenida con los brazos abiertos. Sus padres fueron geniales, tal como cuando los conocí en la boda de Kaitlin. Me preocupaba que no les agradara debido a mi edad y todo eso de que su hijo podría ser enviado a la cárcel en cualquier momento, pero no mencionaron que fuera menor de edad o que fuera su estudiante ni una vez. La charla se basó más en qué cosas me gustaban hacer, cómo era mi familia, y las cosas generales para llegar a conocer a alguien.

Su madre parecía simplemente amar el hecho de que Louis fuera feliz. Ella era increíblemente linda. Su marido, Mark, era tal como sus chicos, divertido, ocurrente y coqueteaba constantemente con su esposa. Aparentemente éste era su aniversario de bodas número veintiocho, sin embargo, seguían mirándose el uno al otro con esa chispa de amor en los ojos. Cada vez que él colocaba su brazo alrededor de ella o compartían alguna risita o sonrisa, yo miraba a Louis y no podía evitar preguntarme si él me seguiría mirando de esa manera si lográbamos durar tanto.

Kaitlin, la hermana de Louis, era adorable también. Era justo como Johanna, amable, dulce y muy muy conversadora. Su esposo, Andrew, era del tipo fuerte y silencioso, pero cuando sí se sumaba a la conversación era sorprendentemente ingenioso. Se equilibraban perfectamente el uno al otro; a ella le encantaba hablar un montón y él parecía contento con oír lo que fuera que ella tuviera para decir. Obviamente estaban todavía en la etapa de la «luna de miel» de su relación, porque él parecía tener problemas en mantener sus manos alejadas de ella, por mucho que provocara el asco evidente en Sam y Louis y sus comentarios acerca de que se consiguieran una habitación.

En términos generales, me encantó, y ya los amaba también. En serio, no debería haber esperado de su familia nada menos de lo que eran. Con dos increíbles hijos como Louis y Sam, era seguro que todos serían personas fenomenales. Aunque, en cierta manera, conocerlos me hizo sentir un poco mal.

Anhelaba hacer esto con Louis y mi familia. Me encantaría llevarlo a casa conmigo, para que papá estrechara las manos con él y le diera el visto bueno. Adoraba a mi papá, y que aprobara al amor de mi vida significaría mucho para mí. Sólo faltaban seis meses, y entonces sería capaz de hacerlo. No podía esperar para poder jactarme de él orgullosamente, tal como lo estaba haciendo él conmigo en este momento.

Tan pronto como intercambiamos abrazos de despedida con todos y prometimos pasarnos por la casa de sus padres el próximo domingo para una cena familiar, finalmente nos fuimos a su apartamento. No podía esperar para tener simplemente sus brazos a mi alrededor; sentía como si hubiera pasado mucho tiempo.

—Entonces, ¿cómo lo hice? —pregunté, haciendo una mueca nerviosamente, mientras esperaba su reacción.

Él sonrió, tomó mi mano mientras conducía, la llevó hacia su regazo, nuestros dedos estaban entrelazados.

—Estuviste genial, preciosa. Te adoran —me aseguró.

Me mordí el labio y me hundí en el asiento, incapaz de mantener la sonrisa de satisfacción fuera de mi rostro.

—No puedo creer que no les importara nada, así como así. ¿Cómo pueden aprobarme, sabiendo que tengo diecisiete y soy tu estudiante? —pregunté, sacudiendo mi cabeza asombrándome de ellos.

Él sonrió y se encogió de hombros.

—Ellos sólo me quieren feliz, y tú... —levantó mi mano hasta su boca y besó el dorso suavemente—. Tú me haces muy feliz.

Suspiré con satisfacción y cerré los ojos.

—Tú me haces muy feliz también —confirmé, sonriendo abiertamente como una idiota.

Cuando llegamos a su apartamento lo noté un poco tenso. Tenía un presentimiento de que estaba preocupado porque el que yo me quedara a pasar la noche empujaba los límites un poco. Apreté su cintura de modo tranquilizador y me apreté a su costado más fuerte. Él me sonrió y presionó sus labios a los míos mientras que deslizaba su llave en la cerradura, se retiró y puso su frente en la mía.

—Te amo —susurró él, frotando su nariz contra la mía en un besito esquimal.

—Te amo también —respondí inmediatamente. Sonrió abiertamente y se apartó, tomando mi mano y entramos en su apartamento, cerrando la puerta detrás de nosotros. Miré mientras cerraba la puerta con llave, encerrándome dentro del apartamento para variar. Amé el sonido del clic. Aquel sonido señalaba que yo me quedaba aquí para pasar la noche, el sonido hizo que mi aliento se atorara en mi garganta, mis rodillas temblaran un poco por el entusiasmo.

—¿Quieres algo de beber? Podríamos poner una película, son sólo las diez y media —sugirió él, mirando en su reloj.

Agité mi cabeza y me acerqué a él, deslizando mis brazos alrededor de su cuello.

—Sólo quiero ir acostarme contigo.

—¿Aunque sea sólo para abrazarnos, verdad? —dijo él inclinándose para mirar mis ojos.

Asentí. Yo conocía las reglas, respetaba las reglas, sólo que no me gustaban.

—Sólo quiero que me abraces, eso es todo —confirmé.

Sonrió y pasó sus manos por mis brazos, cuando llegó a mis manos entrelazó nuestros dedos y anduvo de espaldas hacia su dormitorio, llevándome junto con él. Me sentí tan contenta, tan feliz, tan satisfecha.

No necesitaba nada más que sus brazos envolviéndome, su aroma para llenar mis pulmones, para dejarme llevar por el sueño sabiendo que despertaría junto a él. Esto parecía el cielo.

Cuando llegamos a su dormitorio, él recogió la bolsa que había traído conmigo antes, la puso en la cama por mí. Me dirigí a ella y la abrí, sabiendo que no había metido nada para dormir.

—¡Uy, olvidé traer el pijama! —grité, frunciendo el ceño teatralmente mientras que disimulaba buscaba en mi bolso.

Él suspiró. —A propósito, seguro. —Me miró a sabiendas y reí con aire de culpabilidad mientras me encogí de hombros. Sonrió—. Parece que esta noche dormirás desnuda —bromeó. Sus ojos barrieron mi cuerpo de arriba a abajo, despacio, como si lo estuviera imaginando o algo así.

Sentí el aliento atragantado. ¿Habló en serio? ¿Voy a estar en su cama desnuda? ¡Oh diablos sí! ¡Me gusta cómo suena esto!

—¿En serio? —pregunté, mirándole con excitación.

Él rió. —Tú realmente eres una pervertida. No, preciosa, estaba bromeando. La última vez comprobé que todavía eras menor de edad —se burló, guiñándome mientras se quitaba la camisa con botones azules, sacándola sobre su cabeza y lanzándomela—. Duerme con esto. —Sonreí agradecidamente y mordí mi labio cuando lo observé. Su cuerpo me hizo la boca agua y a mis rodillas temblar. Moví mis manos hacia la espalda de mi vestido, estaba justo apunto de desabrocharlo para poderme cambiar, cuando él gruñó.

—Te puedes cambiar en el baño —masculló, señalando con la cabeza la puerta.

Puse mala cara cuando me dirigí al cuarto de baño. Parece como que definitivamente no conseguiré nada más que un abrazo esta noche. Yo realmente no esperaba algo, sabía lo serio que era sobre que yo fuera menor de edad; él realmente quería esperar, así que esperaríamos. Esta noche era más sobre estar cerca de él, teniéndolo abrazándome como solía hacerlo y pasar tiempo juntos sin tener que mirar el reloj para ver si yo iba a saltarme mi toque de queda. Sólo relajándonos, como Louis y Chloe, en vez de profesor y estudiante.

Me quité el vestido y el sujetador, dejándome las bragas, me coloqué su camisa sobre mi cabeza.

Mientras pasaba por mi cara respiré. Su aroma me asombró. Provocó mis sentidos, como una especie de droga, me elevó de inmediato. Esta noche tengo que dormir con este olor alrededor de mí; deseé que esta noche durara para siempre.

Cuando salí del cuarto de baño, Louis gruñó. —Olvidé lo sexy que te ves con mi ropa —él casi rugió. Dirigí rápidamente mis ojos a él. Estaba en la cama, con su pecho desnudo. Las sabanas cubriendo sólo encima de su ombligo. Me hizo hormiguear mi estómago por lo increíble que se veía. Probablemente nunca me acostumbraría a la atracción que sentía por él, literalmente parecía el hombre más hermoso del mundo.
Nada ni nadie se comparaba con Louis.

Sostuve mi aliento, tratando de esconder mi deseo por él mientras caminaba al otro lado de la cama y subía despacio, sólo preguntándome si yo sería capaz de detenerme, de pedir un poco de atención física.

Podía sentir las palabras a punto de reventar para salir de mi boca; lo deseaba tanto que era casi doloroso.

Él sonrió, sus ojos barrieron mi cuerpo mientras yo hacía lo mismo con él.

—Ven conmigo entonces, preciosa —ronroneó de modo seductor. Tragué aire y me escabullí sobre él mientras que él rodaba de lado y pasaba un brazo bajo mi cuello. Me moví imposiblemente más cerca, poniendo mi cabeza en su hombro, inclinando mi cara para así poder mirar los ojos del hombre del cual estaba enamorada. Coloqué una pierna entre las suyas, enredándonos juntos íntimamente.

Su nariz acariciaba contra la mía despacio, sus ojos miraban directo a los míos. Podía ver la lucha que tenía consigo mismo, estaba claro a través de su cara que me deseaba, pero trataba de no descontrolarse.

Su otra mano se deslizó hacia abajo por mi espalda despacio, hacia mi trasero, empujándome aún más cerca de él.

—No sabes cuánto he extrañado tenerte en mi cama —susurró él, salpicando besitos desde el borde de mi boca, a través de mi mejilla hacia mi oído. Besó el punto sensible debajo de mi oído y me sentí temblar en su abrazo, lo que hizo que sus dedos mordieran mi trasero y mi espalda mientras me apretaba más fuerte. Soltó un pequeño gemido; no estaba segura de si había sido un gemido bueno, como de apreciación, o si era un gemido de frustración. De cualquier manera hizo brotar un disparo de necesidad alrededor de mi cuerpo.

Viendo que él me tocaba un poco, asumí que me permitiría tocarle. Incliné mi cabeza y besé la parte superior de su pecho mientras arrastraba mis dedos sobre su piel, siguiendo las líneas de sus músculos, adorando las protuberancias con las yemas de mis dedos. Sus manos vagaban por mi cuerpo también.

Jadeé cuando la que estaba en mi trasero se deslizó bajo su camisa, la que yo usaba y sentí el cosquilleó en la piel de mi barriga, sus dedos se introdujeron en el agujero de mi ombligo.

Él gimió otra vez cuando lo toqueteó, su rostro volviendo al mío mientras me besaba suavemente, despacio, tiernamente. El beso era tan suave que apenas pude sentirlo, sin embargo al mismo tiempo contenía tanta pasión que me daban ganas de gritar. Necesitaba más, lo necesitaba a él, tanto que sabía que tenía que pararle.

Él no quería esto y se enojaría consigo mismo si pasara; no lo quería molesto pensando que se había aprovechado. Tanto como esto me dolía, tenía que conseguir que se detuviera.

—Louis, creí que había una regla sobre la ropa —mascullé, odiándome por decir las palabras.

Él suspiró y retiró su rostro, sus ojos se posaron en los míos.

—No puedo hacerlo, preciosa. Yo sólo… sólo necesito verte, tocarte —susurró él, mirándome como pidiendo mi permiso.

Sentí que mi mundo había dejado de girar, o tal vez se había acelerado, ya no estaba segura de qué. Los sentimientos que recorrían por mis venas me hicieron sentir que podría volar.

—Oh Dios —mascullé, no sabiendo que más decir. Puse su boca en la mía, él gimió desde su garganta. El sonido casi me volvió loca y clavé mis uñas en su espalda, pero no pareció importarle en lo más mínimo.

Me abrazó y se tumbó sobre su espalda echándome encima de él, sin romper ni una vez el beso. Los sentimientos apoderándose; no podía pensar en nada más, sólo era un cuerpo hecho para sentir y nada más. Cada lugar donde sus dedos me tocaban parecía que se encendía en llamas, dejándome echa un manojo de nervios. Cuando sus manos comenzaron con los botones de mi camisa de repente fui plenamente consciente de que si él me la quitaba, yo no tendría nada debajo más que mis bragas de encaje. ¿Lo sabía? Tal vez suponía que llevaba también el sujetador….

—Louis, no tengo nada debajo de esto. —Jadeé cuando me beso el cuello.

—Bien —refunfuñó, tirando más enérgicamente de los botones.

Mi corazón estaba desbocado en mi pecho; estaba tan excitada que creía que esto me mataría. Sacó la camisa de mis hombros despacio, sus uñas raspando por mis brazos mientras lo llevaba a cabo, haciéndome morderme el labio y gemir silenciosamente. Sus ojos no se despegaron de mí en todo momento. Su expresión todavía se notaba rasgada, como que todavía creía que esto estaba mal de alguna manera pero que no podía detenerse. Sonreí para alentarlo; sus labios llenos se detuvieron en una sonrisa imponente mientras sacaba el resto de ropa y la lanzaba al suelo.

Nos hizo volver a rodar y entonces quedé abajo de él otra vez, luego se levantó para sentarse a horcajadas sobre mis caderas. Brevemente entré en pánico de que hubiera cambiado de opinión, que él fuera a insistir que nos detuviéramos o sugerir que él durmiera en el sofá o algo así.

Pero no lo hizo. En cambio, sus ojos vagaron despacio por mi cuerpo, desde mi cabeza, hacia abajo por mi cuello, deteniéndose en mis pechos antes de llegar a mi estómago, luego hacia arriba de regreso, tan despacio, hasta que se encontraron con los míos.

Bajó de nuevo, sus antebrazos a ambos lados de mi cabeza, soportando la mayor parte de su peso. Me miró directamente a los ojos. Apenas pude ver su amor por mí allí, la profundidad de la emoción que estaba allí me hizo derretir y mis entrañas saltaron de alegría.

—Eres tan hermosa, tan preciosa. A veces no entiendo lo que ves en mí, pero me alegro de que veas lo que sea que sea —susurró él. Su aliento sopló a través de mis labios, haciéndolos abrirse inconscientemente—. Nuevas reglas. La piel está permitida, bragas y calzoncillos se quedan, manos y boca tienen rienda suelta.

—¿De acuerdo? —preguntó, mirándome con esperanza.

¡Oh diablos sí que me gusta cómo suena eso! Asentí con impaciencia.

—¡De acuerdo, definitivamente de acuerdo! —Acepté quizá demasiado rápido.

Él rió, retirándome suavemente el pelo de la cara—. Tú sólo quieres mi cuerpo —bromeó él, cambiando su postura, haciendo que nos rozáramos en sitios íntimos. Hacía tanto tiempo de eso que casi me pregunté si era un sueño, tal vez estaba teniendo un sueño caliente con él otra vez... si así fuera, no quería despertarme.

Sonreí abiertamente y negué con la cabeza.

—Eso no es verdad. También te quiero porque me compras Lucky charms para el desayuno —bromeé.

Se echó a reír y asintió, presionando sus labios a los míos, eficazmente terminando la conversación.





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 When Summer ends - Louis Tomlinson - Página 6 Empty Re: When Summer ends - Louis Tomlinson

Mensaje por 1DemiLovaCB Jue 14 Mar 2013, 2:35 pm

Capitulo 34


Cuando lentamente comencé a ser consciente, lo primero de lo que me di cuenta era que estaba caliente, verdaderamente caliente, sudando de hecho. Contuve un gran suspiro y traté de moverme pero no podía, el cobertor estaba sobre mí, envolviéndome y era muy difícil respirar. Gemí y traté de tirar hacia fuera el cobertor, pero no cedía y estaba poniéndome más caliente.

Necesito levantarme y tomar una ducha fría. ¿Qué hora es de todas maneras? Probablemente sea la hora de ir al instituto o algo…

Me restregué los ojos para ver la hora y me encontré cara a cara con Louis, que estaba todavía durmiendo a solo unos centímetros de mí. De repente me di cuenta de que era su cuerpo lo que me estaba envolviendo, en lugar del cobertor que había pensado al principio. Jadeé por el shock de despertarme tan cerca de alguien y luego todo volvió a inundarme, causándome un rubor que calentó mi cara y un rápido deseo se disparó hacia abajo cuando recordé algunos de los detalles íntimos de lo que hicimos hasta primeras horas de la mañana.

Sonreí y literalmente me lance sobre él, provocando que gruñera y que sus ojos se abrieran de repente.

Se sentó rápidamente, sujetándome en su regazo y mirando alrededor de la habitación como si esperara que un asesino empuñando un hacha saltara sobre él en cualquier momento. Me reí y coloqué mis brazos en su cuello, abrazándole estrechamente.

—¿Qué demonios Chloe? ¿Qué fue eso? —preguntó, sacudiendo su cabeza y todavía un poco aturdido.

Me mordí el labio. El sonido ronco de su voz a primera hora de la mañana hizo que todo mi cuerpo vibrara con excitación.

¿Cómo me fui a olvidar de que pasé la noche aquí? En lugar de responderme, le besé. El respondió inmediatamente, sus brazos me acercaron más a él, hasta que estuve atrapada cerca de su pecho. Su sabor por la mañana era fuera de este mundo. El chico increíblemente se despertaba con un aliento fresco como una fábrica de dentífrico, mientras que yo apostaría cualquier cosa a que el mío era como el filete de la última noche.

Rompí el beso y me coloqué frente a él, sonriendo como una idiota. Anoche fue increíble. Las nuevas reglas me venían perfectas.

Técnicamente no habíamos tenido sexo todavía, pero las nuevas reglas permitían muchas otras cosas estupendas. Por primera vez en más de tres meses, me sentía físicamente satisfecha, de hecho muy satisfecha.

—Buenos días —ronroneé. Estaba tan feliz que todo mi cuerpo estaba hormigueando.

Sonrió. —Eso seguro —contestó quitándome de la cara mi enmarañado pelo. Todavía llevábamos solo las bragas y los calzoncillos cuando mi pecho se frotó contra él, causando que un pequeño gemido se escapara de mis labios. Sus manos acariciaron mi espalda hacia mi culo; cambió mi peso en sus piernas, obviamente cada vez más cómodo.

Sonreí, pero ninguno de los dos habló, realmente no lo necesitábamos. Sólo me abrazó con fuerza sobre su regazo, sus manos acariciando mi espalda mientras sus ojos grises se quedaban fijos en los míos, una hermosa sonrisa se extendía por su cara. Al final, después de solo disfrutar de su cercanía, no pude soportarlo más. Presioné mis labios contra los suyos, capturando el de abajo con los dientes y mordisqueándolo suavemente, haciendo que sus dedos se clavaran ligeramente en mi espalda.

La emoción y la lujuria de la noche anterior volvieron otra vez. Era obvio que él lo sentía porque se volvió y nos puso de nuevo en la cama lado a lado. Bajó la mano por un lado de mi cuerpo, sobre mi cadera y hacia el muslo. Cuando llegó a la rodilla tiró suavemente, enganchándola por encima de su cadera.

Sonrió. —Te quiero mucho, preciosa. Quiero despertar contigo por las mañanas, necesito hacer esto a menudo —susurró, pasando sus dedos por mi cabello, deshaciendo suavemente los enredos y nudos.

Asentí de acuerdo y me arrimé a él, presionando mi cara en un lado de su cuello, sintiendo su respiración mientras pasaba la punta de mis dedos sobre su pecho y estómago. La idea de que este tío fuera mío me volvía literalmente loca. Me sentía la chica más afortunada del mundo de que él me quisiera como lo hacía y no quería preguntar por qué.

—Yo también te quiero Louis. —Mi voz sonó clara e íntima mientras decía estas palabras. Besé su cuello y puse los dedos sobre sus hombros—. A partir de hoy se aplicarán nuevas reglas, ¿verdad? —pregunté, tirándolo hacia atrás y sonriéndole seductoramente.

Sonrió y asintió rápidamente. —Infiernos —murmuró, volteándome sobre mi espalda y colocándose sobre mí.

Reí por su impaciencia. —Solo me quieres por mi cuerpo —afirmé, usando las mismas palabras que la noche anterior usó él.

Movió la cabeza. —No, eso no es verdad, también te quiero porque haces un maravilloso queso a la parrilla —contestó en broma.

Me reí y volteé los ojos, agarrando la parte posterior de su cabeza y poniendo su boca sobre la mía.

Pasamos otro par de horas en la cama, perdidos en el cuerpo del otro, hablando, riendo y volviéndonos locos. Fue la mejor mañana de mi vida.

Por la tarde, nos sentamos en su sala de estar haciendo los deberes de Erika. Tuve que hacer tres en total, Louis quería hacer uno de ellos por su cuenta, sin mi ayuda. Siguió riéndose mientras escribía un poema original para su clase de inglés.

No pregunté qué estaba haciendo; me dijo que me lo diría cuando lo terminara, mientras yo me centraba en los de historia y biología en su lugar. Quería asegurarme de que estuviera completamente errado. En el trabajo de historia encontré muchas cosas del período pasado y el uso de ejemplos de fuentes que sabía que no eran fiables y que habían demostrado que eran falsas. No había manera de que recibiera una B, tendría suerte si no suspendía del todo.

Para el de biología usé la sugerencia de Louis de usar palabrotas. Cada par de frases soltaba una maldición al azar y seguía como si no hubiera pasado nada. Me reía de mí misma mientras lo leía; literalmente ella me iba a matar por esto.

Cuando terminé, me senté de nuevo y vi a Louis mordiendo su lápiz, trabajando todavía furiosamente sobre el poema que se suponía que ella había escrito. Finalmente, después de otros diez minutos, lo terminó y se veía extremadamente orgulloso de sí mismo. Sonreí y levanté una ceja con curiosidad, preguntándole lo que había estado haciendo.

También sonrió y me pasó el papel. Al principio no creía lo que había hecho. En realidad era un trabajo decente, un gran poema. Le miré con curiosidad, esperado una explicación. Rió malvadamente.

—Simbolismo. —Fue todo lo que dijo.

Lo leí otra vez y noté que en realidad había escrito un poema sobre su pene. Cada línea se refería a él pero ninguna palabra lo mencionaba, si el profesor lo leía correctamente, como se suponía que lo había hecho Erika, iba a tener grandes problemas. Me reí de sus habilidades; era obviamente un genio del mal como su hermano.

—Tal vez perdiste el tiempo, podrías haber sido un poeta del pene —me burlé.

Se rió. —También es un acróstico.

¿Un acróstico? ¿No es cuando se forma una frase con la primera letra de cada palabra? Marcó la primera letra de cada línea y me reí cuando me di cuenta de que había escrito «por diversión erótica» verticalmente.

Negué con la cabeza por su imaginación y le abracé con fuerza.

—Usted, señor Tomlinson, es un poeta muy talentoso —bromeé.

Sonrió y asintió, atrayéndome y colocándose sobre mí.

—Y usted, señorita Henderson, es la chica más bonita que he visto —replicó, besándome ligeramente.

[...]

Cuando llegó el lunes por la mañana, estaba tan emocionada que apenas podía estar quieta. Louis me dejó en la tienda de la esquina como de costumbre. Había quedado esa noche con Nick para estudiar, así que no volvería a verlo otra vez hasta mañana por la mañana y tuvimos una acalorada despedida antes de dejar el coche.

Cuando entré en el instituto, me imaginé a Erika con su pelo castaño conduciendo hacia la escuela en su coche con olor a podrido. Me reí para mí misma en voz baja, aunque en realidad, sabía que todavía no olería; habría que esperar unos días antes de que hiciera efecto.

Cuando realmente entré y fui a mi casillero, estaba un poco decepcionada al ver que Erika seguía con su brillante melena rubia. Estaba de pie con una faldita y un top escotado, coqueteando con otro jugador de futbol. Kevin era la obsesión de la semana pasada, esta semana había puesto a un corredor en su lugar.

La miré con curiosidad. ¿Tenía el pelo más oscuro o solo lo pensaba porque lo deseaba? No creía que el tinte estuviera funcionando porque estaba bastante segura de que solo lo haría si se utilizaba directamente. Bueno, valía la pena intentarlo de todos modos. Erika iba coqueteando con el pobre corredor, la mano sobre su brazo y riendo con entusiasmo por algo que dijo. De repente cambió de un pie a otro, moviéndolo con espasmos como si estuviera incómoda.

Sentía la sonrisa en mi cara mientras abría los ojos. Miré hacia sus zapatos. Eran los mismos que había tenido que «limpiar» el sábado. Ahogué la risa poniéndome la mano sobre la boca para evitar el ruido mientras ella retorcía otra vez el pie. ¡Oh Dios mío, Sam! esto es demasiado divertido. Espero que no tenga otro par para cambiarse y tenga que llevarlos puestos todo el día. Eso haría que fuera un año completo.

Nick y Amy venían distraídamente hacia mí.

—Buenos días chicos —dije alegremente.

Nick frunció el ceño y me colocó su brazo alrededor de mis hombros, acercándome a él.

—¿Qué te ha puesto de buen humor esta mañana? —preguntó.

Hum… dejame ver, puede ser cualquier cosa, como que mi novio es increíble, o puede ser que mi enemiga jurada esté teniendo problemas con los polvos pica-pica que puse en sus zapatos. No podía decirle ninguna de esas cosas así que me encogí de hombros. —¿Me desperté en el lado derecho de la cama? —sugerí. No era del todo cierto, cuando me desperté en mi cama esta mañana, el lado derecho fue despertar con Louis, pero supongo que no podría pasar dos días seguidos.

Nick me miró con curiosidad, obviamente imaginando algo más, pero lo dejó pasar.

—Bueno, lo que sea. ¿Todavía vas a venir esta noche? Estoy de humor para comer enchiladas —dijo, poniendo cara de cachorro.

—No pongas esa cara, sabes que cocinaría lo que quisieras —bromeé, dándole con mis dedos en sus costillas, haciéndolo saltar riéndose. Nick era muy sensible, algo que había descubierto cuando éramos novios.

Suspiró. —Sabéis, os voy a echar de menos cuando el instituto termine y todos vayamos a la universidad. —Deslizó un brazo alrededor de Amy y de mí y nos abrazó con fuerza, besando la parte superior de mi cabeza.

Fruncí el ceño. No quería comenzar todavía a pensar sobre la universidad, aún faltaban bastantes meses.
Tenía que empezar a aplicar en las universidades. Antes de Louis, todo era más fácil. Amy y yo planeábamos ir a la misma universidad, siempre fue algo que soñamos: mudarnos a Nueva York y alquilar juntas un apartamento. Supongo que eso no podría suceder ahora. De ninguna manera me iría tan lejos de Louis, ni aunque se congelara el infierno. Solo tendría que elegir algo más cerca y así podría verlo todos los días.

Conocía a mucha gente que pensaría que era tonta, dejando mis sueños por un chico, pero todavía tendría que acabar el curso y conseguir aprobar al final, solo que en una universidad diferente a la que había planeado estos años. No tenía ni idea de cómo iba a darle la noticia a Amy, pero eso era algo para otro día, no quería pensarlo todavía. Tal vez ella sería la primera en retirarse y decirme que no quería mudarse a Nueva York a causa de Ryan y entonces no habría problemas. Sólo podía tener esperanzas.

—Tenemos muchos meses todavía —le dije a Nick, tratando de parecer despreocupada.

Suspiró y asintió. Nick quería quedarse aquí e ir a la universidad local; no quería dejar a su padre por su cuenta, por lo que planeaba quedarse aquí con él. Pensaba que Amy y yo lo estábamos abandonando, así que supongo que sería feliz cuando le hablara del cambio de plan.

—Tendremos que reunirnos con el consejero escolar en un par de semanas para hablar de nuestras opciones —añadió Amy encogiéndose de hombros.

Abrí la boca para hablar, pero fui interrumpida por alguien que se aclaraba la garganta en voz alta.

Levanté la vista para ver a Erika burlándose de mí.

—Siento interrumpir este pequeño trió de friquis —dijo mirándonos lentamente.

—Oh, ve a limpiarte algunas células del cerebro Erika. —Nick se burló, moviendo la mano con desdén.

Sonreí y apreté mi brazo en su cintura. Me gustaba Nick; siempre cuidaba de nosotras. Probablemente era el único chico del instituto que realmente odiaba a Erika Denison. Todos los demás caían a sus pies, pero no Nick, él odiaba la forma en que nos trataba.

Erika frunció el ceño, pareciendo herida por un momento antes de cambiar su expresión a la de una zorra.

—¡Cállate Nick! —replicó.

Él se echó a reír. —Un gran regreso, querida. —Se burló, guiñándole un ojo.

Su rostro enrojeció y sus ojos parecían oscurecerse mientras cerraba el puño, pero en lugar de dirigir su enojo hacia él por su comentario, parecía que iba dirigida hacia mí.

—Quiero decirte algo, princesa de hielo —siseó, asistiendo con la cabeza hacia un lado.

Nick apretó su brazo sobre mí y me sujetó en el sitio. —Sólo tienes que ir a socializar con los de tu especie Erika, las cabezas huecas están allí —dijo, señalando a un grupo de sus amigos que se reían histéricamente a un lado.

Ella hizo lo que pareció un gruñido y sacudió su melena. Pude ver la réplica enojada que estaba a punto de estallar en sus labios. No quería que dijera nada sobre mí y Louis y nuestro «acuerdo», por lo que me quité rápidamente el brazo de Nick y negué con la cabeza, indicándole que todo estaba bien.

—Todo está bien, necesito hablar con Erika sobre nuestro proyecto de historia de todas maneras. Somos compañeras desde el viernes. —Mentí, sonriéndole de forma tranquilizadora a Nick. El frunció el ceño, pero asintió y dejó su brazo a un lado.

Erika se dio la vuelta y se marchó sin decir nada, así que cogí mi mochila y la seguí por el pasillo. Se detuvo poco después y se volvió hacia mí mirando por encima de mi hombro. Yo sabía que buscaba a Nick y Amy que todavía dudaban del cambio.

—¿Por qué él tiene un problema conmigo? —me preguntó, frunciendo el ceño con enojo.

—Probablemente porque siempre te portas como una zorra con nosotras —le respondí de forma casual.

Su ceño se hizo más profundó cuando me miró. —¿Mis tareas? —pidió con frialdad, extendiendo la mano hacia ellas, obviamente decidiendo ignorar mi comentario sobre Nick.

De repente me pregunté por qué estaba tan molesta con Nick. No podía estar enamorada de Nick ¿verdad? Estudié su cara durante un par de segundos tratando de ver algo. No, de ninguna manera Erika Dennison, niña de papá, mocosa malcriada y jefa de animadoras, no podía estar enamorada de uno de mis mejores amigos.

Nick era muy lindo y un gran tipo, sin duda tenía un gran atractivo, una gran cantidad de chicas del instituto pensaban que sí, pero si no era del grupo de los populares era porque no quería serlo. En realidad no era tampoco el tipo de Erika. Por un lado, no era un deportista, aunque había jugado al baloncesto en el colegio pero decidió no entrar al equipo y no era el estereotipo de Erika en general. Hum… si le gusta, eso explicaría por qué nos odia a Amy y a mí.

Decidí no entretenerme más tiempo con ese pensamiento loco. Estaba equivocada, no había ninguna posibilidad de que le gustara Nick. Y además, aunque a ella le gustara no tenía ninguna posibilidad en absoluto. Él la odiaba con la misma pasión que yo.

Le entregué las tareas y recé para que no las mirara demasiado, le echó un vistazo entonces los metió en su mochila sin saber de los «añadidos» que había puesto. Sonreí un poco pensando en lo que le había dado. Esperemos que tuviera problemas con eso, aunque lo sabría en un par de días sin duda.

—Además, puedes comprarme el almuerzo de hoy. Quiero una patata asada, normal y un poco de ensalada a un lado. —Se miró las uñas mientras me daba las órdenes para hoy. Sonreí y asentí para que continuara—. Nos reuniremos aquí al final del día y te daré las tareas que me den hoy, no llegues tarde.

Asentí y pasé los ojos sobre su pelo, tratando de ver si había alguna diferencia en su tono. Todavía tenía el mismo aspecto así que asumí que no estaba funcionando y que necesitaba un poco más de tiempo para que se notara el cambio.

Vi a Louis caminando por el pasillo, hablando con un novato sobre algún teorema matemático que yo no quería ni tratar de entender. Sonrió discretamente hacia mí y no pude esperar a devolverle la sonrisa; era como una respuesta automática en la que mi cuerpo le respondía sin que ningún pensamiento consciente estuviera involucrado.

—Además, necesito que vengas a mi casa el miércoles a las seis y me lleves a la cita con el quiropráctico y luego me traigas a casa otra vez —dijo. Salí de mi aturdimiento y sacudí mi cabeza tratando de concentrarme en lo que estaba diciendo, en lugar de reproducir los recuerdos de Louis conmigo las noches del sábado y el domingo.

—Hum… Erika, no puedo llevarte, no tengo coche. —Admití.

Me miró como si fuera estúpida. —¿No tienes coche? ¿Cómo puedes no tener coche? ¡Eso es estúpido!

Me encogí de hombros. Mis padres no podían permitirse el lujo de comprarme un coche, pero no estaba preocupada porque Amy y yo estábamos juntas normalmente y ella tenía un coche, lo que significaba que no necesitaba uno.

Ella resopló y puso los ojos en blanco. —Está bien, conseguiré que alguien me lleve.

Giró sobre sus talones, agitando la melena sobre sus hombros, golpeándome en la cara. ¿Lo hizo a propósito? Zorra estúpida.

La vi caminar por el pasillo y pararse a hablar con sus amigas. Cambiaba incómodamente de pies. Me reí maliciosamente. Volví con Amy y Nick, abrazando la cintura de Nick mientras el colocaba su brazo sobre mis hombros.

—¿Tu compañera? Vaya mierda. —Se quejó, mirando a Erika con disgusto. Me encantó que Nick viera más allá de la obvia belleza que era, los demás chicos del instituto estaban embobados por ella.

—Lo sé, pero está casi terminado, el proyecto acabará en un par de días —Mentí, esperando que mi voz no me traicionara. Estaba bastante segura de que, en un par de días, Erika descubriría que no estaba jugando su juego. Cuando eso ocurriera, nunca más tendría nada que ver con ella.

Asintió, aceptando mi historia y empezó a hablar con Ryan sobre donde iba a ir con Amy cuando las clases terminaran. Me relajé. Sólo un par de días más y luego podría dejar de ser su «zorra personal». Por un momento estuve a punto de estropear todo lo que me había pedido que hiciera. Curiosamente, estaba buscando la manera de seguir adelante.

[...]

Los siguientes días pasaron increíblemente rápidos. De acuerdo con mis planes, estropeé un poco todo lo que me pedía. Si tenía que llevarle un café le preguntaba si quería leche entera, si tenía que llevarle la comida se me caía accidentalmente un poco de pimienta o cualquier cosa por encima. Si tenía que dar un mensaje a sus amigos, se me olvidaban un par de detalles; estaba funcionando realmente bien porque terminó abandonando a una de sus amigas en el instituto cuando se suponía que la llevaría a casa.

Mis discusiones en el pasillo los días siguientes fueron entretenidas por decir algo.

Su pelo estaba perdiendo su rubio brillante, aunque sólo un poco, pero Amy y yo podíamos notar la diferencia. Durante dos noches, dejé que Louis hiciera modificaciones y cambios en sus tareas.

Era obvio que todavía no había tenido ninguna reacción sobre ellas porque no había dicho nada. Para ella era su perfecta pequeña esclava. Hacía todo lo que me pedía y nunca le contestaba. Pero, tres días después fue cuando la realidad se abrió como un abanico.

La oí antes de verla. Estaba caminando por el pasillo cuando oí un grito frustrado viniendo hacia mí.

Amy y yo nos volvimos, como todo el mundo en el pasillo, pero solo vimos a Erika retorciendo un trozo de papel con cara de rabia y gruñendo de frustración. La gente se arremolinaba a su alrededor tratando de calmarla pero sin conseguirlo.

Levanté la vista y sus ojos se encontraron con los míos. Realmente me estremecí por la ira que vi en sus ojos. Ella se burló y se dirigió hacia mí, con más confianza y determinación en cada paso, mirándome a la cara.

—Tú, pequeña zorra —espetó venenosamente.

Tragué saliva. ¿Me pegaría? Parecía que quería arrancarme la cabeza o algo así. La forma en que me miraba me envió un escalofrió por la espalda. Me preguntaba qué era lo que había descubierto, tenía que ser algo sobre los trabajos que había estado haciendo para ella, no había otra cosa que la hiciera enojarse.

—¿Qué? —pregunté, mi voz era un susurro. Esta era la parte que no había previsto, la parte que más temía. Estaba bien hacer todas esas cosas y jugar con ella cuando no lo sabía, pero la forma en que me miraba hacía que sintiera nauseas.

Quería ajustarme al plan original y haber hecho sus malditas tareas correctamente.

—¿Qué? —repitió con sarcasmo—. ¿Qué? —Se burló de mí otra vez—. ¿Hablas en serio? ¡El trabajo de inglés que hiciste por mí el lunes me hizo tener dos días de castigo! ¡Ahora no podré practicar con el equipo y nuestra actuación en el partido del viernes se arruinará. ¿De verdad tienes la audacia de preguntarme qué? —Despotricaba.

Me encogí de hombros. —¿Supongo que aceptarás mi renuncia al cargo de tu zorra personal? —ofrecí, levantando una ceja, tratando de parecer más segura de lo que me sentía.

Se acercó a mí. —¿A qué demonios estás jugando? Sabes que te tengo a ti y al señor Tomlinson por las pelotas. ¿Cómo se sentirá él cuando tenga que dejar su trabajo por una zorra barata como tú? —me preguntó tranquilamente. Yo esperaba que nadie la hubiera escuchado.

La miré a los ojos y fingí estar confundida. —No estoy segura de lo que está pasando, Erika. ¿Qué tiene que ver el señor Tomlinson conmigo? —pregunté, fingiendo inocencia.

Frunció el ceño. —¿De verdad quieres ir por ahí? —preguntó, su voz era amenazadora y fría.

—No tengo ni idea de que estás hablando —mentí, tratando de parecer indiferente y mantenerme al margen. No estaba muy segura si lo estaba consiguiendo. Amy miraba a Erika como si quisiera matarla delante de todos.

Erika rió, puso su cabello sobre el hombro con un gesto dramático y me sonrió dulcemente.

—Di adiós a tu educación en este instituto, Chloe. Tú y el Profesor Caliente estarán fuera —dijo suavemente como si estuviéramos hablando del tiempo.

Giró sobre sus talones y caminó pasillo abajo. Miré a Amy tratando de no llorar. ¿Y si decía algo? Se sentiría obligada a decirle algo a alguien. Conocía a ese tipo de personas y sabía que lo haría.

Me abrazó, acercándome a ella cuando todo el mundo empezó a murmurar sobre la explosión de Erika.

—Está bien, Chloe. Todo va a estar bien, no tiene nada sobre ti y el plan de Sam es genial. Solo relájate —me susurraba, pasándome la mano por el brazo de forma tranquilizadora.

Nos dirigimos a la cafetería, pero no tenía hambre. Me sentía enferma. Todo en lo que podía pensar era en Louis metiéndose en problemas por mi culpa. Necesitaba decirle lo que había pasado pero no quería que nadie me viera cerca de él y añadiera leña al fuego. Levanté la mirada a Amy y forcé una sonrisa. La gente me miraba preocupada y Nick frunció el ceño.

—¿Te sientes bien? —preguntó, poniendo la mano en mi frente para ver si tenía fiebre.

Asentí y le quité la mano. —Sí, estoy bien. —Mentí. Miré a Amy—. Quiero decir… —Me callé, esperando que entendiera lo que quería decir.

Movió la cabeza. —¿Quieres que lo haga? —preguntó levantando una ceja.

Sonreí agradecida. Verdaderamente tengo la mejor amiga del mundo. Asentí rápidamente. —¿Te importa?

Negó con la cabeza y tomó el resto de su sándwich. —Por supuesto que no. —Se volvió y besó a Ryan ligeramente—. Te veré después de clase, ¿de acuerdo? Necesito hablar con el Sr. Tomlinson sobre mi tarea de cálculo de la lección de hoy. —Mintió suavemente. Él le devolvió el beso, dándole una nalgada en el culo mientras se alejaba.

Me senté ahí agarrando mi sándwich, tratando de unirme a las conversaciones que había a mi alrededor, pero no podía concentrarme. Todo en lo que podía pensar era en los problemas en los que había metido a Louis, me iba a odiar y nunca más querría verme porque sólo era una molestia para él. De ahora en adelante tendríamos que ser diez veces más cuidadosos. Eso significaba que no podíamos salir juntos en público hasta que el instituto acabara, probablemente ni siquiera podremos correr el riesgo de que nos viera alguien en la ciudad de al lado.

Rogaba para que la genial idea de Sam nos ayudara si Erika decidía ir al director. Puede que nunca lo haga, puede que se convierta en una gran persona y me deje en paz. Puede que pase la página y todo esté bien. Vaya, cuantos puede ser…

El sonido del móvil me sacó de mis preocupaciones. Al tomarlo y mirar la pantalla vi que era el número de Amy. Tragué saliva y respondí, no estaba segura de si quería oír lo que iba a decirme. ¿Y si habló con Louis sobre Erika y se volvió loco y ahora me odiaba?

—Hola —Mi voz apenas un susurro.

—Hola, preciosa —El sonido de la voz de Louis en lugar de la de Amy hizo que mi corazón se acelerara.

Sentí que los ojos se me llenaban de lágrimas y levanté la vista al techo para asegurarme de que no se cayeran.

—Hola. ¿Has escuchado lo que pasó? —le pregunté, tratando de mantener un tono ligero y que mis palabras no comprometieran a nada para que nadie supiera de lo que estaba hablando.

Suspiró en el teléfono. —Sí, Amy acaba de contármelo. Todo está bien, preciosa. Esperábamos esto, así que no es una sorpresa. No te preocupes por nada, todo va a estar bien, te lo prometo. ¿Confías en mí, no? —pregunto, su voz suave y reconfortante.

Sonreí y cerré los ojos. Realmente no me lo merecía, todo en él era demasiado bueno para mí. Estaba siendo tierno y cuidadoso a pesar de enfrentarse a la cárcel, o al menos a perder la carrera por la que tan duramente había trabajado. Sin embargo, era él el que me reconfortaba a mí. Me sorprendió.

—Por supuesto que lo hago —susurré.

Será mejor que me vaya. Sólo ajústate a la historia; nadie le va a creer. Todo está bien, preciosa. Te juro que vamos a estar bien. Sólo no te preocupes e intenta relajarte. —Me instruyó.

Asentí y respiré profundamente un par de veces. —De acuerdo.

—Te quiero Chloe.

Sonreí al oír esas palabras, todavía no me acostumbraba y creía que nunca lo haría.

—Y yo a ti —conteste.

Desconecté la llamada y deslicé el teléfono en mi bolsillo. Parecía tan seguro que me hizo sentir segura también. Confiaba en Louis, y si él decía que todo iba a estar bien, entonces le creía. Solo rezaba para que su creencia estuviera justificada.

El resto del día estuve al límite. Cada vez que Erika pasaba, me sonreía con complicidad. Amy fue genial; no me dejó ni un segundo, apoyándome y diciéndome que todo iba a ir bien.

Cuando llegamos a la clase de cálculo no estaba Louis. Me senté y saqué mi libro de texto ignorando la forma en que Erika murmuraba con sus amigos, lanzándome miraditas mientras todos se reían en voz baja. Un par de minutos después entró la señorita French, se paró frente al escritorio de Louis y se aclaró la garganta para pedir atención a la clase. Todo el mundo guardó silencio y yo sentí que se me hundía el corazón. ¿Dónde está Louis?

—Clase, el Sr. Tomlinson no puede dar clase hoy. Voy a sustituirlo porque lo han llamado en el último minuto. Busquen el próximo capítulo en sus libros de texto y empiecen a leer para que se prepararen para la siguiente lección con él. Quiero silencio por favor. Tengo papeles por corregir y si pudiera hacerlo sería estupendo. —Solicitó, arrojando el bolso sobre la mesa y tirando de la silla se sentó y empezó a corregir sus papeles.

La gente empezó a murmurar. Miré a Erika y estaba sonriendo de oreja a oreja y me guiñó un ojo. Sentía frío por todo el cuerpo y el vello de la nuca estaba erizado. Obviamente no lo había dejado pasar.

¿Estaría Louis en problemas en este momento? Antes de que tuviera la oportunidad de pensar en esas cuestiones y entrar en pánico, alguien llamó a la puerta. Un estudiante entró buscando a la señorita French, entregándole una nota. La leyó y miró hacia la clase.

—¿Chloe Henderson? —Llamó, buscándome por la habitación. Oh, Dios mío.

Tragué y levanté la mano, sabiendo que no podía pronunciar ninguna palabra si intentaba hablar. Amy me agarró la mano libre bajo la mesa, apretando tan fuerte que hubiera sido doloroso si hubiera podido sentir mí cuerpo, pero no lo sentía, estaba entumecida.

—El director quiere verte en su oficina —me dijo la señorita French, señalando la puerta para que me fuera.

No podía respirar. No me preocupaba por mí, pero si Louis se metía en problemas entonces eso me haría más daño que nada. Tragué saliva y me obligué a calmarme. Sentía mis rodillas tambalearse mientras me levantaba sin mirar a nadie. La gente estaba murmurando, preguntándose qué había hecho mal y por qué me llamaba el director a su oficina. No podía decir nada. Coloqué los libros de texto en mi bolso tratando de hacerlo despacio, así podría calmarme.

Cuando no pude retrasarlo más, caminé a través de la clase. Al pasar cerca de Erika, puso su pie en el pasillo, haciéndome caer. Por suerte pude agarrarme a la mesa que tenía enfrente antes de que me diera en la cara, pero la gente se rió, llamándome torpe. Sentí como me subía el calor por la cara, pero no de vergüenza, sino de ira. Quería aplastarle la cara, romperle la cabeza y cortarla en pedacitos para dárselos de comer a los caballos. No iba a darle la satisfacción de que me viera molesta o preocupada. En cambio, me levanté desde la mesa en la que estaba apoyada y le sonreí dulcemente.

—Tienes que tener cuidado en dónde pones los pies, Erika, podría haber sido peor. Estoy bien, gracias por preguntar —le dije manteniendo la voz amigable y clara.

Ella me sonrió y señalando la puerta dijo:
—Será mejor ir a ver qué quiere el director, princesa del hielo.

Asentí y estiré mi camisa, caminando hacia la salida de la clase con la cabeza bien alta. Necesitaba relajarme y estar tranquila. No iba a dejar que Louis se metiera en problemas por mi culpa, eso era lo que no tenía que perder de vista.

Cuando llegué a recepción fui hacia la oficina. En cuanto abrí la puerta vi a Louis sentado allí, una pierna sobre la otra, con la cara seria. No me sonrió pero tampoco frunció el ceño. Miré más allá de él y vi al director sentado detrás de su escritorio con una expresión grave en el rostro. Sentí que mi corazón se aceleraba al ver su mirada acusadora, sus pequeños y brillantes ojos marrones me miraban aburridos como si pudieran averiguar la verdad sin hablar.

Por favor, no me dejes estropearlo.




:wut: tengo que dejarlas ahí chicas, tengo tareas que hacer :B
1DemiLovaCB
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Mensaje por mimi94 Jue 14 Mar 2013, 3:58 pm

llegar a casa y encontrarte con 3 capitulos es lo mejor pero no me dejes asi que pasara se sabara la verdad o no se centraran en el plan de sam
me encanta la novela de verda!!
mimi94
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