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"Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
Capitulo 17 PARTE 2
_____ mandó a las niñas a coger zarzamoras. No quería que estuvieran cerca de Nicholas en aquellos momentos. Puso la tetera a hervir sabiendo que necesitaría agua caliente para bañarse y afeitarse. También preparó un café bien fuerte. Estaba preocupada y abrumada y se preguntaba qué más podía hacer por él. Aunque él había dejado claro que no la quería junto a él, que no quería su ayuda.
_____ estaba en el jardín cuando oyó aquel ruido proveniente de la ventana abierta de su habitación. Se había dado cuenta de que volvía a tener aquellas pesadillas, los recuerdos violentos de un hombre que había vivido horrores que ella no podía ni imaginar.
La tetera empezó a silbar. _____ vertió el agua caliente en un jarro y la dejó junto a la puerta cerrada de la habitación de Nicholas. Al no oír ningún ruido, llamó con los nudillos.
—Te he traído agua caliente, si la quieres —dijo, y se alejó por el pasillo antes de que abriese la puerta.
En la cocina empezó a preparar el desayuno procurando mantenerse activa, pero en su mente resonaba todavía el eco del ruido que había oído a través de la ventana y su corazón se encogió lleno de compasión. Se cubrió la cara con las manos. Aquel ruido le había dado más miedo que todas las maldiciones y los chillidos.
Al oír pasos, levantó la cabeza y se dio la vuelta rápidamente para que Nicholas no pudiese verle el rostro. No iba a aceptar ni su compasión ni su preocupación, y en aquel momento no creía ser capaz de ocultarlos. Cuando él entró, _____ empezó a romper huevos en una fuente.
—Buenos días —dijo con voz ronca y temblorosa.
—Buenos días —contestó ella cogiendo un tenedor. Lo miró fugazmente mientras comenzaba a batir los huevos. Se dio cuenta de que se había afeitado y de que tenía mejor aspecto, aunque todavía se lo veía ojeroso y muy cansado. Le habría gustado decirle que sólo eran pesadillas, que algún día desaparecerían, pero sabía que no le creería.
—Te he preparado el desayuno —le dijo.
Él cogió una silla y se sentó.
—¿Dónde están las niñas?
—Las he mandado a buscar zarzamoras —contestó ella y vertió los huevos batidos en una sartén. Lo miró de nuevo—. Estarán fuera toda la mañana.
—Gracias, no quería que vieran… —se calló. Por la expresión de su rostro vio que se sentía avergonzado.
_____ lo comprendió de golpe. Era un hombre que odiaba cualquier tipo de debilidad. Dio un paso hacia él, pero se detuvo, recordándose que no aceptaría simpatía ni compasión. Miró cómo ponía el codo sobre la mesa y la cabeza en la palma de su mano.
—¿Dolor de cabeza? —le preguntó.
—No —dijo él irguiéndose—. Sólo estoy un poco cansado esta mañana.
Una manera algo peculiar de explicarse. Le preparó una taza de café y se la dio.
—Esto te ayudará.
—Gracias.
_____ volvió a los fogones y le preparó huevos, patatas fritas y unas galletas.
—Come —le ordenó dejando el plato frente a él. Se alejó y se puso a cortar verduras para hacer un guiso. Aunque simulaba estar centrada en la tarea, lo observaba con el rabillo del ojo.
Nicholas se quedó mirando fijamente el plato un rato y después tomó el tenedor. Empezó a comer su desayuno, pero no lo terminó. Apartó el plato medio lleno.
—¿No tienes hambre? —le preguntó _____.
—No —dijo empujando la silla hacia atrás y levantándose. Sin decir nada más, salió por la puerta de atrás. Lo único que quería era alejarse.
La puerta del establo estaba abierta. Se refugió allí, en las sombras frescas que olían a heno y a polvo. A través de las puertas abiertas, llegaba la brisa veraniega, moviendo la paja a sus pies, susurrándole como los guardias de la cárcel de Mountjoy, como los fantasmas de su familia, como el viento que atravesaba las ruinas o las rocas de los acantilados irlandeses.
Paz, maldita sea. Quería paz. Pero sabía que para él no había paz posible, no acariciando a una gentil mujer en las colinas verdes de Luisiana. Era demasiado tarde para eso. Había vendido su alma a los demonios, había traicionado todo aquello en lo que merecía la pena creer sólo para detener el dolor.
Pero ésa era la paradoja. El dolor nunca se detuvo.
Sabía que venía una mala época. Los sueños sólo irían a peor. Cuando estaba en la carretera, moviéndose de una ciudad a otra, podía alejarse de ellos. Podía ahogarlos con mujeres y whisky. Podía mantenerlos a raya con los puños cuando estaba peleando en el ring. Si todo eso fallaba, podía buscar una habitación en algún lugar donde nadie lo conociese, donde nadie se preocupase por él, un lugar donde pudiera cerrar la puerta y luchar con los demonios él solo.
Pero en aquel lugar no podía hacer nada de eso. Tenía que marcharse.
—De acuerdo, Jack, dime qué pasa con el acuerdo para el ferrocarril.
Alice estaba agachada sin ser vista fuera del despacho de su padre, escuchando atentamente. Por supuesto, había sido excluida de la reunión, pero eso no le había impedido escuchar. La puerta del despacho estaba medio abierta y ella se acercó a la abertura al mismo tiempo que su marido comenzaba a explicarle la situación a su padre.
Alice Jamison Tyler sabía que su padre era un inteligente hombre de negocios. Había triplicado su ya considerable fortuna proveyendo cañones y pistolas para el ejército de la Unión durante la guerra. Pocas veces hacía inversiones gratuitas y no dudaría en abandonar un proyecto si no producía los resultados esperados. Jack también lo sabía y en seguida empezó a dar explicaciones.
Alice oyó un ruido detrás de ella y giró la cabeza rápidamente, pero la criada que cruzaba el vestíbulo al otro lado ni siquiera la había visto, así que siguió escuchando a hurtadillas. Prácticamente no sabía nada de aquel proyecto del ferrocarril ya que Jack nunca le contaba nada y tenía poderosas razones para querer saber la verdad sobre la situación.
—A ver si lo entiendo bien —dijo su padre—. Tenemos toda la tierra que necesitamos, excepto una pequeña parte. No podemos circunvalarla ni podemos conseguir que el propietario la venda. Así que ¿una sola mujer puede arruinar todo lo que hemos planeado?
—Sí, pero garantizo…
—Ahórrate tus garantías, Jack —dijo con frialdad—. Las llevo oyendo mucho tiempo. Varios de mis socios más cercanos han invertido dinero en este proyecto, y cada vez resulta más difícil explicarles los retrasos. Por eso te he hecho llamar. Mientras estés aquí, te reunirás con mis socios para asegurarles que este proyecto del ferrocarril no es un producto de mi imaginación, y te vas a pasar las próximas semanas procurando causarles una buena impresión. Quieren resultados, y tú vas a ser el encargado de mirarlos a la cara y decirles que han invertido bien su dinero.
—Sí, señor.
—Quiero empezar a construir el ferrocarril en otoño. Presiona a la señora Maitland y consigue que venda.
—Telegrafiaré a Joshua inmediatamente y le diré que vaya a hacerle una oferta más alta. Joshua puede ser muy persuasivo.
—Bien. No hace falta que te recuerde, Jack, que hay una gran cantidad de dinero en juego.
—No, señor. Quiero que este proyecto salga adelante no sólo por el dinero, sino porque quiero demostrarle que puedo hacerlo. Soy el marido de Alice y quiero ser yo quien pueda garantizarle el futuro.
Alice entornó los ojos. Sabía que aquella afirmación complacería a su padre, pero ella tenía su propia visión de su futuro y no incluía vivir en un pueblo de granjeros en medio de Luisiana. Odiaba aquel lugar, el calor, las serpientes y sus horribles gentes, que se mostraban hostiles con ella sólo porque había nacido al norte de la frontera con Mason Dixon. Pero sobre todo odiaba estar tan lejos de su padre y de sus amigos. Estaba tan sola allí. Había tenido paciencia con Jack porque lo amaba, pero se le estaba agotando.
Forzó una sonrisa y empujó la puerta del despacho.
—Ya está bien, papá —empezó cruzando la estancia hasta llegar a su lado—. Creo que eres muy malo haciendo a Jack estar aquí en esta diminuta oficina hablando de negocios cuando acabamos de llegar.
—Lo siento, tesoro mío —dijo Hiram—, pero tu marido y yo tenemos mucho que hacer mientras estéis aquí.
—¿Negocios? —dijo con un mohín—. Pero yo quiero estar también contigo. Te veo tan poco.
Hiram la rodeó por la cintura y la atrajo hacia él cariñosamente.
—Te prometo que pasaremos tiempo juntos. Quiero llevarte a un concierto. Sé cuánto lo echas de menos.
—¡Oh, me encantaría! ¿Podremos ir a Newport también?
Los dos hombres intercambiaron una mirada, pero ninguno de ellos dijo nada y Alice continuó sabiendo que tenía las de ganar.
—Sólo algunas semanas; por favor, papá.
Por supuesto, su padre cedió.
—De acuerdo, iremos a Newport. Podemos invitar a mis socios para una reunión de fin de semana.
—Gracias, papá.
—Ya sabes que no te puedo decir que no a nada —dijo él sonriendo.
Alice se rio y se inclinó a darle un beso en la mejilla. Lo sabía. De hecho, su futuro dependía de eso.
Las niñas volvieron con zarzamoras para una docena de pasteles, pero _____ sólo hizo dos. Se pasó la tarde haciendo mermelada con el resto, y mantuvo a las niñas ocupadas ayudándole.
Se mantenía ocupada deliberadamente para que sus pensamientos no le llevasen a Nicholas, pero seguía acosándole su rostro atormentado. No tenía ni idea de dónde estaba ni de qué estaba haciendo, pero al caer la tarde todavía no había regresado, y de sentirse aliviada por su ausencia pasó a estar preocupada. Decidió ir a buscarlo. Lo había visto en el establo y empezó a buscarlo allí, pero no estaba. Buscó por el resto de edificios, por los jardines y pasó por el huerto de nuevo, llamándolo hasta quedarse ronca, pero después de una hora seguía sin dar con él.
Preocupada, se detuvo en la linde del huerto pensando por dónde seguir su búsqueda. Pero sabía que ya había mirado por todas partes. Quizá se hubiese ido caminando hasta la carretera y algún granjero lo había llevado hasta el pueblo.
No, no podía haberse marchado así sin más, sin decir adiós. Pero mientras se decía eso, sabía que sí podía, que probablemente eso era lo que había hecho.
Suspiró y se apoyó en un árbol. Era un solitario, un hombre que no quería la compañía de nadie, por lo menos no muy a menudo y no durante mucho tiempo. Era un hombre que había construido un muro a su alrededor para mantener a la gente alejada, un hombre lleno de dolor que podía retorcerse como un animal herido, pero que era capaz de aliviar el miedo de una niña a las tormentas.
¿Qué tremendos recuerdos reviviría en sus pesadillas? _____ lo sabía. Hambre y muerte, cárcel y tortura, traición y amnistía, pistolas y alguien llamado Sean Gallagher. Había dicho que había traicionado todo aquello en lo que creía, decía que sus cicatrices eran lo que se merecía. A _____ no le importaba lo que hubiera hecho. Fuera lo que fuese, no podía creer que fuese tan malo como para merecer lo que le había ocurrido en la cárcel.
Comenzó a caminar hacia la casa. Caminaba despacio, pero su cabeza era un torbellino.
—Puede coger la diligencia en Callersville —le dijo el granjero mirando a Nicholas, que estaba sentado a su lado en un carromato repleto de nabos—. La diligencia lo llevará hasta Monroe y desde allí puede coger el tren a cualquier lado.
Pero Nicholas sabía que no podía. Con seis dólares no podría llegar a Boston. Quizás si conseguía llegar a Monroe, podría encontrar algún pub donde lo contratasen para pelear y le pagasen lo suficiente para pagarse un billete de tren.
Pero en el mismo momento en que pensaba eso, en su mente podía ver la cara de _____ y sus ojos mirándolo de aquel modo, pidiéndole ayuda al mismo tiempo que el orgullo le impedía verbalizar de nuevo su petición. Se acordó avergonzado de su promesa.
«Me quedaré el tiempo suficiente para ayudarte a recolectar la cosecha.»
Había roto su promesa. Por eso nunca hacía promesas, porque sabía que no era capaz de cumplirlas.
Tomó aire profundamente y se puso a toser al entrarle por la boca el polvo que levantaban las ruedas del carromato. Su propia promesa lo asfixiaba.
¿Y si volvía? Cerró los ojos. Sólo quedaba un mes. Podía controlarlo, ¿verdad? Un mes.
Pensó en sus primeros meses en Boston tres años atrás y en su sucia habitación en casa de Polly Keane. Se acordó del día en que Hugo O'Donnell, el jefe del Clan na Gael, le había pedido ayuda para recolectar dinero americano para la causa irlandesa. Hugh estaba convencido de que Nicholas sería el hombre perfecto para llegar al corazón de los americanos de origen irlandés y hacerles vaciar sus bolsillos. Porque él era una figura heroica. Aquella noche habían vuelto las pesadillas, y cuando Polly había entrado a despertarlo, casi la había golpeado creyendo que era un guardia de la cárcel.
Podía recordar cómo lo habían mirado las prostitutas de Polly después, cómo se habían echado hacia atrás recelosas a su paso por el pasillo y cómo habían murmurado a sus espaldas. Pero su reputación lo había alcanzado, y cuando supieron que era un feniano que había sobrevivido a la tortura de Mountjoy, su miedo se había transformado en un temeroso respeto. Fue entonces cuando se marchó de Boston, incapaz de soportar cómo había convertido su vergüenza en algo glorioso, cómo los rumores convertían en héroe a un hombre que era un mero fraude.
«Me quedaré el tiempo suficiente para ayudarte a recolectar la cosecha.»
No podía quedarse. Le había hecho una promesa a _____ y no podía cumplirla.
Vio de nuevo sus ojos, y la culpa lo invadió. Ni siquiera había terminado de reparar el tejado. Se la imaginó allá arriba intentando repararlo ella misma. «Mierda, mierda, mierda.»
Nicholas se irguió en el asiento.
—Pare el carro.
—¿Qué?
—He dicho que pare el carro.
El granjero tiró con fuerza de las riendas y detuvo la carreta. Vio cómo Nicholas bajaba de un salto y movió la cabeza sorprendido.
—Señor, creía que quería que le acercara a la ciudad.
—He cambiado de idea —respondió Nicholas, sabiendo que se iba a arrepentir de su repentino cargo de conciencia. Siempre le ocurría.
_____ mandó a las niñas a coger zarzamoras. No quería que estuvieran cerca de Nicholas en aquellos momentos. Puso la tetera a hervir sabiendo que necesitaría agua caliente para bañarse y afeitarse. También preparó un café bien fuerte. Estaba preocupada y abrumada y se preguntaba qué más podía hacer por él. Aunque él había dejado claro que no la quería junto a él, que no quería su ayuda.
_____ estaba en el jardín cuando oyó aquel ruido proveniente de la ventana abierta de su habitación. Se había dado cuenta de que volvía a tener aquellas pesadillas, los recuerdos violentos de un hombre que había vivido horrores que ella no podía ni imaginar.
La tetera empezó a silbar. _____ vertió el agua caliente en un jarro y la dejó junto a la puerta cerrada de la habitación de Nicholas. Al no oír ningún ruido, llamó con los nudillos.
—Te he traído agua caliente, si la quieres —dijo, y se alejó por el pasillo antes de que abriese la puerta.
En la cocina empezó a preparar el desayuno procurando mantenerse activa, pero en su mente resonaba todavía el eco del ruido que había oído a través de la ventana y su corazón se encogió lleno de compasión. Se cubrió la cara con las manos. Aquel ruido le había dado más miedo que todas las maldiciones y los chillidos.
Al oír pasos, levantó la cabeza y se dio la vuelta rápidamente para que Nicholas no pudiese verle el rostro. No iba a aceptar ni su compasión ni su preocupación, y en aquel momento no creía ser capaz de ocultarlos. Cuando él entró, _____ empezó a romper huevos en una fuente.
—Buenos días —dijo con voz ronca y temblorosa.
—Buenos días —contestó ella cogiendo un tenedor. Lo miró fugazmente mientras comenzaba a batir los huevos. Se dio cuenta de que se había afeitado y de que tenía mejor aspecto, aunque todavía se lo veía ojeroso y muy cansado. Le habría gustado decirle que sólo eran pesadillas, que algún día desaparecerían, pero sabía que no le creería.
—Te he preparado el desayuno —le dijo.
Él cogió una silla y se sentó.
—¿Dónde están las niñas?
—Las he mandado a buscar zarzamoras —contestó ella y vertió los huevos batidos en una sartén. Lo miró de nuevo—. Estarán fuera toda la mañana.
—Gracias, no quería que vieran… —se calló. Por la expresión de su rostro vio que se sentía avergonzado.
_____ lo comprendió de golpe. Era un hombre que odiaba cualquier tipo de debilidad. Dio un paso hacia él, pero se detuvo, recordándose que no aceptaría simpatía ni compasión. Miró cómo ponía el codo sobre la mesa y la cabeza en la palma de su mano.
—¿Dolor de cabeza? —le preguntó.
—No —dijo él irguiéndose—. Sólo estoy un poco cansado esta mañana.
Una manera algo peculiar de explicarse. Le preparó una taza de café y se la dio.
—Esto te ayudará.
—Gracias.
_____ volvió a los fogones y le preparó huevos, patatas fritas y unas galletas.
—Come —le ordenó dejando el plato frente a él. Se alejó y se puso a cortar verduras para hacer un guiso. Aunque simulaba estar centrada en la tarea, lo observaba con el rabillo del ojo.
Nicholas se quedó mirando fijamente el plato un rato y después tomó el tenedor. Empezó a comer su desayuno, pero no lo terminó. Apartó el plato medio lleno.
—¿No tienes hambre? —le preguntó _____.
—No —dijo empujando la silla hacia atrás y levantándose. Sin decir nada más, salió por la puerta de atrás. Lo único que quería era alejarse.
La puerta del establo estaba abierta. Se refugió allí, en las sombras frescas que olían a heno y a polvo. A través de las puertas abiertas, llegaba la brisa veraniega, moviendo la paja a sus pies, susurrándole como los guardias de la cárcel de Mountjoy, como los fantasmas de su familia, como el viento que atravesaba las ruinas o las rocas de los acantilados irlandeses.
Paz, maldita sea. Quería paz. Pero sabía que para él no había paz posible, no acariciando a una gentil mujer en las colinas verdes de Luisiana. Era demasiado tarde para eso. Había vendido su alma a los demonios, había traicionado todo aquello en lo que merecía la pena creer sólo para detener el dolor.
Pero ésa era la paradoja. El dolor nunca se detuvo.
Sabía que venía una mala época. Los sueños sólo irían a peor. Cuando estaba en la carretera, moviéndose de una ciudad a otra, podía alejarse de ellos. Podía ahogarlos con mujeres y whisky. Podía mantenerlos a raya con los puños cuando estaba peleando en el ring. Si todo eso fallaba, podía buscar una habitación en algún lugar donde nadie lo conociese, donde nadie se preocupase por él, un lugar donde pudiera cerrar la puerta y luchar con los demonios él solo.
Pero en aquel lugar no podía hacer nada de eso. Tenía que marcharse.
—De acuerdo, Jack, dime qué pasa con el acuerdo para el ferrocarril.
Alice estaba agachada sin ser vista fuera del despacho de su padre, escuchando atentamente. Por supuesto, había sido excluida de la reunión, pero eso no le había impedido escuchar. La puerta del despacho estaba medio abierta y ella se acercó a la abertura al mismo tiempo que su marido comenzaba a explicarle la situación a su padre.
Alice Jamison Tyler sabía que su padre era un inteligente hombre de negocios. Había triplicado su ya considerable fortuna proveyendo cañones y pistolas para el ejército de la Unión durante la guerra. Pocas veces hacía inversiones gratuitas y no dudaría en abandonar un proyecto si no producía los resultados esperados. Jack también lo sabía y en seguida empezó a dar explicaciones.
Alice oyó un ruido detrás de ella y giró la cabeza rápidamente, pero la criada que cruzaba el vestíbulo al otro lado ni siquiera la había visto, así que siguió escuchando a hurtadillas. Prácticamente no sabía nada de aquel proyecto del ferrocarril ya que Jack nunca le contaba nada y tenía poderosas razones para querer saber la verdad sobre la situación.
—A ver si lo entiendo bien —dijo su padre—. Tenemos toda la tierra que necesitamos, excepto una pequeña parte. No podemos circunvalarla ni podemos conseguir que el propietario la venda. Así que ¿una sola mujer puede arruinar todo lo que hemos planeado?
—Sí, pero garantizo…
—Ahórrate tus garantías, Jack —dijo con frialdad—. Las llevo oyendo mucho tiempo. Varios de mis socios más cercanos han invertido dinero en este proyecto, y cada vez resulta más difícil explicarles los retrasos. Por eso te he hecho llamar. Mientras estés aquí, te reunirás con mis socios para asegurarles que este proyecto del ferrocarril no es un producto de mi imaginación, y te vas a pasar las próximas semanas procurando causarles una buena impresión. Quieren resultados, y tú vas a ser el encargado de mirarlos a la cara y decirles que han invertido bien su dinero.
—Sí, señor.
—Quiero empezar a construir el ferrocarril en otoño. Presiona a la señora Maitland y consigue que venda.
—Telegrafiaré a Joshua inmediatamente y le diré que vaya a hacerle una oferta más alta. Joshua puede ser muy persuasivo.
—Bien. No hace falta que te recuerde, Jack, que hay una gran cantidad de dinero en juego.
—No, señor. Quiero que este proyecto salga adelante no sólo por el dinero, sino porque quiero demostrarle que puedo hacerlo. Soy el marido de Alice y quiero ser yo quien pueda garantizarle el futuro.
Alice entornó los ojos. Sabía que aquella afirmación complacería a su padre, pero ella tenía su propia visión de su futuro y no incluía vivir en un pueblo de granjeros en medio de Luisiana. Odiaba aquel lugar, el calor, las serpientes y sus horribles gentes, que se mostraban hostiles con ella sólo porque había nacido al norte de la frontera con Mason Dixon. Pero sobre todo odiaba estar tan lejos de su padre y de sus amigos. Estaba tan sola allí. Había tenido paciencia con Jack porque lo amaba, pero se le estaba agotando.
Forzó una sonrisa y empujó la puerta del despacho.
—Ya está bien, papá —empezó cruzando la estancia hasta llegar a su lado—. Creo que eres muy malo haciendo a Jack estar aquí en esta diminuta oficina hablando de negocios cuando acabamos de llegar.
—Lo siento, tesoro mío —dijo Hiram—, pero tu marido y yo tenemos mucho que hacer mientras estéis aquí.
—¿Negocios? —dijo con un mohín—. Pero yo quiero estar también contigo. Te veo tan poco.
Hiram la rodeó por la cintura y la atrajo hacia él cariñosamente.
—Te prometo que pasaremos tiempo juntos. Quiero llevarte a un concierto. Sé cuánto lo echas de menos.
—¡Oh, me encantaría! ¿Podremos ir a Newport también?
Los dos hombres intercambiaron una mirada, pero ninguno de ellos dijo nada y Alice continuó sabiendo que tenía las de ganar.
—Sólo algunas semanas; por favor, papá.
Por supuesto, su padre cedió.
—De acuerdo, iremos a Newport. Podemos invitar a mis socios para una reunión de fin de semana.
—Gracias, papá.
—Ya sabes que no te puedo decir que no a nada —dijo él sonriendo.
Alice se rio y se inclinó a darle un beso en la mejilla. Lo sabía. De hecho, su futuro dependía de eso.
Las niñas volvieron con zarzamoras para una docena de pasteles, pero _____ sólo hizo dos. Se pasó la tarde haciendo mermelada con el resto, y mantuvo a las niñas ocupadas ayudándole.
Se mantenía ocupada deliberadamente para que sus pensamientos no le llevasen a Nicholas, pero seguía acosándole su rostro atormentado. No tenía ni idea de dónde estaba ni de qué estaba haciendo, pero al caer la tarde todavía no había regresado, y de sentirse aliviada por su ausencia pasó a estar preocupada. Decidió ir a buscarlo. Lo había visto en el establo y empezó a buscarlo allí, pero no estaba. Buscó por el resto de edificios, por los jardines y pasó por el huerto de nuevo, llamándolo hasta quedarse ronca, pero después de una hora seguía sin dar con él.
Preocupada, se detuvo en la linde del huerto pensando por dónde seguir su búsqueda. Pero sabía que ya había mirado por todas partes. Quizá se hubiese ido caminando hasta la carretera y algún granjero lo había llevado hasta el pueblo.
No, no podía haberse marchado así sin más, sin decir adiós. Pero mientras se decía eso, sabía que sí podía, que probablemente eso era lo que había hecho.
Suspiró y se apoyó en un árbol. Era un solitario, un hombre que no quería la compañía de nadie, por lo menos no muy a menudo y no durante mucho tiempo. Era un hombre que había construido un muro a su alrededor para mantener a la gente alejada, un hombre lleno de dolor que podía retorcerse como un animal herido, pero que era capaz de aliviar el miedo de una niña a las tormentas.
¿Qué tremendos recuerdos reviviría en sus pesadillas? _____ lo sabía. Hambre y muerte, cárcel y tortura, traición y amnistía, pistolas y alguien llamado Sean Gallagher. Había dicho que había traicionado todo aquello en lo que creía, decía que sus cicatrices eran lo que se merecía. A _____ no le importaba lo que hubiera hecho. Fuera lo que fuese, no podía creer que fuese tan malo como para merecer lo que le había ocurrido en la cárcel.
Comenzó a caminar hacia la casa. Caminaba despacio, pero su cabeza era un torbellino.
—Puede coger la diligencia en Callersville —le dijo el granjero mirando a Nicholas, que estaba sentado a su lado en un carromato repleto de nabos—. La diligencia lo llevará hasta Monroe y desde allí puede coger el tren a cualquier lado.
Pero Nicholas sabía que no podía. Con seis dólares no podría llegar a Boston. Quizás si conseguía llegar a Monroe, podría encontrar algún pub donde lo contratasen para pelear y le pagasen lo suficiente para pagarse un billete de tren.
Pero en el mismo momento en que pensaba eso, en su mente podía ver la cara de _____ y sus ojos mirándolo de aquel modo, pidiéndole ayuda al mismo tiempo que el orgullo le impedía verbalizar de nuevo su petición. Se acordó avergonzado de su promesa.
«Me quedaré el tiempo suficiente para ayudarte a recolectar la cosecha.»
Había roto su promesa. Por eso nunca hacía promesas, porque sabía que no era capaz de cumplirlas.
Tomó aire profundamente y se puso a toser al entrarle por la boca el polvo que levantaban las ruedas del carromato. Su propia promesa lo asfixiaba.
¿Y si volvía? Cerró los ojos. Sólo quedaba un mes. Podía controlarlo, ¿verdad? Un mes.
Pensó en sus primeros meses en Boston tres años atrás y en su sucia habitación en casa de Polly Keane. Se acordó del día en que Hugo O'Donnell, el jefe del Clan na Gael, le había pedido ayuda para recolectar dinero americano para la causa irlandesa. Hugh estaba convencido de que Nicholas sería el hombre perfecto para llegar al corazón de los americanos de origen irlandés y hacerles vaciar sus bolsillos. Porque él era una figura heroica. Aquella noche habían vuelto las pesadillas, y cuando Polly había entrado a despertarlo, casi la había golpeado creyendo que era un guardia de la cárcel.
Podía recordar cómo lo habían mirado las prostitutas de Polly después, cómo se habían echado hacia atrás recelosas a su paso por el pasillo y cómo habían murmurado a sus espaldas. Pero su reputación lo había alcanzado, y cuando supieron que era un feniano que había sobrevivido a la tortura de Mountjoy, su miedo se había transformado en un temeroso respeto. Fue entonces cuando se marchó de Boston, incapaz de soportar cómo había convertido su vergüenza en algo glorioso, cómo los rumores convertían en héroe a un hombre que era un mero fraude.
«Me quedaré el tiempo suficiente para ayudarte a recolectar la cosecha.»
No podía quedarse. Le había hecho una promesa a _____ y no podía cumplirla.
Vio de nuevo sus ojos, y la culpa lo invadió. Ni siquiera había terminado de reparar el tejado. Se la imaginó allá arriba intentando repararlo ella misma. «Mierda, mierda, mierda.»
Nicholas se irguió en el asiento.
—Pare el carro.
—¿Qué?
—He dicho que pare el carro.
El granjero tiró con fuerza de las riendas y detuvo la carreta. Vio cómo Nicholas bajaba de un salto y movió la cabeza sorprendido.
—Señor, creía que quería que le acercara a la ciudad.
—He cambiado de idea —respondió Nicholas, sabiendo que se iba a arrepentir de su repentino cargo de conciencia. Siempre le ocurría.
Andrea P. Jonas:)
Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!!!
SE ARREPINTIOOOO!! Y SE QUEDARAAAA!!!
SIII NIIICKK!!!
ERES MUUY LINDOO
SE ARREPINTIOOOO!! Y SE QUEDARAAAA!!!
SIII NIIICKK!!!
ERES MUUY LINDOO
chelis
Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
Me perdi como de mil capis! xD
Pero ya me puse al corriente!
Todos fueron geniales! ;)
Al Nicho esta niñas ya le están robando el corazón! :hug:
& la mamá de la niñas, creo que tiene planes especiales para ella!
:twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted:
JAJAJAJAJ
Esperando el siguiente capitulo! ;)
X
HeyItsLupitaNJ
Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
Hayyyyyy!! Ese Nicholas me hace enojar!! Pero ya verá cuando regrese!!
Bueno jajaja siguelaaaaa!!
Me está súper encantando !!
A y esta bien con lo de hony! Jiji
Nick me dice sugar pie honey bunch !!
:D
Jajaja síguela !
Bueno jajaja siguelaaaaa!!
Me está súper encantando !!
A y esta bien con lo de hony! Jiji
Nick me dice sugar pie honey bunch !!
:D
Jajaja síguela !
Pamm Jonas
Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
:( wao nick si q lucha contra sus demonios me da tanta lastima x toooodo lo q paso en su tierra y lo q les hicieron a el y a su familia pobre con razon es asi de duro con todos,
noooo no tenia xq irse y dejarla a ella :(
quiero mas
q le hara jack a al rayis q angustia sigue
menos mal y cambio de idea...
noooo no tenia xq irse y dejarla a ella :(
quiero mas
q le hara jack a al rayis q angustia sigue
menos mal y cambio de idea...
ElitzJb
Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
Niñas! perdon por no subir!! pero aqui sigo! xD mañana les dare noticias!
Andrea P. Jonas:)
Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
OOKISSS......
ESPEREMOS QUE NO SEA NADA MAALOO!!!...
CUIDATEEEE :)
ESPEREMOS QUE NO SEA NADA MAALOO!!!...
CUIDATEEEE :)
chelis
Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
Hola chicas como están?
Perdón por estos días sin cap pero he estado un poco ocupadilla pero bueno eso no importa; lo que quería decirles es que el próximo lunes entrare a la escuela otra vez :( lo que significa que tendré menos tiempo libre, por esta misma razón quería terminar la nove antes de entrar pero aun le quedan bastantillos capítulos entonces pensé en dos posibilidades:
1.- Subir un MegaUltraRecontra maratón.
2.- Subir dos caps por día; es decir, subir uno en la mañana y otro en la tardecilla
Díganme que prefieren o pueden darme otra opción. cualquier idea es bienvenida :D
Bueno pues eso es todo las quiero y otra vez perdón por estos días!
Perdón por estos días sin cap pero he estado un poco ocupadilla pero bueno eso no importa; lo que quería decirles es que el próximo lunes entrare a la escuela otra vez :( lo que significa que tendré menos tiempo libre, por esta misma razón quería terminar la nove antes de entrar pero aun le quedan bastantillos capítulos entonces pensé en dos posibilidades:
1.- Subir un MegaUltraRecontra maratón.
2.- Subir dos caps por día; es decir, subir uno en la mañana y otro en la tardecilla
Díganme que prefieren o pueden darme otra opción. cualquier idea es bienvenida :D
Bueno pues eso es todo las quiero y otra vez perdón por estos días!
Andrea P. Jonas:)
Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
YO ELIJO LA DOOOSSS!!!!..
PERO COMO TE SIENTAS COMODAAAA!!!
PERO COMO TE SIENTAS COMODAAAA!!!
chelis
Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
Buenos dias! chicas! :)
Bueno pues como solo Chelis a contestado y ya tengo que avanzar con la nove pues sera la dos! :D es un rato mas subo el cap!
Bueno pues como solo Chelis a contestado y ya tengo que avanzar con la nove pues sera la dos! :D es un rato mas subo el cap!
Andrea P. Jonas:)
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