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Lonely Hearts Club |Louis Tomlinson|
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Página 2 de 10. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10
Re: Lonely Hearts Club |Louis Tomlinson|
Charlie. escribió:Oh
Dios me encantó, que tierna la historia asdjasd
y ah, Harry cambió ¬¬'
siguela pronto Rochi :3
Espero que hayas pasado un lindo año nuevo!
Saludos :3
Y vaya cuanto cambió Hazza jaajjajajajaja.
Ya la sigoooo :)
Espero que vos tambien ;)
Beeeesitos ! <3
Roochi.1D
Re: Lonely Hearts Club |Louis Tomlinson|
Dos
Todo ocurrió muy deprisa.
Empezó como cualquier otro verano. Llegaron los Styles, y la casa estaba hasta los topes. Harry y yo coqueteábamos sin parar… siguiendo la rutina de los últimos años. Sólo que, esta vez, por debajo del coqueteo latían otras cosas. Como deseo. Como futuro. Como sexo.
Todo lo que había soñado empezó a suceder. Para mí, Harry era perfecto. El chico con el que comparaba a todos los demás. El que siempre conseguía que el corazón se me acelerara y el estómago se me encogiera.
Aquel verano, por fin, mis sentimientos fueron correspondidos.
Quedamos un par de veces, nada del otro mundo. Fuimos al cine, a cenar, y demás.
Nuestros padres no tenían ni idea de lo que estaba pasando. Harry no quería decírselo, y me dejé llevar. Alegó que reaccionarían de manera exagerada, y no se lo discutí. Aunque sabía que nuestros padres siempre habían deseado que, en un futuro, acabáramos juntos, no estaba convencida de que ya estuvieran preparados. Sobre todo porque Harry dormía abajo, en nuestro sótano insonorizado.
Todo iba de maravilla. Harry me decía lo que yo quería oír. Que era preciosa, perfecta. Que al besarme se le cortaba la respiración.
Me encontraba en la gloria.
Nos besábamos. Luego, nos besábamos más. Y después, mucho más. Pero al poco tiempo ya no era suficiente. Al poco tiempo, las manos empezaron a deambular, la ropa empezó a desprenderse. Era lo que yo siempre había deseado… pero parecía ir deprisa. Demasiado deprisa. Por mucho que le diera a Harry, siempre quería más. Y yo me resistía. Todo cuanto hacíamos se convertía en una lucha constante por ver hasta dónde cedería yo.
Habíamos tardado tanto en llegar hasta ese punto que no quería precipitar las cosas. No entendía por qué no nos limitábamos a disfrutar del momento, a disfrutar de estar juntos, en vez de apresurarnos hasta el paso siguiente.
Y cuando digo «paso siguiente», me refiero al contacto físico.
No había mucho de que hablar sobre los pasos siguientes en cuanto a nuestra relación.
Después de un par de semanas, Harry empezó a decir que, para él, yo era la única, su amor verdadero. Sería tan increíble, aseguraba, si le permitiera amarme de la manera en la que él quería…
Justo lo que yo había imaginado durante tanto tiempo. Lo que siempre había deseado. Así que pensé: «Sí, lo haré. Porque será con él. Y eso es lo que importa».
Decidí darle una sorpresa.
Decidí confiar en él.
Decidí dar el paso.
Lo tenía todo planeado, todo calculado. Nuestros padres iban a salir hasta tarde y tendríamos la casa para nosotros solos.
—¿Estás segura de que es lo que quieres, Pen? —me preguntó Tracy aquella mañana.
—Lo único que sé es que no quiero perderlo —respondí.
Tal era mi razonamiento. Lo haría por Harry. No tenía nada que ver conmigo ni con lo que yo quería. Todo era por él.
Quería que resultara espontáneo. Quería que le pillara desprevenido, y que luego se sintiera abrumado por lo perfecto que era, por lo perfecta que era yo. Ni siquiera sabía que yo estaba en casa; quería que pensara que había salido aquella noche, para que la sorpresa fuera aún mayor. Quería demostrarle que estaba preparada. Dispuesta. Que era capaz. Lo tenía todo pensado, excepto la ropa que me iba a poner. Me metí a hurtadillas en la habitación de mi hermana Rita y registré sus cajones hasta encontrar un camisón de seda blanco que no dejaba mucho espacio a la imaginación. También le cogí su bata de encaje rojo.
Cuando por fin estuve preparada, bajé sigilosamente las escaleras hasta la habitación de Harry, en el sótano. Empecé a desatarme la bata, con una mezcla de emoción y de puro nerviosismo. Me moría de ganas de ver la expresión de Harry cuando me descubriera. Me moría de ganas de demostrarle lo que sentía, de modo que él, por fin, sintiera lo mismo que yo.
Esbocé una sonrisa mientras encendía la luz.
—¡Sorpresa! —grité.
Harry se incorporó del sofá como un resorte, con una expresión de pánico en el semblante.
—Hola… —dije con tono sumiso, a la vez que dejaba caer la bata al suelo.
Entonces, otra cabeza surgió del sofá.
Una chica.
Con Harry.
Me quedé petrificada, sin creer lo que veían mis ojos. Pasé la mirada del uno al otro mientras, a tientas, reunían su ropa. Por fin, agarré la bata y me la puse, tratando de cubrir la mayor parte posible de mi cuerpo.
La chica empezó a soltar risitas nerviosas.
—¿No habías dicho que tu hermana había salido esta noche?
¿Su hermana? Harry no tenía una hermana. Traté de convencerme de que existía una buena explicación para lo que estaba viendo. Harry no me haría una cosa así, de ninguna manera. Sobre todo en mi propia casa. Quizá aquella chica había tenido un accidente justo delante de la puerta y Harry la había llevado adentro para… eh… consolarla. O acaso ensayaban una escena de una representación estival de… Romeo y Julieta al desnudo. O tal vez me había quedado dormida y se trataba de una pesadilla.
Sólo que no era así.
La chica terminó de vestirse y Harry, esquivando mi mirada, la acompañó al piso de arriba.
Todo un caballero.
Tras lo que me pareció una eternidad, regresó.
—Penny —dijo, colocando una mano alrededor de mi cintura—, lamento que tuvieras que ver eso.
Intenté responder, pero no encontraba la voz.
Subió los brazos hasta mis hombros y empezó a frotarlos a través de la bata.
—Lo siento, Penny. Lo siento mucho. Ha sido una estupidez, tienes que creerme. Soy un idiota. Un idiota de categoría. Un completo idiota.
Negué con la cabeza.
—¿Cómo has podido? —mis palabras eran apenas un suspiro; se me contraía la garganta.
Se inclinó sobre mí.
—En serio, no volverá a ocurrir. Escúchame, no ha pasado nada. En absoluto. No fue nada. Ella no es nadie. Sabes lo mucho que significas para mí. Eres tú con quien quiero estar. Eres tú de quien estoy enamorado —bajó las manos por mi espalda—. ¿Te sientes mejor ahora? Dime qué puedo hacer, Penny. Lo último que quiero es herirte.
La conmoción se iba pasando, dejando al descubierto la furia que subyacía. Me aparté de un empujón.
—¿Cómo has podido? —espeté—. ¿CÓMO HAS PODIDO?
Esta última parte la dije a gritos.
—Mira, ya me he disculpado.
—¿Te has DISCULPADO?
—Penny, lo siento muchísimo.
—¿LO SIENTES?
—Por favor, para de una vez y escúchame. Te lo puedo explicar.
—Muy bien, perfecto —me senté en el sofá—. Explícame.
Harry me lanzó una mirada nerviosa; evidentemente, no había contado con que me sentara a escuchar lo que tuviera que decir.
—Penny, esa chica no significa nada para mí.
—Pues no daba esa impresión —me ajusté el cinturón de la bata y agarré un almohadón para taparme las piernas.
Harry exhaló un suspiro. Un suspiro en toda regla.
—Bueno, ya empezamos con el melodrama —ironizó. Entonces, se sentó a mi lado con los brazos cruzados—. Muy bien. Si no estás dispuesta a aceptar mis disculpas, no veo qué otra cosa puedo hacer.
—¿Disculpas? —repliqué entre risas—. ¿Crees que decir «lo siento» es suficiente para borrar lo que ha pasado? Creía que habías dicho que soy especial —miré al suelo, avergonzada de mí misma por haber sacado el tema a relucir.
—Pues claro que eres especial, Penny. Venga ya, ¿qué pensabas que iba a pasar? —la cara de Harry se tiñó de un rojo brillante—. A ver, las cosas son así: tú y yo…, nosotros…, nosotros…, bueno, es lo que hay…
No daba crédito a lo que estaba oyendo. El Harry de sólo unos días atrás había desaparecido y una especie de… bestia había ocupado su lugar.
—¿Me quieres decir de qué estás hablando?
—¡Santo Dios! —Harry se levantó del sofá y empezó a pasear de un lado a otro—. Esto es exactamente de lo que estoy hablando: mírate, ahí sentada, como cuando éramos niños y no conseguías lo que querías. Bueno, he querido estar contigo desde hace mucho tiempo, Penny. Muchísimo. Pero aunque tú creas que quieres estar conmigo, no me quieres a mí. Lo que quieres es a tu amor de la infancia. El Harry que te cogía de la mano y te daba besos en la mejilla. Bueno, pues ese Harry ha crecido. Y quizá tú deberías hacer lo mismo.
—Pero yo…
—¿Qué? Tú ¿qué? ¿Te has puesto el camisón de tu hermana? Eso son juegos de niños, Penny. Para ti, es un día de boda perpetuo, sin luna de miel, sin quitarte el vestido de novia, sin nada de nada. Pero ¿sabes qué? La gente practica el sexo. No es para tanto.
Empecé a temblar de arriba abajo. Sus palabras me golpeaban.
Harry negó con la cabeza.
—No me debería haber liado contigo. ¿Qué puedo decir? Estaba harto, y era mucho más fácil ceder a tus fantasías que enfrentarme a ellas. Además, lo admito, tienes ese toque de chica de clase media que te favorece. Nunca se me ocurrió que, al final, no era más que una provocación.
El estómago se me revolvió. Las lágrimas me surcaban las mejillas.
—Oh, venga ya —Harry se sentó y me rodeó con el brazo—. Grítame un poco más y te sentirás mejor. Luego, pasaremos página.
Me desembaracé a sacudidas y salí corriendo escaleras arriba.
Para huir de Harry.
Para huir de las mentiras.
Para huir de todo.
Pero no podía huir. Harry iba a seguir instalado en nuestra casa otras dos semanas. Cada mañana, tendría que levantarme y mirarlo a la cara. Observar cómo salía por la puerta, sabiendo que seguramente iba a verse con ella. Sabiendo que Harry tenía que buscar en otro sitio porque yo no era lo bastante buena para él. Nunca me vería «de esa manera».
Día tras día me recordaba a mí misma que era una fracasada. Que lo que había deseado durante años había terminado haciéndome sufrir más de lo imaginable.
Rita, mi hermana mayor, fue la única persona de mi familia a la que se lo conté, y la obligué a jurar que no se lo diría a nadie. Sabía que aquello perjudicaría la prolongada y estrecha amistad entre nuestros padres, y no me parecía justo que Harry también destruyera eso. Además, me daba vergüenza. No soportaba la idea de que mis padres descubrieran lo estúpida que era su hija.
Rita intentó consolarme. Llegó a amenazar con matar a Harry si se acercaba a menos de tres metros de mí. Pero incluso treinta metros habrían sido pocos.
—Todo irá bien, Penny —prometió Rita mientras me rodeaba con sus brazos—. Todos nos empotramos contra algunos badenes por el camino.
Yo no me había empotrado contra un badén, sino contra un muro de ladrillo.
Y no quería volver a sufrir ese dolor nunca más.
Empezó como cualquier otro verano. Llegaron los Styles, y la casa estaba hasta los topes. Harry y yo coqueteábamos sin parar… siguiendo la rutina de los últimos años. Sólo que, esta vez, por debajo del coqueteo latían otras cosas. Como deseo. Como futuro. Como sexo.
Todo lo que había soñado empezó a suceder. Para mí, Harry era perfecto. El chico con el que comparaba a todos los demás. El que siempre conseguía que el corazón se me acelerara y el estómago se me encogiera.
Aquel verano, por fin, mis sentimientos fueron correspondidos.
Quedamos un par de veces, nada del otro mundo. Fuimos al cine, a cenar, y demás.
Nuestros padres no tenían ni idea de lo que estaba pasando. Harry no quería decírselo, y me dejé llevar. Alegó que reaccionarían de manera exagerada, y no se lo discutí. Aunque sabía que nuestros padres siempre habían deseado que, en un futuro, acabáramos juntos, no estaba convencida de que ya estuvieran preparados. Sobre todo porque Harry dormía abajo, en nuestro sótano insonorizado.
Todo iba de maravilla. Harry me decía lo que yo quería oír. Que era preciosa, perfecta. Que al besarme se le cortaba la respiración.
Me encontraba en la gloria.
Nos besábamos. Luego, nos besábamos más. Y después, mucho más. Pero al poco tiempo ya no era suficiente. Al poco tiempo, las manos empezaron a deambular, la ropa empezó a desprenderse. Era lo que yo siempre había deseado… pero parecía ir deprisa. Demasiado deprisa. Por mucho que le diera a Harry, siempre quería más. Y yo me resistía. Todo cuanto hacíamos se convertía en una lucha constante por ver hasta dónde cedería yo.
Habíamos tardado tanto en llegar hasta ese punto que no quería precipitar las cosas. No entendía por qué no nos limitábamos a disfrutar del momento, a disfrutar de estar juntos, en vez de apresurarnos hasta el paso siguiente.
Y cuando digo «paso siguiente», me refiero al contacto físico.
No había mucho de que hablar sobre los pasos siguientes en cuanto a nuestra relación.
Después de un par de semanas, Harry empezó a decir que, para él, yo era la única, su amor verdadero. Sería tan increíble, aseguraba, si le permitiera amarme de la manera en la que él quería…
Justo lo que yo había imaginado durante tanto tiempo. Lo que siempre había deseado. Así que pensé: «Sí, lo haré. Porque será con él. Y eso es lo que importa».
Decidí darle una sorpresa.
Decidí confiar en él.
Decidí dar el paso.
Lo tenía todo planeado, todo calculado. Nuestros padres iban a salir hasta tarde y tendríamos la casa para nosotros solos.
—¿Estás segura de que es lo que quieres, Pen? —me preguntó Tracy aquella mañana.
—Lo único que sé es que no quiero perderlo —respondí.
Tal era mi razonamiento. Lo haría por Harry. No tenía nada que ver conmigo ni con lo que yo quería. Todo era por él.
Quería que resultara espontáneo. Quería que le pillara desprevenido, y que luego se sintiera abrumado por lo perfecto que era, por lo perfecta que era yo. Ni siquiera sabía que yo estaba en casa; quería que pensara que había salido aquella noche, para que la sorpresa fuera aún mayor. Quería demostrarle que estaba preparada. Dispuesta. Que era capaz. Lo tenía todo pensado, excepto la ropa que me iba a poner. Me metí a hurtadillas en la habitación de mi hermana Rita y registré sus cajones hasta encontrar un camisón de seda blanco que no dejaba mucho espacio a la imaginación. También le cogí su bata de encaje rojo.
Cuando por fin estuve preparada, bajé sigilosamente las escaleras hasta la habitación de Harry, en el sótano. Empecé a desatarme la bata, con una mezcla de emoción y de puro nerviosismo. Me moría de ganas de ver la expresión de Harry cuando me descubriera. Me moría de ganas de demostrarle lo que sentía, de modo que él, por fin, sintiera lo mismo que yo.
Esbocé una sonrisa mientras encendía la luz.
—¡Sorpresa! —grité.
Harry se incorporó del sofá como un resorte, con una expresión de pánico en el semblante.
—Hola… —dije con tono sumiso, a la vez que dejaba caer la bata al suelo.
Entonces, otra cabeza surgió del sofá.
Una chica.
Con Harry.
Me quedé petrificada, sin creer lo que veían mis ojos. Pasé la mirada del uno al otro mientras, a tientas, reunían su ropa. Por fin, agarré la bata y me la puse, tratando de cubrir la mayor parte posible de mi cuerpo.
La chica empezó a soltar risitas nerviosas.
—¿No habías dicho que tu hermana había salido esta noche?
¿Su hermana? Harry no tenía una hermana. Traté de convencerme de que existía una buena explicación para lo que estaba viendo. Harry no me haría una cosa así, de ninguna manera. Sobre todo en mi propia casa. Quizá aquella chica había tenido un accidente justo delante de la puerta y Harry la había llevado adentro para… eh… consolarla. O acaso ensayaban una escena de una representación estival de… Romeo y Julieta al desnudo. O tal vez me había quedado dormida y se trataba de una pesadilla.
Sólo que no era así.
La chica terminó de vestirse y Harry, esquivando mi mirada, la acompañó al piso de arriba.
Todo un caballero.
Tras lo que me pareció una eternidad, regresó.
—Penny —dijo, colocando una mano alrededor de mi cintura—, lamento que tuvieras que ver eso.
Intenté responder, pero no encontraba la voz.
Subió los brazos hasta mis hombros y empezó a frotarlos a través de la bata.
—Lo siento, Penny. Lo siento mucho. Ha sido una estupidez, tienes que creerme. Soy un idiota. Un idiota de categoría. Un completo idiota.
Negué con la cabeza.
—¿Cómo has podido? —mis palabras eran apenas un suspiro; se me contraía la garganta.
Se inclinó sobre mí.
—En serio, no volverá a ocurrir. Escúchame, no ha pasado nada. En absoluto. No fue nada. Ella no es nadie. Sabes lo mucho que significas para mí. Eres tú con quien quiero estar. Eres tú de quien estoy enamorado —bajó las manos por mi espalda—. ¿Te sientes mejor ahora? Dime qué puedo hacer, Penny. Lo último que quiero es herirte.
La conmoción se iba pasando, dejando al descubierto la furia que subyacía. Me aparté de un empujón.
—¿Cómo has podido? —espeté—. ¿CÓMO HAS PODIDO?
Esta última parte la dije a gritos.
—Mira, ya me he disculpado.
—¿Te has DISCULPADO?
—Penny, lo siento muchísimo.
—¿LO SIENTES?
—Por favor, para de una vez y escúchame. Te lo puedo explicar.
—Muy bien, perfecto —me senté en el sofá—. Explícame.
Harry me lanzó una mirada nerviosa; evidentemente, no había contado con que me sentara a escuchar lo que tuviera que decir.
—Penny, esa chica no significa nada para mí.
—Pues no daba esa impresión —me ajusté el cinturón de la bata y agarré un almohadón para taparme las piernas.
Harry exhaló un suspiro. Un suspiro en toda regla.
—Bueno, ya empezamos con el melodrama —ironizó. Entonces, se sentó a mi lado con los brazos cruzados—. Muy bien. Si no estás dispuesta a aceptar mis disculpas, no veo qué otra cosa puedo hacer.
—¿Disculpas? —repliqué entre risas—. ¿Crees que decir «lo siento» es suficiente para borrar lo que ha pasado? Creía que habías dicho que soy especial —miré al suelo, avergonzada de mí misma por haber sacado el tema a relucir.
—Pues claro que eres especial, Penny. Venga ya, ¿qué pensabas que iba a pasar? —la cara de Harry se tiñó de un rojo brillante—. A ver, las cosas son así: tú y yo…, nosotros…, nosotros…, bueno, es lo que hay…
No daba crédito a lo que estaba oyendo. El Harry de sólo unos días atrás había desaparecido y una especie de… bestia había ocupado su lugar.
—¿Me quieres decir de qué estás hablando?
—¡Santo Dios! —Harry se levantó del sofá y empezó a pasear de un lado a otro—. Esto es exactamente de lo que estoy hablando: mírate, ahí sentada, como cuando éramos niños y no conseguías lo que querías. Bueno, he querido estar contigo desde hace mucho tiempo, Penny. Muchísimo. Pero aunque tú creas que quieres estar conmigo, no me quieres a mí. Lo que quieres es a tu amor de la infancia. El Harry que te cogía de la mano y te daba besos en la mejilla. Bueno, pues ese Harry ha crecido. Y quizá tú deberías hacer lo mismo.
—Pero yo…
—¿Qué? Tú ¿qué? ¿Te has puesto el camisón de tu hermana? Eso son juegos de niños, Penny. Para ti, es un día de boda perpetuo, sin luna de miel, sin quitarte el vestido de novia, sin nada de nada. Pero ¿sabes qué? La gente practica el sexo. No es para tanto.
Empecé a temblar de arriba abajo. Sus palabras me golpeaban.
Harry negó con la cabeza.
—No me debería haber liado contigo. ¿Qué puedo decir? Estaba harto, y era mucho más fácil ceder a tus fantasías que enfrentarme a ellas. Además, lo admito, tienes ese toque de chica de clase media que te favorece. Nunca se me ocurrió que, al final, no era más que una provocación.
El estómago se me revolvió. Las lágrimas me surcaban las mejillas.
—Oh, venga ya —Harry se sentó y me rodeó con el brazo—. Grítame un poco más y te sentirás mejor. Luego, pasaremos página.
Me desembaracé a sacudidas y salí corriendo escaleras arriba.
Para huir de Harry.
Para huir de las mentiras.
Para huir de todo.
Pero no podía huir. Harry iba a seguir instalado en nuestra casa otras dos semanas. Cada mañana, tendría que levantarme y mirarlo a la cara. Observar cómo salía por la puerta, sabiendo que seguramente iba a verse con ella. Sabiendo que Harry tenía que buscar en otro sitio porque yo no era lo bastante buena para él. Nunca me vería «de esa manera».
Día tras día me recordaba a mí misma que era una fracasada. Que lo que había deseado durante años había terminado haciéndome sufrir más de lo imaginable.
Rita, mi hermana mayor, fue la única persona de mi familia a la que se lo conté, y la obligué a jurar que no se lo diría a nadie. Sabía que aquello perjudicaría la prolongada y estrecha amistad entre nuestros padres, y no me parecía justo que Harry también destruyera eso. Además, me daba vergüenza. No soportaba la idea de que mis padres descubrieran lo estúpida que era su hija.
Rita intentó consolarme. Llegó a amenazar con matar a Harry si se acercaba a menos de tres metros de mí. Pero incluso treinta metros habrían sido pocos.
—Todo irá bien, Penny —prometió Rita mientras me rodeaba con sus brazos—. Todos nos empotramos contra algunos badenes por el camino.
Yo no me había empotrado contra un badén, sino contra un muro de ladrillo.
Y no quería volver a sufrir ese dolor nunca más.
Roochi.1D
Re: Lonely Hearts Club |Louis Tomlinson|
Harry es un puto insensible ¬¬
Tienes que seguirla babe!
Tienes que seguirla babe!
Pepaa
Re: Lonely Hearts Club |Louis Tomlinson|
Pepaa escribió:Harry es un puto insensible ¬¬
Tienes que seguirla babe!
En esta vez, le toca a Hazza ser el malo de la historia xD
La sigo pronto, cuando vea mas coments ! <3
Beeeesos !
Roochi.1D
Re: Lonely Hearts Club |Louis Tomlinson|
Maldito y sensual Styles!
asdhalsdasdl tarado. imbécil. insensible.
Me encantó el cap, pobre Penny :sad:
Siguela pronto ;)
asdhalsdasdl tarado. imbécil. insensible.
Me encantó el cap, pobre Penny :sad:
Siguela pronto ;)
Charlie.
Re: Lonely Hearts Club |Louis Tomlinson|
Charlie. escribió:Maldito y sensual Styles!
asdhalsdasdl tarado. imbécil. insensible.
Me encantó el cap, pobre Penny :sad:
Siguela pronto ;)
Si, pobre, pero encontrará a alguien mucho mejor ;)
La seguiré cuando vea más comentarios :3
Beeeeeesos ! <3
Roochi.1D
Re: Lonely Hearts Club |Louis Tomlinson|
Es raro leerla y saber que es lo que va a pasar :3 jashajhsjahsh y es raro acostumbrarse a otros nombres también :3 pero la aaaaamo y la voy a leer un millon de veces si es necesario jijijijiij
te amooo
te amooo
Mili1D
Re: Lonely Hearts Club |Louis Tomlinson|
Mili1D escribió:Es raro leerla y saber que es lo que va a pasar :3 jashajhsjahsh y es raro acostumbrarse a otros nombres también :3 pero la aaaaamo y la voy a leer un millon de veces si es necesario jijijijiij
te amooo
Es lo que me pasa a mí con Evermore :3
sajdhakjsdhakjsdhasj <3
te amo mássssssss <3
Roochi.1D
Re: Lonely Hearts Club |Louis Tomlinson|
Omg! este es el libro que estoy leyendo en este momento!!!!
me encanta y me gusta con harry en lugar del otro nombre. lo imagino mucho mas sexy jaja
me encanta :3 asi que aqui me tendras comentando sobre tu novela linda!
besos xx
me encanta y me gusta con harry en lugar del otro nombre. lo imagino mucho mas sexy jaja
me encanta :3 asi que aqui me tendras comentando sobre tu novela linda!
besos xx
berenice.bc
Re: Lonely Hearts Club |Louis Tomlinson|
berenice.bc escribió:Omg! este es el libro que estoy leyendo en este momento!!!!
me encanta y me gusta con harry en lugar del otro nombre. lo imagino mucho mas sexy jaja
me encanta :3 asi que aqui me tendras comentando sobre tu novela linda!
besos xx
Bienvenidaaaaaaaaaaa <3
Pues, imaginatelo como quieras :3
Beeeeesos :3
Roochi.1D
Re: Lonely Hearts Club |Louis Tomlinson|
Tres
Me sentía perdida. Necesitaba esconderme. Escapar.
Sólo se me ocurrió un remedio para aliviar el dolor. Recurrí a los únicos cuatro chicos que nunca me fallarían. Los únicos cuatro chicos que jamás me partirían el corazón, que no me decepcionarían.
John, Paul, George y Ringo.
Lo entenderá cualquiera que se haya aferrado a una canción como a un bote salvavidas. O que haya puesto una canción para despertar un sentimiento, un recuerdo. O que haya hecho sonar mentalmente una banda sonora para ahogar una conversación o una escena desagradable.
En cuanto regresé a mi habitación, destrozada por el rechazo de Harry, subí el volumen de mi estéreo hasta tal punto que la cama empezó a temblar. Los Beatles habían sido siempre una especie de manta reconfortante que me aportaba seguridad. Formaban parte de mi vida incluso antes de que naciera. De hecho, de no haber sido por los Beatles, no habría llegado a nacer.
Mis padres se conocieron la noche en que John Lennon murió de un disparo, junto a un altar improvisado en un parque de Chicago. Ambos eran fans de los Beatles de toda la vida, y con el paso del tiempo decidieron que no tenían más remedio que llamar a sus tres hijas con los nombres de tres canciones del grupo: Lucy in the Sky with Diamonds, Lovely Rita y Penny Lane.
Eso sí, mis dos hermanas mayores tuvieron la suerte de que les pusieran segundos nombres corrientes, pero a mí me otorgaron el título completo de Lennon y McCartney: Penny Lane. Incluso nací el 7 de febrero, aniversario de la primera visita de los Beatles a Estados Unidos. No creía que fuera una casualidad. No me habría extrañado que mi madre se hubiera negado a empujar para que yo naciera en esa fecha concreta.
Casi todos los viajes familiares tenían como destino la ciudad de Liverpool, en Inglaterra. En todas nuestras felicitaciones de Navidad aparecíamos recreando la portada de un disco de los Beatles. Aquello debería haberme incitado a la rebelión. En cambio, los Beatles se convirtieron en parte de mí. Ya me sintiera feliz o desdichada, sus letras, su música me suponían un consuelo.
Ahora, traté de sofocar las palabras de Harry con una explosión de Help! Mientras tanto, recurrí a mi diario. Al cogerlo, el ejemplar encuadernado en piel se notaba pesado, cargado por los años de emociones que contenían sus páginas. Lo abrí e inspeccioné las entradas, casi todas con letras de los Beatles. A cualquier otra persona le habrían resultado asociaciones absurdas; pero, para mí, el significado de las letras iba mucho más allá de las palabras. Eran instantáneas de mi vida: de lo bueno, lo malo y lo relacionado con los chicos.
Cuánto sufrimiento. Me puse a examinar mis relaciones anteriores.
Dan Walker, de segundo de bachillerato y, según Tracy, mejor «un tío bueno». Salimos cuatro meses, cuando empecé cuarto de secundaria. Las cosas comenzaron bastante bien, si por «bien» se entiende ir al cine y a tomar pizza los viernes por la noche con el resto de las parejas de la ciudad. Al final, Dan empezó a confundirme con el personaje de la película Casi famosos, también llamado Penny Lane. Era una groupie empedernida, y a Dan se le metió en su cabeza hueca que, si tocaba a la guitarra Stairway to Heaven, me rendiría. No tardé mucho en darme cuenta de que el atractivo físico no conlleva necesariamente las dotes de un buen guitarrista. Una vez que se hubo percatado de que mis bragas seguían en su sitio, Dan cambió de melodía.
Después vino Derek Simpson, quien —estoy convencida— sólo salió conmigo porque pensaba que mi madre, farmacéutica, le podía conseguir pastillas.
Darren McWilSteves no fue mucho mejor. Empezamos a salir justo antes de que este verano me entrara la locura por Harry. Parecía un tipo encantador hasta que le dio por frecuentar a Laura Jaworski, quien resultó ser una buena amiga mía. Acabó quedando con las dos el mismo día. No se le ocurrió que compararíamos nuestras agendas.
Dan, Derek y Darren. Y sólo en cuarto de secundaria. Me engañaron, me mintieron y me utilizaron. ¿Qué lección aprendí? La de mantenerme alejada de los chicos cuyo nombre de pila empiece por «D», ya que todos ellos eran el diablo personificado.
Puede que el verdadero nombre de Harry fuera Dante el Destructor de Deseos. Porque era diez veces peor que los tres «D» juntos.
Aparté el diario a un lado. Estaba furiosa con Harry, es verdad. Pero, sobre todo, estaba furiosa conmigo misma. ¿Por qué me presté a salir con ellos? ¿Qué saqué de aquellas relaciones, aparte de un corazón destrozado? Yo era más inteligente que todo eso. Tendría que haberlo sabido.
¿En serio quería seguir siendo utilizada? ¿Es que había alguien ahí fuera que mereciera la pena?
Había creído que Harry sí merecía la pena, pero estaba equivocada.
Cuando me levanté para llamar a Tracy —tenía que compartir mis penas con ella—, algo me llamó la atención. Me acerqué a mi póster preferido de los Beatles y empecé a pasar los dedos por las letras: Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band.
Había contemplado aquel póster día tras día durante los últimos siete años. Había escuchado aquel álbum, uno de mis favoritos, cientos de veces. Era como si, para mí, siempre hubiera sido una única palabra muy larga: SgtPepper’sLonelyHeartsClubBand. Pero ahora tres términos se desligaban del resto, y descubrí en la expresión algo completamente nuevo.
Lonely.
Hearts.
Club.
Entonces, sucedió.
Algo relacionado con aquellas palabras.
Lonely. Hearts. Club.
Club. Corazones. Solitarios.
En teoría, podría sonar deprimente. Pero en aquella música no había nada deprimente.
No, este Club de los Corazones Solitarios era justo lo contrario a deprimente. Era fascinante.
Había tenido la respuesta delante de mis ojos, desde el principio. Sí, había encontrado una manera para que dejaran de engañarme, de mentirme, de utilizarme.
Dejaría de torturarme al salir con fracasados. Disfrutaría de los beneficios de la soltería. Por una vez, me concentraría en mí misma. Primero de bachillerato iba a ser mi año. Todo giraría alrededor de mí, Penny Lane Bloom, fundadora y socia única del Club de los Corazones Solitarios.
Sólo se me ocurrió un remedio para aliviar el dolor. Recurrí a los únicos cuatro chicos que nunca me fallarían. Los únicos cuatro chicos que jamás me partirían el corazón, que no me decepcionarían.
John, Paul, George y Ringo.
Lo entenderá cualquiera que se haya aferrado a una canción como a un bote salvavidas. O que haya puesto una canción para despertar un sentimiento, un recuerdo. O que haya hecho sonar mentalmente una banda sonora para ahogar una conversación o una escena desagradable.
En cuanto regresé a mi habitación, destrozada por el rechazo de Harry, subí el volumen de mi estéreo hasta tal punto que la cama empezó a temblar. Los Beatles habían sido siempre una especie de manta reconfortante que me aportaba seguridad. Formaban parte de mi vida incluso antes de que naciera. De hecho, de no haber sido por los Beatles, no habría llegado a nacer.
Mis padres se conocieron la noche en que John Lennon murió de un disparo, junto a un altar improvisado en un parque de Chicago. Ambos eran fans de los Beatles de toda la vida, y con el paso del tiempo decidieron que no tenían más remedio que llamar a sus tres hijas con los nombres de tres canciones del grupo: Lucy in the Sky with Diamonds, Lovely Rita y Penny Lane.
Eso sí, mis dos hermanas mayores tuvieron la suerte de que les pusieran segundos nombres corrientes, pero a mí me otorgaron el título completo de Lennon y McCartney: Penny Lane. Incluso nací el 7 de febrero, aniversario de la primera visita de los Beatles a Estados Unidos. No creía que fuera una casualidad. No me habría extrañado que mi madre se hubiera negado a empujar para que yo naciera en esa fecha concreta.
Casi todos los viajes familiares tenían como destino la ciudad de Liverpool, en Inglaterra. En todas nuestras felicitaciones de Navidad aparecíamos recreando la portada de un disco de los Beatles. Aquello debería haberme incitado a la rebelión. En cambio, los Beatles se convirtieron en parte de mí. Ya me sintiera feliz o desdichada, sus letras, su música me suponían un consuelo.
Ahora, traté de sofocar las palabras de Harry con una explosión de Help! Mientras tanto, recurrí a mi diario. Al cogerlo, el ejemplar encuadernado en piel se notaba pesado, cargado por los años de emociones que contenían sus páginas. Lo abrí e inspeccioné las entradas, casi todas con letras de los Beatles. A cualquier otra persona le habrían resultado asociaciones absurdas; pero, para mí, el significado de las letras iba mucho más allá de las palabras. Eran instantáneas de mi vida: de lo bueno, lo malo y lo relacionado con los chicos.
Cuánto sufrimiento. Me puse a examinar mis relaciones anteriores.
Dan Walker, de segundo de bachillerato y, según Tracy, mejor «un tío bueno». Salimos cuatro meses, cuando empecé cuarto de secundaria. Las cosas comenzaron bastante bien, si por «bien» se entiende ir al cine y a tomar pizza los viernes por la noche con el resto de las parejas de la ciudad. Al final, Dan empezó a confundirme con el personaje de la película Casi famosos, también llamado Penny Lane. Era una groupie empedernida, y a Dan se le metió en su cabeza hueca que, si tocaba a la guitarra Stairway to Heaven, me rendiría. No tardé mucho en darme cuenta de que el atractivo físico no conlleva necesariamente las dotes de un buen guitarrista. Una vez que se hubo percatado de que mis bragas seguían en su sitio, Dan cambió de melodía.
Después vino Derek Simpson, quien —estoy convencida— sólo salió conmigo porque pensaba que mi madre, farmacéutica, le podía conseguir pastillas.
Darren McWilSteves no fue mucho mejor. Empezamos a salir justo antes de que este verano me entrara la locura por Harry. Parecía un tipo encantador hasta que le dio por frecuentar a Laura Jaworski, quien resultó ser una buena amiga mía. Acabó quedando con las dos el mismo día. No se le ocurrió que compararíamos nuestras agendas.
Dan, Derek y Darren. Y sólo en cuarto de secundaria. Me engañaron, me mintieron y me utilizaron. ¿Qué lección aprendí? La de mantenerme alejada de los chicos cuyo nombre de pila empiece por «D», ya que todos ellos eran el diablo personificado.
Puede que el verdadero nombre de Harry fuera Dante el Destructor de Deseos. Porque era diez veces peor que los tres «D» juntos.
Aparté el diario a un lado. Estaba furiosa con Harry, es verdad. Pero, sobre todo, estaba furiosa conmigo misma. ¿Por qué me presté a salir con ellos? ¿Qué saqué de aquellas relaciones, aparte de un corazón destrozado? Yo era más inteligente que todo eso. Tendría que haberlo sabido.
¿En serio quería seguir siendo utilizada? ¿Es que había alguien ahí fuera que mereciera la pena?
Había creído que Harry sí merecía la pena, pero estaba equivocada.
Cuando me levanté para llamar a Tracy —tenía que compartir mis penas con ella—, algo me llamó la atención. Me acerqué a mi póster preferido de los Beatles y empecé a pasar los dedos por las letras: Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band.
Había contemplado aquel póster día tras día durante los últimos siete años. Había escuchado aquel álbum, uno de mis favoritos, cientos de veces. Era como si, para mí, siempre hubiera sido una única palabra muy larga: SgtPepper’sLonelyHeartsClubBand. Pero ahora tres términos se desligaban del resto, y descubrí en la expresión algo completamente nuevo.
Lonely.
Hearts.
Club.
Entonces, sucedió.
Algo relacionado con aquellas palabras.
Lonely. Hearts. Club.
Club. Corazones. Solitarios.
En teoría, podría sonar deprimente. Pero en aquella música no había nada deprimente.
No, este Club de los Corazones Solitarios era justo lo contrario a deprimente. Era fascinante.
Había tenido la respuesta delante de mis ojos, desde el principio. Sí, había encontrado una manera para que dejaran de engañarme, de mentirme, de utilizarme.
Dejaría de torturarme al salir con fracasados. Disfrutaría de los beneficios de la soltería. Por una vez, me concentraría en mí misma. Primero de bachillerato iba a ser mi año. Todo giraría alrededor de mí, Penny Lane Bloom, fundadora y socia única del Club de los Corazones Solitarios.
Roochi.1D
Re: Lonely Hearts Club |Louis Tomlinson|
¡Hola!
Nueva lectora reportándose :}
Aún no puedo creer lo que hizo Harry, maldito rizado insensible, ah.
Ahora se formó el club, no se si eso es bueno o malo, pero que más da.
Síguela pronto xxxxxxx.
Nueva lectora reportándose :}
Aún no puedo creer lo que hizo Harry, maldito rizado insensible, ah.
Ahora se formó el club, no se si eso es bueno o malo, pero que más da.
Síguela pronto xxxxxxx.
{Aииι.}
Re: Lonely Hearts Club |Louis Tomlinson|
OMFG, estoy leyendo también el libro, hermosa adaptación <3
Badk1Ds
Re: Lonely Hearts Club |Louis Tomlinson|
{Aииι.} escribió:¡Hola!
Nueva lectora reportándose :}
Aún no puedo creer lo que hizo Harry, maldito rizado insensible, ah.
Ahora se formó el club, no se si eso es bueno o malo, pero que más da.
Síguela pronto xxxxxxx.
Bienvenidaaaaaaaa <3
Tienes derecho a putearlo lo más que pueda -aunque yo amo a Hazza :3-
mmm.. tendrás que seguir leyendo para ver que tal el club e.e
La sigo más tarde :)
Roochi.1D
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