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Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu)

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Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu) - Página 3 Empty Re: Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu)

Mensaje por *Stephanie* Vie 12 Oct 2012, 9:29 pm

Sigue porfaa!!!
perdón por no passarme antes!!!
pero esta muy buena la novela, siguela!!!
saludos :)
*Stephanie*
*Stephanie*


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Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu) - Página 3 Empty Re: Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu)

Mensaje por ElitzJb Mar 16 Oct 2012, 7:03 pm

queremos mas siguelaaaa
ElitzJb
ElitzJb


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Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu) - Página 3 Empty Re: Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu)

Mensaje por ElitzJb Miér 17 Oct 2012, 7:28 pm

sigue :) por favor
ElitzJb
ElitzJb


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Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu) - Página 3 Empty Re: Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu)

Mensaje por ElitzJb Sáb 27 Oct 2012, 2:20 pm

vuelve con mas capitulos por favor :lloro:
ElitzJb
ElitzJb


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Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu) - Página 3 Empty Re: Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu)

Mensaje por aranzhitha Sáb 27 Oct 2012, 7:58 pm

CAPITULO 13 Parte 1
La atrapó contra el frente del tractor, con la abultada erección debajo de los vaqueros presionándole el estómago al tiempo que ella echaba la cabeza hacia atrás para mirarlo a los ojos.

Era muy alto, casi treinta centímetros más alto. Con su casi metro noventa y cinco, Joe parecía abrumar a todos los demás. Especialmente
a ella. _____ medía solo un metro sesenta y cinco, baja, y de huesos delicados. Siempre se había sentido alternativamente protegida e indefensa contra la altura y la fuerza de su marido.

—No se trata de sexo. —Ella intentó negar con la cabeza al tiempo que los labios de él descendieron hasta el cuello—. Simplemente deseaba conversar.

—Acerca de sexo. —Le rozó el cuello con los labios, luego con los dientes se lo raspó, causándole azotes de palpitaciones mientras luchaba para contener un gemido.

Había sido así desde el principio. Podía seducirla con nada más que la amenaza de un beso, la expectativa y la emoción de simplemente saber
que estaba próximo a acariciarla. Y estaba haciendo eso ahora. Ella se estremeció en el abrazo, sintiendo las manos de su esposo en la cadera, los dedos masajeándola sutilmente mientras le saboreaba la piel con los labios y la lengua. Estaban fuera, sin otra cosa que el tractor para ocultar sus cuerpos, al tiempo que ella sintió una mano moverse, deslizándose bajo la falda.

—Deberíamos ir a la casa —dijo ella jadeando; él ladeó la cabeza al tiempo que ella cerró los ojos.

El mordisqueo en el cuello era destructivo. Era altamente sensible allí. Cada vez que los labios de Joe se movían sobre la suave piel, la debilitaba, le robaba la fortaleza de las piernas, y la dejaba luchando por mantenerse en pie.

—¿Por qué? —La pregunta de Joe la sorprendió.

—Cualquiera puede ver lo que estás haciendo.

—Estamos solo nosotros aquí. —La amplia mano le tomó un
seno, el pulgar le acarició el duro pezón.

—Pero estamos fuera.

—Solos. Quítate la camisa para mí, ____. —Se reclinó hacia atrás, observándola con ojos tormentosos, con la mirada hambrienta. _____ le devolvió la mirada, sorprendida. No era la primera vez que tenían sexo en el exterior. Sí, lo habían hecho. Junto a la piscina. En el jacuzzi. Pero nunca así. En un espacio abierto, donde la desnudez podía ser vista si por casualidad uno de los peones decidía regresar.

—Tenemos una cama. —Ella rió nerviosa.

Lo prohibido siempre le resultaba atractivo. Había sido siempre así. La excitaba, la encendía, la hacía sentirse viva cuando Joe lo provocaba en ella. Desvestirse allí, a la luz del día, era prohibido. Arriesgarse a que los vieran, los observasen, mientras su esposo le acariciaba el cuerpo, era prohibido. Y mucho más excitante.

—¿Quién necesita una cama? —Bajó la cabeza, con la mirada fija en ella mientras acariciaba con la lengua los labios de repente hinchados—. Vamos, ______, sé valiente conmigo.

Había algo diferente en él. No podía precisarlo, no podía
entenderlo cuando las manos de él comenzaron a tironearla de la camisa hacia
arriba.

—Vamos, déjame acariciar esos bonitos pezones con los labios mientras el sol calienta tus pechos. ¿Te agradaría eso, _____?

La voz de Joe era una aspereza aterciopelada. Era acosadora. Desafiante. Primitiva. Esa era la diferencia. Nunca antes le había mostrado ese
lado de él, ni de esa manera. Como si la previa invasión en el centro oscuro y silencioso de Joe hubiera tentado al monstruo que él le advirtió no despertar. Le excitaba.

_____ se retiró hacia atrás, tomó el dobladillo de la camisa, y se la quitó lentamente por la cabeza antes de arrojarla al suelo. La
respuesta de Joe fue sorprendente. Durante un momento, una sorpresa inexpresiva le colmó el rostro; luego, se oscureció una vez más, se volvió salvajemente carnal. Los labios de Joe parecían estar más voluptuosos, los ojos más oscuros, los pómulos más pronunciados. Se veía dominante. Vigoroso.

—Hermoso. —Unas palmas callosas y calientes le tomaron los pechos, llevándoselos hacia los labios al tiempo que inclinaba la cabeza.

La excitación surgió en ella como una ola regida por la marea, arrancándola de las amarras del autocontrol y arrojándola con fuerza hacia las lujurias oscurecidas que sentía como latigazos a su alrededor.

Joe siempre era tierno con ella cuando le hacía el amor. Pero esto no era hacer el amor. Era posesión. Podía sentirla cuando él le raspaba el pezón con los dientes. Luego, lo cubrió con los labios, se lo llevó a la boca, al tiempo que comenzó a lamerlo con una succión caliente y vigorosa.

Los pantaloncillos comenzaron a aflojarse mientras que ella lanzaba las manos hacia la cabellera de Joe para atraerlo más cerca. Joe le tomó un seno con una mano y desechó los pantaloncillos con la otra, dejándola desnuda bajo el calor del sol. Dejándola abierta ante el poderoso surgimiento de las ansias que le partían el cuerpo en dos.

aranzhitha
aranzhitha


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Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu) - Página 3 Empty Re: Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu)

Mensaje por aranzhitha Sáb 27 Oct 2012, 7:59 pm

CAPITULO 13 Parte 2
_____ nunca había sido tan valiente. Nunca sintió la necesidad y las ansias que sentía que le partían el cuerpo en ese momento. Había demasiado placer, demasiada pasión. Le azotaba la mente, se le hundía en los poros, y le soltaba las amarras del control que creía poseer

El placer era su recompensa, sin embargo. Un placer que Joe ahora solo le estaba mostrando. Un placer que provenía de liberar lo salvaje en ella en lugar de controlarlo.
No había control allí. Ella se sacudió, se estremeció, al tiempo que él separó la cabeza del pezón solo para plantarle los labios sobre la boca mientras la levantaba contra su pecho. Los contornos ásperos por los vellos le rasparon los pezones y enviaron un grito hacia el beso mientras la lengua incitaba la de ella para la lucha. Rayos. Electricidad. Surgían puntos destructivos de explosiones que detonaban a lo largo de las terminaciones nerviosas al tiempo que la carne se volvía hipersensible. Entonces, la necesidad de repente comenzó a crecer y nada de lo que él hacía parecía ser suficiente.

_____ notó que las manos de su esposo estaban más ásperas de lo normal cuando la alzó junto a él. Supo que los besos le dejarían los labios hinchados durante
mucho tiempo después de que hubiese acabado, pero no le importó. Lo necesitaba. Necesitaba los ásperos mordiscos, el firme agarre de las manos en el trasero, necesitaba esta parte de él y no se había dado cuenta de ello hasta que la sintió. Hasta que la desató en ella misma.

—¿Estás húmeda, ____? —De repente, alejó los labios de ella, los llevó a la mandíbula, a la mejilla, hasta que acabó mordisqueándole la oreja—. ¿Estás lista para mí?

¿Lista? Podía sentir los jugos fluyendo, humedeciéndola, preparándola para mucho más.

—Déjame ver lo húmeda que estás, amorcito.

Ella esperaba que los dedos de su marido le rozaran la entrepierna. Esperaba que los dedos se introdujeran en los pliegues ocultos. No esperaba que los labios comenzaran a quemar un camino por el cuello, sobre el pecho, donde hizo una pausa para lamer, succionar, mordisquear la punta erecta con una fuerza tal que tuvo que arquearse en brazos de su marido; los gritos de _____ colmaron la tarde de verano mientras apretaba los muslos para aplacar el dolor que comenzaba a arderle allí. Las sensaciones le recorrían el cuerpo como azotes. El tirón de los labios de Joe en los senos se clavaba en el clítoris, en la vagina. Los espasmos se retorcían en su interior, recordándole con fuerza el placer que tendría cuando la tomase.
No se detuvo en los pechos el tiempo suficiente. Incluso cuando los dedos de ella se aferraron a los cabellos para empujarlo de regreso allí, él ya se movía hacia abajo, con la lengua rozándole la parte superior del vientre, luego el abdomen, mientras se agachaba frente a ella.

—Joe, alguien podría vernos —jadeó ella.

Bajó la mirada hacia él, temblando cuando la tomaba de los muslos.

—Abre las piernas para mí, ______. Ahora. —El tono de voz no dejaba lugar a una negativa. La vigorosa aspereza de las ansias en la voz le provocó un gimoteo, incluso antes de separar los muslos.

El erotismo del momento la quemaba. De repente, estaba observando una parte de Joe que solo había logrado atisbar brevemente durante los pasados tres años. Las oscuras y dominantes ansias que él mantenía guardadas recelosamente. Y ella lo amaba. Lo amaba tanto que podía sentir el repentino fluir de jugos derramándose de su cuerpo.

—Dulce y húmeda —gruñó él mientras bajó la mirada hacia la carne cubierta de
rizos entre los muslos—. ¿Sabes, ______? Si este dulce coño estuviese depilado, podrías sentir incluso la brisa susurrándote sobre el clítoris, acariciándote la piel. ¿No crees que sería agradable eso? Sopló sobre el clítoris; incluso, la sensación de esa pequeña caricia la llevó a ____ a ponerse en puntillas de pie mientras luchaba por sostenerse de algo. Algo para fortalecer las piernas.

Una mano se aferró del parachoques del tractor, la otra se extendió y tomó la pequeña manija que abría la tapa del motor.

—Hermoso —susurró él—. Creo que estoy listo para el almuerzo ahora, _____.Pero no tendremos que ir a la casa para que lo coma.

El grito de _____ atravesó el granero cuando él le levantó una pierna con la mano y agachó la cabeza hasta la saturada carne entre los muslos.
El la consumía. Labios, una invasiva lengua que lamía, la boca que succionaba. La devoró una y otra vez mientras se colgaba de la maquinaria tras ella, indefensa, y torcía la cadera en ángulo para proporcionarle a él un mejor acceso.

Era bueno. Muy bueno. El calor del sol bañándole el cuerpo, el calor de la boca de Joe consumiéndola. Estaba perdida en las sensaciones. En el placer. Perdida en la intensidad carnal más primordial que comenzaba a gestarse en ella. No tenía sentido. No era la primera vez que Joe le daba sexo oral. Pero la diferencia era en cómo lo hacía. La situación, el lugar, las ansias que estaba desatando en ella. Unos minutos después, pudo sentir la electricidad derramándosele por la espalda, el placer creciendo en el vientre.

La lengua temblaba a lo largo de la húmeda abertura, lamía y acariciaba, se movía cada vez más cerca hacia el hinchado botón del clítoris mientras él rumbaba su placer entre dobleces sensibles.

Ella estaba elevándose, corriendo hacia el orgasmo, y no podía luchar contra eso. Cuando le lamió alrededor del clítoris con la lengua, gritó pidiendo alivio. Rogó.
Luego, Joe cubrió el tierno punto con los labios, y comenzó a acariciarlo con la lengua, a lamer con lengüetazos rápidos y destructivos hasta que ella se rompió en mil fragmentos de cegador éxtasis.

Era como un azote tras otro de placer agonizante mientras se acercaba con tensión, el dolor en el vientre no dejaba de acrecentarse. El alivio del clítoris era en general suficiente para saciar la necesidad desesperante, pero esta vez, solo la estimuló. Estaba muriéndose por más.

—No es suficiente —gritó con desesperación cuando él comenzó a erguirse ante ella—. Por favor, Joe necesito más.

—Siempre hay más, _____ gruñó él—. ¿Cuánto más quieres, amorcito?

—Quiero todo. —Recostó la cabeza sobre el tractor al tiempo que las manos se aferraban con más fuerza a las manijas que había encontrado—. Ahora. Por favor. Ahora.

aranzhitha
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Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu) - Página 3 Empty Re: Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu)

Mensaje por aranzhitha Sáb 27 Oct 2012, 8:00 pm

CAPITULO 13 Parte 3
Joe cubrió las manos de ella con las propias y las quitó de allí mientras la observaba fijo, implacable.

—Puedo ofrecerte todo lo que necesitas, amorcito. Todo. —Una mano grande le cubrió la nuca, llevándole los labios hasta el pecho—. Tómame ahora, _____. Muéstrame cuánto me necesitas.

Ella lo necesitaba. Lo necesitaba tanto que casi no podía respirar de las ansias que la desgarraban. Lo necesitaba tanto que antes de que ella misma pudiese anticipar lo que deseaba hacer, le hincó los dientes en el pesado músculo justo debajo de un plano y duro pezón.

Joe se sacudió sorprendido al sentir el mordisco de _____. Era inesperada. Violentamente excitante. El pene se le sacudió en los vaqueros, tan duro, tan hinchado que sabía que sería imposible contenerse una vez que la pequeña y caliente boca bajara hasta allí.
Pero él se contendría. Control. Controlarse a sí mismo, controlar el primer paso que le estaba permitiendo dar en la oscuridad de su lujuria era demasiado importante. Un movimiento en falso y ella podía echarse atrás, sintiendo de manera inconsciente las ansias depredadoras que acechaban justo debajo de la superficie. Las ansias que empujarían una y otra vez para conseguir más de la sostenida carnalidad, sensual y profunda, que él sabía que su esposa poseía.

—Dulce —gruñó él, acariciándole la cabeza con la palma de la mano mientras ella le lamía con la lengua sobre la pequeña marca que estaba seguro que le había dejado. Una marca que llevaría con orgullo—. Más, amorcito. Dame solo un poco más.

El mordisco fue más fuerte, centrado más abajo, al tiempo que un estremecimiento le sacudió la pequeña silueta y la malvada lengua lamió el pecho humedecido de sudor.
Las manos de _____ se movieron sin pausa del pecho hacia el cinturón, luchando por desabrocharlo cuando él inclinó la cabeza hacia atrás y dejó que el sol le calentara el rostro.
Ella le estaba quemando la carne, moviéndose hacia abajo, mordisqueándole la piel, lamiéndosela, mientras le quitaba los vaqueros y liberaba la pesada extensión del pene.
Creyó que explotaría cuando ella le envolvió el hinchado miembro con los dedos de ambas manos. Creyó que terminaría sobre sus dedos en un orgasmo que le rasgaría el alma y le dejaría libre.
El control se estaba haciendo jirones, se deshilachaba. Apretó los dientes y refrenó la necesidad de eyacular; se aferró con más fuerza a la corta cabellera de ______ para evitar que los labios de su esposa se acercasen a la latente cresta de su miembro.

—Joe —gimoteó ella con ansias.

¡Maldición! Le encantaba ese sonido en la voz. Ronco y suplicante, le acariciaba los sentidos como un oscuro terciopelo. Manteniéndola alejada, Joe le colocó las manos sobre sus muslos antes de aferrarse a la base del pene con una mano.

—Así. —Necesitaba que fuese así. Necesitaba controlarlo, acariciar las ansias que ella sentía por él e incrementarlas. Solo un poco más.
______se aferró con las manos a la tela de los vaqueros que aún le cubrían los muslos mientras que Joe le sostenía la cabeza firme para la erecta cabeza del pene presionase contra los labios de ella.
Instantáneamente, los abrió; la caliente y rosada lengua golpeando sobre él al tiempo que cerraba los ojos. Era muy sexy.

—Abre los ojos. Mírame mientras tomas mi pene, ______, no te escondas de mí. — La voz era áspera. Él sabía que así era y no podía hacer nada para evitarlo.
Ella abrió los párpados. La lengua jugueteó sobre la pequeña grieta en el pene, lamiendo el líquido pre seminal que le humedecía allí, mientras gemía de placer.

—Buena chica. —Podía ver la cautela, las ansias creciendo en ella—. Ahora, lento y suave.

Él se introdujo en la acalorada boca de su mujer, sintiendo cómo le envolvía con los labios mientras un placer eléctrico se le disparó por la columna vertebral y le chisporroteó en el cerebro.
Maldición, era bueno. Muy caliente. Muy bueno. La boca bebiendo de la hinchada cabeza del pene, intentando meterlo más profundamente en ella mientras con la ardiente y pequeña lengua le lamía y le acariciaba alrededor.

Se echó hacia atrás, ignorando los suaves quejidos de necesidad antes de volver a entrar, presionando más profundamente, sintiendo los músculos del estómago contraerse con violencia, mientras el placer le quemaba a lo largo de cada tenso tendón y hueso. Maldición. No duraría mucho a ese paso. Hundirse dentro de la boca de ella muy lenta y suavemente, sentir que le llegaba hasta casi la garganta, succionándolo, gimiendo pequeños gritos que le vibraban sobre la carne.

______ empujó los vaqueros hacia abajo con movimientos bruscos, permitiendo que los dedos se le deslizaran entre los muslos de su esposo hacia el apretado saco debajo del pene.

—Basta. —Se echó hacia atrás, obligándola a soltar el miembro—. Pon las manos sobre mis piernas, _____.
Un destello de sorpresa brilló en los ojos de color almendra.—Sujétate de mis muslos, amorcito.
______ llevó las manos a las piernas de él lentamente, pero la mirada titiló con indecisión.

—A veces es mejor dejar tranquilos a los animales durmientes —le susurró, casi arrepintiéndose por lo que él sabía que ella estaba viendo en su rostro por primera vez—. ¿Puedes hacerlo, _____?
Era un desafío. Desafiarlo nunca era una buena idea, porque lo más probable era que ella aceptase el desafío y fuera tras él.
La expresión de ______ destelló brevemente antes de que una pequeña sonrisa se le dibujara en el rostro.

—Haz lo peor —lo desafió ella como respuesta.

aranzhitha
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Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu) - Página 3 Empty Re: Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu)

Mensaje por aranzhitha Sáb 27 Oct 2012, 8:00 pm

CAPITULO 13 Parte 4
Dios santo, no tenía idea de lo que lo estaba desafiando a hacer. ¿Creía que el desafío acabaría allí? ¿En el granero?
Presionó contra los labios de seda una vez más, sintiendo cómo le envolvían la carne mientras observaba. Echándose hacia atrás, empujando hacia adentro, la erección le brillaba por la humedad de la boca. Podía sentir los músculos tensándose por el esfuerzo de contenerse. Sentía el sudor corriéndole por la espalda mientras se follaba la boca de su mujer, se deslizaba hacia adentro y fuera, sintiendo la lengua ciñéndose a él, sintiéndola volverse más y más salvaje al darse cuenta de que él no tenía intenciones de darle su alivio de esa manera.

Él quería verla salvaje. Quería que volase. Tan desesperada estaba que la estaba partiendo en dos. Se negaba a obedecer la simple orden de mantener las manos en los muslos.

En pocos minutos, ella estuvo allí. Los dulces sonidos de la boca succionando lo estaban volviendo loco al tiempo que sintió los dedos temblorosos de su mujer sacudirse entre los muslos.

Volvió a retirarse, deslizándose fuera de la boca antes de que lo buscase. Aferró las manos a la cabellera de ella con más fuerza y le empujó hacia atrás mientras que con la otra mano la agarró de las muñecas y las sostuvo con fuerza sobre la cabeza.
Luego, le dio más. Empujó más allá de los labios hasta que supo que una zambullida más en el calor líquido lo haría perder el control.

—Basta. —La voz era un gruñido áspero, a pesar de sus esfuerzos por aplacarlo. La obligó a ponerse de pie y la sostuvo cuando ella se tambaleó, le rodeó la cadera con el brazo y la levantó.

Ella le envolvió la cintura con las piernas instantáneamente y el pene encontró el refugio que se moría por hallar. Si creyó que la boca había estado caliente, la vagina entonces era lava pura. No pudo contener el crudo grito que se le derramó de los labios cuando la cresta de la erección se acunó en los pliegues resbaladizos de miel y presionó hacia adelante.
Maldición, ella estaba ceñida. Ceñida y dulce, el suave tejido dentro del sexo de ella se flexionaba y ondulaba a su alrededor al tiempo que empezó a empujar con su carne en su interior. Estirándose para acomodarse a él, volviéndose más y más caliente, húmedo con cada caricia, hasta que él estuvo completamente ubicado allí.
Los testículos se le contrajeron al sentir la vagina ondulándose sobre el pene. La necesidad de penetrarla con fuerza lo estaba volviendo loco. Pero eso... eso era bueno.

—Estás ceñida, ______. —La apretó con más fuerza mientras giraba hasta colocarla para poder presionarla contra el costado del tractor, sujetándola con energía mientras el miembro se adentraba en ella con sacudidas—. Más ceñida que nunca.
______ inclinó la cabeza hacia atrás y abrió los ojos. Tenía una mirada salvaje. Casi tan salvaje como los desesperados intentos de moverse contra él mientras la mantenía firme.

—Joe, por favor... —La voz era cruda y grave con agitada excitación ahora. El rara vez le retrasaba el orgasmo. Había sentido el salvajismo en ella desde el principio, el centro oculto de su sensualidad que un día se chocaría de frente con sus oscuros deseos.

Eso era lo que había esperado durante más de tres años. Las ansias que ahora veía en sus ojos, que sentía en su coño. Las necesidades subiendo a la superficie, desafiadas por su recelo, por su rechazo a satisfacerlas lo suficiente como para mantenerlas a raya. Esa era la mujer que él había creído que podía ser.

Se movió, echándola hacia atrás antes de hundirse una vez más en el canal ceñido como un puño, glorificándose con el grito de placer que ella dio y la flexión dela vagina.

—¿Es esto lo que quieres, amorcito? —Volvió a moverse, con más fuerza, presionando más profundo al tiempo que ella dio una sacudida con la cabeza y el sudor le cayó por el rostro.
Ah, sí. Esto era lo que ella quería. Estaba jadeando, gritos ahogados se le caían de los labios mientras luchaba contra él.

—Fíjate dónde estás, _____ —le dijo entonces—. Al aire libre. Cualquiera nos puede ver. ¿Debemos detenernos ahora?
Ella negó con un movimiento de cabeza, flexionó las caderas y apretó los muslos contra él.

—¿Sabes lo que verían? —gruñó él, inclinándose para mordisquearle los labios—. Verían perfección, la miel más dulce del mundo bañando mis pelotas.
Él podía sentirla, como un lavado de seda cremosa y líquida que le contraía los testículos aún más.

—Joe —Una vacilación erótica le inundaba la voz incluso cuando los jugos se le volvieron más densos, más sedosos. Como si al pensar que alguien pudiese verlos le llenara el cuerpo de inquietud y de excitación.

Él se flexionó en ella una vez más, masajeándole el fondo de la vagina, sintiendo cómo se ceñía a su alrededor al tiempo que le clavaba las uñas en los hombros, enterrándolas con un dolor sensual mientras él sentía que perdía el control. Apretó las nalgas de _____, sujetándola con fuerza al comenzar a moverse, zambulléndose en ella con movimientos duros y profundos de la cadera. El placer era tan intenso que casi lindaba con el dolor. El agarre de los músculos más dulces del mundo se tensaban al sentir él que la vagina comenzaba a convulsionar. Los gritos de ______ le colmaron los oídos, los sentidos, y desataron su propio orgasmo.

Bombeando en ella, cada chorro de semen era seguido de un duro puñetazo de éxtasis. Estimulante. Satisfactorio. Por primera vez desde que había comenzado a dormir con ella, Joe sintió el duro y apretado nudo de lujuria en sus entrañas aflojarse ligeramente mientras la llenaba con el orgasmo.

Ella era como una fruta prohibida. Tentadora. Dulce. Inocente. Incorrupta. Tan dulcemente incorrupta que la inocencia le brillaba en los ojos como un faro de pureza. Era una de las cosas que amaba de ella. Una de las cosas por las que la oscura sensualidad en él ardía en respuesta.

En ese momento, mientras la sostenía muy cerca de él, escuchando los salvajes gritos aplacarse, Joe supo que corromperla estaba subiendo, cada vez más alto, en su lista de prioridades Antes de acabarse, perdería a su esposa. O ganaría a su alma gemela. La pregunta era, ¿podría sobrevivir si perdiera a las dos?

aranzhitha
aranzhitha


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Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu) - Página 3 Empty Re: Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu)

Mensaje por aranzhitha Sáb 27 Oct 2012, 8:02 pm

Disculpen que no haya subido pero es que estaba en exámenes y andaba estresada, pero aquí están varios capis como recompensa, si veo varios comentarios subo mas
aranzhitha
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Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu) - Página 3 Empty Re: Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu)

Mensaje por Dayi_JonasLove!* Lun 29 Oct 2012, 2:19 pm

¿Será posible que Joe la deje hablar? Jajajaja
SIGUELAAAAA :love:
Dayi_JonasLove!*
Dayi_JonasLove!*


http://www.twitter.com/DayaniLo_JB

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Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu) - Página 3 Empty Re: Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu)

Mensaje por *Stephanie* Jue 01 Nov 2012, 4:19 am

Aww me encanto los cap!!
Joe es tan sexy, quiero el para mi jajaja
siguela pronto si!!
*Stephanie*
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Mensaje por ElitzJb Jue 01 Nov 2012, 9:17 am

oh por dios sexo al aire libre
me dejaron loca
dios como me encantaron los capitulos siguela por favor esta genial
ElitzJb
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Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu) - Página 3 Empty Re: Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu)

Mensaje por ElitzJb Lun 05 Nov 2012, 6:25 pm

siguelaaaaaaaaaaaaaaa
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Mensaje por ElitzJb Jue 08 Nov 2012, 5:59 pm

en espera ...
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Mensaje por aranzhitha Dom 11 Nov 2012, 1:54 pm

CAPITULO 14
La noche siguiente, Joe estaba de pie en el balcón de la habitación de él y _____, fumando. Observó con la mirada fija el brillo del cigarro en la mano y arrugó el entrecejo, antes de llevarse el filtro a los labios e inhalar. La inquietud en su interior no menguaba, y él sabía por qué. Era la misma razón que lo había llevado al balcón en lugar de a la cama, a pesar de ser muy tarde en la noche. Observó el cielo nocturno con la mirada fija mientras inhalaba, llevando la quemazón acre del humo a los pulmones incluso cuando se castigaba a sí mismo por recurrir a tal sostén. Ahora solo le proporcionaba calma en el temblor de las manos. No hacía nada para sosegar las ansias que le crecían en las entrañas y le ponían el pene tan duro que probablemente podría clavar clavos con él.

Y sí que era estúpido: en lugar de aliviar esas ansias dándole calor al sensual cuerpo de su mujer, estaba allí afuera fumando. Porque sabía que no podía tomarla sin regresar a sus ojos la cautela que había puesto él allí el otro día.
Con una dura mueca en el rostro, comenzó a rechinar los dientes al pensar en la manera en que _____ lo había observado aquella noche. Con partes iguales de confusión y cautelosa excitación. Como si ya no hubiera estado segura de cómo acercarse a él, o cómo lidiar con su sexualidad.

Tampoco podía culparla. Maldición, la había tomado en el granero contra un tractor grasiento. Cuando terminó con ella, _____ había acabado exaltada y manchada de aceite, y nerviosa.
Esa nerviosa incertidumbre sería la muerte para él. Quizás debería simplemente ser franco. Decirle lo que deseaba y arriesgarse.
Descartó la idea de inmediato. _____ era una mujer valiente, pero si le daba la oportunidad de pensarlo antes, entonces estaba perdido.

Su esposa deliberaría sobre las acciones durante meses antes de tomar alguna decisión. Ella sopesaba las perspectivas de la misma manera que un abogado criminalista sopesaba la evidencia. Buscaba todas las lagunas legales, todas las grietas posibles en defensa de su privacidad.

La privacidad era sagrada para ella. Producto del infierno que sus padres le habían hecho vivir cuando era adolescente. La humillación social la había destruido cuando se revelaron los crímenes de su padre. La habían hecho a un lado, criticado, y dejado que lidiase con la carga del suicidio de su madre y con los acreedores que no tenían piedad de una muchacha de dieciocho años sin medios para pagar las astronómicas deudas que sus padres habían acumulado.

Y él le estaba pidiendo que arriesgase esa parte privada de sí misma con otro hombre. Porque él lo deseaba. Porque así lo demandaban la intensidad sexual y las excesivas ansias que lo dominaban.

Ella había aprendido cómo manejar el chismorreo y el deseo. ¿Podría ahora aprender cómo manejar el hecho de amar a dos hombres?
De la misma manera que _____, Joe también era producto de las acciones y reacciones de sus padres. A diferencia de ______, él no había enfrentado una crucifixión pública por ellos; más bien, los resultados de esas acciones lo habían vuelto más oscuro, más duro que la mayoría de los muchachos.

Y, al igual que el padre de ______, el padre de Joe había comenzado su viaje hacia el infierno. Su estricto fervor y aversión contra el sexo llevaron a Joe a cometer actos que solo incrementaron la ira de su padre; que habían llevado al hombre a empujar a su hijo a los límites de la locura.

Paul Kevin Jonas había sido un loco. Joe juraba que su padre había provocado en su madre la pérdida de la voluntad de vivir gracias a su idiota aversión. Le gritaba cada vez que imaginaba que otro hombre había mirado en su dirección. Denigraba los supuestos deseos oscuros de la mujer, y la acusaba de crímenes sexuales que habían humillado tanto a la tímida y pequeña Denise Jonas que terminó finalmente por darse por vencida.

Sin embargo, Joe no se había dado por vencido. Su padre había sospechado por primera vez que él estaba teniendo sexo a la tierna edad de catorce. Y era verdad. Lo hacía con una muchacha mucho mayor que había comenzado a enseñarle las maneras de complacer a una mujer sin pasarse de la raya hacia el sexo duro. Las palizas habían empezado en ese entonces. Joe aún llevaba las cicatrices de esa primera paliza. Y las cicatrices mentales de los sermones que vinieron después.


Esos sermones que solo estimularon a Joe a sobrepasar más límites, a romper más reglas. Para cuando se había graduado de la escuela secundaria, ya había aprendido el delicado acto de darle a una mujer sexo anal. En el primer año de universidad, ya lo dominaba. Luego, tuvo su primer trío sexual. Dios santo, había sido bueno. Había observado el rostro de su amante mientras la compartía con un hombre mayor y mucho más experimentado. Un mentor que había visto la oscuridad en Joe nada más conocerlo. La había visto y había entendido el peligro inherente en ella si no aprendía a dirigirla. Kevin Deleasa no era mucho mayor que Joe, pero sí mucho más experimentado. Era una persona que disfrutaba del sexo de manera natural, un amante de todas las cosas femeninas. Le había enseñado a Joe a dirigir esas ansias y cómo aplacarlas. Y así había nacido el amor de Joe por compartir a sus mujeres. Era una fruta prohibida. Era el placer más sensual que un hombre le podía dar a una mujer. Era una afirmación de que él nunca jamás se convertiría en nada parecido a su padre.

Y ahora, más de una década después de compartir su primer amante, Joe había aceptado sus limitaciones. No era algo que la mayoría de las mujeres pudiese aceptar. Había contraído matrimonio con _____ sabiendo que quizás ella no pudiera aceptarlo. Y sin embargo, allí estaba, un cigarro en mano, el teléfono móvil en la otra, contemplando la idea de empujarla mucho más cerca a los brazos de otro hombre

Iba a arriesgarse a la destrucción de su matrimonio y de su vida porque había estado demasiado seguro de que ella no podía lidiar con la verdad antes de casarse con él.

aranzhitha
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