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Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu)

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Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu) - Página 4 Empty Re: Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu)

Mensaje por aranzhitha Dom 11 Nov 2012, 1:57 pm

CAPITULO 15
Era adictivo, lo admitía. Era como una droga, mirar a una mujer, perderse en una sensación que solo podía provenir de una manera, era casi imposible de resistir. Amaba a su esposa, la amaba con todo su ser, la amaba lo suficiente como para desear que cada límite sexual en ella fuera satisfecho.

«¿Era razón suficiente?», se preguntó a sí mismo. Por supuesto que no lo era. Sabía que si le preguntaba a cualquier hombre que conocía en su pueblo natal si compartiría a su esposa, la respuesta se podría volver violenta. Pero también conocía a hombres cuyos ojos destellarían de placer y expectativa. Y a otros hombres que entendían el placer de compartir una amante y lo hacían con regularidad y estricta privacidad. Sabía que uno de esos hombres estaba a solo una llamada telefónica de distancia.
Apagó el cigarro, abrió la tapa del móvil, y apretó el botón de llamada rápida.

—¿Sabes qué hora es? —contestó Nick instantáneamente.

—Las tres de la mañana y tú aún estás despierto, idiota —rió Joe, con cuidado
de no elevar el tono de voz.

—Sí, pues bien, ha sido una de esas semanas. —Nick se oía disgustado.

—Creí que estabas de vacaciones. Comenzaste ayer, ¿verdad?

—Vacaciones —resopló su amigo—. Es una buena palabra para suspensión, supongo.

—Amigo, acepta el cachetazo, acepta las vacaciones. Al menos son pagadas esta vez. —Nick no era conocido por su autocontrol cuando se trataba de arrancar a un violador de encima de la víctima, como había hecho el mes anterior.

—Sí, son pagadas —suspiró Nick—. En fin, ¿por qué me llamas a las tres de la mañana? Además de meter el dedo en la llaga. Joe contempló la noche con la mirada fija, observando las inquietas sombras en el bosque a su alrededor mientras hablaba

—¿Por qué no te tomas unas vacaciones reales? —preguntó al fin—. Ven a la granja un tiempo.
El silencio inundó la línea telefónica.

—¿Por qué? —La voz de Nick era cautelosa, pero más profunda. Interesada.

—Necesito un tercero, Nick, _____ te conoce. Le eres familiar. Quiero que tú seas su primero... Su tercero permanente.
Nick parpadeó hacia el muro en blanco frente a él, apenas un poco sorprendido. Habían pasado algo más de tres años desde que Joe había desposado a _____ _____. Se habían mantenido en contacto por teléfono, pero Nick nunca sospechó lo que oía en la voz de Joe ahora.

Su amigo estaba cabalgando en el borde de su sensualidad. La inquietud y las ansias estaban en el tono de su voz, y Nick supo que las ansias estarían reflejadas en sus ojos. Lo sabía porque él era igual. Podía manejarlo durante un tiempo, podía arreglárselas sin compartir una amante, pero eventualmente, el deseo lo volvía a atrapar. Lo estaba atrapando a Joe ahora.

—Cuando quieras, ya lo sabes. —Nick deseó que la expectativa que se derramaba de él ahora no se estuviera derramando a través de la línea telefónica.
Joe rió entre dientes.

—¿Aún sientes lujuria por mi esposa, Nick? —La voz denotaba complicidad.

—Caramba, lo sabes —Nick exhaló bruscamente—. Es una de las mujeres más sensuales que cualquiera de nosotros ha visto, Joe, cualquier hombre perdería el aliento por ella.
Sin embargo, solo unos pocos estarían sin aliento por la emoción que lo justificaba como Nick. Aunque, claro, no podía revelárselo a Joe.

—¿Qué opina _____ de todo esto?
El silencio volvió a caer.

—No lo sabe —contestó finalmente Joe—. Lo sospecha.

—¿Cómo piensas jugar a esto?

—Tu deporte favorito, Nick—contestó Joe arrastrando las palabras—Vamos a seducir a mi esposa.

—¿Y se dejará seducir?

—Sí, puede ser seducida —admitió Joe—. Ahora, si está dispuesta a perdonar ser seducida o no es otro tema. Iremos paso a paso.
Un paso a la vez. Tenía el pene tan duro que podía sentir el estimulante dolor de la excitación rebotándole en la espina dorsal. El pensar en ______ —Dios santo, la suave, dulce _____—, la mujer que lo había atormentado durante más de tres años, atrapada en medio de él y Joe lo volvería loco antes de que él incluso llegara al pueblo natal de su amigo.

—Trato hecho. —Nick recorrió el suelo con la mirada, planeando instantáneamente el viaje de Virginia a Carolina del Norte—. Llegaré mañana por la tarde. ¿Sabe ella que voy en camino?

—Lo sabrá mañana.

—Pero, ¿sospechará el porqué?

—Es una mujer inteligente —señaló Joe, algo que Nick sabía muy bien—. Sospechará, sabré cuánto habrá sospechado tan pronto como vea su reacción.
La reacción, como la seducción, progresaba fase por fase; Nick lo sabía. Era un interesante enigma, admitió. Seducir a una esposa, Nick nunca antes había hecho eso, ni dentro ni fuera de un trío amoroso.
Las mujeres que él compartió con sus esposos habían sabido lo que se venía con franqueza. Lo habían esperado, lo habían anticipado. Sabían lo que sucedería a cada paso del camino durante la danza ritual de la seducción cómplice.

—Quizás estas vacaciones no resulten tan inútiles como había creído —suspiró
Nick—. Si tenemos tiempo, podemos barajar algunas hipótesis sobre ese viejo caso tuyo.

—¿El acosador?

—Desapareció por un tiempo. Volvió hace unos seis meses. Hemos tenido dos ataques hasta ahora. El último fue un intento de violación. Sin embargo, no logró despertar al diminuto amiguito, entonces les dio un susto de muerte a la víctima con amenazas de matar al esposo, a los hijos, y al perro.
Después de tres años de silencio, era confuso por qué el hombre que había sido
apodado por la agencia: el acosador «Playboy» reapareció en el área.

—¿Cuántas víctimas en los pasados seis meses? —preguntó Joe.

—Dos —exhaló Nick con aspereza—. Una en Virginia, otra en Virginia del Oeste, y una potencial en Washington D. C. La Agencia tiene un grupo de expertos trabajando en el caso, pero no me agrada lo que están descubriendo. No siento que sea correcto. Creo que va a matar pronto, Joe. El grupo de expertos cree que aún está jugando.

—Le dio una tremenda paliza a la última víctima que investigamos -- Joedijo pensativamente—. ¿Cuándo volvió solo a amenazarlas?

—Desapareció justo después de que tú dejaras la ciudad, se esfumó en el aire, reapareció hace seis meses y comenzó de cero, no está siguiendo un patrón y eso me asusta de mil demonios, te lo digo ahora mismo.

—Trae lo que puedas aquí —dijo Joe, pensativo—. Buscaremos tiempo para revisarlo todo y ver qué podemos averiguar. ¿Hay algún sospechoso?

—Nada de nada. Tenemos un perfil, pero incluso eso se siente más como manotazo de ahogado que un análisis real.
Casi podía sentir a Joe pensando del otro lado de la línea.

—Lo discutiremos cuando llegues —repitió él finalmente—. Te espero mañana por la tarde.

—Allí estaré. —Nick sonrió con expectativa. No se lo habría perdido por nada del mundo.

aranzhitha
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Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu) - Página 4 Empty Re: Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu)

Mensaje por aranzhitha Dom 11 Nov 2012, 2:00 pm

CAPITULO 16
Cuando terminó la conversación telefónica, Nick se pasó los dedos por el desaliñado cabello y echó una mirada hacia la puerta cerrada de la habitación. Detrás del panel, su amante ocasional yacía durmiendo apaciblemente mientras él estaba sentado en la sala, a oscuras, mirando la puerta fijamente, preguntándose qué demonios estaba haciendo.

Janet Billings no le interesaba románticamente, no más de lo que ella se interesaba por él. Era una comezón que debía rascarse, y él estaba cansado de rascarse comezones. El sexo solía ser divertido. Solía ser suficiente para aquietar los recuerdos que le atravesaban la mente. Ya no, y finalmente comenzaba a enfrentarlo. Estaba cansado del sexo frío y sin emociones. Quería más, y se preguntó si lo conseguiría al visitar a un viejo amigo. Joe y él siempre habían tenido el desafortunado placer de ir detrás de las mismas mujeres. Era una de las razones por las cuales ellos habían gravitado el uno hacia el otro en Quantico y luego en el Club de Sinclair.

Era una de las razones por las cuales habían trabajado muy bien juntos en la Agencia.
Inclinó la cabeza hacia atrás contra el respaldo de la silla y cerró los ojos; trayendo a la mente el rostro de _____ Jonas. Se veía como una pequeña hada con la testaruda mandíbula, el rostro angular, y la coqueta naricilla. Los dorados ojos de color almendra, las cejas altas y arqueadas, y la corta capa de cabello oscuro que le enmarcaba la frente alta y las mejillas.
Maldición, sí que era hermosa. Inocente como el amanecer, como Joe solía decir, y sexy como el infierno. Durante años, se había masturbado con las fantasías de compartirla con Joe.

Sacudió la cabeza y se irguió antes de levantarse de la silla y cruzar el apartamento hasta la habitación. Janet aún dormía, y lo hacía profundamente. Regresar con sigilo a la cama no fue un problema. Si ella, si se dio cuenta de que él se aseguró de no tocarla siquiera cuando se acomodó para dormir, no le dio mucha importancia.

Las cosas habían estado raras para él de un tiempo a esta parte. Estaba cansado de la Agencia, cansado de perseguir a los malditos pervertidos, y cansado de andar sin rumbo. Quizás después de esas vacaciones podría seguir el ejemplo de Joe y simplemente presentar la renuncia. Su primo tenía una agradable y pequeña compañía de investigaciones y le había estado rogando a Nick que trabajase con él. Estaba considerándolo. Algunas noches, pensaba mucho sobre ello, maldición.

Podría elegir los trabajos. Elegir los individuos trastornados con los que quería lidiar, y quizás tomar unas vacaciones decentes en lugar de una suspensión forzosa. Usualmente, sin paga. Y podía patear algunos traseros sin que luego le escribieran un informe sobre ello. Había detenido a un violador, por el amor de Dios. No había arrancado a un insignificante adolescente de encima de la novia de risita tonta y lo había molido a golpes. El director no lo vio de ese modo. Maldición, ahora, el director Billy Ray Cyrus estaba más loco que el mismísimo infierno porque tenía que lidiar con el daño colateral en su lugar.

Y quizás era él. Sabía que había estado andando por una línea muy delgada últimamente. La crueldad y el horror que los hombres podían infligir en una mujer estaban comenzando a enojarlo de verdad. Amaba a las mujeres. Las apreciaba. Creía que no había nada más perfecto que la mente femenina y su delicadamente perfumada piel. Eran una maravilla. Tesoros. Deberían ser adoradas por la mano del hombre por el placer que otorgaban, nunca golpeadas, violadas, o aterrorizadas por mentes enfermas.
Sí. Quizás había llegado la hora de renunciar. Antes de hacerle un favor al mundo y matar a unos cuantos de ellos. Pero primero, iría a Carolina del Norte. Con suerte, un poco de la inquietud se aplacaría allí, un poco de la oscuridad encontraría un resplandor de luz en la presencia de ______. Al menos, tenía esa esperanza.

Fijó la mirada en el oscurecido cielo raso, la imagen de ella le revoloteaba en la mente con una sonrisa tan ardiente que podría calentar el sol unos grados más, y tan cálida que podría derretirle el hielo en el alma cada vez que estaba cerca de ella. Ella lo asustaba de mil demonios.

Arqueó las comisuras de los labios al pensar en eso. ______era la única mujer que él se había atrevido a perseguir, porque sabía que podría amarla. Maldición, sí que la amaba. Entonces, se la había entregado a Joe, porque sabía que Joe haría algo más que solo amarla.
El pasado lo había alcanzado de nuevo. El momento en que había conocido a _______, escuchó sus propios gritos mientras su tío lo arrastraba alejándolo del cadáver
de su madre. Su padre yacía junto a ella bañado en su propia sangre, un suicidio/asesinato que había dejado como resultado a un Nicholas que había perdido la única estabilidad en su vida. Su hermosa y adorable madre.

Una semana después, ya había ingresado en el primer hogar de adopción. El tío se había lavado las manos, haciendo una mueca de desprecio al pensar en criar al hijo de su hermano y su cuñada. Un niño que no venía con más que con unas prendas rasgadas sobre la espalda.
Y así el infierno comenzó. Un hogar adoptivo tras otro porque el niño enfadado era demasiado para las turbadas familias y no lo podían manejar.

A medida que crecía, se enfriaba. Reprimió el dolor y dejó que el hielo se formara alrededor. Hasta que conoció a Joe.
Maldición, ni siquiera era Joe. Era el hecho de que Joe lo había desafiado a interesarse por las mujeres que compartían. Había presionado a Nick, lo había reprendido, le había hecho ver la alegría de compartir una parte de sí mismo con aquellas mujeres.
Joe no era un hombre que encarara las cosas a medias. Y no le había permitido a Nick que lo hiciese tampoco.
Y luego, Nick había visto a ______. Dios, recordaba su sonrisa esa noche. Recordaba sus ojos. Recordaba sentir un dolor en el corazón mientras conducía gentilmente a Joe y a ella el uno hacia el otro.

Porque sabía que Joe la amaría. Había sabido sin rastro de duda que la niña salvaje que ______ mantenía reprimida en su interior respondería a Joe. Que él la adoraría, la desposaría, y un día, quizás, le permitiría a Nick compartir uno o dos momentos robados dentro de esa calidez.

Porque Joe sabía todas las cosas que Nick nunca había aprendido, a pesar de los esfuerzos del otro hombre por enseñarle. Joe sabía cómo cautivar el corazón de una mujer. Nick las ponía en alerta.
Joe sabía cómo mostrarles la caballerosidad en él, mientras que Nick nunca había sido capaz de atenuar la oscuridad lo suficiente como para suavizar su dominancia. Joe sabía cómo suavizarla, y Nick solo sabía cómo alejarse para ocultar la propia.
Joe había aprendido a liberar las emociones más gentiles que lo colmaban, mientras que Nick temía dejarlas salir. Al menos, cuando estaba solo. Cuando no tenía algo en lo que había llegado a depender demasiado. Dependía de la habilidad de Joe para suavizar la adoración feroz que él sentía por su mujer. No era que Nick no supiese cómo interesarse. Sabía cómo hacerlo. Y también sabía cómo temer. Del mismo modo que sabía cómo alejar a la mujer por la cual estaba interesado si Joe no templaba la ferocidad en él.
¡Qué pareja hacían! Joe satisfacía a sus amantes, a veces hasta el punto que la dominancia de Nick les había impedido que le caminaran por encima. Y a través de todo el proceso, Joe lo había visto con humor y con sabiduría.

Se habían complementado el uno al otro, pero, ¿lo volverían a hacer? Durante un momento, Nick sintió las entrañas retorcerse por las ansias y la necesidad que lo rasgaban por dentro. Unas ansias que calaban más profundo y eran más calientes que nunca antes.
______ era su debilidad. Y esconder eso de Joe iba a ser un infierno. Si el otro hombre alguna vez se enteraba de cuánto amaba Nick a su mujer, entonces no tendría posibilidad de tocarla nunca jamás. La intimidad era una cosa, pero él temía que si se trataba de compartir las emociones de su esposa, entonces Joe se volvería el bastardo egoísta y posesivo que debería haber sido, para empezar.


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Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu) - Página 4 Empty Re: Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu)

Mensaje por aranzhitha Dom 11 Nov 2012, 2:02 pm

CAPITULO 17
—Te escabulliste de la cama ayer por la noche —dijo _____ mientras colocaba el desayuno y el café frente a él, con un tono inquisidor en la voz.
Debería haber sabido que ella se despertaría cuando se marchó de la cama; generalmente lo hacía. Al igual que él cuando ella estaba inquieta. «A veces», pensó Joe, «estamos en gran consonancia entre los dos. Nos conocemos demasiado bien».
Esa era una de las razones por las cuales de repente lo estaba presionando, preguntándole cosas; la curiosidad de _____ florecía debajo de las necesidades sexuales que comenzaban a elevarse en él. Necesidades que podía reprimir pero no ocultar del todo.

—Estaba inquieto.

—Has estado fumando de nuevo.
Se sentó frente a él, bebiendo el café a sorbitos, al tiempo que Joe levantó la vista y se encontró con la mirada de su mujer. Maldición, no le vendría mal un cigarro ahora.

—¿Tiene algún fin esta línea de cuestionamientos, _____?
Ella se cruzó de piernas y se inclinó hacia adelante, otra camiseta con tirantes de tiras demasiado ceñida apretándole los pechos.

—No lo sé, Joe ¿Te estaría haciendo todas estas preguntas si así no fuera? — preguntó a su vez con frialdad, abriendo los ojos de par en par con una sonrisa provocativa.
Joe inhaló rápido, inspirando el aroma de ella, el champú de hierbas, la suave fragancia que usaba. Era casi imposible de soportar para un hombre hambriento. Se inclinó hacia adelante también, entrecerró los ojos y la observó.

—Sigue así y vas a obtener más de lo que esperas —le dijo suavemente—. ¿Es eso lo que quieres?
Ella se retiró hacia atrás con un resoplido; un destello de irritación le cruzaba la expresión cuando él se llevó la taza de café hasta la boca.
—¿ Cómo sabes tú qué es lo que espero, de todos modos? —preguntó mientras él bebía un sorbito de la infusión, casi causándole ampollas en la lengua por haber tomado demasiada cantidad del líquido.

—Porque estás decidida a atormentarme hasta morir —gruñó, apoyando el café sobre la mesa mientras le lanzaba una mirada fulminante—. Te advierto que dejes de presionarme así, _____.

—¿Qué estoy haciendo? —La voz de ella estaba colmada de orgullo ofendido, y agudizó la mirada sobre él con un destello de irritación.

—Me estás tentando. —Y estaba haciendo un muy buen trabajo, maldición.

—¿Tentándote? ¿Yo? —Una ofensa inocente le daba forma a su expresión ahora. Y habría resultado verosímil si esos ojos de color almendra no estuvieran brillando de satisfacción—. Soy tu esposa, Joe. No eres un sacerdote a quien estoy tentando con mis lujurias traviesas, ¿sabes? ¿De qué manera te estoy tentando?

—Siendo tú misma, maldición —gruñó—. Me sentía inquieto ayer por la noche. Me levanté, fumé un cigarro, y disfruté de la paz durante un rato. ¿Por qué habría de excusarme por eso?

—¿Te he pedido que te excusaras?

—Es exactamente lo que estás haciendo.

—Entonces, ¿por qué estabas allí afuera fumando cuando podrías haber estado abrazándome y teniendo caliente y sudoroso sexo conmigo? ¿Y por qué es el sexo en nuestra cama de repente tan repugnante para ti, de todos modos?
Él lo sabía. Sabía lo que tenía en esa cabecita astuta. Joe se recostó en la silla y la observó en silencio durante un largo rato, considerando lo lejos que quería llegar con esa conversación en ese momento.

—No considero que tener sexo en nuestra cama sea repugnante —le contestó al fin—. Creí que estabas enfadada por el incidente del otro día en el granero. Creí que necesitabas tiempo para superarlo.

—¿ Superar haber tenido sexo con mi marido en el granero ? --Pues bien, dicho así sonaba ridículo, pero él sabía lo que había visto en los ojos de su esposa cuando la pasión se hubo retirado.
—Niega el hecho de que estabas enfadada cuando caíste en la cuenta de que estabas desnuda en el granero y habías acabado de gritar tu orgasmo al cielo —la acusó—. Dime que no te has sentido aterrorizada de que te vieran. De que alguien chismorreara acerca de eso.
La culpa titiló en los ojos de ______.
—No es que tengamos vecinos. —Intentó desestimar la acusación—. Nadie podría habernos visto.

—¿Y si nos hubieran visto? —No tenía intenciones de dejarla salirse con la suya ahora. Lo estaba presionando, desafiando, demasiado a menudo.
______ se encogió de hombros.
—No nos vieron.

—_____, eso no fue lo que te he preguntado. Te pregunté, ¿y si nos hubieran visto? ¿Y si había alguien mirándonos?
Le había hecho la misma pregunta mientras se la follaba. Recordó la excitación que le quemó más y más dentro de ella, la respuesta que casi lo había quemado vivo a él mismo cuando ella llegó al climax en sus brazos.

—Bueno. —Se aclaró la garganta—. No es que estuviéramos engañando a nadie ni mucho menos.

—¿Y si los vecinos nos hubieran visto? ¿Qué harían Becky y Bruce Halloway? Becky habría telefoneado a su hermana, quien habría telefoneado a su cuñada...

—Ay, cállate. —Lo miró con furia—. ¿Y qué hay con eso?

—Chismorreo —acotó él.
Los labios de _____ se afinaron.

—Como he dicho, estamos casados.
Joe permitió que el labio se le arqueara en una sonrisa mientras decidía dejar que el tema de conversación virara en otra dirección. Había plantado la idea y dado pie a las consecuencias. Ella podría considerarlo desde ese punto de vista

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Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu) - Página 4 Empty Re: Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu)

Mensaje por Dayi_JonasLove!* Dom 11 Nov 2012, 7:46 pm

Necesito más, más, MAS!!!
Me alegra saber el porque de las tendencias sexuales de Joe, jajajaja, era todo un rebelde, pero es que el papá era un bastardo...
Y aunque la historia de Nick fue horrible :( siento que todavía queda por contar.
¡NICK VA A IR A LA GRANJA! Ay Dios, me muero por saber como van a hacer Joe y Nick para manejar la situación . Ahora es que empieza lo bueno ;)
SIGUELAAAAAAAAAAAA
Dayi_JonasLove!*
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Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu) - Página 4 Empty Re: Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu)

Mensaje por ElitzJb Miér 28 Nov 2012, 7:33 pm

dios mio se me habia olvidado comentar por favor siguelaaaaaaaaaaa quiero mas capitulos anda no seas malita sigue....
ElitzJb
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Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu) - Página 4 Empty Re: Placeres Prohibidos (Joe, Nick y Tu)

Mensaje por aranzhitha Vie 30 Nov 2012, 3:52 pm

CAPITULO 18
—Sí, estamos casados. Y hablando de chismorreos, he invitado a Nicholas a venir unos días de visita. Lo han vuelto a suspender. Creo que necesita un descanso. Si alguien siente curiosidad por nuestro invitado, diremos que es simplemente un amigo de Virginia. No menciones el hecho de que trabajaba en la Agencia. Ya me hacen demasiadas malditas preguntas de cómo es ser un agente ahora. No puedo creer de verdad que mi padre le haya contado a todo el mundo a qué mierda me dedicaba.

Lo último que necesitaba era que las sospechas de los pueblerinos pronto convirtiesen una simple visita en una clase de investigación sobre encubrimiento que no era real. Le había llevado casi un año convencer al maldito sheriff que de hecho había renunciado a la Agencia y que no estaba trabajando en ninguna investigación secreta.
Levantó la taza y bebió un sorbo de café mientras la observaba con detenimiento ahora. Ella conocía a Nick, no muy bien, quizás. Había sido el padrino de bodas de Joe. Había sido también parte de los chismorreos acerca del club que ella había escuchado antes de partir de Virginia. Él la vio tensa cuando hizo la conexión.

—¿Dónde va a hospedarse?

—Le he ofrecido la habitación de huéspedes. —Joe cogió el tenedor y lo enterró en los huevos revueltos—. Estará aquí una semana, más o menos. ¿Te parece bien?
Observó la pregunta formándose en los labios de su esposa antes de morderla para reprimirla, y supo lo que ella tenía en mente. ¿Nick los visitaba con intenciones sexuales o solo por amistad?
Le dio crédito por no formular la pregunta finalmente. No había esperado que tuviese el autocontrol suficiente. _____ era una pequeña gatita curiosa en ocasiones, por lo que su contención lo sorprendió.
Hurgaba en la comida mientras él comía la suya, levantando la mirada a menudo mientras Joe podía sentirla pensar. Maldición, era muy desconcertante saber cuan cercanos estaban a veces. Tan cercanos que él podía sentir esa cabecita pensando.

—Aún no me has dicho por qué no tuvimos sexo ayer por la noche —replicó cuando terminaron de comer—. Te diste la vuelta como si lo único que hubieras querido era dormir, luego te deslizaste fuera de la cama horas después. Vas a lograr que me acompleje.

—El sexo en la cama me tienta en demasía —le contestó con calma, mirándole la expresión con detenimiento—. Uno rapidito contra el tractor es más fácil de controlar.

—¿Perdón?
Joe se puso de pie.

—Lo que has escuchado, ____. Si no tengo sexo contigo en la cama, entonces casi no me tiento de ponerte de espaldas y darte una zurra en ese apretado culito tuyo hasta dejarlo colorado y hasta que grites de excitación. Y estoy más seguro que mil demonios de no tentarme y atarte a los postes de la cama y hacerte rogar por actos que nunca has mostrado ningún interés. Hasta que no pueda controlar eso, te sugiero que dejes de desafiarme a hacerlo. Porque, como he dicho, vas a conseguir mucho más de lo que esperas, maldición. Ahora, tengo trabajo que hacer. —Se inclinó hacia adelante sobre la mesa y la besó en los labios entreabiertos—. Te amo, pequeña. Pero si no me largo de aquí, quizás acabe follándote por detrás, literalmente, sobre la mesa del desayuno y ¡a la mierda con asustar tu inocencia! Te veré para el almuerzo.
Lo único que_____ pudo hacer fue mirar hacia el otro lado de la mesa, donde Joe había estado, totalmente perturbada. Había hecho tales declaraciones en un tono calmo. Como si no hubieran estado discutiendo más que sobre el clima. Como si esos actos fueran un lugar común en su matrimonio. No lo eran.

Joe nunca se había atrevido a darle palmadas en el trasero. Y nunca jamás había siquiera mencionado intentar amarrarla a la cama. ¿Y sexo anal? ¿Sexo anal?
Agitó una mano frente a su arrebatado rostro mientras observaba el desayuno a medio comer con los ojos abiertos de par en par. Definitivamente, Joe estaba mostrando un lado de él que ella no había anticipado. Un lado que la excitaba. La ponía nerviosa, pero la excitaba.

La información que Nicholas Miller estaba en camino para alojarse allí una semana había hecho algo más que sorprenderla. La había dejado muda. Nick era el compañero y mejor amigo de Joe en la Agencia; también era el tercero de Joe en los juegos sexuales de los que había sido parte antes de contraer matrimonio con ella.

Joe y Nick eran el «dúo troyano» que elegían las mujeres que conocían a los hombres y sus preferencias sexuales por hacer tríos. Nick tenía el cabello oscuro como Joe, con una sonrisa de niño malo y un destello malicioso en los ojos.
La había provocado continuamente durante la boda. En un momento, le había comentado a Joe que si ella se aburría durante la luna de miel, él estaría más que contento de volar hacia allá y ayudar a Joe a hacerle compañía.

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Mensaje por aranzhitha Vie 30 Nov 2012, 3:55 pm

CAPITULO 19
______se había dado cuenta de a qué se refería en ese momento y miró a su alrededor con prisa para asegurarse de que nadie más lo hubiera oído. Sin embargo, no había tenido las agallas de preguntarle efectivamente a Joe acerca de los rumores de sus juegos sexuales hasta seis meses después de la boda.

Una parte de ella, lo admitía, en verdad no había querido saber la verdad. Sin embargo, un diablillo en su interior la había presionado y presionado hasta que acabó preguntándole acerca del tema.

Quedó en el pasado, _____. Esa había sido toda su respuesta, pero el destello de arrepentimiento en los ojos de su marido la había aterrorizado en aquel momento. Había dejado el tema de lado tan deprisa como él, y varias semanas después, cuando le anunció su intención de renunciar y regresar a su pueblo natal y a su granja, ella había sentido una sensación de alivio que casi la había hecho desfallecer.

Había habido cuantiosos chismorreos sobre ellos en ese momento. Daba la impresión de que aquellos que parecían saber acerca del Club de Sinclair estaban seguros de que Joe volvería a ser miembro. Para algo que se suponía debería permanecer en silencio y en privado, había cotilleo suficiente como para escribir un libro acerca del club de caballeros.

Una esposa descontenta había comenzado con las historias varios años antes de que ______ conociese a Joe, y con el tiempo, los nombres asociados con la membrecía comenzaron a filtrarse por Washington y Alejandría, Virginia. Nadie tenía evidencia certera, pero había habido tantas habladurías en aquel entonces que _____ se preguntó si las evidencias le importaban a alguno de ellos. Y eso era lo que la aterraba: el hecho de que las evidencias no fuesen necesarias, solo suposiciones; el hecho de que Joe hubiera conservado su pertenencia al club durante varios meses después de la boda solo había avivado las habladurías.

En ocasiones, se reunía allí por negocios o por tragos con sus amigos. Cada vez que regresaba, estaba silencioso, pensativo. En aquel entonces, se rumoreaba que existían apuestas sobre a quién elegiría Joe para llevar a su cama como tercero en el primer trío sexual de ella.
El chismorreo era la peor parte. Los susurros por detrás de la espalda. Comentarios encubiertos que ella nunca podía confrontar por completo. Las sonrisas petulantes de los hombres y los destellos de celos irritados de las mujeres. Cosas que ella podría haber ignorado si no hubiese sospechado que había algo de verdad en ellos .
_____ se puso de pie, recogió la mesa del desayuno, llenó el lava vajillas, y quedó de pie en medio de la cocina mientras intentaba dilucidar cómo manejar la situación.

La mejor apuesta era enfrentar a Joe. Simplemente preguntarle acerca del asunto. No le mentiría si ella le preguntaba, sin rodeos, si tenía intenciones de invitar a Nick a su lecho matrimonial.
Otra parte de ella le advertía que debía mantenerse callada. Si no ejercía presión sobre el asunto, tampoco lo haría él. Si existía la mínima posibilidad de que Nick los visitara para ser el tercero en la cama, entonces Joe se contendría de hacerlo si ella simulaba ignorancia. Si podía simular ignorancia.

Agitó la mano frente al rostro otra vez, al darse cuenta de que le estaba subiendo la temperatura; se estaba sonrojando por los pensamientos e imágenes que de repente le destellaban en la mente.

Joe abrazándola, besándola, pero otras caricias también. Caricias de manos extrañas. Besos de labios extraños. Una sensación de mortificación le quemó el cuerpo al tiempo que dio una pequeña sacudida con la cabeza y salió rápidamente de la cocina para preparar la habitación para Nick.

No iba a pensar en eso ahora. No podía pensar en eso ahora. Ya estaba excitada, ya estaba alterada por el hecho de que Joe no la hubiera tocado desde aquella tarde, dos días atrás. Y estaba demasiado excitada por las declaraciones de él antes de marcharse de la casa. No necesitaba agregar lo prohibido a la mezcla.

«Además, quizás estoy equivocada», se dijo a sí misma mientras subía las escaleras. Le constaba que su esposo se ponía increíblemente celoso si otros hombres se le acercaban, por lo que todo eso podría ser simple paranoia. La visita de Nicholas Miller podía ser puramente inocente. Un amigo de vacaciones que pasaba por allí para estrechar los lazos de amistad o lo que sea que hicieran los hombres. Así de simple. Sí, claro. El costado desconfiado de su mente se reía por lo bajo con suficiencia. Porque lo sabía.

______conocía a su esposo, y sabía que algo había estado creciendo en su interior desde hacía meses. Un pozo de ansias oscuras que una maratón de sexo ininterrumpido no había saciado se había convertido en un interés depredador y rumiante cada vez que él la observaba, y que la ponía muy nerviosa. Entusiasmada, sí.
Interesada en esa oscuridad, definitivamente. Pero también cautelosa en extremo. Excitada. Después de terminar de preparar la habitación de huéspedes y colocar toallas limpias, paños de mano y otras cosas necesarias, ______ regresó a la planta baja hacia la parte de atrás de la casa, hacia su oficina.
Sin embargo, no se sentó al escritorio; en cambio, caminó hacia las puertas del patio y miró hacia afuera, hacia el granero donde Joe la había follado tan salvajemente no hacía ni dos días atrás.

Ese día, los peones que él había contratado estaban trabajando con los caballos en el corral adjunto. Los animales pura sangre que Joe había criado eran maravillosos, briosos, y extremadamente inteligentes. El capataz, Teddy Raymond, fue contratado en Virginia dos años antes, y parecía amar a los caballos tanto como Joe. Era un extraño hombrecillo que no era muy sociable cuando trabajaba, pero Joe parecía creer que desempeñaba sus tareas lo suficientemente bien.

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Mensaje por aranzhitha Vie 30 Nov 2012, 4:04 pm

CAPITULO 20
El entrenador, Wes Bridges, estaba trabajando con los potros de un año de edad fuera de los establos; y más lejos, las reses estaban desperdigadas en los campos de hierba verde y más allá. La granja estaba ubicada en un amplio y frondoso valle espolvoreado con arroyos y lagunas naturales, y gruesa y nutritiva hierba. El ganado de Joe se vendía bien, y los caballos comenzaban a ser una actividad suplementaria muy lucrativa por la estirpe de equinos que Joe había elegido.

La granja era idílica, serena; sin embargo, repentinamente, la vida de _____ no era nada de eso. Se sentía como cuando vio a Joe la primera vez. Nerviosa por dentro, agitada, aprensiva, y tan excitada que apenas podía estarse quieta en la silla.
«Esta misma noche, tendría que encargarse del asunto», pensó ella, porque no iba a pasarse la noche dando vueltas otra vez, deseando las caricias de su marido, maldición.

Hizo un mohín con la boca al pensar en aquello. A las mujeres casadas no se las debería privar de una cuota diaria de sexo, sin importar la meditabunda determinación de sus esposos por volverlas locas por ello. Él podía estar meditabundo durante la noche. Cuando se deslizara en la cama junto a ella, debería estar listo para ejecutar las obligaciones de esposo a las que ella se había acostumbrado tanto.
Una sonrisa le revoloteó en los labios. Quizás solo necesitaba un empujoncito. Ella podría darle el empujón. Él podría darle un orgasmo.
Con ese pensamiento,______ regresó al escritorio, se sentó, y encendió el ordenador para comenzar a trabajar. Tenía clientes esperando, y la paga dependía de mantenerlos contentos. Se encargaría de eso; luego, se encargaría del esposo.

************

Nick tomó la salida hacia Scotland Neck, observando con curiosidad a su alrededor mientras cruzaba el pueblo bastante extenso. Con el techo de su Mustang replegado, el aire fresco le soplaba su cabello y obtuvo más de la cuota razonable de miradas femeninas mientras atravesaba la calle y seguía las instrucciones de Joe para salir del pueblo y llegar a la granja.

Arqueó la comisura de los labios cuando la luz roja lo obligó a detenerse en un desvío. Las jóvenes mujeres en el coche contiguo lo saludaron, coquetas, y luego rieron como tontas adolescentes cuando les guiñó un ojo.
Maldición, amaba a las mujeres. Rubias, castañas, pelirrojas, o morenas como la medianoche. Las mujeres eran su materia, pasatiempo y deporte favoritos.

Cuando la luz se puso verde, alzó la mano en el aire en saludo de despedida y, pisando fuerte el acelerador, salió del pueblo con velocidad y echó una mirada al reloj del tablero.
Estaba llegando un poco tarde. Ya era más el anochecer que la tarde, pero la marcha calma que le había impreso al viaje lo había ayudado a aclarar las ideas en la mente. Y, ¡claro que necesitaba aclarar las ideas!
Janet no se había puesto contenta cuando se despertó y lo encontró haciendo las maletas para hacer un viaje fuera de la ciudad. De hecho, se había enojado completamente.

¿Cómo demonios iba a saber que ella había planeado quedarse en su piso mientras durara la suspensión? El solo pensarlo le provocó un temblor que le recorrió la columna vertebral. No era un temblor de los buenos, tampoco.
Misteriosa y contradictoria, amaba la mente femenina, pero ¡cómo le asombraba a veces, maldición! Janet, al parecer, estaba soñando con un anillo de compromiso y lazos matrimoniales, campanas de boda, y el largo vestido blanco. Y Nick no tenía ni idea de dónde había sacado esa idea.
No era del tipo de hombre que contrae matrimonio. La amargura presente en su alma aún tenía el poder de hacerlo correr rápido y sin detenerse cada vez que atisbaba un destello de «para siempre» en los ojos de una mujer. Janet mostró ese brillo cuando se despertó y lo pilló haciendo el equipaje. Había intentado taparlo. Ocultarlo. Sin embargo, en el preciso instante en que vio ese destello, supo que la relación intermitente que habían compartido se había vuelto ahora de hielo. De ninguna manera. De ningún modo.
Se reclinó en el asiento del coche y giró hacia la carretera rural que llevaba a la granja de Joe y permitió que una sonrisa le cruzase el rostro.

Maldición, sí que necesitaba esas vacaciones. Es más, necesitaba compartir su tiempo con Joe y su esposa. La oportunidad de formar parte de la relación de su amigo con ______era un aliciente irresistible.
Era el amor, Nick lo sabía. ______ amaba a su esposo, y si aceptaba a un tercero en la cama, entonces la pasión y emoción que compartía con Joe se extendería a esa persona adicional.

Era el obsequio que las mujeres de Joe siempre le habían dado. Ellas lo amaban, algunas más que otras, pero las que estaban dispuestas a dar un paso en el trío sexual, habían extendido esos sentimientos más delicados hasta Nick.
¿Cuánto mejor sería estar en las periferias de un amor verdadero? ¿Aplacaría la inquietud que se gestaba en él, o solo la empeoraría?
Exhaló el pensamiento y tomó el teléfono móvil del asiento del acompañante, lo abrió y marcó el número de Joe.

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Mensaje por aranzhitha Vie 30 Nov 2012, 4:12 pm

chicas aqui les dejo varios capis disculpen que no haya subido pero es que estaba en examenes, pero ya casi termino y estare de vacaciones y ahora subire mas pronto vale
aranzhitha
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Mensaje por ElitzJb Mar 04 Dic 2012, 6:09 pm

nah nick ya casi llega dios esto se pondra mucho mejor
siguela pronto por favor .....
ElitzJb
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Mensaje por ElitzJb Dom 09 Dic 2012, 5:29 pm

vamos coloca mas
ElitzJb
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Mensaje por ElitzJb Mar 11 Dic 2012, 7:14 pm

:lloro:
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Mensaje por aranzhitha Mar 11 Dic 2012, 7:59 pm

CAPITULO 21
—Llegas tarde —contestó Joe después del tercer timbrazo.

—Estaba holgazán hoy —dijo Nick arrastrando las palabras—. Estoy a diez minutos de la granja. ¿Estarás allí para recibirme?
Joe se irguió del tractor que estaba intentando reparar. Sujetando el teléfono móvil entre el hombro y la mejilla, se limpió las manos con el trapo desechado y echó una mirada a la carretera.

—La holgazanería no te favorece, Nick —declaró—. Voy camino a la casa ahora para asearme. Te veo allí.
—Parece ser un bonito pueblo en el que acabo de ingresar. Veo por qué te agrada. Es más grande de lo que me describiste.
—Sí, crece rápido —asintió Joe al dar un paso por encima de la valla de estacas que _____ tenía alrededor del patio de la casa—. Sin embargo, es buena gente. _____ tiene el cuarto listo y está preparando la cena. Le avisaré que estás llegando y me meteré en la ducha ella te hará pasar.

Quizás estaba cometiendo un error, lo sabía, al traer a Nick a su hogar, pero _____ estaba al fin comenzando a sentir curiosidad por su pasado sexual.
—Llegaré allí pronto, entonces —aseguró Nick—. Te veo en un rato.

Joe cortó la comunicación al ingresar a la casa, inhalando el aroma del jamón horneado, panecillos, y un gran número de otras delicias que su esposa había estado
preparando. Probablemente fuese una jriki de la informática, pero cuando se lo proponía, podía lograr que a un hombre se le hiciera la boca agua por su comida.

—Eh, pequeña. —La interceptó cuando salía del cuarto de la lavadora, sonriendo con maldad ya que se las ingenió para atraparla contra el muro, con cuidado de no tocarla a ella ni los inmaculados muros con las manos grasientas.
—Estás sucio, Joe. —Pero aun así levantó la vista para recibir el beso y se relajó contra el cuerpo de su marido.

Él no pudo contenerse de profundizar el beso. Le separó los labios y permitió que su lengua degustara el sabor erótico de ella. La acalorada calidez femenina le colmó los sentidos cuando sintió los brazos de su mujer entrelazarse alrededor de su cuello, los dedos enterrarse en los mechones de cabello de la nuca.

—Sabes a luz de sol —susurró ______ cuando él se echó para atrás, con la mirada adormilada de pasión cuando dobló las rodillas y presionó la hinchada extensión de su pene contra la abertura en «V» de los muslos de ella.
—Sabes a sexo. —Rió ampliamente y le dio un fugaz beso antes de alejarse un poco hacia atrás—. Nick acaba de llamar. Estará aquí en unos minutos. Iré al piso superior de una carrera y me daré una ducha rápida. —Al menos tiene sentido del tiempo. —Alejándose de él, se encaminó a la cocina para controlar las varias ollas y sartenes que allí tenía—. Apresúrate y dúchate.

El la siguió, y le besó la nuca al tiempo que ella se inclinó para sonreír y lo espantó fuera de la cocina.
Pero Joe ya había conseguido lo que pretendía. Ella tendría que recibir a su amigo, relacionarse con él, lo que le daba tiempo para que se acostumbrase a Nick antes de que él regresase.
______ necesitaría ese tiempo. La reacción de su mujer ante Nick decidiría los pasos a seguir el camino hacia lo que él le pediría. Podría ser un error. Podría ser el peor error de su vida. Pero, en cambio, esperaba que fuese en última instancia, el mayor placer.
Guiñó un ojo en el preciso instante en que ella abrió la puerta.

—______, eres demasiado bonita para Joe anda, huye conmigo ahora y te rescataré de él.

—Y tú tan empeñado como siempre —le informó, dando un paso hacia atrás alejándose de la puerta cuando él ingresó en el vestíbulo de la gran estancia—.Joe aún está en la ducha. acabará en un minuto.

—Le telefoneé y le advertí que estaba en camino aquí para secuestrarte. ¿Ves lo desconsiderado que es? Ni siquiera está aquí abajo para protegerte.

—¿Quién necesita protección? —_______ enarcó una ceja en actitud de burla—. Soy cinturón negro de taekwondo, Nick, casi puedo moler a mi marido a palos.

—Ah, un niño de cinco años puede molerlo a palos. —Colocó la bolsa de marinero en la entrada y recorrió el vestíbulo con la vista, curioso—. Aún no puedo creer que Joe sea un granjero, _____. Dime que no recoge heno todo el día.

—No recoge heno todo el día. De hecho, durante unas horas, se dedica a limpiar las casillas de los establos.
Nick hizo una mueca.

—¿Está recogiendo otra cosa en lugar de heno, entonces?
_______ soltó una risita ahogada al cerrar la puerta.

—Coge tu bolsa. Te mostraré la habitación y podrás refrescarte antes de la cena. Sin duda, Joe no tardará mucho.
Tenía la esperanza que no se demorase mucho. Después de las imágenes que habían danzado en su mente todo el día gracias a la sospecha de que Joe había llevado a su amigo allí por otras razones que no eran una visita amistosa, se sentía extrañamente vulnerable ante la presencia de Nick.

Cuando él tomó la gran bolsa de marine, _______ se encaminó hacia las escaleras, hacia la planta alta, hacia la habitación de huéspedes que había elegido para él. La alcoba más alejada de la de ella y Joe. Su marido la ponía muy ruidosa cuando tenían sexo. Demasiado ruidosa. Iba a necesitar una mordaza; de esa manera, quizás tendría alguna posibilidad de que Nick no los oyese en el otro extremo de la casa.

—Caramba, el lugar es bonito —dijo Nick mientras la seguía escaleras arriba. ¿Por qué sentía los ojos de él clavados en el trasero?

—Hemos hecho muchas modificaciones en la casa desde que nos mudamos aquí. —_______se aclaró la garganta, incómoda, de
pronto muy pendiente del hecho que los vaqueros le moldeaban las nalgas—. Joe es muy habilidoso con el martillo.

—Eso y un arma es todo lo que un hombre necesita —bromeó él.

Ella se detuvo un momento en el descanso de la escalera para mirarlo con los ojos entrecerrados. —Joe ya no lleva un arma, Nick.
Los labios del hombre se arquearon. —¿ Un destornillador, tal vez ?
Ella inclinó la cabeza demostrando aprobación y comenzó a caminar por el pasillo.

—Aquí está tu alcoba. —______ abrió la puerta que daba a una espaciosa habitación de huéspedes—. Tiene baño privado. —Abrió una puerta cercana antes de cruzar la habitación—. Y este es el armario. La línea telefónica tiene número propio, y hay acceso inalámbrico a Internet y con cable desde el puerto sobre el escritorio. — Caminó hasta el amplio mobiliario de madera de cerezo.

—La anfitriona perfecta —le murmuró al dejar la bolsa de marinero sobre la cama de un metro y medio por dos, y observarla cuidadosamente—. Todas las comodidades del hogar.
El tono de voz era ahora más calmo, más profundo, sus ojos la observaban cuidadosamente, los colores cambiaban y mutaban, del mismo modo en que se comportaban los ojos de Joe cuando estaban colmados de emociones o pasión.
________se aclaró la garganta.

—La cena estará lista en una media hora; por si te quieres dar una ducha o algo. Solo baja las escaleras y toma la entrada de la derecha.
Él introdujo las manos en los bolsillos posteriores de los vaqueros, provocando que la camisa azul oscuro se ciñese sobre los amplios hombros. Se veía peligroso, demasiado parecido a Joe el primer día en que lo conoció. Durante los pasados tres años, la sospecha en los ojos de Joe había comenzado a menguar, la paranoia que ella asociaba con el hecho de ser un agente ya no estaba tan presente como antes de que se marchasen de Virginia. Joe estaba más relajado ahora, más propenso a sonreír, mientras que Nick aún llevaba ese aspecto de un hombre que estaba listo para matar, si era necesario.

—Estaré listo con tiempo de sobra para la cena —le aseguró—. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que tuve una comida decente.
_______ inspiró profundamente, la mirada parpadeaba de aquí para allá en la habitación.

—Pues bien, te veo luego...

—Ahí está. —La voz de Joe lo sorprendió. No se había dado cuenta de que había entrado en la habitación y no tenía ni idea de que estaba de pie tras ella hasta que la rodeó con los brazos, atrayéndola contra su pecho—. ¿ Se ha comportado bien, _______?
________se puso rígida. No era normal escuchar un tono jovial y alegre en la voz de Joe. Escuchó el oscuro trasfondo de deseo y sintió la prueba de ello presionando imperativamente contra la parte baja de la espalda. Sin embargo, esa voz le dio a entender mucho más que excitación. Era diferente, distinto a cualquier tono que ella hubiera escuchado antes en su voz. Ella lo sabía.


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Mensaje por aranzhitha Mar 11 Dic 2012, 8:00 pm

CAPITULO 22
Nick no estaba allí solo de visita. Miró fijamente al otro hombre, observando cómo los ojos de él se posaron fugaces sobre los de Joe antes de regresar a ella, la mirada oscureciéndose, una sutil sombra de sensualidad que definía sus rasgos nítidamente.
Se le afinaron los labios, y antes de que siquiera pudiese considerar sus acciones o incluso pensar, enterró el codo en el indefenso abdomen de su esposo, provocándole un gruñido de sorpresa al soltarlo rápidamente.

—¿Por qué demonios has hecho eso? —Estaba frotándose el estómago con la mano cuando ella giró y le clavó la mirada, un ceño arrugado que se iba gestando en el rostro.

—Por ser tan gallina. —Sonrió, tensa—. La cena estará lista en treinta minutos. Eso es, si son lo suficientemente valientes como para bajar y comerla.

Lo empujó y pasó junto a él. La sangre le retumbaba en las venas, las emociones estaban descontroladas, y que Dios la ayudase, pero también estaba excitada. Odiaba eso. Odiaba que la manipulasen, odiaba que le mintiesen, y nunca había creído que Joe recurriese a esos juegos con ella. Lo había hecho. Había traído a Nick allí con la única intención de invitarlo a la cama de ellos y ella lo sabía. Lo sabía, y odiaba las emociones contradictorias que ese conocimiento le alimentaba el cuerpo.

Tenía la piel sensible, los pechos hinchados, y podía sentir el calor gestársele entre las piernas. De repente, sus creencias sobre ella misma, sobre su relación con Joe y lo que sentía que compartían juntos comenzaba a flaquear.
Una fantasía era solo eso. Se daba cuenta de que él tenía fantasías, y durante los últimos meses había adivinado de dónde provenían. Pero se suponía que las fantasías debían quedarse en la mente. No estaban hechas para volverse realidad.
Ella misma había fantaseado durante años. Desde incluso el primer rumor que escuchó de Joe y Nick compartiendo sus mujeres.

Ambos hombres eran oscuramente atractivos, ambos eran peligrosos y meditabundos. Pero era una fantasía.
Al correr hacia la cocina, podía sentir que le temblaban las manos, que el estómago se le descontrolaba con algo que se negaba a aceptar como excitación. «Es repulsión», se aseguró a sí misma. Tenía que serlo. De ninguna manera, de ningún modo, iba ella a permitir que eso sucediese. No lo haría.

Abrió una puerta del armario de un tirón y sacó tres platos antes de cerrarla con un golpe tan fuerte que el panel se rajó en el marco con tanta fuerza que sonó como un disparo de arma. Las lágrimas le inundaron los ojos, pero se negó a dejarlas brotar. No eran lágrimas de dolor, sino lágrimas de confusión, de ira. Ira no solo contra Joe, contra ella misma también.
Había traído a otro hombre a la casa para que la tocase. Arrojó los platos sobre la mesa. Tenía intenciones de permitirle a otro hombre que se metiera en la cama. Se apoyó con las palmas extendidas sobre la mesa mientras miraba con odio hacia la puerta. Tenía intenciones de seducirla para que lo hiciera. Lo sabía. Lo había visto en los ojos de Nick, lo había sentido en el cuerpo excitado de Joe.
No pretendía confrontarla a ella con eso.
Maldito fuera. Maldita fuera ella.

Porque en lugar de vomitar del disgusto, estaba casi jadeando de excitación. Y eso era aún más tenebroso que saber lo que Joe y Nick pretendían hacer.
Para cuando los dos hombres entraron en la cocina campestre de ventanas anchas y altas con vista a los pastizales, _______ había logrado controlarse y tenía la mesa lista.

La cena transcurrió con más facilidad de lo que ella había anticipado, considerando sus propias emociones rotas. Nick y Joe juntos eran una combinación potente. Joe por sí solo podía chamuscarle los sentidos sin importar la situación, pero cuando esos dos hombres se disponían a conquistar, incluso ella, sabiendo exactamente qué era lo que pretendían, no era inmune.
Con la presencia de Nick, una parte de Joe que ella rara vez atisbaba, se dejaba ver. Podía notar la dominancia destellando con fuerza en la mirada tormentosa ahora. La observaba como un gato miraba un tazón de leche. Y Nick... Nick la miraba como un hombre que contempla su manjar favorito.

Parecía captar el interior de ella y el de Joe de algún modo. Parecía absorber las emociones que había entre ellos, volverla más consciente de ellas de lo normal. Cuando la cena concluyó y ______ y Joe apilaron los platos, no se sorprendió al notar que la intensidad de la atmósfera había realzado su consciencia del cuerpo de Joe, y de sus ansias. La hervían en la mirada. Como nubarrones de tormenta, se armaban y echaban a andar, brillaban con volubles rayos de malvada lujuria cada vez que posaban la vista en ella.

—Chicos, los dejo para que se pongan al día —anunció ella mientras cargaba el último plato y giró para enfrentarlos—. Tengo que encargarme de un poco de ropa para lavar y algunas cosas que terminar en el ordenador antes de retirarme.
Joe podría esperar sentado antes de ver en ella un cambio. Tenía suerte de que no se hubiera ido de la casa.
Giró sobre los talones y se encaminó por el pasillo trasero hacia el cuarto de la lavadora donde la ropa sucia de una semana la esperaba. Tenía una reunión al día siguiente con el comité de caridad que dirigía el festival anual de verano y la muda que había decidido llevar necesitaba un lavado primero.

El vestido de algodón egipcio era uno de sus favoritos, pero lo había llevado a la reunión mensual de la oficina en Washington la semana anterior. Tenía suerte de que la compañía de programación para la cual trabajaba y su especialización le permitieran trabajar prácticamente de manera independiente, con solo algunos viajes ocasionales a la oficina.

—¿No crees que es un poco descortés dejarnos tan pronto ? —le preguntó Joe cuando ella se dirigió al perchero angosto donde había colgado el vestido después de quitárselo.
No estaba allí. Buscó rápidamente entre las perchas, luego miró en el suelo debajo del perchero.

—¿Me has oído?

_______ giró hacia él, lentamente. No era tanto por lo que había dicho sino cómo lo había dicho. Era la manera en que entrecerró los ojos con un fugaz dejo de determinación sensual, la manera en que los hombros se le veían más anchos, el pecho más amplio. La manera en que el bulto en los vaqueros parecía más intimidante que nunca ______ podía sentir la velocidad del latido del corazón acelerarse más y más al tiempo que avanzaba hacia ella con lentitud.


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Mensaje por aranzhitha Mar 11 Dic 2012, 8:01 pm

CAPITULO 23
—No puedo encontrar mi vestido —dijo con voz débil, sin aliento, cuando se alejó de él rápidamente—. Lo colgué aquí la semana pasada para limpiarlo. Lo has quitado.

—A la mierda con el vestido, _____.
La tomó de los hombros con las manos. La giró hacia él, implacable, sosteniéndola allí cuando intentó alejarse. ______ tragó con dificultad. Intentó recobrar el aliento ante la fuerza del deseo que vio en su rostro.

—Me estás asustando —susurró. El ceño descendió aún más.

—¿Crees que te haría daño?
Podía ver el conflicto en la expresión de su marido. El deseo luchando contra el amor que sentía por ella. Si había algo que sabía de Joe era que la amaba.

—¿Dónde nos deja esto, Joe? —______ intentó aquietar el temblor de los labios, el miedo sensual entretejiéndose en la mente. Se sentía más confundida ahora que la primera vez que Joe la había besado. La primera vez que la había acariciado.
Un quejido sibilante se le escapó de los labios cuando le tomó el rostro con la mano.

—¿Crees que te forzaría? —Se inclinó hacia adelante, la rozó con un beso, electrificándola con la aspereza aterciopelada de sus labios sobre los propios.

—Tenemos que hablar de esto.

—¿Qué hay que hablar? —Le rodeó la cintura con el brazo, atrayéndola hacia él, alzándola hasta acunarla en los muslos, mientras le mordisqueaba los labios—. Sabías que estaba allí, justo debajo de la superficie. De otro modo, no me hubieras interrogado, ________.

—No. —Negó con un movimiento de cabeza; se estremeció al sentir la erección hincársele entre los muslos, con un calor que apenas podían contener los vaqueros entre ellos.

—Lo has visto, ¿no es verdad? —le preguntó entonces, con una mano entrelazada en la cabellera al costado de la sien mientras los labios vagaron hacia la mandíbula de ella—. Has visto la inquietud, y tenías que empezar a presionar. ¡Una gatita muy curiosa! —Le arañó el costado del cuello con los dientes.

_______ se aferró a los hombros con más fuerza al tiempo que echó la cabeza hacia atrás y la debilidad familiar que Joe le causaba en el interior del cuerpo comenzaba a gestarse. Podría dejarse llevar, a la deriva, en ese placer. Podría permitirle tomar el control. Permitirle...

—Basta. —Se separó de los brazos de su marido antes de que no pudiese detenerlo.
_______ se peinó la cabellera con las manos y lo observó conmocionada, al ver el brillante propósito en sus ojos, la divertida e
indulgente certeza en la expresión.

—No has sido honesto conmigo, Joe. —La sorpresa destelló en la mirada de él ante la acusación.

—¿Tenía que ponerlo en palabras, ______? —Se inclinó contra la pared, cruzó los brazos sobre el pecho y la observó con la media sonrisa en los labios que siempre la volvía loca de lujuria.

—Habría sido un buen gesto —indicó ella con un dejo de sarcasmo—Perdóname, Joe, pero no creo que sea una práctica habitual de la mayoría de los amigos el presentarse en la puerta de la casa con la esperanza de compartir la cama de la pareja creo que esto es altamente inusual. Y mucho menos una obligación marital común.

Los ojos de Joe brillaron de risa, y a ella no le agradó en absoluto. Pero también estaban llenos de ira acumulada. Se movían sobre el rostro, los senos, los muslos, con propósitos carnales.

—Ve a entretener a tu invitado —le espetó ella—. Tengo trabajo que hacer.
Giró para buscar el vestido, solo para chillar de sorpresa cuando se encontró, en cambio, sentada sobre la lavadora y con su marido firmemente encajado entre sus muslos.

No le dio oportunidad de protestar. Tenía los labios sobre los de ella, las manos debajo de la camisa, las palmas aferradas a los senos, los dedos raspando los pezones al tiempo que ella gritaba de placer. Era depravado. Lo más probable era que Nick aún estuviese en la cocina. un gemido fuerte y él sabría exactamente qué demonios estaba sucediendo, y no era lo que se llamaba una amante silenciosa. Nunca lo había sido. Quedarse callada mientras estaba en los brazos de Joe le resultaba imposible.

—Sabías lo que se avecinaba —le gruñó al tiempo que los labios se separaron de ella para dibujar un camino intermitente hacia abajo por el cuello—. Lo has percibido desde el principio, _____ admítelo.
Negó con un movimiento de cabeza, precipitadamente.

—No...

—Me mientes. —Entonces, hizo algo que ella no podría haber anticipado que disfrutaría. Algo que nunca antes había hecho. Los dientes le tomaron el pezón, mordisquearon la tierna punta, enviándole un placer que le explotó en el vientre con la fuerza suficiente para quitarle el aliento. Era un brusco mordisquito, rayando con el dolor, un placer agonizante que la dejó aullando de sorpresa.

—He intentado contenerme. —Le lamió la tierna punta—. He intentado ser el esposo que creí que deseabas. —Levantó la cabeza, los ojos casi negros por las ansias que sentía—Lo he intentado, _______ y no ha funcionado, ahora tienes al hombre que soy, corre por cuenta tuya decidir si puedes vivir con él.

—¿Crees que puedes asustarme para que te entregue lo que quieres de mí? —

Lo alejó empujándolo de los hombros. Él no se movió ni un milímetro, pero entrecerró los ojos y la mirada se le volvió más aguda—. Nada probable, Joe, no intentes amenazarme...

—¿Crees que eso es lo que estoy haciendo? —gruñó como respuesta—. No tengo por qué amenazarte, ______. Te estoy dando una advertencia justa. Porque te conozco, te conozco, y por Dios, sé que las necesidades que siento no están tan alejadas de las tuyas, maldición, niégalo. niega el hecho de que si Nick estuviese aquí observándonos ahora mismo no estarías más caliente que el infierno. Vamos. Miénteme.
Mentirle. Nunca antes le había mentido.

—Algunas cosas deberían permanecer siendo fantasías --le suspiró con desesperación—. No quiero perderte, Joe, no quiero perder lo que tenemos.
Él le quitó la camisa lentamente. —Nunca me perderás. Pero piensa en esto,______ nunca me has tenido completo, tampoco.

—¿Porque no he permitido que otro hombre me folie? —exclamó ella. La confusión y la cautela florecían en miedo—. Déjame salir de aquí y encargarme de ello ¿Por qué debería esperar a que elijas a alguien para mí? Soy completamente capaz de hacerlo por mí misma.
Confianza. Dominancia. Conciencia de sí mismo. Todo eso le brillaba en la mirada y le endurecía la expresión.

—Esto no tiene nada que ver con acostarse con otro hombre. Tiene que ver con aceptar el placer que tengo para darte. Ya no lo escondo más. Acéptalo o recházalo, lo que desees hacer. Pero no empieces a mentirte a ti misma porque tienes miedo. No lo aceptaré. Y no creo que vayas a pasar la noche en ese maldito ordenador trabajando. Querías ser follada en la cama. Esta noche, esa cama tendrá algo de acción, amorcito.


aranzhitha
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