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Mensaje por Roochi.1D Lun 04 Mar 2013, 4:02 pm

Treinta y uno


—¡No, imposible! —gritó Tracy al teléfono una vez que le conté la historia al detalle.
—¿Te lo puedes creer? Quizá, al final, me pasara un poco de la raya; pero no sabes el peso tan grande que me he quitado de encima.
Estaba tumbada en la cama, en pijama, y la cabeza me daba vueltas. Los Styles se habían marchado y Rita me había traído un enorme trozo de pastel de calabaza antes de salir a dar una vuelta. La vida era maravillosa.
—En serio, el sábado que viene quiero que hagas una representación completa para las socias del club. Me encantará interpretar el papel de Harry. Gruñiré sin parar y me inflaré de comida. ¡Alucinante! ¿Quién más lo sabe?
—Sólo tú y Rita. ¡Me considera una diosa!
—Tienes que llamar a las del club. Se mueren por saber qué ha pasado.
—Lo haré. Ay, no me puedo creer que haya sido tan bueno volver a verlo; no sé en qué estaba pensando. ¡Ha cambiado tanto!
—Penny, no ha sido Harry quien ha cambiado, sino tú. Nunca me ha caído bien, ya lo sabes. Siempre te he dicho que te merecías a alguien mejor, pero no me hacías caso, y ahora te has dado cuenta de la verdad. Agradable, ¿eh?
«Muy agradable, sí».
Caí en la cama, exhausta, después de llamar a Diane, Jen, Amy y Danielle.
Lo había conseguido. Me había enfrentado a Harry.
Me acerqué al escritorio, cogí mi viejo diario y fui a la última entrada. Aquella que tantas veces me había destrozado el corazón, tiempo atrás. Pasé el dedo por las marcas del bolígrafo. Cuánto dolor había en aquellas palabras. Pero, en ese momento, supe que todo saldría bien.
Agarré un bolígrafo y me puse a escribir en el apartado de Yesterday. No con la intención de reescribir la historia, sino para recordarme a mí misma que era capaz de superar el mal de amores, en caso de que me volviera a suceder.
I’ll be back again.
Sí, regresaría. Podía arriesgar mi corazón y, luego, recuperarme. Además, lo que me hiciera sufrir, al final, me haría más fuerte.
Sí, me merecía lo que más deseaba: alguien que me valorara, alguien en quien pudiera confiar, alguien que me apreciara por mí misma.
Al pensar en Louis, se me cayó el alma a los pies.


Treinta y dos


—Vamos a ver, Penny Lane, éste es nuestro pequeño secreto. Hagamos un juramento —papá alargó su dedo meñique y lo trabó con el mío—. Tu madre me mataría si se enterase de lo que hemos hecho con las sobras.
Papá y yo estábamos comiendo solos el sábado, y ninguno de los dos había podido soportar la visión de los restos del pavo vegetariano…, de modo que lo arrojamos al triturador de basuras. Mamá no se iba a tragar el cuento de que yo había contribuido a acabarlo.
—Bueno, ¿qué plan tenéis las del club esta noche? —preguntó papá.
—Vamos a ir a ver una película para que no tengáis que preocuparos por un tropel de chicas pegando chillidos por la casa.
Papá sonrió.
—Bueno, es un alivio. ¿Hoy no habrá karaoke, entonces?
Uf, ése era precisamente el propósito de ir a ver una película: tratar de distraer a Jen del karaoke del fin de semana siguiente. Estaba super agobiada. Yo le había prometido cantar un solo y, encima, también había accedido a dirigir al club en una interpretación de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band.
Sonó el teléfono y papá se acercó y contestó.
—Ah, hola, Louis.
«No puede ser…».
Me quedé observando y vi que mi padre fruncía la frente.
—No, no; has hecho bien. Estaré en la clínica en cinco minutos. Allí nos vemos.
Urgencia médica.
—¿Va todo bien?
—En realidad no. Era Louis Tomlinson. Su hermana se ha caído y se ha golpeado la boca contra una mesa. Está sangrando. Tengo que irme a la clínica —agarró su chaquetón—. De hecho, Penny Lane, ¿te importa acompañarme? Puede que necesite otro par de manos.
—Eh…
—Además —añadió—, Louis está un poco alterado. Le vendría bien la compañía de una amiga.
Antes de que pudiera protestar, papá me lanzó mi cazadora y salió por la puerta principal.
Cuando aparcamos el coche, Louis nos estaba esperando. Sujetaba en brazos a su hermanastra de ocho años, Charlie, cuya larga melena oscura le tapaba la cara. Papá corrió hacia él y acarició la cabeza de la niña.
—Cariño —le dijo a la pequeña—, todo irá bien —me entregó las llaves—. Penny Lane, abre la clínica, enciende las luces de mi consulta, pon en marcha los aparatos y saca instrumental limpio —Louis me miró, cayendo entonces en la cuenta de que había acompañado a mi padre, y vi en sus ojos un destello de pánico.
Presa de los nervios, cogí las llaves y corrí a la puerta. Encendí las luces del techo y luego me apresuré a la sala de consulta principal. Como movida por un piloto automático, encendí los aparatos, saqué instrumental limpio y lo coloqué sobre la encimera.
Los sollozos de Charlie iban en aumento mientras papá y Louis se acercaban.
—Estaba en el piso de arriba, preparando la comida, y oí un estrépito. Me imagino que estaría pegando saltos y… se cayó —explicaba Louis a mi padre.
Sentó a la niña en el sillón y papá, suavemente, apartó la toalla que le cubría la cara. No se veía más que sangre.
—¡Oh, no! —exclamó Louis. Se tapó el rostro con las manos y empezó a recorrer la estancia de un lado a otro.
—Todo saldrá bien —aseguró mi padre. No sabía si se dirigía a Charlie o a Louis.
Me fui corriendo al despacho de la clínica, agarré a Abbey, la morsa de peluche, y regresé corriendo. Papá estaba examinando a Charlie, que lloraba incluso con más fuerza.
—Toma, preciosa —me acerqué y le entregué el peluche con el que yo solía jugar a su edad. Charlie, vacilante, cogió la morsa y, acto seguido, la apretó contra sí como si le fuera la vida en ello.
—Bueno, algunas piezas están un poco sueltas; pero lo solucionaremos. Voy a limpiar la herida y luego me encargaré de estabilizar los dientes —papá miró a Louis, quien parecía a punto de desmayarse—. Penny Lane, ¿y si te llevas a Louis al vestíbulo? —prosiguió mi padre, entre las protestas de Louis—. Creo que es mejor que esperes allí —le dijo—. Ya has hecho todo lo que podías hacer.
Me encaminé hacia la puerta y Louis me siguió. Sin pararme a pensarlo, le puse una mano en el hombro.
Se dejó caer en el sofá de la zona de recepción y se cubrió la cara con las manos.
—Mi madre me va a matar.
Me senté a su lado y lo rodeé con el brazo.
—Louis, no has hecho nada malo.
—Ha sangrado mucho —protestó.
—Eso es porque la sangre se mezcla con la saliva y parece peor de lo que es en realidad —le aseguré.
De pronto, levantó la cabeza.
—¿Por qué has venido? —no habría sabido decir si estaba molesto o, acaso, avergonzado.
—Mi padre…, eh, pensó que podría necesitar ayuda… y que a ti te vendría bien una amiga —lo cogí de la mano y se la apreté.
Sonó el móvil de Louis, y éste dio un respingo.
—Hola, mamá…, no, localicé al doctor Bloom… Sí…, vale…, de acuerdo…, lo haré… Hasta luego.
—Tienes que convencerte de que no es culpa tuya —insistí una vez que hubo colgado. Louis se limitó a clavar la mirada al frente—. Verás, cuando yo tenía dos años, se suponía que Lucy me estaba cuidando. Ella sólo tenía diez años en aquel entonces, así que fue un poco irresponsable por parte de mis padres. El caso es que me dejó en lo alto de la litera de su habitación y, bueno, al minuto siguiente, me caí de la litera y me estrellé contra el suelo. ¿Y sabes qué? Salí casi normal —golpeé mi rodilla contra la suya—. O puede que no…
Louis sonrió.
—Sé que se pondrá bien; pero, por el tono de mi madre, da la impresión de que la he decepcionado. Además, Cole protege tanto a Charlie… Demasiado, creo yo. No sé… ¿tienes idea de lo agotador que resulta ser yo mismo, a veces?
Me quedé mirándolo, sin dar crédito.
—Louis—repliqué—, nadie espera de ti que seas perfecto.
—Muy bien; pues díselo al entrenador, y a mis padres.
Nunca me había parado a pensarlo. Siempre había dado por sentado que Louis, efectivamente, era perfecto.
—Yo tengo la culpa —prosiguió—. Me mato para estar a la altura de las expectativas de los demás. Por una vez siquiera me gustaría saltarme una clase, beber en una fiesta, no decir en cada momento lo que debo. Ya oigo a mis padres: «Deberías haber estado vigilándola, Louis». «¿En qué estabas pensando, Louis?». «Qué irresponsable, Louis». «Estamos decepcionados, Louis». Eso es lo peor. Cuando dicen que los decepciono, como si no tuviera derecho a meter la pata de vez en cuando. Me alegro de que mi padre no tenga que enterarse de esto.
Era la primera vez que Louis mencionaba a su padre desde que éste no se había presentado en el partido de principios de curso.
—Si tengo que volver a escucharle decir una vez más que un sobresaliente bajo no es más que un notable alto, y que ninguna universidad pasable me va a admitir a menos que sólo saque sobresalientes en condiciones… Como si yo quisiera seguir su ejemplo y ser un gilipollas que sólo piensa en sí mismo.
Me quedé boquiabierta.
Louis puso cara de horror.
—Lo siento… No debería… No quería decir…
—Tranquilo —le froté el brazo—. Estás nervioso por lo de Charlie, nada más. Es que… últimamente se están acumulando muchas cosas.
Se giró hacia mí, con aspecto agotado.
—Sé que piensas que mi reacción está siendo exagerada, pero me paso tanto tiempo esforzándome para no decepcionar a la gente… Y qué pasa con lo que yo quiero, ¿eh?
—¿Y qué es lo que quieres? —pregunté.
—¿Importa, acaso? —replicó mientras apoyaba la cabeza contra la pared.
—Claro que sí, siempre que sea importante para ti.
—Bueno, no puedo conseguir lo que quiero, así que no tiene sentido.
Louis mostraba un aspecto muy diferente de sí mismo; se le notaba vulnerable. Hizo que me gustara todavía más. Alargué el brazo y lo volví a coger de la mano.
—Louis, eres una persona increíble, y te mereces todo lo que quieras.
Bajó la mirada a mi mano, agarrada a la suya.
—No soy estúpido, así que estoy dispuesto a conformarme.
Me desconcertó. No tenía ni idea de qué estaba hablando. Alargó su mano libre y la colocó debajo de mi barbilla, rodeándola.
—Sé que las cosas han estado un tanto raras entre nosotros, pero ¿podemos regresar a la normalidad, por favor?
No sabía yo si sería posible. ¿Qué era normal, a aquellas alturas?
Asentí.
—Lamento mucho todo lo que ha pasado, de verdad. Rosanna…
—Lo sé —interrumpió mientras me soltaba la barbilla y separaba la otra mano de la mía. Tuve el impulso de volver a cogerla, pero resistí.
—En fin —le di una palmada en la rodilla—. Lo tuyo es increíble. Vienes aquí con tu hermana y terminas consolándome a mí.
—Sí, ya sabes, don Perfecto se encarga de todo…
Me eché a reír.
—No presumas tanto. Acuérdate de que te oí cantar en el concierto y tú, chaval, tienes un pequeño problema con la modulación. Te aseguro que no eres perfecto, ni de lejos.
Negó con la cabeza y seguimos sentados, en silencio. Empecé a tararear al ritmo del hilo musical que sonaba de fondo.
—Ay, Dios mío —dije.
Louis levantó la vista.
—¿Qué pasa?
Sacudí la cabeza.
—Nada, es sólo que… —me acerqué al escritorio y subí el volumen—. Parece apropiada, ¿no crees? —me puse a cantar la canción que sonaba: Help!, «¡Ayuda!», de los Beatles.
Won’t you please, please help me.
—¿Apropiada? No tienes ni idea de hasta qué punto —exhaló lo que pareció ser un suspiro de alivio.
Papá salió unos minutos más tarde, con Charlie de la mano. La boca de la niña se veía mucho mejor, quitando la gasa que mi padre le había colocado para detener la hemorragia. Louis se levantó de un salto, se hincó de rodillas y abrazó a su hermana.
—Muchísimas gracias, doctor Bloom. Siento haberlo llamado a casa. No sabía qué hacer…
Papá estrechó la mano de Louis.
—Tranquilo. Hiciste lo adecuado.
Charlie se acercó a mí y extendió la morsa de peluche en sus pequeños brazos. Me agaché.
—¿Sabes? Creo que vas a necesitar a Abbey más que yo —el rostro de la niña se iluminó. Salió corriendo hacia Louis y lo abrazó por la pierna.
—Bueno —dijo él—. Tenemos que irnos. Gracias de nuevo, doctor Bloom —se acercó a mí y me dijo—: Gracias, Penny —acto seguido, me dio un abrazo. Luego, se inclinó y me besó en la mejilla.
Vi la expresión de sorpresa en la cara de mi padre. Mientras salíamos por la puerta principal, se quedó mirándome.
—Así que… Louis. Estupendo chico, ¿verdad?
«No tienes ni idea», pensé.
Roochi.1D
Roochi.1D


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Mensaje por Mili1D Lun 04 Mar 2013, 7:39 pm

slxdfbhdssxdfvndcxmskjgfdslsdgfdkslkffsakdjfdskdfgfdkskb vdzskdfgbfdsal

LOUIS ES MÁS QUE ESTUPENDO, NO DIGO NADA MÁS! jajajajaja
love ya xx
Mili1D
Mili1D


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Mensaje por Roochi.1D Lun 04 Mar 2013, 7:44 pm

Mili1D escribió:slxdfbhdssxdfvndcxmskjgfdslsdgfdkslkffsakdjfdskdfgfdkskb vdzskdfgbfdsal

LOUIS ES MÁS QUE ESTUPENDO, NO DIGO NADA MÁS! jajajajaja
love ya xx

LO SEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE :3
Suertuda que es Eleanor uhm.
;)
Love you more xx

PD: para cuando una dosis de tus novelitas? sin presiones.
Roochi.1D
Roochi.1D


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Mensaje por Sisi Horan. Mar 05 Mar 2013, 5:18 pm

Nuevaaa lectora:3 yey.
Bueno te quiero decir que me encanta como adaptas, y que esta novela es tan frkgjters :B bueno no se que escribir ya que mañana empiezo las clases y estoy un tanto nerviosa:_ Pero eso no es importante, por favor síguela que me encantaaaaaaaaaa:D Un besoooooooo:33
Sisi Horan.
Sisi Horan.


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Mensaje por Roochi.1D Mar 05 Mar 2013, 7:01 pm

Sisi Horan. escribió:Nuevaaa lectora:3 yey.
Bueno te quiero decir que me encanta como adaptas, y que esta novela es tan frkgjters :B bueno no se que escribir ya que mañana empiezo las clases y estoy un tanto nerviosa:_ Pero eso no es importante, por favor síguela que me encantaaaaaaaaaa:D Un besoooooooo:33

Bienvenida a la junglaaaaaaaaaaaaa !
Me alegro que te guste, el libro es genial ! :D
Yo también empiezo las clases mañana, mi ultimo año, una mierda :___________
La sigo en un rato e.e
Besossssssssssss xx
Roochi.1D
Roochi.1D


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Mensaje por Roochi.1D Mar 05 Mar 2013, 8:23 pm

MAÑANA COMIENZO LAS CLASES :____________
MI ULTIMO AÑO :S
EN FIN... SOLO QUERÍA DECIR QUE SI DESAPAREZCO ASÍ DE LA NADA, ES PORQUE NO ME HAN DEJADO USAR LA NOTEBOOK... NO SUELO CONECTARME EN EPOCAS DE CLASES, PERO HARÉ LO POSIBLE.
LAS AMO <3

Nueva novela
How to love |Harry Styles|

_________________________________________________

Treinta y tres

Por lo general, después de unos días de vacaciones, me horrorizaba volver al instituto. Pero estaba deseando ver a Louis, averiguar si las cosas de verdad iban bien entre nosotros.
Enseguida regresamos a la normalidad, y yo prácticamente salía corriendo hacia mi taquilla después de cada clase. Empecé a esperar, ilusionada, nuestra sesión de bromas entre clase y clase, en lugar de temerla. Por lo general, le explicaba en qué sentidos no era perfecto, y él hacía comentarios sobre la lamentable estructura de mi cráneo tras el traumatismo causado por la caída de la litera.
—Ahora que lo pienso, nunca te veo con sombrero. Será por, ya sabes, el accidente —me dio un tirón de la bufanda mientras me abotonaba mi abrigo de lana.
—Un momento, déjame pensar. Nunca te he visto tocar un instrumento musical. ¿Será porque eres un absoluto inepto en todo lo relacionado con la música?
Empecé a enrollarme la bufanda alrededor del cuello de manera que le golpeaba en la cabeza cada vez que daba una vuelta.
—Ay, perdona…
—¡Penny! —oí que alguien gritaba desde el otro lado del pasillo. Vi que Jen corría hacia mí, seguida a corta distancia por Tracy.
No parecía nada bueno.
Tracy desveló la noticia.
—El director Braddock le acaba de decir que no podemos celebrar la fiesta de karaoke en el gimnasio.
—¡Cómo! —exclamé—. ¡Pero si quedan cuatro días!
Jen respiró hondo.
—Ha dicho que, a su entender, se ha convertido en un acontecimiento del Club de los Corazones Solitarios, y que no puede celebrarse en el recinto del instituto.
—¡No tiene sentido! —protesté—. Estamos recolectando dinero para el equipo de baloncesto. Te estamos ayudando porque eres nuestra amiga. Hemos invitado a todo el mundo.
Jen enterró la cabeza entre las manos.
—No sé qué vamos a hacer. Hemos trabajado tanto…
Tracy se sentó y rodeó con el brazo el tembloroso cuerpo de Jen.
—No pasa nada, sólo tendremos que posponerlo hasta que…
—¡Y una porra! —proclamé. Tracy y Jen se quedaron mirándome, conmocionadas—. Vamos a celebrar esa fiesta y a recaudar tanto maldito dinero que el equipo de baloncesto va a tener las mejores equipaciones de la historia del McKinley. Tracy me miró como si me hubiera vuelto loca.
—Pero, Pen, no nos dejan utilizar el instituto.
—Entonces, encontraremos otro sitio. Estoy harta de tanto melodrama. En serio, ¿a qué viene tener un club si no somos capaces de encontrar la forma de superar estos pequeños obstáculos?
—Pero ya hemos repartido los folletos… —argumentó Jen.
—Pues haremos otros nuevos. Y a Braddock, que le den. Le demostraremos hasta qué punto estamos al mando —llegado ese momento, yo misma estaba asombrada de mi reacción—. Vamos a mi casa. Tenemos que hacer unas cuantas llamadas.
En menos de una hora, las treinta socias del Club de los Corazones Solitarios estábamos en mi casa, dispuestas a pasar a la acción. Mis padres habían pedido pizzas para todas mientras analizábamos nuestras opciones.
—Sigo diciendo que los padres tendríamos que unirnos y hablar con Braddock —insistió papá mientras abría una caja de pizza y cogía otra porción.
Negué con la cabeza.
—No, tenemos que hacer esto solas, y demostrarle de lo que somos capaces. Podemos enfrentarnos a cualquier impedimento que nos ponga por delante.
Papá asintió mientras masticaba y paseaba la mirada por la estancia, a todas luces encantado de formar parte de aquel ambiente de emoción.
—De acuerdo, éste es el trato —dijo Eileen Vodak entrando en el sótano—: Mi tío nos dejará gratis la zona para eventos del Bowlarama; pero como es un sábado por la noche y tendrá que rechazar a los clientes de pago, nos pide que no llevemos comida, sino que compremos refrescos y aperitivos. O bien, si le damos cinco dólares por persona, nos servirán refrescos, patatas fritas y cosas así.
—Pero eso reducirá los beneficios —repuso Jen mientras, nerviosa, se sentaba en el suelo.
—¿Cuánta gente esperáis, exactamente? —preguntó papá.
Jen picoteó su porción aún intacta de pepperoni.
—No tengo ni idea. ¿Cincuenta, quizá?
—Entre las socias del club y el equipo de baloncesto ya somos casi cincuenta —nos recordó Diane.
—¡Sí! Tienes razón. Me imagino que cien, o ciento cincuenta —Jen empezó a anotar cifras en su cuaderno.
Papá miró por encima del hombro de Jen y se fijó en lo que ésta anotaba.
—Ahora que lo pienso. Me parece que, este curso, la clínica dental Bloom todavía no ha hecho su donación al equipo. A ver qué os parece: vosotras sacáis esto adelante y yo pago los aperitivos.
Jen miró a mi padre con sus grandes ojos azules y, por primera vez en toda la noche, sonrió.
—Muchas gracias, doctor Bloom —se levantó y le dio un abrazo—. Voy a empezar a usar seda dental a diario, ¡se lo prometo!
Papá se echó a reír.
—Me parece genial.
Creo que eso le alegraría más que sacar a flote al equipo de baloncesto.
—Muy bien —Jen, nerviosa, se mordió el labio—. Me imagino que lo único que nos queda por hacer es comunicar a todo el mundo el cambio de local. Tenemos los folletos…, supongo que será suficiente —no parecía convencida.
—Deberíamos hacer un anuncio por megafonía —indicó Tracy, dibujando un micrófono en una hoja de cartulina—. Pero, claro, Braddock nunca lo permitiría. Ojalá encontrara la manera de colarme en su despacho y anunciarlo.
—No puedes —repuso Diane.
—Ya lo sé. Estaba de broma —respondió Tracy.
Diane se levantó.
—No, me refiero a que tú no puedes, pero yo sí.
Presa de los nervios, miré el reloj antes de Tutoría y respiré hondo con objeto de tranquilizarme. Confié en que Diane consiguiera sacar adelante el plan, y que no la expulsaran por ello.
Diane era la presidenta del Consejo de Alumnos, por lo que se encargaba de hacer los anuncios los viernes por la mañana.
Por lo general, se limitaba a resumir las novedades que las diferentes asociaciones habían presentado a lo largo de la semana, y dejaba que otros miembros del consejo las leyeran por megafonía.
Esta vez no fue así.
Hilary Jacobs y yo intercambiamos una mirada cuando sonó el timbre y la gente empezó a tomar asiento.
Nos habíamos pasado la semana entera repartiendo los folletos nuevos en el aparcamiento del instituto. Tuvimos que organizar diferentes turnos para asegurarnos de que no nos descubrirían. Una de nosotras se colocaba a las puertas de Secretaría, teléfono móvil en mano, mientras otras dos vigilaban la salida más cercana al aparcamiento. Al resto de las socias se les asignaba una fila de coches para repartir los folletos. Otro grupo llegaba más tarde para asegurarse de que nadie hubiera tirado los folletos al suelo, de forma que no hubiera pruebas.
Por lo que yo sabía, el director Braddock no tenía ni idea de que el karaoke para recaudar fondos seguía en pie. Me moría de ganas de verle la cara cuando Jen le entregara el dinero, el lunes.
Sonó el zumbido del interfono.
—Buenos días a todos, y feliz viernes —dijo Diane—. A continuación, los anuncios para los próximos siete días. La campaña anual de venta de flores del Key Club comienza la semana que viene. Los claveles son a un dólar, y podéis conseguir…
Apenas me podía concentrar en los anuncios; estaba demasiado nerviosa por Diane. Recé para que el director Braddock no estuviera excesivamente cerca y que nuestra amiga pudiera tener tiempo para cumplir su objetivo.
—Y, por último, tened en cuenta que el karaoke organizado por el equipo femenino de baloncesto para recaudar fondos, el sábado a las siete, no se va a celebrar en el gimnasio, sino en el Bowlarama de Cook Street —se escuchó un sonido de fondo, pero el tono de Diane permanecía inalterable—. La entrada cuesta cinco dólares, e incluye bebidas y aperitivos. Esperamos veros a todos el sábado por la noche en el Bowl…
La megafonía se apagó.
—Diane, eres mi heroína —comentó Jen mientras nos dirigíamos al Bowlarama. Esbozaba una amplia sonrisa mientras comprábamos las entradas—. ¡Mira cuánta gente ha venido! Tengo que consultar la hoja de registro de canciones. Y acordaos, chicas, aún no os habéis librado.
No quería que me lo recordaran.
Diane le dedicó una sonrisa a la vez que entregaba el dinero para la entrada.
—Bueno, el equipo me debe una, nada más. Cualquiera habría hecho lo mismo.
No sé cuánta gente se habría tomado con tanta calma que le prohibieran jugar en el partido de baloncesto del martes y, además, le revocaran la tarea de anunciar por megafonía; pero Diane estaba exultante.
Nos dirigimos a la sala del fondo, que estaba abarrotada. Debía de haber unas ciento cincuenta personas, por lo menos. En la estancia reinaba la penumbra, y unas luces blancas colgaban del techo. Para ser una bolera, no estaba nada mal.
Vi el escenario al frente, iluminado por un enorme foco y con una pantalla para mostrar las letras de las canciones. Mientras nos encaminábamos hacia allí, Jen se acercó a toda prisa.
—¡Es un completo desastre!
—¡Todo está genial! Y mira cuánta gente ha venido. ¿Cómo puedes decir que algo va mal? —pregunté.
—Erin está enferma. Tiene la voz hecha polvo.
¡Vaya! Jen realmente necesitaba tranquilizarse. Con toda la tragedia de las últimas semanas, el hecho de que una persona estuviera enferma no me parecía un desastre, la verdad.
—Jen, hay un montón de gente que sabe cantar, no te preocupes.
—Pero ¿quién saldrá en primer lugar? Todos los que se han apuntado se niegan a salir primero. Penny, tienes que ayudarme.
—En serio, Jen, mi ayuda no te conviene. Si empiezo yo, la sala se vaciará al momento.
—Por favor, Penny. Todo el mundo te admira. Si empiezas tú, seguro que el resto del club se animará.
De acuerdo, me había equivocado: en efecto, era un desastre.
—Muy bien.
—Gracias, muchas gracias. Te debo una, en serio.
Desde luego que me la debía. No iba a olvidarme de aquello tan fácilmente.
Me acerqué a las cinco mesas de la primera fila, ocupadas por las socias del club.
—Vale, chicas, seré la primera. ¿Quién quiere salir conmigo?
Se hizo el silencio más absoluto. Por primera vez desde que empezara el Club de los Corazones Solitarios, nadie me miró a los ojos.
—En serio, chicas, si subimos juntas, en grupo, no será tan malo —«por favor, ay, por favor, alguna tiene que subir al escenario conmigo»—. ¿Alguien se anima?
Tracy jugueteaba con su bolsa de patatas fritas, negándose a mirarme a la cara.
«Et tu, Tracy?».
Aquello era absurdo. Sólo se trataba de cantar una canción.
Jen miraba a su alrededor con inquietud. Si no me lanzaba a la acción, le iba a dar un ataque.
—De acuerdo, Jen, acabemos de una vez. ¿Qué canción voy a cantar?
Una expresión de alivio se le extendió por el rostro.
—La que tú quieras. Acuérdate, ¡tengo canciones de los Beatles!
Aunque los Beatles me encantaban, la idea de cantar uno de sus temas delante de todo el mundo me hacía sentirme un poco tonta. Como Louis ya sabía, sólo existían cuatro personas capaces de hacer justicia a aquellas canciones, y yo no era precisamente una de ellas.
Atacada por los nervios, me puse a hojear la carpeta; nada me llamaba la atención. Necesitaba algo que no fuera difícil de cantar y a lo que se quisieran unir los espectadores. Nada me convencía, así que no tuve más remedio que acudir a la reserva de siempre. Me dirigí a la sección «B» y empecé a repasar las canciones de los Beatles; entonces, la encontré.
«Perfecto».
Es verdad, yo no era Paul, ni John, ni George; pero tal vez, sólo tal vez, podía ser Ringo.
A regañadientes, subí al escenario. Cuando las socias del club empezaron a ovacionarme, les lancé una mirada asesina. «Traidoras». Las manos me temblaban mientras examinaba al gentío; daba la impresión de que había acudido el instituto en pleno. Al fondo, vi que Louis me aplaudía. Empecé a sonreír hasta que me di cuenta de a quién tenía a su lado: Missy. ¿Cómo podía estar cerca de ella después de todo lo que había pasado?
Y, más importante aún, ¿qué diablos hacía yo subida al escenario?
Jen agarró el micrófono.
—Muchas gracias por venir a esta fiesta para recaudar fondos para el equipo. Los beneficios del karaoke de esta noche se destinarán a pagar los uniformes nuevos. Así que no seáis tímidos: animaos y pedid vuestras canciones. Y ahora, inaugurando las festividades de la velada, tenemos, nada más y nada menos, ¡a la mismísima Penny Lane Bloom!
Escuché una oleada de aplausos, pero clavé la mirada en la pantalla tratando de controlar la respiración. No necesitaba la letra de la canción, pero no soportaba mirar al público. Apenas había introducción, y antes de que pudiera darme cuenta estaba cantando la primera estrofa, en la que preguntaba a la gente qué haría si yo desafinaba: ¿se levantaría y me dejaría sola?
Hasta el momento, no.
Claro que, si seguía cantando, seguramente ocurriría. Aunque, en el fondo, no tenía por qué ser tan malo.
Cerré los ojos y empecé a balancearme de un lado a otro mientras interpretaba la canción. Miré a la primera fila. «Ayudadme, por favor». No sólo les pedía ayuda, sino que lo hacía cantando. El público rompió a aplaudir.
Me dirigí con paso firme a donde Tracy y Diane estaban sentadas, ovacionándome. Las señalé mientras continuaba cantando sobre irse defendiendo con la ayuda de los amigos. Les hice señas para que subieran conmigo al escenario.
Diane entendió el gesto, se levantó y arrastró a Tracy. Danielle y Amy las siguieron, e incluso Erin se sumó (antes muerta que renunciar a la luz de los focos).
Nos congregamos alrededor del micrófono mientras las demás socias del club se ponían de pie y empezaban a aplaudir al ritmo de la canción. Agarré el otro micrófono y caminé entre el público. Me puse a bailar con las demás chicas. Todas se fueron turnando para cantar.
Y sí, en cierto modo, me fui defendiendo con la ayuda de mis amigas.
La canción terminó y un estruendo estalló entre la multitud. Me reuní con mi grupo en el escenario y entrechocamos las palmas. Jen pegaba botes mientras se iba formando una cola para solicitar canciones.
Escuchamos de todo, desde chicas que cantaban temas de bandas de pop masculinas, al equipo de fútbol americano, que interpretó una desafinada versión de We Are the Champions. Hasta Danielle y Liam cantaron un dueto de lo más emotivo. Las socias del club no paraban de pedir canciones. Y, lo mejor de todo: Jen estaba recaudando montones de dinero.
Danielle, Eileen, Meg y Kara se pusieron a cantar We Are Family, y nos levantamos otra vez.
Me senté al lado de Tracy y le robé una patata de la bolsa.
—Ay, Dios mío, Penny —dijo.
—Tranquila, Tracy, sólo es una patata frita.
Señaló el escenario. Vi a Louis, solo. Me eché a reír. ¿Es que trataba de demostrar a todo el instituto lo imperfecto que era en realidad? Bajó la mirada hacia mí y me guiñó un ojo.
—¿A qué viene tanto jaleo? —pregunté.
Tracy me miró con los ojos como platos.
—¿Has visto la canción que ha elegido?
Empezó la música y el corazón me dejó de latir.
Reconocí la canción al instante.
¿Cómo no iba a reconocerla?
Yo me llamaba así.
El club al completo se quedó mirándome mientras Louis empezó a cantar Penny Lane. Con una voz desafinada a más no poder. Quise sentir lástima de él mientras forcejeaba con la primera estrofa, pero estaba ocupada tratando de controlar la emoción mientras todos los presentes pasaban las miradas de Louis a mí.
Tenía que concentrarme para poder respirar. Me sentí abrumada, conmovida. No daba crédito a lo que estaba pasando, a que Louis hiciera aquello delante de todo el instituto.
Yo le gustaba. Sí, de verdad, realmente, le gustaba.
Y a mí me gustaba él. Sí, de verdad, realmente, me gustaba.
Ya no podía negar mis sentimientos y decirme a mí misma que no debía poner el club en peligro. ¿Cómo no iba a querer estar con alguien como Louis? ¿Cuánto tiempo más iba a luchar contra ello? ¿Cuánto tiempo más me iba a seguir mintiendo a mí misma?
Terminó la primera estrofa y Louis dio un paso atrás, al parecer consciente del error que había cometido. Resultaba desgarrador en muchos sentidos. De pronto, Diane se levantó como un resorte para acudir en su ayuda. Segundos después se unió Tracy, seguida por la mayoría de las socias del Club de los Corazones Solitarios. Al instante, Louis se mostró aliviado al contar con semejante apoyo. Entendí perfectamente cómo se sentía.
Y también entendí que, después de aquello, los rumores sobre nosotros iban a campar a sus anchas.
Pero, en ese momento, me daba igual. Era lo mejor que un chico había hecho por mí, jamás.
De acuerdo, Penny Lane no es precisamente una canción de amor; pero, para mí, fue el gesto más romántico que una persona podía tener. La canción terminó, y me puse de pie para ovacionar al grupo. Al mirar a todo el mundo, excepto a Louis, tuve un ligero ataque de pánico. ¿Qué se suponía que iba a hacer ahora? Con un poco de suerte, ya que el club al completo se había unido, la gente no se fijaría en Louis y en mí.
Muy improbable.
Louis se bajó del escenario y se encaminó en mi dirección.
—Por si no te habías dado cuenta, esa canción era para ti.
Sonreí, sin saber qué responder con exactitud.
—Veamos, sólo queda tiempo para una última canción —anunció Jen—. ¿Penny?
—Yo, eh, tengo que ir —le dije a Louis, aunque le apreté la mano antes de dirigirme al escenario.
La última canción empezó a sonar y todas las socias del club se subieron a cantar Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band.
«Esperamos que hayáis disfrutado del espectáculo».
Roochi.1D
Roochi.1D


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Mensaje por Roochi.1D Mar 05 Mar 2013, 8:25 pm

Treinta y cuatro

Tracy, Diane, Jen, Laura y yo salimos hacia el aparcamiento con la sensación de haber triunfado.
—¡Chicas! ¡Hemos recaudado más de tres mil dólares! La gente no paraba de darme dinero para poder participar —comentó Jen mientras se aferraba con todas sus fuerzas al abultado sobre.
—Es fantástico, Jen. ¡Enhorabuena! —dijo Diane.
—Vaya, mira quién está ahí. ¡La mismísima doña Penny Maldita Lane! —nos giramos y vimos a Niall, con compañia habitual: Brian y Pam, Don y Audrey. Louis estaba justo detrás de él. Missy se encontraba allí también. Pero no quedaba claro si iba con Louis o con Niall… o, sencillamente, se les había acoplado.
Louis trató de agarrar a Niall por el hombro, pero éste se desembarazó.
—Niall, ¿estás borracho? —preguntó Diane, sin alterarse.
—Que te den, Diane —Niall, a todas luces borracho, zigzagueaba entre los coches. Apenas le había visto durante la fiesta. Estaba convencida de que habría oído sus abucheos durante mi canción… y la de Louis.
Una vez más, Louis intentó arrastrarlo hasta el coche y, en esta ocasión, Niall le dió un empujón.
—Louis, eres patético.
—Sí, claro, él es el patético —tardé un segundo en darme cuenta de que la respuesta había brotado de mis labios. De pronto, Niall me estaba mirando cara a cara.
—Mantente al margen, Tomlinson. Esto es entre la bollera y yo.
Traté de apartar la cara de su pestilente aliento.
—¿De qué hablas, Niall? —espeté. Louis se acercó y exploté—: Puedo arreglármelas sola, Louis—se echó hacia atrás, aunque mantuvo los puños cerrados, como dispuesto a actuar en cualquier momento.
Niall me seguía clavando las pupilas.
—¿Sabes? Sólo porque seas tan patética que ningún tío en su sano juicio quiera enrollarse contigo, no tienes derecho a corromper al resto de las pibas del instituto.
—A ver, si no recuerdo mal, hubo un tiempo en que tú mismo querías salir conmigo; pero se ve que este cerebro que tengo lo impidió. Si te hace tan feliz, adelante, échame la culpa de que ninguna chica quiera salir contigo —me eché hacia atrás para alejarme, pero él dio un paso adelante.
—Te lo digo en serio, Niall, más vale que la dejes en paz —intervino Diane acercándose, seguida por Tracy, Jen y Laura.
—¡Oooh! —se balanceó en dirección a mis amigas y alzó los brazos al aire fingiendo espanto—. Qué mieeedo me dais, niñas.
—De hecho, preferimos que nos llamen mujeres —repliqué yo; luego, me mordí el labio. No podía evitarlo, aunque sabía que estaba empeorando las cosas.
Por encima del hombro de Niall, Missy observaba con expresión de absoluta complacencia.
Niall seguía balanceándose de un lado a otro.
—Mira…
—No, Niall, mira tú —ya estaba harta de su actitud infantil, y no estaba dispuesta a permitir que nos arruinase nuestra noche—. Puede que la razón por la que no hayas tenido novia desde hace un tiempo sea que ninguna chica en su sano juicio quiera salir con un tío con el cociente intelectual de un niño de cuatro años.
Se inclinó hacia mí.
—Bueno, y puede que la razón por la que los tíos te sigan engañando sea porque eres una perra egoísta que sólo piensas en ti —se echó a reír cuando vio que yo daba un respingo.
—¿Sabes qué? Quizá la razón por la que las chicas del instituto están en el club es porque los chicos sois unos absolutos cretinos. Preferimos pasar el tiempo juntas antes que salir con cualquiera de vosotros —caí en la cuenta de que estaba incluyendo a Louis en mi generalización—. Eres un crío, Niall. ¿Por qué no vuelves a la cancha de fútbol, donde te corresponde, y te pones a perseguir el balón en lugar de perseguir a chicas que son diez veces más inteligentes que tú?
Aquello le sacó de quicio.
—¡Zorra! —me agarró por la muñeca con todas sus fuerzas. Noté una punzada de dolor cuando Niall me apretó el brazo y me lo retorció.
Pegué un alarido mientras Brian y Don lo apartaban de mí.
Brian tiró de él por la cintura.
—No lo vale, colega. Déjala, no lo vale. Venga, vamos…
Niall se liberó de Brian y se enderezó. Mientras regresaba con su grupo, me enseñó el dedo del medio. Missy le dedicó una encendida ovación.
¿Y yo era la zorra?
Louis se acercó a mí.
—¿Te encuentras bien? No me había dado cuenta de lo borracho que estaba Niall.
Me temblaba el cuerpo entero y la muñeca me palpitaba de dolor; aparte de eso, ¡todo era genial! Asentí con humildad mientras las chicas se acercaban a comprobar que estaba sana y salva.
Diane se dirigió a él.
—En serio, Louis, ¿cómo puedes ser amigo de ese idiota, o de cualquiera de ellos?
Se limitó a encogerse de hombros.
—Sabes que no siempre es así.
—Mira, Louis, Niall acaba de hacer daño a Penny. ¿Es que piensas volver con el grupo y fingir que no ha pasado nada? —Diane negó con la cabeza. Louis miró hacia atrás, hacia sus supuestos amigos.
—A ver, no saquemos las cosas de quicio —replicó.
—Tienes que estar de broma —me quedé mirando a Louis, sin dar crédito—. ¿Acaso vas a defenderlo?
«Estás de mi parte —pensé—. Me dedicaste una canción, ¿no?».
—No, claro que no. Es sólo que…
La frustración que había ido acumulando en las últimas semanas llegó a su límite. Estaba tan indignaba que me costaba concentrarme.
Me giré hacia Louis, con las mejillas ardiendo. Notaba un sabor ácido en la boca. Se suponía que era mi amigo, pero estaba dispuesto a cruzarse de brazos y permitir que aquello sucediera. No quería problemas con el imbécil de su mejor amigo, ni con sus repugnantes compañeros de equipo.
—Ay, Louis, no sabes hasta qué punto me decepcionas. No te atreves a mostrarte tal como eres, ni a defender tus propias ideas, ¿verdad que no?
Louis me miró como si le hubiera clavado un puñal. Nos contemplamos mutuamente.
Al momento, me arrepentí.
—No quería decir… —balbuceé.
Se dio la vuelta y me dejó allí de pie, con un gesto de horror en el semblante.
¿Cómo podía haberle dicho eso delante de todo el mundo?
Tracy me rodeó con el brazo y me condujo hasta el coche.
—Pen, es un cretino, no hagas caso de nada de lo que te ha dicho.
—Pero Louis…
Tracy se mostró desconcertada.
—No estoy hablando de Louis, sino de Niall.
«Ah, claro, Niall».
Seguí reproduciendo la conversación en mi cabeza una y otra vez.
—Toma, ponte esto en la muñeca. Yo me encargaré de la cama —Tracy me entregó una bolsa de hielo, cogió la sábana de mi mano y empezó a preparar el colchón de aire en el suelo de mi habitación—. Penny, deja ya de castigarte. Es un imbécil.
Levanté la mirada hacia ella.
—¿En serio crees que hemos molestado a tanta gente del instituto al fundar el club? Primero, el director Braddock; y ahora…
Sacudió la sábana mientras ésta descendía sobre la cama.
—Ven aquí —se sentó en mi cama y dio unas palmadas en el almohadón que tenía al lado—. Penny, el club es una de las cosas más importantes que hemos hecho todas y cada una de nosotras. Niall Horan es un cretino. Punto final. No dejes que te amargue el triunfo de la noche.
Bajé la mirada a mi pijama de franela y levanté las rodillas para apoyar el mentón.
—Es que no quiero tener la culpa de molestar a la gente.
—¿Sabes de qué tienes la culpa?
Me encogí de hombros. Ya no sabía qué pensar. Cada vez que creía que podía seguir con el club y, al mismo tiempo, ser amiga de Louis, todo estallaba en pedazos.
Tracy me agarró por el hombro de tal modo que me vi forzada a mirarla.
—Tienes la culpa de que Kara se haya sentido tan a gusto como para contarnos su problema con la comida.
La transformación de Kara había sido considerable. Se habían acabado los jerséis anchos, las fotos de modelos esqueléticas pegadas en su taquilla, y su costumbre de pedir ensalada sin aliño a la hora del almuerzo. Ahora se ponía ropa más favorecedora, tenía en la taquilla fotos de sus amigas —no de modelos consumidas— y almorzaba con nosotras. Aún le quedaba mucho camino por recorrer, pero era un buen comienzo.
—Tienes la culpa de que Teresa haya mantenido su beca de voleibol para la Universidad de Wisconsin.
Gracias a Maria, Teresa hizo un examen de Cálculo sensacional.
—Tienes la culpa de que, por primera vez en su vida, Diane Monroe disponga de personalidad propia. ¿Te acuerdas de cómo era a principio de curso?
Me acordé de Diane en el restaurante, cuando saltaba a la vista que estaba hecha polvo pero trataba de fingir que todo iba de maravilla.
—Y ahora, siempre que la ves, está encantada de pertenecer al club y tener amigas. Me ha sorprendido un montón, en serio.
Tracy no era la única persona a la que Diane había sorprendido. Todavía me costaba creer que hubiera puesto en riesgo su reputación con Braddock para ayudar al club, o que se hubiera enfrentado a Niall aquella misma noche… o a Missy, después de la publicación del artículo.
Noté que se me encogía el pecho y los ojos me comenzaban a arder.
—Esas cosas no ocurrieron por mí. No puedo sentirme responsable.
Tracy se levantó y me cogió de las manos.
—Fuiste tú quien nos abrió los ojos. Tú eres la más fuerte de todas.
El labio inferior me empezó a temblar.
—Sí, mira lo fuerte que soy…
—Basta ya, Penny. No te menosprecies. Eres la líder del grupo porque todo el mundo te respeta, porque siempre estás ahí para la gente, y porque eres una de las personas más increíbles que he conocido en la vida. Me encanta que seas mi mejor amiga. ¿Cuántas veces te lo voy a tener que decir?
Tracy me abrazó, y yo me agarré a ella con fuerza.
—Además —prosiguió—, todo el mundo me tiene miedo al conocerme, y Diane da la imagen de doña Perfecta, así que eres el menor de los tres males.
Solté a Tracy cuando ésta se echó a reír.
—Lo siento, ya sabes que no puedo evitarlo. ¡Justo por eso te necesitamos tanto!
Me recosté en la cama y caí en la cuenta de lo cansada que estaba. Tracy se tumbó en su colchón y se tapó con las mantas.
—Suficiente melodrama para un solo día. Adiós.
Apagué la lámpara de mi mesilla de noche y me tapé con el edredón. Desde abajo, me llegó una carcajada.
—¿Qué pasa?
A Tracy le había dado la risa floja.
—Ojalá pudiéramos ver a Niall mañana por la mañana. Va a encontrarse a morir. ¡Esperemos que haya vomitado encima de Missy! ¡Pagaría por verlo!
Me reí unos segundos y, luego, me acordé de Louis. Tenía que encontrar la manera de arreglar las cosas entre los dos… otra vez.
¿Por qué podía yo formar parte de un grupo enorme de chicas, pero no dejaba de tener problemas con un único chico?
Di un respingo al recordar la expresión de su cara.
Cerré los ojos y aparté el pensamiento de mi cabeza. Me encargaría de ello al día siguiente. Aquella noche iba a disfrutar del éxito de la fiesta. Había sido genial, excepto cuando Niall me gritó, y cuando yo le grité a Louis.
Mientras estaba tumbada, en la oscuridad, traté de visualizar todo lo bueno que había sucedido aquella noche: el dinero que Jen había recolectado para el equipo; la impresionante interpretación de I Will Survive por parte de Kara; Diane, Tracy y yo cantando juntas…
Pero, cada vez que empezaba a alegrarme, la expresión dolida de Louis me saltaba a la mente.
—¡Ay! —exclamé al sacudir la cabeza, acaso con demasiada violencia, con la esperanza de desembarazarme de ese pensamiento.
—Penny —dijo Tracy con voz somnolienta—, ¿estás bien?
«No, no estoy bien».
—Sí, perfectamente. Buenas noches.
En serio, tenía que dejar de mentir a mi mejor amiga.
Y a mí misma.
Roochi.1D
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Mensaje por Sisi Horan. Miér 06 Mar 2013, 10:00 am

Me encanta, me encanta y me encanta.
Louis es tan htgrfeds no lo se, yo llego a tener un amigo como el y me derrito xD.
Niall es tan .-. no lo se, no lo puedo odiar ni siquiera en la novela es que es un pan de dios el pobre, aunque en la novela se va al chori.
Pen te voy a golpear hasta que vayas y le digas a Louis que lo amas.
Me mori cuando Lou le canto la canción a Pen :33 que tierno.
Bueno chauu espero que la sigas, y no importa si no te pasas muy seguido, con tal de que no la canceles todo good. Un besop :33
Sisi Horan.
Sisi Horan.


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Mensaje por Mili1D Miér 06 Mar 2013, 11:03 am

Definitivamente la parte del Karaoke es mi favorita de toda la novela :3
Volví a imaginarme a Louis cantandole a Penny - como la primera vez que la leí, solo que ahí era Niall, no Louis (? AJJAJAJA-
Me gusta tanto esta historia que podría leerla un millón de veces sin cansarme!
Te amo amiga :)
Mili1D
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Mensaje por Roochi.1D Miér 06 Mar 2013, 1:35 pm

Sisi Horan. escribió:Me encanta, me encanta y me encanta.
Louis es tan htgrfeds no lo se, yo llego a tener un amigo como el y me derrito xD.
Niall es tan .-. no lo se, no lo puedo odiar ni siquiera en la novela es que es un pan de dios el pobre, aunque en la novela se va al chori.
Pen te voy a golpear hasta que vayas y le digas a Louis que lo amas.
Me mori cuando Lou le canto la canción a Pen :33 que tierno.
Bueno chauu espero que la sigas, y no importa si no te pasas muy seguido, con tal de que no la canceles todo good. Un besop :33

aksjdhkashdkajsdhkasj <3
Louis es todo un tiernito lo sé.
Mas tarde pongo dos caps más ;)
Maaaaaaaal, Nialler se fue a la mierda, pero lo amo igual xD
-Es un angel-.
A mi me encanta esa parte <3
Besossssssssssss xx
Roochi.1D
Roochi.1D


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Mensaje por Roochi.1D Miér 06 Mar 2013, 1:36 pm

Mili1D escribió:Definitivamente la parte del Karaoke es mi favorita de toda la novela :3
Volví a imaginarme a Louis cantandole a Penny - como la primera vez que la leí, solo que ahí era Niall, no Louis (? AJJAJAJA-
Me gusta tanto esta historia que podría leerla un millón de veces sin cansarme!
Te amo amiga :)

Pero de acuerdo a la personalidad del chico, me pareció que iba más Louis :3
jadhkajsdhkasdhkjash <3
Te amo másssssssssssssss <3
Roochi.1D
Roochi.1D


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Mensaje por Roochi.1D Miér 06 Mar 2013, 6:47 pm

Treinta y cinco


El reloj no avanzaba lo bastante deprisa. Llevaba dando vueltas junto a mi taquilla lo que me había parecido una eternidad. De acuerdo, había llegado al instituto mucho antes de lo acostumbrado. Le había pedido a mi madre que me llevara para poder llegar temprano. Tenía un nudo en el estómago. Louis se presentaría de un momento a otro.
Dio la vuelta a la esquina y, al quitarse el gorro de lana, el pelo se le quedó hecho un desastre. Empezó a pasarse los dedos para aplastarlo; entonces, me vio. Se detuvo un instante y, acto seguido, bajó la mirada mientras se acercaba a su taquilla.
—Hola… —lo saludé.
Se limitó a asentir con la cabeza mientras se quitaba su chaquetón negro de plumas. Me lo tenía merecido, lo sabía.
—Louis, siento mucho, muchísimo, lo que dije. Sabes que no hablaba en serio.
Metió su mochila en la taquilla y se puso a sacar los libros. Me pregunté cuánto tiempo tardaría en volver a mirarme.
—Sé que no hablabas en serio —respondió en voz baja, aún sin mirarme a los ojos—. El problema es que lo dijiste porque sabías que me haría daño. Pues bien, misión cumplida —sacudió la cabeza de un lado a otro—. De todo el mundo del instituto, pensaba que serías la última persona en caer tan bajo.
Cerró la taquilla de un golpe y se dispuso a alejarse. Se paró y se giró hacia mí.
—¿Sabes lo que he estado haciendo todas las mañanas desde hace semanas? Vengo en el coche al instituto preguntándome a qué Penny me voy a encontrar ese día junto a la taquilla. ¿Será la Penny simpática, cariñosa y divertida, o la Penny fría y distante? Prácticamente contengo el aliento para ver cómo vas a reaccionar al verme, y luego trato de averiguar qué he hecho para merecer tu comportamiento. Por eso estuve sin hablarte esas dos semanas. Estaba dolido.
Me quedé mirándolo. No podía negar lo que decía. Sabía que me había comportado con él de manera errática, pero no podía decirle la verdadera razón.
Negó con la cabeza.
—Contigo, nunca sé dónde me encuentro —empezó a alejarse.
—Espera —salí corriendo y me planté frente a él—. Sé que lo que dije es imperdonable. Lo siento mucho, de verdad. Han pasado muchas cosas en los últimos dos meses y, sí, en parte las he pagado contigo.
—¿Por qué? —me miró con intensidad.
—Yo… —metí la mano en mi bolsa—. Bueno… quería darte esto.
Alargué la mano y le entregué a Louis lo único que se me había ocurrido para que se enterara de lo que yo sentía.
Alargó la mano y examinó el estuche del CD. Lo abrió y su expresión cambió a medida que, con los dedos, iba recorriendo los nombres de los temas.
—¿Lo has hecho para mí? —levantó los ojos y me miró.
—Sí.
Examinó el interior y leyó en alto la dedicatoria: From me to you… «De mí para ti…».
—Es de una de sus canciones. Ésta —cogí el estuche y señalé uno de los títulos. No me había atrevido a escribir toda la letra; sería decir demasiado. Tendría que escuchar la canción para entenderlo.
Louis siguió examinando el estuche.
—Sé que parece una idiotez, pero es lo único que se me ocurrió —percibí una nota de desesperación en mi voz y los ojos se me cuajaron de lágrimas. Todo en mi vida, excepto el club, parecía derrumbarse a mi alrededor. Pensé en las miradas de los chicos del instituto, los gritos de Niall, la persecución del director Braddock… No soportaba la idea de que Louis me odiara también.
Notó que la voz se me quebraba y volvió a subir la mirada.
—Me encanta. Gracias.
—No es más que un CD absurdo —me acerqué a la pared, tratando de controlar las lágrimas, que ya me surcaban las mejillas. ¿En qué estaba pensando? ¿En que una recopilación de los Beatles mejoraría las cosas? ¡Si Louis supiera lo que aquellas canciones significaban para mí! No era sólo un recopilatorio, sino mi alma entera, mi corazón. Se lo entregaba a él, le dejaba entrar en mi vida. Ojalá se diera cuenta.
Louis se acercó y se inclinó para hablarme, sabiendo que, al hacerlo, impedía que la oleada de alumnos que ahora llenaba el pasillo me viera llorar. Su cercanía, en lugar de inquietarme, me consoló.
—Penny, viniendo de ti, esto significa mucho. Por favor, no estés triste —me rodeó el cuello con la mano, se inclinó un poco más y apoyó la barbilla en mi cabeza.
—Lo siento, yo sólo… —traté de tranquilizarme—. Han sido unas semanas muy largas.
Louis no se movió.
—Sí, es verdad.
Las lágrimas me seguían empapando las mejillas. Intenté recobrar la compostura mientras los pasillos se inundaban de gente.
—Genial. Lo único que necesito son más rumores acerca de mí. Estoy harta de que la gente hable a mis espaldas, y seguro que esto les dará más tema de conversación.
Louis se inclinó y me secó las lágrimas con la mano. Me quedé mirando sus ojos azules y deseé que todos los obstáculos desaparecieran.
—¿Sabes?, que estés tan amable y todo eso no es que ayude mucho, la verdad —le dije.
Louis me miró intensamente unos segundos; luego, una sonrisa se le extendió por el semblante.
—Bueno, mujer, basta ya de lloriqueo. Eres una llorona de mierda.
—¿Cómo? —grité, estupefacta, sin poder evitar echarme a reír—. ¿A qué viene eso?
Se encogió de hombros.
—Bueno, no te venía mal una carcajada.
—Sí, pero ¿«llorona de mierda»?
—Estaba bajo presión. No se me ha ocurrido otra cosa.
Se inclinó hacia mí una última vez para limpiarme las lágrimas. Me dedicó una cálida sonrisa.
—¿Mejor?
Mientras yo asentía, algo en el pasillo me llamó la atención. Vi que Tracy nos miraba, boquiabierta. Se alejó a toda prisa al notar que me había fijado en ella.
—Mira, nos quedan dos semanas antes de las vacaciones de Navidad. Hagamos un pacto para que nada se interponga de nuevo en… nuestra amistad —propuso Louis.
Le sonreí.
—Será genial.
—De acuerdo, volvamos a las taquillas antes de que lleguemos tarde a la primera clase —me rodeó con el brazo y me condujo a mi taquilla. Una oleada de alivio me invadió mientras recogía los libros.
Mierda. Se me había olvidado por completo que mi primera clase era Español, con Niall. Mierda.
O, más acertadamente, caca.
No veía posibilidad de aprobar la asignatura. Copiaba sin parar lo que la señora Coles escribía en la pizarra, pero no conseguía concentrarme. Niall llegó unos minutos tarde a clase con una autorización, y yo estaba demasiado asustada para mirar en su dirección.
—Escuchad, os recuerdo que el examen final es el próximo jueves. Esto es todo por hoy. Ahora, tiempo de conversación. En español, por favor —indicó la señora Coles en este idioma mientras se dirigía a su mesa, al fondo del aula.
Me giré para mirar a Niall y lo descubrí mirándome la muñeca. Me había puesto un jersey de manga larga para cubrir la magulladura; aun así se veía parte del hematoma rojizo y azul. Abrí la boca para hablar, si bien no se me ocurrió nada que decir.
Niall comentó algo, pero en voz tan baja que no pude oírlo.
¿Qué? —le pregunté en español.
Me miró.
Lo siento, Margarita. Lo siento —respondió él en el mismo idioma.
Parecía agotado. Antes de que yo pudiera responder, sonó el timbre. Empecé a recoger mis libros. Cuando salí por la puerta, Niall me estaba esperando.
—Hablaba en serio, Penny. Lo siento mucho —tenía la cara enrojecida y estaba apoyado, con postura desgarbada, en las taquillas situadas a la salida del aula.
—Gracias, Niall.
Me dedicó una sonrisa endeble antes de encaminarse a su siguiente clase. Niall no parecía él mismo a menos que estuviera gastando bromas o haciendo el ganso. Me entristecí un poco. ¿Qué más podía cambiar? Tal como iban las cosas, apenas me daba tiempo a mantener el ritmo.
A la hora del almuerzo todo el instituto sabía que Niall no sólo se había emborrachado el sábado por la noche, sino que sus padres le habían pillado, y que aquella mañana se habían reunido con el director Braddock, quien no tuvo más remedio que suspenderlo del equipo de baloncesto para los siguientes tres partidos.
Ahora entendía yo por qué estaba tan disgustado. Aunque él mismo tenía la culpa.
—Bueno… —dijo Jen mientras Danielle tomaba asiento—. ¿Dónde os escapasteis Liam y tú después de la fiesta?
Danielle se sonrojó.
—¡Estupendo! —Jen se echó a reír—. Ya veo que la noche fue un éxito en todos los sentidos.
—Venga, déjala en paz —intervino Diane.
—De hecho, es más o menos de lo que quería hablaros —dijo Tracy.
Danielle se mostró horrorizada.
—No —Tracy negó con la cabeza—. Me refería al club —empezó a entregar a todo el mundo una hoja de papel.
El corazón me dio un brinco cuando me llegó el turno. Me sentí un poco dolida por haberme enterado así, sobre la marcha. Habíamos hablado sobre el asunto, pero aun así…

REGLAMENTO OFICIAL DEL CLUB DE LOS CORAZONES SOLITARIOS, DE PENNY LANE.
El presente documento expone las normas para las socias del Club de los Corazones Solitarios. Todas las socias deberán aprobar los términos de este reglamento pues, de lo contrario, su afiliación quedará anulada automáticamente.
1. Las socias están en su derecho de salir con chicos si bien nunca, jamás, olvidarán que sus amigas son lo primero y principal.
2. A las socias no se les permite salir con cretinos, manipuladores, mentirosos, escoria en general o, básicamente, con cualquiera que no las trate como es debido.
3. Se exige a las socias que asistan a todas las reuniones de los sábados por la noche. Ninguna socia excusará su presencia en la fecha señalada para las reuniones con objeto de citarse con un chico. Se mantienen como excepción las emergencias familiares y los días de pelo en mal estado, exclusivamente.
4. Las socias asistirán juntas, como grupo, a todos los eventos destinados a parejas incluyendo (pero no limitándose a) la fiesta de antiguos alumnos, el baile de fin de curso, celebraciones varias y otros acontecimientos. Las socias podrán llevar a un chico como acompañante, pero el mencionado varón asistirá al evento bajo su propio riesgo.
5. Las socias deben apoyar siempre y en primer lugar a sus amigas, a pesar de las elecciones que éstas puedan hacer.
6. Y sobre todo, bajo ninguna circunstancia, las socias utilizarán en contra de una compañera los comentarios realizados en el seno del club. Todas sabéis a qué me refiero.

La violación de las normas conlleva la inhabilitación como socia, la humillación pública, los rumores crueles y la posible decapitación.

Mientras la gente leía, se fueron produciendo numerosos gestos de asentimiento y de apoyo verbal al nuevo reglamento. Levanté la mirada y vi que Tracy aguardaba una reacción por mi parte.
—¿Qué dice la jefa?
—Hagamos una votación. ¿Quién está a favor del nuevo reglamento?
Todas a una, las manos alrededor de la mesa se elevaron en el aire.
—¡Gracias a Dios! —exclamó Tracy—. Michelle, ¿te importa empezar a salir otra vez con mi hermano, a ver si así se decide a hablarme?
Michelle se ruborizó.
—Eh, invítalo a la fiesta —Amy empezó a repartir sobres—. Hay uno para cada una, pero podéis llevar compañía. Aunque sea masculina —le hizo un guiño a Danielle.
Amy me entregó el mío, que, en la parte delantera, llevaba escrito pulcramente: «Penny Lane, líder intrépida». Iba a organizar una fiesta por todo lo alto para el club al terminar los exámenes finales, con motivo de las vacaciones de Navidad.
Nos pusimos a hablar de la fiesta y volví a mirar a Tracy. No me había dicho ni palabra acerca de lo que había presenciado entre Louis y yo. Y a mí no me apetecía meter más drama en mi vida. Sólo quería sobrevivir a los finales.
—Eh, Teresa —grité por encima de la mesa—. El año pasado elegiste Español III, ¿verdad?
—Sí —respondió Teresa en ese idioma.
Una bombilla se me encendió en la cabeza.
—Escuchad, chicas —me levanté y todo el mundo dejó de hablar—. Se me ocurre que podíamos utilizar las dos o tres reuniones siguientes para organizar grupos de estudio de cara a los finales —escuché varios gruñidos—. Lo sé, ya lo sé; pero pensadlo un segundo. Podemos ayudarnos unas a otras con los exámenes, sobre todo las que ya han pasado por esas asignaturas el curso anterior.
Quería conseguir calificaciones incluso mejores aquel semestre, sólo para demostrar a Braddock que no tenía razón. Y, por descontado, deseaba que todas mis compañeras del club sobresaliesen en los exámenes. Cuando Jen había ido al despacho del director a entregarle el dinero, Braddock se limitó a gruñir mientras contaba los billetes.
¿Acaso existía algo que consiguiera hacer feliz a ese hombre?
Roochi.1D
Roochi.1D


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Mensaje por Roochi.1D Miér 06 Mar 2013, 6:50 pm

Treinta y seis


Resultaba extraño porque, si bien era más que partidaria de mantener en secreto las decisiones del club, deseaba que alguien le diera a conocer a Louis el nuevo reglamento. Aunque, al mismo tiempo, todavía no estaba convencida de encontrarme preparada para volver a salir con chicos, para correr el riesgo de que no funcionara. Qué injusto era: cuanto más me gustaba Louis, más cuenta me daba de que podía destrozarme el corazón.
Decidí que una sesión de estudio era una «no cita» libre de peligro. De modo que invité a Louis a casa para repasar Historia Universal. Pareció un tanto sorprendido por la invitación, pero no vaciló al aceptar.
—Y, exactamente, ¿cómo has obtenido toda esta información interna? —me preguntó mientras repasábamos apuntes en el sótano de casa.
—Bueno, tengo mis recursos —saqué un mapa de la Europa ocupada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Durante la reunión del sábado me había enterado de que, el curso anterior, la señora Barnes había formulado muchas preguntas sobre la Segunda Guerra Mundial. Aunque sabía que los profesores no utilizaban los mismos exámenes, era bueno hacerse una idea de lo que habían preguntado anteriormente.
Además, no me lo tomaba como una forma de copiar, ya que no nos daban ninguna respuesta; sólo lo que había caído el curso anterior. Y yo aprovechaba cualquier cosa que pudiera conseguir.
—Ah, hola, Louis—dijo mamá, que bajaba por las escaleras—. ¿Te apetece quedarte a cenar?
Louis me miró y me encogí de hombros.
—Me encantará. Gracias, señora Bloom.
Mamá nos miró alternamente con una amplia sonrisa en el rostro. Y no es que estuviéramos haciendo nada: había libros de texto esparcidos por el suelo y Louis y yo nos encontrábamos a un par de metros de distancia. Seguí mirándola, esperando a que dijera algo; pero continuó callada, observándonos fijamente.
—Mamá…
—Ay, perdón —se dirigió escaleras arriba.
¿Podía esa mujer, por una vez en su vida, intentar (sólo intentar) no avergonzarme?
Me sentía bastante impresionada conmigo misma, ya que Louis y yo habíamos conseguido ser amigos durante casi dos semanas sin tragedia alguna de por medio. Aquél parecía ser nuestro acuerdo. A veces pensaba en él de una forma no del todo adecuada entre simples amigos. Pero qué le íbamos a hacer: todos somos humanos.
—¿Algún plan emocionante para las Navidades? —Louis se puso de pie y se estiró. Miré el reloj, sorprendida de que hubiéramos estado estudiando dos horas seguidas.
—Ir de compras, a por un vestido de novia —desplegué las piernas y traté de volver a sentir el pie izquierdo.
—¿Quién es el afortunado? —me hizo un guiño.
Puse los ojos en blanco.
—No es para mí, sino para Lucy. Viene a casa por Navidad y ella, Rita y yo vamos a ir en busca de vestidos de damas de honor —Rita le había dejado muy claro a Lucy que necesitábamos dar nuestra opinión, porque se negaba a parecer una «pesadilla de tafetán rosa».
Me tumbé en el suelo y me quedé contemplando el techo.
—Estoy deseando que las dos estén en casa. Ojalá ya se hubieran terminado los exámenes finales.
—Sólo un día más —me recordó mientras volvía a sentarse—. Por cierto, me apetece mucho la fiesta de Amy, mañana por la noche.
Levanté la cabeza con tanta rapidez que incluso me mareé ligeramente.
—¡Cómo! ¿Es que vas a ir?
Louis abrió los ojos de par en par.
—Sí, ¿te parece mal?
—No, para nada. Es que no sabía que Amy te había invitado.
Negó con la cabeza.
—Bueno, era evidente que tú no me ibas a invitar —me lanzó su carpeta.
—Bueno, lo siento… —¿por qué no habría invitado yo a Louis?
—Pero no me invitó Amy.
Claro, había sido Diane. Qué estúpido por mi parte no haber pensado que Diane lo habría invitado.
—Tracy me pidió que fuera su pareja.
¿Tracy? ¿Mi Tracy?
«¿Le pidió que fuera su pareja?».
Traté de asimilar que Tracy no sólo había invitado a Louis a la fiesta, sino que, para colmo, no me lo había comunicado. Por lo general, me lo contaba todo.
Era yo la que guardaba secretos.
Se me hizo un nudo en el estómago. Ay, Dios mío. Sabía exactamente lo que aquello significaba.
Por fin, Louis había entrado en la lista de Tracy.
Era absurdo; Tracy jamás había mostrado interés por él. Tal vez fuera la razón por la que no había mencionado que nos había visto cerca de nuestras taquillas, en aquella ocasión. Pero ¿no me había dicho a principios de curso que él y yo haríamos buena pareja?
Tenía que reconocer que lo último que yo había dicho sobre el tema fue cuando proclamé que jamás saldría con Louis, ni en un millón de años. Y nunca le había hablado a Tracy de mis sentimientos, jamás.
Miré al otro extremo del sótano y vi a Louis tomando notas.
No podía culpar a Tracy, la verdad.
Yo había tenido semanas, ¡meses!, para pedirle que saliera conmigo.
Pero me había quedado callada.
Y Tracy no.
Tracy estaba por Louis.
Y yo sentí ganas de acurrucarme como un ovillo y dejarme morir.
Roochi.1D
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Mensaje por Mili1D Miér 06 Mar 2013, 8:03 pm

Se siente tan bien saber todo lo que va a pasar :3 jajajajajajjajajajaja
Te amo amiga<3
Mili1D
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Mensaje por Sisi Horan. Jue 07 Mar 2013, 6:22 am

Por un lado quiero matar a tracy, pero por otro pro favor la Pen es demasiado lenta, joder.
De todas formas no creo que Tracy sienta algo por Louis, seria demasiada... extraño.
Las tres mejores amigas en alguna parte de su vida se engancharon con Lou xd.
Diane, Penny y ahora la Tracy.
Joder quiero saber que pasa siguela:33 Un besop.
Sisi Horan.
Sisi Horan.


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