Crazy In Love |Niall Horan| [Terminada]

Odio sentirme así. ¿Jamás les ha pasado que les gusta un chico que quizás ni nota que están en sus mismas clases?.
Bastante explícita para explicarme, pero bueno. Suele pasar ¿no?.
Lo amaba. Desde octavo grado guardándome el “¡Hey tú!, eres mío, y te amo. Aléjense zorras de él” . lamentablemente, aquello para mí era como una fantasía, ya que, había tenido a lo menos cuatro novias y yo, pasaba desapercibida por todas ellas.

Él, era el chico popular. No por acostarse con chicas o fumar, drogarse o tomar. Si no por sus calificaciones y por qué era el capitán del equipo de Bascketball de la escuela.

Yo, era la chica “invisible” del salón, bueno, casi invisible ya que tenía a mis dos mejores amigos conmigo.

Muy distintos éramos, yo lo amaba y él no. O por lo menos, eso es lo que yo creía…

"Las cosas cambian, en un abrir y cerrar de ojos" me dije, cuando me di cuenta que estaba con él, estudiando química.

Ahí se encontraba Samantha, caminando en la acera hacia su escuela en compañía de su música a través de los audífonos y de su primo mayor, Louis, quien siempre la iba a dejar a la escuela.
—¿Samantha? ¿me estás escuchando? —de pronto, el tono de reproche de Louis la sacó de sus pensamientos. Agitó se cabeza, se quitó los auriculares y asintió rápidamente. Él sonrió y negó con la cabeza—Sammie… ¿Qué haré contigo?
—cuidarme y darme mucho amor—contestó riendo—lo siento Lou, es lunes y quiero distraerme antes de entrar a la escuela.
—oh vamos, por lo menos tu no trabajas. Yo sí.
—eres empresario, tu quisiste ser eso.
—sí, ya no puedo retractarme. En fin, como te decía hoy iré a cenar con Eleanor, así que tienes el apartamento disponible, pero para estudio, y no cosas cochinas.
—río—sí papá, como tu digas. Bien, aquí nos separamos—dijo frente a la entrada de la escuela—adiós primito, trabaja duro—Samantha lo abrazó fuertemente y como siempre lo hacía Louis, le besó la frente en respuesta de su abrazo.
—lo mismo tu pequeña, nos vemos… Muy tarde—sonrió y luego se fue, lo vio caminar dos cuadras más arriba y entró a un edificio corporativo. Ahí iba su primo, padre, hermano, amigo, Louis Tomlinson.
Entró a la escuela y caminó por varios pasillos hasta llegar a su casillero. Mientras caminaba, Sammie lo buscaba con la mirada. Quería verlo. Quería ver al chico imposible de sus sueños.
Como no lo encontró, abrió su casillero y ahí estaban todos los horrorosos libros que usa cinco días a la semana. Suspiró con pesar y comenzó a ordenarlos, cuando alguien tapa sus ojos con sus manos. Sonrió, sabía quien era.
—adivina Sammie, adivina—dijo ‘alguien’ con una voz graciosa. Ella río
—si eres Nicki Minaj debo decirte que tus implantes se cayeron—escuchó una gran carcajada por parte de él y luego pudo ver de nuevo. Se giró y ahí estaba su mejor amigo, de impecable sonrisa y encantadores rulos, Harry. Harry Styles.
—primero, dijiste que era Cheryl Cole, luego Miranda Cosgrove, después Taylor Swift, también que era Connie, ahora Nicki Minaj… pero nunca Harry… ¿quieres que me vuelva mujer?
—claro que no, linda—dijo guiñándole el ojo, a lo que él puso un rostro serio— solo bromeo Harold, no te enojes. Siempre sé que eres tú, lo que pasa es que me gusta jugar un poco… y jamás te dije que era Connie!
—dijiste que era Constance.
—bueno, alégrate! Es nuestra amiga, a quien lo gustaría ser como ella!
—a mí—río—bueno, pasando a otro tema, ¿Qué tal estás?
—no me quejo, el fin de semana me la pasé con Louis en la casa tratando de ordenar mi cuarto. El pobre salió asustado de allí.
—¿Qué encontró?
—ropa tuya, ropa de él, libros que hablan sobre hadas y dragones, unas bragas de teletubbies, entre otras cosas—Harry la miró asustado y luego río.
—me compadezco de Louis por tener a una prima como tú
—ya calla Styles, que bastante te gusta que sea tu mejor amiga—dijo cerrando su casillero y comencé a caminar junto a él.
—tienes razón—sonrió—¿has visto a Connie?
—¿me ves con ella?
—no…
—¿entonces?
—entonces no.
—eres listo y rápido, me siento orgullosa.
—no sé como diablos te soporto—suspiró. Samantha sólo sonrió y siguió caminando hasta que… un idiota pasó corriendo y chocando con ella, tirándola al suelo junto con sus pertenencias
—Sammie! —escuchó que gritó Harry. Samantha media aturdida miró y lo único que pudo ver, fue una cabellera rubia y ojos muy azulinos
—¡ten más cuidado, idiota! —le gritó.
—lo siento…—escuchó bajito. De pronto cayó en cuenta de algo.
Estaba ahí, tirada en el suelo, gritándole a su amor imposible cosas tontas. Quien la había empujado, había sido Niall Horan. Su amor desde octavo grado.
Él la miraba confuso y Sammie sólo cayó y se sonrojó
—lo siento por gritarte—dijo. Sintió como unas manos la tomaban en sus brazos para levantarla. Miró hacia arriba y Harry fue quien la levantó del “hermosos suelo”
—gracias—le dijo. Luego se giró a ver a Niall, pero él ya no estaba. Se había levantando y marchado.
Se aseguró que no hubiera monos en la costa y de pronto… estalló.
—¡VISTE ESO HAROLD! ¡ME MIRÓ! ¡SE DISCULPÓ! ¿LO VISTE?! —gritó eufórica, que casi dejó sordo a Harry
—Sammie, estaba a tu lado, si lo vi—dijo—en mi opinión, debería comprarse lentes para ver por donde va.
—no importa si tiene lentes o no! Chocó conmigo y lo pude ver más de cerca—suspiró
—no puedo creer que lleves cuatro años esperando a que él se interese en ti.
—¿disculpa? —preguntó ofendida—no puedo creer que siempre me critiques por que me interese en Niall.
—sólo te digo la verdad, Sammie.
—ya calla mejor Harry, iré en busca de Connie, después hablamos—y se separó del lado del muchacho. Le había molestado bastante aquella actitud de él. Sabía perfectamente que a Harry le molestaba Niall Horan, pero no era para tanto… ¿o si?.
Prefirió no darle importancia y caminó en busca de su amiga. Iba tranquila caminado y buscándola, cuando un grito cuyo mensaje era su apodo, la hizo voltear. Ahí estaba su mejor amiga, Constance Bolton o como ella y Harry le llamaban, Connie.
—¡Sammie! —dijo Connie abrazándola—¿que tal estás? Pensé que estarías con Harry.
—estoy bien Connie—sonrió—estaba con Harry hace un rato, pero Niall me chocó y él se enojó así que decidí dejarlo solo.
—hay! Ese Harry no tiene remedio—hizo una pausa—espera… ¿Cómo es eso de que chocaste con Niall Horan? ¡Cuéntamelo todo!
—no fue nada, sólo el venía corriendo, y chocó conmigo.
—¿y tu no convulsionaste?
—lo hice cuando se fue—río—eso molestó a Harry.
—sabes que está celoso ¿verdad?
—no sé que tanto le molesta, sabe que Niall me gusta desde octavo grado.
—es que tu eres la hermanita pequeña de Harry. Para él es duro saber que un idiota te ignora mientras tú estás babosa por él…
—Connie… ¿te estás oyendo?
—¿Qué? Sólo digo lo que es cierto!
—como digas, vamos a clases, no quiero seguir perdiendo tiempo aquí en el pasillo y escuchando la “preocupación” que tiene Harry hacia mí—y sin más que decir, se dio la media vuelta y en compañía de Constance se dirigieron al salón del primer periodo, el cual correspondía a matemáticas.
—demonios…—dijo Connie. Samantha la miró
—¿Qué pasa?
—había tarea… y no la hice.
—irresponsable!
—a que tu tampoco la hiciste…
—se la pediremos a alguien por ahí—ambas rieron y entraron al salón. Sammie buscó con la mirada a Harry. Una culpa se la comía por dentro y no sabía por qué. De pronto lo divisó al final del salón, apoyando su cabeza en la mesa, mirando hacia la ventana.
—¿irás con Harry? —le preguntó Connie.
—sí, busca un puesto para las dos por mientras—se separó del lado de su amiga y se dirigió al pupitre de Harry. Notó que tenía los auriculares puestos así que lentamente le quitó el de la oreja izquierda y se acercó, para susurrarle…
—Harold, te quiero—le dijo lo más tierna posible que podía. Una debilidad que ella conocía bien de Harry, era que si ella o Constance hablaban así, él se derretía, a pesar de que sólo fueran amigos.
Inmediatamente Harry levantó la mirada y le sonrió.
—yo también te quiero Sammie…
—losé—dijo riendo—perdón por mi actitud de hace un rato…
—perdóname a mí, sé que no debo hablarte así de…—ella lo interrumpió
—no digas su nombre, está a tres puestos de ti—dijo viendo hacia adelante. Él también miró y suspiró
—entonces, sé que no debo hablarte de él.
—sí, lo sabes—asintió—¿te sentarás aquí?
—no, me sentaré con Connie—le dirigió una mirada a su mejor amiga, pero se topó con que ella hablaba animadamente con un chico, sentado junto con ella. Samantha suspiró y miró a Harry—creo que me sentaré contigo—sonriendo, dejó la mochila sobre la mesa y se sentó junto al ruloso, quien la miraba atento
—te hiciste algo en el cabello…—le dijo. Ella inmediatamente llevó su mano a aquella mechita de color rubio que creía que pasaba desapercibida en su cabello negro.
—¿Cómo la viste? Estaba oculta en mi montonera de cabello oscuro…
—me doy cuenta de todos tus cambios, enana.
—odio que seas fijón!
—no es de fijón, sólo que te conozco demasiado bien para notar cada cambio que tienes—y tenía razón. Harry y Sammie eran amigos desde que tenían memoria, pues sus madres eran amigas desde la secundaria, por lo tanto inseparables. Una coincidencia de ambos, era que nacieron el mismo día del mismo año. Un primero de febrero de 1994 nacieron, y en el mismo hospital. Samantha siempre se cuestionaba esa conexión extraña de su nacimiento y el de su amigo.
—Sammie! —le dijo Harry sacándola de su pensamiento—llegó el profesor, levántate.
—oh, cierto…

(…)

Dos horas aburridas de matemáticas. Harold escribía los ejercicios y de vez en cuando le preguntaba a Sammie que era lo que estaba escrito en el pizarrón, mientras que ella seguía en su mundo, mirando al rubio que estaba sentado a tres pupitres de ella.

—detesto matemáticas—les dijo Connie, a los dos mientras ordenaban sus cosas para salir del salón
—yo detesto que no me presten atención cuando hablo—dijo Harry mirando a Sammie.
—perdóname Harold—le dijo ella con una dulce sonrisa—¿para que demonios te sientas cerca de él?
—caída—dijeron Constance y Harry al mismo tiempo. Samantha río.
—mejor vámonos par de hablantes al unísono ¿quieren?
—como diga, señorita enamorada—volvieron a decir al mismo tiempo.
—¿se escuchan? ¡dan miedo!
—ya, vámonos—dijo Connie. Los tres salieron del salón y el resto del día continuó así. Entraban a clases, se cambiaban de parejas de puesto, pero siempre, Samantha debía estar sentada atrás o a algún costado de su amor, Niall. a veces, Harry y Connie se preocupaban de la salud mental de su amiga.
—al fin! Terminaron las agobiantes clases—exclamó Connie a la salida del instituto.
—sí…—dijo Sammie—¿Quién de los dos se va conmigo?
—yo! —dijo Harry—¿Connie?
—lo siento, quedé de esperar a mi primo, Mike.
—¿el que juega baloncesto? —preguntó Harry
—sí, compañero de equipo de Niall.
—ya calla—dijo Samantha tocándose las mejillas
—perseguida…—susurró Harry—bueno, ¿vamos?
—claro, adiós Connie, cuídate, nos vemos mañana, haz los deberes! —le dijo rápidamente Samantha.
—adiós par de tortolos—dijo riendo. A Harry y a Sammie no les cayó en gracia.
—nada de eso Constance—le dijo Harry serio. Pero luego cambió su mueca y sonrió—adiós enana
—adiós—terminaron de decir.

(…)

—Constance está loca—le dijo Sammie a Harry cuando estaban en su apartamento. Lo había convencido de quedarse un rato para charlar.
—lo sé—sonrió
—Harry—le llamó la atención—¿puedo preguntarte algo?
—ya lo haces—río.
—bueno….—suspiró—¿crees que algún día Niall se fije en mí? —a él obviamente esa pregunta lo pilló desprevenido. ¿Cómo le podía preguntar eso? Pues, su respuesta de protector debía ser un NO, pero por algún motivo, su amiga estaba enamorada hasta las patas de este chico, que quizás, ni siquiera sabía su nombre. Se sentía mal en cierta parte, ya que por su culpa, a ella le bajaban ataques de pesimismo.
—sería muy idiota si no se fija en ti, Samantha.
—no me ve ni en clases…
—quizás aun no se ha dado el tiempo de mirar a otro lado, aparte de su amiguito.
—¿Liam?
—ese mismo.
—es que… ¿sabes? Soy tonta! No debería hablar sobre esto contigo, e igual lo hago. Creo que deberías considerar tomar el papel de Connie—ambos rieron ante el comentario
—oye, te puedo dar la opinión del punto de vista de un chico, eso sirve mucho
—tienes razón… pero en fin, Niall Horan será mi amor platónico, de aquí, hasta que me case.
—no seas tonta, con un día que hables con él de casualidad, quedará loco—Sammie sonrió. Aquello la había hecho sentir excelente
—gracias Harold—lo abrazó—no sé que demonios haría sin ti, gemelo.
—gemela, siempre me tendrás a tu disposición.
—hoy recordaba cuando supe que habíamos nacido el mismo día, año y hospital!
—es algo extraño… bastante extraño.
—sí, estoy dudando si uno de nosotros fue adoptado.
—juro que opino lo mismo—los dos rieron.
Harry se quedó una hora más y luego se fue a su casa, ya que Anne, su madre lo había llamado diciéndole que debía irse o si no lo castigaría.
Samantha se quedó sola, lo que quedó de su día, ya que después de hacer los deberes, comer y ver un poco de televisión, se durmió en el sofá, otra vez, imaginando que él, la quería.

“Mucha gente pensaría que ella estaba loca. Loca de amor.
Lo que no imaginaban, es que no era la única.”