Crazy In Love |Niall Horan| [Terminada]

—entonces, ¿intercambiaron historias? —le preguntó Harry a Samantha, mientras ambos se encontraban tumbados en la cama del ruloso.
—sí… fue… ¡hermoso Harold! —exclamó alegre. Harry la miró y sonrió. Verla feliz, lo hacía feliz.
Era domingo por la tarde y debido al aburrimiento de ambos decidieron juntarse en la casa de Harry, a conversar o a hacer bobadas.
—¿te contuviste? —preguntó riendo
—por supuesto que si Harry. Si no lo hacía, sabría de inmediato que soy una loca psicópata que lo ama!
—¿no crees que exageras las cosas?
—en absoluto.
—estás loca Sammie.
—no estoy loca, tú eres muy normal—ambos rieron—¿y Constance?
—salió de la ciudad, llegará en tres días…
—¿me estás queriendo decir que la muy desgraciada me dejó sola contigo?
—Como si fuera malo quedarte conmigo—dijo con sarcasmo. Sammie se levantó de la cama, lo miró y río.
—claro que no es malo tonto, sólo bromeaba—se comenzó a hacer para atrás y se quedó cerca de la puerta
—¿Qué haces?
—MUNDO, ¡AQUÍ VOY! —gritó. Tomó impulso y comenzó a correr. En tres segundos, estaba arriba de Harry, dejando al pobre sin respirar—¡te adoro Harold! —dijo dándole besos en la cara. –exceptuando los labios – era algo que siempre hacían como amigos.
—Samantha, sal de encima! ¡SAMMIE ME DEJAS SIN RESPIRACIÓN! —gritaba como loco
—¡Ay Harold por dios! Déjame quererte!
—mucho amor, mucho amor—dijo al borde de estallar. Samantha vio que Harry estaba al borde la de muerte y se quitó sobre él.
—eres un llorón Styles. Aceptas que Constance lo haga pero yo no.
—es que ella es más suave conmigo
—sabes que lo suave no va conmigo—ambos rieron. Harry se levantó también y quedó frente a ella.
—¿Qué tal si salimos a dar una vuelta?
—me parece bien—sonrió.
Ambos salieron del cuarto de Harry y luego de su casa.
Comenzaron a caminar hacia cualquier lado, riendo y hablando de lo típico que los evocaba cuando estaba sin Constance. De ellos.
Les gustaba hablar de sus recuerdos de niños, pues tienen dieciocho años de historia y eso puede convertirse en un gran tema de conversación.
—¿recuerdas la ves que rompimos el jarrón de tu mamá? —le dijo riendo Sammie a Harry. El ojiverde también río con ella.
—lo recuerdo… culpamos a Dusty por eso y mamá lo echó de la casa…
—Oh… lamento recordarte que Dusty se fue por mi culpa.
—era un buen gato—río—algún día tendré otro igual de leal que ese… ¡oh! ¿recuerdas la vez que le hicimos una broma a Louis con sus zanahorias?
—sí… ahí fue cuando descubrimos que lo que consumía mamá eran… drogas—Samantha agachó la mirada y sonrió con nostalgia. Harry paró en seco al darse cuenta de aquel semejante recuerdo que había hecho. Samantha dejó de caminar al ver que Harry se había quedado ahí, inmóvil y le sonrió—no pasa nada Harry—dijo acercándose a él— ya pasó aquello…
—tu no entiendes Sammie…
—¿Qué no entiendo?
—me siento culpable.
—¿de qué?
—no estuve cuando te sucedió eso, y bueno… me siento culpable por eso.
—no deberías—dijo abrazándolo—no te sientas culpable por eso—le sonrió y le besó la mejilla.
—pero no estuve para ti…
—tenías miedo y te entiendo…
—¿Cómo sabes que tenía miedo?
—porque yo también lo tendría Harry…
—perdóname
—no tienes por qué disculparte—ambos sonrieron y deshicieron por completo su abrazo.
—bien… ¿Qué te parece si vamos a tomarnos unos helados?
—¡claro! El último que llega a la heladería de Pepe los paga—Sammie se echó a correr y tras ella iba Harry, quien la alcanzó de inmediato y llegó antes que ella a la heladería.
—t-te o-odio—le dijo Samantha mientras trataba de calmar su agitada respiración
—también te amo—sonrió—anda, vamos—Harry le tomó la mano a Sammie y así entraron a la heladería.
Un señor canoso, algo gordo y con un bigote debajo de la nariz, que ha estado siempre a cargo del local, al verlos entrar sonrió de oreja a oreja.
—¡pero si a quien tenemos aquí! A este par de bribones que siempre andan juntos. ¿Qué tal les trata la vida?
—hola Pepe—dijo sonriendo Harry—lo de siempre.
—eso quiere decir que les ha tratado bien—sonrió—enseguida les traigo su orden
—gracias Pepe—le dijo Samantha. Los dos se fueron a sentar en la mesa de siempre. Una mesa que está al final del local, junto a la ventana y comenzaron a conversar.
—oh oh…—dijo Harry, mirando hacia la entrada mientras esperaban su orden
—¿Qué sucede? —preguntó Samantha.
—sólo te pido que no te alteres pero…—ella lo interrumpió
—está Niall aquí—y cómo la psicópata encubierta que es, volteó a mirar a la entrada del local y efectivamente había entrado Niall, junto con Liam.
—oye, date vuelta, pareces loca—dijo Harry riendo
—losé—giró a ver a su amigo—tú me quieres así, loca o no—sonrió
—por desgracia…¡mira, ahí viene Pepe!
—bien chicos, aquí está lo de siempre. Dos bananas Split
—¡qué rico! —exclamaron al mismo tiempo—gracias Pepe.
—no hay de qué—sonrió—si me disculpan, debo ir a atender a los jóvenes que recién llegaron. Con permiso, y provecho.
—gracias—dijo harry—él siempre nos verá como los niños de diez años que conoció cuando rompimos el vidrio de la puerta—río. Sammie también lo hizo.
—aun recuerdo ese día! Papá me regañó como por media hora por haberle hecho eso a Pepe y me dijo: “desde ahora en adelante, siempre comerás helados allí”
—dicho y hecho—ambos rieron.

Mientras comían sus bananas Split, aquel rubio que había entrado en el local, se había percatado de la presencia de Samantha y su amigo. Y por supuesto, Liam también lo había hecho.
—¿quieres ir a saludar? —le preguntó Liam a Niall, al ver que éste no le despegaba la mirada de encima.
—¿y molestarlos? No, ni loco.
—oh pues, yo iré a saludarlos—Liam se fue del lado de Niall y caminó en dirección a Samantha y Harry.
—hola chicos! —dijo él, posándose al lado de la mesa de la pareja de amigos. Harry lo miró y luego miró a Samantha, quien se estaba atragantado con su helado.
—hola Liam—saludó Harry.
—ho-hola Li-Liam—dijo apenas Sammie, mientras trataba de parar su tos por haberse atorado
—¿estás bien? —le preguntó Liam.
—no lo está—dijo parándose Harry, y posándose detrás de Samantha para comenzar a acariciar su espalda, para parar aquel ataque—siempre que se atora hay que hacer esto, si no, podría morirse—dijo sonriendo. Liam los miró y río.
—wow, se nota que sabes todo para calmarla. ¡mírala! Paró de toser y ahora está tranquila—Harry la miró y se dio cuenta que ya el ataque había parado, así que se devolvió a su asiento
—dieciocho años que valgan la pena—dijo Samantha—¿Qué haces aquí Liam?
—vine con Niall a tomarnos unos helados. Creo que es más que obvio ya que es una heladería.
—cierto—sonrió.
—hola muchachos—de pronto, Niall hizo acto de presencia en la mesa y gracias al cielo, Samantha no se había llevado ningún bocado de helado, si no, se hubiera atragantado de nuevo.
—hola Niall—saludó Harry.
—hola—dijo Samantha.
—provecho—les dijo el rubio.
—gracias—respondió Sammie
—¿gustan sentarse con nosotros? —les preguntó Harry.
—si no es mucha molestia—Liam tomó dos sillas y las puso la lado de ellos, y cada uno se sentó con sus helados.
Ahora la mesa no era de dos, si no de cuatro.
Increíblemente, desde que Liam y Niall se sentaron en la mesa, los cuatro se pusieron a conversar animadamente, muchas risas y chistes.
Samantha no podía creer que Niall Horan, su amor imposible estaba junto a ella, tomando helado y riendo. Sin duda, amaba tener al rubio junto a ella, pues la hacía sentir bien… bastante bien. De vez en cuando lo miraba, sólo para percatarse de sus facciones faciales, las cuales nunca se había dado el tiempo necesario para analizarlas.
Mientras lo observaba, recordó su conversación de ayer. ¡claro! Tonta y olvidadiza Samantha, si sigues así, terminarás olvidando tu propio nombre.
¡eran nuevos amigos y ella lo había olvidado!
Sigue pensando que aún es su amor imposible… su estúpido y sensual amor imposible.

Siguió mirando a Niall, hasta que una patada le llegó, por debajo de la meza y salió de su trance.
Al salir, notó que todos la miraban. Niall y Liam la miraban confundidos y Harry la miraba con cara de: “estúpida, se dieron cuenta de que lo estabas mirando”. Sammie enrojeció sus mejillas en menos de lo que puede decir: “Niall”
—¿Samantha, estás aquí? —le dijo Niall
—dios santo…—susurró Samantha—estúpida—pensó —sí, estoy aquí.
—entonces, ¿no te molesta si te vamos a dejar nosotros? —le preguntó Liam.
—¿qué? —preguntó Sammie algo sorprendida
—Sweetness debo irme—le dijo Harry, levantándose y sonriéndole—te llamo en la noche
—de acuerdo—dijo aun confundida.
—adiós chicos—se despidió Harry
—adiós harry—se despidieron Liam y Niall. Harry se acercó a Samantha y le besó la frente para luego sonreírle y susurrarle un: “adiós, pásala bien”.
—es muy simpático—dijo Liam cuando Harry se fue—ya veo por qué son mejores amigos.
—sí…—Samantha aun estaba confundida. ¿Dónde había ido Harry? ¿se tenía que ir con ellos? ¿Por qué demonios debía ser tan tonta y distraída?
—¿quieres irte a tu casa? —le preguntó Niall.
—oh… Sí, si no es mucha molestia.
—vamos para allá—dijo Liam sonriente—recuerda que somos vecinos.
—claro… vamos—los tres se levantaron y Niall y Liam pagaron lo suyo, mientras que ella los esperaba, ya que Harry había pagado a pesar de que ella había llegado último. Jamás en su vida Harry dejaría que Samantha pagase la cuenta.
Luego, los tres salieron del local, y en caminata moderada y conversando, se dirigieron al barrio donde vivían Liam y Samantha.
—¿entonces el lunes tienen práctica? ¿Qué no se cansan de jugar todo el tiempo? —les preguntó riendo Sammie.
—en absoluto! Nos divierte mucho el bascketball—sonrió Liam.
—yo creo que ya hubiera muerto! Soy pésima para los deportes—los tres rieron ante el nuevo dato que les entregaba ella, a ellos.
Mientras Liam y Samantha hablaban animadamente, fue Niall quien se dedicó ahora a observarla.
Su risa, era bastante contagiosa. Su cabello, bastante confuso color, pues ahora se le veía café oscuro y no negro. Sus ojos, eran como los de su primo por lo que le había dicho ella, color turquesa. Nariz respingada, y piel no tan pálida. Era más baja que él, en realidad, más baja que todos.
¿Cómo es que jamás se había percatado de su presencia en la escuela?
Era linda. Bastante linda.
Siguió observándola, pero trató de ser más disimulado y se dio cuenta que en su muñeca de la mano izquierda tenía una pequeña marca.
Era una marca de nacimiento y tenía una forma bastante poco común. La forma de una estrella. Jamás en su vida había visto una marca con semejante forma, siendo que Liam tiene su marca en el cuello y con una forma bastante parecida a un corazón, pero ésta tenía la forma de una estrella.
Después de hacerle un análisis completo a Samantha, tuvo la conclusión de que era una chica bastante hermosa, para nunca haber notado su presencia. Dejó de observarla y se dio cuenta que había estado callado todo el camino y que ya estaban en la casa de Sammie, justo al frente de la casa de Liam.
—bien chicos, gracias por traerme—dijo sonriendo Samantha—nos vemos mañana en la escuela
—claro, no hay de qué—dijo Liam—nos vemos linda—ella agitó su mano en señal de despedida para ambos y entró a su casa rápidamente.
Los dos chicos voltearon y cruzaron la calle para llegar a la casa de Liam.
—Liam—le llamó la atención Niall.
—¿Qué sucede?
—tenías razón…
—¿en que tenía razón?
—ella es bastante interesante… y linda—dijo sonriendo.

Samantha dormía plácidamente, soñando con cualquier cosa y pensando que mañana sería un hermoso sábado.
Aquel lugar de paraíso, donde no existía la escuela, ni sus padres, ni sus amigos, ni Niall ni nadie, sólo ella, fue completamente derrumbado, cuando un histérico Louis azotó la puerta de su habitación, despertándola por completo.
—¡SAMANTHA DIOS MÍO NOS QUEDAMOS DORMIDOS, DESPIERTA, DESPIERTA! —los gritos de Louis resonaron en la cabeza de Samantha, en especial las palabras: “nos quedamos dormidos”.
La muchacha saltó de su cama y miró a su primo alterada.
—¿¡Louis idiota por qué no me despertaste?! —le gritó
—¡porque yo también me quedé dormido! —ambos suspiraron y cada uno se dirigió a alistarse para sus respectivos días de trabajo y escuela.
Samantha hizo un milagro al estar lista en quince minutos. Pues, llegar atrasada un día miércoles, sabía que no le iría bien, en absoluto.
—¿estás lista? —le preguntó Louis entrando a su cuarto
—sí… ¿me puedes ir a dejar en auto?
—¿y tú eres tonta o qué? Por supuesto! —ambos salieron corriendo de la casa, al auto de Louis que está siempre estacionado fuera de su casa.
—¡vamos Louis! ¡apúrate en encender el jodido auto! —gritó Samantha desesperada, mientras su torpe primo trataba de poner la llave para encenderlo.
—¡cálmate que me pones nervioso! —le exigió. Después de unos segundos, Louis logró echar andar el auto y acelerados se fueron a la primera parada: “la secundaria donde estudia Samantha”.
—gracias por traerme Louis, nos vemos en la tarde, adiós—dijo Sammie rápidamente mientras se bajaba del auto.
Ni escuchó el “adiós” de Louis ya que apurada comenzó a correr hacia el salón, tratando de que la inspectora no la viera. De ser así, se llevaba un castigo seguro.
Pero claro, como Samantha Woods es una chica de mala suerte – según Louis es la maldición de los Woods – lo que menos quería, le sucedió.
La señorita Marcy estaba ahí, andando por los pasillos y la descubrió corriendo hacia su salón, cuya clase que ahora le correspondía era Literatura. Su favorita.
—¡señorita Woods! ¿A dónde cree que va? ¡A LA OFICINA DEL DIRECTOR! —terminó gritándole lo último. Samantha sólo se dignó a suspirar y mirar feo a aquella inspectora soltera con cincuenta gatos en su casa.
A pasos pesados, se fue a la oficina del director, el señor Carmichael. Cuando llegó a la oficina, golpeó la puerta e inmediato un señor alto, un tanto gordo, con cabello café y bigote del mismo color le abrió la puerta.
—señorita Woods—dijo serio—¿Qué la trae por aquí? —Samantha iba a explicarle su atraso pero —el señor Carmichael se le adelantó—mejor entre—ella obedeció y junto al director entró a su oficina.
Él se sentó detrás de su escritorio como siempre y Sammie en la silla del frente
—ahora sí, explíqueme… ¿peleó otra vez con Malik? —Samantha río ligeramente ante el comentario de aquel señor.
—no señor Carmichael… llegué tarde—él la miró incrédulamente.
—es miércoles señorita Woods y es su quinto atraso al mes. ¿Qué quiere que haga? ¿Qué le vaya a despertar en las mañanas?
—no estaría mal—dijo riendo, cosa que no le causó gracia al señor Carmichael—lo siento—se volvió a poner seria.
—escúcheme algo… no quiero que mis alumnos lleguen atrasado. ¡es su quinta vez en el mes! Debería irse suspendida!
—¡NO! —exclamó alterada ella—por favor no me mande suspendida!
—entonces, llamaré a sus padres.
—¡TAMPOCO! —esta vez, se levantó de la silla y puso sus manos sobre la mesa. El señor Carmichael se asustó.
—señorita Woods, cálmese… y por favor, tome asiento—ella suspiró y se sentó—le tengo otra solución, se está implementando desde… ahora.
—¿Qué?
—será nuestro conejillo de indias. Trabajo comunitario.
—¿Qué? —preguntó ella confundida
—hace dos semanas concluimos que las suspensiones no servían. Así que implementamos el trabajo comunitario y será la primera y probarlo.
—¿y que es el trabajo comunitario?
—tendrá que ordenar las sillas de todos los salones del segundo piso— si los humanos no hubiésemos tenido la mandíbula de abajo junto con la de arriba, de seguro a Samantha se le hubiese caído al suelo.
¿ordenar todas esas sillas? ¡TODAS ESAS SILLAS!
—¿todas? ¿no pueden ser la mitad de los salones.
—todas o suspensión.
—todas—dijo sonriendo entre dientes
—bien. Hoy después de clases las tendrá que ordenar—Samantha lo miró mal y suspiró
—de acuerdo.
—puede irse a su clase Woods—ella no dijo nada y molesta se levantó de la silla y comenzó a caminar hacia la salida.
Cuando salió de la oficina, su mente estaba llena de insultos hacia el estúpido que se le ocurrió aquella “fantástica idea”. Porque de seguro el señor Carmichael no lo había pensado.
Llegó a su salón donde estaban en literatura y golpeó la puerta tres veces. Esperó unos segundos y salió la señorita Fritz a su encuentro.
—¡Woods! Pensé que no vendría. Pase—amablemente, la señorita Fritz la dejó entrar y ella con la mirada en alto lo hizo. Al entrar, todas las miradas se posaron en ella, como siempre cuando llegaba atrasada.
Buscó a Harry y lo encontró aparentemente durmiendo en el fondo, y le había reservado un puesto junto a él. Sonrió y avanzando rápido llegó al puesto y se sentó. Luego miró a Harry y lo golpeó con su libro.
—auch! —susurró él—¿Sammie? ¡Pensé que no vendrías.
—ya me ves, aquí estoy. Ahora despierta idiota, que la señorita Fritz se dará cuenta—y fue entonces, como ella comenzó su clase de literatura, pensando en que debía dejar de depender tanto de Louis y que tendría un gran problema a la salida, debido de que era miércoles. Y sabía que los miércoles, a las 5:00 de la tarde, ella tenía un compromiso, MUY importante.

(…)
—¿te castigó? ¿y con quién me iré ahora? —Harry le estaba “regañando y reclamando” a la salida de la escuela a Sammie aquel castigo que el director le había impuesto. Ella agachó la cabeza y río un bajito.
—igual no me hubiese ido contigo rulos—ahora lo miró sonriendo—tenía tutoría con Niall.
—y tendrás que cancelarla por llegar tarde y depender de Louis—Harry río. A ella, se le borró la sonrisa de su rostro.
—no molestes Constance.
—¿Cuántas veces te digo que no es Constance?
—no lo sé, hasta que tengas novia—Sammie río pero esta vez fue a Harry quien lo hizo gracia, ya que si bien eran mejores amigos de toda la vida, había una cosa que ella no sabía sobre Harry.
—que graciosa—dijo con sarcasmo—bien, te dejo ordenando. Adiós Samantha—y sin decir más él se fue. Samantha rodó los ojos, sabía que se había enojado. ¿Por qué tenía que ser tan sensible respecto a ese tema? Quien sabe, algún día descifraría que corre respecto en el amor en la cabeza de Harry.
Se quedó allí un momento mirando la nada y después recordó que debía comenzar a ordenar las sillas de los salones. Comenzó por el suyo. Sólo debía poner todas las sillas sobre los pupitres.

(…)

Niall estaba caminando directo al salón donde debía juntarse con Sammie para la tutoría de química. Mientras caminaba, pensaba en su atraso. Ella jamás llega atrasada su clase favorita, pero hoy si lo hizo. Estaba seguro que hoy le preguntaría que le había sucedido.
Cuando llegó al salón donde debían ser las tutorías, ella no estaba allí. Niall miró la hora en su celular y eran las 5:05 pm. Era raro esto, ya que ella había sido puntual la primera clase, mucho más puntual que él. Para no quedarse ahí como idiota esperándola, decidió ir a buscarla. Quizás estaba en otro salón, pensó Niall.
Recorrió casi todos los salones buscándola y no la encontró. Pero si notó, que todas las sillas estaban sobre los pupitres y eso era raro en la escuela. Por un momento pensó que estaba fumigando los salones. En fin, Niall llegó al último salón del segundo piso y escuchó unos ruidos extraños. Algo asustado, abrió la puerta para ver que sucedía y se topó a su alumna, ordenando las sillas del salón.
Gracias a ella los salones estaban limpios.
Se quedó un momento observándola desde la puerta y notaba que su rostro detonaba cansancio, y a la vez un poco de tristeza. Sin decir Niall, salió de su “puesto de vigilancia” y comenzó a ayudarla a subir las sillas a los pupitres.
Al primer movimiento de Niall, Samantha dio un salto del susto, ahogando un grito y poniendo sus manos en su pecho.
—¡Niall! —exclamó—¿Qué haces aquí? —Niall la miró y le sonrió. No dijo nada y siguió con las demás sillas. Ella lo miró—¿Qué haces aquí? —volvió a preguntar.
—te ayudo—dijo sin mirarla y concentrado en la que hacía.
—si el señor Carmichael te ve, te castigará a ti.
—lo dudo—dijo riendo—déjame terminar esto y nos vamos—ella no dijo nada. Iba a seguir haciéndolo porque era SU castigo y no el de Niall. Pero al momento de levantar una silla, él la detuvo.
—dije, que lo haré yo. Tú ya trabajaste bastante—y él terminó todo el salón. Samantha no podía creer que Niall había hecho eso por ella. Quizás estaba soñando, quizás no. Para probarlo, discretamente se pellizcó el brazo y pues, le dolió. O sea que no, no estaba soñando. Una sonrisa boba apareció en su cara.
—gracias Niall—le dijo ella mientras se dirigían a cualquier salón para la tutoría. Si bien, era una hora más tarde de lo que debería haber empezado, ambos decidieron que de todas formas la harían.
—no hay de qué, por lo que vi, hiciste eso con todos los salones—le sonrió
—sólo con los de éste piso.
—¿y por qué tenías que hacerlo?
—agh—dijo molesta—llegué tarde y el señor Carmichael me dio eso como castigo.
—¿por llegar tarde?
—tengo cinco atrasos en el mes.
—eso es mucho—dijo riendo Niall—¿Qué no suspendían por los atrasos?
—preferí el “Trabajo comunitario” pues, si me suspenden, Louis me matará—ella río junto con Niall.
—¿y por qué llegaste tarde?
—porque soy muy dependiente de mi primo… y él es mi despertador y se quedó dormido. Bueno, ambos nos quedamos dormidos—ella sonrió de lado—creo que debería dejar de ser tan dependiente.
—estoy de acuerdo contigo… oh! Entremos aquí—ambos entraron al salón y acomodaron un pupitre con dos sillas para comenzar la tutoría.
—Niall—dijo ella antes de que comenzara el rubio a explicarle
—¿sí?
—gracias, de nuevo—sonrió. Él también lo hizo.
—te gusta agradecer. No fue nada Samantha.
—no me digas Samantha! No me gusta mucho mi nombre… dime Sammie o Sam.
—¿Cómo no te dicen? —preguntó él.
—¿Qué? —contestó confundida
—¿Cómo no te dicen? —insistió sonriendo.
—pues, siempre me dicen Sammie. Eleanor, la novia de Louis suele decirme Sam, pero casi nunca. Solo cuando está feliz. Si no, soy Samantha o Sammie—dijo sonriendo.
—entonces te diré Sam
—¿Sam?
—bueno, todos te dicen igual… y a mí me gustaría ser el único que te llame diferente…—él río y ella lo acompañó.
Ambos acomodaron los libros y sus cuadernos de química, y a velocidad moderada, Niall le comenzó a explicar a Samantha, acerca de los enlaces.

Si bien ella entendió una parte de lo que él decía, otra parte se había concentrado en lo que le había dicho hace minutos.
“—bueno, todos te dicen igual… y a mí me gustaría ser el único que te llame diferente…”