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El Encanto de un lobo (Nick y Tu) [Adaptacion]
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Página 3 de 9. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9
Re: El Encanto de un lobo (Nick y Tu) [Adaptacion]
Holaaaa nueva lectora
Me encanto ka nove!!!!!!!
siguelaaa :P
Me encanto ka nove!!!!!!!
siguelaaa :P
jamileth
Re: El Encanto de un lobo (Nick y Tu) [Adaptacion]
Chicas en verdad lamento por no subir antes es que me había quedado sin computador y encima andaba con el tema de inicio de clases, pero por suerte ya tengo mi computador de vuelta y es viernes lo que significa que me puedo quedar hasta tarde para subirles nove!!!!
ElitzJb dijiste que querías que ya ponga un maratón, así que te haré caso y pondré tres o cuatro capítulos ( que como se dividen en dos partes seria el equivalente de 6 u 8 capítulos comunes por así decirlo XD) , me me pondré a hacer las imágenes y subo los capítulos!!!!!
Gracias por la espera,
A y bienvenida jamileth, espero que disfrutes de la nove!
Un saludo a todas y en un ratito comenzare a subir los capítulos!
Nos Vemos!
ElitzJb dijiste que querías que ya ponga un maratón, así que te haré caso y pondré tres o cuatro capítulos ( que como se dividen en dos partes seria el equivalente de 6 u 8 capítulos comunes por así decirlo XD) , me me pondré a hacer las imágenes y subo los capítulos!!!!!
Gracias por la espera,
A y bienvenida jamileth, espero que disfrutes de la nove!
Un saludo a todas y en un ratito comenzare a subir los capítulos!
Nos Vemos!
FlayTC
Re: El Encanto de un lobo (Nick y Tu) [Adaptacion]
ElitzJb escribió:en espera del maraton
jajaja Estoy revisando los capítulos a ver si esta todo bien, hago las 6 imagenes (que las hago en un segundo) y empiezo a subir! =D
Un maraton de 3 capitulos (cada uno dividido en dos partes) te parece bien? Porque puedo ser mas que buenita y subir uno mas xD pero tengo que pensarlo :P
FlayTC
Re: El Encanto de un lobo (Nick y Tu) [Adaptacion]
FlayTC escribió:ElitzJb escribió:en espera del maraton
jajaja Estoy revisando los capítulos a ver si esta todo bien, hago las 6 imagenes (que las hago en un segundo) y empiezo a subir! =D
Un maraton de 3 capitulos (cada uno dividido en dos partes) te parece bien? Porque puedo ser mas que buenita y subir uno mas xD pero tengo que pensarlo :P
me parece muy pero muy genial...
pero si es de tu agrado y colocas otro seria muchisimo mejor ;)
ElitzJb
Re: El Encanto de un lobo (Nick y Tu) [Adaptacion]
Ya empiezo a subir el maratón!
Espero que les sea de su agrado y le guste, a eso si denle las
gracias a "ElitzJb" que la idea de que suba un maraton fue
de ella! =D
Bueno les dejo el maratón! que lo disfruten!
Espero que les sea de su agrado y le guste, a eso si denle las
gracias a "ElitzJb" que la idea de que suba un maraton fue
de ella! =D
Bueno les dejo el maratón! que lo disfruten!
FlayTC
Re: El Encanto de un lobo (Nick y Tu) [Adaptacion]
Nicholas no sabía qué le había puesto más furioso, si ver a la señorita Rutledge a punto de ser presa de los dos miserables de la posada o en brazos de su hermano Joseph. No le haría daño si se apartaba de la mujer. Sin embargo, cuando los labios de Joe tocaron la mano enguantada de ____, estuvo a punto de perder el control.
—La señorita Rutledge y yo nos estamos conociendo mejor —fanfarroneó Joseph, como solo un hermano pequeño y molesto podía hacer—. ¿Qué has hecho para provocar ese diluvio de lágrimas? —preguntó, antes de volverse hacia ____—: Tiene muy mal carácter, querida —le dijo con una sonrisa seductora.
Ella parecía confundida. Al contemplar cómo se retiraba el cabello color caoba de la cara, Nicholas deseó ser él quien lo hiciera. Le hubiera gustado consolarla, pero Joseph se interponía entre los dos, así que se limitó a gruñir.
—No enseñes los dientes, querido hermano —le aconsejó Joe—. Asustarás a la dama.
Nicholas se acercó a ____ y, sujetándola por el codo, la empujó hacia el interior del carruaje.
—¿En qué estaba pensando para entrar en un sitio así? —preguntó. Luego se volvió hacia Jenkins, que tenía la cara verde de miedo—. Y tú ¿por qué no la protegiste? Debería despedirte ahora mismo.
El cochero respiró hondo antes de responder:
—Yo trabajo para el conde de Maberley.
—Lo que es lo mismo que si trabajaras para mí —replicó Nicholas—. No tolero la insolencia entre mis empleados. No lo olvides.
El cochero palideció y se volvió hacia el carruaje, musitando entre dientes algo sobre mujeres cabezotas. Si el muy estúpido hubiera visto a Nicholas dentro de la posada, no habría murmurado nada.
—Tiene sangre en la manga —dijo ____, mirándolo de arriba abajo—. ¿Se encuentra bien? —preguntó, con la voz un poco más aguda de lo normal.
—No es nada —respondió con brusquedad, y volvió a empujarla hacia el coche. Quería marcharse de ese lugar lo antes posible.
—No, no, creo que está herido —insistió ella, frunciendo el cejo.
Nicholas se dio cuenta de que tenía pecas en la nariz. ¿Cómo no se había fijado antes?
—La sangre no es mía —replicó, esperando que así ____ dejara de insistir.
Ella parpadeó dos veces.
—¿Es de los hombres de la posada?
Él asintió. Ahora que la bestia volvía a estar bajo control, empezaba a encontrarse mejor.
—¿Qué has hecho, Nick? —preguntó Joseph, alarmado.
—No me acuerdo —respondió Nicholas al oído de su hermano.
Joe asintió y entró en la posada.
—Debí escucharla esta mañana —admitió Nicholas a regañadientes—. Volverá conmigo a Westfield Hall y enviaremos a buscar al chico.
La expresión de ____ se relajó. Sin embargo, en seguida sacudió la cabeza.
—No. Oliver nunca ha viajado sin mí.
—Estoy seguro de que no habrá ningún problema, señorita Rutledge —replicó Nicholas, frunciendo el cejo. Esta vez no la perdería de vista. ¿En qué otro lío sería capaz de meterse? Con solo pensarlo, el corazón se le encogió.
En ese momento, Joe salió de la posada y anunció como si tal cosa:
—Bien, me debes doscientas libras por las sillas y las mesas. Aunque las he pagado a gusto al ver el estado en que habían quedado esos hombres, lo admito. —Se acercó a Nicholas y continuó hablándole en el oído—: Están vivos, pero no olvidarán este encuentro nunca. Las cicatrices se encargarán de que no lo hagan.
Nicholas se limitó a asentir. Sabía que no debería haber salido de Westfield Hall con la luna llena a la vuelta de la esquina, pero la insistencia de ____ le hacía pensar que corría prisa llevar a Oliver a casa. El estado del chico debía de ser preocupante para que ella hubiera insistido de esa manera.
Nicholas notó que le caía una gota de lluvia en la cabeza y miró al cielo. Vio que estaba cubierto de nubarrones y oyó un trueno a lo lejos. Podía montar en Abbadon y calarse hasta los huesos, cosa que le pondría de peor humor, o podía viajar seco y caliente en el carruaje. Con ella. No, la primera opción era la más segura. Tanto para él como para ella. Pero al volverse hacia el caballo, vio con el rabillo del ojo que Joseph subía al coche tras ____. Por todos los demonios. Ahora no tenía elección.
—Tú, ata los caballos al coche —le gritó al cochero, señalando a Abbadon y al caballo de su hermano que, por supuesto, se había despreocupado del animal. Estaba seguro de que, en cuanto había visto a ____, la cordura le había desaparecido de la cabeza.
Abrió la puerta del carruaje y le dirigió una mirada amenazadora a Joe, que le devolvió otra de absoluta inocencia. Nicholas, que no se dejó engañar ni por un momento, se sentó al lado de ___, frente a él.
Cuando el carruaje se puso en marcha, Nicholas se recostó en el asiento y cerró los ojos. Rezó para que el viaje se hiciera corto. Si no le hacía caso, tal vez podría mantener a raya su deseo de poseerla. Tal vez incluso podría dormir.
Pero no, no podría. ____ olía de maravilla, a magnolias dulces, y se imaginó probando cada centímetro de su cuerpo. Gruñó. Y casi salió disparado por el techo del carruaje cuando sintió que ella le estaba tocando la mejilla.
¡Qué demonios!
Abrió los ojos y se encontró a ____ observándolo horrorizada. Bueno, al menos eso estaba bien. No debería ir tocando por ahí a criaturas como él, y menos oliendo tan bien como ella olía.
—¿Qué? —le preguntó de repente.
—Se ha quejado. ¿Está seguro de que no está herido?
El que iba a resultar herido era ____, que lo estaba mirando casi sin poder contener la risa.
—Ya se lo he dicho —repitió Nicholas volviéndose para mirarla, tratando de no fijarse en que se había desabotonado la capa mientras él había cerrado los ojos y de no notar cómo el pecho le subía y le bajaba cada vez que respiraba—. No estoy herido.
—Lo siento. Quiero decir, me alegro… ¡Oh, da igual! —exclamó ella, como si estuviera enfadada. Cruzó los brazos sobre el pecho y se puso a mirar por la ventanilla.
Nicholas hizo una mueca. No se daba cuenta de que así los pechos todavía se le levantaban más. ¿Acaso estaba tratando de que se abalanzara sobre ella?
A duras penas, apartó la mirada para vigilar a su hermano, que por supuesto estaba atento a lo mismo que él. Si Joseph le ponía una mano encima, Nicholas se juró que le rompería todos los huesos del cuerpo. La amenazadora sonrisa torcida que dirigió a su hermano pequeño recibió un guiño descarado como respuesta. Nicholas cambió de idea. No le rompería los huesos uno a uno. Lo mataría de un solo golpe.
El duque volvió a mirar a ____, que por suerte parecía ajena a lo que sucedía entre ellos. Se aclaró la garganta.
—Señorita Rutledge, le pido disculpas. No me encuentro demasiado bien. No pretendía hablarle de ese modo.
Por suerte, ella bajó los brazos antes de responderle:
—Gracias. Por todo.
Le volvió a la mente la imagen de ____ aterrorizada en la taberna.
—¿Qué hacía en ese lugar, señorita Rutledge? Y ya puestos a preguntar, ¿qué hace cruzando el país sin una carabina?
—¿Una carabina? —exclamó ella con los ojos brillantes, antes de echarse a reír con ganas—. Su excelencia, soy una solterona que está criando sola a un muchacho de doce años que tiene problemas. ¿Cree de veras que me preocupa mucho viajar sin carabina?
Sonó un trueno encima de sus cabezas.
—¿Oliver tiene ya doce años? —preguntó Joe, inclinándose hacia adelante en el asiento, hasta quedar a escasos centímetros de las piernas de ____. Tan cerca estaba que podría tocarlo si quisiera. Nicholas deseó que no lo hiciera—. Pero si solo era un mocoso la última vez que lo vi.
—Pues de niño no tiene nada —murmuró ____, aunque Nicholas la oyó perfectamente, pues su oído era tan agudo como el de un lobo. La joven frunció el cejo—. La última vez que lo vio fue tras la muerte de sus padres. Ha cambiado mucho desde entonces.
En sus palabras se percibía el reproche. Nicholas prefirió no pensar en ello. Él no tenía ni idea de cuidar niños y cuando ____ Rutledge se ofreció, aceptó encantado. Si lo que pasaba era que ya no quería ocuparse más de Oliver, que lo hubiera dicho antes.
—¿Y dice que el niño ha sufrido cambios? —preguntó Nicholas deseando que Billings hubiera malinterpretado sus palabras—. ¿Su desarrollo es preocupante?
Joe apartó por fin los ojos de ____ para mirar a Nicholas cuando se dio cuenta de lo que significaban aquellas palabras.
—¿Su desarrollo? —repitió
—Sí —asintió ____—. Todo empezó de repente. Ha crecido muchísimo durante el último mes. Casi ha doblado su tamaño. Hace un mes era un niño dulce y tranquilo, pero ahora está inquieto, como si estuviera enfadado a todas horas. Casi no lo reconozco.
La lluvia empezó a golpear contra las paredes y el techo del carruaje. Nicholas cerró los ojos recordando cuándo él mismo había pasado por aquello. Había sido como una pesadilla de la que no hubiera manera de despertarse. Pero al menos había tenido a su padre a su lado para orientarlo en esa nueva etapa de su vida.
Había sido un idiota por no preocuparse de Oliver hasta entonces. ¡Ya tenía doce años, por el amor de Dios! El tiempo había pasado volando. Hacía ya seis años. No le extrañaba que estuviera indignada. Daniel habría esperado mucho más de él.
Las ruedas del carruaje resbalaron sobre la carretera mojada y ____ ahogó un grito.
—La señorita Rutledge y yo nos estamos conociendo mejor —fanfarroneó Joseph, como solo un hermano pequeño y molesto podía hacer—. ¿Qué has hecho para provocar ese diluvio de lágrimas? —preguntó, antes de volverse hacia ____—: Tiene muy mal carácter, querida —le dijo con una sonrisa seductora.
Ella parecía confundida. Al contemplar cómo se retiraba el cabello color caoba de la cara, Nicholas deseó ser él quien lo hiciera. Le hubiera gustado consolarla, pero Joseph se interponía entre los dos, así que se limitó a gruñir.
—No enseñes los dientes, querido hermano —le aconsejó Joe—. Asustarás a la dama.
Nicholas se acercó a ____ y, sujetándola por el codo, la empujó hacia el interior del carruaje.
—¿En qué estaba pensando para entrar en un sitio así? —preguntó. Luego se volvió hacia Jenkins, que tenía la cara verde de miedo—. Y tú ¿por qué no la protegiste? Debería despedirte ahora mismo.
El cochero respiró hondo antes de responder:
—Yo trabajo para el conde de Maberley.
—Lo que es lo mismo que si trabajaras para mí —replicó Nicholas—. No tolero la insolencia entre mis empleados. No lo olvides.
El cochero palideció y se volvió hacia el carruaje, musitando entre dientes algo sobre mujeres cabezotas. Si el muy estúpido hubiera visto a Nicholas dentro de la posada, no habría murmurado nada.
—Tiene sangre en la manga —dijo ____, mirándolo de arriba abajo—. ¿Se encuentra bien? —preguntó, con la voz un poco más aguda de lo normal.
—No es nada —respondió con brusquedad, y volvió a empujarla hacia el coche. Quería marcharse de ese lugar lo antes posible.
—No, no, creo que está herido —insistió ella, frunciendo el cejo.
Nicholas se dio cuenta de que tenía pecas en la nariz. ¿Cómo no se había fijado antes?
—La sangre no es mía —replicó, esperando que así ____ dejara de insistir.
Ella parpadeó dos veces.
—¿Es de los hombres de la posada?
Él asintió. Ahora que la bestia volvía a estar bajo control, empezaba a encontrarse mejor.
—¿Qué has hecho, Nick? —preguntó Joseph, alarmado.
—No me acuerdo —respondió Nicholas al oído de su hermano.
Joe asintió y entró en la posada.
—Debí escucharla esta mañana —admitió Nicholas a regañadientes—. Volverá conmigo a Westfield Hall y enviaremos a buscar al chico.
La expresión de ____ se relajó. Sin embargo, en seguida sacudió la cabeza.
—No. Oliver nunca ha viajado sin mí.
—Estoy seguro de que no habrá ningún problema, señorita Rutledge —replicó Nicholas, frunciendo el cejo. Esta vez no la perdería de vista. ¿En qué otro lío sería capaz de meterse? Con solo pensarlo, el corazón se le encogió.
En ese momento, Joe salió de la posada y anunció como si tal cosa:
—Bien, me debes doscientas libras por las sillas y las mesas. Aunque las he pagado a gusto al ver el estado en que habían quedado esos hombres, lo admito. —Se acercó a Nicholas y continuó hablándole en el oído—: Están vivos, pero no olvidarán este encuentro nunca. Las cicatrices se encargarán de que no lo hagan.
Nicholas se limitó a asentir. Sabía que no debería haber salido de Westfield Hall con la luna llena a la vuelta de la esquina, pero la insistencia de ____ le hacía pensar que corría prisa llevar a Oliver a casa. El estado del chico debía de ser preocupante para que ella hubiera insistido de esa manera.
Nicholas notó que le caía una gota de lluvia en la cabeza y miró al cielo. Vio que estaba cubierto de nubarrones y oyó un trueno a lo lejos. Podía montar en Abbadon y calarse hasta los huesos, cosa que le pondría de peor humor, o podía viajar seco y caliente en el carruaje. Con ella. No, la primera opción era la más segura. Tanto para él como para ella. Pero al volverse hacia el caballo, vio con el rabillo del ojo que Joseph subía al coche tras ____. Por todos los demonios. Ahora no tenía elección.
—Tú, ata los caballos al coche —le gritó al cochero, señalando a Abbadon y al caballo de su hermano que, por supuesto, se había despreocupado del animal. Estaba seguro de que, en cuanto había visto a ____, la cordura le había desaparecido de la cabeza.
Abrió la puerta del carruaje y le dirigió una mirada amenazadora a Joe, que le devolvió otra de absoluta inocencia. Nicholas, que no se dejó engañar ni por un momento, se sentó al lado de ___, frente a él.
Cuando el carruaje se puso en marcha, Nicholas se recostó en el asiento y cerró los ojos. Rezó para que el viaje se hiciera corto. Si no le hacía caso, tal vez podría mantener a raya su deseo de poseerla. Tal vez incluso podría dormir.
Pero no, no podría. ____ olía de maravilla, a magnolias dulces, y se imaginó probando cada centímetro de su cuerpo. Gruñó. Y casi salió disparado por el techo del carruaje cuando sintió que ella le estaba tocando la mejilla.
¡Qué demonios!
Abrió los ojos y se encontró a ____ observándolo horrorizada. Bueno, al menos eso estaba bien. No debería ir tocando por ahí a criaturas como él, y menos oliendo tan bien como ella olía.
—¿Qué? —le preguntó de repente.
—Se ha quejado. ¿Está seguro de que no está herido?
El que iba a resultar herido era ____, que lo estaba mirando casi sin poder contener la risa.
—Ya se lo he dicho —repitió Nicholas volviéndose para mirarla, tratando de no fijarse en que se había desabotonado la capa mientras él había cerrado los ojos y de no notar cómo el pecho le subía y le bajaba cada vez que respiraba—. No estoy herido.
—Lo siento. Quiero decir, me alegro… ¡Oh, da igual! —exclamó ella, como si estuviera enfadada. Cruzó los brazos sobre el pecho y se puso a mirar por la ventanilla.
Nicholas hizo una mueca. No se daba cuenta de que así los pechos todavía se le levantaban más. ¿Acaso estaba tratando de que se abalanzara sobre ella?
A duras penas, apartó la mirada para vigilar a su hermano, que por supuesto estaba atento a lo mismo que él. Si Joseph le ponía una mano encima, Nicholas se juró que le rompería todos los huesos del cuerpo. La amenazadora sonrisa torcida que dirigió a su hermano pequeño recibió un guiño descarado como respuesta. Nicholas cambió de idea. No le rompería los huesos uno a uno. Lo mataría de un solo golpe.
El duque volvió a mirar a ____, que por suerte parecía ajena a lo que sucedía entre ellos. Se aclaró la garganta.
—Señorita Rutledge, le pido disculpas. No me encuentro demasiado bien. No pretendía hablarle de ese modo.
Por suerte, ella bajó los brazos antes de responderle:
—Gracias. Por todo.
Le volvió a la mente la imagen de ____ aterrorizada en la taberna.
—¿Qué hacía en ese lugar, señorita Rutledge? Y ya puestos a preguntar, ¿qué hace cruzando el país sin una carabina?
—¿Una carabina? —exclamó ella con los ojos brillantes, antes de echarse a reír con ganas—. Su excelencia, soy una solterona que está criando sola a un muchacho de doce años que tiene problemas. ¿Cree de veras que me preocupa mucho viajar sin carabina?
Sonó un trueno encima de sus cabezas.
—¿Oliver tiene ya doce años? —preguntó Joe, inclinándose hacia adelante en el asiento, hasta quedar a escasos centímetros de las piernas de ____. Tan cerca estaba que podría tocarlo si quisiera. Nicholas deseó que no lo hiciera—. Pero si solo era un mocoso la última vez que lo vi.
—Pues de niño no tiene nada —murmuró ____, aunque Nicholas la oyó perfectamente, pues su oído era tan agudo como el de un lobo. La joven frunció el cejo—. La última vez que lo vio fue tras la muerte de sus padres. Ha cambiado mucho desde entonces.
En sus palabras se percibía el reproche. Nicholas prefirió no pensar en ello. Él no tenía ni idea de cuidar niños y cuando ____ Rutledge se ofreció, aceptó encantado. Si lo que pasaba era que ya no quería ocuparse más de Oliver, que lo hubiera dicho antes.
—¿Y dice que el niño ha sufrido cambios? —preguntó Nicholas deseando que Billings hubiera malinterpretado sus palabras—. ¿Su desarrollo es preocupante?
Joe apartó por fin los ojos de ____ para mirar a Nicholas cuando se dio cuenta de lo que significaban aquellas palabras.
—¿Su desarrollo? —repitió
—Sí —asintió ____—. Todo empezó de repente. Ha crecido muchísimo durante el último mes. Casi ha doblado su tamaño. Hace un mes era un niño dulce y tranquilo, pero ahora está inquieto, como si estuviera enfadado a todas horas. Casi no lo reconozco.
La lluvia empezó a golpear contra las paredes y el techo del carruaje. Nicholas cerró los ojos recordando cuándo él mismo había pasado por aquello. Había sido como una pesadilla de la que no hubiera manera de despertarse. Pero al menos había tenido a su padre a su lado para orientarlo en esa nueva etapa de su vida.
Había sido un idiota por no preocuparse de Oliver hasta entonces. ¡Ya tenía doce años, por el amor de Dios! El tiempo había pasado volando. Hacía ya seis años. No le extrañaba que estuviera indignada. Daniel habría esperado mucho más de él.
Las ruedas del carruaje resbalaron sobre la carretera mojada y ____ ahogó un grito.
FlayTC
Re: El Encanto de un lobo (Nick y Tu) [Adaptacion]
Antes de que Nicholas pudiera sujetarla, el coche se ladeó y él cayó sobre ella.
Aunque se apartó tan rápido como pudo, sintió un escalofrío de terror al comprobar que le brotaba sangre de la cabeza.
____ trató de agarrarse del brazo de Blackmoor al notar que el coche se volcaba, pero no lo logró. El codo se le clavó en la nariz del duque, pero éste no pareció darse cuenta.
De repente, el hombro de la joven chocó contra la pared del carruaje y su cabeza contra la ventanilla.
Empezó a verlo todo negro.
—¡____! —oyó que una voz la llamaba desde muy lejos. Una mano cálida le tocó la cabeza, suavemente pero con insistencia—. ¡____! —insistió la voz. ¿Por qué no la dejaban dormir en paz?—. ____, tienes que despertarte, cariño.
Otra voz se abrió paso. No era la voz preocupada de Blackmoor. Esa vez era la de alguien que se reía.
—¡Caramba! Menudas libertades te tomas con la señorita Rutledge, Nick. «¿____?», «¿Cariño?». Me pregunto cuánto tardarás en pedirle matrimonio.
La risa creció en intensidad hasta que la interrumpió de repente un grito de dolor.
—¿No puedes estar callado ni un momento? —le gritó el duque a su hermano.
—Oh, sí. Si hablar me supone otro puñetazo como ése, me callo. Ve con más cuidado. Tengo una imagen que mantener.
—¿Señorita Rutledge? —insistió el duque.
El velo de oscuridad que le cubría los ojos se retiró por fin y vio al duque inclinado sobre ella. La luz que entraba por la ventana recortaba su silueta. Era un auténtico modelo de lo que deberían ser las proporciones masculinas. Tenía los hombros anchos y su cabello oscuro le caía sobre la frente. En la sien izquierda lucía un mechón plateado. Era un hombre guapísimo, y eso no tenía nada que ver con que le hubiera salvado la vida.
—Eso ya es más propio del hermano que conozco. Nunca dejes que una mujer se aproxime demasiado. Sobre todo cuando se acerca la luna llena. ¿No es eso lo que dices siempre?
Blackmoor se limitó a gruñir.
El cochero abrió la portezuela, que ahora quedaba por encima de ellos. La lluvia los empapó. Jenkins asomó la cabeza.
—¿Se encuentran bien?
—No. Pues claro que no —respondió Blackmoor con brusquedad—. ¿Quién te enseñó a conducir?
Jenkins se retiró de la portezuela.
—Iré a buscar los caballos —dijo. A ____ le pareció que añadía alguna cosa sobre nobles sin modales.
La joven se tocó la herida de la cabeza e hizo una mueca de dolor.
—No se toque nada —ordenó Blackmoor.
—¿Es que no puede pasar ni un minuto sin darme órdenes? —preguntó ____, tratando de incorporarse—. Estoy bien. Solo es un chichón. —Las paredes del carruaje empezaron a dar vueltas a su alrededor.
El duque volvió a gruñir.
—Me gusta esta mujer —afirmó lord Joseph, levantándose y saliendo del coche por la portezuela. Después se arrodilló y anunció alargando los brazos hacia ellos—: Ha dejado de llover. Vamos Nick, ayúdala a salir.
Blackmoor dudó y, mientras tanto, ____ ya se había incorporado y levantaba los brazos hacia su hermano. Parecía un bebé pidiéndole a su padre que la cogiera en brazos. ____ ahogó un grito cuando las manos cálidas de Blackmoor la sujetaron por la cintura. Sentir esas manos sobre su cuerpo la hizo temblar pero, al mismo tiempo, le resultó muy agradable. No iba a negarlo.
—Bienvenida, señorita Rutledge —la saludó lord Joseph, risueño.
A ____ le gustaba su carácter alegre, tan opuesto al gruñón de su hermano. Tenía la sonrisa de un niño pero un brillo travieso en la mirada recordaba que no había en él nada de infantil. La combinación resultaba muy atractiva.
Jenkins se acercaba con lentitud, guiando a los caballos de vuelta por la carretera llena de barro. Si los daños no eran demasiado grandes, tal vez podrían reemprender el viaje pronto.
Blackmoor bajó al suelo de un salto y extendió los brazos hacia ella, animándola a bajar.
—Vamos, baje.
La joven se acercó hasta el borde del carruaje y se deslizó entre sus brazos. En lugar de sujetarla por la cintura como había esperado, dejó que resbalara a lo largo de todo su cuerpo. ____ no pudo contener un grito ahogado que se parecía mucho a un jadeo. Las manos descendieron desde sus hombros hasta su pecho y de allí se fueron deslizando torso abajo. El corazón se le había desbocado. ¿Lo oiría él? No le extrañaría porque sus latidos sonaban tan fuertes como los cascos de un caballo al galope.
—He oído que disfrutaremos de una preciosa luna llena dentro de pocos días —señaló lord Joseph mientras descendía del coche de un salto.
Blackmoor reaccionó a esas palabras apartándola de su cuerpo de un empujón. Los tres hombres empezaron a revisar los desperfectos que había sufrido el carruaje y a ____ le pareció que se disponían a enderezarlo. ¿No creerían que iban a poder darle la vuelta entre solo tres personas?
Y, sin embargo, en segundos el carruaje crujió hasta que volvió a reposar sobre las cuatro ruedas. Debía de ser más ligero de lo que aparentaba. Ahora entendía que hubiera volcado con tanta facilidad.
____ estaba impaciente por regresar al interior. La cabeza le daba vueltas como si fuera una peonza. Blackmoor la sujetó del brazo.
—Tenemos que buscar a alguien que le examine esa herida —le dijo, preocupado.
—Pues en este coche no podremos hacerlo. Tiene el eje roto —anunció Jenkins, señalando algo en la parte delantera.
Blackmoor maldijo en voz baja.
—Parece que la señorita Rutledge tendrá que montar. Puedes dejarle tu montura, Nicholas —propuso lord Joseph, sin perder la sonrisa, mientras desataba a su caballo del árbol en que lo había dejado Jenkins.
La visión de ____ se volvió más borrosa. Sacudió la cabeza tratando de aclararla, pero solo consiguió empeorar las cosas.
—Es evidente que la señorita Rutledge no puede montar —replicó Blackmoor, frunciendo el cejo por la preocupación.
—Vaya, mejor aún. En ese caso, yo la llevaré —se ofreció lord Joseph, alargando un brazo hacia ella con un brillo malicioso en sus ojos azules.
—Ni se te ocurra —replicó el duque, montando en su caballo de caza y subiendo luego a ____ a su grupa. Ella se apoyó en su pecho, agradecida, y él la rodeó con sus brazos al hacerse con las riendas. ____ se relajó y suspiró. Se sentía a salvo.
—Sí, creo que alguien debería examinarme la cabeza —admitió ____ en voz baja, ya que cualquier ruido le provocaba un intenso dolor.
Al sentir el aire en las pantorrillas, trató de colocarse bien las faldas. Blackmoor se lo impidió, ocupándose él mismo de hacerlo. No era buena idea ir enseñando las piernas estando esos hombres cerca. Sin embargo, tuvo que admitir que le gustaba que el duque se ocupara de cubrirla.
Aunque se apartó tan rápido como pudo, sintió un escalofrío de terror al comprobar que le brotaba sangre de la cabeza.
____ trató de agarrarse del brazo de Blackmoor al notar que el coche se volcaba, pero no lo logró. El codo se le clavó en la nariz del duque, pero éste no pareció darse cuenta.
De repente, el hombro de la joven chocó contra la pared del carruaje y su cabeza contra la ventanilla.
Empezó a verlo todo negro.
—¡____! —oyó que una voz la llamaba desde muy lejos. Una mano cálida le tocó la cabeza, suavemente pero con insistencia—. ¡____! —insistió la voz. ¿Por qué no la dejaban dormir en paz?—. ____, tienes que despertarte, cariño.
Otra voz se abrió paso. No era la voz preocupada de Blackmoor. Esa vez era la de alguien que se reía.
—¡Caramba! Menudas libertades te tomas con la señorita Rutledge, Nick. «¿____?», «¿Cariño?». Me pregunto cuánto tardarás en pedirle matrimonio.
La risa creció en intensidad hasta que la interrumpió de repente un grito de dolor.
—¿No puedes estar callado ni un momento? —le gritó el duque a su hermano.
—Oh, sí. Si hablar me supone otro puñetazo como ése, me callo. Ve con más cuidado. Tengo una imagen que mantener.
—¿Señorita Rutledge? —insistió el duque.
El velo de oscuridad que le cubría los ojos se retiró por fin y vio al duque inclinado sobre ella. La luz que entraba por la ventana recortaba su silueta. Era un auténtico modelo de lo que deberían ser las proporciones masculinas. Tenía los hombros anchos y su cabello oscuro le caía sobre la frente. En la sien izquierda lucía un mechón plateado. Era un hombre guapísimo, y eso no tenía nada que ver con que le hubiera salvado la vida.
—Eso ya es más propio del hermano que conozco. Nunca dejes que una mujer se aproxime demasiado. Sobre todo cuando se acerca la luna llena. ¿No es eso lo que dices siempre?
Blackmoor se limitó a gruñir.
El cochero abrió la portezuela, que ahora quedaba por encima de ellos. La lluvia los empapó. Jenkins asomó la cabeza.
—¿Se encuentran bien?
—No. Pues claro que no —respondió Blackmoor con brusquedad—. ¿Quién te enseñó a conducir?
Jenkins se retiró de la portezuela.
—Iré a buscar los caballos —dijo. A ____ le pareció que añadía alguna cosa sobre nobles sin modales.
La joven se tocó la herida de la cabeza e hizo una mueca de dolor.
—No se toque nada —ordenó Blackmoor.
—¿Es que no puede pasar ni un minuto sin darme órdenes? —preguntó ____, tratando de incorporarse—. Estoy bien. Solo es un chichón. —Las paredes del carruaje empezaron a dar vueltas a su alrededor.
El duque volvió a gruñir.
—Me gusta esta mujer —afirmó lord Joseph, levantándose y saliendo del coche por la portezuela. Después se arrodilló y anunció alargando los brazos hacia ellos—: Ha dejado de llover. Vamos Nick, ayúdala a salir.
Blackmoor dudó y, mientras tanto, ____ ya se había incorporado y levantaba los brazos hacia su hermano. Parecía un bebé pidiéndole a su padre que la cogiera en brazos. ____ ahogó un grito cuando las manos cálidas de Blackmoor la sujetaron por la cintura. Sentir esas manos sobre su cuerpo la hizo temblar pero, al mismo tiempo, le resultó muy agradable. No iba a negarlo.
—Bienvenida, señorita Rutledge —la saludó lord Joseph, risueño.
A ____ le gustaba su carácter alegre, tan opuesto al gruñón de su hermano. Tenía la sonrisa de un niño pero un brillo travieso en la mirada recordaba que no había en él nada de infantil. La combinación resultaba muy atractiva.
Jenkins se acercaba con lentitud, guiando a los caballos de vuelta por la carretera llena de barro. Si los daños no eran demasiado grandes, tal vez podrían reemprender el viaje pronto.
Blackmoor bajó al suelo de un salto y extendió los brazos hacia ella, animándola a bajar.
—Vamos, baje.
La joven se acercó hasta el borde del carruaje y se deslizó entre sus brazos. En lugar de sujetarla por la cintura como había esperado, dejó que resbalara a lo largo de todo su cuerpo. ____ no pudo contener un grito ahogado que se parecía mucho a un jadeo. Las manos descendieron desde sus hombros hasta su pecho y de allí se fueron deslizando torso abajo. El corazón se le había desbocado. ¿Lo oiría él? No le extrañaría porque sus latidos sonaban tan fuertes como los cascos de un caballo al galope.
—He oído que disfrutaremos de una preciosa luna llena dentro de pocos días —señaló lord Joseph mientras descendía del coche de un salto.
Blackmoor reaccionó a esas palabras apartándola de su cuerpo de un empujón. Los tres hombres empezaron a revisar los desperfectos que había sufrido el carruaje y a ____ le pareció que se disponían a enderezarlo. ¿No creerían que iban a poder darle la vuelta entre solo tres personas?
Y, sin embargo, en segundos el carruaje crujió hasta que volvió a reposar sobre las cuatro ruedas. Debía de ser más ligero de lo que aparentaba. Ahora entendía que hubiera volcado con tanta facilidad.
____ estaba impaciente por regresar al interior. La cabeza le daba vueltas como si fuera una peonza. Blackmoor la sujetó del brazo.
—Tenemos que buscar a alguien que le examine esa herida —le dijo, preocupado.
—Pues en este coche no podremos hacerlo. Tiene el eje roto —anunció Jenkins, señalando algo en la parte delantera.
Blackmoor maldijo en voz baja.
—Parece que la señorita Rutledge tendrá que montar. Puedes dejarle tu montura, Nicholas —propuso lord Joseph, sin perder la sonrisa, mientras desataba a su caballo del árbol en que lo había dejado Jenkins.
La visión de ____ se volvió más borrosa. Sacudió la cabeza tratando de aclararla, pero solo consiguió empeorar las cosas.
—Es evidente que la señorita Rutledge no puede montar —replicó Blackmoor, frunciendo el cejo por la preocupación.
—Vaya, mejor aún. En ese caso, yo la llevaré —se ofreció lord Joseph, alargando un brazo hacia ella con un brillo malicioso en sus ojos azules.
—Ni se te ocurra —replicó el duque, montando en su caballo de caza y subiendo luego a ____ a su grupa. Ella se apoyó en su pecho, agradecida, y él la rodeó con sus brazos al hacerse con las riendas. ____ se relajó y suspiró. Se sentía a salvo.
—Sí, creo que alguien debería examinarme la cabeza —admitió ____ en voz baja, ya que cualquier ruido le provocaba un intenso dolor.
Al sentir el aire en las pantorrillas, trató de colocarse bien las faldas. Blackmoor se lo impidió, ocupándose él mismo de hacerlo. No era buena idea ir enseñando las piernas estando esos hombres cerca. Sin embargo, tuvo que admitir que le gustaba que el duque se ocupara de cubrirla.
FlayTC
Re: El Encanto de un lobo (Nick y Tu) [Adaptacion]
Nicholas también le gustó, aunque para ser sincero lo que de verdad le gustaría sería quitarle la ropa en lugar de hacer lo contrario. Había disfrutado de la visión del tobillo y la pantorrilla de ____, pero no le había gustado nada que Joe también lo hubiera hecho.
Nicholas le enseñó los dientes a su hermano, a lo que el insolente cachorro respondió sonriendo y volviendo la cabeza hacia otro lado.
—Tenemos que llegar al siguiente pueblo antes de que anochezca —dijo Nicholas.
—Haslemere está a pocas millas de aquí —les informó el cochero—. Es una localidad bastante grande, así que seguro que encontraremos a alguien que pueda reparar el carruaje en seguida.
El concepto de «en seguida» de Jenkins era distinto del de Nicholas. Aunque encontraran a alguien dispuesto a repararlo de inmediato, tendrían que regresar desde el pueblo hasta ese lugar para hacerlo, y sería imposible continuar el viaje ese mismo día. Y ____ no podía compartir carruaje con él ni con Joe después de que anocheciera.
Durante el día, era capaz de preocuparse más de su herida que de su cuerpo. La bestia estaba bajo control, pero las cosas serían muy distintas cuando el sol se pusiera.
—Buena idea —asintió Joe—. Enviaremos a alguien a buscarte cuando lleguemos, Jenkins.
El caballo de Joe se puso en movimiento y Abbadon lo siguió.
Nicholas se dio cuenta de la mueca de dolor de ____ cuando el animal empezó a moverse, aunque la joven no se quejó. Suspiró.
—¡Joe! —llamó a su hermano. Cuando éste tiró de las riendas para aflojar el paso, Nicholas señaló hacia adelante—. La señorita Rutledge está herida y no puede ir tan de prisa. Adelántate y busca a alguien que arregle el eje. Te seguiremos más despacio.
—Lo que tú digas, Nick —replicó Joe, con un guiño descarado.
—Necesitaremos habitaciones en la posada —añadió Nicholas con una mirada amenazadora—. Y pídele al posadero que localice al médico.
—¿Alguna otra cosa, su excelencia? —preguntó Joe, alzando una ceja con ironía.
Pero Nicholas no tenía intención de disculparse con su hermano. Quedarse a solas con ____, con su cuerpo pegado al de ella, le iba a resultar muy difícil. Que Joe sufriera un poco serviría para equilibrar las cosas.
____ cambió de postura para mirarlo a la cara.
—¿No deberíamos esperar a ver si se puede reparar el eje hoy mismo, su excelencia? No estamos demasiado lejos de Westfield Hall.
No importaba si estaba a veinte millas o al otro lado del Atlántico. No llegarían antes de que anocheciera. Nicholas sacudió la cabeza.
—Es peligroso recorrer estos caminos de noche, señorita Rutledge. Nos quedaremos en Haslemere.
—Para mi hermano, todo es demasiado peligroso —se burló Joe.
—¡Lárgate de una vez! —ordenó Nicholas.
—Perro ladrador, poco mordedor —le dijo Joe a ____ con un guiño—. No lo olvide, querida.
—¡Joseph! —rugió Nicholas.
Joe se despidió con un toque en el sombrero, espoleó a su montura y salió disparado.
Nicholas se sorprendió al notar la risa de ____ contra su pecho. Los ojos castaños le brillaban a la luz del atardecer. Tenerla tan cerca y verla sonreír confiada hizo que deseara cosas que nunca podrían ser. Una punzada de pesar le atravesó el corazón.
Espoleó a Abbadon.
—¿Qué le parece tan divertido, señorita Rutledge?
—Ustedes dos. Emma y yo solíamos pelearnos así. Bueno, no exactamente así, pero casi.
—Me saca de quicio —refunfuñó Nicholas.
—Están muy unidos. Es fácil darse cuenta del cariño que se tienen.
—Estamos unidos, es cierto.
____ apoyó la cabeza contra su corazón y cerró los ojos, con una adorable sonrisa en el rostro. Nicholas pensó que podría pasarse horas o días contemplándola sin cansarse. Al darse cuenta de lo que estaba pensando, sacudió la cabeza. ¿Desde cuándo se había convertido en un idiota?
____ frunció el cejo y levantó la cabeza.
—¿Se encuentra bien, su excelencia?
Nicholas asintió con la cabeza.
—Mejor que nunca —mintió.
Las cejas de ____ se juntaron aún más.
—¿Está seguro? Tiene el corazón desbocado y la piel ardiendo.
Nicholas y sus hermanos tenían una temperatura corporal superior a la del resto de los hombres. Cuando las mujeres se daban cuenta, ya estaban demasiado entregadas a la pasión para comentarlo. Nunca antes le habían hecho notar lo del latido del corazón. Tal vez la culpa era de ____, por estar sentada sobre su regazo. O tal vez era algo habitual en él, pero en lo que nadie se había fijado.
____ le tocó la mejilla con delicadeza y apartó la mano de inmediato, como si se hubiera quemado.
—Tiene fiebre, su excelencia.
—No es nada. No se preocupe por eso.
—No entiendo cómo puede mantenerse en pie, y menos aún montar a caballo.
Nicholas contuvo un suspiro. Qué mujer tan insistente.
—Tiene la mala costumbre de no escucharme. No estoy enfermo ni herido. Déjelo ya.
La joven frunció los labios y Nicholas se imaginó besándolos. No iba a ser fácil no hacer caso a ____ Rutledge si cada uno de sus gestos se convertía en una seducción inocente.
La joven no tenía ni idea de lo precaria que era su situación.
¿Por qué no se había casado con algún terrateniente, o algún párroco o… alguien respetable? Su sola presencia lo tentaba a hacer cosas prohibidas. No era posible que él fuera el único hombre que la encontrara… embriagadora. Una solterona, había dicho ella.
Menuda tontería.
Nicholas le enseñó los dientes a su hermano, a lo que el insolente cachorro respondió sonriendo y volviendo la cabeza hacia otro lado.
—Tenemos que llegar al siguiente pueblo antes de que anochezca —dijo Nicholas.
—Haslemere está a pocas millas de aquí —les informó el cochero—. Es una localidad bastante grande, así que seguro que encontraremos a alguien que pueda reparar el carruaje en seguida.
El concepto de «en seguida» de Jenkins era distinto del de Nicholas. Aunque encontraran a alguien dispuesto a repararlo de inmediato, tendrían que regresar desde el pueblo hasta ese lugar para hacerlo, y sería imposible continuar el viaje ese mismo día. Y ____ no podía compartir carruaje con él ni con Joe después de que anocheciera.
Durante el día, era capaz de preocuparse más de su herida que de su cuerpo. La bestia estaba bajo control, pero las cosas serían muy distintas cuando el sol se pusiera.
—Buena idea —asintió Joe—. Enviaremos a alguien a buscarte cuando lleguemos, Jenkins.
El caballo de Joe se puso en movimiento y Abbadon lo siguió.
Nicholas se dio cuenta de la mueca de dolor de ____ cuando el animal empezó a moverse, aunque la joven no se quejó. Suspiró.
—¡Joe! —llamó a su hermano. Cuando éste tiró de las riendas para aflojar el paso, Nicholas señaló hacia adelante—. La señorita Rutledge está herida y no puede ir tan de prisa. Adelántate y busca a alguien que arregle el eje. Te seguiremos más despacio.
—Lo que tú digas, Nick —replicó Joe, con un guiño descarado.
—Necesitaremos habitaciones en la posada —añadió Nicholas con una mirada amenazadora—. Y pídele al posadero que localice al médico.
—¿Alguna otra cosa, su excelencia? —preguntó Joe, alzando una ceja con ironía.
Pero Nicholas no tenía intención de disculparse con su hermano. Quedarse a solas con ____, con su cuerpo pegado al de ella, le iba a resultar muy difícil. Que Joe sufriera un poco serviría para equilibrar las cosas.
____ cambió de postura para mirarlo a la cara.
—¿No deberíamos esperar a ver si se puede reparar el eje hoy mismo, su excelencia? No estamos demasiado lejos de Westfield Hall.
No importaba si estaba a veinte millas o al otro lado del Atlántico. No llegarían antes de que anocheciera. Nicholas sacudió la cabeza.
—Es peligroso recorrer estos caminos de noche, señorita Rutledge. Nos quedaremos en Haslemere.
—Para mi hermano, todo es demasiado peligroso —se burló Joe.
—¡Lárgate de una vez! —ordenó Nicholas.
—Perro ladrador, poco mordedor —le dijo Joe a ____ con un guiño—. No lo olvide, querida.
—¡Joseph! —rugió Nicholas.
Joe se despidió con un toque en el sombrero, espoleó a su montura y salió disparado.
Nicholas se sorprendió al notar la risa de ____ contra su pecho. Los ojos castaños le brillaban a la luz del atardecer. Tenerla tan cerca y verla sonreír confiada hizo que deseara cosas que nunca podrían ser. Una punzada de pesar le atravesó el corazón.
Espoleó a Abbadon.
—¿Qué le parece tan divertido, señorita Rutledge?
—Ustedes dos. Emma y yo solíamos pelearnos así. Bueno, no exactamente así, pero casi.
—Me saca de quicio —refunfuñó Nicholas.
—Están muy unidos. Es fácil darse cuenta del cariño que se tienen.
—Estamos unidos, es cierto.
____ apoyó la cabeza contra su corazón y cerró los ojos, con una adorable sonrisa en el rostro. Nicholas pensó que podría pasarse horas o días contemplándola sin cansarse. Al darse cuenta de lo que estaba pensando, sacudió la cabeza. ¿Desde cuándo se había convertido en un idiota?
____ frunció el cejo y levantó la cabeza.
—¿Se encuentra bien, su excelencia?
Nicholas asintió con la cabeza.
—Mejor que nunca —mintió.
Las cejas de ____ se juntaron aún más.
—¿Está seguro? Tiene el corazón desbocado y la piel ardiendo.
Nicholas y sus hermanos tenían una temperatura corporal superior a la del resto de los hombres. Cuando las mujeres se daban cuenta, ya estaban demasiado entregadas a la pasión para comentarlo. Nunca antes le habían hecho notar lo del latido del corazón. Tal vez la culpa era de ____, por estar sentada sobre su regazo. O tal vez era algo habitual en él, pero en lo que nadie se había fijado.
____ le tocó la mejilla con delicadeza y apartó la mano de inmediato, como si se hubiera quemado.
—Tiene fiebre, su excelencia.
—No es nada. No se preocupe por eso.
—No entiendo cómo puede mantenerse en pie, y menos aún montar a caballo.
Nicholas contuvo un suspiro. Qué mujer tan insistente.
—Tiene la mala costumbre de no escucharme. No estoy enfermo ni herido. Déjelo ya.
La joven frunció los labios y Nicholas se imaginó besándolos. No iba a ser fácil no hacer caso a ____ Rutledge si cada uno de sus gestos se convertía en una seducción inocente.
La joven no tenía ni idea de lo precaria que era su situación.
¿Por qué no se había casado con algún terrateniente, o algún párroco o… alguien respetable? Su sola presencia lo tentaba a hacer cosas prohibidas. No era posible que él fuera el único hombre que la encontrara… embriagadora. Una solterona, había dicho ella.
Menuda tontería.
FlayTC
Re: El Encanto de un lobo (Nick y Tu) [Adaptacion]
____ Rutledge debería estar en algún lugar de Essex, criando un montón de niños y cuidando de algún buen hombre, y no en mitad de la nada, provocando en él deseos que no podía satisfacer.
—Está muy gruñón —insistió ella con suavidad—. ¿Seguro que se encuentra bien?
Nicholas no le hizo caso. No necesitaba a nadie preocupándose por él, ni mimándolo como a un niño pequeño. Además, empezaba a darse cuenta de que darle explicaciones no servía de nada. Seguía haciendo las mismas preguntas, sin darse por satisfecha con sus respuestas. Y lo que no podía hacer era contarle la verdad. Pero por mucho que le doliera admitirlo, le gustaba que ella le dedicara tanta atención.
____ dejó escapar un suspiro de alivio cuando vio el pueblo a lo lejos. Blackmoor había dejado de responder a sus preguntas hacía un rato y le dolía mucho la cabeza. Cada vez que cambiaba de postura para ponerse más cómoda, el duque gruñía o se estremecía y luego se tensaba, y tardaba varios minutos en volver a relajarse.
Pensó en Oliver. No había previsto pasar tanto tiempo lejos de Maberley Hall. Ojalá estuviera bien. ¿Qué pensaría cuando el criado del duque llegara con la orden de trasladarlo a Hampshire? ¿Y por qué habría insistido tanto el duque para que fuera a su finca?
____ levantó la mirada hacia Blackmoor para preguntárselo, pero cuando vio que él la estaba observando con tanta intensidad, se olvidó de todo, hasta de respirar.
—Hemos llegado —anunció Nicholas, con su voz grave.
La joven sacudió la cabeza para centrarse, pero el movimiento agravó el martilleo que sentía en la sien. Cuando se calmó un poco, vio que se encontraban frente a una pintoresca posada de dos plantas, con un establo de buen tamaño. Lord Joseph se dirigió a su lado, con el pelo revuelto por el viento y una sonrisa
encantadora.
—Vaya, por fin. Empezaba a pensar que mi hermano se había fugado con usted.
Ella le devolvió la sonrisa. Menuda ocurrencia.
—Su hermano lleva años sin hacerme ni caso, lord Joseph. No creo que vaya a cambiar ahora.
—Yo no estaría tan seguro, señorita Rutledge —replicó Joe, acercándose a la montura del duque.
Blackmoor le dirigió un gruñido de advertencia.
Su hermano se llevó una mano al pecho, fingiendo sentirse dolido.
—Pero no me llame lord Joseph, mi querida señorita Rutledge. Somos casi familia. Llámeme Joe.
A sus espaldas, Blackmoor murmuró algo que ____ no supo descifrar.
Su hermano se echó a reír a carcajadas.
—Encantador, Nick —le dijo, levantando los brazos para recoger a ____ y dejarla en el suelo. Luego le ofreció el brazo—. Vamos, querida. El doctor Albright llegará en seguida. Espero que me permita llamarla ____.
No es que tuviera mucha elección y tampoco era muy amiga de ceremonias, así que asintió.
—Por supuesto.
—¡Fantástico! —exclamó Joe efusivamente, acompañándola al interior de la taberna.
Esa vez se trataba de un establecimiento mucho más limpio e iluminado que el espantoso lugar en el que habían intentado atacarla. Una exuberante camarera se apresuró a acercarse a ____.
—Oh, pobrecita, su señoría nos ha contado que está herida.
—Así es —confirmó Joe, frunciendo el cejo—. Llévala a su habitación. ¿Has preparado el dormitorio de su excelencia, Molly?
¿Su excelencia?
____ dio un paso atrás, sorprendida. Una fuerte mano le apretó el hombro, y al volver la cabeza, vio que Blackmoor estaba a su espalda, muy serio.
—Me gustaría que mi esposa pudiera descansar antes de que llegue el doctor.
A ____ empezó a darle vueltas la cabeza y le pareció que iba a desmayarse. Lo mismo pensó Blackmoor, que sin previo aviso la tomó en sus brazos. ¿Por qué esos hombres sentían la necesidad de llevarla en brazos de un lado a otro?
—Por aquí, su excelencia —dijo la camarera, alarmada.
Blackmoor subió a ____ por la escalera de atrás hasta la habitación que habían preparado, y la dejó sobre una cama estrecha. Esperó a que la muchacha cerrara la puerta para sentarse a su lado.
____ se lo quedó mirando, boquiabierta.
—¿A qué viene todo esto?
El duque sacudió la cabeza.
—Joe debería habernos avisado, pero ha hecho bien. Si alguien se entera de que ha viajado sola con nosotros dos, su reputación saldrá malparada.
—¿Mi reputación? —____ cerró los ojos, deseando que el dolor de cabeza desapareciera de una vez. Tenía tantos asuntos importantes de los que ocuparse… Como por ejemplo, que él estaba sentado en su cama, en una habitación con la puerta cerrada.
—Sí, su reputación.
O el golpe en la cabeza había sido más fuerte de lo que creía, o ese hombre creía que ella era idiota. No lo tenía muy claro.
—¿Piensa decir algo más o solo limitarse a repetir lo que ya he dicho yo? —preguntó ____, mientras él le colocaba un almohadón bajo la cabeza y la empujaba para que se estirara. Ella le golpeó las manos para que dejara de tocarla.
Blackmoor la miró con el cejo fruncido.
—Si alguien se entera de que viaja sin carabina, no dejarían de criticarla hasta que se casara con alguno de nosotros.
—En mis veintitrés años de vida nadie me ha hecho una proposición, así que podría ser una experiencia interesante. Aunque no me quedaría más remedio que declinarla, por supuesto.
Tenía que admitir que el duque tenía un aspecto muy atractivo con el pelo cayéndole sobre los ojos. Solo las arrugas que se le formaban entre los ojos al fruncir el cejo le afeaban un poco.
—Su excelencia, me está mirando como si tuviera dos cabezas.
Blackmoor la sorprendió retirándole un mechón de cabello de la frente. Le rozó la sien con la punta de los dedos antes de acariciarle la mejilla con el dorso de la mano.
—Si nadie le ha propuesto matrimonio en veintitrés años, son los demás los que tienen un problema, señorita Rutledge, no usted.
____ se echó a reír.
—No lo crea. El problema sería suyo si se casaran conmigo, ya que no puedo aportar ninguna dote al matrimonio —explicó con sencillez, encogiéndose de hombros—. Pero estoy contenta como estoy, cuidando de Oliver.
—Hablando de Oliver, tenemos que discutir dónde va a vivir a partir de ahora. Creo que lo mejor será que se instale conmigo en Westfield Hall, al menos de momento.
____ se incorporó de golpe.
—¿Y por qué? —exclamó, y se sujetó la cabeza con ambas manos cuando empezó a dolerle otra vez.
—Quédese quieta si no quiere desmayarse —le ordenó él, sujetándola por los antebrazos y volviendo a recostarla sobre la cama.
Tenía que ser el hombre más fuerte que había conocido. ____ trató de resistirse, pero era del todo inútil.
—Deje… que… me… levante. —Debía de haber pasado demasiado tiempo en compañía del duque porque le pareció que estaba gruñendo. El mal genio era contagioso.
Blackmoor se inclinó sobre ella, deteniéndose a escasos centímetros de su cara.
—Dejaré que se levante cuando me prometa que se va a quedar quieta, señorita Rutledge.
—No pienso prometerle nada —replicó ella en voz alta.
—En ese caso, me veré obligado a sujetarla así durante el resto de mi vida.
—Está muy gruñón —insistió ella con suavidad—. ¿Seguro que se encuentra bien?
Nicholas no le hizo caso. No necesitaba a nadie preocupándose por él, ni mimándolo como a un niño pequeño. Además, empezaba a darse cuenta de que darle explicaciones no servía de nada. Seguía haciendo las mismas preguntas, sin darse por satisfecha con sus respuestas. Y lo que no podía hacer era contarle la verdad. Pero por mucho que le doliera admitirlo, le gustaba que ella le dedicara tanta atención.
____ dejó escapar un suspiro de alivio cuando vio el pueblo a lo lejos. Blackmoor había dejado de responder a sus preguntas hacía un rato y le dolía mucho la cabeza. Cada vez que cambiaba de postura para ponerse más cómoda, el duque gruñía o se estremecía y luego se tensaba, y tardaba varios minutos en volver a relajarse.
Pensó en Oliver. No había previsto pasar tanto tiempo lejos de Maberley Hall. Ojalá estuviera bien. ¿Qué pensaría cuando el criado del duque llegara con la orden de trasladarlo a Hampshire? ¿Y por qué habría insistido tanto el duque para que fuera a su finca?
____ levantó la mirada hacia Blackmoor para preguntárselo, pero cuando vio que él la estaba observando con tanta intensidad, se olvidó de todo, hasta de respirar.
—Hemos llegado —anunció Nicholas, con su voz grave.
La joven sacudió la cabeza para centrarse, pero el movimiento agravó el martilleo que sentía en la sien. Cuando se calmó un poco, vio que se encontraban frente a una pintoresca posada de dos plantas, con un establo de buen tamaño. Lord Joseph se dirigió a su lado, con el pelo revuelto por el viento y una sonrisa
encantadora.
—Vaya, por fin. Empezaba a pensar que mi hermano se había fugado con usted.
Ella le devolvió la sonrisa. Menuda ocurrencia.
—Su hermano lleva años sin hacerme ni caso, lord Joseph. No creo que vaya a cambiar ahora.
—Yo no estaría tan seguro, señorita Rutledge —replicó Joe, acercándose a la montura del duque.
Blackmoor le dirigió un gruñido de advertencia.
Su hermano se llevó una mano al pecho, fingiendo sentirse dolido.
—Pero no me llame lord Joseph, mi querida señorita Rutledge. Somos casi familia. Llámeme Joe.
A sus espaldas, Blackmoor murmuró algo que ____ no supo descifrar.
Su hermano se echó a reír a carcajadas.
—Encantador, Nick —le dijo, levantando los brazos para recoger a ____ y dejarla en el suelo. Luego le ofreció el brazo—. Vamos, querida. El doctor Albright llegará en seguida. Espero que me permita llamarla ____.
No es que tuviera mucha elección y tampoco era muy amiga de ceremonias, así que asintió.
—Por supuesto.
—¡Fantástico! —exclamó Joe efusivamente, acompañándola al interior de la taberna.
Esa vez se trataba de un establecimiento mucho más limpio e iluminado que el espantoso lugar en el que habían intentado atacarla. Una exuberante camarera se apresuró a acercarse a ____.
—Oh, pobrecita, su señoría nos ha contado que está herida.
—Así es —confirmó Joe, frunciendo el cejo—. Llévala a su habitación. ¿Has preparado el dormitorio de su excelencia, Molly?
¿Su excelencia?
____ dio un paso atrás, sorprendida. Una fuerte mano le apretó el hombro, y al volver la cabeza, vio que Blackmoor estaba a su espalda, muy serio.
—Me gustaría que mi esposa pudiera descansar antes de que llegue el doctor.
A ____ empezó a darle vueltas la cabeza y le pareció que iba a desmayarse. Lo mismo pensó Blackmoor, que sin previo aviso la tomó en sus brazos. ¿Por qué esos hombres sentían la necesidad de llevarla en brazos de un lado a otro?
—Por aquí, su excelencia —dijo la camarera, alarmada.
Blackmoor subió a ____ por la escalera de atrás hasta la habitación que habían preparado, y la dejó sobre una cama estrecha. Esperó a que la muchacha cerrara la puerta para sentarse a su lado.
____ se lo quedó mirando, boquiabierta.
—¿A qué viene todo esto?
El duque sacudió la cabeza.
—Joe debería habernos avisado, pero ha hecho bien. Si alguien se entera de que ha viajado sola con nosotros dos, su reputación saldrá malparada.
—¿Mi reputación? —____ cerró los ojos, deseando que el dolor de cabeza desapareciera de una vez. Tenía tantos asuntos importantes de los que ocuparse… Como por ejemplo, que él estaba sentado en su cama, en una habitación con la puerta cerrada.
—Sí, su reputación.
O el golpe en la cabeza había sido más fuerte de lo que creía, o ese hombre creía que ella era idiota. No lo tenía muy claro.
—¿Piensa decir algo más o solo limitarse a repetir lo que ya he dicho yo? —preguntó ____, mientras él le colocaba un almohadón bajo la cabeza y la empujaba para que se estirara. Ella le golpeó las manos para que dejara de tocarla.
Blackmoor la miró con el cejo fruncido.
—Si alguien se entera de que viaja sin carabina, no dejarían de criticarla hasta que se casara con alguno de nosotros.
—En mis veintitrés años de vida nadie me ha hecho una proposición, así que podría ser una experiencia interesante. Aunque no me quedaría más remedio que declinarla, por supuesto.
Tenía que admitir que el duque tenía un aspecto muy atractivo con el pelo cayéndole sobre los ojos. Solo las arrugas que se le formaban entre los ojos al fruncir el cejo le afeaban un poco.
—Su excelencia, me está mirando como si tuviera dos cabezas.
Blackmoor la sorprendió retirándole un mechón de cabello de la frente. Le rozó la sien con la punta de los dedos antes de acariciarle la mejilla con el dorso de la mano.
—Si nadie le ha propuesto matrimonio en veintitrés años, son los demás los que tienen un problema, señorita Rutledge, no usted.
____ se echó a reír.
—No lo crea. El problema sería suyo si se casaran conmigo, ya que no puedo aportar ninguna dote al matrimonio —explicó con sencillez, encogiéndose de hombros—. Pero estoy contenta como estoy, cuidando de Oliver.
—Hablando de Oliver, tenemos que discutir dónde va a vivir a partir de ahora. Creo que lo mejor será que se instale conmigo en Westfield Hall, al menos de momento.
____ se incorporó de golpe.
—¿Y por qué? —exclamó, y se sujetó la cabeza con ambas manos cuando empezó a dolerle otra vez.
—Quédese quieta si no quiere desmayarse —le ordenó él, sujetándola por los antebrazos y volviendo a recostarla sobre la cama.
Tenía que ser el hombre más fuerte que había conocido. ____ trató de resistirse, pero era del todo inútil.
—Deje… que… me… levante. —Debía de haber pasado demasiado tiempo en compañía del duque porque le pareció que estaba gruñendo. El mal genio era contagioso.
Blackmoor se inclinó sobre ella, deteniéndose a escasos centímetros de su cara.
—Dejaré que se levante cuando me prometa que se va a quedar quieta, señorita Rutledge.
—No pienso prometerle nada —replicó ella en voz alta.
—En ese caso, me veré obligado a sujetarla así durante el resto de mi vida.
FlayTC
Re: El Encanto de un lobo (Nick y Tu) [Adaptacion]
Nicholas no estaba seguro de qué era peor, si el hecho de que la señorita Rutledge estuviera herida y que necesitara que la sujetaran, o saber que él era el causante de su agitación.
Al reflexionar un poco más sobre el asunto, se dio cuenta de que no había mostrado mucha delicadeza a la hora de abordar sus planes sobre el futuro domicilio de Oliver.
Aunque el chico iba a necesitar de sus consejos, al menos por un tiempo, resultaba obvio que era muy importante para ella, pues seguía luchando para liberarse. Tal vez fuera una cuestión de temperamento. A pesar de su tamaño, era una mujer bastante fuerte, aunque no lo suficiente para quitarse de encima a alguien como él. ¿Quitarse de encima? Blackmoor miró hacia abajo y comprobó que, efectivamente, se encontraba sobre la señorita Rutledge, en un dormitorio con la puerta cerrada. Cada vez que se movía para liberarse, sus cuerpos se rozaban.
—No se mueva, por favor —le dijo, tratando de suavizar el tono de voz. Quería que abriera los ojos, para poder ver de cerca las motas ambarinas que iluminaban sus ojos marrones.
La señorita Rutledge los abrió y lo que Nicholas vio fue el enfado reflejado en ellos.
Nicholas perdió el control. Su mirada viajó desde los ojos de ____ hasta sus labios carnosos y rosados, pasando por su naricilla respingona. Labios. Se quedó clavado en sus labios. Deseaba tocarlos con los suyos, pero ella los mantenía apretados con firmeza. Las manos con las que la sujetaba se aflojaron y, sin darse cuenta de lo que hacía, los pulgares empezaron a trazar círculos sobre su piel.
Esa vez sí que consiguió que se quedara inmóvil. Dejó de resistirse por completo. Nicholas inspiró hondo para disfrutar de su aroma floral, ese olor tan suyo. Hundió la nariz en su cuello y volvió a ascender hasta su cabello.
—¿Su excelencia?
—Sí, cariño —respondió él, perdido por completo en un mundo en el que los sentidos hacían desaparecer la realidad.
—Puede soltarme —dijo ella, en voz muy baja.
—En seguida.
Nicholas le soltó el brazo derecho y aprovechó para acariciarle la cara con la mano que le había quedado libre.
—Preciosa —susurró, incapaz de contener una sonrisa. Ella lo sorprendió al devolvérsela y agarrarse de su antebrazo.
Nicholas se tomó esos gestos como un permiso y le rozó la frente con los labios. Luego, la sien. El ojo. La mejilla. Llegó a la comisura de su boca y la besó. Fue un beso tan suave que parecía casi inexistente, pero estaba ahí y provocó un gran efecto en ____.
El corazón se le aceleró, Blackmoor lo oía a la perfección. Ella tomó aire bruscamente y el suave aroma de su aliento le hizo cosquillas en la nariz. Pero fue otro olor el que lo provocó de manera irrefrenable. Nicholas olió su deseo. Y fue en ese instante cuando perdió el control.
Le presionó los labios con los suyos y se perdió en ellos. Ella trató de hacer lo mismo, sin mucho convencimiento. Si alguien la había besado antes, no se había molestado en enseñarla. Y mejor así, porque la sola idea de que otro hombre la hubiera besado le ponía los pelos de punta. Quería ser su dueño. Su único dueño.
—No te han besado nunca antes, ¿a que no? —Nicholas levantó los labios solo el tiempo necesario para hacer la pregunta.
—Por supuesto que sí —respondió ella con descaro.
—Mentirosa —replicó él con un gruñido, antes de volver a besarla. Profundizó el beso y comprobó que los labios de ella estaban mucho más suaves, cálidos y receptivos que hacía un instante. Se los acarició con la lengua. Ella ahogó un grito, momento que él aprovechó para penetrar en su boca. Solo entrar, supo que no iba a ser suficiente. Tenía que acercarse más.
Nicholas se separó de ella de golpe y el aire frío que corrió entre sus cuerpos los dejó descolocados por un momento. Se inclinó sobre ella, separándole las piernas con una rodilla. El lío de faldas le impidió separárselas del todo, pero, de momento, se conformó con eso.
Ella volvió a sorprenderlo al levantar la cabeza para recibir otro beso. Sus labios acariciaron los de él por voluntad propia, lo que le causó una gran satisfacción. Inclinó un poco la cabeza para penetrar más profundamente en su boca. Quería devorarla. Le sujetó la cara con las manos. ____ también tenía ambas manos libres ahora, así que las empleó para asirlo con fuerza, primero por los antebrazos, después por el pecho. Lo agarró por las solapas de la chaqueta y tiró de él, para acercarlo más hacia sí.
Más cerca. Sí. El también quería estar más cerca. Y más cerca. Y aún más cerca.
Movió la pierna que había situado entre las de ella para apoyarse más plenamente sobre su cuerpo. Al rozarle el muslo con la rodilla, ella se abrió un poco más, sin dejar de besarlo. Nicholas presionó su miembro contra su cadera, dejando que se acostumbrara a la sensación. De golpe, ella soltó la chaqueta y le recorrió el torso con las uñas, sobre el fino tejido de la camisa.
Casi maldijo en voz alta por las sensaciones que el roce de aquel cuerpo le provocaba. Placer. Dolor. ____.
Alguien llamó a la puerta, sacando a Blackmoor del trance en el que se había sumido.
Sin darles tiempo a reaccionar, Joe entró en la habitación.
—Nick, el doctor… —Se detuvo en seco al verlos, se volvió de espaldas y se aclaró la garganta—. Bien, en cuanto hayas acabado de sobar a ____, Nick, el doctor está listo para visitarla.
Nicholas oyó cerrarse la puerta. Volvió la cabeza hacia la ventana y vio que el sol estaba a punto de esconderse en el horizonte.
—¡Maldita sea! —exclamó, sacando la rodilla de entre las piernas de ____ y levantándose de la cama. Se recolocó la ropa lo mejor que pudo teniendo en cuenta que no recordaba haber tenido nunca una erección tan dolorosa y trató de no mirarla a los ojos mientras abandonaba la habitación.
Era un maldito idiota.
Al reflexionar un poco más sobre el asunto, se dio cuenta de que no había mostrado mucha delicadeza a la hora de abordar sus planes sobre el futuro domicilio de Oliver.
Aunque el chico iba a necesitar de sus consejos, al menos por un tiempo, resultaba obvio que era muy importante para ella, pues seguía luchando para liberarse. Tal vez fuera una cuestión de temperamento. A pesar de su tamaño, era una mujer bastante fuerte, aunque no lo suficiente para quitarse de encima a alguien como él. ¿Quitarse de encima? Blackmoor miró hacia abajo y comprobó que, efectivamente, se encontraba sobre la señorita Rutledge, en un dormitorio con la puerta cerrada. Cada vez que se movía para liberarse, sus cuerpos se rozaban.
—No se mueva, por favor —le dijo, tratando de suavizar el tono de voz. Quería que abriera los ojos, para poder ver de cerca las motas ambarinas que iluminaban sus ojos marrones.
La señorita Rutledge los abrió y lo que Nicholas vio fue el enfado reflejado en ellos.
Nicholas perdió el control. Su mirada viajó desde los ojos de ____ hasta sus labios carnosos y rosados, pasando por su naricilla respingona. Labios. Se quedó clavado en sus labios. Deseaba tocarlos con los suyos, pero ella los mantenía apretados con firmeza. Las manos con las que la sujetaba se aflojaron y, sin darse cuenta de lo que hacía, los pulgares empezaron a trazar círculos sobre su piel.
Esa vez sí que consiguió que se quedara inmóvil. Dejó de resistirse por completo. Nicholas inspiró hondo para disfrutar de su aroma floral, ese olor tan suyo. Hundió la nariz en su cuello y volvió a ascender hasta su cabello.
—¿Su excelencia?
—Sí, cariño —respondió él, perdido por completo en un mundo en el que los sentidos hacían desaparecer la realidad.
—Puede soltarme —dijo ella, en voz muy baja.
—En seguida.
Nicholas le soltó el brazo derecho y aprovechó para acariciarle la cara con la mano que le había quedado libre.
—Preciosa —susurró, incapaz de contener una sonrisa. Ella lo sorprendió al devolvérsela y agarrarse de su antebrazo.
Nicholas se tomó esos gestos como un permiso y le rozó la frente con los labios. Luego, la sien. El ojo. La mejilla. Llegó a la comisura de su boca y la besó. Fue un beso tan suave que parecía casi inexistente, pero estaba ahí y provocó un gran efecto en ____.
El corazón se le aceleró, Blackmoor lo oía a la perfección. Ella tomó aire bruscamente y el suave aroma de su aliento le hizo cosquillas en la nariz. Pero fue otro olor el que lo provocó de manera irrefrenable. Nicholas olió su deseo. Y fue en ese instante cuando perdió el control.
Le presionó los labios con los suyos y se perdió en ellos. Ella trató de hacer lo mismo, sin mucho convencimiento. Si alguien la había besado antes, no se había molestado en enseñarla. Y mejor así, porque la sola idea de que otro hombre la hubiera besado le ponía los pelos de punta. Quería ser su dueño. Su único dueño.
—No te han besado nunca antes, ¿a que no? —Nicholas levantó los labios solo el tiempo necesario para hacer la pregunta.
—Por supuesto que sí —respondió ella con descaro.
—Mentirosa —replicó él con un gruñido, antes de volver a besarla. Profundizó el beso y comprobó que los labios de ella estaban mucho más suaves, cálidos y receptivos que hacía un instante. Se los acarició con la lengua. Ella ahogó un grito, momento que él aprovechó para penetrar en su boca. Solo entrar, supo que no iba a ser suficiente. Tenía que acercarse más.
Nicholas se separó de ella de golpe y el aire frío que corrió entre sus cuerpos los dejó descolocados por un momento. Se inclinó sobre ella, separándole las piernas con una rodilla. El lío de faldas le impidió separárselas del todo, pero, de momento, se conformó con eso.
Ella volvió a sorprenderlo al levantar la cabeza para recibir otro beso. Sus labios acariciaron los de él por voluntad propia, lo que le causó una gran satisfacción. Inclinó un poco la cabeza para penetrar más profundamente en su boca. Quería devorarla. Le sujetó la cara con las manos. ____ también tenía ambas manos libres ahora, así que las empleó para asirlo con fuerza, primero por los antebrazos, después por el pecho. Lo agarró por las solapas de la chaqueta y tiró de él, para acercarlo más hacia sí.
Más cerca. Sí. El también quería estar más cerca. Y más cerca. Y aún más cerca.
Movió la pierna que había situado entre las de ella para apoyarse más plenamente sobre su cuerpo. Al rozarle el muslo con la rodilla, ella se abrió un poco más, sin dejar de besarlo. Nicholas presionó su miembro contra su cadera, dejando que se acostumbrara a la sensación. De golpe, ella soltó la chaqueta y le recorrió el torso con las uñas, sobre el fino tejido de la camisa.
Casi maldijo en voz alta por las sensaciones que el roce de aquel cuerpo le provocaba. Placer. Dolor. ____.
Alguien llamó a la puerta, sacando a Blackmoor del trance en el que se había sumido.
Sin darles tiempo a reaccionar, Joe entró en la habitación.
—Nick, el doctor… —Se detuvo en seco al verlos, se volvió de espaldas y se aclaró la garganta—. Bien, en cuanto hayas acabado de sobar a ____, Nick, el doctor está listo para visitarla.
Nicholas oyó cerrarse la puerta. Volvió la cabeza hacia la ventana y vio que el sol estaba a punto de esconderse en el horizonte.
—¡Maldita sea! —exclamó, sacando la rodilla de entre las piernas de ____ y levantándose de la cama. Se recolocó la ropa lo mejor que pudo teniendo en cuenta que no recordaba haber tenido nunca una erección tan dolorosa y trató de no mirarla a los ojos mientras abandonaba la habitación.
Era un maldito idiota.
FlayTC
Re: El Encanto de un lobo (Nick y Tu) [Adaptacion]
____ se mordió la lengua para no maldecir ella también cuando Blackmoor salió sin siquiera mirarla. Se tocó los labios que él acababa de besar y se estremeció. No entendía su reacción. Nunca había actuado de esa manera. Se había comportado como una auténtica fresca, pero no había podido evitarlo. No había sido capaz de hacer otra cosa que no fuera rendirse a él. Sintió que se ruborizaba y se encogió de vergüenza. ¿Qué pensaría ahora de ella?
Alguien llamó a la puerta. Era un anciano corpulento y sonriente.
—Soy el doctor Albright, su excelencia. Me han dicho que está herida.
¡Su excelencia! No entendía cómo alguien podía acostumbrarse a que lo llamaran así todo el tiempo. Bueno, tampoco necesitaba acostumbrarse, era algo temporal. El médico frunció el cejo al ver que no respondía y ____ se apresuró a asentir con la cabeza.
—Solo es un chichón. De verdad, no es nada importante.
Desde luego, en ese momento, era la menor de sus preocupaciones. ¿De verdad acababa de estar en la cama con el duque de Blackmoor? ¿Había recorrido su cuerpo con las manos, mientras él la presionaba contra el colchón? Aunque todo el mundo en la taberna pensara que era su esposa, ella sabía que no era así; se había comportado como una idiota.
—Bueno, bueno —dijo el facultativo, acercando una silla a la cama, totalmente ajeno a su desazón—. Deje que sea yo quien lo decida, ¿de acuerdo?
Le presionó la cabeza con suavidad.
—Su excelencia, debería retirarse las horquillas, para que pueda examinarla mejor.
—Vaya, claro. —A ____ no se le había ocurrido que el moño flojo pudiera ser un obstáculo. Se sentó despacio y se fue retirando las horquillas hasta que su cabello cayó libremente sobre los hombros.
—Mucho mejor —dijo el hombre. Le pasó los dedos sobre el bulto, haciendo ruiditos con la boca—. Bueno, hay un poco de sangre —añadió, levantándose para verter un poco de agua en un cuenco. Regresó a su lado, mojó un paño en ella y le limpió la herida.
—¿Ha notado recientemente dolor de cabeza, un zumbido en los oídos o mareo?
____ frunció el cejo.
—Sí, me he mareado un poco, pero lo peor es este martilleo en la cabeza que no me deja.
El doctor Albright retiró el paño húmedo y le aplicó un poco de ungüento en la herida.
—Diría que es bastante normal después de un accidente con el carruaje. Ha tenido mucha suerte, su excelencia. He visto heridas mucho peores.
____ también.
—Lo sé. Mi hermana murió en un accidente del mismo tipo. —Si le pasara algo, Oliver volvería a quedarse solo en el mundo. Únicamente con pensarlo, se le encogió el corazón. Pero no, no estaría solo. Tenía a Blackmoor, aunque ____ no estaba tan segura de que eso fuera bueno.
Justo en ese momento, la puerta se abrió y Joseph Westfield asomó la cabeza.
—¿Puedo pasar, ____?
Le hubiera gustado decir que no. Deseó no tener que verle después de lo que había presenciado hacía unos minutos, pero no supo cómo negarse, así que asintió.
—Por supuesto, Joe.
—¿Cuál es el veredicto, doctor? ¿Sobrevivirá? —preguntó, con una expresión más seria de lo que era habitual en él.
El doctor Albright asintió, levantándose de la silla.
—Sí, se pondrá bien. Pero voy a darle algo para que la ayude a dormir esta noche.
—Espléndido. Mi hermano se alegrará al oírlo. Venga a verme antes de irse, doctor, y arreglaremos el asunto de los honorarios. —Y con una mirada preocupada en dirección a ____, añadió—: Que duermas bien, querida.
A Joe no le extrañó encontrar a su hermano sentado a solas a una mesa de la taberna. Era comprensible. Era Nicholas. Cuando lo halló tumbado sobre ____ Rutledge, como si estuviera a punto de tomarla allí mismo, se había llevado una buena sorpresa. No es que su hermano fuera un santo, todo lo contrario. Ninguno de ellos era un puritano, pero en general no tonteaban con damas inocentes. Y el miembro de la manada más estricto con esa norma era Nicholas.
Durante un instante, Joe se arrepintió de haber estado provocando a su hermano durante todo el día. Pero solo durante un instante. Lo cierto era que se había divertido mucho, y estaba seguro de que Nicholas hubiera hecho lo mismo con él si se hubiera encontrado en su situación. Por no hablar de Kevin, el peor de los tres. Se encogió de hombros. Sin embargo, al verlo con un whisky en la mano y absolutamente abatido, la situación no le pareció nada divertida.
Cruzó la sala a grandes zancadas y se sentó frente a Nicholas.
—Es un poco pronto para emborracharte, ¿no te parece?
—Déjame en paz.
Joe sonrió. No se merecía otra respuesta tras el día que le había hecho pasar.
—Buena idea. Así lo haré, pero esperaré a que llegue Molly.
—¿Quién? —preguntó Nicholas, levantando los ojos de la copa, confundido.
Joe señaló con la cabeza a la camarera de pecho generoso.
—Molly. Es bonita, ¿verdad? —comentó, guiñándole el ojo a la joven. Ella lo saludó con la mano.
—Por el amor de Dios, Joe, la luna llena…
—Está demasiado cerca. Sí, ya lo sé. Aunque no vi que eso te detuviera hace un rato.
Nicholas gruñó y dio otro trago a su copa.
—No sé qué se me pasó por la cabeza.
Joe estuvo a punto de decirle que no era precisamente por la cabeza por donde se le había pasado la señorita Rutledge, pero prefirió guardarse sus palabras. No tenía ganas de que le rompieran una botella de whisky en la cabeza.
—Es obvio que no te resulta indiferente.
—Soy un imbécil —concluyó Nicholas, levantando el vaso y apurando hasta la última gota.
Alguien llamó a la puerta. Era un anciano corpulento y sonriente.
—Soy el doctor Albright, su excelencia. Me han dicho que está herida.
¡Su excelencia! No entendía cómo alguien podía acostumbrarse a que lo llamaran así todo el tiempo. Bueno, tampoco necesitaba acostumbrarse, era algo temporal. El médico frunció el cejo al ver que no respondía y ____ se apresuró a asentir con la cabeza.
—Solo es un chichón. De verdad, no es nada importante.
Desde luego, en ese momento, era la menor de sus preocupaciones. ¿De verdad acababa de estar en la cama con el duque de Blackmoor? ¿Había recorrido su cuerpo con las manos, mientras él la presionaba contra el colchón? Aunque todo el mundo en la taberna pensara que era su esposa, ella sabía que no era así; se había comportado como una idiota.
—Bueno, bueno —dijo el facultativo, acercando una silla a la cama, totalmente ajeno a su desazón—. Deje que sea yo quien lo decida, ¿de acuerdo?
Le presionó la cabeza con suavidad.
—Su excelencia, debería retirarse las horquillas, para que pueda examinarla mejor.
—Vaya, claro. —A ____ no se le había ocurrido que el moño flojo pudiera ser un obstáculo. Se sentó despacio y se fue retirando las horquillas hasta que su cabello cayó libremente sobre los hombros.
—Mucho mejor —dijo el hombre. Le pasó los dedos sobre el bulto, haciendo ruiditos con la boca—. Bueno, hay un poco de sangre —añadió, levantándose para verter un poco de agua en un cuenco. Regresó a su lado, mojó un paño en ella y le limpió la herida.
—¿Ha notado recientemente dolor de cabeza, un zumbido en los oídos o mareo?
____ frunció el cejo.
—Sí, me he mareado un poco, pero lo peor es este martilleo en la cabeza que no me deja.
El doctor Albright retiró el paño húmedo y le aplicó un poco de ungüento en la herida.
—Diría que es bastante normal después de un accidente con el carruaje. Ha tenido mucha suerte, su excelencia. He visto heridas mucho peores.
____ también.
—Lo sé. Mi hermana murió en un accidente del mismo tipo. —Si le pasara algo, Oliver volvería a quedarse solo en el mundo. Únicamente con pensarlo, se le encogió el corazón. Pero no, no estaría solo. Tenía a Blackmoor, aunque ____ no estaba tan segura de que eso fuera bueno.
Justo en ese momento, la puerta se abrió y Joseph Westfield asomó la cabeza.
—¿Puedo pasar, ____?
Le hubiera gustado decir que no. Deseó no tener que verle después de lo que había presenciado hacía unos minutos, pero no supo cómo negarse, así que asintió.
—Por supuesto, Joe.
—¿Cuál es el veredicto, doctor? ¿Sobrevivirá? —preguntó, con una expresión más seria de lo que era habitual en él.
El doctor Albright asintió, levantándose de la silla.
—Sí, se pondrá bien. Pero voy a darle algo para que la ayude a dormir esta noche.
—Espléndido. Mi hermano se alegrará al oírlo. Venga a verme antes de irse, doctor, y arreglaremos el asunto de los honorarios. —Y con una mirada preocupada en dirección a ____, añadió—: Que duermas bien, querida.
A Joe no le extrañó encontrar a su hermano sentado a solas a una mesa de la taberna. Era comprensible. Era Nicholas. Cuando lo halló tumbado sobre ____ Rutledge, como si estuviera a punto de tomarla allí mismo, se había llevado una buena sorpresa. No es que su hermano fuera un santo, todo lo contrario. Ninguno de ellos era un puritano, pero en general no tonteaban con damas inocentes. Y el miembro de la manada más estricto con esa norma era Nicholas.
Durante un instante, Joe se arrepintió de haber estado provocando a su hermano durante todo el día. Pero solo durante un instante. Lo cierto era que se había divertido mucho, y estaba seguro de que Nicholas hubiera hecho lo mismo con él si se hubiera encontrado en su situación. Por no hablar de Kevin, el peor de los tres. Se encogió de hombros. Sin embargo, al verlo con un whisky en la mano y absolutamente abatido, la situación no le pareció nada divertida.
Cruzó la sala a grandes zancadas y se sentó frente a Nicholas.
—Es un poco pronto para emborracharte, ¿no te parece?
—Déjame en paz.
Joe sonrió. No se merecía otra respuesta tras el día que le había hecho pasar.
—Buena idea. Así lo haré, pero esperaré a que llegue Molly.
—¿Quién? —preguntó Nicholas, levantando los ojos de la copa, confundido.
Joe señaló con la cabeza a la camarera de pecho generoso.
—Molly. Es bonita, ¿verdad? —comentó, guiñándole el ojo a la joven. Ella lo saludó con la mano.
—Por el amor de Dios, Joe, la luna llena…
—Está demasiado cerca. Sí, ya lo sé. Aunque no vi que eso te detuviera hace un rato.
Nicholas gruñó y dio otro trago a su copa.
—No sé qué se me pasó por la cabeza.
Joe estuvo a punto de decirle que no era precisamente por la cabeza por donde se le había pasado la señorita Rutledge, pero prefirió guardarse sus palabras. No tenía ganas de que le rompieran una botella de whisky en la cabeza.
—Es obvio que no te resulta indiferente.
—Soy un imbécil —concluyó Nicholas, levantando el vaso y apurando hasta la última gota.
FlayTC
Re: El Encanto de un lobo (Nick y Tu) [Adaptacion]
Bueno eso es todo, mañana por la mañana les subo el capitulo siete,
ahora descansare la vista ya que me mata estar tanto en la pc y mas
cuando uso photoshop que me ando fijando en todos los detalles y
mas efuerzo la vista... pero bueno no creo que les interese mi dolor de
ojos xD Asi que me despido por hoy!
Si puedo el fin de semana que viene hago otro maraton! =D Igual
no prometo nada, para que luego nadie se queje! =)
Gracias por comentar y por sacarme una sonrisa, y me basta aun que
solo pongan "Siguela" , aun que no me quejare si comentan mas
jajaj xD
Ahora si me voy! =D
Saludos a todas!
Goodbye!
ahora descansare la vista ya que me mata estar tanto en la pc y mas
cuando uso photoshop que me ando fijando en todos los detalles y
mas efuerzo la vista... pero bueno no creo que les interese mi dolor de
ojos xD Asi que me despido por hoy!
Si puedo el fin de semana que viene hago otro maraton! =D Igual
no prometo nada, para que luego nadie se queje! =)
Gracias por comentar y por sacarme una sonrisa, y me basta aun que
solo pongan "Siguela" , aun que no me quejare si comentan mas
jajaj xD
Ahora si me voy! =D
Saludos a todas!
Goodbye!
FlayTC
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