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Mensaje por Roochi.1D Vie 25 Ene 2013, 10:24 am

Mili1D escribió:jajajaja me encanta esta parte, donde los chicos empiezan a tirar la bronca :3 - mejor me callo porque sino voy a delatar los proximos capitulos :ajshajshajhs-
te amoo

PD: ¡ARRIBA PENNY LANE!

wujuuuuu, se está poniendo buenoooooooooo :3
te amo más <3
Roochi.1D
Roochi.1D


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Mensaje por Roochi.1D Vie 25 Ene 2013, 10:26 am

Veinte


—Hola, Penny. Soy Louis.
Me quedé mirando el número que aparecía en mi teléfono. ¿Por qué me llamaba Louis? Era martes por la noche, y unas horas antes lo había visto en el instituto. El hecho de que únicamente hubiéramos mantenido conversaciones intrascendentes desde la fiesta hacía que escuchar su voz resultara aún más extraño.
—¿Hola? ¿Penny?
«¡Habla! ¡Di algo!».
—Sí, Louis. ¿Cómo te va?
—No demasiado mal. Tenía una pregunta sobre Historia. No sé si anoté bien la lección que tenemos que repasar. ¿Es la doce?
—Un momento, voy a comprobarlo… —salí corriendo hacia mi escritorio para coger el libro—. ¡Mierda! —un latigazo de dolor me fustigó el dedo gordo del pie izquierdo al golpearlo contra la pata de la silla. Genial—. Sí, lección doce.
Se produjo una pausa al otro extremo de la línea.
—¿Estás bien?
Pues no, no estaba bien.
—Sí, perfectamente. Me he hecho daño en el dedo gordo…
—De acuerdo. Gracias, Penny —otra prolongada pausa—. En realidad, hay algo más que quería preguntarte… Eh, mis padres compraron entradas para el concierto de ese grupo que canta canciones de los Beatles. Es en el Centro Municipal, dentro de unas semanas; pero se han dado cuenta de que tienen que asistir a una boda fuera de la ciudad, así que pensaban enterarse de si alguno de sus amigos las quería. Bueno, se me ha ocurrido que estaría bien ir… si te apetece.
Louis hablaba mucho más deprisa que de costumbre, por lo que tardé unos instantes en comprender lo que decía.
No me estaría proponiendo salir, ¿verdad?
Pues claro que no. Qué estupidez. Louis estaba saliendo con esa cosa bajita de pelo rizado.
Yo era su amiga. Una amiga que, para colmo, se llamaba como una canción de los Beatles. Tenía sentido que me pidiera una «no cita» para ver a una banda que imitaba a los Beatles.
—¿Hola? ¿Penny?
«Ups».
—Mmm, suena genial.
Podía seguir siendo amiga de los chicos. Louis y yo siempre habíamos sido amigos, y no había forma de que me llegara a ver de otra manera. ¿Qué había dicho en la fiesta de Paul? «Nunca haría nada con ella».
—Estupendo —respondió Louis ahora—. Diane me ha contado que tus padres están en contra de los grupos que hacen versiones y cosas por el estilo, pero le pareció que a ti te podía apetecer.
¡Diane lo sabía! ¿Por qué no me había advertido de que Louis iba a invitarme… a… una especie de cita de cortesía?
Me aclaré la garganta.
—Será divertido. Gracias por pensar en mí.
—¡Pues claro! Molará un montón asistir a un concierto de homenaje con la mismísima Penny Lane.
«¡Uf!».
—Ya hablaremos de los detalles pero, si quieres, podemos ir al centro temprano y tomar algo antes de la actuación. ¿Te parece bien?
—Me parece genial, Louis. Hasta mañana.
Colgué y me quedé mirando el teléfono.
Entonces, caí en la cuenta. Había accedido a asistir con Louis Tomlinson a un concierto de versiones de los Beatles. Y ahora tenía que decírselo a la única persona a quien la idea le iba a horrorizar.
—¡Ay, Penny Lane! No, no y no. Me has desilusionado. Pero ¿cómo has podido?
Iba a resultar más difícil de lo que me imaginaba.
Me senté a la mesa de la cocina.
—Venga, mamá, no es para tanto.
Mi madre soltó su taza de café y me miró como si yo fuera un monstruo de dos cabezas.
—Mira, Penny Lane: creía que, por la educación que tu padre y yo te hemos dado, nunca se te ocurriría ir a escuchar a una banda que se dedica a plagiar. Es tan… ¡Dave, échame una mano!
Papá dejó de atrincherarse detrás del periódico y lo apartó.
—Verás, Becky, no creo que sea necesariamente algo malo. Al menos, Penny Lane se interesa por sus raíces. Además, considero que debemos darle un voto de confianza, en el sentido de que sabrá distinguir que lo que escucha no es nada comparado con lo auténtico, lo de verdad. ¿Te acuerdas de la vergüenza que le dio aquella masacre en la graduación de Lucy?
Sí, me había muerto de vergüenza en la graduación de Lucy, pero, por desgracia, las armas de humillación masiva fueron precisamente mis progenitores. Un pobre graduado hizo una interpretación no demasiado satisfactoria de Yesterday, y mis padres estuvieron a punto de abandonar el auditorio. Se negaron incluso a aplaudir. No habría sido para tanto si los padres del chico no hubieran estado sentados a nuestro lado, grabándolo todo. Seguro que les encantó el vídeo con la banda sonora de los comentarios de sus vecinos: «Bah, qué horror… ¿Por qué la gente se empeña en manipular a los clásicos?… Sólo existe un Paul McCartney y tú, niñato, no eres Paul».
—Sí, papá. Fue terrible —me levanté y empecé a vaciar el lavavajillas. Pensé que tal vez ayudaría a que el humor de mi madre mejorara.
—¿Qué dices, Becs? —papá alargó el brazo por encima de la mesa y dio un apretón a mamá en la mano.
—De acuerdo… —mamá se mostraba derrotada.
Traté de no echarme a reír mientras abría el armario superior para guardar los vasos.
—Venga, anímate. Y recuerda, ¡dentro de unas semanas tendremos invitados! —papá se esforzaba para que sonriera.
—¡Es verdad! Penny Lane, se nos ha pasado decírtelo. Tenemos una noticia magnífica. Los Styles van a pasar el día de Acción de Gracias con nosotros. ¿No es…?
Parpadeé varias veces para recobrar la concentración mientras notaba que un vaso se me escurría de la mano. Se produjo un estallido en el suelo. Alcé la mirada y vi un gesto de conmoción en el rostro de mis padres.
¿De verdad acababan de decir…?
—Ay, Penny —mamá se levantó y sacó la escoba y el recogedor del armario de la limpieza. Me quedé ahí, parada, mientras empezaba a barrer a mi alrededor—. ¿Qué te ha pasado?
No podía ni siquiera empezar a explicarlo.
Era una auténtica pesadilla.
Roochi.1D
Roochi.1D


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Mensaje por Pepaa Vie 25 Ene 2013, 12:11 pm

COMO QUE LOS STYLES VIENEN A SU CASA :O?
Va a quedar la caga :Z
y Ou Louis la invito 1313 ajaja!
Siguela!
Pepaa
Pepaa


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Mensaje por Majo Styles Vie 25 Ene 2013, 12:28 pm

Pasen por esta nove, es de una amigaaa :D
https://onlywn.activoforo.com/t31131-ff-l#1696372
Majo Styles
Majo Styles


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Mensaje por Roochi.1D Vie 25 Ene 2013, 1:07 pm

Pepaa escribió:COMO QUE LOS STYLES VIENEN A SU CASA :O?
Va a quedar la caga :Z
y Ou Louis la invito 1313 ajaja!
Siguela!

SORPRESAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA.
Louis akjdshaskdhaksjhdkasjd.
La sigo más tarde :3
Roochi.1D
Roochi.1D


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Mensaje por Mili1D Dom 27 Ene 2013, 12:19 pm

ahsjahs juro que creí haber comentado :3
Hola <3 JAJAJAJA
nada, sabes que amo esta novela asi como muchisimo :3
Mili1D
Mili1D


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Mensaje por Roochi.1D Dom 27 Ene 2013, 1:50 pm

Mili1D escribió:ahsjahs juro que creí haber comentado :3
Hola <3 JAJAJAJA
nada, sabes que amo esta novela asi como muchisimo :3

Suele pasarrrrr,
HOLA <3
lo sé, a ti también te amo :3
Roochi.1D
Roochi.1D


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Mensaje por Invitado Vie 08 Feb 2013, 9:56 pm

Creo que había comenzado a leer esta novela con el sexy de Nick Jonas pero tambien me encantan estos incultos así que acá me tienes :p
Hoy ya me ando durmiendo pero mañana podes esperar mi exageradamente largo y emocionado comentario xD
Invitado
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Invitado

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Mensaje por Roochi.1D Vie 08 Feb 2013, 10:37 pm

DreamerVampire escribió: Creo que había comenzado a leer esta novela con el sexy de Nick Jonas pero tambien me encantan estos incultos así que acá me tienes :p
Hoy ya me ando durmiendo pero mañana podes esperar mi exageradamente largo y emocionado comentario xD

A decir verdad... iba a cancelar la adaptación...
pero has aparecido y PUM.
En un rato subo cinco caps :B
Bienvenida <3
esperaré tu largo comentario ;)
Roochi.1D
Roochi.1D


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Mensaje por Roochi.1D Vie 08 Feb 2013, 10:42 pm

Veintiuno


A la mañana siguiente continuaba en estado de shock. Me senté, aturdida, mientras esperaba a que Tracy viniera a buscarme. Tras la espantosa noticia de la noche anterior, necesitaba más que nunca a mi mejor amiga.
El coche giró por Ashland y prácticamente me planté corriendo en mitad de la calle. No había llegado a detenerse del todo cuando abrí la puerta y me subí al asiento del acompañante.
—Madre mía, sé de una que se muere por llegar al instituto —bromeó Tracy.
—¡No te vas a creer lo que pasó anoche! —la voz me temblaba, y me encontraba al borde de una crisis nerviosa en toda regla.
—¡Caramba, Pen! ¿Qué demonios te pasa? Con lo que ha ocurrido en las dos últimas semanas, no puede ser tan malo.
—¡Ay! ¡En serio, en serio, en serio…! Vas a tener que pararte para escuchar esto.
Tracy detuvo el coche y le conté la noticia. Las palabras salían de mis labios como si me hubieran estado infectando por dentro desde hacía semanas, en vez de horas.
—¡¡¡¿CÓMO?!!! ¿Por qué no me llamaste?
—Te dejé unos catorce mensajes.
Tracy metió la mano en el bolso y empezó a soltar tacos mientras encendía el móvil. Continué:
—Es…, es… tan horrible. No quiero volver a verlo. ¿Qué se supone que voy a hacer? —las lágrimas se me agolpaban bajo los párpados.
—¿Aparte de asesinarlo, quieres decir? ¿Qué te dijeron tus padres exactamente? Y otra cosa, ¿les explicaste que ese capullo no puede ser bien recibido en vuestra casa?
Negué con la cabeza.
—Pues claro que no. Sabes que mis padres no tienen ni idea de lo que pasó con Harry este verano. A veces, juraría que no se enteran de nada.
—De acuerdo, hazme un resumen. Y luego voy a convocar una reunión de emergencia del Club de los Corazones Solitarios a la hora del almuerzo, para que podamos juntarnos y echarte una mano.
No sólo estaba pasando la mañana más terrible de mi vida, sino que también me fue de pena en las clases.
Por suerte, me tocó Liam de compañero de laboratorio para la disección de un feto de cerdo y, aparentemente, sabía de biología tanto como de punk rock. Yo debía de tener una pinta espantosa, porque hasta él se percató de mi estado de ánimo.
—¿Va todo bien? —preguntó, a la vez que levantaba la mirada del programa de la asignatura.
Asentí con gesto débil.
—Bueno, ¿cómo te parece que lo llamemos?
No me imaginaba de qué estaba hablando.
—¿Cómo?
Una sonrisa le cruzó el semblante. Me sorprendí al descubrir que tenía unos dientes perfectos.
—Ya sabes, ¿cómo lo llamamos? —señaló al feto de cerdo, colocado en la bandeja de disección.
—Ah, ya.
—Bueno —Liam se inclinó hacia delante y empezó a examinar al animal—. Estaba pensando en llamarlo Babe, o acaso Wilbur.
Me quedé mirándolo, sorprendida.
—¿Qué pasa? ¿Crees que lo llamaría algo así como Masacre, o Asesino?
No tuve más remedio que echarme a reír. Eso era exactamente lo que había pensado.
—Me gusta Wilbur —miré al pobre cerdo.
—Pues Wilbur, no se hable más —Liam cogió un rotulador y escribió el nombre en la bandeja.
Cuando terminó la clase, reuní mis libros a toda prisa y prácticamente salí corriendo del laboratorio, atropellando a la mitad de mis compañeros. La visión de los alumnos charlando y las taquillas cerrándose de un golpe se volvió borrosa ante mis ojos a medida que me precipitaba hacia la cafetería.
Al llegar, vi que Jen y Tracy estaban juntando mesas en el rincón más apartado.
—Me parece que hoy vamos a tener mucho público —comentó Tracy, mientras acercaba unas cuantas sillas. La gente que se sentaba a nuestra mesa ya había superado en número al conjunto de deportistas y animadoras.
Las socias empezaron a llegar a toda velocidad. Me sonreían o me abrazaban antes de tomar asiento.
Pasados unos minutos, se hizo el silencio alrededor de la mesa, y caí en la cuenta de que todo el mundo me miraba con una sonrisa alentadora.
—Bueno, supongo que debería empezar —aparté mi sándwich y me incliné hacia delante para que me oyeran bien—. En primer lugar, muchas gracias por estar aquí por mí. La verdad es que necesito toda la ayuda posible —paseé la mirada por los rostros de mis amigas, las de toda la vida y las nuevas. Respiré hondo, dispuesta a explicar mi dilema—. Mmm, ¿alguna de vosotras se acuerda de Harry…?
Por lo visto, se acordaban, ya que escuché un coro de gruñidos y capté las palabras «imbécil», «cerdo» y «capullo».
—Bueno, pues anoche mis padres soltaron la bomba: Harry y su familia van a pasar Acción de Gracias con nosotros.
Hilary levantó la mano.
—¿Sí, Hilary?
—¿Por qué no les cuentas a tus padres lo que pasó? Lo más seguro es que lo entiendan perfectamente y cancelen la invitación a ese cretino y su familia.
—Lo había pensado, pero el señor Styles es uno de los mejores amigos de mi padre. No quiero que se entere de que el hijo de su amigo es un auténtico cerdo.
Jackie Memmott fue la siguiente en levantar la mano.
—Chicas, no estamos en clase —indiqué—. No tenéis que levantar la mano.
Jackie bajó la suya al instante, a todas luces avergonzada.
—Perdona, Jackie. ¿Querías decir algo?
—Penny, si te apetece, puedes pasar el día de Acción de Gracias con mi familia.
Un grito sonó al unísono: «¡Y con la mía!». Era la prueba que me faltaba para saber que, pasara lo que pasase, lo superaría.
—Muchas gracias a todas. Puede que haya reaccionado de una manera un tanto exagerada. Posiblemente, volver a verlo me vendrá bien. En realidad, nunca acabamos de aclarar la ruptura. Me limitaba a huir cuando me lo encontraba por casa.
—Oye, Pen —intervino Tracy—. Me encantaría ayudarte en lo de aclarar la ruptura. Es decir, si con «ruptura» te refieres a «darle una patada en el culo».
Empecé a relajarme. Además, quizá Tracy no fuera descaminada. No es que pensara ejercer la violencia contra Harry, pero no estaba dispuesta a dejar pasar la oportunidad de aclarar las cosas con él.
—De acuerdo, basta ya de hablar de mí. ¿Alguien más tiene algún asunto, relacionado con los chicos o con lo que sea?
Jen se levantó como un resorte de su silla.
—¡Pues sí, ahora que lo dices! —señaló con un gesto a Jessica y Diane—. Como muchas de vosotras sabéis, el equipo femenino de baloncesto necesita uniformes nuevos urgentemente. Y ya que, por lo que parece, todos los fondos destinados al deporte se dedican a los equipos masculinos, tenemos que organizar algún tipo de colecta. Este año queríamos hacer algo diferente, en lugar de lavar coches o de la típica venta de golosinas. ¿Qué os parece una noche de karaoke para recaudar fondos?
Erin Fitzgerald gritó:
—¡Jen, me encanta la idea! ¡Excelente!
Nadie se sorprendió por la reacción de Erin, ya que el instituto entero sabía que tenía la mejor voz del McKinley y que la oportunidad de demostrarlo la emocionaba.
—Gracias, pero ¿en serio creéis que la gente se apuntaría? —preguntó Jen—. ¿Pagarían un dólar por canción para actuar en público? —Erin levantó la mano—. Aparte de Erin, quiero decir.
—¿Podríamos salir en grupo? —se interesó Amy.
—No veo por qué no —las presentes se pusieron a hablar unas con otras, y cuando empezaron a comentar sobre las canciones casi todo fueron señales de asentimiento y demostraciones de entusiasmo.
Jen se mostraba optimista.
—De acuerdo, lo haremos. Pero, chicas, prometedme que ayudaréis a animar el ambiente si el personal se acobarda.
Erin se puso de pie.
—Te prometo que seré la primera persona en subir al escenario. ¡Me muero de ganas!
—Bueno, Diane, ¿cómo van los entrenamientos? —preguntó Amy.
Diane sonrió.
—La verdad es que los últimos días la gente me ha estado mirando de una manera distinta porque… —suspiró mientras se levantaba y colocaba un pie sobre la mesa.
Tracy ahogó un grito.
—¡Diane! ¿Tú, con deportivas?
—¡Sí! La versión oficial es que tengo molestias y no puedo llevar tacones. Me muero de risa de que no os hayáis dado cuenta, chicas. Total, ¡sólo mido unos diez centímetros menos!
—¡Sabía que había algo diferente! —vociferó Tracy.
—Ah, y eso no es todo —Diane puso una expresión traviesa mientras abría su bolsa del almuerzo y sacaba un pedazo de pan de grandes proporciones—. ¡Ahora como hidratos de carbono complejos!
—¡Madre mía! —Tracy tenía los ojos como platos—. Pareces otra persona, completamente.
Diane lanzó una servilleta a Tracy.
—No, lo que pasa es que con las sesiones de entrenamiento me entra hambre. Chicas, es alucinante. Estoy entusiasmada.
—Os aseguro que va a conseguir plaza en el equipo —declaró Jen—. Meg, tienes que redactar un artículo sobre nuestra jugadora más reciente.
Meg Ross sonrió.
—Por cierto, hay algo que quería comentar con vosotras el próximo sábado; pero tengo fechas límite, así que no hay momento mejor que el presente. Como algunas sabéis, soy la redactora de la sección de Sociedad del McKinley Monitor, y, en fin, me gustaría escribir un artículo sobre el Club de los Corazones Solitarios.
«Ay, Dios santo, no».
No me sentía capaz de enfrentarme a ningún otro acontecimiento extraordinario en mi vida. ¡El periódico del instituto!
Meg prosiguió:
—La noticia empieza a correr por todas partes y hay mucha gente que no acaba de entender del todo de qué va el club. Me parece importante que demos a conocer nuestra versión de la historia. ¿Qué os parece, chicas?
Meg me miró directamente al formular la pregunta, y entendí que sólo cabía una respuesta.
El Club de los Corazones Solitarios estaba a punto de darse a conocer a lo grande.
—Entonces, ¿a tus padres les parece bien lo del concierto? —me preguntó Louis al final de las clases.
—Bueno, digamos que todo lo bien que les puede parecer.
Louis me sonrió y noté que el corazón me daba un vuelco. Realmente, tenía que superar lo que me ponía tan nerviosa en relación con nuestra salida, fuera lo que fuese.
—Hola, chicos. Louis, ¿listo para una carrera? —Diane se acercó a nosotros con su ropa de entrenamiento.
—Sí, sólo tengo que entregar a Braddock unas cosas de la asesoría sobre el alumnado —repuso Louis.
—Oye, en serio, ¿de qué va eso?
Louis se encogió de hombros.
—En cuanto acabe de enterarme, te lo cuento. Ahora hemos pasado del tema del fútbol americano a la próxima temporada de baloncesto. Empieza a molestarme perder tiempo de estudio una vez a la semana.
Diane elevó los ojos al cielo.
—¡Ay, pobrecito!
Louis le hizo una mueca y luego se encaminó al despacho del director.
Parecían llevarse estupendamente…, aunque yo sabía mejor que nadie que sólo eran amigos, nada más.
—Por fin estamos solas —Diane me sonrió—. Bueno, se ha descubierto el pastel.
Me detuve en seco.
—¿Se puede saber de qué estás hablando?
—Dime, ¿cuándo, exactamente, pensabas contarme que Louis y tú vais a ir a un concierto?
El corazón me dejó de latir.
—Ay, Diane, lo siento. Con todo el lío de Harry, bueno, se me ha pasado. Iba a contártelo, y también a las del club; pero no quería que pensarais que se trata de una cita ni nada por el estilo. Verás, pensaba decirle que no; pero Louis más o menos dio a entender que había sido idea tuya, de modo que decidí que no te importaría…
Diane se echó a reír.
—¡Eh, Pen! Tranquila, ¿vale? No estoy enfadada. Sólo estaba esperando a que dijeras algo. ¿En serio te preocupa lo que puedan opinar las del club?
—¿Sinceramente? Pues no lo he pensado mucho, la verdad. Me llamó anoche y luego, antes de que pudiera darme cuenta, mis padres me soltaron la bomba de lo de Harry. Así que… —la situación me resultaba violenta—. ¿Qué te contó Louis exactamente?
La sonrisa de Diane se amplió.
—No gran cosa. Me preguntó si, en mi opinión, te gustaría acompañarlo al concierto. Temía ofenderte.
—¿Por qué?
Diane se enrolló un largo mechón rubio alrededor de un dedo.
—Pensaba que serías una fan empedernida de los Beatles y que no te apetecería escuchar a una de esas bandas horteras que interpretan versiones. Conozco la opinión de tus padres.
—Sí, no entienden que se hagan versiones de nada, ni siquiera de películas. Son muy conservadores, aunque el término «conservador» es probablemente el último que la gente emplearía para describir a mis padres.
Diane me sonrió.
—Bueno, estoy segura de que lo pasaréis en grande.
—Diane, ¿de verdad te parece bien que vaya al concierto?
Diane asintió.
—Pues claro. Los dos sois las personas más importantes de mi vida. ¿Por qué iba a molestarme?
Guardé silencio unos segundos.
—De acuerdo.
—Me marcho a calentar. ¿Le dices a Louis que lo espero en la pista?
—Claro.
De pronto, la idea de tener que encontrarme a solas con Louis me resultó incómoda.
Transcurridos unos minutos, regresó.
—Diane ha dicho que se reunirá contigo en la pista.
—De acuerdo, gracias.
Me dirigí a la taquilla de Tracy.
—Oye, Penny —dijo Louis elevando la voz.
—¿Sí?
Me giré y vi que me sonreía.
—Me alegro mucho de que quieras acompañarme al concierto. Será genial pasar juntos un rato, fuera del instituto.
Me quedé mirándolo.
—Hasta mañana —concluyó. Al pasar corriendo a mi lado, alargó la mano y me dio un suave apretón en el brazo.
Aquello no podía terminar bien, de ninguna manera.
Roochi.1D
Roochi.1D


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Mensaje por Roochi.1D Vie 08 Feb 2013, 10:48 pm

Veintidós


Meg se pasó aquel sábado entrevistando a las socias del club para su artículo, y quiso entrevistarnos a Tracy, a Diane y a mí por separado.
A pesar de que yo apoyaba el club al cien por cien y me alegraba con toda mi alma del éxito conseguido, la entrevista no podía haber llegado en peor momento. Las miradas que últimamente nos lanzaba la población masculina del McKinley, así como las chicas que no eran socias, resultaban cada vez más incómodas. Niall, directamente, me había retirado la palabra.
—¿Te consideras feminista? —preguntó Meg una vez que le hube puesto al día de los orígenes del club.
—Mmm, supongo.
«Bonita respuesta».
Tenía que concentrarme en la entrevista, lo sabía. El club era demasiado importante para mí como para no hacerlo, y realmente deseaba que quedase reflejado de una manera positiva.
—Más os vale estar diciendo cosas agradables sobre mí —interrumpió Tracy mientras efectuaba su entrada—. ¿Me toca ya?
Meg apagó la grabadora.
—Tengo que ir a buscar otra cinta. Volveré enseguida.
Durante más de una semana había evitado contarle a Tracy lo de mi próxima cita, o lo que fuera, con Louis. Al irse Meg y quedarnos a solas, me pareció una buena ocasión.
Una vez que se lo hube contado, le pregunté:
—¿Qué te parece?
—Suena divertido, Pen. No es una cita en plan romántico ni nada parecido, ¿verdad?
—¿Estás de broma? Claro que no, Tracy. Sólo es un concierto. Nada del otro mundo.
—Sí, Louis siempre me ha caído bien. Me sorprende que no haya empezado a salir con alguien nuevo.
—Bueno, fue con Missy a la fiesta de antiguos alumnos…
—Penny, no están saliendo; la llevó de pareja, nada más. Sigue soltero y sin compromiso al cien por cien —el corazón se me detuvo—. Debería aconsejarle a Meg que escriba una especie de columna de cotilleos en el Monitor. No sé qué sería de vosotras sin mis conocimientos de los enredos del alumnado. En todo caso, no te vas a creer lo que me hicieron anoche esos mocosos a los que estuve cuidando…
Y así, la conversación quedó zanjada. No tenía por qué preocuparme. Sólo iba a ser una noche en la que dos compañeros de clase asistirían a un concierto. Nada más.
Daba la impresión de que Diane iba a vomitar.
—Todo irá bien, ya lo verás —traté de tranquilizarla.
—Ay, Dios mío; ay, Dios mío; ay, Dios mío —recorría el pasillo con los puños apretados.
Tracy y yo intercambiamos una mirada de preocupación.
Diane se repantigó en el suelo.
—¿En qué estaba pensando?
Me senté a su lado. Tracy se apartó un par de metros, con Jen, para dejarnos intimidad.
—Diane —la abracé por los hombros—, sigo impresionada por lo mucho que has cambiado en las últimas semanas. Deberías sentirte orgullosa, pase lo que pase.
Levantamos los ojos y vimos a la entrenadora Ramsey, quien abrió las puertas del gimnasio y, a paso lento, se encaminó al tablón de anuncios. Un grupo de chicas formó un pasillo para dejarla pasar y en cuanto hubo clavado una hoja de papel, se apiñó de nuevo.
—¿Quieres que vaya a enterarme? —me ofrecí.
Diane levantó la mirada al tiempo que varias chicas empezaban a pegar botes y a lanzar hurras. Tracy se acercó y examinó la lista. La entrenadora Ramsey pasó por nuestro lado de regreso al gimnasio, paró y se giró.
—Bienvenida al equipo, Monroe.
Diane abrió los ojos de par en par.
—¿Quiere decir que…?
—¡Pues claro que has entrado en el equipo! —Tracy ya no pudo contenerse—. Diane, ¡te has colado en el maldito equipo de primera categoría!
Diane se levantó de un salto, salió como una flecha hacia el tablón de anuncios y examinó la lista.
—Yo…, yo… —se giró en nuestra dirección—. ¡Lo conseguí! Dios mío, ¡lo conseguí! —regresó corriendo y me dio un enorme abrazo.
—Enhorabuena, ¡sabíamos que podías! —me sentía tan emocionada por su triunfo que, prácticamente, le hablaba a gritos—. De acuerdo, chicas, ya podéis acercaros.
Una multitud vociferante, con pancartas que decían: «Enhorabuena, Diane» dio la vuelta a la esquina a la velocidad del rayo.
—¿Qué pasa? —preguntó Diane, conmocionada.
—No querías que montáramos un espectáculo por si no te aceptaban en el equipo pero, claro, todas querían estar aquí, acompañándote.
Laura desplegó con orgullo su pancarta: «Bien hecho, Diane» y, rápidamente, la apartó para dejar a la vista la segunda opción: «Que les den, no saben lo que se pierden». Laura guiñó un ojo a Diane:
—Siempre hay que estar preparada.
Un gentío de admiradoras se arremolinó alrededor de Diane, incluyendo las jugadoras de su nuevo equipo.
Tracy me rodeó con el brazo.
—¡Nuestra pequeña ha crecido! ¿Alguna vez te imaginaste que podía llegar a pasar? —preguntó Tracy.
Negué con la cabeza.
Ni en sueños.
—¡Últimas noticias! ¡Leedlo todo sobre nuestro club! —Meg me saludó al encontrarme junto a mi taquilla el lunes, entre clase y clase, y me entregó un ejemplar del McKinley Monitor.
Agarré el periódico y dirigí la mirada directamente al titular sobre el club y a nuestra foto, en primera plana.
—Ay, no me imaginaba que iba a ser tan grande —comenté, mientras trataba de poner freno a un ataque de pánico.
Corrí a toda prisa hasta el baño de chicas, examiné las cabinas para asegurarme de que estaba sola y me senté. En términos generales, se trataba de la historia habitual que ya me iba resultando un tanto anticuada… hasta que llegué al final.

Los rumores sobre el club han estado volando durante las últimas semanas, sobre todo entre los varones del McKinley.
«Tantos estrógenos juntos no pueden ser nada bueno —ha comentado Niall Horan, de primero de bachillerato—. En mi opinión, todo ese rollo de no salir con chicos es una chorrada».
«En realidad, no he notado grandes cambios en las tías del instituto, sólo que están demasiado ocupadas para relajarse», añadió Derek Simpson, del último curso.
A pesar de una cierta inquietud por parte de la población masculina del McKinley, no da la impresión de que el Club de los Corazones Solitarios vaya a reducir su marcha por el momento.
«Resultará emocionante ver qué ocurre a continuación —ha apuntado Bloom—. No parece que haya un final a la vista, la verdad».
Una cosa está clara: esta reportera está deseando que llegue su cita de los sábados por la noche, gracias a Penny Bloom y su corazón solitario.


Clavé las pupilas en las últimas palabras.
«Penny Bloom y su corazón solitario».
Se me hizo un nudo en el estómago al caer en la cuenta de que el instituto entero iba a leerlo. El instituto entero.
¿Qué iba a pensar la gente de mí cuando el artículo se divulgara?
Roochi.1D
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Mensaje por Roochi.1D Vie 08 Feb 2013, 10:51 pm

Veintitrés


Me sentía abierta en canal. A la vista de todos. Por lo tanto, parecía apropiado encontrarme en la clase de Biología, diseccionando el cerdo. Liam, mi compañero de laboratorio aficionado al punk rock, dijo:
—Mmm… Penny. Hay algo, eh… que quería comentarte —se recostó sobre el respaldo de su silla y se contempló las manos—. Mmm, he leído lo de ese club tuyo en el periódico. ¿Es verdad que las socias no podéis salir con nadie?
—Bueno, sí; pero el club es más que eso —repliqué.
Por primera vez desde que lo conocía, Liam me miró directamente a los ojos.
—¿Sabes? No todos los tíos del instituto son unos cretinos.
Me desconcertó.
—Me parece que no…
Se colocó el pelo detrás de las orejas.
—Puede que algunos nos merezcamos una oportunidad.
Me puse a asentir con movimientos lentos.
—Verás, a un chico le cuesta mucho reunir valor para declararse a una chica.
Bajé la mirada a la mesa, sin saber qué responder.
—Yo me había decidido, por fin; y entonces leí el artículo. Ahora no tiene sentido, porque Danielle no puede quedar con nadie.
Boquiabierta, me giré hacia donde Danielle y su compañero de laboratorio leían el programa de la asignatura.
—¡No mires! —ordenó Liam con brusquedad, a la vez que se hundía en su asiento.
«Ay, Dios mío».
¡A Liam le gustaba Danielle! ¡Ya podía haberlo dicho antes!
—Olvida lo que te he comentado —concluyó.
Abrió su cuaderno y empezó a escribir enérgicamente. Eché una ojeada por encima de su hombro encorvado y vi palabras por toda la hoja que recordaban a la letra de una canción. Sentí ganas de arrancarle el cuaderno de las manos y leer lo que había anotado. Le había visto escribir en otras ocasiones, si bien pensaba que hacía garabatos, o copiaba el nombre de su banda una y otra vez. No me había enterado de que en aquellas páginas dejaba sus sentimientos al descubierto.
Me dirigí a la cafetería aturdida a más no poder. Mientras aguardaba en la cola, debatiéndome entre la pizza y los bocaditos de pollo, escuché esa espantosa voz chillona.
—¡Madre mía! ¡Qué patético!
Missy estaba a mi lado, junto a un par de fieles imitadoras.
Agarré una porción de pizza y una botella de agua y me dirigí a la caja registradora. Me siguió de cerca.
—Chicas, mirad, por Dios. Es Penny, la solitaria. Dónde están tus seguidoras, ¿eh? —Missy sacudió la cabeza de un lado a otro con gesto teatral, paseando la mirada por la cafetería. Luego, me miró cara a cara, mientras su rebaño soltaba risitas detrás de ella—. ¿Es que en vuestro club sólo admitís pringadas?
Puse los ojos en blanco y traté de rodearla para marcharme, pero se desplazó y me cortó el paso.
—¿Hablas en serio? —contraataqué—. ¿Cuál es tu problema, exactamente?
Ahora nos observaba más gente.
Missy abrió los ojos como platos, tratando de parecer la inocencia personificada.
—¿Problema Moi? No, para nada. Es sólo que me da pena verte tan solitaria —sus incondicionales entrechocaron las manos.
—Esto es ridículo…
Intenté darme la vuelta, pero Missy me agarró por el codo.
—¡Cómo! ¿No puedo apuntarme a tu club? Ah, espera. No puedo porque, claro, los chicos sí que quieren salir conmigo.
Una voz llegó desde mis espaldas.
—No puedes apuntarte porque sólo aceptamos personas con un cierto coeficiente intelectual —Missy me soltó, y al girarme vi a Diane parada, con los brazos cruzados—. Además, por lo general, preferimos gente que tenga sentido de su propia identidad. Bonito jersey, Missy —Diane hizo un gesto hacia el suéter de Missy, con escote redondo y atado a la cintura—. Muy de mi estilo hace dos años.
Pensé que ahí se acabaría la cosa, pero entonces Diane se inclinó hacia Missy y le espetó:
—Puedes tratar de imitarme todo lo que quieras. Jamás saldrá contigo.
De haber sido humanamente posible, a Missy le habría salido humo por las orejas. Estaba disfrutando tanto con la escena que me sobresalté cuando Diane enlazó su brazo con el mío y me dijo:
—No perdamos más tiempo, Pen.
Cuando llegamos a la zona de nuestras mesas, nos recibieron con aplausos. Diane hizo una reverencia.
—¡Eh, chicas! —una potente voz silenció al grupo. Volví la cabeza y vi a Rosanna Shaw, del último curso, con su bandeja del almuerzo. La colocó en el estrecho espacio libre entre Tracy y yo—. ¿Te importa moverte? —le indicó a Tracy.
Tracy se desplazó y Rosanna tomó asiento.
—Chicas, el artículo me ha gustado muchísimo, me ha encantado, de verdad. ¿De qué estabais hablando? —preguntó Rosanna, como si se estuviera perdiendo algo importante.
Me encogí de hombros.
—De nada en particular, sólo comentábamos cómo nos ha ido hoy…
—En cualquier caso, no os vais a creer lo que me ha pasado esta mañana cuando me preparaba para el instituto… —Rosanna empezó a contar una interminable historia que, según creo, tenía que ver con que se le había acabado el agua caliente en la ducha, aunque se estaba alargando tanto que dejé de prestar atención. Miré alrededor de la mesa y vi que todo el mundo miraba hacia abajo.
Kara se inclinó y le comentó algo a Danielle.
—Un momento, ¡no he terminado! —explotó Rosanna.
—Mmm, verás —intervino Diane—, el caso es que, durante el almuerzo, a la gente se le permite hablar entre sí.
Unas cuantas del grupo se echaron a reír.
—Lo siento. Me imagino que tendré que acostumbrarme a las reglas. Es sólo que interrumpir a los demás me parece de mala educación.
Rosanna continuó hablando durante el resto del almuerzo. Como era de esperar, casi todo el mundo se marchó antes de tiempo.
—Uf, Penny, en serio, tenemos que organizar un proceso de admisión —declaró Tracy mientras nos dirigíamos a mi taquilla—. Después del artículo, un montón de chicas van a querer entrar en el club y me temo que no necesariamente por las razones oportunas. Nadie se traga que Rosanna Shaw esté a favor de la vinculación femenina. Lo único que busca es un público más amplio para sus aburridas historias.
Vacilé.
—Sé que a veces se pone pesada; pero considero que, al menos, deberíamos darle una oportunidad.
—Supongo que sí. ¡Oye! ¿No te sorprende que no le pegara un grito o algo parecido? ¡Este club me está moderando!
Sacudí la cabeza mientras recogía los libros para el resto de la tarde.
—Hola —Louis se puso a rebuscar en su taquilla—. Ese artículo del periódico es genial.
—Gracias —aquello sólo iba a durar un día, ¿verdad?
—Bueno —Louis se apoyó en las taquillas y empezó a juguetear con la esquina de su libro de Física—, ¿seguimos quedando para la semana que viene?
—Sí, claro, ¿por qué lo dices? —le pregunté.
—No, por nada… —me colocó una mano en el hombro y noté una descarga de electricidad—. Como técnicamente ahora eres famosa, quizá necesites una cierta protección —alargó el brazo—. ¿Me permites escoltarte hasta tu próxima clase?
Con actitud vacilante, empecé a alargar la mano en su dirección. Tenía los nervios de punta.
—¡Santo Dios! Dime que me estás tomando el pelo —vociferó Niall a medida que se aproximaba a Louis—. Ni se te ocurra dar ánimos a Eleanor Rigby.
Louis dejó caer el brazo.
—Niall…
—Lo que tú digas, Louis. ¿Nos vamos a clase o qué? —Niall ni siquiera me miró. Antes de que Louis pudiera pronunciar palabra, le aseguré que tenía que irme y me encaminé por el pasillo.
—Ay, Penny, ¿te sientes solitaria? —dijo una voz (no la de Niall) a mis espaldas, entre risas. Bajé la mirada al suelo, deseando llegar a clase lo antes posible.
Mientras avanzaba por el pasillo, seguí escuchando a gente que se reía y pronunciaba mi nombre.
Roochi.1D
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Mensaje por Roochi.1D Vie 08 Feb 2013, 10:58 pm

Veinticuatro


Tras la publicación del artículo, el instituto me resultaba insoportable: la curiosidad, las miradas, el repentino interés por el club. Me sentí exultante cuando, por fin, llegó la noche del sábado.
Justo antes de dirigirme a la planta de abajo, consulté mi correo electrónico una vez más y me encontré con un mensaje de Harry con el siguiente asunto:

«LÉELO, POR FAVOR».

Vacilé unos segundos antes de abrirlo.

Pen:
Confío de verdad en que me des una oportunidad al leer este correo, aunque seguramente no lo harás. Tienes razones más que suficientes para estar furiosa conmigo. Lamento muchísimo haberte hecho daño. Desde que regresé a casa, tengo el ánimo por los suelos. Te echo mucho de menos. Lo eres todo para mí y lo que hice, lo que dije, estuvo horriblemente mal. Soy un idiota. Un cretino. Un fracasado.
Te pido perdón, Penny. Si estuviera en mi mano borrar lo que hice y acabar con el daño que te he causado, no lo dudaría. Haría cualquier cosa por ti. Te necesito en mi vida, y sin ti estoy perdido.
Echo en falta hablar contigo. Echo en falta verte. Te echo en falta a TI.
Cuando mis padres me dijeron lo de Acción de Gracias, la idea de volver a verte me emocionó, hasta que comprendí que a ti no te ocurriría lo mismo. ¿Crees que tu precioso y compasivo corazón accederá, por lo menos, a escucharme el día de Acción de Gracias? Pen, hay tantas cosas que quiero decirte. Lo eres todo para mí. Quiero que vuelvas, y estoy deseando hacer lo que sea para volver a ganarme tu confianza.
Por favor, habla conmigo.
Besos,
El idiota integral


La flecha del ratón revoloteó sobre el comando «Eliminar», pero no me sentí con fuerzas para borrar el mensaje.
Sonó el timbre y di un respingo. Tuve que salir corriendo y aparté el correo de Harry de mi mente.
—¿Estás bien? —preguntó Tracy al verme.
Asentí.
—Creo que la reunión va a ser multitudinaria. Más vale que empecemos con los preparativos.
Diane y Tracy intercambiaron miradas de inquietud. Yo fingí no darme cuenta.
Media hora más tarde, la reunión era un auténtico caos.
Al llegar a cuarenta, perdí la cuenta de las chicas que se habían congregado en el sótano. Semejante concurrencia debería haberme emocionado, pero no dejaba de preguntarme quiénes habían acudido porque de verdad creían en el Club de los Corazones Solitarios, y quiénes estaban allí porque nos habíamos convertido en «lo más» del instituto McKinley.
—De acuerdo, ¿qué vamos a hacer? —chilló Rosanna, sentada en el brazo de un sofá abarrotado de gente.
Todas las asistentes me clavaron la mirada.
—Tengo la impresión de que mi lado desagradable va a asomar esta noche —me susurró Tracy.
—Dale una oportunidad —supliqué. No me veía con fuerzas para soportar otra escena más, sobre todo después del e-mail de Harry. Aunque tenía que admitir que no daba la impresión de que Rosanna se hubiera enterado muy bien de qué iba el club—. Mmm, vale, atención todo el mundo —elevé la voz para que se callaran—. Esta noche estamos al completo.
Rosanna levantó la mano.
—Tengo una pregunta para ti.
Procuré disimular mi desagrado.
—Mmm, sí.
—¿No se suponía que no podíamos salir con chicos?
—Mmm, bueno, las socias —me aseguré de que se diera cuenta de que todavía no era una socia oficial— sabemos que el club va mucho más allá de no…
—Sí, pero ¿acaso no tienes una cita con Louis Tomlinson? —espetó Rosanna, con un ostentoso gesto de altanería en su alargado semblante.
Todos los ojos se fijaron en mí. El «equipo original» —tal como Tracy, Diane y yo nos referíamos al grupo de seis amigas— estaba al tanto de mi salida con Louis. Y nadie parecía darle importancia. Porque no tenía importancia.
—En realidad, no. Vamos a ir a un concierto. Louis y yo somos amigos desde hace años, así que no veo el problema.
—Ajá. Entonces, ¿no te interesa Louis?
Diane lanzó a Rosanna una mirada asesina.
—Mira, no es asunto tuyo.
—Bueno —Rosanna se levantó y echó hacia atrás su endeble melena con mechas rubias—, me estáis pidiendo que deje de salir con chicos, ¿no? Pues quiero asegurarme de que nuestra «líder» está diciendo la verdad al club —ni siquiera intentaba ocultar su sarcasmo.
—No va a ser una cita en plan romántico —insistí.
Diane se levantó del suelo.
—A ver, que todas las nuevas se reúnan conmigo en la planta de arriba. Hay unas cuantas reglas que tenemos que repasar para comprobar que la gente ha venido —miró directamente a Rosanna— por las razones oportunas.
Unas veinte chicas subieron con Diane.
—¿En qué lío nos hemos metido? —preguntó Jen. Me sorprendí un poco. Jen levantó las manos—. No, no me refiero al club, sino a Rosanna y a las demás chicas que han venido a por sus quince minutos de fama. Por curioso que parezca, yo sí estaba pensando en el club.
La semana de instituto transcurrió a toda velocidad, y el jueves se presentó sin que apenas me diera cuenta. No había contestado el e-mail de Harry, y él no había vuelto a escribirme. Odiaba que me hubiera dicho, punto por punto, las palabras apropiadas. No quería enfrentarme a ello, de modo que no me paraba a pensarlo. Lo cual significaba no contárselo siquiera a mis amigas, pues le otorgaría al asunto una dimensión más real. Y ya tenía bastantes cosas de las que ocuparme: no sólo defender mi «no cita» con Louis, sino también decidir cómo se viste una chica para semejante «no cita».
Miré en mi armario una y otra vez con la esperanza de que la respuesta se presentase por sí sola. En un primer momento, pensé en una camiseta vintage de los Beatles y unos vaqueros, pero me di cuenta de que sería un tanto hortera; además, estaba convencida de que los espectadores de más de cincuenta años iban a vestirse precisamente así. Oí que sonaba el timbre y a toda velocidad me puse una camiseta blanca ceñida y una chaqueta de pana azul marino.
Llegué al piso de abajo justo a tiempo de oír que mi padre le decía a Louis:
—¿Sabes? Me parece bien que haya bandas que quieran mantener viva la música, pero el público no debe engañarse…
—¡Ya estoy aquí! —interrumpí. Temía que Louis huyese en estampida si mis padres se mantenían en sus trece. Me despedí con un gesto de la mano mientras me dirigía a la puerta. Eché una ojeada a Louis y traté de no fijarme en lo especialmente guapo que estaba con sus pantalones caqui y su camisa azul. Rita y yo solíamos decir en plan de broma que los chicos siempre iban así vestidos para la primera cita, mientras que las chicas se ponían vaqueros y camiseta negra. Como yo no me había puesto una camiseta negra, estaba claro que no se trataba de una cita en el sentido estricto de la palabra.
—Un segundo, Penny Lane —papá me miraba de una forma un tanto rara. «Por favor, no me sueltes un sermón; por favor, no me sueltes un sermón»—. Tesoro, ¡estás preciosa! ¿Es que te has puesto maquillaje?
«Dios mío, ¿por qué? Dime, ¿por qué?».
Volví la vista a Louis, que exhibía en el rostro una sonrisa deslumbrante. Era evidente que mis padres le hacían gracia, le ocurría a casi todo el mundo… excepto a sus hijas.
Las mejillas me ardían de vergüenza.
—Papá…
—Cariño, déjala en paz —por una vez, mamá acudió al rescate—. Que te diviertas, Penny. Y tú también, Louis. Y Penny, es verdad, estás preciosa. Me cuesta creer lo rápido que te estás haciendo mayor. Si parece que fue ayer…
Yesterday… —empezó a cantar mi padre.
«Quizá —pensé— debería volver corriendo a mi habitación y esconderme… hasta cumplir los dieciocho». En cambio, saqué a la luz la pizca de dignidad que me quedaba.
—Si habéis terminado de avergonzarme, nos pondremos en marcha…
—Bueno, Louis—le dije una vez que quedamos libres—, ahora entenderás por qué estoy buscando universidades en Europa.
Louis soltó una carcajada y negó con la cabeza.
—Los padres se creen con el derecho de humillar a sus hijos, seguramente como una forma de vengarse de sus propios padres. Tú harás lo mismo, ya lo verás.
Una cosa estaba clara: estaba decidida a poner a mis hijos nombres normales.
Nos acercamos al coche y Louis abrió la puerta del acompañante para que me montara. Sin duda, el gesto encajaba en la categoría de «cita romántica».
—Además —añadió Louis mientras ocupaba su asiento—, tus padres sólo están diciendo la verdad. Esta noche estás preciosa.
La mente me daba vueltas mientras el coche iniciaba la marcha.
«¿Puede alguien explicarme qué está pasando exactamente?».
Durante el trayecto hablamos más que nada del instituto y los cotilleos sobre los profesores, pero un único pensamiento me invadía la mente: «Louis Tomlinson me ha llamado preciosa. Louis Tomlinson piensa que soy preciosa».
O tal vez sólo había tratado de ser amable.
En el reservado del restaurante, miré al lado contrario de la mesa y lo vi examinando la carta. Su cabello negro y ondulado seguía húmedo de la ducha que, sin duda, se había dado después del entrenamiento. Levantó los ojos y me pilló mirando.
—¿Ves algo que te apetezca?
«Ni te lo imaginas».
Me debatía sobre qué tomar. Rita siempre pedía ensalada en la primera cita con un chico, pero en mi caso no se trataba estrictamente de una primera cita. Aunque, en efecto, me pregunté si Louis esperaría que pidiera algo ligero. El caso es que me moría de hambre…
—¿Qué te apetece, cielo? —nuestra camarera de mediana edad bajó la mirada y me dedicó una sonrisa alentadora, seguramente percatándose de que era nuestra… bueno, lo que fuera.
Me decidí por un sándwich club con patatas fritas y un refresco. Odiaba las ensaladas, y nunca habría dado mi aprobación a una chica que hubiera renunciado a su identidad por culpa de un chico, aunque no fuera más que un amigo. No estaba dispuesta a fingir ser alguien que no era. Aunque confiaba en que Louis pidiera algo parecido, la verdad.
—¿Y para ti? —la camarera miró a Louis de arriba abajo, a todas luces impresionada. Otras chicas probablemente se ofenderían al ver a otra mujer examinando a su pareja o, en mi caso, pseudopareja; pero yo me lo tomé como un cumplido. Además, tendría unos veinte años más que nosotros.
—La ensalada de lechuga… —comenzó a decir Louis. El corazón me golpeaba en el pecho. «No, no, no, por lo que más quieras, no puedes pedir una ensalada, ¡eres un tío de dieciséis años!»— con salsa ranchera, para empezar; luego, hamburguesa doble con queso, patatas fritas y batido de chocolate.
«Ése es mi chico».
«Bueno, técnicamente, no es mi chico».
—En fin, Penny, la verdad es que me sorprende un poco que hayas accedido a salir conmigo.
—¿Por qué lo dices?
Se encogió de hombros.
—No lo sé. Para ser sincero, me asustaba la idea de que tus amigas me amarraran a la fuerza al enterarse de que íbamos a ir juntos a algún sitio.
—Ya sabes, lo que Niall dice sobre el club no es verdad —noté que las mejillas me empezaban a arder.
—En cualquier caso, me apetecía mucho que llegara este día —levantó los ojos y me sonrió.
«A mí también —pensé para mis adentros—. Demasiado, quizá».
Transcurrieron unos instantes de silencio. Me costaba escapar de su mirada.
—Bueno, de todas formas… —Louis miró hacía el otro lado y se pasó la mano por el pelo—. Mmm, confío en que no te lleves un chasco cuando te lo diga, pero no sé mucho sobre los Beatles. Debo de conocer un par de canciones, no más.
—¿¡Cómo!? ¡No hablas en serio! —exclamé casi a gritos, olvidando que estábamos en un restaurante.
—¡Vaya! Lo siento. Es una de las razones por las que quería asistir al concierto, para ver a qué viene tanto jaleo.
—¿A qué viene tanto jaleo? —me agradó enterarme de que Louis tenía un defecto, y bien gordo—. Los Beatles han sido la mejor banda musical de todos los tiempos. Los Beatles…, ellos… —enterré la cabeza entre las manos.
—¿Qué pasa?
—Nada. Es que me he recordado a mis padres y se me ha puesto el pelo de punta.
—Venga ya —Louis me agarró por la barbilla y la levantó de entre mis manos—. A mí me parece encantador.
—Sí, encantador, de una manera delirante. Como un cachorrillo borracho.
Negó con la cabeza, pero no apartó la mano de mi barbilla.
—No, me refiero a encantador de una manera irresistible.
La sonrisa en su rostro fue disminuyendo a medida que, poco a poco, se inclinaba hacia delante…
—¿Quién ha pedido ensalada?
Se incorporó y nos sirvieron la comida. Bajé la mirada a mi plato y traté de reponerme. Notaba sobre mí los ojos de Louis.
¿En serio iba a…?
El sábado anterior y la intervención de Rosanna me vinieron a la mente. Si Louis…, el Club de los Corazones Solitarios se destruiría.
No, eran tonterías mías. Louis sólo se había acercado para hablarme. Quería ser amable, nada más. Siempre había sido amable conmigo. Saltaba a la vista que yo estaba tergiversando las cosas.
Empecé a comerme las patatas fritas, deseando poder escaparme a llamar a Rita por el móvil.
Se trataba de una emergencia extraordinaria.
—¡No hablas en serio!
Louis me miró y puso los ojos en blanco.
—Venga, déjalo ya.
Me dio mi entrada mientras accedíamos al Centro Municipal. Me fijé en que el sobre de la agencia de venta de entradas llevaba el nombre de Louis, y no el de su madre o su padrastro, aunque se suponía que eran ellos quienes las habían comprado.
Un escalofrío me recorrió el cuerpo cuando Louis me colocó la mano en la cintura para guiarme hasta nuestros asientos.
—Muy bien, ponte difícil —me senté y crucé los brazos.
Louis soltó una carcajada.
—Así que soy yo quien se pone difícil, ¿eh? En serio, Penny, no sabía que eras de las testarudas.
—Pues sí, como la que más —traté de reprimir la risa—. Aparte de eso, no soy yo quien se niega a razonar.
Louis colocó el brazo sobre el respaldo de mi butaca y se inclinó hacia mí.
—¿De verdad? —su voz denotaba que se estaba divirtiendo—. No creo que haya una sola persona en esta sala que se pusiera de tu parte en esta discusión.
Me repantigué en mi asiento y suspiré exageradamente.
—De acuerdo, no me creas —me dedicó una sonrisa engreída. Empezó a inspeccionar la multitud de personas mayores entre el público—. Perdone, señora —dio un golpecito en el hombro a la mujer que teníamos delante.
—¿Qué haces? —pregunté, conmocionada.
Se giró hacia mí.
—Demostrar que tengo razón.
Una mujer de algo más de cincuenta años —con una camiseta de los Beatles, claro está— se dio la vuelta y se sorprendió al ver a alguien tan joven como Louis entre los nacidos en el baby boom.
—Perdone que la moleste, señora —Louis dirigió su sonrisa más deslumbrante a la mujer, que no parecía haberse molestado en más mínimo—. Confío en que pueda ayudarme con un pequeño desacuerdo que tengo con mi pareja.
«¿Acababa de decir pareja?».
Louis prosiguió:
—Verá, me gusta pensar que la caballerosidad sigue vigente, de modo que esta noche trato de actuar como un caballero —la mujer asintió, emocionada. Estaba claro que Louis se saldría con la suya—. Bueno, pues parece ser que he disgustado a esta hermosa mujer que tengo a mi lado, quien, por cierto, se llama como una canción de los Beatles —Louis me señaló con un gesto, y me esforcé por sonreír y saludar con la mano a la amable señora, en lugar de propinar una bofetada a mi caballeroso acompañante—. Francamente, creo que no está siendo justa. La invité a salir esta noche, así que lo lógico es que pague yo; pero ella se niega a cooperar.
Louis giró la mirada hacia mí y me guiñó un ojo. Deslicé el pie y le clavé el tacón en el pie izquierdo.
—¡Ay! —apartó el pie y se aclaró la garganta—. En su opinión, ¿no le parece que debería limitarse a dar las gracias, en lugar de lanzarme el dinero a la cara?
La mujer dio unas palmaditas en la rodilla de Louis.
—Desde luego, es encantador por tu parte. Se ve a la legua que eres un novio excelente.
Abrí la boca para protestar, pero Louis levantó la mirada, dedicando a la mujer una amplia sonrisa.
—Vaya, muchas gracias, señora.
La mujer se sonrojó levemente, disfrutando de la atención que Louis le dedicaba. Se inclinó hacia él.
—¿Primera cita?
Contuve el aliento.
Louis sonrió.
—Sí. Por cierto, ¿qué posibilidades cree usted que tengo de una segunda cita si la obligo a pagar?
Las tinieblas me envolvieron. Durante un instante confié en estar sufriendo una especie de ataque. Parpadeaba sin cesar, aunque la oscuridad no desaparecía. Entonces, los oídos se me inundaron de gritos y el pulso se me aceleró. Merecido castigo por haber salido con un chico.
Las luces estallaron a unos metros de distancia a la vez que cuatro tipos vestidos con trajes negros efectuaban su entrada en el escenario.
El concierto. Sacudí la cabeza mientras regresaba al presente. Louis se puso en pie con el resto del público cuando los Falsos Cuatro de Liverpool iniciaron la actuación con I Want to Hold Your Hand. Tuve que apoyarme en el brazo de la butaca para poder levantarme; la cabeza me daba vueltas por un exceso de confusión.
Miré a Louis. Me sonrió y, con suavidad, me rodeó la cintura con los brazos.
«Estoy en una cita con Louis Tomlinson».
El estómago me pegó un salto mortal y traté de recuperar el aliento.
«Mierda, estoy en una cita con Louis Tomlinson. ¡Y se supone que no puedo salir con chicos!». Y eso no era todo. También había asegurado delante de todo el Club de los Corazones Solitarios que no iba a ser una cita en plan romántico.
Me concentré en la música. Las letras de las canciones me despertaban recuerdos —buenos y malos— a medida que el concierto avanzaba.
«Venga, Penny. Eres capaz de manejar esto».
Las luces se atenuaron y una guitarra empezó a tocar. El corazón se me desplomó. Notaba que los ojos se me cuajaban de lágrimas y traté de reprimirlas con todas mis fuerzas. Intenté sacarme la letra de la cabeza, pero no lo conseguí. La situación se me complicaba, todo estaba saliendo mal. Y, por descontado, nadie como John, Paul, George y Ringo —incluso los falsos— para poner las cosas en perspectiva.
Empecé a mecerme al ritmo de la música y cerré los ojos. Canté a coro las canciones que hablaban de desesperanza, de melancolía y de actuar como un idiota en el amor. En resumen, lo que yo misma sentía en ese momento.
Era una hipócrita completa. Aunque no había parado de explicar a la gente que no se trataba de una cita romántica, una gran parte de mí había deseado que sí lo fuera. Ahora caía en la cuenta.
Me sentía a gusto. Louis no había hecho más que ser amable conmigo. Era una buena persona.
Pero lo mismo había pensado de Harry: era agradable conmigo, era una buena persona. Y entonces, me mintió y me rompió el corazón.
Me había prometido a mí misma que jamás permitiría que volviera a suceder.
«Idiota integral».
Así se había calificado Harry.
Pues yo no quería ser otra idiota integral.
Por mucho que quisiera engañarme en el sentido de que, con Louis, las cosas serían diferentes, no era verdad. Me negaba a caer en la misma trampa. No era tan inocente.
Cuando la canción terminó, supe lo que debía hacer. Aquello tenía que terminar: el coqueteo, el deseo… Todo. No se trataba sólo de lo que yo quisiera; se trataba de lo que fuera mejor para el grupo, para mis amigas.
«Penny, afronta las consecuencias. Ya lo dice la canción, You’ve got to hide your love away: tienes que ocultar tu amor. Y no sólo esconder tus sentimientos. Tienes que destruirlos. Matarlos antes de que ellos te maten a ti».
Las luces se encendieron y Louis, emocionado, me miró.
—Ha sido increíble…, pero no les digas a tus padres que he dicho eso, ¿vale?
Le dediqué una fugaz sonrisa y me dispuse a salir por el pasillo. Permanecí en silencio durante la mayor parte del trayecto de vuelta, y sólo contestaba las preguntas de Louis sobre los Beatles.
Cuando giró por la esquina de mi casa, supe que necesitaba una estrategia de salida rápida, algo que me garantizara que no habría una segunda cita. Conociéndome, no iba a resultar muy elegante.
Louis se detuvo en el camino de entrada.
—Penny, me alegro mucho de que hayas salido conmigo esta noche. Me lo he pasado muy bien.
Salté del coche antes de que tuviera ocasión de apagar el motor. Me giré, con la puerta abierta, y vi a un Louis anonadado.
—Sí, gracias. Adiós —respondí. Cerré la puerta de un golpe y salí corriendo hasta la puerta principal, tratando desesperadamente de entrar en casa antes de echarme a llorar.
«Estoy haciendo lo que debo».
Eso pensaba repetirme una y otra vez.
Roochi.1D
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Mensaje por Invitado Vie 15 Feb 2013, 11:38 am

I'm back!!! lo siento, lo siento, lo siento x_x pero es que en serio ando super mega atrasada con todos los temas del foro x_x sí ya sé, soy re irresponsable .-. todos lo dicen :p pero que les voy hacer (? pero bueeno ya estoy acá como lo prometí ^-^ y espero que la sigas pronto :3
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Mensaje por Roochi.1D Vie 15 Feb 2013, 9:53 pm

DreamerVampire escribió: I'm back!!! lo siento, lo siento, lo siento x_x pero es que en serio ando super mega atrasada con todos los temas del foro x_x sí ya sé, soy re irresponsable .-. todos lo dicen :p pero que les voy hacer (? pero bueeno ya estoy acá como lo prometí ^-^ y espero que la sigas pronto :3

No hay problema, la seguiré pronto :3
Besosss ♥
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