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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
"Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
Woww ame el maratón !! Muchas gracias por los primeros capítulos del año!!
Los ame todos!! Y mi Nick es un terco tierno!! Jajaja así lo amo!!
Gracias por todos tus lindos deseos!!
Ojalá también cumplas todos tus propósitos!! Sabes, algo muy chistoso es que dos de mis mejores amigas me dicen hony moon!! Jajajaja y tu hony!! :D
Bueno Feliz #JB2013!! Rock The House!
Los ame todos!! Y mi Nick es un terco tierno!! Jajaja así lo amo!!
Gracias por todos tus lindos deseos!!
Ojalá también cumplas todos tus propósitos!! Sabes, algo muy chistoso es que dos de mis mejores amigas me dicen hony moon!! Jajajaja y tu hony!! :D
Bueno Feliz #JB2013!! Rock The House!
Pamm Jonas
Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
Wiii pasamos de página !!
Cierto grax por las mini lecciones de irlandés , ya podré medio presumible a mi profe de inglés, que. Es de Irlanda !
Jajaja se quedará como de, ok eso aprendiste en vacaciones ? Y yo le diré siiiiii!!
:D jaja
Byeeess!!
Cierto grax por las mini lecciones de irlandés , ya podré medio presumible a mi profe de inglés, que. Es de Irlanda !
Jajaja se quedará como de, ok eso aprendiste en vacaciones ? Y yo le diré siiiiii!!
:D jaja
Byeeess!!
Pamm Jonas
Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
SIGO DICIENDOO QUE YO QUIERO UN NICHOLAS AAASIII!!!!
ESPERO ENCONTRAR A UNO!!!
AAAII ESE HOMBRE ES UN AMOR!!! POR COMO CUIDA A ESAS NIÑAAASSS!!!
YY GUAU APRENDI NUEVAS PALABRAS!!!
GRACIAAS POR EL CAPISSS
ESPERO ENCONTRAR A UNO!!!
AAAII ESE HOMBRE ES UN AMOR!!! POR COMO CUIDA A ESAS NIÑAAASSS!!!
YY GUAU APRENDI NUEVAS PALABRAS!!!
GRACIAAS POR EL CAPISSS
chelis
Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
Faby Evans Jonas escribió:Ah no, es oficial. AMO esta novela! No puedo con Nicholas sfhskajsugjk es un amor!
Por favor necesito mas caps!
Que bueno que la ames! :P yo amo que ames la nove! :3 en un ratito subo el cap de hoy! :D
Andrea P. Jonas:)
Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
Andrea P. Jonas:) escribió:Faby Evans Jonas escribió:Ah no, es oficial. AMO esta novela! No puedo con Nicholas sfhskajsugjk es un amor!
Por favor necesito mas caps!Que bueno que la ames! :P yo amo que ames la nove! :3 en un ratito subo el cap de hoy! :D
Wuuju!
Faby Evans Jonas
Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
Pamm Jonas escribió:Woww ame el maratón !! Muchas gracias por los primeros capítulos del año!!
Los ame todos!! Y mi Nick es un terco tierno!! Jajaja así lo amo!!
Gracias por todos tus lindos deseos!!
Ojalá también cumplas todos tus propósitos!! Sabes, algo muy chistoso es que dos de mis mejores amigas me dicen hony moon!! Jajajaja y tu hony!! :D
Bueno Feliz #JB2013!! Rock The House!
Que bueno que te gusto! :D lo se!!! es bien lindo! segun el ni le hace caso a las niñas pero en cuanto le llaman va corriendo! :3
Hony moon? jejeje que lindo se oye!! me gusta! :(L): para mi seras hony! ;)
Hony moon? jejeje que lindo se oye!! me gusta! :(L): para mi seras hony! ;)
Andrea P. Jonas:)
Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
Pamm Jonas escribió:Wiii pasamos de página !!
Cierto grax por las mini lecciones de irlandés , ya podré medio presumible a mi profe de inglés, que. Es de Irlanda !
Jajaja se quedará como de, ok eso aprendiste en vacaciones ? Y yo le diré siiiiii!!
:D jaja
Byeeess!!
Gracias por pasar de pagina! :D
Jajaja de verdad? que genial! presumele que ya sabes decir mi chica, mi niña y tengo hambre! xD siempre es bueno aprender cosas nuevas :P
Jajaja de verdad? que genial! presumele que ya sabes decir mi chica, mi niña y tengo hambre! xD siempre es bueno aprender cosas nuevas :P
Andrea P. Jonas:)
Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
chelis escribió:SIGO DICIENDOO QUE YO QUIERO UN NICHOLAS AAASIII!!!!
ESPERO ENCONTRAR A UNO!!!
AAAII ESE HOMBRE ES UN AMOR!!! POR COMO CUIDA A ESAS NIÑAAASSS!!!
YY GUAU APRENDI NUEVAS PALABRAS!!!
GRACIAAS POR EL CAPISSS
Lo se!! yo tambien!!!! vayamos a Irlanda :twisted: tal vez nos encontramos uno igual! si no, vamos y secuestramos a Nick :twisted: !
Gracias a ti por comentar! .D
Gracias a ti por comentar! .D
Andrea P. Jonas:)
Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
Hooolaaa hooolaaa! :D
Como estan?? espero que este muuy bien! y me alegra mucho que disfrutaran de su maraton! se cumplio el cometido! :D y pues nada vengo a dejarles el cap de hoy! ya se esta poniendo buena la cuestion!!! :twisted: ya la cosa se puso asi hot y ya hubo beso, abrazo y apapacho y... y... todo :P bueno ya les dejo su cap! las quiero, las amo y las adoro! :love: nos leemos mañana! :D
Como estan?? espero que este muuy bien! y me alegra mucho que disfrutaran de su maraton! se cumplio el cometido! :D y pues nada vengo a dejarles el cap de hoy! ya se esta poniendo buena la cuestion!!! :twisted: ya la cosa se puso asi hot y ya hubo beso, abrazo y apapacho y... y... todo :P bueno ya les dejo su cap! las quiero, las amo y las adoro! :love: nos leemos mañana! :D
Andrea P. Jonas:)
Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
Capitulo 16
LOS FENIANOS
Belfast, Irlanda, 1865
Cuando Nicholas conoció a Sean Gallagher, le costó decidir si se trataba de un incendiario genio de la revolución, como lo veían los demás, o más bien de un viejo furioso con hábil verborrea.
Nicholas había oído hablar de él, claro está. Gallagher era casi una leyenda, un seguidor de O'Connell y uno de los líderes de la revolución de 1848. Como invitado de la Corona, había conocido muchas cárceles y había sufrido un gran número de abusos. En aquellos tiempos era uno de los miembros del sacrosanto círculo privado de la Hermandad. Pero llevaba ya dos horas en la pequeña y estrecha habitación que había en el piso de arriba del pub de McGrath, escuchando un monótono discurso muy parecido al de un seanachaie, sobre los cientos de años de subyugación e injusticia. Nicholas se había pasado toda la vida oyendo las mismas historias y empezaba a preguntarse si aquel hombre podría estar callado el tiempo suficiente como para hacer la revolución.
«Hablar, hablar, hablar —pensó—. Los irlandeses somos tan buenos hablando.»
De todos modos, Nicholas se recostó en la silla y escuchó, disimulando su impaciencia y recordando las palabras de O'Bourne la noche anterior:
«Gallagher es de los que mantienen vivo el espíritu. Muchos hombres pueden envalentonarse en el pub después de unas cuantas pintas, pero Gallagher les mantiene la rabia despierta cuando el portero ya ha cerrado. Y sabe lo que hace. Recuérdalo.»
O'Bourne era capitán en la Hermandad, era el líder del pequeño círculo republicano de Belfast. Su meta era organizar la Hermandad en Belfast, reclutar gente, localizar refugios, vías de escape y convertir la ciudad en piedra angular del movimiento feniano. Tanto Nicholas como la media docena de hombres que estaban en la habitación habían sido escogidos cuidadosamente, sus orígenes exhaustivamente comprobados y sus simpatías por los fenianos examinadas muy de cerca. La mayoría de ellos eran, al igual que Nicholas, hombres sin hogar y sin familia, con agallas y sin personas cercanas que pudieran llorarles si morían por la causa.
Gallagher había llegado desde Dublín a supervisar a los reclutas de O'Bourne y elegir a algunos de ellos para una misión especial. De los siete hombres que O'Bourne había seleccionado y que se hallaban en la habitación, Gallagher elegiría a dos. A Nicholas le habría gustado que dejase ya de lado la disertación sobre la historia de Irlanda y se pusiese manos a la obra.
—Algunos de ustedes se estarán preguntando qué hacemos aquí perdiendo el tiempo hablando de la lucha por la libertad cuando todos los que nos han precedido han fracasado —dijo Gallagher inclinándose hacia adelante y con las palmas de las manos apoyadas en la mesa que había frente a él—. Aquellos que esperan ver cómo Irlanda se alza y se libra del yugo británico con sus propios ojos, esperan en vano. No esperen que los nuestros salgan a la calle para seguirnos en nuestro camino hacia la libertad. No lo harán. Han estado sojuzgados demasiado tiempo.
Se detuvo para dejar que sus palabras hicieran mella y luego continuó.
—Estamos intentando ir a la guerra con un apoyo limitado, con fondos limitados y con siglos de mala suerte a nuestras espaldas. Así que ¿para qué molestarse? ¿Qué tenemos para albergar esperanza alguna de ser libres?
Gallagher se irguió y cerró los puños.
—Tenemos algo que los británicos nunca lograrán conquistar con sus ejércitos y sus gobiernos, algo que nunca podrán capturar con sus leyes y sus cárceles. Tenemos la voluntad de luchar. Mientras haya un solo hombre que lance el grito de guerra por la libertad, un solo hombre que escupa al enemigo, un solo hombre que se niegue a ser sojuzgado, los británicos no nos conquistarán de verdad. No importa lo que ocurra, recuérdenlo, porque esto es lo que salvará nuestra tierra y nuestra gente finalmente. Nuestra negativa a ser destruidos.
Pasó la mirada por el grupo de hombres y Nicholas supo que los estaba examinando. Gallagher estaba decidiendo quién era un valiente de boquilla y quién lo era de verdad, quién se hundiría y quien no, quién podía entregar su vida por la libertad de Irlanda y quién sólo podía presumir de hacerlo.
—Su familia ahora es la Hermandad, chicos. No tienen otra. Miren bien las caras de los que estamos aquí. Fuera de este círculo, no confíen en nadie. Y recuerden, no tengo nada en contra de las mujeres, pero, por el amor de Dios, si se bajan los pantalones, eso no significa que deban abrir la boca.
Nicholas no tenía que preocuparse por eso. En aquella época era tan célibe como el papa. Pensó en Miley y el corazón le dio un vuelco de tristeza. Se había casado con Colm una semana después de la conversación que habían tenido fuera del pub. Siete meses más tarde, Miley estaba muerta y también el hijo que llevaba dentro. El hijo de Nicholas. Habían pasado dos años, pero todavía sufría al pensarlo. «Déjalo», pensó, y apartó los recuerdos de la joven concentrándose en Gallagher y en la causa. Eso era lo único que importaba en aquellos momentos.
—Los espías están por todas partes —continuó Gallagher—, y muchos de ellos llevan ropa de mujer. —Se metió la mano en el bolsillo del abrigo y sacó un revólver. Lo sujetó para que todos los hombres en la habitación pudieran verlo y después apuntó con el arma—. Los informadores pagarán con sus vidas —dijo moviendo el arma lentamente entre el círculo de rostros— y arderán en el infierno para siempre.
La pistola se detuvo frente a la silla de Nicholas y los ojos de los dos hombres se encontraron por encima del cañón. Todos se agacharon instintivamente cuando Gallagher apretó el gatillo. Todos menos uno.
Nicholas no pestañeó y el tambor de la pistola hizo un ruido inofensivo.
Gallagher soltó una carcajada.
—Este Nicholas es uno de los buenos, eh —dijo depositando la pistola en la mesa.
Nicholas supo que había pasado la prueba y decidió que ya era hora de ir al grano. Se irguió en la silla e hizo la pregunta vital:
—¿Qué quieres que hagamos?
En los labios de Gallagher se formó algo parecido a una sonrisa.
—Tengo un millar de rifles esperando en un almacén de Nueva York, cortesía de nuestros primos americanos del Clan na Gael. Quiero que me ayuden a entrarlos en el Ulster dentro de tres meses.
Nicholas concluyó que Gallagher hacía honor a su fama de genio incendiario de la revolución.
LOS FENIANOS
Belfast, Irlanda, 1865
Cuando Nicholas conoció a Sean Gallagher, le costó decidir si se trataba de un incendiario genio de la revolución, como lo veían los demás, o más bien de un viejo furioso con hábil verborrea.
Nicholas había oído hablar de él, claro está. Gallagher era casi una leyenda, un seguidor de O'Connell y uno de los líderes de la revolución de 1848. Como invitado de la Corona, había conocido muchas cárceles y había sufrido un gran número de abusos. En aquellos tiempos era uno de los miembros del sacrosanto círculo privado de la Hermandad. Pero llevaba ya dos horas en la pequeña y estrecha habitación que había en el piso de arriba del pub de McGrath, escuchando un monótono discurso muy parecido al de un seanachaie, sobre los cientos de años de subyugación e injusticia. Nicholas se había pasado toda la vida oyendo las mismas historias y empezaba a preguntarse si aquel hombre podría estar callado el tiempo suficiente como para hacer la revolución.
«Hablar, hablar, hablar —pensó—. Los irlandeses somos tan buenos hablando.»
De todos modos, Nicholas se recostó en la silla y escuchó, disimulando su impaciencia y recordando las palabras de O'Bourne la noche anterior:
«Gallagher es de los que mantienen vivo el espíritu. Muchos hombres pueden envalentonarse en el pub después de unas cuantas pintas, pero Gallagher les mantiene la rabia despierta cuando el portero ya ha cerrado. Y sabe lo que hace. Recuérdalo.»
O'Bourne era capitán en la Hermandad, era el líder del pequeño círculo republicano de Belfast. Su meta era organizar la Hermandad en Belfast, reclutar gente, localizar refugios, vías de escape y convertir la ciudad en piedra angular del movimiento feniano. Tanto Nicholas como la media docena de hombres que estaban en la habitación habían sido escogidos cuidadosamente, sus orígenes exhaustivamente comprobados y sus simpatías por los fenianos examinadas muy de cerca. La mayoría de ellos eran, al igual que Nicholas, hombres sin hogar y sin familia, con agallas y sin personas cercanas que pudieran llorarles si morían por la causa.
Gallagher había llegado desde Dublín a supervisar a los reclutas de O'Bourne y elegir a algunos de ellos para una misión especial. De los siete hombres que O'Bourne había seleccionado y que se hallaban en la habitación, Gallagher elegiría a dos. A Nicholas le habría gustado que dejase ya de lado la disertación sobre la historia de Irlanda y se pusiese manos a la obra.
—Algunos de ustedes se estarán preguntando qué hacemos aquí perdiendo el tiempo hablando de la lucha por la libertad cuando todos los que nos han precedido han fracasado —dijo Gallagher inclinándose hacia adelante y con las palmas de las manos apoyadas en la mesa que había frente a él—. Aquellos que esperan ver cómo Irlanda se alza y se libra del yugo británico con sus propios ojos, esperan en vano. No esperen que los nuestros salgan a la calle para seguirnos en nuestro camino hacia la libertad. No lo harán. Han estado sojuzgados demasiado tiempo.
Se detuvo para dejar que sus palabras hicieran mella y luego continuó.
—Estamos intentando ir a la guerra con un apoyo limitado, con fondos limitados y con siglos de mala suerte a nuestras espaldas. Así que ¿para qué molestarse? ¿Qué tenemos para albergar esperanza alguna de ser libres?
Gallagher se irguió y cerró los puños.
—Tenemos algo que los británicos nunca lograrán conquistar con sus ejércitos y sus gobiernos, algo que nunca podrán capturar con sus leyes y sus cárceles. Tenemos la voluntad de luchar. Mientras haya un solo hombre que lance el grito de guerra por la libertad, un solo hombre que escupa al enemigo, un solo hombre que se niegue a ser sojuzgado, los británicos no nos conquistarán de verdad. No importa lo que ocurra, recuérdenlo, porque esto es lo que salvará nuestra tierra y nuestra gente finalmente. Nuestra negativa a ser destruidos.
Pasó la mirada por el grupo de hombres y Nicholas supo que los estaba examinando. Gallagher estaba decidiendo quién era un valiente de boquilla y quién lo era de verdad, quién se hundiría y quien no, quién podía entregar su vida por la libertad de Irlanda y quién sólo podía presumir de hacerlo.
—Su familia ahora es la Hermandad, chicos. No tienen otra. Miren bien las caras de los que estamos aquí. Fuera de este círculo, no confíen en nadie. Y recuerden, no tengo nada en contra de las mujeres, pero, por el amor de Dios, si se bajan los pantalones, eso no significa que deban abrir la boca.
Nicholas no tenía que preocuparse por eso. En aquella época era tan célibe como el papa. Pensó en Miley y el corazón le dio un vuelco de tristeza. Se había casado con Colm una semana después de la conversación que habían tenido fuera del pub. Siete meses más tarde, Miley estaba muerta y también el hijo que llevaba dentro. El hijo de Nicholas. Habían pasado dos años, pero todavía sufría al pensarlo. «Déjalo», pensó, y apartó los recuerdos de la joven concentrándose en Gallagher y en la causa. Eso era lo único que importaba en aquellos momentos.
—Los espías están por todas partes —continuó Gallagher—, y muchos de ellos llevan ropa de mujer. —Se metió la mano en el bolsillo del abrigo y sacó un revólver. Lo sujetó para que todos los hombres en la habitación pudieran verlo y después apuntó con el arma—. Los informadores pagarán con sus vidas —dijo moviendo el arma lentamente entre el círculo de rostros— y arderán en el infierno para siempre.
La pistola se detuvo frente a la silla de Nicholas y los ojos de los dos hombres se encontraron por encima del cañón. Todos se agacharon instintivamente cuando Gallagher apretó el gatillo. Todos menos uno.
Nicholas no pestañeó y el tambor de la pistola hizo un ruido inofensivo.
Gallagher soltó una carcajada.
—Este Nicholas es uno de los buenos, eh —dijo depositando la pistola en la mesa.
Nicholas supo que había pasado la prueba y decidió que ya era hora de ir al grano. Se irguió en la silla e hizo la pregunta vital:
—¿Qué quieres que hagamos?
En los labios de Gallagher se formó algo parecido a una sonrisa.
—Tengo un millar de rifles esperando en un almacén de Nueva York, cortesía de nuestros primos americanos del Clan na Gael. Quiero que me ayuden a entrarlos en el Ulster dentro de tres meses.
Nicholas concluyó que Gallagher hacía honor a su fama de genio incendiario de la revolución.
Andrea P. Jonas:)
Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
Su hijo! O.O aah! tienes que seguirlaaa
Faby Evans Jonas
Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
NOO PERDIO A SU BB!!! Y BUENO TAMBIEN A MILEY!!.. PERO ELLA SE CASO CON OTROO!!!
POBRE DE NIICKK!!!
CUANDO SERA FELIZ???
POBRE DE NIICKK!!!
CUANDO SERA FELIZ???
chelis
Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
Faby Evans Jonas escribió:Su hijo! O.O aah! tienes que seguirlaaa
En un ratito la sigo! ;)
Andrea P. Jonas:)
Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
Hoooooolaaaaa!!! como estan??? espero que esten muy bien!
Yo estoy muriendome de frio! en mi ciudad esta nevando desde temprano y hace mucho frio a fuera pero esta todo muy bonito :3 y pues nada vengo a dejarles el cap de hoy espero que les guste! :D
Yo estoy muriendome de frio! en mi ciudad esta nevando desde temprano y hace mucho frio a fuera pero esta todo muy bonito :3 y pues nada vengo a dejarles el cap de hoy espero que les guste! :D
Andrea P. Jonas:)
Re: "Un lugar para Nicholas" (Nick J. y Tu) TERMINADA
Capitulo 17
_____ estaba agotada. Se dejó caer en el asiento del carro absolutamente exhausta, y se caló el sombrero para protegerse de la lluvia que seguía cayendo. Oren se sentó junto a ella y ninguno de los dos dijo nada mientras recorrían el embarrado camino hasta Peachtree. _____ estaba demasiado cansada para hablar, y aunque, para Oren, éste era su sexto hijo, siempre había sido hombre de pocas palabras.
Ella pensó en el rostro cansado pero exultante de Kate mientras sostenía a su bebé recién nacido, y en Oren, henchido de orgullo, dándole un beso a su esposa delante de ella. Realmente le enternecía verlos tan felices después de dieciséis años de matrimonio. «Debe ser maravilloso estar casado», pensó y se quedó dormida.
Se despertó cuando el carromato se detuvo de golpe. Cogió su cesta y bajó de un salto de la carreta sin esperar a que Oren le ayudase.
—Asegúrate de que Doc Morrison les echa un vistazo a Kate y al niño en cuanto regrese.
—Lo haré —contestó—. Gracias por todo, _____ —dijo. Volvió a subir al carromato, agitó las riendas y se alejó por el paseo mientras ella corría a buscar refugio en el porche. Se quitó las botas llenas de barro y entró en casa.
La casa estaba silenciosa, pero de la biblioteca llegaba una luz tenue. «Nicholas debe estar todavía despierto», pensó, y dejó la cesta y sus botas embarradas. La había estado esperando. Al pensarlo, sintió una cálida alegría y sonrió.
Se quitó el sombrero empapado por la lluvia y el guardapolvo. Atravesó el pasillo y al ver la escena de la biblioteca sonrió. Nicholas estaba sentado en el sofá, totalmente despierto, rodeado por las niñas que se amontonaban a su alrededor como si fuesen cachorros de lobo en su guarida, las tres bien a gusto, cómodas y dormidas. Chester también estaba profundamente dormido a sus pies.
Él miró a _____ por encima de la cabeza de Marian.
—Ni se te ocurra reírte —murmuró y apartó la mirada, casi avergonzado.
Ella se cubrió la boca con la mano y agitó la cabeza.
—No osaría hacerlo. ¿Estás cómodo? Se te ve bastante… sofocado.
Nicholas echó un vistazo a las niñas que le rodeaban.
—En estos momentos, me parece que estoy atrapado.
—Eres una buena almohada —dijo _____ observándolo con una sonrisa.
Nicholas levantó la cabeza y la miró. A la luz del candil, los ojos de Nicholas eran de color gris plata. Se le había pasado la vergüenza y su mirada se había transformado. Era casi depredadora. Bajó las pestañas y repasó el cuerpo de _____ con una mirada concienzuda, lenta, especulativa, desde el cabello húmedo hasta los calcetines y el empapado dobladillo.
—¿Eso crees, cielo?
Ella no pudo evitar imaginar la tentadora imagen de Nicholas en medio de unas sábanas revueltas. Repentinamente consciente de sus pensamientos, se quedó helada. Se apoderó de ella la vergüenza. Deseó poder decir algo inteligente, algún comentario para flirtear, pero sintió que le resultaba imposible. Nunca había sido buena en el arte del coqueteo.
El sonido de sus voces despertó a Sophi, que levantó la cabeza y vio a _____ allí de pie.
—¿Mamá? —murmuró medio dormida—. Te hemos esperado levantadas.
—Ya lo veo —contestó ella aliviada por la interrupción—. Pero ya hace tiempo que tendrían que estar en la cama. —Se dirigió al sofá y sacudió el hombro de Becky—: Becky, despierta.
La niña abrió los ojos y levantó la cabeza del hombro de Nicholas.
—Mamá, estás en casa —dijo bostezando—. ¿Ha tenido la señora Johnson a su bebé?
—Sí, así es. Un niño y están los dos bien —explicó ella, y se volvió hacia Nicholas que le estaba tendiendo a Marian—. Gracias —murmuró cogiendo a la niña en brazos—. Espero que no te hayan molestado mucho.
—¿Qué molestias me han podido causar? Se han quedado todas dormidas justo en medio de una de mis mejores historias.
Al imaginarlo, _____ deseó haber estado allí. Habría sido maravilloso verlo contándoles cuentos a las niñas como un padre cualquiera. Pero Nicholas no era su padre. Ni por asomo.
—Bueno, buenas noches —dijo apartando la mirada—. Que duermas bien.
—Lo intentaré —contestó él con un tono irónico que _____ no entendió.
Las niñas le dieron las buenas noches a Nicholas medio dormidas y _____ se las llevó de la biblioteca. Se detuvo en el pasillo para encender un candil y subieron arriba.
—A dormir —les susurró a Becky y a Sophi mientras se detenía en el vestíbulo frente a sus habitaciones—. Cuando haya dejado a Marian en la cama, las arroparé.
—Ya soy muy mayor para que me arropes, mamá —le susurró Becky.
—Bueno, todavía puedo ir a darte las buenas noches, ¿no? —le dijo ella sonriendo.
—Supongo —admitió Becky y se metió en su habitación.
_____ se dirigió a Sophi.
—Tú también, señorita. A la cama.
Por una vez, Sophi no intentó buscar ninguna excusa y se metió en su cuarto sin protestar. De todos modos, _____ esperó a que estuviese metida en la cama antes de llevar a Marian a su habitación. Apartó las sábanas y dejó a la niña suavemente en la cama procurando no despertarla, pero en cuanto la hubo dejado, se despertó.
—Todavía llueve, ¿verdad, mamá? —murmuró abriendo los ojos.
_____ se sentó en el borde de la cama sabiendo que Marian estaría todavía asustada.
—Sí, pero los truenos ya han terminado, cariño.
—Tenía miedo —admitió la niña—, pero el señor Nicholas me ha dicho que los truenos lo único que hacen es gritar a la gente y que la próxima vez que oiga uno le tengo que gritar también. Eso es lo que hace él cuando tiene sueños malos.
—¿Eso te ha dicho? —le preguntó _____ estupefacta al saber que Nicholas había admitido algo así delante de las niñas—. Creo que es una buena idea. ¿Qué te parece si lo hacemos la próxima vez?
—De acuerdo —dijo Marian acurrucándose entre las sábanas—. Nos contó un cuento, uno muy bonito, mamá. —La niña lanzó un enorme bostezo—. Me gustaría que el señor Nicholas pudiese contarnos cuentos todas las noches. —Y cerró los ojos lentamente.
_____ se inclinó y le dio un beso en la mejilla.
—A mí también, amor mío. A mí también.
_____ estaba agotada, pero no conseguía dormirse. Se cambiaba de postura, ahuecaba la almohada, rehacía la colcha, pero no podía conciliar el sueño. Al final, decidió que le sentaría bien una taza de té y se levantó. Se puso el chal y salió de la habitación. Pero cuando empezaba a bajar las escaleras, vio que salía luz por la ranura de la puerta de la cocina.
¿Estaba Nicholas todavía despierto? Dudó y pensó que igual era mejor que volviese arriba y se olvidase del té, pero al final no lo hizo. Siguió bajando las escaleras hasta la cocina y lo encontró encorvado sobre la mesa, escribiendo en la pizarra. Levantó la vista cuando la oyó entrar.
—No podía dormir —le explicó _____—. ¿Tú tampoco?
—No.
—Voy a prepararme una taza de té, ¿te apetece una?
No contestó y ella se dirigió a los fogones. Avivó las brasas, añadió algunas breas y puso la tetera a hervir.
Ninguno de los dos dijo nada, pero ella lo miró con el rabillo del ojo mientras preparaba el té; seguía inclinado sobre la pizarra, escribiendo cuidadosamente las letras.
—Veo que estás practicando tu caligrafía —dijo, y llevó dos tazas de té hasta la mesa.
—Sí, aunque no sé de qué me puede servir siendo un boxeador —dijo él tomando la taza que le ofrecía _____.
—Boxeo —murmuró ella pensativa. Apoyó los codos sobre la mesa, agarrando la taza con las manos y observando a Nicholas.
—¿Por qué lo haces?
—Es una forma de ganarme la vida —contestó él encogiéndose de hombros.
—Hay muchas otras maneras de ganarse la vida.
—Sí, pero todas ellas implican trabajar.
_____ no se dejó engañar por aquel comentario simplón. Lo había visto trabajar y sabía que no era un holgazán.
—¿Nunca has pensado en hacer otro trabajo? Algo menos… violento.
—¿Como qué? —le preguntó él, y su cara se ensombreció—. A un hombre no le hace falta saber leer para entender los carteles de los escaparates que dicen «No se necesita mano de obra irlandesa».
—¿Nunca te apetece instalarte en algún sitio, tener una meta más permanente que la pelea de mañana?
Nicholas la miró a los ojos.
—Ya te lo dije. Me gusta vagabundear. No soy de los que se quedan en un sitio, _____, me gusta mi libertad.
Lo había sabido desde la primera vez que le vio.
—Podrías tener tu propia granja, hay un montón de tierra en el oeste. Dicen que es gratis.
—No soy granjero.
—¿Qué tiene de malo ser granjero?
Se quedó callado un momento.
—Mi padre era granjero —dijo finalmente— y su padre antes de él. Cultivábamos patatas como todo el mundo. Mira, había muy poca tierra para nosotros, la mayor parte de las tierras las tenían terratenientes ingleses que cultivaban cereales para mandar a Inglaterra. Lo único que podíamos cultivar en la poca tierra que teníamos y que podía alimentar a nuestra gente era la patata. Comíamos patata, alimentábamos a los animales con patata y la patata nos permitía pagar el arrendamiento de nuestra tierra. Lo era todo para nosotros y no podíamos sobrevivir sin ella. Entonces llegó el ocrás. El hambre.
Miraba fijamente a _____, pero ella sabía que no le veía. En su mente, estaba viendo su tierra.
—Una mañana, cuando yo tenía once años, me levanté al oír los gritos de mi madre. Corrí afuera a ver qué ocurría y la vi de pie junto a mi padre y mi hermano señalando el clochan donde guardábamos nuestras cosechas. Estaba gimoteando y decía algo sobre las patatas. Corrí hasta el clochan justo cuando mi padre abría la puerta. El olor nos golpeó… Virgen santa, era un olor que nunca antes habíamos conocido.
Hizo una pausa, pero _____ no dijo nada. Pensó con temor que si decía algo, Nicholas se volvería a encerrar en su mutismo, haría algún tonto comentario para cambiar de tema y nunca acabaría su relato.
—Mi padre y Joseph entraron en el clochan —continuó Nicholas—. Me dijeron que esperara afuera, pero no lo hice. Los seguí y los vi agachados sobre el tonel donde habíamos dejado las patatas recién cogidas del campo el día anterior. Mi padre me miró cuando entré y por primera vez en mi vida vi miedo en su rostro. Supe que había ocurrido algo horrible.
Frunció el ceño y de pronto pareció sobrecogido, como un niño que no llega a entender la cruel broma que le acaban de hacer.
—Miré dentro del tonel y no vi ninguna patata. Estaba lleno de una masa viscosa que olía a azufre y parecía puré, puré oscuro. Pensé que estaba mirando las entrañas del infierno.
Su descripción era tan vivida que _____ podía ver el tonel y oler el azufre. Era como si estuviera allí con él.
—Cogimos un poco de aquella masa y se lo dimos a uno de los cerdos —continuó—. El cerdo murió y supimos que era una plaga. Intentamos desenterrar las patatas que todavía estaban en la tierra, pero era demasiado tarde. En una noche, las hojas se habían puesto blancas y las patatas negras dentro de la tierra. Todo el cultivo estaba así, y el olor putrefacto a azufre flotaba por encima de la tierra como una niebla pesada. Todavía puedo olerlo.
_____ sintió un escalofrío que le recorría la espalda mientras escuchaba cómo Nicholas contaba la historia con voz neutra y carente de emoción.
—Al cabo de un mes, no quedaba una sola patata en toda Irlanda. A los seis meses, la gente moría de hambre y de enfermedades, morían a miles. La gente en nuestro pueblo se moría tan rápido que no había suficientes ataúdes. Los tuvieron que enterrar en fosas comunes, amontonados con algo de tierra encima para proteger sus cuerpos de las ratas.
_____ sintió ganas de devolver, se apretó la boca con la mano y escuchó angustiada y en silencio, con el corazón roto.
Nicholas tragó saliva y su voz se tornó un susurro.
—Mi padre fue el primero de la familia en morir. La plaga lo destrozó y la fiabhras dubh lo mató, la fiebre negra, vosotros lo llamáis tifus. Mi madre lo lloró de rodillas durante tres días de lo grande que era su pena. Una semana más tarde, el tifus la mató a ella también. Murió en una cuneta porque el terrateniente nos había echado de nuestra casa y la había quemado.
Nicholas la miró y en sus ojos había un potente brillo.
—Nunca seré granjero —dijo; la intensidad de su voz asustó a _____. Nicholas se levantó y se dirigió hacia la puerta que daba al comedor. Se detuvo y giró la cabeza—. Nunca estaré atado a un pedazo de tierra, ni a una mujer, ni a un hogar, ni a una familia, ni a una iglesia. Ni a una forma de vida. Nunca más.
_____ le miró con los ojos anegados en lágrimas. Se sentía inútil y se despreciaba por ello. No había nada que pudiera decir para reconfortar a un hombre cuya familia llevaba tanto tiempo muerta, no había bálsamo para curar las heridas del alma de un hombre marcado, y no había forma de hacer que volviera a creer en los lazos que unen a las personas.
Nicholas se despertó del sueño como un hombre que se está ahogando y logra sacar la cabeza del agua, mojado, desorientado, aspirando una bocanada de aire. Se sentó y se cogió la cabeza con manos temblorosas. Sintió el sudor de terror en su rostro.
—¡Dios! —gimió—. Mierda, mierda.
Levantó la cabeza y miró la pared que había frente a él. Por la cortina de encaje entraban los rayos del sol. Intentó volver a la realidad. Otra vez los sueños.
Al salir de la cárcel, las pesadillas lo habían acosado durante meses, pero conforme pasaba el tiempo, se habían ido espaciando. Ya no tenía casi nunca. Hasta llegar allí. Al despertarse por vez primera en aquella casa, supo que había estado teniendo pesadillas, pero luego todo había ido mejor y habían desaparecido. Y ahora habían vuelto. «Otra vez no —suplicó—, aquí no.»
La puerta de su habitación se abrió de repente y con fuerza golpeando la pared y haciendo bailar las luces y sombras que formaba el sol a través de la cortina de encaje. _____ miró y se acercó a él con los ojos abiertos de par en par, alarmada.
—¿Nicholas?
_____. Centró su atención en ella, en la luz del sol que configuraba remolinos y rosetones sobre su cuerpo. Le recordó a la Virgen de la vidriera de San Brendan, tan unidimensional e irreal como el resto.
—No —dijo con un fiero susurro, y consiguió detenerla—. Déjame solo.
Ella no se movió.
Nicholas oyó pasos detrás de _____.
—¿Mamá? ¿Está bien? ¿Está teniendo otra vez pesadillas?
Las niñas. No podía dejar que lo viesen así.
—¡Sal de aquí! —ordenó satisfecho por haber conseguido chillar—. ¡Mantenlas alejadas de mí!
Vio que _____ se mordía el labio y dudaba.
—¿Estás bien? —le preguntó.
Nicholas soltó una risa ahogada y dura.
—Bien, estoy estupendamente, gracias por el interés.
_____ se retiró mirándolo con aquellos ojos dulces como si fuera una cierva herida. La puerta se cerró y él dejó escapar un largo y profundo suspiro de alivio.
Nicholas apartó la sábana y se levantó de la cama. Caminó hasta el lavamanos y levantó la mirada para ver su reflejo en el espejo ovalado. Tenía la cara de un pálido mortal, los ojos inyectados en sangre y la sombra de la barba le daba a su rostro una tonalidad azul. Tenía un aspecto espantoso, normal teniendo en cuenta que dormía con el demonio.
_____ estaba agotada. Se dejó caer en el asiento del carro absolutamente exhausta, y se caló el sombrero para protegerse de la lluvia que seguía cayendo. Oren se sentó junto a ella y ninguno de los dos dijo nada mientras recorrían el embarrado camino hasta Peachtree. _____ estaba demasiado cansada para hablar, y aunque, para Oren, éste era su sexto hijo, siempre había sido hombre de pocas palabras.
Ella pensó en el rostro cansado pero exultante de Kate mientras sostenía a su bebé recién nacido, y en Oren, henchido de orgullo, dándole un beso a su esposa delante de ella. Realmente le enternecía verlos tan felices después de dieciséis años de matrimonio. «Debe ser maravilloso estar casado», pensó y se quedó dormida.
Se despertó cuando el carromato se detuvo de golpe. Cogió su cesta y bajó de un salto de la carreta sin esperar a que Oren le ayudase.
—Asegúrate de que Doc Morrison les echa un vistazo a Kate y al niño en cuanto regrese.
—Lo haré —contestó—. Gracias por todo, _____ —dijo. Volvió a subir al carromato, agitó las riendas y se alejó por el paseo mientras ella corría a buscar refugio en el porche. Se quitó las botas llenas de barro y entró en casa.
La casa estaba silenciosa, pero de la biblioteca llegaba una luz tenue. «Nicholas debe estar todavía despierto», pensó, y dejó la cesta y sus botas embarradas. La había estado esperando. Al pensarlo, sintió una cálida alegría y sonrió.
Se quitó el sombrero empapado por la lluvia y el guardapolvo. Atravesó el pasillo y al ver la escena de la biblioteca sonrió. Nicholas estaba sentado en el sofá, totalmente despierto, rodeado por las niñas que se amontonaban a su alrededor como si fuesen cachorros de lobo en su guarida, las tres bien a gusto, cómodas y dormidas. Chester también estaba profundamente dormido a sus pies.
Él miró a _____ por encima de la cabeza de Marian.
—Ni se te ocurra reírte —murmuró y apartó la mirada, casi avergonzado.
Ella se cubrió la boca con la mano y agitó la cabeza.
—No osaría hacerlo. ¿Estás cómodo? Se te ve bastante… sofocado.
Nicholas echó un vistazo a las niñas que le rodeaban.
—En estos momentos, me parece que estoy atrapado.
—Eres una buena almohada —dijo _____ observándolo con una sonrisa.
Nicholas levantó la cabeza y la miró. A la luz del candil, los ojos de Nicholas eran de color gris plata. Se le había pasado la vergüenza y su mirada se había transformado. Era casi depredadora. Bajó las pestañas y repasó el cuerpo de _____ con una mirada concienzuda, lenta, especulativa, desde el cabello húmedo hasta los calcetines y el empapado dobladillo.
—¿Eso crees, cielo?
Ella no pudo evitar imaginar la tentadora imagen de Nicholas en medio de unas sábanas revueltas. Repentinamente consciente de sus pensamientos, se quedó helada. Se apoderó de ella la vergüenza. Deseó poder decir algo inteligente, algún comentario para flirtear, pero sintió que le resultaba imposible. Nunca había sido buena en el arte del coqueteo.
El sonido de sus voces despertó a Sophi, que levantó la cabeza y vio a _____ allí de pie.
—¿Mamá? —murmuró medio dormida—. Te hemos esperado levantadas.
—Ya lo veo —contestó ella aliviada por la interrupción—. Pero ya hace tiempo que tendrían que estar en la cama. —Se dirigió al sofá y sacudió el hombro de Becky—: Becky, despierta.
La niña abrió los ojos y levantó la cabeza del hombro de Nicholas.
—Mamá, estás en casa —dijo bostezando—. ¿Ha tenido la señora Johnson a su bebé?
—Sí, así es. Un niño y están los dos bien —explicó ella, y se volvió hacia Nicholas que le estaba tendiendo a Marian—. Gracias —murmuró cogiendo a la niña en brazos—. Espero que no te hayan molestado mucho.
—¿Qué molestias me han podido causar? Se han quedado todas dormidas justo en medio de una de mis mejores historias.
Al imaginarlo, _____ deseó haber estado allí. Habría sido maravilloso verlo contándoles cuentos a las niñas como un padre cualquiera. Pero Nicholas no era su padre. Ni por asomo.
—Bueno, buenas noches —dijo apartando la mirada—. Que duermas bien.
—Lo intentaré —contestó él con un tono irónico que _____ no entendió.
Las niñas le dieron las buenas noches a Nicholas medio dormidas y _____ se las llevó de la biblioteca. Se detuvo en el pasillo para encender un candil y subieron arriba.
—A dormir —les susurró a Becky y a Sophi mientras se detenía en el vestíbulo frente a sus habitaciones—. Cuando haya dejado a Marian en la cama, las arroparé.
—Ya soy muy mayor para que me arropes, mamá —le susurró Becky.
—Bueno, todavía puedo ir a darte las buenas noches, ¿no? —le dijo ella sonriendo.
—Supongo —admitió Becky y se metió en su habitación.
_____ se dirigió a Sophi.
—Tú también, señorita. A la cama.
Por una vez, Sophi no intentó buscar ninguna excusa y se metió en su cuarto sin protestar. De todos modos, _____ esperó a que estuviese metida en la cama antes de llevar a Marian a su habitación. Apartó las sábanas y dejó a la niña suavemente en la cama procurando no despertarla, pero en cuanto la hubo dejado, se despertó.
—Todavía llueve, ¿verdad, mamá? —murmuró abriendo los ojos.
_____ se sentó en el borde de la cama sabiendo que Marian estaría todavía asustada.
—Sí, pero los truenos ya han terminado, cariño.
—Tenía miedo —admitió la niña—, pero el señor Nicholas me ha dicho que los truenos lo único que hacen es gritar a la gente y que la próxima vez que oiga uno le tengo que gritar también. Eso es lo que hace él cuando tiene sueños malos.
—¿Eso te ha dicho? —le preguntó _____ estupefacta al saber que Nicholas había admitido algo así delante de las niñas—. Creo que es una buena idea. ¿Qué te parece si lo hacemos la próxima vez?
—De acuerdo —dijo Marian acurrucándose entre las sábanas—. Nos contó un cuento, uno muy bonito, mamá. —La niña lanzó un enorme bostezo—. Me gustaría que el señor Nicholas pudiese contarnos cuentos todas las noches. —Y cerró los ojos lentamente.
_____ se inclinó y le dio un beso en la mejilla.
—A mí también, amor mío. A mí también.
_____ estaba agotada, pero no conseguía dormirse. Se cambiaba de postura, ahuecaba la almohada, rehacía la colcha, pero no podía conciliar el sueño. Al final, decidió que le sentaría bien una taza de té y se levantó. Se puso el chal y salió de la habitación. Pero cuando empezaba a bajar las escaleras, vio que salía luz por la ranura de la puerta de la cocina.
¿Estaba Nicholas todavía despierto? Dudó y pensó que igual era mejor que volviese arriba y se olvidase del té, pero al final no lo hizo. Siguió bajando las escaleras hasta la cocina y lo encontró encorvado sobre la mesa, escribiendo en la pizarra. Levantó la vista cuando la oyó entrar.
—No podía dormir —le explicó _____—. ¿Tú tampoco?
—No.
—Voy a prepararme una taza de té, ¿te apetece una?
No contestó y ella se dirigió a los fogones. Avivó las brasas, añadió algunas breas y puso la tetera a hervir.
Ninguno de los dos dijo nada, pero ella lo miró con el rabillo del ojo mientras preparaba el té; seguía inclinado sobre la pizarra, escribiendo cuidadosamente las letras.
—Veo que estás practicando tu caligrafía —dijo, y llevó dos tazas de té hasta la mesa.
—Sí, aunque no sé de qué me puede servir siendo un boxeador —dijo él tomando la taza que le ofrecía _____.
—Boxeo —murmuró ella pensativa. Apoyó los codos sobre la mesa, agarrando la taza con las manos y observando a Nicholas.
—¿Por qué lo haces?
—Es una forma de ganarme la vida —contestó él encogiéndose de hombros.
—Hay muchas otras maneras de ganarse la vida.
—Sí, pero todas ellas implican trabajar.
_____ no se dejó engañar por aquel comentario simplón. Lo había visto trabajar y sabía que no era un holgazán.
—¿Nunca has pensado en hacer otro trabajo? Algo menos… violento.
—¿Como qué? —le preguntó él, y su cara se ensombreció—. A un hombre no le hace falta saber leer para entender los carteles de los escaparates que dicen «No se necesita mano de obra irlandesa».
—¿Nunca te apetece instalarte en algún sitio, tener una meta más permanente que la pelea de mañana?
Nicholas la miró a los ojos.
—Ya te lo dije. Me gusta vagabundear. No soy de los que se quedan en un sitio, _____, me gusta mi libertad.
Lo había sabido desde la primera vez que le vio.
—Podrías tener tu propia granja, hay un montón de tierra en el oeste. Dicen que es gratis.
—No soy granjero.
—¿Qué tiene de malo ser granjero?
Se quedó callado un momento.
—Mi padre era granjero —dijo finalmente— y su padre antes de él. Cultivábamos patatas como todo el mundo. Mira, había muy poca tierra para nosotros, la mayor parte de las tierras las tenían terratenientes ingleses que cultivaban cereales para mandar a Inglaterra. Lo único que podíamos cultivar en la poca tierra que teníamos y que podía alimentar a nuestra gente era la patata. Comíamos patata, alimentábamos a los animales con patata y la patata nos permitía pagar el arrendamiento de nuestra tierra. Lo era todo para nosotros y no podíamos sobrevivir sin ella. Entonces llegó el ocrás. El hambre.
Miraba fijamente a _____, pero ella sabía que no le veía. En su mente, estaba viendo su tierra.
—Una mañana, cuando yo tenía once años, me levanté al oír los gritos de mi madre. Corrí afuera a ver qué ocurría y la vi de pie junto a mi padre y mi hermano señalando el clochan donde guardábamos nuestras cosechas. Estaba gimoteando y decía algo sobre las patatas. Corrí hasta el clochan justo cuando mi padre abría la puerta. El olor nos golpeó… Virgen santa, era un olor que nunca antes habíamos conocido.
Hizo una pausa, pero _____ no dijo nada. Pensó con temor que si decía algo, Nicholas se volvería a encerrar en su mutismo, haría algún tonto comentario para cambiar de tema y nunca acabaría su relato.
—Mi padre y Joseph entraron en el clochan —continuó Nicholas—. Me dijeron que esperara afuera, pero no lo hice. Los seguí y los vi agachados sobre el tonel donde habíamos dejado las patatas recién cogidas del campo el día anterior. Mi padre me miró cuando entré y por primera vez en mi vida vi miedo en su rostro. Supe que había ocurrido algo horrible.
Frunció el ceño y de pronto pareció sobrecogido, como un niño que no llega a entender la cruel broma que le acaban de hacer.
—Miré dentro del tonel y no vi ninguna patata. Estaba lleno de una masa viscosa que olía a azufre y parecía puré, puré oscuro. Pensé que estaba mirando las entrañas del infierno.
Su descripción era tan vivida que _____ podía ver el tonel y oler el azufre. Era como si estuviera allí con él.
—Cogimos un poco de aquella masa y se lo dimos a uno de los cerdos —continuó—. El cerdo murió y supimos que era una plaga. Intentamos desenterrar las patatas que todavía estaban en la tierra, pero era demasiado tarde. En una noche, las hojas se habían puesto blancas y las patatas negras dentro de la tierra. Todo el cultivo estaba así, y el olor putrefacto a azufre flotaba por encima de la tierra como una niebla pesada. Todavía puedo olerlo.
_____ sintió un escalofrío que le recorría la espalda mientras escuchaba cómo Nicholas contaba la historia con voz neutra y carente de emoción.
—Al cabo de un mes, no quedaba una sola patata en toda Irlanda. A los seis meses, la gente moría de hambre y de enfermedades, morían a miles. La gente en nuestro pueblo se moría tan rápido que no había suficientes ataúdes. Los tuvieron que enterrar en fosas comunes, amontonados con algo de tierra encima para proteger sus cuerpos de las ratas.
_____ sintió ganas de devolver, se apretó la boca con la mano y escuchó angustiada y en silencio, con el corazón roto.
Nicholas tragó saliva y su voz se tornó un susurro.
—Mi padre fue el primero de la familia en morir. La plaga lo destrozó y la fiabhras dubh lo mató, la fiebre negra, vosotros lo llamáis tifus. Mi madre lo lloró de rodillas durante tres días de lo grande que era su pena. Una semana más tarde, el tifus la mató a ella también. Murió en una cuneta porque el terrateniente nos había echado de nuestra casa y la había quemado.
Nicholas la miró y en sus ojos había un potente brillo.
—Nunca seré granjero —dijo; la intensidad de su voz asustó a _____. Nicholas se levantó y se dirigió hacia la puerta que daba al comedor. Se detuvo y giró la cabeza—. Nunca estaré atado a un pedazo de tierra, ni a una mujer, ni a un hogar, ni a una familia, ni a una iglesia. Ni a una forma de vida. Nunca más.
_____ le miró con los ojos anegados en lágrimas. Se sentía inútil y se despreciaba por ello. No había nada que pudiera decir para reconfortar a un hombre cuya familia llevaba tanto tiempo muerta, no había bálsamo para curar las heridas del alma de un hombre marcado, y no había forma de hacer que volviera a creer en los lazos que unen a las personas.
Nicholas no podía escapar de sus demonios. Intentaba correr y alejarse de ellos, pero no era lo bastante rápido. Nunca era lo bastante rápido. Seguían su ritmo y le hablaban con susurros bajos y convincentes. No podía expulsarlos porque le hablaban desde dentro de su cabeza. Se detuvo y se dejó caer sobre sus rodillas. Se tapó los oídos con las manos, pero seguía oyéndolos.
Si fuera fuerte, podría arrancárselos, podría reventar su cráneo como una cascara de nuez y eso sería el fin. Se apretó la cabeza con las manos furiosamente, pero no era lo bastante fuerte. Nunca sería lo bastante fuerte.
Naranja. El odioso color lo rodeaba por todas partes. Las llamas del infierno, ventanas naranjas, atizadores ardiendo. Los demonios le apartaron las manos y lo ataron con correas. Le estiraron el brazo y se lo retorcieron y pudo sentir de nuevo el dolor de su hombro dislocado, oler su piel quemada. Gritó.
Dínoslo, murmuraban, dínoslo, dínoslo…
Lo hizo.
Si fuera fuerte, podría arrancárselos, podría reventar su cráneo como una cascara de nuez y eso sería el fin. Se apretó la cabeza con las manos furiosamente, pero no era lo bastante fuerte. Nunca sería lo bastante fuerte.
Naranja. El odioso color lo rodeaba por todas partes. Las llamas del infierno, ventanas naranjas, atizadores ardiendo. Los demonios le apartaron las manos y lo ataron con correas. Le estiraron el brazo y se lo retorcieron y pudo sentir de nuevo el dolor de su hombro dislocado, oler su piel quemada. Gritó.
Dínoslo, murmuraban, dínoslo, dínoslo…
Lo hizo.
Nicholas se despertó del sueño como un hombre que se está ahogando y logra sacar la cabeza del agua, mojado, desorientado, aspirando una bocanada de aire. Se sentó y se cogió la cabeza con manos temblorosas. Sintió el sudor de terror en su rostro.
—¡Dios! —gimió—. Mierda, mierda.
Levantó la cabeza y miró la pared que había frente a él. Por la cortina de encaje entraban los rayos del sol. Intentó volver a la realidad. Otra vez los sueños.
Al salir de la cárcel, las pesadillas lo habían acosado durante meses, pero conforme pasaba el tiempo, se habían ido espaciando. Ya no tenía casi nunca. Hasta llegar allí. Al despertarse por vez primera en aquella casa, supo que había estado teniendo pesadillas, pero luego todo había ido mejor y habían desaparecido. Y ahora habían vuelto. «Otra vez no —suplicó—, aquí no.»
La puerta de su habitación se abrió de repente y con fuerza golpeando la pared y haciendo bailar las luces y sombras que formaba el sol a través de la cortina de encaje. _____ miró y se acercó a él con los ojos abiertos de par en par, alarmada.
—¿Nicholas?
_____. Centró su atención en ella, en la luz del sol que configuraba remolinos y rosetones sobre su cuerpo. Le recordó a la Virgen de la vidriera de San Brendan, tan unidimensional e irreal como el resto.
—No —dijo con un fiero susurro, y consiguió detenerla—. Déjame solo.
Ella no se movió.
Nicholas oyó pasos detrás de _____.
—¿Mamá? ¿Está bien? ¿Está teniendo otra vez pesadillas?
Las niñas. No podía dejar que lo viesen así.
—¡Sal de aquí! —ordenó satisfecho por haber conseguido chillar—. ¡Mantenlas alejadas de mí!
Vio que _____ se mordía el labio y dudaba.
—¿Estás bien? —le preguntó.
Nicholas soltó una risa ahogada y dura.
—Bien, estoy estupendamente, gracias por el interés.
_____ se retiró mirándolo con aquellos ojos dulces como si fuera una cierva herida. La puerta se cerró y él dejó escapar un largo y profundo suspiro de alivio.
Nicholas apartó la sábana y se levantó de la cama. Caminó hasta el lavamanos y levantó la mirada para ver su reflejo en el espejo ovalado. Tenía la cara de un pálido mortal, los ojos inyectados en sangre y la sombra de la barba le daba a su rostro una tonalidad azul. Tenía un aspecto espantoso, normal teniendo en cuenta que dormía con el demonio.
Andrea P. Jonas:)
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