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El Encanto de un lobo (Nick y Tu) [Adaptacion]
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: El Encanto de un lobo (Nick y Tu) [Adaptacion]
___ nunca había estado tan furiosa como en ese momento. ¿Cómo se atrevía el muy canalla a no hacerle ni caso? ¿Cómo osaba esconderse en su despacho? Volvió a golpear la puerta.
—No me iré hasta que me reciba —repitió.
Nada. Ni un sonido. Pero estaba allí. Lo había visto entrar con sus propios ojos. A menos que hubiera saltado por una ventana, podía oírlo. A pesar de lo que había leído en las columnas de sociedad el mes anterior, en las que se contaba que el duque se había escapado por la ventana del dormitorio de lady T. mientras el mayordomo ayudaba a acostarse a un ebrio lord T., a ____ le costaba imaginarse que alguien tan grande prefiriera encogerse y saltar por una ventana a enfrentarse con ella.
____ cruzó los brazos sobre el pecho. ¿Quién podía pensar que el poderoso duque de Blackmoor le tuviera miedo?
A lo largo de los años, a Nicholas le había resultado fácil ignorarla, pero eso había sido cuando ella estaba en Essex. Ojos que no ven, corazón que no siente. Pero, ahora que estaba justo al otro lado de la puerta, hacerlo no iba a resultarle tan sencillo.
—Soy una mujer muy tozuda —le advirtió—. Esperaré el tiempo que haga falta, su excelencia.
Nada. ____ sacudió el pomo de la puerta, pero estaba cerrada con llave.
Suspiró y apoyó la cabeza contra la gran puerta de madera de roble. Sabía que el duque la estaba oyendo. ¿Y ahora, qué? Tal vez no sería mala idea hablar con él a través de la puerta. Era más difícil concentrarse cuando sus penetrantes ojos grises se clavaban en ella. ¿Qué podía perder?
—Estoy preocupada —empezó a decir en voz baja—. A Oliver le pasa algo y… Bueno, ya sé que el chico no le importa, pero su padre lo nombró su tutor, así que no tengo a nadie más a quien acudir.
La puerta se abrió de golpe y ____ tropezó, yendo a parar a los musculosos brazos del duque de Blackmoor. Ahogó un grito. No estaba acostumbrada a que los hombres la abrazaran, pero Nicholas la sujetó con fuerza hasta que recobró el equilibrio. Aunque, en realidad, eso no podía considerarse un abrazo, ya que ella se había abalanzado sobre él como si se tratase de un roble cuyas raíces hubieran cedido de repente.
Se quedó parada. El calor que desprendía el cuerpo del duque, unido a su aroma tan masculino, era suficiente para que volviera a tambalearse. Apoyó ambas manos en su pecho para estabilizarse, y sintió que los músculos de Blackmoor se tensaban. ____ levantó la mirada y vio el pañuelo desatado y la camisa abierta, bajo la que se mostraba su pecho casi desnudo. Nunca había visto un espectáculo parecido. Se quedó fascinada
contemplando el ligero vello que cubría aquel pecho.
____ se dio cuenta de que, a pesar de haber recuperado el equilibrio, el duque seguía sujetándola con fuerza. Era una mujer alta, y estaba acostumbrada a mirar a la mayoría de los hombres a los ojos, pero tuvo que echar la cabeza hacia atrás para observar a Blackmoor. Su cálido aliento, que olía a menta, le recorrió la cara. ____ cerró los ojos y aspiró.
El duque la apartó con brusquedad y la miró frunciendo el cejo.
—Señorita Rutledge, ¿no debería estar en Essex?
____ sacudió la cabeza y enderezó la espalda.
—¿Se molesta en leer las cartas que le escribo?
—¿Cuánto? —preguntó él. Su voz parecía un gruñido.
—¿Cuánto? —repitió ____, parpadeando incrédula.
—¿Cuánto dinero quiere para marcharse de una vez?
¡Dinero! Pero ¿es que ese hombre no podía pensar en otra cosa? Las fincas de Oliver eran rentables, lo que Blackmoor debería saber de sobra si prestara un mínimo de atención a las cuentas de su sobrino. ____ no necesitaba ni un penique de las arcas del duque, por el amor de Dios. Le dirigió una mirada altiva.
—Ser el tutor de alguien implica algo más que enviarle dinero, su excelencia.
—Y para eso la tiene a usted, señorita Rutledge —replicó Blackmoor, justo antes de separarse de ella y dirigirse hacia el mayordomo, pasillo abajo—. ¿Está listo el carruaje, Billings?
____ fue tras él. No iba a librarse de ella con tanta facilidad. ¿Cómo se atrevía?
—Pero yo no puedo resolverlo todo, su excelencia. Estamos entrando en una etapa de su desarrollo de la que no sé casi nada. Oliver no es el mismo niño de antes y…
El duque se volvió hacia ella. Respiraba de manera entrecortada, los ojos se le habían vuelto casi negros y apretaba la mandíbula de un modo extraño. Parecía más una bestia peligrosa que un noble refinado.
____ se tragó las palabras que había estado a punto de pronunciar mientras un escalofrío le recorría la espalda.
—Si no se siente capacitada para cuidar de su señoría, señorita Rutledge, le buscaré una sustituta. Mientras tanto, le sugiero que regrese con su sobrino.
¿Una sustituta? ¿Alguien a quien Oliver le iba a importar aún menos que a Blackmoor? .Nadie iba a separarla de Oliver. Ni siquiera ese duque enorme y malhumorado. ____ se aclaró la voz.
—¿Cómo se atreve a amenazarme? Estoy preocupada por el bienestar de Oliver y no me va a disuadir. Usted es el tutor del niño, en lo bueno y en lo malo, y eso conlleva obligaciones.
Aunque ____ hubiera jurado que era imposible, los ojos de Blackmoor se oscurecieron aún más. Inquieta, tragó saliva y sintió que el pánico se apoderaba de ella cuando vio que la mirada del duque se fijaba en el movimiento de su garganta. Nunca había sentido miedo en presencia de Westfield. Aunque lo cierto era que hacía años que no lo veía.
Ahora que pensaba en ello, tal vez había sido buena idea que no se hubiera presentado por Maberley Hall durante los últimos seis años.
—¡Nadie me da órdenes, señorita Rutledge! —exclamó, con voz atronadora—. Hará bien en recordarlo. —Blackmoor dirigió la mirada hacia el mayordomo y volvió a preguntar apretando los dientes:
—¿Está listo el carruaje, Billings?
El mayordomo asintió con la cabeza.
—No puede huir de mí todo el tiempo —farfulló ____.
—No estoy huyendo de nadie —replicó él, rodeándola con sus brazos y levantándola del suelo—, pero usted, mi molesta señorita Rutledge, va a volver con su sobrino ahora mismo.
____ se quedó con la boca abierta unos segundos antes de protestar:
—¿Cómo se atreve…?
—¿No sabe decir otra cosa? Me atrevo, señorita Rutledge, y eso es todo lo que necesita saber.
____ se sacudió entre sus brazos, pero fue inútil. Sus manos eran como argollas de acero.
—¡Suélteme!
—A su debido tiempo —gruñó él.
Antes de que ____ pudiera protestar, ya habían llegado a la escalinata de entrada y Blackmoor la había metido a la fuerza en el carruaje.
—¡Su excelencia! —fue lo único que tuvo tiempo de decir antes de que él le cerrara la puerta en las narices.
Trató de abrirla, pero el coche se puso en marcha de repente, y cayó sobre el asiento.
—No me iré hasta que me reciba —repitió.
Nada. Ni un sonido. Pero estaba allí. Lo había visto entrar con sus propios ojos. A menos que hubiera saltado por una ventana, podía oírlo. A pesar de lo que había leído en las columnas de sociedad el mes anterior, en las que se contaba que el duque se había escapado por la ventana del dormitorio de lady T. mientras el mayordomo ayudaba a acostarse a un ebrio lord T., a ____ le costaba imaginarse que alguien tan grande prefiriera encogerse y saltar por una ventana a enfrentarse con ella.
____ cruzó los brazos sobre el pecho. ¿Quién podía pensar que el poderoso duque de Blackmoor le tuviera miedo?
A lo largo de los años, a Nicholas le había resultado fácil ignorarla, pero eso había sido cuando ella estaba en Essex. Ojos que no ven, corazón que no siente. Pero, ahora que estaba justo al otro lado de la puerta, hacerlo no iba a resultarle tan sencillo.
—Soy una mujer muy tozuda —le advirtió—. Esperaré el tiempo que haga falta, su excelencia.
Nada. ____ sacudió el pomo de la puerta, pero estaba cerrada con llave.
Suspiró y apoyó la cabeza contra la gran puerta de madera de roble. Sabía que el duque la estaba oyendo. ¿Y ahora, qué? Tal vez no sería mala idea hablar con él a través de la puerta. Era más difícil concentrarse cuando sus penetrantes ojos grises se clavaban en ella. ¿Qué podía perder?
—Estoy preocupada —empezó a decir en voz baja—. A Oliver le pasa algo y… Bueno, ya sé que el chico no le importa, pero su padre lo nombró su tutor, así que no tengo a nadie más a quien acudir.
La puerta se abrió de golpe y ____ tropezó, yendo a parar a los musculosos brazos del duque de Blackmoor. Ahogó un grito. No estaba acostumbrada a que los hombres la abrazaran, pero Nicholas la sujetó con fuerza hasta que recobró el equilibrio. Aunque, en realidad, eso no podía considerarse un abrazo, ya que ella se había abalanzado sobre él como si se tratase de un roble cuyas raíces hubieran cedido de repente.
Se quedó parada. El calor que desprendía el cuerpo del duque, unido a su aroma tan masculino, era suficiente para que volviera a tambalearse. Apoyó ambas manos en su pecho para estabilizarse, y sintió que los músculos de Blackmoor se tensaban. ____ levantó la mirada y vio el pañuelo desatado y la camisa abierta, bajo la que se mostraba su pecho casi desnudo. Nunca había visto un espectáculo parecido. Se quedó fascinada
contemplando el ligero vello que cubría aquel pecho.
____ se dio cuenta de que, a pesar de haber recuperado el equilibrio, el duque seguía sujetándola con fuerza. Era una mujer alta, y estaba acostumbrada a mirar a la mayoría de los hombres a los ojos, pero tuvo que echar la cabeza hacia atrás para observar a Blackmoor. Su cálido aliento, que olía a menta, le recorrió la cara. ____ cerró los ojos y aspiró.
El duque la apartó con brusquedad y la miró frunciendo el cejo.
—Señorita Rutledge, ¿no debería estar en Essex?
____ sacudió la cabeza y enderezó la espalda.
—¿Se molesta en leer las cartas que le escribo?
—¿Cuánto? —preguntó él. Su voz parecía un gruñido.
—¿Cuánto? —repitió ____, parpadeando incrédula.
—¿Cuánto dinero quiere para marcharse de una vez?
¡Dinero! Pero ¿es que ese hombre no podía pensar en otra cosa? Las fincas de Oliver eran rentables, lo que Blackmoor debería saber de sobra si prestara un mínimo de atención a las cuentas de su sobrino. ____ no necesitaba ni un penique de las arcas del duque, por el amor de Dios. Le dirigió una mirada altiva.
—Ser el tutor de alguien implica algo más que enviarle dinero, su excelencia.
—Y para eso la tiene a usted, señorita Rutledge —replicó Blackmoor, justo antes de separarse de ella y dirigirse hacia el mayordomo, pasillo abajo—. ¿Está listo el carruaje, Billings?
____ fue tras él. No iba a librarse de ella con tanta facilidad. ¿Cómo se atrevía?
—Pero yo no puedo resolverlo todo, su excelencia. Estamos entrando en una etapa de su desarrollo de la que no sé casi nada. Oliver no es el mismo niño de antes y…
El duque se volvió hacia ella. Respiraba de manera entrecortada, los ojos se le habían vuelto casi negros y apretaba la mandíbula de un modo extraño. Parecía más una bestia peligrosa que un noble refinado.
____ se tragó las palabras que había estado a punto de pronunciar mientras un escalofrío le recorría la espalda.
—Si no se siente capacitada para cuidar de su señoría, señorita Rutledge, le buscaré una sustituta. Mientras tanto, le sugiero que regrese con su sobrino.
¿Una sustituta? ¿Alguien a quien Oliver le iba a importar aún menos que a Blackmoor? .Nadie iba a separarla de Oliver. Ni siquiera ese duque enorme y malhumorado. ____ se aclaró la voz.
—¿Cómo se atreve a amenazarme? Estoy preocupada por el bienestar de Oliver y no me va a disuadir. Usted es el tutor del niño, en lo bueno y en lo malo, y eso conlleva obligaciones.
Aunque ____ hubiera jurado que era imposible, los ojos de Blackmoor se oscurecieron aún más. Inquieta, tragó saliva y sintió que el pánico se apoderaba de ella cuando vio que la mirada del duque se fijaba en el movimiento de su garganta. Nunca había sentido miedo en presencia de Westfield. Aunque lo cierto era que hacía años que no lo veía.
Ahora que pensaba en ello, tal vez había sido buena idea que no se hubiera presentado por Maberley Hall durante los últimos seis años.
—¡Nadie me da órdenes, señorita Rutledge! —exclamó, con voz atronadora—. Hará bien en recordarlo. —Blackmoor dirigió la mirada hacia el mayordomo y volvió a preguntar apretando los dientes:
—¿Está listo el carruaje, Billings?
El mayordomo asintió con la cabeza.
—No puede huir de mí todo el tiempo —farfulló ____.
—No estoy huyendo de nadie —replicó él, rodeándola con sus brazos y levantándola del suelo—, pero usted, mi molesta señorita Rutledge, va a volver con su sobrino ahora mismo.
____ se quedó con la boca abierta unos segundos antes de protestar:
—¿Cómo se atreve…?
—¿No sabe decir otra cosa? Me atrevo, señorita Rutledge, y eso es todo lo que necesita saber.
____ se sacudió entre sus brazos, pero fue inútil. Sus manos eran como argollas de acero.
—¡Suélteme!
—A su debido tiempo —gruñó él.
Antes de que ____ pudiera protestar, ya habían llegado a la escalinata de entrada y Blackmoor la había metido a la fuerza en el carruaje.
—¡Su excelencia! —fue lo único que tuvo tiempo de decir antes de que él le cerrara la puerta en las narices.
Trató de abrirla, pero el coche se puso en marcha de repente, y cayó sobre el asiento.
Última edición por FlayTC el Vie 08 Mar 2013, 4:05 pm, editado 1 vez
FlayTC
Re: El Encanto de un lobo (Nick y Tu) [Adaptacion]
Nicholas observó el carruaje hasta que desapareció por la carretera de acceso a la casa.
____ Rutledge era una mujer formidable y no le hubiera extrañado demasiado que hubiera saltado del coche en marcha. Cuando le pareció que todo volvía a la normalidad, respiró hondo para tranquilizarse, rezó para no perder el control y entró de nuevo en casa. ¡Qué mujer tan imprudente! Apenas era capaz de mantener el control estando solo. No debería tentarlo con esos ojos color avellana que brillaban por la indignación. O con esos pechos pálidos que se elevaban cada vez que respiraba. Con esa cintura que hubiera podido rodear con las manos si se lo hubiera propuesto. La imagen que le asaltó la mente acabó con las pocas buenas intenciones que le quedaban. Menos mal que ya estaba de vuelta hacia Essex. Solo recordar la sensación de tenerla entre sus brazos lo llenó de deseo.
Nicholas trató de acallar el impulso de deseo de su cuerpo. La luna llena estaba demasiado cerca para permanecer en compañía femenina. Había corrido un gran riesgo al abrir la puerta del despacho. Pero su súplica había despertado el instinto de protección que ni siquiera la bestia lograba arrebatarle. Al menos durante el día. No así cuando llegaba la luna llena.
Al oír sus ruegos se había obligado a controlarse, pero al abrir la puerta se la había encontrado entre sus brazos.
Olía tan bien… Era una mezcla floral, probablemente un perfume aplicado detrás de las orejas. O un simple toque de esencia en el escote. A esas alturas del ciclo lunar tenía el sentido del olfato muy desarrollado. Cuando ella cayó en sus brazos, Nicholas había podido oler su deseo y se había imaginado la humedad de su interior.
En ese momento supo que tenía que meterla en el carruaje y enviarla de vuelta a Essex sin perder un segundo. De no haberlo hecho, ella hubiera acabado tumbada de espaldas en el suelo con las faldas subidas hasta el cuello.
Ahora que estaba más calmado, su parte humana le decía que una mujer así se merecía algo mejor. A pesar de que ya era una solterona de veintitrés años, se notaba que era inocente. Y no se le ocurría una experiencia más aterradora para una virgen que encontrarse con alguien como él. Nicholas sabía que no debía acercarse a personas tan dulces y «normales» como ella.
El duque volvió a recorrer el pasillo a grandes zancadas y se encerró una vez más en el despacho. Se desplomó en el sillón que separó del gran escritorio de caoba y empezó a leer la correspondencia que le había enviado su abogado y las invitaciones a distintos actos sociales.
¿Es que la alta sociedad no pensaba darse cuenta nunca de lo que era en realidad? ¿Lo aceptarían siempre gracias a su título, causara el daño que causase? Eso parecía.
Había oído rumores referidos al «duque peligroso». A veces sus amigos le contaban lo que se decía de él a sus espaldas. Eso no solo no le molestaba, sino que le gustaba. Una parte de él quería que todo el mundo supiera lo que era en realidad, de lo que era capaz.
Pero no importaba lo que hiciera; seguían invitándolo.
Nicholas se reclinó en su asiento y se miró las manos, aún temblorosas. Trató de recordar qué estaba diciendo la señorita Rutledge antes de caer en sus brazos. Que Oliver lo necesitaba, o algo así. La conversación se le desdibujaba.
¡Santo Dios! Hacía años que no veía al chico. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la muerte de Daniel? ¿Era posible que hiciera más de cinco años? Hizo una mueca. Daniel, su primo y amigo, había sido una de las pocas personas en el mundo que lo comprendían. Los recuerdos eran dolorosos, así que los apartó de la mente.
—¡Billings! —llamó.
El mayordomo entró en la habitación.
—Sí, su excelencia.
—¿De qué estaba hablando la señorita Rutledge? ¿Te acuerdas? —preguntó, con un movimiento negligente de la mano.
—Decía algo sobre el joven señor Maberley; que estaba cambiando y que no sabía a quién acudir. Creo que le estaba pidiendo ayuda, su excelencia.
—¿No es capaz de lidiar con unos cuantos pelos en el pecho? El muchacho debe de tener un ayuda de cámara que le pueda enseñar a afeitarse —replicó, decidiendo que la entrada del joven en la adolescencia no justificaba ponerse así.
Billings tosió con discreción.
—Creo que no se refería a ese tipo de cambios, su excelencia. Creo que se refería a cambios como los suyos.
—¿Como los míos? —repitió soltando el abrecartas, que fue a parar al suelo. Billings llevaba sirviendo a la familia desde su infancia. Conocía todos los secretos de Nicholas y ninguno de ellos lo había apartado de su leal servicio —. ¿No te referirás a…?
—Sí, su excelencia, justamente a eso es a lo que me refiero. Los signos están ahí y la señorita está asustada.
—Y hace bien en estarlo —musitó Nicholas, levantándose y saliendo al pasillo—. Que preparen mi caballo,
Billings.
FlayTC
Re: El Encanto de un lobo (Nick y Tu) [Adaptacion]
ahh este Nicholas se pasa!!!
Como solo la mando de vuelta???!
Siguela!!!
Como solo la mando de vuelta???!
Siguela!!!
aranzhitha
Re: El Encanto de un lobo (Nick y Tu) [Adaptacion]
oh dios me encanto tenes q seguirla
que hará nick siguela por favor
quiero mas capitulos
que hará nick siguela por favor
quiero mas capitulos
ElitzJb
Re: El Encanto de un lobo (Nick y Tu) [Adaptacion]
Investigando bien sobre la nove descubri que tipo una saga, si se podria llamar asi, el primer libro (El encanto de un lobo) es el que estan leyendo pero luego hay otro dos, si no me equivoco seria de los otros dos hermanos (son tres como los Jonas xD jaja) asi que pensaba que luego de terminar podria hacer los otros libros, claro que tendria que aclarar el tema del cambio de nombre del personaje principla ("____") pero no creo que alla problema, aun no se si estan relacionadas entre si las historia, osea que si van en un horden y que si hace falta leer uno antes de leer el siguiente, lo averiguare cuando leea los otros dos! asique nada era para comentarles eso, era para avisar que cuando termine la nove y le alla gustado tendre dos mas de este mismo estilo!
Dentro de un ratito subire el capitulo tres! =D
saludos! Nos vemos!
Goodbye!
Dentro de un ratito subire el capitulo tres! =D
saludos! Nos vemos!
Goodbye!
FlayTC
Re: El Encanto de un lobo (Nick y Tu) [Adaptacion]
Perdon chicas, es que andaba estudiando para una materia que tenia que rendir, por suerte ya la rendi hoy y aprobe asique enseguida les subo el cap tres y su puedo parte del cuatro! =D
Saludos
Saludos
FlayTC
Re: El Encanto de un lobo (Nick y Tu) [Adaptacion]
____ tenía muchas horas por delante para decidir cuál iba a ser su siguiente paso. Una cosa era que el sinvergüenza no tuviera tiempo para su pupilo, y otra que ni siquiera pudiera discutir la situación con ella. Iba a tener que arreglárselas sola. Lo único que tenía claro era que a Oliver le pasaba algo. Debía averiguar cuál era el problema. El señor Craven le había hablado de un médico en Londres. En aquel momento, había rechazado la sugerencia ya que los cambios de Oliver no parecían deberse a un problema de salud, pero ahora ya no estaba tan segura.
Nada le apetecía más que estrangular a Blackmoor. ¿En qué estaría pensando su cuñado cuando le pidió a ese canalla que se ocupara de Oliver? Si ni siquiera se molestaba en visitarlo de vez en cuando. Cuando Emma y Daniel murieron en aquel trágico accidente, ____ se ofreció encantada para cuidar del niño. Se había pasado los últimos seis años consolándolo, curándole las heridas y sentándose a su lado cuando las pesadillas no lo dejaban dormir. No podía seguir ignorando el problema. No volvería a cometer el mismo error que con Emma.
Cuando su hermana se casó con el difunto conde de Maberley, ____ había notado cambios en ella. Emma siempre había sido una persona sociable y llena de vida, pero tras la boda se convirtió en una especie de reclusa que prefería quedarse en el campo en vez de disfrutar de los entretenimientos de la ciudad. A menudo parecía retraída y se negaba a ver a nadie que no fuera su marido o su hijo. Y lo más preocupante, a veces se la veía asustada, cosa muy rara en ella. Durante años, ____ se había reprochado no haber hecho más, no haberle exigido respuestas. Pero, si así hubiera sido, ¿habría cambiado algo? ¿Habría dejado Emma a Daniel? En ese caso, no habrían estado juntos el día del fatídico accidente.
Si algo tenía claro ____ era que no pensaba repetir los mismos errores con Oliver. La situación era distinta. Sin embargo, había aprendido que quedarse mirando sin hacer nada no solucionaba los problemas. Llegaría hasta el fondo del asunto. Descubriría qué le pasaba a su sobrino y encontraría una solución. Necesitaba respuestas antes de enviarlo a Harrow. Y el reloj no se detenía.
Nicholas le entregó la fusta a Billings para ponerse el abrigo. ____ Rutledge le llevaba una hora de ventaja, pero a lomos de su caballo no tardaría en alcanzarla. Lo que haría cuando la encontrara, ya no lo tenía tan claro.
Se dirigió hacia la puerta, pero se detuvo al ver que ésta se abría sola. De pie ante él, como si de un inesperado soplo de viento se tratara, su hermano Joseph lo examinó de arriba abajo.
—No puedes marcharte. Acabo de llegar.
—¿Y para qué has venido? —preguntó el duque con desconfianza. Joseph tenía la costumbre de presentarse en los momentos más inoportunos.
—Siempre sabes hacer que un invitado se sienta bienvenido, Nicholas.
—Estoy perdiendo la paciencia, Joseph.
Su hermano sonrió y entró en la casa, lanzándole el sombrero a Billings, que lo atrapó al vuelo.
—Como si hubieras tenido paciencia alguna vez —replicó Joe, sin detenerse. Parecía ir directo al despacho, sin duda en busca del mejor whisky de Nicholas—. Además —siguió diciendo, mientras le hablaba por encima del hombro—. Si te hubieras molestado en leer la correspondencia, te habrías enterado de que pensaba venir a pasar esta semana contigo.
Joe se detuvo en seco y empezó a olfatear el aire. Luego se volvió con una sonrisa cómplice.
—¿Has traído compañía femenina? No me extraña que verme no te haya hecho ninguna gracia. ¿Qué ha pasado con esa idea tuya de que es demasiado peligroso tener mujeres cerca durante la luna llena?
—Sigo pensando lo mismo —protestó Nicholas, con un gruñido. En ese momento no tenía elección, pero no sabía cómo arreglárselas para mantener a la joven a salvo. Si ya le había parecido difícil estando él solo, la presencia de su hermano lo hacía mucho más difícil.
Como de costumbre, Joe no se dejó impresionar por su mal humor.
—Si tú lo dices —replicó, sin dejar de sonreír—. ¿Quién es ella?
—La señorita Rutledge, y no la he traído. Vino sin avisar.
—¿La señorita Lily Rutledge? —preguntó Joe, con un gruñido de admiración—. Qué casualidad.
Nicholas se abalanzó sobre su hermano y lo acorraló contra la pared. Lo levantó del suelo y lo dejó con los pies colgando.
—Ni se te ocurra tocarla. ¿Está claro?
Joe se liberó de un empujón y se aflojó el nudo del pañuelo. Tenía la fuerza de diez hombres.
—Con un simple «Es mía» me habría bastado, Nick. No hace falta que te pongas a marcar el territorio.
¡Ni hablar! Tras haber visto a Emma Maberley encogiéndose de miedo al enterarse de lo que era su marido, no estaba dispuesta a someter a ninguna mujer más a esa experiencia. Ninguna sería suya, no de ese modo. Ni ____ Rutledge ni nadie. Era demasiado peligroso. Sin embargo, sabía que estaba perdiendo el tiempo con Joe. Empezó a volverse hacia la puerta, cuando, de repente, cambió de idea.
—¿Kevin no estará de camino? —Si iban a reunirse los tres, tendría que tomar medidas. Prestaría más atención al correo en el futuro o, por lo menos, contrataría a uno de esos dichosos secretarios para que se ocupara del asunto.
Joe negó con la cabeza.
—Sigue en Escocia, pero no te preocupes. Me encargaré personalmente de decirle que ____ Rutledge es propiedad privada la próxima vez que lo vea.
—Sobre todo, eso. No te olvides de decírselo —asintió Nicholas, malhumorado. ____ Rutledge ya tenía bastantes problemas. No necesitaba añadir a los hermanos Westfield a su lista. Salió de la casa y se dirigió a los establos. Abbadon estaba ensillado, esperándolo. El sol brillaba sobre su pelaje negro. Nicholas montó de un salto y partió al galope. Esperaba que se le ocurriera algo antes de volver a encontrarse con ____ Rutledge.
Nada le apetecía más que estrangular a Blackmoor. ¿En qué estaría pensando su cuñado cuando le pidió a ese canalla que se ocupara de Oliver? Si ni siquiera se molestaba en visitarlo de vez en cuando. Cuando Emma y Daniel murieron en aquel trágico accidente, ____ se ofreció encantada para cuidar del niño. Se había pasado los últimos seis años consolándolo, curándole las heridas y sentándose a su lado cuando las pesadillas no lo dejaban dormir. No podía seguir ignorando el problema. No volvería a cometer el mismo error que con Emma.
Cuando su hermana se casó con el difunto conde de Maberley, ____ había notado cambios en ella. Emma siempre había sido una persona sociable y llena de vida, pero tras la boda se convirtió en una especie de reclusa que prefería quedarse en el campo en vez de disfrutar de los entretenimientos de la ciudad. A menudo parecía retraída y se negaba a ver a nadie que no fuera su marido o su hijo. Y lo más preocupante, a veces se la veía asustada, cosa muy rara en ella. Durante años, ____ se había reprochado no haber hecho más, no haberle exigido respuestas. Pero, si así hubiera sido, ¿habría cambiado algo? ¿Habría dejado Emma a Daniel? En ese caso, no habrían estado juntos el día del fatídico accidente.
Si algo tenía claro ____ era que no pensaba repetir los mismos errores con Oliver. La situación era distinta. Sin embargo, había aprendido que quedarse mirando sin hacer nada no solucionaba los problemas. Llegaría hasta el fondo del asunto. Descubriría qué le pasaba a su sobrino y encontraría una solución. Necesitaba respuestas antes de enviarlo a Harrow. Y el reloj no se detenía.
Nicholas le entregó la fusta a Billings para ponerse el abrigo. ____ Rutledge le llevaba una hora de ventaja, pero a lomos de su caballo no tardaría en alcanzarla. Lo que haría cuando la encontrara, ya no lo tenía tan claro.
Se dirigió hacia la puerta, pero se detuvo al ver que ésta se abría sola. De pie ante él, como si de un inesperado soplo de viento se tratara, su hermano Joseph lo examinó de arriba abajo.
—No puedes marcharte. Acabo de llegar.
—¿Y para qué has venido? —preguntó el duque con desconfianza. Joseph tenía la costumbre de presentarse en los momentos más inoportunos.
—Siempre sabes hacer que un invitado se sienta bienvenido, Nicholas.
—Estoy perdiendo la paciencia, Joseph.
Su hermano sonrió y entró en la casa, lanzándole el sombrero a Billings, que lo atrapó al vuelo.
—Como si hubieras tenido paciencia alguna vez —replicó Joe, sin detenerse. Parecía ir directo al despacho, sin duda en busca del mejor whisky de Nicholas—. Además —siguió diciendo, mientras le hablaba por encima del hombro—. Si te hubieras molestado en leer la correspondencia, te habrías enterado de que pensaba venir a pasar esta semana contigo.
Joe se detuvo en seco y empezó a olfatear el aire. Luego se volvió con una sonrisa cómplice.
—¿Has traído compañía femenina? No me extraña que verme no te haya hecho ninguna gracia. ¿Qué ha pasado con esa idea tuya de que es demasiado peligroso tener mujeres cerca durante la luna llena?
—Sigo pensando lo mismo —protestó Nicholas, con un gruñido. En ese momento no tenía elección, pero no sabía cómo arreglárselas para mantener a la joven a salvo. Si ya le había parecido difícil estando él solo, la presencia de su hermano lo hacía mucho más difícil.
Como de costumbre, Joe no se dejó impresionar por su mal humor.
—Si tú lo dices —replicó, sin dejar de sonreír—. ¿Quién es ella?
—La señorita Rutledge, y no la he traído. Vino sin avisar.
—¿La señorita Lily Rutledge? —preguntó Joe, con un gruñido de admiración—. Qué casualidad.
Nicholas se abalanzó sobre su hermano y lo acorraló contra la pared. Lo levantó del suelo y lo dejó con los pies colgando.
—Ni se te ocurra tocarla. ¿Está claro?
Joe se liberó de un empujón y se aflojó el nudo del pañuelo. Tenía la fuerza de diez hombres.
—Con un simple «Es mía» me habría bastado, Nick. No hace falta que te pongas a marcar el territorio.
¡Ni hablar! Tras haber visto a Emma Maberley encogiéndose de miedo al enterarse de lo que era su marido, no estaba dispuesta a someter a ninguna mujer más a esa experiencia. Ninguna sería suya, no de ese modo. Ni ____ Rutledge ni nadie. Era demasiado peligroso. Sin embargo, sabía que estaba perdiendo el tiempo con Joe. Empezó a volverse hacia la puerta, cuando, de repente, cambió de idea.
—¿Kevin no estará de camino? —Si iban a reunirse los tres, tendría que tomar medidas. Prestaría más atención al correo en el futuro o, por lo menos, contrataría a uno de esos dichosos secretarios para que se ocupara del asunto.
Joe negó con la cabeza.
—Sigue en Escocia, pero no te preocupes. Me encargaré personalmente de decirle que ____ Rutledge es propiedad privada la próxima vez que lo vea.
—Sobre todo, eso. No te olvides de decírselo —asintió Nicholas, malhumorado. ____ Rutledge ya tenía bastantes problemas. No necesitaba añadir a los hermanos Westfield a su lista. Salió de la casa y se dirigió a los establos. Abbadon estaba ensillado, esperándolo. El sol brillaba sobre su pelaje negro. Nicholas montó de un salto y partió al galope. Esperaba que se le ocurriera algo antes de volver a encontrarse con ____ Rutledge.
FlayTC
Re: El Encanto de un lobo (Nick y Tu) [Adaptacion]
____ tenía hambre. Apenas había probado el desayuno, preocupada por si encontraría a Blackmoor o por si su mayordomo la habría enviado hasta Hampshire para nada. Aunque tal vez hubiera sido preferible no encontrarse con él. No entendía la actitud del duque.
Se había sentido aterrorizada, excitada y furiosa al mismo tiempo. Aunque sabía que el encuentro había sido real, cuanto más se alejaba de Westfield Hall, más le parecía que todo había sido un sueño. No había dormido muy bien la noche anterior y se preguntó si la falta de sueño sería la responsable de su desasosiego.
El carruaje aminoró el paso y ____ miró por la ventanilla. Se estaban acercando a una posada. Gracias a Dios. Por fin podría estirar las piernas y cenar un poco mientras trataba de poner sus ideas en orden.
Cuando el coche se detuvo, Jenkins, el cochero, abrió la puerta y la ayudó a bajar.
—Los caballos necesitan descansar, señorita, pero preferiría que no se apartara del coche. Este sitio me da mala espina.
____ echó un vistazo a su alrededor. Un par de tipos fornidos, desaliñados y que no se habrían afeitado hacía días, holgazaneaban por el patio. Sin embargo, tras haberse enfrentado al duque de Blackmoor ninguno de ellos le pareció peligroso en especial. Además, tenía hambre y no pensaba quedarse escondida en el coche. Viajar en él ya
resultaba bastante aburrido. No tenía manera de saber cuándo volverían a hacer un descanso. De lo único que estaba segura era de que no se quedarían allí mucho tiempo porque el cielo se estaba cubriendo y amenazaba lluvia. Sacudió la cabeza.
—No te preocupes por mí, Jenkins. Pediré algo sencillo y volveré en seguida para que podamos continuar el viaje cuanto antes.
Luego se dirigió a la posada, sin hacer caso de los comentarios por lo bajo que hizo el cochero sobre las mujeres independientes.
Pues claro que lo era. Si no se ocupaba ella de sus asuntos, ¿quién lo haría? No es que tuviera un montón de pretendientes haciendo cola en Essex. Ya sabía que a sus casi veinticuatro años era una solterona hecha y derecha. Emma solía definirla como esbelta y espigada, pero lo cierto era que estaba demasiado delgada para el gusto de los hombres. Y era más alta que muchos.
Sin embargo, todo eso no suponía un obstáculo insalvable si la mujer tenía una dote generosa, pero no era su caso. Tal vez por eso le daba tanta rabia cada vez que Blackmoor le enviaba un talón en vez de responder a sus preguntas. Hacía que se sintiera como una pariente pobre e insistente, en vez de como una tía que se preocupaba por su sobrino. ¿Acaso pensaba que, solo porque no tenía nada, podía comprar su silencio? ¿Que el dinero iba a impresionarla tanto que se iba a olvidar de lo que de verdad la preocupaba?
Pero no, no era cierto que no tuviera nada. Tenía a Oliver.
Estaba enfocando mal el asunto. Blackmoor era el tutor del chico, pero no su único primo. Puede que lord Joseph o lord Kevin fueran más amables. Desde luego, peores que su hermano mayor no podían ser, así que no le quedaba nada que perder. ____ entró en el establecimiento y sintió un escalofrío cuando la puerta se cerró tras ella. Dentro de la sala casi no había luz y el lugar olía a sudor y a alcohol. Cuando sus ojos se habituaron a la oscuridad, comprobó que la nariz y el gusto estaban de acuerdo.
No iba a ser capaz de comer nada de lo que allí hubieran podido preparar. Se volvió para marcharse. De pronto, se dio cuenta de que un hombre bloqueaba la salida. Lo examinó de arriba abajo mientras se sujetaba el cuello de la capa con fuerza, de forma instintiva. Se cubrió la nariz y la boca con la capa, para protegerse del espantoso olor que emanaba del cuerpo de aquel desconocido. Retrocedió dos pasos.
Al chocar contra algo sólido, dio un brinco. Era otro tipo, tan horrible como el primero, que le sonreía con lascivia. ____ se estremeció y dio un paso al lado, para tenerlos a los dos a la vista.
—Buenas tardes, caballeros —empezó a decir, sorprendida de lo poco que le temblaba la voz. Echó un vistazo a la sala, buscando al posadero para pedir ayuda. No vio a nadie.
—¿Has oído? ¿Nos ha llamado caballeros? —se burló uno de ellos.
—¿Vienen mucho por aquí? —preguntó Lily, tratando de distraerlos mientras buscaba otra vía de escape. Pero aquellos individuos no se dejaban distraer. Se acercaron más. La puerta se abrió y el viento que entró por ella le alborotó el cabello. Como no se atrevía a apartar la vista de sus asaltantes, no pudo ver quién entraba.
—Señorita Rutledge —dijo una voz que le resultó familiar en un tono tan bajo que casi se podía confundir con el gruñido de un animal—. Qué agradable sorpresa encontrarla aquí.
¡El duque! ____ no recordaba haberse alegrado tanto de ver a alguien en sus veintitrés años de vida.
—S… su excelencia —balbuceó, temblorosa.
—Venga aquí —ordenó Blackmoor, ofreciéndole una mano.
—Eh, solo queríamos divertirnos un poco —protestó uno de los hombres cuando ____ se movió hacia el duque.
La mano fuerte y cálida de Blackmoor se cerró alrededor de la de la joven, que miró al suelo y respiró hondo. ¡Estaba a salvo!
El duque la atrajo hacia sí y le retiró un mechón de cabello de la cara.
—¿Está bien? —se interesó.
—Perfectamente —susurró ____, reprimiendo el deseo de apoyar la cabeza en su pecho y llorar de alegría. Aunque no le resultó fácil, logró mantener la compostura.
Blackmoor abrió la puerta de la posada y la empujó hacia afuera con suavidad.
—Entre en el coche y quédese allí.
A ____ ni se le pasó por la cabeza desobedecer aquella orden. Cruzó el patio en dirección al carruaje medio llorando. Al pensar en lo que podía haber sucedido si Blackmoor no hubiera llegado a tiempo, se estremeció. Sentía una opresión en el pecho que casi no la dejaba respirar. Entre el temblor de las piernas y lo sofocada que estaba,
creyó que no iba a llegar al coche. De pronto, unos brazos fuertes y cálidos la abrazaron.
—Ya está, ya pasó. Todo va a ir bien.
A ____ le resultó extraño que Jenkins la apretara contra su pecho y la dejara llorar. Tal vez tuviera hijas de su edad. ____ siguió llorando, agarrada a la camisa del cochero, que se limitaba a abrazarla y acariciarle la espalda mientras esperaba a que se le pasara el disgusto.
Cuando Blackmoor salió disparado de la posada, vio que los ojos grises del duque se habían oscurecido tanto que parecían negros. La paz de aquel momento se esfumó. El hombre tenía un aspecto más fiero que el de un animal salvaje de esos que salían en los libros. De forma inconsciente, se colocó detrás de Jenkins. Pero en ese momento se dio cuenta de que el cochero que estaba a su lado y el hombre que la había estado consolando no eran la misma persona.
Aquel extraño de pelo negro le tomó la mano y se la llevó a los labios hasta que Blackmoor bramó:
—Si quieres conservar esa mano, sugiero que la apartes de la señorita Rutledge.
Se había sentido aterrorizada, excitada y furiosa al mismo tiempo. Aunque sabía que el encuentro había sido real, cuanto más se alejaba de Westfield Hall, más le parecía que todo había sido un sueño. No había dormido muy bien la noche anterior y se preguntó si la falta de sueño sería la responsable de su desasosiego.
El carruaje aminoró el paso y ____ miró por la ventanilla. Se estaban acercando a una posada. Gracias a Dios. Por fin podría estirar las piernas y cenar un poco mientras trataba de poner sus ideas en orden.
Cuando el coche se detuvo, Jenkins, el cochero, abrió la puerta y la ayudó a bajar.
—Los caballos necesitan descansar, señorita, pero preferiría que no se apartara del coche. Este sitio me da mala espina.
____ echó un vistazo a su alrededor. Un par de tipos fornidos, desaliñados y que no se habrían afeitado hacía días, holgazaneaban por el patio. Sin embargo, tras haberse enfrentado al duque de Blackmoor ninguno de ellos le pareció peligroso en especial. Además, tenía hambre y no pensaba quedarse escondida en el coche. Viajar en él ya
resultaba bastante aburrido. No tenía manera de saber cuándo volverían a hacer un descanso. De lo único que estaba segura era de que no se quedarían allí mucho tiempo porque el cielo se estaba cubriendo y amenazaba lluvia. Sacudió la cabeza.
—No te preocupes por mí, Jenkins. Pediré algo sencillo y volveré en seguida para que podamos continuar el viaje cuanto antes.
Luego se dirigió a la posada, sin hacer caso de los comentarios por lo bajo que hizo el cochero sobre las mujeres independientes.
Pues claro que lo era. Si no se ocupaba ella de sus asuntos, ¿quién lo haría? No es que tuviera un montón de pretendientes haciendo cola en Essex. Ya sabía que a sus casi veinticuatro años era una solterona hecha y derecha. Emma solía definirla como esbelta y espigada, pero lo cierto era que estaba demasiado delgada para el gusto de los hombres. Y era más alta que muchos.
Sin embargo, todo eso no suponía un obstáculo insalvable si la mujer tenía una dote generosa, pero no era su caso. Tal vez por eso le daba tanta rabia cada vez que Blackmoor le enviaba un talón en vez de responder a sus preguntas. Hacía que se sintiera como una pariente pobre e insistente, en vez de como una tía que se preocupaba por su sobrino. ¿Acaso pensaba que, solo porque no tenía nada, podía comprar su silencio? ¿Que el dinero iba a impresionarla tanto que se iba a olvidar de lo que de verdad la preocupaba?
Pero no, no era cierto que no tuviera nada. Tenía a Oliver.
Estaba enfocando mal el asunto. Blackmoor era el tutor del chico, pero no su único primo. Puede que lord Joseph o lord Kevin fueran más amables. Desde luego, peores que su hermano mayor no podían ser, así que no le quedaba nada que perder. ____ entró en el establecimiento y sintió un escalofrío cuando la puerta se cerró tras ella. Dentro de la sala casi no había luz y el lugar olía a sudor y a alcohol. Cuando sus ojos se habituaron a la oscuridad, comprobó que la nariz y el gusto estaban de acuerdo.
No iba a ser capaz de comer nada de lo que allí hubieran podido preparar. Se volvió para marcharse. De pronto, se dio cuenta de que un hombre bloqueaba la salida. Lo examinó de arriba abajo mientras se sujetaba el cuello de la capa con fuerza, de forma instintiva. Se cubrió la nariz y la boca con la capa, para protegerse del espantoso olor que emanaba del cuerpo de aquel desconocido. Retrocedió dos pasos.
Al chocar contra algo sólido, dio un brinco. Era otro tipo, tan horrible como el primero, que le sonreía con lascivia. ____ se estremeció y dio un paso al lado, para tenerlos a los dos a la vista.
—Buenas tardes, caballeros —empezó a decir, sorprendida de lo poco que le temblaba la voz. Echó un vistazo a la sala, buscando al posadero para pedir ayuda. No vio a nadie.
—¿Has oído? ¿Nos ha llamado caballeros? —se burló uno de ellos.
—¿Vienen mucho por aquí? —preguntó Lily, tratando de distraerlos mientras buscaba otra vía de escape. Pero aquellos individuos no se dejaban distraer. Se acercaron más. La puerta se abrió y el viento que entró por ella le alborotó el cabello. Como no se atrevía a apartar la vista de sus asaltantes, no pudo ver quién entraba.
—Señorita Rutledge —dijo una voz que le resultó familiar en un tono tan bajo que casi se podía confundir con el gruñido de un animal—. Qué agradable sorpresa encontrarla aquí.
¡El duque! ____ no recordaba haberse alegrado tanto de ver a alguien en sus veintitrés años de vida.
—S… su excelencia —balbuceó, temblorosa.
—Venga aquí —ordenó Blackmoor, ofreciéndole una mano.
—Eh, solo queríamos divertirnos un poco —protestó uno de los hombres cuando ____ se movió hacia el duque.
La mano fuerte y cálida de Blackmoor se cerró alrededor de la de la joven, que miró al suelo y respiró hondo. ¡Estaba a salvo!
El duque la atrajo hacia sí y le retiró un mechón de cabello de la cara.
—¿Está bien? —se interesó.
—Perfectamente —susurró ____, reprimiendo el deseo de apoyar la cabeza en su pecho y llorar de alegría. Aunque no le resultó fácil, logró mantener la compostura.
Blackmoor abrió la puerta de la posada y la empujó hacia afuera con suavidad.
—Entre en el coche y quédese allí.
A ____ ni se le pasó por la cabeza desobedecer aquella orden. Cruzó el patio en dirección al carruaje medio llorando. Al pensar en lo que podía haber sucedido si Blackmoor no hubiera llegado a tiempo, se estremeció. Sentía una opresión en el pecho que casi no la dejaba respirar. Entre el temblor de las piernas y lo sofocada que estaba,
creyó que no iba a llegar al coche. De pronto, unos brazos fuertes y cálidos la abrazaron.
—Ya está, ya pasó. Todo va a ir bien.
A ____ le resultó extraño que Jenkins la apretara contra su pecho y la dejara llorar. Tal vez tuviera hijas de su edad. ____ siguió llorando, agarrada a la camisa del cochero, que se limitaba a abrazarla y acariciarle la espalda mientras esperaba a que se le pasara el disgusto.
Cuando Blackmoor salió disparado de la posada, vio que los ojos grises del duque se habían oscurecido tanto que parecían negros. La paz de aquel momento se esfumó. El hombre tenía un aspecto más fiero que el de un animal salvaje de esos que salían en los libros. De forma inconsciente, se colocó detrás de Jenkins. Pero en ese momento se dio cuenta de que el cochero que estaba a su lado y el hombre que la había estado consolando no eran la misma persona.
Aquel extraño de pelo negro le tomó la mano y se la llevó a los labios hasta que Blackmoor bramó:
—Si quieres conservar esa mano, sugiero que la apartes de la señorita Rutledge.
FlayTC
Re: El Encanto de un lobo (Nick y Tu) [Adaptacion]
quien la estaba consolando??!!
Ese Nick se puso hecha una feria!!
Siguela!!
Ese Nick se puso hecha una feria!!
Siguela!!
aranzhitha
Re: El Encanto de un lobo (Nick y Tu) [Adaptacion]
oh oh quien carrizo sera el tipo q abrazo a la rayis y en cima besa su mano???
esto cada vez se pone mucho mejor siguela ya quiero q coloques maraton :) por fitas
esto cada vez se pone mucho mejor siguela ya quiero q coloques maraton :) por fitas
ElitzJb
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